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En un pequeño pueblo tradicional había un aristócrata que tenía tres

hijos. Los tres eran solteros, jóvenes y audaces eran envidiados por
todo el pueblo, salvo el menor de los tres Josep , quien era un poco
lento y quedado y tenía un defecto en la espalda lo cual era un
estigma para el muchacho .
Un día les dijo el padre:
— Hijos: Tomen cada uno de su herencia, e ir por el mundo, hagan
su vida y sean unos hombres de provecho, y dondequiera que
caigan, allí escojan una novia y cásense .
El hermano mayor se fue primero y llego a la casa de un conocido de
su padre .Este era un terrateniente ,que vivía en el pueblo contiguo,
el hermano mayor trabajo ahí y con el tiempo conoció y se enamoró
de su hija mayor ; a los meses siguientes salió el segundo hijo y fue
a trabajar con un comerciante , este tenía una única hija, que era
una joven hermosa , la cual quedó prendada del segundo hermano
, con el tiempo el segundo hermano se casó con ella.
El hermano menor el menos agraciado de los tres ,se negaba a salir
de la casa de su padre ,puesto que sentía que su defecto lo tenía
muy marcado .
El aristócrata siempre le animo a no dejarse vencer por ello ,pero el
muchacho no se sentía seguro y se negaba a dejar las comodidades
de su mansión.
El aristócrata no sabía qué hacer para que el último de sus hijos, se
fuera por el mundo e hiciera su vida como debe ser, así que le hizo
prometer que antes de terminar la estación él tendría su esposa.
Josep acepto puesto que quería complacer a su anciano padre .
Josep no conocía a nadie y se puso a pensar en donde encontraría a
alguien que quisiera estar con alguien como él.
Un día caminando y pensando fue a parar a una pequeña calle y por
curiosidad entro en una humilde choza, ahí adentro se encontraba
una anciana , era una curandera a la cual conocían como la bruja
del Sauce ,puesto que había un árbol de sauce junto a su choza .
El atribulado Josep a partir de ese día siempre la iba a visitar le
contaba de su vida de su padre de sus hermanos y ella siempre le
escuchaba con atención.
Hasta que una tarde la anciana le pregunto:
— Josep! ¿Por qué estás tan triste? —¿Acaso te ha dicho tu padre
algo desagradable o se ha enfadado contigo?
— ¿Cómo quieres que no esté triste? Mi padre ha mandado a que
haga mi vida y sea un hombre de bien,
— ¡No te apures, Joven ! Vete, descansa y duerme tranquilo. Por la
mañana ven de nuevo a mi casa — le dijo la Anciana.
Se acostó el hijo menor y se durmió profundamente;
Al día siguiente la fue a ver como quedaron y ella le dijo :
— No te apures, Josep. Ve tú solo de vuelta a la casa de tu padre,
que alguien ira más tarde; en cuanto veas llegar a alguien con una
diadema de flores , diles a todos: ‘Es mi prometida , que viene a
conocerlos .
Josep se fue solo a la mansión. Llegaron sus hermanos mayores con
sus mujeres engalanadas, y al ver a Josep solo empezaron a sentir
lastima y a mofarse de él, diciéndole:
— ¿Cómo es que has venido sin tu mujer? — ¿Por qué no has
contratado a alguien siquiera?
Josep contesto
— No desesperen ella llegara —pero nadie llego así que Josep
empezó a sentir pena y vergüenza, puesto que no sabía que habría
pasado,tal vez la anciana simplemente le mintió
Al día siguiente fue a verla enfadado y frustrado pero al llegar ya no
la encontró la choza estaba deshabitada
Se volvió a su casa, y de pronto salió a recibirlo una joven hermosa
alta y atractiva de cabello largo azabache con una diadema de flores
y de unos ojos azules y claros y con una voz dulce y sensual le dijo:
— Josep! ¿Qué no me reconoces soy tu prometida ? —¿Acaso te has
enfadado conmigo por lo de ayer?
Josep le dijo:
— ¿Eres tu la anciana me prometio darme ? —

— ¡Cabaña, cabañita! ¡Ponte con la espalda hacia el bosque y con la


puerta hacia mí!
La cabaña le obedeció y el zarevich penetró en ella y encontró a la
Baba— Yaga mayor sentada en un banco hilando, con el huso en la
mano, hilos de oro; cuando hubo devanado todo el huso, lo metió en
un cofre y cerró con llave. Iván Zarevich, aprovechando un descuido
de la bruja, le robó la llave, abrió el cofrecito, sacó el huso y lo
rompió por la mitad; la punta aguda la echó tras de sí y la otra mitad
hacia delante, y en el mismo momento apareció ante él su mujer,
Basilisa la Sabia.
— ¡Hola, maridito mío! ¡Cuánto tiempo has tardado en venir! ¡Estaba
ya dispuesta a casarme con otro!
Se cogieron de las manos, se sentaron en una alfombra volante y
volaron hacia el reino de Iván.
Al cuarto día de viaje descendió la alfombra en el patio del palacio del
zar. Éste acogió a su hijo y nuera con gran júbilo, hizo celebrar
grandes fiestas, y antes de morir legó todo su reino a su querido hijo
el zarevich Iván.

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