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CRISTIAN LSMO

ROMANO GUARD1NI

RELIGIÓN
Y
REVELACIÓN

1
LOS LIBROS DEL MONOGRAMA
Publicó este libro con el título
RELIGIÓN UND OFFENBARUNG
Werkbund - Verlag, Würzburg, 1958

RESPETUOSAMENTE DEDICADO
AL EXCMO. Y RVMO. SEÑOR OBISPO
Lo tradujo del alemán
DR. ALBERT STOHR
JOSÉ MARÍA VALVERDE

SEGUNDA EDICIÓN, 1964

CON LICENCIA ECLESIÁSTICA

Depósito Legal: M. 9.712-1964. N.° Rgtro.: 70-1961

O Copyright by
EDICIONES GUADARRMA, S. L.- MADRID, 1964

Impreso en España por


Talleres Gráficos de «Ediciones Castilla, S. A.» - Madrid
CO N T E N I D O

Observación previa 13
Introducción 15

PRIMERA PARTE

LA RELIGIÓN INMEDIATA

PRIMER CAPITULO

LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

Observación previa 27
La experiencia de lo sagrado 30
El carácter simbólico de las cosas 45
Los procesos de generación y sus órdenes 53
La no-obviedad del mundo 62
La experiencia de la finitud 89
Síntesis 101
La existencialidad de la experiencia religiosa 108
La problematicidad de la experiencia religiosa 117
CAPITULO SEGUNDO

LA CONFIGURACIÓN
DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

Observación previa 135


La religiosidad mitológica 137
OBSERVACIÓN PREVIA
La religiosidad de la responsabilidad espiritual 153
La religiosidad de la unificación 160
El trabajo que aquí presentamos ha surgido de lec-
La religiosidad de la mezcla 166
ciones dadas en las Universidades de Berlín, Tübin-
La elaboración negativa de lo religioso 171
gen y Munich. Aunque en muchos puntos se ha
vuelto a pensar y se ha ampliado, no ha llegado a
CAPITULO TERCERO ser, sin embargo, un libro en forma de tratado, sino
que conserva el carácter original de curso de leccio-
RELIGIÓN Y TEORÍA nes, y así querría también ser recibido.
La intención de estas lecciones lleva aparejado al-
Observación previa 183 go que será un defecto a ojos de muchos lectores:
Experiencia religiosa y conocimiento teórico 184 no menciona ninguna bibliografía, porque el autor
no ha utilizado ninguna. Dicho con más exactitud:
El concepto de Dios 226
no la ha utilizado del mismo modo que el científico
Las imágenes de Dios 237
cuando al emprender una investigación en su terreno
El recuerdo del encuentro primitivo con Dios 250
de especialidad, recorre los trabajos existentes y toma
La disposición 257 posición ante sus resultados.
Observación posterior 262. Eso no ha de significar, ciertamente, que el autor
Ojeada a la Historia 271 no se sienta obligado con nadie: tiene muchos agra-
decimientos en muchos sentidos. Sin embargo, sus
fuentes no han sido bibliografía que se pudiera citar:
sino más bien, ante todo, el trato con el fenómeno
mismo, en cuanto ha podido tenerlo ante sus ojos
por experiencia propia o por mediación de otros; y

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un teólogo que lleva casi cincuenta años en contacto
vivo con la cura de almas —entendiendo este térmi-
no en su sentido más amplio— ha encontrado fre-
cuente ocasión, en la confianza de innumerables diá-
logos, para conocer y comprender tales experiencias. INTRODUCCIÓN
Como segunda fuente ha de mencionar el caudal de
todo aquello que ha adquirido por largo estudio so-
bre planteamientos de problemas y opiniones. Pero
esto, por decirlo así, de modo anónimo: no estaría en
condiciones de decir de dónde le ha venido tal o
cual idea. Por lo demás, en cuanto a los diversos
hechos e ideas que emergen en este libro, hubiera
sido fácil, pero muy inoportuno, citar obras que los
tratan, para que hubiera "bibliografía" en las notas.
Todos los hechos y todas las ideas viven del con-
texto total: eso es tan obvio como decir que hablan
el lenguaje de la historia común.
La justificación de este modo de proceder reside
en lo que pretende el libro: no trata de informar al
lector en sentido científico especializado sobre hechos
y teorías, sino ponerle ante los fenómenos, mostrarle
su relación mutua y ayudarle a que los comprenda.
Si desea información ulterior, tiene abundantes medios
a su disposición: los diversos manuales de historia,
psicología y fenomenología de la religión, así como
los manuales de teología histórica y sistemática.

Munich, otoño de 1958.

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1

Conforme a su título, este libro trata de la "reli-


gión" y de la "revelación". La primera de estas de-
nominaciones se refiere a ese fenómeno, universal
entre los hombres, de la relación con lo divino, cuya
investigación forma parte de la ciencia de la cultura;
la segunda, esa manifestación de Dios de que habla
la Sagrada Escritura del Antiguo y Nuevo Testamen-
to, y la respuesta de que hace capaz a quien la oye.
Pero estos dos círculos de fenómenos han de ser vis-
tos de antemano en su relación mutua.
La investigación también podría proceder de otro
modo. Así, como se ha dicho, hay una ciencia de la
religión, que constituye una parte de las ciencias del
espíritu. Como investigación comparativa, considera
las formas de la vida religiosa, según se encuentran en
los diversos pueblos. Como historia, va siguiendo la
evolución de las diversas religiones y las conexiones
que se dan entre ellas. Como psicología, analiza los
actos que sustentan la vida religiosa y su relación con
los restantes procesos psicológicos, etc.
Por el otro lado, hay una investigación muy des-
arrollada que se refiere a la Revelación bíblica: la
teología. Como historia, busca el hecho de la Reve-
lación y su presencia en el transcurso del tiempo.

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to que sólo le puede dar la Revelación. Si no se acep-
Como teología sistemática, hace surgir la conexión
ta ésta, entonces esos fenómenos se encierran en su
conceptual de sus contenidos. Como liturgia, in-
propia contradicción y esterilidad; en la medida en
vestiga el culto fundado en la Revelación; sus tex- que no sucumban al racionalismo y al tecnicismo.
tos, símbolos y acciones. Ambos grupos de investi-
Pero por otro lado, ha habido una vida religiosa
gaciones pueden, en amplia medida, prescindir el uno
antes de que tuviera lugar la Revelación. Ha seguido
del otro; hasta el punto de que, como caso-límite,
habiéndola en muchos terrenos cuando ya había Re-
surge una ciencia de la religión para la cual la Re- velación —al lado de ella, porque faltaban condiciones
velación no significa más que una forma de presen- para conocerla, o en oposición a ella, cuando se da-
tarse la vida religiosa, entre otras; y por el otro ban esas condiciones previas—. De ese modo, los
lado, una teología que se limita al hecho y conteni- fenómenos tic la religiosidad natural no son meras
do de la Revelación, considerando como -mero extra- anticipaciones de la Revelación, sino que tienen sig-
vío la vida religiosa de los pueblos en que no esté nificado en sí mismos, porque en ellos se expresan
determinada por ella. potencias naturales del alma, tanto de índole indivi-
Ei presente trabajo quiere ver ambas esferas en dual como colectiva. De hecho, también el antiguo
su conexión. Parte de que existe la Revelación como concepto cristiano de la Iglesia como haeres gentium
manifestación absolutamente válida de la verdad di- [heredera de los paganos] expresa la conciencia de
vina, y por tanto no se puede hablar de vida religiosa que la vida religiosa al margen de la Biblia, en los
sin tomarla en referencia; aun prescindiendo de que diversos pueblos y a través de los tiempos, ha pro-
los conceptos con que se expresa lo religioso, para ducido una riqueza de experiencias, un tesoro de com-
nosotros los europeos, proceden en gran parte del prensiones espirituales y una abundancia de símbolos
ámbito de experiencia y teoría de la Revelación, es- significativos, que la doctrina de la Revelación debe
tando así determinados por ésta aun en quien no la recibir con buena disposición y gratitud, aunque con
reconoce. Así, lo que luego se dirá sobre el fenó- cuidadosa distinción.
meno religioso en general, está siempre puesto bajo
la luz de la Revelación.
2
Pero la relación es todavía más estrecha. Los fe-
nómenos de religión natural no se pueden enten- Por la intención expuesta, las consideraciones que
der de ningún modo por sí mismos. Su pleno sen- aquí se presentan entran en el contexto de un largo
tido sólo se hace visible en el contexto que muestra trabajo, requerido por mi tarea universitaria, sobre lo
la Revelación como historia de la salvación. Todo que se llama "visión cristiana del mundo".
fenómeno de religión natural está en el Adviento; Esta expresión se pronuncia con vacilación porque
esto es, aguarda ese enjuiciamiento y completamien-
19
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se ha usado y abusado de ella del modo más diverso; conocido la poesía de Hólderlin. Entonces puede
pero tiene un sentido auténtico e imprescindible en el ponerla ante la teología, preguntando qué es lo que
conjunto de la conciencia cristiana. Y, concretamente, ésta tiene que decir sobre el misterioso fenómeno
ha de significar ei encuentro que tiene lugar entre la de esa poesía y de su autor.
fe en la Revelación y el saber inmediato sobre el mun- Lo que se trata en este libro, pues, constituye una
do. Dicho de otra manera: esa visión del mundo es parte de la teoría de la visión cristiana del mundo.
la imagen del mundo tal como se muestra cuando se Intenta observar el conjunto de la vida religiosa, pero
le ve desde la Revelación; el conjunto de esas ilumi- de tal modo que se sitúa de antemano bajo el juicio
naciones que reciben de la Revelación los problemas de la Revelación: y por otro lado, considera la Re-
inmediatos del mundo, y recíprocamente, la síntesis velación por las fuentes apropiadas, pero de tal modo
de esas respuestas que la Revelación tiene ocasión de que se pone en contacto con los fenómenos de la re-
dar merced a las preguntas del mundo. ligiosidad natural.
Sería un error creer que todo eso ya está realizado A eso va unido algo ulterior. Aquí no tratamos de
por la teología misma; un ejemplo puede hacerlo obtener definiciones abstractas. Aquello a que se
evidente. La teología puede decir, viéndolo desde la orienta en definitiva nuestra mirada, no es "la reli-
fe, lo que es "mundo" en general, lo que es la re- gión", sino el hombre que vive religiosamente; no el
lación con el mundo, y el peligro que de él pro- concepto de su "esencia absoluta", sino la cuestión
viene, y la resistencia a ese peligro, pero, por el de cómo el hombre encuentra a Dios, y cómo Dios
contrario, de los contenidos concretos de la expe- determina su vida, y así sucesivamente.
riencia del mundo, no sabe nada por sí misma. Así Entonces, detrás de cada cuestión concreta está la
no estaría en condiciones de afirmar nada sobre lo cuestión del conjunto de la existencia. Si estas inves-
que es, por ejemplo, la poesía: fenómeno que, jun- tigaciones cumplen su intención, el lector tendrá al
to con los problemas en él contenidos, y con los final ante su vista una imagen, o digámoslo más mo-
valores y medidas vigentes en él, debe encomendar- destamente : un boceto de lo que significan estas
se más bien a la experiencia del mundo. Cuando frases: "un hombre existe religiosamente", o "un
habla de poesía, ya no es doctrina de fe, sin más, hombre existe en el campo de la Revelación". Es
sino doctrina de la visión cristiana del mundo. Mu- menos que una teoría, porque falta la exactitud de
cho menos podría la teología por sí misma decir las definiciones y pruebas que da la teoría: pero es
algo sobre lo que representa la obra de un Hólderlin, más que una teoría porque, en la medida de su ca-
pues ésta no se le presenta en absoluto en las pacidad, traza una "imagen" en que el lector se en-
fuentes apropiadas para la teología. Sólo consigue contrará a sí mismo mejor que en la ensambladura
verlo cuando el creyente que vive en el mundo ha de conceptos de un sistema teórico.

20 21
PRIMERA PARTE

LA RELIGIÓN INMEDIATA
PRIMER CAPITULO

LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
Observación previa

Nos fijaremos ahora en el fenómeno de lo religio-


so. En estas consideraciones, la palabra "fenómeno"
se repetirá con frecuencia. Se usa en sentidos diver-
sos : por eso requiere una determinación más precisa.
Concretamente, la tomamos en su significado origi-
nal : como lo que aparece, -phainetai.
Con eso se dice ante todo que "aparece" algo, que
se hace visible y comprensible en su sentido. Que
aparece algo; es decir, que lo que se presenta no es
un fantasma, sino la evidenciación de algo con enti-
dad. Que surge "por sí", y, por tanto, es indepen-
diente respecto al que lo ve. Todo intento de elimi-
nar esa objetividad fracasa ante la protesta inmediata
de la conciencia. Cuestión aparte es hasta dónde al-
canza; hasta dónde penetra la visión misma en lo
visto.
Este concepto implica, además, que eso que se pre-
senta y tiene entidad, tenga carácter de "imagen". Su
peculiaridad no está formada por una acumulación de
detalles, sino por un todo: una trabazón en que cada
elemento está condicionado por cada cual de los de-
más. Así el primer acto, el que sustenta todos los

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postenores ahondándose cada vez más, es un acto de por referencia a algo de sencillez definitiva, sería
mirar y ver. Mi mirada ve la esencia, y concretamen- insuficiente, más aún, falsa.
te, de tal modo que ésta da testimonio de sí misma. Por eso partiremos de los diversos puntos de vis-
ta, ensamblando elemento con elemento, para rodear
La esencia es "evidente", salta a la vista: mira, y ese
el fenómeno, y, finalmente, obtener una visión sobre
mirar suyo hace posible el mío, más aún, lo provoca.
el conjunto.
Toca la sensibilidad de mi mirada con su peculiaridad
de ser lo que es. Determina mi percepción sensible
con el poder de sentido de su significación, enco-
mendándomelo. Al ver, me comporto de manera re-
ceptiva respecto a esa comunicación de sí mismo:
atendiendo a ese mandato de sentido.
Pero, finalmente, con eso se ha dicho también que
el proceso de ver no es mecánico: no es un mero
reflejar y fotografiar. Significa más bien que la apa-
rición de la esencia y la captación del fenómeno, mi-
rando y siendo mirado, deben ponerse de acuerdo: de
lo cual se deriva una doctrina de las condiciones con-
cretas del conocimiento, una etica y una teoría íor-
mativa del conocimiento, sobre las cuales, sin em-
bargo, no se puede seguir hablando aquí.

Lo religioso es algo elemental. Pertenece a las rea-


lidades básicas de nuestra existencia: pero no es
simple. Simple es lo que puede determinarse por
referencia a un único elemento del ser, a una única
base del acontecer, a una dirección del hacer. Pero
ninguna realidad es simple: siempre es compleja. Lo
es especialmente cuando se trata de algo vivo; pero
sobre todo, cuando se trata del hombre. Al investigar
lo religioso, pues, debemos atenernos a algo de su-
prema multiplicidad, muy rico en estratos, lleno de
tensión. Toda definición que lo quisiera determinar
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cielo cuando gobernaba Augusto y cuando los egip-
cios construían las pirámides; brillaban ya cuando
no había hombres todavía; y mucho después de
que se disuelva nuestra actual situación histórica,
seguirán por su camino. Puede ser que perciba la
belleza que allí reina, y se le ocurra, como flore-
ciendo, una palabra que la exprese. Pero quizá tam-
bién, que pronuncie, ante esos silenciosos poderes, el
EXPERIENCIA RELIGIOSA nombre de una persona querida... Por esa línea, se
podría todavía decir más cosas, pero ¿se agotaría con
La experiencia de lo sagrado ello lo que se puede presentar a la conciencia?
Todavía no. A la vista de esas imágenes resplan-
decientes, el hombre sensible puede percibir algo
1 que no entra en las ideas hasta aquí indicadas. En
el silencio y la distancia puede elevarse algo que
¿Qué encuentra un observador atento y sensible es diferente de todo lo que se puede decir partiendo
al ponerse ante los diversos modos de presencia y de las cosas. Deja en silencio a quien lo percibe. Y
consideración de la realidad eme le rodea? si bahía., de.be buscar palaJbm-, y ya. esa. búsqueda
Supongamos que sea de noche. Mira la tierra ca- revela que se trata de algo especial. Dirá: es so-
llada. Sobre él se eleva el espacio, en bóveda alta y lemne, es misterioso, es eterno, es —y ahora llega
remota. Por todos los lados le llega el fulgor de las a lo auténtico— sagrado. De la grandeza y el fulgor
estrellas, tan grandiosas una por una como en cons- y el silencio surge, tocándole de modo peculiar, "lo
telaciones. Quizá el aire está tan claro que tiene la sagrado".
sensación de auténticos cuerpos celestes, mientras Pero esta palabra hay que tomarla con seriedad.
que en nuestro clima nórdico no suelen dar la im- N o se puede hablar de las cosas de la vida sin
presión más que de puntos o motas luminosas. ¿ Q u e tomar conciencia de que las palabras que se usan
"ve" entonces? Puede ser que le interese la astrono- para ello están en buena medida deformadas. Así
mía, que considere magnitudes y distancias, veloci- pues, con "lo sagrado" nos referimos a aquello ante
dades y sistemas. O que resulte impresionada su lo cual, en personas bien nacidas, responde el sen-
sensibilidad histórica, y se diga: bajo estos siglos timiento de deber inclinarse: inclinarse de un modo
se combatieron las guerras mundiales; se elevaban como no podría hacerlo ante algo que fuera sola-
sobre los emperadores medievales; estaban en el mente terrenal. Es algo misterioso, y, sin embargo,

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determinado; es algo extraño y, sin embargo, hon- ración: era para eso. Tampoco como simple conse-
damente familiar. Se hace evidente en el fulgor de cuencia, tal como la pobreza viene de la disipación, y
las estrellas, en la amplitud del cielo y, sin embargo, la soledad de la altanería y falta de cariño, sino como
es diferente de los cuerpos celestiales y el espacio; "juicio"; como "ira" de algún poder rector.
se hace presente en el ser del mundo y, sin embargo, Puede ocurrir también que se produzca una sensa-
viene de otra parte que del mundo. Por eso también ción de providencia. Y tampoco como resultado de
se le ha llamado, dando un peculiar énfasis a la pa- una planificación racional, sino como gobierno de un
labra, lo "Otro" frente a todo lo conocido, o lo poder inasequible a ninguna iniciativa humana, y que
"no-terrenal", o, en fin, lo "numinoso", lo "divino" *. suscita agradecimiento. Una vez más, las cosas pare-
Lo sagrado puede también hacerse presente en un cen abrirse y hacerse transparentes. Pero esta transpa-
hecho. Por ejemplo, un infortunio puede percibirse rencia es algo diverso de la iluminación física o la
simplemente como daño u horror, respondiendo con inteligibilidad racional; sino que desaparecen las
pena y temor. Pero puede ser también que el hombre separaciones, caen los velamientos y se identifican
tenga la sensación: aquí hay algo que me ha amo- el ser y el sentido, lo de fuera y lo de dentro, la
nestado ; y no de tal modo como avisa el agotamiento cosa individual y el conjunto, y ya no queda más
corporal para que no nos esforcemos demasiado, sino que preguntar.
que el aviso llega del misterio de la existencia, de la Siempre ocurre que en la materia de la existen-
altura, del centro. O se presiente que hay una repa- cia, en el acontecer de la vida individual y de la His-
toria, se hace evidente algo que está allí imperando
* Usamos aquí conceptos que introdujo Rudolf Otto y haciendo patente el sentido, pero que es miste-
en su obra "Lo sagrado". (N. del T.—La versión espa- rioso de modo diverso que ese acontecer, y que está
ñola se tituló "Lo santo": término inexacto). "Sobre lo
elevado por encima de él.
irracional en la idea de lo divino y su relación con lo ra-
cional" (Das Heilige; über das Irrationale in der Idee des La misma impresión puede provenir del mundo
Góitlichen und sein Verhaltnis zum Rationale, 1917). El interior. Por ejemplo, una persona está en un con-
libro situó con exactitud el fenómeno religioso en el cam- flicto moral y siente la incondicionalidad del deber.
po de observación, distinguiéndolo de lo ético, lo noético, De qué se trata, lo puede expresar de diversos mo-
y lo estético. Pero se apoya en una concepción unilateral-
dos. Puede decir que así es justo y bueno. Pero tam-
mente irracional, que es comprensible como reacción con-
tra el racionalismo, pero que pone lo religioso fuera de re- bién puede ser que en eso que le liga y le exige
lación con el dominio del pensamiento y la verdad; el moralmente perciba otra cosa: una validez eterna,
cual también se sujeta de modo innecesario al apriorismo una altura. Esto sería, una vez más, lo sagrado: pen-
kantiano. Finalmente, falra una distinción aceptable entre semos, por ejemplo, en el arrebato que se manifiesta
formas auténticas e inauténticas de lo religioso, y formas
de valor total y de valor secundario.
ni las palabras de Platón sobre el bien, o en el

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a
modo como habla Kant del cielo estrellado sobre el terminados. Pero siempre de tal modo que aquello a
hombre y la ley moral dentro de él. que se alude es diverso de aquello en que aparece :
En alguna ocasión puede haber algo en torno a es ajeno, incomprensible, y sin embargo, íntimamente
un rostro humano, que a la vez da temor y provoca familiar. Tiene altura, es temible, está lleno de ben-
anhelo; algo retirado, apartado, de tal modo que dición, es dichoso. Rechaza y atrae. Está apartado e
quien lo observa se echa atrás, pero por otra parte inalcanzable, pero también cercano, más cercano que
querría participar en ello, y lo procura. Desde la todo lo demás. Ninguna regla prescribe cómo tiene
naturaleza de un hombre puede hablar algo miste- que ser y aparecer; pero siempre es eso mismo.
rioso, que quizá no depende de él personalmente y A ello responde en nuestro interior algo diverso que
no tiene nada que ver con lo que consiga hacer. a cualquier otra llamada. La impresión que responde
Recuerda algo que es diverso del mundo. Conmueve, se distingue de las restantes impresiones del mismo
hechiza, estremece; y de pronto, cosas que un mo- modo como su objeto se distingue de los objetos del
mento antes eran todavía importantes, ahora pare- mundo inmediato. El hombre sabe que toma parte en
cen descoloridas y menesterosas. También esto es ello con lo más íntimo y lo más definitivo suyo. To-
lo sagrado, lo Otro. mando parte de un modo especial: con algo en él
Más aún, esa impresión puede aparecer sin nin- que es de índole análoga a lo que se manifiesta ahí.
guna ocasión palpable: como la conciencia súbita Con un anhelo que sólo encuentra cumplimiento en
de una presencia inexplicable, extraña, pero que eso santo; ese cumplimiento que designamos con la
toca a lo más íntimo, como un aliento, una con- palabra "salvación". Se distingue de todos los restan-
densación, una manifestación de poder, una con- tes logros: los que proporcionan el alimento, o la
centración de entidad. Por lo que nos cuentan, sabe- propiedad, o el prestigio social, o el amor, o el cono-
mos que esa sensación ha invadido de repente y con cimiento, o la belleza. Es el único cumplimiento
poder trastornador a algunas personas: aquí, ahora, definitivo, el que decide el sentido último de la exis-
en este cuarto está "ello": incluso quizá: está "El". tencia, y que sólo puede hallarse en el valor religioso:
una identidad de expresión que muestra que se trata
de un fenómeno primario.
2 No es fácil decir en qué está sustentada subjetiva-
mente la experiencia religiosa. Los colores y formas
Todo eso es impresión de "lo otro", de lo no-te- son percibidos por el ojo, los sonidos por el oído, los
rrenal, de lo sagrado, de lo numinoso: experiencia olores por el olfato; de ese modo no se puede aislar
religiosa. Por lo general, se presenta en las realida- un órgano para lo religioso. Se habla con predilección
des de la existencia: en personas, cosas, hechos dt- <lc "presentimiento", "sentimiento", "ánimo", "cora-

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zón" y cosas semejantes. Esas palabras son impreci-
pero también tomando parte en la de otro, bien sea
sas. Aluden, evidentemente, a una susceptibilidad de
que éste se encuentre presente en persona, o que lo
la esencia humana como conjunto; una receptibilidad
relate en un libro, etc.
para cualidades de otra índole que las cualidades fí-
Con la experiencia religiosa el hombre puede tener
sicas o psíquicas o espirituales de la existencia gene-
diverso proceder. Puede defenderla, cuidarla y ejer-
ral. O se eligen expresiones que tratan de determinar
citarla. Entonces crece, como todo lo vivo; se hace
•más esencialmente lo que se busca, como "chispa del
más fuerte y rica; se profundiza en su sentido, se
alma", "fondo del alma", "cima" o "filo del espí-
aclara en su significación conceptual. El hombre pue-
ritu". Entonces se alude a las profundidades más
de percibir sus exigencias y cumplirlas en lo posible.
íntimas o las alturas más extremas; en ambos casos,
Entonces la experiencia se hace más pura, más gene-
lo más propio y original del hombre. Estas denomi-
rosa, más seria en su carácter moral. Puede tener
naciones son más precisas que las anteriores, pero
historia en ella, y si la toma rectamente, su vida en-
presuponen experiencias de índole poco habitual, y
tera quedará determinada por ella. Pero puede tam-
en todo caso, infrecuentes. Un análisis cuidadoso pro-
bién descuidar esa experiencia, quedar desatento, dis-
bablemente se referirá más a una receptibilidad del
traído, perezoso ante ella; entonces pierde hondura
conjunto humano que a un "órgano" especial. Fi-
y fuerza y se deshace finalmente. Puede temerla, elu-
nalmente, se podría decir que es "el límite" del
dirla, obstaculizarla, desviarla, debilitarla. Puede en-
hombre vivo Jo que aquí se implica; aquello donde
tregarla a la inteligencia, hacer de ella una filosofía,
él termina, pero de tal modo que "al otro lado" de
disolverla escépticamente. Puede usarla estéticamente
este límite no hay un vecino en el ámbito del Uni-
y dejarla resbalar a la falta de compromiso' de la
verso, sea persona o cosa, sino lo absolutamente
fantasía. Puede desempeñar un papel con ella, o uti-
Otro *.
lizarla para el placer, etc. En todo caso, se pierde lo
La energía de la experiencia religiosa puede ser auténtico —algo de ese cumplimiento que se llama
muy diversa, escalonándose desde la violencia arre- "la salvación".
batadora, que trastorna la vida entera, hasta el hálito
Pues en todo contacto de lo sagrado hay una exi-
fugitivo. Puede ser de diversa pureza; apareciendo
gencia. N o significa que quien lo experimenta pueda
visiblemente en su propia autenticidad, o mezclada
advertirlo y encontrarlo interesante, sino que exige
con sentimientos mundanos, con impresiones histó-
que se tome en serio; que se supere lo que le con-
ricas, o estéticas, o eróticas. Quien lo percibe puede
tradiga en esa vida, y que se purifique la existen-
tener la experiencia por su propia fuerza original;
cia; que se asuma el riesgo de salir hacia ello. Si
el hombre no sigue la llamada, puede perder la expe-
* Véase más adelante págs. 89 y sigs.
riencia, conservando sólo la sensación de haberse em-
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pobrecido; lo cual se pretende fácilmente silenciar
bajo el escepticismo y la enemistad.
Incluso, el hombre puede intentar destruir en ab-
soluto lo sagrado y la experiencia de lo sagrado. N o
lo conseguirá del todo, ciertamente, pues se trata de
un elemento básico de la existencia humana, pero es
cosa de ver cuánto logra destruir el hombre si lo
pretende en seno y se pone a ello con todos los me- El carácter simbólico de las cosas
dios : véase la técnica del biologismo y el materia-
lismo ateo al servicio del Estado totalitario. Por aho- 1
ra, dejemos estar lo observado.
¿Qué veo cuando contemplo una cosa, por ejem-
plo, el árbol cjue tengo delante? Esto es, no se trata
de qué pienso ante él y sobre él con mi entendi-
miento, sino: ¿qué veo en él con mis ojos?
La primera respuesta es : veo su forma: su con-
junto, que consiste en formas, colores, movimientos.
Pero ¿qué es? Se responde: un cuerpo. ¿Sólo un
cuerpo? Sí, pues los ojos sólo pueden ver lo cor-
poral. Pero ¿es verdad esto? ¿Es "forma" sólo un
cuerpo? Una relación de magnitudes, una función
orgánica, una belleza ¿son sólo corporales? No, con
toda seguridad, sino también, y por esencia, espi-
rituales. Pero lo espiritual ¿no es imposible verlo?
Por sí solo no se puede ver, pero sí como determi-
nación de lo corporal. Ocurre incluso que sólo se
puede "ver" lo que está determinado por el espíritu,
captándolo como dato determinado con pleno sen-
tido, mientras que algo meramente corporal no puede
ser captado en absoluto. La "mera" materia —en la
medida en que fuera algo en absoluto—• no llegaría
siquiera a dato sensorial. La mirada no es un aparato

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mecánico, a cuyos resultados el entendimiento otor- procesos físicos y químicos, sensaciones anímicas,
gue posteriormente su interpretación conceptual, sino impresiones de imagen, y así sucesivamente, hasta
que su acción capta una corporalidad determinada llegar a la comprensión del elemento expresivo, con
cspiritualmente, un espíritu que se hace presente en referencia al contenido anímico-espiritual que ahí
lo material. Esplritualismo y materialismo son dos se manifiesta *.
lados del mismo error, del error de no entender al Entonces, cuando esta mirada humana se dirige
hombre como unidad anímico-corporal. al mundo, ve, por lo pronto, lo que es ópticamente
Hablo con un hombre y le expongo un estado de visible, junto con todo aquello que aparece ahí por
cosas. El no comprende todavía, pero se esfuerza, los diversos procesos expresivos. Pero eso no es aún
trabaja, y de repente se ilumina la comprensión. ¿Que la totalidad. Una vez que se han dado todas las res-
es lo que veo al mirarle durante ese proceso? ¿Al- puestas, tales como se desarrollan en las diversas cien-
teraciones de superficies, movimientos de piel y cias, no ha quedado agotada la visibilidad del mun-
músculo, tras de los cuales, luego, acordándome de do. La mirada que no está deformada por la cultura
mi propia experiencia, coloco el hecho espiritual de ve todavía más.
la comprensión? También eso será esplritualismo Por ejemplo, un árbol tiene esas determinadas cua-
—o materialismo, según el punto de vista desde el lidades botánicas, esa importancia económica, esas
cual se enjuicie—. No, ni deduzco ni adivino la com- bellezas pictóricas, etc. Una vez dicho todo lo que
prensión, sino que la veo. se puede decir siguiendo semejante línea, queda to-
Pero comprender es un acto del alma espiritual, se davía algo: que da la impresión de que significa más
objetará, y el alma no se ve. De acuerdo, el alma de lo que es según su mera existencia empírica: que
espiritual no se ve por sí sola; pero se hace visible arrebata al contemplarla y, con un movimiento pecu-
en gestos y ademanes. No está detrás de los gestos, liar, se lo lleva a través de lo inmediatamente existen-
sino en ella. Los gestos son expresión: modo de te, a otro ámbito, a otra relación de sentido. El árbol
hacerse presente lo que en sí no es presente, me- es transitorio, pero alude a algo intransitorio. Es im-
diante un elemento intermedio. El rostro del hom- perfecto, fragmento, pero se remite con todo lo que
bre es alma que se hace visible, espíritu que se hace es, hacia algo sagrado y perfecto. Es insuficiente, deja
observable. Nuestra mirada no es sólo el órgano sin cumplir la exigencia de sentido, pero habla de algo
fisiológico, sino un conjunto, que alcanza desde las que satisface en lo más hondo, y definitivamente. Está
células y condiciones ópticas hasta la capacidad de entregado, pero tiene detrás algo eternamente escon-
percibir el sentido. De esa mirada, lo que observa
* Sobre esto, como sobre todo este capítulo, cfr. Guar-
el anatomista es sólo el mecanismo. De modo aná- dini, Los sentidos y el conocimiento religioso (Die Sin~
logo, ver es un acto de muchos estratos, que abarca ne und die religióse Erkenntnis, Würzburg, 1958 2 ).

40 41
dido, que puede dar cobijo por sí mismo. Eso eterno
conocidas por ellas, y en ciertas condiciones, falsea-
no lo es él mismo en absoluto; pero él existe por
da; que da a todas las cosas su decisiva profundidad
ello y con referencia a ello.
de sentido, y que sin embargo no se vierte en ellas;
Todo eso lo percibo yo. Soy tocado por ello. N o
eso, parece coincidir definitivamente con lo que se
como por una ocurrencia subjetiva, un presentimiento
ha llamado lo sagrado.
indeterminado, una interpretación poética, sino como
En sí, sería fácil ver en ello lo metafísico, la es-
por algo seno. Es una auténtica captación de obje-
tructura esencial, la imagen eterna, que está, igual-
tos; más difícil de expresar, ligada a condiciones más
mente, detrás o encima de lo que se hace presente,
complicadas, pero "rindiendo" tan objetivamente
determinando su sentido, pero a la vez trascendién-
como aquella captación con que observo la compren-
dolo en todo lugar; justificándolo y a la vez juzgán-
sión espiritual a través del gesto de otra persona, y
dolo; la potencia de sentido en que el espíritu entra
su arrebato a través de su actitud.
en contacto con la cosa, y la cosa se hace patente al
Todas las cosas se manifiestan como inmediata-
espíritu, y el espíritu se hace comprensivo ante la
mente reales y entitativas; pero a la vez hacen per-
cosa. Sería, para nombrar sólo esto, la experiencia
cibir que no son todavía lo último, sino válvulas ds
filosófica de Platón, de que ha surgido su doctrina de
escape para que surja lo realmente último y autén-
las Ideas. Pero con eso se trataría sólo de metafísica.
tico; formas de expresión que lo hacen aparecer. Eso
Aquello a que se refiere nuestra consideración queda
significa: todas las cosas tienen carácter simbólico.
todavía detrás de lo que está a la vista de la Idea.
La mirada percibe en ellas un movimiento peculiar:
Es aquello de que incluso la Idea es todavía símbo-
algo que está detrás de ellas, o encima de ellas, surge
lo —como efectivamente, también Platón índica al
a través de ellas, invade el espíritu y le lleva, regre-
decir que la Idea es en cada ocasión la eterna forma
sando por ellas, hasta el punto de donde procede. Las
de sentido a que se refiere la cosa individual percep-
cosas significan lo que son ellas mismas y a la vez
tible y que es buscada por el pensamiento especula-
algo más que ellas mismas. Son entes inmediatos y
tivo—; pero diciendo además que sobre las diversas
a la vez símbolos.
ideas en particular y sobre todas las ideas en conjunto
estaría lo agathón, el "Bien", que para él significa lo
2
divino. De él son expresión o presentimiento las
Ideas —y cada una de ellas de modo especial—•. Sólo
Esa autenticidad definitiva que está detrás de la
ese Bien divino es lo definitivamente auténtico, lo
cosa, pero también velada y apartada por ella; que es
que habla en todas las esencias propiamente dichas,
análoga a toda cosa y a la vez diversa de ella; evi-
pero también transparece en todo elemento de la más
denciada por todas las cosas, y de nuevo hecha des-
casual corporeidad.
42
4?
Semejante es la experiencia e interpretación del
primer gran platónico cristiano, San Agustín. Tam-
bién para él las cosas y hechos de la experiencia son
en principio problemáticos, por lo que toca a su en-
tidad, y están cerrados, por lo que toca a su conoci-
miento. Pero detrás o encima de la cosa está su regula
esterna, su modelo eterno. Resplandece con su poten-
cia de sentido, la lux mentís, en el espíritu que mira,
y lo pone, junto con la cosa, en esa apertura que se La originalidad de las cosas
llama "verdad". Pero las ideas, por su parte, son las
ideas creativas de Dios, y están todas ellas; unidas
por su origen en el Logos; de modo que su irradia-
1
ción de sentido es manifestación de Sí mismo que
hace Dios. Lo que en Platón sólo queda aludido, en
San Agustín se desarrolla del todo a la luz de la Lo que se ha dicho hasta aquí sobre la experiencia
doctrina del Logos según San Juan. de lo "numinoso", procede de nuestro modo inme-
Esa experiencia y la teoría que la interpreta reapa- diato de intuir y percibir. Si lo comparamos con el
recen constantemente en el curso de la historia occi- de anteriores épocas históricas, notamos que en el
dental del espíritu. Con facilidad van a parar a lo transcurso de la historia de la Edad Moderna tiene
fantástico, y entonces pueden aplicar su justa crítica lugar un peculiar adelgazamiento, y con él una mun-
al sentir empírico de las cosas y el modo racionalista danización del mundo.
de oensar. Pero no por eso aueda abolido el prin- Un estrato físico y racional de realidad se desprende
cipio básico, que forma parte de la condición prístina del mundo y queda considerado como la totalidad,
de la experiencia de la realidad. Una vez más, vamos o en todo caso, como lo seriamente auténtico de la
a dejar estar lo que hemos adquirido. realidad del mundo. N o desaparece lo religioso; pero
queda igualmente aislado aparte, como lo específica-
mente religioso, que se experimenta y cultiva en es-
peciales impresiones, actitudes y acciones: "la re-
ligión". Con eso las realidades inmediatas pierden
profundidad y peso. Ordenaciones sociológicas tales
como familia, comunidad, Estado; valores económi-
cos como medidas, pesos, propiedad territorial, límites

44 45
de fincas; disposiciones y artes como las actividades
primitivo y, hasta un cierto punto, el niño *. De-
del médico o del poeta, todo ello originalmente forma
cíamos que en la Edad Moderna la situación reli-
parte del dominio religioso, y también conserva du-
giosa propende a separarse de las cosas y a desarro-
rante mucho tiempo una dignidad especial, pero en
llarse en el ámbito interior del alma, en meros pen-
definitiva se vuelve del todo profano. Su validez en-
samientos y vivencias de sentir, en experiencias éticas
tonces sólo se determina ya por la comprensión ra-
y personales. Tal es el caso, especialmente, donde
cional y la mera ética.
falta el mundo del culto, de ia liturgia. Entonces se
Pero con eso comienza una crisis que cada vez al- abandona la penetración religiosa del tiempo y de
canza más hondo y en que se exterioriza que la sus ritmos, del espacio y de sus lugares, de las cosas
norma y la ordenación cada vez se vuelven más pro- concretas y las acciones, formándose una interioridad
blemáticas, hasta que surge la cuestión de cómo pue- orientada sólo hacia la palabra. De ahí surge una re-
den todavía establecerse en absoluto como vigentes. ligiosidad sin mundo, sin cosas, aparentemente "pu-
Por el otro lado, lo religioso se hace cada vez más ra", pero en realidad muy problemática. Por el con-
"interior", más pobre en contenido mundano, y por trarío, en el hombre de la Antigüedad la experiencia
tanto, más monótono y más débil de sentido —así religiosa se desarrolla en las cosas del mundo y los
como también menos capaz de entrar en contacto con acontecimientos de la vida.
los contenidos concretos de las cosas, dándoles con- Eso no quiere decir que en el hombre de la Anti-
figuración. güedad, y, análogamente, en el hombre primitivo y
en el niño, esté abolida la tensión entre lo "otro", lo
Deja ya de percibirse en buena medida lo que se riuminoso, por un lado, y por otro lado, lo conocido
ha dicho sobre el carácter simbólico de las cosas. Las inmediatamente, lo empírico; pero esa tensión tiene
cosas aparecen sobre todo como datos que se agotan lugar en la propia realidad del mundo y de la vida.
en lo que puede percibirse de modo directamente fí- La cosa también puede ser experimentada de modo
sico, entendiéndose por referencia a un inmediato meramente empírico; pero entonces es mauténtica.
sentido racional. En todo caso, la cosa adquiere to- * Aquí puede prestar una ayuda esencial la poesía de
davía un trasfondo estético, pero que no va más allá Hólderlin, que, sin volverse atávica, sino más bien pura y
de la inmediata conexión vital. grandiosa, hace presente la forma de experiencia de la
Antigüedad. Naturalmente, no de tal modo que él fuera
Para hacer resaltar la diferencia del modo más ní-
nada más que un hombre de la Antigüedad perdido en
tido posible, comparemos con esto el modo como nuestra época. Está en la Edad Moderna, y posee su cul-
percibía la cosa el hombre de la Antigüedad, y, por tura racional, estética y humana. Pero a partir de esos ele-
otra parte, cómo también hoy la percibe el hombre mentos surge una forma de experiencia que un griego de
la Antigüedad hubiera percibido como familiar.
46
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haciéndose madura y clara por completo; entonces
Sólo cuando en ella o desde ella resplandece lo mis-
es "divina". O cuando un proceso entra en una cri-
terioso, se hace plenana, se abre su sentido, adquiere
sis y se acerca a la decisión; entonces, en la lucha
poder de entidad. Recíprocamente: aunque lo divino,
ante Troya, de repente se presenta Atenea junto a
lo theion, es lo misterioso, lo que viene de otra parte,
Diomedes, y la acción de éste se hace divina. N o
lo que, según la situación, da al ánimo un tono de
por eso se hace menos divina la realidad, menos den-
solemnidad, o lo entusiasma, o lo lleva al terror, sin
sa y exacta, sino, al contrario, entonces es cuando em-
embargo, se desarrolla en la cosa, en el hecho, en la
pieza a ser plenana y a establecer experiencia. Recí-
realidad humana terrenal. Por ejemplo, un árbol es
procamente, lo divino se hace presente, perceptible,
esa cosa natural observable, determinable por sus pro-
observable; no en general, sino aquí, ahora, en este
piedades botánicas y utílizable para la más diversas
acontecer. A partir de aquí comprendemos el uso de
finalidades. Puede tomarse también de modo mera-
la palabra "divino" en Homero, uso que nos hace
mente empírico, con frialdad calculadora. Pero en-
sentimos extraños a los hombres de la Edad Moder-
tonces no es el árbol propiamente dicho, sino algo
na. Puede referirse a todo: a una persona, a un dicho
limitado, imperfecto. Sin embargo, basta cualquier
de sabiduría, a un arte, a un par de sandalias. A
ocasión, y tiene lugar el contacto: entonces, de re-
menudo se trata sólo de un epíteto fijo; pero el uso
pente, el árbol está ahí como algo misterioso. Al
descuidado apunta a un uso que está en el fondo, y
ocurrir esto, no se diluye en lo incierto; no se hace
en que la cosa en cuestión se hace por completo ella
fantástico, como sería el caso para el hombre de la
misma gracias a que emerge de "lo otro"; y eso "otro"
Edad Moderna, sino que conserva todas sus cuali-
misterioso, por su parte, se determina en la cosa.
dades. Pero en éstas se hace presente lo "otro": apa-
En ese proceso la cosa adquiere significación y po-
rece lo divino. Sólo de ese modo llega a ser en ab-
der religioso. Puede crecer de tal modo que abrume
soluto él mismo; sólo entonces, en absoluto, es
al hombre; que el hombre sucumba a ella en anhelo
totalmente árbol. N o tiene sólo la realidad profana,
y terror. Entonces nacen "dioses". La palabra, para
sino la realidad total. En cuanto tal, tiene un poder
dejarlo aquí en claro, no representa el plural de lo
que penetra en el hombre y le puede llenar, y aun
que significa la palabra cristiana "Dios". Su autén-
abrumar, según la intensidad de la experiencia, con
tico sentido sólo se hará evidente con el análisis del
terror y asombro.
mito.
Eso ocurre especialmente cuando —Walter F. Otto
lo ha expuesto en su análisis de la religiosidad homé-
rica *— una cosa se aproxima a su punto óptimo,
* Los dioses de Grecia {Die Gótíer Griechenlands,
1929 \ págs. 55 y sigs., págs. 217 y sigs.).

48 49
que la vivencia religiosa deje que se le escape el
mundo, quedando impotente ante él; que el acto
religioso transcurra al margen de la vida, e incluso
2 quizá la obstaculice, hasta que por fin se reciba como
una liberación el rechazo de lo religioso, el ateísmo.
En la Edad Moderna la experiencia religiosa se
desarrolla en otra dirección. Desde el fin de la Edad El indicado adelgazamiento de la valencia religiosa
Media, como ya se dijo, cada vez se hace "más in- en la realidad del mundo tiene consecuencias para
terior". Se separa de las cosas del mundo, de los acon- la vida entera. Se ha dicho en lo precedente que las
tecimientos concretos de la vida, y en vez de tener cosas, los procesos y las ordenaciones en el mundo y
lugar en ellos, se realiza en palabras, pensamientos, en la vida humana sólo adquieren su completa auten-
experiencias anímicas; sobre todo cuando se pierde ticidad a partir de lo religioso. Sea lo que sea un ente,
el elemento del culto, al contraponerse a su presunta sólo el elemento numinoso —dicho cristianamente, el
"cosidad" una espiritualidad, igualmente presunta, de hecho de que esté concebido, creado y regido por
la mera palabra, o del proceder ético, o incluso de Dios— lo hace pleno, le da todo su peso de sentido
lo musical. y su entero espesor de realidad. De modo análogo, la
Se ha visto ahí un progreso hacia una más alta re- experiencia que el hombre tiene del ente, queda co-
ligiosidad. Pero se hace evidente que esta evolución determinado por su capacidad de percibir su valencia
encierra en sí grandes peligros. Ciertamente, en la religiosa. Cuanto más intensa es esa sensación, más
forma de experiencia que domina en la Antigüedad poderosos se hacen, para quien lo percibe, el sentido
y todavía influye en la Edad Media, considerada cris- y la realidad de ese ente; más cumplidos sus ámbi-
tianamente, reside el peligro del paganismo: esto es, tos de mundo; más seria su relación con la vida.
el peligro de quedar dominado por las cosas del Si es así, el adelgazamiento de la valencia religiosa
mundo, de sucumbir religiosamente al mundo *. Pero debe perjudicar la relación con el mundo, con otras
en la forma de experiencia religiosa propia de la Edad personas y con la vida propia. Efectivamente, con el
Moderna se encuentra el polo opuesto a este peligro: mencionado' adelgazamiento se echa de ver una men-
gua progresiva del sentido de la vida. Todo se hace
* Entender eso no nos es fácil a los hombres de hoy. menos importante. Todas las estructuras de sentido
Pensaríamos que al mundo sólo se puede sucumbir de
modo irreligioso, o distanciarse de él religiosamente. En pierden poder de impresionar. Ordenaciones y nor-
realidad, los "dioses", cristianamente considerados, son la mas disminuyen en capacidad para obligar a la con-
expresión de haber sucumbido religiosamente al mundo y ciencia. Tiene lugar un enfriamiento del sentir in-
a su esfera de sentido. mediato que puede llegar a la desrealización.

50 51
Comprender esta relación ayuda a comprender más
exactamente las crisis que se echan de ver en la re-
lación del hombre actual con el mundo: en sus re-
laciones con otros hombres, con las cosas, con su obra,
con el Estado, con la ley, etc. Proceden, ante todo,
de las dificultades de índole estructural o funcional
que surgen en cada caso. Pero éstas se hacen espe-
cialmente dificultosas, más aún: adquieren un carác-
ter desesperanzado porque desaparece un elemento
básico plenificador, unitivo, que asegura el sentido Los procesos de generación y sus órdenes
y el ser: el elemento religioso.
1

En lo dicho anteriormente se ha hablado de las


cosas en que puede ocurrir la experiencia religiosa.
Además, le dan ocasiones especialmente importantes
los procesos humanos de generación, así como las
estructuras y órdenes que proceden de éstos. Ello
incluye ante todo la inmediata potencia vital y amo-
rosa del hombre mismo; la atracción mutua de los
sexos, y la tendencia a la fecundidad, tal como se
desarrollan en las experiencias del eros, en los pro-
cesos de la generación y el nacimiento; encontrando
por otra parte su contravalor en el hecho de la muer-
te, cuya relación con el eros se ha percibido siempre.
La fuerza de estos impulsos, su condición impre-
visible y su poder de formar destino, la significación
que tienen para la prosecución de estirpe y pueblo:
todo eso se ha percibido de modo tan inmediato como
misterioso. En su esfera han tenido lugar prístinas
experiencias religiosas.
De ese modo, han desarrollado también un papel
especial en la historia de las religiones. De ellas y
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53
en torno de ellas han surgido grandes mitos y todo Otra figura en que puede tomar su punto de par-
un mundo de usos, símbolos y valores religiosos. Su tida la experiencia religiosa es el niño. Con él co-
significación religiosa también es perceptible en la mienza una vida nueva; a la vez, los padres sienten
actualidad; pero cada vez se extingue de modo más en él la continuación de su vida propia. Por él se ase-
rápido y total. gura la continuidad de la familia, esto es, de la es-
tirpe ; y con ella la de la sucesión y de la comunidad.
De la gran conexión así determinada surgen las Tampoco puede ser provocada la aparición del niño,
formas en que se concretan esos poderes; la del pa- sino que es un don que viene del dominio prístino.
dre como el progenitor, el protector, el ordenador; Y, en fin, no se olvide esa forma en que la fuerza
portador de las armas y de la autoridad. Frente a vital tiene aún por delante todas las posibilidades, o
él, la figura de la madre como la que concibe y pare, que se cierra en sí misma por decisión de motivos
la que alimenta y ampara. Y construida por ambos personales o de culto: la persona en virginidad.
y rodeándoles por su parte a ambos, la casa, con su Todos esos poderes, procesos y formas, tienen ca-
centro, el hogar. Esta polaridad se extiende hasta lo rácter de misterio en su fuerza formadora de destino
cósmico, al considerarse el cielo como el prístino po- y ordenadora de la vida. Guardarla, constituye una
der paternal, y la tierra como la "gran madre", de forma primitiva de la piedad que sustenta la vida;
cuyo enlace surge la vida con su ordenación, las épo- dañarla es un crimen que lo pone en peligro todo.
cas del año.
La vida integral de la Revelación se echa de ver en
que, tanto Dios como también su relación; con el
mundo, aparecen libres de toda relación en serio con 2
lo sexual, manteniéndose en esa libertad, a pesar Je
toda la cercanía de los cultos paganos de la fecundi-
dad. Las imágenes sobre una relación "esposo-espo- Lo dicho vale también para las energías y estruc-
sa", entre Dios y el ser humano, que aparecen tanto turas que determinan la edificación de la sociedad.
en la Escritura como en la experiencia mística, no En ésta se despliega la vida; se hace capaz de defen-
contradicen a esto, pues ostentan un carácter absolu- derse de amenazas extrañas, pero también de lanzar-
tamente de símbolo espiritual. En cuanto que adquie- se al ataque y la conquista. Encuentra su ordenación
ren validez elementos sensibles, muestran una defor- en la ley y linaje; en las funciones del gobierno, de
mación. Y es obvio que siempre hay peligro de tal la administración de justicia, de la dirección de la
desviación por la intensidad de la relación del amor guerra, etc. De especial importancia es el rey; la his-
religioso. toria de las religiones muestra que su figura consti-

54 55
tuye una de las formas básicas para la imagen del dencias; percibe los procesos de la productividad
"Salvador". espiritual, de la inspiración artística, de las percepcio-
Las ordenaciones sociales se perciben como válidas nes parapsíquicas, etc. Todo ello, circunscrito entre
y obligatorias; tienen altura. En ésta surge el respeto lo incomprensible del nacimiento que trae al indivi-
religioso; más aún, ella misma es un fenómeno reli- duo a la vida, y lo incomprensible de la muerte, que
gioso, tal como se expresa en los mitos de la funda- se lo lleva hacia lo inescrutable, es ocasión para el
ción divina de la sociedad, del origen de las leyes, de pasmo religioso y el estremecimiento numinoso. Más
la ascendencia de los reyes. Ese elemento religioso aún, la persona como tal; el hecho de que el hombre
forma la sanción, el poder dinámico del primitivo individual esté en sí, se posea a sí mismo, y se sepa
orden social, y sigue operante también durante mu- único, insustituible e indestructible a pesar de la mul-
cho tiempo en su transformación histórica. Hasta fi- titud; de que tenga libertad, capacidad de iniciativa
nes del siglo pasado, la concepción de la gracia de y responsabilidad, todo ello es misterioso también e
Dios constituía la auténtica garantía para la monar- influye en todos los hechos de la vida.
quía. Pero también las diversas repúblicas, sobre todo En esos hechos han surgido las más intensas expe-
la americana, apelan a elementos religiosos para fun- riencias religiosas. De ellos proceden las imaginacio-
damentar su validez: así como es también significa- nes religiosas sobre el ámbito de que viene quien
tivo que el acto decisivo de compromiso ético-social, nace y el ámbito a donde va quien muere; sobre
esto es, el juramento, sólo adquiere entidad por lo la conexión de la profundidad interior con la trans-
religioso. La base más profunda de las crisis sociales cendencia y el destino; sobre la conciencia como voz
y políticas de nuestro tiempo consiste en que la obli- de lo divino, y el juicio como rendición de cuentas
gación interior se debilita cada vez más porque des- sobre obediencia y desobediencia... También de esas
aparece de ella el elemento religioso. experiencias se debe decir que se extinguen cada vez
Otro lugar de experiencia religiosa está en el do- más en el transcurso del tiempo, con lo cual la vida
minio complementario del social, esto es, en la ex- se adelgaza. La personalidad individual pierde impor-
periencia propia de la individualidad. Esta se da tancia propia y queda a disposición de las condiciones
cuenta de que se configura partiendo de sí misma, técnico-económicas y del poder estatal. Y eso no a
mientras que, por otra parte, la diversidad de las pesar de una resistencia, como debería correspon-
acciones se remite a su centro. Siente la profundidad der al peligro, sino que el hombre de nuestra época
interior, que no se puede definir, pero que adquiere parece encontrar ahí, en buena medida, una sensación
validez y constituye destino; percibe la voz de la de liberarse de algo pesado o fastidioso.
conciencia, que opone límites a las exigencias del Para pasar una vez más al polo opuesto: otro lugar
ambiente, así como a los impulsos de las propias ten- de experiencia religiosa es la percepción de la totali-

56 57
dad, enfrentada a la existencia individual. En ella se racional y utilitario, constituye una de las causas más
hace presente en la conciencia la amplitud del espa- profundas de toda la intranquilizadora crisis de la
cio, la inconmensurabilidad del tiempo y la violencia existencia en que estamos. La Ilustración sintió júbilo
de los procesos cósmicos: lo inmenso de la Humani- de que el hombre se liberara de los sentimienos re-
dad y el poder de su historia: en una palabra, la exis- ligiosos prístinos, y lo pudiera dominar todo mediante
tencia del conjunto, enfrentada a la existencia indi- la razón, la propia iniciativa y la planificación utili-
vidual. En ella se pueden iluminar experiencias reli- taria; esa alegría se revela como una ironía trágica.
giosas de fuerza elemental: las grandes sensaciones Lo que parecía llevar a la libertad, adelgaza en
del misterio del Universo, tal como se expresa en el realidad la sustancia de la vida, extravía las fuerzas
carácter abarcador del mundo y en la marcha de des- ordenadoras que actúan por sí solas, desvanece la evi-
tino de la Historia. dencia inmediata de su sentido, hace al hombre inca-
De esas experiencias surgen mitos de hondo sen- paz de subsistir en sí mismo y configurar su existen-
tido; así como también proceden de ellas las imáge- cia desde dentro, y le pone a disposición de la vio-
nes panteístas del universo, y construcciones y uto- lencia.
pías históricas. Pero cada vez se hacen más débiles, y El sistema político del totalitarismo no sería posible
la existencia se vuelve profana. El conjunto del Uni- sin ese proceso. Se malentiende su naturaleza cuando
verso se convierte en el conjunto de las fuerzas na- se le pone en la misma línea que la antigua monar-
turales, investigado científicamente y utilizado técni- quía, aunque sea en su forma absoluta. Su predece-
camente; las coyunturas de la Historia, cargadas de sora es la tiranía, que siempre se percibió como un
misterio, con sus gracias y fatalidades, se convierten desafuero. Pero la sensación de desafuero, que es ella
en bases para el cálculo político. misma una reacción religiosa, desaparece, y el sistema
totalitario se considera cada vez más como la forma
de ordenación dada por la situación de la vida *. Ese
3 sistema, por su parte, hace todo lo posible por des-
truir todo sentido religioso. Si es o no posible salir
En esos puntos han tenido lugar experiencias reli- de este temible círculo: tal es, en el fondo, el pro-
giosas de la más poderosa intensidad, determinando blema histórico de nuestro porvenir.
la vida entera. El hecho de que se extingan en la
Edad Moderna —la importancia del fenómeno dis- * Pero hay que aludir a que también existe un tota-
culpará que lo repitamos—, el hecho de que todos litarismo "democrático": aquél en que reina la burocra-
cia, los órganos de publicidad tipifican el pensamiento, la
esos procesos, formas, referencias, ordenaciones, sean propaganda penetra en las motivaciones, y la esfera pri-
considerados cada vez más desde el punto de vista vada se disuelve cada vez más.

58 59
cial de una relación amorosa nunca se identifica con
En este punto hay que enfrentarse con una inter-
los procesos fisiológicos o psicológicos en que se hace
pretación errónea que destruye el sentido: el funcio-
presente. La verdad que resplandece en los pensa-
nalismo de la Edad Moderna. Aparece en múltiples
mientos humanos nunca se identifica con las estruc-
formas: como biologismo, psicologismo, historicis-
turas cerebrales en que descansa su realización. La
mo: todo ello, en definitiva, confluyendo en mate-
plenitud de entidad de una obra de arte nunca se
rialismo totalitario. Con referencia a nuestro proble-
ma, su tesis básica dice así: El elemento religioso no identifica con los procesos psicofísicos de su produc-
sólo despierta en la percepción de estas fuerzas y or- ción. La dignidad del Estado nunca se identifica con
denaciones, sino que es su conjunto mismo. En él, las exigencias de su estructura y vida. Y asimismo, la
se proyecta a lo transcendente el sentido de estas or- experiencia religiosa, con la realidad numinosa que
denaciones, que en sí sería puramente empírico. Lle- en ella se observa, nunca se identifica con el efecto
vándolo a su formulación definitiva: Dios no es nada por el cual garantiza las ordenaciones de la vida an-
más que el hecho de que se requiere una sanción úl- tes mencionadas. Más bien, todo depende de darse
tima para la ordenación de la familia, del derecho, del cuenta de que el sentido de lo religioso, la realidad
Estado. Pero sólo entre tanto que el hombre no haya de lo numinoso —digámoslo con palabras claras: la
llegado todavía a la plena conciencia de su ser y al realidad y altura de Dios— es algo diverso de todos
conocimiento del hecho de que esa sanción reside en los efectos que pueda ejercer en el conjunto de la
la misma obligatoriedad de las ordenaciones, sin re- vida humana: más aún, que sólo puede ejercerlos
querir apelación a una transcendencia. Una vez que porque es algo diverso.
ocurre esto, desaparece lo religioso. En realidad, su-
cumbe el hombre a esas ordenaciones, esto es, a su
integración en el Estado, cuando no hay ya ninguna
instancia en que pudiera apoyarse y a la que pudiera
apelar.
Aquí cooperan un error de visión y un error de
interpretación. Dicen: el presunto sentido espiritual
de un proceso no es otra cosa que su estructura mis-
ma, esto es, su función. Pero si hoy resulta senci-
llamente decisiva para la vida alguna opinión, es la
que han defendido Edmund Husserl, Max Scheler:
que la esencia espiritual de un proceso es algo diverso
del mecanismo de su realización. El sentido existen-

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avanza la Historia, el hombre se asegura contra ella,
sin llegar, no obstante, a dominarla jamás por com-
pleto. A eso se añaden peligros que provienen de la
relación de persona a persona, como incomprensión,
envidia, hostilidad, en todas sus formas; rivalidades
sociales, tensiones políticas entre los pueblos, guerras,
revoluciones, etc. Mientras que el progreso de la cul-
tura supera hasta cierto punto las amenazas de la
ha no-obviedad del mundo Naturaleza y del desorden social y económico, sur-
gen también otras de nueva especie debidas al mismo
desarrollo cultural. Así por ejemplo, la seguridad ante
1 la Naturaleza representa que el hombre se aleje de
ésta y se haga innatural; que la técnica se haga dueña
Un importante punto de apoyo para la experiencia del hombre, y se entremeta en su existencia; que el
religiosa es, además, la experiencia de la no-obviedad Estado se considere como fin en sí, haciendo del hom-
de la existencia. La significación de esta palabra se bre un medio y un material.
diversifica en muchos sentidos. Puede querer decir Luego viene el riesgo de la vida anímica. Esta pre-
que la vida es extraña, problemática, intranquiliza- senta un conjunto interminable diferenciado, susten-
dora; no se puede comprender que las cosas deban tado por energías diversas, empujado por impulsos de
ser como son, ni aun siquiera que deban ser en ab- índole complicada, ordenado por regulaciones sutiles
soluto, en vez de no ser, etc. Y todo ello, a su vez, y sutilísimas. Se realiza en movimientos de dentro a
significa: La vida no puede comprenderse por ella fuera, así como de fuera a dentro; en crecimiento,
misma. observación, comunicación, obra. Se reúne en torno
Esta experiencia, inmediatamente, tiene significa- a un centro que configura los diversos procesos en
ción religiosa: tanto, que se puede designar precisa- una estructura. Esta estructura está en variación cons-
mente al hombre irreligioso como aquel para quien tante y actúa a partir de una potencialidad interior
la vida es obvia. inconmensurable, de tal modo que se puede decir,
Su forma más sencilla es la experiencia de la con Giambattista Vico, que lo que es el hombre sólo
inseguridad. Considerémosla en su variedad. Por lo se le hace evidente en sus acciones y obras. Ese con-
pronto, está la inseguridad que proviene de causas junto está vivo, biológica y psicológicamente; devi-
de la Naturaleza: catástrofes elementales, animales niendo, sintiendo, experimentando una suerte. Está
peligrosos, enfermedades, etc. En la medida en que vivo en forma personal: referido a la verdad, al bien,

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al sentido. Todo lo dicho expresa, a la vez, que está
gía del inconsciente se hace evidente si consideramos
expuesto a trastornos de la más diversa especie. La
que los procesos voluntarios del hombre están dirigidos
ciencia de la psicopatología, cada vez más desarrolla-
por lo consciente, mientras que los involuntarios —y
da, muestra su penetración y multiplicidad.
así, por ejemplo, toda la vida vegetativa— se orientan
Luego está la misteriosa disposición para la liber-
por lo inconsciente.
tad, tan desconcertante desde un punto de vista ló-
gico como evidente para la simple experiencia. Sig-
nifica que el ¡hombre está en sus propias manos de
un modo especial: que es dueño de su propia acción, 2
en cuanto actúa como quiere actuar y porque quiere
hacerlo así. De ahí la fatal capacidad de poder obrar
Todos esos riesgos adquieren su auténtica agudeza
mal. Y ello no sólo, supongamos, porque falle un
cuando observamos el desorden que se muestra por
instinto —como puede ocurrir entonces en los ani-
todas partes en las relaciones vitales. Pero al enjuiciar
males, y entonces es señal de que el individuo en
este desorden se echa de ver una distinción funda-
quien ocurre ya no es capaz de vivir—, sino de modo
mental. Cierto modo de ver encuentra ahí trastornos
radical. La posibilidad de comportarse mal está dada
que "todavía" surgen, insuficiencias en el camino
ya con la naturaleza del hombre, pues éste no se
hacia lo perfecto. Si el hombre trabaja de modo razo-
agota en su relación con la Naturaleza, lo cual con-
nable y durante bastante tiempo, desaparecerá el des-
vertiría su acción en función natural, asegurándola
orden. Así dice el optimismo, en todas sus formas. La
así; sino que está determinado por el espíritu, y por
manera realista de ver sabe que no se trata de un
eso puede ponerse en todo momento en una mala re-
desorden periférico, sino central. Si se supera en un
lación con cosas y personas. Y la experiencia y la
punto, surge en otro; más aún, se hace visible en el
Historia muestran que esa posibilidad se ha realizado
modo de aplicarse el orden. Entonces, el desorden
continuamente y con las más graves consecuencias.
aparece como un poder que el hombre no puede do-
Entonces, la más honda amenaza de la vida cor-
minar de manera definitiva. En esa situación, el con-
poral no viene de ella misma, sino del alma espiri-
cepto de "caos" adquiere una significación especial. Lo
tual. Reside, por lo pronto, en el influjo que tiene
encontramos siempre en la mitología: bajo la figura
sobre ella lo que se quiere y no se debía querer;
del dragón, que se encoleriza y aniquila; del lobo
pensemos, por ejemplo, en los daños de la salud por
del Universo, que devora al sol; de los monstruos
una mala orientación de la vida, por exceso de es-
que asolan a los hombres. El logro del héroe míti-
fuerzo, por diversión excesiva. Pero, más allá de eso,
co, un Gilgamés, un Hércules, un Sigfrido, consis-
también reside en el influjo del inconsciente. La ener-
te en que domina los poderes del caos.
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Pero las imágenes del caos no surgen sólo en el en el fondo del ánimo: la angustia, en absoluto, por
ánimo de la Humanidad, sino también en el áni- la existencia y ante la existencia.
mo del individuo. Así, sobre todo, en sueños y som- En todo eso se hace presente a la conciencia que
nolencias, que muestran la vida propia con un plan- ¡a vida no es obvia, no se puede penetrar claramente
teamiento totalmente diverso que la conciencia con la mirada, ni se puede asegurar.
diurna en vela; o en impulsos neuróticos, por ejem-
plo, en la sensación de deber lanzarse a un abismo, o 3
de estar perseguido por algo innominable, o de tener
que hacer algo imposible, etc. Como trastorno agu- Pongamos la mirada en ese fenómeno que vamos a
do, el elemento caótico llega a enfermedades autén- llamar la estructura vital: ia conexión característica
ticas, a la psicosis, a la alucinación. Aquí hay que en que están reunidas las diversas fuerzas y los pro-
considerar que cada enfermedad tiene un sentido, y cesos y las cosas de la vida personal. ¿Se comprende
en ella no sólo sucede una ruma, sino que también por sí mismo que estos elementos existan y estén
se manifiesta algo que estaba velado por la salud. enlazados en orden?
Tomemos como ejemplo más claro la realidad ex-
Por todo esto, en el fondo del sentimiento de la terior. Por sí misma, no está referida a mí. Es in-
existencia hay una angustia. Aparece en' múltiples diferente respecto a mí, al individuo existente: mejor
formas; como angustia y miedo del hombre primi- dicho, las cosas tienen su propio centro de sentido.
tivo ante la naturaleza todavía no comprendida ra- Los materiales de la Naturaleza, por ejemplo, no es-
cionalmente, y, por tanto, inquietante; repitiéndose tán dispuestos para que yo pueda hacer de ellos mis
individualmente en el miedo del niño que, al salir instrumentos, sino que permanecen en la ensambla-
del seno protector de la madre, queda expuesto al dura de la cosa que haya en cada ocasión. El árbol
mundo extraño; como miedo del hombre civilizado no está ahí para que yo lo pueda quemar y calentar-
ante todo lo incomprensible, enemistoso, pérfido, que me, sino que queda bajo sus propias finalidades. El
se hace perceptible en la propia civilización y cultu- animal no se desarrolla para servirme de alimento,
ra; ante la fatalidad que amenaza surgir de su propia sino que vive su propia vida. Las demás personas no
obra; como miedo del alma, que se sabe vulnerable existen para constituir una función en mi mundo
y no sabe cómo ha de defenderse del mundo circun- circundante, sino que cada cual tiene su centro pro-
dante; hasta las formas neuróticas de la manía de pio y construye su propia vida. Yo me pongo ante
persecución, del miedo al demonio, etc. Pero estas las cosas con mi vida y mi acción: elijo entre ellas,
angustias que se pueden nombrar tienen por debajo las uso, las elaboro, las ordeno en mi dominio vital.
la corriente de las angustias innombrables que hay Debo defenderlas, pues las conexiones de sentido es-

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tableadas en torno de mí constantemente atacan lo sentido de la obra en cuestión; cuando algo hecho
mío, arrebatando sus elementos. En horas de iniciati- con intención buena y auténtica choca con la incom-
va vital más débil, en que soy sensible a lo proble- prensión, o cuando no llegan a desarrollarse posibili-
mático de mi existencia, mi vida puede causarme la dades creadoras de grandes obras o de acciones histó-
impresión de que construyo con arena seca una for- ricas. Tales fenómenos hacen pensar que en realidad
ma de cuyos granos constantemente se dispersan. Por no se puede comprender cómo es posible en absoluto
eso es necesario un esfuerzo constante, consciente la vida humana.
y, aún más, inconsciente, para mantener unido eso
que se escapa —un logro cuya magnitud no suele Estos hechos aluden a algo definitivo: el hombre
hacerse visible en la conciencia de quien está sano. no está seguro en su propia existencia. N o se com-
prende por sí solo que exista; que sea ése que es;
De ahí proviene la sensación de cansancio de la que pueda vivir y crear como ése que es.
vida, que crece con los años. Más aún, la nefasta N o por nada vuelve a aparecer constantemente en
sensación de amenaza, que en épocas de desánimo, la fantasía de los pueblos el motivo del hechizo que
de enfermedad, de crisis de trabajo y creatividad, de pierde al hombre. El hombre no está asegurado por
necesidad extenor, puede llegar a la desesperación. naturaleza: y aun cuando no lo estuviera más que
Ahí se hace perceptible lo que hemos llamado caos: otros, por una merced especial, se encontraría en la
el peligro constante de quedar disuelto, arrastrado, estructura de su vida un punto vulnerable por donde
privado de sentido. podría penetrar la destrucción: pensemos en figuras
Ese nesgo de la vida y de su logro se hace espe- como Aquiles o Sigfrido. La amenaza es una con-
cialmente apremiante cuando se trata de grandes dición básica de nuestra vida. Encuentra su expresión
cuestiones vitales o trabajos valiosos. Intentemos dar- plástica en figuras míticas, como los númenes de la
nos un poco de cuenta de todo lo que ha tenido que crueldad; en la envidia de los dioses contra la vida
reunirse para que se hiciera posible la obra de Ho- cuando se logra demasiado bien; en la inescrutabi-
mero o de Dante. Los requisitos eran tan numero- lidad del fatum y el juego sin sentido de la suerte.
sos; las ocasiones de su coincidencia, tan pequeñas;
la probabilidad de su destrucción, tan abrumadora, 4
que la aparición de la litada o de la Divina Co-
media parece un favor incomprensible. Aquí hace pie una honda experiencia religiosa: el
La imagen opuesta surge cuando algo cuidadosa- hombre siente que el desorden que atraviesa la exis-
mente preparado fracasa a consecuencia de un "azar", tencia —para expresarlo paradójicamente— no está
esto es, de algo extraño que aparece en contra del "en orden" a su vez. N o es un "desorden normal",

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como el de un cuarto donde se trabaja: o el de una Recíprocamente, y ahora hablando en sentido posi-
actividad que se lleva a cabo; o de una fase vital, tivo : el hombre no podría existir en el riesgo de esta
que surge de la disolución de la precedente. Ese des- existencia si no le ayudara algo. Eso también forma
orden se comprende y se domina, pero aquí hay algo una experiencia básica que se encuentra en todos los
más y diverso. Aquí hay un desorden del que no se pueblos y en todas las épocas: el hombre no supera
comprende por qué existe; más aún, en el fondo, ni el riesgo de su existencia por su propia capacidad,
siquiera cómo puede existir. sino que es defendido. N o se mantiene él mismo,
Por eso en la historia de la conciencia religiosa sino que es mantenido. N o se guía a sí mismo, sino
vuelve a aparecer constantemente la idea de que ese que es guiado. N o se abre su propio camino, sino que
orden es un misterio: de que viene de otro origen se lo crean bajo los pies. Existe en la forma del "a
que lo real inmediato con que tenemos que habér- pesar de eso"; y, en definitiva, no por su propia
noslas al hacer planes y organizar. En la conciencia fuerza, sino por ayuda, por "gracia". Aquí entra todo
de nuestra época, el observador encuentra la sensación lo que se llama "suerte" en sentido positivo: que
de que lo que ocurre en ella no son simplemente cri- salgan bien la vida, la acción, la obra; que la pro-
sis económicas o trastornos políticos. Las temibles piedad prospere; que no domine la desgracia, aunque
alteraciones que se han producido, las frías inhuma- en el fondo no se pueda hacer nada para todo eso. Esa
nidades que se han realizado, llevan a considerar que suerte tiene diversos grados de intensidad y de proxi-
opera otra cosa, a pesar de toda explicación racional. midad a la persona. Por eso se dice que alguien tiene
Si se habla de catástrofes del destino, o de poderes "una mano ligera"; que "le va sobre ruedas"; que
demoníacos, o de pruebas divinas, es cuestión de la las cosas "le encajan bien"; que tiene una "bendi-
explicación más concreta. En todo caso, se percibe ción" sobre su actividad; que vive "bajo buena estre-
un elemento religioso que va unido a la culpa. Eso lla" : fenómenos cuyo análisis lleva ante todo a ob-
se expresa en la idea de que la situación de la Historia servar datos psicológicos; y luego pueden llegar a ser
sea la forma de decadencia de una anterior forma ocasión para percibir algo que no está en el inmediato
buena. Así dicen mitos y leyendas que antaño las contexto de sentido, porque es este mismo el que,
cosas estaban en orden, pero luego ocurrió algo que como conjunto, está en peligro. Surge, más bien, en
desordenó el mundo; pues el desorden, a pesar de el "aquí" y "ahora" de cada vez, viniendo del otro
toda energía y realización, es algo en definitiva incom- lugar, bajando de "arriba", o saliendo de "dentro",
prensible e invencible. Esos mitos, a la luz de la Re- esto es, desde lo numinoso.
velación, se presentan como recuerdos más o menos En esa instancia confía el hombre; pero tampoco
pálidos y confusos del pecado original de que hablan esa confianza misma está fundamentada "terrenalmen-
los primeros capítulos del Génesis. te". N o confía porque ayer le ha ido bien, o porque

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hoy se siente fuerte, o porque la situación se presen- ^dad propiamente dicha sigue existiendo y surge en los
ta propicia, sino en absoluto, a través de logros y propios elementos aseguradores: pensemos en la cri-
fracasos. Si un día no puede confiar más, ya no puede sis que hoy se hace perceptible en cuanto a la con-
vivir: llega a su fin. La relación con esa fuerza, con fianza en la civilización misma, haciendo problemá-
esa iniciativa tiene también una forma negativa: el tico un concepto —y, yendo más allá, una actitud—
miedo, el temor, incluso el espanto. El hombre se que hasta hace poco parecía intangible: el del pro-
preocupa de no acercársele demasiado, de no irritarla greso universal. En las indicadas experiencias de la
u ofenderla. Humanidad, que se repiten, según alguna forma, en
Aquí entran todas esas experiencias que se mani- la vida de cada individuo, se trata de una auténtica
fiestan una vez y otra a través de toda la Historia, y experiencia que proporciona algo: una manifesta-
que van unidas a la conciencia del destino. Pueden ción que habla desde la estructura de la existencia.
ser de naturaleza elevada, expresándose en una moral Ahí se revela un carácter básico de esta existencia:
del respeto y de la valentía: pensemos en la tragedia una esencial no-obviedad. La conciencia de ello es
griega, o en la doctrina estoica del destino. Pueden parte de nosotros mismos, como lo es la conciencia
degenerar, dando lugar a intentos de ponerse a la de nuestro propio cuerpo, o de las cosas alrededor de
altura de ese poder, de dominarlo o de vencerlo con nosotros: y la relación con eso "otro" forma parte
astucias, como en la magia y la superstición. Tam- igualmente de la totalidad de nuestra realidad, como
bién pueden convertirse en una capitulación ante su los sentimientos que nos unen al prójimo. Pero cuan-
poderío absoluto; algo así como el fatalismo en sus do se exige que el hombre supere los sentimientos de
diversas formas. estar contenido, asegurado y orientado por parte
de eso "Otro", asentándose en sí mismo, tal como
El racionalismo ve en todo esto la expresión del lo exigen Feuerbach, Nietzsche, Marx, Hartmann, el
hecho de que el hombre todavía no se ha hecho due- existencialismo francés, etc., de ahí surge el peligro
ño de sí mismo; de que todavía no conoce ni domina quizá más temible a que jamás ha estado expuesto
suficientemente las cosas. Tan pronto como ocurra el hombre: la pérdida de la base existencial, y con
esto, desaparecerá esa sensación. El hombre asumirá ello un exceso absoluto de esfuerzo, y, como conse-
en sus manos la plena responsabilidad por la existen- cuencia, la entrega al poder colectivo, el Estado. Este
cia, orientando a sus auténticas tareas todas las fuerzas querrá asumir el papel de eso "otro" de que hablá-
que hasta entonces se disipaban en algo irreal. bamos. Cómo ocurre esto concretamente, se ha indi-
Es evidente que algo de esta índole entra en juego. cado ya.
El conocimiento racional y el dominio técnico hacen
desaparecer muchas inseguridades; pero la inseguri-

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Un ejemplo entre muchos: Observamos diversas
energías naturales. La ciencia las investiga: encuen-
5 tra que en definitiva se pueden remitir a fenómenos
eléctricos, y establece las leyes de todo ese conjunto.
Otra expresión de la no-obviedad de la existencia Pero sigue estando ahí la pregunta: ¿Qué es, en ge-
es su carácter desconocido. Tal afirmación parece con- neral, energía? ¿Qué son, en su esencia, los diver-
tradecir el hecho de que la suma de lo que se sabe sos modos de proceso que se pueden descubrir en
ha crecido hasta lo inaudito, y los métodos para ob- ella? A eso la ciencia no da ninguna respuesta. Sa-
tener más saber se hacen cada vez más perfectos. Sin bemos, pues, qué formas de energía hay, cómo se
embargo, resulta justa si por saber entendemos el relacionan entre sí bajo condiciones dadas, y cómo
saber propiamente dicho, que se refiere al sentido de pueden usarse; situamos el fenómeno ante la mirada
nuestra existencia. y lo vemos en su diferencia con otros —pero no sa-
El hombre primitivo está bajo la impresión del bemos "qué" es en definitiva.
mundo incomprendido. Le faltan métodos fidedig- Aún más oscura se hace la cuestión cuando no se
nos de investigación, de experimento y teoría, y, por trata de qué es la energía como tal, sino qué es
tanto, la posibilidad de dominio técnico —si bien dis- cuando se pone a disposición del hombre como fuer-
pone de un conocimiento intuitivo y plástico de la za, realizándose su existencia en su uso. En esta for-
realidad y una capacidad de moverse en ella y de ma, incluso, se cowneíte en la cuestión medular <k
utilizarla, que a nosotros nos resulta muchas veces nuestra época: tan intranquilizadora por tener las
incomprensible. Con todo, esa situación da lugar a consecuencias más inmediatas y poderosas. ¿Cómo
una angustia que se manifiesta en muchos síntomas, se comporta el hombre —el hombre real, no aquél
por ejemplo, en el miedo tan desarrollado a los de- de que hablan las fantasías del progreso— cuando
monios, y que trata de preservarle con medidas má- tiene tal poder? ¿Qué se hace de él cuando el poder
gicas. Esa angustia está en nuestro inconsciente y crece constantemente? ¿Puede dominar humanamen-
despierta continuamente en el niño. te toda medida de poder, insertándolo con pleno
sentido en su existencia, o hay límites? ¿Y "qué"
Mediante el conocimiento científico, muchas co- es todo eso: ese ser, el hombre, que —como ya ve-
sas se hacen transparentes: hechos, relaciones, leyes. remos— es desconocido en definitiva para sí mismo y
Eso es importante para la satisfacción de nuestra exi- utiliza lo desconocido para acciones llamadas "cul-
gencia racional, así como para el dominio racional tura" y "civilización", cuyo sentido, en el fondo,
de la realidad, pero ¿queda con eso saciada la exi- también le remite a lo impenetrable?
gencia de saber propiamente dicha? Y todavía no se ha dicho lo último, pues la pre-

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gunta está planteada de modo puramente objetivo. delinea esta sensación intranquilizadora: ¡La res-
Su núcleo más aparente sólo se echa de ver cuando puesta a la pregunta propiamente dicha se hace cada
se formula así: ¿Qué es la energía cuando la poseo vez más indeterminada! De tal modo que se podría
"yo" —en cada caso, el que pregunta—; cuando llegar a tenet la opinión de que han entendido al
está confiada a "mi" libertad; cuando en su uso se hombre mejor que nosotros las épocas antiguas, que
decide el sentido de mi existencia? *. sabían mucho menos que nosotros desde el punto de
Las preguntas pueden referirse a los puntos más vista racional; más aún, los pueblos primitivos, que
diversos de la realidad: en definitiva, confluyen en sólo comprendían en imágenes.
otra más amplia: ¿Qué es esa unidad de energías, Pero el hombre —esto es, precisamente el que pre-
sustancias, relaciones y ordenaciones, que llamamos gunta lo que le está dado de modo más inmediato,
"Naturaleza"? ¿Qué es esa síntesis de todas las en cierto sentido, incluso, lo único que le está da-
formas del trato con la Naturaleza, que llamamos do—; sobre sí mismo, pues, el hombre no sabe a
"cultura" o "historia"? ¿Qué es esa identificación qué atenerse en definitiva. El principio de que viene;
de mundo y Yo, que llamamos "existencia"? la meta a que camina; el camino por donde marcha
Siempre se echa de ver: en cuanto se han dado constantemente; la profundidad interior sobre la
las respuestas que puede dar la ciencia, queda como cual vive; la altura por la que es arrebatado; el ser,
residuo la pregunta: Pero ¿"qué" es eso? ¿'Qué que es él. ¿Qué significa ser "éste"? ¿Por qué soy
significa? ¿'Qué significa para mí? ¿-Qué significo éste, y no otro? ¿Por qué soy así y no de otro modo?
yo en relación con ello? A eso no hay ninguna res- ¿Por qué soy en absoluto, en vez de no ser?
puesta, si tomamos la palabra en su sentido estricto. La impresión que, en este sentido, tengo de un
ente, se desarrolla en diversas fases cuando adquie-
¿Y qué es el hombre? También es importante re libre curso. La primera: la cosa que tengo delan-
lo que saca a luz la teoría científica del hombre en te es un haya, definida botánicamente, valorada es-
la multiplicidad de sus métodos: química, biología, táticamente, apreciable en tal o cual sentido. La
psicología, sociología, historia, etc. Pero en cuanto segunda: ¡Qué curioso es lo que hay ahí! El nom-
uno trabaja durante bastante tiempo en todo esto, se bre se deshace. Desaparece la familiaridad. La cosa
* Todas estas preguntas son parecidas a las que hace se vuelve extraña: es eso que penetra en la tierra y
el niño, para desesperación del adulto. Pero el niño no re- se eleva al cielo y capta espacio por todos los lados,
cibe respuesta ninguna, porque el adulto las entiende con rebosante en todas partes de extrañas formas, quieto
referencia a lo racional y lo técnico; hasta que el niño se
resigna y deja de plantearlas. Aquí se echa de ver el sig- en su lugar y, sin embargo, lleno de movimiento. La
nificado que tienen las leyendas y el juego con su cere- tercera fase: Se vuelve inquietante. N o se puede te-
monial. ner trato con ello, no se puede usar, no se puede es-

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tar en casa dentro de ello. Es inaudito, estremecedor, logia, sino por lo que es la vida en general, a dife-
amenazador. Viene contra mí. rencia de lo inanimado. Es decir, trata de elaborar en
Aún más intranquilizador se hace el proceso en todas partes los fenómenos básicos de la existencia,
mí mismo. Ante todo: "Yo", dicha esta palabra des- entendiéndolos en su peculiaridad. Y yendo más allá,
preocupadamente, algo que se nombra con mi nom- busca las relaciones entre las cosas, refiriéndolas
bre, inserto en la sociedad, señalado por las diversas igualmente a los fenómenos básicos. Es decir, por
condiciones, actividades, tareas... Luego el golpe, el ejemplo, no busca las leyes de la mecánica y la ter-
asombro: deja de ser conocido. ¿Cómo soy yo pro- modinámica, sino lo que es en absoluto "ley", a di-
piamente? ¿Por qué soy así? ¿Quién soy yo? In- ferencia de "libertad". Trata de remitir el fenómeno
tento sumergirme en mí mismo y sondear el fondo concreto, en su variedad inabarcable, a sus formas
de la hondura interior. Intento captarme a mí mis- bás:cas, para llegar en definitiva a los problemas úl-
mo con la palabra que sirve para mí, mi nombre; timos : lo que significa "ser", "valor", "sentido".
pero no resulta. Todo se escapa... Finalmente: no Con eso la cuestión se adelanta hasta aquello que
me siento seguro conmigo mismo. M e hago inquie- queremos decir: pero ¿-se alcanza? Sí yo, filosofan-
tante para mí, más aún, amenazador. En situaciones do, he llevado el conocimiento del ser de lo viviente
patológicas, de despersonalización, de irrealización, hasta lo último que se puede decir ¿ha quedado con
de fractura de conciencia, esto se hace presente del eso satisfecha mi tendencia a saber? Sí, para el in-
modo más violento en la sensibilidad. telecto racionalista, y éste se pregunta qué es lo que
Hasta ahora se ha hablado de ciencia. Esta pala- se puede querer más allá. Pero para el hombre vivo,
bra significa las diversas formas de investigación que no. Lo que anhela es una clarificación del sentido en
se refieren a los terrenos concretos de la realidad : su propio interior; abarcar y agotar la totalidad del
física, biología, psicología, etc. Pero ¿qué ocurre con ente en cuestión; una compenetración mutua de la
ese conjunto de cuestiones que llamamos filosofía? verdad del ente y de su propio espíritu; una calma
¿No se dirige a aquello de que aquí hemos afirmado de perfecto cercioramiento. Pero eso tampoco se al-
que permanece desconocido? Tal es el caso, efectiva- canza con las preguntas de la filosofía.
mente, pues la filosofía pregunta por el ser de las Siempre persiste una insuficiencia, una lejanía y
cosas. Es decir, por ejemplo, no pregunta por lo que una extrañeza: siempre hay posibilidad de equivo-
investiga la física, esto es, las diversas energías natu- carse. El adulto vuelve a percibir lo que le ocurre al
rales y sus formas de presentarse, sino por lo que es niño cuando ante algún fenómeno pregunta qué es
en general "energía", a diferencia, por ejemplo, de y le contestan con conceptos. Queda insatisfecho. De
la corporalidad; no pregunta por las formas de exis- alguna manera queda satisfecho cuando le cuentan
tir y de proceder la vida, como la botánica y ¡a zoo- una leyenda, cuando le muestran una imagen. En-

78 79
tonces se establece un contacto; se muestra la esencia Pero esto no sólo es falso, sino que encierra en sí
del objeto, tocando esa interioridad que se ha abier- un hondo peligro, pues el misterio es una cualidad
to. Pero si se mira con exactitud, el medio en que básica de la existencia, que necesita el hombre. Y por
esto ocurre es el misterio, es decir, lo religioso. cierto, tiene carácter religioso. Es síntoma de que
Por eso vemos también cómo el pensador con todo ente viene de "lo Otro" y lleva a él. Hay algo
quien comienza la auténtica filosofía de Occidente, en nosotros que alienta en misterio y se nutre de él.
Platón, repite en el fondo, en el plano del adulto, lo Forma parte de su experiencia el presentimiento de
que hace el niño. Ante todo, remite la diversidad de que lo desconocido, con todo lo que encierra, no es
lo concreto a las imágenes esenciales, las Ideas, mos- meramente algo que no se conoce, sino que queda
trando cómo éstas satisfacen la pregunta del intelecto asumido en un conocimiento superior, y que todo lo
que filosofa. Pero luego pregunta: ¿cómo ocurre que que es, es conocido: por un sabsr más poderoso que
la Idea sea Idea en absoluto? ¿De dónde tiene su el mundo *.
carácter de necesidad interior y su fuerza de convic- El presentimiento de que todo está siendo conoci-
ción? La respuesta es: porque detrás de ella está lo do me dice que puedo participar de ese conocimien-
agathón, el Bien, traspasándola con su resplandor; to y que en esa participación se transformará ese des-
más aún, esa es la condición para que pueda haber conocimiento esencial de que hablábamos. En ella
Idea en absoluto. Pero lo agathón es el nombre que desaparecerá la extrañeza. Adquiero familiaridad con
Platón da a Dios. Con eso Ja insatisfacción del deseo ¡as cosas y me percato de su peculiaridad. Eso puede
de conocer, que no cabe saciar con ninguna com- verse claramente en un caso especial. Hay un tipo
prensión racional, lleva en definitiva al misterio *. determinado de preguntas que no se pueden respon-
Existir es, en definitiva, permanecer como desco- der; aquéllas en que aparecen la palabra "por qué"
nocido para sí mismo entre puros desconocimientos. y la palabra "yo": ¿Por qué me ocurre lo que me
También aquí puede ponerse en marcha una expe- ocurre? ¿Por qué no tengo lo que tienen otros?
riencia religiosa: lo desconocido se hace misterio. Es- ¿Por qué soy como soy? ¿Por qué soy, en absolu-
to es algo diferente de lo que todavía no se ha pe- to? Son, en general, las preguntas de la existencia.
netrado, el problema. El positivismo equipara lo uno * Para el sentimiento positivista de la vida, la cuestión
a lo otro, y afirma que con el progreso del conoci- es así: la realidad es "mera" realidad, exterior e interior.
miento desaparecerá todo misterio; que habrá sólo El espíritu humano' la eleva a la conciencia, haciéndola
problemas y certidumbres: y el hombre será feliz. así "clara". Pero la experiencia descrita dice: Esa ilumi-
nación que tiene lugar mediante mi pensamiento no es la
* Por eso, también al adulto ese cercioramiento pre- primera, sino la segunda. Las cosas están en la luz por su
tendido le es más fácil mediante el símbolo, esto es, el cul- origen. Sólo dentro de esa primitiva situación de estar sa-
to, en sus diversos procesos. bidas pueden también ser sabidas por mí.

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En ellas se expresa esa extrañeza en que estoy con- muía del Universo" de que pueden deducirse todos los
migo mismo; conmigo y con mi destino; con el datos del mundo, sus propiedades, estructuras y proce-
mundo en cuanto estoy en él. Tan pronto como tie- sos. Dejemos a un lado la cuestión de si es práctica-
ne lugar la moción religiosa; tan pronto como se mente alcanzable: ¿ el mundo es de tal modo que su
hace presente el presentimiento de que todo lo que esencia pueda expresarse por esta hipótesis? Constan-
existe, junto con su misterio, está asumido en una temente percibo que no es así, y por cierto, en la ex-
conciencia última, esas preguntas quedan en cierto periencia de la libertad —la mía y la del prójimo—.
modo respondidas. Más exactamente: se hace visible Libre es aquella acción que no tiene que ocurrir, sino
la dirección en que se encuentra la respuesta. Pero que ocurre porque se quiere; y se quiere —>en defi-
eso no ocurre por afirmaciones, sino por una acli- nitiva y pasando a través de toda motivación— por-
matación : por lo que el lenguaje religioso llama la que se quiere. Tal libertad existe en el mundo, y de-
"paz". Así el que pregunta llega a un entendimiento termina en todas partes la marcha de la Historia, que
consigo y con la existencia. también, y aun en cierto sentido, en absoluto y au-
ténticamente, es lo que se puede llamar "mundo".

Pero ¿qué ocurre con esas mismas necesidades?


6 Como nos dice la matemática, se apoyan en que ten-
ga validez un determinado sistema de axiomas. Pero
no se puede dar un motivo para que sea válido éste,
Una forma ulterior de la no-obviedad de la existen- y no otro. Es decir, el mundo en su conjunto no tiene
cia consiste en que ésta no es necesaria. Dentro de la que ser como es. N o puede deducirse, sino que debe
existencia hay necesidades por todas partes: físicas : aceptarse.
si actúan estas energías, debe resultar ese efecto; psi- Preguntándolo de modo aún más radical: ¿ es ne-
cológicas: si el hombre se comporta de este modo, debe cesario que haya mundo en absoluto ? Un sentimiento
desarrollarse un determinado hábito; sociológicas: si elemental nos dice: no. Igual podría no ser. Tam-
las condiciones de vida se transforman de este modo, bién hay una gran tentativa de ver así el mundo, con-
deben modificarse de tal o cual modo las relaciones figurando la relación con él como si fuera necesario:
mutuas de los grupos sociales, etc. Pero ¿esas necesi- se expresa en el concepto de Naturaleza propio de la
dades constituyen la entera condición de la existencia? Edad Moderna. La Antigüedad no lo conoció: tam-
¿Se agota el mundo en una ensambladura de formas poco la Edad Media. En el Renacimiento es cuando
de necesidad? aperece con el significado que se nos ha hecho fami-
Hay una tentativa de verlo así: la teoría de la "fór- liar, desplazando la idea medieval del mundo como

82 #?
obra y revelación, y sustituyéndola por la idea de Estas observaciones nos aclaran la mirada para ver
un conjunto de materias y energías, ordenadas por un carácter de la existencia que el positivismo de la
una conexión de leyes racionalmente comprensibles. Edad Moderna ha dejado de ver: la falta de nece-
Detrás de ello hay un elemento de visión del mundo, sidad. No tiene que ocurrir que el hombre actúe de
esto es, el deseo de desarraigar la fe en un Dios so- este o del otro modo: puede actuar como quiera.
berano. El carácter de absoluto se traslada a este En una medida que sólo se nos hace evidente poco
mundo, que como tal es la "Naturaleza". Esta, pues, a poco, el mundo está también en potencia y puede
tiene el carácter de lo definitivo. Es necesaria, y por ser configurado por el hombre para sus objetivos. N o
ello se ha de entender por sí misma. Todo llega a sólo: ei mundo como conjunto no tiene que ser como
ella, todo transcurre en ella, todo vuelve a afluir a es; podría también ser de otro modo. Más aún, ni
ella. Así, ella es lo justo, lo bueno, lo hermoso, lo siquiera es necesario que exista en absoluto: también
lleno de sentido: "lo natural". Por su parte, el es- podría no existir. Ahora empieza a hacerse presente
píritu, en definitiva, también es Naturaleza: el se- la sensación de que es casual: encontramos sus sín-
gundo elemento que hay en ella junto al primero, el tomas en la filosofía y la literatura, en la conducta
material. política, en el sentimiento vital y social.
Esa idea vacila hoy. Desaparece la antigua confian- Con especial energía se nos hace presente este
za en la Naturaleza, confianza que también era más hecho en la existencia individual. Pues ¿tenía que
o menos religiosa. Este proceso encuentra su más ir mi vida como ha ido? Si en aquel momento yo
neta expresión en la corriente del pensamiento exis- hubiera obrado de otro modo, todo habría cambiado.
tencialista. Ahí la Naturaleza se ve como algo extra- Pero ¿he tenido que obrar tal como he obrado? Y
ño, sin base ni sentido. N o es algo necesario, sino ahora tenemos que anticiparnos cautamente con el
mero hecho, siempre de tal modo como lo configura pensamiento: una vez que lo he hecho, mi vida se ha
la persona. Por eso, en definitiva, no hay ninguna configurado conforme a ello; por eso surge una pers-
necesidad, sino sólo libertad o mejor dicho, arbi- pectiva, con referencia a esa acción, que me puede
trariedad... Esa manera de ver se encuentra de modo imponer la sensación de que no habría podido ser de
peculiar con la voluntad de que la existencia sea en- otro modo. Pero eso ocurre sólo con posterioridad,
tendida al modo totalitario. Esta descansa en la su- porque lo hecho se ha insertado en el conjunto de mi
posición básica de que nada tiene que ser como es, y vida, dando lugar a una mutua corroboración; y ade-
que por tanto todo puede hacerse lo que se quiera; más, porque el amor propio no quiere conceder que
que los objetivos pueden situarse a capricho, y que lo hecho tenga el desvalimiento de lo azaroso. Pero
se trata sólo de quererlos con unidad, de encontrar los en cuanto me pongo ante la acción, sin haber dado
medios para su realización y aplicarlos sin escrúpulos. por hecho todavía su resultado, y viéndolo sólo como

84 M
posible, entonces es diferente. Entonces sé: en mí titudes que acabamos de indicar se caracterizan a sí
hay energía para comenzar, la "iniciativa", que hace mismas como en naufragio, dando así testimonio de
surgir la acción de la decisión propia. A través de la auténtica, la que sostiene la existencia. De esa ex-
mi vida se extiende una cadena de semejantes accio- periencia procede todo lo que va unido a la experien-
nes, que provienen de mi libertad, o en las que se cia del destino. En forma negativa, tiene lugar como
da la posibilidad de que surgieran de ahí. Pero con un temor que llega desde más allá de todos los peli-
gros concretos que quepa señalar, y que es indepen-
eso queda abolida en todo lugar la necesidad, ponien-
diente de la valentía individual; como una continua
do en su lugar el hecho, el "factum".
alarma, no respecto a esta o aquella posibilidad intra-
Todo eso significa: la existencia, en conjunto, no
mundana, sino respecto a lo que amenaza desde fuera
tiene el carácter de la necesidad, sino el de la efecti-
dei mundo; una conciencia de estar entregado. En-
vidad. Es decir, un carácter que va unido a la li-
ferma positiva, tiene lugar como una confianza más
bertad.
allá de toda prueba; una gratitud esencial que no se
refiere a tal o cual coyuntura feliz, sino a la exis-
Aquí vuelve a haber lugar y posibilidad para la
tencia en general; como una conciencia de que todo
experiencia específicamente religiosa: esto es, el pre-
está regalado, y una disposición a aceptarlo dentro
sentimiento de que hay un punto de iniciativa del
del propio ser como un don; como sabiendo que todo
que surge en absoluto el hecho del mundo, y desde está dirigido, con docilidad a insertarse en esa direc-
el cual se "hace" el mundo. Expresémoslo así: es la ción. Se puede decir también: una disposición a obe-
conciencia de que el mundo es "querido": su para- decer, entendiendo esto en sentido de una actitud
lelismo a lo que antes se expresó diciendo que todo básica, opuesta a la que se rebela —o, aún peor—, la
ente es "sabido", conocido. Forma parte de la esen- que ni siquiera ve que se pueda obedecer.
cia de la vida religiosa el avanzar desde la experiencia
del ser meramente existente, que no se sabe a sí mis- Hay otras maneras de que llegue a la conciencia
mo, a la de una conciencia en que éste es sabido. Pero la no-obviedad de la existencia, pero puede bastar
lo dicho. Hemos hablado de la comprensión de que
también: desde la experiencia de un ente que no
la existencia no es segura, sino que está puesta en
se puede querer a sí mismo, a la de una voluntad que
juego, tanto en cada elemento aislado de la conexión
lo quiere. La sensibilidad fatigada deja quedarse in-
del mundo, como en su conjunto: la comprensión
completo el mundo: la sensibilidad escéptica renuncia
de que la existencia no puede calarse con la mirada,
a que se pueda completar. Hoy parece hacerse visible
sino que es algo desconocido a pesar de todas las
un modo de sentir que tiene que ver con una especie
comprensiones. Y, en fin, la comprensión de que no
de oposición desesperada, viendo precisamente en el
es algo necesario, sino de hecho: algo atravesado en
inacabamiento lo propiamente humano. Pero las ac-
87
86
todo por la libertad y cimentado, como conjunto, en
una libertad definitiva. En todos estos puntos puede
encenderse la experiencia religiosa.
Con eso no se dice que ésta tenga que ocurrir. El
que ocurra depende de condiciones individuales, so-
ciológicas, históricas. Tampoco se dice cuál es el
contenido de esta experiencia, ni se lleva a un resul-
tado constructivo o destructivo, adecuado o inade-
cuado. Y tampoco cómo se interpreta teóricamente La experiencia de la finitud
esta experiencia, ni qué resultados prácticos se de-
rivan de ella. Queda señalada meramente una posi-
bilidad específica de cómo, una vez y otra, puede 1
tener lugar una experiencia religiosa en la vida his-
tórica e individual. A la serie de las mencionadas experiencias reli-
giosas debe añadirse todavía otra, por último: la de
la finitud. N o es fácil hablar de ella con brevedad;
por eso ruego al lector que considere lo siguiente
sólo como una incitación.
Constantemente experimentamos que son finitas
las cosas con que tenemos que habérnoslas: un trozo
de madera, una flor, una habitación: todas están li-
mitadas según su consistencia, efecto y duración. Lo
mismo vale para las conexiones de cosas: una ciu-
dad como conjunto arquitectónico y sociológico, la
vegetación de un país, la historia de un pueblo, la
tierra como cuerpo cósmico. Y, en definitiva, para
el conjunto de lo dado: el mundo, la existencia.
Esa misma experiencia de finitud tenemos con res-
pecto a nuestra propia existencia: la organización cor-
poral, la medida de realización de trabajo, la energía
para afirmarse uno mismo y abrirse paso, la duración
de la vida. También las formas de validez que se

88 89
presentan en nuestra experiencia son finitas. Un axio- juventud, o su ampliación a lo ilimitado, sino la
ma lógico, una fórmula matemática, una ley de cien- gracia de la compañía con el Dios que es vida total.
cia natural, aunque son incondicionadas en su validez, La muerte adquiere su carácter especial por estar-
están limitadas en su objeto. Siempre se trata de un nos presentada, impuesta: es poderío mortal —véase
axioma, una fórmula, una ley, a diferencia de otros. la doctrina de la Revelación, tal como se expresa en
En ningún punto logramos algo infinito real. In- el relato del pecado original, en la experiencia de
cluso lo que quiere decir el concepto matemático de los Salmos, en la conciencia de las Epístolas de San
infinito, no es una infinitud real. Esta significaría que Pablo—. N o la queremos, pero no tenemos más
el dato en cuestión no tuviera que ver con leyes en remedio que soportarla —y en ella nuestra finitud—.
absoluto, y fuera positividad sin más. Pero eso se Esta afirmación parece contradecir el fenómeno de la
aplica sólo al ser absoluto, a Dios; mientras que la tendencia hacia la muerte que ha descubierto el psi-
infinitud matemática sólo significa la imposibilidad coanálisis en el inconsciente. Según eso, la voluntad
de poner una frontera, es decir, el proseguir siem- básica de vida se diferenciaría en dos componentes:
pre. La experiencia de la finitud acompaña a cual- la afirmación de sí mismo y la aniquilación de sí
quier otra experiencia, de cualquier índole que sea, de mismo. En realidad, la tendencia hacia la muerte
modo tan constante y sin excepción, que por lo regular representa un efecto del poder de la muerte, en cuan-
no se capta aparte, sino asumida en el carácter ge- to éste ha penetrado en la propia voluntad básica
neral de la vida. Por lo general, esta experiencia sólo del ser vivo.
se hace apremiante en momentos de necesidad; por Ambas tendencias tienen una peculiar inclinación
ejemplo, de impotencia ante un deber, que no se hacia el infinito inauténtico, la prosecución indefi-
domina, o de una pérdida que no se puede evitar. nida; precisamente allí donde afluyen a lo sexual.
Ello se hace evidente en la experiencia dionisíaca, en
La experiencia de finitud asume un carácter espe- la cual quien atraviesa esa experiencia se siente dueño
cial en la experiencia de la muerte, en cuanto ésta de la vida total. Ahí se manifiesta la honda ambigüe-
representa el fin de nuestra existencia inmediata. dad, el carácter engañoso del sentimiento de infini-
"Vida" es el ser con forma; pero la forma definitiva tud, por lo cual también desemboca en hastío y
de la vida se nos presenta en la conciencia como asco.
muerte. Esta comienza ya con el primer acto de la
vida y la acompaña constantemente, para llegar fi- La experiencia de la finitud de la vida, que llega
nalmente a su plenitud en el proceso conclusivo del a su plenitud en la experiencia de la muerte, tiene
morir. Una vida realmente interminable no sería el enfrente la experiencia del nacimiento. El psicoaná-
transcurso constante del acontecer vital, o su eterna lisis parece demostrar que el nacimiento se percibe

90 91
también y se graba en el inconsciente; la conciencia polis y sophrosyne. Cierto es que ese carácter queda
de haber sido pando acompaña la vida entera. Tam- ocasionalmente roto por fenómenos contrapuestos,
bién en el parto hay un factor de vencimiento, y como por ejemplo, la idea presocrática del ciclo uni-
precisamente en el hecho de que el hombre es pa- versal, la idea platónica de la reencarnación, el círculo
rido sin su propia iniciativa ni aun su propio asen- de experiencia dionisíaca, pero siempre sigue siendo
timiento. Y esto, en una determinada individualidad dominante el deseo de medida. La experiencia medie-
y disposición, así como también en una situación val ve el mundo, la historia y la vida en clara fini-
caracterizada por herencia, ambiente, etc., lo cual tud. Ahí influye, ante todo, la imagen del mundo de
es destino. Por eso el nacimiento es tanto don como la Antigüedad; pero también, y sobre todo, la con-
imposición. ciencia bíblica, según la cual sólo Dios es realmente
Aquí también se echa de ver el intento de escapar infinito, y el mundo, en cambio, está creado por El,
a la finitud. Ante todo, por la idea de la reencarna- y por consiguiente tiene principio, y llega a juicio,
ción, esto es, una serie de nacimientos que se retro- encontrando ahí su fin. Lo acontecido en el tiempo,
traen a un pasado indeterminable. O por la idea sin embargo, llega a su plenitud en lo que está más
de que el nacimiento tiene lugar viniendo desde lo allá, frente a toda medida, como "nuevo cielo y nue-
infinito, desde atrás del padre y la madre: la co- va tierra".
mente de la vida, que en cada caso culmina en ese En la idea de la Edad Moderna, el espacio y el
nacimiento; el conjunto del Universo, que se con- tiempo del mundo se extienden hasta lo infinito. Se
creta en él. En ambos casos, la autenticidad del ve venir la historia del hombre desde comienzos
nacimiento como comienzo individual se pierde en lo cada vez más retrotraídos; incluso más allá de éstos,
inauténticamente infinito. desde la evolución de la vida en general, durando
miles de millones de años; así como se ve un futuro
interminable por delante, mitificándolo con el con-
2 cepto del progreso incesante. La creatividad y el se-
ñorío de Dios desaparecen de la conciencia. Dios
La experiencia de la finitud tiene una historia muy queda incorporado al mundo como su base primitiva
importante para la comprensión religiosa de sí mis- y su misterio, y por tanto el mundo puede conside-
mo, pero que aquí sólo puede ser aludida. La imagen rarse como fundado en sí mismo. De modo análogo
del mundo en la Antigüedad tiene unos límites muy ocurre con el sentimiento de personalidad en la Edad
claros. Para su sentimiento de la vida, lo contorneado Moderna, en que el espíritu humano se equipara al
claramente vale más que lo que se prolonga inde- espíritu absoluto, la creación humana a la creación
finidamente: véanse las ideas canónicas de cosmos, en general, y la historia humana a la divina.

92 93
Pero al fin de la Edad Moderna vuelve a tener que está implantada y arrojada la finitud. Se per-
lugar un cambio. Se cierra el ámbito de la tierra. cibe como un poder: penetra en lo finito, lo pone
Desaparecen las reservas de la actuación política, en en cuestión, amenaza disolverlo.
cuanto que constantemente se experimenta el límite De ahí proviene, por un lado, la sensación de que
de lo posible. La física y la astronomía muestran el la existencia es peculiarmente preciosa: en ella no
hecho, incomprensible para el modo de ver anterior, habla el dionisismo de lo ilimitado, sino, al contra-
de una delimitación espacial, así como temporal, del rio, la intensidad de aquello que está dado sólo de
mundo. Aunque las cifras con que trabajan la física modo finito, pero para nosotros único: pasa, pero
y la astronomía son enormes, tanto en lo grande constituye nuestra existencia entera. Se podría hablar
como en lo pequeño, mientras que la Edad Moderna, de una fría excitación de lo finito, que se pone en
frente a medidas mucho más pequeñas, continua- riesgo a sí mismo. Pero de ahí proviene también una
mente tenía la sensación de lo infinito, hoy día se angustia que se percibe en todo. En la superficie, es
impone la sensación de lo infinito, pese a toda gran- la sensación de peligros políticos, sociales, económi-
deza. La base de nuestra relación con el mundo esta cos, que amenazan de hecho; pero por debajo, es
formada por una voluntad de configurar este mun- la profunda intranquilidad sobre si se puede afirmar
do. A diferencia del entusiástico sentimiento univer- frente a la nada esta existencia meramente finita,
sal de la Edad Moderna, esta voluntad es racional suspensa y proyectada hacia adelante. También la
y objetiva. Desaparece la tendencia a lo infinito, y Edad Moderna percibió antaño una angustia, un mie-
se forma una conciencia de que lo finito basta para do; el hombre, que salía de la ordenación del cos-
existir en ello de modo autónomo. mos medieval, delimitado y configurado en todo, se
sintió enredado en la infinitud de los espacios, tiem-
El hombre de la Edad Moderna se sentía cobi-
pos y magnitudes. La angustia y el miedo que hoy
jado por la infinitud del mundo: tal como lo per-
dominan proceden de una experiencia del ser que ya
cibe nuestra época, el mundo es finito, tanto en lo
no se siente cobijada en el amparo de lo infinito, sino
concreto como en conjunto. N o "descansa", sino que
colocada en la desnuda finitud, que, a pesar de lo
está suspendido, se cierne, está lanzado. N o se "des-
enorme de las magnitudes, es "pequeña" como tal y
arrolla", sino que "explota". Por eso no cobija, sino
por esencia, y ontológicamente "débil", sintiéndose
que nos arrebata con él. Por todo ello, en todos los
incapaz en lo más íntimo, a pesar de toda resolución,
dominios de la vida y la creación surge una sensa-
para sustentar el sentido de la existencia.
ción de peligro. Su más enérgica expresión la forma
el concepto de la Nada, concepto posterior a la Edad
Moderna. Con él se alude a aquello que queda "en
el otro lado" de la frontera de la finitud; aquello1 en

94 95
surge otro límite, el absoluto, esto es, la finitud en
general: en toda forma concreta de la existencia,
surge su condición de estar sujeta a una forma, en
general; en toda magnitud concreta, surge la delimi-
3 tación del conjunto del mundo.

Pero ¿qué hay "al otro lado" de esta frontera ab-


También aquí se hace posible una experiencia re- soluta? La respuesta que tan hondamente ha sacudi-
ligiosa, la del límite. Mientras que en el afecto por el do la conciencia de nuestra época dice: Nada. In-
mundo que sentía la Edad Moderna, el hecho de la cluso, la "nada aniquiladora" (nichtende Nichts); la
limitación de cada cosa y cada, acontecimiento quedaba nada como amenaza del ser. Pero ¿es verdadera esa
absorbido por el sentimiento de un todo infinito, respuesta? En ella se manifiesta la consecuencia de
ahora desaparece ese sentimiento, y en cada dato se ese poder de que hemos hablado en una consideración
toma conciencia del límite: y con eso también de la anterior: la muerte. La Revelación nos dice que queda
posibilidad de percatarse de lo que hay "al otro lado" superada por ese poder absoluto de vida que es la
de él. Redención; pero que en cuanto el hombre no toma
Nos acercamos a lo que aquí queremos decir si conciencia de ésta en la fe, la amenaza de muerte se
partimos de lo que se presenta como imagen, fiján- hace tan fuerte en su sentimiento de la vida, que le
donos, sin embargo, en los elementos metafísicos que produce la impresión engañosa de que en su límite
ahí se muestran. Hay una cosa: tiene por todas par- de ser, idéntico con su forma de ser, está la Nada;
tes "límites", es decir, llega hasta aquí y hasta aquí, que él está condicionado por la Nada: que existe
tiene esas propiedades y sólo ésas, esa determinada con referencia a la Nada. Pero eso no es verdad, sino
cantidad de energía, ese rango y sentido. "Límite" que "al otro lado" está lo auténtico, lo que abarca y
es la expresión, en cada caso, de lo que no hay; del sostiene, lo que determina y ordena: lo numinoso,
modo como se llega al final en ese aspecto determi- lo divino. Diferente de "este lado", el mundo; pero
nado. Por tanto, es negación; pero por ello mismo, diferente de un modo que todavía hemos de deter-
claro está, es expresión de lo que hay, de su modo minar, y que queda indicado en la palabra que ha
positivo de existir: es contorno, forma. ¿Frente a salido antes en nuestra consideración: como "lo
qué está limitada la cosa? ¿Por dónde cesa? Ante auténtico" —auténtico, tanto frente al conjunto como
todo, con referencia a lo que está a su lado; la cosa a cada ente individual—; distinguiéndose de ello y
que hay junto a esa cosa, el otro proceso. Pero en a la vez llevándolo a plenitud.
este límite relativo, respecto a lo vecino en el ser, A partir de aquí el concepto de la nada radical se

96 97
revela como una respuesta de desesperación. Arroja
algo a lo negativo, lo mitifica, más aún, lo demom-
za: arroja incluso todo lo que puede resultarnos com-
prensivo y sostenedor, ordenador y orientador. Pue- 4
de, y debe percibirse como tal: pues a la luz de la
Revelación —pero también, en presentimiento, ya
ante la conciencia íntima de la vida— esa opresión Pero quizá se puede decir más todavía. En efecto,
del poder de la muerte que produce el sentimiento parece que una experiencia nítida del mundo no sólo
de la nada, se revela como engaño y tentación, que puede captar en éste la condición de que es finito,
tiene que resistir la persona. Y la angustia descrita como algo ceñido y sostenido, sino también el hecho
por los existencialistas se revela como experiencia de de que ha sido creado.
esa finitud que no se ha aceptado a sí misma como La experiencia de infinitud de la Edad Moderna,
procedente de lo Otro; que no se ha entregado, como su dionisismo del Universo, ha concebido lo existen-
respuesta, a lo Otro, a lo divino. La Nada es el lugar te como "Naturaleza"; como algo que, tomado en
que queda vacío por la negación de lo divino; el conjunto, no tiene causa. Según eso, sólo hay cau-
"fantasma de Dios"; y ese miedo, a su vez, es el saciones dentro de la Naturaleza, de un proceso a
terror a ese fantasma. otro, no para el conjunto. Este, el mundo, no tiene
N o existe la nuda finitud. Su concepto es un con- causa, sino que descansa en sí. Esto lo expresa emo-
cepto de la desesperación y, antes aún, de la rebel- cionalmente el sentimiento de su esplendidez, que
día. Lo que existe es lo contorneado, soportado, sos- todo lo llena y descansa en sí; filosóficamente, la te-
tenido tanto desde alrededor como desde dentro: y sis kantiana, según la cual ningún pensamiento pue-
el contornear, soportar y sostener es obra de lo di- de llevar más allá del mundo, porque este mismo es
vino. Esa experiencia parece ganar en importancia. resultado del pensamiento; religiosamente, lo expresa
Quizá se desarrollará hasta ser la más intensa expe- la piedad idealista que venera en el mundo la auto-
riencia religiosa de nuestra época. No produce deses- realización de lo Absoluto. Esos modos de ver pare-
peración, sino confianza; no angustia, sino ánimo. cen! cada vez con mayor evidencia revelarse como
erróneos, con lo cual se ve que el mundo, además
ele tener el carácter de finitud, o mejor dicho, den-
tro de ese carácter, tiene otro, el de haber sido crea-
do. El mundo no es "Naturaleza", algo dado sin
más, sino "obra"; y ese carácter de obra se percibe,
se experimenta, y se ve.

98 99
Un cristal de forma poco común no me hará ja-
más pensar que pueda remitirse a otra causa que a
una causa natural: lo muestra su forma, la estructu-
ra natural. Por el contrario, todo artefacto, aunque lo
vea por primera vez, lo reconozco como resultado de
la acción humana: no como "surgido", sino "hecho",
como estructura de cultura. Depende del hombre; y
no como un ser natural, igual que el nido depende
del pájaro que lo construye con necesidad, sino como
Síntesis
de un ser que conoce lo que hay, y planifica su ac-
tuación sobre la base de la posibilidad que ha reco-
nocido. Para observar esa diferencia en el modo de
1
existir, no tengo que "pensar", sino que lo "veo". Se
manifiesta en el modo de estar presente, de conducir-
En lo dicho anteriormente —sin que pretendamos
se y funcionar.
haber sido completos— se describieron diversos pun-
Con el mundo, en su conjunto, ocurre algo aná-
tos de apoyo de la experiencia religiosa; aspectos de
logo. La condición de haber sido creado no es algo
la realidad religiosa que se desvela a partir de ellos;
que yo pueda añadir a la cosa, sino un modo de estar
relaciones que se hacen evidentes entre ella y el ser
ahí, que se patentiza por sí mismo, por la limitación
inmediato del hombre y de las cosas.
como tal. Veo ese ser creado; y con ello mismo veo
Ante todo, se habló de esa impresión, que surge
también la relación con el Creador. El mundo se
en todo lo "profano", de lo "Otro", lo numinoso, lo
manifiesta como pendiente de algo que está más allá
sagrado. Ahí se hizo visible esa cualidad propia que
de él. Está, por esencia, en una referencia cualitati-
tiene sólo la realidad religiosa, y ninguna otra; tan
va, que se manifiesta. N o es "Naturaleza", una ob-
exclusiva que no tenemos un concepto ni una ade-
viedad que existe por sí misma, sino "obra", obra
cuada escala de valores que se ajusten a ella partien-
de un poder religioso, sagrado. Y ello en sentido ra-
do de la condición de la existencia inmediata: pero
dical: como "creaturidad", entregada a auténtico ser
tan clara y determinada en sí misma que se reconoce
y sin embargo posesión sagrada.
en todo encuentro, aun en el más leve.
Luego se habló de ese carácter por el cual las co-
sas aluden más allá de sí mismas; expresando más
de lo que son inmediatamente: su carácter simbóli-
co. Este tiene, ante todo, un estrato metafísico, en

100
101
cuanto que la cosa empírica, incompleta y transitoria, Todos esos fenómenos tienen carácter de "reve-
alude a una imagen perfecta y eterna de su esencia lación", tomando esta palabra en un sentido uni-
y sentido: la Idea. Pero ésta, por su parte, se revela versal. En ellos salta a la vista algo que no está dado
como expresión de una autenticidad última, que Pla- de modo primario' y sin más, sino como algo que
tón llama lo agathón, el "Bien" y que se identifica queda detrás, escondido, auténtico, abriéndose paso a
con lo sagrado de que hablábamos más arriba. través de esos fenómenos hasta hacerse presente.
Entonces se mencionó el modo peculiar que tiene
el hombre primitivo de ver las cosas —pero también El modo que tiene el hombre realmente religioso
el hombre de la Antigüedad, perteneciente a una cul- de ponerse ante el mundo nos impone, sin embar-
tura muy elevada—: esto es, que las cosas sólo al- go, una pregunta que da nuevo carácter al fenóme-
canzan la autenticidad de su ser y de su realidad, tan no. ¿Es adecuado ese orden de "lo primero" y "lo
pronto como salen del misterio de lo divino sagrado, segundo", o no proviene también del extrañamiento
lo theion. Recíprocamente, en esta relación coni la respecto a la realidad que hay en la moderna con-
cosa, queda por su parte evidenciado y abierto lo di- ciencia racionalizada? En realidad, lo que se expresa
vino sagrado. ¿no está evidente en general y de buenas a primeras
Luego se consideraron las diversas formas del hecho en aquello mediante lo cual se expresa?
de que el mundo empírico no es comprensible por Se puede ver mejor que es así utilizando una ana-
sí mismo. Entre ellas, se observaron más de cerca estas logía que resulta básica para nosotros los hombres,
tres: que la existencia no es segura, sino que está porque está puesto en nuestro interior. Si observo el
en riesgo y en suspenso; que, en definitiva, es in- rostro de otro, veo en él su sentir, su modo de en-
comprensible y desconocida por sí misma; y, en fin, juiciar, su alma. Según esta primera formulación, el
que no es necesaria, sino sólo de hecho. Estas tres alma, que en sí es interior e invisible, se haría vi-
experiencias constituyen puntos de partida en que sible en las formas, movimientos y proporciones del
puede experimentarse lo divino sagrado. La proble- rostro. En lo que se ve de entrada, en la forma corpo-
mática de la existencia que en ellas se expresa sólo ral, llegaría a ser vista el alma, como una segunda rea-
llega a descansar en una de tales experiencias: así lidad, y esa relación se llamaría "fisonomía". Pero ¿no
como la realidad religiosa recibe en cada caso una es al contrario? En realidad, la visibilidad externa del
iluminación especial por parte de esa problemática. prójimo, su cara humana, ¿no la veo solamente y en
Finalmente, se habló del hecho que sustenta toda absoluto en su sentir, en su alegría, o en su ira, o en su
nuestra existencia: la finitud como tal, el límite y bondad? Claro está, suponiendo que llamemos "fiso-
la nada. Se echó de ver que ahí puede experimentar- nomía" a un fenómeno humano y no sólo anatómico
se lo religioso de un modo peculiar. y material. Según eso, un rostro totalmente privado

102 103
de sentimiento —es decir, no sólo tranquilo, con-
centrado, dominado, sino incluso sin ninguna inte-
rioridad que se exprese— se consideraría como algo 2
inhumano. Ya no es rostro, sino máscara.
Conforme a esa analogía habría que ponderar: Si consideramos más de cerca lo que se manifiesta
nuestro modo de ver en la Edad Moderna, según la en diversos terrenos de experiencia, veremos que
cual la realidad meramente empírica y profana es —aunque en cada caso de modo especial— siempre
lo dado primariamente, y a partir de ello nosotros quiere decir eso mismo. Las líneas de sentido de todos
llegaríamos a lo numinoso por algún acto de aper- los contenidos de experiencia corren hacia un mismo
tura, de penetración, de proseguimiento a tientas, punto. Lo que se manifiesta en ellos son aspectos di-
¿no significaría en realidad algo posterior, un modo versos de la misma realidad: la de lo sagrado. Es
de ver que se ha hecho posible por un vaciamiento diferente de todo lo que depara la experiencia "mun-
del mundo y un empobrecimiento del acto de cap- dana" de ser y valor. Puede aparecer en los más di-
tación? Si, siguiendo esa analogía, pudiéramos per- versos contenidos mundanos así como en su totalidad,
cibir un mundo como un rostro en que nos mira lo el "mundo", pero siempre de tal modo que se separa
divino, entonces la presencia de eso divino no sería claramente de ellas, como algo que no cabe explicar
lo segundo, sino lo primero. La captación del miste- ni nombrar directamente por ellas; como algo "no-
no sagrado no sería algo hacia lo cual nos abrimos mundano", "no-terrenal". Es una determinación ne-
paso por la perceptibilidad inmediata del mundo, sino gativa; pero en sí misma no es nada negativo, sino
que sólo veríamos al mundo en absoluto "en" este totalmente positivo, y en el más alto grado. Por esa
misterio. Tan pronto como abandonamos la inversión negación dice a todo ente del mundo que se presente
de nuestro empirismo de Edad Moderna —ese autén- en cada ocasión, así como al mundo en general: "Yo
tico "giro copernicano" —notamos también que los no soy eso": en cuanto que eso se presenta como
textos religiosos de la Humanidad ven el mundo de algo determinado en sí, como ello mismo. Es algo
este modo. Exactamente de este modo lo ven el An- real, poderoso, esencial, lleno de valor y sentido. Su
tiguo Testamento, entero, y el Nuevo. Y no porque sentido de valor, precisamente, es de una penetración
querían "edificar", sino porque en ellos se expresa un especialísima. De él depende algo tan importante que
hecho elemental de la esencia humana sin ruptura. a quien lo percibe puede ponerle en conflicto con
El mundo tal como lo entiende la conciencia de la todos los demás valores, mostrándose más fuerte que
Edad Moderna, no existe en absoluto; es el resultado ellos. Su exigencia se percibe de modo inmediato.
artificial de un acto humano empobrecido. Cabe resistirse a ella, pero no eliminarla.

104 IOS
Es algo extraño respecto a lo terrenal: aparece, y se dirige a lo desconocido. Sin embargo, hay una
toca, llama. Por eso tiene un peculiar poder de des- confianza despertada por eso mismo y garantizada por
prendimiento. Altera las relaciones de importancia su esencia, y que sabe que hay objetivo y camino;
de la vida. Aligera su carga, ilumina su opresión, que se puede andar, proseguir y llegar.
promete liberación. Y no cambiando esto o aquello,
sino del todo, al transformarlo todo, y ¡haciendo que La experiencia religiosa, junto con todo lo que pro-
"todo se haga bueno", "que todo sea para bien". A cede de ella, está sustentada por un determinado ór-
la vez, intranquiliza; trastorna las conexiones exis- gano, mejor dicho, por una determinada sensibilidad
tentes, pone en cuestión las valoraciones vigentes en del conjunto, que está desarrollada de modo diverso
el mundo, deja abolida la ciudadanía terrenal y pro- en los diversos hombres. En la mayor parte de los
voca anhelo de otro lugar. casos, se encuentra sólo con energía mediana, y en
Pero no de ir hacia el vacío o hacia lo inaccesible, ocasiones desaparece casi por completo. Pero a veces
pues su manera de darse contiene una orientación. se muestra con gran fuerza y pureza, y encuentra el
Procede de lo otro, de otro lugar, y su origen sigue nivel de lo inhabitual en el genio religioso, en el que
siendo perceptible; "desde lejos llega junto a mí" *, abre caminos religiosos, en el modelo y fundador. Su
como dice Hólderlin; y regresa allá llevándose con- acto puede ser original y creador; pero también pue-
sigo a quien lo percibe con docilidad. Por eso se hace de estar compartido con otras personas, propicias y
evidente en ello un objetivo; pero también a la vez ejemplares.
un camino, pues tiene una lógica interna, una con- La experiencia religiosa forma con sus contenidos
secución al realizarse. Ahí logra lo interior buscar uno de los factores básicos de la vida. Influye en
y encontrar; actuar y llegar al objetivo. toda la existencia humana. Por eso, a pesar de ser
Pero siempre en el modo de la "trascendencia", radicalmente incomprensible, se hace posible entre
condicionado por la radical distinción respecto a todo los individuos un acuerdo sobre ella, del cual surgen
lo del "aquende"; como un desprendimiento respecto valoraciones y ordenaciones comunes. Por vanadas
a lo inmediatamente dado, y como un salto a lo Otro. que puedan ser las experiencias religiosas de los di-
Este ir, buscar y hacer, tiene el carácter del riesgo, versos pueblos y épocas, al observarlas de cerca se
muestran en todas partes las mismas formas últimas,
* Quejas de Menón por Diótima (Menons Klage um sobre cuya base se hace posible un lenguaje religioso
Diolima). [N. del T.—Vernber nahe: sigo las palabras fundamental. Y aunque lo que se quiere decir con
que empleé en mi propia traducción (Ademáis, 1949):
ese lenguaje siempre sigue inexpresado, sin embargo,
...¿No estoy solo, pues? Pero un algo amistoso debe
desde lejos llegar junto a mí, y debo reír, y asombrarme en cuanto hay acuerdo, se quiere decir lo mismo en
de cuánta ventura encuentro aun en medio del dolor.] común.

106 107
algo arbitrario, que podría no ser sin que él perdiera
nada esencial, sino que responde a un anhelo, en cier-
tas condiciones inconsciente, de la profundidad in-
terior, y que es recibido en lo más auténticamente
personal. Eso no se dice en sentido psicológico. Lo
sagrado no se produce por la necesidad religiosa. N o
consiste en proyectar hacia lo objetivo necesidades o
condiciones personales. Toda auténtica experiencia
La existencialidad de la experiencia religiosa religiosa contiene, más bien, la conciencia de que lo
que se hace presente es real y está lleno de sentido en
sí mismo; y ¿en qué puede apoyarse en definitiva
1 nuestro conocimiento sino en la evidencia de nuestra
conciencia?
Lo numinoso, que se manifiesta en la experiencia
religiosa, tiene un peculiar carácter doble. Por un La realidad religiosa y su valor tienen rango su-
lado es espontáneo de un modo especial. N o se le premo. Con ella encuentra el hombre una plenitud
puede forzar a que se manifieste. Cabe prepararse a que no le puede dar ninguna otra realidad, ningún
él, superar distracciones, disolver conexiones con las otro valor. Lo religioso tiene el carácter de lo autén-
tendencias humanas, evitar pretensiones obtaculiza- tico y lo definitivo; tanto, que todo lo demás puede
doras, etc. Cabe purificarse moralmente, concentrarse quedar desposeído por lo religioso. Y no sólo en esa
en alma y espíritu, orientar la economía de la vida manera en que el valor religioso se presenta frente a
hacia lo religioso, etc. Pese a todo, la manifestación otros como más alto, sino que se manifiesta como ab-
de lo religioso conserva una libertad de iniciativa que soluto, dejando al descubierto a los demás como re-
escapa a la intervención humana. Siempre su carácter lativos. De ahí surgen crisis que pueden sacudir y
es que no se presenta hecho y concluido como un aun volcar toda la estructura vital de la personalidad
objeto empírico, sino que surge de lo inaccesible; en cuestión.
tampoco, como una tendencia biológica, se hace apre- Especialmente sintomático es, en este sentido, que
miante con determinada regularidad, sino que se ma- lo sagrado no se explique a sí mismo en la experiencia
nifiesta sin motivos aducibles ni reglas, y nos toca: religiosa, ni justifique su pretensión desde ningún
en una palabra: se "revela". otro plano, sino que sea evidente por sí mismo. En
Por otro lado, lo numinoso afecta a quien lo expe- cierto modo, eso lo hace toda obra auténtica. La ver-
rimenta, y de modo esencial. N o se le presenta como dad no demuestra su sentido, sino que se manifiesta,

108 109
y con eso se hace indiscutible. La bondad moral afinidad profunda, esencial; entra en tensión, y aun
puede necesitar una interpretación con referencia a a menudo en contradicción con las tendencias y va-
la situación dada; se muestra como vigente por su lores del mundo, y por otro lado la vida y el mundo
propio sentido. Pero en el valor religioso se añade otra reciben por él su sentido auténtico. Que se haga pre-
cosa: aunque es diverso de todo lo que constituye el sente, que se manifieste, que dé participación y co-
"mundo", resulta familiar por sí mismo en seguida, munidad consigo, no lo puede exigir ni obligar el
mejor dicho, de modo esencial. Aunque es misterio, que lo percibe: pero sabe que de ello depende su
más aún, precisamente en su carácter de misterio, le plenitud última de sentido, precisamente: la "sal-
reconoce rápidamente nuestra interioridad. Incluso, vación". Esta ambivalencia da a la relación con lo
quien lo percibe adquiere la impresión, considerán- religioso su carácter especial: es existencial en el
dolo profundamente, de que ese "centro" que percibe más hondo sentido de la palabra.
sólo se despierta en absoluto en el contacto, como
aquello que está ordenado a lo que le toca.
2
Esa importancia única —no para la marcha del
mundo o para la vida humana, sino en cada caso Este carácter indicado de la existencialidad, sin
para quien lo percibe en su ser más propio— es la embargo, significa algo más. En la experiencia re-
salvación. Significa que la persona y la vida en- ligiosa, lo numinoso no está solamente "ahí"; no
cuentran ahí su sentido. Y no sólo de un modo tiene sólo un sentido evidente y decisivo, sino tam-
relativo, que dependa de dotes, como ocurre con la bién una orientación. Significa algo; se refiere a al-
persona de cualidades artísticas, en su creación: tam- guien en todo caso, a aquel que tiene la experiencia.
poco de coyunturas del destino, como ocurre en una Con todo, no siempre de modo directo. Hay también
relación amorosa con la persona que entra en ella, una forma, diríamos, desviada, de manifestación de
sino de modo absoluto. La salvación significa que la lo sagrado, que no parece cuidarse por quien la ex-
existencia de quien la percibe llega adecuadamente a perimenta: la olímpica. Aquí la realidad religiosa
plenitud y es ordenada de modo definitivo por la parece descansar sólo en sí misma, indiferente respecto
relación con la realidad numinosa que se manifiesta; al hombre: tan indiferente que su actitud puede lle-
que da la respuesta definitiva a las preguntas de por gar a ser frialdad, y aun crueldad. Viene de lo des-
qué y para qué y con referencia a qué existe. La conocido y vuelve a ir a lo desconocido, pasando de
experiencia de lo sagrado revela así una tensión pe- largo ante quien la percibe, al parecer sin referirse a
culiar. Es diferente que todo lo conocido de este su existencia. Sin embargo, también aquí se da una
mundo, es misterioso y extraño, pero a la vez con relación, pues la negatividad no puede adquirir vi-

110 ///
gencia sin más: haría imposible tal manifestación:
un modo determinado. El no puede discutir la razón
en ella no habría nada "dado". En realidad, ahí tiene
de esa exigencia, pues es evidente: sólo la puede elu-
lugar una manifestación de lo sagrado, que puede
dir, ser desobediente a ella, quebrantarla.
adquirir también un carácter de salvación: la de la
La realidad religiosa hace posible la participación.
sublimidad absoluta. También ésta afecta al hombre
N o sólo en el sentido en que la posibilita todo valor
y le hace tomar conciencia de algo de cuya compren-
cuando se realiza —por ejemplo, el que conoce, al de-
sión y reconocimiento depende el sentido religioso: la
cir la verdad, establece la participación en la verdad—,
modestia propia, en distancia veneradora.
sino en un sentido real inmediato. Lo que se hace
Por lo demás y en general, la manifestación de la
presente en la experiencia religiosa hace posible un
realidad religiosa tiene una orientación directa hacia
trato. Este trato da lugar a una realización que pue-
el hombre: se refiere a él. El hombre se ve interpe-
de hacerse tan intensa que enajene al hombre de la
lado, llamado. Esa manifestación le presenta una exi-
forma intramundana de comunidad. La realidad reli-
gencia : debe abrirse, reconocer lo divino, abrirle sitio
giosa también ejerce una orientación. Si quien la per-
en su vida. Es atraído o rechazado: se le promete
cibe sigue la indicación contenida en su presencia,
o se le niega algo.
llega a una acción, y, en cada caso, va de una acción
a otra. Así se forma una conexión de actuaciones, de
La realidad religiosa se presenta a la conciencia
fases de devenir y de desarrollo. Tan pronto como se
como algo existente, esencial, lleno de sentido. Toca
acepta esa experiencia, actúa como coyuntura: crea
en el hombre el punto más vivo, el centro más sen-
situaciones, da lugar a encuentros, produce resisten-
sible de su ser personal. Despierta así afectos que tam-
cias, extrañamientos, destinos.
bién están caracterizados exactamente y sólo le perte-
necen a él; un modo determinado de temor, de res-
Todo eso significa: la experiencia religiosa cons-
peto, de espanto, de afán, de amor, de celo, de dicha,
tituye un "camino". No lo muestra meramente, como
de cobijo, etc.
una lógica preexistente del posible movimiento inte-
Pero también toca el centro sensible a la norma, la
rior; no lleva meramente a él y por él, como por un
"conciencia" —siendo de observar que esta palabra
sendero de acción y de acontecer existente en la na-
en alemán (Gewissen) ha tomado un significado uni-
turaleza de las cosas, sino que lo produce, de modo
lateralmente moral. Aquí la usamos en su sentido
nuevo para cada uno de los que son tocados por esta
general, como el órgano para lo valioso. Lo religioso
experiencia; partiendo de la irrepetibilidad de su ser
toca esa conciencia. La requiere, no con poder, sino
personal y de su especial situación vital. Produce "his-
por su sentido y con derecho. El hombre debe hacer
toria"; en cada caso, la historia religiosa de quien
algo; o dejarlo de hacer; debe configurar su vida en
tiene esa experiencia, en su irrepetibilidad personal.

112
113
La lógica de esa historia es de índole peculiar; diversa
de la del mundo, tan diversa como el valor al que
sirve lo es respecto a los valores "normales". Puede
ser incomprensible desde éstos: puede parecer "in- 3
sensata" : puede llevar a conflictos y aun, vista des-
de fuera, a la ruina. Pero de todo esto se sigue que la experiencia de lo
La experiencia religiosa abre un "mundo", enten- religioso y la realización de su sentido establece re-
diendo esta palabra tanto en sentido objetivo como quisitos y pone condiciones. Ya ocurre así en la pri-
subjetivo; una conexión de cosas y acontecimientos, mera comprensión de lo religioso. Con eso, por lo
de relaciones con hombres y cosas, de acciones y pronto, no se dice nada especial, pues la percepción
obras, de experiencias y situaciones: toda una "exis- de este ámbito de objetos está ligada a presupuestos
tencia". existenciales. No basta a su realización que existan
Todo ello, claro está, de tal modo que en todo lu- por un lado el objeto y por otro lado el órgano, sino
gar y constantemente tiene lugar el fenómeno del que se requiere una actitud correspondiente, a partir
paso hacia lo Otro, el ponerse en riesgo. Continua- de la cual es como el objeto real se hace auténti-
mente ocurre en la vida religiosa el proceso en que se camente dado, y el acto ¿e ajusta a él, surgiendo la
deja una situación habitual de realidad y se da el unidad de la relación viva. Ahí entra todo lo que
paso hacia otra; en que se abandona un primer plano se llama atención, apertura hacia ¡o específico del
de existencia que se domina ya, y se pasa a otro, objeto, disposición a entrar en el campo de su sig-
que siempre tiene el carácter del riesgo. nificado, etc.
Esa transición puede asumir diversas formas, in- Todo eso vale también para la experiencia reli-
cluso aquellas que abarcan al hombre entero. En- giosa y el conocimiento que surge en ella y de ella.
tonces tienen lugar actos y procesos que la historia Por eso es absolutamente posible que una persona
y psicología de la religión designan con los concep- viva una larga vida con prudencia y virtud, que ten-
tos : conversión: renuncia a disponer de sí mismo, ga múltiples buenas relaciones con los demás, y que
a la familia, a la propiedad; abandono del mundo, haga una hermosa obra, pero que no vea la realidad
subordinación a una guía religiosa; transformación, religiosa, porque, en lo más íntimo, no quiere verla.
nuevo nacimiento, etc. O que la transforme con interpretaciones en otra cosa,
en algo estético, moral, político: o que la vea de
soslayo, como extraña, intranquilizados, obstaculi-
zados de la vida, hostil...
Pero además, la experiencia religiosa no es sólo

114 115
una verificación que encuentre su desarrollo y ple-
nitud de sentido en un conocimiento, sino que es
un encuentro, en el sentido plenario de esta palabra.
En él el hombre entero llega ante una realidad; me-
diante conocimiento, estimación, percepción, acción
y ser. Por eso el transcurso de esta experiencia de-
La froblematicidad de la experiencia religiosa
pende de la entera actitud de quien la percibe; de
que la honre o la trate con desprecio; de que le dé
el tiempo necesario, de que se esfuerce por ella, o la
1
abandone a sí misma; de que cumpla las exigencias
que plantea, que saque las consecuencias que pone
El fenómeno de la experiencia religiosa sólo se verá
por delante, o que la tome sólo como cosa de mo-
como es debido si se observan también sus proble-
mentos fugitivos a los que no corresponde ningún
maticidades. Pero ¿las hay? La experiencia religiosa
significado serio, que determine la vida.
y la vida religiosa que descansa en ella, directa o in-
Según, en cada caso, como se comporte el hom- directamente ¿no son absolutamente esenciales y lle-
bre, como crezca, como se desarrolle, así gana esa nas de valor? Pero si hay problematicidades en esa
experiencia en seriedad, hondura y riqueza o pali- vida ¿qué relación tienen con el contenido de sentido
dece, se hace casual, y desaparece del todo. Visto de la mencionada experiencia ? ¿ Qué representan para
desde ahí, el tratamiento teórico y crítico de lo re- su valoración?
ligioso es de muy diversa competencia. Quien dispo- Una serie de hechos muestran en seguida lo apre-
ne de auténtica experiencia, pronto establece su mag- miante de la pregunta. Muchos pertenecen a la vida
nitud. Tanto la teoría como la crítica pueden avanzar individual y consisten en enfermedades de la vida
con gran lujo de ciencia y, sin embargo, no tener anímica determinadas por lo religioso. Sobre todo,
objeto en lo auténtico, y aún más, ser estúpidas. el mismo acto religioso puede ser menoscabado, por
ejemplo, en los fenómenos de depresión, de angustia
religiosa, en sentimientos de estar perdido, de ame-
naza por seres demoníacos, etc. O puede trastornarse
la proporción entre los intereses, actos y condiciones
específicamente religiosos y los del restante ámbito
vital; por ejemplo, en cuanto que la vida religiosa
prolifera de modo desacertado sobre el resto de la

117
116
vida, y falta una crítica razonable, volviéndose en- y psíquicos de índole propicia o perjudicial, como
tonces así opaco, retirado y fantástico el conjunto de también todos los demás. Se cumplen en el conjunto
la existencia. Entre tales casos extremos, por un lado, de la vida anímico corporal, tanto la individual como
y una sana economía, por el otro, quedan muchos la social; influyen en sus diversos dominios y expe-
grados de menoscabo del juicio, del sentir, de la fan- rimentan su influjo por su parte. Por eso, toda pro-
tasía, de la relación con otras personas, con el traba- blematicidad que aparezca en el ámbito individual
jo, con la vida instintiva. Análogos fenómenos apa- o social también adquiere vigencia en la vida religiosa
recen también en el dominio supraindividual; corno del individuo en cuestión. Lo religioso puede también
situaciones patológicas de familias enteras, de grupos enlazarse con lo injusto, con lo impuro, con lo per-
sociales, regiones, zonas del pueblo: como terror co- verso. Igual que no hay nada bueno en la naturaleza
lectivo, manía persecutoria, movimientos de fanatis- humana que no se desarrolle en lo religioso, lo mismo
mo, etc. ocurre con lo malo. Lo religioso es una fuerza vital
Otra serie de fenómenos que entran aquí se evi- central por la cual reciben una peculiar intensificación
dencian en la propia historia de las religiones. Si la todos los motivos, fuerzas y pensamientos, tanto po-
ciencia no quiere perder el suelo de debajo de los sitivos como negativos. Quizá se ha de decir, incluso,
pies, necesita medidas con que medir el rango de los que sólo en su dominio es donde reciben su elevación
fenómenos religiosos; así, por ejemplo, la pureza de definitiva lo positivo y lo negativo. La observación
la experiencia, la segundad del juicio vital, la adecua- diaria y la investigación histórica lo demuestran de
da estimación de la persona, el poder del desarrollo modo impresionante.
y ordenación de la vida. Desde este punto de vista De todo esto surge la pregunta: una experiencia
muchas formas de religión han de estimarse como que está expuesta a semejantes posibilidades ¿puede
menesterosas, sin desarrollar, degeneradas, o de menor considerarse como digna de confianza? La pregunta
valor, o menoscabadas en algún otro sentido. Tales se hace más apremiante si se tiene conciencia de que
juicios, naturalmente, presuponen el conocimiento de la propia salvación ha de depender de la conducta
las condiciones inmediatas de los pueblos y la his- religiosa. En ciertas situaciones históricas —por ejem-
toria y, por lo demás, prudencia crítica: pero ésta plo, en épocas de gran intensidad religiosa, pero,
no puede llevar al relativismo y a la renuncia a en- por ello mismo, también muy cargadas de esa pro-
juiciar. blematicidad—, puede llevar a un rechazo radical.
Pensemos en el escepticismo de ciertas personas que
Dicho radicalmente: La experiencia religiosa, y proceden de familias con religiosidad exagerada o
los actos y formas de vida relacionados con ella, son estrecha, o en la época de la Ilustración, o en ciertas
procesos concretos, que se someten a influjos físicos formas del ateísmo oriental. Lo religioso se considera

118 119
como un inconveniente, como algo penoso y sucio, sica de la vida inmediata. Por eso no puede menos
que hay que dejar a un lado para que la vida se haga de ocurrir sino que los elementos de estos dos do-
libre y fuerte. minios se influyan mutuamente.
Pero por enredado que pueda ser el estado de La historia de las religiones muestra que de hecho
cosas, y por apremiante que se haga el problema, en se han producido y siguen produciéndose degenera-
el fondo, la solución es sencilla: esa problematicidad ciones de lo religioso por parte de lo sexual. Las re-
no va unida sólo a lo religioso, sino a todas las mo- ligiones de la fecundidad con sus cultos orgiásticos
ciones vitales del hombre; en lo religioso se percibe han educado una gran parte de la vida de la Huma-
sólo como particularmente intranquilizador. N o hay nidad y todavía le siguen dando forma en culturas
ningún valor, por alto que sea, que no entre en esa primitivas. En forma más sutil, también aparecen
problematicidad; pensemos en todas las deformacio- enlaces y mezclas de lo uno y lo otro en culturas de
nes del afán de verdad, en el abuso de la ciencia, del alto desarrollo; incluso a veces constituyen elemen-
arte, de los valores políticos, del deseo de benefi- tos de la normal evolución del individuo. Así, el ele-
cencia. Es preciso ver la vida humana tal como es, mento religioso, en ciertas circunstancias, puede des-
con bastante honradez para no concentrar su proble- plazar a lo sexual, o bien recubrirlo. Por ejemplo, en
maticidad allí donde se la quiere poner para quitarla los años del desarrollo, antes de que el impulso vital
de alguna otra base. Hacerlo así es la esencia de la se haya precisado más exactamente, surge una reli-
demagogia. La vigencia de los valores y el derecho giosidad vaga y exagerada, que en realidad constituye
de los actos que los realizan no dependen de que se un enmascaramiento del erotismo todavía confuso.
deformen o se haga mal uso de ellos, sino sólo de lo También el afán que surge del instinto, la sensación
que significan en su centro de sentido. de unión con la Naturaleza o de la expansión univer-
sal, así como la sensación de soledad, de opresión y
de privación vital, fácilmente se transforma en sensa-
ciones religiosas. La energía del papel del elemento
2 erótico en el arte religioso se echa de ver con una
entrada, aunque sea superficial, en su historia. Un fe-
nómeno que se da con frecuencia es el sentimentalis-
Un problema peculiar proviene de la cercanía en mo religioso, esto es, esa actitud, en que el senti-
que está la vida religiosa respecto a lo sexual. Sus miento prevalece, y se hace blando y pegajoso; una
impulsos son tan poderosos en el dominio de la falta de claridad procedente de sentimientos eróti-
Naturaleza y de la vida humana, y actúan de modo cos mal dominados. Finalmente, hay trastornos neu-
tan universal, que se muestra como potencia bá- róticos y enfermedades del espíritu que pueden dar

120 121
lugar a formas patológicas de la conducta religio- persona consigo misma, y disolviéndose por sí solos
sa, etc. en el progreso del crecimiento personal.
Todo ello puede llevar a la conclusión de que lo Por otro lado, también el impulso erótico que actúa
religioso forma sólo un aspecto secundario del ins- ocultamente puede dar una ayuda para asumir la
tinto, una atmósfera con que éste se envuelve; una iniciativa en deberes auténticos. Ciertas decisiones
hondura de sentido por la cual éste adquiere digni- de riesgo religioso son facilitadas por un entusiasmo
dad metafísica: todo ello en un juego poco claro, en que actúa ese elemento. Se comprende por sí
con que se afirma la vida inmediata, abriéndose paso mismo que ahí se produzcan importantes problemas
hasta sus objetivos. de distinción y orientación, sobre todo con vistas a
trasladar el deber religioso en cuestión desde el do-
Estos fenómenos no pueden considerarse con ri- minio de lo emocional hacia la comprensión espiri-
gorismo espiritualista. La conducta religiosa no es tual y la toma personal de posición.
una conducta del alma espiritual aislada, sino del
hombre; por eso, en ella penetra toda su vitalidad Penetra más hondo en lo esencial un fenómeno
espirituai, emocional y psíquica, formada o sin for- que desempeña un gran papel en la moderna psico-
mar, sana o no sana. Por lo pronto, este es un hecho logía, esto es: la sublimación. Hay sublimación cuan-
que ha de verse y entenderse con tranquilo realis- do produce más fecunda vida religiosa la bien pon-
mo. Pero también se comprende en seguida que derada renuncia a la satisfacción sexual, o el recono-
aquí se producen problemas importantes, y a veces cimiento de que tal satisfacción es imposible por ra-
difíciles, para la educación religiosa, general o espe- zones exteriores o interiores. Las energías que están
cial, del individuo o de los grupos. orientadas por sí hacia la entrega sexual, la comunidad
Por lo que toca, concretamente, al fenómeno de vital y la fecundidad, son entonces elevadas al plano
la sustitución de lo uno por lo otro, se trata de tran- religioso, orientando y transformando en consecuen-
siciones que están fundadas en la economía de la cia sus valores. Es un fenómeno que, modificado se-
evolución individual. Para que sea sana esta evolu- gún cada situación, se encuentra en toda vida moral
ción ha de ocurrir que al principio las potencias se- llevada en seno: llegando hasta hechos tan cotidianos
xuales no se conozcan todavía con claridad a sí mis- como el crecimiento de libertad que se produce cuan-
do lo voluntad domina al instinto: o la transforma-
mas, a fin de que el carácter moral se pueda consolidar
ción de una pérdida de satisfacción inmediata del
y las relaciones sociales se puedan constituir. Aquí
instinto, orientando a un objetivo más alto las ener-
hay sentimientos religiosos que producen un efecto
gías puestas en juego.
de velamiento, sirviendo así al entendimiento de la
Con eso puede producirse la impresión de que no
122
123
hay ni un valor ni un acto religioso original, sino
tido aun cuando su realización aproveche las fuerzas
sólo la energía vital. Su cumplimiento, conforme a su
del instinto. Más aún, la auténtica relación va al con-
sentido, consistiría en las relaciones correspondientes
trario. La sublimación, la transformación de energías
de la vida sexual. De hacerse imposibles éstas, en-
vitales en experiencia y realización religiosa sólo es
tonces su forma se modificaría, llegando indirecta-
posible cuando el valor religioso está fundado en sí
mente a su objetivo como realización cultural y es-
mismo, y el acto que se dirige hacia él es de índole
piritual. Así, la conducta religiosa no sería tampoco
original y personal. Expresado con más exactitud:
más que una satisfacción sucedánea de la potencia del
cuando la llamada religiosa toca al hombre y le re-
instinto, al quedar sin objeto. Pero entonces el deber
quiere a que ponga su vida a disposición del nuevo
de la auténtica humanidad sería destruir la "ilusión
objetivo.
religiosa" poniendo las energías vitales en el camino
adecuado a su sentido. La marcha del pensamiento
hace mal uso de un conocimiento en sí mismo ade- La vida religiosa está encauzada en la vida en ge-
cuado: pues, de hecho, muchas experiencias y reali- neral, y ésta la hace entrar en determinadas crisis.
zaciones religiosas no son mucho más que intentos de Así, la experiencia de grados primitivos de cultura, en
sustitución. Pero constituyen el caso de degeneración, que el hombre percibe el mundo como algo incom-
y por eso mismo presuponen que hay una relación prensible, misterioso y de poder superior, presenta
auténtica. El hombre es un conjunto y no deja de en buena medida el carácter del miedo a lo demonía-
actuar, aun en los dominios "más espirituales" de su co y fantasmal, a los poderes de la muerte, de la san-
vida, con las energías de ese conjunto. Por eso tam- gre, del destino, etc. Esto también da lugar a una
bién la vida religiosa se alimenta de la reserva del falsa apariencia: que la conducta religiosa sea un
instinto, en cuanto éste, por el proceso de sublima- resultado de la opresión que ejerce sobre el ánimo ese
ción, se transforma en los actos de la esfera superior. mundo todavía no penetrado mtelectualmente ni do-
Pero si de esto se saca la conclusión de que el valor minado técnicamente; y a la vez, un medio de de-
religioso no es más que el objeto del instinto disfra- fenderse de ese poderío superior con medidas adecua-
zado, y el acto religioso sólo una tendencia velada das. Estas, por lo pronto, serían de índole semejante
hacia la satisfacción del instinto, entonces se confunde a la experiencia que las requiere: Defensa contra los
el sentido del fenómeno con las fuerzas que toma a demonios, magia, hechizos, etc. Con el progreso de
su servicio. La planta toma alimento de la tierra, la civilización, la impresión del mundo y la conducta
pero ni es "tierra" ni su "sublimación", sino exacta- que a ella responde tomarían un carácter cada vez más
mente esa planta. El valor religioso conserva su sen- racional, para transformarse poco a poco del todo en
conocimiento científico, en dominio técnico, en or-
124
125
sas actividades culturales; y con eso se hace más es-
denación comunitaria, en educación ética y social. piritual y se concentra cada vez más en el dominio
Una vez más, es exacto que el carácter de la ex- inmediato de la ética personal. Pero su núcleo esen-
periencia y la conducta religiosas están codetermina- cial permanece; más aún, adquiere la oportunidad de
das por el nivel cultural de cada situación: que con desarrollarse en formas más altas y puras. Entonces
el progreso del conocimiento y el dominio de la Na-
mengua la inmediatez y la intensidad de la experien-
turaleza desaparece cada vez más el elemento del
cia religiosa. La imagen del mundo pierde progresi-
miedo, y la actitud se vuelve más espiritual y libre;
vamente la dimensión religiosa: se vuelve más pro-
más aún, que en el transcurso del proceso se pueden
fano. La referencia religiosa debe construirse, cada
formar modos de pensar racionalistas y escépticos en
vez más, y cada vez con mayor trabajo, a partir de
que sucumbe en absoluto lo religioso. Pero esto último
la visión espiritual y la decisión personal, y cada vez
no significaría la disolución de un nivel superado por
otro nivel más alto, sino una pérdida en sustancia se hace más difícil insertar el mundo en ella. Con eso
humana. Pues aunque la evolución cultural da a la la conducta religiosa pierde en obviedad. Cada vez
experiencia y conducta religiosas sus posibilidades de se convierte más en una tarea, una tarea cuyas exi-
despliegue, sin embargo, su núcleo, la relación con lo gencias crecen constantemente. Surge así la cuestión
sagrado, descansa en valores y conferimientos de sen- de si ese proceso se puede prolongar tanto que des-
tido que están fundados en ellas mismas. aparezca en absoluto la conducta religiosa o se replie-
gue a formas residuales. Si se piensa, por ejemplo, en
El problema planteado vuelve a darse en la siguien- los esfuerzos de los países ateos totalitarios, durante
te formulación: la experiencia religiosa parece ser tanto tiempo, y con métodos cada vez más conscien-
tanto más intensa cuando más cohibida está la razón tes de su objetivo, entonces la cuestión puede resultar
crítica y más débil es la situación técnica frente a la apremiante.
Naturaleza. De ahí deduce el positivismo que la ex- Ante todo hay que tener en cuenta que la situación
periencia religiosa, la formación de símbolos, la exé- individual y social del hombre contiene posibilidades
gesis y sabiduría son formas preliminares del dominio que no pueden encerrarse en ningún cálculo. Así, aún
racional y técnico de la Naturaleza. Se podría pres- está por ver qué formas de experiencia y actos reli-
cindir de ellas era la medida en que la ciencia, la giosos pueden surgir en el transcurso de la Historia.
técnica y la educación social asumieran su función. Pero, prescindiendo de esto, no se puede dar una res-
Ya se dijo que la posición de la conducta religiosa puesta partiendo sólo de presupuestos psicológicos y
dentro del conjunto de la vida cambia, en efecto, en de teoría de la cultura. Más bien dependerá de en
el transcurso de la evolución histórica. Se deshace de que medida aquel que responde en la fe tenga cer-
una serie de funciones encomendándolas a las diver-
tidumbre de que Dios vive y, a pesar de toda apa-

126 127
Pero no se agota con eso la cuestión; su auténtica
rienda de lo contrario, sigue siendo Señor de la His- gravedad no está todavía expresada en absoluto. Eco
toria; o de que sucumba a la tendencia del movi- ocurre sólo cuando se considera que de lo religioso
miento cultural, entendiendo la religión como fun- ha de depender el definitivo conferimiento de sentido
ción de la cultura. del hombre, su salvación. Una experiencia como la
El resultado de esto es, ante todo, que el fenómeno religiosa, que ocurre tal como ocurre por término ir.e-
religioso es muy complicado y está cargado de toda dio ¿puede constituir en absoluto el fundamento digno
la problemática de la vida humana —lo cual significa de confianza para la salvación?
también: de toda su problematicidad. Pero no se hace Lo que nos toca en sentido religioso ¿ya está como
justicia a ésta si se la convierte en una objeción contra
es debido cuando toca de este modo determinado?
lo religioso como tal, en vez de entenderla partiendo
Si Rudolf Otto —para citar sólo un ejemplo espe-
de la situación de conjunto del hombre, preserván-
cialmente característico—, que ha llamado tan expre-
dose ante todo del error de hacer que el sentido del
samente la atención sobre el fenómeno religioso, es
fenómeno dependa de la manera cómo se realiza, o
capaz de establecer dentro de éste una serie de grados
incluso de los fenómenos de degeneración que en él
que van desde el fantasma, pasando por el demonio,
se hagan patentes.
hasta los dioses, y desde éstos al Dios de la Sagrada
Pero prácticamente —en lo ético como en lo pe- Escritura *, entonces todo esto da ocasión para des-
dagógico— el resultado de lo dicho es el mismo deber confiar. "Lo religioso" debe ser algo de múltiples sig-
que resulta de la problemática de toda experiencia: nificados para que puedan formarse semejantes se-
el deber de purificarla. La experiencia religiosa no es nes. El mundo de imaginaciones de los pueblos mues-
en absoluto lo que ha visto en ella la credulidad vi-
tra una diversidad de fenómenos tan confusionaria,
vencial de la Edad Moderna, o sea, el fundamento
no sólo en lo morfológico, sino en cuanto al sentido;
de la vida religiosa absolutamente digno de confianza
y la conducta de ios individuos tiene un carácter tan
y de asentimiento; sino más bien una materia prima
diverso, a veces sin valor, malo, incluso vil, que real-
muy compleja, diversamente confusa, e incluso im-
mente entra hasta la raíz el preguntarse si es digna
pura, que ha de examinarse y ordenarse. Debe esta-
de confianza la experiencia religiosa. Cierto es que
blecerse una crítica que distinga lo auténtico de lo
una valoración como la que acabamos de presentar
mauténtico, y lo esencial de lo casual. Debe aclararse
frecuentemente se rechaza como tal. Se dice que la
la concepción de sentido; las fuerzas sustentadoras
auténtica piedad consiste precisamente en aceptar la
deben desarrollarse; debe apartárselo que no forma
existencia entera tal como es: en atribuir la divinidad
parte esencial; una tarea, ante la cual se hace evi-
dente la importancia de las grandes personalidades * "Lo sagrado" [o: "Lo santo"], págs. 14 y sigs. ed.
alemana 1932 <2i-22)_
y tradiciones religiosas.

129
128 9
tanto a los elementos de la vida que son buenos y tro de él, respecto a una parte o referencia de él? ¿De
altos para nuestro sentir inmediato, como a los ele- qué modo está "lejos"? ¿Elevado e inaccesible res-
mentos perversos y viles. Este modo de ver, aparen- pecto al mundo entero, o sólo como la otra cara de ese
temente tan amplio, en realidad es un esteticismo y mismo Todo que también puede estar "cerca"?
lleva a sospechar que quien lo propone no ha tomado ¿Cómo sería si lo captado en la experiencia religiosa
nunca en serio lo religioso en un sentido auténtico. no fuera por sí más que otro lado del "mundo"; su
¿Qué es, pues, lo que nos toca religiosamente? esfera de misterio y su zona de apartamiento; su
¿Qué se revela en ese toque? Al lado de un modo "más íntimo interior", su "origen" o su "objetivo"?
adecuado y bueno de tocar ¿no hay también uno ¿Y si fuera que entre todo eso y el mundo inmediato,
falso y malo? Y de modo análogo, al lado de lo el "aquende", corriera en cada ocasión una frontera
que al tocarnos religiosamente se revela como bueno sobre la cual no se podría pasar directamente, sino
¿no hay también algo que toca de modo falso y que uno se tendría que "transformar", realizar el
malo? ¿Qué son los "dioses"? ¿Son realmente como transito r .
Kali, la diosa de la crueldad; el dios del sol meji- Que realmente existen diversas especies de otredad
cano, que exige el horror de los sacrificios humanos: y lejanía, lo puede mostrar un ejemplo: el compa-
los númenes de la fecundidad, en cuyo servicio se rar la experiencia religiosa implicada por la venera-
ejerce la prostitución sagrada; Afrodita, que también ción de la luz según los mitos, con esa experiencia
existe como la vulgivaga; Hermes, el numen del que tiene San Agustín de la luz: "Y exhortado
equívoco y el engaño? ¿Qué significa que los mitos así a volver a entrar en mí mismo, entré en mí bajo
y leyendas, además del respeto a los dioses, enseñen tu guía; y pude hacerlo porque me ayudaste. Entré
también que es necesario defenderse de ellos? ¿Qué y con no sé qué mirada de mi alma, vi sobre esa
quieren decir la ironía y la burla contra ellos? ¿Qué misma mirada de mi alma, es decir, sobre mi razón,
significa el escepticismo que, sin embargo, procede una luz inmutable. N o era esta luz común, visible
también de "experiencias"? ¿Qué representa el ateís- a toda carne; tampoco, por decirlo así, de la misma
mo, que, aunque se dé en formas sin valor, proceden- especie y mayor; como si hubiese alumbrado mucho
tes de confusión religiosa y depravación, también se más que ésta, llenándolo todo con su grandeza. Pero
da en formas senas, unidas a una gran altura moral? no era así esa luz, sino algo diverso de todo' eso. Y
Preguntemos aún más tajantemente: ¿Está claro no estaba sobre mi razón como el aceite sobre el
en sí mismo ese carácter con que lo numinoso se ma- agua, o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba
nifiesta como no-terrenal, no-mundano? ¿De qué * Para toda esta cuestión: Guardini, Hólderlin: ima-
modo es "otro" que el mundo? ¿De modo absoluto gen del mundo y -piedad (H. Weltbild und Frómmigkeit;
o relativo? ¿Respecto a él como conjunto, o sólo den- 1939, págs. 189 y sigs., 335 y sigs.).

130 131
más alta por haberme creado, y yo estaba más bajo
por haber sido creado por ella. Quien conoce la ver-
dad, conoce esa luz, y quien la conoce, conoce la
eternidad. ¡Oh eterna verdad y verdadero amor, y
amada eternidad! T ú eres mi Dios; por Ti suspiro
día y noche" *. La primera "otredad" puede estar
unida evidentemente con ese elemento del mundo y
la existencia, mientras que la segunda se distingue CAPITULO SEGUNDO
nítidamente de ella, y no tiene nada que ver con lo
malo, con lo equívoco, con lo destructivo. Por eso
también ia palabra "sagrado" recibe muy diversos sig-
LA CONFIGURACIÓN DE LA EXPERIENCIA
nificados ; y sentimos que hay ocasión para decir que
RELIGIOSA
sólo lo sagrado que se hace presente en esa segunda
forma de experiencia merece tal designación; sólo su
altura es auténtica majestad; sólo en la salvación que
da se cumple la existencia religiosa.
Estas consideraciones descubren una problemati-
cidad de índole absolutamente decisiva. Está asenta-
da en la raíz; y sólo desde ella se hace realmente pe-
ligrosa la que antes mencionábamos. Así pues, hay
necesidad de criterios: medidas de distinción, pun-
tos de orientación del movimiento interior, reglas de
purificación y de educación, etc. ¿Hay todo esto?
¿Y cabe alcanzarlo desde la experiencia inmediata?
Pero antes se debe plantear otra cuestión, pues el
fenómeno religioso no se ha hecho presente todavía
en todo su alcance.

* Confesiones, 7, 16, 16; c£r. Guardini, La conver-


sión del Santo Aurelio Agustín (Die Bekehrung des hei-
ligen Aurelius Augustinus) (1935), págs. 246 y sigs. [y
también en Verdad y Orden, II, págs. 161-174].

132
Observación previa

La experiencia religiosa, por sí sola, permanece


muda. Se sumerge en sí misma; se vuelve infecun-
da; más aún, pone en peligro la vida. Ante todo,
porque las problematicidades que en ella adquieren
vigencia, de las cuales se habló al final del capítulo
precedente, no encuentran crítica ni corrección: pe-
ro también porque la experiencia religiosa que sólo
gira en sí misma, fuera de la relación con la realidad
de la existencia, se pone en peligro de enfermar.
Debe elaborarse. Entonces entra en relación con
el estado del mundo; con las cosas y procesos de la
realidad, con los acontecimientos de la Historia, con
la vida del hombre en sus diversas formas y activi-
dades. N o hay una religiosidad sin mundo, sin his-
toria, que se mueva en pura interioridad. Tal reli-
giosidad forma un caso límite; el caso normal es
diverso, pues en él capta el mundo de las cosas y del
hombre y es captada a su vez por él. La experiencia
religiosa entra también en relación con los diversos
dominios espirituales: con las preguntas y pesquisas
de la razón, con las decisiones de la vida moral, con
los hechos y producciones de la vida cultural, con

135
las diversas relaciones humanas. Si no ocurre así, la
vida religiosa queda sorda, sin espíritu e infecunda.
A la cuestión de cómo acontece y sigue aconte-
ciendo esa elaboración responde la historia de las re-
ligiones. N o la podemos presentar aquí en conjun-
to, sino que más bien queremos hacer resaltar, de
entre su variedad, algunas formas básicas que tienen
especial importancia desde nuestro punto de vista. La religiosidad mitológica

1
La primera forma de vida religiosa que encontra-
mos en la historia conformada con claridad y llena
de valores ricos, es la mitológica. Esta palabra y su
concepto se usan de modos diversos; por eso debe-
mos darnos cuenta de cómo han de aplicarse aquí.
Para que se pueda hablar de auténtica religiosidad
mitológica, ha de haber una determinada situación
de conciencia. Trataremos de observarla comparándo-
la con la nuestra.
La situación de nuestra conciencia está caracteri-
zada porque constantemente nos salimos de la cone-
xión general de las cosas, de la Naturaleza, de la
sociedad y el acontecer de la época. Tomamos dis-
tancia, consideramos, analizamos, enjuiciamos. Ele-
gimos, nos proponemos objetivos y ordenamos nues-
tra actividad a alcanzarlos. Al hacerlo seguimos un
determinado proceder, nos obligamos al trabajo ne-
cesario, controlamos sus resultados, etc. El hombre
primitivo se comporta de otro modo. La primera
puesta en marcha es también en él análoga a la nues-
tra, pues el ser del hombre está determinado por su
espíritu frente a la esencia animal. El espíritu, por

136
137
un lado, le ordena en el contexto de la Naturaleza,
También la relación consigo mismo tiene ese ca-
pero por otro lado le retira de él; ambas cosas de
rácter. Falta una reflexión sobre el proceder propio,
tal modo que en cada caso una cara de la relación
un examen consciente y una orientación según pun-
está determinada por la otra cara. Reunidas ambas,
tos de vista críticos: o, por lo menos, no constitu-
forman —frente a la sub-histoncidad del animal y
yen el elemento regulador. El hombre se vive in-
la supra-historicidad del ángel— la esencial histori-
mediatamente. Quizá cabe decir, incluso: Es vivido.
cidad del hombre, siempre dada y jamás suprimible.
"Algo" vive en él; piensa en él, en cada caso a par-
Uno de los puntos de vista según los cuales se divi-
tir del instante, sin una continuidad orientada lógica-
den las fases en el transcurso de la realización de la
mente : hay algo que quiere en él, de modo impre-
Historia consiste en ver en qué medida el hombre
visible para nuestro sentir. Los impulsos a actuar
realiza esa salida desde la Naturaleza, que inmedia-
vienen de la situación, del ambiente, de las formas
tamente condiciona también la nueva entrada en
de la comunidad; le invaden y arrebatan, de tal
ella.
modo que todo ostenta un carácter impersonal, anó-
nimo; en todo caso, expresamente colectivo.
Ei ritmo de su existencia, el hombre primitivo lo
vive en el contexto de la Naturaleza, de su acontecer
Tanto en su actitud como en su manera de orien-
de conjunto y de sus épocas: el año con sus fases,
tarse, nuestra vida está preponderantemente deter-
día y noche, los procesos de la meteorología, de la
minada por lo consciente superior: esos elementos,
vegetación y la vitalidad. Igualmente, en las relacio-
comprensiones, tomas de posición, decisiones, accio-
nes de la comunidad: de la estirpe con sus divisio-
nes de que sabemos inmediatamente, o que podemos
nes, del linaje y de la familia. Todo eso no ocurre
descubrir por ia reflexión, o evocar por la memoria.
bajo examen crítico, sino que está ahí, se vive y se
Este predominio hace nuestra vida clara, ordenada y
expresa en formas adecuadas a su ser, en costumbres,
responsable: y, ciertamente, cuando hay exceso de
usos, símbolos. Análoga conducta tiene con las co-
claridad, en tensión, arbitraria, sin verdadero apoyo
sas. No las penetra racionalmente, sino que vive in-
y orientación por parte de lo instintivo.
mediatamente con ellas. Mediante facultades muy
Pero la psicología nos dice también que en el con-
diferenciadas del instinto, de la intuición, de la per-
junto de nuestra existencia hay otros estratos que no
cepción animico-orgánica, las asume en la ensam-
pueden señalarse y captarse inmediatamente. Por lo
bladura de su vida anímico-corporal y entra por su
pronto, el inconsciente. Con él se alude a esas ex-
parte en conexión con ellas. Percibe su impresión y
periencias que alguna vez fueron conscientes pero
la expresa en formas que proceden inmediatamente
luego- han sido desplazadas: no olvidadas a conse-
de la experiencia y llevan a ella.
cuencia de escasa atención o- de desgaste psíquico,

138
139
velados, más o menos enérgicos. Una cierta analogía
sino relegadas a la oscuridad por motivos que actúan con la situación del sueño está formada por la exci-
ocultamente. Para sacarlas fuera, se requiere una téc- tación artística. También en ella se puede abrir paso
nica especial —aquélla que determina el camino de más fácilmente la profundidad interior. Finalmen-
desplazamiento, rastrea los motivos, les quita su te, tienen importancia los trastornos psíquicos, en
energía y, de ese modo, vuelve a hacer surgir lo su- cuanto que los síntomas que producen tienen una
mergido. Por debajo, otro estrato todavía más hon- significación análoga al sueño.
do : lo inconsciente propiamente dicho; es decir, las Ahora se muestra que la psicología del hombre
estructuras e impulsos anímicos que forman el ele- primitivo tiene semejanza con la del niño, y con la
mento básico del alma. Son comunes en el individuo del que sueña. Como desempeñan un escaso papel
y en todas las demás personas, y forman una especie los actos de la crítica, el examen de los que están
de fondo primitivo de que viven todas las personas: alrededor y de uno mismo, la ordenación consciente,
sin contenidos natos, pero con una disposición original etcétera, el alma está en situación de mayor entrega
a formar contenidos, para cuya activación basta un a lo inconsciente. Las imágenes interiores pueden
mínimo de encuentro con la realidad del mundo. De crecer sin obstáculo; se reconocen y expresan con
ahí surgen imágenes, tomas de posición simbólicas, mayor facilidad. Recíprocamente, los procesos exte-
etcétera, que influyen por su parte en la vida cons- riores de la Naturaleza y de la vida en común se
ciente. insertan más inmediatamente en la vida propia. Las
Ambos dominios están delimitados por la concien- estructuras básicas que actúan en ellos confluyen más
cia ; pero hay situaciones en que sus contenidos se fácilmente con las imágenes interiores. De ahí surge
mterpenetran y adquieren vigencia más fácilmente. una gran susceptibilidad para todo aquello que se lla-
Una de ellas es la forma de experiencia del niño. En me forma de Naturaleza. Los sentidos no están de-
ella la mencionada división es más leve, más floja; lo bilitados por la reflexión ni por el desgaste cultural,
inconsciente y lo consciente se penetran mutuamente sino que están muy diferenciados y capaces para la
de modo directo. De ahí la fantasía sin crítica, la mez- observación. Cada forma —de una piedra, de un
cla de realidad e irrealidad que resultan al adulto tan árbol, de un gesto— se percibe del modo más vivo.
incomprensibles en el niño; por otra parte, su apertu- La capacidad de impresión de las cosas, de las cons-
ra peculiar, por la cual tiene una relación con la vi- telaciones, de los cambios atmosféricos, de la luz, del
da que raya en lo genial. Pero esa separación se aflo- mar, es de una intensidad que resulta desconocida al
ja también en el adulto durante el sueño. El sueño hombre culto, desilusionado y de sentidos embotados.
forma una situación de distensión, de abandono, en El hombre primitivo, como muestra la investiga-
que se pueden abrir paso los contenidos del subcons- ción de los pueblos primitivos que viven hoy toda-
ciente, así como los del inconsciente, más o menos
141
140
vía, así como de los restos históricos, está extraordi-
nariamente dotado en lo religioso. Lo que decíamos
en el primer capítulo de nuestra investigación, sobre
la experiencia de lo nummoso, del carácter simbólico 2
de las cosas, de su autenticidad religiosa, se encuen-
tra en él con una intensidad y diferenciación que Todo ello da lugar a que, para el hombre primi-
determinan la vida entera. N o es que él perciba la tivo, la realidad exterior e interior —digamos mejor:
realidad concreta y luego adquiera por añadidura la la existencia integral—, se le condense en formas
vida religiosa como trasfondo o como profundidad llenas de sentido religioso, que ordenan, interpretan
interior, sino que lo religioso forma el elemento bá- y orientan la vida.
sico de que emergen las cosas y acontecimientos, y Un ejemplo: Cuando sale el sol, todo se hace
que en ellos se condensa, al percibirse como miste- perceptible, propicio, seguro; al venir la noche ocu-
riosos y poderosos. Toda cosa que sorprende por su rre lo contrario; las cosas se vuelven imprecisas, hos-
forma está llena inmediatamente de significado reli- tiles, peligrosas. Dos modos, pues, de estar ahí las
gioso; todo acontecimiento en que culmina la exis- cosas y de vivir el hombre en ellas; dos dominios de
tencia —nacimiento, generación, muerte, hambre, existencia, que tienen poder y están en lucha mutua.
guerra, crecimiento, etc.— en seguida es realidad Tan pronto como se fortalece el uno, se debilita el
misteriosa. otro; tan pronto como éste vence, pierde el prime-
A esto se añade que lo inconsciente actúa con un ro su predominio. El misterio que rige el mundo en
influjo igualmente numinoso. Lo que en el hombre ambas formas de existencia se expresa en imágenes:
racionalizado sólo aparece de modo débil e infre- el sol aparece como una entidad hermosa y heroica,
cuente; el arrebato o la plenitud religiosa que suben de cuya irradiación vive todo; la timebla como una
del interior, el quedar abrumado por el sentido de alimaña, un lobo, un dragón que trata de perderlo
una situación, la sensación de un aviso y exhorta- todo. Ambos luchan entre sí. Todas las mañanas el
ción, de una hora propicia o nefasta, todo eso es héroe solar vence al dragón y se levanta espléndida-
muy intenso en el hombre primitivo. Experimenta mente; tan pronto como ha pasado la hora de me-
situaciones de espanto y angustia que le conmueven diodía, vuelve a fortalecerse ei animal de la tiniebla
hasta lo más hondo; situaciones de éxtasis que le y, finalmente, se hunde la entidad solar. El ritmo
elevan fuera de sí. Tiene experiencias de penetración de día y noche constituye la forma pequeña de esta
y visión que le muestran de modo abrumador la lucha: la forma mayor es el ritmo del año, en que
esencia de una cosa o de un acontecimiento. desde el solsticio de invierno va subiendo la curva de
la órbita solar, para luego, una vez llegada a la altu-

142 143
ra del verano, volver a descender, acercándose apa- canzables, de modo que no puede ser provocado, ni,
rentemente a un fin. una vez que está ahí, puede ser dominado. Frente a
Esas imágenes no son alegorías, ni comparaciones él está la tierra. Se extiende hacia lo hondo; oscura,
poéticas o didácticas con que se haya de ilustrar al- pesada, asfixiante. Los vacíos dejan presentir su exis-
go que en realidad debería decirse de otro modo, al tencia. Mientras que el cielo tiene algo dominador
modo de la ciencia natural, sino que en ellas se ve y e inalterable, la tierra experimenta profundas trans-
se percibe inmediatamente lo acontecido. La lucha formaciones desde la primavera, al verano, al otoño,
entre la entidad solar y el monstruo es directamente y de nuevo al invierno; en invierno da la impresión
lo que ocurre cada día y cada año: algo percibido de estar muerta; luego se disuelve todo, empieza la
con más fuerza porque el hombre primitivo no está vida, llega a madurar para después volver a morir.
seguro, por la comprensión científica, de que el sol Mientras que el cielo parece activo, la tierra da la
volverá a salir por la mañana, ni que desde la pro- impresión de algo pasivo. La vida que en ella surge
fundidad del solsticio de invierno volverá a elevarse y pasa, se despierta por el influjo que tienen sobre
su camino. Así, podría ser que alguna vez no salie- ella el cielo, el sol, el viento, etc. Así la imagen de
ra, que perdiera completamente su fuerza, que la cielo y tierra se enlaza con la tensión que constan-
tiniebla triunfara definitivamente, esto es: que el temente se vuelve a percibir entre la vitalidad mas-
lobo original devorara al sol y pereciera el mundo. culina y la femenina; la vida, con sus ritmos, se en-
Pues el hecho de que en la memoria de los indivi- tiende por su unión, y surge el mito del cielo y la
duos y de la comunidad el sol siempre haya salido tierra, el "sagrado matrimonio" que vuelve a producir
por la mañana, y después del solsticio de invierno una vez y otra la vida en el transcurso del año.
haya vuelto a fortalecerse, no da lugar a ninguna Con eso no se ha hecho todavía evidente un ele-
certidumbre en el sentido nuestro. Basta un estreme- mento esencial de la experiencia mitológica: el estar
cimiento del alma para ponerla en cuestión. De esa dominado por el poderío, concretado en imagen, que
experiencia surge el mito de la luz y la tiniebla que tienen las cosas y acontecimientos. En el hombre
siempre aparece en la historia de las religiones. racionalizado se forma una distancia respecto a la rea-
Otro ejemplo: Por encima del hombre está el cie- lidad, se ejerce la crítica, se selecciona y se hacen
lo. Es claro, alto, como una bóveda. Tiene energía, planes. Eso tiene lugar con participación de lo aní-
poder, dominio. En él se perciben potencias ordena- mico, pero esta participación resulta innocua. Se
doras : de día se manifiestan en el curso del sol, de perciben intereses, admiración, temor, arrebatos;
noche en el movimiento de las estrellas. De él nos pero el hombre conserva el apoyo en su propio cen-
vienen luz, calor, lluvia, viento, pero también tem- tro y sigue siendo dueño de sí mismo. Por el con-
pestad, rayo, sequía: todo ello desde orígenes inal- trario, el hombre primitivo queda dominado por lo

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que se le pone delante; y eso- no sólo físicamente, culto. El decir o contar los mitos, como manifesta-
porque le falten medios auxiliares técnicos, sino aní- ción, himno, acompañamiento de un proceso misté-
micamente, por el poder de esa estructura de signi- rico o presentación inmediata, forma parte de sus
ficación, por la intensidad de su realidad en cuanto elementos básicos. Pero sólo se echa de ver con cla-
tal. ridad la importancia que tiene la palabra que expre-
Pero como esa pujanza de realidad y esa intensi- sa los mitos, si se hace evidente una nueva distinción
dad de sentido, como arriba se expuso, son religio- entre el modo primitivo de experiencia y el nuestro.
sas, queda dominado por ellas en su centro religioso. Para nosotros, un mito es una interpretación estéti-
Aquí es donde se realiza la experiencia mitológica: co-intelectual de la realidad, que, en cuanto tal, es
el que es susceptible sucumbe a la potencia religiosa diversa de lo interpretado. También, el mito en cuan-
de esa forma del mundo en cuestión. En ella, su- to parte integrante de la tradición en cuestión, es
cumbe al mundo en general: de modo diverso ante diverso de su presencia en el acto del culto de cada
ocasión. Por el contrario, el hombre primitivo no ha-
cada fenómeno del mundo, en cada caso según su
ce estas distinciones. Para él, el mito es realidad, más
esencia, pero el núcleo de la experiencia es siempre
aun, es la realidad fundamental, la autenticidad de
el mismo * Hay muchos mitos de esta índole. Se
la existencia. Quien se mueve en él, se mueve en la
remiten a motivos básicos que se pueden desplegar
realidad del mundo; así como, recíprocamente, el
según una lógica propia de las imágenes, enlazándo-
mundo está determinado, garantizado, fundado por
se entre sí, y entrecruzándose y recubriéndose y sus-
él. Por lo que toca, a su vez, a las palabras del culto,
tituyéndose. Siguiendo la variedad de la nación y del
son idénticas con su contenido y, por tanto, igual-
país, toman diverso carácter y adquieren diversos
mente reales. En la narración y el canto del himno
grados de originalidad estructural y de claridad ante
se realiza el mito; en el mito, a su vez, está ahí real-
los sentidos.
mente el mundo.
Su expresión más inmediata la encuentran en el
Los mitos se unen en el culto también con cosas,
* La racionalización libera de este subyugamiento; acciones, solemnidades simbólicas. Para ese enlace es
pero sólo cuantitativamente, en cuanto que debilita la in- importante, a su vez, la identificación. Por ejemplo,
tensidad de la experiencia. La liberación cualitativa sólo un determinado animal, como "tótem", es la protec-
tiene lugar mediante la Revelación, y ello en la medidí
en que se percibe con fe. Si vuelve a aparecer ese subyu- ción y a la vez la esencia de la tribu. Está protegido
gamiento en cuanto se abandona la Revelación y qué for- por el tabú en sus diversas formas. Cuando se le
ma toma entonces, es una cuestión aparte —una cuestión daña, por ejemplo, cuando se mata al animal contra
muy importante, que, con la progresiva descristianización la regla del tabú, entonces sufre la tribu. En cam-
de la vida se convierte en un problema de la Historia en bio, si se sacrifica ese animal conforme a esas reglas,
general.

146 147
entonces el numen de la tribu se alimenta con la sus-
tancia del pueblo; pero también, por otro lado, en el tenga lugar un enmudecimiento interno, sumergién-
banquete sacrificial, se alimenta el pueblo con la dose en sí mismo. Para ello parecen útiles los elemen-
sustancia del dios. Más aún, un examen más exacto tos mitológicos en el propio subconsciente. En¡ la
señala elementos de los que resulta que el animal misma dirección apunta el sueño, que, en efecto, uti-
mismo es la divinidad, de modo que se hace eviden- liza elementos del mito, para aclararle y articularle
te una identificación de divinidad, tribu, y animal al hombre su propia existencia. Después, el psico-
totémico, que se actualiza mediante la muerte en sa- análisis obtiene también de su interpretación impor-
crificio. tantes indicaciones sobre la situación del hombre de
que se trata, y sobre el modo como puede salir de las
Los mitos son realidad del mundo, iluminada y dificultades de su vida. Se podría decir que el mito
formada religiosamente. Recíprocamente, son expe- es el sueño de un pueblo, o bien, de la Humanidad,
riencia religiosa, que se inflama en las cosas y proce- así como el sueño forma la mitología del individuo.
sos del .mundo, y que se ha abierto y llenado de
contenido por éstos. Es decir, son modos que tiene
el hombre de moverse en su experiencia religiosa, de 3
darle forma y expresarla, poniéndola en estructuras y
acciones simbólicas; y en otro sentido, modos de Hemos partido, para la interpretación del mito,
tratar con el mundo partiendo de impulsos religiosos desde la conciencia primitiva, porque ahí alcanza
y con potencias religiosas, formándolo y dominando expresión del modo más poderoso y claro. Pero lue-
la vida. go atraviesa una transformación. Mediante un pro-
El psicoanálisis muestra que también están en el ceso de que nos ocuparemos todavía, se aclara en su
subconsciente los elementos mitológicos. Sobre su forma, se ordena más en su relación y se acerca a
función en el mundo interior habría que decir algo lo conceptual. El modo original de su evolución —la
análogo que sobre su función en el mundo exterior, irracionalidad de la producción y asociación, azaro-
pues el propio hombre está lleno igualmente de va- sidad, y aun contradicción de las expresiones— se
lencias religiosas. Puede tener, en el trato consigo va aclarando con respecto a una ordenación lógica-
mismo, experiencia religiosa, con sus acciones, debe- mente meditada. La crítica espiritual examina sus
res, destinos; y asimismo con sus procesos vitales, contenidos y pregunta por su corrección ética y fi-
«con el respirar, la vitalidad, la muerte, con el simple losófica. Ahí se transforma la propia experiencia re-
reñir. Esa experiencia debe articularse igualmente, ligiosa, adquiere un punto de apoyo frente a su ini-
dividida en palabras, actitudes, actos, para que no cial violencia y hechizamiento, y se pone bajo el
juicio de la conciencia religiosa. En esc proceso se
148
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afloja también la identidad cúltica, de que hablába- gar en el auténtico cuento. En éste se encuentran por
mos : el mito no "es" sencillamente ese acontecer todas partes elementos míticos, pero se unen con lo
del mundo en cuestión, sino que lo "significa"; la cotidiano. Giran, sobre todo, en torno a la cuestión
acción cúltica no "es" el mito, sino lo "representa". de la felicidad; en torno a la superación de la necesi-
Con esto, el mito pierde poco a poco su importan- dad, de la estrechez, de la insuficiencia; en torno a la
cia en el terreno propiamente religioso, y desciende satisfacción del anhelo vital. Ahí ejerce un influjo es-
a otros que no son directamente religiosos. Ante to- pecial el Cristianismo, mediante sus conceptos de jus-
do, a la leyenda, en que los elementos míticos, en sí ticia, de gracia, de redención y providencia; median-
intemporales, se enlazan con determinadas personali- te la nueva nobleza que obtienen en él los pobres y
dades o acontecimientos históricos: por ejemplo, el los humildes. Con eso se modifica una vez más el
numen del Sol se une con un héroe terrestre, que valor ético. Su expresión fundamental dice ahora: el
pertenece al ámbito histórico de los burgundios, de hombre bueno y piadoso es a la vez eí feliz, el her-
lo cual surge luego la leyenda de los Nibelungos. moso y el rico.
Por ese camino se transforma el carácter del mito; Los elementos mitológicos pueden luego seguir
se hace humano y adquiere un valor ético. Ante las hundiéndose, y surgen las innumerables formas de
auténticas figuras míticas, no se puede hablar de un las costumbres y supersticiones en que el mito se
valor ético propiamente dicho. Están determinadas por deshace hasta ser irreconocible.
la simple necesidad; son como son, y obran como de-
ben. Esa necesidad adquiere en la leyenda un carácter Con lo dicho se presenta por sí misma la cuestión
histórico, convirtiéndose en eticidad trágica de la exis- de la crítica sobre la mitología. Tan pronto como no
tencia heroica. Con eso también surge en esa figura se está en el punto de vista relativista, según el cual
una psicología. La figura puramente mitológica no un fenómeno queda justificado por provenir del fon-
tiene psicología porque no tiene interioridad. Es mera do vital, se debe preguntar qué valores o antivalores
fuerza, caracterizada por el ámbito del mundo a que aparecen en el mito. Esto, a su vez, presupone una
pertenece. En la leyenda, surge en ella un alma; medida con que puedan medirse. Una medida así la
aparecen la participación personal, el gozo, el sufri- hay en el propio mito: concretamente, en su pre-
miento, la culpa. Ello incluso en el plano de la exis- tensión de interpretar el mundo y la vida del hom-
tencia heroica, es decir, allí donde los afectos tienen bre. Esta lleva inmediatamente a preguntarse hasta
algo de elemental, y las decisiones son irrevocables qué punto se ajusta a la esencia de las cosas a que
y las tensiones llevan a situaciones sin salida. Es la se refiere; en qué relación las pone con lo humano;
atmósfera en que habita la tragedia de gran estilo. con qué estilo lo hace, con qué cualidad poética, etc.
Una ulterior aproximación a lo humano tiene lu- Ahí se plantea la crítica ético-filosófica: esto es, la

150 151
pregunta por su verdad y su bien. Ya la presenta la
i
filosofía más antigua y para Sócrates se convierte en
destino fatal. Esa pregunta no sólo está justificada,
sino que es obligada para quien la percibe: a pesar
de todo lo que puedan objetar el misticismo esteti-
cista y el relativismo historicista. De ella se ha de
hablar todavía. La crítica propiamente dicha empie-
za a hacerse posible desde un punto de vista que
supere esa sujeción de que hablábamos. Esc punto La religiosidad de la responsabilidad espiritual
de vista sólo se muestra en el ámbito de la Revela-
ción propiamente dicha. La crítica ejercida desde
aquí tiene lugar de tal modo que el contenido del 1
mito queda injuiciado según el concepto que la Re-
velación ofrece sobre Dios, hombre y mundo; y, Consideremos ahora un momento especial dentro
yendo más allá, preguntando qué conciencia es, en de esa transformación, brevemente señalada, de la
general, la que se expresa en el mito. La respuesta religiosidad mítica: la importancia que adquiere el
dirá: no, como siempre se supone, la primera con- pensamiento comprensivo del mundo, esto es, el pen-
ciencia, originalmente natural, sino una segunda con- samiento filosófico, frente al mito. Hemos visto que
ciencia, histórica: la que tiene tras de sí el hecho del este está continuamente en movimiento. Por lo pron-
pecado original. También sobre esto diremos luego to, en sentido de evolución inmanente: los diversos
algo más. procesos y formas despliegan su contenido, en-
tran en relación entre sí, se interpenetran, se ab-
sorben mutuamente, etc. Pero en el transcurso del
tiempo tiene lugar una modificación, que influye en
el carácter mítico, como tal, y lo lleva a su ruina: el
hombre rompe y supera cada vez más enérgicamente
la relación de convivencia inmediata con la Natura-
leza : se hace más autónomo, y adquiere así una re-
lación cada vez más realista con el mundo y la exis-
tencia. Se fortalece el entendimiento observador, exa-
minador y laborador; despierta la pregunta lógica
sobre esencias y causas; el pensamiento se hace crí-

152 153
tico y metódico. Así se aclara la situación del sueño
la fecundidad, de la sangre y la muerte, del destino
de que hablábamos; lo inconsciente se repliega; y
ciego y de la venganza colérica. Los muertos tienen
se forman situaciones de conciencia que se aproxi-
gran poder; los dioses son númenes de lo profundo,
man a la que nos es familiar.
y la relación con ellos está determinada por el mie-
Ese proceso influye, conforme a su naturaleza, en
do. El culto trata de conciliarios; la magia trata de
las mismas representaciones míticas, e incluso en el
contener su poder, o de obtener influjo sobre ellos.
modo mítico de pensar, en general. Y se pone en
Pero luego se abre paso la esfera superior. La luz se
marcha, por cierto, en diversos puntos.
hace más fuerte que la tiniebía; el orden, más fuerte
que el caos; el espíritu, más fuerte que la sangre y el
Ante todo, en el carácter natural original de esas
instinto. El punto de gravedad se traslada desde la
representaciones, como crítica a su condición salvaje
tierra al cielo, mejor dicho, a la zona de lo humano,
y arbitraria: pues están condicionadas por la prepo-
que está entre cielo y tierra. Ahí las figuras mismas de
tencia del mundo primitivo y la necesidad de lucha
los númenes se desarrollan hacia lo humano. Mientras
constante, por la fuerza elemental del instinto y por
que en la época primitiva desempeñan un gran papel
la situación de angustia del inconsciente, contra todo
las formas inorgánicas o animales, ahora la forma
lo cual el espíritu no da todavía una ayuda suficien-
humana avanza a primer plano; un progreso decisi-
te. Aquí se pone en marcha una labor de suavización
y moralización, que mitiga cada vez más ese carác- vo, en cuanto que, en lugar del mudo poderío de la
ter, acercándolo a lo humano. El espíritu supera la Naturaleza, es lo espiritual lo que da la medida.
pujanza irregular, asociada según leyes orgánicas, Con todo esto tiene lugar una gran liberación. La
de las primitivas maneras de representar, y las pone tiniebla y el miedo se hacen más débiles; se esfuer-
en un orden racional, al preguntar cómo están entre zan la luz, el orden y el derecho: se convierten en
sí los diversos númenes; cómo se conexionan los pro- poderes divinos y alcanzan luminosa expresión en
cesos referidos; cómo los mitos de una región se re- grandes figuras —Zeus, Apolo, Atenea—. La irrup-
lacionan con los de otra, etc. ción de estos elementos es lo que da a la épica homé-
rica su fulgor religioso, conviniéndola en libro sagra-
Hacia la misma dirección lleva ese gran giro que
do del helenismo. Pero por ese camino se transforma
se hace evidente en la mitología griega, pero que es
típico de todo pensamiento mítico, en cuanto está también lo mítico como tal. Pierde el carácter que
sustentado por las cualidades necesarias y encuentra le da el contacto inmediato con el poder del mundo
circunstancias históricas propicias. Ante todo, se y el predominio de lo inconsciente; y se va hacien-
muestra una preponderancia de las esferas "inferio- do espiritual. Se abre paso una lógica teórica por
res" de la existencia, esto es, de la tierra y la noche, de entre los mitos, que se convierten en formas de la
sabiduría, enseñando la conducta justa; en prototi-
154
155
tico en el tiempo, como algo que estaba antes y lue-
pos de lo noble y lo digno del hombre, ejerciendo so- go ha dejado sitio a ¡o siguiente, sino también en lo
bre los hombres un influjo incitante y formador; en constructivo esencial, como la esfera primitiva, que
creaciones poéticas en que se une la grandeza de lo está detrás, o debajo de lo dado en cada ocasión. De
representado con la belleza de la representación, con ahí surgen conceptos que quedan entre lo mítico y lo
influjo rnoralizador y subümador. El proceso se filosófico, como los de los filósofos jonios de la Natu-
muestra con especial claridad si recorremos con la raleza : el agua, el fuego, lo fluido indeterminado. La
mirada todo el camino que ha dejado atrás la poesía reflexión sigue preguntando: ¿Qué es lo auténtico y
y el arte religioso! de Grecia hasta su alto floreci- definitivo, aquello que se alcanza cuando el pensa-
miento en el siglo v. miento deja atrás todo lo casual? Así se elabora la
idea de aquello que siempre retorna en el cambio, o
que permanece inalterable, o que es espiritualmente
2 indestructible. Estas consideraciones influyen en el
modo como se piensa lo divino. Surge una idea que
En esa transformación, ocurre sobre todo una co- también supera aún el supremo polimorfismo religio-
sa : Las manifestaciones incontroladas e indominadas so : la idea del Ser puro, elevado sobre toda limitación,
de la potencia formadora de mitos son sometidas a ante el cual palidecen como meros símbolos aun los
crítica por transgredir la experiencia y el concepto dioses mayores.
de lo justo. Frente a lo que ocurre por parte de la En conexión con estas cuestiones se desarrolla la
Naturaleza y por la tendencia humana, el hombre crítica filosófica alcanzando a las propias ideas en
contrapone lo que debería ser y ocurrir: lo perfecto. curso sobre los dioses. Empieza con los presocráticos:
Esto es válido en sí mismo; y por ello, es también luego llega a su plenitud, con frío escepticismo, en
capaz de presentarse ante eí hombre como exigencia. los sofistas; con responsabilidad filosófica, en Sócra-
Ante todo, los dominadores del mundo de los dioses tes, Platón y Aristóteles; con rico desarrollo positi-
se convierten en figuras de grandiosa existencia: en vo, en el estoicismo y el neoplatonismo. N o pregunta :
la mitología griega, Zeus, Apolo, Atenea, Hera, ¿qué dice la tradición sobre los dioses?, sino ¿cuál es
Afrodita, Dionisos. De ellas recibe también la vida la verdad sobre ellos?, ¿cómo ha de pensarse lo divi-
humana una formación con referencia a valores de no, para que la idea responda a su esencia?
cultura humana: altura dominadora, ordenación,
Por ese camino tiene lugar un aflojamiento de las
derecho y justicia, potencia espiritual, etc.
diversas figuras de los dioses. Va resaltando lo que
En la misma dirección actúa la reflexión filosófi- tienen de común. Las menos importantes quedan
ca. Pregunta: ¿De dónde viene todo? ¿Dónde está ordenadas bajo las superiores. Se hacen evidentes
la arjé de lo que existe? Y no sólo en sentido gené-
157
156
ciertos conceptos que las atraviesan a todas, y que l.i disolución radical de la inanidad del mundo, coin-
hacen presentir la unidad que hay tras la diversidad cide con un último sentido absoluto. En la religiosidad
de lo divino; por ejemplo, el derecho, el orden, la china se purifica el concepto del cielo, convirtiéndose
recompensa, la orientación del mundo, el destino. c<\ el de la necesidad natural, y convergiendo con el
Hasta que, por fin, en el espíritu de los grandes por- concepto de fuerza que conduce la vida, hacia la idea
tadores de la responsabilidad filosófica, tras las repre- del Tao.
sentaciones de los dioses, aparece la idea de lo di- El proceso es en todas partes el mismo. La realidad
vino en sí, de la Divinidad única, última, suprema. religiosa se desprende del dominio de las manifesta-
ciones inmeditamente psicocósmicas, tal como tie-
Así se forma la religiosidad filosófica. En Parmé- nen lugar en la mitología. Se reconoce que lo divino
nides es la idea del puro Ser; en Sócrates y Platón, sólo puede estar unido a ideas que se mantengan
la del Bien; en Aristóteles, la del Motor supremo, en pie ante la medida de lo absoluto. Por eso en lu-
que todo lo pone en movimiento sin someterse a nin- gar de la multiplicidad aparece lo Uno; en lugar de
gún cambio; en los estoicos, el Nous, la razón uni- lo condicionado azaroso, lo incondicionado necesa-
versal, o bien el Logos, la suprema estructura de rio; en lugar de lo defectivo, lo perfecto; en lugar
sentido que se expresa en el lenguaje; en los neo- de lo material, en lugar de lo "cosivo", lo espiritual.
platónicos, el concepto del Uno supremo, la prime- También aquí se configura la experiencia religiosa.
ra fuente y la meta última de todo, y así sucesiva- Su contenido se interpreta teóricamente mediante el
mente. concepto de lo absoluto, tendiendo hacia la divinidad
Entre los indios, partiendo de la tradición védica, auténtica y suprema. Con eso se elimina una sene de
se forma el concepto- del atinan, apoyándose en la formas de experiencia que adquieren expresión en las
idea del aliento, individual y universal, en que coin- representaciones míticas. Estas formas se relegan a lo
ciden aire, vida y hálito *. Este llega a ser el autén- ilegítimo, a lo meramente tolerado, a lo tomado de la
tico Ser, hacia el cual tiende todo movimiento reli- tradición, incluso, a lo supersticioso. Recíprocamen-
gioso. Un tránsito análogo hacia la absoluto tiene te, la propia experiencia religiosa pasa así por una
lugar partiendo de la palabra, hasta llegar al concep- conformación. Con doctrina, ejemplo y culto, se
to del sentido y alma del mundo, el brahmán. En el depura para realizarse solamente, o por lo menos, so-
budismo surge la idea, tan difícil de entender para bre todo, en el Ser Supremo, tal como ocurre en la
nosotros, del nirvana, en que la nada como resultado de piedad de Platón, del estoicismo, de Plotino, y tam-
bién en las grandes culturas religiosas de Oriente.
* N. del T.—-En alemán queda más evidente la afini-
dad de atman con el respiro, Atmen.

158 159
orientan a los valores de la cultura. Pero sobre todo,
trata de superar por todas partes y de todas las ma-
neras el egoísmo, porque ve en él el gran obstáculo
para la unificación con lo divino.
Una marcha paralela sigue la contemplación en
sus formas diversas: el esfuerzo por hacer lo interior
cada vez más unitario y sencillo; por desarrollar los
órganos anímicos y espirituales, tan atados en la vida
La religiosidad de la unificación común por diversiones, satisfacciones del instinto, re-
laciones sociales, etc., alcanzando más altas formas
de la conciencia; por hacer que cada vez sea más
alta, más pura y de mejor rango la experiencia reli-
1
giosa; por entender con meditación la esencia reli-
giosa de la existencia, dando lugar a su verdad en su
Otra elaboración de la experiencia religiosa es la
propia vida, y pasando así poco a poco a la esfera de
que tiende a la unificación mística. Hemos visto an-
lo numinoso. A esto se añaden medidas cúltieas de
tes que "lo Otro" puede percibirse en toda cosa, en
consagración, purificación y transformación; accio-
toda relación del mundo, en el transcurso de los
nes mistéricas de la más diversa índole, que se pue-
destinos individuales y universales. Se dijo también
den desarrollar desde las groseras formas mágicas has-
que esa experiencia puede hacerse tan fuerte que
ta formas cada vez más espirituales.
desposea a todos los valores mundanos y determine
ella sola la conciencia y la orientación de la vida. Si El objetivo de todo este esfuerzo consiste en com-
ocurre esto, surgen esas formas religiosas que consi- penetrarse inmediatamente de lo "otro" religioso, di-
deran como sin valor lo dado inmediatamente, lo solviéndose en ello. Como base está la idea de una
del aquende, y tratan de separarse de ello. unidad universal, arraigada en lo "otro" religioso, o
Todo lo limitado y circunscrito se presenta en- que consiste en que la realidad religiosa sea la úni-
tonces como impurificación y sujeción. Mediante las ca que llegue a tener vigencia.
diversas formas de la ascética, el hombre piadoso
trata de liberarse de las ligaduras del instinto y las
exigencias inmediatas. Se resiste a la fuerza atractiva
de las cosas y las actividades, disuelve las ataduras
sociales, busca la soledad y el silencio. Renuncia tam-
bién a las satisfacciones espirituales, en cuanto se

160 161
n
Esa relación, sin embargo, puede también aumen-
tar la inmediatez e intensidad, relativizándose en-
tonces el valor de las cosas del mundo. Por ejem-
2 plo, la piedad de Platón se liga de manera tan direc-
ta y enérgica con lo absoluto, que ante éste las cosas
Esta actitud religiosa, con sus formas de expresión pierden en realidad. Lo absolutamente real, enton-
y sus técnicas, se ha desarrollado con especial ener- ces, es "el Bien", es decir, lo divino; éste funda-
gía en Asia. Pero también se desarrolla en la religio- menta las Ideas, las cuales ya son, por tanto, reali-
sidad occidental de lo absoluto, de que hemos ha- dad de menor grado. Las cosas y hechos concretos
blado. Hay formas de esa religiosidad en que lo ab- están determinados, finalmente, por las Ideas, parti-
soluto no perjudica la relación con el mundo, sino cipan en éstas, y por tanto, amenazan quedarse en
que más bien confiere suprema validez a las cosas algo sólo a medias real. Continuamente se da la po-
del mundo y a los valores de la vida humana. Pense- sibilidad de sucumbir a un desprecio de las cosas y
mos, por ejemplo, en la piedad que hay tras la filoso- una enemistad a la vida, que expulsa la realidad del
fía aristotélica. En ella el Absoluto constituye la mundo, fuera del terreno de lo que tiene pleno sen-
causa primera que determina todo acontecer del mun- tido religioso. Lo que impide a Platón caer en este
do, así como el fundamento de la validez lógica que peligro es la intensidad de su intención pedagógica,
hace posible la vida de la verdad. Así puede des- que se orienta hacia la formación del hombre entero
arrollarse la vida del modo más rico, encontrando en y que inserta también en su dominio los deberes del
la relación religiosa con lo divino su fundamento y Estado. La posibilidad, en él todavía contenida, de
su última ordenación. De modo análogo se presen- que lo metafísico adquiera la preponderancia, se rea-
ta la relación en el deísmo de la Ilustración. Aquí liza en Plotino. Este declara que lo corporal es de
Dios aparece como el creador del mundo; y por tan- ínfimo valor, y el mundo, en el fondo, inane. La
to, como aquella instancia que garantiza la razona- relación religiosa se dirige inmediatamente a lo ab-
bilidad y validez de las cosas del mundo. Pero el soluto y exige desprenderse de las cosas, para que el
mundo se entiende de tal modo que está confiado espíritu pueda regresar desde la multiplicidad de lo
por Dios a su propia coherencia de leyes, más aún, concreto hasta la perfecta sencillez y unidad de lo
puesto en las manos del hombre, que gracias a sus divino.
dotes racionales tiene la capacidad de dominarlo de
modo autónomo. Lo divino, pues, forma el punto
Esa tendencia alcanza su pleno desarrollo, como
definitivo de referencia, pero no influye directamente
ya se dijo, en los grandes sistemas orientales. En
en la relación con las cosas.
ellos colaboran reunidos diversos elementos. Ante

162 163
iodo, el elemento monista, según el cual la existen-
cia se entiende como unidad, dentro de la cual no se Aquí la voluntad de absoluto no se manifiesta en
encuentra ninguna diferencia radicalmente duradera que lo divino se configura como lo único que existe,
entre lo material y lo espiritual, lo mundano y lo di- y todo se disuelve en rilo, sino en que se establece
vino. Otro elemento es el absolutista, según el cual una radical contradicción: de todo lo que existe, se
todo el acento del sentido está en lo divino: lo finito, dice que sería mejor que no existiera. Y se desarro-
por el contrario, aparece como sin valor, y aun como lla la inaudita idea de que e) hombre podría hacer
irreal. Un tercer motivo es el místico: el órgano re- que se extinguiera la fuerza básica que mantiene en
ligioso es extraordinariamente sensible y poderoso, y pie la apariencia del mundo, esto es. la "sed" de vi-
realiza todas las posibilidades de la experiencia reli- vir, aboliendo el propio ser, y con eso, para él, abo-
giosa. Esta se convierte, formalmente, en una pasión liendo todo ente, incluido el Absoluto. El resultado
y desposee a toda actividad dirigida a lo finito. U n es entonces: "ya no hay nada".
último elemento es el ascético: la convicción de que
Claro está, una consideración más exacta permite
mediante la purificación, la renuncia, la concentra-
reconocer que esa Nada total en realidad no es nin-
ción y la meditación se puede uno despojar de lo
gún cero, sino más bien una síntesis de sentido que
finito, dirigiéndose totalmente a lo absoluto. Aun la
se expresa por una negación a la que nada es capaz
propia personalidad puede superarse todavía, de mo-
de formar excepción: un contenido de experiencia
do que el núcleo esencial del hombre se disuelve en
y de voluntad que apenas puede ser accesible para el
lo absoluto, o mejor dicho, éste alcanza abierto y
hombre occidental, con su sentido intenso de la rea-
exclusivo dominio en él.
lidad del mundo, con su densidad de sentido de lo
En forma negativa, muy impresionante por su in-
histórico y el carácter decisivo de la persona.
tensidad y su conciencia del objetivo, este principio
lo presenta el budismo. El budismo surge en reac-
ción contra el absolutismo positivista de la tradición
brahmánica. La fantasía religiosa y la tendencia a
especular le parecen a Buda una forma especialmente
nefasta de la afirmación de sí mismo; por eso sitúa
aún lo divino mismo en la inanidad y profanidad
de la existencia. Todo es sufrimiento, apariencia, fal-
ta de sentido; la suprema divinidad tanto como el
más bajo demonio, junto con todos los seres terrena-
les que hay en medio.

164
que influye en todo, de intranquilidad interior, de
presentimiento, de expectación, concentrándose es-
pecialmente en torno al concepto del "Salvador", con
la redención por él traída, y refiriendo a él las diver-
sas tendencias religiosas. Eso sin olvidar el escepti-
cismo de épocas tardías, que lo relativiza todo, de
modo que se pueden fundir con mayor facilidad in-
cluso tendencias en sí divergentes. Con todo eso sur-
ha religiosidad de la mezcla ge un mundo de ideas y anhelos religiosos que se
transforma constantemente, pero que influye en to-
das partes muy intensamente.
1 Fenómenos análogos se echan de ver en el sin-
cretismo indio: el hinduismo. También aquí se entre-
Una última forma de configuración de la expe- mezclan las ideas y los impulsos diversos, las formas de
riencia religiosa falta todavía por nombrar, tan pro- cultura y las ordenaciones vitales: elementos de la
blemática como ampliamente difundida: la religio- religión védica, de la budista y la religión popular:
sidad de la mezcla. por otro lado, también elementos mahometanos y
La primera forma en que se nos presenta en Oc- cristianos. Figuras como Ramakhrishna, Vivekananda
cidente es el sincretismo de la Antigüedad. Sincre- o Gandhi —-tan conocido por su actividad política—
tismo significa "mezcla" de diversas ideas y elementos forman parte de ese círculo de ideas, y lo elevan a
religiosos, tal como tiene lugar en el Imperio roma- un plano muy alto de cultura espiritual, moral y re-
no, especialmente en Asia Menor. Las religiones mi- ligiosa.
tológicas de los diversos pueblos se van debilitando La religiosidad de la mezcla se desarrolla también
con el transcursod el tiempo. Sus ideas se hacen flui- dentro del ámbito influido por la Biblia: en el mun-
das. La unidad política del Imperio y la facilidad de do helenístico, como interpretación simbólica de la
comunicación ponen en contacto mutuo las mane- Escritura en el neoplatonismo; en la Edad Media,
ras de ver florecientes en él. Las semejanzas inte- como corriente de pensamiento greco-árabe, que ad-
riores, tal como existen en forma muy genérica entre quiere influjo aun dentro del pensamiento cristiano:
todas las religiones, emparentadas, da lugar a que en el siglo xvni, como casidismo.
se entremezclen imágenes y conceptos. Una técnica Especial importancia tiene el gnosticismo. Surge
de comprensión simbólica también iguala entre sí ya en el siglo i —véase la polémica de San Pablo y
elementos diversos. A ello se añade una atmósfera, San Juan contra él—, y se extiende a través de toda

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la Antigüedad cristiana: crece en la Edad Media sas procedentes de la recepción de la herencia de la
hasta tener importancia política y, con los movimien- Antigüedad. En los siglos xvi y xvii todo ello se
tos de los cataros y los albigenses, se convierte en hizo especialmente intenso, embotando la sensibili-
una seria amenaza para la Cristiandad. En la Edad dad para lo auténticamente cristiano. Las concepcio-
Moderna vuelve constantemente a aparecer: pense- nes de la ciencia natural, entonces en sus inicios, y
mos, por ejemplo, en Jakob Bóhme, en los alqui- de la historiografía, dieron lugar a esa actitud ra-
mistas, en las sociedades secretas de los Rosacrucía- cionalista que llamamos Ilustración. El escepticismo
nos y los Iluminados; para alcanzar hoy importante que irrumpe en el Renacimiento, que no es capaz ni
influencia como antroposofía. En esta perspectiva de una fe decidida, ni de una negación clara, en-
también habría que recordar la mezcla que, a base tiende las concepciones religiosas tradicionales de un
del concepto de símbolo, se hace en el psicoanálisis modo meramente histórico o estético, o incluso sólo
Mediante este proceso de mezcla, los hechos de la convencional. Finalmente, la evolución de la técnica
historia de la salvación se disuelven en lo simbólico- y el rápido crecimiento de población que ésta hizo
metafísico, de tal modo que cesa la obligación de posible, producen las crisis sociológicas en que el
asentir a la fe. Las contradicciones manifiestas entre Cristianismo se considera como la religión de unas
las afirmaciones se entienden como antítesis dialéc- determinadas clases sociales, quedando así puesto en
ticas, asumiéndose en síntesis superpuestas. Así se cuestión.
hace posible apropiarse de todas las posiciones reli-
giosas sin llegar en ninguna parte a la seriedad de De todo esto procede la religiosidad cultural eu-
una auténtica distinción y decisión. ropea, que va desde el deísmo racionalista hasta la
mera convención. Especial importancia tiene para
su origen el clasicismo alemán, en que se entrecruzan
2 elementos de la Antigüedad, cristianos, idealistas en
lo filósofo, patrióticos en lo político., y modernos en
También surge una religiosidad de la mezcla en io científico. Esta religiosidad ha ejercido un influjo
la descomposición de la unidad medieval de la fe. especial sobre la burguesía elevada y el mundo ofi-
Partiendo del impulso de la Reforma, se forman di- cial, sobre la Universidad, sobre la enseñanza supe-
versas confesiones de carácter regionalmente político, rior y la burocracia. Su modo de ver se caracteriza
así como incontables sectas de vida aparte, con mo- por un carácter básico común de indeterminación y
dos de ver subjetivos y en transformación: ambos de falta de compromiso.
procesos eluden la conciencia de una verdad cristia- En lo más hondo, vive de que la educación cristia-
na válida. A eso se añaden las consecuencias religio- na, después de andar a través de cerca de dos müe«.

168 169
nios, sigue influyendo en sus pensamientos en forma
de actitudes, valoraciones, motivaciones: el com-
plicado proceso de la secularización, en que los con-
ceptos cristianos se disuelven en ética general o en
sociología. Eso se hace especialmente evidente allí
donde la vida consciente entra en lucha abierta con-
tra el Cristianismo, pero a la vez, de modo indirecto
e inconsciente, se nutre de sus influjos.

La elaboración negativa de lo religioso

En el proceso que acabamos de describir estuvo


siempre operante un elemento negativo: la crítica.
Esa crítica tuvo por lo pronto un sentido positivo.
Decía Jo que debía rechazarse en las diversas repre-
sentaciones de lo divino, por contradecir a las medi-
das de lo moral, de lo razonable, de lo humano, pero
sobre todo, de lo esencialmente divino, de lo absoluto,
tal como se deducen de la experiencia y de su elabo-
ración teórica. Pero más allá de esa crítica objetiva
hay todavía otra que afecta a lo religioso como tal.
N o rechaza sólo tal o cual pensamiento sobre lo di-
vino, porque es irrazonable o inmoral, sino que expli-
ca lo religioso mismo como algo irrazonable o con-
tradictorio para la dignidad humana.
Semejantec rítica encuentra suficientes puntos de
apoyo, inmediatamente: en el capítulo sobre la pro-
blematicidad de lo religioso hemos hablado de ellos.
Puede señalar mezclas que establece lo religioso con
lo que le es extraño por esencia. Puede indicar con
170
171
la vida individual. La relación de la generación más
joven con la mayor es ambivalente. La más joven se
qué facilidad sus concepciones y actos, su culto y su
confía a la mayor sabiéndose protegida por ella y en-
práctica vital asumen elementos destructivos y de va-
contrando resueltas por ella sus necesidades, con lo
lor ínfimo. Puede comprobar cuánto afán de tener
que la respeta y está dispuesta a dejarse aleccionar y
razón, cuánta violencia, cuánto afán de provecho,
guiar por ella. Pero también debe distinguir su diver-
cuánta crueldad, cuánto deseo de dominio se han ex-
so modo de ser contra la exigencia de su tradición:
presado en forma de religión, y no dejan nunca de ex-
debe abrir espacio para su propia voluntad de acción
presarse; cuánto se ha abusado de lo religioso, por
y desarrollo. Con eso surgen conflictos, sentimientos
parte de individuos o de grupos sociales o del Estado;
de odio, de resentimiento: especialmente fuertes, e
cuántas perdiciones ha habido en la Humanidad en
incluso perversos, cuando los representantes de la tra-
nombre de lo religioso, por opresión o guerra, etc. De
dición mayor apoyan su poder en concepciones reli-
todo esto se puede deducir que la religión dada en
giosas. Entonces, en el modo de sentir de los jóvenes,
cada ocasión histórica, o la religión en general, es algo
la religión parece fácilmente la enemiga de la liber-
sin valor, algo perjudicial que debe dejarse a un
tad personal y el desarrollo propio. De todo esto pue-
lado.
de resultar un rechazo de la religiosidad como tal.
Con una investigación más precisa se echa de ver
que por detrás de las objeciones que se hacen abier-
Aún más profundos están los motivos cuando,
tamente, planteándose en cada ocasión, muchas ve-
como ha ocurrido en el transcurso de la Edad Mo-
ces actúan otros impulsos más profundos. Por lo
derna, la tendencia de la evolución cultural va ha-
pronto, impulsos de índole histórica: por ejemplo,
cia la autonomía del hombre: la independencia de
oposición contra una alianza que ha establecido la
la persona y su posición en la existencia, la auto-
religión dominante con el poder político, el Estado,
nomía de su acción científica, artística, política y
o con clases sociales dominantes. La religión estable-
pedagógica. Entonces la religión, y sobre todo, la
cida siempre propende a mantener el orden de cosas
religión que se expresa en formas fijas y está repre-
existente: por eso, quien considere éste como injus-
sentada por autoridades concretas, parece el apoyo
to, fácilmente entra en conflicto con aquélla. Aná-
de todo lo que se opone a la autonomía; más aún,
loga enemistad puede formarse contra la religión como
parece la adversaria de la existencia valiosa en ge-
apoyo, real o presunto, de las clases propietarias: pen-
neral; y la lucha teórica y práctica contra ella llega
semos en la forma de suma actualidad que ha encon-
a sentirse como cuestión de conciencia. Esa lucha
trado esa enemistad en el marxismo, o mejor, en el
empieza en el final de la Edad Media y el comien-
comunismo, que ve en la religión una "superestructu-
zo de la Edad Moderna, al principio, con una opo-
ra ideológica" del capitalismo.
Un fenómeno semejante se encuentra a menudo en
173
172
sición contra defectos en la religiosidad dominante,
expresándose en movimientos de renovación. Pero
va pasando cada vez más a un ataque contra; lo
religioso en general, como en el ateísmo del Rena-
cimiento y de la Revolución francesa. Finalmente,
2
desemboca en formulaciones como las del positivis-
mo, de que lo religioso obstaculiza a la Humanidad
para alcanzar su libertad y su obra; o la de Nietz-
sche, de que el hombre debe dejar a un lado a Dios La crítica a lo religioso se puede dirigir, como se
para hacerse realmente hombre. ha dicho, contra la religión establecida, en cuanto
ésta constituye un nivel de descenso o un endureci-
Pero la lucha puede ir también en dirección con-
miento de la vida religiosa; pero haciéndose así tan
traria. Entonces el Estado considera la religión —otra
tajante o partiendo de puntos de vista tan elevados,
vez: la religión que se expresa en formas sólidas y
que la generalidad de los hombres perciben en ella
está orientada por poderes con autoridad— como un
sobre todo la negación —pensemos en figuras como
obstáculo para alcanzar sus objetivos. Quiere pleno
Tutankamón, Buda, Sócrates, o incluso el Cristianis-
poder político, económico, sociológico, pedagógico,
cultural, sobre el pueblo; por eso trata de dejar a un mo primitivo. Su crítica no es entendida por la ma-
lado las estructuras religiosas y sus iniciativas. En el yoría; tanto menos cuanto que los representantes de
Estado totalitario, esta lucha alcanza su forma más la religiosidad que se encuentra en situación dominan-
intensa. Ese Estado reconoce en la religión el apoyo te se ocupan de que esa crítica siga siendo incom-
más fuerte de la persona, más aún, el único apoyo prensible. Por eso a los críticos se les ve como nega-
contra el avasallamiento por parte de su poder; por dores de la religiosidad en general, como incrédulos,
lo cual trata al principio de destruirla con limitaciones impíos, incluso, blasfemos. Luego, con el tiempo, se
y persecuciones, y luego también interiormente, en la reconocen los auténticos motivos de la crítica, en gru-
vida anímica del individuo. Todavía no se ha visto pos primero pequeños, luego mayores; y sus promo-
bastante qué estrechamente unidos están el autono- tores aparecen como reformadores que han llevado la
mismo y el totalitarismo en la coherencia de su evo- religiosidad a un plano más alto.
lución psicológica e histórica: más aún, muchas ve- La crítica se hace radical en cuanto ateísmo, des-
ces se tiene la impresión de que se pasa por alto de arrollándose hasta ser un rechazo total. Pero en él se
modo más o menos consciente. notan diversos grados de seriedad y coherencia. Hay
un ateísmo que procede de una mentalidad orientada
hacia la ganancia, el placer y el poder. Se presenta
especialmente como desánimo y confusión de lo re-
174
175
¡igioso tras de grandes catástrofes: como- embota-
miento y desconcierto en épocas prolongadas de ne- encuentra en lo religioso, sin más, un estorbo. En
cesidad y opresión: pensemos en la sofística después los últimos decenios —ya hemos aludido a esto—- se
de las guerras del Peioponeso, en la incredulidad tras ha convertido en un poder mundial, en el comunismo,
la guerra de los Treinta Años, en el escepticismo de y las decisiones futuras de la Historia se establece-
nuestro tiempo. Por otra parte, también aparece como rán en buena parte con referencia a él.
hastío e indiferencia en puntos culminantes de la
evolución cultural: así, en la frialdad religiosa del
Renacimiento, en la Ilustración radical del siglo xvm, 3
en la falta de interés en el tránsito del XIX al xx. Pero
hay también un ateísmo que brota incluso de moti- Pero no haremos justicia al complejísimo fenómeno
vos religiosos: por ejemplo, de una profunda pasión del ateísmo si no planteamos una pregunta ulterior:
en situaciones religiosas deformadas, endurecidas, in- si tiene solamente una función negativa o también
teriormente desviadas. Niega a Dios, pero se refiere una función positiva. Sin embargo, antes tenemos
propiamente a una falsa representación de Dios en que fijarnos en algunos elementos que pueden dar
que se expresa una falsa actitud religiosa: obsérvese lugar a confusión.
como ejemplo válido el ingeniero Kiriloff en De- Ante todo, está el elemento, poco noble, de la
monios de Dostoievsky. Quizá hay también algo participación indirecta en una negación que uno no
en el ateísmo de Nietzsche que se puede entender se atreve a formular en forma directa. Entonces, la
así; pues sus concepciones del Dios de la Revelación voluntad consciente mantiene en pie la fe en Dios,
son tal falsas y su polémica contra el Cristianismo pero a la vez actúa una tendencia inconsciente o se-
es tan indigna, que no se puede separar de su psico- miconsciente a la negación, manifestándose en sim-
logía el elemento de una pasión contra la religiosidad patía hacia quienes la formulan. Quien tenga tal
que pudo haber encontrado en su familia y en su posición interior está propenso a ver en la negación
ambiente. valores positivos que en realidad no contiene. A ello
se añade el modo de ver de quien tiene educación,
Pero, finalmente, existe el ateísmo en frío. Surge
viviendo en una atmósfera enrarecida por la intensa
de la intención de llegar a poseer un poder que no
cultura, sin auténtico enlace con la vida, y sin ver,
esté limitado por ninguna sujeción interna de la
por tanto, lo que produce una idea cuando se tras-
personalidad individual; de llegar a ser libre para una
lada de lo teórico a lo práctico, de la vida individual
obra en el mundo que no halle obstáculo, disponiendo
a la común, de una clase social a otra, etc. Un ejem-
soberanamente de personas y cosas. Este modo de ver
plo aleccionador de esto lo forma el moderno libe-
ralismo, con su ceguera para las consecuencias de
176
177
sus principios: sobre todo, su incapacidad para ver
Pero también puede actuar de modo positivo, como
que la autonomía que él pedía, en su consecuencia
factor histórico, haciendo que la religiosidad salga de
histórica, ha producido el totalitarismo. Finalmente,
su embotamiento; evitando una falsa obviedad y
no hay que perder de vista cierto tipo de generosidad
agudizando la mirada para el problema. Al llevar así
respecto a lo negativo, muy extraviada y oscura en
a la conciencia que toda auténtica existencia religiosa
cuanto a sus motivos; una disposición a verlo como
descansa en la decisión, constituyendo por tanto un
fenómeno trágico. U n ejemplo histórico efectivo de
riesgo, puede elevar las preguntas a un plano más
este modo de pensar fue la valoración romántica del
alto.
mal: del proscrito heroico, sombrío y desalmado.
Estos y otros elementos semejantes deben verse y dis-
tinguirse para responder adecuadamente a la pregunta Finalmente, cabe aludir también al peculiar pro-
planteada. blema de ese ateísmo que se tiene que designar a sí
mismo como una forma de religiosidad. El ejemplo
En determinadas situaciones individuales o socia-
más poderoso de esto es el budismo; y nos referimos
les se puede hablar, de hecho, de un efecto positivo
concretamente, como siempre que hemos aludido a él
del ateísmo. Por ejemplo, cuando una persona ha cre-
cido en una atmósfera religiosa confusa, interiormen- en estas consideraciones, al budismo original, el del
te impura, y se rebela contra ella, y, no pudiendo Sur, tal como se expresa en los textos del canon Pali.
hacer distinciones, al principio trata de llegar hasta En todo su rigor, éste fue siempre asunto de pocos.
lo limpio mediante una negación radical. De todos Sólo puede ser cosa de pocos contar por "mundo" to-
modos, tío se puede entregar a la negación, sino que das las formas de lo divino, todos los dioses incluso
debe esforzarse, teórica y prácticamente, en pasar el supremo Brahma; pero ello no en beneficio de
adelante. Entonces, a través de la mera negación, ningún dominio del mundo, sino, al contrario, para
puede llegar a encontrarse en lo positivo. Algo aná- abolir toda voluntad de afirmarse a sí mismo, y para
logo habría que decir, si la religiosidad del ambiente aniquilar todo ser. Aquí lo religioso como tal ad-
en que creció era tan estrecha que le estorbó la vida. quiere forma negativa de expresión, y la conciencia
También entonces el rechazo de toda religiosidad se mantiene en una suspensión que un occidental no
puede significar, en principio, una liberación. Cier- llega a penetrar.
tamente, también aquí esa libertad, al principio nega- Esta actitud, como se dijo, es ella misma religiosa
tiva, debe continuarse hasta la libertad positiva, con- en alta medida, pero se expresa en un puro "no" a
virtiéndose en disposición a la verdad. Entonces se todo lo expresable. Así, sería objeto de una exacta
abre el camino y el "ateísmo" queda como una tran- meditación, y, sobre todo, de una larga experiencia
sición. histórica, ver si ese "ateísmo", radical, pero religioso
él mismo, puede tener un efecto positivo para la fe
178
779
en Dios; una cuestión entre el gran número de cues-
tiones relacionadas con la entrada del espíritu asiá-
tico en la vida del mundo, especialmente el europeo y
americano. Ahí habría que aludir a la significación
que tiene el "no", y más exactamente el "no" religio-
so, para la elaboración del "sí" religioso. Pero aquí
no puede ser investigado más. CAPITULO TERCERO

RELIGIÓN Y TEORÍA

180
Observación previa

En el segundo capítulo hemos lanzado una breve


mirada hacia las formas en que ha encontrado figura
histórica la experiencia religiosa. Ahora buscaremos
—con la misma brevedad— una respuesta a la pre-
gunta sobre cómo ha de entenderse y configurarse
conceptualmente esa experiencia; esto es, si hay una
teoría de lo religioso, y cómo hay que verla.
El conjunto de preguntas que así surge es muy
grande. Separemos de él un problema aislado, el del
conocimiento, preguntando: ¿Tenemos razón al con-
siderar la experiencia religiosa inmediata como ex-
periencia de la realidad divina? ¿A qué convicciones
teóricas puede llegar la labor del entendimiento sobre
la base de la consideración del Universo y de la ex-
periencia religiosa?

183
mismo, y no puede ponerse bajo las medidas de otro
valor, en este caso, de la verdad. Según eso, tampoco
se podría preguntar: ¿-es verdadera esta concepción
religiosa?, sino sólo: ¿es auténtica, consoladora, vi-
tal? ¿Cómo está dentro de la jerarquía de la expe-
riencia religiosa posible, en general? ¿Cómo se des-
arrolla en la vida?
Experiencia religiosa y conocimiento teórico
Es un modo de ver semejante a aquel según el cual
lo moral sólo puede considerarse en sí mismo, como
1
puro deber, como mera obligación, pero sin tener
que ver con la verdad del ser. O como aquella según
Constantemente se ha puesto la experiencia reli-
la cual una poesía sólo ha de tomarse estéticamente,
giosa en contradicción con el entendimiento. A tra-
sin que quepa examinarla por la verdad de su expre-
vés de toda la Edad Moderna se extiende la afirma-
sión ni por la cualidad moral de su actitud. Con eso
ción de que esa experiencia es esencialmente irracio-
se destruye la unidad de la existencia, tanto como cul-
nal. La afirmación tendría razón si sólo quisiera decir
tura objetiva cuanto como existencia personal. Yen-
que, como tal y de antemano, no ostenta carácter teó-
do más allá, también se falla en cuanto a lo que es
rico, sino que es precisamente "experiencia", esto es,
el fenómeno mismo. Pues una experiencia religiosa
ir a encontrarse con la realidad: ser tocado, ser he-
tiene un sentido. Quién se da cuenta de él, no dice
rido, ser conmovido. Esto sería tan adecuado, pero
sólo: estoy conmovido, me siento redimido; sino
también tan obvio como decir que la visión de la luz
también, e incluso antes: aquí hay realidad, esta
es irracional.
realidad peculiar; significa esto y lo otro; exige esto
Pero esa expresión implica algo más, esto es, que
y lo otro; promete esto y lo otro. Estas son afirma-
la experiencia religiosa no tiene en absoluto nada que
ciones sobre algo que existe; y toda afirmación, a su
ver con el pensamiento conceptual, Los conceptos
vez, afirma una verdad y con eso precisamente se
contradicen a su esencia. Tan pronto como se inten-
sitúa bajo su medida.
ta expresar en conceptos, se la destruye. Dicho de
modo aún más tajante: la experiencia religiosa no Ese modo de ver presupone la concepción de la
tiene nada que ver con la verdad, en cuanto que "ver- Edad Moderna, según la cual la existencia se des-
dad" significa la validez objetiva de lo expresado. Más compone en territorios de valor y acto puramente au-
bien, el valor religioso es autónomo y cerrado en sí tónomos, que luego pueden reunirse en una unidad
mismo: esto es, sólo se le puede considerar por sí problemática mediante alguna construcción ideal o
pragmática. Ese modo de ver es falso, y sus efectos
184
185
se han hecho patentes, pues ha producido la descom-
posición de la imagen del mundo, de lo personal y demostración teórica, pudiendo desarrollarse como
de la cultura. En realidad —aún con toda su proble- algo solamente subjetivo, según la pura exigencia
mática en lo concreto— el conjunto de la existencia individual. Pero no es verdad que la experiencia re-
forma una auténtica unidad. Desde cada uno de sus ligiosa no tolere ninguna explicación teórica. Más
terrenos es posible el paso hacia cada uno de los de- bien, tiene un contenido determinado, y ese conte-
más. Por eso, en la experiencia que se tenga en cada nido puede captarse teóricamente y expresarse en pa-
ocasión en cada territorio, puede y debe plantearse la labras. Con qué medios de pensamiento haya de ocu-
cuestión de la verdad, y precisamente la verdad hon- rrir esto, ya es otra cuestión: la cuestión de los mé-
rada y plena. Frente a ésta no hay reserva ninguna. todos adecuados: pero se ha de indicar que pueden
Una vida moral que no se planteara esa pregunta se encontrarse. Habrá de indicarse además que por ese
volvería irreal, así como una creación artística y una camino se hacen evidentes las problematicidades que
producción política. Lo mismo se aplica a la religión. se encuentran en la experiencia religiosa, y se pueden
Se puede ver también, entonces, que esta tesis de la someter a crítica y —en una medida todavía por
irracionalidad radical, o mejor dicho, de la anti-racio- determinar— se pueden superar.
nalidad de la experiencia religiosa, está guiada por Lo siguiente ha de mostrar las más importantes
motivos determinados: que no procede de una autén- trayectorias de pensamiento a que se ve llevada la
tica comprensión, sino de unas intenciones. Y esas razón por la experiencia religiosa; trayectorias teó-
intenciones, por su parte, dicho en síntesis, se diri- ricas que, por su parte, interpretan el sentido de esta
gen contra la teología cristiana *. Quieren abrir un experiencia, lo someten a crítica y expresan concep-
espacio en que la vida religiosa escape al examen y tualmente su contenido de verdad.

* Considerada históricamente, esa tesis se encuentra en


el comienzo del ataque que lanzó la teología de la Refor-
ma contra la teología católica medieval. Aquella se basa-
ba en la afirmación de que el hombre está tan corrompido
por el pecado que partiendo del mundo' no puede alcanzar Nos encontramos como seres reales entre realida-
ningún conocimiento del Dios auténtico. Desde esa pri- des : en un paisaje determinado: en un ambiente
mera tesis se desarrolló en el transcurso de la Edad Mo- de plantas y animales: en unas circunstancias so-
derna la que hemos indicado antes. El rechazo de la "teo- ciológicas e históricas; en el sistema astronómico del
logía natural" se convirtió en rechazo de toda captación
Sol, de la Vía Láctea, y en definitiva, del conjunto
teórica de lo religioso en sentido de verdad. En su lugar
aparecieron la experiencia interior, la psicología y la his- del Universo, que todavía, según parece, no cabe
toriografía. abarcar como una unidad. Una de las preguntas que
plantea el pensar sobre todo hecho —cosa, proceso,
186
187
situación, relación— es: ¿Por qué es eso tal como
es?, ¿cómo ha surgido? En cuanto se plantea esta que no se extiende de modo rectilíneo hacia lo in-
pregunta dentro de las conexiones de la Naturaleza finito, sino que se encorva sobre sí mismo, cerrán-
y de la Historia, nos lleva desde los hechos que en- dose en esfera. Igualmente, la cadena de las causas
contramos hacia otros, anteriores en la causalidad: retrocede en sí misma. Toda causa es efecto por su
y de ésos a otros, y así sucesivamente. Pero sentimos parte, y la causa aparentemente primera constituye
que tenemos también ocasión para dirigir esta pre- en realidad el efecto de la que aparentemente es
gunta al conjunto, de alguna de las muchas maneras última. Lo que hay no es una recta infinita, sino
como se ha dirigido: ¿De dónde viene el mundo, y un círculo. O un número infinito de círculos, una
yo en él? ¿De dónde vengo yo, y el mundo tal bola, esto es, el todo, que se sostiene a sí mismo;
como se me presenta? la síntesis, en que se disuelve también aquel que
La respuesta lleva de una fase de este mundo a pregunta.
otras. Fundamenta lo dado en cada ocasión apoyán- Una tercera respuesta dice: La pregunta por la
dolo en algo precedente: hechos de la Historia, de causa forma parte ella misma del mundo. Procede de
la organización biológica, de la formación de la tie- la estructura del pensamiento; pues éste es el pen-
rra, de los sistemas astronómicos, etc. Pero una vez samiento de un ser real, que por su parte constituye
que la búsqueda de causas ha llegado de este modo una paite del conjunto del mundo. Dicho más ta-
hasta un cierto punto, se plantea necesan amenté la jantemente : lo que llamamos "mundo", ya es resul-
pregunta: ¿ Qué había al principio ?; ¿- qué existía tado del pensar. Un ente en sí es desconocido. El
y obraba al principio? y, ¿de dónde venía? Es el mundo, dado solamente a nosotros, surge en cuanto
problema con que parece comenzar la historia del que nuestro pensamiento ordena la masa de las im-
conocimiento: el problema de la arjé. presiones sensoriales encontradas en la conciencia.
De esta ordenación forma parte también la causa-
Se dan algunas respuestas que declaran que la lidad, según la cual cada ente tiene una base suficien-
cuestión como tal no tiene objeto. Una de ellas dice: te de su ser. Así, pues, nunca capta al mundo como
N o hay en absoluto un primer principio, una pri- conjunto, pues para eso debería tener un punto de
mera causa. La cadena de los efectos y las causas re- apoyo fuera del campo de pensamiento humano; pero
trocede a lo interminable, pues el conjunto, el mun- no hay tal cosa. Por eso la pregunta por la causa no
do, es infinito hace más que volver a llevar dentro del mundo.
Otra dice: El conjunto de las causaciones no si-
gue retrocediendo simplemente, por decirlo así, en A eso se ha de replicar: Las respuestas indicadas
línea recta, sino que ha de pensarse como el espacio, ocultan una impresión elemental que produce en nos-
otros lo existente: que aunque existe, sin embargo,
188
189
no se justifica a sí mismo; que provoca preguntas,
conjunto y preguntar por sus causas, aun cuando la
pero no es capaz de responderlas por su propia condi-
última base para esa posibilidad sólo se haga evidente
ción; y, por tanto, que no es capaz de fundamentar
por la Revelación propiamente dicha, esto es, como
a sí mismo en ser y en realidad. Esta impresión forma
el hecho de que, si bien el espíritu está en el conjunto
parte de las experiencias esenciales de nuestra exis-
del mundo y pregunta por su sentido partiendo de
tencia. Si se admite y examina con honradez, enton-
él, sin embargo, no se disuelve en ese conjunto. En
ces hace evidente que la pregunta sobre por qué y
de dónde viene lo existente, está justificada, más aún, él hay algo capaz de ir más allá del mundo con el
es necesaria, aunque los problemas que surgen de su pensamiento, porque por esencia llega más allá del
carácter de mundo sigan resultando tan difíciles. mundo. La tesis de que el hombre se disuelve en el
mundo tiene como base la suposición previa de que
Existe la cuestión del primer principio y de su
sólo hay mundo, y no hay un Dios soberano respecto
causa; por eso hay que hacerle justicia, en cada caso
al mundo. Ahora bien, esta tesis indicada no es un
según las condiciones personales de quien pregunta.
auténtico conocimiento deducido del fenómeno, sino
Si se la echa a un lado por algún camino, actúa de
una infraestructura que se establece precisamente para
modo ilegítimo: en sensaciones de falta de sentido,
esa presuposición: es decir, en lo más hondo, es la
en precauciones supersticiosas, y, en fin, en capitu-
expresión de una toma de posición, de una voluntad.
lación ante doctrinas políticas.
Si se considera el fenómeno tal como exige ser
considerado, entonces resulta claro que el hombre se
Hoy se abre paso cada vez con más fuerza la evi-
comporta de otro modo —y no por arbitrariedad, sino
dencia de cómo penetra en lo conocido el mismo hom-
por esencia— que como se comportaría si se agotara
bre que conoce, no sólo con profundidad, sino esen-
en el mundo. Posee realmente el punto de apoyo ar-
cialmente. El objeto y el sujeto de conocimiento
quimédico desde el cual puede interrogar al mundo
están dados uno con otro y se constituyen recíproca-
como conjunto: en su relación con Dios. El hombre
mente. Pero ninguno se disuelve en la relación de
conocimiento. Más bien, ambos la trascienden, y está inmediatamente referido a Dios, que por su parte
por cierto, de modo esencial; de tal manera que esa no pertenece de ningún modo al mundo. Ese Dios
superación adquiere vigencia en la relación de cono- llama al hombre, ya por esencia, antes de toda expe-
cimiento como tal; más aún, la hace posible. Su base riencia y pensamiento, en el modo como existe el
última forma una contraposición: la de un ser cog- hombre. El hombre está fundado, en sentido y ser,
noscible, que incita al conocimiento, frente a un Yo por la llamada de Dios; existe como el ser creado a
llamado a conocer, ávido de conocimiento. partir de esa llamada, y por eso puede establecerse con
Así pues, también es posible abarcar el ser como su libertad en esa condición de ser llamado, sometien-
do a sus preguntas el mundo desde ahí.
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N o hace falta "demostrar" que esto es así, sino debe darse, porque el mundo es finito y no está con-
que puede "verse". Es un fenómeno primario; preci- figurado de tal modo que se le pueda considerar como
samente, es el modo de existencia del hombre, y si fundado en sí mismo. Finitud y autarquía son con-
éste no se cierra con su voluntad, se hace presente a tradicciones. Su último "por qué" y su "de dónde"
quien mira dentro de sí mismo. La manera, en con- deben residir, por tanto, en un dato que no es el
junto, cómo existe el hombre y cómo está en el propio mundo. Este dato se encuentra allí a donde
mundo, cómo se desarrolla su vida y se construye su apunta esa experiencia, antes mencionada, de lo nu-
conciencia de sí mismo, todo ello, tiene como base el minoso; de la estructura simbólica de las cosas, que
hecho elemental ontológico de que, estando en las apunta hacia lo auténtico; del fenómeno del lími-
diversas relaciones del mundo, al mismo tiempo, sin te, etc. En él convergen la línea de la experiencia
embargo, en cuanto persona, está directamente refe- religiosa y la línea de la pregunta teorética. Lo que
rido al Dios personal, y por tanto es capaz de ponerse capta la experiencia religiosa como lo auténtico, lo
ante el mundo en libertad. Ciertamente, esta relación que satisface totalmente, lo definitivo y salvador, es
vuelve a sumergirse en el mundo. Su conciencia es lo mismo que lo que se entiende como la causa pri-
confusa y su realización se ve obstaculizada. Más mera, lo fundamentado en sí mismo y fundamentador
aún, existe un interés en que no se haga visible: la de todo lo demás: en una palabra, como lo absoluto.
voluntad de eludir el desplazamiento frente a Dios. Con cuidadoso examen se muestra, además, que
Pero éste sigue teniendo lugar, por esencia, y hace la experiencia y la teoría forman parte la una de la
que todas las contradicciones filosóficas sean como otra. Aquí las hemos separado para presentarlas con
apretar el flotador de Descartes *: tan pronto como claridad. En realidad, toda experiencia plantea inme-
se deja de oprimirle, vuelve a subir su figura. La diatamente las preguntas teóricas: ¿Qué es esto?
clarificación definitiva de esta enigmática situación ¿Por qué es así? ¿En qué relación está con lo demás?
de hecho la da solamente la Revelación, mediante la Con tales preguntas la experiencia queda dividida,
doctrina del pecado original, con el trastorno por él ordenada, examinada, valorada y apropiada. Recípro-
producido. camente, la comprensión teórica influye inmediata-
N o vamos a entrar aquí en el modo concreto como mente, y tanto más cuanto más evidente se hace,
se da el paso más allá del mundo de un modo que sobre la misma experiencia: aclara la mirada, agudi-
también sea lógicamente adecuado. Es más compli- za la delimitación inmediata de sí mismo frente a
cado de lo que se suele pensar. Pero lo seguro es que lo no valioso y lo destructivo, etc. Con todo eso tiene
lugar una interpretación: eso misterioso que capta
* N. del T.—"El diablillo de Descartes" se le llama en la experiencia religiosa, queda traspasado de luz y
física recreativa; pero su descripción detallada más bien
oscurecería lo que quiere decir el autor. nombrado por el trabajo conceptual del pensamiento.

192 193
Recíprocamente, a la pregunta sobre el primer "por otro; están dadas con tendencia a un objetivo, teleo-
qué" y "de dónde" le da la orientación sobre su con- lógicamente.
tenido, y a la respuesta le da su sustancia viva. Pero Considerándolo con exactitud, no sólo lo vivo, sino
aquí precisamente se encuentra también una medida toda forma que se dé en el tiempo, está en relación
para la crítica de la experiencia religiosa: es falsa con lo posterior. Cuando se produce calor por un
dondequiera que su contenido contradiga el concep- proceso químico, ese calentamiento estaba presente
to auténtico de la causación absoluta; por ejemplo, como posibilidad en el proceso precedente: la posi-
ligando al Creador con el mundo, o incorporándole bilidad se actualiza mediante una causa adecuada, que
al mundo. da lugar a ese efecto. El calentamiento, por su parte,
vuelve a constituir, junto con otros procesos, una es-
tructura de efectividad, que es condición previa para
un nuevo proceso resultante de ella, y así sucesiva-
mente. Esa cadena de causalidades va desde el más
La pregunta planteada, junto con su respuesta, ha pequeño acontecer parcial hasta la aparición del con-
ido "hacia atrás": por el camino del "por qué" y el junto del Universo. Desde un hipotético punto de
arranque, el proceso cósmico de devenir va marchan-
"de dónde", que retroceden en su búsqueda desde
do desde lo dado en cada ocasión hacia sus fases po-
el efecto a la causa. Hay también un camino en
sibles y todavía no reales.
sentido opuesto: "hacia delante": por el camino del
"para qué" y el "a dónde", que buscan su objetivo.
Un árbol florecido es hermoso y lleno de sentido. El modo de pensar propio de la Edad Moderna
Pero esa floración, conforme a su sentido, no descan- presenta aquí una objeción: que la marcha del pen-
sa en sí misma, sino que se refiere al fruto que ha samiento confunde la consecución en la efectividad
de salir de ella; dicho más exactamente, que "debe" de las causas previamente dadas, con una ordenación
salir, si no tomamos esta palabra en sentido moral, del acontecer hacia algo venidero; esto es, que en-
sino como tendencia del acontecer, como esfuerzo tiende la "causalidad" como "teleología". Pero la
por llegar a su objetivo, apoyándose en la situación Edad Moderna rechaza la teleología, porque contra-
de conjunto. También el fruto está referido a a'go dice su voluntad de un mundo autónomo. Pues la
más allá de sí mismo, esto es, a la difusión de las ordenación hacia algo venidero presupone un espíritu
semillas y el nacimiento de nuevas plantas, que vol- ordenador, mientras que su modo de pensar no re-
verán a florecer, a dar fruto y así sucesivamente. To- conoce más que la causación de lo postenor por lo
das las formas y procesos vivos, pues, tienen un sen- precedente.
tido relativo en sí mismos, pero lo trascienden hacia Ese modo de ver, sin embargo, sólo puede enten-

194 195
der la causalidad como efecto cuantitativo, en cuanto rales, ya son algo más que eso, y algo diverso de lo
surgen las magnitudes de los efectos desde las mag- meramente cuantitativo: son ya estructuras.
nitudes de las causas, pues las formas determinadas Dicho de otro modo: ningún proceso, ni aun el
cualitativamente jamás pueden ser producidas por un más sencillo, puede comprenderse en sentido de una
efecto energético sin plan. Sobre todo, es imposible causalidad de mera consecución mecánica. Siempre
entender así la vida. Un proceso como la germina- contiene un elemento de proyecto previo, un plan
ción, el crecimiento, el florecimiento, la fructifica- de conjunto que determina el proceso parcial. Pero
ción, y la nueva germinación resultante de ella, etc., eso está apuntando a un objetivo en su realización.
en un determinado ser vegetal o animal, nunca puede Eso no deja abolido el concepto de causalidad, sino
comprenderse a partir de presupuestos puramente fi- que la causalidad es precisamente esto: la ordena-
sicoquímicos, porque falta para eso todo eslabón ló- ción según la cual se transforma una situación dada
gico intermedio. Por otra parte, si se dice que en la con referencia a otra. No hay en absoluto una cau-
esencia de determinados hechos fisicoquímicos, pues- salidad determinada meramente por la situación de
tos en determinadas condiciones también fisicoquí- arranque. Esa idea representa un empobrecimiento
micas, está el producir esos determinados seres vi- del fenómeno pleno, bajo la influencia de una de-
vos, no se hace sino plantear el problema más atrás. cisión previa de carácter existencial.
Pues si estos datos han de producir esos determinados
seres vivos, con eso se dice que en ellos se encuentra Así, la marcha de realización de lo existente plan-
situada la referencia previa hacia ese resultado cua- tea en todo caso una pregunta. ¿A dónde va? ¿Cuál
litativo, con lo cual volvemos a estar en la teleolo- es el último objetivo de éste y de todo devenir? ¿En
gía... Pero también el tránsito desde una situación qué reside su cumplimiento, qué significa asimismo
primitiva, supuestamente primera, todavía sin estruc- su último final?
turar, sin medida, lugar ni tiempo, hasta las confi- A eso contestan en seguida las mismas objeciones
guraciones resultantes, llegando a la estructura del críticas, sólo que ahora corriendo en otro sentido:
cosmos como hoy lo tenemos, no se puede concebir N o hay ningún objetivo ni fin último, sino sólo la
según una mera causalidad consecutiva. Pues ese trans- cadena infinita de una continuación eterna. La línea
curso representa la aparición de estructuras, y la es- del proceso de devenir no es una recta, sino un círcu-
tructuración es algo más que la consecución mecánica. lo; el conjunto de esos procesos es la esfera del Todo
De ésta sólo podrían resultar formaciones cuantitati- que discurre en sí mismo, en que la presunta rela-
vas de índole sin estructurar, amontonamientos. Más ción de finalidad constituye sólo el otro aspecto de
aún, ni siquiera eso, pues esas ordenaciones mate- la relación de inicio. Ordenar los fenómenos según
máticamente inteligibles que llamamos leyes natu- el "para qué" y "hacia dónde" representa una forma

196 197
de proceder lógico que sólo tiene sentido en el pen- formado, de lo divino constituya la medida con que
samiento mismo como una parte de la existencia del se pueda examinar la experiencia religiosa.
mundo, pero que no lleva más allá de él, ni en sen- Mediante la unidad de ambas direcciones en las
tido de un primer proyecto ni de un objetivo final. preguntas se desarrolla la idea, constantemente reapa-
Pero otra vez —y por el mismo motivo que en la recida en la conciencia religiosa, de que lo divino es
prohibición de preguntar por las causas— algo queda "principio" y "fin", arranque y objetivo, y, por su
velado: que la existencia da la impresión de que, si parte, todo acontecer es un camino desde El a El.
bien contiene sentido por todas partes, éste no al- Ciertamente, esa idea empieza a adquirir su fuerza
canza a justificarse —en este caso, el sentido del mo- de penetración cuando no se dirige sólo al "mundo
vimiento de devenir—. Esta hambre de sentido del ahí fuera", sino también al mismo que pregunta. Su
ser no queda saciada por él mismo; ni siquiera cuan- propio "de dónde" y "a dónde" es aquello por lo que
do la consideración establece conexiones de tan am- pregunta. La participación del que hace la pregunta;
plio alcance. Más aún, ni siquiera se lograría aunque el apremio de un saber sobre el sentido de la vida
el mismo conjunto de la existencia se diese en la vuelve constantemente a añadirse a la pregunta so-
experiencia. El constante devenir y trascender de lo bre las cosas. Siempre es "su mundo" aquello de que
dado en cada caso hacia la situación siguiente debe se trata, aun en lo más ajeno; aun cuando esa refe-
quedar ordenado en definitiva hacia algo que se sitúa rencia no se dé como tal en la conciencia. Así, lo di-
más allá del mundo. vino es aquello de donde viene y a donde va.

Una vez más tiene lugar aquí un esclarecimiento


mutuo. Lo que responde a la pregunta sobre el úl-
4
timo "para qué" y "a dónde", se sitúa donde apunta
la experiencia de lo numinoso en sus diversas formas.
Lo divino queda iluminado y nombrado en cuanto se La cuestión de la fundamentación de la existencia
establece como la instancia que presenta el objetivo, puede ir "hacia atrás" y "hacia adelante"; pero tam-
mejor dicho, en definitiva, como el propio objetivo. bién se puede orientar, por decirlo así, "hacia arri-
El movimiento hacia el objetivo se hace y se realiza ba". Por ejemplo, me doy cuenta de un fenómeno
de modo fidedigno en cuanto se refiere a la impre- desconocido para mí. Observo, investigo, trato de
sión religiosa. Pero el deber consiste en pensar lo comprender. Al principio, se resiste: poco a poco se
divino de tal modo que pueda ser realmente lo que abre, y aparece algo que tiene un carácter especial:
presenta el objetivo y lo es él mismo; y por otro la verdad esencial. La cosa "es", esa verdad "vale".
lado, de tal modo que el concepto, adecuadamente La cosa llega a ser y pasa; la verdad dura, mejor

198 199
dicho, es sobretemporal. La cosa es fragmentaria e in-
des de mi pensamiento como acto concreto real. Pre-
suficiente; la verdad esencial es total y plena. Tan
supone una condición que no se da ni en la cosa ni
pronto como está ante mí, realmente vista y medita-
en el acto. ¿Dónde está esa condición?
da, yo sé que no depende en su validez de que la cosa
esté en orden o trastornada, o completa o inacabada, o La crítica dice: La cuestión no tiene objeto autén-
incluso de que exista en absoluto o no. Asimismo sé tico. Procede del engaño de la metafísica: dicho mas
que, como verdad, no depende de que yo la piense exactamente, de una determinada metafísica, la pla-
adecuadamente o mal, del todo o fragmentariamen- tónica, pues proyecta a lo objetivo y lo real algo que
te, más aún, de que la piense en absoluto. Vale sin sólo es interiormente subjetivo, esto es, de intencio-
condiciones, en sí y por sí, y valdría aun cuando nun- nalidad lógica. Lo que realmente hay son sólo las
ca hubiera habido cosas de esa especie, ni hubiera cosas concretas y el hombre concreto —en el caso de
un hombre que la pensara. ¿Dónde "está" esta que la crítica no siga adelante diciendo: lo que real-
verdad ? mente hay es sólo la relación entre "sujeto cognos-
Dicho de otro modo: experimento en mí una ten- cente-X aludida"—. El entendimiento compara las
dencia elemental a penetrar lo existente de un modo cosas y comprueba en ellas diferencias e igualdades.
especial que no cabe reducir a nada diverso; ten- Esas igualdades las reúne en esquemas abstractos, me-
dencia que yo llamo hacia el conocimiento. Cuando diante los cuales se hace capaz de manejar con el
me encuentro ante un fenómeno extraño, lo perci- pensamiento el grupo de cosas en cuestión y de emi-
bo como cerrado, oscuro, opaco. Entonces comienzo tir expresiones que valen para todas las cosas a él per-
en él una labor de índole peculiar. Le dirijo la pre- tenecientes; de comparar un grupo de cosas con otro,
gunta: ¿Qué ocurre ahí? ¿Cómo, por qué, en qué formando así esquemas de mayor universalidad; y,
relación, etc.? En la medida en que mi pregunta prosiguiendo así, de establecer una ordenación de to-
tenga éxito, se abre el fenómeno, y se hace claro y das las cosas. Pero todo eso tiene sólo un carácter
transparente de modo peculiar, es decir, de modo lógico, mientras que la recién indicada respuesta de
espiritual. El conjunto es un fenómeno primitivo, y la metafísica platónica hace de esto algo existente,
no puede reducirse más. Esta acción la llamo "co- real.
nocimiento"; su sentido, "verdad". Ese transparen- A eso se ha de responder: Para que la teoría del
tamiento no es ninguna función de la cosa misma, conocimiento tenga una base firme, debe apoyarse en
pues tiene un carácter que supera sus posibilidades: lo que le está dado, esto es, en el sentido del proceso
el de la validez, el incondicionamiento absoluto. Pero de conocimiento, tal como se muestra en la conciencia.
por ese mismo carácter supera también las posibilida- N o hay otra base para dar juicios sobre él. Toda duda
sobre ese sentido, en cualquier forma que actúe, pone
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en cuestión la posibilidad misma del pensar. Pero el
mencionado sentido consiste, de manera insuprimible, y que Platón ha designado con el concepto de "lu-
en que algo se hace presente en el conocimiento, gar espiritual" o "racional".
siendo independiente del ser y la voluntad del su- Aquello en que radica la verdad de la cosa está allí
jeto. El hecho de que llegue a tener validez es la adonde apunta la experiencia de lo numinoso. En sí,
verdad. Cuestión aparte es el modo más preciso de es lo Otro; con referencia al lugar, pues, es "lo de
concebirse esta verdad y su relación con lo concreto. más allá". Pero ese "más allá" puede alcanzarse me-
La respuesta de Aristóteles se distingue de la de Pla- diante un movimiento que deje atrás lo de "acá" en
tón : la de la moderna teoría fenomenológica del co- varias direcciones: hacia atrás, como el principio, o,
nocimiento se distingue de la del realismo: pero siem- más exactamente, lo que está antes del principio;
prel a verdad está constituida por la toma de con- hacia delante, como el objetivo, mejor dicho, aquello
ciencia del hecho de que lo que se conoce realmente, que está más allá del objetivo; y también, como lo
como tal, escapa a la subjetividad y es válido. En que está allí donde se encuentra la norma, lo que do-
cuanto se niega esta conciencia y se toma el proceso mina en el sentido, esto es, arriba, o mejor dicho,
de conocimiento como mero juego en funciones ló- sobre toda altura que quepa nombrar.
gicas y sensaciones de aclaramiento cerradas en sí, ya Así queda explicado lo nummoso como la base úl-
no se puede hablar en absoluto de un "conocimiento". tima de la verdad; a su vez, la pregunta por el origen
Por eso, sigue estando ahí la pregunta: ¿ De dón- de la verdad recibe sangre vital y orientación por parte
de procede esa validez? No del propio ente en cues- de la experiencia de lo divino.
tión. Las cosas del mundo son tales que pueden llegar,
como verdad, a la conciencia en el espíritu que las
conoce, pero la posibilidad para ello no está basada 5
en las cosas como tales, pues la verdad tiene una re-
lación normativa con ellas: constituye la medida de Otra cuestión afín a ésta es la que proviene de la
su valor. Sin embargo, esa posibilidad tampoco se vida moral. Mi iniciativa, mi capacidad de actuar, se
funda en el sujeto, pues el auténtico conocimiento ponen en marcha por motivos de la índole más diver-
percibe que se encuentra en una actitud de atender, sa, que le dan su orientación. Entre esos motivos está
no de determinar. Entonces, debe radicar en otro pun- elp lacer: si quieres tener ese gusto, debes apoderarte
to, y con eso a quien piensa se le indica una nueva de aquella cosa. O la utilidad: si quieres alcanzar
dirección: ni "hacia atrás" ni "hacia delante", sino esta ventaja, debes aplicar ese medio. Pero hay tam-
"hacia arriba"; en ese ámbito a que se refiere la ex- bién motivos de otra especie. Su requerimiento no
periencia de la elevación o del respeto ante la altura, dice: si quieres esto, debes hacer eso: sino: debes
hacer esto, indiferentemente de que te produzca gus-
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to o sufrimiento; de que te convenga o te perjudi-
ponsabilidad por el mundo? ¿Y en dónde descansa
que. Esta motivación no es condicionada, sino abso-
la normatividad del bien? También esta pregunta
luta. No depende de nada más, sino que está en sí
lleva hacia "arriba": hacia una instancia absoluta, en
misma. No señala posibilidades, ni recomienda, sino
sentido como en poder, que está allí donde está tam-
que obliga. Y precisamente obliga sólo donde se pue-
bién lo numinoso, y que en definitiva es idéntica
de estar obligado por ella: en la libertad; y de la
con ello.
única manera como puede obligarse a la libertad, esto
Estas dos preguntas, emparentadas entre sí —la pre-
es, por el sentido: lo cual significa que es un deber.
gunta por la base última de la verdad y la del b i e n -
Tal es la exigencia moral: ¿ de dónde surge ?
obtienen su auténtica energía tan pronto como me
La respuesta racionalista dice: Procede de las ne-
las hago, no de modo objetivista, sino existiendo, no
cesidades de la vida anímica; de la estructura de la
a "este" hombre, sino a mí mismo. Entonces pregunto
conciencia espiritual, etc. Eso es justo en muchos
por el sentido de lo uno y lo único, en cuanto me
sentidos, pero no lo dice todo ni dice lo decisivo. Tan
afecta a mí; en lo cual, si bien vale para todos, no
pronto como mi conciencia percibe exactamente la
puedo ser desplazado ni sustituido por nadie: aquello
exigencia, sabe que cruza a través de todas las con-
en que no tengo a nadie a mi lado, en definitiva,
diciones psicológicas, sociales y culturales, y tiene su
sino que estoy solo por esencia: aquello a lo cual
sentido propio: el de la validez moral, el del bien.
corresponde esa significación decisiva que se expresa
Este obliga por sí mismo. Aunque esa obligación se
con las palabras "salvación" y "condenación".
determina más concretamente partiendo de las diversas
conexiones de sentido de la vida, y también resulta ¿Dónde reside esa raíz de sentido de mi existencia?
confirmada por ésta, sin embargo, en sí misma y como ¿Dónde tengo yo mi hogar de la verdad? ¿Dónde
tal, se presenta soberanamente con su exigencia ante "está" la estructura de sentido en cuya luz me abro a
el hombre. mí mismo, volviéndome transparente? ¿De dónde
El bien puede determinarse de dos modos. Uno viene a tocarme la exigencia moral? ¿De dónde recibe
dice: el bien es lo adecuado en cada caso, partiendo esa validez que me liga absolutamente y en que se
de la verdad de las cosas, y lo que me obliga como deciden la salvación o no salvación de mi existencia?
contenido de mi responsabilidad por el mundo. El Y es una validez que no tiene nada que ver con la
otro: el bien es un fenómeno primitivo, que se maní- subjetividad o egoísmo, sino que expresa el hecho de
fiesta y define por sí mismo, y que en cada caso se que soy persona, y como tal, irrepetible; de que el
interpreta partiendo de la situación dada. Pero estas mundo sólo me está dado como polo opuesto de esta
respuestas no son definitivas, sino que llevan a la pre- personalidad mía; y por tanto, todo ser y acontecer
gunta : ¿ De dónde me viene impuesta a mí la res- sólo tiene su sentido juntamente con ella. Así, lo
absoluto, lo divino que alcanzo por el camino de es-
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tas preguntas, no sólo es una magnitud universal-
mente objetiva, sino que me afecta del modo más contradicciones, las manquedades sólo aparecen si to-
personal; es lo definitivo, desde lo cual y con refe- mas con demasiada estrechez el alcance de lo que
rencia a lo cual persisto yo. Tan pronto como esto consideras. Cuanto más alto pongas el punto de
queda claro, las objeciones de la crítica pueden ad- vista, más se disuelven las insuficiencias. Si logras
quirir un peculiar carácter de peligro y hostilidad, y hacer entrar la totalidad en tu mirada y tu sentimien-
puedo darme cuenta de que debo luchar con ellas por ro, entonces verás, o al menos presentirás la armonía.
salvar mi vida, en el más hondo sentido de la pa- O bien: Aquello por lo que preguntas es el conjunto
labra. mismo de las cosas. Tu vida es un trozo de la tota-
lidad : el impulso que hay en ti es una expresión del
impulso del conjunto de la Humanidad; su infini-
tud es una expresión del movimiento del Tcdo, que
no tiene principio ni fin, y que te arrastra a ti tam-
bién consigo. Tan pronto como te obstinas en buscar
Finalmente, todavía otro par ulterior de preguntas,
más allá, te aislas del mundo; más aún, te pones en
cuya dirección va igualmente "hacia arriba" —o "ha-
contradicción con él, y surge la intranquilidad. Pero
cia afuera", según como se perciba en cada caso el
en la medida en que reconoces la unidad universal
lugar de quien habla—. La primera dice: Mi esencia
del conjunto del ser y te entregas a ella, tu vida se
exige cumplimiento. Este lo puedo llamar de diversos
ensancha más allá de la estrecha individualidad. Tie-
modos: desarrollo, satisfacción de valores, cumpli-
nes participación en el Todo, quedas saciado y en
miento, dicha. En todo caso, ese concepto significa
paz... Pero también inversamente: N o hay una ple-
algo que atañe a mi interioridad, exigente de sen-
nitud real. La vida es trágica por naturaleza. No debes
tido. N o me cae desde fuera como algo extraño, sino preguntar por lo que querrías, sino lo que te está im-
que mi esencia está orientada hacia ello y lo anticipa puesto, y en lo demás, renunciar y aguantar. Así te
con su exigencia. N o puedo renunciar a ello, porque engrandeces... Y otra respuesta más: Esa exigencia
de ello depende el sentido de mi vida. Por otra par- es una astucia de la vida para mantenerse en juego.
te, nada finito tiene la plenitud de sentido y el ca- En definitiva, sólo debes ser utilizado; pero se re-
rácter definitivo que pudieran saciar esa exigencia. quiere una ilusión que te haga dócil, para que cola-
Esta exigencia tiene carácter absoluto. Por eso aque- bores. En el caso, pues, de que quieras vivir, debes
llo a lo que tiende debe ser algo absoluto, en valor poner a mal tiempo buena cara; o sacar las conse-
como en poder, en excelencia como en plenitud. cuencias y retirarte... La respuesta más radical: La
¿Qué es lo que me determina y atrae de este modo? vida no tiene sentido en absoluto. Suponer que lo
A eso se podría responder: las desarmonías, las tenga; exigir un sentido; son ilusiones del hombre

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que todavía no se ha hecho responsable y libre. Quien y tan suficiente para el conocimiento como lo es un
lo es, sabe que la vida es sólo lo que hace de ella síntoma natural para una situación empírica de he-
su voluntad... De todas estas objeciones resultaría que cho. Negar ese impulso y su dirección no es crítica
no se puede deducir nada de la exigencia humana de justa, sino artificiosa. Abandona la realidad y trai-
un sentido. ciona a lo humano.
Pero son meras afirmaciones, todas ellas. Ya lo La trascendencia a que lleva esta línea de pensa-
contradictorio de las diversas respuestas muestra su miento, sin embargo, no atraviesa sólo sobre lo obje-
falta de verdad. Tampoco parece que nadie pueda tivamente dado, sino también sobre la fuerza subje-
asumirlas en lo más íntimo suyo, con sinceridad y tiva de su apropiación. Para que tenga lugar un cum-
acuerdo consigo mismo. Por más que pueda hacerlo plimiento auténtico, el contenido absoluto debe dar,
de modo entusiástico, en momentos de gran sensación a la vez, la fuerza absoluta para apropiarse de él. Por
de energía: o en situaciones patológicas, a base de eso, tal línea de sentido lleva también allí a donde
una euforia maniática: o estéticamente, sin partici- apuntan la experiencia religiosa y el carácter simbó-
pación de su persona: o por decisión de la voluntad, lico de las cosas. Más aún, es esencial a la experiencia
en forma de una imposición estoica de sí mismo, su religiosa darse cuenta inmediatamente de que sólo
conciencia íntima habla de otro modo. El impulso lo que en ella se experimenta puede saciar la exigen-
hacia la satisfacción es una prueba auténtica que da cia definitiva de sentido.
la existencia, y por cierto, en el punto más vivo, en
el corazón. La pregunta que se empareja con la que acabamos
En cuanto se entienden adecuadamente la exigencia de mencionar dice así: Yo, que soy persona, debo
vital y el hambre de valores del hombre, le resulta también ser persona realmente; llegar a la conciencia
claro que no se pueden cumplir en la existencia in- de mis deberes y mi responsabilidad; realizar las po-
mediata. Esta no es infinita, ni absoluta; pero preci- sibilidades de mi naturaleza en el nesgo de la vida;
samente lo absoluto es lo que tiene que ser querido. comprender mi destino, aceptarlo y hacerme libre en
Con eso no aludimos a ningún fantaseo sobre lo ili- él. Pero eso no lo logro por mí sólo, sino que la
mitado, a ningún defecto en la disposición a compla- claridad de mi propio Yo solamente se despierta en
cerse en lo honradamente dado, sino más bien a ese el encuentro con los demás. Sólo vivo completamente
trascender lo finito, que forma parte de la manera de como Yo mismo cuando me encuentro con el T ú que
ser del hombre. El hombre, como dice Pascal, es, de se me presenta. Ese Tú, ante todo, es la persona con
modo insuprimible, ese ser que se eleva infinitamen- quien tengo obligación o a la que quiero. Pero la
te por encima de sí mismo, y esa exigencia es un exigencia de ligazón personal atraviesa más allá de
síntoma que evidencia tal hecho, de modo tan real ella; mi auténtico T ú debe ser absoluto, y la más

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importante ayuda de la persona querida consiste en por esa misma referencia interior: tal como la luz
remitirme hacia ese Tú. ¿Dónde está? es garantizada por la organización del ojo, que no
También contra esta marcha de ideas se levantan podría ser así si no hubiera luz. El análisis de la
objeciones: Que en vez de arriesgarse a la entrega persona muestra que ésta sólo puede existir con re-
a la persona que se nos presenta, dándole la última ferencia a la persona absoluta, llamada por ella y
fidelidad, el corazón se vuelve desmesurado, y eleva contestando a ella; pero esa persona absoluta está
la exigencia hasta el infinito, es decir, hasta algo que donde está lo numinoso.
en definitiva no produce compromiso... O : que el
corazón no está saciado, y en vez de amoldarse con
honradez y cordura al destino terrestre, hace de su
necesidad una virtud problemática, y se crea un sus-
titutivo en el más allá, etc. Se podrían nombrar todavía otras trayectorias de
Pero no es así. Algo de esto puede intervenir, pues pensamiento que interpretan conceptualmene la ex-
el hombre es un conjunto, y en su vida todo está. periencia religiosa. Entre ellas hay que destacar una
enredado en todo. Pero en lo más profundo, no se en que están en interacción diversos elementos. Su
trata aquí de algo subjetivamente arbitrario, sino de formulación plantea alguna dificultad, porque las
algo esencial. Aquí no se construye un Tú exigido experiencias que se tienen que captar en ella son de
a partir de una necesidad individual, sino que la per- índole más sutil. Sin embargo, parecen desempeñar
sona se percibe como algo que por esencia está re- un papel esencial en la conducta religiosa —espe-
ferido a otra cosa: su ser-yo es el hecho básico por cialmente en los actos de la comunicación y de la
esencia. Pero igualmente fundamental es también el interpretación interiores—; de modo que intentare-
otro hecho: que el ser-yo es un fenómeno en corre- mos descubrirla como sigue.
lación con el Tú correspondiente. Ahora bien, en el Lo que se llama "Naturaleza, consiste en cosas
acontecer de la finitud, basta el Tú que nos encon- y procesos, materias y energías, relaciones y cohe-
tramos para despertar el Yo en somnolencia hacién- rencias de leyes. Estos datos son impersonales; si
dolo Yo actual, pero no basta para fundar la deter- bien pueden designarse, no se les puede interpelar
minación ontológica para el ser-yo. El ser-yo es idén- por su nombre. Ante estos hechos, quien los percibe
tico con la esencia del hombre, esto es, con su con- siente una peculiar perplejidad: no sabe cómo debe
dición de criatura, y se refiere a algo más allá de todo comportarse en la existencia respecto a ellos. Parece
encuentro posible dentro del mundo. La realidad del haber dos posibilidades.
Tú absoluto, por tanto, no está inventada sobre la Según la primera, el hombre sitúa decididamente
base de ninguna necesidad, sino que es garantizada las cosas en la condición de lo impersonal, del "ello";

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o sea, de ese ente al cual no se dirige un nombre, puede dirigir la palabra a Dios. Es Aquel a quien
sino una relación. N o tiene pretensiones de esa aten- se puede llamar desde toda cosa y todo acontecer de
ción que se expresa al llamar con un nombre. N o le la Naturaleza: en cada caso, tal como esa cosa nos
corresponden valores ni finalidades en sí mismo; más lo presenta. Esa experiencia se expresa sobre todo
bien, puede usarse como medio para un fin, sin con- en la poesía religiosa; pensemos, por ejemplo, en
travenir a su sentido. Ello puede llegar a esa falta de los Salmos, en que las cosas reciben una intensifica-
respeto que caracteriza la actitud técnica, en tanto ción, por la cual habla Dios, pero también, en sen-
que ésta no ha encontrado su sentido ético, sino que tido inverso, el hombre habla a Dios. Aquí el hom-
se cree obligada solamente a la relación de finalidad. bre le percibe como Aquel que es a quien se ha de
La consecuencia es una barbarie, tal como se hace llamar, en absoluto. Quien con piedad diga simple-
visible históricamente en las primeras fases de la evo- mente "Tú", le nombra así a El. Igualmente le nom-
lución técnica; pero también tiene lugar en la vida bra quien dice: "Tú, el que das esencia y ser a esta
del individuo, en cuanto pierde conciencia del carác- cosa". Por tanto, no es sólo despreocupación, sino
ter de creación de las cosas. Esa falta de respeto hacia también signo del olvido de una verdad, que el hom-
la cosa, a la que no se llama, tiene una antivalencia: bre, en momentos de asombro o de conmoción, diga:
esa sensación de extrañera, incluso, de incomodidad "¡Dios mío, qué bonito!", o "¡Dios mío, qué es-
que se abre paso en situaciones psicopáticas, hacién- panto! ".
dose evidente en muchas obras de la literatura y el También aquí coinciden una exigencia racional
arte plástico de hoy. —que el mundo ha de ser objeto de responsabilidad,
La otra posibilidad es la animista o mítica. En ella, pero que él mismo no es capaz de ello— y una exi-
el hombre personifica las cosas y fuerzas de la Na- gencia religiosa —la presencia divina en cada cosa—,
turaleza. Las ve como seres o semiseres que tienen interpretándose recíprocamente.
iniciativa y exigen veneración. Con la progresiva ra- En relación con esta trayectoria de pensamiento
cionalidad desaparece esa actitud de la vida común. •—tan en relación, que muchas veces se confunde con
Pero se encuentra todavía en la psicología del niño, ella— está lo siguiente: Al hombre le toca habér-
en el arte, en el sueño y en los síntomas de la neu- selas con las cosas. Las reconoce: encuentra en ellas
rosis. exigencia o riesgo; las hace objeto de trabajo pro-
Ambas formas de proceder fracasan ante esa di- fesional o creativo. Ellas le llevan a diversas experien-
ficultad que procede del carácter del ser de la Na- cias, y se le hacen materia de su destino. Pero en
turaleza. Pero aquí puede ponerse en marcha esa ex- todo se hace perceptible la pregunta: ¿Cómo están
periencia en que el hombre religioso se da cuenta ahí estas cosas? ¿Con qué derecho? ¿Bajo qué res-
de que en las cosas y procesos de la Naturaleza se ponsabilidad? Evidentemente, no subsisten por de-

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recho propio. N o son responsables de sí mismas. su camino vital o sobre la Historia, si Le vemos en
Entonces ¿están ahí meramente, como "azares"? La el lugar donde el hombre puede preguntar con dere-
Edad Moderna ha respondido mediante el concepto cho y recibir respuesta a la pregunta de por qué le ha
de Naturaleza. Según éste, es la Naturaleza la que ido como le ha ido. Entonces Dios —si es lícito ha-
produce el fenómeno en cuestión, lo ordena y res- blar así—, manifestará al hombre por qué ha creado
ponde de él. Pero son pseudoconceptos, pues "la Na- así el mundo, y lo ha llevado por el camino que ha
turaleza" no es capaz de nada semejante. De ella, en recorrido.
su conjunto, surge la misma pregunta que de la cosa Se puede tener la opinión de que esas formas de
aislada. la pregunta a Dios, así como también las respuestas
Esta pregunta puede llevar igualmente a una ex- adquiridas sobre la base de la experiencia correspon-
periencia religiosa. En ella el hombre se percata de diente, están ya contenidas en aquellas que hemos
que es Dios quien responde del mundo. Responde presentado antes: por ejemplo, en la idea de que
de que exista; de que sea como es, y de que sea Dios es la persona en absoluto, que ha creado al
bueno tal como es. Por eso también se le puede hombre introduciéndole en el diálogo existencial con-
preguntar por qué un hecho resulta de un modo o sigo mismo. Eso sería cierto, pero sólo en un sentido
de otro, y cómo tiene pleno sentido tal como ha re- abstracto. En realidad, las preguntas indicadas, tal
sultado. Esa pregunta emerge en el apuro de un duro como aquí se han formulado, desempeñan un papel
destino, o en la experiencia de una coyuntura espe- importante en la vida religiosa. Mediante ellas, el
cialmente propicia. Puede quedar sin auténtica res- hombre busca lo auténtico en la inautcnticidad de las
puesta, arreglándoselas con hipótesis racionales; el cosas; busca la justificación en su mera efectividad.
hecho de que tan a menudo ocurra así es una razón
por la cual la vida parece incomprensible, y aun hos-
til. Pero puede también recibir respuesta, en cuanto 8
se hace notar tras la cosa o el hecho una instancia
que lo dispone y sostiene. En el Antiguo Testamen- Los modelos hasta ahora presentados de dar una ex-
to hay un libro entero que expresa esa pregunta, el presión racional a la experiencia religiosa, parten todos
Libro de Job: La razón de los amigos de Job, he- del mismo hecho: de que el hombre y el mundo son
rido por la suerte, no sabe dar respuesta a sus pre- finitos: y por tanto, no están en condiciones de fun-
guntas ; sólo se logra darla cuando la sagrada realidad damentar su sentido ni su realidad a partir dq sí
de Dios se eleva tras las coyunturas del destino. mismos.
Comprenderemos adecuadamente el juicio de Dios, La Edad Moderna ha emprendido una gran tenta-
manifestado por la Revelación, sobre el individuo y tiva para superar esa imposibilidad y mostrar que esa

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finitud es absolutamente capaz de sustentarse a sí
misma. Con una peculiar inversión del sentimiento, metodológicamente de la pregunta sobre el motivo de
incluso ha querido encontrar en ella la base de sen- obligación del bien; en realidad aparecen juntas. Qui-
tido no sólo suficiente sino plenificadora. Por ejem- zá se debe decir, incluso, que siempre es el conjunto
plo, el pensamiento de Federico Nietzsche culmina entero de las trayectorias de pensamiento lo que ex-
en la tesis de que si el hombre reconoce esa finitud plica la experiencia religiosa.
como lo único real y pone ahí su vida en juego, en- Pero por lo que toca a la fuerza de convicción de
tonces la finitud se romperá dando lugar al Super- esas trayectorias de pensamiento, se hace necesaria
hombre, capaz de crear el auténtico mundo, por fin una distinción: a saber, entre la cuestión de si son
perfecto. Pero esta tesis, como idea es falsa y como correctas como movimiento lógico del pensar, y la
acción es imposible. La existencia del hombre no pue- cuestión de en qué circunstancias convencen de modo
de descansar solamente en lo contingente finito. La vivo, esto es, llevando a una auténtica relación reli-
economía de su vida requiere el elemento del abso- giosa con Dios al hombre que las realiza.
luto como norma, valor y garantía. Si desaparece de A la primera hay que decir: Si no se atraviesan
ella tal elemento, tiene que convertirse en una vida presuposiciones filosóficas, y por otra parte, la dis-
sin reposo, insegura y sin obligación, y el hombre posición anímica no está fatigada, ni es escéptica ni
se arrojará en brazos del poder, del totalitarismo es- relativista, entonces la marcha de pensamiento va
tatal, como sucedáneo. coherentemente desde el conocimiento de qué es lo
absoluto hasta la comprensión de que debe haber un
A la pregunta de cómo adquieren validez en la absoluto que fundamente esta existencia. La conclu-
vida religiosa concreta las diversas trayectorias de pen- sión es tanto más clara cuanto más fuerte sea la expe-
samiento, hay que decir que aquí se establece una riencia de la finitud y más evidente la conciencia de
especie de afinidad electiva, según la cual las diversas que es imposible una pura finitud subsistente en sí.
estructuras de carácter perciben una u otra de esas Más difícil de responder es la otra pregunta: esto
líneas como especialmente convincente. Pero en ge- es, si la trayectoria de pensamiento lleva al hombre
neral no será una única marcha de pensamiento la hacia Dios de tal modo que al final no haya sólo un
que sustente la convicción, sino que en cada caso mero juicio de asentimiento lógico, sino una convic-
actúan varias conjuntamente, Así, la pregunta diri- ción religiosa, que se desarrolle en veneración, con-
gida al "hacia atrás" lógico, sobre el origen, provoca fianza y obediencia, en actos de trato interior, de ora-
por sí misma su eco, esto es, la pregunta dirigida ción, de culto. La discusión, tan viva en la segunda
"hacia delante", hacia el objetivo. La pregunta sobre mitad del siglo xix y a principios del xx, sobre la sig-
la base de validez de la verdad sólo se ha de separar nificación de las pruebas de la existencia de Dios,
resultó perjudicada, tanto por parte de sus críticos
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como de sus defensores, al mezclarse a menudo ambas
mundo" tiene la propensión a presentarse como "el
cuestiones. Es absolutamente posible que uno com-
todo" ante nuestro sentir. Se quiere, pues, una ten-
prenda la marcha lógica del pensamiento, y no pueda
presentar ya objeciones; más aún, que la considere dencia y una ayuda para ver el mundo como efecti-
concluyente, pero a pesar de todo deje a un lado el vamente fragmentario, y poderlo trascender buscando
resultado y no llegue a una relación religiosa. Para el Todo. Precisamente eso es lo que realiza la expe-
que esa marcha de pensamiento no sólo tenga evi- riencia de lo "Otro" numinoso. Hace evidente de
dencia lógica, sino fuerza de convicción personal, debe qué especie debe ser lo que se busca, por qué camino
haber, además de la evidencia de la finitud de la hay que buscarlo, y así sucesivamente *. Sólo la ex-
existencia, también una auténtica experiencia reli- periencia religiosa logra que la "demostración" se
giosa, y el hombre que piensa debe haberse penetra- ponga en marcha y vea la dirección por dónde
do vivamente de la realidad religiosa en algún lugar debe ir.
de su existencia. Pero con eso no se dice en absoluto
que las trayectorias de pensamiento que llevan a Dios Lo que se dijo antes sobre el significado que tiene
sólo tengan validez para quien ya crea en El, sino la experiencia religiosa para la fuerza de convicción
que les corresponde una adecuada experiencia de he- de la trayectoria de pensamiento dirigida hacia Dios,
cho, como a toda trayectoria de pensamiento; algo adquiere un carácter especialmente apremiante en
"dado", sobre lo cual se ponga en marcha la secuen- nuestra época actual. Pues no hay que desconocer
cia de ideas, y por lo cual quede situado en su di- que en el hombre moderno está menguando la capa-
rección. cidad de sentir. Cierto es que cada vez capta más nu-
El contenido objetivo captado por la experiencia merosos objetos para elaborarlos; que cada vez en-
es aquí de índole peculiar. Ante todo, consiste en el cuentra más personas, poniéndose en relación con
hecho de que el mundo no puede entenderse por sí ellas. Así, afluye a su vida una cantidad constante-
mismo, sino que más bien alude a algo diverso, de lo mente creciente de materia prima de mundo, del
cual puede recibir su sentido pleno. Expresado de mismo modo que adquiere una relación cada vez más
otro modo, consiste en el hecho de que el mundo es completa con el mundo como conjunto. Pero el modo
un elemento parcial y exige, a quien lo percibe, en-
contrar aquello sin lo cual no llega a ser una totali- * Más difícil, naturalmente, es el problema cuando
como se apuntó más arriba, surge la duda sobre si real-
dad de sentido. Para satisfacer a esta exigencia, sin
mente ese "Otro" es "de otro modo", y no vuelve a ser
embargo, se requiere una iniciativa de índole diversa "mundo" a su vez, esto es, incapaz de presentar esa to-
que cuando dentro del mundo se busca lo restante talidad real que se busca. Esa dificultad forma parte de lo
a partir de un fragmento de estructura, pues "el que se dijo antes sobre la problematicidad de la experien-
cia religiosa.
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como lo percibe todo esto, pierde en intensidad; se
persona que los encuentra, en definitiva está cirnen-
hace más tenue su impresión de la realidad; se de-
tada en ese elemento, precisamente. Lo que le hace
bilita su sensibilidad para percibir la fuerza de sentido
asombrarse, y tomar algo en serio, y quedar arre-
de las estructuras del ser. Con eso no se quiere decir
batado, es ese elemento. Cuanto más se retrocede en
que tome menos interés en lo que encuentra: por el
la Historia, más escasa se hace la cantidad de las
contrario, el estar interesado es un carácter básico de
cosas vistas y usadas, pero más intensa la impresión
su relación con el mundo. En razón inversa a esto se
que hacen, y ello porque crece su valor numinoso.
encuentra, sin embargo, la auténtica participación,
La experiencia de ese valor es lo que da su profundi-
anímica y espiritual, en el objeto. Cuanto más va a
dad de sentido a las ideas primitivas sobre el mun-
él, cuanto más a menudo se siente interesado, menos
do; es también la que se manifiesta en la base prístina
lo toma en seno y más deprisa lo olvida.
del lenguaje, en las raíces de las palabras, dándoles
El enfriamiento del sentir significa una mengua
carácter sagrado —esta expresión no es demasiado
de la capacidad de percibir como tales los valores y
fuerte—. Pero su intensidad mengua constantemen-
las ordenaciones de valores. Eso atañe sobre todo a los
te. La impresión que hacen las cosas se vuelve cada
valores existenciales: al sentido de la existencia en
vez más "profana", y por tanto, más tenue en reali-
su multiplicidad; a la altura y norma de la obliga-
dad, y más pobre en significación. El hombre sabe
ción : a todo lo que afecta a la irrepetibilidad e in-
cada vez más sobre la Naturaleza y la historia, pero
violabilidad de la persona; a la libertad, honor y
pierde en esa misma medida el contacto vivo con
decencia. Quien mira al presente con deseo de ver,
lo que existe. Su lenguaje se hace objetivamente más
observa que la experiencia de estas cosas pierde cons-
exacto, pero a la vez más abstracto y más meneste-
tantemente en fuerza y univocidad. También se de-
roso en contenido de mundo. Pierde la conexión con
bilita la mirada para ver el carácter simbólico de las
las raíces sagradas y tiende a convertirse en un me-
cosas; para ver los estratos en la significación de un
dio de comprensión puramente determinado por su
fenómeno; para ver alusiones que vayan más allá
finalidad. Las causas de este proceso, sobre todo, son
de lo empírico inmediato.
las grandes cifras que adquieren vigencia en la vida
Sobre todo, es importante para nuestra cuestión
humana: cuanto más a menudo se hace una expe-
el hecho que antes hemos mencionado a menudo, de
riencia y se expresa, más somero se vuelve su conte-
que también se va quedando embotada la sensibi-
nido y más fugaz su experiencia. Cuando más fre-
lidad para el elemento numinoso de la existencia.
cuentemente cambian las impresiones, más superfi-
Y si se examina, por su parte, el modo de adquirir
ciales tienen que resultar. En la misma dirección ac-
efectividad los valores, se echa de ver que la capa-
túan la racionalización y la mecanización. Lo meten
cidad de las cosas y hechos para impresionar a la
todo en esquemas y senes, favorecen el transcurso de
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los procesos de la vida y disminuyen la posibilidad de
que el acontecer llegue a ser auténtica experiencia ante la dignidad del Estado, conciencia de la invio-
pasando más allá de la mera toma de conocimiento. labilidad de la persona, etc. Para nuestra cuestión.-
La fuerza y la profundidad del sentir está en razón ¿cómo, en este mundo de experiencia numinosa ca-
inversa a la multitud de lo que se presenta y a la da vez más débil, puede surgir una auténtica exi-
facilidad con que ello ocurre. La "masa", que hoy gencia hacia Dios, cómo puede formarse una autén-
cada vez se hace más importante, no es sino la mul- tica convicción religiosa, cómo puede desarrollarse
titud de individuos, cada vez más pobres en senti- una relación viva con El? Esta cuestión no parece
mientos, y por tanto, con menos contacto con las de- haber sido vista todavía en todo su apremio. Por lo
más personas y las cosas; del mismo modo que la regular, se enjuicia moralmente, y se habla de falta
cultura de masas es esa multiplicidad de cosas y or- de fe y de mundanización; o de modo racionalista,
ganizaciones que no brotan de una participación in- atribuyéndola a falta de instrucción, mientras que
terior, sino que se establecen de modo calculado y las causas son mucho más elementales.
maquinal. Pero la Revelación nos enseña que el hombre pue-
Claro está, esa relación también actúa a la inver- de encontrar siempre, y hoy también, el camino a
sa. Si se ha de reconocer y poseer y producir y or- su salvación. La idea, muchas veces expresada, de
ganizar todo lo que es objeto del creciente consumo que la época actual vive en un abandono objetivo
cultural, entonces no se puede percibir de modo pro- por parte de Dios, de que Dios se ha retirado de
fundo. El adelgazamiento y enfriamiento de lo aní- ella, puede convenir a la mitología de un Hólderlin,
mico forma precisamente el presupuesto previo para pero está prohibida al creyente. Nuestra pregunta
que se pueda realizar algo tan inaudito. De igual no puede sino decir: ¿De qué modo es ese conoci-
modo, irrumpe la idea de que, con su creciente en- miento de Dios que hoy es posible? Más tajante-
friamiento, la vida se prepara a catástrofes que tie- mente : ^ De qué modo son ese conocimiento de
nen que surgir en el transcurso de tal evolución. Dios y ese asentimiento a Dios que se encomiendan
Aquí se da una relación mutua, en que, en cada oca- precisamente a nuestra época y sólo pueden ser rea-
sión, un elemento da lugar y presupone al otro. lizados por ella? ¿Cómo puede llegar a una auténti-
ca experiencia religiosa el hombre que vive hoy? ¿Y
Todo ello lleva a la cuestión de cómo, en tales cómo puede abrir un camino de pensamiento hacia
condiciones psicológicas, pueden llegar a tener lugar Dios que le inspire confianza, partiendo de la expe-
ulteriormente esas tomas de posición en que descan- riencia que le es posible honradamente? Parece co-
sa nuestra existencia personal: relaciones auténticas mo si esas preguntas no se tomaran con bastante
entre persona y persona, asentimiento y obligación sensatez, pero tampoco con bastante ánimo.
Es posible también que la marcha de pensamien-
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to esté clara, que se haya adquirido experiencia reli-
giosa, pero que a pesar de eso no se esté en condi- denación del hombre hacia Dios y una exigencia ín-
ciones de dar el paso a la convicción personal, el anu- tima de El; todo aquello a que se refiere San Agus-
damiento de la fidelidad al Dios real; y ello porque tín cuando habla de la intranquilidad del corazón,
se pongan por el camino obstáculos interiores. Por que lleva hacia Dios; y, por otro lado, la diferencia
ejemplo, se le puede hacer evidente, a quien lo pien- msuprimible entre Dios y el ser finito. Una distin-
sa, que si da ese paso debe cumplir ciertas exigen- ción que, yendo más allá, se puede concretar en to-
cias morales. Si no quiere hacerlo, entonces todo das las formas de la huida y la resistencia que se
queda en suspenso; suponiendo que esa resistencia hacen evidentes a la luz de la Revelación como ce-
interior, con el tiempo, no oscurezca la propia com- guera y rebelión del corazón. El cumplimiento defi-
prensión adquirida, y toda la situación se tuerza ha- nitivo de la entrega representa, por tanto, una deci-
cia lo negativo. Los obstáculos pueden ser de índole sión, una puesta en nesgo, más aún, un "salto".
psicológica; por ejemplo, que partiendo de la evo-
lución individual, de experiencias humanas, de con-
venciones que causen aversión, se produzca un mie-
do, o se concrete un rechazo anímico, que el hom-
bre no sea capaz de superar. Todo ello nos da oca-
sión una vez más para subrayar la diferencia que hay
entre la comprensión intelectual, por un lado, y el
establecimiento de una convicción viva, por el otro.
Este segundo elemento introduce en el problema
todo lo que forma la estructura personal, la relación
interpersonal, etc.
Por lo demás, aunque la marcha lógica de pensa-
miento sea muy clara, y la conciencia de su adecua-
ción sea muy justa, siempre sigue habiendo un abis-
mo entre el último "por consiguiente" teórico y la
ligazón personal de sí mismo. Así, ésta contendrá
siempre un elemento de entrega en nesgo, que no
se puede suprimir por ninguna lógica. Debe superar
la antinomia que se da una vez y otra entre lo finito
y lo absoluto. Eso representa, por un lado, una or-

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lo sagrado de lo mundano; como lo que llama aparte,
lo que desprende, lo que invade y transforma religiosa-
mente, se distingue de aquello que liga y mete den-
tro del mundo; como lo que juzga se distingue de lo
que debe dar cuentas. Pero, por otra parte, eso defi-
nitivo vuelve a estar emparentado con el mundo, pues
condiciona su realidad, fundamenta su contenido de
sentido, contiene la respuesta a sus preguntas, da el
El concepto de Dios objetivo a su movimiento de sentido, es lo auténtico
respecto a su inautenticidad. Por eso puede volver
a ser nombrado por parte del mundo.
1 La determinación así hallada constituye el núcleo
del concepto de Dios. Resuelve el problema del ser
De esa trabazón mutua de experiencia y trabajo finito remitiendo ese ser a una base suficiente; la
teórico, sobre la cual hemos hablado en lo anterior, experiencia religiosa, por su parte, da a esa base un
surge el presentimiento, la exigencia, la certidum- contenido específico y da su carácter decisivo a la
bre de algo definitivo, supremo, más allá del mundo. marcha de pensamiento. Por otro lado, el núcleo de
Constituye su "de dónde" y su "a dónde": la base contenido de toda experiencia religiosa queda acla-
de la comprensión posible para el hombre; la posi- rado lógicamente mediante esa mencionada marcha
ción de arranque de la exigencia moral que se le plan- de pensamiento, poniéndola en relación con el
tea; el objetivo de su exigencia de plenitud; el T ú mundo.
definitivo para él, y lo último a que cabe llamar;
conceptos que interpretan eso que la experiencia
El concepto de Dios se sigue construyendo a par-
capta como lo "Otro" sagrado, recibiendo asimismo,
tir de aquí. Lo absoluto es esa instancia que funda-
de esta experiencia, vida y garantía interior.
menta los diversos aspectos y terrenos de la finitud,
Eso que está en el allende es "más" que el mundo, manifestando de ese modo aspectos de su propia
"diverso" de él, "por encima" de él, "dentro" de él. plenitud de sentido. Es absoluto, en cuanto que crea
Pero ello no sólo según el grado de cantidad, como a todo ente en esencia y realidad, manteniéndole y
lo grande respecto a lo pequeño; tampoco según la justificándole en su sentido; en cuanto ordena todo
ordenación, como la causa respecto al efecto; y tampo- devenir y todo acontecer hacia un objetivo, y lo
co según el rango metafísico, como lo personal respec- recibe allí; en cuanto establece la validez de la ver-
to a lo que es cosa; sino más bien tal como se distingue dad y el bien, dirigiendo hacia allí cuanto aconte-

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ce; en cuanto es el Yo, en absoluto, y se presenta midad e intocabilidad, capacidad de comunicación y
como Tú al Yo finito del hombre. poder para dar felicidad, lejanía y misterio, proximi-
Por otro lado, es lo sagrado por esencia, y, frente dad y familiaridad, etc.
a todo lo que se llama "mundo", es lo otro, lo re-
servado, lo misterioso. También ese carácter sagra- La idea de Dios como conjunto no se puede captar
do se define en cada ocasión en el territorio fie exis- en ninguna determinación: no es posible una deter-
tencia donde se hace la experiencia religiosa, así como, minación para su núcleo conceptual, esto es, el ca-
recortándose contra ello, determina esa salvación que rácter absoluto y sagrado: lo primero, a diferencia
procura. Con ello el concepto del Absoluto se desplie- de lo finito; lo segundo, a diferencia de lo profano.
ga en el de la sagrada base y meta prístina; de la Pero tan pronto como este núcleo se pone en rela-
verdad y bondad sagradas; de la personalidad sagra- ción con la existencia, hace surgir de su síntesis, con
da que exige respeto y da compañía; de lo único que vistas a la existencia, u n elemento en correspondencia
es de confianza, lo único que depara participación y con otro.
otorga satisfacción. N o se ha de limitar por adelantado la cantidad de
Ulterior despliegue recibe el concepto de Dios, me- elementos que se manifiesten de esc modo. Quizá se
diante una serie de expresiones que resultan de la puede decir que ello ni siquiera es posible, a pesar
cuestión de lo que debe ser propio del ser absoluto de tantos intentos acumulados; en absoluto, si se
para que pueda cumplir esa fundamentación de todo añade también la Historia como terreno de arranque
lo finito; así por ejemplo: señorío en sí mismo y para la experiencia y la trayectoria de pensamiento.
frente a todo ser; omnipotencia y capacidad inventiva El caso ideal sería que la idea natural de Dios se des-
como requisitos de su creatividad; saber y sabiduría arrollara con referencia al conjunto de lo existente y
como condiciones para establecer el objetivo; esencia a la abundancia de su contenido: pero eso no se
de verdad y conocimiento prístino, que fundamenten puede realizar. Hasta q u é punto se aproxime al ob-
la validez de la norma de bondad; plenitud personal jetivo la forma que logre en cada ocasión, depende
y libertad para dirigir su atención, de modo que así de la amplitud del terreno de puesta en marcha, de
sea el auténtico Tú de toda persona finita; pureza de la agudeza y capacidad de diferenciación en la mira-
intención y fuerza de responsabilidad, para que pue- da sobre el fenómeno, d e la originalidad y sensibili-
da responder del sentido y coherencia del mundo. dad del órgano religioso. Por eso, en cada ocasión,
Por otra parte, todas esas relaciones y desarrollos en según los presupuestos específicos bajo los cuales lo
que se expresa la riqueza de sentido del ser sagrado. piensa un pueblo o u n a época, o también un indi-
Ahí se manifiesta a la experiencia una gran abundan- viduo o una época de la vida, es posible una gran
cia de valores específicamente religiosos, como subli- diversidad en el modo d e representarse a Dios.

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Es inmediatamente obvio que en cada ocasión den ser sus condiciones previas la mera purificación
asume un carácter diverso. Un temperamento tran- de la intención religiosa, el ahondamiento de la vida
quilo, inclinado a la concordia, percibe y piensa a moral y la clarificación racional de la idea de Dios.
Dios de modo diverso que un temperamento apa- La historia de la religión muestra, en todo caso, que
sionado y luchador; una persona de especiales dotes incluso en los niveles más elevados de cultura han
racionales, de modo diverso que quien tiene su cen- penetrado en ella elementos negativos. Un examen
tro de gravedad en el sentimiento. La representación realmente independiente de la idea espontánea de Dios
de Dios en un pueblo nómada se diferencia de la sólo se hace posible desde la Revelación.
que hay en una población ciudadana; la de una
cultura primitiva, de la que hay en otra posterior,
racionalizada y tecnificada; y así sucesivamente. Esta 2
diversidad tiene también pleno sentido, pues el hom-
bre exige encontrar un hogar en lo divino con su vida La crítica de la idea natural de Dios penetra más
personal. hondo mediante la cuestión de si es posible en abso-
Pero en cuanto que la Revelación no da ninguna luto captar lo absoluto sagrado, con imágenes y con-
norma obligatoria, y la experiencia y el pensamiento ceptos que procedan del ámbito de lo finito terrenal.
tienen libre juego, también las condiciones históricas Por ejemplo, una de las cosas que se dicen sobre Dios
y psicológicas pueden menoscabar la idea de Dios: es que es todopoderoso. Los elementos de esta afirma-
superficializarla, o exagerarla, o deformarla. En este ción proceden de experiencias naturales, por ejemplo,
sentido, cabe hablar incluso de una patología de la que quien lo dice tenga una posición influyente, pue-
idea de Dios; y se hace apremiante la cuestión de los da producir efectos, y experimente así lo que es el
límites en que este influjo puede dañar al núcleo, poder. Entonces, si quiere determinar cómo es Aquel
esto es, poniendo en cuestión su carácter absoluto y que ha creado cuanto existe, lo hace con estas frases:
sagrado. Así, por ejemplo, pueden aparecer elementos Dios es poderoso, más poderoso que todo ser finito;
que contradigan a la norma ética: por ejemplo, si la tan poderoso que lo puede todo, incluso llamar a lo
Divinidad aparece como cruel, pérfida, envidiosa o de no existente a que exista; esto es: Dios es todopo-
algún otro modo destructor; si va a parar a una re- deroso. Entonces, quien así dice ha liberado de toda
lación con el mundo de lo vital que ponga en cues- limitación su experiencia humana del poder, situán-
tión su dignidad, etc. dolo en esa medida, o mejor dicho, elevándolo sobre
Ciertamente, aquí no podemos entrar en hasta qué toda medida, tal como exige lo absoluto: Dios es
punto es posible una crítica de la religiosidad natural absolutamente poderoso. Pero ese concepto obtenido
partiendo sólo de ella misma; hasta qué punto pue- de lo finito ¿puede en modo alguno trasladarse al

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ser absoluto? ¿No es algo sin sentido? Expresado en
el otro contenido de experiencia: que ese poder está
forma religiosa, ¿no es algo blasfemo?
limitado: contenido que se obtuvo al notar que la
En seguida está claro que quien así dice no puede
propia voluntad sólo se hacía efectiva hasta cierto
obrar de otro modo. Así se encuentra ante la alter-
nativa de callar, o bien sea por reflexión concienzuda, punto. Finalmente, se da también el elemento del
o por respeto religioso —y no sólo callar exterior- ser, que está en la palabra "es" y que recibe su con-
mente, sino también por dentro, renunciando así al tenido por la experiencia de la realidad ajena y pro-
pensar en absoluto—, o bien de encontrar una forma pia. La expresión de la omnipotencia, entonces,
de utilizar sobre lo absoluto los datos finitos de modo aplica a Dios los mencionados contenidos, al poner
adecuado religiosamente, y con pleno sentido noéti- como base el concepto del poder; negando la limita-
co. Se dice, partiendo de las posiciones más diversas, ción con referencia a ese concepto, y afirmando por
que esto último no es posible. Los que así afirman, sin tanto la ilimitación; y por fin, con aplicación del
embargo, no sacan las consecuencias: no callan en concepto de ser, afirmando el poder ilimitado, esto
absoluto sobre Dios, pues también la negación es una es, absoluto, como algo real en Dios. Pero todo este
expresión. La afirmación de que no es posible llamar proceso de pensamiento descansa en la presuposición
todopoderoso a Dios, porque el concepto de poder de que el mundo tiene en Dios la base de su esencia
procede de la experiencia natural, en todas las palabras y de su realidad: y ese hecho de estar basado no sig-
está usando conceptos obtenidos de esta experiencia nifica una mera causalidad abstracta, sino un carácter
—incluso en la afirmación en general de que algo no de prototipo en su contenido. En el primer caso, en
sea posible, pues sobre la posibilidad o imposibilidad efecto, Dios estaría con su obra en una relación de
sólo sabemos hablar a partir del dominio de lo fini- incomparabilidad cualitativa; en el segundo, por el
to—. Pero si se llega al fondo de esa objeción, se com- contrario, se hace posible una comparación: el poder
prueba que por lo general suele tener un motivo psi- del ser finito es un reflejo del suyo: tiene con el po-
cológico —quizá no consciente de sí mismo—. Pre- der de Dios una relación de traslado del poder abso-
cisamente, un motivo dirigido contra la Revelación luto a lo finito. Así se hace posible una afirmación
bíblica y la teología natural por ella determinada. que vuelve a trasladar el poder finito hacia lo abso-
luto con referencia a su prototipo, esto es, que mani-
La expresión: "Dios es todopoderoso" aplica ante fiesta una analogía.
todo ese contenido de experiencia que es el "poder", Ciertamente, ocurre algo peculiar con este concepto
adquirido, por ejemplo, cuando quien lo dice notó así usado. Lo que significa "poder", en cuanto está
cómo una voluntad extraña ;:e plegaba a la exterio- en el dominio de sentido de lo absoluto, escapa a la
rización enérgica de la suya. En seguida se añade simple cognoscibilidad. Le ocurre a su concepto, para
usar una imagen, como a un cirio encendido que se
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pusiera en el ardor del sol: se quemaría, desapare-
sar, sino también ese mismo acto, y en cuanto tal. Ya
ciendo así. Así se le quita de las manos el concepto
tiene lugar una conmoción de la seguridad del cono-
a quien lo expresa. Desaparece en lo absoluto, en- cimiento en sí mismo siempre que se afirma algo en
trando en Dios; pero de tal modo que permanece la general sobre lo numinoso. Por ejemplo, lo que sig-
orientación de sentido. Esa desaparición del concepto nifica el concepto "hermoso" en sentido profano es
siguiendo la línea de su sentido constituye el resul- algo evidente: una alta cualidad, que se observa en
tado de toda expresión sobre Dios que proceda de lo una flor, en un edificio, en una persona. Pero ¿qué
finito. es de él cuando se refiere a algo numinoso? Por
N o se puede decir que eso sea poco. Es, en la for- ejemplo, al cielo, en una clara noche estrellada, o al
ma del pensar, lo mismo que el sacrificio en la forma ámbito de una iglesia que merezca este nombre ar-
del acto religioso: la entrega de lo finito a Dios, pero quitectónicamente. Entonces el concepto sufre una
como camino de encuentro consigo mismo en El. suerte peculiar: una conmoción, una transformación.
N o se observa bastante este elemento en el princi- Lo hermoso sigue siendo hermoso; pero aquello en
pio de analogía. En realidad, constituye su núcleo que se convierte en lo nummoso no está claro sin
más íntimo y la base última de la lucha que se man- más. Lo percibe quien tiene sentidos despiertos, y lo
tiene por él. El rechazo de la analogía entre lo finito quiere decir con la palabra: el cielo estrellado es
que se representa, y lo absoluto que produce a imagen misteriosamente hermoso, el ámbito de la iglesia es
suya, considerado religiosamente, parece al princi- sagradamente hermoso. Del mismo modo que el pro-
pio una declaración de respeto hacia la altura de lo pio acto de encontrar hermoso algo adquiere un ca-
rácter diverso cuando se refiere al cielo estrellado o al
absoluto, que escapa a toda comparación: en realidad
ámbito de una iglesia, que cuando se refiere a un
expresa la voluntad del ser finito de permanecer en
rico jardín o a una casa bien construida. Asume asi,
sí mismo y obtener mano libre. Al declarar imposi-
como acto, un elemento de veneración que es algo
ble el tránsito, rehusa el sacrificio.
más que la mera comprensión de conocimiento o la
estimación estética. ¡Cuánto más hondo cala esta
El carácter de ese tránsito y del sacrificio que se puesta en cuestión, y qué poderosa se hace la trans-
realiza en él se hace aún más evidente cuando se con- formación de acto y contenido cuando se refieren a
sidera que esa afirmación tomada de lo finito no se lo sagrado absoluto! Podríamos hablar incluso de
refiere sólo a lo que es de modo absoluto, sino a lo un éxtasis del concepto, comprendiendo así la pe-
sagrado absoluto. Con eso se convierte inequívoca- culiar vacilación que se hace presente en la expresión
mente en tránsito desde lo profano a lo religioso. Pero cuando es una persona realmente religiosa quien la
lo religioso ahí no es sólo el objeto del acto de pen- hace: así como, de modo inverso, el hablar de lo

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sagrado resulta inadecuado, y aun falso, cuando falta
en él ese elemento.
El fenómeno de que se trata aquí puede, por tan-
to falsearse desde dos lados. Por un lado, si quien
lo expresa toma el concepto mundano y lo traslada
a lo sagrado absoluto. Esa continuidad constituye la
esencia de la actitud mitológica. Dice: el sol, cuyos
rayos percibo en contacto religioso, o dicho más
exactamente, su profundidad, su peculiaridad, "es" el
numen. El otro modo de deformación es el polo opues- Las imágenes de Dios
to del mitológico, esto es, el afirmar que hay una
radical inconmensurabilidad. Niega la posibilidad de
todo tránsito, desgajando así de Dios al mundo, y 1
perdiendo esa garantía de su sentido que sólo El da.
Está claro que ambas tomas de posición son antiva- Una vez que se ha hablado del concepto de Dios,
lencias recíprocas. Lo auténtico es esa afirmación que hay que recordar todavía un fenómeno que se olvida
cumple el tránsito lógico desde lo finito a lo abso- con facilidad en la investigación teórica, pero que tie-
luto, así el tránsito religioso desde lo profano a lo ne gran importancia en la vida religiosa concreta,
sagrado, pero con conciencia del límite y de la en- esto es, la imagen de Dios. Puede surgir del culto,
trega que ahí se ha de realizar. Mediante el carácter de sus acciones y símbolos, de costumbres y folklore,
peculiar que adquiere de ese modo la relación de lo de obras de pintura y escultura, de la arquitectura y
finito con lo absoluto, así como de lo mundano con de la música. La diversidad de sus modos de presen-
lo sagrado, se crea esa atmósfera en que tiene lugar tarse es inagotable y hemos de limitarnos a esta alu-
toda adecuada toma de posición religiosa. Surge un sión. Sólo diremos algo más sobre el terreno de la
punto de partida y se hace evidente una relación: palabra. Pero, ante todo, una observación sobre la
así tiene pleno sentido el paso al asentimiento. Por imagen en general.
otra parte, sin embargo, ese paso entra tan decidida- Considerada históricamente- la imagen puede que-
mente en Jo Otro —lo absoluto, y lo sagrado—, que rer decir algo que el pensamiento y lenguaje concep
esa toma de posición pierde el carácter de segundad, tual todavía no está en condiciones de concebir y ex-
incluso, el de poder obtenerse por fuerza. Sigue ha- presar. Entonces se trata en verdad de un concepto
biendo una suspensión en que se hace posible y se en formación, que poco a poco se desprenderá de la
requiere la decisión. visibilidad. Por ejemplo, pensemos en el camino que
ha recorrido el pensamiento griego en su búsqueda de
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ío "primero": cómo al principio se le buscaron las
mera mirada a ser auténtica intuición; en vez de com-
imágenes del agua, del aire, del fuego, hasta que lue-
probar sólo la situación exterior de hecho, puede
go pasaron al concepto de lo absoluto espiritual me-
asumir el sentido que aparece en pura forma y respon-
diante la labor de Empédocles, Parménides, Platón,
der a él con el sentir inmediato, así como con la pro-
Plotino y otros.
fundidad de lo inconsciente.
Aun después de obtenido históricamente este con-
Aquí se trata de una forma de expresión de índole
cepto, sin embargo, la imagen preparadora conserva
original que tiene su propia función vital y cognos-
su significación; pues el proceso en que el hombre
citiva, no realizable plenamente por el concepto. Tan
pasa desde ella al concepto no es un proceso mera-
pronto como desaparece de éste, el lenguaje no sólo
mente histórico e irrepetible, sino que forma parte
pierde hermosura y fuerza, sino que se hace incapaz
de toda existencia en general. Todos, de alguna ma-
de su logro peculiar, esto es, de realizar, hablando,
nera, pasamos desde la imagen de la profundidad ¿d
la festividad, el proceso del misterio, la manifesta-
mar, o de lo movido ardiente, o de lo agitado sin
ción profética, el conjuro. Pero la imagen vive tam-
forma, o de cualquier otra cosa, al concepto de lo
bién en el lenguaje del trato con Dios mediante la
absoluto. Claro está, ahí es fácil que se produzca una
oración y meditación; en el lenguaje de la compren-
pérdida, esto es, en cuanto con la elaboración lógica
sión religiosa de sí mismo y del intercambio religioso.
de la imagen disminuya el valor religioso en el con-
Finalmente, la poesía religiosa vuelve a producir con-
cepto; aunque puede ser que quien piense pertenez-
tinuamente esta imagen, una vez y otra. Por eso re-
ca a un tipo para el cual el pensar y la experiencia
presenta una pérdida insustituible el hecho de que el
están estrechamente emparentados, y por lo tanto, el
racionalismo y el moralismo la debiliten y destruyan.
pensamiento adquiera una inmediata cualidad reli-
La comunidad y los individuos no se hacen así, por
giosa, tal como es el caso en Platón o Plotino, a di-
ejemplo, más maduros y razonables, sino que se em-
ferencia de Aristóteles.
pobrece su vida: pues hay elementos en la experien-
cia religiosa que sólo se pueden expresar en imáge-
En la vida del hombre despierto a lo religioso, sin nes, y, recíprocamente, sólo pueden ser producidos
embargo, aparece también la imagen después de ha- por imágenes.
ber adquirido el concepto; precisamente allí donde
Lo siguiente dará algunas alusiones a la variedad
se trata de un elemento que es esencialmente figura-
y división de las imágenes de Dios.
tivo. La significación propia de la imagen consiste
entonces en que en ella se concreta el elemento figu-
rativo del terreno en cuestión de la existencia, llegan-
do a tener claridad. En él puede entonces pasar la

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presente lo que es el Espíritu divino, es preciso ape-
lar más bien a lo que uno ve y percibe cuando está
ante una fuente que surge de una profundidad inal-
2 canzable y fluye inagotablemente: al principio bro-
tando sin ruido, luego murmurando quedamente, y
Entre ellas hay que nombrar ante todo las de "cur- por fin creciendo hasta el rumor de la abundancia;
so legal", es decir, las que no representan conceptos que ofrece el sorbo que sacia, que purifica lo sucio
todavía sin desarrollar, sino que tienen sentido propio. y estimula el crecimiento de las plantas. Es decir, un
Brotan, ante todo, de la fantasía prístina, o mejor elemento primitivo de la existencia, que sólo se ex-
dicho, le dirigen la palabra; pero en el transcurso de presa diciendo precisamente: el Espíritu de Dios es
su uso no desaparecen, sino que hacen aparecer la fuente viva, más aún, "la" fuente en absoluto. Por
estructura en ellas contenida de manera cada vez más eso, no representa tampoco una ilustración al concep-
intensa, más sencilla, más transparente. Se dirigen a to de lo absoluto primario, sino una expresión origi-
la capacidad de intuición espiritual y la ponen frente nal, el hecho de que Plotino ponga junto al concepto
a su sentido. de lo Uno original la imagen de la fuente de todo
A esas imágenes pueden referirse también expre- devenir.
siones conceptuales, contribuyendo a su compren- Hay una imagen "de curso legal" cuando los Sal-
sión : entonces se realiza una interpretación. Si se mos llaman a Dios "la roca" (así, 28, 1; 42, 9). El
entiende esta tarea como es debido, no se tratará de pensamiento puede interpretarlo y decir que Dios
trasladar la imagen a conceptos, sino al contrario, de concede amparo, protege, no puede ser sacudido por
hacer más intensa su potencia figurativa. Si no se hace ningún poder hostil, etc. Pero, una vez más, esto no
así, entonces no es que, por ejemplo, se ponga en su es lo mismo que cuando el Salmo invoca: "¡Tú,
lugar algo más alto o algo correspondiente, sino que roca mía!" Aquello a que aluden esas palabras debe
se destruye lo esencial: aquello que "aparece", que se verse, percibirse, notarse como refugio vivo del aban-
enfrenta resplandeciente a la mirada, que mueve el donado hombre finito. O dice Dios al pueblo en el
corazón y toca la base vital interna, haciendo resonar Antiguo Testamento: "Os he sostenido sobre
en su profundidad las formas prístinas. Así se dice alas de águila" (Ex., 19, 4; más ampliamente des-
en el famoso himno que el Espíritu Santo es fons arrollado en Dettt., 32, 11). En esas palabras aparece
vivtts, fuente viva. Si se sustituye la imagen por la
la imagen del gran pájaro que enseña a volar a sus
expresión conceptual, que el Espíritu es abundante,
pequeñuelos; que les ayuda a encontrar apoyo en
fertilizador, saciador de la sed, o algo parecido, en-
el vacío del aire, y cuando están cansados les toma y
tonces se perderá lo que se quiere decir. Para hacerse
les sostiene sobre sus plumas. Con el carácter de la

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proximidad maternal y protectora, aparece otra vez la figura, y que no cabe alcanzar con ningún concepto,
imagen del pájaro, cuando dice el Salmo: "Huyo a poniendo así ante la vista y el sentir lo misterioso
la sombra de tus alas, hasta que pase la perdición" sagrado. Que en definitiva toda cosa de este mundo
(56, 2). O de modo aún más cálido, en la llamada de puede convertirse en imagen de Dios lo muestra El
Jesús: "Jcrusalén, Jerusalén, que matas a los profe- Libro de Horas de Rilke, en que Dios aparece como
tas y apedreas a los que se te envían, ¡cuántas veces el árbol que crece a través de todo; como el maestro
quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus artesano, que en creación continua inserta siempre
pollitos bajo las alas, y no quisisteis!" (Mat., 23, un nuevo elemento en la existencia, y así sucesiva-
37). Todas esas imágenes no son grados preparatorios mente. Ciertamente, aquí se hace evidente el peligro
para la expresión de la idea de que en Dios encuentra de que la fantasía domine y las imágenes adquieran
protección quien confía en El con fe. Por eso tampo- demasiada pujanza, incluso como un juego.
co pueden ser sustituidas por la idea, sino que tienen En este sentido, es especialmente importante el he-
su naturaleza propia como imágenes que hacen pre- cho de que las palabras del lenguaje en cada caso
sente algo que no cabe decir conceptualmente: la proceden de raíces de naturaleza imaginativa. En ellas
experiencia de estar lanzado al vacío pero sostenido se expresa el encuentro del hombre primitivo, tan
por Dios; amenazado por peligros, pero protegido extraordinariamente impresionable, con el mundo,
por El. A ese mismo grupo pertenece la imagen de con sus cosas, procesos y órdenes. Esas raíces están
la "paloma" para el Espíritu Santo; el pájaro miste- bajo las palabras y les dan su poder de sentido. Pero
rioso, tan próximo a los hombres, que desciende de para la experiencia primitiva, como ya se indicó, lo
la altura {Mat., 3, 16), o la del "lebrel del cielo", religioso es un elemento de toda realidad. Por eso no
como Francis Thompson presenta a Dios, persiguien- sólo se puede decir que todas las cosas se convierten
do al hombre, hasta que le alcanza y le lleva a entrega en imágenes para lo divino, sino incluso que no hay
amorosa; o el "sol", con que el Salmo 18 expresa la conceptos que no lleven en sí un elemento de imagen,
incontenible aparición de la revelación de Dios; hasta y por tanto, religioso. De ahí recibe un oculto aporte
la admirable imagen en el Salmo 64, donde aparece aun la expresión más abstracta.
Dios caminando por el campo, y "de las huellas de
sus pies brota la fecundidad".
El carácter de imagen que hemos mencionado con-
sistía en decir de Dios cosas que en su sentido inme-
En la Sagrada Escritura, en los textos religiosos de diato no se ajustan a El: Dios no es una fuente, ni
la Humanidad y en la poesía espiritual encontramos una roca, ni un águila. Pero tan pronto se perciben
una abundancia inagotable de imágenes para Dios. esas imágenes conforme a su sentido, surge de ellas
Hacen presente ese elemento de sentido que es la la realidad de Dios bajo un aspecto determinado, pu-

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elidido ser contemplada. Pero además hay imágenes padre humano, del hijo y el amante humano. Pero
en que la figura y el concepto se han identificado de sería falso sustituir la imagen con esta expresión:
tal modo que esas imágenes adquieren inmediato Dios se parece a un padre; pues lo "es": en la vida
significado conceptual. Atraviesan la Historia, de trinitaria, dentro de Dios, de donde "viene toda pa-
modo insustituible e indestructible; pueden entrar, ternidad en el cielo y la tierra" (Ef., 3, 14), pero tam-
sin más, en el conjunto del pensamiento, teniendo bién en su relación con el hombre, en quien engendra
así el carácter decidido del concepto. la nueva vida. De El viene y en El está el Hijo eter-
Entre ellas está esa imagen que ha creado una tra- no, hecho hombre en Cristo, cuya conciencia estaba
dición espiritual; la de la luz. Representa el espíritu; enteramente llena de que era Hijo. Sobre Dios como
dicho más exactamente, el espíritu, en cuanto es ver- el Esposo, que se liga en amor a Su pueblo, hablan
dad; verdad que se hace poder, establece una vali- las profecías (así, Jer., 3, 8). San Pablo, en la Epísto-
dez, crea un orden. Dicho de modo aún más exacto : la a los Efesios, pone el matrimonio en paralelo con
la verdad sagrada, que llena la vida de sentido y lleva la unión que se establece entre el Cristo glorificado
a la perfección. La imagen aparece con fuerza cons- y la Iglesia (Ef., 5, 21-33). El Apocalipsis expresa el
ciente en Platón; se convierte en principio básico del cumplimiento último mediante la imagen de la
orden universal en el gnosticismo y en la filosofía de "boda", que se celebra entre Cristo y la Creación
Plotino. Cristo le da su definición cristiana cuando glorificada (Apoc, 21, 1-2, 9). El Cantar de los
dice: "Yo soy la luz del mundo" (Juan, 8, 12). Juan Cantares, por su parte, es entendido por la mística
la toma y dice: "Dios es luz, y en El no hay tinie- como una sene de imágenes del misterio entre Dios
bla" (1.a Juan, 1, 5). San Agustín da su más amplio y la persona totalmente intregada a El.
desarrollo a esta idea, de tal modo que se hace capaz Una significación igualmente elemental tiene la
de influir en todo el pensamiento occidental. Con imagen del "aliento", que aparece tanto en el An-
tales consideraciones, la imagen queda interpretada y tiguo Testamento como en el Nuevo y que será ele-
abierta, pero no abolida, pues Dios no sólo "se pare- vado por Cristo a símbolo con autoridad al echar el
ce" a la luz, sino que "es" luz. Más aún, lo es en aliento sobre ios Suyos, diciendo: "Recibid el Espí-
absoluto y sin más; pues quien dice "luz" sin limi- ritu Santo" (Juan, 20, 22). En esa imagen se reúnen
tación, le nombra a El. los elementos del aliento, del viento, del espíritu, de
Al mismo grupo pertenecen esas imágenes en que lo creativo y de la santidad absoluta (véase el hecho
se expresan relaciones personales primitivas; por ejem- de Pentecostés, Hech., 2, 1-4). De todo eso se puede
plo, se dice que Dios es "Padre", es "Hijo", es "Es- también hablar canceptualmente; la teología del
poso". Naturalmente, son imágenes: quien las usa, pneuma lo hace así. Pero lo que dice esa imagen es
no debe dejar que se aproxime demasiado la figura del algo más, pues Dios no sólo se parece al sagrado alien-

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to, sino que El es realmente el aliento que todo lo yendo desde entonces en todo el pensamiento reli-
crea. gioso.
Algo análogo ocurre, finalmente, con esas imáge- Significa lo infinitamente pequeño en la forma de
nes relacionadas con el concepto básico del "Reino de lo no medible; pero a la vez, lo infinitamente gran-
Dios"; de su realeza en el pueblo elegido, de su poder de en la forma de la síntesis universal. En el Canto
en el Nuevo Testamento, renovando al hombre y el de la Trinidad, la imagen del punto se convierte
mundo. Pensemos en las expresiones: Dios está sen- en la de la Nada; "nada", que, claro está, no significa
tado en el trono de su soberanía; en la toma de po- la mera negación, sino la antítesis dialéctica al Uni-
sición respecto a su Reino se decide la Historia, etc. verso, esto es, lo que no se puede decir por ninguna
Tampoco aquí se trata de conceptos, sino de la expre- determinación de contenido: expresión de la reduc-
sión figurativa de la realidad de Dios, que sólo así ción mística, que funde la abundancia de las deter-
aparece en su concreción: pero Dios, esto no se ha minaciones en lo simple último. También esta imagen
de olvidar jamás, es total y absolutamente "concre- está tan cerca del concepto que no puede ser despla-
to" : El mismo, el Señor. zada por ningún concepto.

Desde el primer grupo al segundo, sin embar-


go, nos llevan algunas imágenes, tal como van apa-
reciendo en la mística. Por ejemplo, a Dios se le
El tema de la imagen religiosa no es fácil de ago-
llama "punto" en el Canto de la Trinidad (si-
tar. Recibe material por todas partes, así como tam-
glo xm). y se dice que permanece inmóvil; aunque
bién influye por su parte en todo pensamiento. Cuan-
inmediatamente se añade: "la montaña del punto"
do las imágenes, en cuanto tales, tienen buena
[des Punktes Berg), lo cual raya en el misterio. La
cualidad, no son impurificaciones de la idea de Dios;
misma imagen aparece en la visión del coro angé-
tampoco medios didácticos para presentar esa idea a
lico en el Paradisa de Dante (28, 16-39). Allí el
quienes no tienen capacidad conceptual. Esto sería
punto resulta inaferrablemente pequeño, rodeado de
racionalismo, y desecaría la vida religiosa, pues el
las nueve órbitas de luz, con ímpetu cada vez más concepto es esencialmente abstracto, no intuitivo.
poderoso, de los coros angélicos. Pero no sólo es más Aisla signos y los pone en una trabazón lógica; su-
fuerte que todos estos, sino que es lo único autén- poniendo que no retrotraiga su objeto a puras
tico. También se puede aludir a que esa imagen cantidades y relaciones, esto es, pasando a la mate-
aparece en la representación de Dios según Plotino, mática. Frente a esto, la imagen tiene una función
como lo Uno supremo y lo Absoluto simple, influ- importante, pues es humana por esencia. "Imagen"

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os unidad de sentido y estructura; pero así también po; y no sólo como individuo, sino en su totalidad,
es el hombre mismo. N o es mero espíritu, afirmación como hombre y mujer (cfr. Gen., 1, 27). San Juan
i]uc lleva fácilmente a decir que es mero intelecto, dice que Dios es "Palabra", "Verbo", en lo cual se
sino que su espíritu está referido a un cuerpo. Por une la tradición del Antiguo Testamento con la de
eso la Revelación, al decir a todo la última palabra, las Ideas griegas. En ese Logos está creado todo, in-
define al hombre con referencia a la Resurrección; y cluso lo corporal (Juan, 1, 3). Finalmente, por lo que
ello de tal modo, que el mundo queda asumido en la toca a ese acontecimiento que lleva a plenitud toda
gloria final (véase Rom., 8, 19-25) y el capítulo final Revelación, y de que surge el Hombre Dios, que es
del Apocalipsis. Toda religiosidad —incluso la cris- "la imagen" en absoluto, c-sto es, la Encarnación, no
tiana— se vuelve falsa tan pronto como pierde sus sería posible que sus presupuestos no residieran en
relaciones con el cuerpo y el mundo. Dios mismo. Si el hombre es la imagen y semejanza
Esa relación encuentra expresión y garantía en la de Dios, entonces Dios no es sólo su autor, desapa-
imagen. Un lenguaje y un mundo de conceptos re- reciendo por su parte en la pura ineomparabilidad,
ligiosos que perdieran las imágenes, no sólo se vol- sino que es su modelo.
verían infecundos, sino falsos. En vez del hombre Una vez descubierto en las cosas el resplandor del
vivo, pondrían el concepto, y en definitiva la mate- Logos divino, las cosas pueden y deben ser llevadas
mática y el automatismo; un peligro que hoy ame- de nuevo a El en la forma de la imagen. Natural-
naza toda nuestra existencia, y que no queda contra- mente, eso lleva aparejados algunos peligros. La mi-
pesado por su antítesis, el desencadenamiento de la tología los patentiza, al no ver ya la imagen como
mera sensorialidad, sino que sólo se empeora así. reflejo de Dios, como alusión a El y tránsito hacia
El, sino poniéndola como idéntica con lo divino, y
Lo que se ha dicho sobre las imágenes con referen- haciendo surgir de ella los dioses y misterios, que,
cia al hombre, vale también para Dios. Ciertamente, por su parte, se hunden en la magia y el hechizo.
El es espíritu, y aun espíritu puro; y esa espirituali- Pero con eso mismo hace evidente la mitología dónde
dad está tan radicalmente por encima de todo lo está la verdad de la imagen.
creado que, frente a ella, el espíritu del hombre,
así como el del ángel, parecen casi materia. Eso
es verdad; pero nunca Dios es abstracción, concepto,
cifra, pues de otro modo no tendría sentido la deter-
minación básica que da la Biblia, según la cual el
hombre es imagen y semejanza de Dios. Es decir,
no lo es sólo en su espíritu, sino también en su cuer-

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na por sí misma, sino que existe en la forma del "des-
de" y "hacia", en arranque y aproximación, en en-
cuentro y decisión. Y concretamente, el otro "punto"
de la relación es Dios. Pero todavía no está dicho así
con exactitud, pues el hombre no es ninguna reali-
dad autónoma frente a Dios, sino que solamente exis-
te mediante El; pero de tal modo que Dios no le
"realiza" simplemente, sino que le ha "llamado". La
El recuerdo del encuentro primitivo con Dios creación del hombre tuvo la forma de una implan-
tación en la relación "Yo-Tú" con el Dios creador.
Por eso sólo puede también realizarse como hombre
1 en esa relación.
Ahora bien, la Revelación dice que Dios, yendo
Las consideraciones de este libro no preguntan por más allá de esa referencia establecida como tal por la
el concepto de lo religioso, sino por la existencia re- llamada creadora, se ha puesto ante el hombre de un
ligiosa; es decir, por cómo ocurre cuando el hombre
modo expreso, "histórico", asumiéndole en una nueva
vive religiosamente; de qué modo se comporta en
relación, esto es, en la comunidad con Dios median-
relación con la realidad religiosa; cómo actúa; cómo
te la gracia. La situación en que se desarrolla esa
se entiende a sí mismo. En este aspecto opera un ele-
comunidad con toda su pureza y plenitud originales,
mento que hasta ahora no se ha expresado, esto es,
es el Paraíso *. Pero esa situación es de índole perso-
el recuerdo del encuentro primitivo con Dios en el
Paraíso. nal; por eso debe tener lugar en decisión y observa-
ción. Así está el hombre sometido a prueba, y el
En la mitología, así como en sus descendientes, la
leyenda y los cuentos, aparece un motivo que resulta relato bíblico cuenta cómo la rompe. Los hombres pe-
aclarado y ordenado por la Revelación sobre los co- can y pierden el Paraíso. Pero queda un efecto pos-
mienzos de la existencia humana (Gen., 1-3). Según terior de lo que ha habido y ha ocurrido, y por él
ella, en el comienzo de la línea de la Humanidad no viene hacia nosotros.
hay unos hombres "naturales" en un mundo igual- De esa forma de vida, así como de su ruptura, la
mente "natural", sino un conjunto total de existencia Humanidad conserva un íecuerdo; se expresa en los
referida inmediatamente a Dios: el Paraíso. Es decir, mitos del principio prístino y la culpa original, para
el hombre no constituye, como ocurre en el caso del
animal, una naturaleza que se despliega y perfeccio- * Sobre eso se hablará más concretamente en el segun-
do tomo.
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251
luego proseguir en leyendas y cuentos. Pero hay to-
davía otro "recuerdo ' de esas primitivas cosas, que se De ese modo, el trauma adquiere una profundidad que
encuentra en el fondo del ánimo, en la profundidad alcanza al último centro de la existencia. Ahí reside
de la naturaleza humana. Cuando un niño, en su la raíz de la melancolía. A partir de ahí se dan la
primera edad, recibe una impresión con la cual no se enfermedad y la muerte, tal como son hoy.
Jas arregla bien, la desplaza de su conciencia. La im-
presión se hunde en lo inconsciente y sigue viviendo El núcleo de la situación perdida era el encuentro
como una lesión oculta, o mejor, como una marca con Dios y la relación de gracia con El, que, con la
escondida. Influye, como determinación interior, en pureza y frescura de la naturaleza humana, significa-
su sentir abierto; como actitud previamente dada, ban algo completamente diferente de lo que significa
de propensión o aversión, influye en su toma de po- la experiencia religiosa posterior. En el recuerdo, su
sición respecto a personas y cosas; como tendencia contenido está borroso y confuso; pues pertenece a
que precede a todas las experiencias posteriores, influ- una situación perdida *. Sin embargo, está inextin-
ye en su imagen de la vida. De ese modo constituye guiblemente ahí y sigue influyendo incesantemente.
un poder más inmediato que todo lo que luego expe- Determina el modo cómo el hombre se encuentra
rimenta y aprende la persona en cuestión: una deter- entre las cosas y en sí mismo; su sentir del mundo
minación del destino de índole más oculta y, por eso y del destino. Determina su juicio sobre el sentido de
mismo, más eficaz. De ese modo habría que repre- la vida; sobre lo justo y la responsabilidad. Aun an-
sentar ese contenido objetivo de que se trata. En el tes de toda acción concreta, está pesando sobre su con-
fondo vital, en el recuerdo de nuestra naturaleza, está ciencia vital con una culpa básica, que está debajo
la impresión del Paraíso y de su pérdida. Está todavía de todas las culpas individuales, y que pone en su
en nosotros, pero como "trauma"; como la herida ánimo un sufrimiento más profundo que toda expe-
de la pérdida, causada a la vida más íntima sin cu- riencia concreta.
rarse nunca. Pero no basta ya la imagen del olvido Da al hombre un "saber inconsciente", que va
neurótico para describir este estado de cosas; pues mucho más allá de su saber patente; le alecciona de
si el hombre está fundado en la relación "Yo-Tú" un modo contra el cual no pueden nada las dificul-
con Dios, y sólo se realiza en su cumplimiento, en- tades del entendimiento, por grandes que sean. Hace
tonces su lesión ya no es lo mismo que la antes in- que sólo sea posible un ateísmo de mala conciencia.
dicada. Entonces se ha perdido a sí mismo; lo cual Y aun cuando no sepa nada de esa intranquilidad la
también significa a su vez que ya no se conoce a sí
mismo. Ya no sabe lo que es, lo que ha perdido, * Lo que se llama "Redención", visto desde ahí, no
porque ya no sabe quién era cuando todavía lo tenía. podemos ahora tratarlo; en la segunda parte nos referi-
remos a ello.
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vida concreta, influye sin embargo en lo inconsciente posibilidad de hablar; lo que marca el camino a sus
y se exterioriza en violencias, en fenómenos anímicos movimientos espirituales y los preforma. Así pues,
de pérdida, en sensaciones de angustia, que aparen- tiene una importancia imprevisible que algo sea asu-
temente proceden de otras ocasiones. mido como palabra en un lenguaje.
Ahora bien, en el lenguaje de todo pueblo hay una
palabra de índole peculiar: "Dios". Esta palabra tie-
1 ne una relación especial con el lenguaje. Por lo re-
gular, las palabras significan imágenes universales que
Este recuerdo no sólo reside en la profundidad del luego van reiterándose en la cosa concreta; pero esta
ánimo individual y en las formas rememorativas de palabra no es expresión de algo universal, sino un
los mitos y leyendas, sino que también encuentra una nombre propio. La palabra "hombre", por ejemplo,
expresión objetiva de significado universal, esto es, significa la imagen de fondo adquirida en el encuen-
en el lenguaje. Mediante el lenguaje, el individuo in- tro con los hombres reales y colocada como base de
dica a otro lo que piensa y quiere. Pero ya antes, es las afirmaciones concretas sobre ellos; la posibilidad
el modo como, mediante la palabra interior, se reali- que se le depara a todo hombre como tal. La palabra
za su pensamiento articulado. Mediante el lenguaje, "Dios", por el contrario, significa algo único. N o "el
finalmente, entra el individuo en el ámbito de la ver- Ser Supremo", o "lo Absoluto", ni siquiera algo cuyo
dad y existe en él, junto con los demás. El hablar, plural fueran "los dioses", sino "El". Los conceptos
pues, constituye una forma básica de la existencia universales —y asimismo, denominaciones como "lo
personal espiritual. N o es que el hombre viva espi- divino", "lo nummoso", "lo misterioso"— son sólo
ritualmente y además tenga lenguaje, sino que vive divisiones posteriores que realiza el pensamiento. Ori-
en el habla; la exterior, o al menos la interior. Así ginalmente, la palabra "Dios", o mejor dicho, su for-
el lenguaje alcanza hasta el fondo de su vida. ma lingüística original, era el nombre que dio el hom-
Pero no está producido por el individuo, sino que bre a Aquel que estuvo ante él antaño. Mejor dicho :
existe antes que él. Es un conjunto de estructuras el nombre que Aquel mismo que aparecía ante el
de sentido, en que el hombre se inserta al nacer; una hombre le puso a éste en la boca para que pudiera
forma de la existencia común del hombre, que se le nombrarle. Por eso está lleno del poder de la esen-
presenta con poder. El individuo no puede cambiar cia y del estremecimiento de la santidad que allí se
gran cosa en él. Si e¿ fuerte, inserta en él algunas hizo perceptible; así como luego vuelve a salir del
nuevas posibilidades de expresión, algunos giros y carácter de concepto, pasando al de nombre propio,
enlaces de palabras; por lo general, supera la medida siempre que el hombre oye con pureza y responde:
de su capacidad. El lenguaje es lo que le procura la "¡Tú, Dios, Tú que me llamas!" En ese nombre

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está almacenado el recuerdo dejo que surgió en todos
los encuentros; toda la decisión y destrucción que
luego se unió a ello. Y aunque luego se haya hun-
dido tanto en lo oscuro; aunque el nombre se haya
vaciado tanto que parece sólo expresar un concepto o
un sentir indeterminado, sin embargo, debajo de él
hay una profundidad de que surge el recuerdo abrién-
dose paso hacia el sentido original.
Esa historia que surge del recuerdo esencial del La disposición
ánimo y del recuerdo objetivo del lenguaje, influye
en la experiencia religiosa de cada ocasión, en toda
visión y pensamiento religioso. Establece conocimien- 1
to entre el hombre y Dios: oscuramente le alecciona
bajo el claro saber, y le hace tomar parte en algo más El conjunto de los supuestos previos de que surge
hondo que lo que ofrece la pequeña experiencia del el conocimiento inmediato de Dios no ha quedado
día. Hace que toda comprensión de lo divino, por todavía explicado. Un elemento no sólo importante,
nueva que sea, lleve en sí un elemento de reconoci- sino decisivo, ha quedado tocado varias veces pero
miento. Desde ese punto de vista se hace la teoría se- todavía no se ha puesto suficientemente en claro: a
gún la cual la forma primitiva de la conciencia re- saber, el elemento de la disposición personal.
ligiosa no es la mitológica, ni tampoco la animista, Conocer no es un simple reflejar y comprobar, que
o amorfo-dinamista, sino más bien un simple mo- por lo demás deje sin tomar parte al que conoce, sino
noteísmo. que implica que entre algo "desde fuera" a su es-
fera vital. Conocer constituye el primer grado de su
influjo, al cual siguen los grados más potentes de la
conmoción, del arrebato y trastorno, de la exigencia
y del perjuicio. Siendo así, el instinto de conserva-
ción tratará de desplazar lo no deseado y lo hostil,
eliminándolo ya del terreno del conocimiento; en la
medida en que no esté ocupado en conocerlo con la
mayor nitidez, precisamente por tenerse que defen-
der contra ello.
Así, el proceso del conocimiento queda atravesado

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por un juego de tendencias que le dan su dirección. sche: La mirada desprevenida hacia la realidad dice:
Cuanto más importante para la vida es el objeto de Dios existe. El deseo humano de autonomía replica:
que se trate, más fuerte se hará la efectividad del ins- N o puede existir, pues entonces no puedo llegar a ser
tinto de auto-afirmación. La experiencia muestra que lo que quiero. Y la mirada hacia la realidad acaba por
puedo buscar en vano un objeto durante mucho tiem- ceder.
po aunque lo tenga delante de mí, en la mesa, por-
que, examinando atentamente, me doy cuenta de que
hay algo en mí que no quería que estuviera ahí. N o 2
pudiendo eliminarlo, por lo menos lo hizo invisible.
Puedo malentender totalmente a una persona que La mayor fuerza de influencia, en todo caso, la
vive ante mis ojos, porque un deseo secreto lo quiere más constante, no corresponde a las tomas de posi-
así. Este deseo no es capaz de hacer desaparecer a la ción conscientes, sino a las inconscientes: por eso,
persona odiada, pero logra por lo menos que se haga aquí se logra muy poco con un adoctrinamiento inte-
merecedora de la extinción en la manera como se pre- lectual y una corrección de la actitud consciente. Si-
senta a la mirada que contempla. ¡Qué profundamen- gue siendo tarea propia de la conversión interior. A
te penetrado de tales influjos debe estar entonces el ello aluden las frases de la Epístola a los Romanos que
conocimiento de Dios, ese ser de verdad absoluta y dicen: "Lo que se puede saber de Dios les está ma-
santidad que nos juzga! nifiesto, ya que Dios se lo ha manifestado. Pues lo
invisible Suyo es evidente a la inteligencia, desde la
Darse cuenta de que Dios existe tiene consecuen- creación del mundo, por Sus obras, así como por Su
cias que alcanzan hasta lo más íntimo: ¿pero está fuerza eterna y Su divinidad, de tal modo que son
de acuerdo con esas consecuencias lo más íntimo nues- inexcusables, porque conociendo a Dios no le dieron
tro? Algo hay ahí que es "buena voluntad", y tiene gloria ni agradecimiento como a Dios, sino que se
anhelo de Dios; pero hay otra parte que se opone hicieron vanos en sus pensamientos y se oscureció su
y le rechaza. La autoglonficación del espíritu, del corazón insensato [de modo que no le conocieron
ánimo, del instinto, querría que Dios no existiera, o y a ] " (1, 19-21). La viveza y claridad de la experiencia
que existiera en una forma que le hiciera inoperante. religiosa, así como también la evidencia de la cap-
En esta segunda perspectiva, se inicia un juego de tación por parte del pensamiento, en buena parte de-
acentuaciones y debilitamientos, una alteración de penden de hasta qué punto el hombre supera los mo-
proporciones y perspectivas, una tendencia al despla- vimientos interiores de resistencia; de qué sincera-
zamiento, que modifica y oculta el estado de cosas mente está de acuerdo con que Dios exista, y penetre
que está ante los ojos. Variando una idea de Nietz- en su vida y la determine. Partiendo de ahí, la idea

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de Dios puede cobrar su pura verdad, pero también
texto múltiple. Sólo desde esa integridad se pone en
puede ser desplazada hacia lo filosófico o lo estati-
claro cómo tiene lugar la revelación que Dios hace
zante; puede quedar por encima de todo, pero tam-
bién subordinada al provecho, o convertida en un ins- de Sí mismo mediante la Creación.
trumento para glorificarse a sí mismo. Con esto queda dicho también que el planteamiento
adecuado del problema no se desarrolla, en una par-
En lo que piensa un hombre sobre Dios radica su
historia propia. Si se examina la mutua dependencia te considerable, en el terreno teórico, sino en el bio-
entre los diversos elementos que hay en el entendi- gráfico; más aún, que a partir de un cierto punto,
miento de la vida, se llega a un resultado de gran ya no se trata en absoluto de planteamiento, sino de
capacidad iluminadora: La imagen que tiene un hom- examen de sí mismo, de decisión, de puesta en ries-
bre de sí mismo no queda determinada en definitiva go y de ejercicio de educarse a uno mismo.
desde abajo, es decir, por su concepción de su propia
naturaleza, sino desde arriba, esto es, por su idea de
Dios. Dicho de otro modo: Su idea de Dios consti-
tuye la respuesta a cómo quiere entenderse el hom-
bre a sí mismo. Cuando uno dice: "Dios existe", y
otro, "Dios no existe", y un tercero: "No sé si exis-
te" ; cuando uno declara: "Dios es espíritu vivo y
personal", y otro: "Es el misterio de la Historia, y
otro: "Es el oscuro fondo del Universo", cada cual
está diciendo algo sobre sí mismo: que ha querido
a Dios o le ha rechazado, que ha luchado honrada-
mente o que se ha engañado sobre lo auténtico, que
ha asentido a su condición de criatura o que se ha re-
belado contra el Creador.

Si preguntamos si Dios puede ser conocido por


parte del mundo, la respuesta no se encuentra siguien-
do solamente la línea intelectual. Pues aquello a que
suele limitarse la discusión, es decir, el problema cri-
tenológico de las demostraciones de la existencia de
Dios, constituye sólo una pequeña parte de un con-

260
261
recibe de ella la conducta ética. Pues durante mucho
tiempo toda ética fue simplemente de naturaleza re-
ligiosa. Las normas morales se consideraban como
mandatos de la Divinidad. Todavía en las cumbres
del pensamiento filosófico —en India, en la filosofía
griega— las exigencias morales se entendían, en de-
Observación posterior finitiva, partiendo de presupuestos religiosos. Épocas
escépticas de breve duración, como la sofística o el
1 escepticismo del fin de la Antigüedad, no consiguie-
ron interrumpir realmente esta tradición.
Las precedentes consideraciones sobre el modo Sólo en la Época Moderna surge una concepción de
como se elabora espiritualmente la experiencia reli- ios problemas éticos que abandona radicalmente la
giosa; o dicho a la inversa, sobre el modo como la conexión con lo religioso, para deducir los valores y
labor cultural recibe estímulo y orientación por parte obligaciones morales sólo a partir de la vida individual
de lo religioso, fueron introducidas por la cuestión o social dentro del mundo. No hemos de considerar
de la relación entre experiencia y conocimiento. Es aquí hasta qué punto es posible eso, especialmente
decir, sólo una cuestión entre las muchas posibles; e cuando se han perdido las consecuencias de una larga
incluso ésta se situó bajo un punto de vista determi- educación cristiana, abandonando las estructuras psi-
nado, el del auténtico conocimiento de Dios. cológicas, y cuando las exigencias morales se dirigen
En sí, habría que seguir desarrollándola, investi- a un hombre que sólo tiene motivos empíricos ultra-
gando cómo se entiende la existencia en general desde mundanos.
lo religioso, esto es, cómo se establece una visión del Ese intento se ha ligado también con impulsos po-
mundo y una doctrina de la sabiduría; y así sucesi- líticos, por ejemplo, en el absolutismo ilustrado, en el
vamente. Pero eso llevaría demasiado lejos. Aquí no positivismo de los movimientos revolucionarios, y so-
podemos dedicar más que una mera alusión a la cues- bre todo, en el comunismo marxista, que eliminan
tión de cómo se elabora la experiencia religiosa en los completamente de la vida humana el elemento reli-
otros terrenos diversos de la vida y la actividad del gioso, queriendo edificar la vida exclusivamente sobre
hombre. motivaciones profanas. Cuál será el resultado, todavía
Ante todo habría que considerar cómo se presenta está por ver. Aquí hay que considerar que la inte-
a su luz la vida moral; qué normas se hacen eviden- rioridad de pueblos tan dotados para lo religioso como
tes por ella; qué garantía da a la ordenación moral; el ruso y el chino, contiene reservas cuyas consecuen-
qué ayudas, y también, qué obstáculos y trastornos cias todavía no se pueden calcular; prescindiendo de

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que la pasión de la actitud atea, como ya se dijo, re- Un terreno inacabable de experiencia religiosa ela-
vela una religiosidad invertida. borada queda todavía por nombrar, aunque propia-
Una pregunta ulterior tendría que referirse a cómo mente debía haber ido al principio de este capítulo
se desarrolla la experiencia religiosa en el ámbito so- y ha quedado desplazado a un lado por la trayec-
cial y político. Todos los fenómenos esenciales so- toria de nuestras consideraciones: el terreno del cul-
ciológicos y políticos, tales como la fundamentación to. En él se expresa inmediatamente la experiencia
del bien común, las constituciones y las leyes, la je- religiosa, en atención a ella misma: mejor dicho, en
fatura, las formas básicas de la actividad económica, ella se hace presente la realidad religiosa, entrando en
guerrera y cultural, son originalmente de naturaleza la vida de la comunidad y del individuo. En incon-
religiosa. tables formas, atraviesa la vida humana: formas de
Luego se desarrollan poco a poco en su sentido es- presencia, de veneración, de indicación, de participa-
pecíficamente cultural, pero conservan durante mucho ción; en personas, cosas, acciones, símbolos, ordena-
tiempo la conexión con el terreno primitivo. Sólo la ciones de carácter sacro, etc. De esas formas parte la
Edad Moderna trata de separarlos, y se plantea la experiencia sistemática e histórica de la vida religiosa.
cuestión de si es posible, a la larga, y en qué medida, Pero aquí no cabe sino aludir a ello.
una auténtica ordenación político-social sin fundamen-
to religioso.
Con especial riqueza se expresa la experiencia re-
ligiosa en las artes plásticas. Aquí hay que recordar
una vez más que toda la abundancia de formas artís- Todos esos fenómenos se reúnen formando un con-
ticas que nos ofrece la Historia —arquitectura, escul- junto en lo que llamamos cultura religiosa. El hom-
tura, pintura, arte aplicado, música, drama, danza—, bre, que encuentra constantemente lo religioso, y de
a lo largo de mucho tiempo, tuvo un carácter directa los modos más diversos, se siente tocado y llamado
o indirectamente religioso. Un arte decididamente por la realidad divina, incorporado en una relación
profano comienza sólo a principios de la Edad Mo- de tomar parte en ella, y trata de aclarar, expresar
derna, para convertirse poco a poco en esa forma sin y desarrollar esa experiencia mediante todas las formas
raíces y sin compromiso que hoy se llama "obra de de la vida y la creación.
arte". Lo que ha ocurrido ahí, lo muestra cualquier La cultura humana, en su origen, fue simplemente
visita a un museo, en que se hayan reunido según de naturaleza religiosa. Sólo mucho más tarde se ela-
puntos de vista históricos o estéticos las obras que en boró una cultura de índole puramente humana, des-
otro tiempo estaban insertas en su ámbito religioso, y prendiéndose de ese gran contexto. El modo corriente
que ahora andan por ahí perdidas. de considerar la cultura y su historia se ve en esto algo

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simplemente positivo. Ha llegado a ser un dogma que Recíprocamente, de ahí surge también una religio-
el desprendimiento de la obra humana —ciencia, mo- sidad que cada vez se retrae más de los terrenos de la
ral, educación, Estado, economía, arte— respecto a vida cultural, dejando perder y escaparse los conte-
las relaciones religiosas, es un progreso, tanto para la nidos de mundo, y haciéndose "más interior", pero
obra cultural como para la personalidad humana, ha- con eso también más pobre c ineficaz.
cia un logro objetivo más alto y mayor desarrollo
humano. La creación cultural está ahora sólo bajo el
Es evidente que en ese modo de ver hay algo que
punto de vista de la objetividad crítica. El espíritu
responde a la realidad. Cuando se ve cómo los datos
creativo se dirige con pura concentración al objeto,
previos religiosos pueden orientar y conducir el juicio
produciendo un máximo de eficacia.
cultural y la capacidad creativa del hombre, en segui-
Así surge una cultura libre para su propia entidad,
da se observa lo que debía representar el punto de
sujeta sólo a sus propias medidas, esto es, cultura au-
vista de la autonomía de cada territorio creativo en
tónoma. E igualmente, un hombre referido a ella y
cuestión. De hecho, el logro cultural de la Edad Mo-
que la produce. También él se desprende de todas las
derna ha crecido hasta una magnitud abrumadora.
sujeciones que no provienen de la cosa misma; des-
arrolla su juicio, despliega su iniciativa y crece hasta Pero otra cuestión es cuánto ha costado ese logro.
ser creador autónomo. Para ese modo de ver, toda Las consideraciones de este libro han mostrado qué
ligazón religiosa objetiva es una falta de libertad, pues esencial es el elemento religioso para la totalidad de
hace a la personalidad creativa depender de una ins- la existencia. Por eso está claro de antemano que su
tancia que no pertenece al terreno de trabajo en cues- desgajamiento debe llevar consigo perdidas esencia-
tión. La obra va a quedar bajo puntos de vista ex- les : que las raíces de la creación se vuelven más
traños a su sentido, y el que realiza la obra deja de flojas; la base pierde en solidez; desaparecen la inte-
ser verdadero. Pensado con decisión, sin embargo, rioridad y profundidad; se pierde toda una dimen-
este modo de ver lleva a la consecuencia de que tam- sión. La exactitud de la atención, la liberación de
bién toda ligazón religiosa producida en lo subjetivo las fuerzas dominadoras y conformadoras se pagan
pone en cuestión la autonomía. Pues si lo religioso con un adelgazamiento de obra y vida que cada vez
ostenta el carácter que antes se ha expuesto, es ajeno, se hacen más evidentes a la conciencia en sensacio-
en cuanto tal, a lo inmediatamente propio del mun- nes de insatisfacción, de vacío, de falta de sentido.
do, y sólo puede producir error. El positivismo en to- Cada vez se adquiere y se tiene a disposición mas
das sus formas llega entonces también a la consecuen- materia de mundo, realizándose cada vez mayor tra-
cia de que lo religioso debe desaparecer de la vida y bajo; pero a la vez se hace cada vez más apremiante
la obra. la cuestión de si todo eso vale la pena, y no se cierra

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negativamente el balance final sobre mundo y sen-
te en progreso, la economía, etc. El impulso diferen-
tido.
ciador es tan grande, y la exigencia de los diversos
Por lo que toca al hombre mismo, crece la sensa-
territorios de producción es tan fuerte que cada vez
ción intranquilizados de que se va haciendo más li-
se debilita más la unidad. Pero ésta es sencillamente
gero en peso específico y pierde en valor personal. Y
esencial; y no sólo por las dependencias mutuas de
por lo que se refiere a la libertad, cada vez se hace
los terrenos concretos, sino en sí misma y como tal.
más visible un hecho sorprendente: que el hombre
En ella culmina la obra. Debe haber "mundo", en
sucumbe a su propia obra. Ha dejado a un lado las
que exista el hombre. Si los diversos terrenos se esca-
sujeciones religiosas para llegar a la plena indepen-
pan y pierden conexión, e incluso se estorban entre
dencia y exaltación de la producción y del dominio
sí, entonces aparece en la existencia objetiva eso que
¿el mundo; pero esa misma obra se independiza y
el psicólogo reconoce como esquizofrenia en la vida
convierte al hombre en su funcionario. El proceso
espiritual del individuo, en cuanto descomposición
llega a su expresión político-sociológica en una socie-
de la estructura personal. Pero precisamente eso es lo
dad, o bien, en un Estado, que eliminan de modo
que ocurre. Vivimos en una esquizofrenia objetiva,
cada vez más consecuente las iniciativas personales,
que avanza cada vez más y que debe necesariamente
haciendo al hombre instrumento de sus fines.
influir sobre el hombre mismo. Surge así la cuestión
Aquí se establece una consecuencia interior que to- de cómo hacerle frente.
davía no ha llegado realmente a presentarse a la con- La fuerza que producía unidad fue lo religioso,
ciencia. Surge la idea de que ese elemento de la hasta comienzos de la Edad Moderna. Lo religioso
existencia de que se ha separado el hombre de la daba los sentidos decisivos a los diversos terrenos de
Edad Moderna en busca de la libertad de la persona la vida y la actividad. En ello se integraba en defini-
y la obra, era en realidad el requisito previo para que tiva la variedad de la existencia. En la medida en
pudiera ser verdaderamente libre, dueño de sí mismo, que perdía en importancia, tuvo que buscarse en otro
pudiendo crear una obra que le diera una conciencia sitio la instancia que proporcionara la unidad. Du-
de auténtico sentido. rante algún tiempo, se la vio en la "cultura"; manera
de ver en que volvía a presentarse la de la "Naturale-
Otra consecuencia más se hace evidente. El princi- za" : es decir, la concepción de que está actuando
pio de la autonomía objetiva de los terrenos de la una estructura de conjunto que se abre paso con ín-
cultura, ha producido relaciones de consecuencia que tima necesidad. Cuando el hombre, en cada ocasión,
constantemente crecen en su magnitud: la ciencia trata de satisfacer las exigencias objetivas del terreno
moderna, con sus dominios cada vez más amplios, la de producción de que se trate, se constituirá por sí
estructuración social, con su especialización igualmen- misma una totalidad, precisamente "la cultura". Esa

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creencia se ha demostrado falsa. La creación del hom-
bre no está en analogía con el modo de obrar de las
fuerzas naturales, que, por sí mismas y necesaria-
mente, producen un conjunto total, sino que en todo
lo que hace el hombre actúa la libertad, y las cosas
pueden ir como deben, pero también mal. Por eso
había que hallar otra instancia ordenadora, y empezó
a serlo cada vez más el Estado. Según el modo de
ver que hoy se impone, el Estado está en condiciones Ojeada a la Historia
de dar unidad a la inacabable diversidad de la vida
y la actividad humana. La autonomía que antes recla-
maba para sí el individuo, pasa al Estado; él tiene De todo lo dicho se desprende la imagen de una
autoridad y capacidad para establecer la unidad de la realidad misteriosa, de la cual todo procede y a la
existencia con perfecta soberanía. cual todo va; que domina en todo y da a todo su
Surge la concepción del Estado totalitario, que se sentido, tocando la interioridad del hombre y llamán-
mete en todos los terrenos de la vida, disponiendo dole a una definitiva relación de vida. Lo que da a
sobre el hombre y su obra. Lo que hasta ahora ha la imagen su forma concreta, es su carácter en la
sucedido permite ya un juicio: el logro en obras historia humana. En la medida en que el hombre re-
será enorme, pero el hombre se convertirá en un mero conoce lo divino, se reconoce ahí a sí mismo; al de-
instrumento. finirlo, se define a sí mismo. En la historia de la
El sentido de la historia venidera se decidirá en idea de Dios se encuentra a la vez la historia de la
que se reconozca o no que el elemento religioso es idea del hombre mismo, pero también la de la for-
en realidad el requisito previo para la libertad del mación propia del hombre. De ahí resulta una inago-
hombre y la unidad alcanzable de su obra. Pero los table variedad.
problemas que de ahí resultan se sitúan en esta di- Muchas imágenes de lo divino están acuñadas por
rección: ¿cómo puede la objetividad crítica de la el encuentro y la intuición inmediata; así, las de
Edad Moderna insertarse en las relaciones básicas los pueblos primitivos. Otras están sustentadas por
religiosas de tal modo que conserve ahí su sentido y el estudio religioso, por el ascetismo metódico y la
cumpla su tarea? Pero hemos de contentarnos con meditación, como las del mundo védico y budista.
lo dicho. Otras, a su vez, se apoyan en la labor teórica y
tienen un carácter filosófico, como las del helenismo.
Ciertas imágenes de lo divino proceden del lado

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sombrío de la vida, expresando lo abisal y terrible miedo, esclavizándole, empujándole a su propia mal-
que percibe en ella el hombre amenazado; así, la dad —con tal exactitud, que en la transformación de
idea de Dios en la Grecia prehomérica. Otras, como las figuras religiosas se puede leer la historia de las
las figuras olímpicas de los dioses, están caracteriza- enfermedades interiores del ánimo del hombre. Pero
das por la altura, por la claridad, por la forma lumi- por lo que toca a la negación de todo lo divino, la
nosa y liberadora. Hay ideas de lo divino que buscan fase más reciente de la Historia transcurre bajo su
la pluralidad de las formas, como es el caso en los signo, y está por ver si no será el signo de catástrofes
politeísmos de todos los tiempos. Otras se esfuer- definitivas.
zan hacia la unidad; surgen en épocas conclusivas,
como las ideas de lo Uno supremo, en la India y No se puede enunciar ninguna ley clara para el
en la época helenística. Ciertamente, ambas formas transcurso que ha seguido la historia del sentir, del
aparecen también a la vez, o la posterior regresa a la imaginar y el pensar religiosos. Por eso no se puede
primitiva. En la época primitiva de un pueblo
decir que en ella haya una evolución continuada des-
se muestran otras tendencias en la visión y configu-
de lo más profundo a lo más alto, pues habría que
ración, como sus cimas o como su período de ¡fatiga.
ver si las representaciones más primitivas no eran
Las personas que viven junto al mar tienen otras
excelentes y luego se han ido hundiendo. Por otro
imágenes de. la Divinidad que quienes viven en mon-
lado, una forma purificada y noble del sentimiento
tañas o en llanos fértiles o en el desierto. Adquieren
religioso puede transformarse rápidamente en algo
vigencia aquí las diferencias de cultura; el bienestar
grosero y caótico. El transcurso del movimiento reli-
o la privación, las épocas de larga paz o graves gue-
gioso es confuso. Por lo regular, en él hay diversas
rras o trastornos interiores, etc. Todo cuanto hay en
líneas que corren paralelas y se entrecruzan. Pero la
el hombre surge también en las imágenes que él se
ley de su movimiento parece ser en el fondo un único
hace de lo divino. Todo lo libre y lo claro, pero
subir y bajar.
también todo lo oscuro y opresivo; lo bueno y lo
noble, igual que lo malo, lo engañador, lo impuro. I ,a última impresión que queda es la de una pro-
Nada hay en el hombre tan temible o despreciable Imida inutilidad. Lo alto está al lado de lo bajo, lo
que no se haya expresado también en esas maneras libre junto a lo angustiado, lo noble junto a lo vul-
de ver con que él trata de captar lo divino. gar. Ante semejante juicio no hay que echarse atrás
ion miedo: pues no es buena señal que el historicis-
El hombre ha servido a lo divino y ha convertido iiin o el esteticismo de la Edad Moderna acepten
sus imágenes en formas de su veneración. Pero tam- ion i al tranquilidad todas las impurezas del espíritu,
bién las ha utilizado como medios para afirmarse y todas las indignidades de la persona, todos los des-
exaltarse a sí mismo, y ellas se han vengado dándole
CIH .ulcnamientos de los sentidos, como formando

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parte de la "vida", y encontrando que tiene pleno
sentido que se expresen en dioses y mitos. Quien se
haya dado cuenta de que aquí no se trata de imá-
genes estéticas o de intuiciones intelectualmente inte-
resantes, sino de la salvación, sintiendo así la respon-
sabilidad que se le impone y aprestándose a distinguir
y a defender las normas válidas, fácilmente asume
la desagradable apariencia de la estrechez y el mora-
lismo. Pero no por eso su deber es menos auténtico
y apremiante. Es como si hubiera ahí algo que bus-
cara, que casi encontrara, y volviera a perder de las
manos lo encontrado, yendo al extravío y empezando
de nuevo... Una gran melancolía pesa sobre la his-
toria religiosa de la Humanidad: pero también, cier-
tamente, hay en ella un gran anhelo y una expecta-
ción que mira constantemente a lo lejos.

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