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Cabezas trofeo nasca: evidencias

osteológicas y arqueológicas de la
colección Kroeber

Kathleen Forgey y Sloan R. Williams

Introducción

Las cabezas trofeo son cabezas humanas que han sido removidas del resto del cuer-
po en el momento de la muerte o posteriormente. A diferencia de las famosas cabezas redu-
cidas de los jíbaros de la Amazonía, las cabezas trofeo nasca conservan el cráneo así como
los tejidos blandos que lo rodean . La preparación de cabezas nasca a menudo incluía el cierre
de los labios y/o párpados del individuo con espinas de cactus (Acacia macracantha), el
rellenado de las órbitas oculares con tejido liso de algodón y el corte de la piel debajo de la
mandíbula para insertar algodón tejido liso.
Característicamente, se perforaba el hueso frontal del cráneo para permitir que se
añada una cuerda de suspensión, y se removía una porción de la base del cráneo, aunque la
cantidad varía ampliamente, probablemente para facilitar la remoción del cerebro y otros
tejidos blandos (Baraybar 1987; Coelho 1972; Drusini y Baraybar 1991; Seeman 1988).
Los especímenes de la colección Kroeber, que están albergados en el Museo Field en
Chicago y que serán descritos aquí, ahora han perdido la mayor parte del tejido blando
exterior. Las tir~s de tejido blando que permanecen en la mayoría de las cabezas indican que
el responsable de la condición presente de las piezas es la desintegración, y no la remoción
intencional, por eso es que se llamarán cabezas trofeo y no cráneos, para indicar su estado
original. Esta explicación concuerda con el hecho de que la iconografía paracas y nasca
representa sólo cabezas trofeo, nunca cráneos (Verano 1995).

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Max Uhle (1914) fue el primero en utilizar el término "cabeza trofeo", asumiendo que
las cabezas eran trofeos de los enemigos caídos tomados en batalla. Casi inmediatamente
Julio C. Tell o ( 1918) examinó varias cabezas trofeo y concluyó que las cabezas eran símbo-
los importantes de poder religioso y social, y no simples trofeos de guerra. Tell o argumen-
tó que la presencia de mujeres y niños en la muestra, junto con el hecho de que todas las
cabezas presentaban la deformación "nasca", indicaba que era improbable que las cabezas
fueran tomadas de enemigos muertos. Por lo tanto, estas dos figuras centrales de la ar-
queología peruana fueron los primeros en sentar las bases de la controversia que continúa
actualmente.

Antecedentes

La cultura nasca floreció durante el Período Intermedio Temprano (Tabla 1) a lo largo


de la costa sur del Perú (Figura 1). Los estudios de patrones de asentamiento indican que
durante ese período la población se mudó de muchas pequeñas aldeas desparramadas en el
paisaje a un número menor de pueblos mucho más grandes (Schreiber 1998). Estos cambios
de asentamiento son explicados al menos en parte por una serie de sequías devastadoras,

Tabla l. Cronología del valle de Nazca


Algunas Cronología Nombres de Fases de Kroeber Acontecimientos culturales
fechas culturas
1476 d.C. Horizonte Tardío Conquista inka
Periodo Intermedio Tardío lea Culturas regionales restablecidas
4 Colapso societal
Horizonte 3
Medio 2 Huaca del Loro Nasca Y Conquista wari
750d.C. I
7 Nasca Tardío Reorganización
Periodo 6 Nasca B
Intermedio 5 Nasca Medio Transición
Te~rano 4 NascaA2
3 Nasca Temprano NascaAI Emergencia de la
cultura nasca
I d.C. 2 NascaAo
1000 a.c. Horizonte Temprano Paracas Ocupación pennanente
(fases 1-10) Inicial
Periodo inicial Desocupado
Periodo precerámico Cazadores y recolectores

Fuente: Schreiber 1998

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Kathleen Forgey y Sloan R. Williams: Cabezas trofeo nasca

que forzaron a la gente nasca a vivir en grandes asentamientos ubicados cerca de una serie
de acueductos subterráneos que ellos construyeron para tener acceso a nuevas fuentes de
agua (Schreiber 1998). Los dramáticos cambios sociales y políticos que acompañaron a estos
cambios de asentamientos indudablemente influenciaron en todos los aspectos de la vida
social, política y religiosa nasca. No sería sorprendente encontrar evidencia de estos cam-
bios también registrada en artefactos tales como las cabezas trofeo.

Figura l. Mapa del valle de Nazca mostrando sitios excavados por


Kroeber donde encontró cabezas trofeo

La información directa relacionada con el procesamiento y función de las cabezas


trofeo nasca proviene de dos fuentes : la evidencia física y las imágenes iconográficas. A
pesar de que los restos osteológicos son raros y principalmente limitados a los períodos
Nasca y Paracas en el valle de Nazca, la imaginería de las cabezas trofeo es común en toda la
región andina en prácticamente todos los períodos.
Las representaciones de cabezas trofeo aparecen en vasijas de cerámica, textiles y
esculturas (Blasco Bosqued y Ramos 1974; Paul 1990; Proulx 1968; Tello 1918; Toussaint-
Devine 1984; Uhle 1914 ). Estas imágenes se identifican por la presencia de los siguientes
rasgos: una cuerda de transporte; labios cerrados con agujas ; presentación del motivo sin el
cuerpo; ojos en blanco (representando globos oculares en blanco a causa de la muerte u ojos
cerrados) y manojos de pelo cayendo de la cabeza (Carmichael 1994 ).
Las iíl\ágenes de cabezas trofeo aparecen por primera vez en el Horizonte Temprano,
tanto en la costa como en la sierra. Allí las imágenes aparecen como componentes del tema
del "decapitador", en escenas que representan seres míticos con un cuchillo (tumi) en una
mano y una cabeza trofeo en la otra, en cerámica cupisnique de la costa norte (Cordy-Collins
1992; Proulx 1971 ). Las cabezas trofeos están representadas a menudo en los textiles pucaras

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Artículos, notas y documentos

~ .

y en esculturas monumentales en la sierra (Chávez 1992; Moseley 1992). La iconografía de


las cabezas trofeo continúa a lo largo del Período Intermedio Tardío y hasta en la cultura
chimú en el Horizonte Tardío de la costa norte (Lapiner 1976), pero no se ven en estos
períodos tardíos en otras regiones. 1
Las imágenes de cabezas trofeo aparecen por primera vez en el Período Paracas
Tardío en la costa sur (Horizonte Temprano, fases 9 y 10, Tabla I ). En estos períodos tempranos
las cabezas trofeo se encuentran a menudo asociadas con seres míticos tales como la "balle-
na asesina" y "el ser con muchos ojos" (Menzel et al. 1964). Los dibujos de cabezas trofeo
prevalecen en las épocas Nasca tempranas y comienzan a declinar en frecuencia en el valle
de Nazca hacia fines de la época 4 (Proulx 1968:89). En la época 5 (Nasca Intermedio) existe
una fuerte asociación entre imágenes de guerra y cabezas trofeo, lo que continúa durante las
fases tardías y durante el Horizonte Medio. Los temas militares dominan estas fases tardías,
con representaciones de cabezas trofeo llevadas por seres humanos en escenas de guerra.
Aproximadamente un tercio de las 145 cabezas que han sido descritas en la literatura
provienen de una sola ofrenda (Browne et al. 1993). La mayoría de las cabezas trofeo nasca
datan del Período Intermedio Temprano, pero se han encontrado en esta región cabezas que
datan tanto del Período Paracas anterior como del Horizonte Medio que es posterior a Nasca,
y posiblemente haya casos del Período Intermedio Tardío. Se ha reportado hallazgos de
cabezas trofeo nasca de un área geográfica amplia, que incluye varios valles de la costa sur,
desde lea hasta Acarí.
Diversos investigadores hallaron cabezas trofeo del Período Nasca en el importante
sitio ceremonial de Cahuachi, ubicado en el valle de Nazca (Figura 1). Doering (1958; 1966;
entierro nro. 28 en Carmichael 1988:482-483) halló nueve cabezas trofeo en una tumba de
status elevado que data del Período Intermedio Temprano, fase 8. Strong ( 1957:36, descrito
más extensamente en Silverman 1993) informó brevemente sobre la recuperación de dos
cabezas trofeo (Entierros 12 y 14) de excavaciones en Cahuachi que datan de Nasca 5 o 6.
Silverman (1993) encontró dos cabezas trofeo durante sus excavaciones en una serie de
recintos en la terraza IV de la Unidad 19. Ambos eran individuos masculinos adultos ; uno
data de Nasca 5 y el otro es posterior a Nasca 3. Drusini y Baraybar ( 1991) describieron siete
cabezas trofeo halladas en un contexto saqueado durante las excavaciones de Orefici en
Cahuachi.
Se ha reportado hallazgos de cabezas trofeo de otros sectores de la cuenca del río
Nazca así como de valles adyacentes. Browne et al (1993) recuperaron 48 cabezas trofeo de
una ofrenda en Cerro Carapo, en el valle de Palpa, un tributario del río Grande de Nazca. A
pesar de que la ofrenda había sido saqueada, un fragmento de cerámica Nasca 5 encontrado
en el relleno sugiere que la ofrenda data de la última parte del período intermedio temprano.
Pezzia Assereto ( 1968) reportó la excavación de dos ofrendas de cabezas trofeo en la hacien-
da Ocucaje, en el valle de lea. Riddell y Belan (Riddell 1986) descubrieron cinco cabezas
trofeo enterradas en vasijas de cerámica, debajo de los pisos, durante la excavación de varios
recintos en Tambo Viejo, en el valle de Acarí. Estos dos hallazgos datan del Período Paracas
Tardío o Nasca Temprano. Finalmente, Neira Avedaño y Coelho ( 1972) excavaron 11 cabezas
trofeo en un cementerio nasca en Chaviña, en el valle de Acarí.

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La colección Kroeber

Durante dos expediciones en 1925 y 1926, Kroeber recolectó 18 cabezas trofeo (Tabla
2). Éstas fueron encontradas en seis sitios: Aja (N= 1), Cahuachi (N= 1O), Cantayo (N=2), Las
Cañas (N= 1), Majoro Chico (N=2) y Paredones (N=2) (Figura 1). Las notas de campo de
Kroeber (s/f.a) demuestran que él estaba bien al tanto de los criterios necesarios para que un
cráneo sea clasificado como cabeza trofeo. Él registró cuidadosamente para cada espécimen
recolectado la ubicación de la perforación frontal. A pesar de que tres de los 18 cráneos que
Kroeber llevó a los Estados U nidos (Especímenes 1, 11 y 18) están muy incompletos, los
incluimos en nuestro análisis debido a sus excelentes descripciones. El Espécimen 18 está
tan fragmentado que lo excluimos de la discusión de los resultados.

Tabla 2. Resumen de información de cabezas trofeo


Nro. Sitio Sexo Edad Forma craneal
1 Aja Masculino (?) Adulto, joven Anteroposterior
2 Cahuachi Masculino Adulto, joven Anteroposterior
3 Cahuachi Indeterminado Adulto, joven Anteroposterior vertical
4 Cahuachi Masculino Adulto, joven Anteroposterior
5 Cahuachi Masculino Adulto, joven Anteroposterior
6 Cahuachi Indeterminado Adulto, joven Anteroposterior
7 Cahuachi Indeterminado Adulto, joven Anteroposterior
8 Cahuachi Indeterminado Niño, 4-6 años Anteroposterior
9 Cahuachi Femenino Adulto, joven Anteroposterior
10 Cahuachi Femenino Adulto, joven Anteroposterior oblicua
11 Cahuachi Indeterminado Subadulto, 15-16 años Anteroposterior oblicua
12 Canta yo Indeterminado Subadulto, 14-18 años Anteroposterior vertical
13 Canta yo 1ndetermi nado Niño, 8-1 O años Anteroposterior oblicua
14 Las Cañas Masculino Adulto, joven-edad madura Anteroposterior oblicua
15 Majoro Chico Masculino Adulto, joven Anteroposterior vertical
16 Majoro Chico Masculino Adulto, joven Anteroposterior vertical
17 Paredones Masculino Adulto, joven Anteroposterior
18 Paredones 1ndetermi nado Adulto, edad madura-viejo Desconocido

Registramos para cada espécimen una serie de observaciones estándar siguiendo los
lineamientos de Buikstra y Ubelaker ( 1994): la presencia y condición, estimación de la edad
y sexo, deformación craneana, patología y otros rasgos, modificación perimortem y conteni-
do arqueológico y artefactos asociados (para una descripción más detallada del análisis
osteológico ver Williams et al. 2001 ). Las cabezas trofeo han perdido los tejidos blandos
externos y la mayoría de los cráneos están en excelente condición. A menudo hay tiras de
tejidos blandos: En la Tabla 2 se registran la edad, sexo y forma craneal de cada individuo. La
Tabla 3 resume la estimación de la edad y sexo para cada una de las cabezas trofeo y las
presenta por sitio. Hay 14 adultos, 2 subadultos y 2 niños . Siete de los adultos son de sexo
masculino, uno es probablemente masculino, dos son femeninos y el sexo de los cuatro

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adultos restantes no pudo ser determinado. Observamos deformación creaneana anteropos-


terior en los 17 cráneos que están suficientemente bien preservados para permitir tal observa-
ción (Tabla 2). Asignamos cuatro especímenes al subtipo vertical y cuatro al subtipo oblicuo;
no pudimos clasificar por subtipos a los nueve especímenes restantes. En esta colección
observamos relativamente poca patología o trauma. La corta edad de muchos de los indivi-
duos de esta muestra contribuye en parte a los buenos niveles sanitarios de la muestra.

Tabla 3. Distribución de edad y sexo

Adultos
Sitio Subadulto Niño Total
Masculino Femenino Sexo(?)
Aja 1 - - - - 1
Cahuachi 3 2 3 1 1 10
Cantayo - - - 1 1 2
Las Cañas 1 - - - - 1
Maioro Chico 2 - - - - 2
Paredones 1 - 1 - - 2
Total 8 2 4 2 2 18

El diseño de las cabezas trofeo varía en el tamaño y ubicación de la perforación


frontal, y el área de agrandamiento posterior. La Tabla 4 tiene una lista de los diámetros
mínimos y máximos de cada perforación frontal y de la distancia desde la perforación al
nasion . Podemos dividir las perforaciones por tamaño en dos categorías. Las perforaciones
pequeñas tienen 7,6 mm de diámetro promedio, mientras que las grandes tienen promedios
de 17,6 mm (Figura 2). Las perforaciones pequeñas están ubicadas en el centro del hueso
frontal, aproximadamente en la línea media del hueso. Las perforaciones grandes están ubicadas
aproximadamente en la glabela. La cantidad de hueso que fue removido de la base de cada
cráneo varía entre una expansión ligera del foramen magnum a una remoción completa del
cráneo posterior. El foramen magnum estaba agrandado en cuatro especímenes por remoción
de uno o ambos cóndilos del occipital, y la margen posterior. En dos casos removieron todas
las porciones basioccipital y escamosa del occipital. En los 11 cráneos restantes removieron
el occipital completo y las porciones posteriores del parietal y temporal.
La modificación perimortem del hueso frontal y el cráneo posterior que observamos
en esta muestra puede ser organizada en tres grupos: 1) una perforación frontal muy peque-
ña de unos IO mm de diámetro en el medio de la frente, con la remoción de la mayoría del
cráneo posterior, incluyendo la mitad posterior de los parietales (Figuras 3 y 4); 2) un gran
agujero de unos 20 mm de diámetro en la glabela combinado con el agrandamiento del
foramen magnum y muy poca intervención en la región posterior (Figuras 5 y 6); y 3) un gran
agujero similar al encontrado en 2, pero con la porción basioccipital del hueso occipital
removida (Figuras 7 y 8). En el primer grupo hay once cabezas trofeo, cuatro cabezas son del
segundo grupo y dos cabezas del tercero.
La mayoría de las cabezas trofeo muestran evidencia de procesamiento además de la
perforación frontal y el agrandamiento posterior, y estas evidencias se describen con más

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detalle en otra publicación (Williams et al. 2001 ). La mayoría de las superficies de la bóveda
craneana y de la mandíbula tienen marcas de cortes (Especímenes 2, 4- 14 y 16-17). Se aplicó
resina a las márgenes cortadas de los huesos de las áreas posteriores agrandadas, y a los
bordes de las perforaciones más grandes del frontal en los Especímenes 3, 4, 7, 12, 13 y 17 . En
las órbitas y/o aberturas nasales de los Especímenes 4, 5 y 7 hay almohadillas de gasa. Durante
las excavaciones, Kroeber ( 1998:50) notó también la presencia de almohadillas de gasa en las
órbitas del Espécimen 16, pero esas almohadillas no están presentes en la colección.

Tabla 4. Resumen de preparación de las cabezas trofeo


Area removida
Perforación de hueso frontal de base de cráneo
Es pee. Tamaño de Diámetro de Distancia de Pulido de uso Area removida
No. nerforación nerforación (mm)
1 nerforación a (mm) se observa máxima
mínimo máximo nas ion brePma
1 Penueño (?) 9.5 NPI NP NP Cráneo posterior
2 Peaueño 7 8 33 124 Presente Cráneo oosterior
3 Grande 21 24 9 104.5 Foramen magnum
4 Peaueño 5 9 44 109 Presente Cráneo oosterior
5 Peaueño 7 8 31 100.5 Presente Cráneo oosterior
6 Penueño 8 9 19 107 Cráneo posterior
7 Peaueño 9 9 39 102 Presente Cráneo oosterior
8 Penueño 7.5 9 21.5 91 Cráneo posterior
9 Penueño 8.5 10 34 112 Posible Cráneo oosterior
10 Grande(?) 15.5 19? NP NP Foramen magnum
11 Grande(?) >10 NP NP NP Hueso occioital inferior
12 Grande 16 21.5 o 99.5 Foramen magnum
13 Peaueño 8 12 23 100.5 Cráneo oosterior
14 Peaueño 6 8 63 113 Prese nte Cráneo oosterior
15 Grande 17.5 22 24 107.5 Hueso occioital inferior
16 Grande 18 21 9 107 Presente Foramen ma1mum
17 Peaueño 8 13 29.5 108.5 Presente Cráneo oosterior
18 Peaueño (?) NP NP NP NP Desco nocido
NP: no presente

La evidencia de uso prolongado en algunos especímenes sugiere una función ritual


en curso. En seis casos observamos desgaste en las perforaciones del frontal donde las
cuerdas frotaron contra el hueso . Dicho desgaste es más pronunciado en los bordes dere-
chos (Especímenes 2, 4, 5, 7, 14 y 17). El pulido por uso se nota en el arco sigomático del
Espécimen 4 y también en el ángu lo gonial izquierdo del Espécimen 13 . La peluca encontrada
junto al Espécimen 5 sugiere un uso prolongado de ese espécimen. Las áreas descoloridas
observadas en los Especímenes 11 y 16 pueden ser los restos de los pegamentos que se
usaron alguna ~ez para adherir elementos similares a esas cabezas.
La colección Kroeber abarca los períodos desde Paracas Tardío al Horizonte Medio y
período Intermedio Tardío. Siete cabezas trofeo de la colección Kroeber, aproximadamente
un tercio de la muestra, pueden ser ubicadas en el Período Intermedio Temprano, fases 1-4

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Figura 2. Gráfico que muestra la distribución del diámetro en mm de la perforación frontal

4.5, ······································--·······································································································································-·····································-·····································

3.5 +--~~~~~~~---1----~~~~~~~~~~~~~~----l

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2 3 4 5 6 7 B 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21
diámetro en mm

(Especímenes 1, 9-13 y 15), sobre la base de en artefactos asociados o tumbas circundantes


(Tabla 5). El espécimen 16 puede ser asignado en general al Período Intermedio Temprano,
basado en el material que lo rodea. La cerámica encontrada junto a dos cabezas trofeo en la
tumba Paredones (Especímenes 17-18) data del Período Nasca Tardío (Kroeber y Collier
1998). Se encontraron seis cabezas trofeo en una tumba que data del Horizonte Medio/
Período Intermedio Tardío (Especímenes 3-8). Dos cabezas trofeo (Especímenes 2 y 14)
fueron encontradas en la superficie, por lo tanto no es posible hacer una determinación
temporal confiable, pero el Espécimen 2 fue encontrado en un cementerio del Período Inter-
medio Temprano en el montículo A de Cahuachi.
Estas cabezas trofeo fueron encontradas en tres contextos arqueológicos principa-
les : 1) en rasgos arquitectónicos ; 2) incluidas como bienes mortuorios en entierros de otros
individuos; y 3) enterradas solas o en pequeñas ofrendas en cementerios (Tabla 5). Tres
cabezas trofeo (Especímenes 13, 15 y 16) fueron encontradas cerca de rasgos arquitectóni-
cos, en pozos excavados cerca de paredes. Diez cabezas trofeo (Especímenes 3-9', 12, 17 y 18)
fueron encontradas en tumbas. Tres cabezas trofeo (Especímenes 1, 1O y 11) fueron recupe-
radas en dos ofrendas en cementerios, sin asociación con otros bienes mortuorios. La prime-
ra ofrenda contenía una sola cabeza trofeo (Espécimen 1) y fue encontrada en el cementerio
Aja B, enterrada en un pozo debajo de un gran fragmento de una jarra. Una segunda ofrenda
contenía tres cabezas trofeo y fue encontrada en la cima del montículo A de Cahuachi, en el
Cementerio G. Dos de esas cabezas (Especímenes I O y 11 ) fueron recolectadas, pero la
tercera cabeza trofeo fue dejada allí cuando se quebró . Como dijimos anteriormente , se
encontraron dos cabezas en la superficie, por lo tanto no pudimos identificar el método de
descarte.

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Kathleen Forgey y Sloan R. Williams: Cabezas trofeo nasca

Figura J. Fotografía de la perforación frontal del estilo de preparación 1


( Espécimen 2, FMNH 170222).

El debate en torno al origen, propósito y significado de las cabezas trofeo

Coelho ( 1972) sugirió que las cahc;as trofeo fueron recolectadas con varios propósi -
tos. Pudieron haher servido como símbolos e.le látilic.lac.l, objetos ele culto o algún otro
propósito religioso, como trofeos e.le enemigos ele guerra, o como la causa o resultado del
sacril"icio hum\mo. El registro iconogrürico provee apoyo a cae.la uno e.le los propósitos
sugeridos por Coclho. Peters ( 1991 :311) propone que las imágenes e.le las cabC1.as trofeo en
la iconografía de Paracas Tardío y Nasca Temprano se muestran "con caLadores/guerreros,
con l"rijoles y l"iguras de l"elinos/monos, y con cóndores e im.ígenes e.le sacrificio huma1rn"

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Figura 4. Fotografía de agrandamiento posterior del estilo de preparación 1


(Espécimen 2, FMNH 170222).

que indican una relacicín silllhcílica entre las cabe1.as trofeo y la guerra. f<.:rtilidad y sacrific1u
humano. Proulx ( 1989) nota que las cabc1.as trofeo parecen ser un lcllla iconogrMico donde
subya<.:en print:ipios de nacimiento, regeneración y fertilidad. además de muerte. Silverlllan
( 1993: cap. 15) y Carmichael ( 1995) proponen que la imaginería de la iconografía paracas)
Nasca Temprano muestra una rela<.:i<Ín entre <.:ahc;.as trofeo. antepasados y principios de
muerte y regeneración cíclica. En las épocas nasca posteriores. las imágenes de cahe1as
trofeo aparecen más frecuentemcnte en contextos relacionadus con la guerra (Roark I W15:
Sawycr 1966: Zuidema 1972).

246 Revista Andina


Kathleen Forgey y Sloan R. Williams: Cabezas trofeo nasca

Figura 5. Fotografía de la perforación frontal del estilo de preparación 2


(Espécimen 3, FMNH 171008).).

.....
-u

5 cm 1=7022..'i

Los importantes trabajos de Coclho ( 1972) y Neira Avcdaño y Coclho ( 1972) han
ª) udado a formular el debate sobre el significado de las cabezas trofeo, pero también ilustra
ccímo mc1clar las discusiones de origen. propósito y significado ha hecho que la intcrpreta-
ciun se vuelva difícil. Cada uno de estos temas debe ser abordado separadamente, a la ve1.
que se dehc reconocer que tienen propiedades interrelacionadas. En primer lugar, ¡,de dónde
se obtenían las cahc1.as·1 ¡_Pertenecían a enemigos, antepasados muertos o víctimas de sacri-
l"icios que podrían haber sido enemigos o miembros de la misma comunidad? En segundo
1
Jugar. 1.Cl.llllO y por qué fueron utili1.adas las cahc1.as·/ ¿_En qué tipos de actividades o ceremo-
nias se utili1.aha11 ·1 Finalmente. ¡_qué conceptos simboli1.aban las cabctas en estos contcx-
to,·1 ¡ Simholi1ahan la fertilidad. el poder. triunfos militares, continuidad entre el pasado y el
presente. re\erencia por los muertos o alguna combinación de estos conceptos·> ¡,Tuvieron

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Figura 6. Fotografía de agrandamiento posterior del estilo de preparación 2


(Espécimen 3, FMNH 171008).).

f--·---·--·---
'i cm

las cabezas distinto significado de acuerdo al contexto·> El origen de e~tas cabe;,as es parte
del tema más extenso del significado simbólico que tuvieron. De hemos hacer una distinc1<'in
cuidadosa entre origen y significado, particularmente cuando estamos basündonos en in/()r-
maci<Ín indirecta para hacer nuestra argumentación.
La mayoría de los investigadores se ha concentrado en el tema del origen, ya sea que
las cabe;,as fueran tomadas de miembros de la misma comunidad. como sería el caso del culto
de los antepasados, o de gente clcf'inida como "enemigos", que serían candidatos probables
para trol'cos de guerra. Hay muchos argumentos similares relacionados con el significado del

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Kathleen Forgey y S/oan R. Williams: Cabezas trofeo nasca

Figura 7. Fotografía de la perfo.-ación frontal del estilo de preparación 3


(Espécimen 14, FMNH 170463) .

r
.•

5 cm

canihalismo en otras sociedades, pero es crí!lco saber si las cahe1.as pertenecieron a miem-
hro, de la propia comunidad o a un grupo definido como el "enemigo" para entender su
significado y función en la sociedad nasca .

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Figura 8. Fotografía de agrandamiento posterior del estilo de preparación 3


(Espécimen 14, FMNH 170463).

5 t:fll / ,

Argumentos indirectos sobre el origen y significado de Las cabezas trofeo nasca

Las cabe1,as troreo son relativamente raras y su contexlo arqueohígico es a menuJo


pobre , por eso ha sido difícil determinar su filiación élnica . Los estudios tradicionale s de
distancia biológica basados en rasgos métricos y no mélricos no son posibles de aplicar
porque los restos están a menudo muy incompletos. Frecuentemente, gran parte del
neurocráneo ha sido removido durante el proceso de claboracicín de la cabc1.a 1rorco, y los

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Kathleen Forgey y S/oan R. Williams: Cabezas trofeo nasca

tejidos blandos pueden cubrir los huesos restantes. En consecuencia, los investigadores
han utilizado más información indirecta para estudiar el problema del origen y significado de
las cabezas trofeo, examinando demografía, causa de muerte, contexto funerario, rasgos
culturales asociados y métodos de preparación.

Tabla 5. Contexto arqueológico


No. Sitio Fase Base oara fecha Contexto Grado de disturbio
1 Aia Nasca 2-3 Fragmento de cerámica de la tumba Ofrenda Intacto
2 Cahuachi desconocido No t>Osible Suoerficie Comoletamente
3 Cahuachi HM/lca Textiles de la tumba Tumba Parcialmente
4 Cahuachi HM/lca Textiles de la tumba Tumba Parcialmente
5 Cahuachi HM/lca Textiles de la tumba Tumba Parcialmente
6 Cahuachi HM/lca Textiles de la tumba Tumba Parcialmente
7 Cahuachi HM/lca Textiles de la tumba Tumba Parcialmente
8 Cah uachi HM/lca Textiles de la tumba Tumba Parcialmente
9 Cahuachi Nasca 1-3 (?) Otras tumbas cerca de la tumba Tumba Parcialmente
10 Cahuachi Nasca 1-3 Otras tumbas cerca de la tumba Ofrenda Intacto
11 Cahuachi Nasca 1-3 Otras tumbas cerca de la tumba Ofrenda Intacto
12 Cantayo Nasca 1-3 Fragmentos de cerámica de la tumba Tumba(?) Desconocido
13 Cantavo Nasca 1-2 Contentos de la tumba Estructura(?) Desconocido
14 Las Cañas Desconocido No pasible Suoerficie Desconocido
15 Maioro Chico Nasca 3 Fragmento de cerámica de tumba Estructura Desconocido
16 Majoro Chico Nasca Otras tumbas cerca de la tumba Estructura Intacto
17 Paredones Nasca 7/ HM Contenidos de la tumba Tumba Parcialmente
18 Paredones Nasca 7/ HM Contenidos de la tumba Tumba Parcialmente

Se ha presentado la distribución de sexo y edad de las cabezas trofeo como evidencia


tanto a favor como en contra de que los enemigos fueron la fuente de origen de las cabezas.
Muchos investigadores han argumentado que la predominancia de individuos jóvenes de
sexo masculino indica que la guerra es la fuente de provisión de cráneos trofeo. Verano
( 1995) presenta el caso más fuerte para su argumentación, al indicar que el 85 % de las 84
cabezas trofeo que él estudió eran de varones adultos. En contraste, Coelho ( 1972; también
Neira Avedaño y Coelho 1972) nota que la muestra que ella excavó en Chaviña, como la
muestra de Tell o ( 1918), incluye tanto mujeres como niños. Drusini y Baraybar ( 1991) presen-
taron una ofrenda de cabezas trofeo de Cahuachi, que incluye dos varones, cuatro mujeres
y un niño . La colección Kroeber, que presentamos aquí, también incluye mujeres y niños.
Dos (20 % ) de los diez adultos cuyo sexo pudo ser determinado son mujeres. Cuatro cabezas
(22 % ) son subadultos y niños. Sin embargo, la presencia de mujeres y niños en la muestra no
significa necesariamente que las cabezas fueran obtenidas por medio de prácticas no relacio-
nadas con la guerra. Por el contrario, su presencia puede indicar que las incursiones bélicas
eran una práctica común.
A menudo se usa el trauma perimortem como evidencia de guerra. Una alta frecuencia
de trauma periinortem en el cráneo en colecciones de cabezas trofeo sería una evidencia
poderosa de que las cabezas fueron tomadas en batalla, pero se ha encontrado pocos ejem-
plos de trauma perimortem en cabezas trofeo. Sólo una de las 48 cabezas trofeo del Cerro
Carapo presenta una fractura craneal que ocurrió en el momento de muerte o muy próximo a

Nº 36, primer semestre del 2003 251


Artículos, notas y documentos

dicho momento (Silverman 1993:223). De la misma forma, sólo una de las tres fracturas
craneales observadas en la colección Kroeber presentaba el patrón de fractura en espiral
típica del trauma perimortem . La muerte violenta puede ocurrir de varias maneras que no
producen trauma craneal y fracturas de compresión clásicas, por esto no podemos conside-
rar la rareza de trauma craneal como evidencia de que las cabezas fueron toriiadas en activi-
dades no relacionadas con la guerra.
En un tema relacionado, Baraybar (1987; Drusini y Baraybar 1991) cree que el sangra-
do ritual previo a la decapitación puede explicar las incisiones observadas en cueros cabellu-
dos de algunas cabezas trofeo e interpreta estas marcas como evidencia de sacrificio huma-
no. Verano ( 1995) nota correctamente, sin embargo, que es extremadamente difícil determinar
la diferencia entre cortes pre y postmortem. Más aún, las víctimas de sacrificios humanos no
tienen que ser prisioneros enemigos y frecuentemente no lo han sido en la prehistoria andina
(Verano 1995: 190). En consecuencia, si se puede identificar el sangrado ritual en los restos,
esto proveerá información importante sobre prácticas culturales, pero su presencia no puede
ser utilizada como evidencia de la identidad de la víctima.
Coelho ( 1972; Neira Avedaño y Coelho 1972) ha argumentado que los contextos
mortuorios revelan aspectos de las intenciones de los hacedores de cabezas trofeo. Ella
considera que la ubicación de las cabezas trofeo de Chaviña, en lo que ella cree que es una
estructura ceremonial, evidencia una función ritual no necesariamente relacionada con la
guerra. Además, Coelho nota que a menudo las cabezas trofeo reciben un tratamiento mor-
tuorio similar a individuos nasca, Jo que también sugiere una identidad étnica compartida.
Tanto Silverman como Kroeber encontraron cabezas trofeo asociadas con estructuras en
tres sitios del valle de Nazca. Silverman encontró dos cabezas trofeo en Cahuachi y Kroeber
encontró una en Majoro Chico y una en Cantayo Cax.
Tanto Coelho (1972; Neira Avedaño y Coelho 1972) como Tello (1918) han argumen-
tado que el estilo característico de deformación "nasca" de las cabezas trofeo demuestra una
identidad étnica compartida, pero, de hecho, este estilo de deformación está definido ambi-
guamente en la literatura. Generalmente, los investigadores están de acuerdo en que la
deformación nasca es una forma anteroposterior, pero otra clasificación difiere de acuerdo al
investigador. Orefici (1993), Drusini y Baraybar ( 1991) y Pezzia Assereto ( 1968) la definen de
manera muy restringida como tabular oblicua. Weiss ( 1961 :44, 90) clasifica a la deformaci ón
nasca como un estilo frontal que puede producir considerable variación en la deformación
posterior. Allison y colegas ( 1981) caracterizan la deformación nasca como producida por
dos tipos de aparatos deformantes que resultaron en cuatro estilos diferentes. Kroeber (s/f
b:26) reportó que la deformación frontal nasca reflejaba variaciones locales y tal vez tempo-
rales de costumbres dentro de los límites geográficos y cronológicos de una cultura más
extensa. Las cabezas trofeo que él recuperó en sus excavaciones presentan formas tanto
verticales como oblicuas de deformación anteroposterior, y ocasionalmente ocurrían en el
mismo sitio (Cantayo).
La deformación nasca abarca demasiadas variaciones como para ser utilizada como
un identificador étnico sin estudios más cuidadosos. Más aún, si es estilo "nasca" puede ser
identificado, Verano ( 1995) acertadamente argumenta que la guerra en esta área pudo haber
sido de naturaleza intraétnica. Por lo tanto, los grupos podían compartir las mismas preferen-
cias de deformación craneana y aun ser considerados "enemigos" entre sí.

252 Revista Andina


Kathleen Forgey y S/oan R. Williams: Cabezas trofeo nasca

Guillén ( 1992) y Verano ( 1995) enfatizan la importancia del tiempo y esfuerzo inverti-
dos para preparar las cabe~as trofeo. Guillén cree que este tipo de atención debió ser más
pródiga en parientes que en enemigos, y ella argumenta que se puede explicar mejor la
presencia de estas cabezas trofeo como un culto a los antepasados. Por otro lado, Verano, a
pesar de que está de acuerdo en que las cabezas trofeo tienen importancia ritual más allá de
ser un simple trofeo de batalla, permanece convencido de que los enemigos son su fuente
más probable. Es claro que se necesita un entendimiento exhaustivo del proceso de elabora-
ción de trofeos, pero la preparación elaborada no es necesariamente un argumento a favor o
en contra del uso de enemigos muertos en la guerra para hacer trofeos . Proulx (1971; 1989) ha
utilizado la analogía etnográfica para argumentar de manera contundente que la guerra fue la
fuente principal de obtención de las cabezas, haciendo notar las similitudes entre las cabezas
trofeo nasca preparadas de una manera muy elaborada y las cabezas reducidas hechas por
los indios jíbaros de Ecuador. Proulx cree que, así como los jíbaros practicaban redadas y
caza de cabezas para obtener el control del alma del otro, los nascas creían que el tomar
posesión de una cabeza incrementaba su poder personal.
Ninguno de estos argumentos puede contestar las preguntas fundamentales sobre el
origen de las cabezas. La predominancia de individuos masculinos jóvenes es un buen
argumento para indicar que son muertos en guerras, pero la presencia de individuos femeni-
nos y niños no puede ser utilizada para argumentar en contra de la guerra como fuente . La
evidencia de muerte violenta es reveladora, pero su rareza en el registro osteológico debe ser
esperada y no indica que la guerra no fuera la fuente. El contexto y la inversión de costo de
los trofeos hacen que ambos sugieran un rol más importante para las cabezas que las de
meros trofeos de guerra, pero los que argumentan que las cabezas fueron de enemigos no
están sugiriendo que estas cabezas fueron recuerdos privados coleccionados por guerreros
individuales y no tienen un significado mayor. La evidencia de guerra como la fuente de
obtención de cabezas incluye numerosas referencias iconográficas, la preponderancia de
cabezas trofeo de individuos masculinos jóvenes y la analogía etnográfica. Carmichael ( 1988;
1995) ha sido un partidario eficaz de la posición del culto a los antepasados destacando la
evidencia de culto a los antepasados en lugar de construir sólo un argumento negativo en
contra de la guerra. Primero, él reporta el caso de la excavación de Kroeber en Cahuachi de
una cabeza removida del cuerpo una vez que ya había sido momificado. En segundo lugar,
Carmichael ( 1988:374-375) reporta varios casos de restos decapitados o en partes encontra-
dos en tumbas aparentemente intactas, tal como una de las tumbas que Doering excavó en
Cahuachi. En esa tumba faltaba la parte superior del cuerpo, pero Doering no pudo encontrar
evidencia de perturbaciones exteriores y los troncos del techo estaban intactos, lo que
sugiere entradas posteriores a las tumbas como parte del programa mortuorio. Si estas
tumbas no fueron realmente disturbadas por saqueos posteriores, sugiere que las partes del
cuerpo humano fueron utilizadas como objeto de veneración durante este período. Final-
mente, Carmichael ( 1988:379-381) describe dos vasijas de cerámica que poseen imágenes de
lo que él inte~reta como culto a los antepasados. Estos posibles ejemplos de uso ritual de
partes del cuerpo humano, combinados con representaciones iconográficas y referencias
etnohi stóricas de culto a los antepasados en los Andes, proveen el argumento más contun-
dente de que estas cabezas trofeo fueron obtenidas para efectos del culto.

Nº 36, primer semestre del 2003 253


Artículos, notas y documentos

Variación temporal y funcional en hallazgos de cabezas trofeo e iconografía


El origen de las cabezas trofeo nasca no puede ser determinado a partir de argumen-
tos indirectos basados en información iconográfica, arqueológica y osteológica. Sin embar-
go, podemos tener ideas importantes para su estudio y proveer por lo menbs parte de la
explicación de la gran variabilidad que se ve en la iconografía, contextos arqueológicos y
atributos físicos de las cabezas trofeo. Primero, tres líneas de evidencia -iconografía, compo-
sición demográfica y método de descarte- implican que el significado de las cabezas trofeo
en la sociedad nasca cambió con el tiempo. Segundo, la variación en métodos de preparación
de cabezas trofeo sugiere que estas fueron preparadas por medios diversos para ocupar
diferentes funciones en diferentes contextos.
Silverman y Browne 1 correlacionan los cambios en la iconografía a través del tiempo
con un incremento en el predominio de las cabezas trofeo. En los períodos tempranos las
cabezas trofeo estaban asociadas con seres míticos , pero aparecen vinculadas con guerre-
ros y guerra en períodos posteriores. La frecuencia más alta de imágenes de cabezas trofeo
se da en los períodos más tempranos y es inversamente proporcional al número real de
cabezas trofeo encontradas, que se incrementa con el tiempo. Silverman (1993:223) sugiere
que la caza de cabezas se volvió más "secularizada" con el tiempo. Ella y Browne et al.
( 1993:291) enfatizan la asociación de cabezas trofeo con big meno "jefes" en la iconografía
nasca tardía y especulan que la cacería de cabezas fue usada para incrementar el status y
consolidar el poder de estas personas importantes.
El número de cabezas trofeo encontrado en los períodos posteriores se incrementa,
pero la muestra está influenciada numéricamente por la ofrenda de Cerro Carapo, que posee
unas 48 cabezas y forma aproximadamente un tercio de todas las cabezas trofeo conocidas.
Como es un hallazgo único, resulta difícil saber si refleja adecuadamente las prácticas de este
período. Otros hallazgos de Nasca Tardío incluyen sólo una o dos cabezas trofeo, y varias de
las otras ofrendas grandes de cabezas trofeo (Drusini y Baraybar 1991; Pezzia Assereto 1968)
datan de Paracas Tardío y épocas nascas tempranas. De Leonardis (2000) sugiere que no
sólo el número de cabezas, sino también el número de cabezas por ofrenda se incrementa con
el tiempo. Sin embargo, los mismos problemas se aplican a su argumento.
La variación de otros atributos en hallazgos de cabezas trofeo también sugiere que
las prácticas cambiaron con el tiempo. Por ejemplo, la composición demográfica muestra
diferencias temporales. Las cabezas trofeo más tempranas, descritas por Tell o ( 1918), Coelho
(1972), Drusini y Baraybar ( 1991) y Williams et al. (2001) contienen individuos masculinos,
femeninos y niños. Los hallazgos de cabezas trofeo más tardíos, descritos por Strong (Browne
et al. 1993; 1957) y Silverman (1993)-incluyendo ofrendas como la de Cerro Carapo descritas
por Browne y colegas ( 1993) y Verano (1995)-son predominantemente de individuos mascu-
linos jóvenes. Estas diferencias temporales en la composición de la muestra pueden deberse
a cambios en patrones de guerra, o pueden indicar cambios más importantes en el rol y
significado de las cabezas trofeo en la ideología nasca.
En la colección Kroeber y en otras, los métodos de descarte de las cabezas trofeo
varían. Se ha encontrado cabezas trofeo en ofrendas, tumbas y estructuras. Desafortunada-

Silverman 1993; Browne et al. 1993.

254 Revista Andina


Kathleen Forgey y Sloan R. Williams: Cabezas trofeo nasca

mente, varios factores conspiran para hacer difícil el patrón de identificación. Primero, mu-
chas cabezas trofeo fueron recuperadas de contextos saqueados o fueron encontradas hace
muchos años, cuando los métodos de campo eran diferentes y la documentación era menos
detallada. Segundo, muchas cabezas trofeo fueron enterradas en pozos simples sin otros
bienes mortuorios, por eso son raros los artefactos que sirvan de herramientas de diagnós-
tico para el contexto. Finalmente, el pulido por desgaste encontrado en partes de las cabezas
trofeo, donde las cuerdas estaban adheridas o los huesos estaban unidos entre sí, indica que
al menos algunas de las cabezas fueron exhibidas o usadas por largos períodos de tiempo.
Por ende, la variación temporal de sus estilos de preparación puede estar oscurecida si las
cabezas hechas siguiendo reglas antiguas fueron descartadas en períodos posteriores.
En esta área del mundo donde el saqueo ha ocurrido durante siglos puede ser difícil
la identificación de tumbas como intactas o perturbadas. La perturbación de una tumba
dificulta decir si las cabezas trofeo fueron enterradas en tumbas o no, y el reingreso intencio-
nal a las tumbas, como parte del programa mortuorio, se vuelve aún más difícil de identificar.
Las notas de Kroeber probablemente son típicas del período en el que él describía a menudo
excavaciones de lo que deberían haber sido contextos perturbados sin realmente identificar-
los como saqueados. Por ejemplo, a pesar de que Kroeber no lo dijo, el Espécimen 12 fue muy
probablemente recuperado de un entierro perturbado. El área donde se encontró la cabeza
trofeo había sido notablemente saqueada. La cabeza trofeo fue encontrada en una gran
vasija de cerámica usada en otros lugares para contener restos humanos, pero no se encon-
tró ningún cuerpo. El cráneo y la mandíbula no fueron encontrados juntos; y la bóveda
superior de la cabeza trofeo está deteriorada, lo que sugiere que estuvo parcialmente expues-
ta a la superficie. Otro ejemplo es que no se encontró ningún cuerpo en la gran tumba
rectangular de adobe en Cahuachi, donde se recuperaron otras seis cabezas trofeo
(Especímenes 3-8), pero sabemos que estas estructuras fueron originalmente tumbas porque
se encontraron otras intactas en otros lugares del sitio (Carmichael 1988; Doering 1958).
Estas tumbas han sido sistemáticamente saqueadas y rara vez contienen esqueletos huma-
nos en la actualidad (Silverman 1993).
Aunque existen dificultades en la interpretación, algunos cambios temporales en las
prácticas de descarte son sugeridos por la evidencia publicada hasta la fecha. Las ofrendas
de cabezas aparecen a lo largo del Período Intermedio Temprano, pero los entierros de
cabezas trofeo en estructuras parecen ser más comunes en las fases tempranas de Período
Nasca. La práctica de incluir cabezas trofeo en tumbas es más típica de las fases tardías. Si
esta tendencia, aunque sea débil, se consolida a medida que se van encontrando más cabe-
zas trofeo, la sugerencia de Verano ( 1995) de que las ofrendas y entierros en estructuras
implican un sentido de propiedad corporativa de las cabezas trofeo puede aplicarse a las
fases tempranas pero no a las tardías . De Leonardis (2000) también sugiere que hay cambios
temporales en patrones de descarte, pero ella enfatiza algunas variables; por ejemplo, el
número de cabezas por ofrenda y la presencia o ausencia de bienes mortuorios.
Los tres tipos de cabezas trofeo observadas en la colección Kroeber no muestran un
patrón de distribución temporal o geográfico. El tipo 1, más común (Figuras 3 y 4 ), fue
encontrado en todos los contextos arqueológicos, y en todos los sitios excepto Majoro
Chico. Los tipos menos comunes #2 (N=4, Figuras 5 y 6) y #3 (N=2, Figuras 7 y 8) se
encuentran en Cantayo, Majoro Chico y Cahuachi. Una cabeza trofeo tipo 2 fue encontrada

Nº 36, primer semestre del 2003 255


Artículos, notas y documentos

en una tumba saqueada en Cantayo. Una cabeza del tipo 2 y una del tipo 3 fueron halladas en
pozos cerca de un muro de adobe en Majoro Chico. Una cabeza de tipo de preparación 2 y
una de tipo 3 fueron encontradas juntas en una ofrenda en el Cementerio G en la cima del
montículo A de Cahuachi . Una última cabeza trofeo del tipo 2 fue encontrada en una tumba
del Período Intermedio Tardío, en la base del montículo A de Cahuachi, coi\ cinco cabezas
trofeos preparadas en el tipo 1.
Las cabezas trofeos pudieron haber sido guardadas para uso ritual a largo plazo, lo
que oscurecería cualquier tendencia temporal existente. Sin embargo, la variación observada
en la preparación es también consistente con el uso de cabezas trofeo para más de un
propósito (por ejemplo, para ser utilizada en funciones múltiples). Las cabezas trofeo pudie-
ron haber sido preparadas de forma diferente, dependiendo de cómo serían utilizadas o
exhibidas en ceremonias o situaciones específicas. El pulido por uso se observa más común-
mente en las pequeñas perforaciones del primer tipo. Las perforaciones grandes de los tipos
2 y 3 están a menudo cubiertas con resina y no muestran evidencia de desgaste . Sin embar-
go, el pulido de desgaste está presente en un espécimen de tipo 2, y Kroeber (1998:50), en su
informe de excavación, registró la presencia de una cuerda adherida a la cabeza, para llevar
la cabeza. El tipo 2, con los forámenes magnum agrandados mínimamente, hubiera podido
caber en el extremo de un palo, pero no observamos pulido por desgaste en la apertura
posterior ni en la superficie interior de la bóveda craneana para sugerir que estos tipos
fueron utilizados de esa manera. La única evidencia de método de exhibición son las imáge-
nes iconográficas. En ellas, a menudo se representa a la gente sosteniendo cabezas trofeo
con una cuerda o por el cabello (por ejemplo, Lapiner 1976), y menos comúnmente con las
cabezas adheridas a la ropa (Blasco Bosqued y Ramos Gómez 1985:24-25) o suspendidas de
un palo (Blasco Bosqued y Ramos Gómez 1980: 159).

Conclusiones
Este estudio muestra que los análisis osteológicos estándar no pueden resolver
adecuadamente la pregunta si las cabezas trofeo nasca fueron hechas con cabezas tomadas
de enemigos o de antepasados. Identificar la etnicidad de esas cabezas requiere métodos
designados para identificar identidad cultural y biológica. Los estudios tradicionales de
distancia biológica no son apropiados en este caso porque el material es incompleto y Je
faltan muchos de los rasgos necesarios para esos tipos de análisis. En teoría, los estudios de
deformación craneana podrían ser utilizados para identificar afiliación étnica, pero los méto-
dos no están suficientemente estandarizados como para identificar diferencias entre estos
grupos. Además muchos de los cráneos están muy incompletos.
Los estudios de ADN antiguo deberían ser un método excelente para la identificación
de etnicidad de las cabezas trofeo por varias razones. Primero, estos métodos no se ven
afectados por elementos que faltan o que están incompletos. Segundo, es probable que el
ADN esté bien preservado en huesos y dientes de esta área desértica. Finalmente, permite
medir directamente las relaciones genéticas entre individuos y grupos no ocultados por
factores ambientales y de desarrollo que los compliquen. Sin embargo, los estudios de ADN
antiguo deben ser llevados a cabo en conjunto con un análisi s osteológico cuidadoso y
documentación arqueológica. La variación temporal y espacial identificada por estos últimos

256 Revista Andina


Kathleen Forgey y Sloan R. Williams: Cabezas trofeo nasca

medios debe ser considerada cuando se elijan muestras para análisis genético a fin de reducir
los efectos de tiempo y espacio en la variación observada. De hecho, nosotros llevamos a
cabo el estudio osteológico presente a fin de evaluar la importancia de estas variables antes
de iniciar el estudio del ADN antiguo.2
Ya no se puede considerar adecuadamente a las cabezas trofeo como una categoría
homogénea de artefactos, aunque altamente especializados. Existe evidencia sustancial de
variación temporal y de preparación, que debemos remarcar si queremos entender la función
y significado de las cabezas trofeo nasca. La variación observada en el método de prepara-
ción en esta muestra no puede ser descartada como "elección individual" por parte del
preparador. Más bien, varios grupos tuvieron cada uno ideas específicas sobre cómo debe
ser hecha una cabeza trofeo, y por lo tanto ideas diferentes sobre su significado y función.
El análisis de la colección Kroeber muestra que las suposiciones hechas en el pasado no
explican adecuadamente la variabilidad observada, pero las generalizaciones que se hagan
sobre esta muestra particular no pueden ser aplicadas a otras muestras. Estudios futuros que
incrementen el tamaño de la muestra y cubran una región más amplia pueden reproducir los
patrones de variación observados aquí y revelar nuevos patrones. Finalmente, para propor-
cionar un panorama más completo del rol complejo que tuvieron las cabezas trofeo en la
sociedad nasca se necesitará la combinación de métodos arqueológicos, osteológicos y
genéticos.

Agradecimientos
Esta investigación fue realizada gracias a un acuerdo cooperativo entre los Departa-
mentos de Antropología del Museo Field de Historia Natural y el de la Universidad de Illinois
en Chicago (UIC). Deseamos agradecer a las siguientes personas por su contribución :
Jonathan Haas, quien nos dio permiso para estudiar la colección; Will Grewe-Mullins y
Janice Klein, que nos ayudaron al proveernos acceso al material osteológico y etnográfico;
John Weinstein, fotógrafo del Museo Field, y Rad Brod, cartógrafo del Departamento de
Antropología (UIC). También queremos agradecer a Brian Bauer y a Helaine Silverman por
sus comentarios de partes del texto y a Martín Giesso por su traducción.

Kathleen Forgey y Sloan R. Williams


Universidad de lllinois en Chicago

2 El estudio de ADN antiguo se está llevando a cabo en estos momentos y formará la base de la tesis
doctoral de la autora principal.

Nº 36, primer semestre del 2003 257


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