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osteológicas y arqueológicas de la
colección Kroeber
Introducción
Las cabezas trofeo son cabezas humanas que han sido removidas del resto del cuer-
po en el momento de la muerte o posteriormente. A diferencia de las famosas cabezas redu-
cidas de los jíbaros de la Amazonía, las cabezas trofeo nasca conservan el cráneo así como
los tejidos blandos que lo rodean . La preparación de cabezas nasca a menudo incluía el cierre
de los labios y/o párpados del individuo con espinas de cactus (Acacia macracantha), el
rellenado de las órbitas oculares con tejido liso de algodón y el corte de la piel debajo de la
mandíbula para insertar algodón tejido liso.
Característicamente, se perforaba el hueso frontal del cráneo para permitir que se
añada una cuerda de suspensión, y se removía una porción de la base del cráneo, aunque la
cantidad varía ampliamente, probablemente para facilitar la remoción del cerebro y otros
tejidos blandos (Baraybar 1987; Coelho 1972; Drusini y Baraybar 1991; Seeman 1988).
Los especímenes de la colección Kroeber, que están albergados en el Museo Field en
Chicago y que serán descritos aquí, ahora han perdido la mayor parte del tejido blando
exterior. Las tir~s de tejido blando que permanecen en la mayoría de las cabezas indican que
el responsable de la condición presente de las piezas es la desintegración, y no la remoción
intencional, por eso es que se llamarán cabezas trofeo y no cráneos, para indicar su estado
original. Esta explicación concuerda con el hecho de que la iconografía paracas y nasca
representa sólo cabezas trofeo, nunca cráneos (Verano 1995).
Max Uhle (1914) fue el primero en utilizar el término "cabeza trofeo", asumiendo que
las cabezas eran trofeos de los enemigos caídos tomados en batalla. Casi inmediatamente
Julio C. Tell o ( 1918) examinó varias cabezas trofeo y concluyó que las cabezas eran símbo-
los importantes de poder religioso y social, y no simples trofeos de guerra. Tell o argumen-
tó que la presencia de mujeres y niños en la muestra, junto con el hecho de que todas las
cabezas presentaban la deformación "nasca", indicaba que era improbable que las cabezas
fueran tomadas de enemigos muertos. Por lo tanto, estas dos figuras centrales de la ar-
queología peruana fueron los primeros en sentar las bases de la controversia que continúa
actualmente.
Antecedentes
que forzaron a la gente nasca a vivir en grandes asentamientos ubicados cerca de una serie
de acueductos subterráneos que ellos construyeron para tener acceso a nuevas fuentes de
agua (Schreiber 1998). Los dramáticos cambios sociales y políticos que acompañaron a estos
cambios de asentamientos indudablemente influenciaron en todos los aspectos de la vida
social, política y religiosa nasca. No sería sorprendente encontrar evidencia de estos cam-
bios también registrada en artefactos tales como las cabezas trofeo.
~ .
La colección Kroeber
Durante dos expediciones en 1925 y 1926, Kroeber recolectó 18 cabezas trofeo (Tabla
2). Éstas fueron encontradas en seis sitios: Aja (N= 1), Cahuachi (N= 1O), Cantayo (N=2), Las
Cañas (N= 1), Majoro Chico (N=2) y Paredones (N=2) (Figura 1). Las notas de campo de
Kroeber (s/f.a) demuestran que él estaba bien al tanto de los criterios necesarios para que un
cráneo sea clasificado como cabeza trofeo. Él registró cuidadosamente para cada espécimen
recolectado la ubicación de la perforación frontal. A pesar de que tres de los 18 cráneos que
Kroeber llevó a los Estados U nidos (Especímenes 1, 11 y 18) están muy incompletos, los
incluimos en nuestro análisis debido a sus excelentes descripciones. El Espécimen 18 está
tan fragmentado que lo excluimos de la discusión de los resultados.
Registramos para cada espécimen una serie de observaciones estándar siguiendo los
lineamientos de Buikstra y Ubelaker ( 1994): la presencia y condición, estimación de la edad
y sexo, deformación craneana, patología y otros rasgos, modificación perimortem y conteni-
do arqueológico y artefactos asociados (para una descripción más detallada del análisis
osteológico ver Williams et al. 2001 ). Las cabezas trofeo han perdido los tejidos blandos
externos y la mayoría de los cráneos están en excelente condición. A menudo hay tiras de
tejidos blandos: En la Tabla 2 se registran la edad, sexo y forma craneal de cada individuo. La
Tabla 3 resume la estimación de la edad y sexo para cada una de las cabezas trofeo y las
presenta por sitio. Hay 14 adultos, 2 subadultos y 2 niños . Siete de los adultos son de sexo
masculino, uno es probablemente masculino, dos son femeninos y el sexo de los cuatro
Adultos
Sitio Subadulto Niño Total
Masculino Femenino Sexo(?)
Aja 1 - - - - 1
Cahuachi 3 2 3 1 1 10
Cantayo - - - 1 1 2
Las Cañas 1 - - - - 1
Maioro Chico 2 - - - - 2
Paredones 1 - 1 - - 2
Total 8 2 4 2 2 18
detalle en otra publicación (Williams et al. 2001 ). La mayoría de las superficies de la bóveda
craneana y de la mandíbula tienen marcas de cortes (Especímenes 2, 4- 14 y 16-17). Se aplicó
resina a las márgenes cortadas de los huesos de las áreas posteriores agrandadas, y a los
bordes de las perforaciones más grandes del frontal en los Especímenes 3, 4, 7, 12, 13 y 17 . En
las órbitas y/o aberturas nasales de los Especímenes 4, 5 y 7 hay almohadillas de gasa. Durante
las excavaciones, Kroeber ( 1998:50) notó también la presencia de almohadillas de gasa en las
órbitas del Espécimen 16, pero esas almohadillas no están presentes en la colección.
4.5, ······································--·······································································································································-·····································-·····································
3.5 +--~~~~~~~---1----~~~~~~~~~~~~~~----l
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~ 3 +--~~~~~~~---1----~~~~~~~~~~~~~~----l
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2 3 4 5 6 7 B 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21
diámetro en mm
Coelho ( 1972) sugirió que las cahc;as trofeo fueron recolectadas con varios propósi -
tos. Pudieron haher servido como símbolos e.le látilic.lac.l, objetos ele culto o algún otro
propósito religioso, como trofeos e.le enemigos ele guerra, o como la causa o resultado del
sacril"icio hum\mo. El registro iconogrürico provee apoyo a cae.la uno e.le los propósitos
sugeridos por Coclho. Peters ( 1991 :311) propone que las imágenes e.le las cabC1.as trofeo en
la iconografía de Paracas Tardío y Nasca Temprano se muestran "con caLadores/guerreros,
con l"rijoles y l"iguras de l"elinos/monos, y con cóndores e im.ígenes e.le sacrificio huma1rn"
que indican una relacicín silllhcílica entre las cabe1.as trofeo y la guerra. f<.:rtilidad y sacrific1u
humano. Proulx ( 1989) nota que las cabc1.as trofeo parecen ser un lcllla iconogrMico donde
subya<.:en print:ipios de nacimiento, regeneración y fertilidad. además de muerte. Silverlllan
( 1993: cap. 15) y Carmichael ( 1995) proponen que la imaginería de la iconografía paracas)
Nasca Temprano muestra una rela<.:i<Ín entre <.:ahc;.as trofeo. antepasados y principios de
muerte y regeneración cíclica. En las épocas nasca posteriores. las imágenes de cahe1as
trofeo aparecen más frecuentemcnte en contextos relacionadus con la guerra (Roark I W15:
Sawycr 1966: Zuidema 1972).
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5 cm 1=7022..'i
Los importantes trabajos de Coclho ( 1972) y Neira Avcdaño y Coclho ( 1972) han
ª) udado a formular el debate sobre el significado de las cabezas trofeo, pero también ilustra
ccímo mc1clar las discusiones de origen. propósito y significado ha hecho que la intcrpreta-
ciun se vuelva difícil. Cada uno de estos temas debe ser abordado separadamente, a la ve1.
que se dehc reconocer que tienen propiedades interrelacionadas. En primer lugar, ¡,de dónde
se obtenían las cahc1.as·1 ¡_Pertenecían a enemigos, antepasados muertos o víctimas de sacri-
l"icios que podrían haber sido enemigos o miembros de la misma comunidad? En segundo
1
Jugar. 1.Cl.llllO y por qué fueron utili1.adas las cahc1.as·/ ¿_En qué tipos de actividades o ceremo-
nias se utili1.aha11 ·1 Finalmente. ¡_qué conceptos simboli1.aban las cabctas en estos contcx-
to,·1 ¡ Simholi1ahan la fertilidad. el poder. triunfos militares, continuidad entre el pasado y el
presente. re\erencia por los muertos o alguna combinación de estos conceptos·> ¡,Tuvieron
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'i cm
las cabezas distinto significado de acuerdo al contexto·> El origen de e~tas cabe;,as es parte
del tema más extenso del significado simbólico que tuvieron. De hemos hacer una distinc1<'in
cuidadosa entre origen y significado, particularmente cuando estamos basündonos en in/()r-
maci<Ín indirecta para hacer nuestra argumentación.
La mayoría de los investigadores se ha concentrado en el tema del origen, ya sea que
las cabe;,as fueran tomadas de miembros de la misma comunidad. como sería el caso del culto
de los antepasados, o de gente clcf'inida como "enemigos", que serían candidatos probables
para trol'cos de guerra. Hay muchos argumentos similares relacionados con el significado del
r
.•
5 cm
canihalismo en otras sociedades, pero es crí!lco saber si las cahe1.as pertenecieron a miem-
hro, de la propia comunidad o a un grupo definido como el "enemigo" para entender su
significado y función en la sociedad nasca .
5 t:fll / ,
tejidos blandos pueden cubrir los huesos restantes. En consecuencia, los investigadores
han utilizado más información indirecta para estudiar el problema del origen y significado de
las cabezas trofeo, examinando demografía, causa de muerte, contexto funerario, rasgos
culturales asociados y métodos de preparación.
dicho momento (Silverman 1993:223). De la misma forma, sólo una de las tres fracturas
craneales observadas en la colección Kroeber presentaba el patrón de fractura en espiral
típica del trauma perimortem . La muerte violenta puede ocurrir de varias maneras que no
producen trauma craneal y fracturas de compresión clásicas, por esto no podemos conside-
rar la rareza de trauma craneal como evidencia de que las cabezas fueron toriiadas en activi-
dades no relacionadas con la guerra.
En un tema relacionado, Baraybar (1987; Drusini y Baraybar 1991) cree que el sangra-
do ritual previo a la decapitación puede explicar las incisiones observadas en cueros cabellu-
dos de algunas cabezas trofeo e interpreta estas marcas como evidencia de sacrificio huma-
no. Verano ( 1995) nota correctamente, sin embargo, que es extremadamente difícil determinar
la diferencia entre cortes pre y postmortem. Más aún, las víctimas de sacrificios humanos no
tienen que ser prisioneros enemigos y frecuentemente no lo han sido en la prehistoria andina
(Verano 1995: 190). En consecuencia, si se puede identificar el sangrado ritual en los restos,
esto proveerá información importante sobre prácticas culturales, pero su presencia no puede
ser utilizada como evidencia de la identidad de la víctima.
Coelho ( 1972; Neira Avedaño y Coelho 1972) ha argumentado que los contextos
mortuorios revelan aspectos de las intenciones de los hacedores de cabezas trofeo. Ella
considera que la ubicación de las cabezas trofeo de Chaviña, en lo que ella cree que es una
estructura ceremonial, evidencia una función ritual no necesariamente relacionada con la
guerra. Además, Coelho nota que a menudo las cabezas trofeo reciben un tratamiento mor-
tuorio similar a individuos nasca, Jo que también sugiere una identidad étnica compartida.
Tanto Silverman como Kroeber encontraron cabezas trofeo asociadas con estructuras en
tres sitios del valle de Nazca. Silverman encontró dos cabezas trofeo en Cahuachi y Kroeber
encontró una en Majoro Chico y una en Cantayo Cax.
Tanto Coelho (1972; Neira Avedaño y Coelho 1972) como Tello (1918) han argumen-
tado que el estilo característico de deformación "nasca" de las cabezas trofeo demuestra una
identidad étnica compartida, pero, de hecho, este estilo de deformación está definido ambi-
guamente en la literatura. Generalmente, los investigadores están de acuerdo en que la
deformación nasca es una forma anteroposterior, pero otra clasificación difiere de acuerdo al
investigador. Orefici (1993), Drusini y Baraybar ( 1991) y Pezzia Assereto ( 1968) la definen de
manera muy restringida como tabular oblicua. Weiss ( 1961 :44, 90) clasifica a la deformaci ón
nasca como un estilo frontal que puede producir considerable variación en la deformación
posterior. Allison y colegas ( 1981) caracterizan la deformación nasca como producida por
dos tipos de aparatos deformantes que resultaron en cuatro estilos diferentes. Kroeber (s/f
b:26) reportó que la deformación frontal nasca reflejaba variaciones locales y tal vez tempo-
rales de costumbres dentro de los límites geográficos y cronológicos de una cultura más
extensa. Las cabezas trofeo que él recuperó en sus excavaciones presentan formas tanto
verticales como oblicuas de deformación anteroposterior, y ocasionalmente ocurrían en el
mismo sitio (Cantayo).
La deformación nasca abarca demasiadas variaciones como para ser utilizada como
un identificador étnico sin estudios más cuidadosos. Más aún, si es estilo "nasca" puede ser
identificado, Verano ( 1995) acertadamente argumenta que la guerra en esta área pudo haber
sido de naturaleza intraétnica. Por lo tanto, los grupos podían compartir las mismas preferen-
cias de deformación craneana y aun ser considerados "enemigos" entre sí.
Guillén ( 1992) y Verano ( 1995) enfatizan la importancia del tiempo y esfuerzo inverti-
dos para preparar las cabe~as trofeo. Guillén cree que este tipo de atención debió ser más
pródiga en parientes que en enemigos, y ella argumenta que se puede explicar mejor la
presencia de estas cabezas trofeo como un culto a los antepasados. Por otro lado, Verano, a
pesar de que está de acuerdo en que las cabezas trofeo tienen importancia ritual más allá de
ser un simple trofeo de batalla, permanece convencido de que los enemigos son su fuente
más probable. Es claro que se necesita un entendimiento exhaustivo del proceso de elabora-
ción de trofeos, pero la preparación elaborada no es necesariamente un argumento a favor o
en contra del uso de enemigos muertos en la guerra para hacer trofeos . Proulx (1971; 1989) ha
utilizado la analogía etnográfica para argumentar de manera contundente que la guerra fue la
fuente principal de obtención de las cabezas, haciendo notar las similitudes entre las cabezas
trofeo nasca preparadas de una manera muy elaborada y las cabezas reducidas hechas por
los indios jíbaros de Ecuador. Proulx cree que, así como los jíbaros practicaban redadas y
caza de cabezas para obtener el control del alma del otro, los nascas creían que el tomar
posesión de una cabeza incrementaba su poder personal.
Ninguno de estos argumentos puede contestar las preguntas fundamentales sobre el
origen de las cabezas. La predominancia de individuos masculinos jóvenes es un buen
argumento para indicar que son muertos en guerras, pero la presencia de individuos femeni-
nos y niños no puede ser utilizada para argumentar en contra de la guerra como fuente . La
evidencia de muerte violenta es reveladora, pero su rareza en el registro osteológico debe ser
esperada y no indica que la guerra no fuera la fuente. El contexto y la inversión de costo de
los trofeos hacen que ambos sugieran un rol más importante para las cabezas que las de
meros trofeos de guerra, pero los que argumentan que las cabezas fueron de enemigos no
están sugiriendo que estas cabezas fueron recuerdos privados coleccionados por guerreros
individuales y no tienen un significado mayor. La evidencia de guerra como la fuente de
obtención de cabezas incluye numerosas referencias iconográficas, la preponderancia de
cabezas trofeo de individuos masculinos jóvenes y la analogía etnográfica. Carmichael ( 1988;
1995) ha sido un partidario eficaz de la posición del culto a los antepasados destacando la
evidencia de culto a los antepasados en lugar de construir sólo un argumento negativo en
contra de la guerra. Primero, él reporta el caso de la excavación de Kroeber en Cahuachi de
una cabeza removida del cuerpo una vez que ya había sido momificado. En segundo lugar,
Carmichael ( 1988:374-375) reporta varios casos de restos decapitados o en partes encontra-
dos en tumbas aparentemente intactas, tal como una de las tumbas que Doering excavó en
Cahuachi. En esa tumba faltaba la parte superior del cuerpo, pero Doering no pudo encontrar
evidencia de perturbaciones exteriores y los troncos del techo estaban intactos, lo que
sugiere entradas posteriores a las tumbas como parte del programa mortuorio. Si estas
tumbas no fueron realmente disturbadas por saqueos posteriores, sugiere que las partes del
cuerpo humano fueron utilizadas como objeto de veneración durante este período. Final-
mente, Carmichael ( 1988:379-381) describe dos vasijas de cerámica que poseen imágenes de
lo que él inte~reta como culto a los antepasados. Estos posibles ejemplos de uso ritual de
partes del cuerpo humano, combinados con representaciones iconográficas y referencias
etnohi stóricas de culto a los antepasados en los Andes, proveen el argumento más contun-
dente de que estas cabezas trofeo fueron obtenidas para efectos del culto.
mente, varios factores conspiran para hacer difícil el patrón de identificación. Primero, mu-
chas cabezas trofeo fueron recuperadas de contextos saqueados o fueron encontradas hace
muchos años, cuando los métodos de campo eran diferentes y la documentación era menos
detallada. Segundo, muchas cabezas trofeo fueron enterradas en pozos simples sin otros
bienes mortuorios, por eso son raros los artefactos que sirvan de herramientas de diagnós-
tico para el contexto. Finalmente, el pulido por desgaste encontrado en partes de las cabezas
trofeo, donde las cuerdas estaban adheridas o los huesos estaban unidos entre sí, indica que
al menos algunas de las cabezas fueron exhibidas o usadas por largos períodos de tiempo.
Por ende, la variación temporal de sus estilos de preparación puede estar oscurecida si las
cabezas hechas siguiendo reglas antiguas fueron descartadas en períodos posteriores.
En esta área del mundo donde el saqueo ha ocurrido durante siglos puede ser difícil
la identificación de tumbas como intactas o perturbadas. La perturbación de una tumba
dificulta decir si las cabezas trofeo fueron enterradas en tumbas o no, y el reingreso intencio-
nal a las tumbas, como parte del programa mortuorio, se vuelve aún más difícil de identificar.
Las notas de Kroeber probablemente son típicas del período en el que él describía a menudo
excavaciones de lo que deberían haber sido contextos perturbados sin realmente identificar-
los como saqueados. Por ejemplo, a pesar de que Kroeber no lo dijo, el Espécimen 12 fue muy
probablemente recuperado de un entierro perturbado. El área donde se encontró la cabeza
trofeo había sido notablemente saqueada. La cabeza trofeo fue encontrada en una gran
vasija de cerámica usada en otros lugares para contener restos humanos, pero no se encon-
tró ningún cuerpo. El cráneo y la mandíbula no fueron encontrados juntos; y la bóveda
superior de la cabeza trofeo está deteriorada, lo que sugiere que estuvo parcialmente expues-
ta a la superficie. Otro ejemplo es que no se encontró ningún cuerpo en la gran tumba
rectangular de adobe en Cahuachi, donde se recuperaron otras seis cabezas trofeo
(Especímenes 3-8), pero sabemos que estas estructuras fueron originalmente tumbas porque
se encontraron otras intactas en otros lugares del sitio (Carmichael 1988; Doering 1958).
Estas tumbas han sido sistemáticamente saqueadas y rara vez contienen esqueletos huma-
nos en la actualidad (Silverman 1993).
Aunque existen dificultades en la interpretación, algunos cambios temporales en las
prácticas de descarte son sugeridos por la evidencia publicada hasta la fecha. Las ofrendas
de cabezas aparecen a lo largo del Período Intermedio Temprano, pero los entierros de
cabezas trofeo en estructuras parecen ser más comunes en las fases tempranas de Período
Nasca. La práctica de incluir cabezas trofeo en tumbas es más típica de las fases tardías. Si
esta tendencia, aunque sea débil, se consolida a medida que se van encontrando más cabe-
zas trofeo, la sugerencia de Verano ( 1995) de que las ofrendas y entierros en estructuras
implican un sentido de propiedad corporativa de las cabezas trofeo puede aplicarse a las
fases tempranas pero no a las tardías . De Leonardis (2000) también sugiere que hay cambios
temporales en patrones de descarte, pero ella enfatiza algunas variables; por ejemplo, el
número de cabezas por ofrenda y la presencia o ausencia de bienes mortuorios.
Los tres tipos de cabezas trofeo observadas en la colección Kroeber no muestran un
patrón de distribución temporal o geográfico. El tipo 1, más común (Figuras 3 y 4 ), fue
encontrado en todos los contextos arqueológicos, y en todos los sitios excepto Majoro
Chico. Los tipos menos comunes #2 (N=4, Figuras 5 y 6) y #3 (N=2, Figuras 7 y 8) se
encuentran en Cantayo, Majoro Chico y Cahuachi. Una cabeza trofeo tipo 2 fue encontrada
en una tumba saqueada en Cantayo. Una cabeza del tipo 2 y una del tipo 3 fueron halladas en
pozos cerca de un muro de adobe en Majoro Chico. Una cabeza de tipo de preparación 2 y
una de tipo 3 fueron encontradas juntas en una ofrenda en el Cementerio G en la cima del
montículo A de Cahuachi . Una última cabeza trofeo del tipo 2 fue encontrada en una tumba
del Período Intermedio Tardío, en la base del montículo A de Cahuachi, coi\ cinco cabezas
trofeos preparadas en el tipo 1.
Las cabezas trofeos pudieron haber sido guardadas para uso ritual a largo plazo, lo
que oscurecería cualquier tendencia temporal existente. Sin embargo, la variación observada
en la preparación es también consistente con el uso de cabezas trofeo para más de un
propósito (por ejemplo, para ser utilizada en funciones múltiples). Las cabezas trofeo pudie-
ron haber sido preparadas de forma diferente, dependiendo de cómo serían utilizadas o
exhibidas en ceremonias o situaciones específicas. El pulido por uso se observa más común-
mente en las pequeñas perforaciones del primer tipo. Las perforaciones grandes de los tipos
2 y 3 están a menudo cubiertas con resina y no muestran evidencia de desgaste . Sin embar-
go, el pulido de desgaste está presente en un espécimen de tipo 2, y Kroeber (1998:50), en su
informe de excavación, registró la presencia de una cuerda adherida a la cabeza, para llevar
la cabeza. El tipo 2, con los forámenes magnum agrandados mínimamente, hubiera podido
caber en el extremo de un palo, pero no observamos pulido por desgaste en la apertura
posterior ni en la superficie interior de la bóveda craneana para sugerir que estos tipos
fueron utilizados de esa manera. La única evidencia de método de exhibición son las imáge-
nes iconográficas. En ellas, a menudo se representa a la gente sosteniendo cabezas trofeo
con una cuerda o por el cabello (por ejemplo, Lapiner 1976), y menos comúnmente con las
cabezas adheridas a la ropa (Blasco Bosqued y Ramos Gómez 1985:24-25) o suspendidas de
un palo (Blasco Bosqued y Ramos Gómez 1980: 159).
Conclusiones
Este estudio muestra que los análisis osteológicos estándar no pueden resolver
adecuadamente la pregunta si las cabezas trofeo nasca fueron hechas con cabezas tomadas
de enemigos o de antepasados. Identificar la etnicidad de esas cabezas requiere métodos
designados para identificar identidad cultural y biológica. Los estudios tradicionales de
distancia biológica no son apropiados en este caso porque el material es incompleto y Je
faltan muchos de los rasgos necesarios para esos tipos de análisis. En teoría, los estudios de
deformación craneana podrían ser utilizados para identificar afiliación étnica, pero los méto-
dos no están suficientemente estandarizados como para identificar diferencias entre estos
grupos. Además muchos de los cráneos están muy incompletos.
Los estudios de ADN antiguo deberían ser un método excelente para la identificación
de etnicidad de las cabezas trofeo por varias razones. Primero, estos métodos no se ven
afectados por elementos que faltan o que están incompletos. Segundo, es probable que el
ADN esté bien preservado en huesos y dientes de esta área desértica. Finalmente, permite
medir directamente las relaciones genéticas entre individuos y grupos no ocultados por
factores ambientales y de desarrollo que los compliquen. Sin embargo, los estudios de ADN
antiguo deben ser llevados a cabo en conjunto con un análisi s osteológico cuidadoso y
documentación arqueológica. La variación temporal y espacial identificada por estos últimos
medios debe ser considerada cuando se elijan muestras para análisis genético a fin de reducir
los efectos de tiempo y espacio en la variación observada. De hecho, nosotros llevamos a
cabo el estudio osteológico presente a fin de evaluar la importancia de estas variables antes
de iniciar el estudio del ADN antiguo.2
Ya no se puede considerar adecuadamente a las cabezas trofeo como una categoría
homogénea de artefactos, aunque altamente especializados. Existe evidencia sustancial de
variación temporal y de preparación, que debemos remarcar si queremos entender la función
y significado de las cabezas trofeo nasca. La variación observada en el método de prepara-
ción en esta muestra no puede ser descartada como "elección individual" por parte del
preparador. Más bien, varios grupos tuvieron cada uno ideas específicas sobre cómo debe
ser hecha una cabeza trofeo, y por lo tanto ideas diferentes sobre su significado y función.
El análisis de la colección Kroeber muestra que las suposiciones hechas en el pasado no
explican adecuadamente la variabilidad observada, pero las generalizaciones que se hagan
sobre esta muestra particular no pueden ser aplicadas a otras muestras. Estudios futuros que
incrementen el tamaño de la muestra y cubran una región más amplia pueden reproducir los
patrones de variación observados aquí y revelar nuevos patrones. Finalmente, para propor-
cionar un panorama más completo del rol complejo que tuvieron las cabezas trofeo en la
sociedad nasca se necesitará la combinación de métodos arqueológicos, osteológicos y
genéticos.
Agradecimientos
Esta investigación fue realizada gracias a un acuerdo cooperativo entre los Departa-
mentos de Antropología del Museo Field de Historia Natural y el de la Universidad de Illinois
en Chicago (UIC). Deseamos agradecer a las siguientes personas por su contribución :
Jonathan Haas, quien nos dio permiso para estudiar la colección; Will Grewe-Mullins y
Janice Klein, que nos ayudaron al proveernos acceso al material osteológico y etnográfico;
John Weinstein, fotógrafo del Museo Field, y Rad Brod, cartógrafo del Departamento de
Antropología (UIC). También queremos agradecer a Brian Bauer y a Helaine Silverman por
sus comentarios de partes del texto y a Martín Giesso por su traducción.
2 El estudio de ADN antiguo se está llevando a cabo en estos momentos y formará la base de la tesis
doctoral de la autora principal.
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