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FORMACIÓN DEL PROFESORADO. EDUCACIÓN SECUNDARIA 3 FORMACIÓN DEL PROFESORADO. EDUCACIÓN SECUNDARIA
I
VOLÚMENES COMPLEMENTARIOS Esta colección tiene por objetivo principal contribuir a la formación del Francisco Esquinas (coord.)
profesorado y reflejar una visión coherente de la educación secundaria IES Grande Covián. Arganda del Rey
Vol. II. Didáctica del Dibujo: Artes plásticas (obligatoria y bachillerato), tanto en lo que concierne a las finalidades (Madrid)
y visuales
DIBUJO:
VOLÚMENES CORRESPONDIENTES AL
mismos, que puede ser útil tanto para el futuro profesor (Máster de
Secundaria) como para el docente en ejercicio que desee potenciar su
desarrollo profesional.
ARTES PLÁSTICAS Elia María Añón
IES Gabriel García Márquez. Madrid
MÓDULO GENÉRICO Y AL PRÁCTICUM
ISBN: 978-84-9980-051-6
3 Vol. I
Formación del Profesorado. Educación Secundaria
Serie: Dibujo: Didáctica de la Educación visual y plástica/Formación y Desarrollo Profesional del Profesorado
Director de la colección: César Coll
Coeditan
MINISTERIO DE EDUCACIÓN
Secretaría de Estado de Educación y Formación Profesional
Instituto de Formación del Profesorado. Investigación e Innovación Educativa
© Secretaría General Técnica
Catálogo de publicaciones del Ministerio: educacion.es
Catálogo general de publicaciones oficiales: 060.es
© Francisco Esquinas, Mercedes Sánchez Zarco (coords.), Elia María Añón, Eugenio Bargueño, Fernando
Barredo, Francisco Esquinas, Silvia Nuere, Mercedes Sánchez Zarco
© De esta edición: Editorial GRAÓ, de IRIF, S.L.
Editorial GRAÓ, de IRIF, S.L.
Ministerio de Educación, Secretaría General Técnica
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ÍNDICE
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
4. Diseño y elementos básicos del currículo de Educación plástica y visual, Silvia Nuere . . 65
Currículo de la Ley Orgánica de Educación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
Orientaciones metodológicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Orientaciones para la evaluación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
Actividades/Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
5. Diseño y elementos básicos del currículo de Dibujo técnico, Elia María Añón . . . . . 79
Currículo de la asignatura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Actividades/Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
INTRODUCCIÓN
Este volumen forma parte de la colección Formación del Profesorado. Educación Secundaria,
que pretende contribuir tanto en los procesos de actualización docente como en el de puesta
en marcha del máster que habilita para el ejercicio de la docencia. Los contenidos de la
especialidad de Dibujo: Artes plásticas y visuales se estructuran en tres volúmenes:
• Volumen 1: Complementos de formación disciplinar.
• Volumen 2: Didáctica.
• Volumen 3: Investigación, innovación y buenas prácticas.
Cuando se hace referencia a las enseñanzas artísticas, los futuros docentes relacionan este
tema con los procesos de creación propios de las Bellas Artes: dibujo, pintura, escultura,
grabado, etc. Sin embargo, en educación infantil y primaria, estas enseñanzas artísticas in-
cluyen la música y la expresión corporal. De hecho, la definición del término utilizado para
el área que nos compete en la especialidad de «Dibujo» es fruto de polémicas y tensiones.
En la ESO, la mayoría de las comunidades autónomas tienen como denominación oficial la
de «Educación plástica y visual», excepto en Andalucía que recibe el nombre de «Plástica
y visual» y en Cataluña, donde se denomina «Educación visual y plástica». En la etapa de
educación secundaria postobligatoria, esto es, el bachillerato, en su modalidad de Artes, se
organiza en dos vías: las Artes escénicas, música y danza, y la que corresponde a nuestro
campo, las Artes plásticas, imagen y diseño.
Tras pasar la primera década del siglo XXI, debería parecer obvia la importancia de la educa-
ción artística y los lenguajes visuales, no sólo por la necesidad de comprender la cantidad
de información cotidiana que recibimos a través de la vista y el oído, y poder comunicarnos
con ella, sino por la de ofrecer una formación completa a nuestros estudiantes.
Las enseñanzas plásticas y visuales pretenden favorecer la relación de los estudiantes con su
entorno cotidiano y artístico, para que capten con ello la significación y la emoción transmi-
tidas por las obras de arte. Rudolf Arnheim (1993) escribe al respecto:
Percibir en toda su plenitud lo que significa amar verdaderamente, interesarse por algo, comprender,
crear, descubrir, anhelar o esperar es, en sí mismo, el valor supremo de la vida.
La educación artística debe entenderse, por lo tanto, como un medio para aprender a percibir
el entorno desde el conocimiento del arte y, con ello, alcanzar un mayor placer, emoción y
disfrute de la vida, del mundo y de la cultura.
Además, este autor centra su atención en las cualidades visuales de los objetos y de las si-
tuaciones o acontecimientos que suceden en el entorno.
Con todo este planteamiento, confiamos que, en los diferentes volúmenes y capítulos, el
lector encuentre los recursos necesarios para desarrollar con mayor facilidad sus competen-
cias docentes.
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Eugenio Bargueño
Universidad Complutense de Madrid
Silvia Nuere
Centro de Estudios Superiores Felipe II. Universidad Complutense de Madrid
Haremos una breve revisión histórica de la educación en España para entender en qué mo-
mento las enseñanzas artísticas empiezan a tener la suficiente importancia como para que
se diferencien de la enseñanza general y se consideren independientes.
Las primeras épocas se tratarán de forma más somera, para detenernos en la Ley General de
Educación de 1970, a partir de la cual se considera necesario, debido a los cambios que se
estaban produciendo en nuestro país, crear un sistema educativo a nivel nacional.
Veremos cómo se van sucediendo unos planteamientos y otros con la intención de mejo-
rar la educación y de avanzar socialmente, buscando soluciones a los problemas que van
surgiendo en cada etapa. Ya desde la antigua Grecia, donde se acuñó el término «paidea»
como sinónimo de educación, las crisis políticas, sociales o económicas hacían que se
ofrecieran métodos educativos más eficaces para formar a las personas. En España, la edu-
cación no ha sido una excepción en este sentido, pues desde los siglos XVI y XVII, distintas
situaciones han fomentado un interés por la educación como herramienta necesaria para
ajustarse a las necesidades del momento:
Puede decirse, en líneas generales, que la estructura y el modo de ser de una sociedad condicionan
y explican su forma de educar. Al mismo tiempo, el sistema educativo de un país permite inferir con
gran precisión el modo de ser de una sociedad. (Delgado, 1992).
Por ello, tal vez haya que recalcar, basándose en esta idea, que las enseñanzas artísticas han
sido poco consideradas, al estar relegadas históricamente a un segundo término.
Esta forma de enseñanza se va a ver alterada por la llegada de pedagogos de origen griego
en su mayoría. En las escuelas de gramática se comienza a estudiar gramática griega
además de la latina, siempre interesados por «el buen saber leer y escribir», y después
de ello se estudia lo que los griegos llaman las artes, la geometría, la música, el cálculo
y la astronomía.
Durante esta etapa se confluyen los lenguajes y las claves para el acceso a la ciencia de la
cultura grecolatina con la idea y la doctrina del pensamiento cristiano nacido de la acción
política y la religiosa. El lenguaje se establece como uno de los transmisores de la cultura y
la enseñanza, y se crean escuelas fundamentalmente monásticas que desarrollan la actividad
docente en las primeras letras, las humanidades clásicas y los estudios superiores, pero son
siempre estudios orientados hacia la necesidad de prestar servicio a la fe y no al hombre
como ser social (Bartolomé, 1992a).
La educación se dirige siempre del maestro al discípulo, y acceden a ella sólo las clases
dirigentes y los nobles, incluyendo lógicamente al clero, y para ello se necesitaban unos pro-
gramas y una planificación de transmisión, por lo que se impone la institucionalización de los
saberes. A diferencia de otras épocas, el maestro visigótico reconoce la responsabilidad sobre
los niños pequeños, por lo que los incluye en el sistema educativo. El programa curricular de
esta etapa difiere poco del anterior, dando importancia a la lectura y a la escritura, así como
a otras ciencias como la aritmética, la geometría, la astronomía y la música.
A finales del siglo XI comienzan a fundarse universidades que coexisten con las escuelas
durante el resto de la Edad Media. En las primeras se deja más creatividad al alumnado,
mientras que en las segundas el saber es mayoritariamente receptivo.
La enseñanza se distingue entre primera y segunda y superior y técnica. Las materias relacionadas
con los contenidos que se van a transmitir están relacionadas con la lectura, la escritura, el apren-
dizaje del Corán de memoria en la enseñanza primaria, la gramática y la poesía, las matemáticas
según los elementos de Euclides, la astronomía, la lógica, la botánica, la zoología y la etnología
en la enseñanza media, y la jurisprudencia y la teología en la enseñanza superior (Vernet, 1992).
Ramón Llull, autor de un tratado sobre la educación de los niños y adolescentes, en el siglo XIII, re-
ordena y completa los contenidos ya mencionados, como la gramática, la retórica, la dialéctica, la
ética y la teología, así como las matemáticas, la aritmética, la música, la geometría y la astrología.
En el siglo XIII se organizan los artesanos en gremios. Tal vez sea éste, hasta el momento,
la más cercana aproximación al estudio y la enseñanza de las creaciones artísticas en
el sentido de lo que hoy conocemos como bellas artes. Se desarrolla un conocimiento
empírico para los niños y jóvenes en las escuelas-taller, transmitido por los maestros.
La cultura humanística del Renacimiento no sólo se refería al latín y al griego además de las
lenguas bíblicas, sino que también se interesaba por la música, la pintura, la poesía, la arqui-
tectura, la botánica, la geografía, la filosofía y el teatro. A partir de este momento se empieza
a considerar la pintura como un lenguaje, como poesía (Delgado, 1992).
El siglo XVI
En la época de los Reyes Católicos llega a su madurez el humanismo castellano, y se enseñan
los modos y hábitos típicamente humanistas, como las primeras letras, la música, la danza,
la esgrima y el latín, entre otros. Con la aportación del Cardenal Cisneros para reformar y
regular el clero secular, y con la fundación de la Universidad de Alcalá de Henares, «el hu-
manismo alcanzará su mayoría de edad», pues su preocupación era elevar el nivel intelectual
y conseguir un clero más culto (Delgado, 1992).
La Reina Isabel hizo lo posible por dar una formación a sus hijos y a los de las familias más
distinguidas, para lo que contrató a un profesor, encarnación de la síntesis de «armas y letras»
(Delgado, 1992).
En esta época continúa la labor de los gremios y de la formación artesana, que a veces recaía en
algunas familias que, a cambio de unos determinados servicios, aceptaban en su seno a niños a
los que formarían en religión, socialmente y en la instrucción elemental que se venía repitiendo
desde la Edad Media, es decir, la lectura y la escritura.
Se puede decir que todavía no existía una estructura clara de escuela pública o privada, pues
la mayoría de la población no tenía acceso a la enseñanza, y no será hasta los cambios que
se producirán en el siglo XIX, con la industrialización y con el éxodo hacia las ciudades,
cuando empezarán a surgir estas instituciones.
Durante el reinado de Felipe II, formado éste según el modelo de los Reyes Católicos, los
intereses y la educación continuarán por las mismas sendas, aunque por su afición a las ma-
temáticas funda una Academia de Matemáticas en la que se estudia arquitectura, artillería,
geografía y navegación.
El siglo XVII
Durante el siglo XVII en España, la crisis económica y moral, el desempleo y la miseria,
entre otros, repercutirán desfavorablemente en la educación. El programa humanista de la
etapa anterior que pretendía la educación de todos se vio interrumpido por la necesidad
de mano de obra para los trabajos del campo. Por este motivo se suprimieron escuelas
privadas, pues la formación elemental que se impartía no servía para los fines buscados,
y en consecuencia disminuyó el número de alumnos que pasarían a estudios superiores y
universitarios. Sin embargo, las materias que se imparten siguen siendo las mismas que en
siglos anteriores: la lectura, la escritura, las matemáticas, la geometría o la filosofía, con la
introducción de la representación de obras teatrales en algunos colegios.
El siglo XVIII
Durante el siglo de la Ilustración se crearon nuevas instituciones, pero la educación en los
distintos niveles apenas experimentó grandes cambios, exceptuando algunas materias nuevas
que se van a ir introduciendo en los estudios universitarios.
La nueva concepción del Estado y del sometimiento a su poder de todas las instituciones, sin
excluir a la Iglesia y a los ciudadanos, supuso un cambio en todos los sentidos, aunque no
tan profundo como deseable en la educación, al no proponer un plan general de reformas.
Hubo diferente legislación al respecto, y se reformaron aspectos concretos de la enseñanza,
pero, en definitiva, se mantuvo la misma estructura, con sus logros y fracasos. En cuanto a
las materias tampoco hubo cambios, y se mantuvieron las ya tradicionales.
En este siglo se crean las dos primeras escuelas de artes y oficios como talleres artesanales,
en los que únicamente se ofrecía un oficio sin plantearse objetivos formativos de otro ca-
rácter. Sólo la escuela de dibujo, en principio de dibujo de adorno, consiguió permanecer
casi seis años abierta, en los que obtuvo excelentes resultados, para desaparecer a conti-
nuación; a estas escuelas acudían sólo niños y muchachos para realizar tareas manuales en
contacto con los maestros, por lo que no accedían a aprendizajes teóricos o de instrucción
científico-técnica.
A finales del siglo XVI se habían creado las primeras agrupaciones literarias, pero será en el
siglo XVIII cuando nacen las academias de todas las ramas del saber para tratar en tertulia
los problemas de la época, intentando mejorar la vida española. La Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando se fundó en 1744, pero celebró su primera sesión en 1752,
durante el reinado de Fernando VI; abarcaba las tres nobles artes de pintura, escultura y
arquitectura, y se crearon posteriormente cátedras de perspectiva, anatomía y matemáticas,
así como una biblioteca con libros relacionados, incluidos dibujos, láminas o instrumentos
matemáticos.
En esta época nacen los principales métodos educativos, y surgen también las principales
obras y libros de texto.
Como podemos observar, estos siglos se caracterizan por una fuerte presencia de la Iglesia,
de los municipios y de los reyes reinantes en las decisiones educativas y con una continua-
ción de las materias impartidas, desde las primeras letras, la escritura o las matemáticas, hasta
la geometría o la filosofía.
En esta época aparecen en España los primeros parvularios como institución típicamente
urbana, destinados a la educación o casi sólo a la atención de los niños antes de la edad
escolar (de los 2 a los 6 años) y más desfavorecidos, para desarrollar en ellos actitudes de
respeto y obediencia al sistema establecido y a los valores tradicionales.
Se suceden decretos, planes (plan Pidal de 1845), leyes y reglamentos a tal velocidad, que
en la mayoría de los casos no llegan a implantarse.
Los liberales, por su parte, convirtieron las antiguas escuelas de gramática en institutos de
segunda enseñanza, organizándolas alrededor de la lengua latina, a pesar de recibir críticas
pensando que eran inútiles para el momento. Esto hizo que en los pueblos, a pesar del interés
mostrado por el Estado hacia la enseñanza, desaparecieran estas escuelas, que se instauraron
en los grandes núcleos de población, situación que favoreció a su vez un empobrecimiento
del pueblo. Adquieren así importancia las escuelas destinadas a la formación técnica y pro-
fesional, algunas de las cuales provenían de finales del siglo anterior. Escuelas de náutica,
arquitectura, matemáticas o dibujo, por ejemplo, cubren así las necesidades que se crean
ante esta nueva situación.
Tal vez el texto, concebido como conciliador y ecléctico, que recogía aspectos de épocas an-
teriores, hizo que hubiera consenso entre progresistas y moderados, para que se apoyara dicha
ley. Como matices pueden señalarse la extensión de la enseñanza primaria, obligatoria a partir
de entonces desde los 6 a los 9 años; la atención prestada a los estudios profesionales, y las res-
tricciones a los seminarios eclesiásticos. Se crean también escuelas laicas, de iniciativa privada
y de todo color ideológico, antecedente de la Institución Libre de Enseñanza (1876-1936).
Los aspectos fundamentales de esta ley mantenían lo ya indicado en planes anteriores, es-
tableciendo la enseñanza en dos niveles: de primera enseñanza y de segunda o bachiller,
esta última de refuerzo de la anterior y preparatoria para estudios superiores (entre los que se
encuentran los de Bellas Artes: pintura, escultura y grabado). Se mantienen, a grandes rasgos,
los mismos contenidos, entre los que se encuentra el dibujo en la primera enseñanza, como
dibujo natural y lineal, en la segunda enseñanza, y la creación de las escuelas especiales de
Bellas Artes en la tercera enseñanza. Se regulan las facultades y los estudios profesionales, y
se crea también una cátedra de Dibujo en Artes y Oficios.
El acceso masivo a la educación favoreció, por otro lado, que los jóvenes inteligentes y mejor
preparados abandonaran la escuela pública a favor de instituciones privadas, en la mayoría
de los casos a cargo de las órdenes religiosas.
Se suceden etapas en las que se lleva a cabo un liberalismo más radical (1868-1874), con-
siderando la enseñanza libre en todos sus grados (Decreto de 1868). Además, se establecen
las libertades de creación de centros docentes y de cátedra, y la eliminación de la influencia
clerical en la enseñanza.
En esta etapa de relativa calma política se creó el Ministerio de Instrucción Pública así como
la Junta para la Ampliación de Estudios y Actividades Científicas, que cambió radicalmente
el panorama intelectual del país y que creó en 1918 el Instituto-Escuela de Madrid. Éste se
propuso como objetivo principal la experimentación de nuevos métodos pedagógicos y la
puesta en práctica de nuevos sistemas de formación del profesorado de educación secunda-
ria. La idea era también, a largo plazo, reformar los estudios del bachillerato, averiguando
si era mejor crear uno único o múltiple, adaptando los métodos y planes de estudio más
adecuados. Se escogió minuciosamente el profesorado, y para la sección preparatoria entra-
ron María de Maeztu, María Goyri y Ramón Menéndez-Pidal, junto con otros maestros de
enseñanza primaria. El éxito y el alma de este planteamiento fueron del creador del centro,
José Castillejo, ya que se exigía a los profesores devoción, flexibilidad de espíritu y sanos
ideales, dejando libertad, pero con dureza en la valoración de los resultados. Entre las más
destacadas innovaciones podemos citar el régimen de coeducación de sexos, las excursiones de
varios días de profesores y alumnos, los trabajos manuales y la sustitución de los libros por
investigación y lecturas personales.
Los enfrentamientos entre la Iglesia y el Estado seguían vigentes por el conflicto ideoló-
gico entre ambas instituciones, pero se mantenía el interés por elevar el nivel cultural
del pueblo.
Por otro lado, con la creación de la Escuela Superior de Magisterio en Madrid, se dio un paso
decisivo para que la formación de los maestros fuera mejorando sensiblemente, al introducir
nuevos métodos.
Por su parte, la guerra civil española dio al traste con el esfuerzo que se habían derro-
chado durante varios siglos a favor de la eficacia de la educación, y ésta fue un instru-
mento para formar ideológicamente al alumnado. Durante tres años se sucedieron, en
el Ministerio de Instrucción Pública madrileño, distintos ministros comunistas o anar-
quistas, cuyo primer objetivo fue la educación popular. Cabe destacar el nombramiento
del renombrado cartelista Renau al frente de la Dirección General de Bellas Artes, por
la importancia que tuvo la propaganda de los mensajes republicanos en sus diversas
motivaciones.
Uno de los objetivos, además de instruir al adulto, fue preocuparse por la educación infantil,
intentando llegar al mayor número de niños posible y rompiendo el secular elitismo que
había imperado hasta el momento.
Pero el régimen de Franco no consideró necesaria una buena formación en conocimientos para
los maestros, y esto produjo un claro retroceso en la escuela elemental; hasta 1963 no se exigió
a los estudiantes de magisterio el grado de bachiller, y por ello las Escuelas Normales, creadas
en 1839 y reformadas por la Ley Moyano, se volvieron a centrar en la preparación pedagógica
y no en transmitir conocimientos propios de la escuela elemental, convirtiéndose en Escuelas
Universitarias de Formación del Profesorado de Educación General Básica (Delgado, 1992).
Con esta ley de 1970 comenzaron a nombrarse los objetivos y contenidos que se debían
impartir en los distintos niveles educativos, como lo muestra su artículo 14 en referencia a
la educación preescolar, donde se contemplan juegos, actividades de lenguaje, expresión
rítmica y plástica, observación de la naturaleza, ejercicios lógicos y prenuméricos, desarrollo
del sentido comunitario, principios religiosos y actitudes morales. En su artículo 16, referente
a la EGB, se indica que la formación debe orientarse, entre otros, a la iniciación en la
apreciación y expresión estética y artística, y en cuanto al bachillerato, en su artículo 24, se
contemplan las materias comunes divididas en distintas áreas, entre las que encontramos
la formación estética, con especial atención al dibujo y la música. Las enseñanzas y
actividades técnico-profesionales (artículo 26) eran también fijadas por el Ministerio de
Educación y Ciencia, refiriéndose aquí a los sectores artísticos. Se establece a su vez la
formación requerida del profesorado para ejercer su profesión en los distintos niveles
educativos.
Restauración democrática
En 1985 se implantó la Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación (LODE), con
la idea de proponer:
(...) una nueva norma que desarrolle cabal y armónicamente los principios que, en materia de
educación, contiene la Constitución española, respetando tanto su tenor literal como el espíritu
que presidió su redacción, y que garantice al mismo tiempo el pluralismo educativo y la equidad.
(BOE n.º 159, 04/07/1985)
Esta ley, por tanto, no afecta a la estructura del sistema educativo ya definido en la ley de
1970, sino que únicamente regula los tipos de centros, el derecho a la educación y la parti-
cipación en la enseñanza de la comunidad educativa.
En 1990 se promulgó la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE), que modifi-
caba la organización del sistema educativo a través de la educación infantil, primaria y se-
cundaria, y además amplió la escolaridad obligatoria y gratuita hasta los 16 años. El sistema
educativo tendrá como principio básico la educación permanente, así como la adquisición
de hábitos intelectuales y técnicas de trabajo, y conocimientos científicos, técnicos, humanís-
ticos, históricos y estéticos, respetando la pluralidad lingüística y cultural del territorio nacio-
nal y permitiendo que las comunidades autónomas redacten un porcentaje muy importante
de los contenidos curriculares. Pero entre las novedades más destacadas está la definitiva
incorporación de las enseñanzas artísticas en el sistema general (cuadro 1).
La última ley que ha entrado en vigor, a fecha de hoy, es la Ley Orgánica de Educación (LOE)
de 2006, que establece la enseñanza obligatoria hasta los 16 años. Los cursos se reparten
en las etapas de educación infantil, educación primaria, educación secundaria obligatoria
(ESO), bachillerato, formación profesional y estudios universitarios. Los principios que se
persiguen son:
• La calidad de la educación para todo el alumnado.
• La equidad, que garantice la igualdad de oportunidades.
• La transmisión y efectividad de valores que favorezcan la libertad, la responsabilidad,
la tolerancia, la igualdad, el respeto y la justicia.
Entre las materias que se han de impartir en los distintos ciclos, esta ley sigue contemplando
las enseñanzas artísticas, así como la modalidad de Artes, incluida en el bachillerato.