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IV.

PROCEDIMIENTO DEL PROCESO ÚNICO DE EJECUCIÓN


1. Demanda ejecutiva
La demanda es conocida como el acto procesal que da inicio al proceso, a su vez contiene la
pretensión procesal y materializa el derechode acción frente al órgano jurisdiccional en busca de
tutela jurisdiccional efectiva.
En ese sentido, quien presenta una demanda ante el Poder Judicial, debe previamente cumplir con
un conjunto de requisitos de fondo y de forma, los mismos que se caracterizan de la siguiente
manera:
a) Requisitos de fondo: Estos son intrínsecos a la demanda, se basan en la construcción jurídica
de la misma; por ejemplo, argumentar el interés para obrar; sin embargo, ante la ausencia o
imperfección, el juez ordena inmediatamente el rechazo de la demanda. Estos son los requisitos de
procedencia de la demanda.
b) Requisitos de forma: Son los anexos de la demanda, como también algunas formalidades que
hagan viable su ejecución como
la fi rma del abogado, los aranceles judiciales etc.; sin embargo, su incumplimiento impide que la
demanda produzca efectos jurídicos, no obstante, el juez puede pedir que se subsane en un
plazo la omisión o insufi ciencia. Estos son los requisitos de admisibilidad de la demanda.Como se
advierte, los requisitos de admisibilidad y procedencia de la demanda son imprescindibles para que
produzcan efectos jurídicos.
Asimismo, los artículos 424 y 425 del CPC, contienen los requisitos y anexos que deben presentarse
con la demanda. Siendo los primeros, los elementos intrínsecos, que deben estar presentes
ineludiblemente en todo proceso, mientras que los segundos, son todos los documentos necesarios
para el cumplimiento de los requisitos de admisibilidad y procedencia
de la demanda.
Por otro lado, el artículo 128 del mismo ordenamiento procesal consagra la admisibilidad y
procedencia, regulando: “El juez declara la admisibilidad de un acto procesal cuando carece de un
requisito de forma o este se cumple defectuosamente. Declara su improcedencia si la omisión
o defecto es de un requisito de fondo”.
Los artículos 426 y 427, también del mismo cuerpo procesal, detallan las causales por las que se
declara la inadmisibilidad e improcedencia de la demanda. Todas ellas referidas a los requisitos de
forma y de fondo antes señalados.
Adicionalmente a lo mencionado sobre los requisitos de los artículos 424 y 425 del CPC, en el
proceso único de ejecución deberá adjuntarse el documento que constituye título ejecutivo, el cual
deberá a su vez cumplir con los requisitos del artículo 690-A del CPC.
En esa concordancia está precisamente el artículo 690-A del CPC que advierte: “A la demanda se
acompaña el título ejecutivo, además de los requisitos de los artículos 424 y 425 y los que se
especifi quen en las disposiciones especiales”.
Al respecto, se precisa la efectivización de lo que consta en un título ejecutivo: “En los procesos
ejecutivos el juicio no discurre por el análisis de la cuestión de fondo que pudiera surgir de cualquier
relación jurídica, sino que se tiene a hacer efectivo lo que consta y fl uye del propio título ejecutivo
–partiendo de un derecho cierto pero satisfecho– pues no se trata de pronunciarse sobre derechos
dudosos y no controvertidos, sino de llevar a efecto lo que consta de manera indubitable en el
título que por su misma naturaleza constituye prueba del derecho que
contiene y, por ende, hace del proceso ejecutivo uno en el que desaparece la fase en la que se trate
de obtener la declaración de aquel” (Exp. Nº 213-2005-Lima).
Por otro lado, se ha pronunciado la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema frente a un proceso
tramitado y sentenciado sin haberse incorporado al proceso el título ejecutivo, el Colegiado
señala que las nulidades procesales son soluciones de última ratio, a las que solo debe recurrirse
en casos extremos, dejando de lado la añeja posición del culto
de la forma por la forma; por tanto, si la omisión (ausencia de título)
no fue advertida por el juez, pese a su calidad de director del proceso
y el demandado en la contradicción al mandato ejecutivo se limitó a

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alegar la extinción de la obligación, no debe ampararse la nulidad, toda
vez que es aplicable el aforismo jurídico Nemo auditur propriam turintudinem
allegans, es decir, nadie puede basar su acción en su propia culpa.
(Cas. Nº 3621-2007-Cusco).
Por eso consideramos que el juez al momento de califi car la demanda
ejecutiva deberá verifi car la veracidad del título ejecutivo; haciendohincapié a la colaboración
que tiene en el proceso como director del
mismo, es decir, analizar los requisitos de fondo y de forma del título.
Así por ejemplo, será necesario que el juez identifi que si se están cumpliendo
con los requisitos señalados en la Ley títulos valores en el caso
que se esté solicitando la ejecución de un pagaré.
2. Competencia en el proceso de ejecución
La potestad jurisdiccional es aquella función atribuida constitucionalmente
a algunos órganos del Estado por medio de la cual se busca la
actuación del derecho objetivo al caso concreto a fi n de lograr la efectiva
tutela de las situaciones jurídicas de los particulares, la sanción de determinadas
conductas antisociales y la efectividad del principio de jerarquía
normativa por medio de decisiones defi nitivas y que son ejecutables;
logrando con todo ello mantener la paz social en justicia61.
En ese sentido, la potestad jurisdiccional es ejercida por aquellos
órganos a los cuales la Constitución les confi ere dicha potestad, en este
caso son los jueces en todo el ámbito nacional quienes ejercen dicha función
jurisdiccional, solo que es la propia ley que atribuye el espacio de
actuación mediante las diferentes formas de establecer su competencia.
Por eso, reitera Giovanni Priori: “No es posible ni correcto identifi -
car ‘jurisdicción’ con ‘competencia’. La noción de jurisdicción como ya
ha sido reiteradamente dicho hasta aquí se refi ere a una potestad estatal,
mientras que la noción de ‘competencia’ tiene que ver con los ámbitos
dentro de los cuales el ejercicio de dicha facultad es válido. De esta
forma, no es lo mismo decir que ‘un juez no tiene jurisdicción’ y que
‘un juez no tiene competencia’, porque lo primero sería una contradicción
en sí misma pues si un juez no tiene jurisdicción no es en realidad
un juez. No tener jurisdicción supone no poder realizar actividad jurisdiccional
(procesal) alguna, mientras que no tener competencia supone
no poder realizar actividad procesal válida. Por ello, por ejemplo, una
‘sentencia’ dictada por quien no ejerce función jurisdiccional entra dentro
de la categoría de un ‘acto inexistente’, mientras dictada por un juez incompetente entra dentro de
la categoría de un
‘acto nulo’”62.
Por tanto, existe un cordón umbilical para identifi car la competencia
de la potestad jurisdiccional del Estado, la cual está sujeta a esta última,
adquiriendo sus propias características y reglas de actuación.
De esta forma, la competencia es la aptitud que tiene un juez para
ejercer válidamente la potestad jurisdiccional. La competencia, es un
presupuesto procesal para la validez de la relación jurídica procesal y
sus características son: de orden público, legales, improrrogables (salvo
para el criterio territorial), indelegables, inmodifi cables y los criterios
para la determinación de la competencia son: materia, función, cuantía,
grado, territorio y turno.
Aterrizando en los procesos únicos de ejecución, sobre este particular,
existe una exigencia para determinar la competencia del juez, la que

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está supeditada según el título ejecutivo que se pretende ejecutar. Ya sea
este un título ejecutivo judicial o un título ejecutivo extrajudicial.
A saber, el artículo 690-B del CPC, señala que:
“Es competente para conocer los procesos con título ejecutivo
de naturaleza extrajudicial el juez civil y el de paz letrado. El
juez de paz letrado es competente cuando la cuantía de la pretensión
no sea mayor de cien unidades de referencia procesal.
Las pretensiones que superen dicho monto son de competencia
del juez civil.
Es competente para conocer los procesos con título ejecutivo de
naturaleza judicial el juez de la demanda.
Es competente para conocer los procesos de ejecución con garantía
constituida, el juez civil”.
Cuando nos referimos a los títulos ejecutivos judiciales la norma
establece que será competente el juez de la demanda del proceso de
cognición, dentro del cual se encuentran las resoluciones fi rmes: las sentencias de condena,
acuerdos conciliatorios o transacciones homologadas
(arts. 328 y 337 del CPC). Mientras que no sucede lo mismo cuando
nos referimos a los títulos ejecutivos extrajudiciales donde será competente
el juez civil y el juez de paz letrado dependiendo de la cuantía;
en cambio como se verá más adelante, en los procesos de ejecución de
garantía siempre será el juez civil.
Un punto importante nos advierte Marianella Ledesma “(…) sin
embargo, este artículo no precisa el juez competente territorialmente
que debe conocer la ejecución de las obligaciones contenidas en títulos
ejecutivos de naturaleza extrajudicial, a que refi eren los incisos 2 al 11
del artículo 688 del CPC. Frente a ello, debemos recurrir a lo regulado
en el artículo 34 del CPC que dice: los procesos de ejecución se someten
a las reglas generales sobre competencia, salvo disposición distinta
de este Código; esto es, el lugar del domicilio del demandado, tal como
lo señala el artículo 14 del CPC o por el artículo 17 del CPC, si se trata
de personas jurídicas; sin embargo, se debe tener en cuenta que además
del domicilio del demandado, también es competente, a elección
del demandante, los supuestos que regula el artículo 24 del Código
Procesal”63.
Por otro lado, existen algunos títulos ejecutivos extrajudiciales que
por su propia naturaleza y ley especial, regulan la competencia del juez
al momento de interponerse la ejecución. Un claro ejemplo de ello son
los laudos arbitrales fi rmes. Así el artículo 8 inciso 3 de la Ley de Arbitraje establece que será
competente el juez civil subespecializado en lo Comercial o en su defecto
el juez especializado en lo Civil del lugar donde el laudo debe producir
su efi cacia. En el caso de laudos extranjeros reconocidos, el artículo 8
inciso 6 del decreto legislativo que regula el arbitraje dispone que será
competente para su ejecución el juez civil subespecializado en lo Comercial
o en su efecto el juez especializado en lo Civil; y en función del territorio,
será competente el juez del lugar del arbitraje (sede del tribunal
arbitral) o el del lugar donde el laudo debe producir su efi cacia. Como puede apreciarse, para
este caso particular, parece existir un
confl icto al momento de determinar quién es competente cuando se ejecutan
laudos arbitrales fi rmes que no sean mayores de cien Unidades
de Referencia Procesal. Sin embargo, consideramos que debe aplicarse
siempre la Ley de Arbitraje (juez civil subespecializado en lo comercial

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o en su defecto el juez especializado en lo civil del lugar donde el laudo
debe producir su efi cacia), incluso en casos donde la cuantía sea menor
a cien Unidades de Referencia Procesal, teniendo en cuenta la materia y
la norma especial de lo que se resuelve mediante el arbitraje.
Por otro lado, menudo problema se presenta con respecto a la ejecución
de las actas de conciliación, nosotros consideramos lo siguiente: el
juez competente según lo establece el artículo 690-B del CPC es el juez
civil y los jueces de paz letrado, dependiendo de la cuantía que se discuta.
Sin embargo, haciendo precisión a la Resolución Administrativa
N° 006-204-SP-CS de fecha 2 de octubre de 2004 que creó la subespecialidad
comercial dentro de la especialidad civil y que otorgó a los juzgados
civiles con subespecialidad comercial competencia para conocer
“procesos ejecutivos y de ejecución de garantías”; son competentes para
conocer los procesos ejecutivos, los juzgados civiles con subespecialidad
comercial.
Consecuentemente, serán competentes para conocer la ejecución de
actas de conciliación, los juzgados civiles con subespecialidad comercial
o los juzgados civiles o mixtos y los juzgados de paz letrado1.
3. El mandato ejecutivo
El artículo 690-C del CPC establece: “El mandato ejecutivo, dispondrá el cumplimiento de la
obligación
contenida en el título; bajo apercibimiento de iniciarse la
ejecución forzada, con las particularidades señaladas en las disposiciones
especiales. En caso de exigencias no patrimoniales, el
juez debe adecuar el apercibimiento”.
Si bien la norma no estipula un plazo para que el mandato ejecutivo
se concretice o desde cuando se da inicio a la ejecución forzada, es
la propia administración judicial quién se encargará de señalar el mencionado
plazo. Como podemos apreciar este es el momento para que el
mandato ejecutivo vincule al deudor; es decir, para que este cumpla espontáneamente
la obligación o se prosiga con la ejecución forzada.
A diferencia de cualquier proceso de cognición, hacemos referencia
que en el proceso único de ejecución, por su propia urgencia y celeridad,
impide que puedan plantearse mecanismos de defensa por parte
del ejecutado antes que se emita el mandato ejecutivo. Lo que trae como
consecuencia que, por su propia naturaleza, la pretensión ejecutiva
planteada se ejecute de forma inmediata.

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Existe a su vez una opinión distinta de lo mencionado, cuando se considera que la ejecución de las actas de
conciliación, antes de establecerse a prima facie la competencia según lo hemos señalado (art. 690-B del
CPC), previamente deba analizarse la materia que fue objeto de conciliación; es decir, existirán casos en que
el acta de conciliación contenga acuerdos originados de un conflicto familiar o laboral que no necesariamente
son y tienen la misma naturaleza de un conflicto comercial, así por ejemplo: una pensión de alimentos impaga
que genera una obligación pecuniaria frente al alimentista no puede interpretarse como una obligación
de dar suma de dinero, porque ambas pretensiones, si bien son de naturaleza económica, no surgen de un
mismo conflicto y, por tanto, no generan las mismas consecuencias en las partes intervinientes. En el acta
de conciliación donde se resolvió un conflicto de pensión de alimentos siempre el acreedor debe informar de
los gastos que realiza el alimentista producto del pago que efectúa el deudor, en cambio en una obligación de
dar suma de dinero, al deudor le es indiferente lo que resulte del pago de su obligación y tampoco el acreedor
debe informar el resultado de este. En consecuencia, existe la postura que deberá ser competente para
ejecutar un acta de conciliación, el juzgado civil con subespecialidad comercial, asimismo, nada impide que
los juzgados de familia o laborales cuando se discutan en el acta de conciliación materias de su especialidad
sean también competentes de un proceso único de ejecución y, por supuesto, los juzgados de paz letrado
dependiendo de la cuantía. Dicha interpretación además se sustenta en que el proceso como instrumento para
la tutela de los derechos materiales debe estar sujeta a la pretensión que se discute, por eso, atendiendo a ello,
deberá de establecerse el órgano jurisdiccional especializado en administrar justicia.

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Consideramos que el sustento doctrinario es que el proceso ejecutivo
se circunscribe en la urgencia de satisfacer las necesidades de las personas,
en un proceso donde ya no tiene que discutirse si el derecho reclamado
está pendiente de determinarse, sino radica en que el derecho
ya ha sido reconocido por el órgano jurisdiccional o por la propia ley.
Cuando hablamos del contenido del mandato ejecutivo, nos referimos
a lo que ya hemos venido desarrollando y lo que necesariamente
debe contener: a) la califi cación de demanda por parte del juez; b) la verifi
cación de la concurrencia de requisitos formales y de fondo; c) admitir
y dar trámite a la demanda con el mandato ejecutivo; d) el cumplimiento
de una obligación contenida en el título; e) el apercibimiento o
advertencia de la posibilidad de sancionar para el ejecutado en caso no
cumpliera con la prestación debida de manera espontánea y, fi nalmente;
f) el plazo para su cumplimiento.
Ahora bien, precisa el profesor Luis Alberto Liñán que: “El apercibimiento
que contiene el mandato ejecutivo es de ‘iniciar la ejecución
forzada’, no obstante, este solo será efectivo en el supuesto de que en
forma previa el ejecutante haya trabado un embargo u otra medida cautelar sobre los bienes del
ejecutado, pues de lo contrario el apercibimiento
será ‘vacío’, pues si no hay bienes afectados, no hay nada
que ejecutar y el proceso de ejecución solo se limitará a exigir el cumplimiento
de una obligación, quedando, en este supuesto, como única
alternativa solicitar el señalamiento de bien libre, de acuerdo a lo regulado
en el artículo 692-A”65.
Un ejemplo de una resolución de mandato ejecutivo se presenta de
la siguiente forma:
Lima, veintinueve de octubre del dos mil uno
AUTOS Y VISTOS; por presentada la demanda de obligación
de dar suma de dinero con los documentos que se adjuntan.
ATENDIENDO: Primero.- A que toda persona tiene el derecho
a la tutela jurisdiccional efectiva,(…) Segundo.- A que la
demanda que antecede reúne los requisitos que establecen los
artículos 130, 131, 133, 424 y 425 del CPC; asimismo no se encuentra
incursa dentro de los supuestos generales de inadmisibilidad
e improcedencia previstos por los artículos 426 y 427 del
mismo cuerpo legal, concurriendo los presupuestos procesales
y las condiciones de la acción exigidos por el Código glosado.
Tercero.- A que, por la naturaleza de la pretensión demandada
y de conformidad con lo previsto en el artículo 693 y siguientes
del Código acotado, se resuelve ADMITIR la presente demanda
sobre obligación de dar suma de dinero en la vía EJECUTIVA
y de conformidad con lo previsto en el artículo 430:
TÉNGASE por ofrecidos los medios probatorios que se indican
y córrase TRASLADO a los demandados (...), a fi n de que cumplan
con pagar a la ejecutante la suma de (…); en el plazo de
Ley, bajo apercibimiento de iniciarse la ejecución forzada.
4. La contradicción (oposición)
El artículo 690-D del CPC señala:
“Dentro de cinco días de notifi cado el mandato de ejecutivo, el
ejecutado puede contradecir la ejecución y proponer excepciones

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procesales o defensas previas.
En el mismo escrito se presentarán los medios probatorios pertinentes;
de lo contrario, el pedido será declarado inadmisible.
Solo son admisibles la declaración de parte, los documentos y la
pericia.
La contradicción solo podrá fundarse según la naturaleza del
título en:
1. Inexigibilidad o iliquidez de la obligación contenida en el
título;
2. Nulidad formal o falsedad del título; o, cuando siendo este
un título valor emitido en forma incompleta, hubiere sido
completado en forma contraria a los acuerdos adoptados,
debiendo en este caso observarse la ley de la materia;
3. La extinción de la obligación exigida;
Cuando el mandato se sustente en título ejecutivo de naturaleza
judicial, solo podrá formularse contradicción, dentro del tercer
día, si se alega el cumplimiento de lo ordenado o la extinción de
la obligación, que se acredite con prueba instrumental.
La contradicción que se sustente en otras causales será rechazada
liminarmente por el juez, siendo este esta decisión apelable
sin efecto suspensivo”.
Es necesario precisar que dependiendo de la naturaleza del título de
ejecución pueden plantearse excepciones procesales y defensas previas,
los mismos que solo estarán sujetos al plazo de interposición (5 días
para títulos extrajudiciales) y (3 días para títulos judiciales), siendo los
mismos plazos para plantear propiamente la contradicción.
Pero lo peculiar en este extremo es que, previamente a la ejecución
propiamente, se deberá hacer un paréntesis para discutir la validez de
la relación jurídica procesalmente válida, es decir si existe una defi ciencia
o inexistencia, a fi n de paralizar el ejercicio de acción o destruir su
efi cacia (art. 446 del CPC), mientras que las defensas previas buscan la
suspensión del trámite del proceso hasta que se cumpla el plazo o el
acto previsto por la ley material como antecedente para ejercitar el derecho
de acción (art. 445 del CPC). La tramitación de esta incidencia procesal
está regulada en el artículo 690-E que estudiaremos más adelante.
Como podemos apreciar, en este enunciado normativo existen tres
aspectos muy importantes a tomar en cuenta: la primera referida al
plazo que existe para plantear la contradicción dependiendo de la naturaleza
del título ejecutivo (judicial o extrajudicial), la segunda respecto
a las causales de contradicción, su invocación y aplicación según la
naturaleza del título ejecutivo y fi nalmente la tercera, el ofrecimiento
de determinados medios probatorios para su actuación y valoración
respectiva.
Siendo así, nos parece oportuno detenernos para analizar cada uno
de estos tópicos:
Primero: respecto a la diferencia de los plazos, la norma señala que
dentro de los cinco días de notifi cado el mandato ejecutivo, el ejecutado
puede contradecir la ejecución y proponer excepciones procesales o
defensas previas cuando se refi ere a títulos ejecutivos extrajudiciales, y
cuando el mandato ejecutivo se sustenta en título ejecutivo de naturaleza

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judicial, solo podrá formularse contradicción, excepciones procesales
y defensas previas, dentro del tercer día.
Consideramos que esta diferencia de plazos no tiene un sustento
doctrinario, sino simplemente atribuye a considerar que los títulos ejecutivos
judiciales deben ser tramitados más rápidos que los extrajudiciales,
otorgándoles mayor urgencia, quizás por provenir el título ejecutivo
judicial de un proceso de cognición previa; no obstante, de un estudio
como lo hemos venido haciendo a lo largo del presente trabajo, no existe
fundamentos para realizar dicha distinción, más aún cuando la categoría
de título ejecutivo que nosotros consideramos es que la propia ley
disponga la calidad de título ejecutivo (expresamente) y que su exigencia
antes de iniciar un proceso único de ejecución se debe al privilegio
que la ley ha establecido para la solución de confl ictos en determinados
casos específi cos.

Segundo: respecto a las causales de contradicción, su invocación


y aplicación según la naturaleza del título ejecutivo es primordial. Veamos:
para los casos donde se esté ejecutando un título ejecutivo judicial,
se podrá formular contradicción solo si se alega el cumplimiento de lo
ordenado o la extinción de la obligación (consolidación, compensación,
pago, etc.) que se acredite con prueba instrumental. Como puede apreciarse
solo se pueden formular estas dos causales de contradicción debido
a que una vez concluido el proceso de cognición con una sentencia
de condena, fi naliza toda posibilidad de discusión sobre la relación de la
existencia del derecho subjetivo y de la obligación misma. Ya no podrá
volverse a discutir lo resuelto debido a su protección por el manto de la
cosa juzgada. De lo contrario el juez rechazará liminarmente la contradicción
si se funda en supuestos distintos a los detallados.
Vale decir, son causales cerradas, taxativamente reguladas en la
norma; por lo que, no cabe interpretación extensiva a otros supuestos
no previstos por la ley; por tanto, el juez al momento de califi car la contradicción,
deberá verifi car in stricto si se ha sujetado o no a las causales
mencionadas, de lo contrario deberá declarar la improcedencia in limine
de la contradicción, además dicha decisión será apelable y sin efecto
suspensivo.
Este supuesto ha sido determinado por la jurisprudencia de la siguiente
forma: “Que tratándose de una acción ejecutiva, el accionante
está obligado a promover y recaudar su demanda, con un título que
amerite ejecución (es decir, con un título que pruebe de plano la pretensión
del ejecutante) lo que ha sido cumplido en el caso de autos con
la letra a la vista de fojas dos girada por cierre de cuenta corriente, en
virtud de lo dispuesto en los artículos 303 y 307 del Decreto Legislativo
número 770; (...) Que ante un mandato ejecutivo, la ley procesal establece
que el ejecutado podrá formular contradicción fundándose solo
en uno de los cuatro supuestos consignados en el artículo setecientos
del Código Procesal Civil; y, como se aprecia de fojas 43, los fundamentos
de hecho y derecho que vierte en su contradicción no guardan
conexión lógica con el inciso segundo del artículo setecientos invocado,
razón por la cual el a quo debió declarar liminarmente la improcedencia
de tal contradicción y no conferir traslado de la misma, como

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en efecto se hizo; (...) Que siendo ello así y, no habiendo el ejecutado
aportado prueba alguna que desvirtúa el mérito ejecutivo de la cambial (...) es evidente que
estaban inobjetablemente dadas las pruebas necesarias
para un fallo en esta acción ejecutiva, razón por la cual, el hecho de
que el a quo no hubiese cumplido formalmente en la audiencia con la
fi jación de los puntos controvertidos, en nada afecta la fi nalidad del proceso
ni su validez; en orden a lo glosado (…)” (Exp. Nº 139-7-97-Lima).
Por otro lado, para los títulos ejecutivos extrajudiciales, tenemos
las siguientes causales para invocar: a) Inexigibilidad o iliquidez de
la obligación contenida en el título. La inexigibilidad comprende la
evaluación de la declaración de la existencia de la obligación. Se debate
la ejecutabilidad del título por carecer aún de una prestación cierta,
expresa y exigible en todas sus dimensiones: sujetos (acreedor y deudor
señalados en el título), la existencia de presunción del título y objetos
determinables de la prestación exigible, las cuales no deben contener o
estar sometidas a alguna modalidad (plazo, lugar o condición) o a alguna
contraprestación.
“Una obligación es inexigible por razones de tiempo, lugar y modo.
Si la obligación ha de cumplirse en determinado plazo y este no ha vencido;
si el demandado acude a un juez del lugar distinto al pactado o
si la obligación de pago a cumplirse está pendiente de una condición o
cargo; o cuando la ejecución no se realiza en la forma señalada no merece
amparar la contradicción” (Exp. Nº 1046-200. 21/01/2002).
Mientras que la iliquidez de la obligación contenida en el título
implica que no tiene una inmediata ejecución. Si la obligación comprende
una parte líquida y otra parte es ilíquida, se puede demandar
la primera. Las prestaciones liquidables se liquidan mediante operación
aritmética.
Asimismo, señala Marianella Ledesma que: “Cuando el título es
ilíquido, no puede procederse a la ejecución con una simple operación
aritmética porque ella responde a razones muy distintas. En estos casos,
estamos ante las llamadas sentencias de condena genérica o de condena
con reserva. Véase el caso de la sentencia que condena al pago de
una suma líquida y dispone, como prestación ilíquida, la compensación
del saldo de la deuda existente mediante la devolución de mercadería,
luego de computarse la depreciación de ella, al momento de la entrega;
o el caso de la sentencia que condena al pago de daños y perjuicios,
fi jándose las bases para dicha posterior liquidación; o la liquidación de frutos, rentas y utilidades,
según las pautas preestablecidas en la
condena”66. Montero Aroca refi ere que estas prestaciones operan cuando
la ley admite que esta sea ilíquida, dejando la liquidación para la fase
de ejecución; otro supuesto es que no haya existido realmente una actividad
declarativa previa, sino simplemente el presupuesto para condenar
genéricamente los daños sufridos; también permite prestaciones
ilíquidas, cuando la obligación de hacer, no hacer o dar cosa específi ca
o genérica se pueden transformar por ley en obligación pecuniaria. En
este último caso, nuestro código hace referencia a esta situación en el
artículo 706 del CPC67.
Otra causal de contradicción en los títulos ejecutivos extrajudiciales
es la b) Nulidad formal o falsedad del título; o, cuando siendo este un
título valor emitido en forma incompleta, hubiere sido completado
en forma contraria a los acuerdos adoptados, debiendo en este caso

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observarse la ley de la materia; aquí la norma hace referencia en primer
lugar a la nulidad del título pero con respecto a su cobertura, a su
forma, de su aspecto externo preestablecida por ley (dependiendo del
título ejecutivo), mas no del acto jurídico que lo contiene, por tanto no
podría discutirse la nulidad del título por coacción o violencia porque
esta sería una discusión de fondo (el cual deberá dilucidarse en un proceso
de conocimiento), pero sí la nulidad del título; por qué la fi rma es
de otra persona o por qué el documento está deteriorado y tiene enmendaduras,
etc.
La Corte Suprema establece que la nulidad de un título valor por
vicios formales implica la extinción de la responsabilidad del aval. Señala
la Sala Suprema que cuando se declara la nulidad de un título valor
por adolecer de un vicio formal, no solo se libera de la acción cartular al
obligado principal, sino que dicha declaración también implica la extinción
de la responsabilidad del aval (Cas. Nº 2140-2003-Lima).
Situación similar se presenta cuando pretendemos la nulidad formal
del título ejecutivo extrajudicial - actas de conciliación de acuerdo
a ley (art. 688, inciso 3 del CPC), donde la propia ley de conciliaciónextrajudicial ha determinado
que puede plantearse la “nulidad documental”
por el cual se establece que su declaración de nulidad afecta
únicamente al documento que contiene el acta de conciliación, pero no
afecta al contenido del mismo, es decir al acuerdo conciliatorio.
Es decir, en este título ejecutivo extrajudicial que se regula por su
propia ley y reglamento, deberá observarse siempre el artículo 16 de la
Ley Nº 26872, Ley de Conciliación, donde el acta deberá necesariamente
que cumplir con los requisitos esenciales de validez, de donde la omisión
en el acta de algunos requisitos establecidos en los incisos c, d, e, g,
h e i del presente artículo dará lugar a la nulidad documental del acta,
que en tal caso no podrá ser considerada como título ejecutivo, ni posibilitará
la interposición de una demanda. No obstante, ello no impide
que el Centro de Conciliación convoque a las partes para subsanar los
defectos de forma suscitados en el acta y rectifi carla (artículo 16-A de
la Ley Nº 26872), sustituyéndola por una nueva que cumpla con las formalidades
exigidas por ley. Asimismo, la propia ley advierte que el acta
tampoco deberá contener en ningún caso, enmendaduras, borrones, raspaduras
ni superposiciones entre líneas, bajo sanción de nulidad.
Además, tal como lo señala Martín Pinedo: “En efecto, de acuerdo a
lo señalado en el artículo 16-A in fi ne de la Ley N° 26872, el acto jurídico
contenido en el acta de conciliación solo podrá ser declarado nulo en
vía de acción por sentencia emitida en proceso judicial; así mismo –y de
acuerdo a los dos primeros párrafos del artículo 22 del Reglamento de la
Ley de Conciliación, aprobado por Decreto Supremo N° 014-2008-JUS–
el acuerdo conciliatorio subsiste aunque el documento que lo contiene
se declare nulo, perdiendo el mérito ejecutivo y pudiendo ofrecerse
como medio de prueba en un proceso judicial”68.
En segundo lugar respecto a la falsedad del título, también debe
cuestionarse solo el documento, pero no su contenido. Se centra el debate en determinar la
falsedad de la autoría del acto cambiario; es decir, si
la fi rma fue falsifi cada o no, la cual debe probarse a través de un medio
probatorio pertinente.
La falsedad de un título ejecutivo puede oponerse cuando este no

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sea auténtico, por no corresponder su contenido o fi rma en él impresa
a la realidad del acto o hecho producidos, o a la persona a quien se le
atribuye, pudiendo comprender tal causal la elaboración íntegra del documento,
contrariando la verdad, o su adulteración. La afi rmación de
su propósito debe ser acreditada por el ejecutado, pues sobre él recae la
carga de probar. (Exp. Nº 1711-2005-Lima).
En tercer lugar, la contradicción radica cuando el título valor es emitido
en forma incompleta, y el mismo hubiere sido completado en forma
contraria a los acuerdos adoptados, debiendo en este caso observarse la
ley de la materia.
Marianella Ledesma nos indica que este inciso es coherente con la
nueva regulación de la Ley de Títulos Valores Nº 27287. En efecto, el artículo
19 de la referida ley describe varios supuestos como causales para
la contradicción, al margen de la vía procedimental en la que se ejerciten
las acciones derivadas del título valor. El inciso 1. e) considera como
causal “que el título valor incompleto al emitirse haya sido completado
en forma contraria a los acuerdos adoptados, acompañando necesariamente
el respectivo documento donde consten tales acuerdos transgredidos
por el demandante”69. Para este caso, es necesario que pueda probarse
que efectivamente el título valor incompleto se ha completado en forma contraria a los acuerdos
adoptados entre las partes intervinientes,
siendo necesario acreditar fehacientemente dicha afi rmación con el material
probatorio pertinente.
Algunas jurisprudencias al respecto concuerdan de la siguiente
forma: “En la práctica comercial puede darse el supuesto que la obligación
causal se haya ido ejecutando en el tiempo hasta que por alguna
razón se produzca un incumplimiento; y, justamente para afrontar esa
situación es que se mantiene un título valor incompleto con alguno de
sus elementos esenciales, con el fi n que, una vez llegado el momento en
que sea necesario ejecutar el título, este se complete en armonía con la
relación causal” (Exp. N° 231-2005-Lima). Asimismo, “el ejecutado no
ha acreditado mediante prueba indubitable alguna que el título valor puesto a cobro haya sido
llenado en forma posterior a la fecha de su
emisión, es más al encontrarse fi rmado dicho documento por el propio
obligado, tácitamente debe interpretarse como una voluntad de asentimiento
para que el ejecutante complete el referido título en las condiciones
que se hayan pactado” (Exp. Nº 036-2005-Lima). Por su lado, “La
Ley de Títulos valores permite la emisión de un título valor incompleto,
entendiéndose que con tal acto el aceptante-deudor expresa su voluntad
de asentir lo que tal título contenga a futuro y de autori zar al acreedoremisor
para que complete sus demás elementos en las condiciones en
que se hayan pactado, mostrando de antemano su conformidad con el
texto, no pudiéndose en tal orden de ideas negar la referida coincidencia
o autorización sin acreditar los hechos que puedan sustentar las afi rmaciones
de que lo asentado en el título y sus elementos constitutivos
no son congruentes con los acuerdos de las partes, probanza que –como
se ha indicado– no se ha producido en el transcurso del proceso (Exp.
Nº 010-2005-Lima). De igual forma “(...) No ha probado (el ejecutado)
que el documento fue llenado en contravención de los acuerdos previos,
por lo que no se necesita la liquidación, dado el carácter autónomo del
título y al hecho de haberse reconoci do la deuda y el protesto ha sido
realizado conforme a ley (...)” (Exp. Nº 52136-97-Lima). En ese sentido

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también se ha precisado que: “Al permitirse la emisión de un título valor
incompleto, se entiende que, con tal acto, el deudor expresa su voluntad
de asentir lo que tal título contenga a futuro y de autorizar al acreedor
para que complete sus demás el ementos en las condiciones que se
hayan pactado, mostrando de antemano su conformidad con el texto
completo de él, no pudiéndose en tal orden de ideas negar la referida
coincidencia o autorización sin acreditar los hechos que puedan sustentar
las afi rmaciones de que lo asentado en el título y sus elementos
constitutivos no son congruentes con los acuerdos de las partes” (Exp.
Nº 1111-2005-Lima).
Ahora bien, puede ocurrir una supuesta vulneración de acuerdos
en el llenado de los títulos valores incompletos: “Si bien el impugnante
señala que la vulneración de los acuerdos se ha confi gurado cuando el
Banco ha completado el pagaré por una cantidad distinta a la que resultaba
del pago de diez cuotas. Esta alegación, sin embargo, carece de
as idero fáctico por cuanto tal como se aprecia del Cronograma de Pagos
“Préstamo Libre Disponible”, el saldo resultante de haber amortizado
las diez cuotas es la cantidad que se completó en el pagaré y no la
esgrimida por el impugnante, que sería producto de haberse efectuado
el pago de once cuotas” (Exp. Nº 1334-2005-Lima).
c) Finalmente, la extinción de la obligación exigida, que es una
causal abierta donde pueden existir muchas formas de extinguir la obligación
referidas en el Código Civil, así por ejemplo: novación, subrogación,
pago, condonación, etc. Pero también existen hechos por los cuales
se extingue la obligación: la consolidación, la prescripción extintiva, el
vencimiento del plazo extintivo o el cumplimiento de la condición resolutoria,
la pérdida sobreviniente del bien sin culpa del deudor; la muerte
del deudor o del acreedor produce también extinción de la obligación
cuando se trata de obligaciones y derechos personalísimos.
La jurisprudencia ha precisado que: “Una de las causales de contradicción
reguladas por el Código Procesal Civil es la extinción de la obligación.
En ese sentido, las obligaciones se extinguen, ordinariamente,
mediante el pago, llamado también solutio, por la cual el deudor solo
queda liberado si cumple exactamente con la prestación debida. No
otra, sino aquella en la que tiene interés el acreedor. La afi rmación destinada
a sustentar esta causal debe ser acreditada por el ejecutado, pues
sobre él recae la carga de probar” (Exp. Nº 1340-2005-Lima).
Resumiendo. En estos supuestos de contradicción antes desarrollados,
también el juez deberá declarar liminarmente la improcedencia de
la contradicción, si esta se funda en supuestos distintos a los señalados.
Por otro lado, tal como hemos analizado pueden plantearse las diversas
formas de contradicción que señala la norma a los títulos ejecutivos
judiciales o extrajudiciales. Sin embargo, del estudio de cada título
ejecutivo de forma particular también se puede advertir que existen causales
mucho más específi cas que regulan la forma especial de contradecir
dichos títulos ejecutivos, tal como sucede con la ejecución de laudos
arbitrales por dar un ejemplo. A saber:
Este Decreto Legislativo Nº 1071, que regula el arbitraje, advierte
en su artículo 68 inciso 3 que la parte ejecutada solo podrá oponerse si
acredita con documentos el cumplimiento de la obligación requerida o
la suspensión de la ejecución conforme al artículo 66; es decir, por aplicación

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de la norma especial frente a la norma procesal, para estos casos, solo deberá evaluarse dichas
formas de contradicción, y no las reguladas
en el artículo 690-D del CPC.
En consecuencia, la discusión sobre la contradicción versará únicamente
cuando se acredite el cumplimiento de la obligación o cuando se
haya solicitado la suspensión de la ejecución, la misma que debe plantearse
cuando se interponga el recurso de anulación y cumpla con el
requisito de la garantía acordada por las partes o establecida en el reglamento
arbitral aplicable o cuando se constituya fi anza bancaria solidaria,
solo así se podrá suspender dicha ejecución de laudo arbitral.
Tercero: en cuanto a la actividad probatoria en el proceso único de
ejecución. La norma señala que solo son admisibles la declaración de
parte, los documentos y la pericia, para títulos ejecutivos extrajudiciales
de lo contrario cualquier otro medio probatorio presentado será inadmisible.
Y solo podrá presentarse documentos para títulos ejecutivos
judiciales.
La declaración de parte se refi ere a actos, hechos o información del
que la presta o de su representado. Su actuación no es inmediata, se
ofrece con la demanda o en la contestación de la demanda, adjuntándose
el pliego de preguntas. Admitida y ordenada su actuación se inicia la
absolución de las preguntas contenidas en el pliego cerrado presentado,
luego el juez es quien valora y determina los alcances de la declaración
de parte. Nuestro Código Procesal Civil defi ne al documento en el artículo
233 del CPC: “Es todo escrito u objeto que sirve para acreditar un
hecho”, mientras que en el artículo 234 expone las clases de documentos
que existen. Siendo los escritos públicos o privados, los impresos, fotocopias,
facsímil o fax, planos, cuadros, dibujos, fotografías, radiografías,
cintas cinematográfi cas, microformas tanto en la modalidad de microfi
lm como en la modalidad de soportes informáticos, y otras reproducciones
de audio o video, la telemática en general y demás objetos que
recojan, contengan o representen algún hecho, o una actividad humana
o su resultado.
6. Actividad impugnatoria en el proceso único de ejecución
El plazo para interponer apelación contra el auto que resuelve la
contradicción es de tres días contados desde el día siguiente a su notifi
cación. Los legisladores han determinado que debido a que es un auto
que pone fi n al proceso, esta deba estar sujeta a un análisis del órgano
superior, respetando la pluralidad de instancia.
Por eso, el auto que resuelve la contradicción, poniendo fi n al proceso
único de ejecución es apelable con efecto suspensivo. Para tal efecto,
deberá suspenderse su ejecución a la espera del resultado por el órgano
jurisdiccional de mayor jerarquía.
Continúa el artículo 691 del CPC. En todos los casos que en este título
se conceda apelación con efecto suspensivo, es de aplicación el trámite
previsto en el artículo 376. Si la apelación es concedida sin efecto suspensivo,
tendrá la calidad de diferida, siendo de aplicación el artículo
369 en lo referente a su trámite.
Nosotros consideramos dos aspectos importantes sobre el tema. El
primero, que debe quedar claro que cuando se emite un auto resolviendo
la contradicción (fundada o infundada) o sin que exista contradicción;
para ambos casos se pone fi n al proceso de ejecución para llevarse
adelante la ejecución forzada, tal cual nos señala la norma procesal. Y

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por tanto, ante una posible impugnación sobre tal resolución fi nal, está
deberá concederse con efecto suspensivo, incluso sobre ello procede
el recurso de casación porque atacan los autos expedidos por las salas superiores que, como
órganos de segundo grado, ponen fi n al proceso,
de acuerdo al artículo 387 del CPC.
Por lo tanto, en los procesos únicos de ejecución y pese a su naturaleza
jurídica, la actividad impugnatoria concede a las partes ejecutadas
la posibilidad de seguir discutiendo lo resuelto por el juez de primer
grado en los demás órganos de mayor jerarquía debido a que no
puede ejecutarse de inmediato una decisión sin antes tener la oportunidad
de alegar un agravio que vulnere los derechos de ambas partes y
ser corregido.
No obstante, a pesar de lo regulado en nuestra normativa, consideramos
oportuno lo siguiente; sería importante considerar en futuras reformas
legislativas que el auto que resuelve la contradicción o sin que
exista contradicción deba, en el supuesto de impugnarse, concederse sin
efectos suspensivos; debido a que se ha constatado en la práctica, que
incluso los ejecutados a pesar de no haber interpuesto contradicción,
apelan el auto que ordena llevar adelante la ejecución, o por lo menos,
solo aquellos autos donde no se plantearon contradicción al mandato
ejecutivo, consintiendo la validez del título ejecutivo.
Mientras tanto, la norma en comentario solo ha avanzado en lo siguiente,
que es el segundo punto importante en esta sección: que no
tiene sentido conceder una apelación sin efecto suspensivo y con la calidad
de diferida al auto que pone fi n al proceso, porque precisamente
este es el auto que hace de sentencia; es decir, no habría otro momento
en la impugnación para resolver este mismo auto defi nitivo, ya que en
las apelaciones con calidad diferida, el expediente se remite al órgano
superior para resolver el recurso interpuesto contra la resolución fi nal.
En todo caso, si se impugnara una resolución que resuelve una actuación
de prueba en la audiencia única, y se advierte que también se
interpone recurso de apelación sobre lo resuelto sobre una excepción
procesal pero sin un respaldo argumentativo, sino con el único fundamento
de dilatar el proceso único de ejecución, cabe en ese supuesto
conceder dichas impugnaciones sin efecto suspensivo (para no retardar
mas el proceso) y con la calidad de diferida, para esperar las resultas
del auto defi nitivo y sobre todo sí este también es impugnado para resolverse
todo en bloque por el juez superior. Dicho de otra forma, este
supuesto solo puede funcionar cuando en el trámite del proceso se ha
91
Proceso de ejecución. Parte general
expedido una resolución que resuelve la excepción procesal (la cual es
impugnada) y luego se genera la actuación de medios probatorios pertinentes
(pericia) que también es apelada (ambas apelaciones con fi nes dilatorios)
y, fi nalmente, se impugna el auto que resuelve la contradicción
poniendo fi n al proceso.
PROCESO DE EJECUCIÓN DE OBLIGACIÓN DE DAR SUMA
DE DINERO
Debemos comprender que el intercambio de bienes y servicios en
una sociedad es indispensable para el desarrollo y evolución de los pueblos.
Tanto así, que se establece una estructura basada en relaciones de

13
intercambio, a través de los cuales se busca la satisfacción de las necesidades
mediante la cooperación ajena, siendo precisamente una de las
herramienta para su concreción el mercado; siendo el Estado responsable
a través del Derecho Patrimonial, de reconocer dicha importancia
del intercambio de bienes y servicios, proporcionando un conjunto de reglas que permiten que
este se realice asignando de manera óptima los
recursos75.
Dentro de este grupo de relaciones obligacionales, se encuentran
por la naturaleza de la prestación, las de dar, hacer y no hacer. Encontrándose
dentro de las de dar: las obligaciones de dar suma de dinero,
dar bien cierto y dar bien incierto.
Ahora bien, se puede identifi car que en este tipo de prestaciones
de dar suma de dinero, se puede demandar mediante cualquier título
ejecutivo, sea este judicial o extrajudicial, ya que pueden interponerse
por ejemplo, anexando el título valor que acredita la deuda o a través de
una sentencia judicial; es decir, el legislador ha resguardado mediante
el proceso único de ejecución, la tutela de los derechos materiales que se
discuten en este tipo de obligaciones.
Al respecto, el artículo 695 del CPC establece que: A la demanda con
título ejecutivo para el cumplimiento de una obligación de dar suma de
dinero se le dará el trámite previsto en las Disposiciones Generales.
Como recordaremos este capítulo fue derogado del Código Procesal
Civil, a raíz de la modifi catoria por el D. Leg. Nº 1069; sin embargo,
se precisó que cuando se interpongan demandas ejecutivas que versen
sobre ejecuciones de obligación de dar suma de dinero, consecuentemente
todo el procedimientos de ejecución se atenderá con las reglas
establecidas para el proceso único de ejecución. Vale decir, que serán
atendidas dichas pretensiones específi cas con las reglas que hemos desarrollado
anteriormente.
Las reglas que debemos identifi car son: la demanda ejecutiva, la
cual tendrá el mismo tratamiento que señala el artículo 690-A del CPC,
lo mismo sucederá con la competencia a determinarse según el artículo
690-B del CPC. Con respecto al mandato ejecutivo, artículo 690-C del
CPC, se presenta una singularidad, que el mandato dispondrá la orden
de pago de lo adeudado incluyendo intereses y gastos demandados,
de lo contrario se iniciará la ejecución forzada. Asimismo, se puede presentar contradicción,
como excepciones procesales y defensas previas
las cuales serán resueltas según el artículo 690-E y demás normas
del procedimiento desarrolladas líneas arriba.
Aquí de lo que se trata es que el Estado-juez le permita al ejecutante
obtener satisfacción inmediata a través del dinero que le adeuda el
ejecutado.
La jurisprudencia, en esa misma interpretación advierte que mediante
el proceso ejecutivo, no puede pretenderse el pago de una suma
de dinero distinta a la que fue materia de reconocimiento; pues de lo
que se trata en este tipo de procesos es hacer efectivo lo que consta en
el mismo título y no declarar derechos dudosos o controvertidos. (Exp.
Nº 13991-98, Segunda Sala Civil, Ledesma Narváez, Marianella, Jurisprudencia
Actual, Tomo 2, Gaceta Jurídica, p. 541).
De la misma fi rma: “A efecto de poder determinar si la obligación
contenida en la liquidación aparejada a la demanda era cierta, expresa
y exigible contra los demandados se debió haber acompañado copia

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certifi cada de las piezas pertinentes del proceso de ejecución de garantía
que da origen al saldo deudor materia de ejecución, conforme a lo
dispuesto en los artículos seiscientos ochentinueve y seiscientos noventicinco
del Código Procesal Civil. (…) al no haberse obrado de esa forma
y atendiendo a que las omisiones (…) son de fondo, conforme al artículo
ciento veintiocho del Código Procesal Civil la demanda incoada (sobre
obligación de dar suma de dinero) deviene en improcedente” (Cas.
N° 1632-98-Lima).
VI. PROCESO DE EJECUCIÓN DE OBLIGACIÓN DE DAR BIEN
MUEBLE DETERMINADO
Decíamos que dentro del grupo de relaciones obligacionales, se encuentran
por la naturaleza de la prestación, las de dar, hacer y no hacer.
Encontrándose dentro de las de dar: las obligaciones de dar suma de dinero,
dar bien cierto y dar bien incierto.
Nuestro Código Procesal Civil ha regulado lo concerniente a las
obligaciones de dar bien mueble determinado; es decir, ambos tipos de
prestaciones, las de dar bien cierto e incierto.
Con respecto a los bienes ciertos, la característica que la norma material
ha regulado es que la prestación se halla individualizado. Los
profesores Felipe Osterling y Mario Castillo entienden por bien cierto
a aquel que al momento de generarse la obligación (cualquiera sea su
causa) se encuentra total y absolutamente determinado o individualizado,
vale decir, que se ha establecido con precisión que deberá entregarse 76.
Asimismo, señalan que el principio de identidad va implícito
el derecho del deudor de no estar obligado a pagar entregando un bien
diferente, lo que implica, a su turno, que el acreedor puede negarse a
recibir el bien77.
Su rasgo característico es la entrega física y jurídica de un bien determinado;
sin embargo, existe la posibilidad de que el deudor entregue
otro bien siempre y cuando el acreedor esté dispuesto a aceptarlo.
Situación distinta se presenta en los bienes inciertos, los cuales son
los que no se encuentran determinados, pero son determinables. Para
ello, el artículo 1142 del Código Civil ha dispuesto que estos deban tener
especifi caciones mínimas, por lo menos por su especie y cantidad, de lo
contrario podrían presentarse serios inconvenientes.
Dos ejemplos nos muestran Felipe Osterling y Mario Castillo78:
a) Si el deudor se obligase a entregar dos animales a cambio de
1 ,000.00 nuevos soles, no habría contraído una obligación seria,
al no señalar la especie de dichos animales, ya que podría cumplir
entregando dos insectos de ningún valor, con lo que estaría
burlando a su acreedor, quien sí le tendría que pagar los
1,000.00 nuevos soles prometidos.
b) Igual falta de seriedad ocurriría si el deudor se obligase a entregar
gallinas a cambio de 4,000.00 nuevos soles. En este caso,
si bien se habría señalado la especie, nada se habría dicho acerca
del número o cantidad de dichas gallinas, razón por la cual,
de permitirse un pacto de estas características, el deudor podría
satisfacer su prestación entregando al acreedor dos gallinas, a
cambio de los 4,000.00 nuevos soles prometidos.
Ahora bien, respecto a la ejecución de las obligaciones de dar bien

15
mueble determinado, el Código Procesal Civil en su artículo 704 ha establecido
que se tramitará conforme a las disposiciones generales que anteriormente
hemos desarrollado. No obstante, en la demanda se indicará
el valor aproximado del bien cuya entrega se demanda. La pregunta
es ¿por qué la norma procesal exige ello?
La respuesta inmediata se encuentra cuando concordamos la norma
con el artículo 705 del CPC respecto al mandato ejecutivo; en el que
existe una intimidación al ejecutado para que entregue el bien dentro
del plazo fi jado por el juez, la misma que está sujeta a la naturaleza de
la obligación. Si el ejecutado no cumpliera con la entrega del bien, se
iniciará la ejecución forzada, que consiste en el desprendimiento del
bien a través de la fuerza pública. Sin embargo, en caso de no realizarse
la entrega por destrucción, deterioro, sustracción u ocultamiento atribuible
al obligado se le requerirá para el pago de su valor, si así fue
demandado.
Como podemos apreciar, es imprescindible indicar el valor aproximado
del bien, para los casos en que, por culpa del obligado, el bien se
pierda. Para ello, deberá acreditarse el precio del bien mediante una tasación
presentada por el ejecutante o por una pericia ordenada por el
juez, consecuentemente se proseguirá la ejecución dentro del mismo
proceso, conforme a lo establecido para las obligaciones de dar suma de
dinero.
VII. PROCESO DE EJECUCIÓN DE OBLIGACIÓN DE HACER
En este tipo de obligaciones lo importante como dice el profesor
Lino Palacio es que el Derecho entra aquí en contacto con la vida, de tal
manera que su refl ejo exterior se percibe mediante las transformaciones
de las cosas; si se condena a demoler el muro, se demuele; si se condena
a entregar el inmueble se aleja de él a quienes lo ocupen; si se condena a pagar una suma de
dinero y esta no existe en el patrimonio del deudor,
se afectan y venden otros bienes para entregar su precio al acreedor79.
Según Francesco Messineo, la obligación de hacer alude esencialmente
a una actividad del deudor; consiste el hacer, por lo general, en
una energía de trabajo, proporcionada por el deudor a favor del acreedor
o de un tercero, ya se trate de trabajo material o de trabajo intelectual.
Agrega el citado autor italiano que de este tipo son las obligaciones
de los trabajadores dependientes, de los artesanos (trabajadores libres),
de los empleados (particulares), de los profesionales y de los artistas; es
también obligación de hacer, la de custodiar, que implica la predisposición
de la cosa, como en el contrato de suministro, y la de desplazar
una cosa de un lugar a otro, como en el transporte. Messineo concluye
su razonamiento respecto de las obligaciones de hacer, señalando que
a estas, en general, corresponde el derecho del acreedor a una actividad
del deudor, o a la obtención de un cierto resultado80.
Por eso, antes de ingresar a estudiar las características más resaltantes
de este proceso de ejecución de obligación de hacer es importante
esclarecer lo siguiente:
Según los profesores Felipe Osterling y Mario Castillo: Las obligaciones
de hacer pueden consistir en la elaboración de algún bien, o en la
ejecución de algún servicio o trabajo.
Ellas pueden ser de dos tipos: obligaciones de hacer que concluyen
en un dar, y obligaciones de hacer que concluyen en el propio hacer.

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Una obligación de hacer es de una y otra clase, dependiendo si el
cumplimiento de aquella, supone o no la entrega de un bien que es producto
de ese hacer.
La diferencia de una obligación de dar y una de hacer que termina
en un dar, es que en la segunda lo verdaderamente relevante es la ejecución
de aquello que luego se va a entregar81.
Nosotros consideramos que existe una diferencia sustancial para determinar
cuándo es una obligación de dar y cuándo una de hacer. Resumiendo,
será una obligación de dar cuando lo fundamental es la entrega
de bien; es decir, ahí radica su esencia. Mientras que será una obligación
de hacer, a pesar que fi nalice con la entrega (dar el bien) cuando lo fundamental
fue elaborar o desplegar una actividad que permitió el cumplimiento
de la obligación.
Con ello, nos queda claro que lo importante es determinar cuál es el
cumplimiento de la obligación que buscamos del ejecutado para satisfacer
nuestra pretensión. Se debe identifi car qué debemos acreditar en
la relación obligacional, específi camente en el título ejecutivo (requisitos
comunes) para así exigir su cumplimiento.
Por otro lado, es importante precisar en la relación obligacional qué
tipo de obligaciones de hacer se va a efectuar. Por su parte, Luis María
Boffi Boggero establece que las obligaciones de hacer pueden dividirse
de acuerdo con cuatro criterios distintos: a) según la prestación se halle
vinculada íntimamente con la persona del deudor, en fungibles o no
fungibles; b) según la prestación importe una conducta que cristalice o
no una obra, en obra o de servicio; c) según que la prestación se consuma
en un solo acto o más de uno, en instantáneas o permanentes, pudiendo
ser estas últimas continuadas o periódicas; d) según un criterio
muy semejante al anterior, si las prestaciones se cumplen mediante uno
o varios actos aislados, la prestación es transitoria; y si se cumple mediante
una conducta permanente, la prestación es duradera82.
Para centrar el tema que nos ocupa, subrayaremos que los mecanismos
de ejecución en este tipo de obligaciones de hacer, pasa previamente
por identifi car, que es importante fi jar si la actividad o conducta
que se realice en estas obligaciones las haga una persona irremplazable
(intuito personae). Nos explicamos, existen algunas obligaciones contraídas,
en las que necesariamente deba solo ser sujeto pasivo de la relación
obligacional una persona en específi co, quien será la única que puede
y debe cumplir con la obligación, nos referimos por ejemplo a un abogado
que tenga que defender en un proceso judicial a su patrocinado, este si bien puede ser
reemplazable, los efectos o resultados no serán los
mismos respecto a quien debió cumplir con la obligación debido a sus
cualidades personales.
No obstante, existirán situaciones en las que sí pueda reemplazarse
la ejecución del trabajo del ejecutado, sin causar inconvenientes al acreedor.
Por eso, el artículo 706 del CPC señala: si el título ejecutivo contiene
una obligación de hacer, el proceso se tramita conforme a lo dispuesto
en las disposiciones generales, con las modifi caciones del presente subcapítulo.
En la demanda se indicará el valor aproximado que representa
el cumplimiento de la obligación; así como la persona que, en caso de
negativa del ejecutado y cuando la naturaleza de la prestación lo permita,
se encargue de cumplirla.

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Como puede apreciarse, existe la oportunidad de que otra persona
distinta al ejecutado, y cuando la naturaleza de la prestación lo permita,
cumpla la obligación. Además, en la demanda deberá indicarse el precio
aproximado que representa el cumplimiento de la obligación. Esto tiene
sentido como lo advierte el artículo 708 del CPC para los casos de ejecución
de la obligación por un tercero, porque para ello, deberá existir
el presupuesto presentado por el ejecutante o por una pericia ordenada
por el juez, y así se proseguirá la ejecución dentro del mismo proceso,
conforme a lo establecido para las obligaciones de dar suma de dinero.
Otro aspecto que no debe dejarse de lado es lo referido al mandato
ejecutivo (art. 709 del CPC) en los procesos de obligación de hacer, en
donde la intimación al ejecutado, es el mecanismo para que cumpla con
la prestación dentro del plazo fi jado por el juez, atendiendo a la naturaleza
de la obligación, bajo apercibimiento de ser realizada por el tercero
que el juez determine, si así fue demandada. En caso de incumplimiento,
se hará efectivo el apercibimiento.
La ejecución de la obligación por un tercero. Queda claro previamente
que la naturaleza de la obligación es genérica y sustituible por
otra persona que tenga las mismas habilidades y que no exija características
irremplazables para la ejecución de la obligación, de lo contrario la
única forma de reemplazar la inejecución del deudor será con una suma
económica tan solo para resarcir el daño.
No obstante, de la revisión del artículo 1150 del Código Civil, el incumplimiento
de la obligación de hacer por culpa del deudor, faculta al
acreedor a optar por cualquiera de las siguientes medidas: 1) Exigir la
ejecución forzada del hecho prometido, a no ser que sea necesario para
ello emplear violencia contra la persona del deudor. 2) Exigir que la
prestación sea ejecutada por persona distinta al deudor y por cuenta de
este. 3) Dejar sin efecto la obligación.
Como advertimos, la norma material también incorpora alternativas
que el ejecutante puede elegir, las que se encuentran en armonía con
lo regulado en la norma procesal. Sobre el tercer punto, pensamos que
puede plantearse cuando el acreedor ya no tuviera interés en el cumplimiento
de la obligación por parte del deudor o el tercero reemplazable.
Otro rasgo característico que nos presenta la norma material para
estos casos, es la presente en las opciones del acreedor por ejecución
parcial tardía o defectuosa del ejecutado. Veamos cómo opera: El cumplimiento
parcial, tardío o defectuoso de la obligación de hacer por
culpa del deudor permite al acreedor optar cualquiera de las siguientes
medidas: 1) Las previstas en el artículo 1150, incisos 1 y 2 las cuales
hemos señalados líneas arriba. 2) Considerar no ejecutada la prestación
si resultase sin utilidad para él (en los casos donde el tiempo es importante
para el cumplimiento de la obligación). 3) Exigir al deudor la destrucción
de lo hecho o destruirlo por cuenta de él, si le fuese perjudicial.
4) Aceptar la prestación ejecutada, exigiendo
que se reduzca la contraprestación,
si la hubiere (art. 1151 del CC).
Finalmente, el artículo 709 del CPC, regula el deber de formalizar un
documento para los casos de otorgamiento de escritura pública. El juez
mandará que el ejecutado cumpla su obligación dentro del plazo de tres

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días. Vencido el plazo sin que se formule contradicción o resuelta esta
declarándose infundada, el juez ordenará al ejecutado cumpla con el
mandato ejecutivo, bajo apercibimiento de hacerlo en su nombre. Salvo
en los casos en que la forma sea un elemento constitutivo del acto (La
hipoteca se constituye por escritura pública, salvo disposición diferente
de la ley) y por tanto, no pueda ser sustituida dicha formalidad por la
intervención del juez.
La Corte Suprema ha precisado en este punto que: “Para plantear
la ejecución de la obligación de otorgar escritura pública en la vía del
proceso ejecutivo, dicha obligación de hacer debe estar contenida en
un título ejecutivo, por disposición expresa del artículo 706 del Código
Adjetivo (rectius: Código procesal). Si la demanda que origina el proceso
no se recauda con ningún título que tenga mérito ejecutivo, sino más
bien, deriva de un contrato, es pertinente aplicar el último párrafo del artículo
1412 del Código Civil, según el cual la pretensión se tramita como
el proceso sumarísimo” (Cas. N° 1724-96-Lima). El énfasis es nuestro.
Por otro lado, se suele presentar en la práctica la siguiente interrogante
¿procede que el ejecutado pague una multa coercitiva y progresiva
hasta que cumpla con la obligación de hacer?
Si bien no existe una norma procesal que prevea este mecanismo
procesal, consideramos que su no regulación no prohíbe que se pueda
instaurar en un proceso único de ejecución. Pero esta interrogante es reiterativa
que ya los colaboradores de Gaceta Civil y Procesal Civil han
respondido a dicha consulta lo siguiente:
Que se fundamenta en la importancia de la tutela específi ca de los
derechos para otorgar a quien tiene la razón una satisfacción lo más
próxima posible a lo que el derecho material promete, de acuerdo al
derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva, adecuada y
tempestiva. De esta forma una de las técnicas ejecutivas a revertir ello
son las subrogatorias o coercitivas. Estas últimas dentro del cual está
la multa, dirigen a que el ejecutado sea quien cumpla la obligación, es
decir encajan perfectamente para obtener el cumplimiento de las obligaciones
de hacer y no hacer, aún más si estas son infungibles.
Asimismo, en cuanto a la clasifi cación de la multa, estas son: multa
fi ja y periódica, y dentro de esta se encuentra la multa estática y la progresiva.
La multa fi ja implica la fi jación de una cantidad que solo incide
una vez y no muda frente al transcurso del tiempo. La multa periódica
estática presupone la fi jación de una misma cantidad que incide por
unidad de tiempo, o sea, multa diaria, semanal, etc. Y la multa periódica
progresiva implica que el valor fi jado aumenta progresivamente.
Si el legislador, incumpliendo con el mandato constitucional, no
previó la técnica más adecuada, entonces el juez debe crearla y aplicarla
al caso concreto (prestación fáctica). Y como se ha visto, la multa es la
técnica procesal más adecuada para el cumplimiento de obligaciones de hacer, pues precisamente
tiene la bondad de presionar psicológicamente
para que el propio ejecutado realice la prestación a la que se obligó83.
VIII. PROCESO DE EJECUCIÓN DE OBLIGACIÓN DE NO HACER
Este tipo de obligaciones se esencialmente similar a las obligaciones
de hacer, solo que tienen un contenido negativo, estan destinadas a que
el deudor no realice una actividad o trabajo para cumplir con la prestación;

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es decir, su conducta recae precisamente en la abstención, impedimento,
omisión de realizar dicha actividad. Pero esta a su vez puede
desplegarse de dos formas: La de estrictamente no hacer y la de mantener
un no hacer (sujeto a la fi rma de la obligación). También pueden
clasifi carse en obligación de no hacer inmediatas; es decir, que se agota
en un solo acto, sin poder revertirse tal situación, y las de tiempo determinado
o duradero. Lo importante en estos casos es que se establezca el
vínculo de la obligación, pues habrá situaciones que requieran su cumplimiento
en un plazo fi jo y que su no cumplimiento resulte irreversible.
Así el caso de la actriz de cine que se obligaba a no quedar embarazada
mientras dure la fi lmación de la película, más aún cuando esta tenía un
tiempo determinado de siete meses.
Cuando se presentan estas obligaciones, la norma material ha establecido
que el incumplimiento por culpa del deudor de la obligación
de no hacer, autoriza al acreedor a optar por cualquiera de las siguientes
medidas: 1) Exigir la ejecución forzada, a no ser que fuese necesario
para ello emplear violencia contra la persona del deudor (excepcional
porque no se podría obligar mediante la violencia al deudor). 2) Exigir
la destrucción de lo ejecutado o destruirlo por cuenta del deudor.
3) Dejar sin efecto la obligación (cuando la situación es irreversible).
Ahora bien, el artículo 710 del CPC establece que si el título ejecutivo
contiene una obligación de no hacer, el proceso se tramitará conforme
a lo dispuesto en las disposiciones generales; vale decir, nuevamente
nos remitiremos a las categorías desarrolladas anteriormente para llevar
a cabo la ejecución, contradicción y el procedimiento.
Con respecto al mandato ejecutivo, este contendrá la intimación al
ejecutado para que en el plazo de diez días deshaga lo hecho y, de ser el
caso, se abstenga de continuar haciendo, bajo apercibimiento de deshacerlo
forzadamente a su costo. Vencido el plazo, el juez hará efectivo el
apercibimiento (art. 711 del CPC).
Aquí la intimación nace del propio ejecutado, tan solo luego de vulnerar
el acuerdo de no hacer la actividad prohibida o de cesar el hecho
en el plazo señalado por la norma.
La ejecución de la obligación por un tercero. En estos casos se designará
a la persona que va a deshacer lo hecho y determinado su costo,
sea por el presupuesto presentado por el ejecutante o por una pericia ordenada
por el juez, se proseguirá la ejecución dentro del mismo proceso,
conforme a lo establecido para las obligaciones de dar suma de dinero.
Para fi nalizar, al igual que para los supuestos de inejecución de obligaciones
previstas de dar y hacer, la normativa ha previsto que el acreedor
también tiene derecho a exigir el pago de la correspondiente por indemnización
de daños y perjuicios.
El pago de la indemnización por daños y perjuicios por no haber pagado
en su oportunidad la deuda materia de autos, resulta de aplicación
solo cuando la inejecución recae sobre obligaciones de dar bienes muebles
e inmuebles, o tratándose de obligaciones de hacer o de no hacer,
no estando comprendidas en estas, las obligaciones de dar suma de
dinero, en cuyo caso resulta aplicable el artículo 1334 del Código Civil
referido a la mora y el artículo 1246 del acotado referido al pago de intereses
(Exp. Nº 2066-95-Cusco).

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