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Materia: Historia del Perú Republicana

Docente: Dr. Joseph Dager


Integrantes: José Luis Valle / Jaime Montoya Caja

Historia del Perú Contemporáneo


Carlos Contreras / Marcos Cueto
La Republica del Guano

1. Ramón Castilla y el Estado Caudillista

La escena social, económica y política en la Republica del Guano se dan en el gobierno


de Ramón Castilla, entre 1845 y 1851, fue el primer Presidente en culminar los seis años
de mandato, tuvo un segundo periodo entre 1855 y 1861. “Su personalidad dista mucho
de lo que sería un presidente”, de modo que los autores del texto lo presentan con pocos
dotes intelectuales, culturales e ideológicos.

Uno de sus ideólogos fue el sacerdote Bartolomé Herrera, su planteamiento es que la


soberanía residiera en el “pueblo”, y proclamó la doctrina providencial del poder. El
pueblo es quien “consiente” la soberanía del que manda, pero no es su origen ni quien la
“delega”. El ideal republicano que todos los hombres son iguales y capaces de aspirar los
puestos de mando de la nación, era una falacia para este pensador. El “nombre
providencial”, hace referencia a que Dios había predestinado a hombres para el mando
en situaciones críticas, señalaba a un salvador de la patria. Por tanto, las tareas de
gobierno correspondían a la clase ilustrada: la aristocracia de la inteligencia, tal que, las
demás clases debían sino obedecer y tratar de ilustrarse. Fue la justificación más
sofisticada del caudillismo caciquista y el intento de reinstaurar un pacto Estado – Iglesia,
resquebrajado desde las últimas décadas del siglo XVIII por la propia monarquía
borbónica.

La década de 1850 fue sumamente convulsionada en toda América Latina, una nueva
generación nacida o en todo caso educada, ya después de la independencia desplazó a la
anterior trayendo consigo la influencia de las revoluciones de 1848 en Europa. La
independencia por sí sola no resolvía los problemas de las naciones latino- americanas y
“lanzó propuestas de reforma en la línea del liberalismo europeo: desamortización de
la tierra, abolición de los gremios y del proteccionismo económico y desplazamiento de
la Iglesia de ámbitos como el de la educación pública”.

En su gobierno se abolió las cargas "feudales" que afectaban al campesinado y la


tierra, así como extender el derecho al voto a los analfabetos, pero no el complemento
necesario de dicha reforma, como era promover la igualdad de oportunidades a través
de la educación pública, convertir la tierra en una mercancía, mediante procesos de
desamortización agraria, ofrecer acceso a la modernización tecnológica y reincorporar
a la población indígena al sistema fiscal y económico, como lo habla sido al político.
La fiebre del guano que comenzó a vivir el país precisamente durante el castillismo,
significaría la consolidación del Estado independiente, pero sobre bases económicas y
socialmente frágiles, en la medida que descansaba en una mera inyección de dinero, que
no provenía del crecimiento del mercado y la producción internas, sino de una renta
convertida en patrimonio del Estado en virtud de la prolongación de principios fiscales
coloniales.

2. La Revolución del Guano

Los embarques iniciales que se hicieron en 1841 a Inglaterra, a manera de ensayo,


resultaron tan alentadores, que pronto se desató una gran demanda en el mundo por el
guano del Perú. El guano fue declarado patrimonio del Estado, procediéndose en una
primera etapa (1841-1849) al arrendamiento de las islas guaneras a diversas
compañías. Estas pagaban una suma al Estado, a cambio del derecho a extraer y
vender el guano. Con el vertiginoso aumento de precio que sobrevino, se decidió
abandonar este sistema, por el de consignación. Mediante éste, el Estado mantenía la
propiedad del producto hasta el momento de su venta final, aunque la labor de extracción
y venta corría a cargo del consignatario. Este trataba de lograr el mayor precio posible
por el guano en el mercado; descontaba sus gastos y comisión (la que subía conforme
conseguía mejores precios) y entregaba la diferencia al gobierno. Este venía al final a
quedarse con un 60 por ciento del precio bruto, una ganancia enorme y meramente
rentista, por cuanto resultaba del hecho de una propiedad y no de una inversión.

Al comienzo, los contratos de consignación se hicieron con comerciantes peruanos


asociados con casas mercantiles extranjeras. Esta asociación era indispensable para los
primeros, ya que el negocio del guano, aunque sencillo en apariencia, requería capital que
debía ser adelantado para las labores de extracción y embarque, operaciones de flete y
seguros, una red de almacenes en Europa y otros mercados, donde el producto debía ser
depositado a la espera de su venia, y contactos con bancos europeos y casas comerciales
que pudieran conceder los créditos necesarios. En suma, una organización y capacidad de
financiamiento que excedía las posibilidades de los hombres de negocios del país.

El gobierno pronto encontró que bien podía prescindir de los comerciantes nacionales,
que al fin y al cabo no cumplían más que un rol de testaferros, y pasó a tratar directamente
con las casas comerciales extranjeras. Estas ofrecían mejores condiciones económicas al
Estado y tenían menos mañas para inflar los costos que se descontaban al gobierno, los
que habían sido una fuente de corrupción. Entre ellas destacó nítidamente la firma
inglesa Gibbs and Sons, que dominó el negocio del guano durante la década de 1850.
Según las investigaciones de Shane Hunt, entre 1849 y 1861 esta firma realizó ventas
brutas por un total de 89.055 millones de soles. En ese período sus costos fueron tasados
en 20.665 millones (23%), la comisión que ganó fue de 10.687 millones (12%), quedando
la suma restante: 57.703 millones (o el 65%) para el gobierno.

El presupuesto estatal comenzó a crecer y a financiarse cada vez más con los ingresos del
guano. Hasta 1850 los ingresos del Estado se habían mantenido estancados desde el
tiempo de la independencia en unos cinco millones de pesos por año. En 1854 llegaron a
bordear los diez millones de pesos, constituyendo la renta del guano un 43 por ciento. En
1861, el último año de gobierno de Castilla, los ingresos totales ya sumaban 21 millones
de pesos, correspondiendo al guano el 79 por ciento. Éste se había convertido en sinónimo
de presupuesto nacional, representó unas dos terceras partes de los ingresos fiscales. En
1874 éstos fueron de 34 millones de soles (en 1863 los pesos habían pasado a llamarse
soles), momento en que comenzaron a decaer.

Otros ingresos del Estado, como el de las aduanas, que era el que seguía en importancia
al guano, aunque con gran diferencia, pendía a su vez de la marcha de las exportaciones
guaneras. A mayor venta de guano, mayores posibilidades de realizar importaciones y en
consecuencia mayores rentas para las aduanas. Algo similar puede decirse de los
pequeños impuestos que afectaban a la propiedad territorial y al ejercicio de oficios e
industrias. Ahí donde el dinero del guano llegaba, la propiedad mejoraba su valor y los
artesanos sus ventas.
La economía había crecido y el consumo, al menos en la región de la costa, se había
sofisticado. Los asuntos financieros y comerciales, y no la propiedad de la tierra o las
minas, eran la base de los negocios y el sustento del poder económico, pero la política
seguía en manos de "hombres fuertes" que dirimían a balazos su supremacía. Aunque los
ingresos fiscales habían crecido con rapidez, el pliego de gastos del presupuesto había
corrido más rápido, incurriendo el tesoro en crónicos déficits. Las revoluciones (al ritmo
de casi una por año) y la guerra con España agravaron aún más la situación. Los déficits
eran saldados con empréstitos o adelantos que los consignatarios avanzaban al Estado a
cuenta de guano futuro. Los intereses que cobraban los consignatarios eran elevados y
además se daban maña para atar los préstamos a futuros contratos.

3. Románticos y Liberales

Surgieron escritores e intelectuales, entre ellos está Narciso Aréstegui autor de una novela
anticlerical e indigenista “El Padre Horán”, publicada en. En su novela denunció los
maltratos que sufrían los indígenas del sur por parte de caciques, curas, terratenientes y
autoridades. Juan Bustamante (1808-1868), Intelectual, político y comerciante puneño
que destacó en la defensa de la raza indígena. Se le señala como promotor de la rebelión
indígena de Huancané, Puno, en 1867. Realiza números viajes por Europa, en su primer
viaje escribe, “viaje al viejo mundo por el peruano Juan Bustamente” publicado en 1845,
en su segundo viaje lo llevó a escribir el libro: “apuntes y observaciones civiles, políticas
y religiosas” con las noticias adquiridas en este segundo viaje a Europa en 1849. Junto
con, otros intelectuales, entre los que estaban Narciso Arésregui, Baltazar Caravedo,
José Manuel Amunátegui fundador de El Comercio, fundó en los años sesenta la
"Sociedad Amigos de los Indios".

Al igual que en las postrimerías del período colonial, llegaron expediciones científicas,
geográficas y naturalistas, algunas de ellas contratadas por el gobierno peruano para
identificar recursos naturales o rutas de transporte más rápidas. Un caso importante fue el
del botánico y médico alemán Eduardo Poeppig, quien visitó el Perú por cerca de tres
años. Poeppig se dedicó a estudiar la flora y fauna de las regiones amazónicas y formó
valiosas colecciones. También Hugo Weddell, visitó los Andes como parte de la
expedición del francés Castelnau para estudiar la quina y la coca.

Otro naturalista importante fue el inglés Richard Spruce (1817-1893), amigo y colega de
Alfred R. Wallace, el codescubridor, junto a Charles Darwin, del principio de selección
natural, Spruce llegó a Sudamérica en 1849 y estuvo en el Perú y en el Ecuador entre
1855 y 1864. Spruce fue un botánico inglés que estudió el caucho, la quina, e identificó
miles de plantas nuevas para uno de los centros botánicos del mundo: Los Jardines
botánicos de Kew de Londres. Asimismo, reunió valiosa información sobre las
costumbres, los idiomas y las características de las poblaciones con las que se encontraba.

Surgieron becas de estudio para Europa, reorganización de la universidad San Marcos,


puestos públicos y contratos para elaborar obras, una generación que tuvo efectos
importantes en la vida nacional.
La generación romántica, figuras literarias, Ricardo Palma, Felipe Pardo y Aliaga,
Manuel Segura, Francisco Laso, Ignacio Merino, Luis Montero y los hermanos Paz
Soldán, por citar algunos. Las pinturas de Pancho Fierro y Francisco Lasso, plasmaron
los personajes y paisajes típicos del país. Mato Paz Soldán bosquejó la primera geografía
“nacional”, presentándose en el Atlas que hizo publicar en París en 1865 el primer
territorio patrio Mariano Paz Soldán comenzó a publicar a finales de esa misma década
la Historia del Perú Independiente y trazó ahí la geste de nuestra emancipación.

Mariano Rivero, de quien ya nos hemos ocupado antes, hizo varios trabajos de rescate, y
estudio en los yacimientos prehispánicos y público junto con Juan Von Tschudi, viajero
suizo Antigüedades peruanas, el primer libro de arqueología peruana. Ricardo Palma es
el más emblemático de toda esta generación. Fue colaborar cercano de Ramón Castilla
durante su segundo gobierno y comenzó a publicar sus series de tradiciones peruanas
hacia 1870. Esta generación, con su variedad de obras literarias y plásticas, trazaron una
imagen del Perú y de lo peruano, y con ello proporcionaron herramientas para la forja de
una comunidad nacional.

En parte gracias a los beneficios de la explotación del guano y a la estabilidad política de


los gobiernos de mediados del siglo XIX, la situación universitaria mejoró y las
actividades científicas gozaron de mayor continuidad. Esto a la larga favoreció la
concentración de la formación en derecho, ciencia y en medicina en la Universidad de
San Marcos. En 1856 el doctor Cayetano Heredia, excirujano del ejército, atrajo a la
cátedra a algunos de los mejores practicantes médicos de la ciudad y envió a sus mejores
discípulos a entrenarse a la meca de la medicina, París.

El guano también permitió desarrollar los estudios naturalistas en la Universidad de San


Marcos. El principal naturalista del siglo XIX fue Antonio Raimondi, Cayetano Heredia
1e encomendó clasificar las colecciones de geología y mineralogía de la Facultad de
Medicina. Poco después, Raimondi empezó a dictar las cátedras de Historia Natural y de
Química Analítica en la misma Facultad, al mismo tiempo recorrió diversos lugares del
país para herborizar, recopilar minerales, y medir la longitud, latitud, la altura y las
variaciones climáticas de diversos lugares y realizar observaciones etnológicas. Sus
primeros resultados aparecieron en artículos y libros escritos con elegancia como
Elementos de Botánica aplicada a la medicina y la industria (1857) y Apuntes de la
Provincia Litoral de Loreto (1862).

4. EL CONTRATO DREYFUS

Con el contrato Dreyfus, Piérola, en buena cuenta, procuró emancipar al tesoro de las
maniobras de los agiotistas (cobran intereses excesivos sobre los créditos otorgados), que
además de costosas, minaban la soberanía del Estado. Por el contrato de 1869 la casa
Dreyfus se comprometía a vender dos millones de toneladas de guano lo que representaba
aproximadamente unos seis años de venta por cuenta del Estado peruano. Según el precio
que consiguiera para la venta, quedaba fijada su comisión. Mensualmente Dreyfus
enviaría al Estado peruano setecientos mil soles, con lo que éste tendría una entrada
regular y suficiente para sus gastos ordinarios. Además, cumpliría la función de agente
financiero del gobierno peruano y se haría cargo del pago de los intereses de la deuda
externa del país. Aquí surge una gran pregunta, ¿por qué esa inyección de dinero fresco
no puedo servir para transformar la economía de la nación, poniéndola en camino de
desarrollo? Dos décadas de bonanzas económicas, (1850 – 1870) ese dinero iba en mayor
proporción a manos del Estado. Según los cuidadosos estimados de Shane Hunt,
economista norteamericano a quien debemos importantes trabajos sobre nuestra historia
económica, el Estado peruano retuvo un promedio de 60 por ciento del valor de las ventas
del fertilizante, lo que en cifras contantes y sonantes montó durante el ciclo guanero unos
80 millones de libras esterlinas o 400 millones de soles al cambio de la época. Bástenos
decir, que para 1850 esa suma representaba aproximadamente ochenta veces el
presupuesto de la república y que superaba largamente el valor del oro y la plata extraído
de las minas del país durante toda la época del virreinato.

El dinero del guano se empleó principalmente en el ensanchamiento de la burocracia civil


y militar. El Estado pudo por fin montar un aparato efectivo de gobierno. Prefectos,
jueces y gendarmes, de modo que, se reorganizo el sistema estatal. Ello supuso un freno
a la autonomía de los caciques locales; no su desaparición, ya que éstos, aunque
consiguieron ser subordinados por el poder central, mantuvieron cuotas de poder
importantes dentro de sus regiones. Las Fuerzas Armadas se institucionalizaron,
convirtiendo al país en una potencia sudamericana. Perú fue una de las primeras naciones
en contar con vapores acorazados en el continente. Ellos resultaron importantes para la
derrota de la flota española que con afanes de reconquista se presentó en el Callao en
1866. El ensanchamiento de la burocracia fue una vía por la que el dinero del guano
alcanzó un impacto en todo el país, aunque principalmente se concentrara en Lima. En
otras palabras, el uso del dinero del guano para la expansión de la planilla del Estado
sirvió para la formación de un mercado interno. El problema fue que la débil
producción nacional, hizo que el consumo de este mercado se orientase más bien hacia
el consumo de bienes importados.
La Iglesia fue subordinada al poder político, pasando a ser sostenida por el presupuesto
de la república, en lugar de tener ingresos propios como hasta entonces los había gozado,
a través de los diezmos, que gravaban la producción agraria. Sea porque la Iglesia no
disponía ya entonces de un gran patrimonio en haciendas y fincas urbanas, o porque el
dinero del guano servía para contentar tanto al Estado como a los particulares, en el Perú
no hubo entonces, como sí en otros países latinoamericanos, un ataque a las propiedades
de la Iglesia bajo la forma de una vigorosa desamortización eclesiástica. Muchos
conventos y órdenes religiosas continuaron administrando o entregando en arriendo
extensos latifundios, sobre todo en la sierra, que recién la reforma agraria de 1969
expropiaría. El proyecto de país, fundado en el régimen republicano tres o cuatro décadas
atrás, pasaba a ser algo real. Los gobiernos locales estaban ahora controlados por el
Ejecutivo; las Fuerzas Armadas y la Iglesia eran instituciones más disciplinadas y
orgánicas; se verificaban elecciones más masivas de lo que corrientemente se ha
supuesto y las cámaras se reunían a debatir las leyes. Incluso se elaboraron los primeros
mapas del territorio y se organizó expediciones de exploración y colonización de la región
amazónica, que comprendía la mitad de la extensión del territorio dibujado en el mapa.

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