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ANTONIO PETEIRO

PECADO Y
HOMBRE ACTUAL

EDITORIAL VERBO DIVINO


ESTELLA (Navarra) ESPAÑA
1972
CONTENIDO

Introducción: El pecado hoy 9

I. ELEMENTOS BÍBLICOS 31

1. El pecado, según Génesis 2-3 35


2. El pecado es un rechazo de Dios 81
3. La ofensa al hombre es ofensa a Dios ... 125
4. El pecado y la persona humana 155
5. El pecado y la comunidad humana 191
6. El pecado es un mal reparable: el per-
dón del pecado 227

II. ORIENTACIONES PASTORALES 277

7. Presupuestos socio-antropológicos de la pas-


toral del pecado 281
Censor: Antonio Roweda, SVD . Puede imprimirse: P. Manuel 8. ¿Cómo hablar del pecado a los hombres
Vázquez, provincial . Imprímase: P. M. a Zabalza, provic. gral. de hoy? 337
Pamplona, 24 octubre de 1972 . © Antonio Peteiro - © Editorial
Verbo Divino 1972 . Printed in Spain . Es propiedad . Cubierta de Apéndice: Doctrina del pecado en el Vaticano II ... 423
Jesús Galdeano Echarri . Talleres Gráficos: Editorial Verbo Divino,
Estella . Depósito Legal: N A . 1479-1972. Bibliografía 477

7
INTRODUCCIÓN

El pecado hoy

9
La sentencia del paisano gallego refleja una realidad:
el infierno ha perdido terreno en la mente del hombre
actual. Y con el infierno, también el pecado. Se los con-
sidera "cosas de antes". Se los relega al mundo de la
imaginación y de la fábula y, en casos, al de la patología.
Parece existir la convicción de que la mentalidad cien-
"¡Diz que le sembraron patatas!..." tífico-técnica del mundo de hoy es inconciliable con las
nociones de infierno y de pecado.
Aquel Benito do Campo da Feira era hombre
de ideas fijas. Su manía de que iría al infierno
no le dejaba ni a sol ni a sombra. Hasta que una Entre los mismos creyentes cunde la persuasión de
tarde de aquellas horribles en que creía encon- que el concepto de pecado se tambalea y de que deberá
trarse ya en su imaginado destino, alguien que ser revisado a fondo, o quizá, superado. El teólogo fran-
pasaba a su lado le dijo: «¡Acabouse o inferno,
Benito! ¡Bis que lie botaron patacas!...» Y, cés B. Carra de Vaux Saint-Cyr dice en la presentación
¡santo remedio!, Benito no se acordó más de de un libro reciente sobre el tema: «Escribir un libro
«su» infierno. sobre el pecado en el momento actual es una gran teme-
10 11
ridad. Porque, en definitiva, ¿qué es el pecado? Pare- "¡El (YaveA) no cuenta!" (Jer 5, 12), "¡Ni bien ni mal
ce que ya nadie lo sabe con certeza"1. M. Adam comien- hace Yavé!f (So 1, 12). Dicha actitud es una verifica-
za así su obra acerca del sentimiento de pecado: ción más da la frase evangélica: "¡Qué difícil es que
los que tienen riquezas entren en el reino de Dios!"
Escribir acerca del pecado parece ser una apuesta, casi (Le 18, 24).
una provocación, ahora cuando en diferentes direccio-
nes se realizan esfuerzos para liberar al hombre de todo Si a esta tentación unimos el misterio que envuel-
sentimiento de culpabilidad, y sobre todo, del que, des- ve muchos puntos de la doctrina acerca del pecado y del
de tantos puntos de vista, parece ser una alienación infierno, la cantidad de cosas, cuando menos discutibles,
irremediable... Es necesario que nuestras formas de que se han dicho sobre estos temas y la repugnancia na-
pensar y de sentir nos lleven más a la búsqueda de tural que sentimos a hablar de nuestros fallos y a re-
» la eficiencia tanto para nuestra propia acción como conocerlos, nos explicaremos la poca simpatía que nues-
para la conquista del mundo. Los valores prometei- tros contemporáneos sienten por el tema del pecado.
cos prevalecen sobre los valores del recogimiento. En- ¿Qué hacer? ¿Dejar el pecado como resto molesto de
tonces, ¡a qué viene remitirnos a nuestras debilida- tiempos de subdesarrollo y de inmadurez humana?
des y a nuestras flaquezas!s

En la época actual, de bienestar, de comodidad y de El problema del pecado


exaltación del hombre, el tema del pecado es molesto y es problema del hombre
humillante. Encierra una relativización de la vida pre-
sente, denuncia la idolatría de lo terrestre y perturba a Hoy día se rechaza el pecado para afirmar al hom-
los hombres, remitiéndolos a realidades que parecen "no bre. Se piensa que admitirlo sería negar la autonomía y
contar" en el mundo de hoy. la libertad humanas; equivaldría a alienar y empequeñe-
Pero esta actitud negativa frente a la religión y cer al hombre convirtiéndolo en un eterno niño, a quien
concretamente frente al pecado es tan antigua como el se manda, se exigen cuentas y se castiga cuando se porta
hombre mismo. Ya entre los contemporáneos de los mal. Parece que esto no va con el hombre maduro y
profetas había quienes se sentían poderosos y seguros adulto de nuestros días.
y decían: "¡No profetices contra Israel!" (Am 7, 16), Suele asimismo negarse el pecado en nombre de la
higiene mental: el hombre libre de culpabilidades para-
1
2
J. C. SAGNE, Peché, culpabilité, pénitence. Cerf, Paris 1971,7. lizantes, de complejos perjudiciales, podría obrar libre-
M. ADAM, Le sentiment du peché. Etude de psychologie. mente según sus criterios personales y de acuerdo con
Centurión, Paris 1967,9.

12 13
las normas sociales. Tal es la tesis del Dr. Hesnard, por todo eso. Se mira sólo a los condicionamientos y se pre-
ejemplo. / senta al holnbre como una pobre víctima, ¡casi comple-
tamente irresponsable! Efectivamente, nuestra libertad
También se rechaza el pecado por creerlo producto es una libertad situada y condicionada; nuestra respon-
de una moral burguesa, deseosa de mantener el orden sabilidad puede quedar disminuida, e incluso puede ser
establecido y desconectada de la vida y de los problemas eliminada por completo. Pero esto sucede p a n toda
de quienes se esfuerzan por transformar el mundo y no clase de actos, para los buenos y para los malos.
disponen de tiempo y de humor para Ocuparse de ca-
balas. Si no podemos pecar, no somos personas libres y
responsables. El pecado forma parte de nuestra realidad
Se piensa, además, que admitir el pecado sería dar concreta; es nuestra perversión, o mejor, somos nosotros
un tinte tristón y pesimista a la vida, crear intranquili- mismos pervertidos. Estudiar el pecado es estudiarnos
1
dades, remordimientos, angustia; su eliminación, en cam- a nosotros mismos. Un estudio del hombre no puede
bio, ayudaría a disfrutar de la vida. desconocer la realidad y la experiencia del pecado. Todos
Otro argumento muy socorrido para negar el pecado somos ¡al mismo tiempo justos y pecadores! Hombre y
es la falta de libertad suficiente para cometerlo. Se su- pecado son dos realidades inseparables en la biblia y en
brayan los condicionamientos de la persona humana: he- nuestra vida concreta.
reditarios, familiares, sociales, psíquicos, somáticos. Y Suprimir el sentido del pecado en nosotros sería
es cierto que tales condicionamientos existen o pueden mutilarnos privándonos de nuestra relación innata con
existir y que suelen ejercer un influjo mayor de lo que el infinito; sería falsificarnos y empequeñecernos; de-
creemos generalmente, pero hoy se insiste tanto en ellos, gradarnos y negarnos. "Reconocerse pecador es recono-
que parece no quedar lugar alguno para la libertad per- cerse hombre".3 También en nombre de la antropología,
sonal. hay que admitir el pecado. Este es de verdad un proble-
Es curioso el cambio —tan radical como ilógico— ma humano que no podemos eludir; un problema perso-
que se ha dado en este punto. Hace muy poco tiempo, nal, vital, que sólo lo toma a la ligera quien lo ve de
se admitía como algo indiscutible que el hombre era li- forma puramente teórica y abstracta y no como algo que
bre y responsable de sus actos, de suerte que podía co- afecta a cada uno de nosotros.
meter pecados mortales y, de hecho, los cometía. Ac-
3
tualmente se afirma como nunca la autonomía, la liber- M. ADAM, Le sentiment du peché, 345. En este autor se
tad y la responsabilidad humanas; sin embargo, cuando encuentran más ampliamente expuestas algunas de las ideas aquí
apuntadas: cf 9-11; cf B. SCHÜLLER, Pecado mortal, pecado venial,
se toca el tema del pecado, parece como si se olvidase en Penitencia y confesión. Fax, Madrid 1969, 13,25-26.

14 15
El pecado pertenece Si dijésemos esto, quizá tuviésemos mayor audito-
a la médula del cristianismo rio; y¡si algunos al oírnos decir esto se diesen cuenta
y del evangelio de que no hablábamos rectamente, ofenderíamos a
algunosf pero la muchedumbre estaría de nuestra par-
te. Si hiciéramos esto, predicando palabras no de
Religión es redención, el cristianismo es incompren-
Dios, ni de Cristo, sino nuestras, seríamos pastores
sible sin el pecado. Si negamos éste, no tienen sentido
que se apacientan a sí mismos, no a las ovejas.4
la obra redentora de Cristo, ni el evangelio, ni la Igle-
sia, ni la liturgia. Todos los sectores del mensaje cris-
El Concilio Vaticano I I , a pesar de la tónica optimis-
tiano parten del presupuesto fundamental de que existe
ta que marcó todos sus documentos, habló repetidas ve-
el pecado, de que forma parte de nosotros mismos y de
ces del pecado, de sus efectos maléficos en el hombre,
que debemos luchar contra él.
en la sociedad humana y en la Iglesia, y también de la
Por eso la Iglesia no podrá nunca dejar de denun- obligación que tenemos los cristianos de combatirlo. La
ciar el pecado para ayudar a superarlo. Porque predicar Iglesia reconoce la presencia de pecadores en su seno,
el evangelio y denunciar el pecado es una misma cosa. y se presenta como una Iglesia de pecadores y, por con-
Aunque su mensaje resulte molesto y parezca inactual, siguiente, "necesitada de purificación". 5
ella deberá seguir predicando a tiempo y a destiempo
Pablo V I advierte a propósito del pecado: "¡Pala-
acerca del pecado. Hace quince siglos decía a este pro-
bra grande!, ¡drama grande!, ¡ruina grande! La Iglesia
pósito san Agustín:
no deja jamás de hacer uso de esta terrible palabra, que
Los pastores no deben condescender con los vicios afecta, como una herencia desgraciada, a la misma na-
para contentar a la gente. Lejos, por tanto, de noso- turaleza humana..." En el evangelio, dice el papa, el
tros el deciros: Vivid como queráis, estad tranquilos, pecado y la redención "forman una trama que no pode-
Dios no echará a perder a nadie, basta con que con- mos olvidar jamás". 6
servéis la fe cristiana; no perderá a los que redimió,
El interés actual de la Iglesia por el tema del pecado
a aquellos por quienes derramó su sangre. Y si os
se deja entrever en la abundante literatura teológica que
agradan los espectáculos, id a ellos; ¿qué hay de malo
en eso? Andad, tomad parte en esas fiestas que se se ocupa de él.
celebran en todas las ciudades con alegría de los
convidados y con banquetes públicos donde los hom- 4
SAN AGUSTÍN, Sermón 46,8: PL 38,274; cf A. ULEYN, Actúa-
bres piensan alegrarse, siendo así que, en realidad, se lite de
5
la fonction prophétique. DDB Paris 1966,52.
echan a perder: la misericordia de Dios es grande; Cf LG 8; cf el apéndice sobre la doctrina del Vaticano II
acerca del pecado.
perdona todo... 6
Audiencia general del 17.3.71: Ecclesia 31(1971) 390.

16 17
El pecado en la teología actual siguió el concepto de pecado a lo largo de la revelación
bíblica. \
Si nos fijamos en lo que se publica hoy /obre él, ve-
remos que el pecado es uno de los temas de teología Entre lo^ problemas ventilados en estos estudios des-
contemporánea. En los últimos veinte añ¿s se le han taca el análisis de la hamartología de la historia de los
dedicado libros, números monográficos de revistas y gran orígenes (Gen 1-11), sobre todo de Gen 2-3, y más en
cantidad de artículos. En la mayoría de los casos se concreto, la cuestión del pecado original y de la recta in-
trata de estudios exprofeso acerca del pecado; en oca- terpretación de éste a la luz de la sagrada Escritura vis-
siones, se escribió sobre él como preámbulo obligado ta en su totalidad.8
a estudios sobre la penitencia-conversión.7 Estos estu-
Los estudios dogmáticos recogen las aportaciones de
dios se pueden agrupar en tres secciones: estudios bíbli-
la teología bíblica y de la tradición y tratan de incorpo-
\ eos, dogmáticos y pastorales.
rarlos al dogma, buscando una nueva interpretación del
Los primeros son muy numerosos. Intentan captar el mensaje cristiano. Muchos autores se ocupan del pecado
mensaje bíblico en torno al pecado. Casi todos los libros original e intentan compaginar las aportaciones de la
sagrados han sido objeto de estudio. En casos, se trata biblia y de los padres con los datos de las ciencias mo-
de estudios monográficos acerca del vocabulario hebreo dernas. Naturaleza del pecado original, transmisión y
o griego, o sobre un libro o un texto determinados; consecuencias de éste para la humanidad; pecado origi-
otras veces se intenda dar una visión sintética de dife- nal y evolucionismo, pecado original y poligenismo, pe-
rentes libros. Todas las teologías bíblicas se ocupan del cado original y pecado del mundo, pecado original y psi-
pecado con cierta amplitud. cología moderna, etc., son los problemas más discutidos
hoy.9
Estos estudios han puesto en claro el diferente nivel
psicológico-teológico de la visión del pecado que refle- 8
Cf A. M. DOTARLE, El pecado original en la Escritura. Stu-
jan los distintos libros sagrados, así como los diferentes dium, Madrid 1971; R. KOCH, Erlosungstheologie Génesis 1-11.
enfoques del tema en los autores bíblicos. También han Kaffke, Frankfurt/M 1965; J. SCHARBERT, Prolegomena eines Alt-
testamentlers zur Erbsündenlehre (Quest. disp., 37). Herder, Frei-
subrayado la línea de perfeccionamiento progresivo que burg Br. 1968; J. MIELGO, El pecado original en la Biblia: CiTom
307(1969) 185-278; G. VELLA, II capitolo III della Genesi e il pec-
cato origínale: RasTeol 10(1969) 73-96; H. HAAG, El pecado original
en la Biblia y en la doctrina de la Iglesia. Fax, Madrid 1969; L. Ll-
7
La bibliografía que se encuentra al final de estas páginas da GIER, Peché d'Adam et peché du monde. Aubier, Paris 1960/61,2 v.
9
una idea de la abundante literatura moderna que se ocupa del pe- Véase una reseña de la mayor parte de estos estudios hecha
cado. Aquí omitimos la cita de largas listas de estudios por creerla por J. L. Ruiz DE LA PEÑA, El pecado original. Panorámica de un
innecesaria; nos limitamos a citar alguna obra más significativa. decenio crítico: Lumen 18(1969) 402-426. Analiza las opiniones de
P. Schoonenberg, P. Smulders, A. Hulsbosch, Flick-Alzseghy, L. Rob-
18
19
Pero la aportación más valiosa de la dogmática ac- También la moderna teología moral suele estudiar el
tual sobre el pecado quizá sea el haber subrayado la di- tema del pecado con un enfoque eminentemente pasto-
mensión eclesial de éste. Esta se encuentra ^firmada en ral, partiendo de los datos de la antropología actual y
la biblia, y los padres también insistieron en ella, pero mirando no tanto al confesonario, como era costumbre
la teología de los últimos siglos parecía haberla olvida- desde hace siglos, sino más bien a la vida diaria de los
do. Los modernos estudios acerca del sacramento de la cristianos.
penitencia y de su dimensión eclesial, iniciados por B.
Xiberta y proseguidos por K. Rahner, B. Poschmann, Los estudios de psicología y antropología de los úl-
P. Galtier y otros, han contribuido de forma decisiva al timos años han contribuido al esclarecimiento de la
re-descubrimiento de este aspecto del pecado, que co- experiencia de pecado bajo el punto de vista psicológico.
mienza a entrar en la predicación, en la catequesis y ya Se ha precisado el concepto de culpabilidad sana y cul-
' es realidad en la conciencia de muchos cristianos. pabilidad patológica y se ha establecido la diferencia en-
tre sentimiento de culpabilidad y sentido de pecado. En-
La mayor parte de la literatura teológica actual acer- tre estos estudios merece especial mención el realizado
ca del pecado es de carácter pastoral. En primer lugar, por M. Adam, en su libro he sentiment du peché. ~Etu-
los muchos trabajos modernos acerca de la conversión y de de psychologie, que analiza la experiencia de pecado
de la penitencia tocan este tema. En efecto, para hablar como experiencia humana.
de conversión y de penitencia es necesario tener un con-
cepto exacto de pecado. Y de hecho, los pastor alistas
Quisiéramos mostrar, dice Adam, que el pecado for-
son conscientes de que la vivencia de la liturgia peniten- ma parte de la vida psicológica, moral y religiosa del
cial presupone una auténtica educación del sentido del hombre sano y que la reflexión que él pueda hacer
pecado. sobre su persona, lo mismo que la acción que esta
persona deberá desarrollar, no puede pasar sin la cla-
berechts, R. Lavocat, P. Grelot; cf H . RONDET, Le peché originel ridad que puede aportar el sentimiento de pecado.10
dans la tradition patristique et théologique. Fayard, Lyon 1967;
Théologie du peché. Desclée, Tournai 1960; P. Se H OONENBERG, El
poder del pecado. Lohlé, Buenos Aires 1968; ID., El hombre en A lo largo de la obra, Adam subraya el valor huma-
pecado, en Mysterium salutis. Manual de teología como historia de
la salvación, II-II. Cristiandad, Madrid 1969, 946-1042; A. SPINDE- no del sentido de pecado como factor constructivo de
LER, Das Tridentinum und die neueren Erklarungsversuchen zur la personalidad, en cuanto que sirve de acicate para la
Erbsündenlehre: MThZ 19(1968) 92-101; véanse otros estudios sobre
el tema en NRT 92(1970) 772-778, así como la síntesis de una serie autosuper ación.
de artículos en SelTeol 29(1969); J. B. SOMOZA, El concepto del
pecado original en la psicología actual: Compostellanum 15(1970)
115-127; A. VÁZQUEZ, En torno al pecado original, desde la psicolo-
gía profunda: I1C1 63(1970) 344-354. 10
M. ADAM, Le sentiment du peché, 9.

20 21
Estos estudios psicológico-antropológicos man con- minosidad de los sujetos y de sus diferentes actos y ac-
tribuido igualmente a dar una visión personalista del titudes.11
pecado como opción contra Dios, que nace ¡del centro La teología pastoral acentúa también el aspecto ecle-
de la persona y con la que ésta se compromete conscien- sial del pecado y trata de despertar en los creyentes la
te y libremente. Esta visión personalista supone la eli- conciencia de que sus pecados no sólo ofenden a Dios,
minación de formas instintivas o puramente humanas de sino que también "hieren" a la comunidad eclesial, des-
culpabilidad que no llegan al nivel religioso en que se dicen de su santidad y la contaminan. Las celebraciones
sitúa el concepto cristiano del pecado. comunitarias de la penitencia subrayan esta dimensión
del pecado personal.
Es de suma importancia la insistencia de la psicolo-
También está siendo fuertemente revalorizada la di-
gía, la moral y la teología pastoral modernas en el
mensión social del pecado. Se advierte una creciente sen-
carácter unitario de la vida humana y del existir cris-
sibilidad del hombre actual por la repercusión histórico-
tiano bajo el punto de vista moral. A partir precisamen-
social de su vida y de sus actos. Hasta la prensa diaria
te del concepto de persona, estas ciencias distinguen en
denuncia a veces los pecados sociales de nuestros días.
cada individuo la llamada opción fundamental y los ac-
Y una de las causas del actual desafecto hacia el modo
tos aislados, es decir, la actitud básica o proyecto exis-
tradicional de celebrar el sacramento de la reconcilia-
tencial de cada sujeto que da la tónica a toda su vida
ción es su estructura individualista que no refleja la re-
—nos referimos al aspecto religioso-moral— y los di-
conciliación social que debe seguir a los pecados que
versos actos y actitudes de éste. En concreto, al hablar
afectan a la sociedad de modo directo. Se considera una
del pecado, distinguen la actitud fundamental de con-
forma excesivamente barata de obtener el perdón de ta-
ducta de cada persona ante Dios y sus diversas actitudes
les pecados. Aquí aflora una visión secular del pecado
o actos pecaminosos.
que exige —suele decirse— una forma secular y comu-
Las actitudes y actos pecaminosos se juzgarán en nitaria de reconciliación con la sociedad ofendida. Exis-
función de su incidencia en la línea fundamental de ten ya experiencias interesantes de reconciliación comu-
nitaria.
vida del sujeto. El pecado propiamente dicho, es decir,
el pecado mortal, consistirá en una opción contra Dios.
11
Los demás pecados, impropiamente tales, serán más o Cf H. REINERS, Grundintention und siítliches Tu». Herder,
Freiburg 1966; J. RAMOS REGIDOR, II sacramento della penitenza.
menos importantes según el grado de incidencia en la Riflessione teológica, biblico-storico-pastorale alia luce del Vaticano II.
LDC Torino 1971, 78-81; F. J. HEGGEN, La penitencia, acontecimiento
decisión fundamental del sujeto. Este enfoque persona- de salvación. Sigúeme, Salamanca 1969, 67-74; R. BLOMME, Wider-
lista resulta esclarecedor a la hora de enjuiciar la peca- spruch in Vreiheit. Lahn, Limburg 1965, 114-122.

22 23
Los estudios actuales para la renovación del sacra-
planteado el problema y se busca una solución satisfac-
mento de la penitencia tocan el problema de la necesi-
toria.13
dad de confesar los pecados mortales a la Iglesia. Esto
planteó de nuevo la cuestión de las distintas categorías En síntesis: el pecado es tema importante en la teo-
de pecados. Surgieron varios estudios acerca de la divi- logía actual, que ha superado aquella otra teología ruti-
sión tradicional en pecados graves y leves; y se propo- naria y repetidora, inspirada en unas cuantas frases bí-
nen otros modos de escalonar la pecaminosidad de los blicas aisladas y en unos documentos del magisterio en
actos y actitudes a partir del esquema de la opción fun- su mayor parte polémicos y unilaterales. La reflexión
damental.12 teológica en torno a nuestro tema se centra hoy en dos
objetivos fundamentales: identificar el verdadero ser
La cuestión del sentido del pecado en la sociedad
del pecado desde la revelación y desde la antropología, y
actual preocupa mucho a la pastoral moderna. Se pre-
descubrir el modo más apto de presentarlo a los hom-
gunta si existe, si se ha perdido, si va camino de desapa-
bres de hoy.
recer o si se está purificando y renovando. La mayoría
de los autores hablan de una crisis del sentido del pe-
cado y multiplican sus esfuerzos para salirle al paso.
Objeto de este estudio
La conciencia de que nos encontramos en un mundo
nuevo, secularizado y hominizado y con un hombre tam- Este estudio quiere ser una modestísima aportación
bién nuevo al que el mensaje cristiano en su forma tra- a la actual reflexión teológico-pastoral acerca del peca-
dicional parece resultar inadmisible, especialmente en do. No es un libro de teología bíblica, ni una reflexión
algunos puntos entre los que figura éste del pecado, ha sobre un punto concreto del mensaje cristiano acerca
creado en muchos pastoralistas la convicción de que la del pecado. Tampoco pretende describir los pecados
pastoral del pecado necesita una revisión a fondo, inspi- del mundo de hoy, ni dar normas muy concretas para
rada en una nueva hermenéutica del pecado. De mo- una pastoral orientada a un grupo determinado de cris-
mento, se ha hecho poco en este sentido. Pero se ha tianos. Se sitúa entre la biblia y la pastoral y se propone
recoger una serie de elementos bíblicos en torno al pe-
cado y, a la luz del mundo y del hombre actuales, dar
13
Cf P. Se H OONENBERG, El poder del pecado, 32-44; ID., Mys-
terium salutis, II-II, 952-959; F. J. HEGGEN, La penitencia, aconteci-
13
miento de salvación, 67-74; B. SHÜLLER, Pecado mortal. Pecado ve- En esta línea de búsqueda de una nueva hermenéutica del
nial, en Penitencia y confesión, 11-90; J. RAMOS REGIDOR, 11 sacra- pecado se encuentran los estudios de P. Schoonenberg, de F. J. Heg-
mento della penitenza, 90-92; R. BLOMME, Widerspruch in Freibeit, gen, del mismo D. Bonhoeffer, de J. A. T. Robinson, etc., y especial-
103-132. mente el artículo de J. M. POHIER, La hermenéutica del pecado ante
la ciencia, la técnica y la ética: Concilium 56(1970) 410424.
24
25
toria del pecado. Allí encontramos testimonios de hom-
unas orientaciones generales para la pastoral del pe-
bres como nosotros que experimentaron la tentación y
cado en nuestros días.
la culpa: encontramos quienes lucharon y superaron el
Partimos de la convicción de que la pastoral del pecado y quienes se le entregaron y fueron víctimas.
pecado tiene que inspirarse en la sagrada Escritura. El Ninguna fuente mejor para conocer el pecado que ese
contacto con la biblia le dará concretez, vitalidad y opti- documento que recoge innumerables experiencias simi-
mismo. Cierto que la biblia es eco de un mundo sacral lares a las nuestras, precisamente para servirnos de lec-
y precientífico fenecido, pero es al mismo tiempo la ción (cf Rom 15, 4). Como dice E. Blanchet:
palabra viva y suprahistórica que Dios dirige a los hom-
bres de todas las épocas; también a los del siglo de la así como no existe idea más grande y más colosal
ciencia y de la técnica. Sus conceptos y expresiones, en de Dios que la de la biblia, tampoco hay concepto
un ropaje lejano a nosotros, continúan teniendo un va- más vigoroso y, por así decirlo, más violento del pe-
lor normativo indiscutible, como portadores de la reve- cado que el concepto bíblico.15
lación divina. No podemos absolutizarlos, pero debe-
mos inspirarnos en ellos para interpretar hoy la palabra Nuestro estudio consta de dos partes: una bíblica
de Dios." Además, el pensamiento bíblico es más y otra pastoral, y un apéndice. La primera parte co-
próximo a la mentalidad actual de lo que suele creerse. mienza con el análisis del pecado según el relato ya-
Las categorías personalistas en que se expresa, la vi- vista de Gen 2-3. Los capítulos siguientes intentan ex-
sión del mundo como tarea del hombre, el gusto del plicítar el irensaje de la perícopa yavísta. Tratan de la
hombre bíblico por la acción transformadora del mun- doctrina de diferentes autores sagrados sobre diversos
do, su sentido comunitario de la existencia humana, su aspectos del pecado: el pecado como rechazo de Dios
visión de Dios como señor y futuro de la historia, etc., (c. 2), la ofensa al hombre como ofensa a Dios (c. 3), el
son elementos perfectamente actuales. pecado y la persona humana (c. 4), el pecado y la co-
munidad social y eclesial (c. 5) y el perdón del pecado
Tratándose de la pastoral del pecado, el recurso a (c. 6).
la biblia se impone porque ella contiene la autorrevela-
ción de Dios, refleja la imagen original del hombre, y En la parte pastoral —capítulo séptimo— hacemos
describe el pecado. Puede decirse que es una larga his- una breve descripción de los presupuestos socio-antropo-

15
14 E. BLANCHET, Doctrine chrétienne du peché, en Monde
Cf E. Se H ILLEBEECKX, Dios y el hombre. Sigúeme, Sala- moderne et sens du peché. P. Horay, Paris 1956, 41. «Únicamente
manca 1968, 171; P. BEAUCAMP, Le message biblique et notre passé: en la Biblia se puede comprender el pecado, a Dios y a nosotros»,
Christas 14(1967) 30; L. SCHEFFCZYK, El hombre actual ante la H. VOGEL, Die Stinde im biblischen Verstándnis: EvTh 19(1959) 440.
imagen bíblica del hombre. Herder, Barcelona 1967, 29.

26 27
lógicos de la pastoral del pecado, analizando los rasgos cología, en la conciencia, en la verdad del hombre" y
más característicos del mundo y del hombre de hoy, las que "no produce tristeza ni mutilación de vida, sino que
tendencias determinantes de la espiritualidad contem- nos guía a la esperanza y a la alegría de la resurrec-
poránea y la actitud del hombre actual frente al pecado. ción." La actitud penitencial nace del reconocimiento del
En el último capítulo tocamos el problema de la propio pecado. También de éste puede decirse que entra
hermenéutica del pecado e intentamos aportar algunos necesariamente en la verdad del hombre y que recono-
elementos para responder a la pregunta de cómo se cerlo es sabiduría redentora.
debe hablar del pecado a hombres de hoy. Describi- Nuestro estudio quiere ser un mensaje de salvación
mos el contexto donde aparece el pecado y dónde hay para el hombre actual. En efecto, hablar del pecado a
que situarlo para que resulte comprensible, hablamos la luz de la biblia es enfocarlo en una perspectiva emi-
luego de su naturaleza y de nuestra condición de peca- nentemente optimista y constructiva. Este trabajo mira
dores, de cómo descubrir nuestros pecados y cómo en- simplemente a afirmar que el pecado pertenece a nues-
juiciarlos. Finalmente, teniendo en cuenta el mensaje tra realidad concreta de personas humanas, pero al mis-
bíblico y las características del hombre actual, hacemos mo tiempo es indigno de nosotros y nos rebaja, de suer-
unas indicaciones sobre el modo, a nuestro parecer, más te que su reconocimiento y la lucha por superarlo cons-
apto de hablar del pecado a nuestros contemporáneos. tituyen una auténtica redención del hombre. Aunque
Como apéndice,16 ofrecemos un estudio acerca intenta esclarecer un poco el misterio del pecado en su
de la teología del pecado en los documentos del Conci- totalidad, se fija sobre todo en el pecado personal y
lio Vaticano II. grave y en su carácter de alienación del hombre.
Reconocer el propio pecado es reconocer la propia
vocación, pues equivale a sentirse infiel a Dios, a la
Hablar del pecado comunidad social y eclesial y a sí mismo. Reconocerse
es anunciar la salvación pecador es sentirse lejos de la meta y escuchar de nue-
vo la llamada bondadosa de Dios que nos invita a re-
Pablo VI decía hace poco que la penitencia es "sabi- tornar a la verdad y autosuperarnos en la marcha ha-
duría redentora", que "entra necesariamente en la psi- cia nuestro porvenir del que nos separa el pecado. Ob-
sérvese el sentido positivo y optimista que adquiere el
16
Este trabajo es fundamentalmente el que presentamos como sacramento d¿ la reconciliación en este contexto.
tesis doctoral ante la facultad teológica de Lyon (Francia) en junio
de 1967, con el título Pour une pastorale biblique du peché. Por eso
hemos preferido conservar su estructura original y dejar lo referente 17
al Vaticano II como apéndice. Audiencia del 11 de febrero de 1970: Ecclesia 30(1970) 230.

28 29
Hablar del pecado, recordar nuestra condición de
pecadores, es servir al hombre, invitarlo a permane-
cer en el camino de la vida. Negar el pecado, desenten- I
derse de él, sería, por el contrario, renunciar a nuestro
porvenir y encaminarnos hacia la muerte total. Y esto ELEMENTOS BÍBLICOS
sería absurdo, pues, como dice S. Kierkegaard:

hay sólo una cosa que se debe tomar verdaderamen-


te en serio: el propio pecado. Respecto de cualquier
otra cosa triste vale aquello de que, si puedes, te es
mejor tomarla a la ligera. Pero tomar el pecado a la
ligera es un nuevo pecado.18

18
Pap. X,l A,195. P. A. Heiberg, Kopenhagen 1909, citado
por M. THEUNISSEN, Der Begriff Ernst bei Soren Kierkegaard.
H. Albert, München 1958, 172. Lo serio es uno de los conceptos
fundamentales en el pensamiento del filósofo danés. Dios y el pecado
son las dos realidades verdaderamente serias. Del pecado como lo
realmente serio habla Theunissen en 171-185.
N. B. Las citas bíblicas están tomadas de la Biblia de Jerusalétt.
DDB Bilbao 1967.

30
Como educadora de la fe, la Iglesia se encuentra en
cada momento histórico y en cada circunstancia concreta
con la difícil misión de llevar a los hombres el mensaje
cristiano. Este es siempre el mismo, pero las diferentes
características de los hombres exigen constantemente
formas distintas de presentarlo.
Vivimos en una época distinta de las precedentes.
La educación de la fe tiene hoy que emprender nuevos
caminos. Lo mismo sucede con la pastoral del pecado.
En este esfuerzo renovador, la Iglesia tiene que volver
a la Escritura, palabra viva y actual de Dios, en la que
debe inspirarse toda acción pastoral.
Esta primera parte pretende recoger una serie de
elementos del mensaje bíblico sobre el pecado. Su finali-
dad es ayudar a renovar la pastoral del pecado a la luz

33
de los libros santos. Entre los múltiples temas que po-
drían escogerse, hemos preferido seis que creemos de
especial importancia. En el primer capítulo estudiamos
el pecado a la luz del relato yavista de Gen 2-3; se
El pecado
trata de un texto impregnado de elementos sapienciales
y marcado por la teología de la alianza, y con una ac- según Génesis 2-3
tualidad profética indiscutible. El capítulo segundo trata
del pecado como conflicto interpersonal entre el hom-
bre y Dios.
Saliendo al paso a una tendencia muy extendida
actualmente, que pretende reducir las relaciones inter-
humanas a un asunto puramente humano, desprovisto
de todo carácter religioso, mostraremos en el capítulo
tercero que, según la biblia, toda falta contra el hom-
bre ofende a Dios. En los capítulos cuarto y quinto es-
tudiaremos las relaciones del pecado con la persona hu-
mana y con la comunidad, respectivamente. El último Adán es el hombre; a Caín lo podemos ver
capítulo presenta el pecado como un mal reparable, siem- en el periódico y tal vez en nuestro propio co-
pre que el pecador esté dispuesto a arrepentirse y a em- razón; Noé y los constructores de la torre de
Babel somos nosotros mismos (Nuevo Catecismo
prender de nuevo el camino de la sensatez y de la vida. para adultos, 252).
En cada uno de estos capítulos subrayaremos la uni-
dad y el progresivo desarrollo del mensaje bíblico a lo
largo del Antiguo y del Nuevo Testamento, destacando En Gen 2-3 no aparece la palabra pecado. Es indu-
la variedad de enfoques y de perspectivas en la visión dable, sin embargo, que allí se habla del tema pecado,
del pecado, según las épocas y los autores. El número y con una amplitud y una perfección psicológico-teoló-
elevado de temas impone una selección de autores y de gica como quizá en ningún otro texto bíblico. El yavis-
textos y no permite detenerse en el estudio de cada ta, a quien se atribuye el relato, y que vivió probable-
problema concreto, pero, por otra parte, ofrece una mente en la época salomónica, se muestra fino conocedor
amplia panorámica de la teología bíblica, que sin duda de la psicología humana y maestro en la exposición.
resultará útil para la pastoral. Aquellas páginas acerca del paraíso y de la primera caí-
35
34
da constituyen "una de las narraciones más conmove- ficulta el estudio del mensaje religioso de la perícopa,
doras de la biblia".1 Describen la entrada del pecado que es precisamente el que nos interesa aquí, y obliga
en el mundo y subrayan sus consecuencias para el hom- a preguntarse qué se propuso enseñar el autor con su
relato, qué método siguió en su composición y cuál es
bre y su historia y para toda la creación.
en definitiva la naturaleza de la perícopa y el valor ac-
Previo un análisis teológico-psicológico de la períco- tual de su mensaje.
pa, describiremos el pecado y sus diferentes aspectos.
Ante todo, sin embargo, parece oportuno hacer algunas
observaciones generales acerca de la índole de esta tan 1. Contenido religioso
discutida narración.2
Es indudable, que "el pecado es el principal 'teolo-
gumenon' de la perícopa.4 Los biblistas están de acuer-
do en afirmar que el autor pretendió dar respuesta al
I. LA ÍNDOLE DEL RELATO problema del origen del mal, presente en el mundo del
Dios bueno. Y llegó a la conclusión de que el mal
en sus diversas formas es consecuencia del pecado de
El relato del paraíso está escrito en un estilo vivo y los orígenes. Al principio de su historia, el hombre era
colorista, pintoresco e imaginativo; en él se encuentran amigo de Dios y feliz, pero desobedeció al creador y
antropomorfismos atrevidos, y su parentesco con tex- los males que ahora padecemos: el dolor, el odio, la
tos mitológicos orientales es evidente.3 Todo ello di- división, la muerte, el pecado mismo, son consecuen-
cias de aquel primer pecado.
1
H. HAAG, El pecado original en la Biblia y en la doctrina de
la Iglesia. Fax, Madrid 1969, 118; cf Suplemento al nuevo catecismo "El yavista describe el momento en que la historia
para adultos. Herder, Barcelona 1969, 9; cf G. QUELL, Die Sünde im de la humanidad pasa a ser historia del pecado".8 Su
A. T.: THWNT 1. Stuttgart 1953, 283; J. GUILLET, Temas bíblicos.
Paulinas, Madrid 1963, 126.
3
Haremos tan sólo algunas precisiones indispensables para el Echter, Würzburg 1965, 71-89; H. RENKENS, Creación, paraíso y
análisis del texto, sin tocar otros problemas discutidos hoy que caen pecado original. Guadarrama, Madrid 19692, 140-143; A. IBÁÑEZ ARA-
fuera del objetivo de nuestro estudio, tales como la cuestión de la NA, Los mitos de los orígenes en la Biblia: Lumen 16(1967) 385-408;
estructura literaria de la perícopa, es decir si se compone o no de M. GARCÍA CORDERO, Mitos y leyendas mesopotámicas en la Biblia:
diversas tradiciones preexistentes, si ha sido objeto de diferentes CiTom 94(1967) 587-625.
redacciones y ampliaciones posteriores a la época salomónica, etc. 4
R. KOCH, Erlosungstheologie Génesis 1-11. Kaffke, Bergen-
Para el estudio de ésta y otras cuestiones, remitimos a los trabajos Enkheim 1965, 39.
citados en el elenco bibliográfico. 5
W. EICHRODT, Theologie des Alten Testaments. E. Klotz,
3
N. LOHFINK, Der tbeologische Hintergrund der Genesiser- Stuttgart 51964, II-III, 279.
z'áhlung von Sündenfall, en Realitat und Wirksamkeit des Bósen.
37
36
relato es la presentación del "mysterium iniquitatis" cumentación histórica. ¿Qué método siguió, pues, el
en la historia santa, y constituye un elemento funda- yavista para elaborar su relato?
mental dentro de la historia de los orígenes (Gen 1-11), Era costumbre entre los israelitas ver y examinar
que es un prólogo histórico al pacto de la alianza. la situación actual sobre el fondo del pasado, y explicar
El mensaje religioso del relato se resume en estas sus experiencias presentes proyectándolas sobre un ante-
afirmaciones: el hombre fue creado por Dios y está pasado real o epónimo. "El espíritu de Israel, escribe
llamado a la intimidad con el creador; por el pecado A. M. Dubarle, buscaba hechos objetivos como fuente
se separó de Dios; en consecuencia, tiene que sufrir del presente, en vez de contentarse con poner al prin-
los males de esta vida, que son castigo de la culpa ori- cipio unos acontecimientos ideales, simple prototipo de
ginal, pero todavía puede vivir en amistad con el crea- la experiencia actual".7
k dor, pues éste le ofrece su perdón.6 En la confesión de los pecados, por ejemplo, ya sea
En la estructura actual de la historia de los orígenes litúrgica ya espontánea, los israelitas se remontan hasta
la perícopa yavista sirve de puente entre el relato sa- sus antepasados (Os 9,9; 11; 12,4; 13,1; Jer 3, 19-25;
cerdotal de la creación y la historia de Caín y Abel; Sal 51,7; 106,6; Is 43, 22,28; Mal 3,6-7. Este método
además explica la acción maléfica del pecado desde las de retrospección los llevó a constatar que todos los hom-
primeras generaciones humanas. Gen 2-3 en un texto bres son pecadores (IRe 8, 46; Ecles 7,20; Prov 20,9;
de carácter etiológico (señala la causa del mal), con un Job 4, 17). De esta convicción a la afirmación de que
marcado acento parenético. En él se habla del pecado, el pecado proviene ya de los primeros padres no ha-
pero en función de la salvación. El autor compuso la bía más que un paso.
perícopa como admonición profética para sus contem- ¿Cómo descubrió ese pecado el yavista? Parece ser
poráneos. que el autor de Gen 2-3, sabio del tiempo de Salomón,
siguiendo los métodos de la sabiduría oriental, examina
el presente y trata de darle una explicación indagando
2. Método de elaboración retrospectivamente el pasado. Conocía el esquema clá-
sico de la historia de la salvación: iniciativa divina dan-
Gen 2-3 describe un pecado cometido en los oríge- do bienes, precepto categórico, rebelión, castigo, per-
nes de la historia humana. Pero, ¿cómo pudo el autor
sagrado captar ese suceso? No disponía de ninguna do- 7
A. M. DUBARLE, El pecado original en la Escritura. Studium,
Madrid 1971, 54; cf L. ALONSO-SCHOEKEL, Motivos sapienciales y
6
de alianza en Gen. 2-3: Bíblica 43(1962) 309-311.
Cf. R. KOCH, Erlósungstheologie Génesis 1-11, 39.
39
38
don y continuación de la historia. 8 Y este mismo es-
situación presente. Y el carisma de la inspiración que
quema lo aplicó a su perícopa. poseía nos garantiza la verdad sustancial de su relato.
A la luz de estos hechos, parece que el camino se- Las verdaderas fuentes del relato son, por consiguiente,
guido por nuestro autor para llegar al suceso original la experiencia del yavista y la fe en la revelación his-
es precisamente una reflexión acerca de la situación tórica, pero guiadas por la inspiración divina.
actual, iluminada por la revelación histórica de Israel
y guiada por el cañsma de la inspiración. En efecto, Uno de los problemas más discutidos a propósito de
como hace notar Dubarle, la lejanía de los orígenes de Gen 2-3 es el significado exacto de esa primera pa-
la humanidad, la semejanza entre ciertos relatos bíblicos reja de la que el yavista hace descender la humanidad.
y algunos textos míticos de las literaturas extrabíblicas, ¿Se refiere a dos personas individuales o al primer
así como las variantes entre las diferentes tradiciones grupo o grupos humanos? Adán ¿es el primer hom-
referentes a los orígenes que se encuentran en la biblia bre, el padre común o es «la población adamita»? San
Pablo, el Concilio de Trento y toda la tradición, lo
mismo que el Concilio Vaticano II (LG 2; GS 22) y
sugieren que los relatos de la historia primitiva en Pablo VI en su Profesión de fe (30 de junio de 1968),
el Génesis se han formado por las mismas vías psi- usan el nombre de Adán en sentido monogenista.
cológicas que los mitos de los demás pueblos: obser-
vación de la naturaleza humana o exterior y explica- El hecho de que el yavista sitúe en los orígenes de la
ción en función de creencias religiosas.9 humanidad una sola pareja se explica fácilmente te-
niendo en cuenta la mentalidad de clan, propia del
Convencido de que todas las obras de Dios son antiguo Israel y que está a la base de la perícopa del
paraíso y de toda la obra yavista. Propio de esta men-
buenas, el autor no podía admitir que los males que él
talidad es explicar las costumbres, la experiencia, los
veía en la humanidad fuesen obra del creador. Conocía
defectos y las cualidades del grupo recurriendo a un
además la experiencia de Israel, de que la transgresión antepasado con el que la comunidad constituye un
de los preceptos divinos acarreaba siempre males al todo y cuyos bienes o males comparte. Esto es preci-
pueblo. Estas premisas llevaron al sabio a descubrir un samente lo que hace el yavista al situar esa única pa-
hecho real, acaecido al principio, que podía explicar la reja en los albores de la raza humana. «Para la ex-
posición yavista de Gen 2, escribe Lohfink, hemos
de constatar que aquí el padre del linaje humano per-
8
L. ALONSO-SC H OEKEL, Motivos sapienciales y de alianza, tenece al ámbito de la técnica narrativa manejada li-
313; cf N. LOHFINK, Der theologische Hintergrund der Genesiser- bremente por el yavista. Lo que quiere decir con él
zahlung, 80-81.
9
A. M. DUBARLE, El pecado original en la"Escritura,54. es sólo esto: «al comienzo de la historia de la huma-

40 41
La Iglesia católica invita a los teólogos y a los hom-
nidad».10 Es decir, que, en realidad el texto bíblico bres de ciencia a dialogar sobre este difícil problema.
no resuelve el problema. Muchos exegetas opinan que No excluye la posibilidad de que un día se exponga
el yavista usa aquí el concepto de «personalidad cor- el dogma del pecado original en términos poligenis-
porativa» y que Adán significa para él el primer hom- tas. Hoy por hoy, sin embargo, pide que se continúe
bre y al mismo tiempo toda su descendencia que cons- usando las formulaciones monogenistas. Así, el tex-
tituye un todo con él.11 to corregido del Nuevo catecismo para adultos dice:
Cada día es mayor el número de autores que, mo- «La Iglesia permanece adherida al punto de vista
vidos sobre todo por argumentos de la paleontología monogenista, y ésta es la posición más prudente.
y de la genética, creen que Adán no es un individuo, Ella es consciente de que las fórmulas tradicionales
sino el primer grupo o los primeros grupos de seres acerca de Adán y Eva, y del género humano caído
humanos que aparecieron en la tierra, o sea, lo que en Adán, aunque no precisan ser entendidas literal-
llaman otros «la población adamita». Según estos au- mente, contienen una verdad de la historia de la salva-
tores, la humanidad no proviene de una sola pareja, ción que le ha sido confiada. Ahora bien, esto mismo
sino de varias. El origen de la humanidad habría sido no puede afirmarlo respecto de las formulaciones po-
poligenista y no monogenista, como solía decirse has- ligenistas. Por eso conserva las formulaciones tradi-
ta ahora. Y, por supuesto, estos autores sostienen que cionales y pide que sigan siendo consideradas como
la tesis poligenista no se opone al texto bíblico ni al las únicas que garantizan de manera segura la fe. Pero
dogma del pecado original.12 el que la Iglesia obre así no significa que cierre sus
ojos a las cuestiones que los descubrimientos cientí-
10
ficos suscitan... La Iglesia permite que los teólogos
N. LOHFINK, Exégesis bíblica y teología. Sigúeme, Salaman- continúen sus investigaciones y prosigan el diálogo
ca 1969, 94.
11
Cf R. KOCH, Erldsungstheologie Génesis, 1-11, 26-27; G. con los cultivadores de las ciencias naturales.» u
VELLA, II capitolo III della Genesi e il peccato origínale: RasTeol
10(1969) 73-96; J. SCHARBERT, Prolegomena eines Alttestamentlers
zur Erbsündenlebre, 31-44.
n
J. L. Ruiz DE LA PEÑA, El pecado original. Panorámica de
un decenio crítico: Lumen 18(1969) 402-426. Analiza las opiniones 3. Tonalidad "quasi-mítica".
de diversos autores dadas a conocer entre 1960 y 1970, y concluye
así: «Las hipótesis aquí reseñadas demuestran al menos una cosa:
que es posible trasplantar la doctrina católica sobre el pecado origi- En la literatura extrabíblica no se conoce ningún
nal, de su antiguo contorno representativo (el monogenismo de un texto paralelo del relato del paraíso, pero es evidente
mundo estático) al nuevo horizonte de un mundo dinámico, en evo-
lución, y de una humanidad poligenista, sin que se produzcan en el
dogma síntomas de rechazo» (Ibid., 425). Un ensayo de interpretación 1. Paulinas, Madrid 1967, 66-68; K. RAHNER, Pecado original y
del dogma del pecado original partiendo de los presupuestos evolu- evolución: Concilium 26(1967) 401-414; BEN VAN ONNA, El estado
cionista y poligenista se encuentra en el Suplemento al nuevo cate- original y la evolución: Ibid., 476-485.
cismo para adultos, 20-21; cf H. RENKENS, Creación, paraíso y pecado 13
Suplemento al nuevo catecismo para adultos, 21.
original, 236-252; A. LAEPPLE, El mensaje bíblico en nuestro tiempo,
43
42
que no es un puro mito ni es un texto histórico en sen-
que Gen 2-3 contiene una serie de elementos de la
tido estricto. No es puro mito, porque el autor narra
mitología oriental. Esto ha llevado a muchos autores
hechos reales sucedidos al principio de la historia hu-
a afirmar que nuestra perícopa no relata ningún hecho
mana; no es historia, simplemente porque el método
real, sino que es pura y simplemente un mito etiológico,
de composición no es el de la historiografía actual, ni
es decir, que ofrece una explicación del presente a par-
siquiera el de la historiografía antigua,16 y además esos
tir de un suceso imaginario situado en el pasado. ¿Qué
relatos tienen una finalidad profético-parenética muy
decir a esto?
acentuada.
El mito, a pesar de su riqueza de contenido y de su Considerar Gen 2-3 como un mito sería negar el con-
fuerza expresiva, no tiene carácter histórico. No se tenido real de las narraciones de los orígenes y vaciar
trata en él de referir sucesos históricos reales, sino de el texto de un contenido que le es esencial. Hay que
exponer verdades que tienen validez en todas las épo- tener en cuenta además que "el hecho de que se trate
cas.14 Aquí radica la dificultad del problema que nos ocu- allí de una verdad de aplicación universal no impide
pa: admitido que Gen 2-3 es un relato de carácter etio- absolutamente encontrar una primera realización al prin-
lógico con elementos míticos, ¿puede decirse que es cipio de la humanidad. Todo lo contrario".17
pura y simplemente un mito etiológico? Se trata, por consiguiente, de una historia "sui ge-
Hasta hace pocos decenios solía calificarse la perí- neris" que transmite, bajo un ropaje mítico, un hecho
copa del paraíso o bien de mito etiológico (por ejemplo, real conocido a través de la reflexión sapiencial y de la
la escuela de Gunkel), o de relato histórico. Hoy día se inspiración divina.18
ha superado este planteamiento en términos de alterna- 16
Cf Suplemento al nuevo catecismo para adultos, 7; cf L.
tiva y suele admitirse que se trata de un texto de con- ALONSO-SC H OEKEL, Motivos sapienciales y de alianza en Gen 2-3, 311.
tenido real, pero "de tonalidad quasi-mítica".15 Es decir, 17
P. GRELOT, Réflexions sur le probléme du peché originel:
NRT 89(1967) 364. «Gen 2-3 forma parte de un conjunto (las na-
rraciones de los orígenes) cuya intención general es histórica. Cua-
14
lesquiera que sean las etapas redaccionales que se deban tener en
Acerca del mito se encuentra una buena información en cuenta para este texto, él pertenece a una síntesis de historia santa
J. HENNINGER, Le mythe en etnologie: DBS 30, 225-246; H . CA- que muestra cómo se realizó el designio de Dios en el devenir del
ZELLES, Le mythe et VAncien Testament: Ibid., 246-261; R. MARLE, mundo y de la humanidad», Ibid., 252; cf Ibid., 374, nota 50. «Dios
Le mythe et le Nouveau Testament: Ibid., 261-268; P. RICOEUR, se ha servido de él (el relato del paraíso) para comunicarnos, si no
Les mythes du commencement et de la fin, en Finitude et Culpabi- en sus detalles particulares, al menos en algunos hechos centrales,
lité, II. La symbolique du mal, especialmente 153-165.218-260; algo del trágico comienzo de la historia religiosa del género humano»
M. GUERRA, ¿La narración del pecado original, un mito etiológico y (Suplemento al nuevo catecismo para adultos, 7).
parenético?: Burgense 8(1967) 9-63; C. MIELGO, El pecado original 18
Cf A. M. DUBARLE, El pecado original en la Escritura, 54;
en el Antiguo Testamento: EstAgust 4(1969) 417-496. cf H. CAZELLES, Le mythe et VAncien Testament, 252.258; R. DE
15
L. ALONSO-SC H OEKEL, Motivos sapienciales y de alianza en VAUX, La Genése. Cerf, Paris 1951, 43, nota d.
Gen 2-3, 300-301.
45
44
4. Actualidad de la perícopa yavista. II. ANÁLISIS DE LA PERÍCOPA

Importa subrayar todavía otro aspecto de la perícopa


yavista: la actualidad de su mensaje. Estos primeros ca- Gen 2-3 es una perícopa extraordinariamente rica
pítulos del Génesis son reflexiones sobre el pasado para de contenido. Toca una serie de problemas teológicos y
iluminar el presente, pero son también auténticas pro- antropológicos: origen del hombre y de las cosas, el
fecías con una enseñanza simbólica válida para todos sexo y el amor humano, la libertad humana, el mal, la
los tiempos.19 muerte, etc. ¿Cómo presenta el pecado?
El relato del paraíso no es sólo "historia" del pasa- Veamos el marco teológico de la falta de Adán y
do; es "un mensaje de salvación, una ilustración exis- Eva y el proceso psicológico que condujo a la caída.
tencial de la situación del hombre caído de todos los Estos dos aspectos podrían estudiarse por separado, pero
tiempos.30 Quiere ser para nosotros una instrucción teo- preferimos hacerlo simultáneamente a fin de evitar
lógica y una admonición profética. El pecado allí des- repeticiones y dar una visión más global del fenómeno
crito fue el primero, el prototipo de todo pecado hu- del pecado.
mano. Lo que el yavista afirma de la primera caída es
aplicable, en sus rasgos esenciales, a todos los pecados
graves de hoy. Y la prueba de Adán y Eva se encuentra
a cada paso en nuestras vidas. 1. El hombre y su vocación
en el mundo
Aquí radica el interés del estudio de la perícopa
del paraíso. El análisis de aquella tentación y de aquella El yavista comienza su relato hablando del origen
caída nos dará la imagen de las tentaciones y de los pe- del hombre y de las cosas. Es lo que suele llamarse
cados de hoy. el segundo relato de la creación. Desde el punto de
vista cosmogónico, es muy diferente del primero; bajo
19
Cf Suplemento al nuevo catecismo para adultos, 7; cf P. el aspecto antropológico, lo completa. Está claro que
GRELOT, Sentido cristiano del Antiguo Testamento. DDB Bilbao 1967, Gen 2 desempeña dentro de la perícopa un papel
121-122.
20
A. LAEPPLE, El mensaje bíblico en nuestro tiempo, 1, 88; eminentemente funcional. Prepara el escenario en que
cf H. RENKENS, Creación, paraíso y pecado original, 137; J. SCHAR- se desarrollará el drama del primer pecado y presenta
BERT, Prolegomena eines Alttestamentlers sur Erbsündenlebre, 60.
«Probablemente al hagiógrafo le interesó más directamente el aspecto los personajes que tomarán parte en él. Este preámbulo
parenético del pecado original que el etiológico», M. GUERRA, La (Gen 2) es fundamental para comprender el verdadero
narración del pecado original, un mito etiológico y parenético, 59;
cf P. GRELOT, Réflexions sur le probléme du peché originel, 363-365. alcance del pecado.
46 47
La doctrina acerca del hombre concuerda con la más plenamente vivirá su relación de amistad con su
del texto sacerdotal. Las dos tradiciones afirman cate- creador y señor.
góricamente que el hombre no se dio a sí mismo la
existencia. Si existe, no es por propia iniciativa, sino Al crear al hombre, dice Guardini, Dios se ha cons-
por iniciativa de Dios. Su existencia es un don divino: tituido en su «tú», y lo es quiera o no quiera el hom-
todo su ser tiene el carácter de don. El hombre es don bre. El hombre es hombre en la misma medida en
de Dios. que, en conocimiento y obediencia, realiza la relación
«tú» con Dios. Si no lo hace, cesa de ser persona, por-
Su condición de criatura determina esencialmente que el hombre con su existencia entera, sobre la que
al hombre. Ser creado equivale a ser querido, a haber no tiene ningún poder, es respuesta a la llamada del
nacido del amor. Y Dios creó al hombre "a su imagen creador; si, no obstante, se pone con su voluntad en
' y semejanza" (Gen 1,26), es decir, lo creó para que contradicción con su propio ser, se convierte en un
fuera su socio en el mundo. Desde su creación, aparece monstruo, cuyo carácter definitivo está constituido por
como persona, como amigo y compañero del creador. la condenación.22
"Las cosas surgen por mandato de Dios; la persona,
por su llamada", dice R. Guardini.21 La amistad con Dios es la única atmósfera donde
Ser creado significa también ser para el creador, el hombre puede realizarse y ser él mismo.
haber nacido para amarlo y servirlo, para vivir en El hombre aparece en Gen 1-2 en familia, en su
diálogo constante con él. El hombre, nacido del amor bipolaridad sexual íntimamente unida. Y así, en fami-
de Dios, es un ser esencialmente referido a Dios. Su lia, es imagen de Dios. Tampoco está aislado de las
vida deberá ser siempre una respuesta al creador; su cosas. Especialmente en Gen 1, el hombre es culmen
existencia, una existencia dialogal-responsorial. El diálo-
go con Dios, en un servicio amoroso, es la tarea pri-
mordial del hombre, y cuanto más "adulto" sea éste, 22 R. GUARDINI, Mundo y persona, 213; cf E. Se H ILLEBEECKX,
Dios y el hombre. Sigúeme, Salamanca 1968, 246-272. «Por su na-
turaleza, la definición del hombre es vocacional, determinada por una
llamada divina» (Ibid., 250). «El hombre es de Dios hasta su sub-
21
R. GUARDINI, Mundo y persona. Guadarrama, Madrid 1963, suelo. Yo soy yo por esta dependencia de Dios; cuanto más sea
212. Aquí no tratamos el problema del origen del hombre desde el de Dios, más me convertiré en mí mismo, superando mi propio yo»
punto de vista biológico; también prescindimos de las discusiones (Ibid., 252-253). L. SCHEFFCZYK ha notado que la biblia no conoce
actuales acerca del proceso de «hominización». Las afirmaciones del el tema del hombre como un tema aparte; siempre lo ve referido
yavista se sitúan a un nivel religioso y son válidas aunque se admita a Dios; habla del hombre ante Dios; cf Él hombre moderno ante
la teoría evolucionista. Acerca de la problemática actual en torno al la imagen bíblica del hombre. Herder, Barcelona 1967, 37; cf. Th.
origen del hombre, véase J. FEINER, El origen del hombre, en KAMPMANN, El Antiguo Testamento hoy. Perspectivas kerigmáticas.
Mysterium salutis, II-II, 638-660. Verbo Divino, Estella 1965, 166-167.

48 49
de toda la creación y se ve que todas las cosas fueron bre consiste en esta relación de amistad con el creador.
creadas para él, "pensando en él".23. Alejándose de Dios, no aceptándolo, el hombre se de-
grada, pues "la criatura sin el creador desaparece".25
El mundo ha sido hablado por Dios en dirección hom-
bre. Todas las cosas son palabras de Dios dirigidas
a aquella criatura que, por esencia, está determinada 2. La vida "en el paraíso"
a hallarse en relación de tú con Dios. El hombre está
destinado a ser el oyente de la palabra-mundo. Y debe
también ser el que responde; por él todas las cosas "Tomó, pues, Yavé Dios al hombre y le dejó en
deben retornar a Dios en forma de respuesta.24 el jardín de Edén, para que lo cuidase y labrase" (Gen
2,15). Esta imagen del jardín delicioso, con aguas abun-
La vida humana tiene que ser un diálogo con el dantes y árboles maravillosos, entre otros, el "árbol de
creador en nombre propio y en nombre de todas las cria- la vida", está tomada de los relatos cosmogónicos de
turas. El hombre está llamado a ser el intermediario, oriente, de los que el yavista se sirve como medios de
algo así como el sacerdote, entre el mundo y Dios. expresión de sus ideas teológicas.
Es importante notar que, según los relatos de la En su forma actual, no obstante, este relato del
creación, la vida en diálogo con el creador se desarrolla paraíso es creación yavista. Subraya el traslado del
en el mundo, en contacto con las cosas, e incluye el hombre al jardín y las condiciones óptimas de vida que
dominio y el uso de las criaturas. El diálogo con Dios allí encuentra. Dicho traslado parece significar en la men-
debe prolongarse en el diálogo con los hombres y te del autor sagrado la vocación del hombre a la vida
con las cosas. El servicio al mundo es un aspecto del en amistad con Dios y todo el orden paradisíaco quiere
servicio al creador. ser expresión de la relación existencial de compañerismo
entre Dios y el hombre.
Que el hombre domine el mundo y acreciente su
poder sobre la naturaleza no se opone al designio de La escena del Dios "que se paseaba por el jardín
Dios, sino que forma parte de su vocación. Es ilógico, a la hora de la brisa" y del hombre que "se escondía
por tanto, que el hombre vea en Dios un contrincante, entre los árboles" y el diálogo de los dos (3, 8, 9) es
alguien que se opone a su medro y que lo aliena. Más una expresión sorprendente de las relaciones entre Dios
bien es todo lo contrario: la mayor dignidad del hom-
25
Cf GS 36. Acerca del diálogo con el mundo, como parte
integrante del diálogo con Dios, véanse E. SCHILLEBEECKX, Dios
23
CON. VATICANO II, Const. Gaudium et spes, 39. y el hombre, 261-269; P. GRELOT, Sentido cristiano del Antiguo
31 Testamento, 116.
R. GUARDINI, Mundo y persona, 213-214.

50 51
y el hombre, de su proximidad y de la vida dialogal para inocentes.w La amistad con Dios se prolongaba en paz
la que Dios creó a los humanos. El yavista quiere sin y armonía perfecta entre los hombres. Más adelante ve-
duda destacar la felicidad del hombre en la amistad remos que el pecado produce efectos contrarios.
con Dios, en su proximidad, para subrayar el contras-
te entre este estado y la situación del hombre caído que
nostros experimentamos actualmente. El paraíso, en una 3. El precepto, elemento soteriológico
palabra, es la imagen del destino que Dios había seña-
lado al hombre. Significa que el estado actual de la Se ha dicho ya que en el relato del primer pecado
humanidad no es normal. "Al principio era de otra se nota el influjo de la teología de la alianza. En efecto,
forma, y al fin de los tiempos lo volverá a ser otra Gen 2-3 reproduce fundamentalmente el esquema de
vez".26 Se nota el esfuerzo del autor por destacar las esta teología tal como se encuentra en el Éxodo y en
circunstancias paradisíacas. Así subraya una convicción el Deuteronomio.38 Lo que allí se dice de Israel se aplica
profundamente arraigada en Israel: la relación íntima aquí a los primeros padres, con las mismas palabras
entre amistad con Dios y felicidad humana. fundamentales.
El hagiógrafo termina su descripción de la vida De Israel se dice:
encantadora de los primeros padres con una frase muy
significativa: "Estaban ambos desnudos, el hombre y la A vosotros os tomó (laqah) Yavé y os sacó del crisol
mujer, pero no se avergonzaban uno del otro" (2, 25). de hierro de Egipto... (Dt 4, 20).
Con esta afirmación parece querer describir brevemente
la condición del hombre antes del pecado: "una situación Hasta que Yavé haga descansar (Hinnih) a vuestros
de confianza y de estima recíprocas más bien que la hermanos, como vosotros, y ellos hayan tomado po-
ausencia de tendencias sexuales desordenadas"; esas sesión de la tierra que Yavé vuestro Dios les ha dado
al otro lado del Jordán (Dt 3, 20).
palabras expresan, sencillamente, la idea de que eran

26
De los primeros padres se afirma:
Th. KAMPMANN, El Antiguo Testamento hoy, 171. Véase
todo el capítulo 10, 171-190, donde el autor transcribe los principales
textos bíblicos en que se habla del paraíso del principio de la
historia humana y de los últimos tiempos. El paraíso, «en la forma 27
A. M. DUBARLE, El pecado original en la Escritura. «Ellos
material en que lo describe la biblia, no ha sido nunca realidad... sabían muy bien —escribe K O C H — que estaban desnudos, pero no
es un mundo imposible... El relato sirve sólo para ilustrar lo que experimentaban ninguna vergüenza, pues los cubría el vestido de
pasó entre Dios y el hombre y lo que, como consecuencia de ello, la inocencia» {Erlósungstheologie Génesis 1-11, 52).
perdura todavía» (H. RENKENS, Creación, paraíso y pecado original, 38
Cf A. ALONSO-SC H OEKEL, Motivos sapienciales y de alianza
161-162). 305-309.
52 53
Tomó (laqah), pues, Yavé Dios al hombre y le dejó nuciosa de cada uno de los elementos del texto. Lo
(hinni) en el jardín de Edén, para que lo labrase y que importa es la idea central. El significado concreto
cuidase (Gen 2, 15). de cada uno de los ingredientes se descubrirá mejor
En la teología de la alianza, después de la elección considerando el conjunto de la perícopa.
y la liberación de Egipto, cuando el pueblo va camino
El árbol de la ciencia del bien y del mal "parece
de la tierra prometida, Dios da su ley a los israelitas
ser una creación del yavista, porque hasta el presente
(Ex 20-24). Ley que será garantía externa de fidelidad
no se le conoce ningún paralelo en las literaturas orien-
a la alianza, por parte del pueblo. También aquí se dice
tales".29 ¿En qué consiste la ciencia del bien y del mal?
que Yavé, después de haber establecido al hombre en
Se discute desde hace mucho tiempo. Dado que el co-
el paraíso, le impuso este mandamiento:
nocimiento para la mentalidad hebrea es más diná-
* De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas mico que intelectual y conocer algo es poseer poder
del árbol de la ciencia del bien y del mal no come- sobre ello, de Vaux, con la mayor parte de los exé-
rás, porque el día que comieres de él, morirás sin getas actuales, piensa que la ciencia del bien y del mal es
remedio (2, 16-17).
En ambos casos, después del don, viene la exigen- la facultad de decidir uno por sí mismo lo que es bien
cia, el precepto. El mandamiento de Dios a Adán se y mal y de obrar en consecuencia, una reivindicación
compone de dos elementos: don (comer de todos los de autonomía moral por la que el hombre niega su
árboles) y exigencias (pero no del árbol de la ciencia estado de criatura e invierte el orden establecido por
del bien y del mal. Que el autor hable aquí de un Dios.30
precepto real y grave no puede ponerse en duda. Se ve
por la forma solemne de promulgación (2,16), por la Según esta interpretación, los primeros padres ha-
gravedad de la sanción que será inevitable (2,17), y por brían pretendido poseer un poder total sobre sus actos
los otros castigos que siguieran al pecado (3,16-24). y ser dueños únicos de su destino, ocupando el lugar de
Además, los dos verbos hebreos usados por el hagió- Dios y sin depender del creador.
grafo: sivah (hiphil de savah) (2,16) y amar (3,1) sig- Según L. Ligier, este precepto expresa las condicio-
nifican mandar con verdadero precepto. ¿Cómo in- nes en las cuales el hombre podría conservar su situa-
terpretar dicho precepto?
39
El hecho de que el relato haya sido elaborado R. K O C H , Erlósungstheologie Génesis 1-11, 55; cf L. LIGIER,
Peché d'Adam et peché du monde, 1. Aubier, París 1960, 176.
siguiendo el esquema tradicional de la teología de la 30
R. DE VAUX, La Genése, 45, a; c£ E. JACOB, Teología del
alianza desaconseja una interpretación demasiado mi- Antiguo Testamento. Marova, Madrid 1969, 266; S. LYONNET, Pe-
cado: VTB 587.
54
55
pecado, como un ser que debe vivir en obediencia libre
ción privilegiada, "Humildad de la obediencia... y hu- y voluntaria al creador.
mildad de la fe ante un futuro del que Dios se reserva
La perícopa muestra también que los mandamientos
el secreto".31 El yavista parece, efectivamente, servirse
de Dios no son limitaciones y trabas alienantes de los
del precepto para expresar la naturaleza del hombre.
hombres. Son caminos de vida dictados por el amor de
Este no es Dios; es inferior a él y le debe obediencia.
Dios, indispensables para que el hombre sea él mismo
El precepto aparece aquí como inherente al ser mismo
y se autorrealice. La importancia pedagógica de estas
del hombre; como expresión de su finitud, de su fali-
afirmaciones es evidente.
bilidad y, al mismo tiempo, como exigido por su con-
dición de criatura. "El precepto es un acto de Dios para
el bien del hombre; por consiguiente, forma parte de
4. La tentación y la caída.
la soteriología".32
El lugar donde se sitúa el precepto divino es muy El autor sagrado describe el estado original de los
importante desde el punto de vista teológico y psicoló- primeros hombres como una vida feliz, a pesar del man-
gico. Dios crea al hombre, le da su amistad y en seguida damiento divino. Pero inmediatamente después de ha-
le enseña las condiciones para conservar esa amistad y ber constatado que eran inocentes (2, 25), hace entrar
el estado de felicidad que a ella va unido. Después del en escena un nuevo personaje: la serpiente. Ella será
don, vienen las condiciones que garantizan la conserva- perturbadora de esta vida dichosa, al incitar a los hom-
ción del mismo, es decir, vienen las exigencias. Estas, bres a rebelarse contra Dios.
sin embargo, sólo tienen sentido en función del don, y La serpiente era considerada en oriente como un
hay que interpretarlas y aceptarlas en función del mismo. animal con poder mágico. Y, en efecto, su nombre más
Hay que insistir en que las exigencias divinas no corriente en el Antiguo Testamento es nahas, que, como
son arbitrarias. No provienen de un capricho de Dios, verbo, significa practicar la magia. Según nuestro texto,
ni son un test con el que Dios pone a prueba al hom- el pecado del hombre en el paraíso consistió en la pre-
bre. Son más bien las expresiones de amor de Dios que sunción de adquirir la ciencia sobrehumana que le haría
le impulsa a crear al hombre como un ser libre. Este apa- semejante a los elohim. Ahora bien, la magia (que
rece ya desde su creación, e independientemente del también se practicaba en Israel; cf Ex 22, 17; Lev 19,
31; 20, 6, 27) y la religión naturalista

31
L. LIGIER, Peché d'Adam et peché du monde, 1, 192. veneraban la serpiente como un animal que podía ele-
32
3
L. KOEHLER, Theologie des Alten Testaments. Mohr, Tü- var al hombre a esta ciencia y a esta sabiduría sobre-
bingen 1953, 158.
57
56
humanas; por eso el autor escogió la serpiente en su La pontificia comisión bíblica dice que la tentación
presentación dramática de la caída del hombre y le
fue obra del diablo, "por persuasión del diablo, bajo
atribuyó un papel tan importante.33
especie de serpiente". El Vaticano II usa la expresión
"por instigación del demonio".36 Los exegetas se pregun-
Este animal se convierte en el relato del paraíso
tan si se trataba de un símbolo del diablo, de una
en la misma personificación del mal; y el hecho de que
verdadera serpiente o de una serpiente fantástica.37
el yavista la presente como animal maldito por Dios y
enemigo del hombre (3, 14-15) deja entrever una in- El proceso psicológico de la tentación está mara-
tención antiidolátrica. Esto sería una reprobación de villosamente descrito en el texto bíblico.38 Consta ésta
la magia, tan extendida en el antiguo oriente, y consi- de dos momentos: comienza (v. 1) deformando la pri-
derada por la biblia como un mal mortal (cf Dt 30, mera parte del mandamiento divino, es decir, lo posi-
15-20). tivo del mismo ("de cualquier árbol del jardín puedes
De Vaux afirma que aquí la serpiente "sirve de comer", v. 2,16); así aparece la prohibición divina como
máscara a un ser hostil a Dios y envidioso del hombre, arbitraria.
que la Sabiduría (2,24), el Nuevo Testamento (Jn 8,
En el segundo momento (v. 5), el tentador deforma
44; Apoc 12, 9; 20, 2) y toda la tradición cristiana
la idea del Dios creador y amigo del hombre. Lo pre-
han llamado el adversario, el diablo".31 La misma idea
aparece sobreentendida en otros pasajes de la Escritura senta como un dios celoso, enemigo, que engaña a los
(cf Le 10,19; Rom 16,20). Pero como nota L. Ligier, humanos limitándolos fraudulentamente en sus posibi-
lidades ("Es que Dios sabe muy bien que el día en que
indudablemente el antiguo autor no tenía un concep- comiereis de él —árbol— se os abrirán los ojos y
to tan claro como el Nuevo Testamento o incluso los seréis como dioses, conocedores del bien y del mal").
libros de Job y de las Crónicas (1 Cro 21, 1) de un Estas palabras hacen entrar en juego el orgullo humano,
tentador, enemigo de Dios y de ios hombres.35 el deseo de medrar, y preparan el terreno para la trans-
gresión.
38
J. T. NELLYS, Serpent, en Dictionnaire Encyclopédique de
la Bible. Brepols, Turnhout 1960, 1727-1728; cf M. GUERRA, Ave- 36
riguaciones en torno a la naturaleza y transmisión del pecado ori- D. 2123; GS 13.
37
ginal. La serpiente, epifanía y encarnación de la suprema divinidad Cf L. ARNALDICH, El origen del mundo y del hombre
ctónica: la Madre Telus: Burgcnse 6(1965) 10-70. según la biblia. Rialp, Madrid 1957, 211-218.
34 38
R. DE VAUX, La Genése, 46.b; cf E. JACOB, Teología del Véase el excelente análisis que hace de este texto J. GUITTON
Antiguo Testamento, 265. en_su libro Le développement des idees de l'Ancien Testament.
35
L. LIGIER, Peché d'Adam et peché du monde, 1, 62. Aubier; Paris 1947, 101-130.
58 59
dente o al que queremos instaurar en nosotros. Es el
El diálogo con la mujer es una seducción perfecta- atractivo del instante, contra nuestro deseo de ser ver-
mente lograda. Si Dios no es auténtico, sino embustero daderamente nosotros mismos. Somos invitados a
y celoso, su precepto no tiene valor alguno. Es más abandonarnos a la posibilidad de ser otros, extraños.
bien un atentado contra el hombre. Esta premisa psico- Nuestro Satán, el ser del discontinuo, el ser que quie-
lógica, unida al deseo de crecer, de hacerse autónomos, re negarnos, el ser de todas las traiciones, está en no-
arrastra a los primeros padres a la violación del mandato sotros y nos incita a dejar de ser nosotros mismos en
divino. cada instante.40
En el umbral del primer pecado —cosa que funda-
El mismo texto bíblico distingue en la falta original
mentalmente sucede en todo pecado— se encuentra
dos elementos: uno exterior: la acción de comer el
una deformación de la imagen de Dios y del hombre.
fruto prohibido, o sea, la desobediencia; y el otro inte-
La tentación es siempre un engaño. Nos impulsa a
dejar de lado a Dios, o a verlo como un padre mediocre rior, que es la causa del primero: el orgullo. Querían
que condena a su hijo a ser un perpetuo menor de edad hacerse "como seres divinos", querían autoglorificarse.
porque teme que le haga sombra. El dios que describe La transgresión es presentada como exteriorización de
el tentador no es el creador, amigo de los hombres. un pecado interior: la aspiración desmesurada de la
criatura humana, que incluye la tergiversación del orden
Es más bien el dios que establecido por Dios. En Gen 3, se ve que el pecado
precede ya a la transgresión de la ley, pero se manifiesta
ya ha sido metido en un código, que es el inquisidor, en ella.
del que ya no se tiene fuerza de analizar la verdadera
naturaleza y del que uno deberá librarse, si quiere El yavista presenta la caída como proveniente del
vivir personalmente; porque bajo su mirada no se pue- corazón humano, del centro de la persona. Sólo allí
de ser más que culpable.39 donde interviene una decisión de la persona, puede
hallarse verdaderamente el pecado. Según él, el pecado
La tentación impulsa también, en nombre de un es fundamentalmente un conflicto interpersonal. Aun
bien falaz, a renunciar a nosotros mismos en profun- cuando aparezca a primera vista como simple transgre-
didad, a auto traicionarnos, a sernos infieles. sión de la ley divina, esto es sólo la forma externa.
La tentación es la invitación a ceder ante ua deseo Detrás de la ley se perfila la persona del legislador y
que no corresponde a nuestro destino de vida prece- es contra ésta contra quien se dirige el pecado.
39
M. ADAM, Le sentiment du peché. Etude de psychologie. 40
Centurión, París 1967, 214. M. ADAM, Le sentiment du peché, 49.

60 61
En la perícopa aparecen Adán y Eva como seres
como promesa y no es más que pura ilusión y mentira.
conscientes que, deliberada y libremente, se oponen a
Dios y le desobedecieron, abriendo así la puerta de la Los primeros humanos vieron que todo había cam-
historia al pecado. Ese se presenta en el mundo después biado en torno a ellos, pero, ante todo, se dieron cuenta
de la creación, sucede a la inocencia, y son los represen- de que ellos mismos eran diferentes. El hagiógrafo su-
tantes de todos los humanos quienes le dan cabida en braya, ya antes de que se entable el diálogo con Dios,
la obra de Dios, que era buena. Y aquí está, precisa- el cambio operado en ellos: "se dieron cuenta de que
mente, la tesis fundamental del yavista. Así queda eli- estaban desnudos" (3,7). Antes de la desobediencia,
minada la afirmación de que el pecado original es una estaban desnudos, "pero no se avergonzaban uno del
traducción simbólica de una imperfección natural del otro" (2,25). Después del pecado, en cambio, sentían
vergüenza. Por eso "cosiendo hojas de higuera se hi-
hombre todavía metido en la animalidad, pero progresi-
cieron unos ceñidores" (3,7). ¿Qué quiere significar el
vamente librado de esta imperfección por la gracia
yavista con este contraste y esta vergüenza que sigue
divina."
a la caída?
De Vaux ve aquí el despertar de la concupiscencia,
5. El desenlace del drama del pecado "primera manifestación, dice él, del desorden que el
pecado introduce en la armonía de la creación". Según
Efectivamente, después de la caída, se abrieron los Dubarle, esa frase no es una referencia directa ni ex-
ojos de Adán y Eva. Entonces vieron lo que es verda- clusiva a la sexualidad; más bien, esa vergüenza
deramente el pecado. Experimentaron en todo su rigor
la ambivalencia psicológica del mismo: se presenta marca el principio de una era en la que el hombre,
separado de Dios, está separado también de sus se-
mejantes y dividido en sí mismo. La observación del
41
Esta es fundamentalmente la tesis de L. ROBBERECHTS, en relato muestra una ambigüedad y una dificultad que
su libro Le mythe d'Adam et le peché originel. Univetsitaires,
Paris 1967; según este autor, el pecado no sería nada en sí, sino invade toda la vida humana de relación.*2
«el resultado de una comparación, de un juicio de valor en el que
un estado de cosas se confronta con un ideal que le condena» (77).
Sería simplemente la afirmación de la imperfección humana. El La aparición del pudor es la expresión del "estado
relato del paraíso no tiene, según él, ninguna «pretensión histórica de lucha interior que caracteriza la condición humana
o etiológica, sino puramente edificante» (37-38). P. RICOEUR señala
muy bien la diferencia esencial entre culpabilidad bíblica y culpabi- actual y que se manifiesta en muchos otros dominios
lidad trágica. Esta parece identificarse con la finitud; aquélla es
distinta de ella. Sucede a la creación y a la inocencia; Culpabilité 42
R. DE VAUX, La Genése, 44.a; cf A. M. DUBARLE, El pecado
tragique et culpabilité biblique: RHPhR (1953) 285-307; véase la original en la Escritura.
traducción y síntesis: SelTeol 29(1969) 28-33.
63
62
distintos de éste de la vida sexual".43 R. Koch afirma como auto-infidelidad, y auto-traición; como locura y
también que la desnudez vergonzosa es señal del desho- auto-alienación. Iban en busca de la libertad, de la auto-
nor, de la impotencia, del abandono y del desamparo glorificación; querían hacerse poderosos frente a Dios y
que el hombre experimentaba después de haber perdido vinieron a ser míseros esclavos de sí mismos, de su
la amistad de Dios, la confianza y la estima recíproca egoísmo.
de sus semejantes, y el señorío sobre sus malas ten-
El hombre deja que el mal penetre en su interior
dencias.'14
y ese mal hará de él un esclavo y no le dejará en paz.
Detrás de esta vergüenza de Adán y Eva a causa El interior del pecador viene a ser un escenario de
de su desnudez, el yavista ve todo el drama del peca- desorden, de lucha entre el mal y el bien. Al ritmo de las
do. Este trastorna toda la vida humana, se deja sentir generaciones, el mal irá extendiéndose a todos los hom-
en el interior del hombre, en sus relaciones con Dios, bres, hasta ejercer un dominio universal (Gen 4-11;
con sus semejantes y con toda la creación. Rom 1-5). No cesará jamás, ni siquiera después del
bautismo en la pascua de Cristo, de ser un peligro para
el hombre, incitándolo a separarse de Dios, a no ser
a) El pecado crea un conflicto lo que debe ser. San Pablo describirá el estado de ten-
en el hombre sión entre el mal y el bien en que viven incluso los
creyentes (cf Rom 7; Ga 5, 16-25). De aquí nace el
Después de la caída, Adán y Eva experimentan el carácter dramático de la vida cristiana, reflejado en
pecado en su verdadera naturaleza: como ilusión y men- todo el Nuevo Testamento. Pero los efectos del pecado
tira; como algo absolutamente opuesto a su ser. Cons- no se hacen sentir tan sólo en el interior del hombre.
tatan que el pecado los desfigura, que no debería tener
lugar en sus vidas; que es indigno de ellos. Por eso
mismo se avergüenzan. El pecado aparece a sus ojos b) El pecado separa al hombre de Dios
13
A. M. DUBARLE, Los sabios de Israel. Escelicer, Madrid 1958. En Gen 2-3 se ve que el pecado es un conflicto
14
R. K O C H , Erlosungstheologie Génesis 1-11, 71-72; G. VELLA
opina que la desnudez es signo de desprecio. Así se interpretaba en interpersonal entre el hombre y su creador, y cambia
oriente y en la misma Escritura (cf Is 47,3; 20,4; Os 2,2-7; Ez 16, por completo sus relaciones anteriores. Antes de la
3-13.16.37.39; 23,10-29; 2 Sam 6,20). El autor nota con esta expre-
sión que Adán y Eva habían perdido su dignidad y se habían hecho caída, el hombre vive en amistad con Dios, en proxi-
despreciables; se dieron cuenta de su fracaso y reconocieron su error; midad y diálogo con él. Después del pecado, teme a
II capitolo III de la Genesi e il peccato origínale, 81; H . RENKENS,
Creación, paraíso y pecado original, 268. Dios y se esconde y huye del creador. La oposición

64 65
entre esta imagen del hombre pecador que rehuye el en la imagen de la vergüenza que experimentan los
diálogo con su creador, después de haberle desobedeci- primeros padres después de la caída. Esta hace desa-
do, y la imagen original del hombre salido de las manos parecer la armonía, la confianza y la estima recíprocas
de Dios es patente. Y la iniciativa en esa ruptura de entre el hombre y la mujer. La vida se complica; pasa
amistad corresponde al hombre. a ser lucha y tensión. El vestido es al mismo tiempo
una expresión del nuevo sistema de vida y una ayuda
Los castigos descritos por el yavista {Gen 3, 14-19)
para el mismo, pues "resume todos los disimulos que
no son más que imágenes. El los saca de su propia ex-
hacen a la vida social posible y no solamente las pre-
periencia, pues no conocía las condiciones de vida de
cauciones tomadas para evitar las excitaciones sexua-
los primeros hombres antes del pecado. Le sirven para les".46
expresar el gran castigo del pecado: la separación de
Dios. La sentencia es sólo un medio literario para des- El yavista hace ver que el pecado origina trastorno
cribir esta situación actual, en abierto contraste con la en el amor del hogar. Después de la falta, los primeros
vida del paraíso en amistad con el creador y en la feli- padres se acusan mutuamente (Gen 3,12); están expues-
cidad.15 De esta forma, el hagiógrafo daba un sentido tos a un desacuerdo constante, a causa del egoísmo pa-
a las miserias humanas: el trabajo costoso, el dolor, sional y autoritario (Gen 3,16). El cambio introducido
la muerte, haciéndolos remontar hasta una maldición en las relaciones familiares no es la imposición de una
de la humanidad a causa de un primer pecado. nueva relación hombre-mujer, sino la irrupción del egoís-
mo que trastorna la dependencia inicial (Gen 2, 18).
Esta obra de división y de lucha entre los hombres
c) El pecado divide a la provocada por el pecado aparece todavía más clara-
comunidad humana mente en los capítulos siguientes de la historia de los
orígenes (Gen 4-11) y encuentra su confirmación a lo
largo de toda la biblia.
El pecado trastorna también las relaciones entre el
hombre y sus semejantes. Este cambio está expresado También los padres afirman que el pecado de Adán
fue principio de división en la familia humana. Lo
45
Cf H. RENKENS, Creación, paraíso y pecado original, 277-281. ven como separación y fragmentación de la que antes
284. «Si se toma el relato del paraíso como imagen y expresión de la
vida de amistad con Dios, debe también tomarse la descripción de los constituía todo. "Ubi peccata, íbi multitudo", dice Orí-
castigos como signo de la ruptura de esas relaciones». R. KOCH,
Erlósungstheologie Génesis 1-11, 74; cf A. LAEPPLE, El mensaje
bíblico en nuestro tiempo, 1, 173-174; H. HAAG, El pecado original 16
en la biblia y en la doctrina de la Iglesia, 106-107. A. M. DOTARLE, El pecado original en la Escritura, 69.

66 67
genes; y Máximo el confesor afirma que, por el pecado, precisiones notables respecto a la perfección primiti-
"la naturaleza única fue rota en mil pedazos".17 va".48 Con todo, no puede dudarse de que el yavista
quiere señalar un cambio de relaciones entre el hombre
Cristo, en cambio, el que quita el pecado del mun-
y las demás criaturas, a consecuencia del pecado. Por
do (Jn 1, 29), une en la paz a todos los hombres:
otra parte, es lógico pensar que el trastorno de las re-
laciones con Dios y con sus semejantes debió hacerse
Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos
hizo uno, derribando el muro que los separaba, la sentir también en este sector de la vida humana.
enemistad; anulando en su carne la ley de los man- El texto dice expresamente que Dios maldijo la
damientos con sus preceptos, para crear en sí mismo, tierra por causa del hombre (3,17), y describe la ten-
de los dos, uno sólo hombre nuevo, haciendo la paz, sión y la lucha que, después del pecado, surgen entre
y reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,
por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la el hombre y la naturaleza (3,17-19). Esta que, antes de
enemistad (Ef 2, 14-16; cf Jn 10, 16; 11, 52). la caída, era un don de Dios para guardarlo y cultivarlo,
se muestra ahora hostil al hombre. San Pablo afirmará
las consecuencias del pecado en la creación, al decir
que fue sometida a la vanidad y que gime y sufre dolo-
d) El pecado perturba las relaciones del hombre
res de parto, esperando ser liberada de la servidumbre
con la naturaleza
de la corrupción para participar en la gloriosa libertad
de los hijos de Dios (cf Rom 8, 20-22).
En realidad, se ignoran las condiciones de vida de
los primeros hombres antes del pecado. Por consiguien- Si el mundo material fue creado "en dirección al
te, es "conforme al espíritu del Génesis abstenerse de hombre", debía también él, de alguna manera, sufrir
las consecuencias del pecado. Aunque las condiciones
47
«Ubi peccata sunt, ibi est multitudo, ibi schismata, ibi haere- de vida permanecieran idénticas, el hombre, una vez
ses, ibi dissensiones. Ubi autem virtus, ibi singularitas, ibi unió, ex cambiado en sí mismo y en sus relaciones con Dios, ne-
quo omnium credentium erat cor unum et anima una», ORÍGENES,
In Ezech., hom. 9, n. 1; MAX. CONFESOR, Quaestiones ad Thalassium, cesariamente tendría que ver la creación y su vida
q.2: P G 90, 272. Acerca de la doctrina de los padres sobre la di-
mensión social del pecado y de la redención, véase H. DE LUBAC,
Catolicismo. Aspectos sociales del dogma. Estela, Barcelona 1963, tercera potencia: el pecado. La representación medieval del pecado
19-30. original nos ofrece un simbolismo más tardío: en medio, el árbol,
«En la comunidad inalterada, dice D. B O N H O E F F E R , a propósito en el que está arrollada la serpiente; a ambos lados, el hombre y la
de Gen 3, se ha abierto una brecha. Al mismo tiempo que se pierde mujer, separados por el árbol del que han comido en su desobedien-
la comunidad inmediata con Dios, se pierde también por su misma cia» (Sociología de la Iglesia. Sanctorum communio. Sigúeme, Sa-
esencia la comunidad social inmediata. Entre Dios y el hombre, lo lamanca 1969, 45).
18
mismo que entre un hombre y otro hombre, se ha introducido una A. M. DUBARLE, El pecado original en la Escritura, 65.

68 69
personal con ojos diferentes. La ausencia de la amistad presentarlas como dependientes de la culpa humana. Y
de Dios hacía que experimentase como penas aflictivas demuestra la enorme desgracia que es el pecado en la
las limitaciones y las dificultades que había conocido vida de los hombres y cómo perturba el plan original
y sufrido desde su creación. de Dios sobre su creación.
Lo importante, pues, no es el cambio ocurrido en
la naturaleza —que sigue siendo la misma—, sino la
transformación que tuvo lugar en el interior del hom- e) El pecado y la muerte
bre. Ahí es donde nacieron ahora los cardos y las es-
pinas, no en la tierra. La sentencia contra los primeros padres debe inter-
pretarse simbólicamente, lo mismo que todo el relato
Santo Tomás de Aquino dice ya que no delata sana del paraíso. Y en esta perspectiva hay que explicar tam-
razón el pensar que las fieras salvajes hubieran sido bién lo que el autor sagrado presenta como síntesis de
mansas en otro tiempo. Nada nos obliga a tener que todas las miserias y penas que siguieron al pecado: la
admitir un estado diferente en la creación antes del muerte. Pero, ¿piensa de verdad el autor que la muerte
pecado del hombre. Cardos y espinas pueden haber viene del pecado?, ¿cree que el hombre no era mortal
existido siempre. Lo que, no obstante, sigue siendo antes de la caída?, ¿qué significa la muerte en la perí-
verdad es que el pecado introduce el mal también copa?
en el mundo que nos rodea. Donde reina la pereza,
crecen cardos en el campo y se rompen los diques. La muerte en este texto tiene un carácter paradó-
Donde domina el odio, las ciudades acaban siendo jico. Aparece por una parte como pena anunciada con
reducidas a escombros. Y lo que aún es más grave: anterioridad y merecida; y, por otra parte, es admitido
una humanidad culpable siente el mundo como una
carga pesada; quien está lesionado interiormente lo como cosa natural que quien ha salido de la tierra
ve todo más negro. Los cardos están en el corazón vuelva a la tierra. Según el yavista, la muerte es al
del hombre mismo. Fijémonos, ahí es donde empieza mismo tiempo consecuencia natural de la constitución
a enseñarnos algo la descripción de la pérdida del del hombre y efecto de un castigo de Dios.50
' 49

paraíso. 50
Cf A. M. DUBARLE, El pecado original en la Escritura, 73;
cf VAN IMSCHOOT, Teología del Antiguo Testamento. Fax, Ma-
En la descripción de "los castigos", el autor armo- drid 1969, 678-679; L. LIGIER, Peché d'Adam et peché du monde, 1,
niza las miserias actuales con la bondad del creador, al 202, nota 139; DE VAUX, La Genése, 44 c. En el Antiguo Testa-
mento hay una serie de textos que presentan la muerte como algo
natural y al mismo tiempo como castigo del hombre que quiere
49
Suplemento al nuevo catecismo para adultos, 10. «subir al monte de Dios», «ser como Dios», «ser semejante al altí-
simo» (Is 14; Ez 28; 31; Job 15, 20-35; Sal 82), o que no tiene
70
71
Si examinamos la perícopa, partiendo del presupues- f) La última palabra: el protoevangelio
to de que el autor quiere dar una explicación de las mi-
serias de la humanidad actual, parece que el yavista "Sí no nos equivocamos —escribe H. Renkens—,
ve la muerte ante todo como expresión de la lejanía de la descripción del paraíso en el Génesis quiere afirmar
Dios. La amistad con el creador era la fuente de la fe- que hay esperanza para el hombre pecador y desgracia-
licidad y de la vida. La separación de Dios y la expul- do: su estado no responde al plan de Dios".52 El autor
sión del paraíso son ya en sí mismos pérdida de dichos conocía, en efecto, la experiencia histórica de Israel y
dones. elabora su relato a partir de ella. Ahora bien, en el es-
quema de la historia de la salvación existe siempre un
Aun conociendo que el hombre era constitutivamen-
último elemento positivo, una esperanza: "La desgra-
te mortal, el yavista podía muy bien admitir que, vi-
cia no es nunca la última palabra de Yavé".63
viendo cerca del creador, en diálogo con él, el hombre
habría experimentado la muerte-transformación, pero Si todo el relato quiere dar una explicación de la
no esta muerte dolorosa y angustiosa que sufre ahora. situación actual del hombre, pero una explicación inspi-
Esto es perfectamente compatible con la afirmación pau- rada en la fe de Israel, no podía detenerse en el punto
lina de que la muerte es salario del pecado (Rom 6,23), muerto, sin expresar la esperanza de salvación del pue-
y con la enseñanza de la Iglesia acerca del don de la blo escogido. El protoevangelio es la formulación de
inmortalidad ofrecido a nuestros primeros padres.51 esta esperanza y de esta fe. Después de la exclusión
del paraíso, el camino del árbol de la vida estaba obs-
fe en Dios (2 Re 1, 1-18). El fin de estos hombres es siempre el
truido para los humanos, mas no el sendero que lleva
mismo: la muerte, la destrucción, a causa de su ambición desmedida. a Dios. Y es el mismo Dios el que sale al encuentro del
Este fracaso es precisamente lo que el yavista ve en la muerte-castigo
de Adán y Eva. Sobre este tema, véase L. LIGIER, Peché d'Adam et
peché du monde, 1, 201-210. La muerte como fin del hombre que
se separa de Dios es la expresión más rica de la naturaleza del 152-153. Según M. Schmaus, el yavista al afirmar que la muerte ts
pecado. juicio de Dios quiere decir «que los primeros hombres, como con-
51 secuencia de su pecado, perdieron la capacidad de integrar la
Como dice A. CHAZELLE, «lo que el yavista quiere decidi-
muerte —perteneciente a la naturaleza humana— en su existencia
damente resaltar en Gen 2-3 es que la muerte, como experiencia
personal, realizándola en un clima de plena obediencia a Dios y de
humana cargada de sufrimientos, de angustia y de miseria, es el
un amor perfecto a él, aceptándola como una disposición divina y
fruto del pecado, la consecuencia de la ruptura de la amistad con
reconociendo así a Dios como el Señor» (Credo de la Iglesia Católica.
Dios». Mortalité ou immortalité du premier homme?: N R T 89(1967)
Cristiandad, Madrid 1971, I I , 775; cf H . HAAG, El pecado original
1066-1067. Sin el pecado, la muerte sería «no ruptura, sino término,
en la biblia y en la doctrina de la Iglesia, 39.45.51; DOMICIANO FER-
cumplimiento de un destino movido por el amor generoso de Dios
NÁNDEZ, Alcance teológico del decreto de Trento sobre el pecado
y llevado por él con el consentimiento gozoso y agradecido del
original: I1C1 63(1970) 335-342.
hombre» (Ibid., 1067). Esta es la opinión de teólogos como H. Volk, 53
L. Scheffczyk, J. Feiner, H . Haag, etc.; cf H. VOLK, Muerte, en H. RENKENS, Creación, paraíso y pecado original, 281.
53
Conceptos fundamentales de teología. Cristiandad, Madrid 1967, 3, H. RENKENS, Creación, paraíso y pecado original, 284-285;
cf R. K O C H , Erlósungstheologie Génesis 1-11, 77.
72
73
hombre pecador; es él quien da el primer paso hacia III. SÍNTESIS DEL RELATO
la reconciliación.
El pecado había sido fruto de la iniciativa humana.
Pero Dios no abandona a su criatura. Gen 2-3 no es una exposición sistemática y com-
pleta de la teología del pecado. Sin embargo, la perícopa
yavista es sumamente importante desde el punto de
El rasgo delicado de que Yavé Elohim enseña al
vista teológico y psicológico. Cierto que se refiere al
hombre cómo ha de vestirse muestra ya que no in-
terviene sólo para castigar. El toma sus medidas y pecado de los orígenes, pero hay en ella una serie de
pone límites a la desgracia. Su intervención hace po- elementos útiles aún hoy día para la pastoral. Apun-
sible cierto alivio. No abandona al hombre a merced taremos algunos fundamentales.
del tentador, sino que toma partido por él; lo coloca
de nuevo, por así decirlo, en el bando de Dios, frente
a la serpiente como enemigo común. Dios aparece en 1. El pecado aparece en un contexto de gracia
escena como un padre enojado que separa a su hijo que le precede y lo supera
de un malvado compañero mayor que él, con el cual
le había prohibido todo trato.51
Lo primero que llama la atención en nuestro texto
es el cuidado con que el autor describe los antece-
La sentencia contra la serpiente deja una esperanza dentes de la primera caída y sus consecuencias. Ante
a los humanos. Tendrán que luchar contra su enemigo, todo, presenta a los personajes: el Dios creador, amigo
pero serán vencedores del mismo en Cristo {3, 15). La y compañero de los hombres, que les impone varios pre-
humanidad está caída, pero no entregada irremediable- ceptos, pero en una atmósfera de amistad y buenas re-
mente al poder del mal. La naturaleza humana está de- laciones; el hombre que nace en las manos de Dios, es
teriorada y herida, pero no corrompida en su ser. El fruto de su amor, está llamado a ser dueño de todas
hombre, después del pecado, es todavía libre en su las cosas y que vive feliz obedeciendo al creador, en un
actuar. Dios se acerca de nuevo a él y se reconcilian, paraíso delicioso; y allí aparece el funesto tentador, que
pero por iniciativa divina. El hombre encuentra así de traiciona a los humanos. Estos se dejan seducir y se
nuevo su camino. La gracia sobreabunda ya aquí sobre rebelan contra Dios.
el pecado. Y la historia de la salvación continúa...
Y al pecado sigue la desilusión, la desdicha. Dios
54
intenta reanudar el diálogo con su criatura; continúa
H. RENKENS, Creación, paraíso y pecado original, 286; J. C.
SAGNE, Peché, culpabilité, pénitence. Cerf, París 1971, 53. ofreciéndole su amor. En este contexto de gracia divina
74 75
que le precede y le sigue, el pecado aparece en $u 1 pecado aparece aquí como desorden, infidelidad e
verdadera naturaleza. ingratitud frente a Dios.

2. El pecado es obra del hombre A. El pecado es un mal para el hombre

Aunque provocado por la acción del tentador, el Desilusión, fracaso, perdición, constituyen el verda-
pecado se debe al hombre. Es fruto de una opción pro- dero rostro del pecado. Precisamente todo lo contrario
funda de la persona humana, de una decisión que com- de lo que el tentador prometía. Separa al hombre de
promete al hombre entero. Su fuente es el corazón su camino y crea desorden en él. Lo lleva a la muerte,
humano, en el sentido bíblico de la palabra. Y lo que pues lo separa del Dios de la vida.
movió al hombre al pecado fue en definitiva su deseo
de poder, de autoglorificarse, de crecer hasta ser autó- El pecado es la contradicción del ser humano. La
nomo como Dios. Diríamos que el pecado es el hombre amistad con Dios es la única atmósfera donde el hombre
mismo pervertido, o la auto-perversión del hombre. El puede ser él mismo, donde puede realizarse plenamente.
pecado sucede a la inocencia. Culpabilidad no es lo Romper con Dios es locura, autoinfidelidad, autoaliena-
mismo que finitud. La caída es un accidente posterior ción. En una palabra, el pecado es indigno del hombre.
a la creación. Lo rebaja.

3. El pecado separa de Dios al hombre 5. El pecado divide a la familia humana

El pecado es un drama interpersonal entre el hom- La separación de Dios causada por el pecado se
bre y Dios. A pesar de que nuestro autor da a la falta prolonga entre los miembros de la familia humana.
de los primeros hombres el aspecto un tanto legalista El pecado divide a aquellos que la amistad de Dios man-
de una desobediencia, sin embargo deja entrever toda tiene unidos. Los relatos de Caín y Abel (Gen 4,1-16),
su profundidad psicológica y su dimensión interperso- de Lámele (Gen 4,23-24), de los hijos de Noé (Gen 9,
nal. La desobediericia no es más que el ropaje exterior 22-27) y de la torre de Babel (Gen 11, 1-9), confirman
del pecado. Con éste, el hombre rompe el diálogo con este efecto maléfico de desacuerdo, de lucha, de des-
el creador, rechaza toda dependencia respecto de él. confianza que el pecado origina entre los humanos.

71 77
6. El pecado trastorna el orden de la creación i Este esbozo de teología del pecado que ofrece Gen
2Í3 se desarrolla y completa a lo largo de la biblia. Lo
El hombre fue creado para ocupar el centro de 'la que se afirma aquí de forma simbólica y a veces implí-
creación. Esta era un don de Dios que él debía admi- cita aparece en otras páginas bíblicas de un modo claro
nistrar. Después del pecado, el hombre la mira con y preciso. Es consecuencia lógica de la índole del texto
otros ojos. Ya no la considera don de Dios, sino como analizado y del carácter progresivo de la revelación. Los
sigo de lo que puede servirse a su gusto, incluso contra capítulos siguientes pretenden explicitar más algunos
el Dios creador. Lo que era don de Dios, palabra divina elementos fundamentales de la perícopa yavista a la
dirigida al hombre, a causa del desorden introducido luz del Antiguo y del Nuevo Testamento.
por el pecado en el corazón humano, es con frecuencia
Qiotivo de tentación y objeto de autoglorificación fren-
te al creador.

7. El pecado es reparable

Dios no abandona a su criatura después del peca-


do. Si el hombre quiere, tiene siempre acceso a Dios
que sigue comportándose como amigo, ofreciéndole per-
dón y salvación. El pecado es un trastorno del plan
divino, pero el relato del paraíso, la alianza con Noé
(Gen 9, 9-17) y con Abrahán (Gen 15; 17) y toda la
historia de Israel y de la Iglesia atestiguan que Dios
está siempre dispuesto a llevar a cabo su designio sal-
vífico, a pesar del pecado.
El pecado no es definitivo más que para quienes así
lo desean; para los que no se abren a la misericordia
de Dios y no quieren reemprender el camino de la
amistad divina. La salvación es más fuerte que el pe-
cado y donde éste abunda, sobreabunda la gracia de
Dios.
78 79
2
El pecado es
un rechazo de Dios

Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me


dejaron, manantial de aguas vivas, para hacerse
cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no
retienen (Jet 2, 13).

El pecado dice siempre relación a la voluntad divi-


na; es esencialmente un rechazo de la misma. Para que
se dé el pecado, es necesario que la voluntad divina a
la que éste se opone haya sido manifestada y, de alguna
manera, conocida por el hombre. Como dice L. Rebbe-
rechts, "en la biblia el pecado no es nada en sí mismo,
aislado, sino que se sitúa siempre en el interior de un
81
\
1
diálogo" entre Dios y el hombre. Y para que exista el \
1. La llamada por medio de la creación
diálogo, se requiere un mínimo conocimiento recíproco
de los interlocutores.
La palabra creación puede designar o bien la cons-
Debemos, pues, ver cómo Dios se manifestó a los titución del hombre en su ser, o bien el conglomerado
hombres y los diferentes caminos por los que dio a co- de seres creados que llamamos naturaleza. En ambas
nocer su voluntad; constataremos luego que el pecado acepciones la creación es llamada de Dios al hombre.
es un rechazo de la voluntad divina; rechazo que ad- Veamos en qué sentido.
quiere diferentes matices en el mensaje de las autores Hemos notado en el capítulo anterior que el ser
sagrados. Finalmente, hablaremos de las motivaciones humano aparece en los relatos de la creación (Gen 1-2)
psicológicas del pecado. como un "llamado" por Dios, destinado a ser su amigo
y compañero. El hombre fue creado por Dios como per-
sona; su destino es la vida en diálogo con el creador.

I. Dios LLAMA A LOS HOMBRES El hecho mismo de la creación del ser humano es
una verdadera llamada de Dios al hombre; llamada que
consiste en una dirección, en un sentido determinado
La biblia presenta la historia santa como una con- que el creador imprimió en el ser humano. Ser criatura
tinua llamada de Dios al hombre. Dios quiere que la significa ser para el creador. San Pablo partirá precisa-
vida humana sea un diálogo ininterrumpido con él. El mente de esta idea de la creación para determinar las
hombre frecuentemente rompió ese diálogo, pero Dios relaciones del hombre con Dios.2
jamás cesó de invitarlo a que lo reanude. La Escritura Para la biblia, las cosas son como palabras que
subraya tres medios fundamentales de los que se sirve Dios dirige al hombre, y también la naturaleza entera
Dios para llamar a los hombres: la creación, la historia es una llamada de Dios a los seres humanos. Por ella
y los "enviados". incluso los que desconocen la revelación judío-cristiana
son ya interpelados por Dios y pasan a ser responsa-
bles ante él. He aquí algunos textos:
1
L. ROBBERECHTS, Le mythe d'Adam et le peché originel, 77. El salmo 19 dice:
Dado que el yo del creyente es un «yo delante de Dios», «todo
pecado es cometido delante de Dios», como dice S. KIERKEGAARD,
La enfermedad mortal, o de la desesperación y el pecado. Guadarra- a
Cf W. GUTBROD, Die paulinische Anthopologie. W. Kohl-
ma, Madrid 1969, 155.157.159. hammer, Stuttgart 1934, 9-10.
82 83
Los cielos cuentan la gloria de Dios, La celera de Dios se manifiesta desde el cielo contra
la obra de sus manos anuncia el firmamento; la impiedad e injusticia de los hombres..., pues lo que
el día al día comunica el mensaje, de Dios se puede conocer, está en ellos (los gentiles)
y la noche transmite la noticia. manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible
de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la
No es un mensaje, no palabras,
inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y
ni su voz se puede oír;
su divinidad, de forma que son inexcusables (Rom
mas por toda la tierra se adivinan los rasgos,
1,18-20).
y sus giros hasta el confín del mundo (Sal 19,2-5).
La llamada de Dios a los hombres para conducirlos
En el libro de la Sabiduría está escrito: a una vida de comunión con él, incrustada en el ser
mismo de los humanos y de la creación entera, se hace
Sí, vanos por naturaleza todos los hombres todavía más clara y más explícita a lo largo de la his-
que ignoran a Dios toria.
y no fueron capaces de conocer
por los bienes visibles a aquel que es,
ni, atendiendo a las obras, 2. La historia santa como
reconocieron al artífice;
llamada de Dios
...pues de la grandeza y hermosura de la criatura,
se llega, por analogía, a contemplar a su autor (13,1.5).
Se ha dicho que el Antiguo Testamento es una larga
parábola del hijo pródigo, 3 y lo mismo puede afirmarse
En los Hechos se lee:
3
A. GELIN, Morale et anden Testament: Catéchistes 15(1953)
134. La biblia, dice J. Scheifler, «se puede definir la historia de la
En las generaciones pasadas (Dios) permitió conversión de la humanidad a Dios, o mejor, de Dios a la huma-
que todas las naciones siguieran sus propios caminos; nidad. El es quien provoca, inicia y consuma el movimiento del
hombre. Pero la gran conversión es la de Dios hacia el hombre,
si bien no dejó de dar testimonio de sí mismo, derra- desde la creación hasta la cruz» (Palabra de Dios y conversión cris-
[ mando tiana, en Para renovar la penitencia y la confesión. PPC Madrid
bienes, enviándoos desde el cielo lluvias y estaciones 1969, 66). En la actual economía de salvación —después de la encar-
nación de Cristo— también la historia humana y el hombre mismo
fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y son expresión de la llamada de Dios a los hombres. Acerca de esto
alegría (14, 16-17; 17, 24-29). véase E. SCHILLEBEECKX, Dios y el hombre, 223-228. 231-233. Acerca
de la presencia de Dios en la historia, según el Antiguo Testamento,
interviniendo en ella, dirigiéndola, ocultándose a veces, etc., véase
R. DE VAUX, Presencia y ausencia de Dios en la historia según el
San Pablo escribe: Antiguo Testamento: Concilium 50(1969) 483-495.

85
importante de alianza: el que hizo Dios con Abrahán
de la historia santa en su totalidad. Historia entretejida
y su raza:
de una serie de infidelidades del hombre y de otras
tantas llamadas de Dios a la reconciliación. Dentro de
Yo establezco mi alianza entre nosotros dos, y te mul-
la historia, hay unos hechos en los que la llamada di-
tiplicaré sobremanera... Y establezco mi alianza entre
vina se hace más clara e inequívoca. Nos referimos a nosotros dos, y con tu descendencia después de ti,
los diversos pactos de alianza divino-humana que sur- de generación en generación: una alianza eterna, de
gieron por iniciativa divina y para poner término a una ser yo el Dios tuyo y el de tu posteridad (Gen 17,2.7).
situación de pecado.
La alianza con Abrahán es más particularista que la
establecida con Noé y con toda la tierra. Sin embargo,
a) La alianza con Noé y con Abrahán también ésta tiende a ser universal (cf Gen 12,3; Eclo
44,21): Abrahán da comienzo a la historia del pueblo
Dios había castigado duramente a los hombres con de Israel.
el diluvio. En seguida promete que nunca más mal-
decirá la tierra por causa del hombre (Gen 8,21). Y se
acerca de nuevo a éste y establece una alianza con él. b) La alianza del Sinaí con Israel,
Después del pecado, Dios renueva y reestablece su de- bajo Moisés
signio de salvación:
Los israelitas vivían en Egipto una situación de de-
Dijo Dios a Noé y a sus hijos con él: he aquí que yo cadencia religiosa y de esclavitud. Yavé decide liberar-
establezco mi alianza con vosotros, y con toda alma los y establece ahora un pacto de alianza con el pueblo
viviente que os acompaña: las aves, los ganados, y
de Israel. La biblia hablará frecuentemente de él. Esta
todas las alimañas que hay con vosotros, con todo lo
que ha salido del arca, todos los animales de la alianza no hace más que prolongar y explicitar aquélla
tierra (Gen 9,8-10). hecha con Abrahán. Yavé escoge a Israel como "su
pueblo" entre todos los pueblos, a condición de que éste
Fue ésta una alianza con toda la creación; una alian- le obedezca y respete su alianza (cf Ex 19,5).
za entre Dios "y la tierra" (Gen 9, 13). La elección de Israel es totalmente gratuita (cf Dt
7, 7-8). Esta predilección, este pacto, permanecerá como
El relato de la torre de Babel presenta a la huma-
una llamada constante de Yavé a " su pueblo". Los pro-
nidad en pecado, dividida en sí misma y separada de
fetas, especialmente, se lo recordarán sin cesar y le in-
Dios. En este contexto habla la biblia de otro pacto
87
86
Al llegar la plenitud de los tiempos, cuando toda la
vitarán a mantenerse fiel a los compromisos que de él humanidad estaba bajo el pecado (Rom 3, 10.23; 11,32),
dimanan. envió Dios a su Hijo para establecer, en su sangre, el
nuevo y definitivo pacto de alianza con los hombres
El hecho trascendental de la alianza caracteriza a
(Rom 3, 21-26; Ga 4, 4-5). Cristo en su muerte recon-
la religión y a la moral bíblicas: una moral basada en
cilia a todos con Dios (2 Cor 5, 18-20). Su sangre es
la alianza es una moral de diálogo y de respuesta: Dios
la sangre de esa alianza nueva y eterna que habían pre-
llama y el hombre responde. En este esquema se en-
dicho los profetas (Mt 26, 28; Me 14, 24; Le 22, 20; 1
cuentra el pecado.4
Cor 11, 25; Heb 10, 1-22; 13,20).

c) La nueva alianza
3. Dios habla por sus "enviados"
Los profetas conocían la historia de Israel y las
infidelidades de éste a la alianza del Sinaí, por eso A lo largo de la historia de Israel, hay una serie de
vuelven frecuentemente los ojos hacia el porvenir, hacia personajes de los que Dios se sirve para hacer oír su
una alianza nueva que debería ser más eficaz. La antigua palabra, y para acercarse a los hombres, especialmente
ya no tenía valor alguno; había sido rota por la falta cuando el pueblo es infiel a sus obligaciones. Jueces,
de correspondencia del pueblo (cf Os 2, 4; Jer 22, 9; reyes, sacerdotes, profetas, sabios, fueron transmisores e
Ez 16). intérpretes de la voluntad divina en el Antiguo Testa-
mento. Los profetas jugaron un papel decisivo en este
Los profetas entrevén y predicen para el futuro una sentido durante unos ocho siglos. Pero este hablar y
alianza nueva y eterna; de dicha y de paz (cf Os 2,20- este acercarse de Dios a los hombres se hace todavía
24; Jer 31-34; 32, 37-41; Ez 16,9-63; 34, 23-31; 36, más evidente y más apremiante en la persona de Jesús
24-36; Is 54, 10; 55,3; 59,21; 61,8). El artífice de de Nazaret. Su encarnación y su obra salvífica entera
dicha alianza será el siervo de Javé, al que el mismo constituyen la llamada suprema de Dios a los hombres.
Yavé formó y destinó " a ser alianza del pueblo y luz de El autor de la carta a los hebreos lo dice expresamente:
las gentes" (Is 42, 6; cf 49, 8). Esta nueva alianza ten-
drá un carácter universal. De una manera fragmentaria y de muchos modos ha-
bló Dios en el pasado a nuestros padres por medio
de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha habla-
4
Cf J. L'HOUR, La morale de l'Alliance (Cahiers de la Revue do por medio del Hijo... (Heb 1, 1-2).
Biblique, 5). Gabalda, París 1966, 28-41.
89
88
Dios y de toda la realidad mundana dista mucho de
La venida de Cristo y su obra significan la pleni-
la que reflejan los autores bíblicos. ¿Sigue siendo verdad
tud de la llamada divina por sus intermediarios (cf Me
que Dios llama? Y, en caso afirmativo, ¿somos noso-
1,15; Ga 4,4). Cristo es Dios mismo hecho palabra a
tros, hombres del siglo xx, capaces de captar sus lla-
los hombres. En él el anuncio salvífico adquiere toda
madas?
su claridad y toda su fuerza. En su persona está pre-
sente el reino de Dios (cf Le 4, 21; Mt 11, 2-6), y viene Indudablemente, el Dios de la biblia no nos deja
a llamar a los hombres a ese reino (Mt 9, 13). Y no sólo nunca. Está siempre con nosotros hasta el fin (Mt
llama de parte de Dios, sino que él mismo realiza y 28,20); nos acompaña cada día y en todas partes. Y en
personifica la reconciliación de Dios con el mundo (cf esa cercanía nos habla también hoy. Pero ¿cómo?
2 Cor 5,18-20).
En un mundo nuevo como el actual y a esta gene-
Después de la muerte de Cristo, Dios continúa inter- ración de hoy Dios tiene que hablar de forma distinta
pelando a los hombres. La Iglesia está destinada a lle- de la que conocían los autores sagrados. Sin embargo,
varles al conocimiento y a la aceptación de la palabra la naturaleza y la historia, la Escritura y la Iglesia, la
salvadora de Dios (cf Mt 28, 19-20; Me 16, 16). Le propia conciencia y la vida de cada día continúan siendo
ha sido confiado el ministerio de la reconciliación (cf hoy los cauces normales de la llamada de Dios a cada
2 Cor 5, 18-20); y "es en Cristo —en frase del Vati- persona, aun a quienes no le conocen explícitamente.
cano I I — como un sacramento, o sea, signo e instru-
mento de unión íntima con Dios", y debe esforzarse por Los hombres del siglo xx, igual que los de todos los
anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en siglos, hemos nacido para la trascendencia, para encon-
todos los pueblos.5 trar la plenitud en algo que nos supera y que es superior
a esto que vemos y tocamos cada día. Nuestro deber
De esta forma, con un Dios que llama e interpela, y
como creyentes es convertirnos en oyentes dóciles de
una comunidad y unos individuos que deben respon-
Dios, servir de antenas de su llamada, ser instancia crí-
der, el esquema dialogal de la religión de la alianza
tica en un mundo propenso a la idolatría, denunciar
conserva todo su valor en el cristianismo y en el mo-
los falsos dioses y remitir al Dios auténtico, a ese que
mento actual de la historia humana.
nos creó y nos llama constantemente a sí. Nuestra vida
El mundo actual, desacralizado y secularizado, pa- tiene que ser un esfuerzo constante para captar y ayudar
rece haberse vuelto opaco a Dios y nuestra visión de a captar las interpelaciones que Dios nos dirige en un
lenguaje nuevo y pluriforme; eso que el Vaticano II
5
LG 1. Acerca de la misión profética de la Iglesia y de su llamó "escrutar los signos de los tiempos" (GS 4), que
carácter misionero, véase LG 5b, 12a, 35a; AG 1-9, etc.
91
90
encarnan las llamadas de Dios en cada época. Dios con- na la infidelidad a la alianza, acentuando el elemento
tinúa llamándonos hoy, igual que en tiempo de Noé, de oposición y rebelión contra Yavé.7 Más adelante ve-
de Abrahán, de Jeremías, aunque su lenguaje sea dis- remos que en los escritos paulinos la palabra amartía,
tinto. en singular, también designa la hostilidad frente a Dios,
A este Dios que llama a la amistad, que se acerca incluso a veces equivale a un fuerza maléfica personifi-
él mismo en persona hecho palabra y salvación, res- cada que lucha contra Dios en el mundo y en el cora-
ponde a veces el hombre con el desconocimiento, con la zón de los hombres. Los autores sagrados presentan
sordera voluntaria o la rebelión. Es el pecado. este aspecto del pecado con matices bastante diferen-
tes. Veamos a grandes rasgos el mensaje de alguno de
ellos.

II. E L PECADO ES RECHAZO


DEL Dios QUE LLAMA 1. El mensaje de Oseas

Oseas es el profeta del amor de Dios. El amor no


La biblia entera habla del pecado como oposición reconocido de Yavé es el tema fundamental de su men-
a Dios y como rechazo de su amor.6 Ya la palabra he- saje que constituye "la presentación más profunda y
brea pesa —uno de los términos con que lo suele de- más rica de la idea del amor en el Antiguo Testa-
signar el Antiguo Testamento— subraya este aspecto del mento".8
pecado. Pesa significa rebelión, ruptura con Dios. Desig-
Oseas experimentó con una claridad y una intensi-
dad extraordinarias y quizá únicas en la mentalidad se-
6
Esta afirmación es justa aun cuando no pueda negarse que mítica lo que significa el pecado de los hombres frente
existen textos bíblicos, generalmente antiguos, que reflejan una visión al amor de Dios. Y consiguió expresar el horror de Yavé
del pecado más como transgresión de la ley —a veces, incluso, no
voluntaria e inconsciente— que como acción humana y religiosa que
ofende a Dios (cf Lev 4,2-3.13-21.27; Nu 15, 27; 22,34; 1 Sam 14,
32-35.37-44; 2 Sam 6, 6-8; Sal 19, 13; 90, 8, etc.). Se trata de una 7
También se usa en la forma verbal —pasa— que significa
visión del pecado más «objetiva» y material que la que tenemos rebelarse contra Dios {Is 1,2; 43,27; Os 7, 13; 8,1; Jer 2, 29;
actualmente. De ahí que aun en esas faltas materiales, rituales y 3, 13; etc.); cf J. SCHARBERT, Prolegomena eines Alttestamentlers
contra las costumbres del pueblo, veía Israel un rechazo más o menos zur Erbsündenlehre, 53-56.
directo del Dios de la alianza a la cual decía relación toda la vida 8
W. E I C H R O D T , Theologie des Alten Testaments, 1, 163;
del pueblo escogido; cf N. M. Loss, La terminología e il tema del cf E. OSTY, Amos et Osee. Cerf, París 1952, 67; L. DURR, Wollen
peccato in Lev 4-5: Salesianum 30(1968) 437-461; P. VAN IMS- und Wirken der altestamentlichen Propheten. L. Schwann, Dus-
C H O O T , Teología del Antiguo Testamento, 665-667. seldorf 1926, 9.

92 93
ante el pecado con una nitidez y una profundidad psico- Yavé le impone que tome por esposa a una prostituta
lógica y humana insuperable.9 (cf 1, 2). Oseas ama a esa mujer —Gómer—, pero ella
lo abandona y se entrega a la prostitución sagrada.
Oseas continúa amándola a pesar de todo y, por orden
a) El marco de su mensaje de Yavé, vuelve a tomarla por esposa (3,1-5). "Esta
tragedia de ternura y de dolor marcó profundamente el
La perfección religiosa y psicológica del mensaje de mensaje de Oseas y le dio un acento de pasión que no se
Oseas acerca del pecado es debida en gran parte a dos encuentra en grado semejante en ningún profeta, ni si-
elementos de que el profeta echó mano en su predica- quiera en Jeremías.10
ción: la historia de Israel y el marco de la vida fami-
Israel es como una esposa infiel (1-3), que aban-
liar en que él expresa las relaciones entre Dios y su
dona a su marido para prostituirse, con lo que irrita
pueblo.
a Yavé que tiene "todas las ternuras del esposo amante
La historia del pasado es el espejo en donde el pro- y todos los furores del marido traicionado. Yavé rue-
feta ve el pecado de Israel. Es el medio más apto para ga, se duele, exhorta, amenaza, castiga, se oculta para
descubrir el contraste entre el amor y la fidelidad de hacerse buscar".11 Finalmente, triunfa el amor divino.
Yavé por una parte y la infidelidad e ingratitud del pue- Oseas usa también la imagen del padre y del hijo.
blo por otra. Aunque hable de pecados concretos, Oseas Israel es como un hijo querido para Yavé, que lo saca
los inserta siempre en el conjunto de la historia santa, de Egipto, lo favorece de todos los modos posibles,
pues le interesa, sobre todo, mostrar que el balance del pero Israel lo abandona y le es infiel:
pasado es negativo, que Israel ha sido infiel a Dios.
Esta era, por lo demás, una idea común a los profetas
10
del siglo octavo. E. OSTY, Amos et Osee, 65; cf G. VON RAD, Theologie des
Alten Testaments. Kaiser, München 1964, 2, 146-147. Se viene dis-
cutiendo desde antiguo si el matrimonio con la prostituta fue una
En la manera de expresar la infidelidad e ingratitud realidad o más bien una alegoría. La mayor parte de los estudiosos
de Israel frente a Yavé es donde aparece la originalidad creen que fue una experiencia real del profeta; cf A. LAEPPLE, El
mensaje bíblico en nuestro tiempo, 2, 172.
del profeta. Como primer deber de su misión profética, 11
E. OSTY, Amos et Osee, 65. Oseas emplea también otras
expresiones. Presenta a Yavé como un amante, un médico, un pastor;
como un león, un leopardo, una bestia salvaje, una osa privada de
9
L. KOEBERLE, Sünde und Gnade im religibsen Leben des sus cachorros; como la polilla y la carcoma. A Israel lo equipara
Volkes Israéls bis auf Christus. München 1905, 107. Oseas —dice a un enfermo, a un rebaño, a un cordero, a una ternera reacia, a una
A. LAEPPLE— «es un hombre santamente apasionado, que verdade- viña frondosa; cf H. W. WOLF, Dodekapropheton, 1, Osea, en
ramente ha escrito su mensaje con la sangre del corazón», El men- Biblischer Kommentar, dir. por M. Noth, Kircher, Neukirchen 1961,
saje bíblico en nuestro tiempo, 2, 171-172. XIVJ, XVI.

94 95
Cuando Israel era niño, yo le amé, Oseas subraya la repulsa que supone el pecado y lo
y de Egipto llamé a mi hijo. presenta con diversos matices. Pecar es alejarse de Yavé
Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí: (1,2; 4, 10.12; 5,4; 7,10.13; 9,1; 11,2.5), olvidarlo
sacrificaban a los baales, (2,15; 8,14; 13,6), es cambiar a Yavé por la ignominia
e incensaban a los ídolos. (4,7; 14,1), es rebelarse contra Yavé (7, 13-15; 8,1;
Y con todo, yo enseñé a Efraín a caminar, 9,7; 14,1), es traicionarlo (5,7), desconocerlo (2,10;
tomándole en mis brazos,
5,4; 11,3), es violar su alianza (6,7; 8,1). El pecado
mas no supieron que yo cuidaba de ellos.
Con cuerdas humanas los atraía, hace que Yavé se retire (5,6), que Israel no sea real-
con lazos de amor, mente su pueblo (9,1).
y era para ellos como quien alza un niño contra su Oseas emplea todavía otras imágenes tomadas de
[mejilla, la vida familiar para expresar la ruptura entre el hom-
me inclinaba hacia él para darle de comer (11,1-4).
bre y Dios. Le llama prostitución (1, 2; 2,4.5.7.15; 3;
4,10-18; 5,3; 6,10; 9,1), adulterio (2,4,15; 4,14), for-
nicación (9,1), infidelidad (5,7; 6,7; 11,7), ingratitud
b) El pecado es infidelidad e ingratitud (7,15; 13, 4-6).12

La visión de las relaciones entre Yavé a Israel Expresiones como buscar el rostro de Yavé (5,15),
como drama de amor entre marido y esposa, entre pa- volver al primer marido (2,9), volver a su lugar (5,15),
dre e hijos, es ya de por sí una interpretación del peca- y las invitaciones a retornar a Yavé, a convertirse (12,7;
do, porque éste es lo contrario del amor; es su nega- 14, 2-3), prueban también que Oseas ve el pecado como
ción. En efecto, en el mensaje de Oseas el pecado tiene infidelidad del amor personal de Dios. Nótese la se-
un carácter de infidelidad, de ingratitud, de ruptura, mejanza entre Os 2, 8-25 y Le 15, 11-24.
de abandono de Yavé. Es una repulsa del Yavé amante,
Yavé castiga y lo hace duramente. Oseas habla repe-
cortés, generoso y fiel:
tidas veces de sus castigos (cf 2, 8-15; 4; etc.). En
todos los capítulos de su mensaje encontramos este
¡Ay de ellos, que de mí se han alejado! tema. Pero el castigo de Yavé nace del amor al pueblo
¡Ruina sobre ellos por haberse alejado de mí!...
Yo había fortificado su brazo, u
El pecado a que se refiere el profeta es ante todo la idola-
¡y ellos contra mí maquinan el mal! tría, pero denuncia también el culto licencioso y formalista (4, 14;
Se vuelven a Baal, son como un arco engañoso (7,13. 5,6; 6,6; 8, 13), las alianzas político-religiosas (7, 11), las faltas de
[15-16). los reyes (1,4), sacerdotes y profetas (4,4-10; 6,9) y otros pecados
(4,1; 6,8-9; 7, 13-14).
96 97
y suele tener una finalidad pedagógica: castiga para que a) Isaías, el profeta de la justicia y de la fe
vuelvan a él (2, 8-15; 3, 3-5); si el pueblo se muestra
dócil, las antiguas relaciones se establecerán de nuevo Contrariamente a Oseas, Isaías no piensa en tér-
(2,17-18.25). minos de alianza. Es el profeta de la justicia, la cual,
según él, es una esperanza mesiánica, una grandeza más
A pesar de todos los pecados, Dios continúa aman- que humana "que Dios implanta en Israel" (cf 1, 26;
do a su pueblo (3,1). Parece incapaz de abandonarlo. 4, 3-5; 28,17). "La función esencial del mesías davídico
Oseas expresa maravillosamente, con un antropomorfis- es, precisamente, instaurar la justicia"13 (cf 9, 5-6; 11,5).
mo atrevido, el contraste entre el amor y la cólera de
Yavé: Pero, sobre todo, Isaías es el profeta de la fe. Com-
prendió y habló de la importancia de la fe mejor que
ningún profeta. Por fe entiende la confianza absoluta
Mi pueblo está enfermo por su infidelidad...
¿Cómo voy a dejarte, Efraín, en Dios que ha escogido a Israel y que es el único que
cómo entregarte, Israel?... puede salvarlo. Esta confianza en Yavé, que excluye el
Mi corazón se me revuelve dentro, recurso a todo otro apoyo, es la fuente de la seguridad,
a la vez que mis entrañas se estremecen. de la fuerza y de la salvación (7,9; 28,16; 30,15). "Fe
No ejecutaré el ardor de mi cólera, dada a Dios, justicia a los hombres, he aquí los dos
no volveré a destruir a Efraín, polos de la vida religiosa", según Isaías." "De ahí que
porque soy Dios, no hombre; para el profeta sea más importante la fe que la justicia,
en medio de ti yo el santo, pues aquélla es el último fundamento sobre el que todo
y no me gusta destruir (11, 7-9). descansa".15

La importancia que este profeta da a la fe se debe


2. El mensaje de Isaías a la idea que tiene de Yavé, idea que da la impronta
a todo su mensaje, y a su visión del pecado. Isaías ve
en Dios, sobre todo, la majestad. Dios es para él el
La doctrina de Isaías acerca del pecado tiene muchos
puntos comunes con la de Oseas. También él presenta
las relaciones entre Yavé e Israel como relaciones en- 13
J. GUILLET, Temas bíblicos, 60. Al hablar de Isaías nos
tre padre e hijos (1,2) y ve el pecado de Israel como referimos al profeta del siglo vm y a los treinta y nueve primeros
capítulos del «libro de Isaías».
prostitución (1,21; 23,17) y rebelión (1,2.5; 30,1). A 11
J. GUILLET, Temas bíblicos, 68.
15
pesar de todo, su mensaje es diferente del de Oseas. J. GUILLET, Temas bíblicos, 67.

98 99
señor, el rey tres —veces— santo (2, 19, 21; 6, 1-5)." transgresiones de la ley, son resistencias a aceptar el
Aunque en algunos pasajes aflore la visión de Yavé punto de vista de Yavé, son "una ceguera voluntaria,
camo padre y esposo, estas imágenes no son peculiares una decisión profunda de no comprometerse en esta
de Isaías. salvación desconcertante para la suficiencia de los sa-
bios":18

b) El pecado es repulsa de Dios, Que es un pueblo terco,


falta de fe y de confianza en él criaturas hipócritas,
hijos que no aceptan escuchar
la instrucción de Yavé;
En Isaías la visión de Yavé como señor y rey hace
que han dicho a los videntes:
que el pecado aparezca como repulsa de Dios, nacida «no veáis»;
del orgullo humano y de la falta de confianza en Dios. y a los visionarios:
Si Yavé es el único Dios, si es bueno y poderoso, si «no veáis para nosotros visiones verdaderas;
ama a Israel, si es su señor y su rey, entonces Israel habladnos cosas halagüeñas,
debe creer en él, confiar en él y obedecerle. contemplad ilusiones.
Apartaos del camino,
El pecado capital de Israel, según Isaías, es la falta desviaos de la ruta,
de confianza en Dios. Esta es la nota común de todos dejadnos en paz del santo de Israel» (30, 9-11).
los pecados del pueblo. Todos ellos son, fundamental-
mente, atentados contra la realeza de Yavé.17 Más que Esta ceguera voluntaria lleva al endurecimiento, te-
ma característico de Isaías (cf 6, 9-10; 29, 9-10).
16
Cf L. DURR, Wollen und Wirken der altestamentlichen Pro-
pheten, 74; J. KOEBERLE, Sünde und Gnade im religiosen Leben des Lo que Oseas expresa en términos de vida familiar,
Volkes Israels bis auf Christus, 107; A. LEFEVRE, Pecado y peniten-
cia en la Biblia, en La penitencia en la liturgia. Sigúeme, Salamanca Isaías lo expone con frases de tonalidad social y polí-
1966, 13. tica: "Yavé es nuestro juez, Yavé nuestro legislador,
17
Cf J. KOEBERLE, Sünde und Gnade im religiosen Leben des
Volkes Israels bis auf Christus, 108; A. GEORGE, Le sens du peché Yavé nuestro rey: él nos salvará" (33,22). Yavé es el
dans VAnclen Testament: LumVie 5 (1952) 32; L. LIGIER, Peché señor, el santo de Israel; él es quien da la paz. En la
d'Adam et peché du monde, 1, 31. Isaías denuncia las faltas de los
jefes de la nación (3, 1-14; 28,7-22), las injusticias sociales (1, 16-17;
3, 15; 5, 8-24; 10, 1-3), el orgullo humano (2,9-22; 5, 20-21), la
vanidad y coquetería (3, 16-24; 32, 9-14), el culto formalista y la w
hipocresía religiosa (1, 11-16; 29, 13), las orgías (5, 11-13,22; 22, A. GEORGE, Le sens du peché dans l'Ancien Testament:
13; 28, 1), el no querer escuchar a Yavé, prescindir de él y apoyarse LumetVie, 32; cf A. GELIN, Le peché dans l'Ancien Testament, en
en la sabiduría humana (79; 29, 14; 30, 9-11). Théologie du peché. Desclée, Tournai 1960, 23.

100 101
conversión y la calma se encuentra la salvación; en la no acordarse de él que es la roca de la fortaleza del
confianza en Yavé Israel halla la fuerza (30,15). pueblo (17, 10).
El profeta no cesa de repetir que Yavé hace feliz (30, El rechazo de Dios es una negativa a reconocerlo,
18-26; 32, 15-20; 33,21-24; 35), que no debe ponerse a aceptarlo como señor y a poner la esperanza en él.
la confianza en el hombre, "en cuya nariz sólo hay alien- Este rechazo se da también cuando no se practica la
to" (2, 22), que la política al margen de los planes de justicia con los demás y se abusa de ellos (Is 1, 17-27).
Dios no da resultado (30.31), que el pecado conduce a El pecado es "una injusticia que perturba la paz del
la perdición (1,20). reino y provoca la cólera del rey".19 Y en el origen de
esta injusticia Isaías ve el orgullo (2, 11-22; 5, 8-24; 9,
El pecado de Israel consiste en desconocer a Yavé, 9-10, 12-20; 13, 11; 23, 9; 25, 11-12; 28, 1, 13; 29,
traicionarlo y alejarse de él; lo cual es totalmente in- 5. 14-16; 30, 1. 9-11). Ningún profeta insistió tanto
comprensible: en el orgullo como fuente del pecado. Esta visión del
pecado como un no-querer-aceptar-a-Dios predomina en
Oíd, cielos, escucha, tierra; el Nuevo Testamento sobre la línea de Oseas.
que habla Yavé:
hijos crié hasta hacerlos hombres,
y ellos se rebelaron contra mí.
Conoce el buey a su dueño, 3. El mensaje de los sinópticos
y el asno el pesebre de su amo.
Israel no conoce, A pesar de que la doctrina acerca del pecado en el
mi pueblo no discierne. Nuevo Testamento es una prolongación de la del An-
¡Ay, gente pecadora, pueblo tarado de culpa, tiguo,20 no puede negarse que la venida de Cristo intro-
semilla de malvados, hijos de perdición! duce un cambio considerable en la enseñanza bíblica so-
Han dejado a Yavé, han despreciado al santo de bre el tema. La oposición entre Dios y el pecado se
[ Israel, hace ahora más concreta y más explícita. Y también
se han vuelto de espaldas (1, 2-4). aquí se dan matices diferentes en los autores bíblicos.
Apuntemos algunos de los rasgos característicos de la
El pecado consiste también en ocultarse de Dios y
despreciarlo (29, 15-16), en no mirar al santo de Israel 19
A. LEFÉVRE, Pecado y penitencia en la biblia, 13.
20
(22,11), no escuchar sus órdenes (30,9), no seguir sus Cf J. HAAS, Die Stellung Jesu zu Sünde und Sünder nach
planes (30,1), buscar la protección de otros (30, 1-14), den vier Evangelien. Universidad, Fribourg (Suiza) 1953, 34-36;
A. GELIN, Le peché dans VAnclen Testament, 42.

102 103
b) El pecado es rechazo del reino
doctrina de los sinópticos, de san Pablo y san Juan. y del mismo Cristo
Veamos qué dicen los sinópticos.
Los oyentes de Jesús se encuentran ante una alter-
nativa radical: la aceptación o el rechazo del reino que
a) La venida del reino él predica y encarna. Jesús exige de ellos la conversión
y la fe: "El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios
El tema primero y central del mensaje de Jesús, tal está cerca; convertios y creed en la buena nueva" (Me
como nos lo transmiten los sinópticos, es la venida del 1, 15). Es decir que Jesús les exige la aceptación de
reino de Dios que esperaban el Antiguo Testamento la llamada de Dios personificada en él. Les pide la
y el judaismo tardío: "Desde entonces —al dejar Na- conversión que es un "sí" a su persona y a su mensa-
zaret— comenzó Jesús a predicar y decir: Convertios, je; un "sí" que significa un nuevo comienzo, un cam-
porque el reino de los cielos está cerca" (Mt 4, 17).al bio del corazón y una total entrega de sí mismo a la
causa del reino.
La proximidad del reino de Dios será también la
Con esto, tenemos ya las coordenadas del pecado,
síntesis de la predicación de los apóstoles (cf Mt 10,
según los sinópticos. Después de la venida de Cristo, el
7; Le 10, 9). Más todavía: según los sinópticos, el
pecado por excelencia es el rechazo del reino y de
reino de los cielos está ya presente en la persona y en
Cristo que lo personifica; consiste en decir "no" a la
las obras de Jesús (Mt 11, 2-6; Le 4, 21). Cierto que
llamada de Cristo, a la conversión y a la fe en él; es ese
comienza tan sólo a extender su influencia en el mundo,
"no-querer" que Jesús expresa en la parábola de los dos
pues su coronación tendrá lugar en el futuro. Con todo,
hijos (Mt 21, 28,32), de los viñadores homicidas (Me
Jesús anuncia salvación o condenación según la actitud
12, 1-11), del hijo pródigo (Le 15, 11-32), del festín
que los hombres adopten hic et nunc frente a su men-
22 nupcial (Mt 22, 1-14).
saje.
Este "no-querer" se refleja en la incredulidad de
los contemporáneos de Jesús, que él llama "generación
malvada y adúltera" (Mt 12, 39; 16, 4). Es la incre-
21
Cf A. DESCAMPS, Le peché dans le Nouveau Testament, en dulidad de Corazaín, de Betsaida, de Cafarnaún, que no
Théologie du peché, 63; R. Se H NACKENBURG, Reino y reinado de
Dios. Fax, Madrid 1967, 67. Acerca de la presencia del reino en la quieren hacer penitencia, a pesar de los milagros de
predicación de Jesús y en su obra, véase 67-100 y 101-144, respec- Cristo (Mt 11, 20-24). Es la actitud de escribas, fariseos
tivamente.
22
Cf R. SCHNACKENBURG, Reino y reinado de Dios, 75-82 y y autoridades religiosas que rechazan a Jesús en nombre
105-116; R. DEVILLE - P. GRELOT, Reino: VTB 678.
105
104
de su propia justicia y de las tradiciones de los ante- c) El pecado es rechazo del amor de Dios
pasados (Mt 23; Me 7, 1-13; Le 11, 38), y que intentan
eliminarlo por todos los medios (Le 6, 7.11; 19, 47; La parábola del hijo pródigo refleja la visión del
20, 19). Es digno de tenerse en cuenta que Jesús en- pecado característica de Oseas. Ya hemos notado el
contró la mayor resistencia y oposición en quienes re- parecido entre Le 15, 11.32 y Os 2. Pero el relato de
presentaban a la religión institucionalizada y eran "ob- Lucas destaca más el carácter individual e interpersonal
servantes". Este "no-querer" es también la actitud de del pecado. Oseas también habla en términos interper-
Jerusalén: " ¡ Jerusalén, Jerusalén, que matas a los pro- sonales, pero en las imágenes de la esposa y del hijo
fetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veía la comunidad, el pueblo aliado de Yavé. En el men-
veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina saje de los sinópticos se describe mejor la imagen de
reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido!" Dios y es más fácil entrever su amor a los hombres aun
(Mt 23, 37). tomados individualmente. Por eso las mismas expresio-
nes veterotestamentarias adquieren en el evangelio un
El hecho de que Cristo aparezca como el que " salva contenido religioso diferente.
al pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21), llame a la con-
versión porque el reino de Dios está cerca (Me 1, 15), La parábola del hijo pródigo no necesita comenta-
afirme su poder de perdonar los pecados {Me 2, 5-10; rios. En ella aparece de la forma más breve y sorpren-
3, 28; Mt 9, 2-6; Le 5, 20-24; 7, 47-49) y transmita dente el aspecto de rechazo de Dios que caracteriza al
ese poder a los apóstoles (Mt 18, 18; Jn 20, 23), mues- pecado. El hijo pródigo se aleja de su padre, no quiere
tra que, después de su venida, todo pecado reviste un reconocerlo, evita su presencia, rehusa el amor paterno,
carácter de rechazo del reino y del mismo Cristo: es y su condición de hijo. Esto ofende al padre que lo
anti-Cristo. ama, que desea tenerlo a su lado; por eso espera el
retorno del hijo ingrato. No parece posible descripción
Tenemos, por tanto, en los sinópticos una interpre- más sencilla, más profunda y más rica del pecado como
tación neotestamentaria del pecado como rechazo de rechazo de Dios.
Dios muy parecida a la de Isaías. En este "no" a Jesús
y al reino que él anuncia y personifica entran la ingra-
titud, la infidelidad hacia Dios y hacia la persona de 4. El mensaje de Pablo
Cristo. Sin embargo, el elemento determinante de la
repulsa es ese encerrarse en sí mismo, aunque sea en
nombre de la religión; ese no responder a Dios y no San Pablo afronta el tema del pecado de forma
querer entrar en diálogo con él. personal y existencial. Sin duda, su propia experiencia

107
106
religiosa influyó de modo decisivo en su concepción de este aspecto es más explícito en algunos pasajes de las
la gracia y del pecado. cartas paulinas. En Rom 1-3 habla el apóstol de la có-
lera de Dios "contra la impiedad y la injusticia de los
hombres" (1,18) y llama a los pecadores "enemigos de
a) El primero y el segundo Adán Dios" (1,30), "rebeldes, indóciles a la verdad y dóciles
a la injusticia" (2,8).
San Pablo inserta el pecado en una perspectiva histó-
rico-salvífica. El binomio Cristo-Adán le sirve de esque- La concepción del bautismo como muerte al pecado
ma en su exposición. Cristo y Adán son los dos extre- y comienzo de una vida para Dios en Cristo (Rom 6,
mos de la historia del pecado en el mundo: Cristo —el 1-11) y la alternativa entre la vida al servicio del pecado
Adán celeste (1 Cor 15, 45-49— lo venció definitiva- y la vida al servicio de Dios (Rom 6, 12-14), entre la
mente; el primer Adán lo había introducido en la his- "ley de Dios" y la "ley del pecado" (Rom 7, 25; 8, 2),
toria humana. En este esquema paulino salta a la vista entre las obras de la carne y las obras del espíritu (Ga
el aspecto anti-Cristo y anti-Dios de todo pecado. 5, 16-24), subrayan que todo pecado se opone a Dios.
De algunos pecados afirma el apóstol expresamente que
La obra del primer Adán es desobediencia, pecado, excluyen del reino de los cielos (1 Cor 6, 9-10; Ga 5,
muerte, perdición (Rom 5, 12.19). Por él entró el pe- 21; Ef 5,5).
cado en el mundo y todos los hombres pasaron a ser
esclavos suyos (Rom 1-3; 5, 12-19). La obra del segundo El cristiano al bautizarse se reviste de Cristo (Ga
Adán —la que el apóstol desea destacar— es, por el 3, 27), entra a formar parte de su cuerpo místico (1
contrario, obediencia (Rom 5, 18-19; Fil 2, 8), libera- Cor 12, 12-13) y se hace una misma cosa con Cristo,
ción de la esclavitud del pecado (Rom 3, 24; Ef 1, 7;
Col 1, 14) y reconciliación de todos los hombres con que Pablo distingue entre el pecado en singular y los pecados. Al
Dios (Rom 5, 19; 2 Cor 5, 18-21; Col 1, 22). primero le llama amartía y a veces anomía, ambos en singular. Para
los actos pecaminosos usa los términos paraptoma, parabasis, amar-
tema, adikia, asébeia, kakía, ponería, etc.; cf S. LYONNET, De peccato
et redemptione, 1. De notione peccati. Roma 1957, 56-57.80; ID.,
b) El pecado es oposición Peché: DBS 38, 495-496; A. KIRCHGAESNER, Erlósung und Siinde
im Neuen Testament. Herder, Freiburg 1950, 24; G. STAEHLING,
y desobediencia a Dios Sprachgebrauch und Sprachgeschichte von amartano, amartema und
amartía vor und im NT: ThWNT 1, 297-299. Pablo ve el pecado en
singular como una fuerza maléfica que se opone a Dios y que separa
El paralelismo Cristo-Adán hace resaltar el aspecto a la humanidad de Dios; cf O. Kuss, Der Romerbrief. Erste Liefer-
de oposición a Dios que caracteriza al pecado.83 Pero ung Rom 1,1-6,11. F. Pustet, Regensburg 1957, 226.
Los actos pecaminosos son fruto y manifestaciones de ese poder
23 maléfico que está en el hombre, en su carne (Rom 7; Ga 5, 19-21).
Examinando el vocabulario paulino sobre el pecado, se ve

108 109
hasta el punto que Cristo viene a ser su ley (Rom 8, Pablo, mejor que ningún otro autor bíblico, deja
29; 13, 14; 1 Cor 9, 2 1 ; 15, 49) y el único amo a entrever incluso la relación del pecado de los cristianos
quien debe servir (Col 3, 24), de suerte que ser fiel a cada una de las personas divinas, aunque sus expresio-
a su vocación equivale a "mantenerse firme en el Se- nes no pueden tomarse siempre literalmente como si
ñor" (Fil 4,1). Todo esto muestra que los pecados del fuesen de un autor de nuestros días.
cristiano son también ofensas personales a Cristo. Innu-
W . Gutbrod notó que el apóstol, partiendo del
merables textos de la parenética paulina insisten en este
hecho de la creación, ve al hombre "como aquel que
carácter anticrístico del pecado. esencialmente está delante de Dios", porque su vida
En el bautismo, el cristiano recibe al Espíritu Santo es de Dios y para Dios, de ahí que su actitud fundamen-
(Rom 5,5; 8, 9-17. 26-27; 1 Cor 3, 16-17; 12,13) y tal deba ser la obediencia al creador.24 Efectivamente,
desde entonces debe vivir según el Espíritu (13; Ga 5, Pablo presenta la vida nueva como entrega a un nuevo
25). Y todo lo que se opone a la vocación cristiana es servicio de obediencia al evangelio (Rom 1.5; 16, 26;
contrario al Espíritu y nace de la "carne": 2 Tes 1, 8). En esta perspectiva, el pecado aparece
como desobediencia y rebeldía:
Por mi parte os digo: si vivís según el espíritu, no
daréis satisfacción a la apetencias de la carne. Pues la Así como por la desobediencia de un solo hombre...
carne tiene sus apetencias contrarias al espíritu, y el (Rom 5, 19). Así como en otro tiempo vosotros fuis-
espíritu contrarias a la carne, como que son antagó- teis rebeldes contra Dios... (Rom 11,30).
nicos... Pero, si sois conducidos por el espíritu, no
Pues Dios encerrró a todos los hombres en la re-
estáis bajo la ley. Ahora bien, las obras de la carne
beldía para usar con todos de misericordia (Rom
son conocidas: fornicación, impureza, sobre las cua-
11,32).
les os prevengo, como ya os previne, que quienes
hacen tales cosas no heredan el reino de Dios. En
cambio, el fruto del espíritu es amor, alegría, paz... El pecador es, en el mensaje paulino, una persona
(Ga 5, 16-23). que "no permite que Dios sea la autoridad absoluta en
su vida y que le niega el don completo de sí mismo y
la obediencia total". 25 Se puede, pues, afirmar con W .
En la carta a los efesios, afirma Pablo que el pecado
Grundmann, que el elemento de oposición y de hostili-
del cristiano se opone al Espíritu de Dios:
34
W. GUTBROD, Die paulinische Anthropologie, 9-27.
No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que 25
K. H. RENGSTORF, Amartolos im Neuen Testament: ThWNT
fuisteis sellados para el día de la redención (Ef 4, 30). 1, 336.

110 111
dad hacia Dios es esencial a la concepción paulina del Su evangelio, escribe Meinertz, "está impregnado... de
pecado.86 Dicha visión es fundamentalmente idéntica a la convicción de que el mundo está varado en el pecado
la de Isaías. y se halla bajo la influencia del diablo"® Frente a este
mundo pecador, presenta Juan la figura de Cristo sal-
vador, enviado por el Padre (Jn 1; 3, 16-17), que es ino-
5. El mensaje de ]uan cente (Jn 8, 46; 14, 30) y quita el pecado del mundo
(Jn 1, 29), es decir, carga con él, lo vence y lo elimina.
Se ha dicho que la teología joannea sobre el pecado
es una síntesis de la enseñanza de los sinópticos y de
Pablo.37 Es verdad que la doctrina de Juan tiene ele- b) El pecado es rechazo de Cristo: incredulidad
mentos comunes a los sinópticos y al apóstol de los
gentiles, pero las grandes líneas de su mensaje son per- J. Bauer afirma que el carácter de oposición a Dios,
sonales. Esto se refleja claramente en su interpreta- propio del pecado, encuentra en los escritos de Juan
ción del pecado como incredulidad y odio hacia Cristo su expresión más dura.30 La oposición entre el mundo
y el Padre. del pecado, dominado por el diablo (Jn 14, 30) y Cristo,
desconocido y odiado por este mundo (Jn 1,10-11; 7,7;
15,18), deja ya entrever este aspecto del pecado. Pero
a) El mundo sometido al diabla, Juan afirma expresamente que el pecado es oposición
y Cristo el salvador a Cristo y al Padre, cuando dice que Jesús viene a li-
brar al mundo del pecado (Jn 1, 29) y, de forma más
Lo mismo que Pablo, Juan presenta el mundo a la explícita, cuando escribe:
venida de Cristo como un mundo sujeto al pecado.28
Y la condenación está
26
W. GRUNDMANN, Die Sünde im NT: ThWNT 1, 312. en que vino la luz al mundo,
27
Ph. D E L H A Y E , Le peché actuel. Sa notion: AmCl 69(1959) 17.
38
Mundo significa aquí la humanidad dominada por el pecado; y los hombres amaron más las tinieblas que la luz,
es el lugar de las tinieblas y de la mentira; cf R. BULTMANN, Glau- porque sus obras eran malas.
ben und Verstehen, 1. Mohr, Tübingen 1964, 135-139; C. LESQUI-
V I T - P . GRELOT, Mundo: VTB 505-508. Juan ve el pecado, lo Pues todo el que obra el mal
mismo que Pablo, como un poder maléfico personificado y lo designa
89
en singular con el nombre de amart'ta (Esta palabra aparece tres M. MEINERTZ, Teología del Nuevo Testamento. Fax, Madrid
veces en singular y tres en plural en el evangelio de Juan. En la 1963, 548.
primera de Juan se encuentra la palabra amartía once veces en 30
J. B. BAUER, Pecado, en Diccionario de teología bíblica, 793;
singular y cinco en plural. En el Apocalipsis emplea amartía en cf J. HAAS, Die Síellung Jesu zu Sünde und Sünder nach den vier
plural como los sinópticos). Evangelien, 41.

112 113
aborrece la luz y no va a la luz, todo el que no obra la justicia,
para que no sean censuradas sus obras (Jn 3, 19-20). no es de Dios,
ni tampoco el que no ama a su hermano (1 Jn 3, 8-10).
Para Juan, no existe otra alternativa que amar a
Cristo u odiarlo. Y el odio o amor a Cristo se demues- En Juan, el pecado tiene un carácter de hostilidad
tran en las obras, en el cumplimiento o no cumplimien- a Dios que se concreta en el rechazo de Cristo y de su
to de sus preceptos. Es importante en este sentido el mensaje, es decir, en la incredulidad. También es hos-
texto Jn 15, 9, que enmarca la ley, o sea, los preceptos tilidad hacia el Padre y signo distintivo de los hijos del
del Señor, en la dinámica del amor y afirma que la diablo. Dios y el pecado son tan opuestos como Dios y
permanencia en el amor a Cristo se demuestra observan- el diablo, como la luz y las tinieblas, como la verdad y
do sus mandamientos, del mismo modo que Jesús se la mentira, el amor y el odio, la vida y la muerte.
mantuvo fiel al amor del Padre cumpliendo su vo- A lo largo de todo el evangelio de Juan vemos la
luntad. Aceptar a Cristo es aceptar sus palabras; la oposición que Cristo encuentra entre sus contemporá-
amistad se le demuestra practicando lo que él manda neos. Estos no quieren creer en él, ni en sus palabras
(cf Jn 14,15. 21,23, 24; 15,7. 10.14). Con esto, el ni en sus obras (Jn 10, 25-26); no quieren ir a él, que
apóstol subraya que toda transgresión de la ley es falta dice la verdad, para tener vida (Jn 5, 40). Y rechazan
de amor y, por consiguiente, rechazo de Dios y opción a Cristo en nombre de Moisés (Jn 8, 28), en nombre
por el diablo, su enemigo. de Abrahán (Jn 8, 33-40. 52-58), en nombre de las
tradiciones (Jn 5, 16) y de la ley (Jn 19,7).
Lo afirma expresamente en su primera carta, cuan-
do dice: El dualismo escatológico, característico de Juan, que
anticipa el juicio y la vida eterna como algo que tiene
Quien comete el pecado es del diablo, lugar ya ahora (Jn 3, 16-18; 5, 24) da una gran seriedad
pues el diablo peca desde el principio. al pecado, como toma de posición contra Dios, de suyo
El Hijo de Dios se manifestó definitiva. Juan no habla expresamente del pecado como
para deshacer las obras del diablo. desobediencia. Acentúa más bien la incredulidad pertinaz
Todo el que ha nacido de Dios, no comete pecado, y hostil. Pero la fe significa en sus escritos casi lo
porque su germen permanece en él; mismo que la obediencia en las cartas paulinas.31
y no puede pecar
porque ha nacido de Dios. 31
Creer, según Juan, «es recibir a alguien, a un hombre bien
En esto se reconocen concreto» (Jn 5, 43). Creer es abrirse a Cristo, «es en el fondo
los hijos de Dios y los hijos del diablo: realizar un acto de pobreza en sentido bíblico»: A. DECOUTRAY,

114 115
6. La crucifixión de Cristo, humanidad (Mt 23,32; Hech 7, 52). El hombre había
expresión máxima del pecado rehusado diferentes formas de la llamada de Dios. Aho-
como rechazo de Dios ra rechaza a Dios —hecho— llamada.

Hemos apuntado una serie de textos bíblicos que La muerte de Cristo en la cruz, como sacrificio de
describen el pecado como oposición a Dios. Sin embargo, expiación por nuestros pecados, y de reconciliación de
hay un hecho que los supera a todos por su fuerza ex- toda la humanidad con el creador, deja entrever la serie-
presiva: la crucifixión del salvador. Hasta en su misma dad con que Dios toma nuestros pecados, y da nuevo
forma externa, la crucifixión de Cristo es la expresión sentido a las infidelidades cometidas después de esa
más radical y más palpable del pecado como rechazo de muestra suprema de amor.
Dios por parte de los hombres. Jesús había venido al
mundo para salvar a los hombres (Mt 1, 21; Jn 3, 17),
para traerles la vida (Jn 3, 16. 36; 10, 10). El era Dios
que se acercaba a la humanidad pecadora para darle III. MOTIVACIONES PSICOLÓGICAS
su perdón y su amistad, y los hombres no lo recibie- DEL PECADO
ron (Jn 1, 10-11). Durante su vida terrena fue desco-
nocido, despreciado, perseguido. Y terminó sus días re-
probado y odiado por los hombres para quienes había A la luz del mensaje bíblico acerca del pecado, surge
venido (Jn 1, 23-25). espontánea una pregunta: ¿por qué pecan los hombres?,
La cruz nos habla del amor de Dios y del rechazo ¿cuáles son las principales motivaciones psicológicas
de ese amor por parte de los hombres; nos habla del del pecado?
pecado. La crucifixión es la señal inequívoca del odio Para dar una respuesta precisa habría que exami-
del hombre hacia Dios y de su voluntad de eliminarlo nar cada acto pecaminoso y, sobre todo, cada actitud
y echarlo fuera del mundo para quedarse él sólo y ha- pecaminosa y ver sus raíces psicológicas. No quisiéra-
cerse Dios. La Escritura afirma que en la crucifixión del mos, sin embargo, cerrar este capítulo sin apuntar los
Hijo de Dios llegaron a su plenitud los pecados de la móviles fundamentales del pecado, señalados por los au-
tores bíblicos que hemos estudiado.
La conception \ohannique de la fot: NRT 81(1959) 562-563. La fe
consiste en la «decisión a favor de Dios contra el mundo», lo que El yavista señala la voluntad de poder, de autosufi-
Bultmann llama la Entweltlichung que podría traducirse por «des-
mundanización» y paso a la existencia escatológíca; cf R. BULTMANN, ciencia y autoglorificación como el verdadero motivo del
Theologie des Neuen Testaments, 428-430. primer pecado. ¿Qué dicen a este propósito los autores
116 117
que acabamos de estudiar? Desde luego, somos conscien- Han dejado a Yavé, han despreciado al santo de Is-
tes de lo peligroso que es intentar sistematizar y esque- [rael,
matizar lo que fue escrito con una mentalidad y una se han vuelto de espaldas (1, 4; cf 30, 9-11).
terminología completamente distintas de las nuestras;
se corre el peligro de falsificar el pensamiento de los El pecado surge de una voluntad soberbia de poder
autores. Con todo, nos parece útil intentar una síntesis y auto glorificación del hombre frente a Dios.
esquemática de su modo de pensar. En los sinópticos y en Juan parece ser determi-
nante el endurecimiento del corazón que no quiere dar
Parece ser que la afirmación clave de los autores cabida a Dios y prefiere seguir como siempre; no quie-
que hemos visto podría formularse así: El pecado nace re aceptar la luz, la verdad, la fe. El pecado nace, se-
de una voluntad de autoafirmación del hombre frente gún estos autores, de una voluntad de autosuficiencia
a Dios. Aunque cada uno presenta esa autoafirmación humana, de comodidad, de culto al presente y rechazo
con matices diferentes. de las exigencias divinas que obligan a una constante
Oseas ve la causa del pecado en la voluntad de se- actitud de disponibilidad y de pobreza.
guir los propios gustos y caprichos, desentendiéndose En los escritos paulinos es la "sarx", el hombre
de Dios y de las exigencias de su amor; sin tener en viejo, con sus pasiones, quien incita al pecado y se opo-
cuenta los compromisos contraídos con él. Alude al or- ne a la acción de Dios. El pecado es fruto de una vo-
gullo, pero parece ver en el pecado, sobre todo, búsque- luntad de placer y de autoservicio, en oposición con
da de sí mismo, egoísmo y olvido de Dios. Un olvido la voluntad de Dios personificada en el espíritu que ha-
provocado por el bienestar humano que parece hacer bita en los hombres; es desobediencia. Según todos estos
a Dios innecesario, inútil y molesto: autores, parece que detrás del pecado se esconde una
cierta desesperación consciente o inconsciente respecto
Yo los apacenté y se saciaron, de la vida en amistad con Dios. El pecado es un in-
se saciaron y se engrió su corazón, tento de emprender caminos más prometedores, al mar-
por eso se olvidaron de mí (13,6; cf 7, 15). gen de Dios.32
33
El pecado nace de la voluntad egoísta de placer y S. Kierkegaard insistió repetidas veces en que «el pecado es
desesperación»; un desesperar de Dios y de sí mismo. Se peca, dice,
de felicidad, al margen de Dios. «cuando delante de Dios y desesperadamente no se quiere ser uno
mismo, o cuando, también de una manera desesperada y delante de
Isaías subraya el elemento de hostilidad, de despre- Dios, se quiere ser uno mismo» (La enfermedad mortal, o de la
desesperación y el pecado, 159).
cio de Dios, nacido del orgullo humano:
119
118
He aquí tres observaciones importantes: la primera rechazan la voluntad de Dios en nombre de las tradicio-
es que la biblia afirma una relación entre el medro y el nes de los antiguos (Mt 15, 1-7; Me 7, 2-13); que buscan
bienestar humanos y la tentación de rechazar a Dios o, un seguro frente a Dios en el templo material (Jer 7,
al menos, de desentenderse de él sintiéndose seguro 1-11), en el hecho de ser descendientes de Abrahán (Mt
(Am 6), diciendo que Dios "no cuenta" (Jer 5, 12), 3, 9; Jn 8, 33-40; 52-58), en su pretendida fe en Moi-
que es inofensivo y no hace ni bien ni mal (So 1, 12), sés (Jn 5, 45-47), en la ley misma (Le 6, 7; 13,14; Jn
que no conoce a los hombres ni ve lo que hacen (Is 5, 16). ¡Los judíos piden la muerte de Jesús en nombre
29, 15-16). Cuando se siente feliz y poderoso, el hom- de la ley! (Jn 19,7).
bre tiende a prescindir de Dios.
Es decir que la religión institucionalizada aparece
La segunda observación es que la misma religión, en diferentes pasajes de la biblia como un elemento del
mal entendida, suele ser un elemento importante en que el hombre echa mano para hacer resistencia a la
la actitud de autoafirmación contra Dios. En efecto, voluntad de Dios e incluso para rechazarlo. Jesús mu-
llama la atención constatar que los hombres, cuyos pe- rió reprobado por los representantes de la religión ju-
cados denuncian los autores bíblicos, no suelen ser per- día: "El hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser re-
sonas a-religiosas, es decir, gente que se desentiende probado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los
de las prácticas religiosas, aunque también se den casos escribas" (Le 9, 22). Es ésta una constatación suma-
de éstos. Son más bien personas que cumplen sus de- mente importante para la Iglesia-institución y para cada
beres religiosos, al menos en parte, que aceptan la re- creyente en particular. Ella muestra que el pecado se
ligión institucionalizada y quieren compaginar su actitud sitúa a un nivel mucho más profundo que el de la
de oposición a Dios con unas prácticas religiosas pura- observancia material del código moral.
mente formalistas. Son abundantes las recriminaciones
de los profetas contra tales personas (cf Os 6, 6; 8, 13; La tercera observación es que el pecado, tal como
Am 5, 21-23; Is 1, 11-16; 29, 13; Jer 6, 20; 7, 1-23; lo describen los autores bíblicos, es una posición contra
Jl 2, 13; Za 4-6). Dios, una actitud positiva de rechazo de Dios. Es exac-
tamente lo contrario de la fe; no de la virtud —en
A veces los mismos elementos "religiosos" sirven sentido estoico— sino de la fe como adhesión obedien-
para hacer resistencia a Dios; son como "seguros" en te a Dios (cf Rom 1,5; 16, 19, 26). Según esto, lo que
los que el hombre se apoya para no aceptar a Dios cum- más importa al hablar del pecado y al examinar la con-
pliendo su voluntad. Es el caso del fariseo observante ciencia es la actitud interna, y no tanto los actos ais-
cuya justicia, legalista, le sirve para autoglorificarse lados. Estos tienen valor en cuanto reflejan la actitud
frente a Dios {Le 18, 9-14); el caso de los judíos que del individuo, y serán más o menos importantes según
120 121
su repercusión en la actitud de amistad con Dios. El va apareciendo el pecado como un conflicto interper-
pecado mortal consiste en la ruptura de dicha amistad. sonal, como un rechazo consciente y personal del amor
Es posible que se dé una vida de fidelidad a Dios en divino. Ese pecado es fruto de una opción de la per-
una persona que comete de vez en cuando pecados ais- sona humana contra la voluntad del Dios personal.
lados, o, incluso, con cierta frecuencia. Y también es Donde no se da tal opción personal, no puede hablarse
posible que un individuo lleve una vida moralmente del pecado.
correcta, siendo interiormente un gran pecador. Es necesario que nuestra pastoral y catequesis en-
marquen el pecado dentro de estas coordenadas perso-
nalistas, auténticamente bíblicas. En este contexto dia-
logal la ley adquiere su verdadero sentido y el pecado
En síntesis: la biblia habla siempre del hombre "ante aparece como una repulsa absurda del amor de un Dios
Dios", es decir, referido esencialmente al creador. Es- que nos quiere de verdad y al que nos debemos to-
to influye en la visión bíblica de la existencia humana. talmente.
Toda ella dice referencia a Dios. Toda actitud y todo
acto humanos se viven " ante Dios" y hablan de amor o Los textos bíblicos citados proporcionan un mate-
de odio al creador. Por eso también el pecado es algo rial útil y actual para hablar del pecado. Los autores
que sucede "delante de Dios" y "contra Dios" (cf sagrados describen actitudes y actos pecaminosos idén-
Ex 10, 16; Jos 7,20; 2 Sam 12, 13; Mi 7, 9; Sal 51, ticos a los de nuestros días. Sus imágenes y expresio-
6; Le 15, 18). nes pueden prestarnos todavía hoy un servicio valioso
y darán a nuestra predicación y catequesis sobre el pe-
El pecado es siempre rechazo de un Dios que es cado una vida que no se encuentra en la terminología
amor y que a lo largo de la historia testimonió y testi- teológico-escolástica todavía en uso.
monia su amor a los hombres y que está siempre con Pudiera pensarse que este rechazo de Dios —que
ellos y en ellos (Sal 138). Es una negativa al amor di- es el pecado—, no se da fácilmente hoy día. Porque,
vino que se acerca al hombre y pide una respuesta de en primer lugar, muchos contemporáneos no conocen
vida en el amor obediente y servicial. Esto es aplicable a Dios explícitamente. ¿Pueden éstos ofenderlo, re-
al pecado mortal y también al venial, aunque de forma
chazarlo? En segundo lugar, los mismos creyentes ex-
distinta.
plícitos tienen hoy día una mentalidad más "secular",
A medida que se revela el misterio del amor de afirman la autonomía de las realidades terrenas y no
Dios al pueblo y a cada individuo, y a medida que se ven a Dios tan "metido en todo" como en otras épo-
descubre la responsabilidad personal frente a ese Dios, cas. Lo ven lejano, oculto.

122 123
A esto hay que decir que quienes no conocen a Dios
de forma explícita también lo ofenden y rechazan cada 3
vez que desoyen la voz de su conciencia y no realizan
aquello que reconocen ser su deber. En cuanto a los La ofensa al hombre
creyentes de mentalidad "secular", es sabido que la auto-
nomía de lo creado no es lo mismo que independencia,
y que el servicio al mundo y a los hombres es prolon-
es ofensa a Dios
gación y expresión del servicio al creador, de suerte
que toda falta en el uso de las cosas y en el trato con
los demás es una ofensa al Dios creador y padre de
todo: es pecado.

Si alguno dice: «amo a Dios» y aborrece a su


hermano, es un mentiroso (1 Jn 4, 20).

Según Gen 2-3, el pecado separa de Dios y desune


a los hombres; crea lucha en la familia humana. En el
relato de Caín y Abel (Gen 4, 1-16) el yavista da
un paso más en la descripción de la historia santa, que
es también la historia del pecado, y hace una afirmación
básica: la falta contra el hombre es ofensa a Dios; es
decir, que también el desprecio del hombre es desprecio
de Dios y que la violación de las normas sociales ofen-
de al creador y es pecado.1
1
Al decir que la ofensa al hombre es ofensa a Dios, tomamos

124 125
El hombre actual suele ser muy sensible a los pro- pítulo. ¿Cuál es el origen de esta narración?, ¿qué
blemas y desórdenes sociales, pero no capta en la mis- se propuso el yavista con este relato?
ma medida la dimensión religiosa de las relaciones inter-
humanas, ni, por consiguiente, de la falta contra el
hombre. Por eso dedicaremos este capítulo al estudio 1. Naturaleza del relato
de este aspecto de la teología del pecado, que encon-
tramos afirmado desde los umbrales del Génesis hasta Lo mismo que la narración del paraíso, Gen 4, 1-16
el Apocalipsis. procede de la fuente yavista y se integra en la historia
de los orígenes. Es un texto muy semejante al relato
Entre los muchos pasajes bíblicos que corroboran de Adán y Eva. En cuanto a su origen, R. de Vaux
la afirmación yavista hemos escogido algunos que nos afirma que este relato
parecen sumamente claros. Después de estudiar la na-
rración de Caín y Abel, veremos algunos textos de los no se refería originariamente a los hijos del primer
profetas: Amos y Oseas, Isaías, Jeremías, Trito-Isaías, hombre, porque supone una civilización ya desarro-
y de los sabios: Proverbios y Job. En el Nuevo Testa- llada, v. 2, el culto instituido, v. 3, otros hombres
mento nos fijaremos en el mensaje de los sinópticos que podían matar a Caín, v. 14, y todo un clan que
y de Juan. le protegerá, v. 15. Se piensa, prosigue este autor, que
se refería al antepasado epónimo de los qenitas, ver
Juec 1, 14 y 4, 11; 1 Sam 15, 6, quizá al mismo
Qenan que figura en la genealogía de Set 5, 9."
I. E L RELATO DE CAÍN Y ABEL
(Gen 4, 1-16) Efectivamente, el autor supone en los orígenes unas
condiciones de vida que son a todas luces propias de
épocas posteriores. Por consiguiente, la interpretación
Génesis 4, 1-16 refleja con la máxima claridad el literal del texto sería contraria a la intención del autor
aspecto del pecado que deseamos subrayar en este ca- y, en parte, imposible. Nos encontramos ante un texto
que, con un relato sencillo, quiere expresar una verdad
esta expresión en el sentido usual. Ella quiere decir no que el pecado
afecte a Dios y le perjudique en modo alguno, cosa totalmente inad- teológica. El hagiógrafo no tiene ningún interés por dar
misible (cf Job 35,6), sino que Dios ama el bien y, por consiguiente, detalles sobre el número de hijos de los primeros pa-
es opuesto al mal. Decir que el pecado del hombre ofende a Dios
equivale a afirmar que Dios creó al hombre para el bien y desea 2
que permanezca en él (cf F. BOURASSA, Le peché, offense de Dieu: R. DE VAUX, La Genése, 49 f; cf G. VON RAD, La Genése,
Gregorianum 49(1968) 563-574; P. SeHOONENBERG, El poder del 100-106; Th. KAMPMANN, El Antiguo Testamento hoy, 217-237;
pecado, 51-55. A. LAEPPLE, El mensaje bíblico en nuestro tiempo, 1, 94-103.

126 127
Lo que dijimos acerca de la actualidad de la perícopa
dres, ni acerca de su vida. El fratricidio de Caín es sim- del paraíso puede afirmarse también del relato de Caín
plemente un ejemplo del que se sirve para transmitir y Abel. Estos parecen ser en la mentalidad del yavista
un mensaje religioso.3 no tanto figuras del pasado, cuanto tipos humanos re-
presentativos de todas las generaciones humanas.
2. Contenido teológico del relato
Son, dice A. Lapple, los hombres de todos los tiem-
pos: somos todos nosotros. En cada uno de nosotros
En este pasaje el yavista muestra que el pecado, hay un poco de la mentalidad de Caín... No hace
al que la primera generación humana dio entrada en el falta un fratricidio para estigmatizar a un hombre co-
mundo, está también presente y activo entre sus des- mo cainita. También las faltas de caridad y los pecados
cendientes. Esta es la primera constatación a que nos de omisión que cometemos todos los días pueden
lleva el texto: el pecado comienza a extenderse entre hacer sangrar al prójimo y reducirlo a la desespera-
los humanos. ción."
Gen 4, 1-16 contiene además otra afirmación tras-
cendental para la teología del pecado: quien se separa
de Dios, no tarda en separarse de sus hermanos faltan-
do contra ellos, lo cual es un nuevo pecado contra Dios. II. E L MENSAJE DE LOS PROFETAS
La ofensa al hombre es, al mismo tiempo, ofensa a
Dios y atrae el castigo divino. Nadie puede ofender al
hombre sin ofender a Dios, su creador. Este es el El pecado más fustigado por los profetas es la ido-
contenido religioso de la perícopa de Caín y Abel. latría, el culto a dioses falsos. Israel había prometido a
Yavé ser su pueblo, como Yavé era su Dios. La idola-
Solemos considerar a Caín como el siempre malo,
tría representaba una infidelidad a la alianza.
el que ya nació con mala estrella. Más bien es lo con-
trario. Caín es el preferido de Dios, el primogénito, el Pero existen en el mensaje profético una serie de
más capaz de los dos hermanos. Pero fue precisamente textos que atestiguan la importancia que los profetas
su valía humana la que lo llevó al orgullo, a la rebelión daban a los pecados contra el hombre. En esos pecados
contra Dios y al rechazo de su hermano. También aquí ven los profetas otras tantas ofensas contra Dios e
aparece la relación entre el poderío humano, el rechazo infidelidades a la alianza. En efecto, vivir en alianza con
de Dios y el abuso de los demás.
1
3 A. LAEPPLE, El mensaje bíblico en nuestro tiempo, 1, 103.
R. K O C H , Erlosungstheologie Génesis 1-11, 34-35.66.
129
128
Dios es vivir en alianza con los hombres; por eso de- y al pobre por un par de sandalias;
nuncian toda clase de abuso y explotación de los pobres los que pisan la cabeza de los débiles,
y toda suerte de injusticia social. H e aquí algunos tex- y el camino de los humildes tuercen;
tos que no son más que una muestra entre tantos otros. ...sobre ropas empeñadas se acuestan
junto a cualquier altar,
y el vino de los que han multado beben
en la caas de su dios... (2, 6-8; cf 3-2,5).
1. Amos y Oseas
Para Amos el pueblo está ya maduro en la maldad
Amos habla ampliamente del pecado contra el hom-
y se aproxima la ruina total (8, 1-3). Dice a los explo-
bre. Las circunstancias en que se desenvolvió su vida
tadores y defraudadores:
le movieron a ocuparse a fondo de este tema. El pro-
4
feta vivió hacia el año 750 en el reino del norte que por
Escuchad los que pisoteáis al pobre
esos años atravesaba un período de florecimiento eco-
y queréis suprimir a los humildes de la tierra,
nómico, de riqueza y de confort, de vida alegre y
diciendo: ¿cuándo pasará el novilunio
de un lujo extraordinario. A esto iban unidas una cierta para poder vender el grano,
religiosidad formalista y grandes injusticias sociales. Cir- y el sábado para dar salida al trigo,
cunstancias, como se ve, muy parecidas a las de nues- achicando la medida y aumentando el peso,
tra sociedad occidental. Por eso el mensaje de Amos falsificando balanzas de fraude,
es perfectamente comprensible y actual hoy día.5 comprando por dinero a los débiles
y al pobre por un par de sandalias,
Amos denuncia con duras palabras todos los abusos para vender hasta las ahechaduras del grano?
sociales de sus contemporáneos y predice castigos ho- Lo ha jurado Yavé por el orgullo de Jacob:
rribles para el pueblo a causa de ellos. Y, en efecto, ¡Jamás he de olvidar todas sus obras! (8, 4-7; cf 4,
el reino del norte terminó muy pronto (772), como ha- [1-3; 5 , 7 . 15).
bía predicho el profeta. Dice, por ejemplo, Amos:
En el mensaje de Amos aparece también la rela-
Así dice Yavé: ción entre las seguridades materiales y el abandono
¡Por los tres crímenes de Israel y por los cuatro, y olvido de Dios, para autoafirmarse; abandono y olvido
seré inflexible! que se concretan y prolongan en el abuso utilitario de
Porque venden al justo por dinero los demás, especialmente de los pequeños y débiles.
5 También Oseas denuncia los pecados contra el hom-
Cf L. MONLOUBOU, Amos et Osee. Fleurus, París 1964, 29-30
bre y señala la relación entre desconocimiento de Dios
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131
dad sus derechos al oprimido,
y abuso de los demás; al mismo tiempo, anuncia que haced justicia al huérfano,
los pecados contra los demás acarrean <ú castigo de abogad por la viuda...
Dios sobre toda la creación, precisamente porque ofen- Si aceptáis obedecer,
den al creador: lo bueno de la tierra comeréis.
Pero si rehusando os oponéis,
Escuchad la palabra de Yavé, hijos de Israel, por la espada seréis devorados,
que tiene pleito Yavé con los habitantes de esta tierra, que ha hablado la boca de Yavé (1, 15-17. 19-20).
pues no hay ya fidelidad ni amor,
ni conocimiento de Dios en esta tierra; Mientras existen estos pecados en el pueblo, de
sino perjurio y mentira, asesinato y robo, nada valen las oraciones y los sacrificios: en vez de apla-
adulterio y violencia, sangre y más sangre. car a Yavé, le irritan ( 1 , 11-15). Isaías fustiga a quie-
Por eso la tierra estará en duelo, nes abusan de los demás y les asegura que tales peca-
y se marchitará cuanto en ella habita, dos les llevarán a la ruina:
con las bestias del campo y las aves del cielo;
y hasta los peces del mar desaparecerán (4, 1-3; cf
¡Ay, los que juntáis casa con casa,
[ O s ó , 8; 7 , 1 ; 12, 2. 8-9, etc.).
y campo a campo anexionáis,
hasta ocupar todo el sitio
y quedaros solos en medio del país (5, 8; cf 5,
2. Isaías [20-30).
¡Ay, los que decretan decretos inicuos,
Según Isaías, a la fe en Dios corresponde la justi- y los escribientes que escriben vejaciones,
cia hacia los hombres. La injusticia echa a perder la excluyendo del juicio a los débiles,
paz del reino de Dios. Considera las faltas contra los atropellando el derecho de los pobres de mi pueblo,
haciendo de las viudas su botín,
hombres como desobediencia y actos de oposición a
y despojando a los huérfanos.
Dios: Pues ¿qué haréis para el día de la cuenta
y la devastación que de lontananza viene?
Vuestras manos están llenas de sangre: ¿a quién acudiréis para pedir socorro?
lavaos, limpiaos, ¿dónde dejaréis vuestros honores? (10,1-3).
quitad vuestras fechorías de delante de mi vista,
desistid de hacer el mal,
aprended a hacer el bien,
buscad lo justo,
133
132
¡Ay del que edifica su casa sin justicia
3. Jeremías y sus pisos sin derecho!
De su prójimo se sirve de balde
En Jeremías aparecen ideas y expresiones semejan- y su trabajo no le paga...
tes a las de los profetas anteriores. Dice por ejemplo: Tu padre, ¿no comía y bebía?
También hizo justicia y equidad,
Porque se encuentran en mi pueblo malhechores:
y le fue bien.
preparan la red, cual cazadores ponen lazos:
Juzgó la causa del humillado y del pobre,
¡hombres son atrapados!
e iba bien.
Como jaula llena de aves,
¿No es esto conocerme? —oráculo de Yavé—.
así están sus casas llenas de fraudes.
Pero tus ojos y tu corazón no están más que a tu
Así se engrandecieron y se enriquecieron,
[granjeria,
engordaron, se lustraron.
y al atropello y al entuerto para hacer tú lo propio.
Ejecutaron malas acciones.
Por tanto, así dice Yavé respecto a Yoyaquim,
La causa del huérfano no juzgaban
rey de Judá:
y el derecho de los pobres no sentenciaban.
¡Pobre de este hombre! (22, 13. 15-18 a).
¿Y de esto no pediré cuentas?
—oráculo de Yavé— La afirmación más importante de Jeremías acerca
¿de una nación así
de nuestro tema es ésta: conocer a Yavé es practicar
no se vengará mi alma (5, 26-29; cf 9, 1-8).
el derecho y la justicia (cf 22, 16). Ella sintetiza toda la
Yavé se complace en el ejercicio del derecho y de doctrina de los profetas anteriores al exilio acerca de
la justicia y castiga a quienes no los practican: la justicia social. En efecto, estos profetas "hacen ad-
quirir conciencia de la dimensión moral y religiosa de
Haced justicia cada mañana, la injusticia; lo que se veía como mera violación de
y salvad al oprimido de mano del opresor, reglas o de costumbres se convierte en ultraje a la
y al forastero, al huérfano y a la viuda no atrepelléis; santidad de un Dios personal". 6
no hagáis violencia
ni derraméis sangre inocente en este lugar...
Mas si no oís estas palabras, 4. El Trito-Isaías (Is 55-66)
por mí mismo os juro —oráculo de Yavé—
que en ruinas parará esta casa (22, 3. 5) En el Trito-Isaías se habla del encuentro de la jus-
ticia del hombre con la justicia de Dios (50,1) y se
Jeremías pronuncia esta maldición contra el rey
6
A. DESCAMPS, justicia: VTB 401.
Joaquín:
135
134
afirma que la práctica de la justicia es necesaria para y arrancar el yugo?
que venga la salvación de Dios: ¿No será partir al hambriento tu pan,
y a los pobres sin hogar recibir en casa?
Por eso se alejó de nosotros el derecho ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras,
y no nos alcanzó la justicia. y de tu semejante no te apartes?
Esperábamos luz, y hubo tinieblas, Entonces brotará tu luz como la aurora,
la claridad, y anduvimos en oscuridad... y tu herida se curará rápidamente.
Porque ha sido rechazado el juicio Te precederá tu justicia,
y la justicia quedó lejos (59, 9. 14). la gloria de Yavé te responderá,
pedirás socorro, y dirá: aquí estoy (58, 3-9a).
El texto más hermoso es sin duda este capítulo 58
' donde el profeta afirma que el camino para encontrar
a Dios es el servicio al hermano:
III. L A REFLEXIÓN DE LOS SABIOS
¿Por qué ayunamos, si tú no lo ves?
¿Para qué nos humillamos, si tú no lo sabes?
Es que el día en que ayunabais,
buscabais vuestro negocio E n la literatura sapiencial, una serie de pasajes afir-
y explotabais a todos vuestros trabajadores. man que la ofensa al hombre es ofensa a Dios. Citamos
Es que ayunáis para litigio y pleito algunos textos de los Proverbios y del libro de Job.
y para dar de puñetazos al desvalido.
No ayunéis como hoy,
para hacer oír en las alturas vuestra voz. 1. Los Proverbios
¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero
el día en que se humilla el hombre?
¿Había que doblegar como junco la cabeza, En la segunda sección del libro, la más antigua,
en saco y ceniza estarse echado? que refleja los principios de la sabiduría, se lee:
¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yavé?
¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero Quien desprecia a su vecino, comete pecado;
—oráculo del Señor Yavé— dichoso el que tiene piedad de los pobres,
desatar los lazos de la maldad, Quien oprime al débil, ultraja a su hacedor;
deshacer las coyundas del yugo, mas el que se apiada del pobre, le da gloria (14, 21.
dar la libertad a los quebrantados, [31).
136 137
ximadamente, cinco siglos después de los proverbios ci-
Quien se burla de un pobre, ultraja a su hacedor, tados. En el capítulo 20 se dice:
quien se ríe de la desgracia, no quedará impune.
Justificar al malo y condenar al justo; ¿No sabes tú que desde siempre,
ambas cosas abomina Yavé (17, 5. 15). desde que el hombre en la tierra fue puesto,
Quien se apiada del débil, presta a Yavé, es breve la alegría del malvado,
el cual le dará su recompensa (19, 17). y el gozo del impío dura un instante?...
No despojes al débil, A los pobres tendrán que indemnizar sus hijos,
no aplastes al desdichado en la puerta, sus niños habrán de devolver sus bienes...
porque Yavé defenderá su causa Devuelve su ganancia sin tragarla,
y despojará de la vida a los despojadores (22, 22-23). no saborea el fruto de su negocio.
Porque estrujó las chozas de los pobres,
Acerca de la mentira y la falta de honradez, se dice: robó casas en vez de construirlas...
En el momento de llenar su vientre,
A los de corazón torcido abomina Yavé; suelta Dios contra él el ardor de su cólera...
a los de camino intachable da su favor (11, 20). y lanza sobre su carne una lluvia de saetas...
El bueno obtiene el favor de Yavé; Tal es la suerte que al malvado Dios reserva,
pero él condena al hombre astuto (12, 2). la parte que recibe de Dios (20, 4-5. 10. 18-19. 23.
Los labios mentirosos abomina Yavé; [29; cf 22, 6-11).
los que son sinceros alcanzan su favor (12, 22).
Y en el capítulo 24 dice:
Sobre la injusticia:
Huye —el malvado— veloz antes que llegue el día,
Abominación de Yavé, la balanza falsa, evita el camino de las cumbres.
pero el peso justo gana su favor (11, 1). Su hacienda es maldita en el país;
Tener dos pesas lo abomina Yavé; un calor sofocante evapora las aguas
tener balanzas falsas no está bien (21, 23). y quema lo que queda de su trigo.
El seno que le formó, de él se olvida,
y su nombre no se recuerda más.
2. Libro de Job Así la iniquidad es desgajada como un árbol.
Maltrataba a la estéril, la que no da a luz,
y a la viuda no trataba bien.
El libro de Job es otro testimonio de la reflexión Pero aquél que agarra con su fuerza a los tiranos,
sapiencial en torno a este tema. Data del siglo v; apro-
139
138
amar a Dios sin interesarse por los hombres" 7 u ofen-
se levanta, y ya el otro no cuenta con la vida. der al hombre sin ofender a Dios.
Le dejaba apoyarse con seguridad,
pero sus ojos vigilaban sus caminos. Pero el segundo mandamiento es presentado en el
Se encumbró por un instante y ya no existe, Antiguo Testamento de modo menos solemne que el
se abate como el armuelle que se corta, primero (cf Lev 19) y "la palabra prójimo tiene un sen-
como la cresta de la espiga se amustia (24, 18-24; cf tido bastante más restringido" en los textos veterotes-
[29, 11-17; 31). tamentarios 8 que en el evangelio. ¿Cuál es la aportación
del Nuevo Testamento a nuestro tema?
Aunque Dios no responde a los gritos de los opri-
midos, porque no tienen fe en él y son orgullosos, sin
embargo no es indiferente a lo que han hecho los
malvados: IV. E L MENSAJE DE LOS SINÓPTICOS

Entonces se grita, sin que responda él,


a causa del orgullo de los malvados.
En el mensaje de los sinópticos aparece con mayor
¡Pero es falso decir que Dios no oye,
que Sadday no se percata! claridad que en el Antiguo Testamento la estrecha unión
¡Cuánto más decir que no le adviertes, que existe entre la falta al hombre y la falta a Dios.
que un proceso está ante él y que le esperas; Esto surge como consecuencia lógica de la doctrina
o también que su cólera no castiga nada, neotestamentaria acerca del amor al prójimo.9
y que ignora la rebelión del hombre!
Job, pues, abre en vano su boca, 7
C. WIENER, Amor: VTB 74. Aunque no es correcto atribuir
multiplica a lo tonto las palabras (35, 12-16). sin más al antiguo Israel ideas que aparecerán muy claras en épocas
posteriores de la revelación, parece que toda la doctrina de Israel
acerca del respeto y amor al prójimo tiene su fundamento en la
El decálogo daba suma importancia a las faltas con- alianza establecida entre Dios y el pueblo. Mediante ésta, Dios entró
en relación con la comunidad y, a través de ella, con todos los
tra el hombre (Ex 20, 12-17; Jer 19, 11-18; Dt 5, 6- componentes de la misma. Por otra parte, los que entraban en
21) y señalaba ya como "segundo mandamiento" el relación con Dios pasaban a formar parte de «su comunidad».
Dentro de ésta, cualquier falta contra un miembro de la misma era
amor del prójimo: "Amarás a tu prójimo como a ti ofensa al Dios que la había formado y que estaba unido a ella con
mismo" (Lev 19, 18; cf Mt 22,39). Y todo el Antiguo la alianza. Cf J. SCHREINER, El hombre se aparta de Dios por el
pecado: Concilium 50(1967) 518.
Testamento afirma que no se puede agradar a Dios sin 8
Cf C. WIENER, Amor: VTB 73; R. SCHNACKENBURG, El
respetar a los hombres, sobre todo a los más abandona- testamento moral del Nuevo Testamento. Rialp, Madrid 1965, 77-78.
9
Acerca de la doctrina de Jesús referente al amor a Dios y al
dos, a los menos interesantes. "Nunca se creyó poder
141
140
1. El doble mandamiento del amor «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que
cerráis a los hombres el reino de los cielos! ¡Vosotros
ciertamente no entráis; y a los que están entrando, no
Los sinópticos unen indisolublemente el mandamien- les dejáis entrar!
to del amor a Dios y el del amor al prójimo (Mt 22, ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que
devoráis la hacienda de las viudas... por eso tendréis
37-40). Cumpliendo estos dos preceptos que sintetizan
una sentencia más rigurosa...!
la ley y los profetas (Mt 22,40), se consigue la vida
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pa-
eterna (Le 10,28). Jesús desea que el amor de Dios gáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino,
se exprese en actos por el amor del prójimo y que a y descuidáis lo más importante de la ley: la justicia,
su vez el amor del prójimo nazca del amor de Dios.10 la misericordia y la fe! (Mt 23, 13. 14. 23).
"Prójimo" es simplemente todo hombre, bueno o malo,
amigo o enemigo. Jesús exige un amor universal como A propósito del escándalo, leemos:
es el amor de Dios, que hace bien a malos y buenos
(cf Mt 5,43-48). El que reciba a un niño como éste en mi nombre,
a mí me recibe. Pero al que escandalice a uno de
La importancia que los sinópticos dan a este se- estos pequeños que creen en mí, más le vale que le
gundo mandamiento, inseparable y semejante al pri- cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que
mero (Mt 22,39), manifiesta, por una parte, la gravedad mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar
del pecado contra el hombre, y, por otra parte, el víncu- (Mt 18,6; cf 18,10).
lo entre la ofensa al hombre y la ofensa a Dios.
La relación entre la crensa al hombre y la ofensa
a Dios aparece también en la obligación que Jesús im-
2. Textos explícitos pone de reconciliarse con el prójimo antes de presentar
las ofrendas al altar (Mt 5, 23-24) y de perdonar antes
En las maldiciones contra los escribas y fariseos, de pedir perdón a Dios (Me 11, 25). De hecho, Dios
Jesús habla directamente de la gravedad del pecado nos tratará como hayamos tratado nosotros a los de-
contra el hombre: más:

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con


prójimo véase R. Se H NACKENBURG, El testamento moral del Nuevo el juicio con que juzguéis, seréis juzgados, y con la
Testamento, 73-89. medida con que midáis, se os medirá a vosotros (Mt
10
Cf R. Se H NACKENBURG, El testamento moral del Nuevo Tes-
tamento, 78-80. 7, 1-2; cf 18, 23-25).

142 143
3. El juicio final V. E L MENSAJE DE JUAN

En los textos referentes al juicio final aparece con


mayor claridad la unión íntima y hasta la equivalencia La doctrina de los sinópticos acerca de la caridad
entre la ofensa al hombre y la ofensa a Dios. El último se encuentra también en otros autores del Nuevo Tes-
día los hombres serán admitidos en el reino o excluidos tamento. Pablo y Juan, por ejemplo, se ocuparon am-
de él según la conducta que hayan observado con su pliamente de este punto fundamental del mensaje cris-
prójimo. Dios se considerará servido o despreciado, pre- tiano. Ambos radicalizan la doctrina acerca del amor
cisamente en el servicio o desprecio de los hombres: al prójimo, hasta el punto de resumir en él toda la
existencia cristiana.
Y el rey les dirá: en verdad os digo que cuanto hi-
cisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, Para Pablo, la caridad "es la ley en su plenitud"
a mí me lo hicisteis... Cuanto dejasteis de hacer con (Rom 13,10: Ga 5, 14): "El que ama al prójimo, ha
uno de estos más pequeños, también conmigo dejas- cumplido la ley" (Rom 13, 8). Ya no habla de dos
teis de hacerlo (Mt 25, 40. 45; cf Mt 10, 40-42; Le preceptos semejantes: quien peca contra un hermano,
10, 16). peca contra Cristo (1 Cor 8, 12). Su doctrina acerca
del cuerpo místico de Cristo deja entrever de forma ine-
Y no parece que pueda tomarse ese "a mí me lo quívoca el alcance religioso y cristológico de toda ofen-
hicisteis" en el sentido de un "como si" meramente sa al hombre. El famoso himno a la caridad como cul-
moral-jurídico. Hay que interpretarlo a partir de una men de todos los carismas habla también en este sen-
comprensión profunda del misterio de la encarnación tido (1 Cor 13).
en que Cristo se unió a toda la familia humana y a
Juan nos legó una doctrina más elaborada y unas
cada uno de sus miembros, de suerte que todo ser hu-
ideas todavía más claras acerca del amor al prójimo
mano encarna la figura del Hijo de Dios, y está ín-
y del aspecto religioso de los actos interhumanos. Vea-
timamente unido a él. Este ser cristológico de toda per-
mos un poco más de cerca su mensaje:
nosa humana es un punto fundamental para comprender
la unidad indisoluble entre el amor a Dios y el amor al 1. Jesús da a los apóstoles
prójimo, y la inseparabilidad y equivalencia fundamental el mandamiento del amor fraterno.
entre la ofensa al hombre y la ofensa a Dios.11 Este será su distintivo:
11
Cf K. RAHNER, Sobre la unidad del amor a Dios y al pró- Os doy un mandamiento nuevo:
jimo, en Escritos de teología, 6. Taurus, Madrid 1967, 274-275; cf
SCHILLEBEECKX, Dios y el hombre, 232-233. que os améis los unos a los otros.

144 145
y el mundo conozca que tú me has enviado
Que como yo os he amado,
y que yo les he amado a ellos como tú me has amado
así os améis también vosotros los unos a los otros.
[a mí (17, 21-23).
En esto conocerán todos que sois discípulos míos:
Quienes aceptan a Dios deben entrar en el dinamis-
si os tenéis amor los unos a los otros (Jn 13, 34-35).
mo del amor divino. El amor fraterno será la señal
de permanencia en Dios (Jn 4, 16), es decir, de fide-
El amor mutuo parece ser el todo de la existencia
lidad a Dios y de oposición al pecado.
cristiana. Jesús manda que sus discípulos se amen como
él los amó. El amor mutuo debe ser fruto y consecuen-
cia del amor de Jesús: él nos amó para que nos ame-
mos, para que prolonguemos ese amor suyo. Tenemos 2. El amor de Dios y
que amarnos porque Dios nos amó primero (1 Jn 4, 11). el amor al prójimo son inseparables.
Parecen constituir una única realidad
En realidad, el amor mutuo entre los creyentes es
el mismo amor intradivino prolongado a nivel humano: Es una consecuencia de lo dicho anteriormente. Nin-
gún autor bíblico expresa esto con tanta claridad como
Yo les he dado a conocer tu nombre Juan que llega a decir:
y se lo seguiré dando a conocer,
para que el amor con que tú me has amado esté en
Si alguno dice: «Amo a Dios» y aborrece a su her-
y yo en ellos (Jn 17, 26). [ellos
es un mentiroso; [mano,
pues quien no ama a su hermano, a quien ve,
El Padre amó a Cristo y Cristo nos ha amado con
no puede amar a Dios, a quien no ve.
el mismo amor del Padre; ahora los creyentes deben Y hemos recibido de él este mandamiento:
hacer realidad en su vida el amor divino; deben ser un quien ama a Dios, ame también a su hermano (1 Jn
reflejo de la vida trinitaria: [4, 20-21).

Que todos sean uno. Juan sitúa al mismo nivel el amor al prójimo y
Como tú, Padre, en mí y yo en ti, el amor a Dios; y ve el amor al prójimo como un amor
que ellos también sean uno en nosotros, a Dios, como una forma de amar al Dios invisible y
para que el mundo crea que tú me has enviado. como fruto del amor de Dios en nosotros:
Yo les he dado la gloria que tú me diste,
para que sean uno como nosotros somos uno:
Si nos amamos unos a otros,
yo en ellos y tú en mí,
Dios permanece en nosotros
para que sean perfectamente uno,
147
146
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud que, siendo del maligno, mató a su hermano (1 Jn 3,
[(1 Jn 4, 12). [10-12).

Más adelante señala el apóstol la razón de esta co- Juan expresa lo mismo con otro simbolismo, cuando
rrespondencia entre el amor a Dios y el amor al prójimo, dice que el amor a los hermanos es señal del paso de
cuando dice que "todo el que ama a aquel que da el las tinieblas a la luz y que, por el contrario, quien odia
ser, ama también al que ha nacido de él" (1 Jn 5, 1). a su hermano está en tinieblas, es decir, bajo el do-
minio del diablo:
También en Juan encontramos afirmada la relación
que habíamos notado en Oseas y Jeremías entre el co-
Quien dice que está en la luz
nocimiento de Dios y el amor a los hermanos:
y aborrece a su hermano,
está aún en las tinieblas.
El amor es de Dios, Quien ama a su hermano, permanece en la luz...
y todo el que ama [(1 Jn 2, 9-10).
ha nacido de Dios y conoce a Dios.
Quien no ama, no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor (1 Jn 4, 7-8; cf Jn 17,26). El amor al prójimo es también signo del paso de
la muerte a la vida que de suyo ya es eterna. Quien
no ama a su hermano, permanece en la muerte:
3. Quien no ama a sus hermanos
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a
es del diablo.
porque amamos a los hermanos. [la vida,
Está en tinieblas y en la muerte Quien no ama, permanece en la muerte.
Haciendo referencia a Gen 4, 1-16, Juan afirma: Todo el que aborrece a su hermano es un asesino:
v sabéis que ningún asesino
En esto se conocen tiene vida eterna en él (3, 14-15).
los hijos de Dios y los hijos del diablo:
todo el que no obra la justicia, no es de Dios, El fruto de la vida en el amor es la confianza en
ni tampoco el que no ama a su hermano. el día del juicio, porque quien en vida ha amado a
Pues este es el mensaje los hermanos permaneció en el amor a Dios y Dios per-
que habéis oído desde el principio: maneció en él. Por consiguiente, no tiene porqué te-
que nos amemos unos a otros. mer al juicio (1 Jn 4, 16-18). Es la misma afirmación
No como Caín, del evangelio de Mateo cuando habla del juicio final.
148
149
También allí se dice que sólo tendrán acceso a la vida K. Rahner cree que la biblia y la tradición teoló-
los que hayan permanecido en el amor a Dios, sirvien- gica dan pie para afirmar la identidad radical del amor
do a sus hermanos. Juan anticipa ese paso a la vida y al prójimo y el amor a Dios, y hace una exposición
lo ve como algo que tiene lugar ya ahora. amplia de esta tesis. Según él, en la actual economía
Nos parece de suma importancia teológico-pastoral de salvación, un acto de amor auténtico al hombre es
esta visión tan teologal y tan profunda del amor al pró- siempre amor a Dios, piense o no en ello el sujeto que
jimo. Según Juan, el que cree nace de Dios y entra ama; y el mismo amor explícito a Dios
en el misterio del amor. Por consiguiente, debe con-
vertirse en testigo y canal del amor de Dios para todos está sustentado por esa apertura confiada y amorosa
los que Dios ama. Y, en los demás, debe amar a Dios. hacia la totalidad de la realidad que sucede en el amor
al prójimo. Radicalmente, concluye Rahner, con ne-
Gracias a la perfección con que describe la unión cesidad ontológica y no meramente moral o psicoló-
entre Dios y sus hijos, Juan muestra de forma evidente gica, es verdad que quien no ama al hermano, a quien
que la ofensa al hombre es desprecio de Dios, su Pa- ve, no podrá tampoco amar a Dios, a quien no ve, y
dre; y que el rechazo del hombre es rechazo de Dios. que a un Dios, a quien no ve, le podrá amar única-
mente en cuanto que ama al hermano visible.12

12
Y henos aquí al final de esta lectura de pasajes K. RAHNER, Sobre la unidad del amor a Dios y al prójimo,
en Escritos de teología, 6, 289-290. Véase la exposición amplia de
espigados aquí y allá, en que los autores sagrados ilus- esta tesis, en 271-292. «Nadie negará, escribe E. SeHILLEBEECKX,
tran y explicitan lo que se podía deducir del relato de que el amor incondicional al prójimo sea realmente cristiano, incluso
en aquellos que están fuera de la Iglesia y no reconocen a Cristo»
la creación: que el desprecio del hombre es desprecio {Dios y el hombre, 235).
de Dios, su creador. Podría pensarse que con esto se defiende un cristianismo pura-
mente horizontal, que busca el contacto con Dios únicamente en
Toda la biblia afirma que la falta contra el hombre las relaciones humanas, siguiendo la línea de J. A. T. ROBINSON y de
otros autores actuales. En realidad, esto no sería exacto. Como ad-
ofende a Dios, y que el amor a Dios lleva consigo vierte el mismo Se H ILLEBEECKX, al mostrar la unión íntima entre
el respeto y amor al hombre. A medida que avanza la el amor a Dios y al prójimo, y afirmando que amando de verdad al
hombre se ama a Dios, no se quiere decir que los cristianos puedan
revelación, se va descubriendo que amor a Dios y amor contentarse con vivir su relación con Dios a ese nivel anónimo y
al prójimo son inseparables. En los escritos joanneos pre-cristiano. A los creyentees, el amor al prójimo debe llevarlos
al hombre-Jesús y al Espíritu y al Padre.
se ve de forma categórica la unión íntima entre esos Es decir, que el cristiano debe encuadrar su amor al prójimo
dos amores. Es más; parece que Juan llega incluso a en la comunidad de amor vivida con Dios. Y para amar a los demás
en Dios y a Dios en ellos es necesario dar cabida en nuestra exis-
identificar el amor a Dios y el amor a los hombres, sus tencia a los ratos de oración, de contacto inmediato con el Dios
hijos. vivo y personal. Un cristianismo que prescindiera de esta intimidad
con Dios, no sería cristianismo; como tampoco lo sería, si se con-
150
151
determinar cada acto que realizamos, y sobre todo las
Rahner opina que el amor al prójimo, entendido relaciones con los demás.
en profundidad, podría ser la palabra clave que sinte-
Aquí radica la importancia del tema estudiado en
tizase todo el existir cristiano en el mundo actual. Po-
estas páginas. Tema que pudiera parecer demasiado co-
dría ser lo que era la fe para Pablo, el amor para Juan,
nocido y elemental, pero que consideramos básico y de
la conversión para los sinópticos o la trilogía fe, espe-
la máxima actualidad. Al enmarcar las relaciones hu-
ranza y caridad para nosotros.13
manas dentro del dinamismo dialogal de amor entre
En este mundo que desconfía de lo trascendental y Dios y el hombre, se revaloriza la dimensión religioso-
tiende a desconocerlo; que no cree en lo que escapa a moral de un gran sector del existir humano que para
la observación científica, se resiste a aceptar a un Dios muchos cristianos nunca ha sido objeto serio de examen
invisible e intenta sustituir la teología y la metafísica por de conciencia y de revisión ante Dios.
la sociología, y ve al hombre como un ser relacional; Esta revalorización, que la biblia exige, del amor
en este mundo —a la hora de hablar del pecado y de al prójimo como inseparable del amor de Dios, ayudará
intentar ayudar a captar su presencia y su acción en- a dar más unidad a la vida cristiana, evitando distintos
tre nosotros— es fundamental recordar la dimensión compartimentos, ajenos a la revelación, y llevará a una
religiosa de toda acción humana y de toda relación en- visión de la moral centrada en el precepto fundamen-
tre los hombres y mostrar que en esos actos inter-hu- tal del amor, que resume toda la ley y todo el existir
manos amamos a Dios o le ofendemos. cristiano. Y nos llevará también a una concepción del
En nuestra sociedad "secular", tan sensible a los pecado más realista, más concreta, más asequible para
problemas sociales y humanos como indiferente respec- nuestros contemporáneos, y al mismo tiempo auténtica-
to a Dios y de la religión entendida en sentido tradicio- mente bíblica.
nal y "eclesiástico", creemos indispensable subrayar esta Hoy día se habla con frecuencia de los pecados
dimensión esencial de la fe cristiana y hacer ver que la contra el hombre, pero al tocar este tema se piensa en
religión se practica no sólo cuando se va a misa, se pecados lejanos a nosotros: el hambre, las injusticias,
recitan oraciones, o se supera una tentación contra la las violaciones de los derechos humanos, etc., en el
castidad, sino que abarca toda nuestra existencia y debe tercer mundo. Pero no solemos prestar la debida aten-
ción a los pecados de esa índole que se cometen entre
tentase con la dimensión vertical, sin la horizontal. Comunión con
Dios y comunión con los hombres son inseparables y cada una es nosotros. Tampoco en nuestros exámenes de conciencia
la piedra de toque de la otra. Cf E. Se H ILLEBEECKX, Dios y el y en nuestras confesiones suelen ocupar mayor lugar
hombre, 233-245.
13
Cf K. RAHNER, Sobre la unidad del amor a Dios y al pró- tales pecados.
jimo, en Escritos de teología, 6, 290-292.
153
152
4
El pecado
y la persona humana

El pecado consiste en una determinación del


individuo. Por eso constituye una enorme super-
ficialidad y un nuevo pecado el tomar por una
fruslería lo de ser un pecador particular..., sobre
todo cuando uno mismo es ese pecador... La
seriedad del pecado consiste en su realidad en el
individuo, sea quien sea, tú o yo (S. KIERKE-
GAARD, La enfermedad mortal o de la desespera-
ción y el pecado, 226).

La perícopa del paraíso, el relato de Caín y Abel


y toda la historia de los orígenes, afirman que el pecado
perjudica a los hombres y los echa a perder. Se pre-
senta como un bien, como algo que responde a los
gustos y exigencias de la persona humana, pero en rea-
155
lidad es todo lo contrario. Entregarse al pecado es gunos dejan entrever que el pecado es un mal para la
optar por la propia ruina, por la auto-destrucción. persona humana, pues lo presenta como fracaso, nada,
En el presente capítulo vamos a estudiar este as- locura, etc. Antes de enumerarlos, conviene tener en
pecto del pecado. Después de ver el vocabulario hebreo cuenta la visión global del mal y del pecado, propia
del pecado, estudiaremos la doctrina de los proverbios del Antiguo Testamento.
(Prov 10-22). Estos son un testimonio precioso de la
mentalidad hebraica en una época lejana de la reve-
lación bíblica. Pasaremos luego al mensaje de Jeremías, 1. Visión sintética del mal
que representa un estudio más evolucionado de la re- y del pecado
velación y de la historia de Israel y está expresado en
una forma muy distinta de la de los proverbios. El Antiguo Testamento ofrece una visión del mal
y del pecado menos diferenciada que las lenguas mo-
En el Nuevo Testamento nos fijaremos en el men-
dernas. Es consecuencia lógica de lo que se ha llamado
saje del evangelio acerca del tema y haremos una sim-
la "visión sintética de la vida" (synthetische Lebensan-
ple alusión a algunos pasajes de las cartas paulinas
schauung) característica de la mentalidad hebraica.2
y de la primera de Juan que hablan del significado del
pecado en la vida del cristiano. El nombre hebreo del mal es roa. Designa el mal
en su totalidad, el mal como "poder agresivo que lleva
a la destrucción y a la muerte", sin establecer diferencia
alguna entre el mal físico y el mal moral, como si ambos
I. VOCABULARIO HEBREO DEL PECADO se confundiesen en el espíritu de los autores inspira-
dos. De ahí que se encuentre a veces la palabra roa
repetida en un mismo versículo para designar la acción
Este vocabulario es extraordinariamente rico. Cuenta
con más de treinta términos diferentes.1 Entre éstos, al-
dans VAnden Testament, 30-31; V. MONTY, La nature du peché
1
d'aprés le vocabulaire hébreu: ScEccl 1(1948) 95-109; R. CRIADO,
Cf G. QUEIX, Die Sünde im A T.: ThWNT 1, 268-280; El concepto de pecado en el Antiguo Testamento, en XVIII Semana
P. VAN IMSCHOOT, Teología del Antiguo Testamento, 661-664; Bíblica Española. CSIC Madrid 1959, 5-33; E. BEAUCAMP, Peché
W. EICHRODT, Theologie des Alten Testaments, 2, 264-265; F. dans l'Ancien Testament: Le vocabulaire hébraique: DBS 37, 1962,
SPADAFORA, El pecado en el Antiguo Testamento, en El pecado en 407-471; S. PORIBCAN, Sin in the Oíd Testament. A soteriological
las fuentes cristianas primitivas. Rialp, Madrid 1963, 39-63; S. LYON- Study. Herder, Roma 1963, 4-107.
NET, De peccato et redemptione, 1. De notione peccati, 38-42; G. VON a
G. VON RAD, Theologie des Alten Testaments, 1, 278-280;
RAD, Theologie des Alten Testaments, 1, 276; A. GELIN, Le peché E. BEAUCAMP, Le vocabulaire hébraique, 411.

156 157
Esta concepción explica las consecuencias que su-
mala y la desgracia física que proviene de ella (cf Dt fre la comunidad por pecados individuales y el esfuerzo
31, 29; Prov 17, 13).3
que realiza para eliminar tales pecados. En efecto, la
Estamos acostumbrados a considerar el pecado como acción pecaminosa pone en movimiento el mal, el cual
una acción mala, referida al que la ejecuta y con conse- ejerce su acción destructora en la comunidad, mientras
cuencias funestas para él. "Para los antiguos, el pecado ésta no retire de forma solemne y demostrativa su so-
era un fenómeno mucho más complejo: no era más lidaridad con el malhechor. El pecado está en medio del
que el punto de partida de un mal que tarde o tem- pueblo como veneno contagioso que es necesario eli-
prano debería afectar a su autor y a su comunidad".4 minar.6
Pagar las consecuencias del acto malo es para los auto-
Juntamente con el principio de la solidaridad hu-
res bíblicos estar en el mal (2 Sam 16, 8), ser destruido
mana, esta concepción del pecado explica los castigos
y abatido por su propio mal (Sal 94, 23; Prov 14, 32),
y no a causa de su pecado. Para ellos pecado y castigo colectivos. La visión sintética del mal y del pecado está
son dos facetas de un todo único. El autor del salmo también a la base de afirmaciones como: el pecado pesa,
38, por ejemplo, ve el pecado y la consiguiente cólera es como una carga pesada (Gen 4, 13; Nu 27, 3; Dt
de Dios como dos aspectos de una misma situación: 24, 16; 2 Re 14,6; Sal 5,11; 38,5.7; 65,4; Is 1,4;
50,1; Mi 1,5; Ez 3,20; Dan 9,16); lleva a sus autores
como el viento (Is 64,5); cae sobre su autor (Gen 20,9;
Nada hay en mi carne intacto por la furia,
Ex 32, 21; Ez 22, 31; 33, 10); hiere a sus autores —no
nada sano en mis huesos debido a mi pecado (Sal
[38, 4). es Ya vé quien lo hace— (Job 35, 6; Jer 7,19); es como
"brecha ruinosa en una alta muralla" (Is 30, 13); ace-
La visión sintética del pecado y del castigo se re- cha como fiera a la puerta del pecador (Gen 4,7); lo
fleja también en la ambivalencia de la raíz h t que signi- aprisiona (Prov 5,22); lo lleva a la corrupción (Lev 26,
fica o el pecado como acto, o el castigo (Nu 12, 11; 32, 39); Dios deja al pecador a merced de sus delitos (Job
23). La misma ambivalencia se encuentra en la palabra 8,4); el pecado es como una medida que acabará por
áwón que designa el pecado y sus consecuencias.5 colmarse (Gen 15, 16; 43,9; 44,16; Is 40,2; Mt 23,
32). Esta visión global del pecado subraya el carácter
3
E. BEAUCAMP, Le vocabulaire hébráique, 410. maléfico de éste.
* G. VON RAD, Theologie des Alten Testaments, 1, 278; J.
SCHARBERT, Prolegomena eines Alttestamentlers zur Erbsündenlehre,
6
57-58. Cf E. JACOB, Teología del Antiguo Testamento, 269; J.
5
E. BEAUCAMP, Le vocabulaire hébráique, 410.466; B. VAWTER, SCHARBERT, Prolegomena eines Alttestamentlers zur Erbsündenlehre,
Missing the Mark: The Way 2(1962) 19-27; G. VON RAD, Theologie 57-58.
des Alten Testaments, 1, 279.
159
158
2. Los nombres del pecado más claramente dos palabras que se emplean con mu-
cha frecuencia: áwón y hátá. La raíz awon y awah signi-
Los autores sagrados designan el pecado con una fica desviar, estar torcido, encorvado. Awon designa una
serie de nombres hebreos que dejan entrever ese as- situación desordenada, impropia del sujeto.
pecto maléfico a que nos referimos.
El nombre hátá es el más frecuente en el Antiguo
Le llaman locura, bien sea locura en el sentido de Testamento, y el que más exactamente representa la
maldad, impiedad, nebalah (1 Sam 25, 25; Is 9,16), noción genérica de pecado. Significa errar el blanco, sea
bien sea locura en cuanto falta de sentido, necedad, en sentido material (errar el blanco: Juec 20, 16; no
iwwelet (Sal 38,6; Prov 5,23). Al pecador se le llama alcanzar los cien años: Is 65, 20), sea en sentido moral
nabal, es decir, deficiente mental y moralmente, insen- y religioso (faltas a una norma: Lev 4,2.27; faltar a
sato, impío (Is 32, 5 s); o ewil, que es lo contrario de una persona: Gen 20,9; faltar a Yavé: Ex 9, 27; 10,
sabio (Prov 1,7; 10, 14.21). 16; Jos 7,20).
Otras palabras destacan su aspecto de cosa vana, La palabra hátá subraya que el pecado es falta con-
sin consistencia. Por ejemplo awen, que encierra la idea tra Yavé. Pero en realidad la falta recae sobre el pe-
de vacío, nada, y significa injusticia (Is 10, 1), crimen, cador. "Faltar a Dios es faltar a la finalidad que Dios
iniquidad (Is 1, 13; 31,2; Os 6, 8), mentira, falsedad nos ha señalado, es faltar a nuestro destino, es por
(Sal 36, 4). Saw' significa también vanidad (Is 1, 13), tanto faltarnos a nosotros mismos"; es, en una palabra,
crimen (Is 5, 18; Sal 24, 4). Sheqer equivale a decep- perderse.7
ción (Sal 7, 15); mirma designa la trampa (Job 15,35);
tohu, la nada (Sal 59, 4). Esta convicción de que el pecado es fracaso y perdi-
ción para el hombre cristaliza en este texto de los Pro-
Hay palabras que subrayan su carácter de potencia verbios, donde la Sabiduría personificada dice:
maléfica, como hawa, ruina, calamidad (Job 6,2), sha-
chat, destrucción; amal, pena, tribulación (Sal 7, 17; 25, Por que el que me halla, ha hallado la vida,
18) y los verbos shu, arruinar profundamente; shachad, ha logrado el favor de Yavé.
devastar; amas, aplastar. Pero el que me ofende, hace daño a su alma;
Otros términos, finalmente, muestran su aspecto de
7
incompletez y de fracaso: awel, injusticia; icaresh, per- J. GUILLET, Temas bíblicos, 104-105; cf E. JACOB, Teología
del Antiguo Testamento, 264; P. VAN IMSCHOOT, Teología dJ
verso; segagah, error; to'ebah, horror. Este aspecto del Antiguo Testamento, 661-664; E. BEAUCAMP, Le vocabulaire hébrdi-
pecado como desviación, fracaso, lo expresan todavía que, 412-417; J. SCHARBERT, Prolegómeno eines Alttestamentlers
zur Erbsündenlehre, 54.
160 161
todos los que me odian, aman la muerte (Prov 8, esenciales, "como una colección de trozos generalmente
[35-36). rítmicos y muy cortos, sin otra unión entre ellos que el
tema general del libro".9 En el conjunto de la obra se
Por consiguiente, pecar es faltar a Dios, "privarse distinguen nueve partes o secciones. La segunda (c. 10-
de Dios, no llegar a confirmar nuestra comunión con 22) y la quinta (c. 25-29) son las más antiguas. Las má-
él mediante el ejercicio de la acción perfecta y al mis- ximas que contienen se remontan probablemente a la
mo tiempo y de una manera indivisible es perderse a sí época salomónica. Las otras partes son mucho más mo-
mismo, es la perdición".8 dernas. La más reciente es el prólogo (c. 1-9) que data
del siglo quinto antes de Cristo. Parece que la redacción
definitiva de la obra es también de esta época.
Los autores de los Proverbios son desconocidos. El
II. E L MENSAJE DE LOS PROVERBIOS
libro en su conjunto es atribuido a Salomón (1,1), pero
(Prov 10-22).
la heterogeneidad de la obra, que cubre un período de
cinco o seis siglos, con la diversidad y multiplicidad de
El libro de los Proverbios es, más que ningún otro sus partes, hace pensar en un origen complejo. La segun-
libro de la biblia, fruto de la experiencia y de la obser- da sección es atribuida expresamente a Salomón (10,1),
vación humanas guiadas por la fe. Parece, pues, impor- pero todo lo que puede decirse acerca de su relación con
tante ver su mensaje acerca de los efectos personales el rey Sabio es que contiene máximas atribuidas a Sa-
del pecado en quien lo comete. Pero, ante todo, es lomón (25, 1), a sabios (22, 17; 24, 23), o a otros auto-
ncesario hacer algunas observaciones sobre la obra y sus res (30, 1; 31, 1).
autores. En resumen, la obra representa varios siglos de re-
flexión de los sabios y éstos son sus verdaderos auto-
res; aun admitiendo que contenga sentencias del rey Sa-
1. El libro y sus autores lomón, cosa imposible de probar, la obra es fruto de la
sabiduría israelita.
El libro de los Proverbios está catalogado entre los
"libros sapienciales" y representa el estadio más anti- En cuanto a su doctrina, la sección que estudiamos
guo de la sabiduría hebraica. Se presenta, en sus partes se aproxima más a la sabiduría egipcia que a la ense-
8 9
R. CRIADO, El concepto de pecado en el Antiguo Testa- H. DUESBERG-P. AUVRAY, Le livre des Proverbes, en La
mento, 18. Sainte Bible. Cerf, París 1951, 7.

162 163
ñanza profética. En sus máximas "predomina un tono muerte, de la ruina (10,11; 16,16.17; 11,19; 13,4;
de sabiduría humana y profana que desconcierta al lec- 16,22; 21,21).
tor cristiano".10 Refleja en todo su candor la mentalidad Aproximadamente una séptima parte del total de los
hebraica de los orígenes. ¿Qué dice acerca de nuestro Proverbios tienen carácter verdaderamente religioso y
tema? teológico. Su teología es sencilla y práctica. Dios es el
dueño del mundo y todas sus obras tienen un fin (16, 4).
Su plan permanece firme a pesar de los proyectos del
2. El pecado, ruina del hombre corazón humano (19,21), porque "el corazón del hom-
bre medita su camino, pero es Yavé quien asegura sus
En la sección que estudiamos hay máximas que son pasos" (16,9). De Yavé viene la decisión (16,1.33) y
simples observaciones, finas y profundas, pero neutras él da la victoria (21,31). Yavé dirige a todos los hom-
desde el punto de vista moral y religioso. Son des- bres (20,24), incluso al rey (21,1). Ve todas sus obras:
cripciones, constataciones y nada más (18, 8.17.21.23; "En todo lugar los ojos de Yavé, observando a los malos
19, 4.6.7.24; 20,4). y a los buenos" (15,3), ve sus corazones (15,11; 17,3),
"pondera sus espíritus" (16, 2). Yavé prefiere la jus-
ticia y la equidad a los sacrificios (21, 3); "abomina el
Los Proverbios dividen a los hombres en dos catego- sacrificio de los malos" (15, 8; 21, 27).
rías: los justos y los injustos, los sabios y los insen-
satos: establecen un paralelismo entre los vicios de unos El Dios de los Proverbios es ante todo un Dios
y las virtudes de los otros, recomiendan, de forma más remunerador. Bendice a los justos y reduce a la nada
o menos directa, la práctica de la justicia (10,1.3.6.7. a los malhechores (10, 3.6.27.29; 22, 12); recompensa
31; 11,16.22; 12, 11.15.16.17; 13,1.5.10.24; 19,11. la caridad con el pobre (19,17), favorece a los since-
13.26, etc.). ros (12,22), "ama los corazones puros" (22,11), le agra-
da la justicia (11, 1; 16, 11). Yavé destruye la casa
Un gran número de textos subrayan la superioridad de los soberbios (15, 25) y abomina al corazón altivo
de la justicia sobre la injusticia (10, 2.4.9.11.16; 11,3; (16,5), castiga a quien se ríe del desgraciado (17,5).
12, 19,27; 13,4) y, por consiguiente, la ventaja de los
justos sobre los injustos (10,24.28.30; 12,3; 13, 6.15. La base de la religión es la sabiduría y la escuela
21). Presentan la justicia como el camino de la vida de esta sabiduría es el temor del Señor (16,6; 15, 33)
y de la felicidad, y la injusticia como el derrotero de la que tiene su fuente en la humildad. En efecto, "premio
de la humildad, el temor de Yavé, la riqueza, el honor
10
Biblia de Jerusalén. DDB Bilbao 1967, 806. y la vida" (22,4; 15,16).

164 165
El temor de Yavé es plaza fuerte; elusivamente israelita, pues "en las civilizaciones veci-
sus hijos tendrán en él refugio. nas, en Egipto y Babilonia, la vida aparece como re-
El temor de Yavé es fuente de vida, compensa asegurada al justo" y la muerte y la des-
para apartarse de las tiampas de la muerte... dicha como el salario del malvado. 11
El malo es derribado por su propia malicia,
el justo en su integridad halla refugio (14, 26-27. El fundamento de esta mentalidad es muy otra que
[32). la ingenua persuasión de que el justo viva más tiempo
La lección del sabio es fuente de vida, que el malo. La experiencia hubiera desmentido al
para apartar de las trampas de la muerte (13, 14). momento esta ilusión. Hay una convicción profunda-
El temor de Yavé es para vida, mente moral: el pecado es en el hombre un principio
vive satisfecho sin ser visitado por el mal (19, 23). de corrupción, un mal que mina su bienestar. El
La fidelidad a Yavé, aunque nazca del temor, es pecador puede parecer próspero; lo cual es una ilu-
sión. En el fondo es un enfermo que corre serio
fuente de vida. La infidelidad, el pecado, llevan a la
peligro.12
muerte. Para estos autores, el pecador es un insensato,
pues mientras el justo está seguro, él perecerá:
Claro que los autores de los Proverbios no podían
Senda de vida guardar las instrucciones; captar el alcance de la acción maléfica del pecado como
quien desatiende la reprensión se extravía... podrán hacer los hagiógrafos posteriores, sobre todo en
Cuando pasa la tormenta, ya no existe el malo, el Nuevo Testamento. Pero es importante recoger esta
mas el justo tiene base eterna... constatación de que el pecado lleva a la ruina tan cla-
El temor de Yavé prolonga los días, ramente afirmada en unos textos tan antiguos y tan si-
los años de los malos son contados. milares a la sabiduría extrabíblica oriental.
La espera de los justos es alegría,
la esperanza de los malos se perderá.
Para el íntegro es una fortaleza la senda de Yavé;
pero es ruina para los malhechores.
Jamás el justo será conmovido,
pero los malos no habitarán la tierra (10, 17. 25.
27-30; cf 11, 5, 6, 8, 9, 11. 17-19. 25. 28. 30;
13, 3. 6. 9. 21, etc.).
11
Los Proverbios transmiten una convicción profunda J. GUILLET, Temas bíblicos, 176; cf H. DUESBERG-P. AUVRAY,
Le livre des Proverbes, 20.
m
de la sabiduría hebrea; una convicción que no era ex- J. GUILLET, Temas bíblicos, 176.

166 167
III. E L MENSAJE PROFÉTICO que dice de la idolatría es aplicable, fundamentalmente,
a cualquier pecado, pues quien peca, idolatra, de una u
otra forma.
Los profetas hablaron frecuentemente de las con-
El pecado es vanidad y servicio a la nada:
secuencias del pecado. Todos están de acuerdo en de-
nunciarlo como mal del hombre, como algo que lleva
Así dice Yavé:
consigo el castigo, la desgracia y la devastación. ¿Qué encontraron vuestros padres en mí de torcido,
Vamos a limitarnos a algunos capítulos de Jere- que se alejaron de mi vera,
mías. El profeta de Anatot, fiel a la línea de la predi- y yendo en pos de la vanidad
cación de Oseas, da una visión del pecado más pro- se hicieron vanos?
funda que las de su maestro y de Isaías. Es el pro- ...pensadlo bien y ved
feta más sensible al horror del pecado. Y sin duda en si aconteció tal cosa:
si las gentes cambiaron de dioses
su obra el sentido del pecado encuentra la traducción
—¡aunque aquellos no son dioses!—
más patética del Antiguo Testamento. Pues mi pueblo ha trocado su gloria por lo inútil
[(2, 5. 10-11).
Pues bien, mi pueblo me ha olvidado.
1. El pecado es vanidad y nada, A la nada inciensan (18, 15).
mentira y confusión,
vergüenza y locura El pecado es mentira y confusión:
Jeremías no escribe ningún tratado acerca del pe- ¡Luego eran mentira los altos,
cado; sólo quiere conducir a su pueblo por el camino la barahúnda de los montes!
de la fidelidad a Yavé, que es el de la salvación. El pe- ¡Luego por Yavé, nuestro Dios,
cado ocupa el primer plano de su mensaje y es el punto se salva Israel! (3, 23).
de partida del mismo. Las afirmaciones de Jeremías, Algo pasmoso y horrendo
a pesar de que el profeta habla en circunstancias con- se ha dado en la tierra:
cretas y teniendo ante sus ojos al pueblo de Israel con los profetas profetizaron con mentira...
sus pecados, conservan un valor universal y una actuali- Pero mi pueblo lo prefiere así (5, 30-31; cf 5, 1).
dad incuestionable. Se aferran a la mentira,
rehusan convertirse (8, 5).
El gran pecado de Israel, en que se fija Jeremías, so- Esa es tu suerte, el tanto de tu rebelión
bre todo al principio de su ministerio, es la idolatría. Lo que te toca de mi parte —-oráculo de Yavé—:

168 169
por cuanto que me olvidaste Hasta la cigüeña en el cielo
y te fiaste de la mentira (13, 25). conoce su estación,
y la tórtola, la golondrina o la grulla
El pecado es vergüenza para Israel: observan la época de sus migraciones.
Pero mi pueblo ignora
La vergüenza se comió la lacería de nuestros padres el derecho de Yavé (8, 7).
desde nuestra mocedad:
sus ovejas y vacas, sus hijos e hijas. Jeremías insiste repetidas veces en la afirmación de
Acostémonos en nuestra vergüenza, que el pecado es una necedad. En 9, 23 asocia "tener
y que nos cubra nuestra propia confusión, seso" y "conocer a Yavé". Ese conocer a Yavé es acep-
ya que contra Yavé nuestro Dios hemos pecado tarlo y obedecerle, es "ser religioso" (cf 2, 8; 22, 15-16;
nosotros como nuestros padres 24, 7; 3 1 , 34).
desde nuestra mocedad hasta hoy
y no escuchamos la voz de Yavé nuestro Dios (3,
[24-25; cf 7, 19). 2. El pecado es fuente
de desgracia y de perdición
El pecado es una locura. Una serie de comparacio-
nes lo demuestran: Jeremías no se detiene en esta presentación nega-
tiva del pecado. Describe también sus efectos maléfi-
cos. Su predicación "en su primer período (Jer 1-6)
Pasmaos, cielos, de ello,
erizaos y cobrad gran espanto puede resumirse en esta frase: la desgracia viene del
—oráculo de Yavé—. norte sobre Israel que abandonó el culto de Yavé y se
Doble mal ha hecho mi pueblo: dedicó al culto de Baal". 13 Y a lo largo de todo el libro
a mí me dejaron, de Jeremías se insiste en que el pecado arruina al pueblo
manantial de aguas vivas, y lo lleva a la perdición.
para hacerse cisternas.
Yavé reacciona ante el pecado de Israel castigándolo
Cisternas agrietadas
duramente, si no se convierte y se vuelve a él:
que el agua no retienen...
¿Se olvida la doncella de su aderezo,
Circuncidaos para Yavé y extirpad
la novia de su cinta?
los prepucios de vuestros corazones...,
Pues mi pueblo sí que me ha olvidado
no sea que brote como fuego mi saña,
días sin número (2, 2-13. 32; cf 18, 13-16; Am
13
[6, 12). G. VON RAD, Theologie des Alten Testaments, 2, 201.

170 171
y arda y no haya quien la apague, Tu proceder y fechorías
en vista de vuestras perversas acciones... te acarrearon esto;
¡Izad bandera...! esta tu desgracia te ha penetrado hasta el corazón
¡Izad bandera... hacia Sión! porque te rebelaste contra mí (4, 18; cf 3, 23).
¡Escapad, no os paréis! He aquí que traigo desgracia a este pueblo,
Porque yo traigo una calamidad del norte como fruto de su apostasía,
y un quebranto grande... porque a mis razones no atendieron,
Un viento lleno de amenazas viene de mi parte. y por lo que respecta a mi ley, le desecharon (6, 19;
Ahora me toca a mí alegar mis razones respecto a [cf 5, 19. 25. 29).
[ellos... Por eso los esparcí como paja liviana
Limpia de malicia tu corazón, Jerusalén, al viento de la estepa.
para que seas salva (4, 4. 6. 12. 14). Esa es tu suerte, el tanto por tu rebelión
que te toca de mi parte —oráculo de Yavé—
Jeremías ve venir el castigo sobre su pueblo y gri- Por cuanto que me olvidaste
y te fiaste de la mentira (13, 24-25)."
ta: "¡Ay de nosotros, estamos perdidos!" (4, 13). Y
observa que son precisamente sus "amantes" quienes
Solamente en la fidelidad a Yavé puede Israel en-
desean la muerte de Israel:
contrar la felicidad:
Aunque te vistas de grana,
Que te enseñe tu propio daño,
aunque te enjoyes con joyel de oro,
que tus apostasías te escarmienten;
aunque te pintes con polvos los ojos,
reconoce y ve
en vano te hermoseas:
lo malo y amargo que te resulta
te han rechazado tus amantes:
el dejar a Yavé tu Dios
¡tu muerte es lo que buscan!
y no temblar ante mí,
Y entonces oí una voz como de parturienta,
—oráculo del Señor Yavé Sebaot— (2, 19).
gritos como de primeriza:
era la voz de la hija de Sión, 14
Isaías dice a sus contemporáneos que el haber rechazado a
que gimiendo extendía sus palmas: Yavé es para ellos como «una brecha ruinosa en una alta muralla,
¡Ay, pobre de mí, que mi alma desfallece cuya quiebra sobrevendrá de un momento a otro», y será total
(Is 30, 13-14). Ezequiel afirma que Dios hace caer la conducta del
a manos de asesinos! (4, 30-31). pecador sobre su cabeza (Ez 23,35). Jesús advierte que aquél sobre
quien él —la piedra angular— cayere, será hecho añicos (Mt 21,44),
y que quien no lo acepte a él morirá en su pecado (Jn 8,21). Y así
El mal es el salario del pecado; Yavé, en cambio, la podríamos citar una serie de expresiones bíblicas de esta realidad:
salvación de Israel: que el pecado perjudica a sus autores.

172 173
Voces sobre los calveros se oían: 22).15 También lo describe como una fuerza maléfica
rogativas llorosas de los hijos de Israel, que domina a los individuos y al pueblo y los obceca:
porque torcieron su camino,
olvidaron a su Dios Ya vé. Ea, oid esto,
Volved, hijos apóstatas; pueblo necio y sin seso
yo remediaré vuestras apostasías... —tienen ojos y no ven, orejas y no oyen—:
¡Luego por Yavé, nuestro Dios, ...este pueblo tiene un corazón traidor y rebelde:
se salva Israel! (3, 21-23). traicionaron llegando hasta el fin (5, 21. 23).
He aquí que su oído es incircunciso
y no puede entender.
3. El pecado es un mal He aquí que la palabra de Yavé se les ha vuelto
que se apodera de la persona humana [oprobio:
no les agrada (6, 10).
En el mensaje de Jeremías se encuentran textos que
van todavía más lejos en la descripción del pecado como Jeremías llega a la conclusión de que los israelitas
mal y destrucción del hombre. Se trata a veces de expre- "son incircuncisos de corazón" (9, 25; cf 16, 12). Y ve
siones alegóricas cuyo contenido teológico no es fácil el pecado incrustado en el corazón del hombre:
precisar; sin embargo, son significativas. A veces el pro-
El pecado de Judá está escrito con buril de hierro;
feta habla en términos generales, refiriéndose directa- con punta de diamante está grabado
mente a la comunidad de la alianza, pero sus afirma- sobre la tabla de su corazón (17. 1).
ciones son aplicables, al menos en parte, a cada miem- ¿Muda el cusita su piel,
bro del pueblo. o el leopardo sus pintas?
Dice, por ejemplo, que Yavé había plantado a Is- ¡También vosotros podéis entonces hacer el bien,
los avezados a hacer él mal! (13, 23).
rael "como cepa selecta, toda entera de simiente legí-
tima", pero Israel, a causa de sus pecados, "se mudó en Ahora bien, "hablar así de un corazón incircunciso,
sarmiento de vid bastarda" (2, 21). El pecado cambia al
15
pueblo y deforma al hombre en el sentido más pro- La Escritura asocia frecuentemente pecado y enfermedad. En
ocasiones, la enfermedad temite al creyente veterotestamentario a
fundo de la palabra. sus pecados, le hace tomar conciencia de ellos (cf Sal 38, 2-6; 39,
9-12; 107, 17); cf J. GIBLET - P. GRELOT, Enfermedad, curación:
Jeremías lo ve como una mancha que permanece VTB 238. El A. T. ve el pecado como enfermedad de la que sólo
en la comunidad, y en los individuos (2,22), como una Dios puede curar (cf Os 5,13; 6,1; 7,1; 11,7; 14,5; Is 53; 57, 17-18;
Sal 6,3; 107,18; 147,3); cf E. JACOB, Teología del Antiguo Testa-
especie de enfermedad que sólo Yavé puede curar ( 3 , mento, 266.

174 175
malo, perverso, es afirmar una corrupción que toca lo El mensaje de Jeremías no deja lugar a duda: el
íntimo del ser, es proclamar dolorosamente la ineptitud pecado es mal en sí mismo, es fuente de desdicha y de
para convertirse".16 castigo; puede incluso convertirse en una actitud espiri-
En los discursos más tardíos, Jeremías, gracias a su tual, en una situación y una fuerza maléfica, capaz de ex-
sentido de la retrospección histórica, profundiza en estas tenderse en el pueblo y someter y esclavizar a los hom-
ideas, y llega a la conclusión de que la simpatía que bres. Jeremías apunta claramente el principio de la res-
sus contemporáneos sienten por el pecado no es un fe- ponsabilidad individual, con lo que deja entrever la re-
nómeno nuevo, sino que ya tiene sus raíces en un pasa- percusión del pecado en la persona que se somete a
do lejano. Los pecados actuales se encuadran en una él (cf 31, 29-30).
historia de pecado que domina en el pueblo desde anti- Los autores de los Proverbios y Jeremías reflejan
guo y este pecado se va imponiendo al pueblo y a los perfectamente la visión sintética del pecado de que ha-
individuos hasta corromper su corazón (cf 7, 23-26; 16, blamos al principio. Están de acuerdo en la afirmación
11). Es decir, que Jeremías llega a de que el pecado conduce a la ruina, a la desgracia,
a la muerte; mientras que la justicia, la fidelidad a
una especie de pecado-estado, a una actitud espiritual Yavé, son el camino de la dicha y de la vida. Esta
que se creó en el pasado, se fijó en el correr de las vida, recompensa de la virtud, es para ellos la vida
generaciones para convertirse finalmente en algo con-
en este mundo. En los Proverbios la vida, herencia
natural al hombre. Ella es en su memoria como una
tentación permanente; porque al mismo tiempo que del justo, "es sobre todo el sentido de seguridad del
recibe el espíritu de sus padres, el hombre siente pe- hombre que el mal no puede quebrantar".18 Vivir o
sar sobre él, a través de las instituciones, de las ex- morir significa para Israel, en el mensaje de Jeremías,
presiones del pensamiento y de la vida, todo el peso "sucumbir al desastre que le amenaza o escapar de él".19
de las opciones pasadas.17 Estos autores no conocían una vida verdaderamente con-
16
sistente más allá de la muerte. La afirmación clara de la
A. FOURNEL-P. REMY, Le sens du peché dans ]érémie:
Bible et vie chrétienne 5(1954) 44. Oseas expresa así esta idea de existencia de una vida ultraterrena se encuentra por
la esclavitud y obcecación bajo el pecado: «No les permiten sus primera vez en el libro de Daniel (12, 1-2), y en el se-
obras volver a su Dios, pues espíritu de prostitución hay dentro
de ellos y no conocen a Yavé» (5,4; cf 14,5). En el evangelio de gundo libro de los Macabeos (7).
Juan se dirá más tarde que «todo el que comete pecado es un
esclavo» (8, 34; cf Rom 6, 16-19; 7, 14-24; 1 Tim 3,7; 2 Tim 2,26).
17
A. FOURNEL-P. REMY, Le sens du peché dans Jérémie, 45;
cf A. GELIN, Le peché dans l'Ancien lestament, 37-i8. S. KIERKE- con ese estado de ruptura con Dios. Cf La enfermedad mortal, o de
GAARD subrayó este aspecto del pecado como actitud que se va pose- la desesperación y el pecado, 199-205.
18
sionando progresivamente del sujeto y que se potencia en él a J. GUILLET, Temas bíblicos, 175-176.
19
medida que transcurre el tiempo, si el pecador no opta por romper J. GUILLET, Temas bíblicos, 174.

176 177
¿Cómo se presentan las consecuencias del pecado perícopa de Zaqueo muestra claramente cuál es la sal-
en relación al hombre, después de la revelación plena vación que él trae (Le 19, 1-10).
de la vida más allá de la muerte corporal?
Jesús afirma que él es "el camino, la verdad y la
vida" (Jn 14,6); que es la luz del mundo (Jn 1,4-9);
la luz de la vida (Jn 8,12). Dice que ha venido para
IV. E L MENSAJE DEL EVANGELIO que los hombres tengan vida y la tengan abundante
(Jn 10,10), que él es el pan de vida bajado del cielo
(Jn 6,32.35.51), que da la vida eterna (Jn 6,57.58).
En la imposibilidad de seguir la evolución progre- Asegura que su cuerpo y sangre son fuente de vida eter-
siva de la doctrina bíblica sobre este tema, vamos a es- na (Jn 6, 53-54) y que da la vida a los que escuchan su
tudiar tan sólo a grandes rasgos la enseñanza de los voz (Jn 10,27).
evangelios.
Se presenta también como la puerta de la vida (Jn
10,9), de suerte que, para tener la vida, es necesario
1. A los que creen, Jesús los salva creer en él, cosa que el diablo intenta impedir (Le 8,12).
y les da la vida El Padre desea "que todo el que vea al Hijo y crea
en él tenga vida eterna y que yo le resucite en el úl-
Lo dice Jesús expresamente: "El hijo del hombre timo día" (Jn 6,40). Jesús dice también:
ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido" (Le
19,10). Precisamente se llama Jesús, porque su misión Yo soy la resurrección y la vida.
es salvar al pueblo de sus pecados (Mt 1,21; cf Jn 3,17). El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
¿Qué salvación trae Jesús? Ya está dicho: salva de y todo el que vive y cree en mí,
los pecados. Aun en las curaciones de enfermedades no morirá jamás (Jn 11, 25-26).
físicas Jesús veía y llevaba también a cabo una cura-
ción espiritual.20 De hecho, él decía frecuentemente a los Estos textos muestran, de forma indirecta, lo que
enfermos que era precisamente su fe la que los salva- es el pecado. Dicen que es la perdición del hombre,
ba (Le 8,48; 17,19; 18,42). Es decir, la misma actitud mientras que Jesús y la fe en él constituyen la salvación.
que él exige cuando perdona los pecados (Le 7,48). La El pecado es tiniebla; Jesús es la luz de los hombres.
El pecado es ausencia de vida, y conduce a la muerte;
20
A. DESCAMPS, Le peché dans le Nouveau Testament, 65; Jesús es la vida y da la vida; una vida que es más
H. RONDET, Notes sur la théologie du peché. P. Lethielleux, Paris
1957, 32. fuerte que la muerte, una vida para siempre, eterna.
178 179
2. El pecado lleva a la desgracia, Todos los que no entrarán en el reino de los cielos
a la ruina son desgraciados. Y no entrarán por no haber aceptado
el mensaje de salvación traído por Cristo. No quisieron
Los que oyen la palabra de Jesús deben decidirse entrar por la puerta de la vida, que es Cristo. Prefirieron
por él o contra él: "Pues el que no está contra nosotros, el camino ancho y espacioso que lleva a la perdición
está por nosotros" (Me 9, 40). Ahora bien, Jesús llama (Mt 7,13-14).
"dichoso" a aquel que no se escandalice de su men-
saje (Mt 11,6). El es, en efecto, la puerta de la vida, Existen, pues, dos caminos: el de la vida: la acep-
el portador del reino de Dios. Según él, lo que hace tación de Cristo y de su evangelio, y el de la perdición:
a los hombres felices o desgraciados es la admisión en la obstinación en el pecado. En efecto, "el que no recoge
el reino o la exclusión del mismo. La dicha auténtica, conmigo, desparrama" (Mt 12,30), y el que escucha su
igual que la verdadera desgracia, se encuentran más allá mensaje y no lo practica "es como el hombre insensato
de la muerte corporal, aunque este más allá se decide ya que edificó su casa sobre arena", y está siempre expues-
ahora. El sermón de las bienaventuranzas es la mejor to al desastre y a la ruina (cf Mt 7, 26-27). A los judíos
prueba de esto. dice Jesús: "Si no creéis que yo soy, moriréis en vues-
tros pecados" (Jn 8,24). El pecado, pues, lleva al hom-
Para Jesús son "dichosos" los pobres, los afligidos, bre a la desgracia, a la perdición, a la muerte.
los hambrientos, porque su "recompensa será grande
en los cielos" (cf Mt 5,3-12). Por el contrario, son "des-
graciados" los ricos, los que ahora están hartos, los 3. El pecado lleva
que ríen ahora, porque ya han recibido su recompensa; a la condenación eterna
más tarde conocerán la desgracia (cf Le 6,24-26). (Por
supuesto que Jesús habla del pobre que acepta el reino Aquí, la perspectiva va más lejos que en los Pro-
y del rico que lo rechaza.) verbios y en Jeremías. En el evangelio, la existencia
Desgraciados son también los escribas orgullosos, del hombre tiene dos etapas: la presente, en este mun-
injustos, hipócritas (Me 12, 38-40). Desgraciados son do, y la futura, después de la muerte corporal.
Corozaín, Betsaida, Cafarnaún (Mt 11,20-24) y Jerusa- El reino de los cielos ha venido al mundo en la per-
lén (Mt 3, 23,37), porque no aceptaron a Jesús. Des- sona y en la obra de Jesús. Su realización plena tendrá
graciados son los escribas y fariseos hipócritas que cie- lugar en el más allá. Entonces la entrada en el reino
rran a los hombres el reino de los cielos y ni entran constituirá la admisión a la vida, mientras que la exclu-
ellos ni dejan entrar a los demás (Mt 23,13-32). sión del mismo significará la muerte. Estas son la ver-
180 181
dadera vida y la auténtica muerte, frente a las que la El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya
vida y muerte de este mundo tienen un valor secun- tiene quien le condene: la palabra que yo he hablado,
dario.21 La existencia actual es preparación de la existen- ésa le condenará el último día (Jn 12, 47-48).
cia eterna. Es aquí donde se hace la elección de la
vida o de la muerte del más allá. El destino de quienes no acepten a Cristo, es de-
cir, de los que no crean en él ni cumplan sus manda-
Los que deseen tener la vida futura deben poner mientos, será la condenación, la exclusión de la vida:
a su servicio la existencia actual; no pueden vivir para
sí mismos; deben "perder" su vida y aceptar la que El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; el que re-
Jesús les ofrece. De lo contrario, no vivirán. El hombre siste al Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de
"se realiza" aceptando a Dios. Dios pesa sobre él (Jn 3, 36; cf Me 16, 16).
Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien El juicio separará los justos de los pecadores. Los
pierda su vida por mí y por el evangelio, la salvará. justos entrarán en el reino, en la vida (Mt 25,34). Los
Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo en-
tero si arruina su vida? (Me 8, 35, 37). pecadores escucharán el terrible:
El que ama su vida, la pierde; el que odia su vida
en este mundo, la guardará para una vida eterna Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado
(Jn 12, 25). para el diablo y sus ángeles...; e irán éstos a un
castigo eterno, y los justos a una vida eterna (Mt 25,
En su predicación, Jesús habla frecuentemente del 41. 46).
juicio del último día, al que seguirá la proclamación so-
Los justos entrarán en la sala de bodas con el espo-
lemne del destino de cada uno. Dice que el Padre le
so; los pecadores permanecerán fuera en las tinieblas,
constituyó juez de los hombres para ese día (Mt 16,27).
Advierte, sin embargo, que el verdadero juez de los como desconocidos de Dios, sin poder entrar al ban-
hombres será otro: quete, porque se cerrará la puerta. Se han portado como
insensatos, imprudentes, malos administradores. Apare-
Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le cerán como siervos inútiles, condenados a vivir en la
condenaré, porque no he venido para condenar al oscuridad, llorando y rechinando los dientes. El pecador
mundo, sino para salvar al mundo. es el hijo del reino que es echado fuera a las tinieblas;
el hijo de Dios a quien su Padre no conoce; el convi-
21
La vida que sigue a la muerte corporal es «la verdadera dado a la boda que no se preocupó de prepararse y que
vida, y hasta se puede decir que es la vida a secas»; cf Mt 7, 14;
18,8-9; Me 43,45; A. A. VIARD-J. GUILLET, Vida: VTB 835. es echado del convite (cf Mt 8, 12, 22, 11-13; 25).

182 183
El contraste entre el destino de los justos y de los pe- tenebrosa, lejos de la vida, en contradicción con su ser
cadores no puede ser más marcado: de persona humana, orientada hacia Dios. El pecador es
un invitado que permanece fuera del banquete, un lla-
El hijo del hombre enviará a sus ángeles, que re- mado a la vida que permanece en la muerte... Verda-
cogerán de su reino todos los escándalos y a los agen- deramente "el salario del pecado es la muerte" (Rom
tes de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; 6,23 ).23
allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces
los justos brillarán como el sol en el reino de su
Padre (Mt 13, 41-43; cf 7, 23; 8, 12; Le 13, 23
Es importante notar que estos textos bíblicos invitan a re-
25-28).a flexionar acerca del concepto teológico de castigo, en el que, como
dice K. RAHNER, se infiltra «demasiado rápidamente, con excesiva
falta de consideración, el modelo comprensivo de castigo en su mani-
El castigo final significa para los pecadores la per- pulación civil y jurídica» (K. RAHNER, Culpa, responsabilidad,
castigo en la visión de la teología católica, en Escritos de teología, 6.
dición total (Mt 10,28; Le 12,5). Por eso Jesús invita Taurus, Madrid 1969, 252-253).
a "cortar", a "arrancar" todo lo que es ocasión de ¿Ha de considerarse el castigo como algo externo, añadido por
pecado, porque es mejor entrar en la vida manco, cojo o Dios, o como fruto y prolongación de la culpa misma? Los profetas
parecen inclinarse por lo primero. Los sapienciales, salvo excepciones,
tuerto, que, intacto, ser arrojado lejos de la vida, en la «ven el castigo más que como un gesto punitivo de Dios, como un
gehenna "donde su gusano no muere y el fuego no se término al que conduce el mismo dinamismo del pecado». Juan
recoge también esta visión del castigo. Según él, el hombre escoge
apaga" (Me 9, 43-49). y anticipa el juicio final (Jn 3, 18-21; 5,24). A la luz de la biblia,
«premio y castigo no son tanto situaciones en que nos coloca un
La doctrina de los Proverbios y de Jeremías en- acto de Dios..., sino más bien situaciones maduradas por nuestras
cuentran aquí su complemento y desarrollo hasta las opciones, elaboradas dentro de nosotros día tras día» (B. MAGGIONI,
Peccato, misericordia di Dio e conversione, en La Venitenza, 42-43;
últimas consecuencias. El pecado es verdaderamente mal cf Ibid., 40-41).
para la persona humana; es su perdición, su devastación; Esta visión del castigo ayudará también a comprender que el
«infierno» de que habla la biblia, ese «quedar fuera», «en las tinie-
porque la separa de Dios y la conduce a una existencia blas», separado de Dios, no es consecuencia en cada caso de una
decisión divina más o menos arbitraria. Es simplemente la continua-
22 ción lógica de la actitud de aversión a Dios en que el pecador
El trito-Isaías había descrito así el porvenir de los justos y murió; es una expresión de dicha actitud, nada más. «Al culpable,
de los pecadores: que va de camino hacia la eternidad a través de la vida terrena, le
«Así, pues, de luna en luna nueva ocurre un poco —¡lo mismo!— como a aquel delincuente que huía
y de sábado en sábado, en el tren y pensaba que con la velocidad de éste se iba alejando
vendrá toda carne a prosternarse ante mí... del lugar del hecho..., y de su crimen. ¡Ay!, debajo del mismo vagón
Y en saliendo, verán en que iba sentado corría también, a todo lo largo de la vía, el hilo
los cadáveres de aquellos telegráfico que no dejaba de transmitir sus señales y la orden de
que se lebelaron contra mí; que lo arrestasen en la primera estación. Cuando, como es obvio,
su gusano no morirá, el criminal llegó a la estación inmediata y echó el pie en el andén,
su fuego no se apagará, fue arrestado...; en cierto sentido se puede afirmar que él mismo
y serán el asco de toda carne» (Is 66, 23-24). trajo consigo la denuncia» (S. KIERKEGAARD, La enfermedad mortal,

184 185
V. E L PECADO EN LA VIDA DEL CRISTIANO 5,17), se revistió de Cristo (Ga 3,27), se hizo una mis-
ma cosa con Cristo (Rom 6,5) y, desde entonces, su
cuerpo es templo del Espíritu Santo que lo guía (Rom
Los restantes escritos neotestamentarios reproducen 8,5-27; 1 Cor 3, 16-17; 6, 19). El cristiano es hijo
y explicitan esta doctrina evangélica. Algunos hablan de Dios (1 Jn 3,1-2) y pasó de la muerte a la vida
del pecado de quienes ya habían aceptado a Cristo y (1 Jn3,14).
habían sido bautizados. La situación de éstos es diferen- Dado que el bautizado murió al pecado (Rom 6,
te de la de quienes no habían recibido la fe cristiana. 11), éste está en contradicción con su ser de hijo de
Por haber conocido a Dios más de cerca, su pecado re- Dios. Es precisamente mirando al cristiano en su ser on-
viste también una gravedad especial. ¿Qué dicen a este tológico y de forma absoluta como Juan afirma en su
propósito Pablo y Juan? primera carta que el que permanece en Dios no peca,
Ambos están convencidos de que el cristiano puede que quien peca no ha conocido a Dios (1 Jn 3,6) y que
pecar, e incluso afirman que, de hecho, todos cometen quien ha nacido de Dios no peca ni puede pecar (1 Jn
pecados (cf Rom 6-8; Ga 5, 16-25; 1 Jn 1,6; 2,2). Toda 3,9; 5, 18).24
su parenética está basada en esta convicción. Con todo, En el bautismo el cristiano recibió dones que, por
sus escritos muestran que el aspecto de mal del hombre, su naturaleza, son permanentes, definitivos: la filiación
propio del pecado, viene a ser mucho más evidente y divina, el Espíritu Santo (1 Jn 2, 14.27; 3,9.24; 4,
más serio cuando el pecador es un cristiano. 13); ya pasó a una vida nueva; entró en el estado defi-
Este, en efecto, está muerto al pecado; ha sido bau- nitivo de salvación, el estado escatológico. Ha sido arran-
tizado en la muerte de Cristo y sepultado con él por cado del imperio de las tinieblas y trasladado al reino
el bautismo en la muerte, a fin de que viva una vida de Cristo (Col 1, 13) y posee ya la vida eterna {Jn 3,
nueva que tiene su término en la resurrección (Rom 15,36; 5, 24; 1 Jn 3, 14-15; 5, 11.13).
6,1-6). En el bautismo recibió un ser nuevo (2 Cor
81
Acerca de la impecabilidad de la comunidad mesiánica, anun-
o de la desesperación y el pecado, 233). El pecador mismo escoge ciada en el Antiguo Testamento, y de la impecabilidad de los cris-
su futuro y se introduce en él. tianos, véase I. DE LA POTTERIE, La impecabilidad del cristiano
En este contexto se explica que la Escritura presente el infierno según 1 Jn 3, 6-9, en La vida según el Espíritu. Sigúeme, Salamanca
—ese estado de separación de Dios— como algo definitivo. En efec- 1967, 202-224; P. GALTIER, Le chrétien impeccable (1 Job., III, 6,9):
to, el estado en que nos sorprende la muerte es de suyo definitivo MélScRel 4(1947) 137-154; R. SCHNACKENBURG, Die Johannes-
y no puede cambiarse. Cf P. Se H OONENBERG, El poder del pecado, briefe. Herder, Freiburg 31963, 281-288; K. WENNEMER, Der Christ
c. II: Pecado y castigo, 65-70; ID. en Mysterium salutis, II-II. un die Sünde nach der Lehre des ersten Johannesbriefes: Geist und
966-971. Leben 33(1960) 370-376.

186 187
El pecado significa para quien ha aceptado a Cristo se y auto-alienarse; es complacerse en la finitud y en la
la vuelta a la esclavitud de "los elementos sin fuerza ni imperfección, nosotros que fuimos creados para lo in-
valor" (Ga 4,9); significa la perdición de quien había finito y lo perfecto.26
entrado en la vida.
Pecar es renunciar al sentido profundo de nuestro
El autor de la carta a los hebreos dice que apar- ser, a nuestra vocación, e irse tras un yo superficial, en
tarse de Cristo (se refiere a la apostasía, pero sus pa- lugar de buscar una autorrealización auténtica; es abusar
labras pueden aplicarse a todo pecado mortal) después de la libertad que Dios nos entregó para que pudiésemos
de haberlo conocido y habiendo recibido el Espíritu auto-realizarnos en la posesión de nosotros mismos, pero
Santo, es crucificar de nuevo al Hijo de Dios y exponer- trascendiendo nuestra finitud en la entrega al infinito.27
lo a pública infamia (Heb 6,6), es pisotear y ultrajar
Pecar es preferir el tiempo a la eternidad; es no
al Espíritu (Heb 10,29). Como dice el Nuevo catecismo
tomar el tiempo en serio, jugar con él, privándolo de su
para adultos, el pecado es "el fallo del cristiano".35
dimensión eterna. Es abandonarse al momento presente
En síntesis, hay que reconocer que la iconografía y renunciar a una vida con perspectiva de futuro. El
cristiana, al representar al pecado como un león que de- pecador pretende saciar su deseo del infinito con algo
vora a los humanos, expresa plásticamente una verdad finito y pasajero. Se va en pos de lo que no puede sa-
afirmada en un sinnúmero de páginas bíblicas: el pecado ciarlo y así renuncia a seguir pacientemente el camino
echa a perder a quienes lo cometen (cf 7,3; 10,9; 17,12; que conduce a lo grande, a lo infinito. El pecado es
22, 14.22; 35,17; 57, 5; 2 Tim 4,17; 1 P 5,8). El
Nuevo Testamento, sobre todo al relacionarlo con Cris- 26
to y con la escatología, muestra que el pecado es algo Cf M. ADAM, Le sentiment du peché. Etude de psycologie,
96; cf 97-111.154. Hasta por amor a nosotros mismos debemos evitar
verdaderamente serio y abominable. Es un rechazo de el pecado y no darle cabida en nosotros. Lo contrario sería auto-
Dios y de la vida; es una opción en favor de la muerte. traicionarnos. La biblia entera «explota» estos motivos interesados;
¿por qué no usarlos en la pastoral haciendo ver que el pecado no
Dios nos creó para la vida y desea que vivamos (Ez es compatible con la verdadera estima de sí mismo y de los demás?
18, 23.31; 33,11). Alejándonos de él, nos autoconde- Este modo de presentar el pecado es perfectamente válido y con-
vincente para el hombre actual.
namos y optamos por algo que se opone a nuestro 27
Acerca del pecado como fracaso de la libertad, véase J. C.
ser. Rechazar a Dios es rechazarse a sí mismo. SAGNE, Peché culpabilité, pénitence, 113-121. Se insiste frecuente-
mente en la necesidad de la libertad para que exista el pecado
formal; a veces se subrayan intencionada y unilateralmente los con-
El pecado es auto-infidelidad. Es rechazo del propio dicionamientos —reales, desde luego— de la libertad humana; ¿por
yo. Pecar es "quererse infiel a sí mismo"; es despreciar- qué no insistir también en que el pecado arroja en una no-libertad
de la que sólo la gracia de Dios puede librarnos? Cf. K. RAHNER,
Sünde: LThK 9, 1179; J. RAMOS-REGIDOR, 11 sacramento della
35
Nuevo catecismo para adultos, 430. penitenta. LDC Torino 1971, 88-89.

188 189
auténtica mutilación del hombre. Es fruto de la impa-
ciencia necia que se ciega al porvenir.28 El pecado, en
una palabra, es un "no" a Dios y también un "no"
5
al hombre; lo rebaja y es indigno de él y lo lleva a
la eterna obstinación. Es desesperación de sí mismo.
El pecado
"Por eso es espantoso vivir en la enemistad con la
bondad de Dios. Esto nos debe hacer reflexionar. La
y la comunidad humana
cosa no es para pasar superficialmente por ella.29

Nadie vive sólo para sí. Nadie peca, pues,


solamente para sí (K. RAHNER, Escritos de teo-
logía, 2, 145).
38
89
Cf M. ADAM, Le sentiment du peché, 53-66.
Nuevo catecismo para adultos, 435; S. KIERKEGAARD habla
frecuentemente de la seriedad del pecado; cf M. THEUNISSEN, Ver El hombre es un ser social, una persona en la co-
Begriff Ernst bei Sóren Kierkegaard. H. Albert, München 1958, 171-
185. Insiste Kierkegaard en que esa seriedad aparece cuando se sitúa munidad. Lo individual y lo social son dos dimensiones
el pecado en una perspectiva vital y existencial y no sólo especula- inseparables y complementarias de la persona humana.
tiva: «Se puede pensar un pecado..., pero no es posible pensar un
pecador particular. Y precisamente ésta e6 la razón de que no se Hemos visto en el capítulo anterior las consecuencias
tome el pecado en serio cuando se le convierte en una cosa en la del pecado para el individuo. Ahora surge la pregunta:
que meramente se piensa. Porque lo serio, cabalmente, consiste en
que tú y yo somos pecadores. Lo serio no es el pecado en general, las consecuencias maléficas del pecado personal ¿afectan
sino que lo tremendamente serio está en ser un pecador, un indi- sólo al pecador como persona individual o repercuten
viduo» (224). «La perspectiva especulativa cae muy lejos del indivi-
duo y por eso no tiene nada de extraño que la especulación hable también en su comunidad? Y, en caso afirmativo, ¿cuá-
tan a la ligera del pecado. La dialéctica del pecado sigue caminos les son sus efectos? Este es el tema del presente ca-
diametralmente opuestos a los de la especulación» (La enfermedad
mortal, o de la desesperación y el pecado, 226). pítulo. Su importancia y actualidad son indudables. El

190 191
pensamiento occidental se ha caracterizado siempre por unas páginas al mensaje bíblico sobre la repercusión
una marcada tendencia al individualismo. Y la óptica comunitaria del pecado. Nos referimos a toda clase de
individualista se nota en el concepto de pecado. Se le pecados y no sólo a los que van directamente contra
suele considerar como un asunto individual, con con- la sociedad o contra alguno de sus miembros. Creemos
que el redescubrir el aspecto social y eclesial del pecado
secuencias únicamente personales, sin mostrar suficien-
es condición indispensable para comprender el sentido
temente su dimensión histórico-social-eclesial.
de la mediación eclesial en la celebración de la peni-
La biblia, en cambio, ve al hombre solidario con tencia y más en concreto el sentido de la liturgia actual
su comunidad. Para la mentalidad israelita, individuo del sacramento de la penitencia y el papel del sacerdote
y comunidad son inseparables hasta tal punto que "la como ministro del perdón.
comunidad en sus diferentes grupos (familia, tribu, pue- Veremos qué dice la historia de los orígenes (Gen
blo) es la atmósfera natural de vida para cada uno de 1-11) acerca de la dimensión comunitaria del pecado.
sus miembros. Fuera de su dominio el individuo está sin Nos fijaremos en la importancia que se daba a este as-
derecho, sin poder, sin defensa, en la miseria". El indi- pecto del pecado en el ambiente de la alianza. Siguien-
viduo comparte totalmente el destino de la comunidad; do, sobre todo, la teología paulina, veremos que el pe-
lleva consigo toda la herencia del pasado, y la creación cado del bautizado afecta a toda la Iglesia, cuerpo mís-
del porvenir reposa en sus manos".1 Estas relaciones in- tico de Cristo. Por fin haremos unas reflexiones acerca
dividuo-comunidad tienen su repercusión en la concep- de la repercusión del pecado en la sociedad humana.
ción del pecado. Se le ve como acto de la persona en la
comunidad, con consecuencias personales y sociales.
En nuestros días se nota una marcada sensibilidad
hacia lo social y comunitario; se destaca cada vez más I. PECADO Y COMUNIDAD EN
la dimensión eclesial y comunitaria de nuestra fe y de LA HISTORIA DE LOS ORÍGENES
nuestros actos. Por eso nos parece oportuno dedicar (Gen 1-11)

1
J. HEMPEL, Das Ethos des Alten Israéls. A. Topelmann, La perícopa del paraíso ya deja entrever la reper-
Berlín 21964, 34; cf 32-67; F. SPADAFORA, Collettivismo e indivi- cusión del pecado de los orígenes en la primera comu-
dualismo nel Vecchio Testamento. Rovigo 1953; A. M. DUBARLE,
Le peché originel dans l'Ecriture, 25-34; W. EICHRODT, Theologie nidad humana. A una vida de amistad y compenetración
des Alten Testaments, II-III, 157-183; M. G. CORDERO, Las diversas mutua sigue una situación de división y de recelo recí-
clases de pecados en la Biblia, en XVII Sem. Bibl. Esp. CSIC
Madrid 1959, 56-59; A. GELIN, Las ideas fundamentales del Antiguo proco. La ruptura con Dios va unida a la discordia entre
Testamento, 85-93.
193
192
los hombres. La entrada del pecado es la ruptura de que echa a perder la creación de Dios: esclaviza a la
la comunidad.2 persona humana apoderándose de ella, domina a toda
la comunidad de los hombres, corrompe la tierra y la
El relato de Caín y Abel destaca todavía más la pro- llena de violencias, y provoca la cólera divina y el cas-
yección comunitaria del pecado. Afirma que "después tigo (cf 6, 11-13).
de la rebelión del hombre contra Dios, viene la lucha
del hombre contra el hombre".3 El pecado del individuo El relato de la torre de Babel también habla de las
se deja sentir en la comunidad y se multiplica en el consecuencias perniciosas del pecado en la familia hu-
interior de ésta como un veneno contagioso. mana. Insiste en que crea división entre los hombres;
hace que no se entiendan, que no puedan vivir juntos.
Unos versículos más adelante, en el famoso canto Y esto, no por razones lingüísticas, sino porque su co-
de Lámek (Gen 4,23-24), se afirma de nuevo la exten- razón está corrompido por el egoísmo.4 "Y desde allí,
sión del pecado en la familia humana. Odio, venganza, concluye el relato de la torre de Babel, los desperdigó
muerte, son sus consecuencias. La familia humana es Yavé por toda la haz de la tierra" (Gen 11, 9). Ya
realmente víctima del pecado. Este la desintegra y la en el pórtico del Antiguo Testamento, se encuentra la
subyuga, la contamina y arruina por completo: afirmación de que también para la comunidad humana
el salario del pecado es la muerte (cf Rom 6,23).
Viendo Yavé que la maldad del hombre cundía en la
tierra, y que todos los pensamientos que ideaba su co-
razón eran puro mal de continuo, le pesó a Yavé de
haber hecho al hombre en la tierra, y se indignó en II. PECADO Y COMUNIDAD EN ISRAEL
su corazón. Y dijo Yavé: «Voy a exterminar de sobre
la haz del suelo al hombre que he creado» (Gen 6,
5-7).
También en Israel se plantea y se vive el problema
El pecado aparece aquí como una fuerza maléfica de las relaciones pecado-comunidad, pero en una pers-
pectiva más reducida que en la historia de los orígenes
a y en un contexto especial: el de la alianza con Yavé.
D. BONHOEFFER es uno de los autores que han estudiado
más ampliamente la dimensión comunitaria del pecado. En su obra
Sociología de la Iglesia. Sanctorum communio, se ocupa de este tema
en el c. IV que titula: «El pecado y la comunidad rota», 79-87.
3
R. DE VAUX, La Genése, 49-50. «Ningún hombre vive solo;
ningún hombre peca solo. La historia de Caín manifiesta cómo los 4
Cf. A. LAEPPLE, El mensaje bíblico en nuestro tiempo, 1,
asesinos de Dios se convierten también en asesinos del hombre»
(A. LAEPPLE, El mensaje bíblico en nuestro tiempo, 1, 101). 117-127.
195
194
1. Conciencia de comunidad Cada uno es responsable de la totalidad, pero tam-
bién cada uno comparte la bendición y la maldición,
solidaria en Israel
la promesa y el juicio, la acción buena y la mala, por-
que el pueblo entero es un organismo creado por
La alianza fue un pacto entre Dios y el pueblo: la palabra de Yavé y sostenido internamente compene-
éste pasó a ser la comunidad de Yavé, "el pueblo de trado por la conciencia de solidaridad, en el que todos
Dios". El pueblo como tal es quien se compromete con sufren cuando un miembro está enfermo y todos viven
Dios y debe responder comunitariamente a ese compro- cuando el todo está sano.6
miso; él es el objeto del querer divino. Los individuos
no desaparecen dentro del grupo, pues no se trata de
una colectividad anónima, sino de una comunidad de 2. El pecado y la comunidad
personas. Con todo, lo determinante es la comunidad. Al de la alianza
individuo se le considera en la comunidad, solidario
con ella; fuera de la colectividad, no existe. Por otra
El profundo sentido comunitario a que acabamos
parte, cada miembro de la comunidad encarna y re-
presenta al pueblo; él mismo es el pueblo; es Israel. de aludir se funda en la alianza y da la impronta a
la moral de Israel y a su concepto de pecado. Además
Israel tiene conciencia de ser una comunidad ple- deja entrever la dimensión comunitaria de todo pecado
namente solidaria. cometido en el pueblo.
Israel es propiedad de Yavé (Ex 19, 5-6), es un
La responsabilidad no es ni estrictamente colectiva
pueblo consagrado a Yavé (Dt 7, 1-6; 14, 2; 26-19)
ni exclusivamente individual, es las dos cosas a la vez.
El sujeto encargado de responder a Yavé es el pueblo, y debe ser santo como Dios es santo (Lev 11, 44-45;
pero este pueblo, unidad indivisible, está todo entero 19,2). Todo pecado cometido en la comunidad afecta
implicado en cada uno de sus miembros, sin que éstos
pierdan su personalidad propia.5 6
J. SCHARBERT, Prolegomena eines Alttestamentlers zur Erb-
sündenlehre, 44. Encontramos aquí el concepto bíblico de «personali-
El individuo comparte por completo la vida del dad corporativa». La biblia ve al individuo íntimamente compene-
pueblo. trado con la comunidad y solidario con ella, hasta tal punto que su
acción, buena o mala, es de la comunidad. Cf J. L'HOUR, La morale
5 de l'Alliance, 113-120; J. DE FRAINE, Alam et son lignage. Etudes
J. L'HOUR, La morale de l'Alliance (Cahiers de la Prev. sur la notion de «personnalité corporative» dans la Bible. Desclée,
Biblique, 5). Gabalda, París 1966, 118. Como dice HEMPEL, colectivis- Bruges 1959; J. SCHARBERT, Solidaritat im Segen und Fluch im
mo e individualismo van de la mano en Israel a lo largo de los siglos, Alten Testament und in seiner Umwelt. Bonn 1958; ID., Prolego-
de suerte que «ni el colectivismo murió en el siglo sexto, ni el mena eines Alttestamentlers zur Erbsündenlehre, 31-44.
individualismo surgió en el octavo» (Das Ethos des Alten Israels, 44).
197
196
a ésta y se opone radicalmente a su carácter de co- haber hecho una indagación minuciosa, se verifica el
munidad consagrada a Yavé.7 hecho y se comprueba que en Israel se ha cometido
tal abominación, sacarás a las puertas de tu ciudad a
El antiguo Israel veía el pecado como un poder mis- ese hombre o mujer, culpables de esta mala acción, y
terioso y destructor que amenaza al pecador individual los apedrearás, al hombre o a la mujer, hasta que
y a toda la comunidad a la que éste pertenece. Pecado mueran... Así harás desaparecer el mal de en medio
significaba para Israel no sólo la acción mala, sino que de ti (Dt 17, 2-7; cf 13, 6. 13-19; 19, 11-12. 16-19;
incluía también todas sus consecuencias, que los israe- 21, 13-21; Ex 19, 13; 32, 28; Nu 25, 7-11; Jos 7,
16-26).
litas consideraban automáticamente unidas a ella. Creían
que, dada la falta, se seguirían infaliblemente sus efec-
La sinagoga moderó considerablemente el uso de
tos maléficos.
la excomunión e institucionalizó las prácticas de ex-
Consideraba el pecado como veneno que un día clusión de los pecadores, prácticas que también encon-
u otro perjudicaría a la comunidad, a no ser que ésta tramos en la comunidad de Qumran y que la Iglesia
eliminara de su interior al pecador, desolidarizándose aceptó más tarde.8
de él o eliminándolo mediante la excomunión o la
La práctica de la excomunión prueba la convicción
muerte:
de que el pecado perjudica a la comunidad de Yavé
y es indigno de ella. En efecto,
Si hay en medio de ti, en alguna de las ciudades
que Yavé tu Dios te da, un hombre o una mujer que
todo individuo que transgrede una de las obligacio-
haga el mal a los ojos de Yavé tu Dios, violando su
nes capitales de la carta de la alianza se vuelve contra
alianza, que vaya a servir a otros dioses y se postre
Yavé y, por su parte, rompe la alianza. Cesa auto-
ante ellos, o ante el sol, la luna, o todo el ejército
máticamente de ser «Israel», y esta separación del
de los cielos, cosa que yo no he mandado, y es de-
pueblo debe ser sancionada por una excomunión ju-
nunciado ante ti; si, después de haberle escuchado y
rídica.9
7
El pecado en el Antiguo Testamento, escribe B. MAGGIONI, La dimensión comunitaria del pecado, aun del in-
«no es en primer lugar un hecho que afecta a la relación privada dividual, se manifiesta también en el castigo. Diversos
del hombre con su Dios. En la perspectiva de la alianza debe decirse
que Dios ante todo constituye a Israel su pueblo, pueblo santo, pasajes del Antiguo Testamento afirman que el pueblo
y que la ley es el modo de vivir y hacer aparecer tal santidad comu-
nitaria: por eso el pecado supera al individuo y alcanza al pueblo, 8
impide a la comunidad ser ella misma» (Peccato, misericordia di Cf H. VORGRIMLER, Penitencia, en Conceptos fundamentales
Dio e conversione, en La penitenza. Dottrina, storia, catechesi e de teología, 3. Cristiandad, Madrid 1966, 419-420.
9
pastorale. LDC Torino 1967, 32). J. L'HOUR, La morale de l'Alliance, 118.

198 199
es castigado por una falta individual {cf Nú 16,22; En otros textos veterotestamentarios se acentúa más
Jos 7, 13; 2 Sam 21,1; 24, 1-17; Jer 26, 15), o que la responsabilidad individual y se afirma que cada uno
una familia entera sufre las consecuencias de las faltas pagará las consecuencias de su pecado (cf Dt 24,16;
de uno de sus miembros (cf Gen 12,17; 20, 18; 1 Re 2 Re 14,6; Sal 57,12; Prov 24, 12; Job 34, 11; Eccli
16, 7.12). 16, 12-14). Jeremías (Jer 17,10; 31,29-30; 32,19) y
Ezequiel (Ez 18) principalmente, son grandes defen-
La solidaridad en el pecado y en el castigo se da sores de la responsabilidad individual, y su doctrina
incluso entre generaciones sucesivas dentro de la mis- toma cuerpo sobre todo después del exilio. Pero siem-
ma familia: pre quedará firme en Israel la convicción de la soli-
daridad e interdependencia de los miembros del pue-
Yo Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso que castigo blo en el bien y en el mal (cf Jer 3, 25; 11, 10;
la iniquidad de los padres en los hijos hasta la ter- 14, 20; 16, 17; 32,18; Lam 5, 7; Is 65, 6-7; Ez 2,3;
cera y cuarta generación de los que me odian... (Ex 16; 20; 23).
20, 5-6; cf Nu 14, 18; Dt 5, 9).

Los descendientes son víctimas de las consecuen-


3. Algunos textos proféticos
cias de faltas de sus antepasados, sin haber tenido par-
sobre la dimensión comunitaria
ticipación alguna personal en las mismas (cf Gen 9,
del pecado
25-27; 49,3-7; 2 Sam 12,14; 21,5-6; Jos 7,24-25;
1 Re 11, 39; 14, 10-11; 21, 22-22, etc.).
Los profetas, quizá mejor que ningún otro autor ve-
Hay pasajes del Antiguo Testamento que presentan terotestamentario, denuncian la repercusión del pecado
el pecado como una fuerza maléfica que se transmite en la comunidad de la alianza y la oposición radical
como herencia de una generación a otra y que, a me- que existe entre ambos, y predicen y constatan los efec-
dida que avanza la historia, se va posesionando del pue- tos maléficos del pecado en el pueblo.
blo hasta convertirse en algo que parece connatural y
congénito al mismo (cf Gen 15,16; 2 Re 17, 7-41; Siempre que hablan del pecado, del castigo o de la
Is 1,4; Os 2,6.10 salvación, el sujeto o el beneficiario de todo es Is-
rael considerado per modum unius, frecuentemente
10
El libro del Génesis está penetrado de la idea de herencia, personificado bajo la forma de esposa de Yavé (Oseas,
de la convicción de que la conducta y el destino de los pueblos y de
cada grupo humano están condicionados y determinados por la con- Moab y Ben-Ammi y los moabitas y ammonitas (Gen 19, 37-38), etc.;
ducta de sus antepasados, más aún, de su primer padre. Así sucede A. M. DUBARLE, El pecado original en la Escritura, 62.
con Caín y los quenitas (Gen 4, 24); Cam y Canaán (Gen 9, 25),

200 201
Jeremías, Ezequiel) y solidario en sus generaciones a sü padre para irse tras de otros que lo echan a per-
sucesivas (2 Re 21, 10-15; 23, 26-27; 24, 3-4).11 der (Os 11).
Dentro de ese pueblo santo y comprometido con Para Amos, el Israel pecador es como una virgen
Yavé, todo pecado, sea su autor un individuo repre- arrebatada por la muerte antes de haber conocido el
sentativo, un grupo, o todo el pueblo, lo consideran matrimonio (5,2). Sólo Yavé podrá devolverle la vida.
como un atentado contra la santidad y la vocación de Por eso el profeta grita, en nombre de Dios: "Buscad-
la comunidad escogida por Dios y afirman que debe me a mí y viviréis" (5,4.6). Pero el pecado tiene sub-
ser eliminado, pues de lo contrario acarreará males al yugado a Israel (Am 4,6-11). En esto basa el profeta
pueblo. la conclusión de que Israel está maduro para el cas-
tigo (8,2) y de que ha colmado la medida de la mal-
Isaías ve a Israel como la viña mimada, plantada
dad (7,8).
en un fértil otero, de la que se esperaban uvas y dio
agraces: "Esperaba de ellos justicia, y hay asesinatos; Jeremías afirma que el pecado arruina a Israel; lo
honradez, y hay alaridos" (5,7). El resultado es que deforma y lo afea a los ojos de Yavé (2, 21-23). El
Yavé va a castigar a su viña y la echará a perder: pecado se extiende entre el pueblo y llega a obcecarlo,
de suerte que ya no ve ni oye. Lo convierte en un
Haré de ella un erial que ni se pode ni se escarde, pueblo necio y sin seso, con un corazón rebelde y trai-
crecerá la zarza y el espino, dor, y lo echa a perder (5,21-25).
y a las nubes prohibiré llover sobre ella (5, 6).
El pecado ha embotado su entendimiento y le ha
El pecado deforma al pueblo; es contrario a su quitado el gusto de la palabra de Dios (6, 10). Le pa-
vocación de fidelidad a Yavé. Y, en definitiva, es la rece tan imposible que el pueblo deje el mal y vuelva
ruina para Israel. a obrar el bien, como que el cusita pierda su piel o
Oseas ve a Israel como una esposa querida de Yavé, el leopardo pierda sus pintas (13,23). Es que el pecado,
pero que abandona a su primer amor y se va con otros concluye el profeta, está grabado en el corazón de los
amantes (Os 1-2). El pecado del pueblo es como el israelitas (17,1); éstos tienen un corazón incircunciso
adulterio, la infidelidad, la prostitución de la esposa (9, 25; cf 4,4). Jeremías ve que el pueblo es víctima
amada de Yavé. Oseas compara también el pecado de del pecado y va de mal en peor (9,2). Y la consecuen-
Israel con la ingratitud del hijo mimado que abandona cia es que irá a la ruina (1-6):

11 Todo esto lo trastornaron vuestras culpas


A. GELIN, Las ideas fundamentales del Antiguo Testamento,
89-90. y vuestros pecados os privaron del bien (5, 25).

202 203
Jeremías describe el pecado como una situación, un pueblo hasta convertirse en algo casi connatural (cf 20,
modo de vivir adverso a Y ave. Está convencido de la 30.36; 23,3.19.27).
responsabilidad de sus contemporáneos, de ahí que los
invite a la conversión; pero también está convencido Así se explica, en parte al menos, que sus contem-
de que la actual situación de pecado es en parte resul- poráneos no tomen en serio las palabras del profeta
tado de una tradición de pecado que se prolonga des- (33,31-33) y que se empeñen en permanecer en su
pecado, en vez de convertirse, para vivir; por eso les
de la salida de Egipto y que fue tomando cuerpo y
dice Ezequiel:
arraigándose en el pueblo y en el corazón de los in-
dividuos, hasta el punto de que parece imposible que
el pueblo y cada individuo se libren de ella (cf 7,25-26; ¿Por qué queréis morir, casa de Israel? Yo no me
complazco en la muerte de nadie, sea quien fuere,
9, 12-13; 11, 10; 16, 12).12
oráculo del Señor Yavé. Convertios y vivid (18, 32).
En sus descripciones de la maldad de Israel, Eze-
quiel describe con palabras duras e imágenes impresio- El Antiguo Testamento tiene ante la vista a la co-
nantes los castigos que sobrevendrán al pueblo por los munidad de Israel, eminentemente religiosa, que vive
pecados de sus miembros (4,24). Israel será arrojado bajo la alianza. Habla del pecado y de sus consecuen-
entre otros pueblos, como un leño de vid es echado cias de un modo concreto y real y uniendo lo religio-
al fuego junto con otros árboles del bosque (15, 2-7). so, lo político, lo material, como aspectos interdepen-
El pecado hace que el pueblo elegido deje de ser tal dientes de la vida del pueblo de Dios. Por otra parte,
a los ojos de Yavé; se hizo indigno de su vocación. El la comunidad aparece siempre de forma relevante, mien-
pecado de Israel es como la infidelidad de la mujer tras que los individuos quedan un poco en penumbra
que se lo debe todo a alguien y luego olvida a su dentro de la comunidad. Se admite, sí, la responsabi-
bienhechor y se va tras otros amantes (Ez 16). lidad individual, sobre todo a partir de Jeremías y Eze-
quiel, pero, de una u otra forma, el pecado aparece como
Ezequiel echa mano de la retrospección histórica
una herencia del pasado que pesa sobre cada individuo
para ver el origen remoto de los pecados del pueblo.
y lo empuja al mal.
Y, lo mismo que Jeremías, llega a la conclusión de
que el mal presente depende de una larga historia de Puede afirmarse que el Antiguo Testamento de-
pecado que se inició en Egipto y fue apoderándose del nuncia, a su manera, la peccatorum communio, que se
estableció en los orígenes de la humanidad y que se
12
A. FOURNEL-P. REMY, Le sens du peché dans ]érémie: fue haciendo cada vez más evidente con el correr de
Bible et vie chrétienne 5(1954) 37-38; véase lo que dijimos sobre, esto
en el capítulo anterior. los siglos, hasta englobar a todos los hombres, judíos
204 205
y paganos, bajo el pecado (cf Rom 3, 9-20.23; Ga 3,22). yeron al evangelio y recibieron el Espíritu Santo. Es
Veamos el mensaje del Nuevo Testamento, que resalta la Iglesia, nuevo Israel, comunidad de los renacidos de
más la personalidad del individuo dentro de la comu- la sangre de Cristo, de la que entramos a formar parte
nidad. por la fe y el bautismo:

Convertios y que cada uno de vosotros se haga bau-


tizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de
III. PECADO Y COMUNIDAD vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu
EN EL NUEVO TESTAMENTO. Santo (Hech 2, 30; cf Mt 28, 19; Me 16, 16).
DIMENSIÓN ECLESIAL DEL PECADO
Los bautizados constituyen la comunidad mesiáni-
ca. El Antiguo Testamento había hablado de su san-
A lo largo del Antiguo Testamento se encuentra tidad e impecabilidad (cf Is 60, 21; Ez 36,27-29;
una corriente de pensamiento según la cual todo hom- Dan 7, 18-27; 8, 24; Eclo 24,32; Prov 9,6; Sal 37,
bre es pecador. El yavista, los profetas, gran parte de 30-31; 119,11). Idéntica afirmación se encuentra en
los salmos, Job, Eclesiástico, Eclesiastés, la literatura el Nuevo Testamento (1 Jn 3,9; Sant 1,21; 2 P 1,10;
rabínica y los apócrifos judíos sostienen esta tesis de la Ga 5,16).13 Con todo, es un hecho incuestionable que
universalidad del pecado. Y Pablo la confirma al de- en la Iglesia, comunidad de los redimidos movidos por
cir que, a la venida de Cristo, todos eran pecadores y el Espíritu Santo, existe el pecado. Los bautizados pe-
necesitaban la redención (Rom 3, 9-20.23; 5,12-19 can; decir lo contrario sería mentir (1 Jn 1, 8-10). Nues-
Ga 3,22). tra experiencia confirma esto. ¿Qué relación tiene el
En este mundo de pecado, que engloba en sí a pecado del bautizado con la comunidad eclesial?
toda la familia del primer Adán, aparece Cristo, el se-
gundo Adán, el celeste (cf 1 Cor 15, 45.49), como
único salvador. Se ofrece al Padre como propiciación 1. El individuo y la comunidad
por todos los pecados y nos reconcilia con Dios, esta- eclesial
bleciendo un nuevo pacto de alianzas en su sangre
Lo que dijimos respecto de la relación individuo-co-
(cf Rom 3,24-25; 5, 8-21; 1 Cor 11,23; 2 Cor 5,18-20).
munidad en Israel se realiza en la Iglesia y de forma,
La antigua alianza deja de tener valor. Comienza
13
una nueva etapa en la historia santa. En torno a Jesús Cf I. DE LA POTTERIE, La impecabilidad del cristiano según
/ Jn 3, 6-9, en La vida según el espíritu. Sigúeme, Salamanca 1968,
se agrupa la comunidad de los convertidos que cre- 206-212.

206 207
si se quiere, más clara. La Iglesia es, en frase de Pa- del reino de los cielos que encontramos en los sinóp-
blo, el cuerpo de Cristo. En el bautismo pasamos a ser ticos (Mt 13; Me 4; Le 17 etc.); la imagen de la vid
miembros de Cristo; nos unimos a él y entramos a y los sarmientos (Jn 15, 1-8) que constituyen un todo
formar parte de ese grupo compacto de seguidores su- donde cada cual tiene su lugar propio. También es cla-
yos que el Espíritu mantiene unido y compenetrado: rísima, en este sentido, la imagen de la Iglesia como
edificación de Dios (1 Cor 3,9), donde Cristo es la
Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bauti- piedra angular (Mt 21,42) y los cristianos son las pie-
zados para no formar más que un cuerpo, judíos y dras vivas que completan el edificio (1 P 2,4-5).
griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de
un solo Espíritu... Vosotros sois el cuerpo de Cristo, No es fácil precisar el alcance teológico de estas
y sus miembros, cada uno por su parte (1 Cor 12, imágenes. Es una realidad misteriosa la que quieren
13. 27). expresar. Y nuestras categorías teológicas deben dejar
lugar al lenguaje simbólico, más apto para ayudar a
Nadie es independiente de la comunidad cristiana. captarla. La predicación y la catequesis han de saber
Cristo es la cabeza y los demás están unidos a él y utilizar este lenguaje sin pretender sacarle más jugo del
entre sí, como los miembros del cuerpo humano, for- debido.
mando un todo (1 Cor 12,12): "Todos sois uno en
Cristo Jesús" (Ga 3, 28). Dentro del organismo, cada Todos somos solidarios en la Iglesia. Somos una
miembro conserva su propia personalidad y tiene una persona en muchas personas. La calidad de cada miem-
misión que cumplir, de ahí que todos sean importan- bro afecta a la calidad del grupo; cada individuo influ-
tes y, hasta cierto punto, interdependientes: "Somos ye en el todo positiva o negativamente. Individuo y co-
miembros los unos de los otros" (Ef 4, 25; cf Rom munidad son interdependientes y las acciones del pri-
12,5, 1 Cor 12,12-30); por eso: mero afectan a la segunda y son suyas por ser de uno
de sus miembros, y por consiguiente parte integrante
Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. de la misma, de suerte que en él actúa la comunidad y
Si un miembro es honrado, todos los demás toman él encarna a ésta en su calidad de miembro."
parte en su gozo (1 Cor 12, 26).
11
Acerca de las relaciones individuo-comunidad en la Iglesia,
Otras imágenes bíblicas subrayan la unidad de la véase H. MUHLEN, Una Mystica Persona. Die Kirche ais das Myste-
rium der Identitat des Heiligen Geistes in Christus und der Chris-
comunidad eclesial y la interdependencia de sus miem- ten: Eine Person in vielen Personen. Schoning, München 1964;
bros, y dejan entrever que la acción y el ser de cada cf B. HAERING, La ley de Cristo, 1, 121-129. «La comunidad, dice
BONHOEFFER, está estructurada de tal manera que allí donde se
uno afecta al conjunto. Así, por ejemplo, la imagen encuentra uno de sus miembros se encuentra también ella en todo

208 209
2. La Iglesia es una comunidad santa dadera e indefectiblemente santa;10 pero consta tam-
bién del elemento humano que son sus miembros, par-
Esposa de Cristo, la Iglesia es santa e inmaculada, tes reales de la misma. Y estos miembros, incluso los
porque Cristo la amó y se entregó por ella para san- más representativos, pueden pecar y de hecho pecan.
tificarla con su sangre (Ef 5,26), y le entregó el Espí- ¿Cómo repercute su pecado en la comunidad eclesial?
ritu Santo que habita en ella y en los fieles (1 Cor 3,16;
6, 19); la enriquece con sus dones (Ef 4,11-12; 1 Cor
12,4) y la guía hacia la verdad y hacia la unión con 3. El pecado y la Iglesia
su esposo.
La Iglesia es el principio y el germen del reino de Después de lo anteriormente expuesto, es fácil se-
Dios en el mundo (cf Mt 13,31-33), es la salvación ñalar la relación pecado-Iglesia. El pecado de cada cris-
de Cristo en visibilidad histórica; es, en frase del Vati- tiano es, en cierto sentido, pecado de la Iglesia, a la
cano II, sacramento de la unión íntima entre Dios y que él pertenece y con la que es solidario. El pecado
los hombres, sacramento universal de salvación, y re- de los miembros es de la comunidad y afecta a ésta.
cibió la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios En un sentido real y verdadero hay que decir que en
y de establecerlo en todos los pueblos.15 Sus miembros cada miembro que peca, peca la Iglesia, o mejor, que
también son santos porque Cristo los santificó en el cada miembro que peca hace pecadora a la Iglesia.17
bautismo y en ellos habita el Espíritu Santo (cf Rom 6, El pecado está en contradicción con el ser de la
1-11; 8; 1 Cor 1,2; 6, 16-17). Iglesia, cuerpo de Cristo, sacramento de salvación, co-
En cuanto comunidad de fe, esperanza y caridad,
16
asistida por Cristo y por el Espíritu, la Iglesia es ver- 17
LG 39.
«El pecado de un miembro señala a todo el cuerpo», dice
la Regla de Taizé. Herder, Barcelona 1968, 47; cf M. T H U R I A N ,
su poder... Está compenetrada hasta el punto que ninguno de sus La confession. Delachaux et Niestlé, Neuchátel 1966, c. 1, acerca de
miembros podría imaginarse separado de ella» (Sociología de la la Comunión en el pecado, dentro de la Iglesia. K. R A H N E R insiste
Iglesia, 133). B O N H O E F F E R expresa gráficamente la unidad de los en que los fallos de los miembros de la Iglesia son fallos de ésta
cristianos al decir que la Iglesia es «Cristo existente como asamblea» y la hacen pecadora: «También nuestros pecados, dice, son pecados
(Ibid., 87.144). Pablo subraya la unidad e interdependencia de los de la Iglesia, todos contribuimos con nuestra parte a su pobreza y
miembros de la Iglesia —e indirectamente, la repercusión de los a su indigencia» (Iglesia de los pecadores, en Escritos de teología,
pecados personales en el cuerpo místico de Cristo— cuando escribe 6, 311; cf. Ibid., 302-303; Verdades olvidadas sobre el sacramento de
a los romanos: «Ninguno de nosotros vive para sí mismo; como la penitencia: Ibid., 2, 142-146. «Cristo y la comunidad de los
tampoco muere nadie para sí mismo. Si vivimos, para el Señor santos, dice B O N H O E F F E R , sufre y muere conmigo» (Sociología de la
vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos, Iglesia, 135). «Unius nubécula peccatricis pene lucem obscuravit
ya muramos, del Señor somos» (Rom 14, 7-8). Ecclesiae» (PSEUDO-HAIMON, De lapsu virginis consecratae: PL 16,
15
Cf L G 1.5.48. 368,A.)

210 211
munidad de los santos. La Iglesia debe ser santa tam- metido en el edificio, como sal insípida; no rinde lo
bién en su elemento humano. Está en el mundo como que debía rendir, no es mediador de gracia para sus
servidora del Señor e instrumento de su salvación. De- hermanos; por otra parte, introduce en la Iglesia un
be ser lugar del encuentro entre Dios y los hombres, elemento corruptor y contagioso que se une al lastre
sacramento de unión entre ellos. El pecado se opone de pecado en ella existente y se convierte en fuente de
a ella y a su misión; es un atentado contra su razón nuevos pecados. En lugar de ser fermento de salvación
esencial de ser.18 Pablo, con una atrevida expresión an- entre sus hermanos, el pecador se opone al reino de
tropomórfica, dice que el pecado "entristece" al Espí- Dios y sirve al mal. Su pecado perturba la vida de la
ritu Santo de Dios, que asiste y guía a la Iglesia (Ef Iglesia y repercute incluso en los demás miembros del
4,30). cuerpo de Cristo.19
El pecado contamina la comunidad eclesial y la co- Por estas razones, la Iglesia debe reaccionar con-
rrompe: tra el pecado, renovándose y purificándose constante-
mente por la penitencia.20 Debe esforzarse para que sus
¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda
la masa? (1 Cor 5. 6). 19
«Por arcanos y misteriosos designios de Dios, los hombres
Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él están vinculados entre sí por lazos sobrenaturales, de suerte que el
pecado de uno daña a los demás, de la misma forma que la santidad
(1 Cor 12, 26). de uno beneficia a los otros» (PABLO VI, Const. Apost. Indulgen-
tiarum doctrina, del 1.1.1967: Ecclesia 27(1967) 111; P. Me. GOL-
DRIK, Sin and the Holy Church: The Irish Theological Quarterly
Cada miembro pecador afea a la comunidad santa 32(1965) 26; cf B. HAERING, La ley de Cristo, 1, 129-130.
y la perjudica doblemente. Por una parte, la priva de Muchos pasajes del Nuevo Testamento muestran que el pecado
la vitalidad que debía proporcionarle desarrollando los afecta a la comunidad eclesial y describen la reacción de ésta ante
las faltas de sus miembros. Cf Mt 18, 15-22; Hech 19, 18; 1 Cor 5,
dones recibidos para bien personal y de la comunidad; 1-13; 2 Cor 2, 5, 11; 12, 20-13, 10; Ga 6, 1-2; 2 Tes 3, 6-15; 1 Tim
es como un miembro enfermo, como un sarmiento se- 1, 18-20; 2 Tim 2, 24-26; Sant 5, 16; 1 Jn 5, 16. «La solidaridad
humana, escribe A. GEORGE, juega en el pecado como en la salva-
co e infecundo, como una piedra que no cumple su co- ción... Cada acto humano tiene una dimensión social e histórica.
Nada de lo que hacemos es para nosotros solos: todo entra en la
18 comunión de los santos o en la comunión de los pecadores» (L'Evan-
Cf O. SEMMELROTH, Estructuras y perspectivas en el sa- gile de Paul. Ens, Paris 1954, 73; cf J. GUILLET, Le peché collectif
cramento de la penitencia, en Penitencia y confesión. Fax, Madrid et la Bible: RevActPop 132(1959) 1043).
1970, 103; cf Ibid., 95-106; K. RAHNER, La Iglesia de los peca- 20
Sobre la actitud de la Iglesia frente al pecado y al pecador
dores, 307. «El cristiano que peca, peca contra su eclesiasticidad y el Nuevo Testamento, véase J. MURPHY-O'CONNOR, Peché et eom-
—debería decirse eclesialidad— sustancial como cristiano y contra munauté dans le Nouveau Testament: RB 74(1967) 161-193. Los
la Iglesia» (Verdades olvidadas sobre el sacramento de la penitencia, padres subrayan la dimensión eclesial del pecado cuando llaman a la
143). El Concilio Vaticano II dice que nuestros pecados «hieren» penitencia «purificación del cuerpo místico». Cf CRISÓSTOMO, Í »
a la Iglesia; cf Const. Lumen gentium, 11. Sobre este tema volve- Mathaeum homiliae, 8,6:PG 58, 745; í« 1 Cor 44,4:PG 61, 377;
remos en el apéndice. AMBROSIO. In Psalmos 118, 8, 53-54: PL 15, 1386-1387; cf J. BEU-

212 213
miembros se mantengan fieles y no caigan en pecado. de una misma reacción con que corresponde la Iglesia
De ahí las medidas preventivas de que habla el Nuevo al pecado de uno de sus miembros".81
Testamento (cf 1 Cor 8, 11-12; 2 Cor 11,28; 1 Tes 5,
El carácter anti-eclesial del pecado se refleja tam-
11.14; Jud 22). Ante el pecado de sus miembros, la
bién en el hecho de que Cristo ha transmitido a la
comunidad —por medio de sus representantes— debe
Iglesia el poder de perdonar pecados y de que desea
juzgar (cf Mt 18, 17) y reprender al pecador (cf 1 Tim
que confesemos nuestras faltas a la comunidad eclesial
5, 20), e incluso, en ciertos casos, expulsarlo de su
(cf Mt 16, 19; 18,18; Jn 20, 22-23).12 En efecto, el
seno mediante la excomunión (1 Cor 5,1-5). El miem-
ministro del sacramento de la penitencia actúa in per-
bro pecador debe ser excluido de la comunión con la
comunidad hasta que haga penitencia, porque se ha sona Christi, pero también in persona Ecclesiae. Y nues-
apartado de la caridad eclesial ofendiendo al Espíritu tra confesión la hacemos, ante todo, a la comunidad
que habita en la Iglesia. eclesial representada por el ministro. Es el acto del
miembro que se siente responsable ante la comunidad,
Pablo presenta la excomunión como una entrega del reconoce haberla ofendido, y va a ponerse en paz con
pecador a Satanás (cf 1 Tim 1, 19-20; 1 Cor 5,3-5) ella.
y, haciendo referencia a Dt 13,6, manda: "¡Arrojad de El sacramento de la penitencia es una auténtica
entre vosotros al malvado!" (1 Cor 5, 13). La exco- reconciliación con la Iglesia a la que herimos con nues-
munión es el reconocimiento visible de que el pecador tros pecados y, en el orden actual de salvación, no es
se ha entregado a las fuerzas del mal y que su conducta posible reconciliarse con Dios, sin reconciliarse —al
contradice su ser de miembro de la comunidad santa. menos in voto— con esa comunidad eclesial ofendida
La Iglesia, al excluirlo de su seno, no rompe del todo por nuestros pecados.23 La absolución sacramental nos
con el culpable. Al alejar al pecador de la plena vida
eclesial, ella afirma su calidad de comunidad del espí- 21
ritu, contraria al pecado, y busca y espera la conver- K. RAHNER, Verdades olvidadas sobre el sacramento de la
penitencia, 149.
sión del pecador, mediante esa exclusión temporal. Ex- 22
Cf J. BEUMER, Die personüche Sünde in sozialtheologischer
cluye para recibir de nuevo; castiga para luego perdo- Sicht, 89-90.
B3
Cf D. 818. «Quienes se acercan al sacramento de la peniten-
nar. Este es el sentido del "atar y desatar", que no cia, dice el Vaticano II, obtienen de la misericordia de Dios el
son dos miembros de una alternativa, "sino dos fases perdón de la ofensa hecha a él y al mismo tiempo se reconcilian
con la Iglesia, a la que hirieron pecando, y que colabora a su con-
versión con la caridad, con el ejemplo y las oraciones» (LG 11;
cf PO 5). Acerca de la dimensión eclesial de la penitencia, véase
J. RAMOS REGIDOR, II sacramento della penitenza, evento salvifico
MER, Die personüche Sünde in sozialtheologischer Sicht: Theologie ecclesiale, en La penitenza. Dottrina, storia, catechesi e pastorale.
und Glaube 43(1953) 93. LDC Torino 1967, 90-141; especialmente 105-123; ID., II sacra-

214 215
introduce de nuevo plenamente en la comunidad del así como la interdependencia de los hombres en todos
espíritu y de la gracia. Es* un acto eclesial. los niveles de la vida, debe captar fácilmente esta di-
mensión eclesial de los pecados personales.
La teología actual está revalorizando la dimensión
eclesial del pecado y de la penitencia.24 Nuestra litur-
gia penitencial actual y nuestra catequesis del pecado
y de la penitencia necesitan todavía una revisión a fon-
do en este sentido. IV. E L PECADO Y LA COMUNIDAD SOCIAL

Un mundo como el actual, que vive y siente la re-


percusión social y comunitaria de los actos humanos, Miembro de la Iglesia, el cristiano es también miem-
bro de la sociedad civil de la que forma parte. Su fe
mentó della penitenta. Riflessione teológica, biblico-storico-pastorale,
alia luce del Vaticano II. LDC Torino 1971, 255-269. en Dios tiene consecuencias no sólo en el ámbito ínti-
84
Los autores tocan este tema generalmente al hablar de la mo y espiritual, sino que le remite a la historia y al
dimensión eclesial del sacramento de la penitencia. Cf P. Me G O L -
DRIK, Sin and the Holy Church: The Irish Theological Quarterly, mundo y le compromete en un quehacer temporal y
32(1965) 3-27; K. R A H N E R , Verdades olvidadas sobre el sacramento social de cooperación con el creador y con sus herma-
de la penitencia, en Escritos de teología, 2, 141-180; ID., Problema
de la confesión, en Escritos de teología, 3, 219-236; ID., Iglesia de nos en la construcción del mundo. Lo mismo que la
pecadores, en Escritos de teología, 4, 295-313; ID., Iglesia pecadora Iglesia, servidora de Dios y de los hombres, comparte
según los decretos del segundo Concilio Vaticano, 314-337; ID., Das
Sakrament der Busse ais Wiederversóhnung mit der Kirche, en las alegrías, las tristezas y los problemas de la sociedad
Schriften zur Tbeologie. 8. Einsiedeln 1967, 447-471; M. T H U R I A N , humana (GS 1), el creyente debe sentirse llamado a
La confession, 1; J. PERARNAU, Aspectos actuales de la teología del
pecado, en Para renovar la penitencia y la confesión. PPC. Madrid ser un instrumento de la salvación de Dios entre sus
1969, 79-91. Véanse los estudios de RAMOS REGIDOR citados en la nota hermanos.
anterior; ambos contienen una abundante bibliografía sobre el tema.
En el apéndice veremos la doctrina del Vaticano I I acerca de las
relaciones Iglesia-pecado. Tratar de la dimensión comunitaria del pecado, re-
Parece que el nuevo rito del sacramento de la penitencia, que firiéndola tan sólo a su repercusión en la comunidad
se está elaborando hace varios años, admitirá tres fórmulas distintas eclesial, no sería justo. Reflejaría una visión demasiado
de absolución y todas ellas subrayan la dimensión eclesial del sacra-
mento y del pecado. El texto de dichas fórmulas, según los esquemas espiritualista de la vocación cristiana, de la Iglesia y
actuales, es el siguiente: 1.a fórmula: «In nomine Domini nostri Jesu del pecado. Es necesario hacer siquiera una alusión ex-
Christi et in virtute Spiritus Sancti ego te absolvo a peccatis tuis
et in Ecclesiae pacem plene te restituo». 2." fórmula: «Dominus plícita a los efectos de nuestros pecados en la sociedad
Jesús Christus... ipse... in perfectam Ecclesiae pacem restituat». en que vivimos. El mismo Concilio Vaticano II manda
3° fórmula: «Dominus noster Jesús Christus... per ministerium
meum peccata tua remittít, et in plenam Ecclesiae vítam restituit». que en la catequesis se inculquen a los fieles "las con-
Cf J. L. LARRABE, Renovación posconciliar del sacramento de la secuencias sociales del pecado" (SC 109 b).
penitencia: Phase 11(1971) 459-478.

216 217
¿Cuáles son éstas?, ¿cómo repercuten nuestros pe- 1. El pecado introduce
cados en la sociedad humana? Es éste un tema vasto, desorden en la sociedad
difícil y, al mismo tiempo, sumamente importante. La
biblia, en su visión sintética y eminentemente religio- Todo pecado es desorden porque se opone a los
sa del hombre, de la sociedad y del mundo, no distin- planes de Dios y origina desorden en quien lo comete.
gue, como nosotros, entre comunidad eclesial y comu- Y este desorden personal, sea o no exterior, se refle-
nidad civil. Tampoco señala las consecuencias del pe- jará y repercutirá de una u otra forma en las relacio-
cado en cada una de ellas por separado. Contiene, sin nes del individuo con la sociedad, e incluso en la so-
embargo, unos principios fundamentales que pueden ciedad misma. En efecto, todos nuestros actos se rea-
servir de pauta para responder al problema aquí plan- lizan en un mundo de relaciones, en un contexto social
teado. sumamente complicado.
Dice, por ejemplo, que la sociedad humana, de cual-
quier tipo que sea, debe servir al señor, creador y due- Hay, escribe R. Spiazzi, una especie de comunidad
ño de todo. Y debe servirle en la obediencia y en la cósmica, en la cual se necesita que cada cosa obre en
armonía con el todo... quien viola ese orden íntimo
colaboración a sus planes, que dirigen la historia. La
de la humanidad, no sólo lesiona el valor de la perso-
sociedad humana está llamada a constituir una gran fa- nalidad, sino que provoca un desconcierto, ya en el
milia unida por el amor mutuo de todos los hijos de orden cósmico... ya en el orden humano... ya en el
Dios. Los cristianos, en medio de esta sociedad, deben orden social.26
sentirse solidarios con ella; deben ser sal de la tierra
y luz del mundo (Mt 5,13-16); testigos de Dios entre Por otra parte, la actitud del pecador frente a Dios
sus hermanos e instrumentos activos del evangelio y condicionará, de algún modo, su actitud ante todo lo
del reino que va tomando cuerpo en este mundo; por que a él pertenece. Apartarse de Dios es indisponerse
consiguiente, han de oponerse a toda forma de mal que con su creación y con sus designios. Nuestra acción en
haga resistencia a los planes de Dios.
tamos a una exposición esquemática. Para un estudio más amnlio,
Estos principios, que el Concilio Vaticano II ex- véase P. SCHOONENBERG, El poder del pecado, especialmente 95-112;
puso ampliamente en su constitución pastoral Gaudium D. P. GRAY, Sin and the destruction of Community: Chicago Stu-
dies 4(1965) 201-217; R. SPIAZZI, El pecado, mal social, en Realidad
et spes, dan pie para unas reflexiones elementales y es- del pecado. Rialp, Madrid 1962, 187-196; A. ARBELOA, Trascendencia
quemáticas acerca de las consecuencias del pecado in- social del pecado: Lumen 6(1957) 138-147; J. BEUMER, Die person-
liche Sünde in sozialtheologischer Sicht: Theologie und Glaube 43
dividual y colectivo en la comunidad social.25 (1953) 81-102.
26
R. SPIAZZI, El pecado, mal social, 179; P. SeHOONENBERG,
25
Sobre este tema volveremos en el apéndice. Aquí nos limi- El poder del pecado, 178.

218 219
el mundo lleva la impronta de nuestras relaciones con 3. El pecado es fuente de males
Dios y recibe de ellas su vida y su dinamismo pro- en la sociedad
fundo. Perturbadas éstas, se trastorna aquélla. Estas
afirmaciones son aplicables, en mayor o menor grado, Del desorden y del egoísmo humanos no pueden na-
a toda clase de pecados, aun a los más íntimos y ocul- cer sino males para la sociedad. El egoísmo lleva al
tos. En las faltas de carácter eminentemente social sal- abuso de los demás; suele originar conflictos, luchas,
ta a la vista su influjo pernicioso en la sociedad. odios, atropellos y abusos sociales. Es cierto que exis-
ten muchos males en el mundo que no dependen de
nosotros, pero no puede negarse que la mayoría de
2. El pecado es un elemento los males que sufre la humanidad hoy se deben a la
desintegrante en la sociedad malicia del hombre.

El pecado es, en último análisis, rechazo de Dios Si hay hombres torturados por el hambre, subdesa-
y búsqueda de sí mismo. Su raíz profunda es el egoís- rrollados, sujetos a un trabajo que agota sus fuerzas
mo. Y éste repercute, tarde o temprano, en el grupo y arruina su salud física o psíquica, abandonados, des-
humano, creando descontento, discordia, división. Des- pedazados por la guerra, es a causa del egoísmo, del
orgullo, o del instinto de posesión o por la dureza de
pués del rechazo de Dios, viene la lucha contra el hom-
sus hermanos... El pecado del mundo se lee en el
bre, o al menos el olvido y quizá el desprecio. Es ésta rostro descarnado de los hombres subdesarrollados,
una afirmación bíblica, confirmada por la experiencia como en la psicosis de tantos enfermos. Pecado fre-
cotidiana. cuentemente inconsciente, es verdad, para los que lo
El verdadero fundamento de la comunidad huma- cometen, pecado social y pecado colectivo más que
na y el que le da consistencia y unidad es la amistad, personal, incrustado en los comportamientos y en las
costumbres, pero en el que siempre un hombre lú-
consciente o no, de cada uno de sus miembros con el
cido de mente ve perfilarse su propia responsabili-
creador. Rota esta última, la comunidad no tiene base dad.88
sólida. La historia de los orígenes es aleccionadora en
este sentido. Ubi peccata, ibi multitudo, como decía El Concilio Vaticano I I denunció el egoísmo y la
Orígenes. 37 El egoísta desintegra la comunidad o, cuan- soberbia como fuerzas de mal que vician la realidad
do menos, no es un elemento dinámico de la misma; social y apuntó una serie de lacras de nuestra sociedad
no vive para ella, sino para sí mismo.
28
J. M. TILLARD, Religiosos boy. Mensajero, Bilbao 1968,
27
ln Ezech. homil. 9, 1 (n.° 207-208) Madrid 1962. 145-146.

220 221
debidas al pecado.39 Estos efectos maléficos del pecado aportar su contributo positivo. Esto es aplicable al obre-
en la sociedad se dejan sentir de verdad una vez que ro, al profesor, al estudiante, al político, al ama de
éste toma cuerpo en la comunidad. Pero también en- casa; todo el que no cumple su deber, traiciona a la so-
tonces serán los individuos responsables de esos males. ciedad.30

4. El pecado del cristiano 5. El pecado es un mal


es una traición a la comunidad social contagioso en la sociedad

Puesto en el mundo como sal y luz (cf Mt 5, 13-16), Nacemos en un mundo de pecado y coexistimos en
como instrumento de salvación en la sociedad, el cris- el pecado. Dentro y fuera de nosotros mismos, senti-
tiano que peca traiciona a la Iglesia, se traiciona a sí mos el mal que nos seduce y nos arrastra. Con todo, nos
mismo y traiciona a la sociedad. En lugar de transmi- sabemos libres ante la tentación, y nuestros pecados son
tir el bien, se convierte en agente del mal. Con su pe- fruto de una decisión personal y libre.
cado se alista en la peccatorum communio, en lugar de En el contexto social en que vivimos, nuestro pe-
reforzar la sanctorum communio. cado es en parte influenciado por el ambiente, y a su
El pecado del cristiano es una claudicación inadmi- vez es contagioso, y ejerce un influjo maléfico sobre
sible a favor de las fuerzas hostiles al hombre y a la los demás. Tal contagio puede suceder a diversos nive-
comunidad humana que perturban el orden social. Es les:31 en primer lugar, en la forma de mal ejemplo. To-
una claudicación ante la historia, esa historia que se da acción humana perceptible tiene carácter apelativo.
va haciendo día a día y en la que nuestros actos cuen- "Los ejemplos arrastran", dice el refrán. Eso hace el
tan en sentido positivo y constructivo o en sentido ne- pecado en la comunidad: presenta el mal como reali-
gativo y demoledor. El pecado es una opción contra zable e invita a imitarlo. El hecho de estar en la línea
Dios, contra sus planes, contra su historia. Y la fe cris-
tiana nos compromete con esa historia. Cada uno en 30
El magisterio de la Iglesia, durante los últimos años, ha in-
su puesto, en su vida pequeña o grande, debe contri- sistido repetidas veces en la obligación que impone la fe cristiana
de sentirse solidario con todos los miembros de la familia humana.
buir a la realización de los planes de Dios. De ahí que, Las encíclicas Pacem in tenis y Mater et Magislra y, sobre todo,
cuando peca, el cristiano traiciona su propia vocación, Populorum Progressio (n. 17.21.43.62.64.66.80, etc.) recalcan insisten-
temente el deber de solidaridad; lo mismo hacen los documentos del
y al mismo tiempo traiciona a la comunidad por no Vaticano II (Cf GS 1.3.4.30.32.46.57.75.85.90; AA 1.8.14; AG 21).
31
Cf Suplemento al nuevo catecismo para adultos, 15; cf P.
29
GS 25.27.29.40. SCHOONENBERG, El poder del pecado, 107-112.

222 223
de nuestras malas inclinaciones da a la acción mala una históricos" que aprisionan durante tiempo a familias o
mayor fuerza de atracción. sectores grandes de la humanidad son ejemplos claros
de este contagio del pecado. En cada época y cada so-
Nuestro pecado puede ir todavía más lejos en su
ciedad encontramos pecados colectivos que ejercen gran
acción contagiosa sobre la comunidad, si el mal ejem-
influjo sobre los individuos. Uno de los deberes de los
plo va acompañado de presión moral que actúa sobre
creyentes es denunciar y combatir tales pecados.
los demás con fuerza seductora. En este caso su acción
es más eficaz. El pecado se convierte en una especie En síntesis: que el pecado perjudica no sólo al in-
de desafío para los demás, y hasta cierto punto se les dividuo que lo comete, sino también a la Iglesia y a
impone. Para hacerle resistencia, será necesaria una gran la sociedad. Nuestros pecados son precedidos e influen-
fuerza de voluntad; a veces se exigirá heroísmo. Las ciados por la condición de pecadores que heredamos
grandes potencias del mal en nuestra sociedad, esas es- (pecado original) y por el ambiente de pecado en que na-
tructuras pecaminosas que se imponen como normales, cemos y vivimos {pecado del mundo); ellos, a su vez,
las situaciones de pecado que privan hoy día, y a veces se suman al mal existente en el mundo y vienen a
resultan ya imposibles de superar, suelen ser la resul- facilitar y quizá a provocar nuevas faltas que perjudi-
tante de los pecados de los individuos que se acumu- can a la Iglesia y a la misma sociedad civil.
lan y se asocian hasta constituir una fuerza de mal que
Esta dimensión comunitaria de todo pecado, aun
acaba por imponerse a los mismos individuos y a la
del más oculto, deja entrever lo serio del mismo y es
sociedad entera.
un motivo más para luchar decididamente contra él.
El pecado perjudica también a la sociedad y la con- Se trata de un aspecto del pecado que la biblia pone
tagia oscureciendo o destruyendo por completo los va- muy en claro y que los cristianos solemos tomar bas-
lores y las normas del vivir humano. Presenta como va- tante a la ligera. Y sin embargo, "¡qué espantosa es
lor lo que no es tal, y así encarna y propugna el anti- la idea de que el pecado es contagioso, de que con él
valor. De este modo condiciona la libertad de los de- podemos herir a otros, transmitirles el mal!".33
más presentándole pseudovalores y formas de actuar
que la separan de la verdad. Por eso, "una familia de
avarientos engendra avarientos..., una sociedad egoísta
propaga egoístas; el colonialismo produce explotadores
y el racismo cámaras de gas".32 Los llamados "pecados

32
Suplemento al nuevo catecismo para adultos, 15. Suplemento al nuevo catecismo para adultos, 15.

224 225
6
El pecado es
un mal reparable:
el perdón del pecado

Vuelve, Israel apóstata... no estará airado mi


semblante contra vosotros, porque soy piadoso...,
no guardo rencor para siempre. Tan sólo reconoce
tu culpa, pues contra Yavé tu Dios te rebelaste
(Jer 3, 12-13).

El relato del paraíso presenta el pecado como rup-


tura de la amistad inicial entre Dios y los hombres.
Con todo, el autor yavista deja ya entrever que dicha
ruptura no es irreparable: Dios no abandona a la fami-
lia humana en el mal. Después de la caída, queda to-
davía una esperanza de reconciliación.
La biblia entera confirma esta afirmación del yavis-
ta. Del principio al fin, muestra que el pecado es re-

227
parable, que Dios está siempre dispuesto a perdonar y la fidelidad de Yavé, el Dios de la alianza, que no
al que busca su amistad. Este es el tema que vamos podía dudar de su perdón.3 Por otra parte, la miseri-
a estudiar en este capítulo: el perdón del pecado. cordia de Dios ha sido siempre una experiencia vital
En primer lugar, mostraremos que Dios ofrece cons- del pueblo escogido. La historia de Israel se desarrolla
tantemente su perdón a los hombres. Veremos luego constantemente entre dos polos: gracia y pecado.3 Como
que quien desea ser perdonado debe colaborar activa- dice A. Gelin, la parábola del hijo pródigo "se veri-
mente y "buscar el perdón"; haremos algunas observa- fica en toda la historia santa".4
ciones acerca de los sacrificios de expiación, la inter- Citemos algunos textos de los profetas y del salte-
cesión, la conversión, el perdón a los hermanos y la rio que afirman la disposición permanente de Dios para
reconciliación con la Iglesia como caminos del perdón perdonar los pecados. Luego veremos que el perdón
divino. Seguirá un análisis de la naturaleza de la con- divino encuentra su afirmación y su actualización más
versión y del perdón. Terminará el capítulo con una perfectas en la vida y obra de Jesús.
descripción de la experiencia del perdón y con unas re-
flexiones acerca del aspecto positivo del pecado.
Este capítulo será un buen complemento de los pre- 1. Textos pro fóticos
cedentes; nos ayudará a comprender mejor el pecado,
del que no se llega a tener un conocimiento exacto, si Oseas, en un capítulo que hace pensar en la pará-
no se le mira desde aquello que lo supera: el perdón.1 bola del hijo pródigo, describe cómo Yavé intenta atraer

2
E. JACOB, Teología del Antiguo Testamento, 272. La índole
de este trabajo nos obliga a subrayar únicamente las grandes líneas
I. DlOS PERDONA EL PECADO de la doctrina bíblica acerca de este tema. Para una información
más amplia, véanse W. EICHRODT, Theologie des Alten Testaments,
II-III, 308-336; P. VAN IMSCHOOT, Teología del Antiguo Testa-
mento, 705-733; E. JACOB, Teología del Antiguo Testamento, 272-
278; O. G. DE LA FUENTE, Aspectos de la remisión del pecado en
La convicción de que Dios perdona el pecado se el Antiguo Testamento, en XVIII Sem. Bíblica Española, 95-143;
encuentra en casi todas las páginas de la biblia. El an- A. GELIN, Le peché dans VAnden Testament, 42-47; J. HAAS, Die
Stellung Jesu zu Sünde und Sünder nach den vier Evangelien, 162-
tiguo Israel estaba de tal modo convencido del amor 223; M. G. CORDERO, Teología de la Biblia. Antiguo Testamento,
709-730; J. GIBLET-P. GRELOT, Penitencia-conversión: VTB 598-604.
3
1 O. G. DE LA FUENTE, Aspectos de la remisión del pecado en
Cf P. RICOEUR, Finitude et culpabilité, II. La symbolique el Antiguo Testamento, 95; cf J. KOEBERLE, Sünde und Gnade im
du mal. Montaigne, París 1960, 79. (En español, en Taurus); cf J. religiosen Leben des Volkes bis auf Christus, 80.
C. SAGNE, Peché, culpabilité, pénitence, 26. * A. GELIN, Le peché dans l Anden Testament, 43.

228 229
hacia sí al infiel Israel, cómo lo acepta de nuevo con en medio de ti yo el santo, y no me gusta destruir
el cariño de los primeros tiempos y lo colma de bienes: [(11, 7-9).

Por eso yo la voy a seducir: Dios invita a su pueblo a que retorne a él; quiere
la llevaré al desierto curarlo de su pecado:
y hablaré a su corazón.
Le daré luego sus viñas, Vuelve, Israel, a Yavé tu Dios,
convertirá el valle de Akor en puerta de esperanza; que por tu iniquidad has sucumbido...
y ella me responderá allí como en los días de su ju- Yo sanaré su infidelidad,
[ventud, los amaré con largueza,
como en el día en que subió del país de Egipto. pues mi cólera se ha apartado de ellos (14, 2. 5).
Y sucederá aquel día —oráculo de Yavé—
que ella me llamará: «Mi marido»... La amistad con Yavé hará feliz a Israel. Ir tras
Yo quitaré de su boca los nombres de los baales, los ídolos es indigno del pueblo de la alianza:
y no se mentarán más sus nombres.
Yo te desposaré conmigo para siempre; Será como el rocío para Israel;
te desposaré conmigo en justicia y equidad, él florecerá como el lirio,
en amor y compasión, y hundirá sus raíces como el Líbano...
te desposaré conmigo en fidelidad, Efraín... ¿qué tiene aún con los ídolos?
y tú conocerás a Yavé (2, 16-19. 21-22). Yo le atiendo y le miro.
Yo soy como un ciprés siempre verde,
Dios, en su bondad, no puede dejar de amar a su y gracias a mí se te halla fruto (14, 6. 9).
pueblo a pesar de sus muchas infidelidades:
En Isaías también nos encontramos con el perdón
Mi pueblo está enfermo por su infidelidad; total de los pecados, siempre que Israel deje el mal:
gritan hacia Baal, pero nadie los levanta.
¿Cómo voy a dejarte, Efraín, Así fueren vuestros pecados como la grana,
cómo entregarte, Israel?... cual la nieve blanquearán.
Mi corazón se me revuelve dentro, Y así fueren rojos como el carmesí,
a la vez que mis entrañas se estremecen; cual la lana quedarán (1, 18).
no ejecutaré el ardor de mi cólera,
Sin embargo aguardará Yavé para haceros gracia,
no volveré a destruir a Efraín,
y así se levantará para compadeceros,
porque soy Dios, no hombre;
231
230
porque Dios de equidad es Yavé: ¿Acaso me complazco yo en la muerte del malvado;.,
¡Dichosos todos los que en él esperan! y no más bien en que se convierta de su conducta y
Sí, pueblo de Sión que habitas en Jerusalén. [viva?...
no llorarás ya más; Descargaos de todos los crímenes
de cierto tendrá piedad de ti, cuando oiga tu clamor. que habéis cometido contra mí,
En cuanto lo oyere, te responderá (30, 18-19). y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.
¿Por qué queréis morir, casa de Israel?
H e aquí dos textos de Jeremías. Invitan a retornar Yo no me complazco en la muerte de nadie,
a Yavé que no guarda rencor y es incapaz de olvidar sea quien fuere...
su amor al pueblo: Convertios y vivid (18, 23, 31-32; cf 33, 11).

Vuelve, apóstata Israel —oráculo de Yavé—; El Deutero y Trito-Isaías hablan también del amor
no estará airado mi semblante contra vosotros, y la misericordia de Dios:
porque piadoso soy —oráculo de Yavé—,
no guardo rencor para siempre. Recuerda esto, Jacob,
Tan sólo reconoce tu culpa, y que eres mi siervo, Israel.
pues contra Yavé tu Dios te rebelaste... ¡Yo te he formado, tú eres mi siervo, Israel,
Volved, hijos apóstatas... yo no te olvido!
porque yo soy vuestro Señor. He disipado como una nube tus rebeldías,
Volved, hijos apóstatas; como un nublado tus pecados.
yo remediaré vuestras apostasías (3, 12. 13. 21). ¡Vuélvete a mí, pues te he rescatado! (44, 21-22).
¿Es un hijo tan caro para mí Efraín, Pero dice Sión: «Yavé me ha habandonado,
o niño tan mimado, el señor me ha olvidado».
que tras haberme dado tanto que hablar, ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho,
tenga que recordarlo todavía? sin compadecerse del hijo de sus entrañas?
Pues, en efecto, se han conmovido mis entrañas por él; Pues, aunque ésas llegasen a olvidar,
ternura hacia él no ha de faltarme... yo no te olvido (49, 14-15).
Vuelve, virgen de Israel,
vuelve a estas tus ciudades. A Jerusalén le dice Yavé:
¿Hasta cuándo darás rodeos,
oh díscola muchacha? (31, 20, 21b. 22a.; cf 4, 1-4).
No temas, que no te avergonzarás,
En Ezequiel se lee: ni te sonrojes, que no quedarás confundida,
pues la vergüenza de tu mocedad olvidarás,
232
233
y la afrenta de tu viudez no recordarás jamás. porque él es clemente y compasivo,
Porqué tu esposo es tu hacedor, tardo a la cólera, rico en amor,
Yavé Sebaot es su nombre; y se allana ante la desgracia (2, 13; cf Jon 4, 2).
y el que te rescata, el santo de Israel,
Dios de toda la tierra se llama. El librito de Jonás es todo él una apología del amor
Porque como a mujer abandonada universal de Dios y de su misericordia sin límite.
y de contristado espíritu, te llamó Yavé;
y la mujer de la juventud ¿es repudiada? —dice tu
[Dios. 2. Los salmos
Por un breve instante te abandoné,
pero con gran compasión te recogeré.
En un arranque de furor te oculté mi rostro por un Muchos son los salmos que atestiguan el amor de
[instante, Dios y su misericordia hacia el pecador. Veamos algu-
pero con amor eterno te he compadecido... nos ejemplos:
Porque los montes se correrán
y las colinas se moverán, Se lee en el salmo 2 5 :
mas mi amor de tu lado no se apartará
y mi alianza de paz no se moverá Acuérdate, Yavé, de tu ternura,
—dice Yavé, que tiene compasión de ti (54, 4-8, 10). y de tu amor, que son de siempre.
De los pecados de mi juventud no te acuerdes,
También en el perdón se muestra grande Yavé: pero, según tu amor, acuérdate de mí,
por tu bondad, Yavé;
Buscad a Yavé mientras se deja encontrar, bueno y recto es Yavé,
llamadle mientras está cercano. por eso muestra a los pecadores el camino...
Deje el malo su camino, Todas las sendas de Yavé son amor y verdad
y el hombre inicuo sus pensamientos, para quien guarda su alianza y sus dictámenes.
y vuélvase a Yavé, que tendrá compasión de él, Por tu nombre, oh Yavé,
a nuestro Dios, que será grande en perdonar (55, perdona mi culpa, porque es grande...
[6-7). Ve mi aflicción y mi penar,
quita todos mis pecados (25, 6-8. 10-11. 18).
Joel grita a sus contemporáneos:
El Miserere refleja también la convicción de que
Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos,
Yavé es bueno y rico en misericordia:
volved a Yavé vuestro Dios,
235
Tenme piedad, oh Dios, según tu amor, para los que le temen,
por tu inmensa ternura borra mi delito, y su justicia para los hijos de sus hijos (103, 2-4.
lávame a fondo de mi culpa, [8-14; cf 32; 38; 78; 130; 145).
y de mi pecado purifícame...
Rocíame con hisopo y seré limpio, Los profetas anuncian, para los tiempos de la nue-
lávame, y quedaré más blanco que la nieve... va alianza, la desaparición del pecado y el perdón to-
Retira tu faz de mis pecados, tal (Is 1 1 , 9; Jer 3 1 , 34; Ez 36, 25-31; Dan 9, 24).
borra todas mis culpas (51, 3-4. 9. 11). El Deutero-Isaías presenta al personaje que ocupará el
centro de esta era como exento de pecado (53; cf
El autor del salmo 103 está convencido de que Za 9, 9); como el que da su vida por los pecados de
amor de Dios supera a todos los pecados: todos (Is 5 3 , 4-12).

Bendice a Yavé, alma mía,


no olvides sus muchos beneficios. 3. La obra y el mensaje de Jesús
El, que todas tus culpas perdona,
que cura todas tus dolencias, Si todo el Antiguo Testamento afirma la misericor-
rescata tu vida de la fosa, dia y el perdón de Dios, la obra y el mensaje de Jesús
te corona de amor y de ternura... llevan esta afirmación a su evidencia total. Jesús apa-
Clemente y compasivo Yavé, rece como el salvador. El nombre [Yehoshua, Yavé sal-
tardo a la cólera y lleno de amor; va) designa su misión. Se llamará Jesús, "porque él sal-
no se querella eternamente vará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,21; Le 2, 11).
ni para siempre guarda su rencor; El bautista lo presenta como "el cordero de Dios que
no nos trata según nuestros pecados,
quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29), asociando las
ni nos paga conforme a nuestras culpas.
imágenes del siervo de Yavé (Is 53) y la del cordero
Como se alzan los cielos por encima de la tierra,
así de grande es su amor para quienes le temen; pascual (Ex 12).
tan lejos como está el oriente del ocaso, Jesús es enviado por el Padre, no para condenar al
aleja él de nosotros nuestra rebeldía. mundo, "sino para que el mundo se salve por él" (Jn 3,
Cual la ternura de un padre para con sus hijos,
17; cf 12, 47). Es el portador del reino de Dios que
así de tierno es Yavé para quienes le temen;
invita a la conversión (Me 1, 15). El amigo de peca-
que él sabe de qué estamos plasmados,
se acuerda de que somos polvo... dores que habla y come con ellos (Le 5, 29-30), que
El amor de Yavé dura siempre hasta siempre provoca su conversión (Le 19 10). Dice expresamente

236 237
que no vino a llamar a la conversión a los justos, sino gre de la alianza, que va a ser derramada por muchos
a los pecadores (Le 5, 32; cf Me 2, 17). para remisión de los pecados (Mt 26, 27-28).
"Jamás durante su vida maldijo a nadie; cierto que
no escatimó las amenazas siniestras a los saturados de La crucifixión de Cristo constituye el colmo del pe-
este mundo (Le 6,24 s), a las ciudades galileas incré- cado (cf Mt 23, 32) pero, por parte de Dios, la muerte
dulas Mt 11, 21), a los escribas y fariseos (Mt 23, de Jesús es la expresión suprema del perdón:
13-31), a "esta generación" en la que se concentran
todos los pecados de Israel (23, 33-36), a "ese hombre Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mun-
do, no tomando en cuenta las transgresiones de los
por el que el hijo del hombre será entregado" (26, 24),
hombres, sino poniendo en nuestros labios la pala-
pero se trata siempre de amonestaciones y de profecías bra de reconciliación (2 Cor 5, 19; cf Rom 5, 11;
dolorosas, nunca de un desencadenamiento de la ira. Ef 2, 16).
La palabra maldición no aparece en labios del hijo del
hombre sino en su último advenimiento: "¡Apartaos Después de la resurrección, Cristo corona su obra
de mí, malditos!" (Mt 25, 41 ).5 con la transmisión a los apóstoles —y a la Iglesia— del
Las tres parábolas de la misericordia (Le 15) sinte- poder de perdonar los pecados (Jn 20, 22-23; cf Mt 16,
tizan todo lo que el Antiguo Testamento había dicho 19; 18, 18).
acerca de la misericordia de Dios, expresan de un modo
inigualable eí amor de Dios hacia los pecadores y la
alegría que encuentran en el perdón. Dios no desea
"que se pierda uno de estos pequeños" (Mt 18, 14). II. E L CAMINO DEL PERDÓN:
EL RETORNO
Jesús perdona él mismo los pecados (Me 2, 5-11 p),
pero sobre todo derrama su sangre "como rescate por
muchos" (Me 10, 45; 1 Pe 2, 24):
"Siendo el pecado una separación de Dios y una
Tomó luego el cáliz y, dando las gracias, se lo dio ofensa que le es hecha, no puede ser borrado más que
diciendo: Bebed de él todos, porque ésta es mi san- por un acto de perdón". 6 El perdón es siempre obra
divina, gracia de Dios, que supera todas las posibilida-
5
J. CORDÓN-J. GUILLET: Maldición VTB 440. Acerca de la des humanas. Sin embargo, para obtenerlo "el hombre
actitud de Cristo con los pecadores, véanse M. DROUZY, Jésus mange debe, por así decirlo, dar un primer paso hacia su
avec les pécheurs: VS 112(1955) 276-299: A. STOEGER, Jesu Begeg-
nung mit Sündern: Der Seelsorger 39(1969) 236-242; J. HAAS, Die
Stellung Jesu zu Sünde und Sünder nach den vier Evangelien, 193-210. 6
E. JACOB, Teología del Antiguo Testamento, 272.

238 239
Dios".7 En la remisión del pecado "las notas de gratitud Los sacrificios de expiación se basan en la idea de
divina y de esfuerzo humano se hacen oír juntamen- sustitución. En el sacrificio, la víctima
te".8 El perdón y el retorno forman un binomio indes-
componible: para ser perdonado, hay que convertirse. simboliza la vida del culpable, y su muerte simbo-
liza la muerte que es el castigo del pecado; pero la
Después de una breve alusión a los sacrificios de víctima es al mismo tiempo el intermediario por me-
expiación y a la intercesión, como medios para aplacar dio del cual Dios comunica su vida al pecador, y si los
la cólera de Yavé desviando el castigo del pecado, ci- textos rituales muestran tan gran insistencia en ia pu-
taremos algunos pasajes de los profetas, del salterio y reza, la integridad, la juventud, el vigor de la víctima,
del evangelio, que demuestran la necesidad de la con- es porque su vida debe simbolizar la vida, la vida
versión para ser perdonado; veremos luego que, para divina; de ahí que lo esencial del sacrificio no sea
obtener el perdón, es necesario perdonar a los hombres la muerte de la víctima, sino la ofrenda de su vida.10
y pedirles perdón, y notaremos que Dios concede su
perdón en la Iglesia y por medio de la Iglesia. Para los hebreos, la expiación no era un rito que
obtuviese mágicamente el perdón, sino "un medio por
el cual el hombre expresa su total sumisión a Dios y
1. Los sacrificios de expiación al cual Dios responde por una comunicación de su
y la intercesión vida".11 El sacrificio en el "acto religioso esencial, don-
de se efectúa el encuentro de los dos socios de la alian-
En el Antiguo Testamento, el sacrificio de expiación za" ia, y tiene siempre una función expiatoria.
es un medio muy importante para obtener el perdón de
La confesión de los pecados (Lev 16, 21), con la
Yavé. La sangre, que la mentalidad primitiva conside-
imposición de manos sobre la víctima (Lev 4, 15. 24) y
raba con poder sagrado, fue utilizada por el yavismo
la aspersión de sangre tiene el mismo significado de
"como una especie de sacramento universal (cf Lev
sumisión a Dios y de comunicación de vida que el sa-
17, ll)". 9
crificio.

7
A. GELIN, Las ideas fundamentales del Antiguo Testamento,
120.
8
A. GELIN, Le peché dans VAnden Testament, 43. Acerca de 10
las condiciones necesarias para obtener el perdón, véase la biblio- E. JACOB, Teología del Antiguo Testamento, 276; cf P. VAN
grafía apuntada en la nota 2. IMSCHOOT, Teología del Antiguo Testamento, 712-721.
9 11
A. GELIN, Las ideas fundamentales del Antiguo Testamento, n
E. JACOB, Teología del Antiguo Testamento, 276.
122; cf ID., Le peché dans l'Ancien Testament, 44. A. GELIN, Le peché dans l'Ancien Testament, 44.

240 241
En Israel había otro medio de obtener la remisión El autor de la carta a los hebreos señala la relación
y evitar el castigo del pecado: la intercesión de ciertos entre el sacrificio de Cristo y los del Antiguo Testamen-
hombres escogidos por Dios, que también se basa en el to: Cristo, escribe, "penetró en el santuario una vez para
principio de la sustitución. Abrahán intercede por So- siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos,
doma (Gen 18, 23-32), por Abimelec (Gen 20, 17); sino con su propia sangre, consiguiendo una redención
Lot intercede por Soar (Gen 19, 20-22); Moisés suplica eterna" (Heb 9, 12).
a Dios en nombre del Faraón (Ex 9, 27-29), pide tam- Con el sacrificio de Cristo, que santifica a todos los
bién por la expiación del pecado de idolatría de su pue- hombres, "de una vez para siempre" (Heb 10, 10), co-
blo (Ex 32, 30-34); pide a Yavé la curación de Myriam mienza el segundo "régimen" que abroga el primero
cubierta de lepra (Nu 12, 13-15; cf Am 7, 8; 8, 2; (Heb 10, 9), en que se ofrecían ininterrumpidamente
Jer 7, 16; 14, 11; 18, 20; Ez 4, 4-5; Amos intercede sacrificios (Heb 10, 1).
por el pueblo (Am 7, 1-6). El sacrificio y la intercesión
se encuentran en la imagen del siervo de Yavé (Is 53);
él es al mismo tiempo víctima e interceáor.
2. La conversión
El Nuevo Testamento acepta la idea del sacrificio
como medio de expiación y de reconciliación con Dios. El contexto de alianza en el que se desarrolló la re-
"Jesús anuncia su pasión utilizando, palabra por palabra, ligión de Israel prohibe toda interpretación mágica del
los términos que caracterizaban el sacrificio expiatorio sacrificio o de la intercesión como fuentes automáticas
del siervo de Yavé" ,3 (cf Me 10, 45; Le 22, 37); de- del perdón. Israel estaba convencido de que el sacrificio
clara que su sangre es la "sangre de la alianza" (Me 14, no es más que un signo que, sin las disposiciones del
24); es el cordero de Dios que lleva sobre sí el pecado corazón, se convierte en un gesto vano e hipócrita (cf
del mundo (Jn 1, 29). El mismo "llevó nuestros pecados Am 4, 4; Is 1, 11-15). "La conversión es la condición
en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, indispensable del perdón; sin ella, los medios de perdón
viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis que Dios utiliza pueden llegar a ser ineficaces".14
sido curados" (1 Pe 2, 24). Su sangre "nos purifica de
todo pecado" (1 Jn 1, 7); él es "víctima de propicia- Esto, por otra parte, es consecuencia lógica de la
ción por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, naturaleza del pecado, que es rechazo, alejamiento, olvi-
sino también por los del mundo entero" (1 Jn 2. 2), do de Dios. Para conseguir el perdón hay que volver,
e intercede por nosotros ante el Padre (1 Jn 2, 1). re-venir a Dios. El Antiguo Testamento designa este pro-

14
13
C H . HAURET, Sacrificio: VTB 731. E. JACOB, Teología del Antiguo Testamento, 271.

242 243
ceso con la palabra shub, "que a un tiempo expresa el Venid, volvamos a Yavé,
retorno y la repetición".15 que él ha desgarrado y él nos curará,
He aquí algunos textos bíblicos que subrayan la ne- él ha herido y él nos vendará.
cesidad del esfuerzo humano, es decir, de la conversión, Dentro de dos días nos dará la vida,
y al tercer día nos levantará,
para ser perdonado.
y en su presencia viviremos (Os 6, 1-2).
Vuelve, Israel, a Yavé, tu Dios,
que por tu iniquidad has sucumbido.
a) Algunos textos proféticos Tomad con vosotros palabras,
y volved a Yavé.
Por el profeta Amos invita Yavé al pueblo a que le Decidle: quita toda iniquidad;
busque para que pueda vivir: que alcancemos ventura
y te ofrezcamos el fruto de nuestros labios (14, 2-3).
¡Buscadme a mí y viviréis!...
Buscad a Yavé y viviréis... También Oseas habla del castigo como medio para
Buscad el bien, no el mal, que el pueblo, en la desgracia, reflexione, se convenza
para que viváis del mal que le causa la lejanía de Dios, y se decida a
y que así sea con vosotros Yavé Sebaot (Am 5, 4. volver a su Señor:
[6. 14).
Y entonces dirá: Me iré y volveré a mi primer ma-
Y Dios se vale incluso del castigo para conseguir que
[rido,
el pueblo vuelva a él y se convierta, pero en vano: " ¡Y
que entonces me iba mejor que ahora (2, 9; cf 2,
no habéis vuelto a mí", repite por el profeta (Am 4,
6-11).
[8-15; Le 15, 17-18).
También por Oseas invita Dios a la conversión:
15 Yavé simula retirarse para que el pueblo lo busque:
E. JACOB, Teología del Antiguo Testamento, 271. Acerca de
la conversión, véanse, por ejemplo, B. HAERING, La ley de Cristo, 1,
445-481; ID., La conversión, en Pastoral del pecado. EVD Estella
3
1970, 97-202; Lumiére et Vie 47(1960): La conversión; J. R. SCHEI- Voy a volverme a mi lugar,
FLER, Palabra de Dios y conversión, en Para renovar la penitencia hasta que hayan expiado y busquen mi rostro.
y la confesión, 55-74; M. G. CORDERO, Teología de la Biblia, 1.
Antiguo Testamento, 709-711; J. GIBLET-P. GRELOT, Penitencia- En su angustia me buscarán (5, 15).
conversión: VTB 598-604; J. PIERRON, La conversión, retorno a
Dios, en Grandes temas bíblicos. Fax, Madrid 1966, 181-200.
Para Isaías, de nada valen los sacrificios y las plega~
rías si no se practica la justicia:
244 245
Al extender vosotros vuestras palmas, ¡si quitaras tus monstruos abominables,
me tapo los ojos para no veros. y de mí no huyeras! (4, 1).
Aunque menudeéis la plegaria,
yo no oigo. Ezequiel acentúa la necesidad del esfuerzo humano
Vuestras manos están de sangre llenas: para escapar del castigo del pecado:
lavaos, limpiaos,
quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, Pero si el malvado se convierte de todos los peca-
desistid de hacer el mal, dos que ha cometido, observa todos mis preceptos y
aprended a hacer el bien, practica el derecho y la justicia, vivirá sin duda, no
buscad lo justo, morirá...
dad sus derechos al oprimido,
Y si el malvado se aparta del mal que ha cometido,
haced justicia al huérfano,
abogad por la viuda. para practicar el derecho y la justicia, conservará su
Venid, pues, y disputemos —dice Yavé— vida. Ha abierto los ojos y se ha apartado de todos
así fueron vuestros pecados... (1, 15-18; cf 44, 22). los crímenes que había cometido; por eso vivirá sin
duda, no morirá...
También Jeremías dice que el cambio de vida es Convertios y apartaos de todos vuestros crímenes;
absolutamente necesario para obtener el perdón de no haya para vosotros más ocasión de mal. Descar-
Dios: gaos de todos los crímenes que habéis cometido con-
tra mí, y haceos un corazón nuevo y un espíritu
Así dice Yavé Sebaot, el Dios de Israel: Mejorad de nuevo (18, 21. 27-28; 30-31).
conducta y de obras, y yo me quedaré con vosotros Convertios de vuestra mala conducta (33, 11).
en este lugar (7, 3; cf 7, 5-7; 18, 11; 25, 5).

Y el profeta concreta el contenido del cambio de El Deutero-Isaías invita a buscar a Yavé:


vida cuando dice:
Buscad a Yavé mientras se deja encontrar,
Circuncidaos para Yavé y extirpad los prepucios de llamadle mientras está cercano.
vuestros corazones, hombres de Judá y habitantes de Deje el malo su camino,
Jerusalén, no sea que brote como fuego mi saña, y el hombre inicuo sus pensamientos,
arda y no haya quien la apague, en vista de vuestras y vuélvase a Yavé, que tendrá compasión de él, a
perversas acciones (4, 4). nuestro Dios, que será grande en perdonar (55, 6-7).
¡Si volvieras, Israel!... Dios está dispuesto a perdonar a quien se humilla y
¡si a mí volvieras!, arrepiente:
246 247
En lo excelso y sagrado yo moro, dije: «Me confesaré
y estoy también con el humillado y abatido de es- a Yavé de mis rebeldías».
[píritu, Y tú absolviste mi culpa,
para avivar el espíritu de los abatidos, perdonaste mi pecado (32, 3-5).
para avivar el ánimo de los humillados.
Pues no disputaré por siempre, En el salmo 38 se describe el estado de pecado y
ni estaré eternamente enojado, se presenta el perdón como respuesta de Dios a la con-
pues entonces el espíritu ante mí desmayaría
fesión humilde del pecador:
y las almas que yo he creado (57, 15-16).

Joel insiste en que hay que volver a Yavé, y eso Yavé, no me corrijas en tu enojo,
de todo corazón: en tu furor no me castigues.
Pues en mí se han clavado tus saetas,
ha caído tu mano sobre mí;
Mas ahora todavía —oráculo de Yavé—
nada intacto en mi carne por tu furia,
volved a mí de todo corazón (2, 12; cf Zac 1, 3).
nada sano en mis huesos debido a mi pecado.
Que mis culpas sobrepasan mi cabeza,
como un peso harto grave para mí;
b) Los salmos mis llagas son hedor y putridez,
debido a mi locura;
En el salterio abundan los pasajes en que se afirma encorvado, abatido totalmente, /
la necesidad del esfuerzo humano para conseguir el per- sombrío ando todo el día.
dón. Están mis lomos túmidos de fiebre,
nada hay sano ya en mi carne;
El autor del salmo 32 dice: entumecido, molido totalmente,
me hace rugir la convulsión del corazón.
Cuando yo me callaba, se sumían mis huesos
en mi rugir de cada día, Señor, todo mi anhelo ante tus ojos,
mientras pesaba, día y noche, mi gemido no se te oculta a ti...
tu mano sobre mí;
mi corazón se alteraba como un campo Que en ti, Yavé, espero
en los ardores del estío. tú responderás, Señor, Dios mío...
Mi pecado te reconocí, Sí, mi culpa confieso,
y no oculté mi culpa; acongojado estoy por mi pecado (38, 2-10. 16. 19).

249
248
En el Miserere se ve que la confesión de las culpas Los textos citados demuestran que, según el Antiguo
no es inútil ante Dios: Testamento, "en la remisión del pecado entran dos fac-
tores, los dos necesarios e irremplazables: la acción pro-
No te agrada el sacrificio, pia de la misericordia de Dios y la colaboración del
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas. hombre".16 ¿Qué dice el evangelio sobre esto?
Mi sacrificio es un espíritu contrito;
un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo des-
precies (51, 18-19). c) El mensaje de los evangelios

Lo mismo dice el salmo 34: La llamada a la conversión como requisito necesa-


rio para el perdón de Dios se encuentra de nuevo en el
Yavé está cerca de los que tienen roto el corazón, mensaje del bautista. "Convertios, decía, porque el rei-
él salva a los espíritus hundidos (34, 19). no de los cielos está cerca" (Mt 3, 2). Y Jesús comienza
su predicación con esta misma llamada: /
Y el penitente autor del salmo 130 confía en que la
oración humilde le dará el perdón: Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir:
convertios, porque el reino de Dios está cerca (Mt
[4, 17; cf M c l , 15).
Desde lo más profundo grito hacia ti, Yavé:
¡Señor, escucha mi clamor!
Jesús se presenta como el que ha venido a llamar
¡Estén atentos tus oídos
a la voz de mi súplica! a los pecadores a la conversión (Le 5, 32), y dice que
Si en cuenta tomas las culpas, oh Yavé, quienes no hagan penitencia perecerán (Le 13, 1-5),
¿quién, Señor, te tendrá en pie? como la higuera estéril (Le 13, 6-9). La llamada a la
Mas el perdón se encuentra junto a ti, conversión "es un aspecto esencial del evangelio del
para que seas temido. reino".17
Yo espero en Yavé, mi alma espera, Muchos textos del evangelio muestran la necesidad
mi alma pendiente del Señor de la colaboración del hombre para obtener el perdón.
más que los vigías de la aurora...
Porque con Yavé está el amor, 16
O. G. DE LA FUENTE, Aspectos de la remisión del pecado
junto a él abundancia de rescate; en el Antiguo Testamento, 123.
17
él rescatará a Israel J. GIBLET - P. GRELOT, Penitencia-conversión, 602. Casi
siempre que Jesús habla del pecado es precisamente para anunciar
de todas sus culpas (130, 1-8). el perdón e invitar a convertirse a Dios.
250 251
En la curación del paralítico, escribe Marcos: "Viendo Y el padre —deseoso de perdonarle— esperaba su
Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: "hijo, tus peca- retorno:
dos te son perdonados" (2, 5p). A la pecadora acusada
de adulterio, le dice el Señor: "Tu fe te ha salvado, vete Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmo-
en paz" (Le 7, 50). Estos textos destacan la relación vido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusiva-
entre la fe y el perdón de los pecados. En la parábola mente (15, 20).
del fariseo y el publicano, la confesión humilde de su
miseria y la llamada confiada a la misericordia divina Es la expresión más clara del binomio retorno-per-
conducen al pecador a la justificación (Le 18, 13-14). dón, que se encuentra en la biblia y que sobre todo ^
Oseas (Os 2) había descrito ya de una manera muy pró-
La conclusión de la parábola de la oveja y de la xima a la del evangelio.
dracma perdidas subraya la necesidad del arrepentimien-
to para quien busca el perdón:
3. El perdón al hombre
Os digo que... habrá más alegría en el cielo por un es condición para el perdón de Dios
solo pecador que se convierta, que por noventa y
nueve justos que no tengan necesidad de conversión Es necesario perdonar a los hombres, si se desea
(Le 15, 7). ser perdonado por Dios. Se lee en el Eclesiástico:
Del mismo modo, os digo, se alegran los ángeles de
Dios por un solo pecador que se convierta (Le
15, 10). El que se venga, sufrirá venganza del Señor, que
cuenta exacta llevará de sus pecados.
Perdona a tu prógimo el agravio,
La parábola del hijo pródigo describe de forma ma- y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados.
ravillosa la conversión, el retorno a Dios, como camino Hombre que a hombre guarda ira,
obligado del perdón: ¿cómo del Señor espera curación?
De un hombre como él piedad no tiene,
Y entrando en sí mismo, dijo: ¡Cuántos jornaleros ¡y pide perdón por sus propios pecados!
de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que El, que sólo es carne, guarda rencor.
yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a ¿Quién obtendrá perdón de sus pecados? (28, 1-5).
mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y
ante ti... Y, levantándose, partió hacia su padre Según el libro de la Sabiduría, el justo debe, a ejem-
(15, 17-20). plo de Dios, ser humano con sus semejantes (Sab 12,

252 253
19), y debe también, en sus juicios, tomar a Dios por Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si
modelo: tenéis algo contra alguno, para que también vuestro
Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras
ofensas (Me 11, 25).
Así pues, mientras a nuestros enemigos largamente
flagelas, a nosotros nos corriges [los
para que, al juzgar, tengamos en cuenta tu bondad Cristo va más lejos cuando exige, como condición
y, al ser juzgados, esperemos tu misericordia (12, previa para obtener el perdón de Dios, no sólo el per-
[22). donar a los hermanos, sino también pedirles perdón:

Jesús perfecciona esta doctrina en la parábola del Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuer-
siervo sin entrañas (Mt 18, 23-35): Dios no perdona das entonces de que un hermano tuyo tiene algo que
a aquel que no perdone, y por consiguiente, antes de reprocharte, deja tu cfrenda allí, delante del altar, y
vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego
pedir perdón a Dios, es necesario perdonar a los her- vuelves y presentas tu ofrenda (Mt 5, 23-24).
manos. En el Padrenuestro, vuelve a insistir en esta
idea y nos enseña a decir: La reconciliación con los hermanos forma, pues, par-
te del camino que conduce al perdón de Dios. Jesús
Perdónanos nuestros pecados,
enseña que este perdón "no es sólo una condición pre-
porque también nosotros perdonamos a todo el que
[nos debe... (Le 11, 4). via de la vida nueva, sino uno de sus elementos esen-
ciales".18 Sus discípulos deberán perdonar infatigablemen-
O, según el texto de Mateo: te (Mt 18, 21-22). El perdón a los hermanos es el efec-
to supremo del perdón de Dios. También es una señal
Perdónanos nuestras deudas, y una exigencia de los hijos del Padre que es bueno
así como nosotros perdonamos a nuestros deudores hasta con los malos y los ingratos. A este Padre nos lo
[(6, 12). propone Jesús como modelo de misericordia (Mt 5, 43-
48; Le 6, 35).
Jesús añade todavía:
Todo el Nuevo Testamento sigue esta doctrina del
Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofen- evangelio acerca del perdón Así Pablo propone al Pa-
sas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre dre y a Cristo como modelo del perdón:
celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tam-
poco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas (Mt 18
6, 14-15). J. G I B L E T - M . F. LACAN, Perdón: VTB 608.

254 255
Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cual- der de perdonar pecados a la Iglesia, y que hoy día el
quier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. perdón de Dios y el perdón de la Iglesia son inse-
Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, per- parables. Cierto que es posible recuperar la gracia de
donándoos mutuamente como os perdonó Dios en Dios antes de acercarse al sacramento de la penitencia
Cristo. (D. 898), pero ese acto de contrición que nos rein-
Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos, tegra a la amistad con Dios y nos asocia internamente
y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó a la caridad eclesial debe necesariamente incluir la vo-
por vosotros como oblación y víctima de suave aro-
luntad —al menos implícita— de recibir el sacramento
ma (Ef 4, 34-35; cf Col 3, 13; Rom 12, 14-21).
para pedir perdón a la Iglesia y reconciliarse con ella.
La celebración sacramental es el culmen y la expresión
máxima de todo el proceso de conversión y de recon-
4. La comunidad eclesial,
ciliación.20
lugar del perdón de Dios
Como dijimos en el capítulo anterior, el sacramento
Uno de los mayores escándalos de la vida de Cristo de la penitencia es reconciliación con Dios y reconci-
lo provocó él mismo al afirmar que podía perdonar pe- liación con la Iglesia. Se trata de dos aspectos del mis-
cados. "¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo mo acto, inseparables entre sí, de suerte que el perdón
Dios?", decían los escribas (Me 2,7). Y todavía hoy, de Dios no se puede conseguir sin pasar por la Iglesia,
el poder de perdonar pecados escandaliza a muchos cris- que es la gracia de Dios en visibilidad histórica.
tianos. Sólo que ahora el escándalo nace no del poder
de Cristo, sino del hecho de que sea necesario acudir Los teólogos discuten acerca de la relación exacta
a la comunidad clesial —reprentada por el obispo y el entre la reconciliación con Dios y la reconciliación con
sacerdote— para obtener el perdón de Dios.19 la Iglesia. La mayoría de ellos sostienen que la recon-
ciliación con la Iglesia es señal y manifestación externa
Y, sin embargo, es un hecho que el Señor dejó el po- y eficaz de la reconciliación con Dios.21
19 E0
Parece justa la observación de RAMOS REGIDOR cuando dice Cf J. RAMOS REGIDOR, II sacramento della penitenza, evento
que «la mayor parte de los fieles que hoy día se acercan a la con- salvifico ecclesiale, 110.
21
fesión piensan quizá que confesarse al sacerdote es confesarse a J. RAMOS REGIDOR, II sacramento della penitenza, evento
Cristo, pedir perdón a Dios, y olvidan generalmente la función salvifico ecclesiale, 108; ID., II sacramento della penitenza. Rifles-
mediadora de la Iglesia» (II sacramento della penitenza¡ evento sal- sione teológica, biblico-storico-pastorale, 258-261. El autor aporta
vifico ecclesiale, 105); J. BALL subraya la dificultad que encuentran amplia información bibliográfica. Reconciliarse con la Iglesia es ser
los jóvenes para admitir la mediación de la Iglesia en el sacramento admitido a la caridad eclesial, o re-afirmar nuestra adhesión a la
de la penitencia: cf Pour aider a une rédécouverte du sacrement de misma, y al mismo tiempo es entrar de nuevo en relaciones de
pénitence par les jeunes; VérVie, ser. 85, n. 617 (1969/70) 3. amistad o reforzar las ya existentes con el Espíritu que guía a la

256 257
III. LA NATURALEZA DEL RETORNO
La Iglesia es la comunidad del espíritu que hace Y DEL PERDÓN
presente y visible el amor de Dios en el mundo. Al
reconocer ante ella nuestros pecados y al ser readmiti-
dos a la caridad eclesial, entramos también en comunión
Acabamos de constatarlo: Dios perdona el pecado,
con Dios que actúa y salva en ella. Por tanto la re-
pero exige la colaboración del hombre pecador. El per-
conciliación con Dios se manifiesta y realiza en la re-
dón de Dios es un perdón exigente y laborioso. No
conciliación con la Iglesia. Como dice B. Langemeyer,
"en el perdón fraterno de la comunidad llega al herma- pretendemos hacer una síntesis sistemática acerca de la
no pecador el amor perdonador de Jesucristo".22 enseñanza bíblica sobre el binomio retorno-perdón. Su-
brayamos tan sólo algunas características del retorno y
Tenemos, en síntesis, que el camino hacia el perdón del perdón, a partir de los textos antes citados.
de Dios pasa necesariamente a través de la comunidad
eclesial, la cual es el lugar propio de dicho perdón y
colabora a la conversión del pecador "con la caridad, 1. El retorno: la conversión
con el ejemplo y las oraciones".23
El pecado es una rebelión contra Dios, un rechazo de
Dios. El retorno que lleva al perdón es exactamente
Iglesia, con Cristo que ejerce su sacerdocio por medio de ella, y con lo contrario del pecado; es un volver a Dios. "Es al
el Padre de las misericordias. A su vez, la reconciliación con Dios convertirse, escribe A. Gelin, cuando se realiza la di-
refuerza nuestra adhesión a la Iglesia. Cf K. RAHNER, «Se recon-
cilian con la Iglesia». Un aspecto rescatado de la confesión: Aposto- mensión exacta del pecado, su dimensión religiosa.81
lado laical 4(1966) 88-94; ID., Das Sakrament der Busse ais Wie-
derversóhnung mit der Kirche, en Schriften zur Theologie, 8, 447- Los textos arriba citados subrayan sobre todo tres
471; J. PERARNAU, Aspectos actuales de la teología del pecado, 79-84;
J. P. JOSSUA-D. DULISCOUET - B. D. MARLIANGEAS, Bulletin de rasgos característicos del retorno que lleva al perdón: su
Theologie. Crise et rédécouverte du sacrement de pénitence: RSPT carácter de decisión personal, de cambio de vida y
52(1968) 127-133; E. RUFFINI, Nuovi orientamenti di teología della
penitenta: RivPastLit 8(1970) 341-359. La mediación de la Iglesia de gracia de Dios.
tiene un doble carácter: es descendente en cuanto que ofrece el
don de la gracia a los hombres, y es ascendente, en cuanto tributa
culto a Dios. Este último aspecto ha sido estudiado recientemente
por J. FILGUEIRAS, en su obra La confesión, encuentro responsable
con Dios. PS Madrid 1970.
22
B. LANGEMEYER, Sündenvergebung und Brüderlichkeit: Ca-
tholica 18(1964) 293. «Sólo el Cristo total, la cabeza sobre su cuerpo,
Cristo con la Iglesia, puede remitir los pecados» (ISAAC DE STELLA,
Sermo 2: PL 194, 1728-29).
23
Cf LG 11. A. GELIN, Le peché dans l'Ancien Testament, 42.

258 259
a) El retorno es una decisión personal: servicio de Dios: "Este pueblo me honra con los labios,
una actitud del corazón pero su corazón está lejos de mí" (29,13; Mt 15,8; cf
Sal 78, 36-37).
El retorno, tal como lo presenta la biblia es, ante Yavé se queja por Jeremías de que Judá no se vol-
todo, un cambio de actitud espiritual —metanoia—. vió a él "de todo corazón, sino engañosamente" (Jer
(Los verbos hebreos naham y sub subrayan la carga afec- 3, 10; cf Jer 7,21-28). Todas las invitaciones proféti-
tiva de la conversión.) Exige en primer lugar una toma cas a volver a Yavé, a circuncidar el corazón (Jer 4,4),
de conciencia del estado de pecado en que uno se a hacerse un corazón nuevo (Ez 18,30-32), subrayan
encuentra, el reconocimiento de haber ofendido a Dios el aspecto de compromiso de toda la persona en el
y, como consecuencia, el deseo de volver a la amistad retorno. El Miserere confirma esto cuando dice que
con él. Yavé no desprecia un corazón contrito y humillado (Sal
El elemento esencial del retorno es ese deseo de 51,19).
reanudar una relación personal que el pecado había En el evangelio aparece también el carácter de de-
perturbado. El conflicto interpersonal del pecado se cisión personal que especifica la conversión, la vuelta
resuelve únicamente por una reconciliación personal. a Dios. El texto central del Nuevo Testamento acerca
Esto quiere decir que en el proceso del retorno de la conversión —la parábola del hijo pródigo (Le 5,11-
a Dios las técnicas exteriores son válidas solamente 32)— es la mejor prueba de esto. Toda la doctrina de
como signos de una actitud interior personal y en Jesús acerca del corazón como centro de la vida moral
cuanto la favorecen. El retorno debe partir del corazón, confirma esta visión interior y personal de la conversión
de lo contrario no sirve para nada. Yavé exige, por (cf Mt 5,3.8, 20-48; 15, 18-20).
medio de Joel, el retorno sincero, el desgarramiento
del corazón, no de los vestidos (Jl 2, 12-13). En Oseas
leemos: "Yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento b) El retorno incluye un cambio de vida
de Dios más que holocaustos" (6,6; cf Mt 9,13). Y
Dios se lamenta del formalismo de la religiosidad del El hecho de volver a Dios supone y exige el aban-
pueblo, al decir: "Y no claman a mí de corazón, cuan- dono del pecado. Este aspecto del retorno es especial-
do gimen en sus lechos" (Os 7,14). mente subrayado en las invitaciones proféticas a mejorar
cada uno su vida y sus obras (Jer 7, 3-11), a abandonar
En Isaías se encuentra una frase, recogida en el evan-
su mal camino (Jer 18, 11; 25,5; Is 55, 6-7).
gelio, que denuncia la inutilidad de los actos puramen-
te externos que no obedecen a una actitud profunda de Ezequiel, por ejemplo, dice:

260 261
Si el malvado se aparta del mal que ha cometido para c) El retorno es don de Dios
practicar el derecho y la justicia, conservará su vida...
Convertios y apartaos de todos vuestros crímenes... A pesar de exigir esfuerzo humano, la conversión
Descargaos de todos los crímenes que habéis come-
es gracia. Dios es quien hace que nos convirtamos, quien
tido contra mí, y haceos un corazón nuevo y un es-
píritu nuevo (Ez 18, 27. 30-31). nos mueve y ayuda a dar ese paso. El provoca y rea-
liza con su gracia el movimiento del hombre.
Es decir que el retorno a Yavé incluye dos elemen- Varios textos proféticos apuntan este rasgo de la
tos: abandonar el pecado y practicar la justicia. La pa- conversión:
rábola del hijo pródigo manifiesta también el cambio
de vida que lleva consigo la conversión. Hazme volver y volveré,
pues tú, Yavé, eres mi Dios (Jer 31, 18).
Jesús acentúa el aspecto positivo de la conversión, Haznos volver a ti, oh Yavé, y volveremos.
cuando invita a seguirlo (Me 1, 16-20), a buscar el reino Renueva nuestros días como antaño (Lam 5, 21; cf
de Dios y su justicia (Mt 6, 33) y a cumplir la voluntad [Sal 80, 4, 8. 20).
del Padre:
Para los tiempos mesiánicos Dios promete que él
No todo el que me diga «Señor, Señor», entrará en mismo dará un corazón nuevo a su pueblo y pondrá en
el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de sus seguidores un espíritu nuevo: quitará su corazón de
mi Padre celestial... Todo el que oiga estas palabras piedra y les dará un corazón de carne, para que sean
mías y no las ponga en práctica, será como el hombre fieles (cf Dt 30,6; Ez 11, 19-20; 36, 26-27).
insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la
lluvia, vinieron aquellos torrentes, soplaron los vien- Jesús, que se acerca a publícanos y pecadores, que
tos, embistieron contra aquella casa y cayó, y fue come con ellos y es su amigo (cf Le 7, 34), habla de
grande su ruina (Mt 7, 21. 26-27). la iniciativa de Dios en la conversión del pecador, pro-
vocando su retorno. Lo mismo se ve en las parábolas
La conversión, como dice muy bien M. Adam, "es- de la oveja y de la dracma perdidas (cf Le 15, 4-10).
un retorno al tiempo serio, al tiempo del compro- Es que, separados de Dios, no podemos hacer nada (cf
miso".25 Jn 15,5); tampoco en orden al perdón.

85
M. ADAM, Le sentiment du peché, 329.
262 263
Por eso os digo: todo pecado y blasfemia se per-
2. El perdón donará a los hombres, pero la blasfemia contra el Es-
píritu no se perdonará. Y al que diga una palabra con-
Lo que se dijo en la primera parte de este capítulo tra el hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la
acerca del perdón de Dios nos permite formular con- diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni
clusiones sobre la naturaleza de dicho perdón.26 Este en este mundo ni en el otro (Mt 12, 31-32).88
aparece en la biblia como universal. Toda la historia
de Israel atestigua la misericordia de Dios, incluso cuan- El perdón de Dios es eficaz. Aparece así ya en
do el pueblo se entregaba, a la idolatría, el pecado más el vocabulario hebreo.39 Según los autores vetero-testa-
grave contra el Dios de la alianza.87 mentarios, Dios perdona el pecado, lo quita, lo remite,
lo destruye, lo cubre; limpia al pecador, lo lava, lo
Los profetas invitarán a todo pecador a volver a
purifica, lo cura; Dios pasa sobre el pecado, lo echa a
Yavé para encontrar su perdón; no dejan lugar a duda sus espaldas, lo pisotea, lo olvida, no lo tiene en cuenta,
alguna acerca de la universalidad de éste. Los textos "se arrepiente del mal" que había determinado hacer,
del salario que hemos citado y muchos otros subrayan "su cólera se apacigua", etc.
también este carácter universal del perdón divino.
Ciertos textos expresan la eficacia total del perdón
Pero es sobre todo en la obra y en el mensaje de
de Dios, por ejemplo éste de Isaías:
Jesús donde el perdón de Dios aparece como universal:
perdona a todo el que se lo pide; perdona toda clase de
Así fueren vuestros pecados como la grana,
pecados y siempre. Únicamente no es perdonado aquel cual la nieve blanquearán.
que no reconoce al Espíritu, y por consiguiente se co- Así fueren rojos como el carmesí,
loca él mismo fuera de la salvación de Dios: cual lana quedarán (1, 18).

B6
El penitente del Miserere pide a Dios:
Cf W. EICHRODT, Theologie des Alten Testaments, 2/3,
308-323; J. HAAS, Die Stellung Jesu zu Sünde und Sünder nach den
vier wEvangelien, 184-193. .
En Israel estaba establecido que los autores de ciertas w
Antes de Tertuliano no se encuentra la distinción entre
faltas, por ejemplo el homicidio (Nu 35, 31), los pecados «con pecados perdonables y pecados imperdonables. El pecado imperdo-
mano alzada» (Nu 15, 30-31), debían ser castigados con la pena de nable de que hablan los sinópticos es el rechazo de la revelación
muerte. No era posible expiar esas faltas de otra manera. También atestiguada por el Espíritu en la Iglesia. Cf MURPHY-O'CONNOR,
vemos en el Antiguo Testamento que el contacto con cosas sagradas Peché et communauté dans le Nouveau Testament, 171, nota 32.
causaba la muerte (Nu 4, 15.20; 2 Sara 6,7, etc.). Tales casos no 29
Cf P. VAN IMSCHOOT, Teología del Antiguo Testamento,
pueden, sin embargo, ser considerados como una limitación del 707-709; J. SCHREINER, El hombre se separa de Dios por el pecado,
perdón divino. Obedecían a unas exigencias de la vida social de 522.
Israel.
265
264
Rocíame con hisopo, y seré limpio, Te digo que le quedan perdonados muchos
lávame, y quedaré más blanco que la nieve (Sal 51, pecados, porque muestra mucho amor.
[9). A quien poco se le perdona, poco amor
muestra (Le 7, 47).
Por Ezequiel promete Dios:
Pablo y Juan expresarán claramente la eficacia del
Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de perdón al hablar del bautismo como paso de la muerte
todas vuestras manchas y de todos vuestros ídolos os a la vida, como renacimiento (Rom 6; 2 Cor 5, 17; Jn
purificaré. 3,1; 8; 1 Jn 3,14).
En fin, el perdón divino es gratuito. Dios pide, sí,
La eficacia del perdón de Dios incluye un aspecto que el hombre coopere, pero, en definitiva, su perdón
positivo: "Dios no sólo perdona el pecado, sino que es gracia. "Sean cuales fueren los medios empleados por
restablece al pecador en su amistad e intimidad.30 el hombre para la reconciliación con Dios, tales medios
El perdón de Dios es creador: renueva al pecador. son puestos por Dios a disposición del hombre".31
El autor del Miserere está convencido de la acción rege- El mensaje profético sobre la gratuidad del perdón
neradora y renovadora del perdón divino cuando suplica: divino es sumamente rico. Yavé se sirve de todo, hasta
del castigo, para lograr que el pueblo retorne a él (cf
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, Am 4,6-11; Os 2, 8-15; Jer 2, 30; 5,3; 30,11; 31,
un espíritu firme dentro de mí renueva (Sal 51, 12; 18; So 3, 2.7).
cf 51, 10. 14).
Jeremías (31, 31-34) y Ezequiel (11, 19; 36,26) El Dios de la biblia toma siempre la iniciativa en
anuncian este cambio de corazón que Yavé realizará en el perdón. Se anticipa al pecador y se le acerca para
la reconciliación de la nueva alianza. Las parábolas de ofrecerle su amistad, incluso a veces cuando éste no
la misericordia subrayan también el doble aspecto del parece pensar en ella ni desearla. Se acerca a Adán pe-
perdón de Dios como olvido de los pecados y comienzo cador, a Caín, a Mateo, a la samaritana, a Zaqueo, a
de nueva vida. En el evangelio según Lucas encontramos Saulo; mira a Pedro que lo había negado, intenta atraer
la afirmación de que el perdón es fuente de amor: a Judas el traidor; se hace amigo de publícanos y pe-
cadores y come con ellos, sale al encuentro del hijo

30
O. G. DE LA FUENTE, Aspectos de la remisión del pecado en
el Antiguo Testamento, 143; cf 134-143. 31
E. JACOB, Teología del Antiguo Testamento, Til.

266 267
Quien se sabe perdonado por Dios, es consciente de
pródigo, busca a la oveja y a la dracma perdidas y se
haber tomado de nuevo la buena dirección.38
alegra de encontrarlas de nuevo.
Ser perdonado es verse liberado del peso y de la
La generosidad divina con el pecador está por enci-
esclavitud del pecado y del diablo:
ma de todo cálculo mezquino, de ahí que escandalice
a los "justos" (a los escribas y fariseos, al hermano ma-
Mi culpa —dice Caín— es demasiado grande para
yor del pródigo) que conciben las relaciones con Dios soportarla (Gen 4, 13; cf 4, 7).
como un vulgar "doy para que me des", en categorías Todo el que comete un pecado es un esclavo (Jn
de justicia conmutativa. 8, 34).
Vosotros, que erais esclavos del pecado...
liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la
justicia (Rom 6, 17-18).
IV. LA EXPERIENCIA DEL PERDÓN
Por si Dios les otorga la conversión que les haga
conocer plenamente la verdad, y volver al buen sen-
tido, librándose de los lazos del diablo que los tiene
cautivos, rendidos a su voluntad (2 Tim 2, 25-26;
Queremos concluir este capítulo con una breve des- cf 1 Tim 3, 7).
cripción de la experiencia del perdón. ¿Qué significa,
según la biblia, recibir el perdón de Dios? Ser perdonado equivale a haber dejado el egoísmo
y la infidelidad y ser re-encontrado por Dios, encontran-
El hecho de que el perdón divino sea inseparable do así de nuevo la vida, después de haber estado per-
del retorno, o sea, de la conversión del pecador, de- dido y muerto:
muestra que tal perdón supone el fin de la existencia
en el pecado y el comienzo de la vida en la amistad Me iré y volveré a mi primer marido,
de Dios. En otros términos, recibir el perdón divino es que entonces me iba mejor que ahora (Os 2, 9; cf
la experiencia de la amistad divina re-encontrada. Pero [Le 15, 18).
la biblia proporciona elementos para una descripción Yo te desposaré conmigo para siempre;
más detallada de la vivencia del perdón divino. te desposaré conmigo en justicia y equidad,
en amor y compasión,
Según ella, ser perdonado significa, ante todo, ha- te desposaré conmigo en fidelidad,
ber abandonado el mal camino, el camino "ancho y es- y tu conocerás a Yavé (Os 2, 21-22).
pacioso" que conduce a la perdición, y re-emprender el 32
camino "estrecho" que lleva a la vida (cf Mt 7, 13-14). Cf Nuevo catecismo para adultos, 436.

269
268
Por un breve instante te abandoné, Devuélveme el son del gozo y la alegría,
pero con gran compasión te recogeré (Is 54, 7). exulten los huesos que machacaste tú...
¿Por qué queréis morir, casa de Israel?... Vuélveme la alegría de tu salvación,
Convertios y vivid (Ez 18, 31-32). y en espíritu de nobleza afiánzame (Sal 51, 10. 14).
Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, ¡Dichoso el que es perdonado de su culpa,
porque si no creéis que yo soy,
moriréis en vuestros pecados (Jn 8, 21; cf 5, 40; y le queda cubierto su pecado! (Sal 32, 1).
[Le 13, 35). Seré como el rocío para Israel;
Convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque él florecerá como el lirio,
este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la y hundirá sus raíces como el Líbano (Os 14, 6; cf
vida; estaba perdido, y ha sido hallado (Le 15, 32; [Os 2, 16-25 Le 15).
cf 1 Jn 3, 14).
Convenía celebrar una fiesta y alegrarse... (Le 15,
Sentirse perdonado es recobrar la paz y la tranqui- [32).
lidad:
Sentirse perdonado es saberse reconciliado con Dios,
Por la conversión y la calma seréis liberados, con la comunidad eclesial y consigo mismo, en la ver-
en el sosiego y seguridad estará vuestra fuerza (Is dad, lejos de la mentira del pecado:
[30, 15).
Los malos son como mar agitada Se aferran a la mentira,
cuando no puede calmarse, rehusan convertirse (Jer 8, 5).
cuyas aguas lanzan cieno y lodo.
No hay paz para los malvados —dice mi Dios (Is Mi pueblo me ha olvidado.
[57, 20-21). A la nada inciensan (Jer 18, 15).
Preguntad por los senderos antiguos:
Porque este hijo mío estaba perdido y ha vuelto a
cuál es el camino bueno, y andad por él,
[la vida;
y encontraréis sosiego para vuestras almas (Jer 6,
estaba perdido y ha sido hallado (Le 15, 24).
[16; cf Mt 11, 29).
Mas él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado. Vete en
La oveja y la dracma perdida, lo mismo que el pró-
paz (Le 7, 50).
digo (Le 15), con el retorno, encuentran de nuevo su
Sentirse perdonado es experimentar alegría y feli- lugar, su primera vida, su sentido auténtico, su verdad:
cidad: se encuentran a sí mismos.

270 271
Ser perdonado es sentirse impulsado a empezar a nidad eclesial y a la sociedad humana, y auto-alienación
vivir con nuevo fervor, con un amor renovado: del pecador. En este sentido es siempre abominable y no
tiene justificación posible. Pero visto desde aquello
Yo quitaré de su boca los nombres de los baales, que la supera, es decir, desde la conversión y el perdón,
y no se mentarán más sus nombres (Os 2, 19). la experiencia del pecado tiene un valor positivo. Está
Vete, en adelante no peques más (Jn 8, 11). llamada a ser elemento de construcción en la vida cris-
Mira, estás curado; no peques más, para que no te tiana; estímulo para un existir renovado.
suceda algo peor (Jn 5, 14; cf Mt 12, 43).
Porque sentirse pecador es encontrarse ante Dios,
La tristeza según Dios produce firme arrepentimien-
que da sentido a mi vida, que es mi futuro, el único
to para la salvación (2 Cor 7, 10).
que puede ayudarme a ser yo mismo y que desea mi
Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos bienestar y mi plena realización. Sentirse pecador es
pecados, porque muestra mucho amor. A quien poco
sentirse infiel a ese Dios, alejado de él. El sentido del
se le perdona, poco amor muestra (Le 7, 47).
pecado despierta e invita a reanudar la vida de amistad
con el creador. En este contexto, el pecado cometido
La experiencia del perdón no es alienante; es una
aparece como ilusión, como necedad, como claudica-
experiencia eminentemente positiva, regeneradora, ale-
ción.
gre, que da nuevos ánimos para vivir, para asumir las
propias responsabilidades y ser más uno mismo. Sentir- La conciencia de pecado me ayuda también a en-
se perdonado es sentirse restituido a la propia libertad. contrarme conmigo mismo, con mi vocación; me remite
al sentido original de mi ser, me acusa de auto-infide-
lidad, y al mismo tiempo me habla de mis limitaciones
y de mi pequenez. Así vivido, el sentido de pecado debe
provocar en mí un deseo de auto-superación, pues
V. ¿FÉLIX CULPA?
haber descubierto que no hemos sido iguales a noso-
tros mismos viene a ser una nueva aspiración: tender
hacia una mejor adecuación del espíritu y del ser
La grandeza del corazón de Dios y su inmensa bon- en nosotros. El fracaso ha sido la condición para des-
dad con el pecador arrepentido parecen invitarnos a pertar, la posibilidad de encontrarse de nuevo.33
aplicar el felix culpa agustiniano a todo pecado. Cierto 33
M. ADAM, Le sentiment du peché, 297; cf lbld., 170.294-
que el pecado es infidelidad a Dios, ofensa a la comu- 308; Nuevo catecismo para adultos, 431.

272 273
Al situarnos frente a Dios, frente a nosotros mismos "bendición del pecado", y hasta afirmar —con L. Rob-
y a nuestra razón de ser, el sentido de nuestro pecado berechts— que el pecado es un "regalo de Dios" y un
nos coloca de nuevo ante la vida, y nos invita a vivirla elemento pedagógico en nuestra vida.35
de forma auténtica. Podríamos decir que sentirse pe-
cador es oír la voz de Dios que pasa a nuestro lado y, También respecto del pecado es válida la afirmación
al vernos en nuestra miseria, nos anima: "¡Vive y haz paulina: "Sabemos que en todas las cosas interviene
por ser lo que debes ser!" (cf Ez 16, 6). Es decir que, Dios para bien de los que le aman" (Rom 8,18). ¿Pe-
paradójicamente, para quien sabe aprovecharlo, "lo pro- car entonces para conseguir esas ventajas espirituales?
pio del pecado es conducirnos a la vida" 34. La experien- Pablo da la respuesta:
cia del pecado es invitación a reemprender el camino
de la libertad y de nuestro porvenir. ¡De ningún modo!...
Si en otros tiempos ofrecisteis vuestros miembros
En este sentido, y sólo en él, sí que se puede repetir como esclavos a la impureza y al desorden hasta des-
a propósito de nuestros pecados el "felix culpa" agus- ordenaros, ofrecedlos igualmente ahora a la justicia
tiniano, o hablar —con el maestro Eckhart— de la para la santidad (Rom 6, 15. 19).

34
M. ADAM, Le sentiment du peché, 319. La conversión tiene
una función reconstructiva, al situarnos de nuevo en la órbita de
Dios. Cf Ibid., 329.334-336. «La conversión, dice J. SAGNE, es la
elección del futuro, la elección del rehacer sin cesar de nuestro
único porvenir real y personal... El pecado es la elección del pa-
sado... La conversión es la acogida de un porvenir que nos es dado
por otro que nos ama, nos libera por su amor y nos restituye a
nuestra verdad» {Peché, culpabilité, pénitence, 130).
«Después del hechizo y de la ilusión del pecado, (la conver-
sión) sitúa al hombre ante Dios, en la verdad» (A. GELIN, Le peché
dans l'Ancien Testament, 42). Y este situar de nuevo ante la verdad
es ya un impulso, un acicate para la vida renovada. Como dice
ADAM, «la falta conduce al pecador a sí mismo, pero para encontrar 35
¡VI. ECKHART, Instructions spirituelles, 174-175.177 (citado
allí un yo activo» (Le sentiment du peché, 315). Eso fue el pecado por ADAM, 322, nota 97); cf L. ROBBERECHTS, Le mythe dAdam
para Pedro, para Agustín y para tantos otros. Porque se aceptaron, et le peché originel, 75-97.101. Según este autor, el pecado es «regalo
salieron de su pecado y de sí mismos y se entregaron al amor que de Dios», porque señala la distancia que nos separa del ideal, des-
les invitaba a superarse. Judas fue víctima de su pecado —tal como cubre nuestro amor propio y nos impulsa a mejorarnos y a compro-
lo describe el evangelio, claro está— porque se encerró en sí mismo, meternos en el apostolado (Ibid., 92-95). No estamos de acuerdo
se cerró a todo contacto con el Señor, y así murió, víctima de su con ROBBERECHTS en su intento de superponer y quizá identificar
falta (M. ORAISON, Psychologie et sens du peché, en Le peché, finitud y culpabilidad. El relato del paraíso representa precisamente
13-15; M. ADAM, Le sentiment du peché, 319-320). La culpabilidad un esfuerzo por separarlas. El pecado aparece allí como algo que
bíblica es una culpabilidad abierta, que debe llevarnos al Dios sobreviene a la creación buena de Dios y como producto de una
ofendido y, de esa forma, a la auto-superación. decisión personal del hombre.
274
275
II
ORIENTACIONES PASTORALES
Esta segunda parte tiene un carácter práctico. No
intenta, sin embargo, ofrecer consejos y recetas para
una praxis inmediata. Quiere simplemente señalar pistas
para la revitalización de la pastoral del pecado a partir
de la biblia.
Esto exige un conocimiento profundo, no sólo del
mensaje bíblico, sino también del destinatario de la
acción pastoral y del contexto social en que vive.
El capítulo 7 trata de los presupuestos socio-antro-
pológicos de la pastoral del pecado. En él se describe
el mundo y el hombre actuales, la espiritualidad cristia-
na de hoy y la actitud del hombre moderno ante el
pecado.
279
En el 8 y 9 se plantea el problema de cómo hablar
del pecado hoy, y se ofrecen algunos elementos de
solución a la luz de los datos bíblicos y de las caracterís-
7
ticas del mundo y del hombre actuales. Presupuestos
socio-antropológicos
de la pastoral del pecado

Toda crisis es purificación. La constatación de


una crisis del sentido del pecado en el mundo
actual debe permitirnos redescubrir la verdadera
naturaleza del pecado (B. LERIVRAY).

La acción pastoral debe partir de un conocimiento


lo más exacto posible del mensaje y del sujeto a quien
éste va dirigido. Por eso cada época obliga a la Iglesia
a reflexionar de nuevo sobre el mensaje cristiano, a
examinar las características de los hombres a quienes
se dirige, y a revisar toda su labor pastoral: conceptos,
métodos, enfoques, actitudes.
280 281
I. UN MUNDO NUEVO Y
Sin detenernos a analizar los antecedentes históricos,
UN H O M B R E DIFERENTE
interesa constatar un hecho indiscutible: nos encontra-
mos en un mundo nuevo y el hombre actual es distinto
del de épocas anteriores. Para hablarle del pecado de
Los hombres de hoy tenemos un modo propio de
forma asequible y aceptable, es necesario conocer y
ser, de pensar, de actuar. Pero ¿en qué consiste la ori-
tener en cuenta el contenido de la fe sobre el tema y
ginalidad de nuestra época y de nuestros contemporá-
también los rasgos característicos de ese hombre al que
neos desde el punto de vista religioso-pastoral?, ¿en
nos dirigimos y de su mundo.
qué elementos deberá fijarse especialmente quien deba
Esta es la razón del presente capítulo. En él seña- hablar hoy del pecado?
laremos, en primer lugar, algunos rasgos típicos del
hombre y del mundo actuales. Subrayaremos luego las
notas determinantes de la espiritualidad cristiana actual 1. Un mundo configurado por la ciencia,
y terminaremos preguntándonos cuál es la actitud del la técnica y la ética,
hombre contemporáneo frente al pecado. y un hombre que se siente adulto,
Nuestra exposición tiene que ser forzosamente es- creador y dueño de ese mundo
quemática y genérica: sin embargo, creemos que, en sus
líneas básicas, es válida y aplicable a las distintas socie- Durante muchos siglos privó la visión cosmocéntri-
dades occidentales y a sus componentes. En efecto, ca del universo. El hombre ocupaba un lugar destacado
vivimos en un mundo muy uniforme, dentro de su evi- dentro del conjunto de la realidad mundana. No pre-
dente heterogeneidad. Las grandes diferencias económi- tendía, sin embargo, ser el centro del universo; tal
cas, sociales, políticas, religiosas, entre los distintos paí- dignidad correspondía entonces al cosmos, visto como
ses y regiones, no impiden que haya una serie de elemen- creación y don de Dios, sometido a las leyes divinas y
tos comunes a todos nuestros contemporáneos, que dan dirigido y conservado por la divina providencia. Al
el tipo de hombre del siglo xx. hombre se le veía como servidor de la naturaleza, su-
jeto —también él— a las órdenes de Dios creador.
Hoy tenemos un modo distinto de ver el mundo.
La cosmología ha sido suplantada por la antropología.
El puesto céntrico que ocupaba el cosmos lo ocupa ahora
el hombre. Nuestra visión de la realidad mundana es
283
282
decididamente antropocéntrica. Hoy se plantean todos dor y responsable de la marcha del mundo y de la his-
los problemas desde el hombre y en función del hom- toria. Concibe la vida y la actividad humana como un
bre, y se intenta solucionarlos desde esa misma pers- "hacer", un crear, un descubrir nuevos horizontes, un
pectiva. Hasta la filosofía ha venido a ser antropología.1 auto-realizarse; y no como un "cumplir" leyes preesta-
blecidas por un ser superior o por cualquier entidad
Los extraordinarios progresos científico-técnicos de
extraña a él.
los últimos decenios han contribuido a que el hombre
actual tenga más confianza en sí mismo y a que tome Para nuestros contemporáneos lo que cuenta no
conciencia de sus dotes de señor del mundo y hasta de es tanto la moral, es decir, la realización subjetiva de
creador y artífice del mismo. La naturaleza ha perdido la libertad de acuerdo con las leyes, con la conciencia
su antigua majestad; "sus leyes'han caído en nuestras y con los valores morales, sino la ética, o sea, la reali-
manos". Ya no es mirada como "ars Dei", como regalo zación objetiva de la libertad humana en la historia y en
e imagen del creador, sino como confección humana.3 la realidad mundana. Se advierte una despreocupación
En otras épocas, el ideal humano era adaptarse a la por lo subjetivo y una tendencia a medir la bondad o
naturaleza, seguir su cauce y su ritmo. Nuestra época maldad del comportamiento humano por su eficacia o
considera la naturaleza objeto de estudio, de dominio ineficacia histórica y no precisamente por su ajuste o
y de transformación, según los planes del hombre. Los desajuste respecto de una ley moral o de una virtud
muchos y graves problemas que todavía esperan solu- determinadas.
ción nos suelen hacer pensar, como en otros tiempos, Es evidente que a este hombre, que se siente señor
en un Dios supramundano y providente; más bien son del mundo y que se esfuerza por desentenderse de todo
estímulo para seguir adelante en el estudio de la reali- posible contrincante, no podemos sin más hablarle del
dad, con la esperanza de llegar un día a conocerla y a pecado. Ante todo, hay que ayudarle a descubrir a
dominarla plenamente. El hombre nuevo se siente crea- Dios en su horizonte, a su lado; no como contrincante,
sino como alguien que le acepta, que le impulsa a la
1
acción, que es superior a él; que es señor de la historia
Cf H. U. VON BALTHASAR, El problema de Dios en el hombre
actual. Guadarrama, Madrid 21966, 86-87; J. B. METZ, Teología del y desea la colaboración humana. Si se logra esto, será
mundo. Sigúeme, Salamanca 1970, 80; K. RAHNER, El hombre posible abordar el tema del pecado, enfocándolo de una
actual y la religión, en Escritos de teología, 6, 20. manera autropocéntrica y personalista, como algo que
2
Cf K. RAHNER, El hombre actual y la religión, 17-22; J. B.
METZ, El futuro de la fe en un mundo hominizado, en Teología afecta al ser humano, pues está en contradicción con él
del mundo, 73-79; J. LACROIX, El sentido del ateísmo moderno. y con su vocación histórica.
Herder, Barcelona 1968, 27-28; J. M. POHIER, La hermenéutica
del pecado ante la ciencia, la técnica y la ética: Concilium 56(1970)
411-424. Otro dato importante es la desconfianza de nues-

284 285
tros contemporáneos respecto de lo que no encuadra 2. Un mundo desacralizado,
en las categorías científico-técnicas. El lenguaje sobre y un hombre secular y alérgico
temas religiosos y el enfoque de los mismos no podrán a todo lo "de otro mundo"
aparecer como algo extraño, etéreo, ajeno a la vida real
de los hombres. Habrá que esforzarse por hacer descu- "Nosotros, dice Harvey Cox, refiriéndose al hom-
brir su dimensión existencial, aunque ésta no sea siem- bre de hoy, experimentamos el universo como la ciudad
pre verificable con métodos científicos. Insistir en que del hombre. Es un campo de explotación y esfuerzo
la espiritualidad y la religiosidad son dimensiones cons- humanos del que han huido los dioses. El mundo se ha
titutivas de la persona humana, y que, por consiguiente, convertido en la tarea y responsabilidad del hombre".4
no pueden dejarse de lado, si no queremos ser infieles Efectivamente, de un mundo numenizado o divinizado
al hombre.3 enteramente en manos de poderes divinos, extraños a
nuestra realidad concreta, hemos pasado a un mundo
La conciencia del propio poder y de la propia auto- "hominizado", dirigido y dominado por el hombre caído
nomía, característica de los hombres de hoy, va unida en el horizonte de nuestra racionalidad.
a un creciente sentido de responsabilidad en la marcha
del mundo, de la historia y de la sociedad en que se Puede decirse que cada paso del hombre en el
encuentra. De aquí surge una sensibilidad especial para progreso científico-técnico ha significado un retroceso
captar la dimensión histórico-social de la propia vida y de lo divino en el mundo. Es decir, que la seculariza-
de los propios actos buenos y malos. La pastoral de- ción contemporánea es también desacralización. Cada
berá tener también en cuenta este factor positivo de vez se acude menos a lo trascendente. Recurrir a fuer-
la mentalidad contemporánea, que puede servir de pun- zas extramundanas parece una infidelidad a la tierra y
to de partida para formar en los cristianos un sentido al hombre; un venderse a poderes extraños; falta de
histórico, comunitario y eclesial de la fe y del pecado. honradez, en una palabra. Es curioso analizar el modo
de comportarse los hombres frente a sus problemas
hoy y hace cincuenta años, y ver cómo intentan solucio-
narlos. Cada vez se afianza la convicción de que el hom-
3
Es importante subrayar que entre los mismos pensadores bre se basta a sí mismo y de que Dios es inútil.
marxistas actuales se afirma cada vez más la actitud crítica frente
a la tesis tradicional de la alienación religiosa y se tiende a aceptar El fenómeno de la secularización, o sea, "el des-
la religiosidad y la espiritualidad como elementos constitutivos del
ser humano. Cf SALVATORE DI MARCO, La filosofía marxista e il cubrimiento que ha hecho el hombre de que el mundo
problema dell'uomo, en II dialogo alia prova. Valecchi, 389-426
(Condensado en El ateísmo en nuestro tiempo. Nova Terra, Barce-
lona 1967, 165-173). * H. Cox, La ciudad secular. Península, Barcelona 1968, 23.

286 287
ha sido dejado en sus manos",5 es positivo y responde El hombre actual reivindica libertad plena. Desea
a la visión bíblica del mundo y del hombre. En este "inventarse a sí mismo", no acepta superestructuras de
sentido, la secularización debe llevar a la purificación ninguna clase que mermen o condicionen su autonomía
de la fe y de la religión y a la eliminación del Dios-hipó- y su independencia totales. La mayor tentación es eli-
tesis-de-trabajo, solución de problemas, tapaagujeros, del minar toda dependencia y depositar su esperanza en
Dios útil, del Dios falso. sí mismo.
Pero en la sociedad actual se entremezclan secula-
rización y secularismo, de suerte que la afirmación del Hoy día, dice Pablo VI, el hombre se siente tentado
a adorarse a sí mismo, a considerarse como término
hombre y de este mundo suele ser también negación o
supremo, no solamente del pensamiento y de la his-
al menos olvido y desentendimiento de Dios y del "otro toria, sino de la realidad misma, y a creer que puede
mundo". Muchos de nuestros contemporáneos no logran por sí mismo, con sus solas fuerzas, verdaderamente
compaginar lo humano con lo divino; al hombre adulto progresar y salvarse; en otras palabras, el hombre
y maduro, con Dios. Creen que la madurez del hombre está tentado a buscar su sola gloria y no la gloria de
lleva consigo la jubilación de Dios, como algo inútil y Dios.7
hasta perjudicial, que empequeñecería a los humanos y
los "divertiría" de su verdadera vocación, que es te- Es la idolatría moderna que hoy adopta formas de
rrestre. orgullo de la ciencia, embriaguez de las técnicas y de
La indiferencia religiosa y el ateísmo contemporá- los bienes materiales, exaltación exclusiva y ciega del
neos suelen presentarse como opción por este mundo y hombre y de sus intereses inmediatos.
por el hombre; como esfuerzo por restituir al hombre
lo que había perdido en Dios y en la trascendencia, y M. R. IKOR decía en la Semana de intelectuales católicos en
como rechazo de seres imaginarios, invento de épocas 1965: «Así lo creo en efecto; lo creo, además, muy profundamente.
Perdonadme que os lo diga con tanta rudeza: Dios no sirve para
de subdesarrollo humano.6 nada, decía; pero ha servido para mucho. Ha explicado a los
hombres el mundo y sus misterios; ha fundado o apuntalado para
5
H. Cox, La ciudad secular, 24. Acerca del aspecto positivo ellos una moral» (Dios hoy. Kairós, Barcelona 1968, 69).
de la secularización, véase H. Cox, Las fuentes bíblicas de la se- El mismo IKOR añadía: «Si queréis comprender cuál es la
cularización, Ibid., 39-59; G. T. MONTAGNE, Teología bíblica de lo textura de mi espíritu, no vayáis a figuraros, sobre todo, que siento
secular. Sal Terrae, Santander 1969. la ausencia de Dios en mí como una falta, como una privación. La
6
A. VERGOTE, en su obra Psicología religiosa. Taurus, Madrid siento, incluso, perdonadme, como una promoción» (Ibid., 66).
1969, 328-336, hace una descripción de los «procesos psicológicos L. SCHWARTZ dice a su vez: «El cristiano prefiere tener el
propios del ateísmo», y apunta el deseo de defenderse contra lo sostén de Dios y el no creyente prefiere estar solo y no tener a
divino, la voluntad de autonomía de la razón humana, el ansia de ese juez por encima de sí» (Ibid., 26).
1
divinización del hombre, la aspiración a la felicidad sin restricciones PABLO VI, Radiomensaje navideño de 1966: Ecclesia 26
externas. (1966) 2709.

288 289
El hombre de hoy suele ser alérgico a todo lo que se deberá situar el pecado, denunciando sus diversas
aparece como "de otro mundo", es decir, a lo que no manifestaciones y mostrando sus consecuencias pernicio-
encaja o no se ve cómo conseguir que encaje en el mundo sas para el presente y para el futuro de los hombres.
presente ni en su escala de valores. Y "otro mundo"
es el pasado y es lo trascendente; "este mundo", en La pastoral aceptará también el deseo del hombre
cambio, es el presente y el futuro, que también está actual de ser autónomo, de vivir en este mundo "como
en nuestras manos. si Dios no existiera", haciendo frente a los problemas
con sus propios recursos. Tendrá en cuenta que nuestros
Lógicamente, la religión y concretamente el cristia- contemporáneos se resistirán a aceptar cualquier impo-
nismo aparecen como sospechosos debido a su referencia sición que parezca extraña a ellos mismos y a su vida
constitutiva al pasado y a la trascendencia y a su consi- diaria. Se opondrá a todo lo que parezca mermar su
guiente tendencia relativizadora de "este mundo" ac- autonomía y su libertad en nombre de realidades extra-
tual. Por otra parte, hemos de reconocer honradamente ñas a este mundo. El mensaje cristiano aparecerá como
que el cristianismo, tal como solemos vivirlo y presen-
afirmación y garantía de todo lo auténticamente humano,
tarlo, parece tener bien poco que decir al mundo real
concretamente de la autonomía y de la libertad más
de los hombres. Lo presentamos y lo vivimos frecuen-
genuinas. Sólo así podrá ser aceptado por un mundo
temente como una superestructura orientada hacia el
pragmatista y profano como el nuestro, con una visión
más allá y muy poco influyente en este mundo de ahora.
desacralizada de la autoridad y alérgico a lo que no dice
La pastoral debe aceptar esa afirmación decidida referencia inmediata a la vida y a los intereses de los
de "este mundo" y de la vocación terrestre del hombre, hombres. Al tratar del pecado, habrá que presentarlo
pues son valores genuinamente evangélicos. Pero el cris- como algo concreto, presente en nosotros y en nuestra
tianismo, a pesar de estar enraizado en el pasado y decir existencia y opuesto a la dignidad del hombre, a la li-
relación esencial al futuro y a la trascendencia, no es bertad y a toda existencia auténticamente humana. La
extraño al mundo presente ni a sus problemas y valo- teología de la secularización tiene elementos positivos
res. Más bien los afirma y trata de redimirlos de toda para este acercamiento entre la fe y la vida; entre la
forma de idolatría, descubriendo su auténtico sentido. trascendencia y la inmanencia, o, como suele decirse hoy,
La moral cristiana, aun admitiendo el carácter transito- para esa interpretación secular del evangelio. Se suele
rio de la vida presente, tiene que aparecer como moral acusar a esta teología de reduccionismo, de fijarse sólo
de este mundo y para este mundo; como moral realista en la dimensión mundana del cristianismo. En realidad,
que salvaguarda los valores de este mundo y está a su tal reduccionismo es cierto y lógico a la vez, pues esa
servicio. En ese contexto existencial y vital es donde teología quiere denunciar y contrarrestar otro reduccio-

290
291
nismo tan antievangélico y muy arraigado en la Iglesia: trascendencia y al pasado que antes parecían inconmovi-
el reduccionismo centrado en el "otro mundo". bles. Con ello, el prestigio de la Iglesia, identificada
con la teología y la metafísica, y estrechamente vincula-
da al pasado y a la trascendencia, y frecuentemente re-
3. Un mundo nacido y crecido fractaria a las ciencias modernas, fue desapareciendo.'
sin la Iglesia,
y un hombre escéptico y crítico El tercer factor de la actual "insignificancia" de la
frente a la Iglesia y a la religión Iglesia es el hecho de que el mundo y el hombre de
hoy son en gran parte hijos de la revolución. De una
La edad moderna fue eminentemente secularizadora. revolución en favor de este mundo, y más en concreto
Constituye como un puente entre la sociedad sacral del de los derechos de la persona humana. Esta revolución
medioevo y el mundo secular de nuestros días. Durante se inició propiamente hablando en el renacimiento, se
ese largo período de la historia se advierte una lamen- consolidó a lo largo de la edad moderna, conoció triun-
table desconexión y un progresivo alejamiento entre fos definitivos en los años 1830, 1871, 1917-1918, y
Iglesia y sociedad; entre religión y vida. A medida que continúa todavía. Y este hombre, hijo de la revolución,
se afirmaban el mundo y la sociedad modernos, la Igle- tiene la amarga convicción de que la Iglesia no estuvo
sia ha ido perdiendo terreno e influencia en la vida de a su lado en ese camino largo y costoso de la liberación.
los hombres, y hoy puede decirse que es la gran ausen- Es más: la vio y la ve frecuentemente aliada con el
te, la desconocida, en casos la criticada. ancien régimen y en contra de la revolución liberadora.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? No es fácil Hoekenijk dijo, de forma gráfica, que "cuando se colocó
decirlo. Desde luego, se pueden apuntar tres factores la primera piedra de las modernas ciudades industria-
que indiscutiblemente contribuyeron a este fenómeno. les, la Iglesia no presenció la ceremonia".9 Esta afir-
En primer lugar se advierte, a partir del siglo xin, un mación es extensible en mayor o menor escala al mundo
venir a menos de la teología y de la metafísica, fuentes 8
y puntales del saber medieval. Simultáneamente —y es Las ciencias modernas llegaron a su situación actual gene-
ralmente sin contacto con la Iglesia y, no pocas veces, en conflicto
el segundo factor— se dio una afirmación progresiva con ella. Podríamos recordar una serie de casos sobradamente cono-
de las ciencias de la naturaleza, del mundo y del hombre, cidos y a veces morbosamente explotados. Cf E. DUSSEL, De la
secularización al secularismo de la ciencia. Desde el Renacimiento
como valores autónomos. Y esta afirmación de los va- a la Ilustración: Concilíum 47(1969) 90-114.
9
lores terrestres hizo que el mundo y la vida fuesen ca- Este proceso secularizador se describe más ampliamente en un
estudio colectivo, del que nos hemos servido, titulado El problema
yendo en el ámbito de la racionalidad y derrumbando de la secularización, en La muerte de Dios. Cuadernos para el diálo-
una serie de convicciones y de actitudes respecto a la go, Madrid 1968, 115-141. Allí, 121, se encuentra la cita de Hoe-
kenijk.
292 293
actual en su totalidad. Ha nacido al margen de la Iglesia y dispuesta a ayudarle en todo, hasta con la autoridad
y vive prácticamente sin contar con ella. que Cristo le entregó. Será la compañera que se esfuer-
za a cada instante por comprender a los hombres y
El Concilio Vaticano II, sobre todo la constitución
por prestarles el precioso servicio de interpretar en
pastoral Gaudium et spes, representa un esfuerzo de la
cada coyuntura histórica la voluntad concreta de Dios,
Iglesia por acercarse al mundo para conocerlo y servir-
dueño de la historia. Y ese profetismo lo ejercerá la
lo. Pero el lastre de la historia pesa en sentido con-
Iglesia en el lenguaje de los hombres a quienes se
trario. La Iglesia suele aparecer, todavía hoy, como
dirige, no "en su propia lengua", pues ella se debe
institución extraña a la sociedad actual, desconectada
a todos y es de todos. Con esa vida de servicio sencillo
de la vida real y de los problemas concretos de los
y fraternal, la Iglesia conseguirá la ciudadanía del mun-
hombres. Sectores inmensos de nuestro mundo —tra-
do moderno. De esta forma tendrá alguna garantía de
bajo, industria, política, ciencia, arte, filosofía-— la mi-
que los hombres de hoy acepten su mensaje. En esta
ran con recelo y prefieren prescindir de ella. Nacieron
perspectiva de servicio fraternal al hombre, es donde
sin ella, viven sin ella, y prefieren continuar así. La ven
hay que situar las normas y orientaciones del magis-
como "de otro mundo", de un mundo pasado y defi-
terio eclesiástico.
nitivamente superado. Aun entre los creyentes se ad-
vierte una marcada desconfianza hacia la Iglesia, hacia La presentación del mensaje cristiano deberá basar-
sus leyes, hacia su autoridad y hacia su actitud global se no tanto en argumentos de autoridad y de tradición,
frente al mundo y a la vida. Muy pocos logran una sín- cuanto en testimonios vivos y fehacientes. Será necesa-
tesis vital entre su vida diaria y la fe cristiana, entre la rio revisar una serie de conceptos cristianos que apare-
Iglesia y el mundo. Y de esa desconfianza hacia la Igle- cen hoy como vacíos de contenido real, fosilizados, sin
sia se sigue normalmente el abandono de la religión conexión con la experiencia de los hombres. Me refiero,
y de la fe cristiana. por ejemplo, a los conceptos de redención, gracia, pe-
cado, eucaristía, salvación, etc. Así aflorará la dimensión
En nuestra sociedad desacralizada y poscristiana la
existencial del cristianismo, al que se verá como autén-
Iglesia no puede presentarse como la señora que vive
tica religión del hombre, defensor de la verdad del
en otro mundo y que adopta una actitud de desconfianza
hombre de todas las épocas.
y de autodefensa frente al mundo actual, como la maes-
tra que manda con autoridad e impone su parecer. La
Iglesia deberá más bien esforzarse por aparecer como
la compañera de viaje de la humanidad, comprometida
y solidarizada con ella; sensible a todos sus problemas

294 295
4. Un mundo pluralista, control de las estructuras ambientales, y adquiriendo
y un hombre "ciudadano del mundo" conciencia de su propia personalidad, de su libertad y
autonomía.
El mundo sacral del medioevo era prevalentemente Hoy día nos encontramos en un mundo de signo
un mundo estático y fixista. Su ideal consistía en adap- contrario al del medioevo. Un mundo dinámico, pluri-
tarse a unas categorías, las únicas entonces en vigor, forme, en que las viejas estructuras cuentan poquísimo;
inspiradas principalmente en el Antiguo Testamento.10 un mundo en que todas las ideologías tienen cabida, en
Era aquél un mundo uniforme. La Iglesia figuraba en- que coexisten las más dispares concepciones de la vida.
tonces como la única entidad definidora de verdad; la La movilidad y la intercomunicación son signo distin-
autoridad que lo controlaba y determinaba todo. El tivo de nuestra época. El hombre actual es "ciudadano
individuo se sentía absolutamente condicionado por la del mundo". Sin apenas ningún esfuerzo, puede conocer
sociedad y por el ambiente unidimensionales en que se la vida de la mayor parte de la humanidad, compartir
encontraba. Su margen de libertad y de espontaneidad sus problemas, sus preocupaciones e intereses.
era mínimo. Debía simplemente adaptarse para sobre-
vivir. Y esta presencia interplanetaria del hombre de hoy
tiene como consecuencia lógica el surgir de lo que F.
La edad moderna vio desaparecer aquella uniformi- Boerwinkel llama "el pensamiento incluyente", es de-
dad medieval. Las estructuras fixistas se debilitaron. cir, esa forma de pensar y de vivir que se ocupa del
Se dio un progresivo intercambio entre los hombres y sujeto y de los demás, que busca el bien para sí y para
se fue dando el paso de la uniformidad al pluralismo. los demás; en una palabra, esa concepción más social y
Surgieron las distintas naciones, las diferencias políti- corporativa de la vida.11 Nunca la humanidad se conoció
cas, económicas, sociales. La Iglesia fue perdiendo pau- como ahora y nunca los hombres sintieron tan profun-
latinamente su autoridad. Las luchas y divisiones entre damente la necesidad de asociarse, de vivir solidaria-
los mismos cristianos supusieron un golpe mortal para mente.
su prestigio de antaño. Dejó de ser aquella institución
que poseía en exclusiva la determinación de la verdad; El pluralismo del mundo actual y la ciudadanía
y los grupos y los individuos se fueron liberando del mundial del hombre de hoy tienen una repercusión evi-
dente en el aspecto religioso. Repercusión que reviste
10 11
Cf Y. CONGAR, Dos factores de sacralización en la vida Cf F. BOERWINKEL, Hacia una nueva mentalidad. La acep-
social de la edad media (occidente): Concilium 47(1969) 56-70. Esos tación de un mundo pluralista. Sigúeme, Salamanca 1968, 43; cf Ibid.,
dos factores apuntados por CONGAR son el Antiguo Testamento y las 37-59; cf K. RAHNER, El cristianismo y el hombre nuevo, en Es-
normas y paradigmas sagrados tomados de lo supraterreno. critos de teología, 5, 158.

296 297
en este esquema de llamada-respuesta es donde debe
aspectos positivos y negativos. El pluralismo es sin duda
situarse la moral cristiana y la doctrina del pecado.
liberador y enriquecedor para el individuo. Liberador,
porque en un ambiente pluralista el individuo no se
encuentra coaccionado por unos moldes y unas estruc-
turas fijos y únicos. Y enriquecedor, porque ofrece di- 5. Un mundo de signo materialista,
ferentes modos de ver la realidad y de situarse y de ac- y un hombre en peligro
tuar frente a ella. de deshumanización

Un mundo pluralista concede carta de ciudadanía a El mundo actual es del hombre y para el hombre.
la religión, lo mismo que a cualquier otra concepción De esta premisa indiscutible debería seguirse, como con-
de la vida. Esto para el cristianismo es liberador y enri- secuencia lógica, el respeto y la salvaguarda de los va-
quecedor, pues le impone el abandono de elementos he- lores humanos. Sin embargo, no es siempre así. Ya es
redados de determinadas épocas y culturas que le dan un tópico la afirmación de que estamos asistiendo a la
cariz particularista, y le pone en contacto con otros crisis del hombre en cuanto tal. Hoy se habla más que
modos de ver la vida de los que quizá pueda beneficiarse nunca de los derechos humanos, se propugna el respeto
aceptando lo positivo. Pero hay que tener en cuenta que a la persona, y ciertamente se han hecho y se están ha-
el pluralismo relativiza la religión. Al considerar al cris- ciendo progresos notables en este sentido. Con todo, es
tianismo como una ideología de tantas, puede inducir al innegable que asistimos al "retroceso del hombre en
esceptismo y a la indiferencia. En un contexto pluralis- cuanto hombre, precisamente después de que el hombre
ta, la Iglesia pierde su antigua autoridad y se encuentra ha pretendido ser exclusivamente hombre".13
desarropada y falta de un ambiente social y de unas es-
tructuras que le apoyen, legitimen y garanticen su super- El siglo del progreso técnico, económico, social, po-
vivencia. lítico, es testigo de una grave desproporción entre pro-
greso material y progreso espiritual. El hombre conver-
Únicamente una fe muy personalizada y comunitaria- tido en creador del mundo y de la historia tiende a
mente compartida puede sobrevivir en el nuevo con- alejarse de sí mismo, a perderse, a ser absorbido por las
texto social. La acción pastoral deberá buscar una pre- cosas, a destruirse en su ser de hombre; tiende a pen-
sentación personalista del mensaje cristiano que posibi- sar únicamente en los valores materiales y a olvidar
lite la vivencia de la fe en profundidad, creando en los los auténticamente humanos. Hoy predomina el tener
hombres la conciencia de que son "llamados por Dios"
13
y de que Dios está a su lado y los acompaña a lo largo R. SPIAZZI, Aspetti della crisi dell'uomo contemporáneo: II
de toda su existencia. A este nivel interprofesional y Quotídiano 18.4.1956.

299
298
Ciertamente nunca ha sido fácil como hoy vivir
sobre el ser. Muchos de nuestros contemporáneos viven sin pensar, dejando que otros piensen por nosotros.
en función de las cosas; son idólatras del bienestar, Hoy se nos da casi todo hecho. Estamos en la época
ponen su felicidad en el confort, en el goce inmediato de la facilidad, que tiende a embotar al hombre y a ha-
y sensible, y difícilmente se encuentran consigo mismos cerlo mediocre. El mismo ritmo de la vida dificulta
a nivel íntimo y personal. enormemente la reflexión profunda, la vida interior, y
Es cierto, como notó H. Cox, que el anonimato de en cambio facilita la vida despersonalizada, desde fuera,
la sociedad actual libera a la persona de los moldes en función de lo inmediato, de lo agradable, y sin pers-
de la vida preurbana y le proporciona múltiples po- pectiva de futuro. Cuando tanto se habla de personali-
sibilidades de elección. El hombre de la sociedad ur- dad, de libertad, estamos en grave peligro de conver-
bana puede escoger su forma de vida privada, sus amis- tirnos en juguetes de la propaganda interesada, de nues-
tades, sus diversiones. También en el aspecto religioso tros propios gustos y caprichos. Cuando rechazamos
se encuentra generalmente libre de coacción externa. el colonialismo tradicional, presenciamos —y quizá so-
(En ciertos ambientes la coacción será más bien de signo mos víctimas y actores— otros colonialismos econó-
antirreligioso.) Esto obliga al individuo a una serie de micos, sociales, políticos, morales y "religiosos", mucho
decisiones, imposibles en ambiente preurbano. En este más refinados y más perjudiciales para la persona hu-
sentido el anonimato es personalizante. Pero no puede mana en cuanto tal.
negarse que en la sociedad técnica e industrial el hom-
bre corre peligro de convertirse en víctima de la masi- Es decir, que el mundo hominizado en que vivimos
ficación, de la presión colectiva, de la idolatría de lo no es sin más un mundo humanizado. En él la perso-
económico, de la cantidad, del confort, del ritmo verti- na humana se encuentra amenazada por el culto exce-
ginoso de la vida, y caer en la despersonalización. A. sivo de los valores materiales y colectivos que tiende a
Brien afirma que la persona humana nunca había sido atrofiar la vida interior y personal. Hoy el hombre es
tan desconocida como hoy. Estamos, dice, en el tiempo manipulado más fácilmente que nunca, gracias precisa-
de la impersonalidad. D. von Hildebrand habla del es- mente a los progresos que ha realizado y que deberían
píritu anti-personal de nuestra época.13

13 mente el pecado cuando lo comete? Se está siempre corriendo...


Cf A. BRIEN, Fot et mentalité moderne: Etudes 301(1959) Se vive colectivamente e incluso a nivel del mundo. Es lamentable,
9. He aquí una respuesta a la encuesta hecha por «La Vie catholique pero al mismo tiempo uno se siente afectado por un sinfín de cosas
illustrée» (10-16 de marzo de 1965): «De hecho, uno se ve en un y uno tiende a no sentirse afectado por nada en absoluto»; Ibid., 7;
confort material e intelectual. Se trabaja como un toro y todo esto cf D. VON HILDEBRAND, Die Umgestdtung in Christus. Benziger,
aleja del sentido del pecado y de la religión... Con la vida moderna Einsiedeln s.d., 328-329; cf A. CHAVASSE, Quelques réflexions sur
uno está adiestrado, uno hace cosas que no tiene que meditar pro- le sacrement de la pénitence: VérVie. ser 85(1969/70) n. 615, 14.
fundamente. Con el ritmo de la vida moderna, ¿ve uno verdadera-
301
300
estar a su servicio. Hechos sintomáticos que hacen pen- tualidad que influyen en la concepción del pecado. Lo
sar en la llamada "crisis del hombre" son la insatisfac- haremos de forma esquemática, pues la literatura sobre
ción, el vacío, la angustia, que tanto abundan en la el tema es muy abundante.
sociedad actual y entre los mismos jóvenes. Nunca el
hombre estuvo tan colmado de bienes materiales como
hoy y nunca se sintió tan hambriento de ellos.14 1. Revalorización de la persona humana

Este mundo nuestro presta poca atención a la fe \,2L espiritualidad contemporánea se caracteriza en
y a la religión, puesto que elimina los presupuestos de primer lugar por- una marcada tendencia a reconocer y
las mismas. La pastoral del pecado deberá despertar y destacar la persona humana como sujeto religioso dentro
cultivar en el hombre el sentido de la interioridad. De- de la comunidad eclesial. Esta afirmación de la persona
berá ayudarle a descubrir y a vivir su relación personal se debe a motivos doctrinales y ambientales.
con Dios y la dimensión religiosa de la existencia hu-
mana. Esas premisas son las únicas que permiten captar En efecto, a pesar de los factores despersonalizantes
lo que es el pecado. del mundo actual, es evidente que en la sociedad mo-
derna se da una revalorización de la persona. Se defien-
de su autonomía, su dignidad, su libertad, sus dere-
chos, en una palabra. La teología, la sociología, la psico-
gía y todas las modernas ciencias del hombre han con-
II. TENDENCIAS DE LA ESPIRITUALIDAD
tribuido a revalorizar al individuo dentro de la colec-
CRISTIANA ACTUAL
tividad.
También los motivos ambientales contribuyeron y
Al hablar del pecado a los cristianos de hoy, in- contribuyen al esfuerzo revalorizador de la persona hu-
teresa conocer no sólo las características del hombre mana en la espiritualidad actual, porque en el mundo
contemporáneo en general, sino también las tendencias de hoy la vida cristiana exige un constante compromiso
determinantes de la espiritualidad cristiana actual. Va- personal. Sólo puede vivir en cristiano aquel que sea
mos a señalar algunos rasgos propios de dicha espiri- capaz de resistir al influjo de la sociedad materialista
y pluralista en que nos encontramos. Hoy día la Igle-
14
Cf A. BRIEN, Foi et mentalité moderne, 9; J. LÓPEZ IBOR, sia vive en muchos ambientes en auténtica diáspora.
En torno al sentimiento contemporáneo de culpabilidad: Atlántida
6(1968) 384; cf C. GEFFRÉ, La vida religiosa en una época secu- Le faltan las estructuras protectoras de otros tiempos.
larizada: Concilium 49(1969) 408; cf R. REMOND, La crisis espiritual Debe, por tanto, fundamentar su subsistencia más que
en la llamada sociedad de consumo: Ibid., 331-342.

302 303
sobre resortes de tiempos pasados, sobre la formación 2. Sentido social, comunitario, eclesial
y la capacidad de decisión personal de sus miembros. *
Muy en consonancia con la mentalidad del momen-
Es evidente que la existencia cristiana en el futuro to, la espiritualidad actual es comunitaria y eclesial. Es
sólo será posible en quienes cultiven una permanente incuestionable que el hombre de hoy no siente simpa-
relación personal e inmediata con Dios; porque tendrá tías por el individualismo. En los diferentes sectores
que ser una existencia sostenida y alimentada por una y niveles de la vida moderna: económico, político, so-
auténtica experiencia personal de Dios. Como dice K. cial, religioso, familiar, nacional, internacional, se cons-
Rahner, "el cristiano del futuro será un místico, es tata una apertura resuelta del individuo hacia sus se-
decir, una persona que ha experimentado algo, o no mejantes. Como dice J. Daniélou, "asistimos a un des-
será cristiano".15 cubrimiento por la humanidad de su unidad concreta y
La teología y la catequesis se esfuerzan por desta- de su situación presente".18 Y esta apertura se refleja
car cada vez más la dimensión personal del mensaje también en la espiritualidad contemporánea, que "re-
cristiano. Subrayan el carácter de llamada personal de pudia el individualismo y tiende a desarrollarse en célu-
la revelación divina y presentan la conversión, la fe, las de vida fraterna".13
los sacramentos, la vida cristiana en su totalidad, como El cristiano de hoy, mejor que el de épocas pasa-
respuesta del hombre a la llamada de Dios.16 Y en este das, ha descubierto el sentido de la historia y de la Igle-
mismo cuadro de relaciones dialogales e interpersonales sia. No considera la vida cristiana y la salvación en una
se tiende a situar también la gracia y el pecado, lo perspectiva únicamente personal e individualista. Tiene
que significa un acercamiento a la mentalidad bíblica.17 conciencia de formar parte de la familia humana y de
la relación existente entre su salvación personal y la
15
K. RAHNER, Espiritualidad antigua y actual, en Escritos salvación del todo.
de teología, 1, 25; cf L. BESNARD, Tendencias dominantes en la es-
piritualidad contemporánea: Concilium 9(1967) 30; B. DREHER, B. Dreher señala el sentido de la Iglesia —lo que
Die Spiritualitdt des Christen in der gegenwártigen Welt: Der Seel-
sorger 35(1965) 164. él llama el pathos de la eclesialidad (Pathos der Kirch-
16
Es la línea de la teología de R. Guardini, E. Brunner,
K. Rahner, E. Schillebeeckx, etc. Cf B. LANGEMEYER, Der dialogis- Karl Zink, München 1957, 219-236; J. ALFARO, Persona y Gracia:
che Personalismus in der evangelischen und Katholischen Theologie Gregorianum 41(1960) 5-29; L. SCHEFFCZYK muestra que la visión
der Gegenwart. Bonifaciusdruckerei, Paderborn 1863; O. SEMMEL- bíblica de la relación con Dios es también dialogal-responsorial:
ROTH, Dios y el hombre al encuentro. Fax,5 Madrid 1959; B. HAE- cf El hombre moderno ante la imagen bíblica del hombre. Herder,
RING, La ley de Cristo. Herder, Barcelona 1968. En la catequesis: Barcelona 1967, 48-59.
18
W. G. ESSER, Persónate Verkündigung im Religionsunterricht. Her- J. DANIÉLOU, L'Evangile et monde moderne. Desclée, Tour-
der, Freiburg 1965. nai 1964, 138; cf lbid., 40.
17 19
Acerca de la visión personalista de la gracia, cf H. VOLK, A. L. BESNARD, Tendencias dominantes en la espiritualidad
Gnade und Person, en Theologie in Geschichte und Gegenwart. contemporánea, 30.

304 305
lichkeit)— como la característica de la espiritualidad 3. Espiritualidad de encarnación o "secular"
actual.80 Los movimientos apostólicos actuales, el mo-
vimiento litúrgico y el movimiento ecuménico, son seña- Otro rasgo de la espiritualidad actual es su carácter
les y también factores de esta apertura eclesial de los mundano, su secularidad. Ser cristiano hoy es serlo en
cristianos. en el mundo, al servicio del mundo y de los hermanos,
creando un mundo nuevo y redimiendo el actual, sin
La Iglesia toda, escribe A. L. Besnard, vuelve a ser de él.22 Se ha dicho que
encontrar su sensibilización hacia aquello que es su
misma esencia: una comunión en Cristo y en el Es- la característica propia del hombre moderno... está
píritu, a todos los niveles en que se manifiesta su constituida por la noción de praxis. Su más profun-
misterio. El reconocimiento, por parte del concilio, do deseo se expresa en la voluntad de informar —de
de la categoría teológica de pueblo de Dios, el que dar una forma— al mundo y de construir una comu-
se haya evidenciado la estructura colegial de la jerar- nidad humana universal.23
quía, son ejemplos dados en la cima que indican tanto
un punto de partida como una meta alcanzada.81 Esta misma tendencia se advierte cada vez más en-
Aun entre los simples fieles, especialmente entre los tre los cristianos. Están convencidos de que es en el
más cultivados, se nota que la doctrina del cuerpo mís- mundo, en la vida cotidiana, donde ellos escuchan la
tico, de la Iglesia como pueblo de Dios unido y soli- llamada de Dios y donde quieren responderle. Se sien-
dario, de la comunión de los santos, han calado consi- ten cada vez más responsables de la transformación del
derablemente e influyen en su vivencia de la fe. mundo, que consideran como misión que Dios les con-
fía y como un compromiso inherente a la fe. Puede
Entre las consecuencias que se derivan de esta aper- afirmarse que buen número de creyentes empiezan a
tura social y eclesial de los cristianos de hoy se encuen- superar el divorcio fe-vida diaria, tan extendido hace
tra la facilidad de captar no sólo la dimensión personal unos decenios.
del pecado, sino también su aspecto comunitario, ecle-
sial e histórico. Actualmente existe una clara tendencia a valorar
las realidades terrenas y los sucesos más ordinarios de
30
Cf B. DREHER, Die Spiritualitát des Christen in der gegen-
22
wartigen Welt, 168-172. «Felizmente el individualismo religioso está Cf F. WULF, Merkmale christlicher Spiritualitát heute: GL
a punto de morir. La idea de que por el bautismo hemos sido in- 42(1969) 350-358; Presente y futuro de la espiritualidad: Revista de
corporados a la Iglesia gana terreno» (J. DANKELMAN, Cbréticns Espiritualidad 28(1969) 147-156. 279-295 (encuesta realizada entre
d'aujourd'hui, 1. L'Appel de Dieu. Salvator, Paris 1964, 23. varios autores).
21 28
A. L. BESNARD, Tendencias dominantes en la espiritualidad N. M. WILDIERS, La Iglesia en el mundo de mañana. Si-
contemporánea, 44. gúeme, Salamanca 1969, 169.

306 307
Este rasgo de la espiritualidad cristiana actual in-
la vida diaria desde el punto de vista religioso y cris-
fluirá necesariamente en el concepto de pecado. Quien
tiano. Los creyentes de hoy se sienten más comprome-
tidos ante la realidad temporal que ante unas leyes abs- ve su vida cotidiana como un servicio a Dios, como
tractas, universales, que no vieran encarnadas en su una colaboración con el creador en la obra de trans-
existencia. Lo que interesa al cristiano actual es "ante formación del mundo, será sensible a una visión rea-
todo la espiritualidad de lo que está viviendo".21 lista y concreta del pecado, incluso del de omisión, y
rechazará cualquier presentación del mensaje cristiano
Por eso la espiritualidad actual puede calificarse de carácter abstracto, etéreo, descarnado.
de espiritualidad "de inmersión", "de abajo", "munda-
na". Centra su atención en la realidad diaria, en el
trabajo, en el dolor, en la muerte, en las relaciones 4. Espiritualidad nutrida
interhumanas, en el vivir cotidiano. Esta vivencia de de la biblia y de la liturgia
la fe, tan encarnada en el mundo, en la vida, es necesa-
riamente una vivencia dinámica, en constante marcha El movimiento de retorno a las fuentes, caracterís-
al ritmo de la historia. El cristiano se considera pere- tico de la teología actual, deja sentir también sus efectos
grino hacia el Padre, juntamente con Cristo y con toda en la espiritualidad contemporánea. "Si los cristianos de
la creación; 25 ve el cristianismo como fuerza creadora, hoy, dice Besnard, desean una espiritualidad que sea
como dinamismo histórico, y se siente él mismo compro- una verdadera experiencia personalizada, desean tam-
metido en ese quehacer histórico. La teología de la secu-
bién solicitarla de fuentes auténticas".26 Quieren que
larización ha hecho aportaciones valiosas a este re-des-
sea una espiritualidad sólida y bien fundada dogmática-
cubrimiento de la dimensión temporal de la fe cristiana.
mente.
La constitución pastoral Gaudium et spes y el decreto
Apostolicam actuositatem, del Vaticano II, están impreg- La biblia y la liturgia son las fuentes principales
nados de esta espiritualidad de encarnación. de la espiritualidad cristiana actual. Ambas han llegado
al pueblo, después de siglos de exilio "clerical".
21
A. L. BESNARD, Tendencias dominantes de la espiritualidad El cambio efectuado en este punto en la Iglesia
contemporánea, 31; cf C. GEFFRÉ, Desacralización y santificación: católica durante los últimos cincuenta años es admi-
Concilium 19(1966) 291-308.
25
Cf F. WULF, Merkmale christlicher Spirítualitat heute, 353- rable. Los movimientos bíblico y litúrgico han dado
358. «La santidad de hombres realmente humanos en el seno del
mundo, la santidad laica, parece que deberá ser el carisma maravi- 26
A. L. BESNARD, Tendencias dominantes en la espiritualidad
lloso de los próximos años» (E. SCHILLEBEECKX, Dios y el hombre, contemporánea, 38; cf H. HOLSTEIN, Spiritualité francaise d'aujourd'-
26-27). bui: Etudes 294(1957) 3-18.
308
309
a la espiritualidad católica de nuestros días una gran nerales y sus afirmaciones suelen referirse a la sociedad
vitalidad y solidez, así como una orientación eminen- occidental, llamada cristiana. En estos mismos términos
temente cristocéntrica. Hoy ambos movimientos hacen generales hablamos nosotros en las páginas que siguen.
sentir sus efectos en todos los niveles de la vida social, Mostraremos ante todo diferentes diagnósticos sobre
desde los documentos conciliares hasta la vida parro- la actitud del hombre de hoy ante el pecado. Señalare-
quial. mos después las causas que parecen determinar dicha
actitud; y, finalmente, emitiremos nuestro parecer acer-
Hecha esta breve descripción de los rasgos carac-
ca del problema.
terísticos del hombre actual, y apuntadas algunas ten-
dencias que parecen determinantes en la espiritualidad
cristiana, vamos a estudiar una cuestión que toca muy
1. ¿Tiene el hombre actual
de cerca el tema central de nuestro trabajo. Nos referi-
sentido del pecado?
mos al problema de la actitud del hombre actual ante
el pecado.
Tener sentido del pecado quiere decir estar sensi-
bilizado con relación a él; ser capaz de captar, inte-
lectual y afectivamente, lo que es el pecado y aquello
que constituye pecado.27 ¿Capta el hombre actual el sig-
III. E L HOMBRE ACTUAL nificado del pecado y reconoce sus manifestaciones?
ANTE EL PECADO
Después de la famosa frase de Pío XII: "Es posible
que el mayor pecado en el mundo hoy consista en que
los hombres han empezado a perder el sentido de pe-
Es éste un tema al que se hace alusión con mucha
cado",28 toda una serie de autores han hecho alusión,
frecuencia en la literatura teológica actual, pero casi
de forma más o menos directa, a este problema. Muchos
siempre de paso. Aquí tampoco nos es posible estudiar-
lo con detención. Por otra parte, dado el interés que 27
«El sentido de pecado consiste, en definitiva, en una ex-
tiene para nuestro estudio, no sería justo eludirlo por periencia vivencial por la que reconocemos y aceptamos como nues-
completo. ¿Qué hacer, pues? A falta de otros datos tro un estado de conciencia que nos acusa ante Dios» (M. Ma.
RUBIO-CARRASCO, Sentido del pecado hoy, en El pecado, misterio
más precisos, hemos optado por hacer una síntesis de de iniquidad. PS Madrid 1965, 109; cf R. BLOMME, Widerspruch
in Freiheit. Lahn, Limburg 1965, 10-11; F. COUDREAU, Catéchése
lo que una serie de autores de diferentes países y am- et sens du peché, en Le peché. Desclée, París 1959, 55-56; J. REG-
bientes han dicho en los últimos años sobre el particu- NIER, Le sens du peché. P. Lethielleux, París 1954, 7.
88
lar. Dichos autores hablan de ordinario en términos ge- Mensaje al congreso catequístico de Boston, 26 octubre de
1946: Ecclesia 6(1946) 8.
310 311
se limitan a repetir la frase del papa. Otros se manifies- tico es negativo".33 E. Roche piensa que son raros los
tan de forma más personal sobre esta cuestión. Las cristianos que se reconocen pecadores hoy día.31
opiniones de los autores que hemos leído pueden resu- Para la mayor parte de los cristianos el pecado no
mirse como sigue: es una cuestión de vida o muerte. El cristiano común
raramente experimenta un sincero terror ante el pecado,
una real pena y angustia interna".35 Pablo VI decía en
a) El hombre actual ha perdido 1968 que
el sentido del pecado
o está a punto de perderlo el dolor voluntatis por el propio pecado, de que ha-
blaba santo Tomás, es raro hoy día... Este sentido
Es la opinión más corriente. P. Eder afirma que del pecado —continúa el papa— apenas si se da
"el hombre de hoy, incluso el cristiano, no tiene idea incluso en muchas conciencias cristianas. Se ha embo-
exacta del pecado ni tampoco sentido del mismo".29 P. tado en ellas la sensibilidad y se ha resignado a acep-
Anciaux habla de "insensibilización" y de "ceguera casi tar como una costumbre lo que una vez era intolera-
total ante el pecado".30 El cardenal Feltin decía en la ble: la conciencia de pecado, una tristeza que era
Semana de intelectuales católicos de 1956: "La Iglesia necesario eliminar solícitamente. Ahora es distinto...
hoy se encuentra en contacto con un mundo donde el En una palabra, el pesar, que en otro tiempo seguía
a la falta que el pecado supone, hoy es rechazado.36
sentido del pecado no solamente se altera y deforma,
sino que se esfuma y se disuelve hasta el punto de Hace tan sólo unos meses, volvía el papa sobre el
desaparecer".31 N. Krautwig subraya la indiferencia del tema, y decía que
hombre moderno ante el pecado.82 R. Blomme afirma
que el sentido del pecado está "curiosamente debilita- 33
R. BLOMME, Widerspruch in Freiheit, 11.
31
do, si no es inexistente" y que, "como tal, el diagnós- E. ROCHE, Notre condition de pécheurs: NRT 72(1950) 690;
véanse en el mismo sentido: Le sens du peché et sa perte dans le
monde actuel: LumVie 5(1952); J. FOLLIET, II senso del percato, en
II senso del peccato. Presbyterium, Napoli 1954, 5-11; j . MILLER,
29
Die Einstellung des Menschen von heute zur Sünde: Anima 1(1952)
P. EDER, Sühne. Bine theologische Untersuchung. Herder, 4-8; P. GALTIER, Le sens du peché a entretenir: RevAscMyst oct.-
Wien 1962, 1. dic. (1952) 289-304; R. O'CONNELL, The sens of Sin in the modern
30
O. ANCIAUX, Le sacrement de la pénitence. Nauwelaerts, World: The Way 2(1962) 3-18; B. VAWTER, Missing the Mark
Louvain 31963, 5; ID., De obnubilatione conscientiae peccati in Ibid., 26-27; L. BERTSCH, Penitencia y confesión. Madrid 1969,
mente hodierna: ColMechl 26(1956) 708-711. 128-129; M. Ma. RUBIO-CARRASCO, Sentido del pecado hoy, 104-109.
81 35
Card. FELTIN, en Monde moderne et sens du peché. P. Ho- J. BOMMER, La confessione nella dottrina e nella prassi.
ray, París 1957, 7. Borla, Torino 1965, 28.
33 36
N. KRAUTWIG, Bewdltigt der moderne Mensch die Sünde?: PABLO VI, Alocución del miércoles de ceniza de 1969:
GL 26(1953) 22. Ecclesia 28(1968) 360.

312 313
lizar la palabra pecado.41 Hoy se le ve frecuentemente
hoy todos, víctimas de una secularización, término
como algo normal que no inquieta.42
de sí mismo, tratan de olvidar el pecado... No se
habla del pecado, porque esta tristísima y realísima G. Marcel afirma que es necesario tomar conciencia
condición del hombre pecador implica la idea de
Dios.37 de las razones por las cuales en nuestro mundo de
hoy el sentido del pecado, si no va camino de desapa-
J. M. Aubert habla de degradación del sentido del recer, tiende al menos a transformarse en condiciones
pecado en la conciencia cristiana y dice que el redes- a veces aberrantes.43
cubrimiento del sentido del pecado es una de las ta-
reas más importantes hoy día.38 Según J. C. Sagne, Piensa este autor que en el mundo industrial la idea
existen varios síntomas de la pérdida del sentido del de pecado será sustituida por la de defecto o de vicio
pecado, como son el hecho de que el hombre actual sea de funcionamiento, no muy diferentes de los que se
refractario al lenguaje tradicional sobre ese tema, la encuentran en una máquina o en un aparato cualquiera.
repugnancia actual hacia la penitencia y la incapacidad
que experimentamos a la hora de decir en qué consiste Es cierto que el mundo moderno, mientras se apoye
el pecado y cuáles son los pecados en concreto.39 en valores prometeicos, tiende inevitablemente hacia
la contestación del pecado, e incluso tiene necesidad
de esta contestación para glorificarse.44
b) El hombre de hoy no toma en serio el pecado.
vez se halla menos de eso en los ambientes donde se mueven los
Lucha por librarse de esa noción cristianos. Todo lo que se refiere a este tema es fácilmente menos-
preciado... Para un gran número de nuestros contemporáneos el
sentimiento de ser pecador no es más que manifestación de un
"Nuestra época ha visto esfumarse la importancia estado mórbido del que es necesario liberarse». Cf J. BALL, Pour
del pecado".40 El hombre actual desea vaciar y bagate- aider a une rédécouverte du sacrement de pénitence par les jeunes:
VéVie. ser. 85(1969/70) n. 617, 4; cf A. ULEYN, Actualité de la
37
fonction prophétique. Desclée, París 1966, 10; J. PIEPER dice que
PABLO VI, Audiencia general del 17.111.1971: Ecclesia la palabra pecado está muerta; cf Vorüberlegung zum Thetna Sünde,
31(1971) 390. en Martyria-Leitourgia-Diakonia. Matthias Grünewald, Mainz 1968,
38
J. M. AUBERT, Pour une rédécouverte du setis du peché: 117.
VérVie^ ser. 84(1969) n. 609, 10-16; cf. R. FRANCO, Crisis de la 41
N. KRAUTWIG, Bewaltigt der moderne Mensch die Sünde?,
confesión:
39
Proyección 18(1971) 9. 27. A propósito de la palabra pecado, dice M. ORAISON: «NO existe
40
J. C. SAGNE, Peché, culpabilité, pénitence, 34-36. otra palabra que se utilice con tanta frivolidad, de forma tan confusa
E. ROCHE, Notre condition de pécheurs, 690; ID., Pénitence y para expresar cualquier cosa como ésta» (Una moral para nuestro
et conversión dans l'Evangile et la vie chrétienne: NRT 79(1957) tiempo. Estela, Barcelona 1966, 141).
113-134. En su libro La condition de pécheur. X. Mappus, Le Puy 42
A. LIÉGÉ, Vivre en chrétien. A. Fayard, París 1960, 83.
1966, 7, dice este autor: «Son raros los valores cristianos tan de- 43
G. MARCEL, en Monde moderne et sens du peché, 29.39.
valuados en nuestros días como el sentimiento de ser pecador. Cada 44
G. MARCEL, en Monde moderne et sens du peché, 29.
314 315
que suprimir. Se aspira a una moral sin pecado".® B.
Según P. Antoine, lo que sucede hoy es que el hom- Forcano opina lo siguiente:
bre está dominado por el deseo de alejar de él el sentido
del pecado; actualmente no falta el sentido del pecado, A decir verdad, el hombre moderno no posee un
"pero está deformado en la mala conciencia colectiva coeficiente muy alto de experiencia del pecado. Ape-
o individual".45 M. Adam afirma que el hombre actual nas si se plantea el problema de cómo él, dominado
rechaza el pecado en nombre de su propia autonomía. por el mal, puede encontrar gracia y salvación.49
Tal noción le parece humillante, provocadora; la ve
contraria a la salud mental y psíquica; resto de una mo-
ral burguesa felizmente superada.46 c) El hombre de hoy
es sensible al mal y al pecado
L. Monden cree que "nuestra época trata de elimi- en su dimensión horizontal,
nar sencillamente el concepto mismo de pecado, a fin pero no en cuanto categoría religiosa
de que el hombre se libere fundamental y definitivamen-
te de toda conciencia de culpa"; y esto lo intenta con "No es exagerado, afirma G. Geffré, decir que la
la ayuda de la psicología, la filosofía y la experiencia extrema sensibilidad del hombre moderno al escándalo
religiosa.47 del mal coincide frecuentemente con una inquietante
"A los ojos de muchos contemporáneos, escribe B. insensibilidad al pecado en su dimensión propiamente
Háring, el pecado no es más que un nocivo complejo de religiosa de ofensa a Dios." Y opina este autor que no
culpabilidad, un morboso sentimiento de culpa que hay son muchos los cristianos convencidos de que la grave-
dad del pecado no se mide sólo por el mal que ocasiona
al prójimo, sino en cuanto ofensa a Dios.80

45 J. Folliet dice que, incluso entre los cristianos, "el


P. ANTOINE, Sens chrétien du peché: Christus 6(1959) 45-
47; cf J. BOUISSON, Condition humaine et peché: Christus 9(1962) concepto de pecado se laiciza, viniendo a ser más mora-
123.
46 lista y estoico que cristiano".61 J. Miller cree que el
47
Cf M. ADAM, Le sentiment du peché, 9-11.
Cf L. MONDEN, ¿Moral sin pecado? Fax, Madrid 1960, 13-14.
Acerca de la lucha contra el concepto religioso y moral del pecado 48
B. HAERING, La ley de Cristo, 1, 393; cf J. BOMMER, La
en algunos sectores de la psicología y filosofía, véanse, por ejemplo, confessione nella dottrina e nella prassi, 15-16.
El pecado en la filosofía moderna. Rialp, Madrid 1963; Moral 49
B. FORCANO, Caminos nuevos de la moral. Comercial Edi-
sans peché? P. Fayard, Paris 1955, espec. 15-50; J. B. SOMOZA, El tora, Valencia 1971, 131.
pecado y los maestros de la psicología del profundo: Compostella- 50
C. GEFFRÉ, L'Amour contristé de Dieu. Nos peches atteig-
num 9(1964) 5-72; ID., Pecado y psicología analítica actual: Ibíd., nent-ils Dieu?: VS 105(1962) 501.
207-260. El autor estudia a S. Freud, a C. G. Jung, al Dr. Hesnard, 51
J. FOLLIET, II senso del peccato, 10.
a E. Neumann, a E. Fromm y a M. Oraison.
317
316
sus pecados, ni distinguir entre faltas graves y leves.
cristiano medio de hoy no tiene ni temor ni sentido del Algunos son muy sensibles a las consecuencias sociales
pecado como ofensa de Dios y pérdida de su amistad. del pecado. Una gran dificultad para reconocer sus pe-
Es sensible al pecado que afecta al prójimo, pero que cados nace del desafecto que sienten hacia la intros-
este pecado sea, ante todo, una injusticia ante Dios, no pección.55
lo siente. Lo grave hoy día, piensa Miller, no es el he-
cho de que se cometen muchos pecados, sino el que F. J. Heggen habla de la actual "secularización de
no se sienta ya lo serio del pecado.63 la conciencia del pecado" y de la "secularización del
perdón", debidas a la desacralización a que asistimos
J. M. Setién subraya las dificultades de muchos cris- hoy.56 Y E. Schillebeeckx nota que, hasta hace poco,
tianos de hoy para ver las leyes morales como expre- quien había ofendido al prójimo se confesaba y se con-
sión de la voluntad de Dios, y denuncia el hecho de que sideraba ya en regla y que hoy, al contrario, es frecuen-
se encuentran cristianos que distinguen entre pecado- te la convicción de que quien peca contra el prójimo
transgresión de la ley y pecado-ofensa de Dios y priva- se reconcilia con él y ya no necesita "ajustar las paces
ción de su amistad. En el primero no ven ninguna rela- con Dios", ni confesarse.67
ción directa con Dios.53 M. P. Jouguelet piensa que en
la actualidad no se trata de una pérdida del sentido del Anita Róper opina que muchos cristianos de hoy tie-
pecado, sino más bien de una deformación de este sen- nen un sentido profano y ateísta del pecado; por eso
tido, porque los hombres de hoy no logran compagi- no sienten la necesidad de justificarse ante Dios, sino
narlo con el sentido de la falta; ven por todas partes
el pecado, pero no saben cuáles son en concreto los 55
Cf J. O. JOSSUA-D. DULISCOUET-B. D. MARLIANGEAS, Bulle-
pecados que ofenden a Dios.54 Idéntica conclusión se tin de Théologie. Crise et rédécouverte du sacrement de pénitence:
RSPT 52(1968) 119-120.
saca de una serie de encuestas acerca de la confesión 56
F. J. HEGGEN, La penitencia, acontecimiento de salvación.
aplicadas en los últimos años entre católicos de lengua Sigúeme, Salamanca 1969, 42; cf 75-80; C H . MOELLER, El hombre
moderno ante la salvación. Herder, Barcelona 1969, 69-70.
francesa: se sienten pecadores, pero eso equivale para A propósito de una mesa redonda celebrada en Barcelona en
ellos a una actitud global; no saben precisar cuáles son 1967 sobre el tema pecado y antropología, leemos lo siguiente: «Ya
desde el principio se constató un hecho importante: la seculariza-
ción del pecado en amplias zonas de la sociedad. Se valora el pecado
52
J. MILLER, Die Einstellung des Menschen von heute zur contra la humanidad y se menosprecia el pecado contra Dios. Esta
Sünde, 6-7; cf H. BACHT, Die Welt von heute und das Gespür forma laica del pecado se da como un hecho de autenticidad frente
für die Sünde: GL 31(1958) 7-16. al mundo y su promoción, pero que frecuentemente no responde a
63
J. M. SETIÉN, ¿Cómo provocar y fomentar el sentido del ninguna ley objetiva; es un pecado contra una cosa abstracta: la
pecado?: Lumen 13(1964) 198-199. humanidad» (Phase 7(1967)8).
51 57
M. P. JOUGUELET, Le sens du peché, en Les désordres de E. SCHILLEBEECKX, Dios y el hombre, 242; cf A. CHAVASSE,
l'homme. P. Horay, Paris 1960, 52-7 67; ID., Remarques sur la Quelques réflexions sur le sacrement de pénitence, 14-15.
presence du peché et la disparition des peches: LumVie 5(1952) 7-20.
319
318
que más bien están dispuestos a pedirle cuentas de hoy en ciertos medios cristianos en materia sexual, se
que haya tanto mal y tantos fallos y faltas en el mundo, puede considerar como un progreso que la moral cris-
a los que, sí, son muy sensibles.58 tiana haya cesado de centrarlo todo en los excesos de
la carne, para dar mayor espacio a los pecados contra
la caridad.60
d) La actitud del hombre ante el pecado
R. Blomme opina asimismo que asistimos a un es-
tiene elementos positivos clarecimiento y a una maduración del sentido del pecado:
Según varios autores, la actitud del hombre actual Estamos en una crisis de crecimiento que lleva con-
frente al pecado presenta elementos positivos y espe- sigo un debilitamiento pasajero del espíritu, pero una
ranzadores. vez que se haya superado la crisis, retorna el equili-
brio y los valores morales adquieren un nuevo ri-
La disminución del sentido del pecado, decía Daniel- gor.61
Rops, es un hecho manifiesto, pero sería absurdo e
injusto insistir hasta la obsesión sobre esta carencia, Blomme piensa que entre los factores que pueden
sin ver que existen elementos de contrapartida... He- contribuir a la maduración del sentido del pecado hay
mos asistido a una afinación del sentido del pecado que contar la crítica moderna que obliga a purificarlo
en el alma de aquellos en quienes subsiste.69
y a estudiar mejor una serie de problemas relacionados
con la doctrina cristiana acerca del tema. También apun-
Este afinarse del sentido del pecado se manifiesta, ta como positivas, en este sentido purificador, las apor-
según Rops, en la purificación de la fe de las "formas taciones de las modernas ciencias del hombre. Como he-
supersticiosas", en una visión más exacta de la culpa- chos esperanzadores, señala Blomme: la visión positiva
bilidad, en la regresión de un cierto juridicismo moral. de la moral, con el mandamiento del amor en el centro;
Se le ve también la apertura personalista y social de la conciencia moder-
na, y la nueva visión del problema de la responsabilidad,
en lo que podría llamarse el desplazamiento del a partir de un conocimiento más exacto del hombre
eje... Sin querer justificar el laxismo que se observa concreto.83
68
A. ROEPER, Die Siinde im Leben des Menschen: Der grosse
Entschluss 24(1969) 244-246. 60
59
D. ROPSJ Le peché est-il inactuel?, en Monde moderne et 61
D. ROPS, Le peché est-il inactuel?, 25-26.
sens du peché, 25; cf J. F. MCCUE, La penitencia, signo sacramental R. BLOMME, Widerspruch in Freiheit, 42.
62
independiente: Concilium 61(1971) 54. R. BLOMME, Widerspruch in Freiheit, 4246.

320 321
L. Monden opina que, en las últimas décadas, el de responsabilidad en la persona humana,65 lo cual tam-
sentido del pecado no se ha atrofiado, sino más bien bién es positivo.
modificado profundamente. *

Todo parece indicar, dice, que esta modificación,


Esta respuesta al problema planteado no es con-
insertándose en la mutación que se acusa actualmente
en el conjunto de fenómenos humanos, no es síntoma trolada ni controlable, en el sentido técnico de la pa-
de decadencia, sino etapa de maduración de la hu- labra. Tiene, sin embargo, el valor de recoger voces
manidad.63 francesas, belgas, holandesas, alemanas, italianas, ingle-
sas, españolas... Muchos de estos autores son especia-
Abundando en esta misma opinión, J. C. Sagne listas en pastoral del pecado; otros son hombres dedi-
piensa que "lo que se ha perdido no es el sentido del cados a la labor pastoral. Sus juicios tienen sin duda un
pecado, sino un cierto sentido del pecado", concretamen- valor considerable, como descripción de un fenómeno
te el sentido del pecado como transgresión de una prohi- de nuestro tiempo.
bición; y ve en la situación actual aspectos positivos, Estos autores están de acuerdo en afirmar que la
como es la conciencia de culpabilidad que el hombre actitud del hombre actual ante el pecado es diferente
actual suele sofocar. Sagne señala también pautas para de la de épocas pasadas. Todos parecen admitir una
un futuro redescubrimiento del sentido del pecado, en cierta "crisis" del sentido del pecado.
consonancia con los tiempos actuales: reconocimiento de
nuestra responsabilidad colectiva respecto del destino de
la humanidad entera, atención a las exigencias del amor 2. Causas de la "crisis"
y toma de conciencia de la santidad de Dios, que revela del sentido del pecado
nuestra condición de pecadores.64 I. Bertoni afirma asi-
mismo que, unida a la pérdida del sentido del pecado Varios de los autores citados se plantean el problema
que vivimos hoy, se constata un aumento del sentido de las causas de la actitud más bien negativa del hom-
bre de hoy ante el pecado. Las enumeraremos simple-
63
L. MONDEN, Conciencia, libre albedrío y pecado. Herder, mente.
Barcelona 196, 9; B. LERIVRAY, La négation du peché dans le
monde actuel: Evangile, aujourd'hui 54(1967) 21. Existen, en primer lugar, causas externas al cris-
64
J. C. SAGNE, Peché, culpabilité, pénitence, 41-47; cf J. RA- tianismo. La que se señala con mayor frecuencia es la
MOS REGIDOR, II sacramento della penitenza. Riflessione teológica,
biblico-storico-pastorale, alia luce del Vaticano II. LDC Torino
1971, 75, 65
Cf C. TOMASINI: Rivista di teología morale 2(1969) 121.

322 323
ausencia de Dios en el mundo actual. También se apun- vea únicamente como desobediencia a unos mandamien-
ta el culto del hombre que desea ser autónomo, inde- tos absolutos exteriores; el objetivismo, que mira tan
pendiente y libre. Se mencionan igualmente la preocu- sólo a la materialidad del acto exterior, sin tener en
pación excesiva por lo material y por la eficacia, el cuenta la situación real del sujeto; el individualismo y
divorcio entre la Iglesia y el mundo moderno; se nom- el atomismo, "que hacen que el pecado sea raramente
bran, en fin, la sociología y la psicología materialistas presentado como desorden social y como momento en
que rebajan a la persona humana poniendo en tela de una vida concreta... Y también con frecuencia, en la
juicio o negando del todo su libertad y su responsa- línea de una moral de actos, el pecado aparece artificial-
bilidad.66 mente separado de la vida de un sujeto".68
Entre las causas internas al cristianismo se denun- R. Blomme y J. M. Setién subrayan que la teología
cia frecuentemente la presentación defectuosa de la mo- moral, tal como se ha enseñado corrientemente, no ha
ral cristiana, y, más concretamente, del pecado. puesto bastante de relieve el aspecto positivo de la
¿Es necesario, escribe J. Regnier, rechazar toda la vida cristiana, por haberse alejado de la teología dogmá-
responsabilidad de este estado de hecho sobre las tica y de la fe, bíblicamente entendida.69 Se trataba ade-
influencias exteriores al cristianismo? Esto sería dar más según ellos de una moral un tanto extraña a la vida,
un buen ejemplo de transferí de culpabilidad. El modo que parecía un "reglamento", un instrumento de prueba,
en que se presenta corrientemente la noción de pe- más que una guía de vida y una ayuda para la realización
cado puede con frecuencia provocar incomprensiones del hombre cristiano. Una moral, dice J. M. Aubert,
o rebeldías, porque dejamos en la oscuridad ciertos "deshumanizada y legalista", centrada en los manda-
aspectos auténticos que estarían de acuerdo con la mientos, que miraba al confesonario; una moral del
sensibilidad actual, para acentuar otros que se le opo- mínimum, que veía el pecado, ante todo, como trans-
nen.67 gresión de una ley.™ B. Forcano subraya también el
enfoque abstracto y voluntarista de la moral tradicio-
Las "lagunas de nuestra presentación del pecado" nal como factor influyente en la actual crisis del sen-
son, según Regnier: el juridicismo, que hace que se le
66
Cf H. BACHT, Die Welt von heute und das Gespür für
die Sünde, 10-12; P. ANCIAUX, De obnubilatione conscientiae peccatt 68
J. REGNIER, Le sens du peché, 23-24; cf G. M. ORTEGA,
in mente hodierna, 708-711; j . REGNIER, Le sens du peché, 11-25; El pecado y su tratamiento en la teología moral, en El pecado,
J. M. SETIÉN, ¿Cómo provocar y fomentar el sentido del pecado hoy?, misterio de iniquidad, 70-73.
193-211; B. LERIVRAY, ha négation du peché dans le monde actuel, 69
R. BLOMME, Widerspruch in Freiheit, 36-38; J. M. SETIÉN,
14-20; M. ADAM, Le sentiment du peché, 9-11; J. C. SAGNE, Peché, ¿Cómo provocar y fomentar el sentido del pecado hoy?, 201-203.
culpahilité, pénitence, 36-41. 70
J. M. AUBERT, Pour une rédécouverte du sens du peché,
67
J. REGNIER, Le sens du peché, 23. 12-14.
324 325
tido del pecado.71 Otra causa denunciada con relativa fre-
Será ciertamente necesario lograr una presentación
cuencia es la desconexión entre la teología moral y la del mensaje cristiano comprensible para el hombre de
vida, sobre todo al hablar del pecado.™ hoy. Lo cual es, sin duda alguna, posible, pues
J. M. Aubert señala como causa del actual retroce-
so del sentido del pecado la crisis de autoridad que si el mensaje de Cristo es válido para todos los tiem-
existe hoy en la Iglesia. Después de siglos de una visión pos, debe ser también posible hacerlo asequible a to-
bastante dominadora y absolutista de la autoridad, se das las épocas. Por consiguiente, nuestro tiempo debe
ha pasado —sobre todo a partir del Vaticano I I — a también poder reencontrar el sentido de la realidad y
de la naturaleza del pecado.75
un concepto más democrático y colegial de la misma.
Este cambio, junto con otros cambios que se han dado
en el campo doctrinal, en la liturgia, ecumenismo, etc., H. Bacht invita a preguntarse si el alejamiento de
nuestra predicación respecto del Antiguo Testamento
han contribuido a un desprestigio de la autoridad de la
no habrá contribuido de forma decisiva al debilitamien-
Iglesia y a un descrédito de su doctrina acerca del pe-
to del sentido del pecado entre los cristianos.76
cado.73
En general, los autores se muestran optimistas en
relación con la renovación del sentido del pecado, siem- 3. A modo de juicio valorativo
pre que se presente el cristianismo tal como es.
La cuestión de si el hombre actual posee o no sen-
En la medida en que los cristianos de hoy reencuen- tido del pecado es compleja en extremo. Se trata de una
tren el sentido de una amplia llamada a las exigen- vivencia personal, íntima, que depende de factores per-
cias de la caridad cristiana, no hay duda de que en- sonales y ambientales y cuya realidad profunda no es
cuentran igualmente un auténtico sentido del pecado, fácil deducir con exactitud de unas manifestaciones ex-
en la línea de la revelación profética y evangélica.74 ternas. Todo esto lleva a la conclusión de que no se
71
puede responder al problema planteado con un sí o un
B. FORCANO, Caminos nuevos de la moral, 144-146.
73
P. MATUSSEK, profesor de psiquiatría y neurología en la no, ni pretender resolverlo en bloque con una respues-
universidad de Munich, afirma que con frecuencia ha encontrado ta única. Habrá que distinguir ambientes, grupos, eda-
en pacientes católicos una concepción de la moral y del pecado des, individuos. Y contentarse con una respuesta apro-
exterior, legalista, abstracta, sin contacto con la vida. Cf R. EGEN-
TER-P. MATUSSEK, Moral y psicoterapia. Sigúeme, Salamanca 1965,
102-122. 75
73 A. LIÉGÉ, Vivre en chrétien, 90.
Cf J. M. AUBERT, Pour une rédécouverte du sens du 76
peché, 14-16. H. BACHT, Die Welt von heute und das Gespür für die
74
J. M. AUBERT, Pour une rédécouverte du sens du peché, 15. Sünde, 13.

326 327
ximativa. El planteamiento general que hacemos aquí la catequesis suelen insistir en este aspecto mucho más
y este abanico de opiniones que recogemos pretende que hace unos años.
precisamente sensibilizar al tema e invitar a darle una
respuesta concreta desde el ambiente real en que cada Si nos referimos al pecado como categoría religio-
uno se encuentra. sa, es decir, al verdadero ser del pecado, se advierte
en muchos cristianos una visión profunda e integral
Es posible, sin embargo, a través del contacto hu- del mismo, que tiene en cuenta sus diferentes aspectos
mano y de una serie de manifestaciones de la vida diaria y que lo toma verdaderamente en serio. Entre estos
(actitudes, criterios, escala de valores, modos de hablar creyentes se nota también un desplazamiento del én-
y de actuar, prácticas religiosas, etc.), llegar a entrever fasis que pasa de los pecados aislados a las actitudes
la actitud que los hombres adoptan respecto del pecado, y disposiciones profundas de la persona, así como el
o al menos de ciertos pecados; es decir, si tienen o despertar de una concepción realista y concreta de las
no sentido del mismo, o qué aspectos toman en serio manifestaciones del pecado en sus vidas.
y cuáles les tienen sin cuidado.
Al lado de estas minorías, se ven grandes sectores
En términos generales, parece que el hombre actual de nuestra sociedad insensibles al pecado como catego-
tiene conciencia bastante clara de su condición de miem- ría religiosa. Incluso quienes acusan sensibilidad a la
bro de la sociedad y se siente más solidario que en repercusión social del comportamiento humano, suelen
épocas anteriores. Esto le lleva a captar mejor los pro- quedarse en esa dimensión horizontal, sin referencia
blemas sociales y la repercusión de sus actos en la so- alguna a Dios. A esta visión unilateral del pecado alude
ciedad de la que forma parte. Esta apertura social le el Vaticano II cuando manda que en la catequesis se-
capacita también para reconocer los pecados de tipo so- inculque a los fieles, "junto con las consecuencias so-
cial y sus consecuencias.77 De hecho se va notando pau- ciales del pecado, la naturaleza propia de la penitencia,
latinamente y en minorías un despertar a la dimensión que detesta el pecado en cuanto es ofensa de Dios".78
social y eclesial del pecado personal. La predicación y
Gran parte de los bautizados no tienen sentido del
77
Un pequeño indicio de este despertar de la conciencia Dios personal que interpela al hombre; viven absortos
social del pecado son tres recortes de periódico que tengo a mano, en sus quehaceres, entretenidos con las enormes posibi-
recogidos casualmente, que denuncian la presencia y los defectos
del pecado en nuestra sociedad. Me refiero a Cuaresma: El pecado lidades de "diversión" con que cuenta nuestra sociedad,
en nuestra sociedad, de J. HERNÁNDEZ: La verdad, de Murcia, 10. y sin cultivar apenas nada o nada en absoluto su vida
11.1970; La dimensión social del pecado, de J. Ma. CASTROVIEJO:
ABC 28.2.1970, 18; y a Los pecados sociales, de SERTORIO: Pueblo, interior y su relación personal con Dios. Sus criterios
de Madrid (no conservo la fecha), comentando la carta pastoral de
Mons. CIRARDA, ante la cuaresma de 1971. 78
SC 109 b.
328 329
A crear esta situación han contribuido, entre otros,
son necesariamente impersonales; viven a merced de
estos factores: en primer lugar, el ambiente secular de
lo que oyen, ven, leen. En estas condiciones no es po-
sible tener sentido del pecado. Se darán cuenta de al- nuestra sociedad no es a propósito para tener sentido
guna que otra falta, pero no tendrán el sentido del del pecado. Antes, había una serie de factores en la
pecado, pues éste sólo se da ante Dios, y es índice de misma vida social que facilitaban la conciencia de pe-
la vida de fe del individuo. cado: mentalidad fundamentalmente cristiana, prácticas
religiosas que podían ser una llamada a la conciencia
Es cierto que abunda en la sociedad actual el sen- personal, costumbres más uniformes que denunciaban
timiento de culpabilidad. Este es un dato positivo. Pero cualquier conducta chocante, etc. Hoy día sucede lo
suele ser una culpabilidad latente, desdibujada. Con fre- contrario. Ese mundo religioso, esa sociedad "cristia-
cuencia el hombre se siente culpable, pero casi nunca na", ya no existen. Somos, en cambio, testigos y qui-
"ante Dios". Y aun quienes se reconocen culpables ante zá víctimas de un ambiente y de unas presiones y con-
Dios suelen tener dificultades a la hora de identificar dicionamientos sociales que trabajan en sentido contra-
sus propios pecados. Suelen pensar automáticamente rio, a veces muy veladamente. En lo referente al com-
en la no asistencia a misa, en determinadas faltas contra portamiento de individos y de grupos se da una enor-
el sexto mandamiento, en la blasfemia, y en alguna que me libertad y hasta libertinaje, de suerte que parece
otra falta, pero sin que su examen de conciencia abar- como si cualquier conducta estuviese permitida.
que todos los sectores de su vida.
En el ambiente secular, Dios y lo religioso están
Podemos decir que en minorías de cristianos se
ausentes. Se vive fácilmente al margen de ellos y con
advierte un despertar del sentido integral y profundo
criterios a-religiosos, cuando no perfectamente opues-
del pecado que quizá no abundase hace unos años, cuan-
tos a la religión y a Dios. En estas condiciones, quien
do predominaba la vivencia individualista de la fe. La
no tenga una buena formación cristiana y unas convic-
generalidad de los creyentes parece que efectivamente
está pasando por una crisis del sentido del pecado. Mu- ciones a toda prueba, se dejará llevar por el ambiente y
chos tienen la impresión de que " eso del pecado es cosa perderá su contacto con Dios y su fe cristiana. Y éste
de antes", y de que mucho de lo que aprendieron sobre es el caso de la mayoría de nuestros cristianos, acos-
el tema ya no sirve. Se encuentran desorientados. Otros tumbrados a vivir un cristianismo social, tradicional,
se desentienden del tema, como cosa desagradable, y con pocos recursos personales. Quien no mantiene una
procuran olvidarlo. Otros conservan un sentido del pe- fe viva y existencial, no puede conservar el sentido
cado de carácter individualista y muy "actualista" y cen- del pecado. Este está en relación directa con la inten-
trado en uno o dos puntos del mensaje moral cristiano. sidad de la vivencia del cristianismo.

330 331
La misma "práctica de la confesión" debe contarse
Por otra parte, la introspección y la retrospección también entre los factores de la actual crisis del sen-
resultan siempre difíciles, y el reconocer los propios tido del pecado. Porque, paradójicamente, esa prácti-
pecados es molesto a nuestro egoísmo y opuesto a la ca común y usual del sacramento de la penitencia ha
tendencia a la facilidad y a la comodidad que predo- contribuido a falsificar y a bagatelizar la visión cris-
minan hoy. Todo esto contribuye a la pérdida del sen- tiana del pecado. En efecto, el sacramento de la peni-
tido del pecado. tencia ha venido a ser generalmente una enumeración
También influye el desprestigio de la doctrina ca- de pecados que terminaban con la absolución. La con-
tólica sobre el mismo. El hombre actual, propenso a fesión de pecados, en su materialidad, pasó a ser lo
la crítica, encuentra inaceptables una serie de elemen- verdaderamente importante en el sacramento y lo que
tos de la predicación y de la catequesis acerca del pe- le daba la impronta, aunque de algún modo se debie-
cado. Le parece una doctrina abstracta, artificial, des- sen tener en cuenta "las cinco cosas" de que habla el
carnada, cuando no pueril, y sin contacto con la vida; catecismo.
poco en consecuencia con los conocimientos actuales de Y esa enumeración de pecados se hacía con fre-
la psicología y con el modo de ser, de pensar y de vi- cuencia a base de listas —hechas por eclesiásticos ge-
vir de los hombres de hoy. El mismo lenguaje "ecle- neralmente— que uno repetía desde niño, en las que
siástico" le resulta en gran parte incomprensible; le ocupaban un lugar destacado las mentiras, las palabras
parece trasnochado. Quizá hayamos hablado demasia- groseras, la no-asistencia a misa —también la involun-
do del pecado, pero con visión poco positiva del mis- taria—, la transgresión —consciente o inconsciente—
mo, sin encuadrarlo en el proceso vital, concreto y di- del precepto de abstinencia, los malos pensamientos
námico del existir cristiano, cayendo así en descrédito —consentidos o no—, etc. Es decir, que se trata, en
el mensaje evangélico. Muchos de los manuales de teo- muchos casos al menos, de una confesión artificial, que
logía moral en uso aún en este siglo dan fe de esto. no es manifestación seria de una actitud de conversión,
Solían tratar el tema del pecado mirando a la confe- ni descripción de una situación concreta de pecado. Re-
sión, a una confesión que era ante todo y casi única- fleja más bien una visión muy imperfecta de éste. Lo
mente la enumeración pormenorizada de todos los pe- decisivo en estos módulos de confesión son "los peca-
cados cometidos, graves o leves, y la "sentencia" abso- dos" que hay que decir para que "se borren con la ab-
lutoria del confesor. La visión del pecado de esos ma- solución"; no se mira a'la trayectoria de la persona,
nuales era necesariamente legalista, abstracta, atomiza- a sus actitudes determinantes.
da, esquelética, y lógicamente tenía que caer en des-
prestigio. El hecho de que los "módulos" de confesión sue-

333
332
cular y que está motivado también, en el caso de mu-
len ser los que usábamos de pequeños y que luego no chos cristianos, por ciertos cambios introducidos re-
se renovaron a base de catequesis de adultos sobre el cientemente por la Iglesia en cosas que antes se con-
pecado y la conversión, contribuye a que para muchos sideraban intocables, como el ayuno eucarístico, la abs-
cristianos las palabras pecado y confesión evoquen una tinencia y el ayuno, los cambios en la liturgia, la posi-
visión infantil de los mismos, que a una persona mayor bilidad de cumplir de víspera el precepto de oir misa
necesariamente tiene que parecer inadmisible. La reduc- los domingos y días festivos, etcétera. Este paso de la
ción de la celebración de la penitencia a esta única for- situación anterior, estática y fixista, al estilo actual, más
ma sacramental individual ha contribuido también a la abierto y flexible, ha contribuido en siglos anteriores a
permanencia —en los creyentes— de esa visión infan- desacreditar la autoridad de la Iglesia ante muchos ca-
til del pecado y del sacramento de la penitencia. La tólicos, e indirectamente a crear cierta desconfianza res-
celebración comunitaria hubiera ayudado a formar la pecto de lo que se les había enseñado acerca del pecado.
conciencia de los creyentes y a renovar en ellos el sen-
tido del pecado. Otra causa de la pérdida del sentido del pecado
como categoría religiosa parece ser la poca cabida que
Otro factor importante en la carencia del sentido se da actualmente a este tema en la predicación y en
del pecado en muchos cristianos es el olvido casi total la catequesis. En este punto hemos pasado de un ex-
en que hemos tenido el tema bíblico de la conversión, tremo al otro. Hace años se hablaba frecuentísimamen-
y de la dimensión penitencial de la vida cristiana. La te del pecado, quizá en exceso, hasta el punto de que
doctrina sobre el pecado y la misma celebración del el ideal cristiano parecía consistir en luchar contra el
sacramento de la penitencia, desligada de este tema de pecado, más que en vivir para Dios, respondiendo a
la conversión, centra lógicamente la atención en la mate- su amor personal; y la moral cristiana parecía una mo-
rialidad de los actos y en la "confesión". Y fácilmente ral de pecados y de confesonario.
lleva a una visión del sacramento como lavado mágico
o como requisito previo a la comunión; concepciones Hoy apenas se habla del pecado. Se le considera
ambas muy corrientes. Y este modo de celebrar el sa- tema desagradable y demasiado negativo, propio de
cramento de la penitencia crea paulatinamente un sen- tiempos de "subdesarrollo cristiano". Se prefiere ha-
tido juridicista y detallista del pecado que necesaria- blar de otras cuestiones "más vitales". En ejercicios
mente cae en descrédito. espirituales, misiones populares, convivencias, retiros,
suele evitarse el tema del pecado y de los novísimos,
El retroceso del sentido del pecado está asimismo para "no impresionar a la gente". Si se toca, suele ser
en relación con el actual descrédito de la autoridad de para decir que hay mucho que revisar en ese punto,
la Iglesia. Descrédito que va unido a la mentalidad se-
335
334
que eso del infierno no puede ser como se decía, que
está todo en el aire, etc., pero no suele hacerse una 8
exposición seria y actual del mismo, a base de las fuen-
tes de la revelación y de los datos de la moderna an- ¿Cómo hablar del pecado
tropología. Quizá los llamados a ser educadores de la
fe, seamos los primeros que necesitemos renovar nues-
tra visión del pecado. Este parece ser el más importan-
a los hombres de hoy?
te de los factores apuntados.
En síntesis: el sentido del pecado pasa hoy por una
crisis. Una crisis lógica, si tenemos en cuenta que vivi-
mos en un mundo nuevo y esto influye necesaria-
mente en la vivencia de la fe cristiana y en la actitud
de los hombres ante el pecado. Al hombre nuevo co-
rresponde una visión renovada de la fe y del pecado.
Además, el mundo y el hombre actuales tienen elemen-
tos muy positivos para la educación del sentido del
pecado. Esta crisis no debe sorprendernos, pero sí he-
mos de tomarla en consideración, pues plantea un pro-
El redescubrimiento del sentido del pecado es
blema pastoral de envergadura y exige de la teología una de las tareas más importantes actualmente
y de la Iglesia un esfuerzo para reeducar el sentido del para la Iglesia (J. M. AUBERT).
pecado en nuestros contemporáneos, a la luz de la re-
velación y en consonancia con el modo de ser del hom-
bre actual. En el capítulo siguiente haremos algunas Es un problema difícil de resolver, y su dificultad
reflexiones acerca de la educación del sentido del pe- radica, ante todo, en el carácter misterioso del pecado
cado en nuestros días. y del comportamiento humano. Pero hay circunstan-
cias externas que lo complican aún más. En efecto, el
mundo actual, configurado por la ciencia y la técnica,
se siente autosuficiente y tiende a encerrarse en sí mis-
mo. Y el hombre de hoy se sabe "de este mundo" y
quiere vivir, actuar, realizarse autónomamente. Su nor-
ma de conducta es la realización concreta y objetiva
336 337
de la libertad en la historia. Para él el bien consiste te que hablar del pecado. Pero también es evidente
en realizar la libertad en los objetos del mundo; obrar que, si no logramos conectar el mensaje cristiano acer-
mal equivale a sustraerse a la propia tarea o fracasar ca del pecado con la experiencia y la vida diaria de
en ella.1 nuestros contemporáneos, dicho mensaje les resultará
Este mundo no admite realidad alguna fuera de él, extraño e increíble.
ni sobre él; vive desconectado de la trascendencia, y Se impone, pues, una hermenéutica del pecado que
Dios le resulta extraño, porque en el horizonte de la parte de la articulación de la experiencia de Dios, es
ciencia, de la técnica y de la ética no entra el factor decir, de la superación del divorcio imaginado entre
Dios. La experiencia del mundo y del hombre no re- la fe y la vida diaria de los hombres de hoy. Dicha
mite hoy a Dios. La teología, la fe, la Iglesia son vis- hermenéutica deberá surgir en contacto con los hom-
tas como realidades "de otro mundo", y conceptos como bres y con el mensaje revelado. Pero hoy está sin hacer.
gracia, pecado, redención, salvación, parecen totalmen- Los teólogos de la secularización han aportado algunos
te irreales a nuestros contemporáneos. En una palabra, elementos válidos para ella.3 Y tanto en la predicación
la civilización actual, científico-técnica, no admite ver- y catequesis, como en la reflexión teológica, se advier-
dades que son indispensables para que exista el senti- te actualmente un esfuerzo por hacer asequible al hom-
do del pecado. Admite sí el mal ético, pero no el mal bre de hoy el mensaje cristiano y, en algunos casos, el
moral y menos todavía el pecado. tema del pecado. Esta es también nuestra intención.
Queremos dar unas orientaciones sobre el modo que
Nuestros contemporáneos ven la palabra de Dios creemos más apto de hablar hoy del pecado, teniendo
y la realidad mundana, o mejor, la fe y su vida diaria en cuenta los elementos bíblicos recogidos en la prime-
como dos mundos desconectados, y el mundo de la fe ra parte y los datos socio-antropológicos de que habla-
y de Dios les resulta cada vez más lejano y más irreal, mos en el capítulo anterior.
y van paulatinamente desentendiéndose de él. ¿Cómo
hablar, entonces, del pecado hoy? No pretendemos elaborar ningún esquema detalla-
do de catequesis, charlas, celebraciones de la palabra,
Es evidente que la Iglesia debe continuar predi-
etcétera, sobre el pecado. Vamos a apuntar unos prin-
cando el evangelio aun en este mundo secularizado; y cipios orientadores. Dado que este estudio no se dirige
quien predica el evangelio de Cristo tiene necesariamen- en concreto a ningún grupo determinado de cristia-
1 3
En esta descripción seguimos de cerca el estudio de J. M. Entre ellos merecen especial mención D. Bonhóffer y J. A.
POHIER, La hermenéutica del pecado ante la ciencia, la técnica y la T. Robinson. Cf C. VAN OUWERKERK, Secularidad y ética cristiana:
ética: Concilium 56(1970) 411-424. Concilium 25(1967) 274-312.

338 339
nos, procuraremos que las normas aquí señaladas sean
cadamente moralizantes corren más bien peligro de
válidas para cualquier clase de oyentes y para las di- sofocar el sentido del pecado, provocando reflejos
versas acciones pastorales que pueden contribuir más falsamente liberadores.8
directamente a la educación del sentido del pecado: ca-
tcquesis, predicación, relación pastoral, dirección espi- Esta observación de Vincent es exacta. El tema del
ritual, administración del sacramento de la penitencia, pecado no constituye un sector aparte dentro del men-
etcétera. saje cristiano. Para comprenderlo en profundidad es in-
dispensable encuadrarlo dentro del todo de la revela-
Hablaremos, primero, de lo que llamamos las "coor-
ción y de la fe.
denadas del pecado". A continuación, veremos cuál es
la naturaleza de éste. Dada la dificultad que encuentran La misma índole relacional del pecado, situada en-
hoy muchos cristianos para reconocerse pecadores e tre Dios y el hombre, deja entrever que para compren-
identificar sus propias culpas, haremos después unas derlo es indispensable conocer a Dios y al hombre, des-
reflexiones acerca de nuestra condición de pecadores cubrir sus mutuas relaciones, ver cuál debe ser la tra-
y de las manifestaciones del pecado en nuestras vidas. yectoria de la vida humana, según los planes de Dios.
Diremos también algo acerca del modo de enjuiciar los Como observa D. Mathieu, la calidad de la catequesis
pecados, y finalmente subrayaremos los rasgos que, a sobre Dios, sobre su bondad, su fidelidad y su alianza
nuestro juicio, deberán caracterizar hoy la presentación determina el valor de la catequesis acerca del pecado.
del pecado. El sentido del pecado depende del sentido de Dios, del
hombre y de sus recíprocas relaciones.4
Por esta razón creemos indispensable, antes de ha-
blar directamente del pecado, señalar sus coordenadas,
I. LAS COORDENADAS DEL PECADO o sea el contexto en que éste aparece. Veremos que:
1. Dios llama al hombre a la existencia para que sea
su amigo y compañero; 2. El hombre está destinado
Si nuestros jóvenes, escribe Fr. Vincent, sufren ac- a ser colaborador de Dios en el mundo; 3. Dios señala
tualmente una obliteración del sentido del pecado, no al hombre el camino de la vida (la ley).
vayamos a concluir demasiado precipitadamente que
la enfermedad será fácilmente eliminada con la admi- 3
FR. VINCENT, Pédagogie du sens du peché: Catéchistes 15
nistración a grandes dosis de catequesis suplementarias (1953) 192.
4
sobre el pecado, sus especies y sus consecuencias. Se- Cf D. MATHIEU, La demarche pénitentielle. Attalyse et appli-
paradas de su raíz nutritiva, tales consideraciones mar- cations concretes: VérVie. ser. 85(1969/70) n. 616, 8-9.

340 341
Con esto pretendemos aclarar las relaciones entre creado significa al mismo tiempo ser querido por Dios,
Dios y el hombre, entre el hombre y el mundo, entre ser regalado por él, ser pensado por su bondad".5
la dignidad humana y la religión, entre la libertad del
hombre y la ley. Se trata de cuestiones fundamentales Si el hombre pretende, a veces, prescindir de Dios
que parecen haberse vuelto oscuras para el hombre ac- y lo mira como un adversario que desea dominarlo e
tual. Es necesario, por consiguiente, tratar de aclararlas impedir que se realice y que adquiera su plena perso-
antes de presentar el pecado. Aquí lo haremos bre- nalidad, es porque no ha comprendido el hecho de la
vemente; para más amplia información, remitimos a creación. Ser creado significa, por una parte, que al
los capítulos primero y segundo. hombre se le ha dado su propio ser, pero, por otra
parte, y al mismo tiempo, que Dios no es "otro" al lado
del hombre, sino simplemente la fuente de su ser, más
1. Dios llama al hombre próximo a él que él mismo.6 Lo creado sale del creador
a la existencia para que sea y permanece en él.
su amigo y compañero
Ser creatura, escribe H. Schlier, es ser de Dios, por
Dios, en Dios, para Dios y de Dios; Dios es fuente,
El hombre actual busca con impaciencia el sentido razón, fuerza, sentido y fin de la existencia. Tal es
de su vida y de su destino, y frecuentemente no logra el hombre en una existencia iluminada por la palabra
comprenderse. Sin duda, porque no pide respuesta al de Dios.7
único que puede dársela, pues es él quien lo llamó a
la existencia. Solamente a la luz de la palabra de Dios El creador es lo contrario de un adversario para la
puede el hombre adquirir conciencia de sí mismo. ¿Qué creatura. Tampoco es un ser "de otro mundo", irreal,
es el hombre según la biblia?
6
L. SCHEFFCZYK, El hombre actual ante la imagen bíblica
del hombre, 41.
6
Cf R. GUARDINI, Mundo y persona, 59-60; «Tu autem eras
a) El hombre es una criatura de Dios intimior intimo meo, et superior summo meo» (S. AGUSTÍN, Confes-
siones, 2, XI, 11: PL 32, 688).
7
H. SCHLIER, Le temps de l'Eglise. Casterman, Tournai 1961,
La biblia presenta al hombre como criatura de Dios. 203. Es evidente que en la exposición del dogma de la creación se
habrán de tener en cuenta las diferentes interpretaciones actuales
Si existe, es porque Dios lo creó. Ahora bien, la crea- del modo de la creación y las características de los oyentes. En
ción es fruto de una iniciativa divina; es gracia de cualquier caso, para quien admite el dogma, estas afirmaciones
acerca del ser del hombre y de sus relaciones con Dios conservan
Dios. La existencia del hombre es don de Dios: "ser su valor.

342 343
desconectado de la realidad mundana. Es necesario que c) En la amistad con Dios
el hombre actual se convenza de esto. Y eso es tarea encuentra el hombre la felicidad
urgente para la pastoral. P. Babin escribe a este propó-
sito: La existencia humana encuentra su fin y su plenitud
en la amistad con el creador. Toda la biblia destaca la
Establecer el ser de Dios como necesario para la relación entre la amistad con Dios y el bienestar del
existencia del hombre, para su grandeza y para su hombre. Después de la creación, todo era bueno; todo
desenvolvimiento, debe constituir una de las mayo- estaba en orden y en paz; el hombre dominaba la
res preocupaciones de la catequesis en nuestro tiempo naturaleza en nombre de Dios y era feliz. El yavista
de exasperación subjetiva. Desdichados nosotros si muestra que el pecado fue causa de desorden, de lucha
Dios aparece como una particularidad facultativa o y de desgracia para los hombres y para toda la creación
como una vaga respuesta a las necesidades de los (Gen 3). Al alejarse de Dios, el hombre se destruye a
hombres.8
sí mismo, pierde la luz que podía iluminar su vida y
darle sentido.
b) El hombre fue llamado por Dios El hombre actual, a pesar de la abundancia de bie-
para ser su amigo y compañero nes materiales y del dominio de la naturaleza, no es
feliz; su estado psicológico es con frecuencia una mez-
El hombre es imagen y semejanza de Dios (Gen 1, cla de desesperación, aburrimiento, absurdo, cansancio,
26-27). Fue creado como persona para ser el "tú" de inquietud, miedo; 9 da la impresión de que ha perdido
Dios. Y debe dialogar con Dios dominando todas las el sentido de su destino. ¿No será por haber mutilado
cosas creadas, puestas a su disposición. Nació para ser su figura de hombre negándole la dimensión religiosa?
dueño y señor de todo lo creado. No es esclavo de Dios, Las críticas que se formulan contra la actual sociedad
sino amigo y compañero. Los dos primeros capítulos de consumo son distintas modalidades de una rebelión
del Génesis reflejan perfectamente esta vocación. A su 9
Cf J. DANKERMAN, Chrétiens d'aujourd'hui, 1. L'Appel de
luz y a la de toda la biblia, es evidente que Dios no se Dieu. Salvator, París 1966, 36-37; A. AUER, Grundkrafte der christ-
opone al crecimiento del hombre y que el progreso y lichen Existenz, en Interpretation del Welt. Echter, Würzburg
1965, 187-188; A. TAUTSCHER, Die religiose Situation und die
el dominio del mundo son necesarios para que el hom- Seelsorge von heute: Theologischpraktische Quartalschrift 111(1963)
bre realice mejor su vocación de amigo y socio de Dios. 10; J. M. SETIÉN, ¿Cómo provocar y fomentar el sentido del pecado,
hoy?: Lumen 13(1964) 193-211; 304-326; F. WULF, Hat der heutige
Mensch noch ein Verlangen nach Erlosung?: GL 42(1969) 162.
Habla el autor de una pérdida de identidad por parte del hombre
8 actual. Este es su verdadero y más profundo sufrimiento.
P. BABIN, LOS jóvenes y la fe. Herder, Barcelona 1962, 236.

344 345
damento divino y esa esperanza de la vida eterna,
contra el intento de reducir el horizonte humano a los la dignidad humana sufre lesiones gravísimas —es
bienes materiales, sin una apertura hacia otros valores lo que hoy sucede con frecuencia—, y los enigmas
que puedan satisfacer al hombre, dándole una razón de la vida y de la muerte, de la culpa y del dolor,
para vivir. La sociedad de consumo, cerrada a la tras- quedan sin solucionar, llevando no raramente al hom-
bre a la desesperación.11
cendencia, desemboca en el sin-sentido del existir. Esta
experiencia actual de insatisfacción, así como la concien-
cia de inseguridad que siente el hombre de hoy, son Como dice A. Vergote, "la integración religiosa de
válidas como punto de partida para apertura a la tras- la persona realiza una pacificación de todo el ser sobre
cendencia y a una visión integral del hombre; 10 y para un fondo de dolor aceptado. En una palabra, es pleni-
hacer ver que sólo en amistad con Dios puede el hom- tud en la ausencia, unión sin confusión, divinización
bre sentirse feliz, porque únicamente frente al "tú" de en la humildad".13 Dicho de otra forma, "la religión es
Dios encuentra él su yo. Reconocer a Dios no es reba- un acto de humildad en el consentimiento a la verdad
jarse, sino todo lo contrario: sobre sí mismo" 13 o, según la expresión de Uleyn, " en
la actitud de adoración el hombre llega a la verdad,
La Iglesia afirma que el reconocimiento de Dios no se encuentra literalmente en su lugar de creatura que
se opone en modo alguno a la dignidad humana, ya vive por Dios y para Dios".14
que esta dignidad tiene en el mismo Dios su funda-
Decir que Dios no sirve para nada, que no hay lu-
mento y perfección... El hombre es llamado, como
hijo, a la unión con Dios y a la participación de su gar para él en el mundo actual, que es necesario negar
felicidad... Cuando, por el contrario, faltan ese fun- su existencia para comprender al hombre y para que
éste sea él mismo, sólo es posible cuando se habla de
10
«La crisis actual tiene a su favor el habernos recordado 11
que el hombre no es solamente un ser que tiene necesidades, sino GS 21.
12
también deseos y tendencia hacia otra cosa distinta» (C. GEFFRÉ, A. VERGOTE, Psicología religiosa. Taurus, Madrid 1969, 314.
La vida religiosa en una época secularizada: Concilium 49(1969) «La 13fe es un sufrimiento, una pasión»; Ibid.
409; cf Ibid., 404-416; R. REMOND, La crisis espiritual en la lla- A. VERGOTE, Psicología religiosa, 311.
M
mada sociedad de consumo: Ibid., 431-442. Acerca de la conciencia A. ULEYN, Actualité de la fonction prophétique, 30. Es
de inseguridad que experimenta el hombre actual, sobre todo al frecuente hoy día encontrar quienes piensan que la actitud religiosa
verse impotente ante la muerte, observa K. RAHNER que «el mundo empequeñece al hombre moderno y que es indigna de él y, por
del hombre sigue hoy siendo en el fondo oscuro e indisponible consiguiente, que debe desecharse como impropia de personas adul-
en su futuro» (El hombre actual y la religión, en Escritos de tas. A este propósito, dice K. RAHNER: «Si un hombre experimen-
teología, 6, 24). Esta experiencia de indisponibilidad sobre el tase la impresión acongojante de que su hodiernidad le hace a-reli-
mundo y sobre sí mismo, de estar abocado al misterio que lo giosus, tendría que preguntarse por de pronto si ya antes no era
supera y que va a recibirlo, debe ayudar al hombre actual a demasiado poco hombre, demasiado manager..., un hombre que
abrirse al Dios trascendente, totalmente otro, que es precisamente sólo quiere hacer una cosa» (El hombre actual y la religión, 17).
su futuro y su plenitud.
347
346
un Dios que no es el de la biblia y cuando se deja de mana en el mundo, como una co-creación con Dios, de
lado la experiencia de absurdo tan extendida en el mun- cualquier tipo que sea dicha actividad, siempre que sea
do actual, refractario a la trascendencia. "humana".
A la luz de la biblia, el progreso de la ciencia y de
la técnica debe ser considerado como co-creación divino-
2. El hombre está destinado humana. El gusto de nuestros contemporáneos por la
a ser colaborador de Dios en el mundo acción es una característica del hombre bíblico. La fe no
dispensa del trabajo, sino al contrario, estimula a la
El primer capítulo del Génesis presenta al hombre acción para mejorar el mundo y da a la actividad hu-
como centro y señor de la creación. Dios mismo le mana su verdadero sentido. El Concilio Vaticano II
asigna su cometido: llenar la tierra, someterla y domi- tiene textos muy claros sobre esto.15
narla con todas las criaturas (Gen 1, 26,28). El yavista
expresa así esta misión del hombre: "Y Yavé Dios
formó del suelo todos los animales del campo y todas b) La actividad humana
las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para ver es un servicio de Dios.
cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese Y el mundo es el lugar
el nombre que el hombre le diera" (Gen 2, 19). Impo- del encuentro con Dios
nerles nombre era afirmarse señor y dueño de todo, en
sumisión a Dios. Todo es del hombre y éste pertenece Porque proviene de la voluntad de Dios, el mun-
aDios(cf 1 Cor 3,23). do, más que naturaleza, es "creación", es decir, obra
del amor divino. Esto significa que no puede separar-
se de Dios. Perdería su sentido. Como creación, perma-
a) La actividad humana nece en el creador y éste, a su vez, está presente en él.
es colaboración con Dios En efecto, el Dios de la biblia es un Dios presente en
el mundo y en la historia. Hay quienes intentan hoy
El hombre debe ser colaborador con Dios en la rea- crear un mundo sin Dios, donde la fe y la religión no
lización histórica de los propósitos divinos con respec- tengan cabida ni sentido. La inconsistencia de tal inten-
to al mundo. Hoy se considera la creación, no como to es evidente, pues el mundo, como creación que es,
un acto aislado, sino de forma progresiva, como un remite a su creador.
proceso continuo, ininterrumpido. En este proceso
15
creador divino-humano hay que situar la actividad hu- GS 21.34.43.57.

348 349
sin por ello absorberlos, y el compromiso humano debe
En este mundo coloca Dios al hombre para que ser la puesta en práctica de la actitud religiosa, sin ja-
colabore con él. Por consiguiente, la vida humana en
más agotarla".17 La fe en Dios es envío al mundo y el
la tierra es constitutivamente una vida ante Dios, esen-
servicio al mundo es colaboración con Dios. Importa
cialmente referida a él, es decir religiosa. Y la vocación
mucho desde el punto de vista pastoral, y concreta-
del hombre a realizar la propia libertad en el mundo
mente para comprender y saber situar el pecado, des-
se articula e integra dentro del plan del creador y puede
cubrir la dimensión religiosa de la existencia en el mun-
incluso decirse que es prolongación y realización de
do y comprender que toda forma "humana" de vida es
la libertad misma de Dios.
vocación de Dios.
El hombre deberá pasar su vida "en un doble ser-
vicio: al mundo para Dios, y a Dios para el mundo. La
unidad del servicio al mundo y del servicio a Dios eleva 3. Dios señala al hombre
al hombre a la dignidad de la libertad real".16 El es el el camino de la vida: la ley
intermediario entre Dios y las criaturas. Por medio de
él todas deben retornar a Dios. Su obra debe ser un El destino del hombre es la vida en amistad con
esfuerzo para conducir hacia Dios ese mundo que, por Dios. ¿Cómo deberá vivir esa vida, qué camino habrá
naturaleza, ya está en marcha hacia él. de seguir? El hecho de la creación lleva a pensar que
Si muchos de nuestros contemporáneos no saben es al creador a quien corresponde indicarlo, puesto que
cómo integrar sus compromisos temporales en la acti- él mismo dio a todas las criaturas sus leyes, inscritas
tud religiosa y creen ver un divorcio entre su fe y su en la naturaleza cada una. Lógicamente, el hombre se
vida cotidiana, es porque no han logrado conectar la realizará cumpliendo la voluntad de Dios sobre él. Y
acción del hombre con la acción de Dios en el mundo esta voluntad se expresa en la ley divina.
creado. No han captado el origen y el sentido profundo
de la vocación terrestre del hombre. Y esto, a su vez,
se debe a la falta de una fe suficientemente profunda a) ha ley es un elemento soteriológico
en el hecho de la creación. Para quien posee esa fe, es
evidente que vida diaria y fe en Dios son inseparables; En el relato yavista de Gen 2-3 el precepto divino
y que "la religión debe englobar los valores terrestres, aparece como un elemento soteriológico. Es la visión
de la ley propia de la teoría de la alianza. Según ésta,
16
H. U. VON BALTHASAR, El problema de Dios en el hombre 17
actual, 95. A. VERGOTE, Psicología religiosa, 313; cf GS 43.

350 351
la ley divina no es una mutilación para los hombres; sona y la voluntad del Dios legislador. Si se separa de
es una exigencia del ser mismo del hombre, creado, li- Dios, si se mira como un fin en sí misma, la ley deja
mitado, falible; es un don de Dios y forma parte de de ser ley de Dios y se convierte en un ídolo —es el
su designio salvífico; es una modalidad de la presencia pecado del fariseo— o en un tirano insoportable— el
de Dios y tiene como fin servir a la salvación del hom- caso del escrupuloso. Su única finalidad es facilitar y
bre; es el camino de la vida que el creador le señala garantizar las relaciones hombre-Dios, pueblo-Dios.
para que sea verdaderamente hombre. Leemos, por ejem- Cuando la ley llega a romper ese esquema de relacio-
plo, en el Deuteronomio: nes interpersonales y pasa a ser un absoluto, desaparece
la relación religiosa y se cae en la idolatría de la ley.18
Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las normas Esta visión de la ley divina es también válida para
que yo os enseño para que las pongáis en práctica, a los cristianos. Con todo, la situación de los bautizados
fin de que viváis... Guarda los preceptos y manda- es distinta de la del creyente veterotestamentario.
mientos que yo te prescribo hoy, para que seas fe-
liz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días
en el suelo que Yavé tu Dios te da para siempre b) Para los cristianos,
(Dt 4, 1- 40). el camino de la vida
Y Yavé nos ordenó que pusiéramos en práctica to- es la imitación de Cristo
dos estos preceptos... para que fuéramos felices siem- bajo la guía del Espíritu
pre y nos permitiera vivir como al presente (Dt 6,
24; cf 8, 1; Lev 18, 5; Ne 9, 29; Ez 20, 11. 13. 21). Jeremías había predicho que la ley de la nueva alian-
za no sería exterior al hombre como la del Sinaí, sino
Para comprender la ley es necesario mirarla en la interior: "Pondré mi ley en su interior y sobre sus co-
perspectiva positiva de signo y expresión de la volun- razones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi
tad salvífica de Dios y como exigencia de la finitud y pueblo" (Jer 31,33).
de la falibilidad del hombre. En esta perspectiva bíblica
la ley es una ayuda a la vida en amistad con Dios. No También Ezequiel había anunciado que Dios daría
es un absoluto; es simplemente un medio al servicio de a los hombres un principio de actividad nuevo e in-
la salvación. Dios la da al pueblo para que éste se terior:
mantenga fiel al pacto de la alianza; para que sea con-
secuente con el don divino. 18
Cf P. REMY, Le peché comme méconnaissance de la loi, en
Detrás de cada precepto de la ley se perfilan la per- Recherches actuelles en moróle chrétienne. Dossier CDM n. 71,
París 1966, 38-40.

352 353
Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros
El cristiano se bautiza en el Espíritu (1 Cor 12,13),
un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el cora-
zón de piedra y os daré un corazón de carne. In- entra a formar parte de la comunidad guiada por el
fundiré mi espíritu en vosotros y haré que os con- Espíritu y recibe el Espíritu de Dios (Rom 8,9) que es
duzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis el vínculo de la unidad del cuerpo de Cristo (Ef 4,4;
mis normas (Ez 36, 26-27). 1 Cor 12,4-13). El Espíritu Santo habita en él, le guía
en la imitación de Cristo (cf Rom 8; Ga 5, 16-25). La
Pablo afirma que la ley del Antiguo Testamento era ley de los cristianos es pues Cristo, de quien se revis-
un pedagogo provisional para conducir a Israel hacia tieron; y su guía es el Espíritu de Cristo. Se trata, por
Cristo (cf Ga 3, 24-25). Efectivamente, Jesús no abrogó consiguiente, de una ley interior. He aquí algunos tex-
la ley (Mt 5, 17-19), pero se presenta como el que la tos de Pablo:
supera por ser camino, verdad y vida (Jn 14,6).
En el bautismo, el cristiano muere al pecado con Por mi parte os digo: si vivís según el Espíritu, no
Cristo y pasa a una vida nueva que es vida para Dios daréis satisfacción a las apetencias de la carne... Si
en Cristo (cf Rom 6,2.4.11); se reviste de Cristo (Ga sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la
3, 27) y se convierte en un mismo ser con él (Rom 6,5); ley... Si vivimos según el Espíritu, obremos tam-
Cristo es su modelo y su ley (1 Cor 9, 20-21; 15, 49). bién según el Espíritu (Ga 5, 16. 18. 25).
Como dice Háring, "el centro, la norma y finalidad de No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el
que fuisteis sellados para el día de la redención
la teología moral cristiana es Cristo. Cristo en persona
(Ef 4, 30).20
es la verdadera y auténtica ley del cristiano... Por él y
en él tenemos la ley de esta vida".19
19
a la persona de Cristo como el modelo de la actitud cristiana, y que
B. HAERING, La ley de Cristo, 1, 25. La persona de Cristo no aparece visiblemente como el signo de Dios más que para un
es «norma ejemplar y última piedra de toda autenticidad de la número relativamente restringido de fieles» (Psicología religiosa,
vida de gracia» (L. MONDEN, Conciencia, libre albedrío y pecado, 272). P. BABIN constató el mismo fenómeno entre adolescentes.
128); véase GS 22, donde se habla de Cristo como hombre nuevo Observó la diferencia entre los católicos y los protestantes. Estos
y perfecto. A. VERGOTE hace una observación, basada en encuestas usan muchas expresiones bíblicas y refieren su fe a Dios y a la
realizadas por él mismo, que invita a reflexionar: «En cuanto a la persona de Cristo más frecuentemente que los católicos. Cf. Dios
fe cristiana realmente vivida por el común de los creyentes, en las y el adolescente. Herder, Barcelona 1965, 60.170.172; 179-180.
encuestas realizadas entre intelectuales y adolescentes casi nunca 30
El Espíritu que guía a los cristianos, escribe LYONNET, «no
encontramos referencias a Cristo... Es significativo que a las cues- es otro más que el amor recíproco del Padre y el Hijo, el amor con
tiones de la experiencia religiosa y sobre el fundamento de la fe que el Padre ama al Hijo y a toda la humanidad que él asumió,
en la providencia, los católicos no piensan casi nunca en citar el el amor que el Hijo en su oración sacerdotal pidió a su Padre que
testimonio de Cristo. No se puede evitar la impresión de que la
encarnación de Dios en Jesús no ha modificado, directamente al nos comunicase: Que el amor con que tú me has amado esté en ellos
menos, su religión... No cabe duda de que se reconoce raramente y yo en ellos (Jn 17, 26)» Liberté chrétienne, en Morale humaine,
moróle chrétienne. Desclée, París 1966, 216).
354
355
El cristiano recibió en el bautismo una vida nueva c) Ley interior y leyes exteriores
y entabló relaciones nuevas con el Dios trino; según
la expresión bíblica, es hijo del Padre, imagen de Cristo A pesar de esta prioridad absoluta del amor, el bau-
y templo del Espíritu. Además, como hombre nuevo, tizado se encuentra con una serie de leyes y preceptos
revestido de Cristo, entró a formar parte de su cuerpo exteriores que debe observar. Se encuentra ante todo
místico, es decir, de la comunidad santa de los creyen- con las bienaventuranzas —quintaesencia del evange-
tes; de ese "Cristo existente como asamblea", según la lio—, con la ley natural, incrustada en la creatura ra-
feliz expresión de Bonhóffer. En esa comunidad solida- cional para su propio desarrollo; tiene que cumplir tam-
ria en el bien y en el mal, se encuentra el bautizado bién el decálogo y, por si esto fuera poco, debe asimis-
comprometido como miembro co-responsable, de ahí mo tener en cuenta todo un cuerpo de leyes positivas
que sus acciones buenas y malas tengan repercusión de la Iglesia y de la sociedad civil. ¿Qué sentido tie-
eclesial. nen estas leyes exteriores dentro de la moral cristiana?

La vida moral del bautizado debe ser presentada Estas leyes, en cuanto tales, no se oponen ni qui-
como un esfuerzo por mantenerse fiel al don de Dios, tan importancia a la ley interior del existir cristiano.
a la comunidad santa de la que forma parte y a sí mismo. Más bien sucede lo contrario. Su única finalidad es
Es simplemente la respuesta existencial del hombre a servir a la ley interior del amor; deben ser un refuerzo
la acción de Dios en él. Se trata, por tanto, de una de la misma; algo así como cauces que garantizan la
moral que no es imposición, sino exigencia vital; una trayectoria del creyente en fidelidad a su ser de hombre
moral que fundamentalmente es auto-realización del bau- nuevo. La ley exterior quiere ser como el pedagogo del
tizado. amor, que lo educa, lo guía, indicándole el camino a
seguir.
La ley del cristiano es el amor. El mismo es fruto
Las leyes exteriores tienen también la finalidad de
del amor de Dios que se derramó en su interior por el salvaguardar y proteger la ley interior, cuando el fervor
Espíritu (Rom 5,5); por consiguiente, esa vida nueva decae o corre peligro de disfrazarse y caer en la idola-
que nace del amor debe ser vivida en el amor y el amor tría. Son necesarias a título de suplencia; son un revul-
es su única ley. El amor sintetiza toda la moral cris- sivo contra la tibieza. Es correcta, por consiguiente, la
tiana (Rom 13,8-10: Ga 5, 13; Jn 13, 34-35). Y los afirmación de santo Tomás de que "principaliter lex
puntales de la vida en el amor son las virtudes teolo- nova est lex indita, secundario autem est lex scripta"."
gales infusas y los dones del Espíritu que habita en el
bautizado y lo guía a la verdad. 21
S.Th., 1-2, 106, 1; cf P H . DELHAYE, Liberté chrétienne
356 357
afirma que el amor a Dios se manifiesta en el cumpli-
Se sigue que las leyes exteriores tampoco se opo- miento de sus preceptos y es inseparable de él:
nen a la vida, sino que se dan precisamente en función
de ella y para servirle de ayuda. Vimos que el Antiguo Si me amáis, guardaréis mis mandamientos... El
Testamento concibe la ley de Yavé en función de la que ha percibido mis mandamientos y los guarda, ése
vida y de la felicidad del hombre. Esto mismo sucede es el que me ama... El que no me ama, no guarda
en la nueva alianza. Hay una serie de textos neotesta- mis palabras... Si guardáis mis mandamientos, per-
mentarios que subrayan la relación existente entre la maneceréis en mi amor, como yo he guardado los
observancia de la ley exterior y la vida eterna. Así, al mandamientos de mi Padre y permanezco en su
joven que pregunta las condiciones para conseguir di- amor... Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que
cha vida le responde Jesús: "Si quieres entrar en la yo os mando (Jn 14, 15. 21. 24; cf 15, 10. 14;
vida, guarda los mandamientos" (Mt 19,17). Toda la 1 Jn 5, 3).
parenética neotestamentaria parte del supuesto de que,
para entrar en el reino de los cielos, es necesario guar- Es necesario todo un esfuerzo pedagógico para ayu-
dar los mandamientos de la ley. En este sentido es dar a descubrir este sentido profundo de la ley exterior.
sorprendente la claridad con que el evangelio de Juan Para ello habrá que partir de la estructura sacramental
de la salvación, es decir, del hecho de que Dios se
acerca al hombre y le ofrece su salvación en formas
et obligation morale: ETL 40(1964) 347-361. Trata el autor de la concretas, palpables, visibles y adaptadas a su modo de
relación entre la ley y la libertad en la moral cristiana. La ley
cristiana es algo vital; consiste en un servicio al desarrollo del ser y de existir. Esta estructura sacramental de la sal-
nuevo ser dado al hombre. En el fondo es autodeterminación, es vación pide que las exigencias de la ley interior del Es-
decir, intento de corresponder al don recibido. En este contexto
de vida en el amor, las leyes exteriores aparecen como expresión píritu sean expresadas de forma más concreta dentro
de la voluntad de Dios, y por eso mismo vienen a ser también de la comunidad eclesial. Jesús mismo concretó ya un
como la expresión de un deseo espontáneo y personal del creyente,
pues el amor tiende a acoplar las voluntades de los que se aman. poco las exigencias de esta ley interior al transmitir el
Son interesantes las observaciones que J. A. T. ROBINSON hace mandamiento del amor, al predicar las bienaventuran-
sobre el tema de la ley y el amor en el cristianismo, en su libro
La moral cristiana, boy. Mester, Madrid 1966, 37-53. El autor re- zas, al afirmar la obligatoriedad —relativa— de la ley
conoce que el amor ocupa el centro; la ley está en torno al amor, antigua, aun para los bautizados (cf Mt 5, 17-19).
en su periferia y a su servicio (40). «Cuanto más profundamente
se interesa uno por las personas, más eficazmente desea ver el amor
afianzado por la ley. Mas si la ley usurpa el lugar del amor por ser Ahora es la Iglesia, sacramento universal de salva-
más segura, tal seguridad es la seguridad de la muerte» (45). «La ción, la encargada de formular las exigencias de la ley
petición de prioridad para el amor reconoce plenamente la obligación
de los cristianos de cada generación de contribuir a formar y a interior. Sus normas tienen para los creyentes un carác-
forjar el tejido moral que mejor ha de conservar el cuerpo y el ter apelativo. Es Dios mismo quien sigue llamándonos
alma de su sociedad» (50-51).
359
358
por medio de ellas. Hay casos en que la Iglesia es infa- En esta perspectiva vitalista, las normas objetivas
lible; su voz es entonces la voz del Espíritu que habita de conducta aparecen como actuales y necesarias. Ellas
en ella y que la guía. Cierto que estas leyes de la Iglesia son precisamente las que señalan el camino para llegar
y sus interpretaciones ordinarias de la ley divina no a ser más adulto. Según esto, la violación de la ley, de
son siempre infaliblemente auténticas, ni siquiera en la suyo no es un acto liberador, sino autoinfidelidad y
mayor parte de los casos, y puede incluso darse —y se claudicación más o menos grave frente a la vida. Y otro
ha dado a veces— error y hasta pecado en ellas; de ahí tanto hay que decir —mutatis mutandis— del pecado.
que la Iglesia deba revisarlas y renovarlas con frecuen-
cia. A pesar de los posibles fallos e imperfecciones, la La finalidad vital de los preceptos exteriores de-
finalidad de esta legislación eclesiástica es servir a la muestra que no existe la pretendida oposición entre ma-
ley interior y garantizar la vida en el amor. La ley exte- durez humana y ley exterior; deja incluso entrever que
rior es gracia en forma sacramental. Como dice Schille- la oposición sistemática a la ley es señal de inmadurez.23
beeckx, "la atracción interior de la gracia y el manda- También el hombre secular necesita leyes que norma-
miento (o prohibición) exterior forman una única gra- licen su vida cristiana en sus diversos aspectos: religio-
cia: no una doble gracia, sino la gracia hecha visible, so, social, familiar, político..., deportivo. Esta experien-
encarnada".22 cia profana de la ley ayudará a captar el sentido profun-
do de las leyes divino-eclesiásticas.
Es evidente que el hombre actual siente pocas sim-
patías hacia la ley y que rehuye toda imposición venida Tenemos que insistir en la síntesis que proclama
del exterior. Le parece que la ley lo empequeñece, le el mensaje cristiano entre el amor y la ley exterior.
infantiliza, le aliena y no le permite ser él mismo. Pero
B3
esta visión vitalista de las leyes exteriores le ayudará a «No puede haber oposición de principio entre la conciencia
adulta y la ley. Rechazar por principio toda ley es, como actitud
mirarlas con otros ojos y a sentirse comprometido perso- fundamental, incompatible con una conciencia cristiana. En efecto,
nalmente en su observancia hasta por una exigencia de lo que constituye la madurez adulta de la conciencia es precisa-
mente la aquiescencia plenamente lúcida a su propio devenir y al
fidelidad a sí mismo; le ayudará a verlas como protec- llamamiento de Dios en su Iglesia, la libre resolución de llegar a
ción de la persona humana contra su yo superficial que, ser lo que se es por destino humano y por vocación divina. Por
otra parte, la ley, por lo menos en principio, no tiene otro sentido
con frecuencia, trata de traicionar al yo profundo y que que el de expresar y encarnar esta doble orientación. En principio,
lo echaría a perder en aras de valores inmediatos y efí- pues, no puede el adulto sino reconocer en la ley el imperativo de
su propio querer libre, y consentir con él, por muy sensible que
meros o puramente aparentes. sea a las imperfecciones de formulación y de aplicación concreta
de la ley y a los correctivos que incesantemente se han de aportar.
Una hostilidad de principio en rebelión contra toda ley, por tanto,
22
E. Se H ILLEBEECKX, Dios y el hombre, 312; cf J. M. SETIÉN, en todo estado de causa se considera como signo cierto de una falta
Cómo provocar y fomentar el sentido del pecado, hoy, 314-315. de madurez» (L. MONDEN, Conciencia, libre albedrío y pecado, 126).

360 361
¿Qué es la libertad?
Hay que presentar las leyes exteriores, divinas y ecle-
siásticas, como exigencias de la vida interior e integrar- Precisemos, ante todo, lo que se entiende por li-
las dentro del movimiento del amor que sostiene y da bertad. La libertad puede ser entendida en sentido más
vida a toda la moral cristiana. Únicamente en esta inte- bien negativo, como "libertad de", es decir, ausencia
gración en el amor pueden tales leyes aparecer como de toda coacción. En sentido positivo, que supone tam-
elementos soteriológicos.M bién el anterior, la libertad es "libertad para". El con-
cepto más rico y más profundo de esta "libertad para"
es la libertad como dominio de sí mismo, como capa-
d) Los cristianos, liberados por Cristo, cidad de compromiso. Así entendida, la libertad es la
están llamados a la libertad posibilidad de disponer de sí mismo, de autocompren-
derse y autoposeerse, de decirse sí o no, de decidirse por
Al hablar de la ley, se piensa casi necesariamente en o contra sí mismos.
las relaciones entre la ley y la libertad. ¿Pueden éstas
coexistir sin excluirse mutuamente? Los cristianos deben Teológicamente hablando, la libertad humana es li-
seguir la ley interior del Espíritu; también deben ob- bertad desde Dios y hacia Dios; es, por tanto, libertad
servar los preceptos de una serie de leyes exteriores; del sí o del no a Dios, o, dicho con otras palabras, es
¿pueden, a pesar de eso, ser libres? la "capacidad del amor" a Dios. Esta naturaleza de la
libertad humana, como autoposesión de la persona ante
Dios, se manifiesta precisamente en el hecho de que
24
«Me parece inadmisible, escribe SCHILLEBEECKX, pretender... es ella la que decide la salvación o condenación abso-
que los sacerdotes deberían de aquí en adelante abstenerse de pre- lutas y definitivas del hombre.85
dicar las normas objetivas. Sí, es preciso que las prediquen, ya que
son ellas las que indican en qué dirección se podrá encontrar el
contenido del amor. Son ellas las que impiden que la palabra amor La libertad auténtica es de signo positivo y sólo se
se convierta en una careta para cubrir cualquier otra cosa; indican da en el servicio de la verdad y del bien (cf Jn 8,32);
en qué dirección tiene que ejercerse concretamente el amor, si
quiere seguir siendo verdaderamente un amor desinteresado» (Dios "sólo existe, donde mi voluntad, libre de sus servi-
y el hombre, 356). dumbres, puede adherirse al bien que ella ama".e6 Como
Hoy día se nota, sobre todo entre los jóvenes, una actitud
muy negativa contra toda ley. Se defiende la espontaneidad como s5
valor típicamente evangélico y personalizante. El educador de la fe Cf K. RAHNER, Teología de la libertad, en Escritos de
debe llevar a sus oyentes a la convicción de que el amor verdadero, teología, 6, 210-232; ID., Culpa-responsabilidad-castigo en la visión
y lo mismo la actitud de fe, no se compagina con una espontaneidad de la teología católica: Ibid., 236-243. ,
26
veleidosa y voluble, sino que exige un constante autocontrol. Esto J. DANIÉLOU, Evangile et monde moderne. Desclée, Tour-
mismo sucede en el amor humano. La ley pretende precisamente nai 1964, 49; cf M. HUFIER, Nature du peché selon Saint Augustin:
servir de autocontrol y de guía al amor y a la espontaneidad, y nada SVS 61(1962) 242-304. Acerca de la libertad cristiana véase H.
más que eso.
363
362
No estáis bajo la ley, sino bajo la gracia (Rom 6,
prerrogativa de la persona humana, la libertad adquiere
14; cf 6, 18).
su sentido auténtico cuando se compromete para el bien
de ésta y para su realización. El hombre es verdadera- Porque la ley del espíritu que da la vida en Cristo
mente libre cuando se dice sí a sí mismo; cuando se Jesús nos liberó de la ley del pecado y de la muerte...
compromete en la realización de su propia personalidad, a fin de que la justicia de la ley se cumpla en
en la verdad. La libertad es posible tan sólo cuando nosotros que seguimos una conducta, no según la
carne, sino según el espíritu (Rom 8, 2. 4).
se compromete el corazón —en el sentido bíblico del
término—, que es la integración más completa de la Pero, si sois conducidos por el Espíritu, no estáis
persona humana. bajo la ley (Ga 5, 18).

La libertad cristiana es "la gloria de la existencia


La libertad de los cristianos salvada de nuevo, retornada a su esencia original".27 Por
medio de Cristo, aparecido en medio de la humanidad
sujeta al pecado, Dios nos dio la posibilidad de vestir
San Pablo repite frecuentemente que la vida de la imagen del nuevo Adán, celeste y espiritual (cf 1 Cor
los cristianos es una vida en libertad. Dice que "Cristo 15, 49), y de comenzar a vivir según el designio origi-
nos libertó" (Ga 5, 11), que los cristianos han sido lla- nal del creador. Este paso a la libertad de la existencia
mados a la libertad (Ga 5, 13), que son hijos de Dios para Dios se opera en el bautismo, donde
porque el Espíritu habita en ellos (Ga 4, 6-7). Ahora
bien, "donde está el Espíritu del Señor, allí está la li-
nosotros participamos del poder del pneuma, de la
bertad" (2 Cor 3, 17). ¿En qué consiste la libertad nueva existencia de Cristo, habiendo sido sepulta-
cristiana? dos en la libertad de su muerte y de su resurrección
La libertad que Cristo nos concede es la liberación y retornando a la fuente misma de nuestra existencia,
de la esclavitud del pecado y de la ley, y la posibilidad es decir, pasando de la profundidad insondable de
nuestro ser a la libertad de una existencia viviente
de vivir para Dios, bajo la guía del Espíritu:
para Dios... El bautismo sitúa al hombre, hasta el
fundamento de su ser, a disposición de Dios, le pre-
para para la verdad y le da la vida.28
SCHLIER, La loi de la parfaite liberté, en Le temps de l'Eglise,
201-211; J. CAMBIER, La liberté chrétienne selon Saint Paul: Lum
Vie 61(1963) 4-40; K. RAHNER, Teología de la libertad, en Escritos
de teología, 6, 210-232; S. LYONNET, Liberté chrétienne, en Morale m
H. SCHLIER, Le temps de l'Eglise, 205.
humaine..., 213-221; acerca de la educación de la libertad véase 28
H. SCHLIER, Le temps de l'Eglise, 208.
P. BABIN, Los jóvenes y la fe, 231-242.
365
364
En el retorno a la vida en amistad con Dios, en la La fuente de la libertad cristiana es el amor. Ser
obediencia al designio del creador, el hombre se hace libre —cristianamente hablando— no quiere decir pres-
libre, pues se convierte en amigo de Dios. Ser libre cindir de la ley, sino haber comprendido el sentido de
significa comprometerse en la realización del nuevo ser ésta como pedagogo del amor. Tomando la libertad
recibido en el bautismo. "El hombre libre no es nada en su sentido profundo, se puede comprender que "don-
más que el que está ligado a Dios y al prójimo. Es de está el Espíritu del Señor, allí está la libertad" (2
sencillamente el que está ligado a la voluntad de Dios".29 Cor 3, 17) y que la vida según el Espíritu es vida en
La libertad cristiana se realiza paradójicamente en la libertad.
dependencia total respecto de Dios y de la verdad: "La
verdad os hará libres", decía Jesús (Jn 8, 32). Así entendida, la libertad cristiana es don de Dios
y no posesión; es vocación (cf Ga 5, 13) y conquista
que tiene lugar en una actitud constante de sumisión
La ley y la libertad y obediencia al Espíritu. "Nuestra libertad deberá li-
berarse a cada instante".31 La formación cristiana debe
No existe conflicto entre la libertad cristiana y la ser una formación a la libertad así entendida. Y en este
ley. El cristiano es libre, no porque no tenga ley ex- proceso de progresiva liberación de sí mismo y de en-
terior; es libre "en cuanto que su actuar no está de- trega generosa a la verdad, la ley exterior debe ayudar
a la acción del Espíritu. Es, por consiguiente, una ley
terminado ante todo por una ley exterior a él, sino
al servicio de la libertad.
por su propia naturaleza espiritualizada".30 Es libre por-
que dice sí a su ser espiritualizado y quiere hacer todo Hoy día se habla mucho de libertad; se lucha por
lo que está de acuerdo con él. Observa la ley exterior, la libertad, pero a veces se identifican libertad y ausen-
pero libremente, sostenido por el dinamismo del espí- cia de toda ley. Y esa vida sin ley suele resultar pesada,
ritu interior que le mueve a dicha observancia. El hom- aburrida, sin sentido y sin porvenir. También esta ex-
bre libre es lo contrario del esclavo; éste actúa porque periencia podría ser positiva para descubrir el sentido
otro le manda; aquél obra porque él mismo quiere. de las leyes exteriores en el existir cristiano y el sen-
tido del mismo pecado como negación de la ley (ano-
29
H. SCHLIER, Le temps de l'Eglise, 210. «La libertad, escribe mía) y como no-libertad, o sea como esclavitud (cf Jn
R. BULTMANN, surge del hecho de que el creyente, como comprado, 8,32).
ya no se pertenece a sí mismo (1 Cor 6, 19), ya no se apropia su
vida, sino que se entrega a la gracia y sabe que es propiedad de
Dios y vive para él» (Theologie des Neuen Testaments. Mohr, Tübin-
gen =1958, 332; cf Ibid., 331-353). 31
M. ADAM, Le sentiment du peché, 34; cf R. BULTMANN,
30
S. LYONNET, Liberté chrétienne, 218. Glauben und Verstehen, 3. Mohr, Tübingen 1960, 43.

366 367
II. NATURALEZA DEL PECADO sabido que la jurisprudencia actual tiene cada vez más
en cuenta los condicionamientos ambientales heredita-
rios, somáticos, del individuo. También al tratar del pe-
Descrito a graneles rasgos el contexto en que apa- cado se dan o pueden darse tales condicionamientos,
rece el pecado, ya es posible decir algo acerca de su y debe tenerse en cuenta.33
naturaleza. No se trata aquí de definirlo ni de anali-
Muchas de las acusaciones que se oyen a veces en
zarlo metafísica, teológica o psicológicamente; queremos
el confesionario necesitan depuración, pues reflejan reac-
simplemente describir algunos rasgos del pecado perso-
ciones infantiles e instintivas o puramente humanas que
nal recogiendo ideas expuestas en la parte bíblica.
no tienen nada que ver con el pecado como categoría in-
terpersonal. No ir a misa por no haber podido, comer
1. El pecado aparece en un carne inadvertidamente en día de abstinencia, consentir
contexto interpersonal en una tentación sin estar despierto, y una infinidad de
pseudopecados de los que suelen acusarse algunos cris-
El hombre viene al mundo como persona; su destino tianos, no llegan a este nivel personal en que se sitúa
es vivir en relación personal con el Dios trino. La vida el pecado. Es necesario denunciar estas deformaciones
humana es una vida de Dios, en Dios, ante Dios y del concepto bíblico de pecado que desacreditan el men-
para Dios. El hombre, como persona, se encuentra ante saje cristiano y lo dejan en ridículo.
Dios y toda su vida, quiéralo o no, se desenvuelve fren-
te a ese Dios y dice relación a él.
2. El pecado tiene una
El pecado personal, igual que la vida humana, tiene
dimensión religiosa
carácter interpersonal. Se sitúa entre el hombre y su crea-
dor. Es una decisión del hombre contraria a la voluntad El pecado no es una categoría simplemente moral,
de Dios. Para que exista el pecado, se requiere una una "falta" contra una norma de conducta. Dice rela-
toma de posición de la persona. El pecado es un acto o ción al Dios personal cuya voluntad sobre nosotros se
una actitud consciente, voluntaria y libre. Donde no
existe responsabilidad, no hay pecado; o mejor, somos 33
En la XXX Semana Española de Teología, celebrada en
pecadores en la medida en que somos responsables. La Madrid del 14 al 18 de septiembre de 1970, se leyeron dos intere-
santes ponencias acerca de esta problemática: La aportación de la
pecaminosídad del individuo habrá que juzgarla a la bioquímica para discernir la culpabilidad humana (D. A. Martín
luz de los datos de la teología y de la moral, pero tam- Albiach) y Los datos de sicología actual que debe tener en cuenta
la Teología del pecado (D. J. Barreiro Somoza). Estos trabajos serán
bién de la psicología e incluso de la bioquímica. Es publicados próximamente por el CSIC.

368 369
expresa en las diferentes obligaciones que nos afectan. un no a Dios; un rechazo del diálogo entablado en la
Descubrir el sentido religioso de las leyes exteriores y creación; una ruptura con el creador. Al Dios que es
de la vida humana en su totalidad como respuesta vital amor (cf 1 Jn 4, 16), que crea por amor y para el
al amor de Dios equivale a descubrir el pecado como amor, y que demuestra y ofrece de mil formas su amor
categoría religiosa. al hombre, éste responde con el pecado que es negación
del amor. Todo pecado tiene este carácter de rechazo
Hoy se advierte una tendencia a "laicizar" el peca- de la vida en el amor al Dios que nos amó primero y
do, despojándolo de su dimensión religiosa. Tal tenden- que continúa amándonos e invitándonos a amarlo. Pecar
cia está en contradicción con la biblia. Esta afirma el es situarse contra el amor de Dios. Es negar la fe en
carácter religioso de toda la vida humana, como vida Dios.
ante Dios bajo todos sus aspectos y en todos sus mo-
mentos. Detrás de cada ley justa que regula la vida Los autores bíblicos describen el pecado como in-
del hombre se perfila la persona de Dios que nos inter- fidelidad e ingratitud, como olvido y abandono, como
pela y nos invita a la obediencia amorosa. No existen rebelión y desobediencia, como voluntad de autoafirma-
sectores a-religiosos en nuestras vidas. Toda falta al pro- ción frente a Dios (véase el capítulo 2). En el Nuevo
pio deber es ofensa contra Dios. Testamento, a la luz de la teología de la redención, del
bautismo y de la gracia, se ve muy claro este aspecto
del pecado como rechazo del amor de un Dios personal
3. El pecado es un "no" que se acerca al hombre y lo invita a la vida en el amor.
al Dios personal

La vida humana se encuadra en el esquema llamada- 4. El pecado es un "no" al hombre


respuesta. Dios llama al hombre a la existencia y conti-
núa interpelándolo de formas muy varías a lo largo de Al pecar, el hombre intenta buscarse a sí mismo;
su vida, hasta que se efectúa el encuentro o la separación rechaza la amistad para la que fue creado y emprende
definitivos en la escatología. El existir humano debe ser un camino distinto del que le corresponde por natura-
una respuesta personalísima del individuo a ese Dios leza. El pecado es un "no" a la vocación del hombre.
que lo interpela; una respuesta en el amor, que abarca El pecador deja de ser lo que es por vocación y se auto-
todo el existir de la persona y se concreta en los diver- degrada; es infiel a sí mismo. Renuncia al amor de Dios
sos actos de cada día. y se convierte en idólatra de lo que no vale. El pecado
El pecado es la respuesta negativa del hombre; es es un mal para él; se le presenta como un bien y no

370 371
es más que ilusión y mentira, locura y esclavitud, ruina una piedra que no cumple su cometido en la edificación
y perdición (véase el capítulo 4). de Dios que es la Iglesia (cf 1 Pe 2, 4-5); priva a ésta
de la santidad a que está llamada, la afea y la hace pe-
El pecador rehuye la obediencia a Dios y pasa a ser cadora. El pecador, en lugar de ser instrumento de sal-
esclavo de sí mismo y de valores pasajeros; se condena vación en el mundo, se convierte en agente de maldad;
a la perdición y a la muerte, por querer vivir al margen en vez de unirse a la sanctorum communio, se asocia
del que es la vida y puede dar vida. El pecado rebaja a la peccatorum communio. Como dice Schillebeeckx, co-
al hombre y desdice de él; lo traiciona y esclaviza. Tam- mentando a santo Tomás,
bién aquí hay que decir que vivir como hombre libre
supone perder la propia vida, en la obediencia a Dios. la gracia del cristianismo es una gracia fraterna;
El que quiera encontrar su vida, deberá "perderla" una gracia de la fraternidad con Cristo como jefe,
en el servicio de Dios (cf Mt 10,39). y con los bautizados como miembros. La santidad
Pensar que para ser hombre en plenitud hay que personal es, por consiguiente, un bien para toda la
prescindir de Dios, es desconocerse, no saber lo que Iglesia, a causa del carácter solidario y expansivo
de la gracia santificante, gratia tendens in alios. De
uno es en realidad. Importa mucho insistir en este as-
la misma manera, el pecado del bautizado es un aten-
pecto "vital" de la amistad con Dios, precisamente hoy,
tado contra el bien y la santidad de la comunidad
cuando se tiende a arrinconar todo lo trascendente, en eclesial; n
nombre de una mayor madurez humana.
es un "no" a la Iglesia.
5. El pecado es un "no" El pecado personal repercute también en la comu-
a la comunidad nidad humana (el grupo, la familia, la sociedad, la hu-
manidad); porque las relaciones del hombre con Dios
El pecado personal afecta también a la comunidad. se proyectan en su vida social. La amistad con Dios
Esta afirmación es válida, ante todo, respecto de la co- es el fundamento sólido y verdadero de la convivencia
munidad eclesial. En efecto, el bautizado es miembro humana. En el amor y respeto a Dios es donde los hom-
del cuerpo místico de Cristo, la comunidad santa, san- bres se aman y respetan. A la ruptura de tales rela-
tificada por Cristo y asistida por el Espíritu. El pecado ciones con el creador sigue la violación de las normas de
de sus miembros crea en ella división y está en con-
33
tradicción con su ser de comunidad del Espíritu. El E. SCHILLEBEECKX, Het sacrament van de biecht: Tijdschrift
voor geesteleven 8(1952) 228-229, citado por R. BLOMME, Wider-
pecador es un miembro enfermo, un sarmiento seco, spruch in Vreiheit, 76; cf STh 2-2, 14,2,4; In 1 sent., 16,1,2,1.

372 373
convivencia humana. La biblia habla muy claro de los nar las relaciones del pecador con Dios, lo indisponen
efectos del pecado en la comunidad. Lo presenta como para cumplir sus deberes en la sociedad humana y en el
fuente de discordia, de división, de abuso de los demás; mundo, al gusto de Dios.
como un mal contagioso que se extiende en la comu-
nidad y termina por esclavizarla y llevarla a la ruina. Ser infiel a Dios es al mismo tiempo ser infiel a
La historia de Israel, con su "carácter ondulatorio", la propia vocación desde el punto de vista histórico.
es un testimonio fehaciente de esta acción maléfica del Situados dentro de la historia de la humanidad, y en
pecado en la comunidad humana: los períodos de fide- un mundo que debe evolucionar, siendo transformado
lidad a Dios son felices, prósperos y pacíficos; en las según los planes de Dios, tenemos cada uno un papel
épocas en que se aleja de Yavé, es cuando Israel co- propio e insustituible que desempeñar para contribuir
noce las desgracias, el malestar, la esclavitud. al desarrollo de dicha historia y al proceso transforma-
dor del mundo.
Lo mismo que es un mal para el individuo, el pe-
cado es un mal para la comunidad; y así como echa a Nuestros pecados hacen oposición a Dios y a sus
perder a aquél, también arruina a ésta. Un miembro planes sobre el mundo y aumentan el mal que existe en
pecador introduce el mal en su grupo, hace que éste éste; se incrustan en la historia del pecado y se suman
sea infiel a su vocación de fidelidad a Dios, y este mal
al pecado del mundo, a esa fuerza que actúa contra
se multiplica y extiende en el grupo, incitando a los de-
Dios, contra la humanidad y la creación entera. En lugar
más, mediante el ejemplo, la presión moral, la falsifica-
de trabajar y colaborar con Dios, al pecar nos conver-
ción de valores, etc. (véase el capítulo 5).
timos en adversarios suyos y en agentes del mal. La
negativa de amor a Dios se deja sentir en nuestro ac-
6. El pecado es un "no" tuar en el mundo y en el uso de las cosas.
a la propia vocación histórico-cósmica El pecado, tal como lo presenta la biblia, no es una
vivencia morbosa, infantil o despersonalizante. La cul-
Al perturbar las relaciones del hombre con Dios, el
pabilidad bíblica es sana y humana; no es un senti-
pecado repercute también en la dimensión histórico-
miento angustioso, ciego, egocéntrico e instintivo de cul-
cósmica de la vida del que lo comete. El pecador no
desempeña plenamente el papel que Dios le encomendó pabilidad. Es una culpabilidad personal, abierta, que
en el mundo y en la sociedad. Hay pecados cuya dimen- remite a la reconciliación con el Dios justo y santo; y
sión histórico-cósmica es patente, pero en realidad, aun esa reconciliación es también retorno al buen camino
los más ocultos e individuales, por el hecho de trastor- y a la fidelidad a sí mismo, a la comunidad y a la
historia.

375
a Dios y a sus planes, la injusticia social, el odio, el
III. NUESTRA CONDICIÓN DE PECADORES
egoísmo, las luchas, las guerras, los atropellos de los
derechos de la persona humana, la vida al margen de
Dios y en contradicción con él y con su voluntad... No
Se advierte entre los cristianos la tendencia a no
será difícil y sí muy provechoso ayudar a discernir la
reconocerse culpables ante Dios; se prefiere dejar de
presencia del pecado en nuestra sociedad y en el ambien-
lado el tema del pecado. Se le ve como resto de tiempos
pasados. La presencia del mal en el mundo provoca te en que vivimos, analizando sus formas y sus efectos.
más fácilmente la protesta contra Dios, al que a veces Bastará un análisis superficial de la realidad social en
se intenta pedir cuentas, que el reconocimiento humilde que nos movemos para descubrir infinidad de pecados
de nuestra complicidad en el mal. de todo tipo, favorecidos quizá por las circunstancias
exteriores, por las estructuras existentes, pero que po-
Se sigue que, para despertar el sentido del pecado drían y deberían evitarse, o al menos sería posible re-
en nuestros contemporáneos, es indispensable ayudarles ducir sus dimensiones; pecados, por tanto, debidos a
a reconocer nuestra condición de pecadores. Para ello la maldad del corazón humano y de los que somos res-
podemos recurrir a un doble testimonio: el de la propia ponsables.
experiencia y el de la biblia.
El mal y el pecado los descubrimos también en
nuestro propio corazón. Nos sentimos constitucional-
mente frágiles; experimentamos una desproporción en
1. La experiencia personal
nosotros mismos: nos vemos infinitos y finitos.31 So-
mos testigos de una tensión interior entre un ideal que
Quien concibe a Dios como algo desconectado de la
nos proponemos y otras fuerzas que intentan hacernos
realidad mundana y del quehacer diario de los hombres,
claudicar; entre nuestro yo profundo que planea su
no puede reconocerse pecador, aunque admita que es
propia trayectoria, en conformidad con nuestro ser cris-
culpable. Pero quien ha logrado conectar a Dios con
tiano, y el yo superficial que tantas veces nos traiciona
el mundo y reconoce el designio divino sobre cada
persona, ese tal podrá fácilmente reconocer la presencia y nos lleva por donde no quisiéramos. Podríamos decir
del pecado en su vida y sentirse pecador. con Pablo:

En efecto, todos vemos que el mal está en el mundo Yo soy de carne, vendido al poder del pecado.
y subyuga a los hombres. Este mal es el hambre, la Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no
enfermedad, la muerte, el dolor... Vemos asimismo el 31
pecado presente entre nosotros: la oposición voluntaria Cf P. RICOEUR, Finitude et culpabilité, 1, 156; cf GS 10-13.

377
376
hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrez- 2. El testimonio de la biblia
co (Rom 7, 14-15).
En el Antiguo Testamento, concretamente en los
Y la conclusión de esta lucha interior tiene que ser sabios y en algunos salmos, se encuentra la división de
la misma del apóstol: los hombres en dos categorías: los justos y los impíos.
Sin embargo, también existe una corriente bíblica de
Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo pensamiento, mantenida a lo largo de todas las épocas,
obra, sino el pecado que habita en mí (Rom 7, 20).
según la cual todo hombre es pecador, salvo raras ex-
* 35

Nadie que se examine sinceramente y en profundi- cepciones.


dad, dejará de reconocer su condición de pecador. Des- En el primer libro de los Reyes, por ejemplo, se lee:
cubrirá dentro de sí las tendencias innatas al pecado, "No hay hombre que no peque" (1 Re 8, 46). "Cierto,
que le fuerzan a vigilarse constantemente para no sucum- dice el Eclesiastés, que no hay ningún justo en la tierra
bir; descubrirá también que su libertad es una libertad que haga el bien sin nunca pecar" (7, 20; cf Prov 20,
"situada" en un ambiente de pecado que ejerce presión 9; Sal 143,2). Los profetas denuncian el estado de pe-
sobre ella y la obliga a violentarse, si no quiere dejarse cado de sus oyentes (cf Am 1, 3 s; Os 1, 2 s; Is 1,
llevar de la corriente; reconocerá, en fin, que en su 2 s; Mi 1, 2 s; Jer 1, 13 s; Ez 2, 3 s, etc.); y vuelven
vida cotidiana existen actos y quizá actitudes pecami- frecuentemente sobre el tema al invitarlos a todos a la
nosos provocados tal vez por circunstancias externas o conversión.
por las pasiones, pero que, en definitiva, suelen depen-
El Nuevo Testamento afirma también que todos los
der de la propia voluntad.
hombres, incluso los cristianos, son pecadores. Jesús co-
En síntesis: la experiencia personal nos dice que mienza su ministerio con la llamada al arrepentimiento
somos pecadores en un doble sentido: porque sentimos (cf Mt 4, 17; Me 1, 15). "Convertios, decía Pedro, y
una tendencia innata al mal y porque en el ejercicio que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nom-
de nuestra libertad, situada y condicionada, obramos bre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados"
mal y pecamos. Este testimonio de la propia experien- (Hech 2, 38). La carta a los romanos comienza con la
cia se encuentra reafirmado en la biblia. revelación de la cólera de Dios contra todos los hombres,

35
Cf P. VAN IMSCHOOT, Teología del Antiguo Testamento,
683. Acerca de la doctrina veterotestamentaria sobre la universalidad
del pecado, véase M. G. CORDERO, Teología de la biblia. Antiguo
Testamento, 678-682, y el mismo IMSCHOOT, 683-691.
378 379
concreto sus pecados; se sienten pecadores de un modo
porque todos han pecado (cf Rom 1-3) y todos son so-
global, indeterminado. Por otra parte, muchos creyentes
lidarios con Adán en el pecado (cf Rom 5, 12-19). Por
tienen la impresión de que existe un divorcio entre la
Cristo, reconcilió Dios consigo a todos los hombres y
doctrina acerca del pecado y su vida cotidiana. Y, a
ahora los apóstoles son ministros de esa reconciliación
que todo hombre debe aceptar (cf 2 Cor 5, 18-20; Ef decir verdad, para muchos el pecado queda circunscri-
6,20). to al sexto mandamiento y a algunas prescripciones
de la Iglesia, tales como la asistencia a misa, la absti-
Otros pasajes de las cartas paulinas dan también nencia, la confesión y comunión anuales, etc.
a entender que todos los hombres son pecadores y que
aun los cristianos deben luchar para no cometer el pe- Estos hechos evidencian la necesidad de un esfuerzo
cado (cf Rom 5-8; 13, 11-14; 16, 17; 1 Cor 12, 20-21; pastoral para que los creyentes sean capaces de recono-
Ga 5; Ef 2, 1-3; 4-6). Esto mismo afirman Santiago y cer sus propios pecados y para que desaparezca esa
Juan cuando dicen: "Todos caemos muchas veces" (Sant sensación de divorcio entre lo que se enseña y lo que
3,2; cf 5, 16); "Si decimos: no hemos pecado, nos en- se vive. También aquí se advierte la necesidad de una
gañamos y la verdad no está en nosotros" (1 Jn 1,8; hermenéutica del pecado a partir de la revelación y de la
cf 1,9-10). vida concreta de los hombres de hoy. Dicha hermenéu-
La liturgia afirma frecuentemente nuestra condición tica tiene como presupuestos estas dos ideas fundamen-
de pecadores y la necesidad de que todos hagamos pe- tales: Dios quiere ser servido en el mundo, y desea
nitencia. La misma estructura actual de la misma subraya que el hombre le sirva con su vida entera.
esto, al invitarnos repetidas veces a pedir perdón a
Dios. La literatura, el cine, el teatro, tocan frecuente- #
mente el tema de la pecaminosidad humana y ofrecen 1. Dios quiere ser servido
textos válidos para un análisis que reafirmaría el testi- en el mundo
monio bíblico y el de la propia experiencia.
Tenemos que educar la fe en el Dios bíblico, pre-
sentándolo como dueño de todo; como un Dios cerca-
IV. ¿CÓMO RECONOCER NUESTROS PECADOS? no a nosotros, presente en la naturaleza y en la historia,
y que desea que el hombre colabore con él y que le sir-
va transformando el mundo. El hombre actual, con todo
Es frecuente encontrar cristianos que, aun recono- su poder y con su señorío sobre la naturaleza, es sin
ciéndose pecadores, no saben precisar cuáles son en duda capaz de admitir a ese Dios "de este mundo",

380 381
de pecado, tan poco realista y existencial, de que se
próximo a él, al que, por otra parte, le remiten la in- nos acusa. La visión del pecado centrada casi exclusiva-
satisfacción, la inseguridad y la gran responsabilidad mente en una parcela de la moral cristiana y desconec-
que siente, así como la convicción de que verdadera- tada de la vida, hace que el hombre de hoy le preste
mente él no es dueño de todo ni puede disponer de to- tan poca atención y lo tome tan a la ligera. Descubrir
das las cosas a su antojo, ni siquiera de su propia exis- el sentido religioso del mundo, de la actividad humana
tencia. y de las leyes que la regulan, es un paso fundamental
W. Kasper ha observado que la mejor forma y quizá para adquirir el verdadero sentido del pecado y para
la única viable hoy de conectar la fe en Dios con la saber cuáles son nuestros pecados personales y colec-
experiencia diaria es presentarlo como señor y futuro tivos.
de la historia; de esa historia que los hombres intentan
pilotar, pero que les supera y, en definitiva, les resulta
incontrolable. Esta incontrolabilidad remite o al menos 2. La vida humana como respuesta
facilita el acceso a alguien superior a nosotros. Esta vi- global a Dios
sión de Dios es típicamente bíblica.36
La teología católica ha ofrecido durante varios siglos La vida del cristiano es un todo. Sus diferentes as-
una imagen excesivamente unilateral de Dios. Acentuan- pectos y los múltiples actos que la integran no son
do su trascendencia, dejaba en penumbra su proximi- independientes, sino que forman una unidad. Los de-
midad al hombre, al mundo y a la historia. Parecía ser beres familiares, profesionales, sociales, "religiosos", son
aquél un Dios sin mundo. Hasta hace unos decenios, compromisos ante Dios; forman parte del designio de
faltó también casi por completo una reflexión teológica Dios sobre el hombre, es decir, de su vocación. La vio-
acerca del mundo y de la historia a partir de la reve- lación consciente y libre de cualquiera de esos deberes
lación. Estos dos hechos influyeron en la tendencia ac- es una ofensa a Dios que nos interpela desde todas las
tual a crear un mundo sin Dios y una teología arreli- parcelas de nuestra existencia. Dondequiera que el hom-
giosa. bre se niega a cumplir lo que reconoce como su deber,
comete pecado contra Dios y es infiel a sí mismo. Ser-
Esta desconexión incidió también en la visión de la vicio a Dios y vida de todos los días son inseparables.
fe como algo ajeno al quehacer diario y en el concepto
A la hora de examinar nuestra conducta, no pode-
36
Cf W. KASPER, Moglichkeit der Gotteserfahrung heute: GL
mos fijarnos únicamente en uno o varios mandamientos
42(1969) 329-349 (Posibilidades de la experiencia de Dios, hoy: Sel de Dios o de la Iglesia, ni tan sólo en algún sector de
Teol 34(1970) 203-214. Es una síntesis del original).
383
382
nuestra vida, olvidando los demás, como si fueran "neu- importancia, y, en caso afirmativo, se pregunta qué cri-
tros" desde el punto de vista religioso-moral, o como si terios han de tenerse en cuenta para emitir tal juicio.
constituyeran un "feudo íntimo" en el que Dios no tu- Es verdad que nuestro juez es el Señor (1 Cor 4, 4,),
viese que meterse para nada. Centrar nuestra atención pero Pablo invita a los cristianos a examinarse y a
y nuestra sensibilidad al pecado exclusivamente en uno juzgarse cada uno personalmente (1 Cor 11, 28.31).
o varios puntos de nuestra vida sería una forma fácil de Conviene, pues, que el cristiano tenga siquiera unos
tranquilizarnos, de sentirnos justos y seguros ante Dios principios básicos para poder juzgar sus actos y actitudes
y de engañarnos. y su situación frente a Dios. Hoy, cuando las circuns-
tancias sociales exigen un cristianismo personalizado,
Admitido este carácter unitario de nuestra vida y
esto resulta evidente.
la dimensión religiosa de todos nuestros actos, se com-
prende fácilmente que será, en la vida de todos los días, Que sea posible enjuiciar los propios pecados parece
en nuestro quehacer cotidiano y en las relaciones con los lógico. Son actos humanos, conscientes y libres, y, en
demás, donde van a ser más numerosos nuestros peca- cuanto tales, pueden ser objeto de reflexión y de exa-
dos. Consiguientemente, nuestro examen de conciencia men por parte del sujeto y, hasta cierto punto, aun de
y nuestra confesión deberán centrarse principalmente los demás. Que entre nuestros pecados hay unos más
en los deberes diarios y en la violación de los mismos. importantes que otros, es indiscutible. Algunos son pe-
Esto llevará consigo una visión más profana y secular riféricos y superficiales y no pueden afectar seriamente
del pecado; no en el sentido de que niegue su dimen- a nuestras relaciones con Dios. Otros suponen una to-
sión religiosa, sino en cuanto que descubrirá formas del ma de posición del sujeto contra la voluntad divina en
mismo encarnadas en actos y actitudes cuyo aspecto re- algo importante.
ligioso suele pasarnos desapercibido. La Escritura admite distintas clases de pecados. Ha-
bla del pecado imperdonable (Mt 12, 31-32), de algunos
otros muchos que denuncia como ofensas graves a Dios.
Junto a éstos, deja entrever otros de menor relieve,
V. E L JUICIO DE NUESTROS PECADOS tan graves que excluyen del reino de Dios (Mt 25, 41-
46; 1 Cor 6, 9-11; Ga 5, 19-21; Ef 5,5, etc.), y de
que se encuentran en la vida de todos los hombres, in-
cluso de los justos (1 Re 8, 46; Ecl 7, 20; Mt 6, 12;
Otro tema importante es el de la distinción de los
Sant 5, 16; 1 Jn 1, 8-10).37
pecados. Se trata de si podemos emitir un juicio sobre
los pecados propios y ajenos, distinguiéndolos según su 37
Acerca de la división de pecados según su gravedad, en el

384 385
1. Pecado mortal y pecado venial En los últimos años se ha escrito bastante sobre el
tema de la distinción de los pecados. La generalidad
A la luz de la sagrada Escritura, los teólogos distin- de los autores mantienen la división tradicional.39 Unos
guen diferentes clases de pecados según su importancia. cuantos teólogos proponen otras clasificaciones.
La clasificación más común habla de pecados mortales
y pecados veniales. Para hacer esta distribución, la teo- Así P. Schoonenberg habla de «pecado de muerte»,
logía tradicional solía fijarse preferentemente en los pecado mortal y pecado venial. El «pecado de muer-
elementos externos y objetivos. Consideraba pecado te» es una opción total del individuo para el mal.
mortal la ofensa de Dios en materia grave; tal acto priva Una decisión definitiva que sólo es posible en el
de la gracia, es decir, rompe la amistad con Dios. Lla- momento de la muerte. Es el pecado de obstinación.
maba pecado venial a la ofensa de Dios en materia Equivaldría a la anomia joánica (1 Jn 3, 4) y al pe-
leve; éste no rompe las relaciones de amistad con Dios.38 cado contra el Espíritu (Me 3, 28-29). Pecado mortal
es, según Schoonenberg, una decisión central para
Era ésta una moral elaborada mirando al confeso- el mal. No es definitiva, aunque dispone para el
nario y con una visión del sacramento de la penitencia, «pecado de muerte»!"
más como acto judicial que como sacramento. Lo que
más le preocupaba era precisar exactamente qué actos Esta distinción de pecados tiene como presupuesto la
discutida tesis de la opción final.41 Al insistir en
constituían pecado mortal, y cuáles eran sólo faltas ve-
su carácter provisional, el autor parece no reconocer
niales. De ahí que encontremos en los manuales clási- al pecado mortal toda la seriedad que tiene. Esta dis-
cos minuciosas precisiones de lo que es grave y dé lo tinción de Schoonenberg tiene pocas ventajas pasto-
que es leve; hasta dónde es pecado venial y dónde em- rales.
pieza a ser mortal. Interesaba, sobre todo, el acto en
sí, su materialidad. Los elementos subjetivos se daban F. J. Heggen habla de pecado mortal, pecado grave
fácilmente por supuestos.
39
Cf B. HAERING, La ley de Cristo, 1, 382-396: B. SCHÜLLER,
Pecado mortal. Pecado venial, en Penitencia y confesión, 11-90;
A. T., véase M. G. CORDERO, Teología de la biblia. Antiguo Testa- F. BOECKLE, El pecador y su pecado, 84-87; R. BRIONES, Pecado
mento. BAC, Madrid 1970, 676-678. Sobre la distinción de los pe- mortal - pecado venial: Proyección 74(1971) 10-16; R. BLOMME, Wi-
cados según su gravedad en el Nuevo Testamento, véase J. HAAS, derspruch in Freiheit, 103-132.
40
Die Stellung Jesu zu Sünde und Sünder nach den vier Evangelien. P. SCHOONENBERG, El poder del pecado, 43; cf Uid., 3244;
Freiburg 1953, 53-61; cf P. SCHOONENBERG, en Mysterium salutis, ID., Mysterium salutis, II-II, 952-959; H. BOELAARS, Ist jede schwere
II-II, 952-956. ^ Sünde eine Todsünde?: Theologie der Gegenwart 6 (1963) 142-148;
38
Los teólogos medievales llamaban al pecado venial «actio L. MONDEN, Conciencia, libre albedrío y pecado, 48-55.
41
praeter legem», «inordinatio circa media, non circa finem»; cf F. Acerca de la tesis de la opción final, véase B. SCHÜLLER,
SCHOLZ, Sünde: LTK 9, 1182. Tod-sünde-Sünde zum Tod?: Theologie und Philosophie 42(1967)
321-340; ID., Pecado mortal. Pecado venial, 81-90.
386
387
y pecado venial. Según él, «llamamos pecado mortal pueda constituir pecado mortal. Lo cual no parece
a lo que separa realmente del amor». El pecado mor- seguro. De hecho, es posible que se den actos peca-
tal rompe la relación de amistad con Dios; sitúa minosos esporádicos, sin precedentes, al menos clares,
en una actitud negativa frente a él. Heggen insiste en el individuo, pero de tal magnitud y profundidad
en que el pecado mortal no puede darse en un acto psicológica que encarnen una decisión total del sujeto
súbito y aislado. «Una decisión vital sólo se pone y que, por consiguiente, supongan una ruptura de la
en marcha paulatinamente... El pecado mortal, que amistad con Dios. Estos actos denunciarían un cam-
separa de manera real y definitiva al hombre del bio en la opción fundamental buena que les prece-
amor, si no ocurre un milagro de la gracia, no sur- diese y serían, por tanto, pecados mortales.
ge de improviso de la nada».42
El texto original del Nuevo Catecismo para adultos
Pecado grave, según Heggen, es «una decisión hecha distingue igualmente pecado mortal, pecado grave y
en un corto momento, en un arranque»; puede tener pecado venial. Pecado mortal es la ruptura definitiva
lugar perfectamente dentro de una vida cuya trayec- con Dios; pecado grave es la ruptura de amistad
toria fundamental es buena; es una situación pasa- que todavía puede desaparecer; no es definitiva.
jera, un hecho aislado. Lo que distingue el pecado «Lo de mortal suena a algo definitivo e irrevocable.
grave del leve es la mayor autoexpresión humana Preferimos decir pecado grave, como hablamos de una
que se da en aquél. enfermedad grave, que no es aún la muerte, aunque
puede llevar a ella».4,3 Es la misma clasificación de
Heggen intenta establecer una diferencia entre la fal- Schoonenberg. El texto corregido se queda con la
ta importante, pero aislada y esporádica, que ofende división tradicional y afirma: «Al usar la expresión
a Dios, pero que no rompe la amistad con él porque pecado mortal no debemos pensar en algo definitivo
no trastorna la trayectoria de fidelidad del sujeto, e irreparable».44
y la falta grave también, pero que acaece dentro de
una trayectoria negativa respecto de Dios. Esta última Otros autores hablan de pecado leve, pecado serio o
rompería la amistad con Dios; encarnaría una opción de fragilidad y pecado mortal. Describen el leve y el
fundamental contra él; por eso se llamaría mortal. mortal lo mismo que la teología tradicional. Por
Heggen no admite que un acto aislado y esporádico pecado serio o de fragilidad entienden «aquel que,
aun estando en seria y grave contradicción con la
48
F. J. HEGGEN, La penitencia, acontecimiento de salvación, 74. opción fundamental buena de la persona, no la cam-
«Tenemos serias objeciones, dice el autor, contra la idea de que el bia. Y esto se deduce, bien por la pronta reacción
pecado mortal, vitalmente decisivo, puede cargarse sobre un acto
aislado, atomizado. La peculiaridad de la existencia humana reside
precisamente en que jamás nos concentramos totalmente en un acto
aislado... El pecado mortal es siempre el resultado de algo; supone Nuevo catecismo para adultos, 435.
1
un crecimiento y un desarrollo» (Ibid., 72). Suplemento al Nuevo catecismo para adultos, 52.

388 389
de la persona para repararlo y evitar las malas con-
ruptura con Dios. Denuncian, más bien, una caída espo-
secuencias, bien del estilo general de vida en el cual
rádica o una debilidad del individuo que, a pesar de
se ve encarnada una opción fundamental realmente
buena».45 sus esfuerzos, cae una y otra vez y no logra evitar tales
faltas. La afirmación de que tales actos o actitudes no
K. F. O'Shea va más lejos y distingue nada menos constituyen pecado propiamente dicho se apoya en la
que ocho categorías de pcados 16. Otros teólogos ha- biblia y en la psicología. Esos tales son pecados sólo
blan de pecados profundos y superficiales; y aún se por analogía; se distinguen esencialmente —y no es
podrían apuntar otras clasificaciones. sólo diferencia de grados— de los mortales.
Estas clasificaciones tienen, cuando menos, el méri- ¿Será preferible optar por una división tripartita
to de intentar distinguir grados y categorías en ese mun- o retener la tradicional bimembre? Quizá sea más sen-
do misterioso de la pecaminosidad humana. Pretenden cillo optar por lo segundo, admitiendo sin embargo que
aclarar un poco la escueta división tradicional. Y sus las clasificaciones trimembres apuntadas pueden resul-
aportaciones tienen cierto interés para la pastoral. tar esclarecedoras y contribuir a "purificar" el concepto
de pecado propiamente tal.
Es indudable que la actitud de pecado admite gra-
dos. Es diferente el estado de obstinación, sobre todo El criterio seguido por los autores modernos para
en el momento de la muerte, y el simple estado de rup- la distinción de los pecados suele ser externo e interno
tura con Dios por desentendimiento, comodidad, egoís- a la vez, es decir, comprende la materialidad del acto
mo, etc. Parece también válido e importante el intento y la vivencia personal del individuo, con prevalencia de
de distinguir la seriedad, profundidad e importancia de ésta última. Estos autores proponen un juicio de la pe-
los pecados no mortales. En efecto, se dan actos peca- caminosidad humana a partir de la persona y en función
minosos de cierta importancia que se oponen a las exi- de la trayectoria de su vida. Los pecados serán morta-
gencias del amor, pero que son aislados, o incluso que les o veniales según su incidencia en la opción funda-
se dan con cierta frecuencia y que no perturban profun- mental de la persona; "según la medida de autoexpre-
damente la trayectoria del individuo, que intenta seria- sión humana que en ellos subyace".17
mente servir al Señor. Esos pecados no pueden llamarse Según esto, en el pecado venial se trata de un acto
mortales, pues se ve que no encarnan una actitud de en que la persona no se expresa ni se compromete ple-
namente; es una decisión periférica del individuo que
45
J. RAMOS REGIDOR, II sacramento della penitenza, 91.
no cambia su línea fundamental de conducta; es sólo
46
K. F. O'SHEA, The reality of sin: a theological and pastoral
critique: Theological Studies 29(1968) 255-256. 47
F. J. HEGGEN, La penitencia, acontecimiento de salvación, 71.
390 391
pecado en sentido análogo.*8 En el mortal, en cambio, 2. ¿Cómo distinguir nuestros pecados?
se da una decisión profunda y central del sujeto que
es autodisposición contra la voluntad de Dios. El pe- El pecado es una realidad misteriosa y no admite
cado mortal es ruptura de la persona con Dios; una "tablas" claras y precisas de clasificación; sin embargo,
negativa a la vida en el amor. Supone un cambio de pueden darse algunas orientaciones acerca del modo de
dirección en la opción fundamental de quien lo comete. juzgar sus diferentes manifestaciones. He aquí dos prin-
cipios:

El Nuevo catecismo para adultos lo describe así;


a) Lo decisivo en el pecado
El pecado grave... es una ruptura con Dios, una es la actitud interna
desobediencia deliberada en algo indispensable en
las relaciones de amor con él. Excluye necesariamen- Dado que el pecado se sitúa en un contexto inter-
te de la amistad con Dios, hace del hombre un ob- personal Dios-hombre, al juzgarlo hay que tener en
jeto de la ira de Dios (Ef 2, 3) y le despoja de la vida cuenta ante todo la intensidad de la opción personal
divina, la gracia santificante y la inhabitación del contra el amor y la importancia que tiene para el sujeto
Espíritu Santo: en fin, se trata de una muerte espi- esa toma de posiciones consciente y libre. También debe
ritual. Por eso, tal pecado recibió el nombre de mor- tenerse presente la incidencia de esa opción en la tra-
tal. Si un hombre se obstina en su ruptura voluntaria, yectoria de vida del sujeto, según la importancia del
y se mantiene en ella hasta la muerte, entonces apa-
rece un estado de empedernimiento eterno, de eterna acto o de la actitud pecaminosa. Lo externo es sólo
privación de la amistad, el infierno.19 un síntoma de la decisión interior.50 Al juzgar el peca-
do hay que mirar al individuo pecador. Los elementos
materiales y los criterios externos no tienen nunca la
última palabra. Esta corresponde al recinto íntimo del
sujeto pecador, en actitud sincera ante Dios y consigo
48
En el pecado venial «el hombre actúa con el corazón dividi- mismo.
do», dice F. BOECKLE, El pecador y su pecado, 85. «Podríamos hablar,
dice R. BRIONES, de una inconsecuencia moral» (Pecado mortal - Al concretarse el pecado sobre todo en la actitud
pecado venial: Proyección 74(1971) 15).
49
interna, se comprende la posibilidad de que una persona
Suplemento al nuevo catecismo para adultos, 52. El pecado
mortal «es una opción tan fundamental, un acto de tal intensidad 50
humana, que exige una total presencia de todo el hombre, en su Cf L. MONDEN, Conciencia, libre albedrio y pecado, 57;
conocimiento y voluntad» (R. BRIONES, Pecado mortal-pecado venial, P. Se H OONENBERG, El poder del pecado, 41; J. RAMOS REGIDOR, II
13). sacramento della penitenta, 92.

392 393
observe perfectamente la materialidad de todos los pre- acto o actitud dentro de las relaciones del sujeto con
ceptos de la ley y sea, sin embargo, un gran pecador, Dios y hasta qué punto afecta a la opción fundamental
si no ha entregado su corazón a Dios y no vive para del sujeto.
él. Es decir, que la justicia del individuo no se mide, Suele decirse que no existen pecados, sino peca-
sin más, por su observancia exterior de la ley. La ac- dores. Esto significa que desligar al acto de su contex-
titud de Jesús frente a los fariseos confirma esto (cf. to vital para juzgarlo, es deformarlo y falsificarlo; es
Mt 23). También hay que decir, en sentido contrario, incapacitarse para emitir un juicio certero sobre él. La
que puede una persona caer repetidas veces en alguna moral cristiana no es una casuística atomizante; juzga
falta importante, y sin embargo estar en buenas rela- los actos y actitudes en su contexto y mira sobre todo
ciones con Dios. a su incidencia en la opción fundamental del individuo
Hoy día se advierte una tendencia a dejar que el que da la pauta a todo su comportamiento.51 Es necesa-
cristiano juzgue sus propios actos en sinceridad ante rio mirar primordialmente a las actitudes del sujeto y,
Dios, según sus obligaciones, y teniendo en cuenta las a la luz de las mismas, enjuiciar sus actos. Pero lo más
circunstancias concretas en que se desenvuelve su vida; importante son la opción fundamental y las actitudes.
circunstancias que él conoce y debe poder juzgar mejor Los actos suelen ser síntomas de éstas.
que nadie. Deber del pastor es formar las conciencias La gravedad de actos externamente idénticos puede
de los creyentes y capacitarles para emitir tales juicios. variar mucho según la situación de su autor, y aun en
Lo cual no es tarea fácil ni rápida. La madurez cristiana el mismo sujeto pueden tener distinta importancia se-
no se adquiere sin tiempo. gún el momento y las circunstancias en que se encuen-
tre al realizarlos. El mismo acto externo puede ser fruto
de una tentación momentánea o sobrevenir después de
b) Los pecados se encuadran un esfuerzo prolongado por mantenerse fiel al propio
dentro de una vida, deber, estando, por consiguiente, en contraste con la
y ahí hay que juzgarlos línea normal de conducta del sujeto. Y puede también
ser reflejo de una actitud de abandono, de infidelidad.
La vida de cada persona es una vida bajo la llamada En cada caso habría que juzgarlo de forma diferente.
de Dios, y esta llamada pide una respuesta que integre
los varios sectores de la existencia. Los actos o actitu- 51
Cf A. ULEYN, Actualité de la fonction prophétique, 48-49;
des pecaminosos, las negativas al amor, deben juzgarse cf F. J. HEGGEN, La penitencia, acontecimiento de salvación, 62;
cf B. FORCANO, Caminos nuevos de la moral. Comercial editora, Va-
dentro de la trayectoria vital del individuo. Habrá que lencia 1971, 152-154; RAMOS REGIDOR, II sacramento della penitenta,
ver sus antecedentes y examinar lo que significa tal 78-81.

394 395
No se puede juzgar la vida de un creyente en fun- 3. ¿Se cometen muchos
ción tan sólo de sus caídas más o menos graves y fre- pecados mortales?
cuentes. Será la trayectoria normal de su vida y su
actitud global frente a Dios la que nos permita preci- Es ésta una cuestión que se plantea con frecuen-
sar y acercarnos al verdadero juicio sobre dichas caídas. cia y a la que desearíamos saber responder con exacti-
Esto tiene aplicaciones prácticas para el sacramento de tud. Pero tanto las fuentes de la revelación como la
la penitencia y suelen tenerlo poco en cuenta tanto los psicología no aportan elementos suficientes para dar
penitentes como los ministros del sacramento. una respuesta clara y precisa. Tenemos que conformar-
nos con unos criterios generales basados en la biblia, en
Hace poco asistí a una conferencia en la que se la psicología y en las normas del magisterio de la Igle-
habló de la necesidad de encuadrar los actos en su con- sia. Estas últimas tienen suma importancia por ser in-
texto, antes de emitir juicio sobre ellos. Un sacerdote terpretación auténtica del mensaje revelado para el mo-
hizo esta pregunta: "Según lo que usted dice, ¿ya no mento presente. Cada creyente se encuentra en una
vamos a poder seguir diciendo que por no ir un domin- situación concreta y deberá saber interpretar desde ahí
go a misa manda Dios al infierno?" El ponente res- las orientaciones generales y preguntarse qué dicen para
pondió que, así sencillamente y en general, nunca había él en concreto. Las normas de la Iglesia tienen un valor
sido justo decir tal cosa, y que creía necesario que se orientador y deben acatarse como tales. Son indicado-
tomase más en serio a Dios y al infierno.
Efectivamente, solemos tomar muy a la ligera el como infundada la tendencia a ver pecados mortales en todas partes
tema del pecado y del castigo. Afirmar, por ejemplo, y a calificar como mortal cualquier acción, sin encuadrarla en el
contexto de vida personal del sujeto, que es donde se revela la
que la transgresión aislada de un precepto como el de importancia de cada acto. Ni la biblia, ni la tradición de la Iglesia,
asistir a misa los domingos y días festivos pueda cau- ni la psicología humana dan pie para atribuir, sin más, a una trans-
gresión consciente o libre pero aislada, de la ley de Dios o de la
sar, sin más, la ruptura de amistad con Dios y la con- Iglesia, el carácter de ruptura con el Señor. ¿No es posible dentro
denación eterna, independientemente de la línea gene- de una actitud constante de fidelidad a Dios, ofenderle con un acto
aislado, e incluso relativamente frecuente, pero nacido de debilidad,
ral de conducta del sujeto y de su actitud actual frente aunque este acto sea de cierta importancia, sin por ello romper la
a Dios, es una ligereza. Y tales modos de hablar del amistad con el Señor? Cf L. MONDEN, Conciencia, libre albedrío y
pecado, 52-53. ¿Merece igual calificación moral el pecado de quien va
pecado y del infierno desacreditan el mensaje cristiano, ordinariamente a misa y piensa continuar yendo, pero que un día
además de ser injuriosos para el Dios de la biblia y no quiso ir, y el de quien tampoco fue ese domingo a misa, pero que
no va de ordinario ni piensa cambiar de conducta? Y en el primer
para el hombre.53 caso, si no concurren circunstancias agravantes, ¿puede decirse que
haya sido un pecado mortal? ¿Dan pie la biblia y la tradición para
58
decir que ese acto —y podríamos citar otros mil casos similares— es
Al afirmar esto, no queremos negar la doctrina católica acerca suficiente para romper la amistad con Dios?
del pecado mortal y de sus consecuencias. Sólo intentamos denunciar
397
396
guardarse de enjuiciar a los hombres peor de lo que
res del camino de la vida, en principio siempre váli-
son en realidad.53
dos, que la interpretación subjetiva deberá tener muy
en cuenta. J. Bommer afirma:
Si miramos a lo que dijimos antes acerca de la na-
«Los pecados mortales, en general, son mucho menos
turaleza del pecado mortal, como ruptura de la amis- frecuentes de lo que nosotros los católicos tendemos
tad con Dios y opción profunda en contra de la volun- a pensar. No tenemos motivo alguno para multiplicar
tad divina, parece que no se cometen tantos pecados lo más posible la cantidad de los pecados mortales,
mortales como suele creerse. Muchos actos que suelen si no queremos comprometer la seriedad impresionan-
considerarse pecados mortales, no son en realidad más te de la biblia respecto a semejante catástrofe.54
que reacciones instintivas o rutinarias. Piénsese, por
ejemplo, en un sinnúmero de blasfemias y en una serie H . Vorgrimler observa que el concepto de pecado
de actos que, aunque fueran culpables, no pueden cau- mortal que refleja el concilio de Trento (D. 894) es
sar una ruptura con Dios dentro de la vida concreta del mucho más serio que el de la pastoral corriente. Según
creyente, bien porque no tienen tanta importancia como el teólogo alemán, ese pecado mortal a que refería el
para cambiar la dirección de su vida, bien porque no tridentino se da más raramente de lo que se cree.55
los vive con la profundidad psicológica que exigiría tal
Parece muy oportuna esta observación del Nuevo
ruptura.
catecismo para adultos:
Entre los teólogos actuales es frecuente encontrar
No hay que pensar demasiado a prisa que se ha co-
la afirmación de que los pecados mortales no abundan
metido tal pecado (grave). Un verdadero pecado grave
tanto como suele decirse.
53
51
B. SCHÜLLER, Pecado mortal. Pecado venial, 11-12.
Hoy día, dice B. Schüller, se siente uno cada vez J. BOMMER, La confessione nella dottrina e nella prassi.
Borla, Torino 1965, 28-29; L. MONDEN, Conciencia, libre albedrío
menos inclinado a imputar a los hombres, tal como y pecado, 52.
55
por experiencia se les conoce, un pecado mortal. Más H. VORGRIMLER, Das Buss-Sakrament-iuris divini?: Diakonía
o menos, podría decirse que impera la tendencia a 4(1969) 265; cf F. FUNKE, Zur Sakramentalitdt der Bussfeiern: Ibid.,
278. «En la práctica, dice P. SCHOONENBERG, no se puede suponer
reducir considerablemente, de iure y de jacto, a la vez, demasiado rápidamente la existencia de un pecado mortal. Una pasto-
los pecados mortales... Los pecados que de hecho co- ral que presuponía con demasiada rapidez el pecado mortal, sobre
meten los hombres o que en general pueden cometer todo en los casos concretos, medidos a menudo según una norma
exterior (en tanto que, de forma notablemente inconsecuente, se tenía
durante su vida terrena, no revisten un carácter tan por poco frecuente el acto de contrición perfecta), fue la causa de
terrible como hasta ahora se ha admitido... Hay que muchas conciencias escrupulosas y laxas» (Mysteriutn salutis, II-II,
258-959).
398 399
no es... una fruslería. El que hace de fruslerías peca- mos más a nosotros mismos que a Dios y al prójimo.
dos graves, termina haciendo de pecados graves, frusle- Tales actitudes nos invitan a examinarnos sinceramen-
rías.58 te y con valentía. La huida de la reflexión es una forma
fácil de acallar la conciencia, pero es pecado.
El enfoque personalista de la pecaminosidad, al que
aludimos posteriormente, nos llevará a ser más módicos La verdad es que no deberíamos centrar nuestra
a la hora de poner la etiqueta de mortal a los pecados. atención en precisar con exactitud si se cometen más
o menos pecados mortales. Cualquier clase de pecados
No debemos, sin embargo, ser demasiado optimis-
se opone a la vocación cristiana y humana, y ofende
tas en esta cuestión. Tan abominable es ver pecados
a Dios. Esto basta para que orientemos nuestros es-
mortales por todas partes, como no verlos por ninguna.
fuerzos hacia una vida más auténtica, inspirada en el
Hay personas que creen no pecar nunca porque dicen
amor de Dios. Y para quien ama de verdad, el proble-
no tener mala voluntad y ningún deseo de ofender a
ma de si tal falta pasa o no el límite de lo venial no
Dios. Hacen lo que les resulta más cómodo o que les
tiene mayor sentido. Basta que ofenda a Dios para que
gusta más, esté o no esté prohibido, y se creen en
sea abominable. Aquí vale la respuesta que le dio el
regla, pues no tienen mala intención; simplemente si-
Señor a quien le planteaba un problema parecido al
guen el camino que les va mejor.
nuestro:
Se dan con frecuencia entre los creyentes ciertas
actitudes, tales como el olvido y desentendimiento prác- Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se sal-
tico y a veces teórico de Dios y de las exigencias de van?» El les dijo: «Esforzaos por entrar por la
la fe cristiana en lo referente a deberes religiosos de puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán
formación, de oración, de penitencia, etc.; la despreocu- entrar y no podrán» (Le 13, 23-24).
pación y el desinterés frente a las leyes de Dios, de la
Iglesia y de la convivencia social, el olvido práctico de
que la fe lleva consigo un compromiso social serio, la 4. Carácter misterioso de
búsqueda sistemática de la comodidad aunque sea con nuestra -pecaminosidad
perjuicio de los valores humanos y espirituales, la vida
superficial y alegre basada en criterios hedonísticos, etc., Nuestros pecados tienen siempre algo de misterio.
que hacen pensar en la presencia del pecado entre no- Ya nacemos marcados por el pecado y pasamos la vida
sotros. Estas y otras actitudes nos dicen que nos ama- bajo la influencia de un mundo contaminado por él.
Actúa en nosotros como fuerza maléfica que intenta
56
Suplemento al nuevo catecismo para adultos, 434. subyugarnos y apartarnos de nuestro camino. El mismo
400 401
5. Constante actitud
contexto en que se sitúan nuestros pecados personales
tiene también un carácter misterioso. Misterioso es, en de conversión a Dios
efecto, para nosotros el Dios que nos interpela, así
Lo que acabamos de decir podría hacer pensar que
como la llamada específica que dirige a cada uno, so-
lo mejor es despreocuparse de los propios pecados,
bre todo en ciertos casos concretos. Únicamente con
ahorrarse el mal rato que supone el examen de concien-
su gracia y, a medida que progresemos en santidad, ire-
cia y dejar que Dios nos juzgue como le parezca. En
mos adelantando en el conocimiento del designio divino
realidad, se trata exactamente de lo contrario. Debe-
sobre nosotros (cf. Col 1,9). Misterioso es también el
mos examinar asiduamente nuestra conciencia y ver si
mundo de nuestra libertad y de nuestra responsabili-
nuestra vida es la de un siervo prudente y vigilante
dad personal, con toda esa gama de condicionamientos
que espera constantemente a su señor, como manda
conscientes e inconscientes, hereditarios, ambientales,
Jesús (cf. Mt 24,42.44). El evangelio insiste machaco-
somáticos, psíquicos, etc.
namente en ese estar alerta y en la necesidad constante
Todo esto hace pensar que, a pesar de nuestros y universal de conversión. Es necesario que nosotros
esfuerzos y por muy bien formados que estemos, nun- descubramos y vivamos seriamente la dimensión peni-
ca podremos emitir un juicio seguro acerca de nuestros tencial de la existencia cristiana y que nos mantenga-
pecados y de nuestra situación exacta ante Dios. mos en la actitud del publicano, la única que justifica.
Necesitamos adquirir conciencia de que todos so-
Las modernas ciencias del hombre, incluso la bio-
mos pecadores: simul justas et peccator. Justificados
química, invitan a este respeto a la persona a la hora
por Cristo, hechos criaturas nuevas, caemos constante-
de juzgarla. Cuanto más se adentra uno en la comple-
mente en infidelidades que empañan la justicia recibida
jidad del comportamiento humano, más inclinado se
y necesitamos volver al Señor para que nos perdone.
siente a la discreción y al respeto. Lo cual no quiere
Como dice F. Bóckle, " el pecado es siempre un misterio
decir que se tome el pecado a la ligera, sino más bien
en nuestra vida. Pertenece a nuestra realidad —como
que se toma en serio a la persona, con su propia res-
a la de los hombres que ya y aún están en camino— en-
ponsabilidad y con su pecado. En la responsabilidad per-
frentarnos con este misterio".57
sonal frente a Dios en cada circunstancia concreta, ahí
precisamente es donde conviene insistir. Eso es lo más 57
F. BOECKLE, El pecador y su pecado, 86. Acerca de nuestra
evangélico y positivo y, a la vez, lo más serio y com- condición de justos y pecadores, véase K. RAHNER, A la par justo
y pecador, en Escritos de teología, 6, 256-270. Sobre la dimensión
prometedor. penitencial de la existencia cristiana, véase F. SEBASTIÁN, Dimensión
penitencial de la existencia cristiana, en Para renovar la penitencia
y confesión. PPC Madrid 1969, 21-54.

403
402
La acción pastoral debe mirar a despertar la con- lizador que distrae y parece dispensar de la verdadera
vicción profunda de que somos pecadores y necesita- actitud penitencial. Los fariseos, tan duramente anate-
mos incensantemente volver a Dios para reafirmar nues- matizados por Jesús, eran catalogadores escrupulosos de
tra actitud de fe. Esta actitud básica es la que importa pecados. Pero olvidaban su pecado.
primordialmente. Ella nos ayudará a ver el pecado en
todos nuestros pecados, y a sentir la necesidad de re-
dención.
VI. LA PRESENTACIÓN DEL PECADO H O Y
Reafirmar esta actitud es lo fundamental también
al celebrar la penitencia, y no precisamente la enume-
ración de faltas en su materialidad. Esta se exige sólo
A modo de síntesis de todo lo dicho anteriormente,
como expresión de aquélla, como un medio. Tenemos
y a pesar de que necesariamente incurriremos en repe-
que dejar un poco de lado ese detallismo de actos que
ticiones, vamos a señalar los rasgos que, a la luz de
ha caracterizado la visión del pecado y la celebración
la biblia y del modo de ser del hombre actual, parece
del sacramento de la penitencia, durante muchos siglos.
que deberán caracterizar la presentación del pecado en
Urge, en cambio, prestar mayor atención a la actitud
nuestros días.
de conversión a Dios que debe animar toda vida de
fe: hablar y preocuparnos más del pecado en singular,
que es nuestro egoísmo, nuestra incredulidad, nuestra
falta de amor, es decir la orientación de vida al mar- 1. Presentación integral
gen de Dios, que de los pecados aislados, aun cuando
éstos también tengan su importancia. Hay que evitar El pecado es una realidad pluridimensional. Desta-
dos posturas extremas: la del que sólo mira a los actos, car uno o varios de sus aspectos y dejar otros en pe-
y la del que no les concede valor ninguno. numbra u olvidarlos sería deformar el concepto bíblico
del mismo. En la teología y la pastoral del pecado
La preocupación centrada en la materialidad de los de los últimos siglos existe un lamentable desequili-
actos, y frecuentemente de actos "insignificantes", a brio debido a la atención unilateral que prestaron al
veces incluso de actos referentes a un único sector de aspecto religioso e individual. Según la biblia, esta re-
la propia vida cultivado con especial interés, olvidando ducción ad unum es inadmisible. El pecado aparece allí
otros quizá mucho más importantes, puede fácilmente como una realidad plurif acética. Prueba de ello son la
convertirse en una especie de coraza protectora, algo riqueza y variedad del vocabulario bíblico —hebreo y
así como un "seguro espiritual", un sucedáneo tranqui- aun del griego— referente al mismo.
404 405
Una presentación integral del pecado deberá partir Pero con ese nuestro Dios que, en frase agustiniana,
de un análisis de la situación del pecado en que vive es intimior intimo meo, no es posible tal cosa.
la humanidad, que trate de identificar esa fuerza de Intimamente unida a este aspecto religioso del pe-
mal que contamina la historia de todos los siglos y que cado está su dimensión personal. Decir "no" a la pro-
adquiere en cada época formas nuevas. Este análisis re- pia vocación es decirse "no" a sí mismo. El pecador
mitirá al problema de la entrada del pecado en el mun- busca, a su modo, el bien; pero en realidad es infiel
do (el pecado de los orígenes) y de nuestra condi-
a sí mismo, abusa de su libertad, abandona el camino
ción innata de pecadores. Llevará asimismo a constatar
que puede llevar a la verdadera plenitud humana y es-
la existencia de una tensión y una lucha dentro de
coge una trayectoria que le conduce a la muerte en el
nosotros mismos entre tendencias buenas y malas y a la
sentido pleno de la palabra. El pecador se auto traiciona,
identificación de formas concretas de pecado en nues-
se rebaja, se aliena.
tras vidas: nuestros pecados personales.
El hombre es ser social; nació en familia y debe
Al hablar de éstos, es necesario subrayar sus múl- vivir como miembro de una comunidad. Su pecado tie-
tiples dimensiones. De esta forma, resaltará mejor la ne siempre una dimensión comunitaria. La ruptura con
seriedad de los mismos. Para descubrir los distintos as- Dios repercute necesariamente en la comunidad. Pe-
pectos de nuestros pecados conviene partir de la na- cando, priva a ésta de un bien, de una fidelidad, de
turaleza pluridimensional de la vocación humana en una autenticidad y rectitud, y quizá de un buen ejem-
el mundo. plo que debía aportarle. Además, introduce en ella un
En este enfoque histórico-vocacional aparecerá en mal que, de una forma u otra, repercutirá en ella y la
primer lugar la dimensión religiosa del pecado. Dios dañará. El pecado corrompe la vida personal del indi-
nos creó por amor, y pide una respuesta con una vida viduo y hace que éste no desempeñe el papel de rea-
inspirada y movida por el amor. El pecado es la nega- lizador y promotor del bien que tiene toda persona
tiva a esa vida en amor; la opción por sí mismo, por humana dentro de la historia; es, por tanto, anti-histó-
un proyecto propio de vida; la ruptura con Dios. Este rico. Y esa infidelidad personal es de alguna manera
aspecto religioso se encuentra en cualquier falta a nues- infidelidad de la misma comunidad frente a Dios y a
tro deber, de cualquier clase que éste sea: profesional, la historia.
social, familiar, "religioso"; y esto, aunque no pense- Si se trata de un miembro de la Iglesia, tomada
mos explícitamente en Dios, ni tengamos intención al- ésta en sentido estricto, su pecado tiene también una
guna de "meternos con él". ¡Tantas veces nos gusta-
dimensión eclesial. Contamina la santidad de la esposa
ría dejar en paz a Dios y que él nos dejase a nosotros!
de Cristo, es un fracaso de la misión de la Iglesia en
406
407
ese individuo. Un análisis detenido de la presencia del to, el salvador, que ofrece a todos su amor y su vida;
pecado en la sociedad civil y en la Iglesia, en las es- Cristo presente y activo en la Iglesia —los sacramen-
tructuras y en los individuos, ayudará a captar este tos son actos suyos, encuentros con él—, "escandalosa-
aspecto social y comunitario del mismo, y hará compren- mente" amigo de pecadores y siempre dispuesto a per-
sible algo que suele resultar difícil de admitir hoy día: donar a quien lo desee; ese Dios, en fin, que es el Es-
que la reconciliación con Dios en el sacramento de la píritu de amor que habita en cada cristiano, que lo
penitencia deba realizarse en y a través de la Iglesia. anima y lo guía, y al que nuestros pecados entriste-
Estos diferentes aspectos del pecado debe acentuarse cen, según la atrevida expresión paulina {cf Ef 4, 30).
por dos razones: porque responde a la revelación divina
También es indispensable que los creyentes vivan
y porque en la actualidad se tiende a subrayar unila-
su fe a un nivel personal, sintiéndose queridos por Dios,
teralmente el aspecto histórico-social de nuestras fal-
llamados por él a la existencia y a desempeñar un pa-
tas, olvidando los demás aspectos de las mismas.
pel en el mundo; que vean cada día de su vida como
una nueva llamada y una nueva tarea que han de rea-
2. Presentación personalista lizar para responder a ese Dios que los ama, que está
cerca de ellos y desea llevarlos a la vida, por el camino
Toda la historia de la salvación y toda vida humana de la fidelidad al propio deber. La moral cristiana tie-
se desarrollan en un esquema de relaciones interperso- ne que aparecer en su aspecto positivo y humano de
nales: Dios que se acerca al hombre (creación, revela- cauce para la vida en el amor, es decir, para la única
ción, redención) y el hombre que se siente interpelado forma de vida verdaderamente humana, la que tiene
e invitado a responder a la iniciativa divina. En este como meta la casa del Padre con su indescriptible feli-
mismo contexto interpersonal Dios-hombre se sitúa el cidad. Una moral que no es raquítica, que no tiene los
pecado. ojos puestos sólo en lo permitido y lo prohibido, sino
que es moral de generosidad, constructiva.
Para captar su naturaleza interpersonal, es absolu-
tamente necesario descubrir al Dios bíblico, tan mara- Quienes tengan esta visión de Dios, del hombre y
villosamente presentado en el mensaje de Oseas, de de la vida cristiana, verán que el pecado consiste en
Isaías, de Jeremías, de Ezequiel, de Jonás, en una pala- el rechazo de Dios y de su amor; es una toma de posi-
bra, en toda la biblia, y, de un modo especial, en el ción consciente, voluntaria y libre de la persona humana
Nuevo Testamento. Ese Dios que es nuestro Padre, contra un Dios personal que la amó primero y conti-
que nos quiere y desea que nos convirtamos y se alegra núa amándola. El pecado se sitúa al nivel de la fe y es,
de conceder su perdón (cf Le 15); ese Dios que es Cris- precisamente, la negación de ésta, entendida en el sen-
408 409
tido existencial de adhesión vital al Señor. Así enten- cepa bastarda, la higuera estéril, las aves que conocen
didos, fe y pecado están en relación inversa. En este su estación, el animal que reconoce a su amo, la esposa
esquema y dentro de ese contexto relacional es donde infiel, los hijos rebeldes, el hijo que abandona a su
tenemos que juzgar la pecaminosidad de los actos y padre y su casa, la tierra pedregosa, la oveja extraviada,
actitudes. El pecado del individuo dice relación esencial la sal insípida, la cizaña, el "bueno" que se escandaliza
a la llamada personal que Dios le dirige en su situación de los pecados de su hermano y de la misericordia de
concreta, y hay que admitir que esos elementos perso- Dios, el que pide perdón pero no quiere perdonar, el
nales y circunstanciales condicionan de forma decisiva sepulcro vistoso al exterior y lleno de podredumbre, etc.
la pecaminosidad del sujeto. Con esto no queremos de- El hombre actual suele ser refractario a toda ley
fender un subjetivismo exagerado, sino subrayar el per- externa y a la obediencia, por eso es importante pre-
sonalismo que aflora a lo largo de todo el evangelio, sentarle la ley divina con el colorido personalista que
donde a cada cual se exigen cuentas según sus posibi- le es propio, es decir, como modalidad de la presencia
lidades. de Dios y expresión de su voluntad amorosa; habrá que
ayudarle a ver el carácter apelativo de las leyes de la
Para formar el sentido personalista de Dios, de la Iglesia e incluso de las leyes justas de la sociedad civil,
fe y del pecado, tenemos que olvidar un poco las ex- como ayudas externas y cauces para la vida en el amor
presiones "escolásticas", abstractas y jurídicas, y echar y en la fidelidad a Dios; como exigencias y garantías
mano del lenguaje personalista de los autores bíblicos; de esa vida en amor y, por tanto, elementos soterioló-
cuando menos, hemos de inspirarnos en sus expresio- gicos. Este carácter de sus leyes exige de la Iglesia un
nes, imágenes y comparaciones. Muchos elementos de esfuerzo constante para estar al día y desempeñar dig-
la predicación profética, por ejemplo, conservan su ac- namente su misión de maestra de la verdad que va de-
tualidad y son utilizables hoy día. El lenguaje del Nue- lante y sigue el ritmo de la humanidad, compartiendo
vo Testamento es todavía más actual y más próximo al sus problemas, sus nuevas situaciones, y poniendo a su
nuestro. La simple lectura reposada de los textos bíbli- servicio la luz del mensaje recibido, sin temor a lo
cos —aunque no vamos a emplear materialmente sus nuevo y en fidelidad al maestro y señor de la historia.
expresiones e imágenes— nos ayudará a encontrar un
lenguaje personalista, concreto y vivo para la transmi- La dificultad que sienten hoy muchos cristianos para
sión del mensaje acerca del pecado. Piénsese en la con- integrar su fe y su vida diaria en un todo y para des-
cretez de los relatos acerca del pecado, en las imágenes cubrir el sentido religioso de sus quehaceres cotidia-
y comparaciones de los profetas y del evangelio, toma- nos, exige un esfuerzo para hacerles ver que en los di-
das de la vida familiar y de la experiencia diaria: la versos deberes de cada individuo y en todas las circuns-

410 411
para la sociedad. Habrá que llegar, incluso, a que el
tancias de su vida se encuentra Dios que le llama y le
individuo se adentre en sí mismo y piense en la carga
pide una respuesta en amor, sea o no consciente el
de desilusión, descontento, malestar y fracaso que lleva
individuo de dicha presencia. Quien logre captar esto,
consigo la conciencia de haber sido infiel a Dios, a la
será capaz de descubrir las múltiples formas de pecado
Iglesia, a nosotros mismos, a la sociedad. También es
que pueden darse en su vida. Tenemos que ayudar a
útil que analice la experiencia del perdón, impregnada
descubrir esta cercanía de Dios, esta que llamamos su
de la alegría del retorno al camino recto, a la fidelidad
"mundanidad" y las múltiples formas de lenguaje que
a sí mismo, a la verdad. Dicha experiencia debe ser po-
emplea con nosotros.
sitiva y constructiva en nuestras vidas, en cuanto que
El pecado es obra de la persona humana y, a su vez, nos dice lo que somos y nos espolea para ser lo que
se vuelve contra ella; es una contradicción del ser rela- debemos ser.
cional del hombre, necesaria y constitutivamente abierto
al otro y, ante todo, a ese otro bajo cuya llamada co- Tenemos que llegar a la convicción de que también
menzó a existir y existirá siempre. El pecado, cerrazón el amor a nosotros mismos, la conciencia de la digni-
egoísta sobre sí mismo, es lo más opuesto al ser per- dad personal, el sentido auténtico de la libertad como
sonal. elemento de autorrealización de la persona, y la con-
ciencia de la propia responsabilidad, deben movernos
Es importante que el hombre moderno, consciente a vivir en amistad con el creador, rechazando el pe-
de su valía, de su libertad y responsabilidad, se dé cado.58
cuenta de que el pecado se presenta, a primera vista,
58
como libertad, felicidad, independencia, pero no es más Nuestro texto nacional de catecismo no refleja esta visión
personalista del pecado. Reproduce simplemente la definición de tinte
que ilusión, esclavitud, autoalienación, insensatez, egoís- legalista, usual, en los manuales de teología: «Pecado es toda desobe-
mo. La biblia ofrece un material inmenso para mos- diencia voluntaria a la ley de Dios» (Grado 11,25; 111,61; IV,48).
El tan criticado Nuevo catecismo para adultos apunta también el
trar que el pecado se castiga a sí mismo y perjudica aspecto de desobediencia a la ley, pero encuadrándolo en el dina-
a su autor. El pecado no aparecerá en toda su seriedad mismo del amor, es decir, en perspectiva personalista: «El pecado
daña al hombre, pero es también transgresión de la ley divina. Mas
hasta la escatología. Sin embargo, ya podemos hoy en- con todo eso, no se ha dicho aún lo esencial: el pecado es la negación
treverlo analizando experiencias concretas, tomadas bien del amor a los otros y al otro (Dios). Todo pecado real tiene algo
de esta negación» (431). Y titula así el apartado que trata de este
sea de la biblia, bien sea de la literatura religiosa, e tema: «El fallo del cristiano. El pecado» (430). Podría decir en una
incluso de la misma literatura profana. Sería oportuno perspectiva más amplia: «El fallo del hombre. El pecado».
analizar situaciones de pecado de la historia contempo- El Concilio Vaticano II subraya esta dimensión personalista del
pecado cuando dice: «El pecado rebaja al hombre, impidiéndole lograr
ránea, de la sociedad actual y del propio ambiente, y su propia plenitud». Gaudium et spes, 13. En el apéndice volveremos
mostrar lo que significa el pecado para el hombre y sobre este punto.

413
412
visión "profana" del pecado. Pero tiene que ser así:
Situado en esta perspectiva personal, como algo que que nuestra teología toque tierra y no se quede en
nace de la persona y que afecta al individuo concreto, formulaciones abstractas que repugnan a la mentalidad
el pecado deja de ser teoría y adquiere una seriedad actual y tampoco están siempre de acuerdo con la re-
impresionante. La moral cristiana debe aparecer como velación. El evangelio sólo es tal cuando conecta con
programa de auto-realización del bautizado. Entonces se la realidad existencial de sus destinatarios.
verá la lucha contra el pecado como una liberación del
La mentalidad actual exige un lenguaje distinto del
hombre y como un esfuerzo de fidelidad a la vocación
de las generaciones pasadas. Al hombre nuevo, secular,
humana.
hay que hablarle en su léxico. Tenemos que "seculari-
zar" nuestro modo de hablar del pecado, no negando
la dimensión religiosa del comportamiento humano, sino
3. Presentación existencid subrayando el aspecto religioso de todos los sectores de
la vida, incluso de los que suelen considerarse más pro-
La presentación del mensaje acerca del pecado debe fanos, pero utilizando menos las palabras Dios, Cristo,
ser concreta y existencial. Hemos hecho alusión a las Iglesia, evangelio, caridad cristiana, etc., y más los tér-
críticas que suelen hacerse al modo corriente de pre- minos del hombre de la calle.
sentar el tema del pecado; también aludimos a la des-
orientación que sienten muchos cristianos actuales a la También en la forma de argumentar, es decir, al
hora de identificar sus propios pecados. presentar las motivaciones de la doctrina evangélica so-
bre el pecado, deberemos realizar un viraje, y aducir
La teología pastoral debe hacerse eco de estos pro- menos el argumento de autoridad divina y eclesiástica,
blemas y tomar muy en serio y como tarea urgente e y hacer más hincapié en valores típicamente humanos
importantísima la elaboración de una nueva hermenéu- y, por consiguiente, evangélicos, tales como la dignidad
tica del pecado en categorías actuales, de suerte que de la persona humana, el respeto al otro, la solidaridad
su mensaje resulte inteligible y convincente. Tiene que humana, la fidelidad al propio deber, a la sociedad y a
elaborar una visión del pecado, de sus formas actuales la historia, la responsabilidad personal, la amistad, la
y de sus consecuencias, encarnada en la vida concreta lealtad, la libertad, la sinceridad, la apertura y fidelidad
de los hombres y en sus quehaceres diarios, en contacto al futuro personal y social, etc.
con su experiencia de cada día.
Esta secularización del lenguaje sobre el pecado hará
Este acercamiento del mensaje cristiano a la vida que nuestra predicación sea más convincente y más
diaria llevará consigo una aparente desacralización y se- auténticamente evangélica. Claro está que la acción pas-
cularización del mismo. Parecerá que se trata de una
415
414
también ayudar a descubrir las raíces de esos pecados
toral no puede quedarse así. Debe dar un paso más
y sus efectos personales, eclesiales y sociales. Y todo
o insistir en que detrás de esas exigencias y de esos
eso ha de hacerlo en el lenguaje de sus oyentes, con
valores humanos, está la fuente de los mismos. Debe
expresiones, comparaciones y ejemplos tomados de su
ayudar a conectar estos valores con Dios, origen y des-
vida diaria y perfectamente comprensibles para ellos.
tino de todo. Y no sólo con Dios, sino también con la
Pedagógicamente hablando, interesa mucho llevar a los
Iglesia, instrumento de salvación y luego del encuentro
oyentes a analizar personalmente la vida real, de suerte
entre el hombre y Dios. Esto encierra muchas dificul-
que descubran por sí mismos y en formas concretas la
tades, pero tenemos que enfrentarnos con ellas. No
realidad de lo que se les dice.
podemos quedarnos en un humanismo cerrado a la tras-
cendencia. Eso no sería evangélico; sería idolatría y El sentido pragmatista de la vida y de los valores,
pecado. propio del hombre actual, la fidelidad a la sagrada Es-
critura y la tendencia encarnacionista de la espirituali-
La lectura de la biblia ayudará a renover nuestro
dad contemporánea piden esta aproximación del men-
lenguaje en este sentido existencial y concreto. En efec-
saje evangélico acerca del pecado a la vida concreta
to, los autores sagrados denuncian los pecados de sus
de los hombres. Esto no es tarea fácil. Ni algo que se
contemporáneos, les ayudan a descubrir la voluntad
hace de una vez para siempre. Supone contacto cons-
de Dios en el momento que les corresponde vivir y
tante con la palabra de Dios, fidelidad a la voz del Es-
ponen al descubierto los actos y actitudes que Dios
píritu que guía a la Iglesia y conocimiento de la men-
reprueba. Y esto lo hacen sirviéndose de comparacio-
talidad y de la vida de nuestros oyentes.
nes, imágenes y expresiones clarísimas para sus oyen-
tes. El lenguaje de los profetas y de Jesús, las cartas Dicha aproximación será un factor decisivo en la
paulinas y apostólicas son modelos de esta predicación educación del sentido del pecado. Si no la logramos,
existencial. También la literatura profana ofrece a ve- nuestro mensaje sobre ese tema parecerá extraño, ínac-
ces elementos válidos para este modo de presentar el tual, artificial; un producto "eclesiástico" que no dice
mensaje cristiano. nada a quienes viven en el mundo.
En nuestros días, lo mismo que siempre, mientras
deba predicarse el evangelio, el pastor tiene que inter- 4. Presentación optimista
pretar la voluntad de Dios y al mismo tiempo denunciar
el pecado y los pecados concretos de sus contemporá-
El contexto obligado del tema del pecado es la
neos, desenmascarando las formas de idolatría a que és-
historia de la salvación. Y en este marco histórico-salví-
tos se entregan, con claridad, valentía y caridad. Debe
417
416
fico la visión del pecado tiene que ser necesariamente tiana con todos sus preceptos. Estos son indicadores
optimista, porque la historia santa tiene como prota- del camino de la vida; son imperativos nacidos de un
gonista al Dios bíblico. El es su principio y su fin. Y él indicativo; exigencias emanadas de un don previo: la
es también el Dios de la promesa. Por eso el cristia- vida nueva que se nos ha dado y que todavía espera-
nismo es por antonomasia la religión de la promesa y mos y debemos alcanzar. Se nos manda ser lo que so-
de la esperanza. Todo él está orientado hacia la esca- mos ya; se nos pide una vida consecuente con nues-
tología. La esperanza escatológica es la fuerza que anima tra condición de resucitados con Cristo en el bautismo
y da sentido al existir cristiano; éste es un caminar (Col 3,1 ).69
hacia la promesa. A la luz de esta esperanza escatológica, también la
En este contexto histórico-salvífico de promesa y libertad humana recobra su verdadero sentido. Aparece
de esperanza, el pecado aparece necesariamente como como la capacidad de autorrealización en el camino de
algo concreto y real en el mundo y en los individuos, la promesa; es el poder de autoposeernos y de orien-
pero también como algo definitivamente superado que tarnos hacia nuestro auténtico porvenir, es decir, hacia
está llamado a desaparecer por completo. De hecho, así la vida, a través de este contexto mundano donde vida
lo presenta el evangelio y toda la Escritura; y así tiene y muerte, ley y pecado, se entremezclan y disputan la
que ser, porque la promesa del Dios bíblico es verda- posesión de nosotros mismos.60
dera. El ha vencido definitivamente "al mundo" (Jn 16, 59
Para dar al cristiano el sentido de la ley e infundirle alegría
33). Su reino "viene", pero ya está aquí (Mt 11, 28), y dinamismo frente a sus obligaciones, es indispensable acentuar la
su gracia sobreabunda sobre el pecado (Rom 5, 20) y relación que existe entre el don de Dios y sus exigencias. Dicha
relación aparece clara en la teología de la alianza y en el relato
la vida futura ya nos ha sido dada de verdad (Jn 3, yavista de Gen 2-3. Antes de presentar una exigencia, hemos de
15.36; 5, 24; 1 Jn 3, 14-15). Es decir, que la promesa mostrar el don a que ella corresponde, o mejor, los motivos que la
justifican. El Nuevo Testamento aplica este principio repetidas veces.
ya es realidad actual y fuerza de vida para el creyente. Cf B. HAERING, Formación de la conciencia a la luz del evangelio, en
Problemas de educación para la primera comunión. VD Estella
Hay que presentar la vida cristiana como vida an- 1966, 63.
M. SCHELER insistió mucho en la importancia de los valores
clada en el futuro, como esfuerzo por participar en la como base del comportamiento humano. «Toda obligación, dice él,
promesa, con la posesión perfecta de la vida de resuci- está basada en valores» (Der Formalismus in der Ethik und die
materiale Wertethik, en Gesammelte Werke, 2. Franke, Bern 41954,
tados que ya poseemos en germen. Un esfuerzo emi- 221). Dice también SCHELER: «Quien tiene el ordo amoris de una
nentemente positivo, pero que exige vigilancia y lucha persona, tiene a la persona» (Zur Ethik und Erkentnislehre, Scbriften
aus dem Nachlass, 1. Franke, Bern 1957, 174).
contra las fuerzas del mal exteriores e interiores que 60
«Usando el lenguaje evangélico, escribe P. Ricoeur, yo diría
intentan desviarnos del camino de la resurrección. En que abordar el tema de la libertad a la luz de la esperanza es tanto
como resituar mi existencia en el movimiento que podríamos llamar,
esa perspectiva adquiere pleno sentido la moral cris-
419
418
y personal de pecadores que se reconocen tales y se
En este marco que Paul Ricoeur llama la "épica acercan a la Iglesia para recibir allí el perdón de Dios.
de la esperanza" es donde hemos de situar el pecado
y nuestros pecados; así se hará patente su vanidad y su La actitud interior, o sea esa voluntad de reafirmar
insensatez. Ahí hemos de situar también nuestra lucha nuestra adhesión al resucitado, será lo verdaderamente
por mantenernos en el camino de la vida, nuestro es- importante. Porque el sacramento de la reconciliación
fuerzo penitencial. Y entonces se le verá como un es- —¡ojalá dejáramos de llamarle "confesión" simplemen-
fuerzo de autenticidad y de fidelidad a la propia voca- te!— es precisamente eso: un encuentro personal con
ción de resucitado; será la expresión de la voluntad de el resucitado. Antonio de Padua habla en uno de sus
permanecer fieles a la verdad de Dios en nosotros. sermones de la "boda de la penitencia". Ve la celebra-
ción de la penitencia " como un encuentro amoroso entre
Situada en esta óptica, la celebración de la peniten- Cristo y el penitente, como un encuentro del esposo con
cia, sobre todo en la forma sacramental, será el anuncio su esposa en el tálamo de la conciencia pura". Este
del perdón siempre generoso de Dios y la expresión encuentro refuerza la unión en la fe y prepara y anti-
de nuestra voluntad permanente de adhesión al resuci- cipa la unión definitiva en la gloria.6'
tado, de nuestro deseo de ser hombres muertos al pe- La pastoral del pecado y de la penitencia tiene que
cado y vivos para Dios (Rom 6, 11). El sacramento situarse en esta perspectiva constructiva y optimista de
de la penitencia aparecerá como una celebración sacra- la esperanza escatológica, que es la perspectiva del
mental de nuestra pascua de resurrección. En ella con- evangelio.
tarán poco las matemáticas y las listas detalladas y mi-
*
nuciosas, porque la confesión de los pecados será sim-
plemente la expresión de nuestra condición concreta Una presentación del pecado que reúna las carac-
terísticas apuntadas dejará muy patente que éste es una
con Jürgen Moltmann, el futuro de la resurrección de Cristo. Esta insensatez abominable. Y provocará sin duda un "¿por
fórmula kerygmática podría traducirse de distintas maneras al len-
guaje contemporáneo. Ante todo, y siguiendo a Kierkegaard, podríamos
decir que la libertad a la luz de la esperanza es la pasión de lo 61
posible; esta fórmula, en contraste con toda la sabiduría del presente, Cada cristiano, dice el doctor evangélico, está invitado por
con toda sumisión a la necesidad, subraya la marca de la promesa en Cristo a tres bodas íntimamente relacionadas entre sí: la de la unión,
la libertad. La libertad llena de confianza en el Dios que viene, se por la fe, que se celebra en el bautismo, la de la justificación o
abre a lo radicalmente nuevo; es la imaginación creadora de lo posible. penitencia que tiene lugar cada vez que el alma se convierte al Señor
«Pero, en una dimensión más profunda, la libertad a la luz de v la de la glorificación después de la muerte.
la esperanza es una libertad que se afirma a pesar de la muerte y a Es interesante esta visión positiva y constructiva de la peniten-
pesar de todos los signos de la muerte... La libertad a la luz de la cia, tan humana como evangélica. Cf S. Antonii Vatavini, Thaumaturgi
esperanza es libertad para negar la muerte, libertad para descifrar Incliti, Sermones Dominicales et in Solemnitatibus. A. M. Locatelli,
los signos de la resurrección bajo las apariencias de lo contrario, la l'ntavii 1895, 2, 515-518.
muerte» {Culpa, ética y religión: Concilium 56(1970) 342).
421
420
qué pecar, si el pecado es desgracia y muerte, y noso-
tros hemos sido creados para la felicidad y la vida?". APÉNDICE
Así queremos concluir este estudio. Con ese "por
qué", implícito en toda la biblia, que Jeremías y Eze-
quiel formularon, hace unos veinticinco siglos, a sus
contemporáneos. Doctrina del pecado
¿Por qué este pueblo sigue apostatando
con apostasía perpetua? (Jer 8, 5).
en el Vaticano II
"¿Por qué queréis morir, casa de Israel?...
Convertios y vivid (Ez 18. 31-32).

422
I. E L TEMA DEL PECADO EN
LOS DOCUMENTOS CONCILIARES

El pecado no figura entre los grandes temas del


concilio. Este no le dedicó ningún documento; ni si-
quiera un solo capítulo entero. Sin embargo, era lógico
que el Vaticano II —eminentemente pastoral— tocase,
al menos de paso, el problema del pecado, y efectiva-
La teología y la pastoral del pecado están siendo mente así sucedió, y repetidas veces.
objeto de revisión y de estudio a la luz de las fuentes
de la revelación y de las características del hombre Ya en los mensajes que los padres dirigieron a to-
actual. En este contexto parece lógico preguntarse cuál dos los hombres al principio y al final del concilio (21
es el mensaje del Vaticano II acerca de este tema. Es de octubre de 1962, y 8 de diciembre de 1965), se hace
sabido que el concilio no se propuso estudiar exprofesso alusión al pecado. Y en doce de los dieciséis documen-
la cuestión del pecado. Con todo, vale la pena recoger tos conciliares aparece la palabra pecado.
y analizar una serie de afirmaciones suyas que consti- Si nos fijamos en la amplitud e importancia de los
tuyen una aportación valiosa a la teología y a la pasto- mensajes que cada uno dedica al tema, podemos clasi-
ral del pecado. Es lo que intentamos en estas páginas. ficar los textos del concilio en tres grupos por orden
Hablaremos, ante todo, del lugar que ocupa el tema descendente de importancia. El primero lo constituyen
del pecado en los documentos conciliares. Veremos lue- la constitución pastoral Gaudium et spes y la constitu-
go lo que el concilio dice acerca de las relaciones Igle- ción dogmática Lumen gentium. El segundo está for-
sia-pecado y hombre-pecado. Por fin, emitiremos un mado por la constitución Sacrosanctum concilium y los
juicio de valor acerca de la doctrina conciliar sobre decretos Presbyterorum ordinis, Apostolkam actuost-
nuestro tema. tatem, Ad gentes y Unitatis redintegratio. El tercero
lo integran la constitución Dei Verbum, los decretos
* Reproducimos aquí la ponencia leída en la XXX Semana Es- Christus Dominus, Optatam totius, Perfectae caritatis,
pañola de Teología celebrada en Madrid en setiembre de 1970. Este ínter mirifica y la declaración Nostra aetate.
trabajo apareció en el volumen, El sacramento de la penitencia. XXX
Semana española de teología. CSIC Madrid 1972, 373-401. Por error,
aparece cambiado el nombre del autor, y en lugar de Antonio Peteiro En los textos del tercer grupo se trata únicamente
se lee Antonio Pastor. de una alusión al pecado. Los de la segunda serie ya con-
424 425
II. IGLESIA Y PECADO
tienen afirmaciones de cierta amplitud e importancia
acerca del tema. Las dos constituciones sobre la Iglesia
son las que lo tratan más ampliamente, destacando la
Las afirmaciones del concilio acerca del pecado van
pastoral sobre la dogmática.1
en dos direcciones fundamentales: unas hablan de las
Revisando el proceso de elaboración de los diver- relaciones entre la Iglesia y el pecado; otras se refieren
sos documentos, se advierte que los principales pasajes a la recepción del pecado en la persona humana y en
acerca del pecado se introdujeron después de varias su vida personal y social, así como en su actividad en
redacciones del texto, y a consecuencia de las críticas el mundo. Fijémonos en las primeras.3
que se le hicieron en el sentido de que parecía defen-
der un optimismo exagerado y desconocer la realidad
del pecado y su presencia y acción en el mundo actual.8 1. Presencia del pecado en la Iglesia

El Vaticano II estuvo inspirado, orientado y soste-


1
H e aquí un elenco, que no pretende ser completo, de los do- nido por el deseo de reforma y de renovación de la
cumentos y números en que el concilio toca, de algún modo, el tema
del pecado. Los números en cursiva son, a nuestro juicio, los más
importantes. Las letras designan los párrafos que tratan del pecado. texto de la constitución pastoral, por ejemplo C H . MOLLEE, en Das
Gaudium et spes: 2b; 10a; 11b; 13; 14a; 15a; 16; 17; 18b; Zweite Vatikanische Konzil. Konstitutionen, Dekrete und Erl'áuterun-
19c; 22cd; 25c; 27; 29b; 30; 32b; 37; 38a; 39a; 40c; 41a-b; gen, 2. Herder, Freiburg 1967, 242-279; H . DE RIEDMATTEN, Histoire
43a.f; 47b; 51c; 58d; 73d; 75c.f; 78a; 79b; 80d. de la Constitution pastorale sur L'Eglise dans le monde de ce temps,
Lumen gentium: 2; 4a; 8c; 11b; 35ac; 36; 44a; 46a; 55; 56; en L'Eglise dans le monde de ce temps. Schéma XIII. Commentaires,
59; 65. Mame, París 1967, 43-92; J. RATZINGER, comentario al c. I I , en Das
Presbyterorum ordinis: 2b; 3a; 5a.c; 12a-b; 15c; 22b. Zweite..., 319, nota 5; A. AUER, comentario al c. I I I , Ibid., 389,
Sacrosanctum concilium: 109b. nota 28.
3
Apostolicam actuositatem: 7c. Acerca de este tema, cf K. R A H N E R , Iglesia pecadora según
Ad gentes: 3a-b; 8a; 13b. los decretos del segundo Concilio Vaticano, en Escritos de teología,
Unitatis redintegratio: la; 3a; 7b. 6, 314-337 (este estudio se encuentra también, con una amplia nota
Dei Verbum: 4a. bibliográfica, bajo el título El pecado en la Iglesia, en La Iglesia del
Christus Dominus: la; 15a. Vaticano II. Estudios en torno a la Constitución conciliar sobre la
Optatam totius: 8a. Iglesia, I-II. Juan Flors, Barcelona E 1966, 433-448; A. GRILLMEIER,
Perfectae caritalis: 5e. comentario al primer capítulo, en Das Zweite Vatikanische Konzil, 1,
Ínter mirifica: 7. 1966, 175-176; G. MARTELET, Las ideas fundamentales del Vatica-
Nostra aetate: le; 4h. no II. Herder, Barcelona 1968, 9-108; J. S T Ó H R , Heilige Kirche-
E sündige Kirche?: MThZ 18(1967) 119-140; G. P H I L I P S , La Iglesia
Produjeron especial impacto las críticas de Mons. H . Volk y V su misterio en el Concilio Vaticano II. Historia, texto y comentario
del Card. J. Dopfner (24-IX-1965 y 22-IX-1965, respectivamente). de la constitución «Lumen gentium». Herder, Barcelona 1968, 1,
Véanse las «Relaciones» y los «Modi» referentes a los diversos do- 150-157; J. PERARNAU, Aspectos actuales de la teología del pecado,
cumentos, sobre todo a las constituciones acerca de la Iglesia, pu- en Para renovar la penitencia y la confesión, 84-86.
blicados por la Tipografía Vaticana. Véase también la historia del

426 427
Iglesia. Pablo VI reconocía esto al decir en el discurso Heb 2, 17), la Iglesia encierra en su propio seno a
pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y nece-
de apertura de la segunda sesión:
sitada de purificación, avanza continuamente por la
senda de la penitencia y de la renovación (LG 8c).
Sí, el concilio tiende a una nueva reforma. Pero
atención: no es que, al hablar así y expresar estos
deseos, reconozcamos que la Iglesia católica de hoy El concilio reconoce, pues, sin ambages la existen-
pueda ser acusada de infidelidad sustancial al pensa- cia del pecado en la Iglesia. En efecto, entre sus miem-
miento de su divino fundador, sino que más bien, el bros hay quienes son pecadores; y sabemos, por defi-
reconocimiento profundo de su fidelidad sustancial nición del concilio de Constanza (1414-1418), que los
la llena de gratitud y le infunde el valor de corregir- pecadores siguen siendo miembros de la Iglesia (cf D.
se de las imperfecciones que son propias de la humana 627, 629, 631, etc.). El mismo Vaticano II afirma que
debilidad.4 quienes se apartan de la caridad permanecen corpore
en el seno de la Iglesia (cf LG 14b).s
La idea de una renovación y reforma de la Iglesia
deja entrever en ésta imperfecciones, deficiencias, y qui- Las palabras "sancta simul et semper purificanda",
zá pecados. Las palabras citadas de Pablo VI son más que se incluyeron en el texto a propuesta de los padres
explícitas en este sentido. Afirman la fidelidad sustan- de lengua alemana y de la conferencia episcopal es-
cial de la Iglesia, pero reconocen las infidelidades de candinava,6 subrayan también la presencia del pecado
sus miembros. ¿Qué dice el concilio a este propósito? en la Iglesia y dejan entrever que los pecados de sus
miembros son de alguna forma pecados de la Iglesia.
El texto más importante acerca de la presencia del
pecado en la Iglesia es el número 8 de la constitución
5
Lumen gentium, que dice: Acerca de la pertenencia de los pecadores a la Iglesia, cf
K. RAHNER, Verdades olvidadas sobre el sacramento de la penitencia,
en Escritos de teología, 2, 142-146; ID., Iglesia pecadora según los de-
Mientras Cristo, santo, inocente, inmaculado (Heb 7, cretos del segundo Concilio Vaticano, 3X4-337.
6
26), no conoció el pecado (cf 2 Cor 5, 21), sino que Modi, pars I, 17. La teología protestante afirmó repetidas
veces que los católicos tenemos una visión demasiado ideal y poco
vino únicamente a expiar los pecados del pueblo (cf concreta de la Iglesia; que la miramos casi únicamente como medio
de salvación, sin tener en cuenta sus debilidades. Estas palabras de
la constitución dogmática reflejan un concepto completo de la Iglesia
al afirmar su santidad —que le es esencial—• y al reconocer sus
1 pecados. Como dice A. GRILLMEIER, «estas palabras de la consti-
PABLO VI, 29 de septiembre de 1963. En esta cita, igual que
en las de los documentos conciliares, seguimos la traducción de los tución abandonan aquel triunfalismo ajeno a la realidad, el cual ha
mismos aparecida en la BAC, Concilio Vaticano II. Constituciones. sido característico de algunas épocas de la historia eclesiástica»
Decretos. Declaraciones. Legislación posconciliar. Madrid 41967, 1008- (Espíritu, actitud fundamental y peculiaridad de la Constitución, en
1009. La Iglesia del Vaticano II..., 247).

428 429
/
De hecho, si ésta debe purificarse, es por haberse man- pero su propuesta no fue aceptada. 7 En el mismo de-
chado. creto se dice:
\
En la constitución pastoral se dice que los creyen-
A las faltas contra la unidad se pueden aplicar tam-
tes "pueden tener parte no pequeña" en la génesis del
bién las palabras de san Juan: Si decimos que no
ateísmo (GS 19c), y se señala como un remedio con-
hemos pecado, hacemos & Dios mentiroso y su palabra
tra el ateísmo "la integridad de vida de la Iglesia y
ya no está con nosotros (1 Jn 1, 10). Humildemente,
de sus miembros" (GS 2 l e ) . Estas frases hacen pensar
por tanto, pedimos perdón a Dios y a los hermanos
en la existencia de pecados en la vida de los creyen- separados, así como nosotros perdonamos a quienes
tes, es decir, en la Iglesia. En la misma constitución nos hayan ofendido (UR 7b).
pastoral leemos:
Ese "nosotros" que pide perdón, en realidad es la
Aunque la Iglesia, por virtud del Espíritu Santo, se Iglesia, pues ella misma es la que pecó en sus miem-
ha mantenido como esposa fiel de su Señor y nunca bros. Como dice K. Rahner, se nota en estas expre-
ha cesado de ser signo de salvación en el mundo,
siones referentes a la pecaminosidad de la Iglesia "cier-
sabe, sin embargo, muy bien que no siempre, a lo lar-
go de su prolongada historia, fueron todos sus miem- ta melindrosidad" que lleva a no atribuir a la Iglesia
bros, clérigos o laicos, fieles al espíritu de Dios. Sabe los pecados de sus miembros. 8 En el fondo está laten-
también la Iglesia que aún hoy día es mucha la dis- te la convicción de que en definitiva es la Iglesia la que
tancia que se da entre el mensaje que ella anuncia y pecó al pecar sus miembros, pero el concilio prefiere
la fragilidad humana de los mensajeros a quienes está no decirlo expresamente. Esto chocaría con el lenguaje
confiado el evangelio. Dejando a un lado el juicio habitual de los católicos.
de la historia sobre estas deficiencias, debemos, sin
embargo, tener conciencia de ellas y combatirlas con En la constitución Lumen gentium se dice que los
máxima energía para que no dañen a la difusión del
evangelio (GS 43f).
7
Uno decía: «Nulla culpa Ecclesiae catholicae adscribi potest».
El decreto acerca del ecumenismo afirma que "co- La comisión redactora le contestó: «Culpa in textu non adscribitur
Ecclesiae ut tali, sed hominibus. Culpam hominum Ecclesiae catho-
munidades no pequeñas se separaron de la plena comu- licae iam tempore Reformationis Papa Adrianus VI... et alii confi-
nión con la Iglesia católica, a veces no sin culpa de tebantur, nostris diebus Paulus VI, plures Patres Conciliares et multi
homines catholici» (Modi, 21).
los hombres de una y otra parte" (UR 3a). Varios pa- 8
K. RAHNER, Iglesia pecadora según los decretos del segundo
dres pidieron que se omitiesen estas últimas palabras, Concilio Vaticano, 332.

430 431
cristianos deben luchar para vencer en sí mismos el cida con los bienes celestiales, no deben ser conside-
reino del pecado (LG 36a; 65). Se sigue que, si el pe- radas como dos cosas distintas, sino que más bien for-
cado está presente en ellos e intenta vencerlos, también man una realidad compleja que está integrada de un
está y actúa en la comunidad de la que forman parte. elemento humano y otro divino (LG 8a).

Pablo VI, peregrino en Tierra Santa, oró así en el A la luz de este texto, parece necesario decir que
santo sepulcro: los pecados de sus miembros son pecados de la Igle-
sia. Estos miembros, en efecto, forman parte de ella.
Henos aquí, Señor Jesús, hemos venido como los cul- Si se toma en serio el elemento humano en la comuni-
pables que vuelven al lugar de su delito, hemos venido dad eclesial —y el texto citado lo coloca en primer lu-
como el que te sigue, pero al que tú también arras- gar—, hay que reconocer el carácter "eclesial" de las
tras: fieles e infieles, lo hemos sido muchas veces.9
faltas de los cristianos. "Sí, como pecadores, estamos
en la Iglesia, por nosotros también el pecado está en
En la encíclica Ecclesiam suam (1964), reconoce el ella y en sus estructuras".11 Sería de desear que el con-
papa las faltas de la Iglesia. En el texto original —ita- cilio hubiese tocado siquiera de paso la presencia del
liano— hablaba de "i propri falli" de la Iglesia (n. 12; pecado en las mismas estructuras eclesiásticas actuales,
46). Los traductores latinos creyeron que debían suavi- pero no lo hizo.
zar la expresión y tradujeron por "suorum membrorum
errata". Tampoco ellos se atrevieron a hablar de faltas
de la Iglesia.10
2. El pecado hiere a la Iglesia
El número 8 de la Lumen gentium arriba citado tie-
ne como subtítulo no oficial: "La Iglesia, visible y es- El concilio no se queda en la simple afirmación de
piritual a un tiempo". Y en el texto se dice: la presencia del pecado en la Iglesia. Habla claramente

La sociedad provista de órganos jerárquicos y el cuer-


po místico de Cristo, la asamblea visible y la comuni- 11
G. MARTELET, Las ideas fundamentales del Vaticano II, 85.
dad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enrique- La Iglesia no está frente a los pecadores «solamente como el intocado
instituto salvífico, que lamenta no tener más éxito en su cuidado,
sino que tiene que considerar a esos pecadores como sus miembros,
como parte de sí misma»; K. RAHNER, Iglesia pecadora..., 328.
9
Ecclesia 24(1964) 89. «También nuestros pecados son pecados de la Iglesia... todos contri-
10
Cf R. ROUQUETTE, L'Encyclique «Ecclesiam suam»: Etudes buimos con nuestra parte a su pobreza y a su indigencia» (ID., Iglesia
oct. (1964) 425-426. de los pecadores, en Escritos de teología, 6, 311).

432 433
/
de su repercusión eclesial. Dice en la constitución Lu- la Iglesia ^por eliminarlo de su seno es una muestra más
men gentium: j de que el pecado le afecta, la afea y está en contradic-
ción con ella y con su misión de implantar y hacer cre-
Quienes se acercan al sacramento de la penitencia ob- cer el reino de Dios en la tierra y de luchar denodada-
tienen de la misericordia de Dios el perdón de la ofen- mente contra todo lo que a él se opone (cf LG 5b).
sa hecha a él, y al mismo tiempo se reconcilian con
la Iglesia, a la que hirieron pecando, y que colabora a El decreto Presbyterorum ordinis afirma que los
su conversión con la caridad, con el ejemplo y las presbíteros "por el sacramento de la penitencia recon-
oraciones (LG 11b). cilian a los pecadores con Dios y con la Iglesia" (PO 5a).
Y allí mismo se dice que los sacerdotes instruyen a los
fieles "para que con espíritu contrito sometan sus pe-
El pecado, pues, afecta a la Iglesia; la hiere y está
cados a la Iglesia en el sacramento de la penitencia, de
en contradicción con su santidad y con su misión de
suerte que día a día se conviertan más y más al Señor"
"signo e instrumento de la unión íntima con Dios"
("PO 5c). El hecho de tener que "someter los pecados
(LG 1). El cristiano que peca gravemente, se aleja de
a la Iglesia" hace pensar que éstos tienen que ver con
la amistad de Dios y también de la caridad eclesial.
ella e incluso que le afectan. Nótese que este texto re-
Permanece corpore en la Iglesia, pero está en camino
laciona la reconciliación con la Iglesia y la conversión
de la condenación (cf LG 14b), por haber abandonado
al Señor. Aquélla aparece como expresión y medio del
las disposiciones fundamentales de los miembros de la
retorno a Dios. No es un simple rito de purificación,
comunidad santa de Cristo. Aun los pecados cotidia-
sino que tiene una dimensión personal de encuentro con
nos afectan a la iglesia y la afean, pues desdicen de su
el Señor, y lleva a un cambio de vida.
condición de esposa fiel de Cristo.
No es posible ofender a Dios sin ofender a la que También la afirmación de que la Iglesia, porque en-
es encarnación visible de su gracia: la Iglesia, Por eso cierra pecadores en su seno, necesita purificarse, hacer
la conversión a Dios lleva consigo la conversión a la penitencia y renovarse (cf LG 8c), demuestra que el
Iglesia, y reconciliación con Dios y reconciliación con pecado de sus miembros le afecta y la afea.
la Iglesia, son inseparables. Es sumamente importante que el concilio haya pues-
En este mismo texto se alude a la colaboración to de relieve esta dimensión eclesial del pecado y de la
de la comunidad eclesial para que el pecador se con- penitencia; dimensión que la teología de los últimos
vierta; idea que se encuentra también en la constitu- decenios había revalorizado, pero que en la praxis pas-
ción acerca de la liturgia (SC 109b). Este esfuerzo de toral y en la conciencia de los fieles todavía no se des-

434 435
tacaba suficientemente. El texto conciliar afirma que sa santa (LG 6), digna esposa (LG 9), pueblo santo de
en el sacramento de la penitencia nos reconciliamos con Dios (LG 12). Dice asimismo:
Dios y con la Iglesia; no intenta responder al proble-
ma, discutido entre los teólogos, acerca de la relación La Iglesia... creemos que es indefectiblemente santa.
exacta entre reconciliación con Dios y reconciliación Pues Cristo, el Hijo de Dios, quien con el Padre y el
con la Iglesia. Se limita simplemente a apuntar esa do- Espíritu Santo es proclamado «él único santo», amó
ble dimensión del sacramento, cosa que no había hecho a la Iglesia como a su esposa, entregándose a sí mismo
por ella para santificarla (cf Ef 5, 25-26), la unió a
ningún concilio precedente.12
sí mismo como su propio cuerpo y la enriqueció con
el don del Espíritu Santo para gloria de Dios (LG 39).

3. ¿Iglesia pecadora? Esta Iglesia indefectiblemente santa, ¿puede ser al


mismo tiempo pecadora? El Nuevo Testamento habla
de la presencia del pecado en la Iglesia, pero no le
La Iglesia encierra en su seno a pecadores (LG 8c) llama pecadora. Afirma, en cambio, su santidad en una
y quienes han cometido pecado grave continúan perte- serie de textos de carácter escatológico. La patrística, a
neciendo a ella (LG 14b). Se sigue que la Iglesia de partir del siglo III, y la teología medieval llaman a
Cristo es una Iglesia de pecadores. ¿Puede decirse que veces pecadora a la Iglesia. Por el contrario, la escolás-
sea ella misma pecadora? tica tardía y la teología postridentina se fijaron en la
El concilio afirma repetidas veces que la Iglesia es santidad de la Iglesia y no se preocuparon del influjo
santa (cf LG 5; 8; 26; 32; 48; 49; 65). Le llama espo- del pecado de sus miembros sobre ella. La veían como
una entidad santa, espiritual, y no daban importancia
suficiente a su elemento humano y pecador. Esta visión
n de la Iglesia se encuentra todavía en la Mystici corporis
A la actual revalorización del aspecto eclesial del pecado y
de la penitencia, tan claramente atestiguado en la biblia y en la de Pío XII y la defendían muchos padres del Vatica-
patrística, contribuyó de forma decisiva el P. B. XIBERTA con su tesis no II.13
doctoral Clavis Ecclesiae; de ordine absolutionis sacramentalis ad re-
conciliationem cum Ecclesia. Roma 1922. También influyeron los
estudios bíblicos, históricos y teológicos de los últimos años. Cf J.
PERARNAU, Aspectos actuales de la teología del -pecado, 79-84; J. RA-
13
MOS-REGIDOR, II sacramento della penitenta, evento salvifico ecclesia- Cf K. RAHNER, Iglesia pecadora según los decretos del se-
le, en La penitenza. Dottrina. Storia. Catechesi e Pastorale. Torino cundo Concilio Vaticano, 315-321; J. SALAVERRI, LO divino y lo
1967, 90-141; ID., II sacramento della penitenza. Riflessione teológica, humano en la Iglesia: EstEcl 27(1953) 167-201. Da una visión pa-
biblico-storico-pastorale alia luce del Vaticano II, 258-261. Véase el norámica de la literatura sobre el tema, desde principios del siglo xix
capítulo 5. Imsta entonces.

436 437
Los documentos conciliares no aplican nunca a la en la Iglesia, pues los pecadores no permanecen en la
Iglesia el apelativo de pecadora. Admiten sí que está Iglesia más que de un modo impropio. Y Congar afir-
sujeta a tentaciones y a tribulaciones, que la debilidad ma que la Iglesia, en cuanto viene de Dios, es santa;
humana puede llevar y con frecuencia lleva sus miem- en cuanto es obra de los pecadores, es pecadora. Opina
bros al pecado —de ahí que se vea obligada a purifi- que no se puede atribuir sin más pecado a la Iglesia.
carse y renovarse sin cesar (cf LG 8c; 9c)— pero evita- H. Küng admite la existencia del pecado en la Iglesia,
ron llamarle pecadora expressis verbis. No faltaron en pero cree que no se le puede llamar pecadora. J. Rat-
el aula conciliar quienes deseaban una exposición más zinger opina que se debe decir que la Iglesia es santa y
amplia y más precisa de las relaciones Iglesia-pecado, pecadora, pues le pertenece la santidad, pero los cris-
sobre todo entre los teólogos y padres no latinos, pero tianos —pecadores— son también Iglesia. P. Me. Gol-
la mayoría de los capitulares no captaron la importan- drick no admite que se llame pecadora a la Iglesia.15
cia eclesiológica, ecuménica y pastoral del tema y les G. Philips se inclina por la expresión "Iglesia para pe-
pareció suficiente con esas frases más bien aisladas que cadores". Piensa que sólo se puede llamar pecadora a
se le dedican aquí y allá, de forma más o menos directa la Iglesia, si se mira únicamente su aspecto humano y
y explícita.11 se desconoce el elemento divino que la caracteriza y la
Los teólogos actuales no están de acuerdo en la sostiene.16 K. Rahner 17 dice que la Iglesia es realmente
solución del problema que nos ocupa. Ch. Journet y
Félix Malmberg no admiten que se llame pecadora a 15
la Iglesia, debido —dicen ellos— a la identidad sus- Cf P. Me. GOLDRICK, Sin and the Holy Church: Irish Theo-
logical Quartely 32(1965) 3-27.
16
tancial entre la Iglesia católica y la Iglesia celeste. Se- G. PHILIPS, La Iglesia y su misterio en el Concilio Vatica-
gún ellos, ni siquiera puede decirse que exista el pecado no II, 156.
17
Cf K. RAHNER, Iglesia pecadora según los decretos del se-
gundo Concilio Vaticano, 314-337. La Iglesia, dice este autor, «si
es algo real, es también entonces pecadora, ya que sus miembros son
14 pecadores y lo siguen siendo en cuanto tales. El pecado de sus hijos
K. RAHNER habla de la «insuficiencia» con que el concilio es mácula y mancha del cuerpo santo y misterioso de Cristo. La
trató el tema y reconoce que no estaba preparado el ambiente para Iglesia es una Iglesia pecadora —esto es una verdad de fe y no un
tratarlo como hubiera sido de desear. Cf Iglesia pecadora según los hecho primitivo de experiencia—. Y es, además, una aterradora
decretos del segundo Concilio Vaticano, 324-326. A este propósito, verdad» (Iglesia de pecadores, 303). La Iglesia es «realmente peca-
escribe STEFAN LÁZZIO: «La teología parece describir a la Iglesia de dora» (Ibid., 305).
los santos, mientras que la vida real parece demostrar la Iglesia de
los pecadores» (Die Sünde in der heiligen Kirche Gottes, en Konzilsre- En otro lugar escribe Rahner: La Iglesia es santa, «pero es
den. Benziger, Einsiedeln 1964, 36). Dice todavía LÁZZIO: «No sólo también la Iglesia pecadora de los pecadores, la Iglesia pecadora,
se debe acentuar en todas partes la unión de la Iglesia con Cristo, porque nosotros, miembros de la Iglesia, somos pecadores. Y esta
sino también la distancia de la Iglesia peregrina y penitente respecto pecaminosidad de la Iglesia no quiere decir solamente la suma de
de Cristo, que es señor de la Iglesia y el único santo» (Ibid., 38). las insuficiencias que, por así decirlo, permanecen privadas, de sus
miembros, hasta de los portadores de los más altos y santos minis-
438 339
bien que, aquí en la tierra, su santidad es verdadera,
pecadora. No sólo Iglesia de pecadores, sino pecadora
aunque imperfecta {LG 48c). Según el concilio, la Igle-
ella misma. G. Martelet admite asimismo que la Igle-
sia es santa porque Cristo la santificó y la asiste como
sia es pecadora.18
a una esposa, sin dejar que se aleje de su camino y su-
Aunque el concilio no aplique a la Iglesia el califi- cumba bajo el pecado (LG 9c). Esa Iglesia, encarna-
cativo de pecadora, afirma al menos de modo implícito ción de la gracia invisible e invencible, no puede dejar
esa realidad. Los textos citados anteriormente lo de- de ser santa.
muestran. Y, de hecho, una visión realista de la Iglesia,
tal como ésta se presenta en su peregrinar por el mun- Es santa en su raíz y en su fundamento; santa con
do, parece que no debe escandalizarse de que se le la santidad de Cristo que la amó, se entregó por ella
llame pecadora, pues no cabe duda de que ese elemento para santificarla (Ef 5, 25-26), y "la unió consigo en
humano y deficiente es una parte real de la misma. pacto indisoluble e incesantemente la alimenta y cuida
Y aquí surge un nuevo problema: ¿cómo es posible lla- (Ef 5, 9)" (LG, 6e). Esta santidad de la Iglesia no
mar a la Iglesia santa y pecadora a la vez?, ¿cómo se puede desaparecer, pues pertenece a su esencia de es-
compaginan santidad y pecado en ella? posa de Cristo e instrumento de salvación entre los hom-
bres. Si hubiese que aplicarle un único calificativo, éste
Los textos conciliares dan una pauta para respon- debería de ser el de santa. El pecado es en ella conse-
der. Hablan de la Iglesia "al mismo tiempo santa y cuencia de su condición histórica, es decir, del hecho de
necesitada de purificación" (LG 8c). Dicen que es "in- que, en su peregrinar hacia el esposo, sus miembros so-
defectiblemente santa" (LG 39), pero reconocen-tam- mos pecadores.
El pecado, por consiguiente, califica realmente a la
Iglesia peregrina, pero no con la misma intensidad que
teríos. La pecaminosidad e insuficiencia de los miembros de la Iglesia
opera también en el obrar y omitir que, estando en el ámbito de la la santidad. Es una condición de su peregrinar por el
experiencia humana, ha de ser designado como obrar y omitir de la mundo y está en contradicción con su ser de esposa de
Iglesia misma» (ID., Sobre la posibilidad de la fe hoy, en Escritos
de teología, 5, 24; cf ID., Réflexions sur la problématique théólogique Cristo; por eso la Iglesia debe luchar contra él. En pocas
d'une constitution pastorale, en L'Eglise dans le monde de ce temps, palabras: la Iglesia es constitutiva y esencialmente san-
29.
18
G. MARTELET, Las ideas fundamentales del Vaticano II. «No ta; también es pecadora debido al comportamiento fác-
debemos, dice Martelet, escamotear el hecho de que santidad y tico de sus miembros en este mundo.19
pecado se mezclan en la Iglesia, no sin analogía con lo que aconteció
para nosotros en Cristo» {Ibid., 94). «Santa por Cristo, pecadora en
razón de los pecadores, la Iglesia santa está también inmersa en el
pecado» (Ibid., 95); cf S. LÁzzio, Die Siinde in der heiligen Kirche 19
«El predicado decisivo de la Iglesia, dice K. Rahner..., es su
Gottes, 36.
441
440
El pecado no expresa la esencia de la Iglesia, es- ¿Es pecadora la Iglesia? Sí. Porque nuestros peca-
posa inmaculada del cordero, llamada a continuar su dos son suyos, porque a veces el pecado contamina sus
obra redentora y santificadora; es un mal pasajero en estructuras. Pero esta condición de pecadora es algo
ella, como una "enfermedad exógena de su corporeidad, pasajero en ella; lo que la determina de verdad y de
no daño endógeno y hereditario".20 Los pecados en la un modo definitivo es la santidad que Cristo le confie-
Iglesia "son su condición, pero no su estructura; no re; santidad indefectible que supera nuestros pecados
vive de ellos, aunque sí muere, o mejor, padece de y no puede estar a merced de los mismos.
ellos y todo el mundo con ella".21

santidad operada por la acción escatológica divina y no su pecami-


nosidad; la santificación que Dios le ha dado en Cristo y que vence
perdurablemente al pecado. Por eso la relación de pecado y santidad, III. HOMBRE Y PECADO
tal y como se enuncia en un sentido católico para cada justificado,
pudiéndose hablar entonces de un «simul justus et peccator», no es
transferible sin más ni más a la relación de pecado y santidad en la
Iglesia» (Iglesia pecadora según los decretos del segundo Concilio
Vaticano, 334). «Si verdaderamente la santidad de Cristo, y no nues- El concilio habla de las relaciones hombre-pecado
tros pecados, da razón ante todo de que la Iglesia sea la Iglesia, no
es entonces posible calificarla inmediatamente y sin equívocos de en diversos documentos, pero de un modo especial en
pecadora... Ambos términos le convienen, es cierto, pero a título la constitución pastoral; más concretamente, en su pri-
muy diferente. Dado que lo que hace a la Iglesia pecadora no procede
de Cristo como lo que la hace santa, será pues necesario traducir ese mera parte, que lleva por título: "La Iglesia y la voca-
contraste evitando la asociación de ambos términos como si encerraran ción del hombre". Gaudium et spes trata, de la persona
respectivamente un contenido estrictamente paralelo» (G. MARTELET,
Las ideas fundamentales del Vaticano II, 94). humana en sus tres primeros capítulos, que constituyen
80
K. RAHNER, Iglesia de los pecadores, 306. como tres círculos concéntricos: la dignidad de la per-
21
G. MARTELET, Las ideas fundamentales del Vaticano II, 98. sona humana (c. 1), la comunidad humana (c. 2) y la
Es evidente que esta nuestra insistencia por mostrar que la Iglesia
santa de Cristo es también pecadora, a causa de sus miembros, no actividad humana en el mundo, o sea, la persona en su
mira de ninguna manera a negar la santidad de la Iglesia. Tiene como quehacer temporal (c. 3). En cada uno de estos capí-
única finalidad describir la realidad concreta de la Iglesia peregri-
nante y, sobre todo, resaltar la repercusión eclesial de nuestros peca- tulos toca el tema del pecado bajo una perspectiva dis-
dos, lo cual es de suma importancia teológico-pastoral.
La nresencia del pecado en la Iglesia y la pecaminosidad de ésta
aquí en la tierra ya la reconocían los padres, aun aquellos que no le
llaman pecadora expresamente; por ejemplo, SAN AMBROSIO, cuando ni arruga, no se ha de entender como si ya fuera así, sino que se
dice que «non in se, sed in nobis vulneratur Ecclesia» (De virginitate, prepara para llegar a serlo en su aparición gloriosa. Porque ahora,
c. 8, n. 48: PL 16, 278); y cuando habla de la Iglesia «immaculata
ex maculatis» (In Lucatn, 1, n. 17: PL 15, 1540). SAN AGUSTÍN a causa de ciertas ignorancias y debilidades de sus miembros, tiene
escribe: «Siempre que en mis libros hablé de la Iglesia sin mancha por qué decir cada día: Dimitte nobis debita nostra» (Retractationes,
1.2. c. 18: PL 32, 637-638).
442 443
tinta. Habla de su dimensión personal, social y cósmi- pas, pues: el hombre según el designio del creador, el
ca, respectivamente.22 pecado y el hombre perfecto: Cristo.

1. Dignidad humana y pecado b) Análisis del texto


El número 12 termina con esta frase: "Dios, pues,
El texto central sobre este tema es el número 13 nos dice también la biblia, miró cuanto había hecho, y
de la constitución. Veamos, ante todo, el contexto don- lo juzgó muy bueno (Gen 1, 31)". En seguida, leemos
de se encuentra. en el párrafo siguiente:

Creado por Dios en justicia, el hombre, sin embargo,


a) Estructura del capítulo por instigación del demonio, en el exordio de la histo-
ria, abusó de su libertad, levantándose contra Dios
En el número primero (n. 12), presenta la consti- y pretendiendo alcanzar su propio fin al margen de
tución al hombre como criatura, imagen de Dios, y des- Dios. Oscurecieron su estúpido corazón y prefirieron
tinada a la vida en amistad con el creador. En el nú- servir a la criatura, no al creador (GS 13a).
mero siguiente habla del pecado: éste entra en la his-
El concilio quiere subrayar la importancia de la
toria humana después de la creación del hombre y tiene
entrada del pecado en la historia humana y mostrar el
consecuencias para los humanos y para toda la creación.
contraste entre el estado del hombre y de la creación
Los números siguientes tratan de la constitución del
entera antes y después de la culpa original. Deseoso de
hombre (14), de la dignidad de su inteligencia (15), y
ser concreto y de presentar su mensaje de forma ase-
de la conciencia moral (16); de la grandeza de la liber-
quible a todos, insiste en el hecho de que
tad (17), del misterio de la muerte (18), y del ateís-
mo (19-21). Termina el capítulo con la presentación Lo que la revelación divina nos dice coincide con la
de Cristo, el hombre nuevo y perfecto (20). Tres eta- experiencia. El hombre, en efecto, cuando examina su
corazón, comprueba su inclinación al mal y se siente
anegado por muchos males, que no pueden tener su
22 Gran parte de las ideas que vamos a exponer aquí se encuen- origen en su santo creador (GS 13a).
tran en nuestro estudio Hombre y pecado, según la constitución
«Gaudium et spes», en Miscelánea Manuel Cuervo López. Aldecoa,
Burgos 1970, 341-353; cf J. GARRIDO, Pecado original e indigencia El texto apunta después las consecuencias del pe-
de la persona humana a la luz de «Gaudium et Spes»: Verdad y cado en la vida humana y añade:
Vida 29(1971) 159-201.

444 445
historia humana, sino que se ramificó y extendió entre
Pero el Señor vino en persona para liberar y vigorizar
al hombre, renovándole interiormente y expulsando al los humanos, como fuerza maléfica, seductora, opuesta
príncipe de este mundo (Jn 12, 31), que le retenía en a Dios.
la esclavitud del pecado (GS 13a). b) El texto conciliar no hace ninguna alusión a la
serpiente. Dice simplemente: "suadente maligno". Y la
A continuación leemos esta frase que sintetiza los comisión redactora advierte que se refiere al demonio.34
efectos del pecado en la persona humana: "El pecado Gaudium et spes asigna un papel importante al demo-
rebaja al hombre, impidiéndole lograr su propia ple- nio en la historia santa. En este mismo n. 13 dice que
nitud" (GS 13b). Cristo expulsó al príncipe de este mundo. En el n. 22
Desde el punto de vista teológico, nuestro texto su- afirma que Cristo nos libró de la esclavitud del diablo
giere algunas observaciones: y del pecado (GS 22c). Afirma también que rompió el
poder del demonio sobre el mundo (GS 2b; cf 37b;
a) Se advierte, ante todo, que el citado n. 13 hace LG 36).
alusión a la caída original. Sin embargo, centra la aten-
ción en la universalidad del pecado; en el hecho de que c) A pesar de la acción del maligno, el hombre
todos los hombres pecaron. Nótese el cambio inmediato aparece en el texto como autor del pecado. Este entró
del singular al plural, que parece dejar en penumbra lo en la historia humana por un abuso de la libertad del
acaecido al principio para fijarse en lo que le siguió: la hombre que se sirve del don divino para volverse con-
extensión del pecado a todos los descendientes de Adán tra Dios, y pretende alcanzar su fin independientemen-
por una participación activa de éstos. Trece padres pi- te del creador. El pecado es obra del hombre que no
dieron "ut expressa mentio fiat peccati protoparentum". quiere aceptar a Dios, porque tampoco quiere aceptar-
La comisión redactora respondió: "Non videtur neces- se a sí mismo como criatura. Es una actitud consciente
sarium esse ad rem. Agitur de peccato iam inde ab y libre de la persona humana; actitud que nace de una
initio".23 decisión profunda en contra de la voluntad divina. Es
una ruptura de la amistad original entre el hombre y
La cita de Rom 1, 21-25 explícita más esta idea de
Dios. Se sitúa, por consiguiente, a un nivel personal.
la universalidad del pecado. Pone en claro la dimensión
histórica de la falta de los orígenes, que no quedó ais- d) Hay que destacar la claridad y amplitud con
lada en un pasado lejano, sin repercusión alguna en la que el concilio expone las consecuencias del pecado
23
De Ecclesia in mundo huius temporis. lextus et correctiones 24
De Ecclesia in mundo huius temporis. Textus et correctiones
admissae, necnon expensio modorum primae partís. Typis polyglotis admissae, necnon expensio modorum primae, 157.
vaticanis, Romae 1965, 157.

446 447
—debe luchar constantemente contra el pecado que le
para la persona humana. El texto que estamos anali-
[seduce sin cesar (GS 58d).
zando afirma que el pecado:
El texto conciliar es concreto y realista y, al mismo
—crea en el hombre la tendencia al mal y le acarrea
tiempo, profundamente optimista. Al hombre, víctima
—lo desvía de su fin último, [muchos males,
—rompe la armonía en su interior, creando división del pecado, le propone como modelo a Cristo, el "hom-
[y lucha en su corazón, bre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de
—es más fuerte que el hombre y lo esclaviza, Adán la semejanza divina, deformada por el primer pe-
—rebaja al hombre y no le permite lograr su pleni- cado" (GS 22b). Y nótese cómo el concilio se esfuerza
[tud. por resaltar el aspecto humano de Cristo —como hacían
frecuentemente los padres— cuando dice:
Otros pasajes de los documentos conciliares com-
pletan esta descripción al decir que: El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en
cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos
—todos pecamos en Adán (LG 2; cf GS 38a; 58d), de hombre, pensó con inteligencia de hombre, amó
—el pecado nos dio muerte a todos (LG 4; AG 8), con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María,
—el pecado reina en el hombre no redimido por Cris- se hizo verdaderamente uno de los nuestros, seme-
[to (LG 36a; AG 13b), jante en todo a nosotros, excepto en el pecado (GS
—el hombre está herido por el pecado (GS 14a; 22b).
[IM 7),
—el pecado original ha tarado a los hombres y les Cristo es, por consiguiente, el modelo de los que
ha llevado a muchos errores acerca de Dios (AA 7c), quieren liberarse del pecado. Un modelo profundamen-
—el pecado deformó la semejanza divina en los des- te humano, que además no es exterior al cristiano, ya
cendientes de Adán (GS 22), que éste se hizo un mismo ser con él en el bautismo
—es causa de la muerte corporal (GS 18b), (cf Rom 6,5). Otros textos conciliares afirman que la
—corrompió el corazón humano (GS 11b),
vida cristiana debe ser un esfuerzo continuo de imi-
—hirió la libertad (GS 17),
—también hirió la voluntad (GS 78a), tación de Cristo, de crecimiento en Cristo (cf UR 3e;
—oscureció y debilitó la inteligencia (GS 15a), A G 8; G E 3 ; LG 39-42).
—el hábito del pecado entenebrece paulatinamente
Ante la figura de Cristo, hombre perfecto, se com-
[la conciencia (GS 16),
prende que verdaderamente "el pecado rebaja al hom-
—el pecado crea división en el interior del hombre
bre, impidiéndole lograr su propia plenitud", mientras
[(GS 25c),
449
448
que, por el contrario, "el que sigue a Cristo, hombre El Señor, cuando ruega al Padre que todos sean uno,
perfecto, se perfecciona cada vez más en su propia dig- como nosotros también somos uno (Jn 17, 21-22),
nidad de hombre" (GS 41a). El pecado es contrario abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, su-
a la dignidad humana. También en nombre de ésta hay giere una cierta semejanza entre la unión de las per-
que evitarlo. sonas divinas y la unión de los hijos de Dios en la
verdad y en la caridad (GS 24c).

2. Comunidad humana y pecado


b) Vresencia y efectos del pecado
El segundo capítulo de la constitución pastoral con- en la sociedad
sidera a la persona humana dentro de la comunidad. Y
también habla del pecado, aunque de forma menos te- Después de afirmar el plan de Dios sobre la comuni-
mática que el anterior. Su estructura es muy sencilla: dad humana, el texto conciliar denuncia la presencia y
trata del carácter comunitario de la vocación humana, los efectos del pecado en la sociedad actual:
según el designio de Dios; constata luego que la socie-
dad actual cultiva las relaciones interhumanas, pero tam- Mas si la persona humana... recibe mucho de esta
bién es víctima del pecado; finalmente, muestra que vida en sociedad, no se puede, sin embargo, negar
la obra de Cristo debe ser fundamento y modelo para que las circunstancias sociales en que vive y en que
una vida en solidaridad fraterna y que la Iglesia, unida está como inmersa desde su infancia, con frecuencia
por el Espíritu, expresa y promueve la comunión entre le apartan del bien y le inducen al mal. Es cierto que
las perturbaciones que tan frecuentemente agitan la
los hombres.
realidad social proceden en parte de las tensiones
propias de las estructuras económicas, políticas y so-
ciales. Pero proceden, sobre todo, de la soberbia y
a) El hombre es un ser social
del egoísmo humanos, que trastornan también el am-
biente social. Y cuando la realidad social se ve vicia-
El concilio afirma que el hombre es esencialmente da por las consecuencias del pecado, el hombre, incli-
un ser social llamado a vivir en comunión con sus nado ya al mal desde su nacimiento, encuentra nuevos
hermanos, hasta tal punto que "no puede vivir ni des- estímulos para el pecado, los cuales sólo pueden ven-
arrollar sus cualidades sin relacionarse con los demás" cerse con denodado esfuerzo ayudado por la gracia
(GS 12d; cf 25a). El texto advierte que las relaciones (GS 25c).
interhumanas deben imitar y prolongar las relaciones
intertrinitarias: Tenemos aquí una doble afirmación: a) el mal está
450 451
presente en la sociedad; b) este mal proviene en su corazón mismo del hombre dividido a consecuencia del
mayor parte del orgullo de los hombres y de su egoís- pecado:
mo, es decir, del pecado. El pecado deja sentir sus
efectos en las estructuras e instituciones sociales. Y En realidad de verdad, los desequilibrios que fatigan
esa atmósfera contaminada en que nace, condiciona al al mundo moderno están conectados con ese otro de-
hombre, propenso ya al mal, y le induce a pecar. Es sequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el
éste un factor de suma importancia a la hora de emitir corazón humano. Son muchos los elementos que se
un juicio sobre la responsabilidad humana y sobre la combaten en el propio interior del hombre... enfer-
misma posibilidad concreta de pecar de cada individuo. mo y pecador, no raramente hace lo que no quiere
y deja de hacer lo que querría llevar a cabo. Por ello
Otros textos conciliares explicitan más los efectos siente en sí mismo la división, que tantas y tan gra-
sociales del pecado. Así, se dice en el n. 13 de la cons- ves discordias provoca en la sociedad (GS 10a).
titución pastoral que el pecado rompió la armonía en
las relaciones del hombre con los demás. En el n. 40 El pecado repercute en la sociedad, tiende a encar-
afirma el concilio que la historia humana se ve per- narse en las instituciones y estructuras, convirtiéndose
turbada por el pecado hasta el fin de los tiempos. Ha- en fuerza del mal, perturbadora de la vida en sociedad.
blando de la paz, la constitución advierte que, a causa En un mundo como el actual, deseoso de paz, de unidad
del pecado, que hirió la voluntad humana, "el cuidado y de fraternidad universal, y que no logra alcanzarlas,
por la paz reclama de cada uno constante dominio de es importante la denuncia del pecado como fuente de
sí mismo y vigilancia por parte de la autoridad legíti- desorden, de discordia y de división entre los hombres.
ma" (GS 78a). Dice también que el evangelio "combate
y elimina los errores y males que provienen de la se- c) Los pecados de la sociedad actual
ducción permanente del pecado" (GS 58d); que del pe-
cado se siguió "la corrupción de las costumbres y de La constitución pastoral advierte que la vida en so-
las instituciones humanas y la no rara conculcación de ciedad tiene como premisa fundamental el respeto a la
la persona del hombre" (AA 7), y que los creyentes han persona humana, y describe las exigencias de tal respeto:
de esforzarse por renovar las estructuras de la vida secu-
lar, oponiéndose a las fuerzas del mal en ella existentes Descendiendo a consecuencias prácticas de máxima
(LG 35a) y saneando "las estructuras y ambientes del urgencia, el concilio inculca el respeto al hombre,
mundo cuando inciten al pecado" (LG 36c; cf 38). de forma que cada uno, sin excepción de nadie, debe
considerar al prójimo como otro yo, cuidando en pri-
La raíz de muchos males de la sociedad está en el mer lugar de su vida y de los medios necesarios para
452 453
vivirla dignamente... En nuestra época principalmen- Un poco más adelante, vuelve la constitución sobre
te, urge la obligación de acercarnos a todos y de ser- el mismo tema y dice:
virlos con eficacia cuando llegue el caso, ya se trate
de ese anciano abandonado, o de ese trabajador ex- Toda forma de discriminación en los derechos fun-
tranjero despreciado injustamente, o de ese desterra- damentales de la persona, ya sea social o cultural, por
do, o de ese hijo ilegítimo que debe aguantar sin motixos de sexo, raza, color, condición social, len-
razón el pecado que él no cometió, o de ese hambrien- gua o religión, debe ser vencida y eliminada por ser
to que recrimina nuestra conciencia recordando la pa- contraria al plan divino. En verdad, es lamentable
labra del Señor: Cuantas veces hicisteis eso a uno de que los derechos fundamentales de la persona no
estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis estén todavía protegidos en la forma debida por todas
(Mt 25, 40) (GS 27a-b). partes... Resulta escandaloso el hecho de las exce-
sivas desigualdades económicas y sociales que se dan
Con un lenguaje preciso y un tanto duro, el texto entre los miembros o los pueblos de una misma fa-
conciliar denuncia algunas lacras de la sociedad de hoy, milia humana (GS 29 b-c; cf 41b; 66b; 75acf).
nacidas precisamente del pecado:
En otros muchos pasajes denuncia el concilio peca-
Cuanto atenta contra la vida —homicidios de dos contra el hombre en la sociedad actual. Dice, por
cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mis- ejemplo, que el aborto y el infanticidio "son crímenes
mo suicidio deliberado—; cuanto viola la integridad de abominables" (GS 51c). Y reprueba las formas políticas
la persona humana, como, por ejemplo, las mutilacio- "vigentes en ciertas regiones", que obstaculizan la liber-
nes, las torturas morales y físicas, los conatos siste- tad de los hombres y abusan de ellas (GS 73d), así
máticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende como las formas totalitarias y dictatoriales de ejercer
a la dignidad humana, como son las condiciones in- la autoridad política (GS 75c) y las violaciones del de-
frahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las de- recho natural de gentes y de sus principios universales
portaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de (GS 75b). as
blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales de-
gradantes, que reducen al operario al rango de mero La raíz de las faltas contra el hombre está en el
instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la pecado:
responsabilidad de la persona humana: todas estas
prácticas y otras parecidas son en sí mismas infaman- 25
En esta denuncia clara y tajante de los pecados de nuestra
tes, degradan la civilización humana, deshonran más sociedad se encuentran los verdaderos «anatemas» del Vaticano II.
a sus autores que a sus víctimas y son totalmente Véase la introducción al c. II de la constitución Pastoral, en la
edición francesa de los documentos conciliares aparecida en Ed. du
contrarias al honor debido al creador (GS 27c). Centurión, París 1966, 76.

454 455
El evangelio anuncia y proclama la libertad de los Dios (cf GS 27c; 29b; 80d). A la luz de estos textos,
hijos de Dios, rechaza todas las esclavitudes, que de- la idea de una moral que hiciese abstracción de toda
rivan, en última instancia, del pecado (GS 40b). dimensión trascendente y religiosa de las relaciones in-
terhumanas es insostenible.
Un pasaje especialmente importante para la pastoral
es el número 30 de la constitución pastoral, que habla
de la necesidad de superar la ética individualista e d) El Verbo encarnado y
insiste en la dimensión social de la justicia y de la ca- la solidaridad humana
ridad y en el hecho de que cada uno debe preocuparse
del bien común y de todo lo que a él contribuye. Tam- Después de denunciar la presencia y efectos del
bién aquí denuncia el concilio actitudes pecaminosas: pecado, el texto conciliar señala el modo de superarlo,
y también aquí dice que Cristo es quien enseña el ca-
Hay quienes profesan amplias y generosas opiniones, mino y da la fuerza necesaria para vencerlo. En efecto,
pero en realidad viven siempre como si nunca tuvie- en su obra redentora "se perfecciona y consuma" la
ran cuidado alguno de las necesidades sociales. No índole comunitaria de la vocación humana, pues su
sólo esto; en varios países son muchos los que me- vida, su predicación y hasta su muerte por nuestros pe-
nosprecian las leyes y las normas sociales. No pocos, cados son ejemplos de solidaridad humana (cf GS 32
con diversos subterfugios y fraudes, no tienen reparo
b-c).
en soslayar los impuestos justos u otros deberes para
con la sociedad. Algunos subestiman ciertas nor- Eliminaremos el pecado de la sociedad siguiendo el
mas de la vida social; por ejemplo, las referentes a ejemplo de Cristo, cumpliendo sus mandamientos, es-
la higiene o las normas de la circulación, sin preocu- pecialmente el precepto del amor, y sometiéndonos dó-
parse de que su descuido pone en peligro la vida cilmente al Espíritu que mantiene unida a la Iglesia
propia y la vida del prójimo. La aceptación de las y la guía en su esfuerzo por unir a todos los hombres
relaciones sociales y su observancia deben ser con-
en Cristo (GS 32; cf LG 1).
sideradas por todos como uno de los principales de-
beres del hombre contemporáneo (GS 30a-b).
3. Actividad humana y pecado
La constitución conciliar afirma claramente que la
falta contra la sociedad y contra el hombre ofende a El tercer capítulo de la constitución pastoral mira
Dios, creador y padre de todos, y que no es posible a la persona humana actuando en el mundo y se pro-
despreciar al hombre sin despreciar al mismo tiempo a pone mostrar el sentido de la actividad humana en el
456 457
y de la historia. Nuestros contemporáneos serán sensi-
universo. Su estructura es idéntica a la de los dos pre- bles a esta dimensión histórico-cósmica de sus pecados.
cedentes: designio del creador, análisis de la situación
actual deteriorada por el pecado, y orientaciones para La actividad humana y la fe deben estar íntimamen-
realizar el plan de Dios. te unidas; por consiguiente, no es admisible la actitud
de quienes temen que la vinculación entre ambas eche
a perder la autonomía del hombre, de la sociedad o de
la ciencia (cf GS 36a). El n. 43 recalca esta idea:
a) Fe y actividad humana
El concilio exhorta a los cristianos, ciudadanos de
La actividad humana en el universo responde al la ciudad temporal y de la ciudad eterna, a cumplir
designio del creador; incluso los quehaceres más ordina- con fidelidad sus deberes temporales, guiados siem-
rios son una forma de colaboración con Dios: pre por el espíritu evangélico. Se equivocan los cris-
tianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad
Los hombres y mujeres que, mientras procuran el permanente, pues buscamos la futura, consideran que
sustento para sí y su familia, realizan su trabajo de pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuen-
forma que resulte provechoso y en servicio de la ta de que la propia fe es un motivo que les obliga
sociedad, con razón pueden pensar que con sus tra- más al perfecto cumplimiento de todas ellas según la
bajos desarrollan la obra del creador, sirven al bien de vocación personal de cada uno. Pero no es menos
sus hermanos y contribuyen de modo personal a que grave el error de quienes, por el contrario, piensan
se cumplan los designios de Dios en la historia (GS que pueden entregarse totalmente a los asuntos tem-
34b). porales, como si éstos fueran ajenos del todo a la
vida religiosa, pensando que ésta se reduce mera-
El progreso del hombre en el conocimiento y do- mente a ciertos actos de culto y cumplimiento de
minio del mundo no deben alejarlo del creador; más determinadas obligaciones morales. El divorcio entre
bien han de llevarlo a una más estrecha colaboración la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado
con él (cf GS 34c). Tal progreso responde a los pla- como uno de los más graves errores de nuestra épo-
nes divinos y hace que el hombre sea más hombre. ca... No se crean, por consiguiente, oposiciones ar-
La pastoral del pecado debe hacer hincapié en la di- tificiales entre las ocupaciones profesionales y socia-
mensión histórica de nuestra vida personal. Eso le ayu- les, por una parte, y la vida religiosa, por otra (GS
dará a hacer comprender que ser infiel al propio deber 43).
es traicionar a la historia y a la familia humana; es
En pocas palabras, el concilio apunta la triple di-
obstaculizar el proceso transformador del mundo y, al
mensión —social, religiosa y personal— de las negli-
mismo tiempo, es ofender al creador, señor del mundo
459
458
Otros pasajes de la constitución afirman que el
gencias frente al propio compromiso temporal cuando
mundo sufre las consecuencias del pecado. En el n. 2b
dice:
se dice que el mundo está "esclavizado bajo la servidum-
bre del pecado"; en el n. 25c nota el concilio que, a
El cristiano que falta a sus obligaciones tempora-
les, falta a sus deberes con el prójimo; falta, sobre veces, "la realidad social se ve viciada por las consecuen-
todo, a sus obligaciones para con Dios y pone en pe- cias del pecado"; en el n. 39a afirma que la figura de
ligro su eterna salvación (GS 43a). este mundo está "afeada por el pecado" (cf LG 35a;
36a.c).
Esta denuncia tan explícita del divorcio entre la
fe y la vida diaria, así como la afirmación rotunda del
aspecto religioso del compromiso temporal y de las fal-
El decreto acerca de las misiones dice que los bie-
tas contra el mismo, tienen gran importancia para la
nes de este mundo "están marcados al mismo tiempo
teología del pecado. Reflejan una visión de éste com-
con el pecado del hombre y la bendición de Dios" (AG
pleta y equilibrada, que no se fija únicamente en unos
8a). El decreto sobre el apostolado de los seglares nota
cuantos preceptos morales, olvidando el resto del exis-
que "en el decurso de la historia, el uso de los bienes
tir cristiano.
temporales se ha visto desfigurado por graves aberra-
ciones", a causa del pecado original que ha tarado a
los hombres, y advierte que "incluso en nuestros días,
b) Deformación de la actividad humana
no pocos, confiando más de lo debido en los progresos
por el pecado
de las ciencias naturales y de la técnica, incurren como
en una idolatría de los bienes materiales, convirtiéndose
El n. 13 de la constitución pastoral dice que el
en siervos más bien que en señores de ellos" (AA 7).
hombre, al pecar, rompió sus relaciones con el resto
de la creación ("totam suam... erga... omnes res crea- El texto más explícito sobre la dimensión cósmica
tas ordinationem disrupit", dice el texto latino) (GS del pecado se encuentra en el n. 37 de la constitución,
13a). Sabemos que estas palabras "omnes res creatas" que lleva por título: "De humana navitate a peccato
fueran introducidas por el deseo de 23 padres que que- corrupta". Basado en la biblia y en la experiencia hu-
rían destacar la dimensión cósmica del pecado ("dimen- mana, el concilio afirma que el mal y el bien se entre-
sionem cosmicam peccati").26 mezclan en el mundo, de ahí que "el progreso alta-"
26
mente beneficioso para el hombre también encierra, sin
De Ecclesia in mundo huius temporis. Textus et correctiones embargo, gran tentación" (GS 37a). El pecado hizo que
admissae necnon expendo modorum primae, 159.

460 461
el mal entrase en el mundo y ahora actúa como fuerza c) Perfección de la actividad humana
que intenta subyugar al hombre, y éste sólo puede su- en el misterio pascual
perarlo sosteniendo una lucha constante contra él:
Tampoco aquí se contenta el concilio con afirmar
A través de toda la historia humana existe una dura la dimensión cósmica del pecado, sino que señala cómo
batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciada hemos de actuar para superarlo. Y dice que la única
en los orígenes del mundo, durará, como dice el Se- forma de vencerlo en nuestro quehacer cotidiano es la
ñor, hasta el día final. Enzarzado en esta pelea, el
purificación de las actividades humanas a la luz de la
hombre ha de luchar continuamente para acatar el
bien, y sólo a costa de grandes esfuerzos, con la ayu- cruz y resurrección de Cristo (cf GS 37d). En efecto
da de la gracia de Dios, es capaz de establecer la
unidad en sí mismo (GS 37b).87 El, sufriendo la muerte por todos nosotros, pecado-
res, nos enseña con su ejemplo a llevar la cruz que
Ante esta realidad de la existencia y acción del la carne y el mundo echan sobre los hombros de los
que buscan la paz y la justicia (GS 38a).
pecado en el mundo, y a causa del peligro que corre
el hombre de ser víctima del mismo, la Iglesia, a pesar
de mirar con ojos optimistas la obra del creador y el Para vencer en la lucha contra el pecado y el mal,
progreso humano, se siente obligada a recordar al hom- Cristo nos dejó no sólo su ejemplo, sino que nos entregó
bre las palabras de san Pablo: su Espíritu que habita y actúa en los creyentes, y se
quedó él mismo como alimento en la eucaristía (cf GS
No queráis vivir conforme a este mundo (Rom 12,2); 38 a-b). El texto conciliar destaca el nexo entre la cruz
es decir, conforme a aquel espíritu de vanidad y ma- y la resurrección; nexo que se dio en la obra de Cristo
licia que transforma en instrumento de pecado la y que debe darse también en la vida del cristiano. Este
actividad humana, ordenada al servicio de Dios y de camina ya hacia el reino del Padre "misteriosamente
los hombres (GS 37c). presente en nuestra tierra" (GS 39c), pero no puede
alcanzar esa meta, si no sigue el camino de la propia
abnegación y de la cruz. Esta apertura hacia el futuro
y este carácter de espera escatológica que distinguen
a la vida cristiana dan a ésta un optimismo y un dina-
27
Acerca de la actitud del hombre frente al pecado y del carác- mismo extraordinarios; los únicos capaces —con la gra-
ter dramático de la existencia cristiana a la luz de los textos conci- cia divina— de sostener al cristiano y de ayudarle a
liares, cf Hombre y pecado, según la constitución «Gaudium et vencer el pecado en su peregrinación hacia la patria.
spes», 349-351.

462 463
IV. VALORACIÓN DE LA DOCTRINA misma actitud de rebelión y autoafirmación contra Dios.
CONCILIAR También habla el concilio del pecado como fuerza ma-
léfica que, en unión con el demonio, esclaviza al hom-
bre y al mundo y les acarrea una serie de males que
La breve exposición que acabamos de hacer permi- no pueden tener origen en Dios.28
te formular unas observaciones acerca de la aportación Al hablar del pecado original, el concilio usa las ex-
del Vaticano II a la teología del pecado. Nos fijamos presiones tradicionales. Cita, por ejemplo, repetidas ve-
tan sólo en el aspecto dogmático y en el pastoral. ces a Adán y toma dicho nombre en sentido indivi-
dual;29 afirma la acción del tentador (GS 13), pero no se
detiene en más detalles referentes a la primera caída.
1. Aspecto dogmático Evita, incluso, la palabra "protoparentes". Lo que le
preocupa es subrayar la proyección de la primera caída
Desde el punto de vista dogmático, la doctrina con- en la historia humana y mostrar cómo repercute en los
ciliar acerca del pecado puede calificarse de rica de individuos, en la sociedad y en toda la creación (cf GS
contenido e importante. No contiene nuevos dogmas, 13). Es importante, en este sentido, la expresión "inde
pero sí expone algunos puntos del mensaje tradicional ab exordio historiae", que resalta la conexión entre el
de la Iglesia de un modo propio y característico y al- pecado de los orígenes y los demás que se fueron suce-
gunas de sus afirmaciones aparecen ahora por primera diendo y adicionando a lo largo de la historia humana
vez en los documentos oficiales del magisterio ecle- y que constituyen ese poder hostil a Dios y a los hom-
siástico. bres que amenaza con dominar todo lo creado. Esta

El Vaticano II afirma decididamente la existencia w


Cf GS 2b; 13 a-b; 22 c-d; 37b; LG 35a; AG 3a). El concilio
del pecado. Y habla del de los orígenes y de sus con- Vaticano II no se detiene a analizar profundamente el misterio del
secuencias para los descendientes de Adán; de la pre- mal en el mundo, para ver sus relaciones con el pecado del hombre.
Se contenta con la afirmación de que el mal viene, sobre todo, del
sencia y acción del pecado a lo largo de la historia pecado; en casos, parece decir que éste es su única causa (cf GS 13).
humana y de los pecados personales y colectivos del Se echa de menos un análisis detenido del pecado y de los males
del mundo actual, que mostrase que muchos de éstos no proceden
mundo actual. No proporciona ninguna definición del del pecado, sino que son efecto de la naturaleza misma de las cosas
pecado. Describe el de los orígenes como una rebelión y de las circunstancias actuales de la existencia humana, en constante
esfuerzo de perfeccionamiento y autosuperación. Cf SEAN O'RIORDAN,
contra Dios, nacida de un abuso de la propia libertad The second Vatican Council's psycology of personal and social Ufe.
como una oposición al creador con la pretensión de auto- Reflections on Part I of the Pastoral Constitution on the Church ¡n
the Contemporary World: Studia Moralia 4(1966) 167-191.
afirmarse frente a él. Los que le siguen reproducen la 89
Cf LG 2; 53; 56; GS 22; PC 15.

464 465
visión histórico-dinámica del pecado está muy en con- a constituir un auténtico puntal en la renovación del
sonancia con la teología paulina y joannea y con las sentido del pecado y de la penitencia, y cuyos efectos
categorías histórico-evolucionistas de un gran sector comienzan a sentirse ya en la praxis pastoral. Desde el
del pensamiento contemporáneo.30 punto de vista dogmático, la aportación del Vaticano II
a la teología del pecado es considerable. En algunos
Llama la atención la amplitud con que el Vaticano II
puntos explicita el mensaje tradicional; en otros, hace
habla de las consecuencias del pecado original para
afirmaciones de trascendental importancia.
la persona humana. Es sorprendente que un concilio
tan optimista como éste, haya sido más explícito al se-
ñalar dichas consecuencias que ninguno de los anterio-
res; más incluso que los de Cartago, Orange y Trento, 2. Aspecto pastoral
que estudiaron expresamente el tema del pecado origi-
Bajo el aspecto pastoral, el mensaje del concilio tie-
nal.31
ne unos rasgos dignos de tenerse en cuenta.
Al describir los efectos del pecado, el Vaticano II,
ajeno a toda visión puramente espiritualista e individua-
lista del mismo, subraya su repercusión en la sociedad, a) Lección de tacto pastoral
en la marcha de la historia y en el proceso transforma-
dor del mundo. En sus documentos, sobre todo en la La Iglesia del Vaticano II nos da, ante todo, una
constitución pastoral, aparece claramente —como en lección de tacto pastoral frente al pecador. Se presenta
ningún otro documento eclesiástico— la triple dimen- como un amigo deseoso de dialogar con el hombre de
sión —personal, social y cósmica— del pecado. hoy acerca de sus problemas, para ayudarle a resolverlos
Otro punto de capital importancia en la doctrina a la luz del evangelio. Su única intención es servir al
conciliar es la afirmación de la dimensión eclesíal del hombre (cf GS 3a; lOb)/® Es la actitud más simpática
pecado, afirmación que tampoco aparece en documentos
32
eclesiásticos anteriores del magisterio, que está llamada PABLO VI dijo en la clausura del concilio que en el Vatica-
no II el magisterio de la Iglesia «ha bajado, por así decirlo, al diálogo
con él (hombre) y, conservando siempre su autoridad y virtud pro-
80 pias, ha adoptado la voz fácil y amiga de la caridad pastoral, ha
31
Cf P. SCHOONENBERG, El poder del pecado, 175-181. deseado hacerse oír y comprender de todos; no se ha dirigido sólo
Cf D. 101-102; 174-175; 787-792. En definitiva, la doctrina a la inteligencia especulativa, sino que ha procurado expresarse
del Vaticano II explicita las palabras del concilio de Orange, inspi-
radas en san Agustín: «Si quis per offensam praevaricationis Adae también con el estilo de la conversación corriente de hoy, a la cual
non totum, id est secundum corpus et animam, «in deterius» dicit el recurso a la experiencia vivida y el empleo del sentimiento cordial
hominem «commutatum»... sed animae libértate illaesa durante, cor- confieren una vivacidad más atractiva y una mayor fuerza persuasiva;
pus tantummodo corruptioni credit obnoxium»... A.s. (D. 174; cf 788). ha hablado al hombre de hoy tal cual es» (7 dic. 1965), Concilio
Vaticano II, 1071-1072.
466
467
que podía adoptar. Nótese la diferencia entre el modo su doctrina. Tal esfuerzo se ve en su recurso al testimo-
de hablar del concilio de Trento y el del Vaticano II. nio de la revelación y al cuidado por mostrar que dicho
Comienza la Iglesia afirmando la existencia del pe- testimonio está refrendado por la historia y por la
cado y reconociendo humildemente que está presente experiencia personal (cf GS 10; 13; 37).
en ella; que le hiere y que le obliga a purificarse y a
renovarse constantemente (cf LG 8; 11). Luego, mues-
b) Exposición actual y concreta
tra que el pecado también es contrario a la dignidad
humana —fundada en la amistad con Dios (GS 19a)—, Su intención de servir al hombre en su realidad
a la tendencia actual a la fraternidad sin fronteras, al concreta y en su situación característica, obligó al con-
recto dominio de la naturaleza, al deseo de progreso y cilio a rehuir la exposición abstracta y a esforzarse por
de felicidad; en una palabra, a todos los grandes va- mantenerse constantemente en contacto con la realidad
lores que atraen al hombre. del hombre y del mundo de hoy. De hecho, todos los
La actitud de diálogo y de servicio al hombre no documentos conciliares intentan ser concretos, prácticos
es obstáculo para que el concilio afirme abiertamente y asequibles a nuestros contemporáneos.
la existencia del pecado y hasta use a veces expresiones Su modo de hablar del pecado es sencillo, concreto
durísimas para denunciar ciertas faltas del mundo ac- y persuasivo. Afirman su existencia, partiendo del tes-
tual;83 tampoco impide que anuncie la condenación y timonio de la Escritura, pero denuncian también su
el fuego eterno para quienes permanezcan en pecado presencia y su influjo en el hombre de hoy, en la so-
(cf LG 14b; 48d; GS 43a). ciedad, en la historia humana, en el mundo que cono-
cemos y que vamos construyendo con nuestra actividad.
Tiene gran valor pastoral el esfuerzo del concilio
El concilio denuncia el divorcio entre la fe y el com-
por convercer al hombre de hoy, más que por imponerle
portamiento cotidiano " como uno de los más graves erro-
res de nuestra época" (GS 43a), e invita a englobar
«Tal vez, dice todavía el papa, nunca como en esta ocasión ha
sentido la Iglesia la necesidad de conocer, de acercarse, de compren- todas las actividades temporales, "haciendo una síntesis
der, de penetrar, de servir, de evangelizar a la sociedad que la rodea vital del esfuerzo humano, familiar, profesional, cientí-
y de seguirla; por así decirlo, de alcanzarla casi en su rápido y
continuo cambio... La antigua historia del samaritano ha sido la fico o técnico, con los valores religiosos" (GS 43a),
pauta de la espiritualidad del concilio. Una simpatía inmensa lo ha lo cual quiere decir que la llamada de Dios y nuestra
penetrado todo» (Ibid., 1069-1070).
33
Dice, por ejemplo, que el aborto y el infanticidio son «ne- respuesta a la misma abarca toda nuestra vida en sus
fanda crimina» (GS 51c), que ciertas crueldades de las guerras «tan- diversos aspectos. Esta visión unitaria de la vida huma-
quam crimina horrenda vehementer condemnanda sunt» (GS 79b;
cf 27c). na tiene gran importancia para la teología del pecado.

468 469
Inspirado en la biblia, el concilio descubre la vo-
El Vaticano II denuncia formas concretas en la
sociedad actual. Hemos reproducido algún elenco de cación del hombre a partir del hecho de la creación.
las mismas. Recuérdese, por ejemplo, la alusión al abuso Lo ve como imagen de Dios, ser social, destinado a
del trabajador extranjero (GS 27b), a la negligencia de dominar la naturaleza y a usarla glorificando a Dios (cf
las-normas de higiene, de circulación (GS 30a), etc. GS 12). La dimensión religiosa aparece en este con-
Recuérdese su afirmación de que el pecado está pre- texto como parte constitutiva de la vocación humana.
sente en el mundo del progreso y corre peligro de con- En esta perspectiva, se ve que, separado de Dios, el
vertir el progreso humano en instrumento de maldad hombre no puede lograr su plenitud. Y la consecuencia
(GS 37); que provoca división en el hombre mismo y es clara: el pecado dice siempre relación al creador y,
en la sociedad (GS 10); que es la causa de todas las al mismo tiempo, es un mal para el hombre; se opone
esclavitudes (GS 40b); que los creyentes deben esfor- a su dignidad y a su vocación; en una palabra, lo
zarse por implantar el reino de Dios en el mundo, lu- rebaja.
chando contra las fuerzas de maldad presentes y activas
en la creación y en el hombre (cf LG 35-36; GS 25; 37; Esta visión antropocéntrica del pecado como indig-
58). no del hombre, es uno de los puntos más importantes
de la doctrina conciliar acerca de nuestro tema. La
En síntesis: los documentos conciliares ofrecen ele- pastoral deberá hacer hincapié en ella y hacer ver al
mentos válidos para una hermenéutica del mensaje cris- hombre de hoy que pecar no es autoafirmarse como
tiano acerca del pecado, adaptada a la mentalidad ac- hombre, sino claudicar ante la propia vocación.35
tual y al mundo de hoy.
Dado que la persona humana es un ser social miem-
bro solidario de la comunidad humana con la que com-
c) Visión completa del pecado
«corazón y conciencia, inteligencia y voluntad». Varios pasajes de
La visión del pecado en el Vaticano II es completa. la misma constitución hablan de la «íntegra vocación» del hombre
Destaca su dimensión religiosa, personal, social, ecle- (cf GS 13a; 35b; 57a; 63a; 91a). Pablo VI dijo en la clausura del
sial e histórico-cósmica. Este modo global de ver el concilio que éste había mirado al hombre tal como se presenta en
realidad. Cf Concilio Vaticano II, 1070.
pecado es consecuencia lógica del concepto unitario de 35
Algunos padres conciliares creyeron ver un falso antropocen-
la vida humana, característico de los textos conciliares.34 trismo en la expresión: «Peccatum autem ipsum hominem minuit,
a plenitudine consequenda eum repellens» (GS 13b). La comisión
redactora del texto les respondió: «Praecise hoc exhibetur, quod pec-
34
Ya en el proemio de la constitución pastoral (GS 3a) afirma catum non est tantum actio contra Deum, sed etiam contra ipsum
el concilio que se propone mirar al hombre en su totalidad de hominem peccantem» (De Ecclesia in mundo huius temporis. Textus
et correctiones admissae, necnon expensio modorum primae, 160-161).
470
471
parte todo su existir, su pecado repercute en dicha so- titud general del Vaticano II.36 Gracias a su inspiración
ciedad y la perjudica. Y, a su vez, el pecado, presente bíblica, el concilio no perdió nunca de vista el designio
en la sociedad, ejerce un influjo maléfico sobre el indi- de Dios sobre el hombre, ni tampoco la marcha pro-
viduo. Este nace con inclinación al mal y se encuentra, gresiva e incontenible de la historia santa. Ahora bien,
desde su nacimiento, situado en un ambiente de pecado. cuando se mira al hombre y al mundo en esta perspec-
Esto le obliga a esforzarse para no ser víctima del mal tiva histórico-salvífica, se es necesariamente optimista,
que contamina la sociedad. porque se ve que el bien es más fuerte que el mal; la
gracia de Dios, más abundante que el pecado del hom-
Por ser miembro de la Iglesia y solidario con ella, bre (cf Rom 5, 20).
los pecados del cristiano, lo mismo que sus obras bue-
El Vaticano II sitúa el pecado en el marco de la
nas, tienen también una dimensión eclesial. Afean a la
historia santa y lo ve como condenado a desaparecer.
esposa de Cristo y obstaculizan su misión salvadora en
En la constitución pastoral describe el designio del crea-
el mundo.
dor sobre el hombre, sobre la comunidad humana y
Siguiendo la teología paulina y joannea, el Vatica- sobre el mundo. Luego denuncia la presencia del pecado
no II resalta, en fin, la dimensión histórico-cósmica y sus efectos maléficos. Por fin, afirma que la situación
del pecado. El mundo cayó bajo su servidumbre y, aun actual es superable, gracias a Cristo. En este contexto se
después de la resurrección de Cristo, sufre sus conse- ve que el pecado ha sido definitivamente vencido por
cuencias, hasta el día de la liberación definitiva (cf GS la gracia salvadora de Cristo (cf GS 2b).
39a); esto explica el carácter dramático de la existencia La constitución dogmática reconoce la presencia del
humana. El hombre deberá estar alerta y luchar para no pecado en la Iglesia; admite que las faltas de sus miem-
dejarse subyugar por la fuerza del pecado que intenta bros hieren a la comunidad eclesial y que también la
trastornar la creación y deformar la actividad humana. Iglesia "vive entre las criaturas, que gimen con dolores
Los pecados personales aumentan la fuerza del mal en de parto al presente en espera de la manifestación de
el mundo y dificultan la acción de Dios y la realización los hijos de Dios (Rom 8, 19-22)" (LG 48c). Pero
de sus planes salvíficos. afirma también que la Iglesia "está fortalecida con la
36
«Hace falta reconocer, dijo Pablo VI, que este concilio se
ha detenido más en el aspecto dichoso del hombre que en el desdi-
d) Visión optimista chado. Su postura ha sido muy a conciencia optimista. Una corriente
de afecto y de admiración se ha volcado del concilio hacia el mundo
moderno... El concilio ha enviado al mundo contemporáneo, en lugar
Notemos, en fin, que la visión conciliar del pecado de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores; en vez de funestos
es profundamente optimista, como fue optimista la ac- presagios, mensajes de esperanza» {Concilio Vaticano II, 1071).

472 473
virtud del Señor resucitado, para triunfar con paciencia Juan XXIII había dicho en la apertura del concilio:
y caridad de sus aflicciones y dificultades, tanto internas "Lo que principalmente atañe al concilio ecuménico es
como externas, y revelar al mundo fielmente su misterio, esto: que el sagrado depósito de la doctrina cristiana
aunque sea entre penumbras, hasta que se manifieste en sea custodiado y enseñado en forma cada vez más efi-
todo esplendor al final de los tiempos" (LG 8d). La caz".37 En lo referente al pecado, puede decirse que el
misma constitución reconoce que la gracia de Cristo no Vaticano II conservó la doctrina tradicional, la completó
dispensa a los creyentes de luchar contra el pecado, pero y la propuso de una forma nueva y actual.
sí les da fuerza para vencerlo en su vida personal y en
la sociedad en que viven (cf LG 35; 36; 65; GS 78f).
Los documentos conciliares destacan con insistencia
el significado de la persona y de la obra de Cristo para
el mundo actual. Con ello dan a la vida cristiana el
tinte optimista de espera escatológica. Y de la esperanza
nace un dinamismo especial para combatir el mal y el
pecado y para continuar la peregrinación hacia los cie-
los nuevos y la nueva tierra, luchando por mejorar este
mundo, con los ojos fijos en el Señor que asumió y reca-
pituló en sí mismo la historia del mundo (GS 38a) y
que "es el fin de la historia humana y punto de con-
vergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia
y de la civilización, centro de la humanidad, gozo del
corazón humano y plenitud total de sus aspiraciones"
(GS 45b).
El Vaticano II no hace una exposición completa
del mensaje cristiano acerca del pecado; ni siquiera toca
todos sus puntos importantes. Sin embargo, sus docu
mentos contienen una serie de afirmaciones sobre el
tema. Afirmaciones que constituyen una valiosa apor-
tación a la teología y a la pastoral del pecado y de la
penitencia.
475
474
BIBLIOGRAFÍA

Este elenco no es exhaustivo. Recoge varios


de los estudios que hemos utilizado y que con-
sideramos de valía. A lo largo del trabajo se citan
otros muchos que no aparecen aquí. Para mayor
claridad, distinguimos los estudios bíblicos y los
de índole pastoral. También señalamos algunos
números monográficos de revistas que se ocupan
del tema del pecado, bien sea directamente, bien
sea al tratar del sacramento de la penitencia.

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488 489
ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN. E L PECADO H O Y 9

«Diz que le sembraron patatas» 10


El problema del pecado es problema del hombre . 13
El pecado pertenece a la médula del cristianis-
mo y del evangelio 16
El pecado en la teología actual 18
Objeto de este estudio 25
Hablar del pecado es anunciar la salvación 28

I
ELEMENTOS BÍBLICOS 31

1. E L PECADO, SEGÍJN GÉNESIS 2-3 35

I. La índole del relato 36


1. Contenido religioso 37
2. Método de elaboración 38
491
3. Tonalidad «quasi-mítica» 43 5. El mensaje de Juan 112
4. Actualidad de la perícopa yavista ... 46 6. La crucifixión de Cristo, expresión
II. Análisis de la perícopa 47 máxima del pecado como rechazo de
Dios H6
1. El hombre y su vocación en el
mundo 47 III. Motivaciones psicológicas del pecado ... 117
2. La vida «en el paraíso» 51
3. El precepto, elemento soteriológico . 53 3. LA OFENSA AL HOMBRE ES OFENSA A DIOS . . . 125
4. La tentación y la caída 57 I. El relato de Caín y Abel (Gen. 4 , 1 - 1 6 ) . . . 126
5. El desenlace del drama del pecado ... 62
1. Naturaleza del relato 127
III. Síntesis del relato 75
2. Contenido teológico del relato 128
1. El pecado aparece en un contexto de II. El mensaje de los profetas 129
gracia que le precede y lo supera ... 75
2. El pecado es obra del hombre 76 1. Amos y Oseas 130
3. El pecado separa de Dios al hombre . 76 2. Isaías 132
4. El pecado es un mal para el hombre . 77 3. Jeremías 134
5. El pecado divide a la familia hu- 4. El trito-Isaías (Is. 55-56) 135
mana 77 III. La reflexión de los sabios 137
6. El pecado trastorna el orden de la 1. Los Proverbios 137
creación 78
7. El pecado es reparable 78 2. EJ Jibro de Job 138
IV. El mensaje de los sinópticos 141
2. E L PECADO ES UN RECHAZO DE DIOS 81 1. El doble mandamiento del amor ... 142
I. Dios llama a los hombres 82 2. Textcs explícitos 142
3. El juicio final 144
1. La llamada por medio de la creación . 83 V. El mensaje de ]uan 145
2. La historia santa como llamada de 1. Jesús da a los apóstoles el manda-
Dios 85 miento del amor fraterno. Este será
3. Dios habla por sus «enviados» 89 su distintivo 145
II. El pecado es rechazo del Dios que llama . 92 2. El amor a Dios y el amor al prójimo
son inseparables. Parecen constituir
1. El mensaje de Oseas 93 una única realidad 147
2. El mensaje de Isaías 98 3. Quien no ama a sus hermanos es del
3. El mensaje de los sinópticos 103 diablo. Está en tinieblas y en la
4. El mensa/e cíe Pabio 107 muerte 148
492
493
4. E L PECADO Y LA PERSONA HUMANA 155 2. El pecado y la comunidad de la
I. Vocabulario hebreo del pecado 156 alianza 197
3. Algunos textos proféticos sobre la di-
1. Visión sintética del mal y del pecado . 157 mensión comunitaria del pecado ... 201
2. Los nombres del pecado 160 III. Pecado y comunidad en el Nuevo Testa-
II. El mensaje de los Proverbios 162 mento. Dimensión eclesial del pecado ... 206

1. El libro y sus autores 162 1. El individuo y la comunidad eclesial . 207


2. La Iglesia es una comunidad santa ... 210
2. El pecado, ruina del hombre 164 3. El pecado y la Iglesia 211
III. El mensaje profético 168 IV. El pecado y la comunidad social 217
1. El pecado es vanidad y nada, mentira 1. El pecado introduce desorden en la
y confusión, vergüenza y locura 168 sociedad 219
2. El pecado es fuente de desgracia y de 2. El pecado es un elemento desintegran-
perdición 171 te en la sociedad 220
3. El pecado es un mal que se apodera 3. El pecado es fuente de males en la
de la persona humana 174 sociedad 221
IV. El mensaje del evangelio 178 4. El pecado del cristiano es una traición
1. A los que creen, Jesús los salva y les a la comunidad social 222
da la vida 178 5. El pecado es un mal contagioso en la
2. El pecado lleva a la desgracia, a la sociedad 223
ruina 180
3. El pecado lleva a la condenación
6. E L PECADO ES UN MAL REPARABLE: EL PERDÓN
eterna 181
DEL PECADO 227
V. El pecado en la vida del cristiano 186
I. Dios perdona el pecado 228
5. E L PECADO Y LA COMUNIDAD HUMANA 191 1. Textos proféticos 229
2. Los salmos 235
I. Pecado y comunidad en la historia de los 3. La obra y el mensaje de Jesús 237
orígenes (Gen. 1-11) 193
II. El camino del perdón: el retorno 239
II. Pecado y comunidad en Israel 195 1. Los sacrificios de expiación y la inter-
1. Conciencia de comunidad solidaria en cesión 240
Israel 196 2. La conversión 243
494 495
II. Tendencias de la espiritualidad cristiana
3. El perdón al hombre como condición
actual 302
para el perdón de Dios 253
4. La comunidad eclesial, lugar del per- 1. Revalorización de la persona humana . 303
dón de Dios 256 2. Sentido social, comunitario, eclesial . 305
III. La naturaleza del retorno y del perdón ... 259 3. Espiritualidad de encarnación o «se-
cular» 307
1. El retorno: la conversión 259 4. Espiritualidad nutrida de la biblia y
2. El perdón 264 de la liturgia 309

IV. La experiencia del perdón 268 III. El hombre actual ante el pecado 310

V. ¿Félix culpa? 272 1. ¿Tiene el hombre actual sentido del


pecado? 311
2. Causas de la «crisis» del sentido del
II pecado 323
3. A modo de juicio valorativo 327
ORIENTACIONES PASTORALES 277
8. ¿CÓMO HABLAR DEL PECADO A LOS HOMBRES
7. PRESUPUESTOS SOCIO-ANTROPOLÓGICOS DE LA DE H O Y ? 337
PASTORAL DEL PECADO 281
I. Las coordenadas del pecado 340
I. Un mundo nuevo y un hombre diferente . 283
1. Dios llama al hombre a la existencia
1. Un mundo configurado por la cien- para que sea su amigo y compañero ... 342
cia, la técnica y la ética, y un hombre 2. El hombre está destinado a ser cola-
que se siente adulto, creador y dueño borador de Dios en el mundo 348
de ese mundo 283 3. Dios señala al hombre el camino de
2. Un mundo desacralizado, y un hombre la vida: la ley 351
secular y alérgico a todo lo «de otro
mundo» 287 II. Naturaleza del pecado 368
3. Un mundo nacido y crecido sin la
1. El pecado aparece en un contexto
Iglesia, y un hombre escéptico y crí-
interpersonal 368
tico frente a la Iglesia y a la religión . 292
2. El pecado tiene una dimensión reli-
4. Un mundo pluralista, y un hombre
giosa 369
«ciudadano del mundo» 296
3. El pecado es un «no» al Dios per-
5. Un mundo de signo materialista, y un
sonal 370
hombre en peligro de deshumaniza-
4. El pecado es un «no» al hombre ... 371
ción 299
497
496
5. El pecado es un «no» a la comu- II. Iglesia y pecado 427
nidad 372 1. Presencia del pecado en la Iglesia ... 427
6. El pecado es un «no» a la propia vo- 2. El pecado hiere a la Iglesia 433
cación histórico-cósmica 374 3. ¿Iglesia pecadora? 436
III. Nuestra condición de pecadores 376
III. Hombre y pecado 443
1. La experiencia personal 376
1. Dignidad humana y pecado 444
2. El testimonio de la biblia 379 2. Comunidad humana y pecado 450
IV. ¿Cómo reconocer nuestros pecados? ... 380 3. Actividad humana y pecado 457
1. Dios quiere ser servido en el mundo . 381 IV. Valoración de la doctrina conciliar 464
2. La vida humana como respuesta glo-
1. Aspecto dogmático 464
bal a Dios 383
2. Aspecto pastoral 467
V. El juicio de nuestros pecados 384
BIBLIOGRAFÍA 477
1. Pecado mortal y pecado venial 386
2. ¿Cómo distinguir nuestros pecados? . 393
3. ¿Se cometen muchos pecados mor-
tales? 397
4. Carácter misterioso de nuestra peca-
minosidad 401
5. Constante actitud de conversión a
Dios 403
VI. La presentación del pecado hoy 405
1. Presentación integral 405
2. Presentación personalista 408
3. Presentación existencial 414
4. Presentación optimista 417

APÉNDICE

DOCTRINA DEL PECADO EN EL VATICANO II 423

I. El tema del pecado en los documentos


conciliares 425
498 499

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