Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La década de 1850 fue sumamente convulsionada en toda América Latina, una nueva
generación nacida o en todo caso educada, ya después de la independencia desplazó a la
anterior trayendo consigo la influencia de las revoluciones de 1848 en Europa. La
independencia por sí sola no resolvía los problemas de las naciones latino- americanas y
“lanzó propuestas de reforma en la línea del liberalismo europeo: desamortización de
la tierra, abolición de los gremios y del proteccionismo económico y desplazamiento de
la Iglesia de ámbitos como el de la educación pública”.
El gobierno pronto encontró que bien podía prescindir de los comerciantes nacionales,
que al fin y al cabo no cumplían más que un rol de testaferros, y pasó a tratar directamente
con las casas comerciales extranjeras. Estas ofrecían mejores condiciones económicas al
Estado y tenían menos mañas para inflar los costos que se descontaban al gobierno, los
que habían sido una fuente de corrupción. Entre ellas destacó nítidamente la firma
inglesa Gibbs and Sons, que dominó el negocio del guano durante la década de 1850.
Según las investigaciones de Shane Hunt, entre 1849 y 1861 esta firma realizó ventas
brutas por un total de 89.055 millones de soles. En ese período sus costos fueron tasados
en 20.665 millones (23%), la comisión que ganó fue de 10.687 millones (12%), quedando
la suma restante: 57.703 millones (o el 65%) para el gobierno.
El presupuesto estatal comenzó a crecer y a financiarse cada vez más con los ingresos del
guano. Hasta 1850 los ingresos del Estado se habían mantenido estancados desde el
tiempo de la independencia en unos cinco millones de pesos por año. En 1854 llegaron a
bordear los diez millones de pesos, constituyendo la renta del guano un 43 por ciento. En
1861, el último año de gobierno de Castilla, los ingresos totales ya sumaban 21 millones
de pesos, correspondiendo al guano el 79 por ciento. Éste se había convertido en sinónimo
de presupuesto nacional, representó unas dos terceras partes de los ingresos fiscales. En
1874 éstos fueron de 34 millones de soles (en 1863 los pesos habían pasado a llamarse
soles), momento en que comenzaron a decaer.
Otros ingresos del Estado, como el de las aduanas, que era el que seguía en importancia
al guano, aunque con gran diferencia, pendía a su vez de la marcha de las exportaciones
guaneras. A mayor venta de guano, mayores posibilidades de realizar importaciones y en
consecuencia mayores rentas para las aduanas. Algo similar puede decirse de los
pequeños impuestos que afectaban a la propiedad territorial y al ejercicio de oficios e
industrias. Ahí donde el dinero del guano llegaba, la propiedad mejoraba su valor y los
artesanos sus ventas.
La economía había crecido y el consumo, al menos en la región de la costa, se había
sofisticado. Los asuntos financieros y comerciales, y no la propiedad de la tierra o las
minas, eran la base de los negocios y el sustento del poder económico, pero la política
seguía en manos de "hombres fuertes" que dirimían a balazos su supremacía. Aunque los
ingresos fiscales habían crecido con rapidez, el pliego de gastos del presupuesto había
corrido más rápido, incurriendo el tesoro en crónicos déficits. Las revoluciones (al ritmo
de casi una por año) y la guerra con España agravaron aún más la situación. Los déficits
eran saldados con empréstitos o adelantos que los consignatarios avanzaban al Estado a
cuenta de guano futuro. Los intereses que cobraban los consignatarios eran elevados y
además se daban maña para atar los préstamos a futuros contratos.
3. Románticos y Liberales
Surgieron escritores e intelectuales, entre ellos está Narciso Aréstegui autor de una novela
anticlerical e indigenista “El Padre Horán”, publicada en. En su novela denunció los
maltratos que sufrían los indígenas del sur por parte de caciques, curas, terratenientes y
autoridades. Juan Bustamante (1808-1868), Intelectual, político y comerciante puneño
que destacó en la defensa de la raza indígena. Se le señala como promotor de la rebelión
indígena de Huancané, Puno, en 1867. Realiza números viajes por Europa, en su primer
viaje escribe, “viaje al viejo mundo por el peruano Juan Bustamente” publicado en 1845,
en su segundo viaje lo llevó a escribir el libro: “apuntes y observaciones civiles, políticas
y religiosas” con las noticias adquiridas en este segundo viaje a Europa en 1849. Junto
con, otros intelectuales, entre los que estaban Narciso Arésregui, Baltazar Caravedo,
José Manuel Amunátegui fundador de El Comercio, fundó en los años sesenta la
"Sociedad Amigos de los Indios".
Al igual que en las postrimerías del período colonial, llegaron expediciones científicas,
geográficas y naturalistas, algunas de ellas contratadas por el gobierno peruano para
identificar recursos naturales o rutas de transporte más rápidas. Un caso importante fue el
del botánico y médico alemán Eduardo Poeppig, quien visitó el Perú por cerca de tres
años. Poeppig se dedicó a estudiar la flora y fauna de las regiones amazónicas y formó
valiosas colecciones. También Hugo Weddell, visitó los Andes como parte de la
expedición del francés Castelnau para estudiar la quina y la coca.
Otro naturalista importante fue el inglés Richard Spruce (1817-1893), amigo y colega de
Alfred R. Wallace, el codescubridor, junto a Charles Darwin, del principio de selección
natural, Spruce llegó a Sudamérica en 1849 y estuvo en el Perú y en el Ecuador entre
1855 y 1864. Spruce fue un botánico inglés que estudió el caucho, la quina, e identificó
miles de plantas nuevas para uno de los centros botánicos del mundo: Los Jardines
botánicos de Kew de Londres. Asimismo, reunió valiosa información sobre las
costumbres, los idiomas y las características de las poblaciones con las que se encontraba.
Mariano Rivero, de quien ya nos hemos ocupado antes, hizo varios trabajos de rescate, y
estudio en los yacimientos prehispánicos y público junto con Juan Von Tschudi, viajero
suizo Antigüedades peruanas, el primer libro de arqueología peruana. Ricardo Palma es
el más emblemático de toda esta generación. Fue colaborar cercano de Ramón Castilla
durante su segundo gobierno y comenzó a publicar sus series de tradiciones peruanas
hacia 1870. Esta generación, con su variedad de obras literarias y plásticas, trazaron una
imagen del Perú y de lo peruano, y con ello proporcionaron herramientas para la forja de
una comunidad nacional.
4. EL CONTRATO DREYFUS
Con el contrato Dreyfus, Piérola, en buena cuenta, procuró emancipar al tesoro de las
maniobras de los agiotistas (cobran intereses excesivos sobre los créditos otorgados), que
además de costosas, minaban la soberanía del Estado. Por el contrato de 1869 la casa
Dreyfus se comprometía a vender dos millones de toneladas de guano lo que representaba
aproximadamente unos seis años de venta por cuenta del Estado peruano. Según el precio
que consiguiera para la venta, quedaba fijada su comisión. Mensualmente Dreyfus
enviaría al Estado peruano setecientos mil soles, con lo que éste tendría una entrada
regular y suficiente para sus gastos ordinarios. Además, cumpliría la función de agente
financiero del gobierno peruano y se haría cargo del pago de los intereses de la deuda
externa del país. Aquí surge una gran pregunta, ¿por qué esa inyección de dinero fresco
no puedo servir para transformar la economía de la nación, poniéndola en camino de
desarrollo? Dos décadas de bonanzas económicas, (1850 – 1870) ese dinero iba en mayor
proporción a manos del Estado. Según los cuidadosos estimados de Shane Hunt,
economista norteamericano a quien debemos importantes trabajos sobre nuestra historia
económica, el Estado peruano retuvo un promedio de 60 por ciento del valor de las ventas
del fertilizante, lo que en cifras contantes y sonantes montó durante el ciclo guanero unos
80 millones de libras esterlinas o 400 millones de soles al cambio de la época. Bástenos
decir, que para 1850 esa suma representaba aproximadamente ochenta veces el
presupuesto de la república y que superaba largamente el valor del oro y la plata extraído
de las minas del país durante toda la época del virreinato.