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Iván Villalobos Alpízar

La noción de intertextualidad en Kristeva y Barthes

¿Nunca os ha sucedido, leyendo un libro,


que os habéis ido parando
continuamente a Lo largo de la lectura,
y no por desinterés, sino al contrario,
a causa de una gran afluencia de ideas,
de excitaciones, de asociaciones?
En una palabra, ¿ no os ha pasado
nunca eso de leer levantando la cabeza?

R. Barthes, El susurro del lenguaje

Abstract. This paper deals witn the notion of trabajo analitico y crítico. No obstante, a través
intertextuality, in two relevants authors: Roland de los años la noción de intertextualidad ha teni-
Barthes and Julia Kristeva. Kristeva was the first do desarrollos diversos, y hoy en día no es posi-
lo introduce this notion, whicb has had a lot of ble un uso unificado de este término. Barthes y
injluence in the analysis of dijferent cultural ma- Kristeva comparten un uso similar de la intertex-
nifestations: literatu re, film s, politics, science, tualidad, tomada en su sentido amplio.
philosophy, etc. Roland Barthes has made a very
proper use of this word, integrating ir in his analy-
tical and critical work. Nevertheless, through the lo Preliminares
years the notion of intertextuality has had diffe-
rent developments, and nowadays ir is not pos- El término intertextual hace referencia a una
sible an unified use of this termo Barthes and relación de reciprocidad entre los textos, es decir,
Kristeva have in common a similar use of inter- a una relación entre-ellos, en un espacio que tras-
textuality, taken in a broad sense. ciende el texto como unidad cerrada. Asimismo,
en tanto este adjetivo se sustantiva, es decir, se
Resumen. Este trabajo interroga la noción convierte en intertextualidad, la resonancia se-
de intertextualidad, fundamentalmente en dos mántica es la de una cualidad, al tiempo que un
autores reLevantes: Roland Barthes y Julia Kris- grado de abstracción. Podríamos hablar, pues, de
leva. Kristeva fue la primera en introducir esta intertextual, intertexiualidad, e incluso de inter-
Ilación que ha tenido una gran influencia en eL textar, todos estos términos gravitando sobre el
análisis de distintas manifestaciones culturales: intertexto como nuevo campo metodológico.'
literatura, cine, política, ciencia, filosofía, etc. Laxamente hablando, la teoría de la intertex-
Por su parte, Roland Barthes ha hecho un uso tualidad se refiere a una idea general: en la comu-
muy propio de esta paLabra, integrándoLa a su nicación, en la transmisión de los saberes y los

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLI (103), 137-145. Enero-Junio 2003
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poderes, de los textos, no existe tabula rasa; el mente, ser la caja de resonancia de diversos dis-
campo en el que un texto se escribe es un campo cursos, sin estar en la obligación de asumir con
ya-escrito, esto es, un campo estructurado -pero maestría ninguno de ellos. Es más, instalarse pé-
también de estructuración- y de inscripción. trea y monológicamente en un discurso es una
Desde esta óptica, todo texto sería una reacción a actitud desde todo punto indeseable, pues cons-
textos precedentes, y éstos, a su vez, a otros tex- triñe el despliegue de la productividad textual. La
tos, en un regressus ad infinitum. intertextualidad es precisamente la imposibilidad
A una teoría de la intertextualidad debe ser, de asumir ningún texto con maestría.
entonces, concomitante una teoría de la lectura, En Barthes, este desprendimiento, aparte de
una nueva teoría de la lectura. Según la teoría de razones teóricas, tiene una justificación muy per-
la intertextualidad -ya veremos que no es posible sonal, un suelo muy humoral: como él dice, no se
hablar de la intertextualidad en bloque, por lo puede a la vez desear y profundizar una palabra.
que habrá que distinguir por lo menos dos gran- Como ya lo anotamos, la noción de intertex-
des tendencias- la lectura no es un acto ingenuo, tualidad tiende a disolver, asimismo, la concep-
una correspondencia entre palabras y cosas, el ción del texto como unidad cerrada y autosufi-
paso de la letra leída a la cosa referida.? Sin em- ciente, idéntica a sí misma. El texto no existe por
bargo, esta suspensión o puesta entre paréntesis sí mismo, sino en cuanto forma parte de otros
de los referentes, sean reales o imaginarios, ha textos, en tanto es el entre texto de otros textos.
conducido también a lo que Ricoeur llama la En este punto, citamos a Barthes:
ideología del texto absoluto.' Para Ricoeur, el
momento semiológico, el momento de las dife- La intertextualidad en la que está inserto todo texto,
rencias, es sólo una instancia del análisis, la con- ya que él mismo es el entretexto de otro texto, no debe
confundirse con ningún origen del texto: buscar las
dición de posibilidad de la lectura en tanto meca-
'fuentes', las 'influencias' de una obra es satisfacer el
nismo. Según él, todo acto de lectura tiende hacia
mito de la filiación; las citas que forman U/1 texto SOl!
una comprensión, y hacia el establecimiento de
anónimas, ilocalizables y, no obstante, ya leídas antes:
referentes, reales o imaginarios, pero referentes son citas sin erurecomillado?
al fin y al cabo. El habla, y más específicamente
en nuestro caso el texto, estarían movidos por El texto, y la escritura -que es la mejor ma-
una voluntad de decir. Todo acto lingüístico tiene nera de ponerlo en escena, de desplegarlo en to-
como objetivo el decir algo a alguien; en suma, do su poderío simbólico-, es la negación de todo
el deseo de significar. El olvido de la dimensión origen. No existe un texto primero, pues tal cosa
semántica de todo hecho de lenguaje (el discurso supondría el lenguaje como materia previa (pri-
y el texto fundamentalmente, el primero como ma), virgen, no desflorada por el uso ni transfor-
una actualización de la palabra, y el segundo co- mada por el volumen de las escrituras, por la His-
mo discurso fijado por la escritura) resultaría en toria de la escritura (la escritura como historia).
un empobrecimiento significativo. La labor de la El lenguaje es ya, de por sí, un tejido polifónico
hermenéutica es, entonces, la de preocuparse por de voces múltiples, de lugares plurales, que en el
los significados, integrando el análisis inmanen- maremágnum de los signos, gestos y pulsaciones
te, semiológico, pero trascendiéndolo, hacia el significantes, pierden su origen e incluso su sig-
mundo y hacia la comunidad de sujetos (comuni- nificación, que resulta más un efecto pasajero
cación y comprensión). que un punto de partida.
No sólo todos los textos anteriores forman
parte del intertexto latente de todo texto, sino
11. Roland Barthes también el conjunto de los códigos y sistemas
y el intertexto universal que operan esos textos, es decir, su dimensión es-
tructural y estructurante. Si bien la intertextuali-
En SIZ, señala Barthes que todo Iza sido dad no ha de enfocarse en un sentido restrictivo.
leído ya. Para Barthes todo texto es una "cámara como podría ser la investigación de "fuentes" e
de ecos"." Ser una "cámara de ecos" es, precisa- "influencias", pues esto sería alimentar el mito de
LA INTERTEXTUALlDAD EN KRISTEVA y BARTHES 139

la filiacion, sino más bien como la inserción de modelos tendrían un alcance explicativo y cogni-
todo texto en un espacio cultural del que toma los tivo particulares, así como sus propios supuestos
códigos de significación, las prácticas de sentido en teoría del lenguaje, teoría del texto y del cono-
que le dan fundamento a esa cultura," se critica cimiento. Al respecto señala Pfister:
esta concepción demasiado amplia de la intertex-
tualidad en tanto no provee conceptos operato- Para el análisis y la interpretación del texto, el mode-
rios apropiados para el análisis concreto de los lo más fructífero es, seguramente, el más estrecho y
más preciso, porque puede ser trasladado a categorías
textos. A este respecto, señala Manfred Pfister:
y procedimientos analíticos operacionalizados, mien-
tras que el modelo más amplio es de mayor alcance
Lo déjá lu (taqut se ha de sobrentender el ensancha-
teoricoliterario, y ello aun cuando uno no quiera sa-
miento del concepto de 'lectura', característico de
ber nada de sus implicaciones desconstruccionistas
Barthesl ), que en su totalidad global da el horizonte de
radicales -reduccián del signo al significante, disolu-
la producción y la recepción del texto, se condensa pre-
ción de texto y sujeto. 9
cisamente en referencias acentuadas [pointierten] a
otros textos y sistemas de textos y sólo en estas ha de
ser atrapado analíticamente. En todo caso, la propues- Sin embargo, nosotros discutimos la creencia
ta propia de Cullet; que presenta la estructura de impli- de que un concepto operacional izado de la inter-
caciones universal como un conjunto de presuposicio- textualidad sea "más fructífero" que uno más am-
nes lógicas y pragmáticas, no resuelve este dilema.? plio y, aparentemente, más difuso. Operacionalizar
un concepto es ya de algún modo ponerle una ca-
Sin embargo, el deseo de estrechar la noción misa de fuerza, además de que se corre el peligro
de intertextualidad puede ser enfocado como una de estructurar demasiado el texto a estudiar. 10 Es-
tendencia a disminuir las implicaciones radicales to contradice cierta concepción de la teoría del tex-
y subversivas que la concepción postestructura- to y de la semiótica como procesos en marcha, co-
lista de la intertextualidad -como la bartheana- mo constantes reflexiones sobre sus propios funda-
tienen en la lectura y el análisis de textos, así co- mentos, y los modelos que modelan, valga el pleo-
mo una tendencia a asegurar la unidad de la obra nasmo. Además, podría objetarse que el término
literaria, e incluso el coto que se suele tender al- "operacionalización" hace referencia al ideal de
rededor de los feudos teoréticos que tienen como medición y control de la ciencia positiva; la inter-
objetivo dicho análisis. Lo que estaría de fondo textualidad no sería un proceso susceptible de ser
en todo esto, según nos parece, es el querer situar medido, pues, ¿esto no estaría reavivando el mito
todavía el origen de los textos, en suma, mante- humanista de un sujeto autónomo que controla un
ner un principio, aunque expandido, de filiación proceso? La noción de intertextualidad formaría
e identificación. No obstante, es preciso recalcar parte de un campo epistemológico muy distinto del
que el mito de la filiación no sólo hace referencia de la observación o la medición. Lo que está en
al señalamiento del autor en tanto persona psico- juego en la concepción bartheana de la intertextua-
lógica, o de la obra en cuanto producto institucio- lidad es el despliegue de una diferencia irreductible
nalmente reconocido, sino también -y quizá más a sí misma, es decir, dinámica y vacía.'!
importante aún- al lenguaje en cuanto se desea- Por esto, desde la perspectiva del concepto
ría asignarle un punto de apoyo inamovible y se- de intertextualidad como intertexto universal,
guro en el origen de la cadena significante. preguntarse por las intenciones del autor, su for-
Según la exposición que hace M. Pfister de mación, conocimientos, los ideales cornunicati-
las distintas concepciones en torno a la intertex- vos que depositó en el texto que escribió, así co-
tualidad.é habría en lo esencial dos concepciones mo la formación e información previas del lector,
rivales: a) el modelo global del postestructuralis- sus limitantes, etc., son irrelevantes, pues en el
mo, en el que todo texto aparecería como parte de proceso de lectura-escritura lo que está en juego
un intertexto universal, y b) modelos estructura- no son subjetividades conscientes y plenamente
listas y hermenéuticos más precisos, en los que el constituidas, sino procesos dentro de los cuales
modelo de la intertextualidad sería restringido a estos sujetos son ya filtros intertextuales y crista-
referencias conscientes e intencionadas. Ambos lizaciones de sentidos posibles. Si se puede hablar
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de lecturas mejores o peores, no será tomando más revelando una contradicción, de clase por
como criterio la formación del individuo, su "ba- ejemplo- el reflejo de la sociedad de su época.
gaje cultural" de manera a priori, sino en tanto El texto es concebido por Barthes como un
estos conocimientos previos, al estar insertos en tejido de citas provenientes de los mil focos de la
el interior de una cultura y, por ende, determina- cultura. Según él, la unidad de un texto no residi-
dos por un marco cultural dado (códigos, lengua- ría en su origen sino en su destinación. Pero esa
jes, estereotipos, etc.) facilitarán, o bien entorpe- destinación, el lector, no es un yo macizo, idénti-
cerán, una lectura productiva y abierta; en el mis- co a sí mismo, sino un yo disuelto en una plura-
mo sentido influirán las peculiaridades psíquicas lidad infinita de referencias intertextuales. Sobre
de los sujetos. Así vemos, pues, que esta disloca- la naturaleza de este yo, señala Barthes:
ción de los lugares y las funciones de los sujetos
en el circuito textual hace imposible apelar a un (. ..) yo /lO es U/l sujeto inocente, anterior aL texto, que
criterio de autoridad para sustentar ninguna lec- Lo use Luego como un objeto por desmontar o U/l Lugar
tura o teoría. El valor de una lectura está por ver- por investir. Ese 'yo' que se aproxima aL texto es ya
una pluralidad de otros textos, de códigos infinitos, o
se; por eso Barthes señalaba que el nuevo valor
más exactamente perdidos (cuyo origen se pierdei!"
de la lectura es lo escribible frente a lo legible.í?
Además la escritura, como destrucción de toda
Por último, citamos lo que nos dice Barthes
voz, hace de la lectura -de manera patente en el
sobre la intertextualidad en un artículo publicado
texto moderno, escribible-: un proceso indecidi-
en la Enciclopedia de la Pléyade:
ble, es decir, incapaz de señalarse de manera de-
finitiva y unívoca su pertinencia y corrección.
La intertextualidad, condición de todo texto cualquie-
Los lugares asignados tradicional y canóni-
ra que. sea, no se reduce evidentemente a un probLema
camente tanto al autor como al lector, son trastro- de fuentes o de influencias. EL intertexto es un campo
cados y puestos en movilidad. Es el texto en tan- general de fórmuLas anánimas cuyo origen raramente
to campo metodológico el que hace entrar a am- es identificado, de citas inconscientes o automáticas,
bos personajes!' en un campo infinito para el jue- dadas sin comillas. Epistemolágicamente, eL concepto
go estructural; para Barthes, la intertextualidad de intertexto es Lo que aporta a La teoría deL texto el
aparece como un modo de leer sin obligación ni voLumen de la socialidad: es todo eLLenguaje, anterior
sanción, porque precisamente hay una circulari- y contemporáneo, que Llega aL texto no según La vía de
dad infinita de los lenguajes. El autor se hace pre- una [iliacián identificable, de una imitación voLunta-
sente en su obra como un invitado más; de igual ria, sino según La vía de diseminación (imagen que
asegura al texto el estatuto no de una reproducción, si-
forma, la participación del lector en lo que lee no
no de una productividad). /5
debe ser proyectiva (imaginaria), buscando su
propia imagen y la consumación de sus expectati-
Estas afirmaciones nos conectan de lleno
vas en el texto, sino escenificando una pérdida.
con los desarrollos teóricos de Kristeva sobre la
Las concepciones postestructuralistas de la
intertextualidad. De esta cita sólo destaquemos
intertextualidad parten más del lector que del au-
por el momento la importancia y el volumen de
tor, es decir de la recepción textual. La muerte
socialidad que arrastra el texto entendido como
del Autor tiene como consecuencia el nacimiento
producción. A este respecto, ideologema y pro-
y la liberación del lector de los amarres que le
ductividad, dos conceptos caros a Kristeva, son
imponía la instrucción formal, así como de los
palabras clave.
criterios de la crítica tradicional, que Barthes lla-
ma universitaria, dominada, o bien por la crítica
biográfica que busca en la obra la realización de
las intenciones del autor (prefreudiana), o bien III. Julia Kristeva:
por un burdo sociologismo o historicismo que hacia un modelo productivo del texto
concibiese la relación entre sociedad-escritor-
obra como un continuum, siendo el escritor el La primera en utilizar la noción de intertex-
que haría pasar, pero sin descomponerlo -a lo tualidad fue la teórica búlgaro-francesa Julia
LA lNTERTEXTUALlDAD EN KRlSTEVA y BARTHES 141

Kristeva. Esta noción aparece en un texto titulado novelística aparecen principios de combinación
Bajtin, la palabra, el diálogo y la novela, a propósi- artística nuevos, una nueva manera de estructu-
to de dos libros de Mijaíl Bajtín (1895-1975), uno rar la totalidad.
de ellos sobre problemas de la poética de Dostoievs- El análisis textual practicado por Kristeva
ki. Es en este texto donde Kristeva introduce por pretende servirse de un formalismo que sea iso-
primera vez la noción en cuestión, al señalar que: morfo a la productividad literaria. Una semiótica
literaria de este tipo tendería a superar los que se
(...) todo texto se construye como mosaico de citas, to- consideran defectos inherentes al estructuralis-
do texto es absorción y transformación de otro texto. mo: "el estatismo" y el "no historicismo". Consi-
En lugar de la noción de intersubjetividad se instala la dera que tal formalismo no podría elaborarse más
de intertextualidad, y el lenguaje poético se lee, al me-
que a partir de dos metodologías:
1l0S, como doble.í?

1) Las matemáticas y las metamatemáticas, ya


Según Mijaíl Bajtín, la principal característi-
que, dada la libertad de sus notaciones, esca-
ca de las novelas de Dostoievski es la pluralidad
pan a la lógica de la frase indoeuropea (suje-
de voces independientes e inconfundibles que
to-predicado).
llenan sus páginas. Bajtín califica las novelas de
Dostoievski de polifánicas. 17 Las voces plurales
2) La lingüística generativa (gramática y se-
interactúan, pero ninguna llega a ser objeto de la
mántica), en tanto contempla la lengua como
otra, los personajes de la novela representan una
sistema dinámico de relaciones.
diferencia irreductible. La polifonia es, pues, un
principio de estructuracián. Bajtín también se re-
La aplicación de estos métodos a una semió-
fiere -metafóricamente- a este nuevo principio
tica del lenguaje poético exigiría una revisión de
de estructuración como contrapunto. lB La polifo-
la concepción del texto literario. Con tal propósi-
nía se opondría, pues, a la novela monológica, es
to, Kristeva adscribe a los principios enunciados
decir, aquella que subsume la pluralidad de voces
por Saussure en sus Anagramas. Ellos son:
bajo una voz común, bajo una unidad monológi-
ea. El enfrentamiento y la contraposición de vo-
a. El lenguaje poético ofrece una manera se-
ces no conduce a la unidad a través de una supe-
gunda de ser, ficticia, añadida, por decirlo
ración dialéctica. Al respecto señala Bajtín:
así, al original de las palabras.
Si planteamos la pregunta acerca de las premisas y
b. Existe una correspondencia de los elementos
factores extraartisticos que hicieron posible la produc- entre sí, por pareja y por rima.
ción de una novela polifónica, en este caso tampoco es c. Las leyes poéticas binarias llegan a trans-
conveniente que nos dirijamos a los hechos subjetivos gredir las leyes de la gramática.
por más profundos que fuesen. Si la multiplicidad de d. Los elementos de la palabra-tema, inclusive
planos y las contradicciones se le ofreciesen a Dos- una letra, se extenderían a todo lo largo del
toievski o se le presentasen como un hecho de una vi- texto, o bien estarían acumulados en un pe-
da particular, como un espíritu polifacético y contra- queño espacio, como una palabra o dos, por
dictorio, suyo O ajeno, entonces Dostoievski habría si-
ejemplo.
do un romántico y habría creado una novela monolá-
gica sobre el devenir contradictorio del espíritu huma-
De esta concepcion paragramática-? del
no que correspondería efectivamente a la concepción
hegeliana. Pero en realidad Dostoievski sabía encon- lenguaje poético se desprenden tres tesis prin-
trar lo polifacético y lo contradictorio no en el espíri- cipales:
tu, sino en el mundo social objetivo. 19
1) El lenguaje poético es la única infinidad del
Lo que constituía la totalidad última en la código.
novela rusa y europea anterior a Dostoievski, el 2) El texto literario es un doble: escritura-lectura.
mundo monológico unitario de la conciencia del 3) El texto literario es una red de conexiones,
autor, en Dostoievski es sólo una parte. En su no de entidades (sustancias).
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Será fundamental también, para entender los sible gracias a la idea de práctica significante
trabajos de Julia Kristeva, así como del grupo Tel que permea el trabajo kristeviano. Por ello, se
Quel con el que colaboró activamente, la noción trata más de una semiología de la productividad
de práctica significante. Por práctica significante que de una de la comunicación, esto es, de los
se entenderá la constitución y la travesía de un significados; una semiótica del trabajo y no del
sistema de signos. Sin embargo, la práctica signi- intercambio.
ficante no debe ser entendida a la manera de una Esta apertura de la semiótica a la significan-
superestructura, reflejo de un modo de produc- cia es posible gracias al concepto de texto. El se-
ción determinado, pues es incorrecto poner en manálisis kristeviano logra una apertura en los
primera instancia un modo de producción, para conceptos de signc y estructura, para desembocar
luego buscar las relaciones por las que ese modo
en el espacio -el volumen- de la infinitud signi-
engendra sus discursos. Se trata, por el contrario,
ficante. El semanálisis, cuyas resonancias psi-
de enfatizar la pertenencia insita de un modo de
coanalíticas son evidentes, está constituido tam-
producción de signos al modo de producción del
conjunto socioeconómico. Según el grupo Tel bién por una reflexión en torno al sujeto, donde
Quel, la escritura en su funcionamiento produc- éste será no un punto de partida, sino una produc-
tor no se desempeña como una representación. ción, un engendramiento.
Es imprescindible referirse también a la con- Relacionado con el trabajo del grupo Tel
cepción de la semiótica que subtiende los traba- Quel, nos encontramos con la concepción del
jos de Kristeva. En primer término, diremos que texto como productividad, en oposición a todo
Kristeva tiende a distinguir entre lo semiótico y uso comunicativo o representativo del lenguaje,
lo simbólico. Lo semiótico está asociado, en su esto es, reproductivo. Es así como el semanálisis
trabajo, con lo maternal y lo femenino, con lo kristeviano tiende a considerar las prácticas sig-
pre-lingüistico, el pre-sentido y lo pre-edipico, nificantes en su volumen de escritura, más allá
con el mundo pulsional, así como con lo rítmico del signo y la estructura lingüística, que funcio-
en el lenguaje, las entonaciones, las transforma- nan como pantalla de este proceso significante.
ciones lexicales, sintácticas, retóricas, etc. Por su No obstante, y ahí radica una de las paradojas de
parte, lo simbólico vendría a ser el dominio del la semiótica, toda práctica significante, por trans-
sistema, de la homogeneidad socio-simbólica, el lingüística que sea, es decir, por más que tras-
ámbito de la Ley, el Padre y el signo. Estructura cienda las estructuras lingüísticas, gramaticales,
por un lado, y proceso infinito por otro. Sobre es- lógicas, etc., sólo puede ser aprehendida a través
ta distinción, señala Kristeva: del lenguaje en tanto estructura, es decir, nunca
se dará a través de imágenes, sonidos, colores o
Llamaremos simbólico al funcionamiento lógico y sin- ritmos. Dada esta determinación, ¿qué queda a la
táctico del lenguaje y lo que, en las prácticas translin- semiología si es que no desea reducirse a un dis-
güisticas es asimilable al sistema de la lengua. Semió- curso pobremente segundo, en fin, a un metalen-
tica será, por el contrario, por un lado lo que puede guaje más? Según Kristeva, una nueva semiolo-
ser hipotéticamente propuesto como precediendo la
gía exigiría una reflexión analítico-lingüística so-
imposición de lo simbólico a través del estadio de re-
bre el significante que se produce en texto. Sobre
flejo y la adquisición del lenguaje: el ordenamiento de
las pulsiones en tanto fracturas psicosomáticas (. .. ).21 esto, ampliamos con Kristeva:

La semiótica como ciencia, tal como la con- Analítico debe entenderse aquí en su sentido etimolá-
gico (avaA:uuu;) que designa una disolución de los
cibe Kristeva, es una suerte de autoanálisis del
conceptos y de las operaciones que representan en la
discurso científico, la autoconciencia de la cien-
actualidad la significación, una liberación que se
cia. Sólo puede hacerse, entonces, como crítica apoyaría en el aparato del discurso actual que trata
de sí misma; rompe con el teleologismo de una del significante (psicoanálisis, filosofía, etc.) para
ciencia subordinada a un sistema filosófico y despegarse de él y resolverse en una muerte -en un
destinada a convertirse ella misma en sistema. desvanecimiento de la superficie presente- ininte-
Esta concepción dinámica de la semiótica es po- rrumpida. zz
LA INTERTEXTUALlDAD EN KRISTEVA y BARTHES 143

Acá la negatividad de la pulsión de muerte de ideologema, que anunciamos anteriormente,


tiene un papel más bien positivo en la disolución es fundamental:
de las estructuras canónicas, así como en la ope-
ración de desmontaje del aparato conceptual que El ideologema es una funcián intertextual que se pue-
servía a la intelección de las prácticas significan- de leer "materializada" en los diferentes niveles de la
teso Se trata, pues, de abrir el discurso a otro es- estructura de cada texto, y que se extiende a todo lo
largo de su trayecto dándole sus coordenadas históri-
cenario, el escenario de la negatividad de lo in-
cas y sociaLes. 26
consciente, de las pulsaciones semióticas.
Por significancia entenderá Kristeva "ese
El ideologema, como función intertextual, es
trabajo de diferenciación, estratificación y con-
decir, integradora y diseminadora, acoge la histo-
frontación que se practica en la lengua, y depo-
ria y la sociedad, lo social y lo histórico como
sita en la línea del sujeto hablante una cadena
texto. Dado esto, vemos que es del todo impreci-
significativa comunicativa y gramaticalmente
so acusar a la intertextualidad de ser una noción
estructurada" .23 Dos conceptos íntimamente
reaccionaria que borre la materialidad histórica.
asociados al de significancia, así como funda-
El grupo Tel Quel, por ejemplo, se interesará de
mentales para entender su modus operandi, serán
manera primordial en la reflexión política, en el
los defenotexto y genotextol"
materialismo histórico, así como en el papel re-
Por último, nos referiremos brevemente a la
volucionario y transformador de la escritura. Por
crítica kristeviana del signo. En primer lugar, ha-
su parte, Barthes insistirá en reconocer la historia
brá que decir que el signo juega, según Kristeva,
como una escritura, en reconocer una historia de
el mismo papel que desempeña el fetiche mer-
las formas. Además, según Kristeva, el espacio
cantil o el dinero en la sociedad del intercambio.
textual posee tres dimensiones, a saber: el sujeto
El signo, como concepto opuesto a la práctica, es
de la escritura, el destinatario y los textos exte-
decir entendido como el precipitado suyo, como
riores. Es decir, existe una relación dialógica del
el representante reificado de una práctica muerta,
sujeto con el lenguaje, con el otro y con el mun-
eclipsa el proceso productivo (el trabajo) que le
do extralingüístico. El ideologema es, entonces,
hace posible, reducido a una moneda de cambio
la función que une las prácticas translingüísticas
que hace entrar lo otro en el mismo del intercam-
de una sociedad, condensando el modo dominan-
bio comunicacional. Se trata, en suma, de la me-
te de pensamiento.
dición de las distintas prácticas sociales signifi-
Por último, es preciso señalar que Kristeva
cantes a través de idéntico tamiz. Aquí precisa-
sustituirá posteriormente la noción de intertex-
mente difieren Barthes y Kristeva, pues para el
tualidad por la de transposición.(27) La transpo-
primero todas las prácticas semióticas vienen a
sición es el pasaje de un sistema de signos a otro.
ser reducibles al modelo lingüístico, ya que Bart-
De esta forma, toda práctica significante sería un
hes invierte el programa semiológico saussurea-
campo de transposiciones de diversas prácticas
no que subordinaba la lingüística, en tanto siste-
significantes. Una de las razones de este cambio
ma particular de signos, a la semiología como
fue el empleo abusivo y espurio del término, pos-
ciencia general de éstos. Por el contrario, para
terior a su aparición.
Kristeva la semiótica no puede reducirse a las ca-
tegorías lingüísticas, so pena de empobrecer las
diversas manifestaciones que trascienden las ca-
tegorías de la lengua. No obstante, en favor de Notas
Barthes hay que decir que su lingüística va más
1. Sobre la diferencia entre Texto y obra, señala
allá de la lingüística de los lingüistas.
Barthes: "(...) la obra es un fragmento de sustan-
Es importante anotar, además, que el sema-
cia, ocupa una porción del espacio de los libros
nálisis kristeviano+ no deja de lado la historia, la
(en una biblioteca, por ejemplo). El Texto, por su
historia como escritura, como volumen signifi- parte, es un campo metodológico (...) la obra se
cante, sino que la integra de manera decisiva en ve (en las librerías, los ficheros, los programas de
el texto de la cultura. A este respecto, la noción examen), el texto se demuestra, es mencionado
144 IV ÁN VILLALOBOS

según determinadas reglas (o en contra de deter- 6. "Esto es precisamente el intertexto: la imposibili-


minadas reglas); la obra se sostiene en la mano. el dad de vivir fuera del texto infinito -no importa
texto se sostiene en el lenguaje (...)" ("De la obra que ese texto sea Proust, o el diario, o la pantalla
al texto". El susurro del lenguaje, 2' edición. Bar- televisiva: el libro hace el sentido, el sentido hace
celona: Paidós, 1994, p. 75). la vida" (R. Barthes. El placer del texto. Buenos
2. Desde el ámbito de la hermenéutica, Hans-Georg Aires: Siglo XXI, 1974, p.49).
Gadamer nos dice a propósito de la lectura: "La 7. Pfister, Manfred. "Concepciones de la intertex-
estructura temporal del hablar y el leer representa tualidad". En Criterios, La Habana, No. 31, 1-6,
un campo poco explorado. La imposibilidad de 1994, p. 92.
aplicar el esquema puro de la sucesión al habla y 8. Entre los teóricos postestructuralistas ("paninter-
a la lectura salta a la vista considerando que de textualistas") de la intertextualidad podemos citar
ese modo no se describe la lectura, sino el dele- a Barthes, Derrida, Jonathan Culler, Leitch, Char-
treo. El que tiene que deletrear para leer es inca- les Grivel, etc. Por otro lado, entre los que han
paz de leer" (Verdad y método 11, 2' edición. Sa- tendido a reducir u "operacionalizar" tal noción,
lamanca: Sígueme, 1994, p. 343). En otras pala- se cuenta a G. Genette, Bloom, Michael Riffate-
bras, la lectura no es un pasar de letra en letra, si- rre o Hempfer.
no la desenvoltura de los códigos que conforman 9. Pfister, Manfred, "Concepciones de la intertex-
la red del texto, tal como la concibe Barthes. Pa- tualidad". O.c., p. 102.
ra Barthes, toda lectura se hace sobre lo ya-escri- 10. Barthes propone el comentario de texto paso a
to, que es también el espacio de lo ya-leído; toda paso, no en grandes bloques. Sobre esto nos dice:
lectura se enfrenta con un espesor de códigos pre- "( ...) comentar paso a paso es por fuerza renovar
vios que filtran contenidos culturales, por lo que las entradas del texto, evitar estructurarlo dema-
ésta, más que un proceso lineal, es un despliegue siado, evitar darle ese suplemento de estructura
en volumen de tales códigos. que le vendría de una disertación y lo clausuraría:
3. El "textualisrno" sería, según Rorty, una de las lí- es esparcir el texto en lugar de recogerlo" (Sil, 3'
neas del llamado "postestructuralisrno" o "anti- edición. México: Siglo XXI, 1986, p. 9).
fundacionalismo". Consistiría en la reducción del 11. En un intento de definición de la diferancia (diffé-
pensamiento y la filosofía a lo discursivo, en la rance), apunta Derrida: "En una conceptualidad y
negación de referentes extradiscursivos. El tex- con exigencias clásicas, se diría que 'diferancia' de-
tualismo tiene que ver además con la reducción signa la causalidad constituyente, productiva y ori-
de la ciencia y la filosofía a géneros literarios. La ginaria, el proceso de ruptura y de división cuyos
defensa del texto absoluto se expresaría, por diferentes y diferencias serían productos o efectos
ejemplo, en esta frase de Derrida: "Il n' y a pas de constituidos" ("La Différance", Márgenes de la fi-
hors-texte" (no hay fuera del texto) (Cf. Alex Ca- losofía, 3" edición. Madrid: Cátedra, 1998, p. 44).
llinicos, "Marxismo y postmodernidad". En Picó, 12. Lo escribible será el nuevo valor de lectura para
Josep (comp.). Modernidad y pos/modernidad. Barthes, es decir, el carácter de aquellos textos
Madrid: Alianza, 1990). que pueden ser re-escritos, te-producidos. El va-
4. Según Barthes, en relación con los sistemas que lor contrario, reactivo. será lo legible. Todo texto
lo rodean, él es una cámara de ecos. Al respec- clásico es legible. en cuanto su plural es parsimo-
to señala: "( ... ) las palabras se transportan, los nioso (tímidamente polisémico).
sistemas se comunican, se prueba la moderni- 13. Consérvense las connotaciones novelescas, "lite-
dad (como se prueban todos los botones de una rarias", de esta palabra.
radio de la que se desconoce el funcionamien- 14. Barthes, SíZ. O. c., p. 6.
to), pero el intertexto que así se crea es a la le- 15. Barthes, "Teoría del Texto", traducido y tomado
tra superficial: adherimos a él liberalmente: el de la Enciclopedia de la Pléyade, p. 13. (La ver-
nombre (filosófico. psicoanalítico, político, sión original francesa apareció en 1973, en el to-
científico) conserva con su sistema de origen un mo XV de la Encyclopaedia Universalis).
cordón que no ha sido cortado y que permane- 16. Julia Kristeva, "Bajtín, la palabra, el diálogo y la
ce: tenaz y flotante" (Roland Barthes por Ro- novela". En Navarro, Desiderio (selecc. y trad.).
land Barthes, 2" edición. Caracas: Monte Á vila lntertextuallté, La Habana: UNEAC, Casa de las
Editores, 1997, p. 87). Américas, 1997. p. 3.
5. Barthes, El susurro del lenguaje. "De la obra al 17. La polifonía es la superposición de dos o más
texto". O.C .. p. 78. partes vocales instrumentales, cuyo desarrollo
LA INTERTEXTUALlDAD EN KRISTEVA y BARTHES 145

es a la vez horizontal (contrapunto) y vertical Cfr. "El engendramiento de la fórmula", en Kris-


(armonía). teva, Semiótica 2. O.C.
18. El contrapunto es la concordancia armoniosa de 25. El semanálisis es aquella actividad que estudia
voces contrapuestas, cuyo modelo es lafuga, cul- "en el texto la significancia y sus tipos, tendrá
tivada especialmente por Bach. pues que atravesar el significante con el sujeto
19. Bajtín, Mijaíl. Problemas de la poética de Dos- y el signo, así como la organización gramatical
toievski. México: Fondo de cultura Económica, del discurso, para llegar a esa zona donde se
1986, p. 46. reúnen los gérmenes de lo que significará en
20. Según Kristeva, el texto literario se presenta co- presencia de la lengua" (Kristeva, Semiótica
mo un sistema de conexiones múltiples que se po- l ..., pp. 9-10).
dría describir como una estructura de redes para- 26. Kristeva, Semiótica l ..., O.e., p. 148.
gramáticas. "Denominamos red paragramática al 27. "El término de intertextualidad designa esa trans-
modelo tabular (no lineal) de la elaboración de la posición de uno (o de varios) sistema(s) de signos
imagen literaria, dicho de otro modo, el grafismo a otro; pero, puesto que ese término ha sido en-
dinámico y espacial que designa la pluridetermi- tendido a menudo en el sentido banal de 'crítica
nación del sentido (diferente de las normas se- de las fuentes' de un texto, preferimos el de trans-
mánticas y gramaticales del lenguaje usual) en el posición, que tiene la ventaja de precisar que el
lenguaje poético" (Semiótica l. Madrid: Editorial paso de un sistema significante a otro exige una
Fundamentos, 1978, pp. 239-40). nueva articulación de lo tético -de la posicionali-
21. Kristeva, Julia. Travesía de los signos. Buenos dad enunciativa y denotativa" (Citado en Nava-
Aires: La Aurora, 1985, p. 19. rro, Desiderio. lntertextualité, O.e. p. vii).
22. Kristeva. Julia. Semiótica 2. Madrid: Fundamen-
tos, 1998, p. 95.
23. Kristeva. Semiótica 1, O.c., p. 9. "( ...) la signifi- Bibliografía adicional
cancia es un régimen de sentido, ciertamente, pe-
ro no se cierra jamás sobre un significado, y don- Ducrot, Oswald y Tzvetan Todorov. Diccionario enci-
de el sujeto, cuando escucha, habla, escribe e in- clopédico de las ciencias del lenguaje, 4' edición.
cluso al nivel de su texto interior, va siempre de México: Siglo XXI, 1978.
significante en significante, a través del sentido, Pérez Yglesias, María. "El Grupo 'Tel Quel': una prác-
sin cerrarlo jamás" (Barthes. El grano de la voz, tica textual revolucionaria". En Káñina. Vol. V,
2' edición. México: Siglo XXI, 1985, p. 217). No. 2, jul-dic 1981.
24. El fenotexto es el fenómeno verbal tal como se ____ o "La semiología de la productividad y la
presenta en la estructura del enunciado concreto. teoría del texto en Julia Kristeva". En Revista de
Por esto, el análisis estructural se limita a la ins- Filología y Lingüística de la Universidad de Cos-
tancia fenotextual, pues no se plantea ninguna la Rica. Vol. 7, N°S 1 Y 2, mar-set 1981.
pregunta por el sujeto de la enunciación. Por su Ricoeur, Paul. Hermenética y estructuralismo. Buenos
parte, el genotexto plantea las operaciones pro- Aires: Ediciones Megápolis, 1975.
pias de la constitución del sujeto de la enuncia- ____ oHistoria y narratividad. Barcelona: Paidós,
ción; es el lugar de la estructuración del fenotex- 1999.
to. Es heterogéneo, verbal y pulsional a la vez. Tel Que!. Teoría de conjunto. Barcelona: Seix Barra!, 1971.

Iván Villalobos Alpízar


Escuela de Filosofía, U.C.R
villalpi@hotmail.com

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