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TEMA 4

CLIMAS Y ZONAS BIOCLIMÁTICAS. EL TIEMPO Y EL


CLIMA COMO CONDICIONANTES DE LAS
ACTIVIDADES HUMANAS
Este tema es de una enorme complejidad y extensión, porque comprende casi toda una rama de
la Geografía, la Climatología, una disciplina de gran vastedad temática y procedimental, todavía
con grandes diferencias conceptuales entre los autores, por lo que casi todos los manuales
ofrecen clasificaciones distintas. Es necesario, por tanto, realizar un esfuerzo de síntesis para
poder tener una visión coherente y clara del tema. Empezaremos analizando los elementos y
factores que constituyen el clima, lo que nos permitirá dar paso al conocimiento de los
principales climas y las zonas y dominios que generan, y concluiremos con un último apartado en
el que analizaremos la influencia que el clima ejerce en las actividades humanas. Se trata de un
tema que podemos encuadrar dentro de 3 de la ESO, como introducción a la Geografía.

A) EL CLIMA

Todos los fenómenos climáticos se producen en la troposfera, la capa de la atmósfera que está
en contacto con la superficie terrestre y que alcanza el límite con la estratosfera en los polos a
los 8 km, y en el ecuador 15 km.
La variedad climática del planeta es el resultado de la distribución y combinación de una serie de
elementos o magnitudes meteorológicas que se pueden medir: temperatura, humedad del aire,
presión, evaporación, vientos y precipitación y unos factores que afectan y modulan estos
elementos climáticos. Entre los factores destacamos los astronómicos (radiación solar,
movimientos de la Tierra), que dan lugar a las zonas climáticas y los geográficos (relieve,
oceanidad, continentalidad, corrientes marinas...), que generan los distintos tipos climáticos. Esta
combinación de elementos y factores es la responsable del estado particular de la atmósfera en
un momento y lugar determinado, originando lo que conocemos usualmente como tiempo
atmosférico, mientras que el clima es el estado de la atmósfera que se sucede de manera
habitual en un lugar. Como dice Durand-Dastés: el clima es la sucesión frecuente de tipos de
tiempo.

1. ELEMENTOS Y FACTORES DELCLIMA

La Temperatura

Se define como la cantidad de calor que hay en el aire en un momento y lugar determinado, se
mide con el termómetro en grados, utilizando medias, y se representa mediante isotermas. Casi
la totalidad del calor procede del sol, cuya energía llega a la superficie de la atmósfera en forma
constante (1,94 calorías/cm2/minuto), pero que al atravesarla sufre una serie de reflexiones,
desviaciones y pérdidas selectivas de energía, llegando a la superficie de manera muy desigual.

Entre los factores más importantes podemos señalar en primer lugar la altura solar, que hace
variar el ángulo que forman los rayos solares con la horizontal, y que depende de la latitud,
época del año y hora, provocando diferencias en la distribución de la radiación solar y aumento o
disminución de la Amplitud Térmica (diferencia entre la temperatura máxima y mínima en un

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mismo lugar en un periodo de tiempo determinado). Este factor da lugar a las zonas térmicas:
cálida, templada y fría.

El segundo factor es la altitud, ya que la temperatura disminuye conforme ascendemos


(adiabatismo) pues la reflexión es menor. Así, en aire inmóvil, el descenso medio cada 100
metros es de 0’6º C, pudiéndose llegar a 1ºC con aire seco ó 0’5ºC con aire cargado de
humedad (esto justifica el papel esencial del vapor de agua como regulador en los intercambios
térmicos entre superficie terrestre y atmósfera). A veces se producen inversiones térmicas,
cuando la temperatura es más alta a mayor altitud (en la tropopausa), debido a situaciones
específicas (influencia de masas de aire frías, una fuerte irradiación nocturna de calor). Un tercer
factor es el distinto comportamiento térmico de tierras y mares, pues las grandes masas de agua
actúan como reguladores térmicos al acumular calor y cederlo lentamente, disminuyendo la
oscilación térmica (oceanidad). Al contrario, la tierra se calienta y se enfría rápidamente
(continentalidad).

Otros factores son: el relieve, que determina cambios en la temperatura por diferencias
de exposición, el albedo o reflexión de la radiación luminosa según las calidades de la superficie
receptora; la presencia de corrientes marinas frías o cálidas, que envían aire a diferente
temperatura que el de la tierra, la presencia de abundantes bosques, que regulan la temperatura,
y los grandes núcleos urbanos como centros de calor.

La Humedad

Indica el contenido de vapor de agua existente en la atmósfera. Ésta se define a través de


conceptos como la humedad absoluta (masa total de agua existente en el aire por unidad de
volumen, expresada en g/m³) y la humedad relativa (relación entre la humedad existente y la que
podría contener como máximo a idéntica temperatura). Cuando una masa de aire alcanza el
máximo de vapor de agua que es capaz de contener se dice que está saturada, siendo este
umbral mayor en las masas de aire caliente que en las de frío.
Cuando el vapor de agua se enfría hasta alcanzar el punto de rocío se condensa, pasando de
gas a líquido, manifestándose según el enfriamiento en forma de helada, nieblas o brumas, y
nubes. Una vez saturado el aire, al ganar altitud se activa la condensación en la que juegan un
papel fundamental las pequeñas partículas higroscópicas, y se forman gotas que cuando tienen
el peso suficiente se precipitan en forma líquida o sólida. Los distintos mecanismos de ascenso
de las masas de aire dan lugar a los diferentes tipos de precipitaciones:
Frontales al chocar dos masas de aire de distinta temperatura el aire frío, más pesado, se acuña
bajo el cálido más ligero, que asciende como por un plano inclinado, originando un centro de
baja presión. Propias de latitudes templadas.
Por convección o térmicas: La masa de aire al entrar en contacto con la superficie recalentada se
calienta y asciende, disminuyendo su punto de saturación. Parte del vapor de agua se condensa
formando cúmulos y cumulonimbos, liberando calor, lo que mantiene la actividad en la nube y se
producen lluvias. Típicas de las regiones intertropicales, en latitudes medias originan tormentas
estivales.
De convergencia propias de la zona ecuatorial, donde convergen los vientos Alisios, de
trayectorias distintas pero similares en cuanto a humedad y temperatura, produciendo
ascendencias de aire que desencadenan lluvias muy intensas.
Orográficas, cuando una masa de aire es forzada a ascender por encima de una barrera
montañosa (efecto Foëhn o Chinook). Al elevarse por la ladera de barlovento el aire se enfría
adiabáticamente, condensa y precipita, llegando a la vertiente opuesta (sotavento) ya desecado.

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Este mecanismo crea desiertos de abrigo sólo en aquellos sitios donde existe un flujo
permanente y de dirección constante de viento: la Patagonia, situado a sotavento de los Andes.
La ausencia de precipitaciones (sequía) está ligada a la subsidencia del aire, ya sea de origen
térmico en contacto con sustratos fríos (corrientes marinas frías, continentes con invierno
riguroso, inlandsis) o dinámico.
Al igual que las temperaturas, las precipitaciones se ven afectadas por la latitud,
generando zonas húmedas (ZCIT, fachadas occidentales de los continentes) y áridas (zona
subtropical o polar), pudiéndose dar situaciones intermedias, semihúmedas (zona mediterránea)
o semiáridas (interior de los continentes). La continentalidad, ligada a la circulación de vientos
del Oeste, y la altitud, también influyen en las precipitaciones.

Presión Atmosférica

Es el peso de la atmósfera sobre la tierra y se corresponde con 1.033 kilopondios/ cm²


(aproximadamente una tonelada por cm²). La presión se mide en milibares (mb) o hectopascales
(hpa), considerándose la presión normal a nivel del mar 1013mb. Sin embargo la presión no es
uniforme, variando tanto en sentido vertical (disminuyendo con la altura), como horizontal, a
causa del distinto calentamiento de la superficie terrestre. Se crean así zonas de altas y bajas
presiones, los llamados campos de presión.
En altura se representan los campos de presión en las topografías de superficie, señalando una
determinada presión a una altura concreta (750, 500 o 300 mb o hpa) mediante isobaras,
uniendo puntos con igual presión, y su diferencia es el gradiente de presión (suele ser de 4 ó 5
mb). En estos mapas se pueden observar una serie de figuras isobáricas, siendo las más
importantes los anticiclones o altas (A), y las depresiones o bajas (B). En los anticiclones la
presión aumenta hacia el centro, mientras que en las bajas presiones disminuye. Determinadas
células de altas y bajas presiones de grandes dimensiones tienden a permanecer en zonas
concretas, o a regenerarse en las mismas si desaparecen. Son los denominados centros de
acción, y constituyen factores climáticos de primera magnitud, enviando masas de aire con
características térmicas y de humedad dependientes de su área de procedencia. Los anticiclones
provocan estabilidad (que no necesariamente buen tiempo) y las borrascas inestabilidad. El
origen, tanto de unos como otros, puede ser dinámico, debido a procesos de convergencia y
divergencia, o térmicos, derivados del enfriamiento o calentamiento de la masa de aire, debido al
contacto directo con la superficie terrestre.

Los Vientos

Para poder compensar las diferencias horizontales de presión el aire se desplaza de las altas a
las bajas presiones, originando los vientos, que se ven afectados por la fuerza de Coriolis, la
fuerza centrípeta y la de rozamiento. En su desplazamiento siguen una trayectoria en espiral,
casi paralela a las isobaras, excéntricas y en el sentido de las agujas del reloj en los anticiclones
y concéntricas y en sentido contrario a las manecillas del reloj en las borrascas (todo esto en el
Hemisferio Norte, ya que en el sur es al contrario). Cuanto mayor es el gradiente de presión,
mayor es la fuerza del viento. Tenemos que diferenciar entre vientos de superficie y vientos de
altura (geostróficos), los jets, que circulan a gran velocidad, junto a la tropopausa, en dirección
oeste – este, excepto el jet ecuatorial en dirección opuesta.

Masas de aire

El aire de la troposfera, especialmente las capas más bajas, no es homogéneo, y se agrupa


formando grandes masas de aire de características distintas en cuanto a temperatura, humedad

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y grado de estabilidad. Estas masas nacen en regiones manantiales que le dan su carácter
original (frío o cálido; ártico, polar o tropical; continental o marítimo), y en su movimiento van
cambiando según las características de las zonas que atraviesan. Cuando dos masas de
características distintas se encuentran no se mezclan, sino que se forma una superficie de
discontinuidad, llamada frente, cuya superficie es inclinada y por la que asciende el aire cálido,
quedando el frío debajo. Los frentes se clasifican en fríos, cálidos, estacionarios y ocluidos. En
un frente frío la masa de aire fría hace retroceder a la cálida, levantándola y obligándola a
ascender por la superficie inclinada del frente. En un frente cálido ocurre al revés, la cálida
“alcanza” a la fría, que se “agarra” al suelo, por lo que la cálida se ve forzada a ascender por una
suave rampa. En los frentes estacionarios se superponen dos masas de aire, sin que haya
desplazamiento. En los frentes ocluidos el frente frío alcanza a un frente cálido, haciendo que se
eleve, quedando sólo en altitud.

Circulación General atmosférica

El viento redistribuye las diferencias térmicas y de presión sobre la Tierra en lo que se denomina.
Circulación General atmosférica. De manera general, el aire cálido ecuatorial asciende, siendo
desviado hacia el Este en el H.N. debido a la fuerza de Coriolis, enfriándose, cayendo y
acumulándose sobre los 30º, donde generan una zona de altas presiones. Parte de este aire
sigue hacia latitudes más altas, y otra parte regresa al Ecuador, desviándose nuevamente, esta
vez hacia el W, formando los alisios. Por otra parte, el aire frío de los de los polos desciende
hacia el Ecuador, acuñándose en torno a los 60º bajo el aire más cálido, elevándolo, formando el
Frente Polar y una zona de bajas presiones. Entre las zonas de alta de los 30º y las bajas de los
60º soplan vientos que son desviados a la derecha, creándose la circulación general del Oeste.
Quedan así conformados distintos anillos de presión sobre la Tierra: uno de bajas presiones
ecuatoriales, donde convergen los alisios y se da ascendencia de aire sin vientos superficiales
(Zona de Convergencia Intertropical), dos de altas presiones subtropicales, dos de altas
presiones polares y dos de bajas presiones ligadas a los frentes polares.

Estos cinturones de presión se ven afectados por la distribución de océanos y continentes, y se


escinden en células cerradas desplazándose con las estaciones en ambos hemisferios, subiendo
hacia latitudes más altas en el verano y bajando en el invierno. En los cinturones subtropicales
son los responsables de que al Oeste de los continentes, en estas latitudes, aparezcan zonas
desérticas, mientras en el Este se produzcan copiosas lluvias. En el cinturón de bajas presiones,
donde circula el jet-stream, la presencia de los continentes hace que disminuya su velocidad
dividiéndose en ramales, provocando vaguadas y dorsales, y la penetración de las depresiones
polares.
Como hemos visto los distintos cinturones de viento y presión originan los grandes anillos
climáticos, mientras que los distintos subclimas vienen determinados por cómo se mueven las
células dentro de cada anillo.

2. ZONAS BIOCLIMÁTICAS

En función de la latitud, la temperatura y las precipitaciones podemos dividir la tierra en zonas de


características climáticas semejantes. Muchas han sido las clasificaciones y los criterios para
estudiar la diversidad climática del planeta, las puramente geográficas como la de Strahler o
Martonne, o biogeográficas como las de Köppen o Papadakis. De todas ellas podemos extraer
información interesante, por lo que intentaremos hacer una síntesis usando como base zonal las
regiones térmicas (cálida, templada y fría) y la clasificación climática de Köppen, por ser la más
utilizada.

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Zona bioclimática fría. Climas de las zonas frías (Tipo E)

Situada en las altas latitudes, caracterizada por el frío intenso, ausencia de verano y presencia
de vientos violentos debido a la ausencia de relieve. En estas zonas la intensidad de la radiación
solar es baja debido a que rayos del sol llegan de manera oblicua, a lo que hay que sumar el
elevado albedo del suelo y la nieve, lo que provoca un frío intenso debido a la subsidencia del
aire y a la poca capacidad higrométrica del mismo. Las precipitaciones son escasas y en forma
de nieve, excepto en las regiones subpolares, barridas por las perturbaciones ciclónicas, donde
las precipitaciones son importantes y llegan a superar los 1.000 mm. Por todo ello
encontraremos temperaturas medias muy bajas, excepto en los dominios oceánicos (mar de
Noruega y Océano Austral). Es el dominio de Taiga o bosques boreales de coníferas, abetos, pinos,
etc.

Zona bioclimática templada

Situadas entre los 30º-60º N-S, bajo la influencia de la circulación de los vientos del Oeste y el
juego de las masas de aire tropical y polar, y sujeta a continuos cambios de tiempo por la acción
de los ciclones y anticiclones móviles de las latitudes medias: en verano las depresiones tienden
a ser menos intensas y están desplazadas hacia el polo, mientras en invierno los anticiclones
subtropicales se mueven hacia el Ecuador y aumenta la presencia de borrascas en las latitudes
más bajas. Es una zona de gran diversidad, con marcada estacionalidad y contrastes en su
interior reforzados con las influencias marítimas y continentales por un lado y la cercanía o
lejanía del trópico o polo, a lo que hay que unir las abundantes barreras orogénicas
(especialmente en el Hemisferio Norte) y fenómenos propios como la “gota fría”. Todo ello va a
generar climas muy diferentes, desde los cálidos a los muy fríos, y desde los lluviosos a los
secos. Podemos distinguir tres tipos principales: oceánico, mediterráneo y continental, y dentro
de ellos diferentes subtipos.

1. Climas oceánicos o de fachada occidental (Cfb), y


semioceánicos (Csb)

Se da en las fachadas occidentales de los continentes, adonde llega el influjo directo del aire
marítimo y las borrascas del frente polar. La acción reguladora del océano hace que los inviernos
sean templados y los veranos frescos, con amplitudes de apenas 10º, y temperaturas suaves. La
humedad es alta durante todo el año (800-1000 mm), siendo las precipitaciones más abundantes
en invierno. Este clima suave, húmedo y ventoso, se da en estrechas franjas litorales del Oeste
norteamericano, de Chile o de Nueva Zelanda. Únicamente alcanza extensión considerable en
Europa occidental, donde la influencia marina se prolonga hacia el interior del continente por sus
abiertas llanuras.
El dominio semioceánico (Csb) se da principalmente en Europa por la existencia de un vasto
continente y la penetración de los flujos del oeste. Las temperaturas son suaves y las
precipitaciones abundantes, pero con sequía estival.
Estas condiciones generan suelos podzólicos grises y pardos, ricos en humus, el bosque caducifolio
(hayas, robles, fresno, arce, etc.), y en las zonas más degradadas el bosque ha dado paso a una
formación vegetal conocida como landa (matorral alto y hierba).

2. Climas mediterráneos (Csa)

Se localizan al Oeste de los continentes, entre los paralelos 30º y 45º, estando muy bien
representado en la cuenca del Mar Mediterráneo, y en estrechas bandas costeras en el Estado
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de California, Chile Central, la provincia sudafricana de El Cabo y el SO de Australia. Es un clima
marítimo de inviernos templados y un periodo estival seco encuadrado por primavera y otoño
húmedos. Debe sus principales características a la alternancia estacional de la subsidencia
anticiclónica subtropical y la circulación general del Oeste. Los contrastes dentro del clima se
producen por la influencia continental o marítima, o la latitud y la posición dentro del continente,
lo que hace variar los registros térmicos y pluviométricos.
La biocenosis se caracteriza por unos suelos pardos y rojos, tipo chernozen y terra rossa, con
árboles perennifolios de tipo xeromorfo (encina, pino, enebro y quejigo), esclerófilos (alcornoque)
y formaciones típicas como la garriga en terrenos calizos o margosos, de tipo abierto, y el
maquis en los silíceos, con un sotobosque muy desarrollado, prácticamente impenetrable.
Existen numerosas especies animales en peligro de extinción por la acción del hombre al acabar
con su hábitat.

3. Climas continentales y de fachadas orientales (Tipo D)

La continentalidad provoca una fuerte amplitud térmica, con inviernos muy fríos que genera altas
presiones, y veranos muy cálidos. Se da especialmente en el Hemisferio Norte: Siberia, excepto
el Norte, interior de EE.UU, Canadá, Europa Central y oriental, Asia Central, Interior de China,
Irán, ciertas zonas de África y el Cono Sur. También se da en las fachadas orientales de los
continentes, caracterizado por las lluvias estivales.

3.1. Climas continentales.

Totalmente opuesto al clima oceánico, pues las amplitudes térmicas son muy grandes y las
lluvias escasas. Ocupa inmensas superficies de América del Norte y de Eurasia, con transiciones
a veces insensibles hacia los climas siempre fríos del área polar, a los muy cálidos de filiación tropical, o a
los oceánicos del Oeste. En el interior de los continentes la insuficiencia de precipitaciones impide
la proliferación de árboles. Predominan los suelos podzólicos pardos y grises en las zonas más
húmedas y las praderas de gramíneas en el interior, a la vez que abundantes bosques caducifolios.
Donde las precipitaciones son escasas la biocenosis se empobrece apareciendo la estepa y praderas de
hierbas bajas, entrando en contacto con zonas o dominios desérticos

3.2. Climas continentales de fachadas orientales.

Fruto del contacto entre la influencia continental y oceánica, se encuentran en todos los
continentes y presentan una fuerte amplitud térmica y precipitaciones importantes, mucho más
abundantes en verano, y fundamentalmente de nieve en invierno. Aquí encontramos el clima
denominado chino Cfa, en realidad una extensión hacia el norte del clima monzónico, que se
caracteriza por el dominio de las alternancias de los monzones de invierno y verano. Se localiza
en el este de Asia (China, sur de Japón), sureste de Estados Unidos, y costa oriental de
Australia. En América del Sur se encuentra en Uruguay, y zonas próximas de Brasil y Argentina.
Los suelos van de podzólicos pardos y grises a rojos y amarillos, los chernozem negros, y los
ferruginosos en el clima chino, debido a la deshidratación de los óxidos de hierro. Con bosques de
coníferas al norte, seguidos de caducifolios que, conforme nos acercamos a latitudes meridionales, se
mezclan con especies tropicales (bosque mixto denso), así bambúes junto a robles, hayas, etc. En la
parte más lluviosa tenemos el laurifolio. La fauna propia es de osos pardos, lobos, linces, zorros, liebres y
otras especies autóctonas como el oso panda donde predomina el bambú

Climas Áridos de la zona templada se deben al efecto Foëhn a sotavento de


las grandes cordilleras, o al fuerte influjo continental, presente desde Ucrania hasta Mongolia, o

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en Norteamérica). Presenta contrastes térmicos estacionales muy acusados, con temperaturaras
similares a las del clima continental y precipitaciones escasas.

Zona bioclimática cálida

Entre los Trópicos de Cáncer y Capricornio, estos climas se caracterizan globalmente por
precipitaciones anuales superiores a 750 mm, temperaturas altas y homogéneas a lo largo del
año, y amplitud térmica media anual escasa, no existiendo estaciones propiamente dichas.

1. Clima ecuatorial (tipo A).

Encontramos este clima a lo largo de la vaguada ecuatorial, en torno a los 10º de latitud
alrededor del ecuador. La verticalidad de la radiación solar produce una temperatura muy estable
durante todo el año con amplitudes térmicas que van aumentando hacia los trópicos. La
precipitación es siempre abundante, provocada por los mecanismos de convergencia de los
alisios y por convección, alcanzando precipitaciones anuales entre 1.500-2.000 mm. El clima
ecuatorial domina en la amplia cuenca del Amazonas, en la cuenca del Congo y en las islas de
Indonesia.
La biocenosis de los climas ecuatoriales se basa en la pluvisilva, es decir, suelos ferralíticos, lavados y de
color rojizo por los óxidos de hierro y cobre, densidad de formaciones arbóreas a distintas alturas y
frondosidad herbácea que buscan la luz solar trepando por los troncos de los árboles y absorben el agua
del aire y superficie del suelo
2. Climas tropicales

Conforme nos acercamos al oeste y a los trópicos las precipitaciones van disminuyendo, dando
lugar a una gama intermedia de climas caracterizados por la alternancia de una estación lluviosa
y otra seca, debido al dominio del alisio seco que sopla desde el continente en invierno, mientras
en verano, bajo el dominio de la ZCIT se producen abundantes lluvias. A esta distribución zonal
de subtipos se le unen los factores geográficos, que los matizan. Así, en las fachadas orientales
de los continentes, la exposición a los vientos oceánicos e inestables que penetran desde el Este
hace que las precipitaciones sean abundantes todo el año (costas del Caribe, fachada Sudeste
del Brasil, costas orientales de África meridional, islas del océano Indico y Noreste de Australia).
Este clima suele conocerse como subecuatorial.
El clima tropical típico (denominado también sudanés) tiene precipitaciones anuales entre 750 y
1.000 mm., concentradas en una sola estación que dura de cinco a siete meses, abarcando el
verano. La estación seca abarca desde el invierno hasta la primavera y las medias mensuales
suele superar los 25o. Este clima tiene un extenso dominio en América del Sur y Central, en
África y en el Sureste Asiático.
Cuando la cantidad de precipitaciones desciende (entre 400 y 750 mm) y la estación seca se
hace más prolongada (2/3 del año), la tendencia a la aridez se acentúa y entramos en la zona de
transición hacia el desierto. Esta modalidad de clima tropical marcadamente seco se conoce
como saheliense. Además de en África, esta modalidad de clima tropical muy seco aparece en el
interior de México, en el altiplano boliviano, en el Noroeste de la Península India y en el interior
de Australia, siempre en zonas de transición hacia regiones plenamente desérticas.
. Los climas tropicales secos y húmedos son el dominio de la sabana (suelos arcillosos, lateríticos,
formaciones de gramíneas y árboles espaciados como el baobabs o la acacia) y la existencia de las
grandes cadenas tróficas, dentro de ecosistemas muy complejos.

2.1. El clima monzónico, o tropical húmedo

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Es un tipo de clima tropical con estación seca, caracterizado por la presencia del monzón: en
invierno los vientos fríos y secos del continente soplan sobre las costas; en verano, las
perturbaciones cálidas oceánicas descargan sobre las costas abundantes lluvias. A pesar de la
estación seca las lluvias monzónicas son tan abundantes que el total anual de precipitaciones
suele ser muy superior al de un clima tropical con estación seca convencional, pudiendo llegar a
superarse con holgura los 2.000 mm. Lo encontramos en Asia Suroriental, Florida, Golfo de
México, America Central y Caribe, Madagascar.
El bosque monzónico presenta rasgos de los bosques subecuatoriales: gran diversidad y tamaño
de los árboles (35 m), con hojas delgadas y ovales; sotobosque de lianas y epífitos. Abundan los
bambúes.

Climas áridos y semiáridos (Tipo B)

Gran parte de las zonas tropicales y subtropicales de África y Australia están bajo la influencia de
los anticiclones subtropicales, caracterizados por la escasa e irregular precipitación y la elevada
evaporación, creando un balance de agua deficitario durante casi todos los meses del año. La
insolación alcanza valores muy elevados, la sequedad del aire es extrema y las temperaturas
llegan a cotas muy altas, con una amplitud térmica diaria que puede llegar a los 30 o.
En los desiertos litorales de las costas occidentales de los continentes la sequedad es debida,
entre otros factores, a corrientes marítimas frías que estabilizan el aire en contacto con la
superficie de las aguas. Es el caso del desierto de Atacama (costa chileno-peruana), en relación
con la corriente de Humboldt, o el desierto costero marroquí, ligado a la corriente de Canarias.
En estos desiertos la proximidad del océano atenúa la oscilación térmica y favorece el aumento
de la humedad del aire, que no llega a dar lugar a precipitaciones pero origina abundantes
nieblas.
En los paisajes semiáridos los suelos son poco evolucionados, sierozems, con horizontes AC y en el
desierto C, es decir, ausencia de suelo (escaso o sin humus). La cobertera vegetal está formada por
estepas herbáceas, con matorral, arbustos y vegetación discontinua, xerófita, espinosa y suculenta
(cactus), donde vive un escasa fauna muy adaptada con predominio de reptiles, roedores e insectos. En
los paisajes áridos el dominio es el desierto

Climas de montaña, tipo H

Llamados climas azonales, pues presentan caracteres diferentes a la zona en la que se ubican.
Vienen marcados por la altura y la posición de las vertientes. La biocenosis también depende de
los pisos en altura (Cliseries), así encontramos las mismas formaciones que en el desarrollo
latitudinal, tundra, taiga, bosques, praderas, etc. Los tipos climáticos más importantes la zona
templada:

• El clima alpino, propio del dominio templado húmedo, con inviernos nivosos y fríos y
veranos frescos y lluviosos.
• Clima atlásico, propio de las montañas secas de tipo mediterráneo, con máximo de
precipitaciones en verano.
• Clima tibetano, propio de Asia Central y montañas Rocosas. Máximo de pluviosidad en
verano e inviernos muy fríos.

Y en la zona cálida:

• El clima himalayo (Cwb): afecta a las vertientes protegidas de Asia tropical, hiperhúmedo
por los monzones de verano, cubierto de nieve en altitud.

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• El clima colombiano (Cfi): clima ecuatorial, débil amplitud térmica, importantes
precipitaciones, regularmente repartidas, con dos puntas, en primavera y en el otoño.
• El clima anamita (Cwa): con veranos calurosos, por encima de los 22º, como el de
Vietnam.

3. EL TIEMPO Y EL CLIMA COMO CONDICIONANTES


DE LAS ACTIVIDADES HUMANAS.

La importancia del clima para la salud humana y el desarrollo de las actividades productivas ha
sido destacada por diversos autores desde la antigüedad, sin embargo esto no justifica el
determinismo ambiental, tal y como lo formuló Hungtiton, y menos aún en nuestro tiempo, donde
el progreso científico y técnico permite la creación de microclimas modificando sustancialmente
las condiciones ambientales, si bien a un alto coste económico y ecológico.

Condicionantes en las actividades vitales


Las actividades vitales, aquellas que realizamos cotidianamente en relación a nuestras
necesidades físico-mentales, se desarrollan mejor en un ambiente de confort climático, de
“calidad de vida”. Más allá de los límites del confort el hombre debe protegerse y dar respuestas
artificiales, de complejidad tecnológica. Hay muchos índices que estudian las variables
meteorológicas, siendo quizás el más conocido el de Olgyvay, que relaciona temperatura,
humedad y velocidad del viento para definir el confort climático. Los umbrales de estas variables
definen la zona de bienestar y explican la atracción de los hombres por unas regiones u otras: la
altura en la zona ecuatorial suaviza la temperatura y explica el mayor poblamiento en las
montañas que en los valles.

Condicionantes en las distintas actividades económicas.

Las actividades agrarias dependen de las diversas zonas bioclimáticas, pero la tecnología ha
roto esos límites. No obstante, el hombre ha sido capaz de modificar el ámbito ecológico de
muchas especies vegetales, a través de la selección de especies o luchando contra las
adversidades climáticas: la aridez mediante la irrigación, los excesos hídricos con técnicas de
drenajes, las heladas mediante estufas o plástico, el exceso de calor combinando plantas de
diferentes alturas, el viento levantando setos...
En cuanto a la ganadería, la capacidad de adaptación animal es superior a la vegetal, además su
movilidad les permite acomodarse a mejores condiciones por lo que, aun existiendo límites, las
barreras climáticas son menores. El hombre ha sabido adaptar sus necesidades al
aprovechamiento ganadero de varias maneras: protegiendo al ganado de las inclemencias del
tiempo mediante la estabulación, adaptándose a los ciclos estacionales con la práctica de la
trashumancia, y seleccionando y obteniendo mediante cruce razas más resistentes a los climas

En las actividades industriales la influencia del clima y del tiempo es mínima, buen ejemplo son
las explotaciones petrolíferas en Siberia, Alaska y Sahara, la minería en la línea del Ecuador...

En cuanto a las actividades turísticas el clima y el tiempo no las impiden pero condicio nan el tipo
de turismo. Existen numerosos índices climático-turísticos (Boniface & Cooper, Marchand,
Davis...), que nos permiten elaborar mapas de zonas turísticas potenciales y actividades (baño,
deporte invernal o acuático…) en función del clima. Así, en las zonas intertropicales, al no haber
estación fría y ser regular la temperatura durante todo el año, la atracción turística es máxima en

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las zonas costeras (Caribe, Seychelles). El desierto y su clima extremo atraen un turismo
minoritario de aventura.
En la zona de climas templados el más atractivo es el mediterráneo por la estación seca en
verano (caso inusual en el planeta), que coincide con el periodo vacacional masivo de Occidente.
El resto de climas templados son menos atractivos, por ser más lluviosos y frescos, pero pueden
atraer turismo por otras causas (culturales, deportivas, naturaleza…)
Por último están los climas de montaña, que atraen el turismo de invierno con la práctica del
deporte del esquí en las estaciones invernales, así como las actividades lúdicas de alpinismo
(Alpes, Pirineos, Cárpatos, Rocosas, Andes...)
Las actividades de transporte son quizás las menos afectadas, pues no se ven impedidas por el
clima (ferrocarril transiberiano, carretera transamazónica, aeropuertos en todas las latitudes). Los
tipos de tiempo más adverso pueden provocar grandes pérdidas económicas al cerrar puertos y
aeropuertos pero tienen una incidencia cada vez menor, bastante superada por la tecnología.

Por último, es necesario acabar haciendo referencia a la cada vez mayor incidencia del tiempo
meteorológico en la vida diaria del hombre de manera destructiva, mediante catástrofes
(arriadas, inundaciones, etc.), caos en múltiples sentidos (la ciudad se colapsa en días de lluvia),
la destrucción de cosechas, pérdidas de ganado, falta de alimentos, rotura de vías de
comunicación etc. (un buen ejemplo lo tenemos con el efecto de los huracanes Katrina en Nueva
Orleans o el Talim en Taiwan). Estos riesgos suelen afectar d emanera más dura a los países
con menor grado de desarrollo.Su predicción es necesaria, así el servicio de meteorología está
inserto en la estructura organizativa de los estados (Instituto Meteorológico Nacional,
perteneciente al Ministerio de Medio Ambiente en España), y su información está presente
diariamente en los medios de comunicación.

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