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"De la substancia como causa inmanente.

"

"Las múltiples formas generadas en la naturaleza naturada por la substancia


según Spinoza."

En el universo hay múltiples modos que resultan de la existencia de la


substancia, pero ¿Cómo actúan esos modos?, ¿Cómo logramos un mejor
entendimiento de la substancia? Y ¿De qué manera se relaciona la substancia
con el ser humano?. A lo largo del texto desarrollaré varias explicaciones de ello,
así como la manera en la que efectúan y afectan esos modos en el mundo.
También daré explicación del entendimiento de la substancia para el hombre y
finalmente concluiré dando un punto de vista acerca del tema en cuestión.

"La substancia."

La substancia es causa libre de todas las cosas, es decir, es en sí y para sí y su


esencia existe por sí misma, esto último indica que su existencia se afirma
necesariamente y no depende de algo más que no sea la substancia misma. La
substancia es atemporal, es decir, no tiene duración como el mundo o el
universo, no tiene principio, ni fin; y como primera causa, la substancia posibilita
plano espacio- temporal y todos los modos inmersos en él. El conocimiento de la
causa es necesariamente el conocimiento del efecto, de modo que el efecto se
entiende conociendo la idea verdadera de la naturaleza que produjo el efecto; se
explica que todo efecto debe tener una causa, ahora bien, el mundo es efecto de
algo porque existe en tanto que tiene efectos a su vez, por tanto, debe haber
una causa que haga posible el efecto que entendemos por mundo y la respuesta
puede ser sencillamente el universo, pero éste a su vez debe tener una causa.
La causa debe ser más compleja que el efecto y debe ser una idea verdadera en
tanto que posibilita al efecto de su existencia y algo que tiene características de
ser y contener una idea verdadera y ser más complejo que el universo, debe ser
necesariamente Dios, entonces es Dios o la substancia que se puede entender
como la gran primera causa(1); lo anterior es posible siguiendo una estructura
lógica porque no hay una razón que lo refute, es decir, que explique o pruebe
cómo es que la substancia no existe. Siguiendo lo anterior: "todo cuanto es, es
en Dios, y sin Dios nada puede concebirse".(2) Para Spinoza, el poder de existir
es la potencia que tiene un ente y cuanta más realidad o atributos tenga un ente
más existencia posee, por lo tanto la substancia posee potencia absolutamente
infinita de existir, y es por eso que existe

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(1) SPINOZA, Baruch, "Ética demostrada según el orden geométrico",


introducción, traducción y notas de Vidal Peña, Alianza, Madrid, 2006. p. 24.

(2) Ibid. Proposición XV, Demostración, p. 40.

absoluta y necesariamente.

El entendimiento de la naturaleza divina es infinito porque al definir una cosa hay


entendimiento de esa misma cosa, en donde el entendimiento tiene como
objetivo identificar todas las propiedades que necesariamente están contenidas
en la cosa por la definición que se da a partir de la esencia de dicha cosa. Por
tanto, las propiedades de la naturaleza divina, a saber: atributos o modos, son
infinitos; así mismo, como ya hemos apuntado anteriormente, entre más
atributos tenga algo hay más realidad en ello, entonces la naturaleza divina es lo
más existente necesariamente(3).

"La substancia no puede ser producida por otra substancia"(4), esto no puede
ser posible, pues los atributos de cada substancia deben ser únicos, esto
significa que si un substancia produce a otra, entonces la substancia efecto debe
tener atributos y afecciones iguales a los de la substancia que la causó y al tener
atributos de otra substancia pierde la naturaleza de substancia única y no puede
haber más de una substancia, otra forma de entenderlo es: el conocimiento del
efecto depende necesariamente de su causa, es decir, se conoce el efecto por la
causa y al ser efecto de algo se sigue que no es posible ser causa de sí mismo y
no es posible que una substancia no sea causa de sí, pues de lo contrario
perdería su naturaleza de substancia, por eso una substancia no puede ser
causa o efecto de otra; entonces sólo debe existir una única substancia o Dios.
Así mismo, la substancia no puede ser divisible, pues de ser así, hay dos
opciones; una es que cada parte constaría de un atributo que se concibiera por
sí mismo en tanto que cada parte tendría la naturaleza propia de substancia y
entonces habría más de una substancia, lo cual es absurdo. Si por el contrario,
cada parte dividida perdiera su naturaleza de substancia, entonces la substancia
inicial que se dividiría, dejaría de serlo. La naturaleza propia de la substancia es
ser absolutamente infinita, y si una substancia se dividiera implicaría que cada
parte fuera finita, lo cual es absurdo, así entonces, se explica por qué la
substancia no sólo es indivisible, sino también que no puede haber más de una
sola substancia o Dios.

La perfección de las cosas que son efecto de algo es en virtud de la causa


externa, pues la existencia del efecto nace de la perfección de la causa y no de
la suya propia, luego, Dios no tiene causa externa, sino que por el contrario
existe por su propia esencia, es decir, es causa de sí mismo; entonces Dios es lo
más perfecto que existe, es decir, que su esencia excluye la imperfección; y
entre más perfección tenga algo, más existencia tiene a su vez, entonces
podemos concluir que Dios existe necesariamente y es absolutamente perfecto,
eterna e infinitamente.(5)

La potencia de Dios es su esencia misma(6), esto se da ya que la esencia de


Dios

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(3) Vid. Proposición VI, Demostración, p. 32

(4) Ibid., p. 25.

(5) Spinoza entiende la perfección como la realidad de una cosa.


(6) Ibid., Proposición XVII, Demostración, p. 44.

es necesaria y por ello, Dios es causa de sí y de todas las cosas, esa potencia
de ser y obrar de él mismo, como de todas las demás cosas es necesaria por su
naturaleza; a saber: es su esencia. Si bien Dios tiene potencia absoluta para dar
existencia a las cosas, de donde se siguen infinitos efectos que a su vez son
causa de otros efectos, no se sigue que haya causas finales de las cosas, pues
todo acontece de manera necesaria e infinita, por tanto, las causas finales son
ficciones creadas por el hombre, pensamiento que rompe con la idea del destino
mandado por Dios.

La propia perfección de Dios, al suponer la Idea de sí, implica el conocimiento


que Dios tiene de sí en tanto se conoce como su propia causa, y por ello
también un amor que aparece como la afirmación de su propia forma. El Dios de
Spinoza, la Naturaleza, es amor, en tanto éste satisface la forma misma de Dios
como absoluto poder de pensar y absoluto poder de existir, que tiene su principio
en la Idea por la cual Dios mismo o la substancia se conocen como causa de
sí."La potencia de pensar de Dios es igual a su potencia actual de obrar. Esto es,
todo lo que se sigue formalmente de la naturaleza infinita de Dios, todo ello se
sigue objetivamente en Dios en el mismo orden y con la misma conexión, de la
Idea de Dios". (7)

"Los atributos de la substancia y sus infinitos modos."

En tanto que la substancia es aquello que existe necesariamente, y lo que existe


tiene efectos de cierta y determinada manera, entonces la substancia emana
infinitos atributos que existen necesariamente y expresan esencias eternas e
infinitas. "Cada atributo de una misma substancia debe concebirse por sí"(8),
pues un atributo es lo que el entendimiento percibe de una substancia como
constitutivo de la esencia misma, donde los atributos han existido siempre en
ella expresando, cada uno, la realidad de la substancia, siguiendo lo anterior,
entonces entre más ser tenga un ente, más atributos tendrá que lo hagan
necesario de existencia, en el caso de la substancia los infinitos atributos
emanan esencias infinitas y eternas en tanto que el ser de la substancia implica
eternidad e infinitud. El ser humano sólo entiende dos atributos de Dios, a saber:
el Pensamiento y la Extensión. Fuera del entendimiento solo hay substancias,
sus atributos y sus afecciones.

El pensamiento y extensión son substancias desde la calidad, ya que expresan


la misma esencia divina, a saber: el ser de una substancia sólo que cada uno lo
hará de una manera determinada; tal manera es distinta entre las maneras de
expresión, y en conjunto conforman a la única substancia: Dios se expresa de
una infinidad de formas. Asimismo, son atributos desde la cantidad, pues cada
uno expresa la esencia de una determinada manera. Los pensamientos y la
extensión expresan la naturaleza de Dios de cierta y determinada manera, por
ello, compete a Dios un atributo cuyo concepto implican todos los pensamientos
singulares y un atributo que implica la extensión por medio del cual son
asimismo concebidos, de lo cual se

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(7) Ibid., Proposición VII, Corolario. p. 33.

(8) Ibid. p. 27.

sigue que Dios es una cosa pensante y extensa(9).

Los modos no pueden concebirse sin una substancia(10).Todo modo proviene


de la naturaleza de algún atributo de algo que existe infinita y eternamente. Si
bien la esencia de Dios existe necesariamente, las esencias de las afecciones
de los atributos producidos por la substancia no implican su existencia, es decir,
la existencia de las cosas particulares no es necesaria; la esencia de estas
cosas no es causa de su propia existencia, porque la causa de su esencia y su
existencia es Dios, entonces sólo pueden ser por la naturaleza divina y como no
hay nada fuera de la substancia y sus modos, todo existe o se concibe por Dios
y está determinado a obrar de cierta manera por necesidad de la naturaleza
divina, es decir, que nada es contingente
Los infinitos modos son determinados a existir y obrar de cierta manera por Dios,
ya que las cosas que se siguen de su naturaleza, se dan necesariamente, y si
fueran de otra manera que, de hecho, no son, entonces serían producto de una
naturaleza diferente a la de Dios, y eso implicaría la existencia de otra
substancia, y como eso no puede darse, entonces no son sino de la manera en
la que Dios las ha ordenado. Ese orden de Dios es perfecto en cuanto que surge
de la naturaleza perfectísima de Dios. Así los modos son necesarios por la
causa que dio lugar a la esencia y definición de dichos modos, esto implica que
es imposible que su esencia se contradiga o que no haya una causa que haya
dado como efecto el modo.

El entendimiento finito en acto es la intelección misma hallada en la naturaleza


naturada, es decir un modo de pensar del ser humano. La matriz que da lugar a
ese y otras maneras de pensar del humano (la voluntad, el amor, el placer, etc.)
es el entendimiento pensado en términos absolutos o el "intelectus infinitus
actu", se identifica por medio de un atributo de Dios que expresa la esencia pura
(infinita y eterna) del pensamiento. El ser humano tiene conocimiento de su
capacidad de entendimiento por medio del propio entendimiento, esto es un ciclo
en donde hay más claridad de pensamiento, siempre y cuando se parta del
entendimiento de las causas.(11) La intelección o entendimiento del ser humano
es solo un modo de pensar que difiere de otros tantos modos como el deseo, la
voluntad, el amor, etc, por tanto, debe ser concebido por medio del pensamiento
tomado en términos absolutos, en otras palabras, debe concebirse por medio de
un atributo de Dios, que exprese la eterna e infinita esencia del pensamiento de
tal modo. Sin este atributo, el entendimiento no puede ser ni ser concebido en la
naturaleza naturada, tal como lo son las múltiples maneras de pensar.(12)

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(9) Vid., Proposición I-II, p. 71-72.

(10) Ibid. Proposición XV, Demostración, p. 40.


(11) Vid. Proposición XV, Escolio, p. 41.

(12) Vid. Proposición XXXI, Demostración, p. 56.

"De las esencias de los cuerpos, sus causas e implicaciones."

Los modos o cuerpos finitos que se hallan en el modo finito inmediato, a saber:
la Faz del universo y obedecen al modo infinito inmediato de la Extensión, es
decir, las leyes de movimiento y reposo, lo cual es la determinación más
genérica de la naturaleza naturada. Por su parte, en el Pensamiento se halla el
modo infinito inmediato que es el entendimiento absolutamente infinito, los
modos finitos son las ideas particulares (ideas tanto verdaderas como falsas y
todos sus efectos)

Los cuerpos son afecciones de los atributos de Dios, esto es, que son modos
finitos por los cuales los atributos de Dios se expresan de cierta y determinada
manera, no son causa de sí y no existen en virtud de su sola naturaleza o que su
esencia no implica su existencia, como ya lo hemos visto con la substancia.
Entonces solo Dios es la única naturaleza a la que pertenece el existir, pues es
causa de que los cuerpos comiencen a existir y perseveren en su existencia; así
también es causa eficiente de la esencia de las cosas, ya que, gracias a su
naturaleza divina, es necesario que se den tanto la existencia como la esencia
de las cosas.(13)

Las cosas singulares finitas existen y obran de determinada manera por otra
causa también finita y determinada, donde las causas de esas causas también
son efecto de otras cosas determinadas y finitas, y así es hasta el infinito.
Siguiendo esto, no es posible que las cosas singulares sean producidas por la
naturaleza, tomada en absoluto, de algún atributo de Dios, ya que no son
infinitas ni eternas; por ello, se siguen de un atributo de Dios en cuanto se le
considera afectado por algún modo y no por una modificación eterna e infinita.

Todos los atributos hallados tanto en la naturaleza naturada como en la


naturante están determinados a existir y obrar necesariamente, pues Dios es
causa de estos modos y sus formas, por ello, no pueden ser indeterminados. La
existencia de los múltiples modos de pensar se determina por otras causas
necesarias y compelidas en cuya virtud se halla la existencia y obra de esos
modos de pensar. De estos se siguen infinitos efectos se relacionan con la
naturaleza de Dios tal como lo hace el movimiento y el reposo y, en general,
todas las cosas de la naturaleza, que son necesariamente determinadas a obrar
y existir por Dios. La esencia de las cosas es necesaria, aunque no sepamos si
implican contradicción o no conozcamos sus causas y por ello no podamos
afirmar nada cierto de su existencia y nos lleve a pensar en que no son ni
necesarias ni imposibles, sino contingentes o posibles.

Los cuerpos se distinguen entre sí por movimiento y reposo, rapidez y lentitud.


Las maneras en las que se afecta un cuerpo por otro se siguen de la naturaleza
de ese cuerpo afectado y, a la vez, del cuerpo que lo afecta, así entonces, un
solo y mismo cuerpo es movido por diferentes maneras según la diversidad de la
naturaleza de los cuerpos que lo mueven. Y múltiples cuerpos son movidos de
diversas maneras

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(13) Vid. Proposición XXV, Escolio/ Corolario, p. 52.

por un solo y mismo cuerpo. Cuando un cuerpo en movimiento choca contra otro
cuerpo en reposo y no lo puede mover, el primero es reflejado siguiendo en
movimiento, y la línea de movimiento de reflexión que forma contra la superficie
del cuerpo en reposo contra el que chocó, será igual ángulo que forma la línea
de movimiento de incidencia con esa superficie.(14)

Cuando hay cuerpos de igual o distinta magnitud compelidos por otros cuerpos
moviéndose con igual o distinto grado de velocidad, de modo que se
comuniquen unos a otros sus movimientos dada una cierta relación, entonces
esos cuerpos están unidos entre sí componiendo un solo individuo que se
distingue de los demás por dicha unión de cuerpos. Si las superficies de las
partes de un individuo compuesto son mayores o duras pueden ser más
fácilmente compelidas a cambiar de sitio y asimismo con mayor facilidad ese
individuo puede revestir otra figura, en cambio si las superficies de las partes del
cuerpo compuesto son menores o blandas, entonces difícilmente podrán
compelir a cambiar de sitio y el cuerpo compuesto no podrá revestir otra figura
tan fácilmente. Un cuerpo sigue siendo el mismo, aunque algunas de sus partes
cambian por otras de la misma naturaleza, pues los cuerpos no se distinguen en
razón de la substancia, lo que constituye la forma de un individuo consiste en
una unión de cuerpos de determinada naturaleza

Por su parte el cuerpo humano está compuesto de múltiples individuos o parte


de diversas naturalezas, algunos son fluidos, otros blandos y otros son duros. El
cuerpo humano mueve y dispone los cuerpos exteriores de muchas maneras,
así como también es afectado por muchos otros cuerpos exteriores, donde
muchas veces las afecciones que recibe son necesarias para conservarse. Todo
esto es percibido por el alma, pues la idea que constituye al ser formal u objeto
del alma humana es el cuerpo. Cuando un cuerpo externo afecta al cuerpo
humano, el alma considera a ese cuerpo como existente en acto hasta que el
cuerpo humano experimente otra afección que excluya la presencia de ese
cuerpo. Aunque ya no existan los cuerpos exteriores que han afectado al cuerpo
humano alguna vez, el alma los considerará como presentes.(15)

La esencia del cuerpo humano no incluye los diferentes individuos que


componen al cuerpo humano, sino la relación de movimientos que tienen esos
componentes media cierta comunicación. El conocimiento de cualquier parte del
cuerpo componente del cuerpo se da en Dios en cuanto es afectado por un gran
número de ideas de cosas, y no en cuanto tiene solo la idea del cuerpo humano,
es decir, la idea que constituye la naturaleza del alma humana, por ello el alma
humana no implica el conocimiento de las partes que componen el cuerpo
humano. Las ideas de las afecciones del cuerpo humano implican tanto su
propia naturaleza y la de sus partes, como la naturaleza de cuerpos exteriores,
ya que las afecciones son modos por las cuales se afectan las partes del cuerpo
y el cuerpo humano completo. En Dios se da un conocimiento de los cuerpos
exteriores y de las partes que componen

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(14) Lema III, Demostración, p. 84.

(15) Vid. Proposición XVII, Demostración, p. 90.

al cuerpo humano en cuanto se le considera afectado por otras ideas no en


cuanto se le considera afectado por el alma humana. En el alma hay una idea
adecuada por lo propio del cuerpo humano como de los cuerpos exteriores por
los que el cuerpo humano es afectado, y que se da igualmente en las partes y
en el todo de dichos cuerpos, pues el alma es más apta para percibir
adecuadamente muchas cosas, cuantas más cosas en común tiene su cuerpo
con otros cuerpos exteriores.(16)

Para Spinoza, el cuerpo es un ámbito expresivo de Dios, en tanto Dios mismo es


su causa inmanente. El cuerpo conduce a Dios, pues desde la perspectiva del
conocimiento del tercer género expresa inmediatamente a la Idea de Dios, en la
que substancia satisface su forma como causa de sí. Las afecciones del cuerpo,
al tornase activas gracias al ejercicio de la intuición, se constituyen como una
puerta a Dios o lo infinito que en el cuerpo mismo afirma su carácter activo. El
cuerpo es un diapasón que, al vibrar en la frecuencia de la Idea de Dios, hace
efectiva la afección activa de un amor que es el contenido del conocimiento
intelectual de Dios.

"El entendimiento de la substancia en el ser humano"

La substancia spinoziana, al aparecer como causa inmanente y expresiva, hace


del hombre que se vincula a la misma a partir del conocimiento del tercer
género, ámbito de su afirmación. El conocimiento del tercer género Spinoza no
se constituye como una vía negativa que se resuelva en una abolición del conato
del hombre en la substancia, sino como promoción de la substancia misma en el
hombre mismo que afirma su propia potencia. El conocimiento del tercer género,
el propio amor intelectual a Dios, justo en tanto amor del hombre a Dios como
amor de Dios al hombre, se realiza como amor del hombre por el hombre, pues
este amor expresa el amor que Dios tiene de sí, no en tanto Natura naturante,
sino en tanto Natura naturada. Dios, al ser idéntico a la Naturaleza, no puede
tener como objeto de su amor más que al hombre en tanto Naturaleza. El amor
del hombre por el hombre, satisface la forma misma del amor de Dios en tanto
causa inmanente. Estos planteamientos se hace expresos cuando Spinoza
apunta que el hombre no es el lobo del hombre, sino que el hombre es para el
hombre un Dios, en tanto encuentra en éste a la vez la fuente y el objeto de un
amor, que satisface a cabalidad el incremento de su propia potencia.

Para Spinoza, la substancia, en tanto causa inmanente, se encuentra presente


en sus efectos, y sus efectos, al incardinarse en la Idea de Dios, nutren la
absoluta existencia y el absoluto pensamiento por los que la substancia se
causa, se conoce y se ama a sí misma. Tanto el pensamiento como la extensión
se constituyen como vías que a la vez que expresan la forma de la substancia,
conducen a la Idea de Dios, en la cual Dios o la substancia misma, a la vez que
se conoce, se ama a sí misma, afirmando su absoluta perfección. En este
sentido, el conocimiento del tercer género, al tener como objeto la Idea de Dios,
se realiza a través del conocimiento del propio cuerpo, pues éste, en tanto modo
del atributo de la extensión, en última instancia conduce a la Idea misma en la
que Dios da

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(16) Vid. Proposición XXXIX, Demostración, p. 104.

cumplimiento a su forma como absoluto poder de existir y absoluto poder de


pensar.

El cuerpo para Spinoza no es de ninguna manera una forma atravesada por una
insuficiencia ontológica. Por el contrario, éste, al expresar a la substancia como
causa inmanente, conduce tanto al atributo de la extensión, como a la Idea de
Dios, en la que Dios mismo se conoce como causa de sí y se ama a sí mismo.
"El alma puede conseguir que todas las afecciones del cuerpo, o sea, las
imágenes de las cosas, se refieran a Dios. En Dios, sin embargo, se da
necesariamente una idea que expresa la esencia de este o de aquel cuerpo
humano bajo la especie de la eternidad" (17), nos dice Spinoza.

El Individuo Superior spinoziano, toda vez que se compone por hombres que
concuerdan en grado máximo, hacen efectiva una naturaleza común, que no es
más que Dios mismo o la substancia como causa inmanente que se expresa en
ellos. Conocimiento racional o del segundo género, y conocimiento del tercero,
se encabalgan en la formación del propio Individuo Superior que expresa tanto
vínculo del hombre con su principio inmanente, como la afirmación de ese
principio en el hombre. "En efecto, si, por ejemplo, dos individuos, enteramente
de la misma naturaleza, se unen uno al otro, componen un individuo dos veces
más potente que cada uno por separado. Nada, pues, más útil al hombre que el
hombre; los hombres, digo, no pueden desear nada más excelente para
conservar su ser que el estar todos de acuerdo en todas las cosas de tal suerte
que las almas y los cuerpos de todos compongan como una sola alma y un solo
cuerpo y se esfuercen todos a la vez, cuanto puedan, por conservar su ser y
busquen todos a la vez lo útil común a todos […] "(18)

La formación del Individuo Superior es para Spinoza expresión de un hombre


que hace efectiva su libertad en la afirmación del afecto activo del amor que es
la propia vida como causa inmanente que en el hombre encuentra su ámbito de
realización. A partir de las nociones de amor intelectual a Dios y cuerpo, se
establece una ética en la que la producción de afecciones activas se resuelve
como la producción de un cuerpo y un entendimiento colectivos que incrementan
la potencia de todos aquellos individuos finitos que lo componen. El Individuo
Superior spinoziano es un gran cuerpo atravesado por la Idea de Dios, esto es,
por el amor en el que Dios se constituye como tal, en tanto se afirma en el
hombre: Inmanencia, cuerpo y amor intelectual a Dios, se encabalgan en la
formación del Individuo Superior, en tanto horizonte de la cabal afirmación del
propio conato del hombre. El amor es el motor para relanzar la formación del
orden social no bajo una estructura ‘molar’ o jerárquica, sino ‘molecular’ y
‘rizomática’, constituida por innumerables ‘buenos encuentros’.

Spinoza descalifica toda perspectiva filosófica de corte platónico en la que la


noción de trascendencia escamotee al cuerpo una densidad ontológica efectiva,
y cancele su nexo inmediato con su principio inmanente, dado precisamente a
partir del conocimiento del tercer género. El cuerpo es momento fundamental de
la
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(17) Ibid., Proposición XXII, Corolario. p. 47.

(18) Ibid., Proposición, XVIII, Escolio, p. 91.

epistemología spinoziana, pues se constituye como ámbito de la aprehensión de


la Idea que da contenido al Entendimiento Infinito de Dios y la Idea de Dios, en
el que se resuelve la Natura naturada: "Nuestra alma, en cuanto se conoce y
conoce su cuerpo bajo la especie de la eternidad, tiene necesariamente el
conocimiento de Dios y sabe que es en Dios y se concibe por Dios" (19)

La ética spinoziana, de esta manera, tiene una importante dimensión política,


pues la formación del individuo superior no se hace posible sino por la
promoción de afecciones activas que van a contracorriente de aquellas
afecciones pasivas y tristes que tienen lugar en una metafísica de la
trascendencia que implica una separación del hombre respecto de su principio
vital. Spinoza combate todo régimen político que al valerse del argumento de la
trascendencia toda vez que atiza sendas pasiones tristes que minan la propia
afirmación del ser humano, se constituyen como resorte de una moral
heterónoma que asegura la pasiva inserción del individuo en un orden social
alienante y esclavizante. Spinoza denuncia el uso del argumento mismo de la
trascendencia como pilar de un orden social fundado en el miedo y la ciega
obediencia. Para Spinoza, las cosas no valen porque participen de una esencia
trascendente, sino porque expresan la forma del humano como conato, como
una esencia que se determina por su tendencia a permanecer en el ser. El
cuerpo para Spinoza es el horizonte en el que tiene lugar el ejercicio de la
libertad, pues es en éste donde se verifica la promoción de las afecciones
activas que expresan la forma de la substancia como causa inmanente. El
cuerpo no ha de ser objeto de ningún martirologio u autonegación que fuese
sinónimo de virtud por asegurar la participación del alma en un principio
trascendente. Por el contrario, éste es el ámbito efectivo donde se esclarece la
forma de la substancia como vida, y de la virtud misma como afirmación de la
vida.
Spinoza lleva adelante una crítica a la metafísica de la trascendencia y a todos
sus instrumentos lógicos y teológicos: eminencia, participación, caída, causa
final, redención, juicio final etc., con el objetivo de dar cuenta de la arquitectura
interior de una moral heterónoma en la que diversas afecciones pasivas,
producto justo de la concepción de la separación del hombre respecto de su
principio vital, precipitan la ciega sumisión del hombre al orden social que lo
esclaviza.

Descartes postula la división del mundo en dos cosas (res), a saber: el


pensamiento (res cogitans) y la extensión (res extensa). Spinoza, por su parte,
trata de superar el dualismo cartesiano a través de la substancia única. En
efecto, lo que para Descartes eran substancia extensa y pensante no aparece
en Spinoza como algo escindido. Para Spinoza cuerpo y alma no se deslindan,
siendo ambos atributos de la substancia infinita. Por atributo debe entenderse lo
que el entendimiento reconoce como constitutivo de la esencia de la sustancia
única. Esta sustancia, única e infinita, es el todo, y de ella el entendimiento
humano solo capta, de entre infinitos atributos, el pensamiento y la extensión. El
todo del que habla Spinoza (sustancia única e infinita) no es sino Dios o
Naturaleza (Deus sive

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(19) Ibid., Proposición XXX, Demostración, p. 55.

Natura).

Es así como en la filosofía de Spinoza queda desechado el Dios trascendental y,


a cambio, queda instaurado un Dios inmanente como expresión de un perfecto
panteísmo que identifica Dios y Naturaleza como uno mismo. Spinoza, destituye
las ideas de las sustancias de Descartes, y pone otras ideas, más modernas y
más verosímiles que las que dio el gran filósofo racionalista francés René
Descartes, que no eran equivocadas, pero que iban a ser reemplazadas tarde o
temprano. Sin embargo, es evidente que la substancia de Descartes no quedará
en el olvido, como tampoco quedarán en el olvido los grandes tratados ético-
políticos de Baruch Spinoza.

Bibliografía:

SPINOZA, Baruch, "Ética demostrada según el orden geométrico", introducción,


traducción y notas de Vidal Peña, Alianza, Madrid, 2006.

DELEUZE, Gilles, "Spinoza y el problema de la expresión", segunda edición,


Muchnik, Barcelona, 1999.

DELEUZE, Guilles., "Spinoza: filosofía práctica", Barcelona, Tusquets, 2001.

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