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TALLER # 6

PERSONALIDAD Y SUB DELINCUENCIA JUVENIL

KARLA MARIA CORTES MERIÑO

SOCIOLOGA Mg LETICIA HUNDEK PICHON

UNIVERSIDAD DEL ATLANTICO

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS

PROGRAMA DE DERECHO
INTRODUCION

En este taller se habla de dos temas muy importantes como lo son la


personalidad y la delincuencia juvenil, debido a que estos temas van ligados, es
de suma importancia la personalidad en los jóvenes ya que esto es lo que define
las actitudes de cada joven, un ejemplo muy claro de esto es la delincuencia
juvenil, como se puede observar este es un tema de mucha controversia y que
últimamente esta delincuencia ha crecido cada vez más.

En Colombia se puede observar la gran taza de delincuencia que existe , y


muchas posturas de diferentes personas en este tema ya que muchos dicen que
las principales causas de esto es la falta de educación o más bien la falta del
acceso a la educación gratuita, se habla de la educación gratuita es debido a
que existen muchos jóvenes que no cuentan con los recursos necesarios para
poder acceder a ella por tal motivo ellos necesitan conseguir dinero para poder
subsistir y la única manera en que pueden conseguirlo es cometiendo estos
actos delincuenciales. Acontuniacion se dará en este documento una
profundización sobre estos dos temas.
PERSONALIDAD

Es un constructo psicológico, que se refiere a un conjunto dinámico de


características psíquicas de una persona, a la organización interior que
determina que los individuos actúen de manera diferente ante una determinada
circunstancia. El concepto puede definirse también como el patrón de actitudes,
pensamientos, sentimientos y repertorio conductual que caracteriza a una
persona, y que tiene una cierta persistencia y estabilidad a lo largo de su vida de
modo tal que las manifestaciones de ese patrón en las diferentes situaciones
posee algún grado de predictibilidad.

Cada ser humano es diferente, su forma de actuar es compleja. Sin embargo,


existen patrones comunes que hacen que determinados individuos reaccionen
de una forma u otra. Para entenderlos existe el eneagrama, un sistema de
clasificación de la personalidad que resulta útil para el autoconocimiento. En él
se describen nueve tipos de personalidad y sus posibles interrelaciones.

Según su estado, frustrado o proactivo, “una personalidad puede degenerar o


aproximarse hacia los rasgos de otra por sus características similares”, explica
Nani Cuéllar, directora del Instituto Boliviano de Terapias Alternativas Ser Libre.

Sobre la base de esos criterios, citamos a continuación los nueve tipos de


personalidad.

El reformador. Pretende hacer lo correcto y se esfuerza por mejorar las cosas.


Es idealista, perfeccionista, crítico, disciplinado y ordenado.

El ayudador. Desea ser amado, necesitado y apreciado, por eso se orienta a los
demás. Es generoso, suele colaborar o seducir para conseguir lo que necesita.
Precisa ser correspondido.

El triunfador. Quiere sentirse valioso y deseable. Está seguro de sí mismo, con


gran habilidad social, es un buen comunicador, altamente competitivo, vanidoso
y exitoso.

El romántico. Busca crear y rodearse de cosas bellas, suele sentir lo contrario


que el grupo (individualista). Es romántico, creativo, temperamental, sensible y
compasivo, tiene la profunda necesidad de conmover. Busca un salvador.
El investigador. Aspira a obtener conocimiento y entender lo que le rodea. Es
introvertido, curioso, no le gusta el contacto físico, pero crea cosas increíbles
para los demás.

El leal. Anhela tener seguridad y tranquilidad, es miedoso, suele dudar y


desconfiar de todo e intentar prevenir futuros problemas. Cautivador, reactivo y
práctico.

El entusiasta. Ansía mantener su libertad, evitar el aburrimiento y el dolor. Le


encanta las nuevas experiencias y tener siempre opciones, no le gusta los
límites. Es alegre, optimista y confiado.

El desafiador. Ambiciona tener el control de las situaciones, probar su fuerza y


resistir la debilidad. Es autoritario, dominante, vengativo, rebelde, apasionado,
decidido y autónomo.

El pacificador. Intenta crear y mantener estabilidad a su alrededor. Es humilde,


conformista, amable, modesto, bondadoso, distraído, olvidadizo y apático.

Autosuficiente

El estudio del eneagrama hace que una persona se sienta autosuficiente para
poder ayudarse a sí misma. Cuando ésta maneje la información, reaccionará
sola y se corregirá. No será necesario un especialista para trabajar estos
problemas de personalidad.

Aprender para ayudar

Las personas, sin necesidad de estudiar Psicología, pueden aprender sobre este
sistema para ayudar a su propia familia. Conociendo los rasgos y las relaciones
entre las tipologías de cada miembro se pueden tratar los conflictos de mejor
forma.
ESTILOS DE PERSONALIDAD

La personalidad de cada individuo se refleja en su vestir y en su comportamiento


dando a conocer su propio estilo de vida distinguiéndose así en la sociedad.

El estilo es la manera de expresar en cada individuo su carácter original.

Una persona puede reflejar un estilo propio según su manera de vestir, su


personalidad y su estilo de vida. Existen diferentes maneras de vestir de las que
se dividen en tres formas básicas: el estilo clásico donde la moda en su estilo de
vestir cambia un 20% y se conserva original el estilo en un 80%. El estilo
contemporáneo; donde el 50% en la manera de vestir es siguiendo la moda
mientras el otro 50% se conserva clásico. Y por último, el estilo vanguardista;
donde las personas se visten con un 80% de moda.

Ahora se mostraran algunos ejemplos de estilos de personalidad con algunas


celebridades, identificando su estilo en su manera de vestir, así como en su
comportamiento y personalidad para poder identificar con mayor facilidad
nuestro propio estilo.

Reflejan una imagen tierna y bondadosa, de mirada gentil, fresca, sensible y


poseen un carácter agradable. Algunas de sus fortalezas son que inspiran
confianza y se les facilita las relaciones con el sexo opuesto.

Por lo general usan prendas frescas, de materiales livianos y colores tenues y


claros, con detalles de confección muy delicados.
CLASES DE PERSONALIDAD SEGÚN HIPOCRATES

Hacia el siglo V a.C., la Antigua Grecia, que fue la cuna de lo que se convertiría
en la civilización occidental, ya se empezaban a fraguar teorías sobre por qué
somos como somos y hacemos lo que hacemos. En realidad esta clase de
propuestas teóricas también habían aparecido antes en otras zonas del planeta,
pero el caso griego fue de especial importancia porque allí se unían los avances
técnicos de Asia y Egipto con la filosofía y la potente actividad cultural y filosófica
de la zona.
Grecia era una región en la que el conocimiento se divulgaba de un modo mucho
más libre que, por ejemplo, en el Imperio Persa, en el que la enseñanza de la
escritura estaba muy centralizada y se utilizaba básicamente para el comercio y
la administración.
Eso explica que en tan solo tres siglos la Antigua Grecia pudiese llegar a ser un
referente del desarrollo de la filosofía y las ciencias (un su fase más embrionaria).
Pero la ciencia griega, al igual que lo que ocurría en otras partes del mundo,
estaba mezclada con las religiones y una visión del mundo aún muy
fundamentada en viejos mitos. Eso es lo que explica la aparición de la teoría de
los cuatro humores.

LOS HUMORES Y LA PERSONALIDAD

Para Hipócrates y una buena parte de los médicos que asimilaron las teorías del
primero durante los siglos posteriores, la teoría de los cuatro humores ofrecía
una base sobre la que trabajar en medicina, por muy precaria que fuese. De ese
modo, muchos tratamientos para enfermedades consistían en modificar la dieta
de los pacientes de modo que, ingiriendo ciertos alimentos, sus niveles
humorales se equilibrasen. En algunos casos se realizaban sangrías para que
los pacientes perdiesen líquido con el mismo propósito.
Pero esta base para la medicina no fue lo único que surgió a partir de la teoría
de los cuatro humores. Algunos pensadores la expandieron para que fuese
capaz de explicar no solo la salud de las personas, sino también las tendencias
de su conducta y de su vida mental. Entre estos investigadores destacó Galeno
de Pérgamo, un médico y filósofo romano nacido en el siglo II d. C.
LOS TIPOS DE PERSONALIDAD ERAN LOS SIGUIENTES:

Tal y como hemos visto, según esta visión humoral del ser humano la salud se
encontraba en el equilibrio de estas sustancias (la lógica de los equilibrios entre
elementos fundamentales era muy frecuente en la época). Se creía que algunas
enfermedades o situaciones especiales podían hacer que esta desproporción
creciese, agravándose la salud de la persona y/o haciendo que su temperamento
se volviese más extremo y discordante respecto a la manera de ser de los
demás.

1. Sanguíneo

Correspondía a personas alegres y optimistas, con tendencia a expresar su


cariño por los demás y con seguridad en sí mismas. Correspondía a la sustancia
de la sangre.

2. Melancólico

Temperamento definido por la presencia de una gran cantidad de bilis negra, su


temperamento asociado es triste, con sensibilidad artística y fácil de
conmover.

3. Flemático

Correspondiente al humor de la flema, las personas asociadas a este


temperamento serían frías y racionales.

4. Colérico

Temperamento relacionado con la bilis amarilla, se expresaría en personas


apasionadas, de enfado fácil y con una gran energía.
DELINCUENCIA JUVENIL

Hace referencia a los delitos cometidos por los menores de edad. La mayoría de
los sistemas jurídicos, al abordar tales conductas, utilizan órganos judiciales ad
hoc, como los tribunales de menores, prevén determinadas
especialidades procesales para su enjuiciamiento y cuentan con medios
coercitivos específicos para su represión, como los centros juveniles de
detención.
Los delitos juveniles suelen recibir gran atención de los medios de comunicación
y políticos. Esto es así porque el nivel y los tipos de crímenes juveniles pueden
ser utilizados por los analistas y los medios como un indicador del estado general
de la moral y el orden público en un país y, en consecuencia, pueden ser fuente
de alarma y de pánico moral.

Como la mayoría de los tipos de delitos, los crímenes cometidos por jóvenes se
han incrementado desde mediados del siglo XX. Existen múltiples teorías sobre
las causas de los crímenes juveniles, considerados especialmente importantes
dentro de la criminología. Esto es así, porque el número de crímenes cometidos
crece enormemente entre los quince y los veinticinco años. En segundo lugar,
cualquier teoría sobre las causas de la delincuencia deberá considerar los
crímenes juveniles, ya que los criminales adultos probablemente habrán tenido
un comienzo en la delincuencia cuando eran jóvenes.

Por otra parte, otro posible origen de la delincuencia juvenil son problemas como
la esquizofrenia, trastornos conductistas/mentales, estrés postraumático,
trastorno de conducta o trastorno bipolar.

DELINCUENCIA JUVENIL: GENERADORA DE VIOLENCIA

Las autoridades encargadas de dictar medidas preventivas para contrarrestar la


delincuencia juvenil, se han quedado cortas, para que el menor delincuente, que
como el árbol que empieza a crecer torcido, se enderece adecuadamente.

No han faltado los estudios e investigaciones sobre tan delicado tema, sin que
tengan concordancia con la responsabilidad que nos cabe a los mayores por la
delincuencia juvenil que debe ser analizada desde diferentes ángulos,
empezando por sus hogares, sitios de residencia y establecimientos educativos.
No olvidemos que el menor delincuente empieza a formarse muchas veces
desde sus propios hogares, puesto que son sus padres, hermanos o tíos,
quienes les dan mal ejemplo o los han inducido por los caminos de la
drogadicción y la prostitución.

Sobre tema tan delicado se han dictado leyes, decretos y resoluciones; formado
asociaciones, fundaciones y hogares de paso, para los menores que por alguna
circunstancia caen en la jurisdicción de la justicia penal, encuentren respuesta
adecuada al laberinto en que se han metido.

Lastimosamente podemos decir que ninguna de estas medidas u organizaciones


han surtido sus efectos positivos, muchas de ellas no pasan de ser meros sitios
de reclusión, mas no de formación, puesto que no se les proporcionan los medios
necesarios para construir un proyecto de vida, que les permita empezar su
proceso de rehabilitación y de reinserción a la sociedad.

La delincuencia juvenil nos está asfixiando en todas sus modalidades, en el año


2006 se dictó la Ley 1098 de Infancia y adolescencia, que hasta la fecha no es
más que letra muerta, no obstante los abultados presupuestos que se le han
inyectado para que cumpla con sus funciones de desarrollo. Por consiguiente,
se requiere que los gobiernos nacionales, regionales y locales, adapten medidas
urgentes con el fin de contrarrestar tan terrible flagelo que prácticamente nos
tiene acorralados, son miles los hogares de diferentes estratos sociales que
están padeciendo el drama de sus hijos recluidos en diferentes centros
carcelarios del país por diferentes delitos.

Es bastante preocupante que los jóvenes menores de edad, que caen en la


jurisdicción Penal, no tengan las garantías necesarias para emprender un
procesos de rehabilitación, tal cual lo ordena la Ley de infancia y adolescencia,
que estipula muy claramente que deben ser juzgados de conformidad con las
normas para ellos, vigentes en corresponsabilidad con sus familias y la sociedad
misma, procurando en todo momento que el sitio de reclusión sea el adecuado
para desarrollar los procesos de rehabilitación y resocialización.

Actualmente hay más de 160.000 jóvenes vinculados a diferentes procesos


penales, pero, lamentablemente sin ninguna garantía para que en el día de
mañana salgan a reintegrarse a la sociedad y a desarrollar un proyecto de vida,
que les permita continuar vinculados a la sociedad a la cual pertenecen.

Son cientos los jóvenes que permanecen esposados, o inmovilizados en centros


de reclusión de paso, soportando toda clase de incomodidades, pasando
hambre, frio y expuestos a contraer todo tipo de enfermedades, puesto que no
existen las más mínimas garantías para mantenerlos en forma humana y
decente. Se ha reportado el caso de muerte de varios de ellos, y ante la
desesperación del hacinamiento en que viven, frecuentemente se presentan
riñas con saldos de heridos.

No olvidemos que los mayores somos los responsables de la delincuencia juvenil


en todas sus modalidades, pero, lamentablemente no existen medidas efectivas
para enfrentar este flagelo, siempre nos vamos por los facilismos, como es el de
llevarlos a la cárcel, a purgar una condena, que la mayoría de las veces no
entienden la magnitud del drama que están viviendo, puesto que, fue la misma
familia, o sociedad, que por haberles negado una educación adecuada y una
convivencia sana, los indujo al camino tenebroso de la delincuencia.

DELINCUENCIA Y RESPONSABILIDAD PENAL JUVENIL EN COLOMBIA

El término «delincuencia juvenil» fue acuñado en Inglaterra en el año 1815, “Se


entiende por delincuencia juvenil el conjunto de delitos, contravenciones o
comportamientos socialmente reprochables, que cometen las personas
consideradas como jóvenes por la ley”1. Cada Estado está sujeto a su propio
sistema jurídico, para algunos es delincuente juvenil el adolescente que comete
acciones sancionadas por la ley sin importar su gravedad, otros Estados sólo
consideran como delincuente juvenil al joven que comete un acto delictivo grave.
El fenómeno de la delincuencia juvenil es algo que se inscribe en los espacios
de una sociedad en la cual su estructura material, y su formación social
consecuente, se halla en una profunda crisis.

Que jóvenes conformen bandas de delincuencia organizada nos está indicando


que son el resultado de la misma criminalidad general que se ha apoderado de
la sociedad en la perspectiva de lograr sobrevivir materialmente.

El capitalismo no es sólo acumulación de riqueza sino concentración de la misma


en muy pocas manos; y todo el sistema institucional y legal tiende a favorecer
ese fenómeno porque éste constituye la supra estructura del modo de producción
capitalista. Así como los adultos se organizan para delinquir, lo hacen los niños
y los jóvenes a partir de una edad en la cual pueden percibir que la sociedad no
es sana y no tienen porvenir humano en ella. Abandonados y sujetos a la
violencia que engendra el sistema, ellos simplemente responden en una
manifestación de reflejos condicionados que sostienen la sobrevivencia en forma
instintiva; “los niños no saben de normas legales sino de formas de sobrevivir a
semejante situación; el instinto de sobrevivencia no tiene edades ni la
normatividad puede incidir en él”.
CRECE DELINCUENCIA JUVENIL EN COLOMBIA

Según dijo al programa UN Análisis* de UN Radio el profesor Fabián Acosta,


filósofo e investigador del Observatorio de la Juventud de la UN en Bogotá:
“Estamos en la sociedad del encierro. Lo que importa es mantenerla disciplinada,
quieta y controlada. Pero no hay ningún interés por una vida con bienestar, sino
con grandes negocios y fortunas”.

En la misma línea planteada por Acosta, el sociólogo y economista Óscar


Useche, profesor de la Corporación Universitaria Minuto de Dios, precisó:

“Tras el Código de Infancia y Adolescencia aprobado, se ha optado por unas


sanciones penales contra los niños y adolescentes delincuentes. El resultado es
su encierro en un sitio de reclusión en donde, supuestamente, sus derechos en
cuanto menores (consagrados como prioritarios en la Constitución) deben estar
protegidos. Pero eso, parece, no se cumple”.

Generalmente, los que son condenados a estas reclusiones son adolescentes


entre los 12 y los 18 años. Esta medida ha sido criticada porque a ellos se les
debe garantizar el estudio y no deben ser aislados ni esposados (como sucede
en las cárceles para adultos).

Antoine Lesorgs, jefe de la delegación en Colombia de la Fundación Tierra de


Hombres, que ha desarrollado un trabajo de formación de operadores del
Sistema de Responsabilidad Penal de Adolescentes en Colombia, indicó:

“En América Latina ha crecido el delito entre los jóvenes durante los últimos
años. En países como Venezuela y México la situación es más crítica. En Costa
Rica y Panamá, en donde había crecido el fenómeno, regresaron a políticas más
represivas. Además, no hay un solo perfil de delincuencia y es uno de los
problemas que más se está afrontando”.

El marco jurídico que ha tomado la legislación colombiana tiene los principios


básicos enunciados por la Convención de los Derechos del Niño.

Establece el deber de asistencia y protección de niños y adolescentes de manera


conjunta entre la familia, la sociedad y el Estado, a fin de garantizar un desarrollo
armónico integral y el ejercicio pleno de sus derechos.

Por su parte, Carlos Tejeiro López, abogado y docente de la Facultad de Derecho


de la Universidad de los Andes, señaló:

“Esta problemática apenas está incorporándose a las preocupaciones


nacionales, después de que el Gobierno colombiano no tenía políticas juveniles
ni programas de atención. Hoy hace parte de la agenda gubernamental, que
centra sus esfuerzos en el impacto que ha tenido el conflicto armado y el
narcotráfico”.

Asimismo, hay un código que establece el tratamiento para los niños, niñas y
adolescentes menores de catorce años, de los cuales se presume han incurrido
en la comisión de un delito sin perjuicio de la responsabilidad civil de los padres
o responsables legales.

Según Lesorgs: “Hoy existen condiciones más estructurales que llevan a la


delincuencia juvenil, como la falta de acceso al sistema de salud y a programas
de recreación, de atención familiar y de prevención, entre otros. La motivación
es conseguir dinero o sustancias psicoactivas. Hay que trabajar para prevenir
este tipo de situaciones en toda América Latina”.

Los académicos coincidieron en que, en Colombia, todavía se confunde el


tratamiento de los jóvenes que infringen la ley con un problema de orden público.

Pero el problema tiene dos características: la carrera criminal como tal


(reincidente); y aquellos que ya tienen formación criminal, etiquetado como
peligroso —concepto profundizado por los medios de comunicación—.

Finalmente, Tejeiro López afirmó: “Con la ley entramos en conflicto todos. De


modo que la política pública debería estar dirigida a prevenir y a proteger
integralmente a los adolescentes que han delinquido, destinando recursos para
su educación, capacitación y reinserción”.

¿Más “mano dura”?

Este tipo de propuestas populistas es bien conocido. Suele decirse, por ejemplo,
que la duración de las penas debería ser mayor. Pero ya muchos jueces,
formados bajo la cultura de la justicia retributiva, condenan al mayor número de
años posibles. Bajo el actual Sistema de Responsabilidad para Adolescentes
(SRPA), la tendencia en Colombia ha consistido en imponer la máxima sanción
privativa de la libertad para delitos graves: ocho años que deben ser cumplidos
en su totalidad, sin la posibilidad de salidas anticipadas ni “rebajas de penas”
(como lo establece la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana).

Esto pone en riesgo el principio de proporcionalidad de la sanción. Niños que


son utilizados por verdaderos criminales acaban siendo privados de su libertad
por un tiempo incluso mayor que el de sus reclutadores, como lo constatan
sentencias de comandantes paramilitares en el proceso de Justicia y Paz. Cabe
recordar que la privación de la libertad debería ser el último recurso y que,
cuando se trata de adolescentes, debería imponerse por el menor tiempo
posible, como lo señalan las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para la
Administración de la Justicia de Menores. La norma no es arbitraria: está basada
en consideraciones sobre lo que implica estar privado de la libertad durante esta
etapa clave de la vida.
BIBLIOGRAFIA

https://www.elespectador.com/noticias/nacional/delincuencia-juvenil-hacia-el-
populismo-punitivo-articulo-737368

http://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/article/crece-delincuencia-juvenil-
en-colombia.html

http://www.monografias.com/trabajos84/delincuencia-juvenil-
colombia/delincuencia-juvenil-colombia.shtml

http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/delincuencia-juvenil-el-reto-
LH2687094

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