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Unidad I
La institución educativa en el umbral del siglo XXI
Introducción
Son los procesos necesarios para lograr los objetivos de la institución, tales como:
procesos de planificación institucional; participación; procesos de toma de decisiones;
procesos de liderazgo; innovación; procesos de evaluación institucional.
La forma que adopta la organización y la gestión de las instituciones educativas,
será determinante a la hora de pensar la nueva educación.
Las organizaciones educativas del siglo XXI deberán atender a estos aspectos para
ser capaces de producir conocimiento y, hacerlo cada vez más productivo.
Se necesita una organización atenta a la innovación que considere al conocimiento
como motor del cambio y posibilite la participación de la comunidad educativa y
admitiendo que la rigidez de las estructuras quedó caduca. Una gestión que incorpore el
contexto, el disenso y el conflicto y que admita la planificación como herramienta de
cambio.
Orientaciones generales
Cambios socioeconómicos
Cambios socioculturales
Es difícil tener claro qué se quiere decir cuando se habla de calidad en educación.
Para aclarar la idea de calidad hay que reconocer dos grandes áreas o dimensiones en la
cual ésta se expresa: por un lado, los fines de la educación, que explicitan las
definiciones político-ideológicas que una sociedad pretende a partir de la educación; por
el otro, el conjunto de las opciones técnico-pedagógicas, que son las que permiten
alcanzar los objetivos y fines de la educación.
El nivel de las definiciones político-ideológicas (los fines) surge a partir de los
requerimientos que el cuerpo social hace a la sociedad.
Las demandas globales que la sociedad hace a la educación es que se
responsabilice por generar y transmitir conocimientos. A partir de esta demanda
general, también se reconocen demandas específicas desde algunos de los subsistemas
de la sociedad. Es claro que, en relación con la cultura, los sistemas educativos
promueven y sostienen unos valores y no otros. Un sistema educativo atento a la
calidad será aquel que propicie los valores que el sistema cultural y político sostengan.
En lo que se refiere al sistema económico, dos son las áreas de compromiso del sistema
educativo: la formación para el mundo productivo, y el aporte científico para su
desarrollo.
Hoy el sistema económico reclama a la educación no tanto que prepare para el
desempeño en “un puesto de trabajo”, sino que genere las capacidades para que los
ciudadanos se inserten en el mercado laboral: capacidad para comunicarse
adecuadamente en forma oral y escrita, capacidad de trabajo en equipo, capacidad de
ejercer la función productiva de una manera crítica y creativa.
Estas demandas exigen a las instituciones educativas que se organicen curricular e
institucionalmente de una manera y no de otra.
Las definiciones político-ideológicas son las que establecen los patrones de
medida para poder determinar la calidad de la educación, en cuanto que establecen y
ordenan los principios básicos de la educación.
El segundo nivel de definiciones se refiere a las que tienen que ver con la
organización concreta del sistema educativo y de las instituciones. Son las definiciones
técnico-pedagógicas las que expresan el compromiso concreto del aparato escolar para
responder o no a las demandas de la sociedad. Las opciones técnico-pedagógicas se
agrupan en tres ejes: epistemológico, pedagógico y organizativo.
El eje epistemológico se refiere a la definición de conocimientos que se sostiene
desde el sistema educativo, así como a la definición de las áreas disciplinares que están
incluidas y a la definición de contenidos escolares.
El eje pedagógico es donde se define el sujeto de enseñanza, la definición de
aprendizaje, enseñanza y la propuesta didáctica.
El eje organizativo es decisivo ya que implica la determinación de cuál será la
organización escolar más adecuada para concretar las metas de la educación: se refiere a
la definición de la estructura académica del sistema educativo (determinación de niveles
y ciclo), de la institución escolar y del gobierno.
A partir de lo expuesto se puede decir que la calidad está en estrecha conexión con
los objetivos generales que una determinada sociedad se impone a sí misma. Desde esta
perspectiva, el concepto de calidad es eminentemente relativo.
Pozner propone algunas de las características de las escuelas de calidad, a partir de
una recopilación de distintos autores:
Poseen un equipo directivo centrado en el currículum, es decir, que hay una
clara hegemonía de lo pedagógico.
Existe un proyecto coherente que impregna y diseña la vida escolar, y que
perfila una cierta cultura interna.
La escuela está centrada en los aprendizajes de los estudiantes y se observa
una preocupación por lo académico.
Se advierten expectativas positivas hacia los alumnos.
Se vive un clima institucional motivar hacia la totalidad de la comunidad
educativa.
Capacidad de los equipos directivos.
Existen espacios institucionales para plantear y resolver conflictos para
docentes y alumnos.
Se organizan espacios para compartir la experiencia profesional y
comunicarla, que se convierten en la base de un sistema de autorregulación y
autoevaluación.
Existen redes de comunicación y coordinación.
Capacidad de convocatoria para la implicación y participación de los padres y
de la comunidad en el proyecto escolar.
Hay coincidencia del funcionamiento personal y colectivo.
Formación docente a partir de la práctica pedagógica.
Capacidad humana y profesional para atender las diferencias entre los
estudiantes.
Apertura para comprender la cultura juvenil.
Anexo
Descentralización
Unidad IV
La planificación estratégica, marco de posibilidad de
la gestión institucional
Introducción
La demanda que la sociedad actual hace a la educación sólo se puede resolver con
cambios profundos que abarquen tanto la propuesta curricular como las formas
organizativas y de gestión que se adopten.
En un contexto de cambio, las instituciones son a la vez la unidad de la
transformación, el lugar privilegiado para pensar y hacer cosas nuevas, para probar
estrategias y producir conocimiento. Pero para hacer efectiva la producción del saber,
las instituciones deberán enfocar aquellos aspectos que hacen a la organización de los
aprendizajes (de los alumnos y de la escuela) y a la gestión institucional.
Las demandas de cambio se expresan también a nivel del sistema educativo, que
está en pleno proceso de reorganización tanto de la organización como de sus
mecanismos de gestión. La descentralización educativa, la autonomía institucional y
curricular y mecanismos de evaluación son algunos ejemplos de una nueva gestión del
sistema.
La gestión educativa es concebida como el gobierno y la toma de decisiones a
nivel macro sobre la educación de un país.
La gestión escolar es el gobierno y la toma de decisiones a nivel micro. Se refiere
a los procesos de toma de decisiones, dinámicas de los equipos directivos, participación,
tiempos, espacios y agrupamientos, etc., y tiene como finalidad, centrar los objetivos de
la institución educativa alrededor de la búsqueda de aprendizajes de calidad.
La institución educativa tiene un rol clave en los procesos de innovación y
transformación de la educación.
Es por esto que pensar y hacer una nueva gestión escolar se vuelve un desafío
insoslayable. Una gestión que promueva el desarrollo de intencionalidades
compartidas, que registre los datos del contexto y que vuelva a él con una oferta
ajustada a sus necesidades.
Se debe pasar de un paradigma burocrático a un paradigma más abierto al
aprendizaje y la construcción de una verdadera comunidad académica.
Esto requiere: de una teoría práctica; de una metodología; de herramientas que
auxilien y sostengan el camino a recorrer.
Se apunta a una concepción más vital y estratégica que reconozca la realidad
social y humana en la que se desarrolla. En este sentido, la planificación estratégica
como marco, y el proyecto educativo como herramienta acercan a una forma de gestión
que tiene como objetivo mejorar la calidad a partir del desarrollo de planes y proyectos
que partan del análisis de las necesidades y demandas del sector involucrado y que
caminen hacia la obtención de soluciones específicas.
Orientaciones generales
En este modelo:
El proceso de planificación no es lineal.
La historia se concibe como una sucesión de situaciones.
La imagen-objetivo no se consigue en un solo paso, sino por etapas sucesivas.
Hay posibilidad de redefinir la imagen objetivo.
Es importante definir la situación por su duración: varía su largo en el tiempo.
En relación con la planificación estratégica, Matus hace tres advertencias:
No hay una forma de planificar. Cada objeto reclama un diseño propio,
La planificación no cesa nunca: acompaña el proceso.
Hay un grado de incertidumbre que no se puede evitar.
Unidad V
La construcción y el desarrollo de proyectos institucionales
Introducción
El PEI es una tarea que invita a toda la comunidad educativa a reflexionar sobre la
vida institucional, sobre sus logros y sus fracasos. No es sólo una tarea de reflexión, es
una oportunidad para hacer cosas nuevas, para probar experiencias y para mejorar la
calidad de los aprendizajes.
Conjuntamente con la idea de proyecto institucional surge la necesidad de una
mayor autonomía de las escuelas. Son así los equipos institucionales los que adecuan
las prácticas educativas a las características de cada escuela. Para esta tarea se apoyan
en sus fortalezas y potencialidades para hacer que la oferta educativa corresponda a los
entornos y contextos específicos.
Por eso, debería haber tantos proyectos como escuelas ya, que cada una refleja y
transforma su propio contexto de actuación. El proyecto educativo institucional es una
práctica de la escuela.
Hablar de proyecto es hablar de proceso y también de resultados. Un proceso,
porque guía una práctica cotidiana y en continuo cambio, y un producto porque en él se
plasman los fines y resultados a lograr, y las líneas concretas a llevar a cabo para la
mejora constante de la institución.
La práctica de los proyectos institucionales nos conduce a pensar en procesos y en
resultados, en criterios de calidad y en resultados a evaluar.
La planificación estratégica situacional, si bien incluye intenciones y
necesariamente se proyecta hacia el futuro, es ante todo una herramienta que incorpora
el contexto y por lo tanto sus objetivos se vuelven guías para la acción.
No hay un único PEI, hay tantos proyectos como organizaciones escolares,
contextos y personas.
Orientaciones
En todos lo niveles del sistema educativo se toman decisiones. Pero no todas sin
fruto de un proceso deliberado o sistemático. Se identifican distintas modalidades en la
toma de decisiones. Una primera, que es la modalidad reactiva, que se caracteriza por
responder a las urgencias sin mediatización de un proyecto que direccione u organice
las respuestas. Estas decisiones se realizan de manera aislada y, así, no logran insertarse
en la lógica institucional. La consecuencia más común es que los miembros de la
institución no ven traducidos sus esfuerzos en resultados concretos, provocando
sensaciones de fracaso y desmotivación.
En segundo lugar, es posible identificar un modelo proactivo que, si bien resuelve
sobre la marcha los problemas que se presentan, lo hace en función de las prioridades
institucionales explicitadas en el proyecto institucional.
Esta modalidad supone: identificar los problemas institucionales; decretar las
fortalezas y potencialidades de la institución; establecer jerarquías; priorizar situaciones;
diseñar líneas de acción; implementar y evaluar proyectos.
Actuar de manera proactiva implica anticipar dificultades y potenciar la acción
individual en el marco del accionar institucional. Una gestión institucional que
incorpora el proyecto como herramienta de trabajo opta por un modelo proactivo. Una
gestión proactiva, no deja que las cosas sucedan, se propone de manera intencionada
generar prácticos y procesos.
En esto consiste la gestión por y en proyecto: en la planificación e implementación
deliberada e intencionada de una serie de estrategias, a fin de conseguir los resultados
que se persiguen.
Cuando se gestiona desde un modelo reactivo, se actúa de manera centrífuga, se
expulsa hacia el exterior los conflictos. En cambio, un modelo proactivo funciona de
modo centrípeto, encauza los esfuerzos hacia el logro de un objetivo común. Considera
al conflicto como algo inherente a la institución, busca la comprensión de los problemas
y genera estrategias que permitan actuar en consonancia. Discrimina lo urgente de lo
importante. Un modelo proactivo concentra las energías: los esfuerzos, intereses y
habilidades individuales se concentran y potencian mutuamente.
La gestión tiene como su herramienta fundamental al PEI y supone la construcción
de su viabilidad.
La construcción de la viabilidad de un proyecto supone considerar algunas de las
siguientes cuestiones ligadas al proceso de toma decisiones y seguidamente, a su
implementación:
Desarrollar un proceso de evaluación y autoevaluación.
Anticipar posibles dificultades que pudieran surgir en la implementación de las
decisiones.
Analizar y distribuir los recursos disponibles y necesarios, teniendo en cuante
su funcionalidad.
Promover las innovaciones favoreciendo su implementación, sistematización e
institucionalización.
Considerar a lo planificado no como algo inamovible, sino como un guión que
dirige la acción.
La toma de decisiones debe enmarcarse en una práctica democrática, y por lo tanto
debe ser fruto de reflexiones y acuerdos compartidos por todos los miembros de la
institución. Establecer códigos comunes, incorporar el disenso, construir acuerdos
alrededor de proyectos, facilitar la circulación de la información, son algunos requisitos
organizativos que se necesitan como competencias básicas de gestión.
Una gestión por proyectos desde un enfoque estratégico, es un proceso que no sólo
implica o incluye “técnicas” para elaborar un plan sino que “transforma las relaciones,
intereses y la participación de los grupos o actores que comparten la acción social y el
espacio donde se desarrolla”
El proyecto de una escuela ha tenido y tiene muchos “nombres”. Sea cual fuere su
denominación, en su definición siempre están presentes las siguientes ideas clave:
Todo proyecto implica un proceso de proyección (imagen objetivo)
Un proyecto implica además la búsqueda de soluciones para una situación que
es necesario cambiar.
Un proyecto es un herramienta para orientar las acciones (compromisos de
acción)
Un proyecto es siempre un espacio de interacción y participación social.
Un proyecto es una herramienta de gestión que permite impulsar innovaciones a
través de:
El tratamiento integral de la institución educativa.
La identificación, jerarquización y priorización de los problemas
institucionales.
Un espacio para construir la utopía concreta.
Una actitud proactiva frente a las decisiones. La participación de los actores
institucionales con vistas a mejorar u optimizar los resultados de su quehacer.
El diseño de acciones que consideren el punto de partida con que actúa, y
también la situación objetivo de futuro deseada.
Una cultura institucional colaborativa y que considere la evaluación como
parte de la vida institucional.
Es preciso entender que las dinámicas y las prácticas en las instituciones escolares
se presentan en formar integral, más allá de que muchas veces, con un propósito de
intervención, sea necesario pensar en distintas dimensiones (curricular, organizativa,
administrativa)
La institución escolar en su totalidad es la que promueve el aprendizaje. No es
sólo una función del maestro y no sólo ocurre en las aulas. Por el contrario, el contexto
y la organización es también contenido.
El proyecto educativo como espacio de intervención institucional da cuenta de la
institución educativa desde un enfoque integral, incluye no solamente la consideración
de las cuestiones curriculares (oferta académica), sino también de la organización y la
gestión.
Cuando se construye un proyecto se debe focalizar en aquello que se considera un
problema para la institución. O, al revés, donde hay un problema aparece un proyecto.
Un problema es una situación institucional que genera disconformidad y que
requiere una solución.
Cuando se hace un proyecto es imprescindible jerarquizar y priorizar los
problemas.
Trabajar el proyecto a partir de los problemas lleva a preguntarse ¿cómo se
relacionan los problemas de mi institución entre sí? ¿Cuáles son sus posibles causas?
¿Cuál es su magnitud y grado de complejidad? ¿Cuáles son más relevantes? ¿Cuáles
necesitan ser atacados a la brevedad? ¿Cuáles pueden ser dilatados?
Elaborar un proyecto es construir la visión de la institución que se desea, es una
visión compartida. Es una imagen dinámica y cambia en el devenir del proyecto. En la
medida en que surgen nuevos problemas, se generan nuevas acciones y la escuela se
plantea nuevos horizontes a alcanzar.
El planeamiento estratégico no es sólo un conjunto de técnicas de planeamiento,
sino ante todo una postura frente a la gestión escolar. Trabajar con proyectos lleva a
que las decisiones que se tomen estén fundamentadas, respondan a situaciones de la
escuela, sean específicas para esa escuela y además tengan una dirección, es decir, que
apunten a construir una imagen objetivo que se considere deseable.
En un proyecto no sólo se dice cómo son y cómo deberían ser las cosas, sino que
ante todo decimos qué hacer y cómo hacer para que sean lo que deberían ser.
La definición de las acciones necesarias para alcanzar lo deseado es un punto
fundamental del proyecto. Es el momento táctico, es el momento de las acciones, de su
seguimiento y monitoreo.
Trabajar con proyectos es incluir la evaluación para conocer que ocurrió y por qué
o qué no ocurrió y por que. Es decir, generar procesos de revisión constantes que
generen aprendizajes para comunidad académica. Los procesos de evaluación son
intrínsecos al concepto de proyecto.
La identidad institucional
La imagen objetivo
La estructura organizativa