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El príncipe loro

Para saber y contar y contar para aprender, aserrín aserrán los maderos de San
Juan.

Este era un caballero viudo que tenía una hija muy hermosa llamada Mariquita a
quería extremadamente. Pero Mariquita se encontraba muy sola, pero tenía una
vecina viuda que tenía tres hijas jóvenes, mayores que Mariquita y bastante feas.
Esta viuda siempre que veía a la niña, le obsequiaba cosas y las niñas le decían:
“aconséjale a tu papá que se case con nuestra madre, y viviremos juntas para
jugar todo el día”. Tanto se lo dijeron a Mariquita que se lo llegó a creer y
pensaba que sería la niña más feliz del mundo con tres nuevas hermanas. Y
comenzó a pedirle a su padre que se casara con la viuda, hasta que su padre se
rindió a los ruegos de la niña y se llevó a cabo el matrimonio.

Pero apenas celebrado el matrimonio, cambiaron por completo las cosas.


Mariquita no recibió más que malos tratos, reprimendas y golpes.

Una vez que el padre estaba ausente en un viaje, las hijas de la viuda arrastraron
de las trenzas a Mariquita y ella se quejó a su madrastra y esta le aplicó 3 a 4
golpes fuertes.

Las hermanastras odiaban a Mariquita porque era hermosa y era la heredera de


los bienes de su padre y por ello la madrastra también la odiaba.

Cuando el padre llegó Mariquita le contó todos sus sufrimientos y le suplicó que
la dejara irse a vivir a una casita que había dejado su madre al morir. Así fue
hecho y Mariquita comenzó a vivir tranquila con sus quehaceres.

Un día mientras barría el patio oyó que le decían:”Mariquita, ¿te ayudo a barrer?”
asustada miró y no vio a nadie.

Nuevamente oyó la voz:”no te asustes Mariquita, soy yo, quien te habla desde
este árbol”

Miró ella y vio un loro vestido de brillantes plumas de los más bellos colores.

Ella lo invitó a que la acompañara y ella lo cuidaría y lo alimentaría. El loro le


dijo que ahora no podía quedarse, pero que en la noche volvería.

“déjame la ventana abierta, ponme una palangana con agua, una toalla, una
peineta y un espejo” y se fue volando.

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En cuanto anocheció llena de impaciencia se sentó a esperarlo. En cuanto dieron
las doce sintió el ruido de las alas del loro, lo vio luego meterse en la palangana
y bañarse alegremente y saltando del agua se convirtió en el más bello príncipe
que nunca había visto Mariquita, enseguida se peino y se sentó a conversar con la
niña toda la noche y cuando llego la mañana le prometió volver todas las noches.

El loro cumplió su promesa y sus visitas se repitieron noche tras noche.

El príncipe la adoraba y le regalaba costosos trajes y joyas valiosísimas.

Cierta ocasión pasó su hermanastra por la casita y vio a Mariquita lujosamente


vestida y corrió a contarle a su madre como la había visto.

La mujer envió a la hermana mayor a ver lo que pasaba quedándose a dormir


para ver lo que acontecía a Mariquita.

Fue a visitar a Mariquita y le contó mil mentiras y cuando llegó la noche se


excusó de irse porque le daba miedo volver tarde a su casa, entonces Mariquita
temiendo que viera al príncipe le dio las gracias por visitarla y no le puso
problema para que se quedara a dormir en su casa, pero le comenzó a ofrecer
vino a cada rato y tanto que bebió que pronto se quedo dormida y no escucho
nada hasta que despertó al otro día sin darse cuenta de nada.

Cuando la hermanastra llegó a su casa con la madrastra, esta contó lo bien que
tenía su hogar, limpio ordenado y muy acogedor. Esto encendió aún más la
envidia entre las mujeres. Luego la madrastra, pasados unos días envió a la
hermana del medio, a la cual, le sucedió lo mismo y no vio nada extraño.

Pero la menor que era una hechicera malvada junto a su madre y odiaba a
Mariquita se bebió una poción para no dormir por la noche y aprovechar de
investigar mientras Mariquita no la viera.

Y así fue porque solo fingió dormir en la noche en casa de Mariquita. Por la
cerradura vio al loro convertirse en príncipe y hablar cariñosamente con
Mariquita. La noche entera pasó pegada al ojo de la cerradura y sin moverse,
hasta que amaneció y el príncipe se retiró convertido en loro.

Un rato después la hermanastra se despedía de Mariquita y se fue a su casa.


Habló con su madre y le refirió todo lo que vio y la madrastra planteo frustrarle
la vida a Mariquita.

Poco antes de las doce llegó la madrastra y se asomó a la ventana y sin hacer el
menor ruido, puso en la palangana tres navajas abiertas muy afiladas y se fue a
mirar desde lejos.

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Dando las doce llegó el loro y se dejó caer en la palangana, pero esta vez se hirió
dando un agudo chillido y viendo a Mariquita a acudía a ver qué sucedía, le
dijo:”Que te hice, ingrata que de esta manera pagas mi cariño?, hoy
precisamente casaba mi encantamiento y con tu acción me has perdido, tal vez
para siempre. Pero si alguna vez te arrepientes de tu conducta y quisieras
buscarme, zapatos de hierro tendrás que gastar par dar conmigo”.

Y se fue volando, entre lágrimas de la pobre niña, a quien no dejó tiempo de


decir ninguna palabra y que cuando vio las navajas con sangre, se dio cuenta de
lo acaecido.

La vieja bruja que lo vio todo, se fue a su casa feliz con lo ocurrido, a contarle a
sus hijas la desgracia de Mariquita.

Pero después de pensar que llorar no valía la pena, se puso a preparar sus cosas
para buscar al príncipe. Mandó a hacer inmediatamente un par de zapatos de
hierro y se los puso y partió a con su atado de ropa y unas tijeras e hilo.

Anduvo mucho tiempo sufriendo quebrantos y miserias, hasta que un día llegó a
un monte cerca de un lago y al sentarse a descansar notó que sus zapatos
estaban gastados y esa era una señal evidente que encontraría a su amado.

Rendida de cansancio Mariquita dormía, pero despertó al escuchar un aleteo muy


cerca de ella y oyó esta conversación:

” Hola comadre, hola ahijada, como están? Bien comadre aquí con mi hija que es
la única digna de mi, por eso la instruí bruja igual que yo. Pero que noticias me
tiene del príncipe loro? Se morirá pronto?”
-le quedan como dos o tres días de vida y los médicos no encuentran la cura, ja
como van a adivinar que el príncipe sanaría si nos sacaran una pluma del ala
derecha a cada una de nosotras y cada día le pasaran por las heridas estas
plumas untada en nuestra sangre?, ja pero para eso tendrían que matarnos-
-que lo van a adivinar comadrita, ahora vámonos a dormir que mañana
seguiremos nuestra conversación.”

Las que hablaban así eran la madrastra, la hija menor y la madrina de esta, que
eran brujas y se podían convertir en patas, se reunían allí a contarse las noticias
de la semana.
Mariquita esperó a que estuvieran dormidas y armada de sus tijeras les cortó el
cogote a las tres y recogió su sangre en un frasquito que tenía. Luego arrancó
una pluma del ala derecha a cada una y se fue al pueblo más cercano donde se
compró ropa de hombre y se dirigió al reino del príncipe loro.

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Al llegar allí, vestido de hombre, se encontró con una viejecita que estaba muy
triste y ella le contó que el príncipe estaba agonizando y que ella había sido su
niñera y eso la afligía mucho, porque era muy bueno.
“yo soy médico y si pudiera entrar al palacio curaría al enfermo en tres días” le
dijo Mariquita.

La viejita fue a hablar con el rey y la dejaron ir a ver al enfermo.


Mariquita cuando vio al príncipe con los ojos cerrados y con sus heridas
sumamente feas, lloró amargamente pero obro rápidamente tomando una de las
plumas y se la paso suavemente por las heridas a su amado.

Al otro día el rey fue a ver al príncipe y vio que las heridas mejoraban y se retiró
contento de ver mejorar a su hijo.
Así el segundo día Mariquita pasó la otra pluma por las heridas del príncipe y al
punto fue despertando ya que sus heridas fueron cicatrizando.

Al otro día el rey lo visitó y lo encontró tan mejorado que hablaba.


Al tercer día Mariquita pasó por todo el cuerpo la tercera pluma con el resto de
la sangre que quedaba y al punto el enfermo quedó completamente sano y pidió
su ropa para levantarse.
Mariquita muy feliz se dio a conocer al príncipe y le contó todo lo que le había
sucedido, cuando concluía llegó el rey y el príncipe refirió todo lo que acababa
de sucederle junto a Mariquita y le pidió casarse con ella, ya que la amaba
tiernamente y le debía la vida. El rey consintió gustoso y el matrimonio se
celebró con el mayor contento de todos los habitantes del reino.

Y vivieron felices por largos años y bendito y alabao en cuento se acabao.

Fin

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