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Capitulo 4 Dussel PDF
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La enseñanza escolar de fines de siglo XIX seguía siendo criticada. Parte de esta Crítica
seguiría vigente a lo largo de siglo XX. Sin embargo de aquel tiempo hasta nuestra época
ha pasado un proceso que volvió natural y universal a la escuela.
Hoy en día la mayoría de los chicos y adultos estamos acostumbrados a la experiencia
escolar y la percibimos ineludiblemente como parte del crecimiento e integración a la
sociedad adulta. Aún aquellos para los que la escolaridad es difícil por motivos
económicos la perciben como un bien deseado y relevante.
En la actualidad la escuela se convirtió en parte de un aparato masivo, el sistema
educativo, y fue el modelo y centro de la cultura letrada.
En este siglo se produjo una homogeneización y centralización de las formas de educar en
torno a la enseñanza simultánea y método global.
El estado nacional, además asumió la función de controlar y dirigir la educación. Se
organizó la educación alrededor de canon-patrón dominante provisto por la escuela pública
estatal, paralelamente surgió lo que Michel Foucault ha llamado bio-poder, se trata de una
nueva estrategia de poder y gobierno. Por tal se entiende un tipo de poder que ya no se
aplica sólo al cuerpo individual, como en el caso de las disciplinas, sino que es un poder
cuyo objeto es el grupo, más exactamente lo que se denomina “población”. El autor define
esta estrategia como una operación para adueñarse de la vida. Los gobernantes
observaban que las poblaciones deben ser administradas.
Se desarrolla toda una serie de nuevos aparatos para administrar la vida de la gente:
aparecen la medicina, las estadísticas de nacimiento y mortalidad, programas sociales,
etc.
El gobierno se interesa por la vida de sus súbditos y las administra, quiere que vivan más,
se alimenten mejor. El estado crece, “crecer” fue la palabra clave de este contexto.
Las repercusiones de estas alteraciones produjeron en el aula tres grandes cambios. En
primer lugar el docente se convirtió en objeto de disciplinamiento. El estado ve la
necesidad de regular su actividad y garantizar que enseñaran lo que el gobierno quería
que se enseñara.
En segundo lugar, hubo un cambio en las actitudes hacia la infancia: no solo debía ser
controlada sino también protegida y “civilizada”. Se hace hincapié en enseñar la higiene y
la educación cívica.
Por último, la pedagogía asumió una fuerza inusitada: transformada en “ciencia y arte de
enseñar”, se convirtió en la base de los dispositivos de control y también en la fuente de
muchas posturas opositoras.
Siguiendo la filosofía positivista, los pedagogos, los pedagogos normalizadores que todo
podía englobarse bajo leyes generales. El inspector Félix María Calvo concebía la relación
docente, alumno o “vinculo pedagógico” como la acción por la cual el educador conduce
de la mano al niño en una marcha sujeta a leyes fijas, y “cualquier infracción de esas leyes
puede ser en extremo perjudicial”, “cualquier descuido por parte del maestro, engendra un
mal hábito y una cuestión tan sencilla como la mala posición del cuerpo trae consigo,
desastrosos efectos, como una aneurisma.
Puede decirse en términos generales que la pedagogía tomó como modelo a la biología y
esta rápidamente se medicalizó, quienes se desviaran de las normas formarían sujetos
deficientes, anormales, enfermos.
La asimilación de la pedagogía a la biología tuvo como resultado el determinismo en la
consideración de quienes podían triunfar en la escuela y quienes iban a fracasar.
Víctor Mercante, egresado de la Escuela Normal de Paraná, maestro, director de escuela,
inspector, profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de la
Plata y creador del Laboratorio de Paidología de esa universidad, ideó una serie de
instrumentos para recabar información sobre los niños y su familias, que ayudarían a
percibir sus resultados escolares y sus futuros comportamientos sociales, propuso que la
escuela realizara una “ anamnesis de familia”, un trabajo de investigación sobre los
orígenes del niño, indagando datos sobre abuelos, padres, hermanos, referidos a: raza,
edad, origen, enfermedades, conductas, bienestar económico, régimen de vida doméstico
entre otras cuestiones, estos datos se recogían a través de “conversaciones afables” con
la familia y volcarse en una ficha que podría suministrarse a quien lo requiera y que tendría
tanto valor como un ”acta de nacimiento”.
El incremento de las regulaciones del trabajo trajo aparejada una mayor exigencia sobre
los maestros que escaseaban, y muy pocos tenían títulos oficiales, buena parte eran
personas con intereses diversos por enseñar, cuya “idoneidad” y autonomía eran motivo
de preocupación creciente, para promover una mayor homogeneidad en la enseñanza, se
incrementaron los requisitos para la titulación y se establecieron complejos exámenes para
aquellos que no concurrieran a las escuelas normales o profesorados pero que quisieran
ejercer la docencia.
La imagen del docente con esta regulación creciente se transforma en una personalidad
sin fisuras, en la autoridad, absoluta, perfecta, indiscutible, porque era “científica”.
El docente, debía imponer una disciplina flexible y razonada, centrada sobre todo en el
valor de la experiencia. Los niños debían ser sometido a través de la internalización de la
norma y de la culpa: muchas veces son más valiosas la aprobación o desaprobación, el
dolor o la indignación de los padres que el castigo corporal.
Emile Durkheim contribuye a repensar la cuestión de la disciplina en el aula, produjo
probablemente la definición más famosa del término educación: “Es la acción ejercida por
las generaciones adultas sobre aquellas que no están todavía maduras para la vida social.
Tiene por objeto suscitar y desarrollar en el niño cierto número de estados físicos,
intelectuales, mentales, que reclaman de sí la sociedad política en su conjunto y el medio
especial al que él está particularmente destinado”. (Durkheim “Educación” citado en:
Buisson, 1882, p 532)
Además el autor produjo una definición de la autoridad pedagógica como “ascendencia
moral” que ejerció gran influencia sobre los normalizadores. Hay una idea tanto de ordenar
y encauzar las conductas sociales existentes como de producir el campo de experiencia de
los sujetos, en este sentido decimos que conviven la disciplina con la regulación. Para
Durkheim la moralidad misma estaba constituida por el espíritu de la disciplina, en la
formación de este espíritu era fundamental la acción educativa de la sociedad. Esta figura
moral estaba representada en el maestro de escuela, que debía sentir que estaba
hablando en nombre de una realidad preponderante y elevada, inculcarle a los niños este
respeto por la sociedad, mostrándose como una autoridad legítima, justa y necesaria.
La noción de disciplina escolar que propuso Durkheim consideraba al aula como una
sociedad en pequeña escala, mucho más parecida a la sociedad adulta que a la familia,
dado que sus lazos no son motivadores por preferencia o sentimientos personales. Debía
necesariamente ser más fría e impersonal que los lazos familiares, preocuparse más por la
razón que por los sentimientos, esto era necesario pues la vida moral de la sociedad es
más rigurosa que la familia y los niños debían prepararse para eso.
Volviendo a la pedagogía normalizadora como corriente general, hay que destacar
cambios importantes en la estructura material y de comunicación del aula, esta se convirtió
en un lugar donde se reunían niños con un nivel similar de conocimientos y logros. La idea
de que los niños debían agruparse en función de sus edades t6ransformó la estructura de
las escuelas que de tener un solo salón de clase, o varios sin ordenamiento por edades,
pasaron a la estructura actual de grados escolares, cada uno en su aula.
El modelo para el cambio lo había proporcionado el norteamericano Henry Barnard (1811 -
1900), quien escribió un tratado sobre arquitectura escolar que señalaba como principios
fundamentales, la convivencia, la comodidad, y la salud de los ocupantes. Las sillas y
escritorios para chicos deberían ser hechas para la juventud y no para personas adultas, y
de variadas alturas, para niños desde los 4 años hasta los 16 años, (Barnard 1848, p.69).
Debían ser individuales de fácil acceso permitirle al alumno cambiar de posición, entre
otros requerimientos. El aula debía tener una tarima o superficie más elevada para el
maestro, para que pudiera inspeccionar el aula y dar sus lecciones sin ser interrumpido.
Para el autor se necesitaban ciertos elementos didácticos en el aula: pizarrón, pizarra,
tintero y esponja para cada banco, u reloj, para una justa distribución del tiempo, puntos
cardinales dibujados en la pared, ábacos, dibujos o pinturas representando hechos
geográficos, entre otros.
La pedagogía normalizadora también impulsó cambios en las prácticas cotidianas de
enseñanza y aprendizaje de las disciplinas escolares, hubo lugar en los colegios
secundarios para la aparición de la lectura privada o particular, lectura en silencio en los
cambios propuestos por los normalizadores la internalización de la palabra y de la norma
eran uno de sus objetivos más preciados
¿Cuál fue el legado de la pedagogía normalizadora? La idea de una pedagogía
homogeneizante que atraería la igualdad, la definición de grupos diferentes en el aula de
acuerdo con sus orígenes y capacidades, idea de enseñanza universal.
La carrera docente también brindó posibilidades de inclusión y movilidad social, en primer
lugar a las mujeres, que hasta este entonces estaban excluidas de la educación
secundaria y superior, pero también a sujetos provenientes de hogares más pobres que
pudieron estudiar gracias a becas del estado y al esfuerzo individual.
Esta corriente desarrollo también un sistema de clasificación y diferenciación de los
alumnos según sus edades, logros, orígenes sociales, razas, etc. Esa clasificación
permitía sostener un modelo de instrucción para todos y una postura conservadora en lo
social contribuyendo a mantener las desigualdades existentes. Unos de sus legados más
permanentes son estos sistemas de clasificación.
La pedagogía normalizadora se extiendo como crítica al sentido práctico de principios de
siglo XIX para darle una propuesta “científica”, con una visión diferenciada del aprendizaje.
Se reconoció como el aprendizaje iba cambiando con el tiempo por medio de la psicología
evolutiva, muchos normalizadores reconocieron esto y produjeron una serie de materiales
didácticos y diagnósticos diferenciados. Vieron a los niños como sujetos que crecen y no
como algo que había que educar. La forma de organización del aula era un tratamiento
muy disciplinario.
El positivismo como corriente principal de los normalizadores expone sus principales ideas:
la evolución, crecimiento y cambio. Tratará de crear un orden ante tanto crecimiento,
querrán ver en la escuela un lugar de estabilización, mientras fuera de ella las ciudades
explotaban con nuevos habitantes y el mundo se aceleraba.
Esta contradicción central es la llaga donde pondrán el dedo los escolanovistas, otro grupo
de pedagogos de la época que dirán; basta de disciplinar, de fijar a un sujeto que crece al
que hay que regular.