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ALTO DE LOS ÍDOLOS

“Isnos significa en lengua quechua piedra sagrada”

Ubicado en el margen izquierdo del Río Magdalena, a 30 kilómetros en línea recta de


San Agustín, en el municipio de San José de Isnos, departamento del Huila.

El sitio está comprendido por trece hectáreas distribuido entre la Mesita A y la Mesita
B constituida por una comunidad asentada en sus alrededores en el año 1000 a.C y el
1530 d.C aproximadamente; allí se expone un número elevado de estatuarias en
piedra, tumbas en piedras y cerámicas con figuras de colores todavía en buen estado;
la mayoría de los vestigios fueron rescatados de los funestos saqueos de los
guaqueros.

Según el antropólogo Luis Duque Gómez la evolución de la cultura de San Agustín se


estudia en varias etapas.

 Periodo preagustiniano, del 2300 a.C. donde se encontraron piedras basálticas.

 El periodo Mesitas Inferior Regional (siglo VI a.C.) aparecen piedras basálticas


como instrumentos, tumbas de pozo con cámara lateral, pintura bicolor (rojo
sobre crema amarillento) sarcófagos en madera, agricultura de maíz y caza.

 Periodo Mesitas Medio (siglo V a siglo XII después de Cristo) creación de


montículos funerarios. sarcófagos monolíticos, tumbas revestidas con grandes
lajas arte escultórico monumental, reflejo de complejas formas religiosas,
centros ceremoniales funerarios, entierros secundarios en urnas y cremación.

 Periodo Mesitas Superior nuevas formas decorativas en cerámica, casa circular


y regulación de aguas lluvias.

El sitio lo conforma una montaña que fue transformada en herradura, excavando y


sacando tierra del centro y rellenado lateralmente hasta formar los brazos de la
herradura, denominados mesita A y B, que a su vez se encuentran unidas por un
terraplén artificial de aproximadamente 300 metros de longitud. Los vestigios
monumentales del Alto de los Ídolos se destacan por la particularidad y riqueza de las
representaciones humanas y de animales, las dimensiones y conformación de las
estructuras funerarias y la presencia de pintura tanto en la estatuaria como en los
muros de los sepulcros y templetes. Es uno de los conjuntos funerarios mejor
conservados y ha sido objeto de continuas investigaciones arqueológicas. Gracias a
estas características, el Parque Arqueológico Alto de los Ídolos fue incluido en la lista
de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO en 1995.
Tiene una extensión de 13 ha y está conformado por 12 montículos funerarios, con 23
estatuas y 8 sarcófagos que se distribuyen en dos Mesetas -A y B- unidas por un
terraplén artificial -rampla ceremonial- de aproximadamente 300 metros de longitud.

Es uno de los sitios arqueológicos de mayor importancia en la zona. El Alto de los


Idolos es una explanada artificial en forma de herradura, sobre la cual existió un
enorme asentamiento, según ha podido deducirse de los basureros encontrados en
sus laderas.

Sobre cómo se construyó esa necrópolis se tejen varias versiones que incluyen desde
la antropología esotérica que habla de la asesoría de extraterrestres hasta la de ser
producto de un estado superior de conciencia producido al ingerir yagé.

En este lugar se puede observar las diferentes costumbres funerarias que se dieron en
San Agustín. Existen muchas formas de entierro: están las tumbas sencillas "de
pozo" con cámara lateral de diversas formas; las hay horizontales y cubiertas con lajas
decoradas con pinturas y a veces complementadas con un sarcófago monolítico. El
cadáver varía de posición y está de pie, acostado de espaldas, en posición fetal y
entierros colectivos.

El Alto de los Ídolos está conformada por diez montículos:

Montículo 1: Es uno de los más completos y típicos en su estilo. Una estatua felina
resguarda la entrada a un túnel en forma de dolmen; al fondo una reducida cámara
funeraria, está el sarcófago monolítico. A su derecha surge la figura de un guerrero.

Montículo 2: Allí hay dos piezas muy interesantes, un gran sarcófago o tina ceremonial
de piedra con asa en sus extremos y una estatua conocida como el ratón.

Montículo 3: Enterramiento de similar disposición al del montículo 1. Al frente, una


figura femenina, y en la cámara funeraria, el sarcófago monolítico con su respectiva
tapa tallada en piedra.

Montículo 4: Otro enterramiento con sarcófago monolítico.

Montículo 5: Acá varía la posición de los entierros el conjunto esta resguardado por
una imponente estatua que parece portar herramientas en sus manos. Detrás se
encuentra un sepulcro revestido de lajas de piedra, decoradas con pinturas roja, negra
y amarilla.

Montículo 6: Dos tumbas sencillas se encuentran paralelas a un sarcófago monolítico.

Montículo 7: En esta excavación se descubrieron cinco tumbas horizontales a poca


profundidad; puede apreciarse la estructura lítica que sostenía el montículo, así como
la coloración característica de la tierra que cubre el entierro.

Montículo 8: Contiene un Sarcófago monolítico acompaña de una pequeña estatua.

Montículo 9 y 10: Están compuestos por una pequeña cámara funeraria cubiertas de
lajas de piedra, dentro de la cual se coloca; un sarcófago monolítico.

FORMAS DE ENTIERRO
El hombre agustiniano/Costumbres funerarias

Las excavaciones realizadas en los cementerios de las Mesitas B y D, en el Potrero de


Lavapatas, en Quinchana, El Batán, Alto de los ídolos y Filo de Lavaderos, demostraron
la práctica de un desarrollado e intenso culto funerario entre los antiguos habitantes de
San Agustín. Enterraban a sus muertos en tumbas cuya construcción variaba según la
categoría social o jerarquía político-religiosa de los difuntos, desde el sepulcro revestido
de grandes losas de piedra, el sarcófago monolítico, debajo de un montículo artificial
hasta la simple fosa, de poca profundidad y de construcción sencilla. Los resultados de
nuestras exploraciones indican que los cementerios se hicieron en acuerdo a un plan
preconcebido, terraplenando primero el lugar, construyendo luego las tumbas y en
algunos sitios levantando encima los túmulos o montículos artificiales. Algunas de estas
sepulturas, reservadas seguramente a personajes de categoría, no alcanzaron a ser
utilizadas, como parece haber sido el caso de la Tumba número 20 de la Mesita B y de
otras excavadas en esta zona arqueológica.

En las tumbas principales se colocaron, al lado de los cadáveres, ofrendas consistentes en


cerámicas de variadas formas y decoraciones, tanto de uso doméstico como
ceremoniales; lascas de obsidiana, elemento que parece haber tenido una significación
especial en los ritos mortuorios; núcleos y astillas de piedra dura (basaltos y otras
rocas), empleados como artefactos para distintos menesteres, desde el labrado de las
esculturas hasta la fabricación de la cerámica; cuentas de collar, unas tubulares, de roca
dura, muy pulimentadas; otras discoides, de piedra caliza; piedras y manos de moler, de
distintos tipos, usados para la trituración del maíz, de la almendra del nogal,
posiblemente del maní y de otros frutos alimenticios; objetos de orfebrería, como
cuentas, colgantes, zarcillos, narigueras, etc. restos de carbón vegetal, a veces formando
amontonamientos al lado de los restos óseos.

La totalidad de las fosas y aun varios de los sepulcros en ellas formados con grandes
losas, y algunas de las bóvedas o cámaras laterales se rellenaron con tierra, en ciertos
casos fuertemente apisonada, lo que favoreció notablemente la preservación de algunos
de los restos óseos. En varias tumbas se emplearon grandes terrones de tierra virgen,
hasta de 50 centímetros por 40 centímetros; en otras el relleno estuvo formado por
tierras de distintas coloraciones, cuidadosamente separadas y dispuestas en capas
superpuestas, práctica que ha sido registrada en otras regiones de Colombia, como el
Quindio y el Sinú, y a la que se refirieron los escritores de la época de la Conquista. En la
mayoría de las sepulturas, la tierra de relleno estaba revuelta con carbón, ceniza,
fragmentos de cerámica, artefactos líticos, etc., elementos que no correspondían al ajuar
funerario sino a basuras procedentes de sitios de habitación, utilizadas para tal efecto.

En ciertos entierros, especialmente femeninos, se registró la colocación de piedras


planas y alargadas sobre el cadáver.
En cuanto a la forma misma del enterramiento, pueden señalarse las siguientes
posiciones:

a) Entierro en posición supina, tanto en sarcófagos monolíticos, en grandes sepulcros


revestidos de piedras planas, como en simples fosas. Corresponde a éstos el hallazgo
de las ofrendas funerarias más importantes, por lo cual se deduce que era el escogido
para las personas de algún rango y la forma preferida en Mesitas Medio o período
clásico de la cultura agustiniana.

b) Entierros flejados, de decúbito lateral derecho e izquierdo, algunos con Sólo una
ligera flexión de las piernas, otros en cuclillas. Se encontró este tipo en pozos con
pequeñas cámaras laterales y sin ellas, y aun en fosas revestidas de piedra, de planta
rectangular, como en Quinchana.

c) Entierros en que el cadáver fue colocado verticalmente o parado, recostado contra


la pared de pozos de planta semicircular, con los pies ligeramente soterrados, práctica
observada en el Quindio y en varios yacimientos arqueológicos del Ecuador.

d) Entierros múltiples en una sola fosa, flejados, a veces uno encima de otro en forma
de cruz. La disposición de los cadáveres no responde, pues, a un canon determinado.

En lo que respecta a la forma y construcción de las tumbas, podemos señalar la


siguiente tipología:

Mesita B

Tipo A: Está formado por cámaras revestidas -de piedra, generalmente de planta
rectangular, con divertículos laterales, algunas de las cuales alcanzan hasta más de 3
metros de anchura (Montículo Oriental de la Mesita A y Montículos Noroccidental y
Sur de la Mesita B). Se ubican en el centro y partes más eminentes de los túmulos o
montículos, antecedidas por templetes o corredores funerarios.Las losas de cubierta
estaban apoyadas sobre la cabeza de algunas de las grandes estatuas que se
encuentran y en muros laterales de lajas planas y alargadas.

Tipo B: Fosas de planta rectangular, revestidas de losas en las paredes, piso y


cubierta, con un depósito fuera del sepulcro, destinado a fines rituales, y a veces con
cámara lateral y nichos para la colocación de las ofrendas.

Tipo C: Fosas de planta rectangular, con piedras únicamente en la cubierta, apoyadas


sobre la tierra y dispuestas transversalmente.

Tipo D: Fosas de planta semiovoidal, a veces con divertículo o depósito ritual, en las
cuales el cadáver fue colocado en posición supina, en el centro cuñado con algunas
piedras redondeadas en la cabeza y en los pies, y con las ofrendas en derredor.

Tipo E: Pozos de planta semicircular, con grandes o pequeñas bóvedas laterales en las
que -se colocaron los cadáveres extendidos o fiejados, según el tamaño de aquellas.
Tipo F: Pozos de planta circular, sin bóveda lateral.

Mesita D

Se registraron aquí los tipos C, D y especialmente el E, con bóvedas pequeñas, y el tipo


G, consistente en fosas de planta semicuadrangular o semicircular, a veces con un
divertículo pequeño, destinado a entierros de segunda fase en urnas funerarias.

El Batán

Tipos C, E y H, este último consistente en pozos con cámara lateral, con entrada
clausurada con piedras grandes y planas, destinada a entierros de segunda fase en
urnas funerarias.

Quinchana

Tipos B, el predominante, y G. Transcurrido algún tiempo después de la inhumación,


los restos óseos eran exhumados y colocados en grandes urnas funerarias o en
pequeños cántaros cinerarios, las primeras de forma ovoidal y tapadas con asientos de
vasijas del mismo tipo; los segundos globulares o cilíndricos. En el interior de estos
cántaros se encuentran a veces fragmentos de cerámica, restos de carbón, astillas de
piedra dura, lascas de obsidiana y otros elementos que debieron pertenecer a parte de
ajuar funerario del primer entierro. No obstante la aparente diferencia que existe en la
forma de las sepulturas y en la disposición de los cadáveres en los sitios explorados,
no puede afirmarse que correspondan a distintas ocupaciones, pues en ellos se
hallaron elementos básicos del Complejo Mesitas, elementos que los vinculan entre sí
y que sólo permiten una clasificación en fases dentro del mismo desarrollo cultural.

Entre estos elementos mencionamos los siguientes:

a) La cerámica funeraria: en sepulturas de todos los tipos descritos se hallaron vasijas


de formas comunes, correspondientes a los tipos tradicionales, y que se inician en las
fases más tempranas del desarrollo cultural.

b) Lascas de obsidiana, colocadas en algunos casos a la altura de las manos de los


cadáveres.

c) Adornos de orfebrería, fabricados con las mismas técnicas y en ciertos casos con los
mismos motivos ornitomorfos.

d) Cuentas de collar de piedra dura (andesita) tubulares, de color azul verdoso o verde
opaco.

e) La práctica ceremonial del entierro simbólico del fuego, atestiguado por los
amontonamientos de carbón al lado de los cadáveres.
f) Empleo de basuras de sitios de habitación para el relleno de las tumbas, entre las
cuales se encuentran fragmentos de cerámica de la misma tipología de las vasijas que
forman la ofrenda funeraria, especialmente una cerámica monocroma, sin asas,
pintada de rojo, carmelita oscuro o lila claro, casi gris, con desgrasante de arena; pasta
de color crema, casi blanca; pasta rojiza y negra, con decoración incisa, a veces
rellenada con pigmentos blancos; incidencia manifiesta de una morfología
característica de platos, copas de pie alto tubular y de recipiente con borde horizontal
o inclinado hacia abajo; cuencos, pequeñas ollas globulares y vasijas de silueta
compuesta, cuerpo inferior semiesférico y superior troncónico.

g) Manos de piedras de moler, en muchos casos partidas intencionalmente. Relleno de


las tumbas formado por capas de tierra de distinta coloración, colocadas en forma
superpuesta, etc.

h) Otro tanto puede afirmarse del entierro de segunda fase en urnas funerarias, y que
investigadores como Pérez de Barradas (1943), consideran que debe atribuirse a una
ocupación posterior, y de ninguna manera a la cultura agustiniana propiamente dicha.
Pero, por el contrario, se cree, con base en los hallazgos hechos en las Mesitas A, B y D
del Parque Arqueológico, en Quinchana y El Batán, que deben incluirse dentro del
Complejo Funerario de Mesitas. Dicha práctica estuvo muy extendida entre los
antiguos pobladores de San Agustín.

En los sitios de habitación excavados en el Potrero de Lavapatas, en donde se hallaron


basurales y huellas de vivienda de planta circular, se registro la presencia de tumbas
dentro del perímetro de las casas, delimitado aquí por los huecos de los antiguos
maderos que formaban la estructura principal de las edificaciones. La costumbre de
enterrar a los muertos dentro de las casas de habitación, parece ser pues, muy antigua
en -el territorio colombiano, y perduró hasta los tiempos históricos. Los cronistas de
la Conquista se refieren a esta práctica entre numerosos grupos indígenas del siglo
xvi, especialmente en el Occidente Colombiano, en particular en las regiones de los
actuales departamentos de Antioquía y Caldas.

Teniendo en cuenta la costumbre observada por los nativos de abandonar la casa


donde inhumaban a alguno de sus familiares, y suponiendo que ella se remonte a la
época en que se juzga se registra este tipo de enterramiento en San Agustín, cabe
pensar que tal práctica implicaba frecuentemente desplazamientos de un asiento a
otro, explicándose así la gran extensión geográfica que abarcan las necrópolis en la
zona y el poco espesor de las capas de depositamiento cultural en esta región, que sólo
alcanza aquí de 50 a 80 centímetros.

La presencia de una serie de enterramientos femeninos al lado de una de las tumbas


de la Mesita D, que por su construcción y por las características de las ofrendas parece
que correspondía a un jefe, hace sospechar en la práctica del entierro vivo, que los
cronistas señalan, lo mismo que el enterramiento dentro de las casas, como una
costumbre muy extendida entre los nativos colombianos.

Los sarcófagos monolíticos en el interior de las construcciones que coronan los


montículos, tal como se ha registrado en las Mesitas A y B del Parque Arqueológico, en
el Alto de los ídolos, en Lavaderos y otros sitios de la zona, afianza cada vez mas
nuestra creencia de que tales construcciones estaban consagradas por completo al
culto de los antepasados y que no constituían lugares abiertos al culto cotidiano, sino
que estaban completamente cubiertos con la tierra que formaban las colinas
artificiales.

Cultura Megalítica de San Agustín – Huila

Editado por :Edgar René Pescador B

https://pueblosoriginarios.com/sur/andina/san_agustin/idolos.html

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