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GESTALT Y CUERPO.

Apuntes realizados por LUÍS CARBAJAL

1. La bioenergética
En primer lugar, me gustaría situar la bioenergética históricamente, para poder entender su
origen y su evolución. Alexander Lowen es el creador de dicha corriente terapéutica. Fue discípulo directo
de Wilheim Reich, que dentro del ámbito terapéutico se puede considerar como el padre de las diferentes
líneas de trabajo corporal. W. Reich se inició como psicoanalista pero con el tiempo fue centrando su
trabajo más en el cuerpo, y en las maneras de abordarlo. Para él, en el cuerpo se podían trabajar todos
aquellos aspectos que desde el psicoanálisis se trabajaban más desde la palabra. De sus diferentes
exploraciones y trabajos quedaron varias líneas de trabajo que hoy en día siguen vigentes, como la
Orgonterápia, o la terapia Reichiana. Lowen lo que hizo fue concretar y estructurar el trabajo aprendido
de Reich, generando así lo que hoy en día se conoce como Análisis bioenergético.

Si bien la bioenergética es un trabajo individual que se puede llevar a cabo en grupo, yo he


extraído ciertos aspectos de la misma que utilizo con un objetivo más de acercamiento al cuerpo y a su
conocimiento, que no tanto en su vertiente puramente terapéutica.

La primera de las herramientas que utilizo de este trabajo es el concepto de la segmentación del
cuerpo. Si bien se trabaja también con 7 segmentos (al igual que el sistema de centros de energía, o el
movimiento a través de los chakras), es cierto que la forma de enfocar este trabajo en segmentos tiene
matices diferentes. En primer lugar se parte de que los diferentes segmentos del cuerpo son como los
anillos de los anélidos, parte diferenciadas del cuerpo que en su unión generan un todo funcional que va
más allá que la suma de sus partes. El tener presente el segmento como un anillo nos ayuda entender el
concepto de bloqueo de manera más práctica. Cuando un anillo está contraído, impide el libre flujo
energético a través suyo. Esto es lo que se denomina bloqueo. Hay un corte energético en una zona del
cuerpo que impide el fluir energético general, generando una idiosincrasia particular. La bioenergética
busca liberar al máximo todos los segmentos corporales, pero para ello hay que saber manejarse con los
diferentes segmentos y ver con que aspectos más generales tienen que ver. Los segmentos
bioenergéticos son:

• La pelvis o segmento pélvico, que incluye la pelvis y las piernas, y tiene que ver con el
arraigo, con el apoyo más básico de la persona. Es la raíz de la persona. La base de la
misma.

• El segmento del vientre, que incluye los órganos sexuales y todos los órganos del sistema
digestivo inferior (desde la boca del estómago hasta el ano). Tiene que ver con la parte
visceral de la persona, con las emociones más primitivas, la visceralidad y la emocionabilidad
en general.

• El segmento de la cintura: incluye principalmente el diafragma, que es el motor de la


respiración, y es el músculo que pone en contacto la parte superior del cuerpo con la parte
inferior. Es esa franja intermedia entre lo activo y lo pasivo. Su trabajo es fundamental para
poder soltar impulsos como el llanto, el vómito, la risa, etc.

• El segmento del corazón: Incluye principalmente la caja torácica y los brazos, y tiene que
ver con la capacidad afectiva de la persona, y también con su capacidad de acción y de
proyección social.

• El segmento del cuello y la garganta. El músculo principal es el esternocleidomastoideo,


que se encarga de comunicar la cabeza con el tronco. Este segmento tiene que ver con el
control principalmente. El cuello es un amasijo de músculos y de conductos con una clara
peculiaridad. La clara reducción de espacio. De ahí que es la zona idónea para poder ejercer

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el control sobre todo lo que pasa. Es uno de los últimos reductos de la persona a la hora de
soltarse.

• El segmento de la mandíbula. Incluye la boca y la parte inferior de la nuca. Es el último


reducto de control para impulsos como el grito o el llanto. Suele haber mucha contención
sobre todo en el músculo masetero.

• Y el segmento ocular. Este abarca el resto de la cabeza (desde la nariz hasta la coronilla).
Yo le denomino el antifaz pues el segmento en sí es como un antifaz que abarca los ojos y se
cierra en la parte posterior a la altura de la nuca.

Como podemos apreciar, esta división coincide plenamente con la de otros sistemas de trabajo
corporal, lo único que le dan más importancia a la musculatura en juego, lo que de alguna manera
delimitaría lo que se denomina la coraza muscular. En función de cómo están los diferentes segmentos,
donde hay bloqueo y donde no, surgen los diferentes caracteres. En cualquier texto de análisis
bioenergético se pueden encontrar los planos explicativos y definitorios de los diferentes caracteres (ver
bibliografía).

Los cinco caracteres bioenergéticos son:

9 El carácter esquizoide
9 El carácter oral
9 El carácter masoquista
9 El carácter psicopático
9 Y el carácter rígido, dentro del cual es diferencian cuatro subtipos
o El fálico narcisista obsesivo
o El fálico narcisista compulsivo
o El pasivo femenino
o El histérico

El manejo con los caracteres implica saber donde se encalla cada uno de ellos, o cual es el
conflicto básico que se vive en dichas estructuras. Es un conocimiento que de una manera terapéutica, te
ayuda a colocarte frente al otro para poder acompañarle de la forma más eficaz posible.

Otro de los conceptos de la bioenergética que manejo en mi trabajo corporal es el del impulso
unitario. Para Reich toda acción viene precedida de un impulso, cuyo origen está en el cuerpo. Este
impulso consta de dos componentes diferenciadas: El impulso agresivo y el impulso tierno. La
componente agresiva tiene que ver con la necesidad de ir hacia fuera, con la necesidad de incorporar
elementos ajenos a nosotros, mientras que el impulso tierno tiene más que ver con la parte afectiva. Si
analizamos cualquier acción se podrían ver ambas partes (en unos casos de forma clara y en otros de
forma mucho más sutil). Evidentemente unas acciones tienen una mayor componente de una que de otra.
El conflicto surge cuando entramos en lucha con alguna parte de dicho impulso unitario. Es muy habitual
que muchos de nosotros, por ejemplo, conflictuemos con la parte agresiva, por la connotación que tiene
cercana a la violencia. La cuestión no sería problemática si se pudiera prescindir a momentos de ciertos
impulsos, pero el problema es que el cuerpo no atiende a este tipo de razonamiento, y una vez generado
el impulso no hay marcha atrás. De ahí la importancia en bioenergética de buscar maneras de sacar
dicho impulso (desde golpear, gritar, soltar el llanto, etc.). De todos modos no sólo hay conflicto con la
parte agresiva. También hay veces que nos bloqueamos ante la parte tierna del impulso, por lo que
también es necesario buscar maneras de poder expresar nuestra ternura.

Evidentemente cada tipo caracterial tiene una manera muy determinada de manejarse con el
tema de los impulsos (con la componente agresiva y con la tierna). De todos modos el tener un espacio

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donde explorar la expresión de los mismos, nos facilita buenos recursos para evitar las diferentes corazas
musculares.

En el cuerpo, esta doble componente la podemos diferenciar claramente entre la parte posterior
y la parte anterior. Por lo general, la componente agresiva del impulso se ubica en la parte posterior del
cuerpo, en concreto en los músculos largos de la espalda, cuello, y piernas, mientras que la componente
tierna se ubica más en la parte anterior: en el pecho y la barriga. Esta diferenciación puede facilitar la
exploración de trabajos concretos en relación a estas componentes del impulso.

Por último, otro elemento que utilizo de la bioenergética es el trabajo con la postura de arraigo.
Dicha postura sería la postura anatómicamente más coherente con nuestra verticalidad, y en donde
nuestro cuerpo está realizando el mínimo esfuerzo. Evidentemente tanto nuestro carácter, como los
diferentes avatares de nuestra vida van modificando dicha postura, generando una vertical subjetiva que
a la larga puede ser un sumidero de energía y de vitalidad. El poder recuperar al máximo nuestra
verticalidad más objetiva puede facilitar la modificación de hábitos y costumbres que de otra manera sería
difícil de conseguir. Como se puede apreciar en la siguiente figura, donde también aparecen marcados
los diferentes segmentos corporales, la postura de arraigo consiste en tener las rodillas ligeramente
flexionadas, la cadera en una postura intermedia de su recorrido (ni muy hacia atrás, ni muy adelantada),
los hombros rectos y la cabeza bien en la vertical. Para su trabajo uso la técnica del modelaje externo
(una persona se deja colocar en dicha postura por otra o por otras, que observan desde el exterior).

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Imagen nº 1

Es importante en esta forma de trabajar que la persona moldeada pueda dejarse sentir la
información que le viene de fuera sobre su vertical, para modificar la información propia que muchas
veces es errónea, pero que por hábito la utilizamos como real. Este trabajo es eficaz en tanto en cuanto la
persona puede ir poniendo atención poco a poco en dicha postura. Yo siempre digo que el cuerpo es
lento en reaccionar y necesita constancia para la consecución real del cambio, por eso ante este ejercicio,
para que realmente sea eficaz, les invito a que lo hagan todas las veces que puedan durante mucho
tiempo, hasta que el cuerpo poco a poco vaya asumiendo la nueva información. No es tarea fácil
realmente.

2. El método Grinberg
El método Grinberg es un método de trabajo que se centra en el cuerpo como elemento principal
en el trabajo terapéutico. Para Avi Grinberg, su creador (nacido en Israel en 1.955), todo está y pasa por
el cuerpo, por lo que la solución ante cualquier problema se ha de buscar en el propio cuerpo,
entendiendo por cuerpo toda la globalidad, mente incluida. Su principal objetivo, o su forma de trabajar,
es a través del aprendizaje. Se entiende el proceso como una forma de enseñar a través del cuerpo. El
acompañamiento en este caso busca el potenciar todas las herramientas de que dispone el cliente,
recuperar, dentro de lo posible, todas las capacidades que disponemos en nuestro cuerpo.

Para ello, utiliza una serie de técnicas encaminadas a aprender a través del cuerpo. La salud
para Grinberg es poder disponer de todo nuestro potencial básico, de toda la energía disponible en
nuestro cuerpo, que con el paso del tiempo se ha ido estancando, truncando y dispersando, dando lugar
al potencial actual. La brecha entre dichos potenciales es lo que crea la neurosis y la enfermedad según
su enfoque.

Es un trabajo energético cuyo mapa de fondo se basa en la diferenciación de la energía en


cuatro tipos o modalidades cuyas relaciones y usos identifican a la persona. Dichos tipos se
corresponden con los cuatro elementos tradicionales (tierra, agua, fuego y tierra).

Como elemento de diagnóstico se utilizan los pies donde se puede detectar como está la
persona, como se mueve, como siente, como actúa, como piensa, y, lo que es más importante, cual es su
potencial básico y cual es su potencial actual. La historia de la persona se va escribiendo en el pie.

Se trabaja tanto en los pies (técnicas de reflexología holística) como en el cuerpo, dependiendo
de la persona y del momento del proceso.

Una vez realizado el diagnóstico inicial y marcado el objetivo del trabajo, el proceso pone mucho
énfasis en seguir la respuesta del cuerpo. Para ello se tienen muy en cuenta las reacciones del cliente
tanto dentro de la sesión como entre las sesiones, pues uno de los principios básicos del método, al igual
que en la Gestalt, es que el cuerpo tiende al equilibrio, si le das lugar a ello. Dichas reacciones también
se leen dentro del marco de los cuatro elementos.

Para terminar la presentación de este método, comentar que una de las herramientas que usa el
método es el trabajo con dos tipos de energías muy presentes en el hombre y por lo general muy
evitadas, que son el dolor y el miedo. Para Avi Grinberg ambas energías son muy movilizadoras, y el
saber trabajar con ellas potencia y amplia las capacidades personales.

2.4-1. Acercándonos a los cuatro elementos


Pasemos a analizar cada elemento para que podamos comprender de qué va la cosa (que

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criterios se siguen a la hora de la diferenciación y que significa cada elemento). En la siguiente figura se
pueden apreciar las cuatro partes principales del pie, que coinciden con los cuatro elementos y que a su
vez coinciden con una diferenciación clara del cuerpo humano como veremos a continuación. De arriba
abajo tenemos los dedos, que corresponde al elemento aire (que en el cuerpo correspondería a la
cabeza), la planta tenar (la parte delantera del pie que apoyamos al caminar) que corresponde al
elemento fuego (y que en el cuerpo vendría representado por pecho, espalda y brazos), la zona del
puente, o parte blanda del pie, que sería el elemento agua (la barriga en el cuerpo), y por último el talón
que correspondería al elemento tierra (cadera y piernas en el cuerpo).

Elemento Aire

Elemento Fuego

Elemento Agua

Elemento Tierra

Distribución de los 4 elementos en el método Grinberg


Imagen nº 2

2.4-2 Elemento tierra: el elemento pesado


La tierra es el elemento más pesado de los 4 y viene definido y delimitado por el sistema óseo.
En su distribución corporal se sitúa en la parte inferior del cuerpo (la zona de caderas, piernas y pies),
que es donde más densidad de huesos tenemos, y también donde se hayan los huesos más largos. De
todos modos hay que decir que si bien esta zona del cuerpo es la parte donde ubicamos el elemento
tierra es por que en dicha zona, los huesos son predominantes pero no hay que olvidar que todos los
elementos se hayan distribuidos en todo el cuerpo (tenemos huesos en todo el cuerpo). El hecho de
asignarle una zona concreta es para facilitar el estudio y por el hecho de que en cada zona hay uno de
los elementos que está más presente.

El esqueleto por lo tanto es la manifestación general del elemento tierra. Su característica


principal es su resistencia, y su rigidez, lo que lo convierte en el elemento soporte del cuerpo. Tiene gran
capacidad para absorber y recibir, lo que implica una gran estabilidad.

La tierra tiene que ver con el arraigo, con la manera de anclarnos a la vida y al mundo. Abarca
aspectos como la sensualidad, la sexualidad, la fertilidad, la supervivencia, la perpetuación de la especie
(es en la zona de la tierra donde se mueven principalmente dichos aspectos). También tiene que ver con
la energía principal del ser humano y también como la violencia en caso de supervivencia.

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La tierra como energía es muy lenta y autosuficiente. Es a través del cual se manifiesta la
gravedad, y es donde van a caer las cosas. No requiere de formalismos ni atiende a moral alguna.
Cuando sale arrasa. Dada su situación corporal también está conectada con la eliminación de residuos
del cuerpo, y a través de ella el material de desecho pasa y se depura.

Hace referencia a todo aquello que tiene que ver con nuestro sustento, con nuestra protección y
con nuestras necesidades básicas, por lo que viene asociada a aspectos como la necesidad de acumular
cosas, la pulcritud junto con los instintos maternales. También está relacionada con la percepción
sensual.

Sus tipos de movimientos son lentos y prolongados. El movimiento de los huesos es sutil y muy
lento, por lo que los cambios en este elemento son cambios lentos (la rotura de un hueso implica un
tiempo largo de recuperación).

En principio, la tierra también contiene el instinto de crear vida nueva, y alberga la verdadera
fuerza del ser humano. Es el acumulador energético por excelencia. En la vida no solemos utilizar más
que un nivel muy bajo de este tipo de energía, y más en nuestra cultura que está dominada actualmente
por el elemento aire. Solo aparece de forma sutil en el día a día buscando la satisfacción de las
necesidades básica, y sino en ocasiones especiales donde realmente corra peligro nuestra existencia. Es
en estas ocasiones donde más uso hacemos de la tierra, y al no venir regida por creencias ni principios
éticos, es la responsable de actitudes que nos pueden llegar a sorprender.

Es el elemento pasivo por excelencia, lo que indica el nivel de estabilidad en la vida de una
persona y su capacidad de sostenerse sobre la tierra (yo soy responsable de mi existencia).

El elemento tierra estaría relacionado directamente con el mundo de las necesidades.

TIERRA = “Yo necesito”

2.4-3 Elemento agua: el mar de las emociones


El agua es el segundo de los elementos pasivos. Se ubica por encima de la tierra y necesita de
esta para fluir y moverse. A nivel de sistema está relacionado con el sistema digestivo, y tiene también
que ver con todos los fluidos del cuerpo humano. Lo podemos situar en el abdomen, donde hay una gran
parte de los órganos blandos del cuerpo (riñones, intestinos, estómago, páncreas, bazo, hígado, vesícula
biliar, y la parte superior de la vejiga, pues la inferior se incluye en el elemento tierra). Si nos fijamos esta
región del cuerpo humano se haya en continuo movimiento. Esta es una de las características
fundamentales de este elemento. El fluir continuamente.

El agua representa por tanto todos los líquidos corporales: sangre, orina, contenidos intestinales,
linfa, bilis, hormonas excretadas en fluidos, y el líquido cefalorraquídeo.

El agua también está relacionada con el flujo no controlado en una persona, esto es, con el
sistema parasimpático activo.

Otra de las características básicas de este elemento, es que es el elemento encargado de limpiar
el organismo.

El agua es adaptable al entorno, pero necesita estar en continuo movimiento. Puede ser
cristalina y fresca o puede ser profunda y misteriosa.

Principalmente este elemento está asociado al mundo emocional. Es por eso que el agua tiene
que ver con la emotividad, el romanticismo, la profunda, la impulsividad de la persona y todo aquello que

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tenga que ver con como se maneja emocionalmente la persona.

También representa la renovación, el dar y recibir, la necesidad de movimiento y dinamismo en


su flujo. Es el elemento prioritario a la hora de la digestión. Se encarga de reducir los alimentos a
elementos beneficiosos para nuestro organismo, y también se encarga de apartar aquellos elementos que
no nos sirven. Es el elemento que filtran.

El agua, como elemento pasivo, no muestra su verdadera esencia en el exterior; para conocerla,
hay que estar en su interior. Refleja el movimiento emocional de una persona. Es un elemento misterioso,
no tan material y firme como puede ser la tierra, sino que goza de ese aspecto sombrío y seductor que
atrae mediante el misterio.

Su movimiento es descendente y hacia abajo, tratando de llevar a la persona lo más abajo


posible. Puede contradecirse (irritarse con alguien y compadecerle al mismo tiempo).

Las cosas ocurren en él sin ser vistas. Es tan peligroso como el mar (agitado o en calma); puede
transformarse en un pantano en el que uno queda atascado; puede convertirse en algo en constante
turbulencia: un torbellino emocional.
AGUA = “Yo siento”

2.4-4 Elemento fuego: el elemento ardiente y brillante


El elemento fuego se sitúa en la región que se extiende desde el extremo inferior del esternón
hasta los omóplatos. Contiene el pecho, la cavidad pectoral, los pulmones, el corazón, las costillas y los
músculos pectorales, y la parte superior de la espalda.

Viene representado por el sistema muscular. El fuego calienta y aporta energía al cuerpo. Es en
esta zona del cuerpo donde se quema el oxígeno y donde la sangre se enriquece con oxígeno.

Es un elemento activo, y entre sus características básicas tenemos que es dinámico y exigente,
caliente, juguetón, no le gustan las barreras, es explosivo y busca siempre crecer. Representa, entre
otras cosas, la ambición, el valor, la capacidad de acción, el empuje, la predisposición al contacto con el
otro y a la interacción. Es dominante en sus relaciones. Este elemento representa la fuerza interna de la
personalidad (el ego para Avi Grinberg).

Es la región de la acción por excelencia. En esta zona están incluidas las manos que son una de
las vías expresivas del fuego: activas, dinámicas, ágiles.

También en este elemento encontramos movimientos sin previo aviso (el hecho de ser un
elemento activo implica que no necesita un estímulo para funcionar, como sería el caso de los elementos
pasivos, que por lo general son reactivos); una clara tendencia a ocupar el centro de las cosas, a ser el
centro de atención; también la búsqueda de la interacción, y a veces como no de la pelea y la
confrontación. Por lo general trata de extender su territorio, su influencia, su presencia.

Dadas sus características representa las decisiones rápidas e impulsivas, la capacidad de


consumirse en un momento, la capacidad de arrasar y limpiar todo de golpe. Dado su nivel de actividad,
no puede existir por sí sólo y necesita a los demás para que lo vean. Trata de causar impresión; empaña
y oscurece el verdadero reflejo; se muestra a lo lejos en la oscuridad; deja huellas a su paso.

El fuego tiene también la capacidad de brillar y proyectar luz, la aptitud de darse únicamente por
el placer de dar, la capacidad de amar sin condiciones. A pesar de esa necesidad del otro también es un
elemento que viene definido por el individualismo, la independencia, la sensación de “yo” diferente del
otro. Es la sede primordial del amor propio.

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Es un elemento caliente, y su movimiento, al contrario que el agua es ascendente. Se esfuerza


por llegar más alto. Es un elemento que contiene fuerza y la capacidad de expresar la propia
personalidad; el poder personal del individuo; la presentación de sí mismo, su carisma. Es desde aquí,
desde este centro que las personas hacen cosas.

El elemento fuego tiene que ver con el mundo de la acción.

FUEGO = “Yo hago”

2.4-5 Elemento aire: el de la percepción mental


El elemento aire se extiende desde los omóplatos hasta la coronilla en la parte superior del
cráneo, abarcando hombros y cabeza. Representa el sistema nervioso central, el cerebro y la piel.

El aire abarca aspectos y conceptos tales como el conocimiento, el pensamiento, la


comprensión, la organización, la memoria consciente, la aptitud comunicativa, los sentidos. Está
relacionado e incluye a los órganos que organizan nuestra vida (cerebro principalmente y resto del
Sistema Nervioso Central). También está relacionado con la intuición, la lógica y la inteligencia.

También es el elemento encargado de la comunicación. Toda la comunicación pasa a través del


aire.

Contiene los sentidos, es por esto que a través de él recibimos la mayor parte de la información
(sobre todo la información referente al exterior).

El aire no tiene una forma definida sino que puede adaptarse, al igual que el agua, al entorno
donde está incluido.

Es un tipo de energía ligera, evasiva cambiante, muy rápida. Es el elemento más rápido de
todos, por lo tanto es donde los cambios son más inmediatos (las heridas de la piel son de mayor rapidez
en cicatrizarse. El aire posee unas aptitudes comunicativas especiales; es creativo, revitalizador,
imaginativo.

Representa también la posibilidad del ejercicio de la crítica.

Como elemento que está en la periferia, se ajusta a todos los demás elementos y los envuelve;
puede arrastrar cosas a su paso, puede ser nítido o nebuloso, puede desorientar, confundir o engañar. Es
la capacidad de flotar, de volar. Puede también representar la evasión al mundo de la fantasía, la
distracción, el olvido, la tendencia a ignorar y la ligereza. A través de él nos expresamos, creamos y
criticamos nuestras propias creaciones y las ajenas.

Este elemento se corresponde con las pautas, los principios, las teorías conscientes, las
explicaciones, los discursos, las palabras y los escritos. Debe estar contenido en otra estructura pues por
naturaleza tiende a dispersarse; no está sólo pero es solitario. El aire es cambio, es movimiento.

La mayoría de occidentales tenemos una gran acumulación de tensiones en esta región, porque
todas las energías pasan a través de este elemento; estamos en él la mayor parte del tiempo. El
elemento aire es como un ordenador, capaz de comunicarse con otros ordenadores. Está lleno de
software preempaquetado, “atado” como el prejuicio.

El elemento tiene que ver pues, con el mundo del pensamiento.

AIRE = “Yo pienso”

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3. Soy un cuerpo
Este último capítulo es una puerta abierta a la búsqueda de un cambio de paradigma en cuanto a
la manera de enfocar y de entender el cuerpo y su manejo. Evidentemente no soy el primero que plantea
este nuevo posicionamiento. A lo largo de los últimos años son muchos los autores, y las líneas de
trabajo que abogan por este nuevo enfoque. Obviamente este libro no pretende convencer de nada, sino
más bien mostrar una manera de poder acercarse al mundo del cuerpo, por lo que he dejado para este
último capítulo un breve divertimento donde poder abrir una serie de ideas y de propuestas que puedan
servir para que poco a poco vayamos cambiando nuestro modo de abordar al cuerpo.

Me gustaría empezar por desmitificar esa sensación omnipotente del cuerpo que circula en
algunos campos. Así se puede decir que existe la sensación en muchos ámbitos de que el cuerpo, de por
sí, puede llegar a convertirse, como comenta José Gil (1995), en un significante “despótico”, capaz de
resolver todos los problemas habidos y por haber, desde la decadencia de la cultura occidental, hasta los
más nimios conflictos individuales. Frases como “todo está en el cuerpo”, “el cuerpo tiene sus razones”,
etc. son frases comunes que circulan por doquier, a modo de bandera ensalzadora del cuerpo. Si bien
esto puede tener su sentido, habría primero que bucear en qué entendemos por cuerpo, para luego ver
hasta que punto esto tiene su sentido. No soy partidario de todo es posible, pero tampoco ese
posicionamiento implica que haya que dejar de lado la búsqueda de un mejor trato y análisis del cuerpo.

En primer lugar podemos decir que el cuerpo es el lugar donde ocurre el acontecimiento de
existir (Jiménez, 1993). Es pues punto de partida y de llegada en la trama del tiempo vivido. También el
mismo autor nos comenta que los cuerpos son lugares de existencia, territorios de la memoria, de la
desesperación y del deseo o de su anhelo. Tenemos pues un punto de partida vivencial, que nos coloca
el cuerpo como el centro de la experiencia, de lo vivido.

De todos modos hay que tener en cuenta que el concepto que solemos manejar de cuerpo, es
un amasijo que engloba en su génesis un cúmulo de matices que a la larga ha generado una gran
confusión: ser, organismo, cuerpo, corporeidad, son facetas que muchas veces se confunden y que otras
se tergiversan.

En este sentido el psicoanálisis ha hecho todo un trabajo de profundización que permite tener un
poco de cuidado a la hora de nombrar lo que realmente estamos tocando. Precisamente S. Freud, en El
malestar en la cultura, ya nos plantea que el malestar referente al tema cuerpo es estructural por tres
razones: la imposibilidad de dominar plenamente el cuerpo por un lado, de controlar la naturaleza por otro
y de dominar también las relaciones de los hombres entre sí. Esta imposibilidad ha sido y es la punta de
lanza que nos aboca continuamente a buscar un acceso más directo y claro de nuestra naturaleza
corpórea. El tema del cuerpo remite a una de las fuentes del malestar y a las maneras de operar sobre
él, de marcarlo, señalando diferentes formas de tratar con lo imposible, o con lo más nuclear de nuestra
esencia corpórea: la inevitabilidad de la caducidad. Si algo es evidente en esta vida, es que tarde o
temprano esta se nos acaba, y el cuerpo es el fiel mensajero de esta verdad. ¿Y si matáramos al
mensajero? ¿Y si miráramos para otro lado buscando ese misterio de la vida en otro lugar, en el lugar
mítico del alma, de la esencia? Con este giro evidentemente tendríamos un problema resuelto. La
caducidad queda restringida al envoltorio. Este movimiento ha sido utilizado por muchos para poder
mitigar la gran angustia que genera topar con el aspecto perecedero de la vida.

Pero si seguimos analizando el concepto de cuerpo vemos que en la investigación del ser
humano surge un elemento clave que nos puede ayudar a entender de lo que estamos “hablando”. El
cuerpo en sí mismo no es un producto de la biología. En este sentido estaríamos hablando, como más
tarde retomaré, de organismo. El cuerpo, tal y como lo entendemos actualmente, es un producto del
lenguaje y no responde al saber de la genética, sino que más bien viene definido y movilizado por
coordenadas inconscientes.

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Es precisamente el lenguaje uno de los elementos que conforma y define el cuerpo. Barthes
(1999) utiliza una bellísima metáfora en este sentido. Nos dice que:

“El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro. Es como si tuviera palabras a guisa
de dedos, o dedos en la punta de mis palabras. Mi lenguaje tiembla de deseo”

Como vemos, el cuerpo es algo más que un amasijo de huesos y tendones, es un elemento que
se va construyendo, que se va conformando. El cuerpo está en el origen de todos los símbolos,
convirtiéndose en el punto de referencia permanente de ellos, el símbolo de todos los símbolos existentes
o posibles.

Y en este origen simbólico tenemos que tener muy en cuenta que el cuerpo no se ha de
confundir con su realidad biológica en cuanto a organismo vivo. Lacan considera, en este sentido, que
para hacer un cuerpo se precisa un organismo vivo más una imagen.

No nacemos con un cuerpo, sino con un organismo, como muchos autores defienden. El cuerpo
es algo secundario en tanto en cuanto es algo que se construye. La carne, como dice Barros Lara, no es
una neutralidad biológica, sino una subjetividad motriz que despliega sentidos, es decir, que se despliega
en gestualidades. Son precisamente los gestos de mi existencia los que se corresponden con los gestos
de mi cuerpo. Por lo tanto, aceptar el propio cuerpo, sentirse en él como en la casa propia, es aceptar la
propia existencia como algo carnal, y la primera de las condiciones del equilibrio. Galimberti (1998) añade
que en cada uno de mis gestos está contenida mi relación con el mundo, mi manera de percibirlo y
sentirlo, mi herencia, mi educación, mi medio o mi constitución psicológica. Es por esto que algunos
autores hablan de que el cuerpo no le pertenece a una persona, sino que la persona es (también) cuerpo,
y no usa un cuerpo-máquina para el movimiento, sino que expresa su motricidad a través del uso del
mismo. Por tanto el ser humano es y se vive a través de su corporeidad. (E, Trigo y col. 1999)

Y si seguimos analizando el conflicto que nos genera el concepto de cuerpo, no podemos obviar
la famosa dualidad cuerpo – mente. Afortunadamente comienza a adquirir ya un significativo peso dentro
de las ciencias cognitivas, no ya la creencia de que la mente no es una entidad autónoma que reside en
nosotros (opinión que parece ampliamente compartida dentro de las neurociencias) sino la de que es el
cuerpo en su totalidad quien constituye nuestra fuente primaria y permanente de conocimiento, de
relación con un mundo que surge como consecuencia de la mutua modelación que se establece entre lo
externo a nosotros y nuestra corporeidad. Es por eso que es muy necesario la integración o la
congruencia entre lo pensado y lo vivido, cosa que hace referencia al “insight” gestáltico que va más allá
del darse cuenta mental, incluyendo un darse cuenta más orgánico. Hay que tener en cuenta que el
hombre nace al mundo que es él, por la riqueza significativa de su cuerpo concreto. Es a través de la
percepción que vamos adquiriendo el concepto de cuerpo y corporeidad. Algunos autores incluso
comentan que la percepción es el saber absoluto (Merleau-Ponty).

Parte del inicio de este conflicto cuerpo mente lo tenemos que rastrear en nuestros orígenes
culturales. La filosofía, en su vertiente platónica, proclamaba que el hombre es su alma, o dicho de otro
modo, que posee un cuerpo, que habita una tumba ambulante, pero se desidentifica totalmente de su
cuerpo. El cuerpo, como tumba, es una imagen órfica que Platón usa con toda energía al servicio de una
consideración de las pasiones como adversas a la imagen pura del alma.

En la tercera ponencia del XXII seminario de la educación ínter universitario “otros lenguajes en
la educación”1, Fernando Bárcena, Hebe Tizio, Jorge Larrosa y Jose A. Asensio, comentan muy
acertadamente que:

“Mientras para la tradición que va desde Platón hasta el cristianismo, pasando por el
gnosticismo, el cuerpo es la cárcel que nos imposibilita la plena espiritualidad, la plena conexión con

1
Sitges, Universitat de Barcelona, 2003

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nuestra esencia etérea, para el cartesianismo la mente es el piloto del cuerpo pensado este como
máquina. En ambos casos ¿será que el cuerpo no es sino un estorbo para el verdadero conocimiento?
¿Hasta que punto la cultura occidental no está anclada en la premisa de que el cuerpo no es sino el lugar
de la negación y del sacrificio, un despojo retorcido, mera sangre y ocasión para el suplicio?”

Y hablando de cultura, ¿Hasta que punto el cuerpo es libre de la misma? Hay que tener muy en
cuenta que lo que conocemos por imagen corporal integra la imagen tridimensional que poseemos del
cuerpo, o sea, el esquema corporal, donde además se va conformando, de manera dinámica vinculada a
la historia personal de cada individuo en relación al contexto, lo que denominamos identidad corporal,
identidad que está inmersa en un marco sociocultural que de alguna manera marca nuestra manera de
vernos y de concebirnos.

Sin ir más lejos el yo actual, individual, tendente al éxito social, y con una serie de rasgos
relativos al género y a la edad, no es más que un producto de nuestra cultura, ajeno totalmente a la
naturaleza de nuestro cuerpo, pero que marca nuestra identidad corporal, y por ende, nuestra imagen
corporal. Los gustos estéticos también son un claro ejemplo de la influencia cultural a la hora de tratar el
cuerpo. Curiosamente en nuestra cultura tan creativa y tan “corpórea” cada vez está peor visto el tema
“contacto”. En las escuelas ya es un tema bastante tabú, y este tabú se va extendiendo de forma sutil y
sibilina en nuestro quehacer cotidiano. Estamos perdiendo la capacidad de tocar y de ser tocados, y
consecuentemente, estamos perdiendo nuestra capacidad de ser cuerpos. ¿Nuestra cultura nos llevará a
ser cuerpos virtuales?

Este aspecto cultural del cuerpo también nos indica que somos, desde nuestro nacimiento, un
cuerpo a la búsqueda activa de otros cuerpos semejantes al nuestro, sin los que sería imposible ese
despegue mental, ni tampoco sería posible acceder al mundo de los símbolos o al de los signos que cada
grupo humano, y cada cultura, especifican. Autores como H. Wallon nos dicen que no existe un límite
entre el cuerpo y el mundo. El niño conoce y vive su cuerpo como relación y no como forma abstracta
considerada en sí misma. Es precisamente la educación como factor cultural la que modela en cierta
medida el cuerpo, lo forma, le da una cierta hechura de acuerdo con las exigencias normativas de la
sociedad en la que vive. Pero el cuerpo no se ha de confundir ni con la realidad biológica en cuanto que
organismo vivo, ni con su realidad social en cuanto configuración y práctica de la cultura. Es a la vez más
y menos que esas dos cosas, en la medida en que es proceso de constitución, de formación simbólica
que suministra a la sociedad un medio de representarse y de comprenderse al tiempo de obrar sobre ella
misma.

Algunos van más lejos y abordan el problema cultural y social del cuerpo desde un punto crítico.
Así el argentino Ricardo L. Crisorio (1998), en una línea construccionista, nos dice que la educación es
también la que, aprovechando la indistinción entre lo real y la realidad, entre lo que es y lo que se
construye con relación a lo que es, aprovechó para suponer que se ocupaba del cuerpo cuando en
realidad se estaba ocupando sólo del organismo, partiendo de la base que para conocer el cuerpo
bastaba con aprender su anatomía y su fisiología. Hay que tener presente que existe un organismo, qué
duda cabe, como existe el sistema nervioso y el óseo. Pero nada de eso es el cuerpo, pues el cuerpo no
pertenece a lo real. Lo real, en rigor, es incognoscible. El cuerpo, entonces, como realidad construida,
desdibuja sus contornos individuales para aparecer como un cuerpo literalmente social, del cual cada
cuerpo singular es un ejemplo particular, particularmente construido en la confluencia de significados
privados y sociales, familiares y culturales, sencillos y complejos, presentes y pasados, que comienza
antes del nacimiento y se prolonga incluso más allá de la muerte. Como vemos este autor va más allá de
lo corpóreo, para entender el cuerpo como un producto claramente cultural.

Una voz disidente respecto a la forma clásica de entender y ver el cuerpo la encontramos ya en
Nietzsche, en su obra “Así habló Zaratustra”. En el capítulo “De los despreciadores del cuerpo” el autor
nos dice claramente que el niño dice “cuerpo soy yo, y alma” mientras que el ser “despierto” dice “cuerpo
soy yo íntegramente, y ninguna otra cosa”. N. hace esta clara distinción entre la pequeña razón,
identificada con el yo, y denominada “espíritu” y esa cosa más grande aún, que es tu cuerpo y su gran
razón, esa que, según N., “no dice yo, pero hace yo”. Y también afirma que

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GESTALT Y CUERPO. Apuntes realizados por LUÍS CARBAJAL

“Detrás de tus pensamientos y sentimientos se encuentra un soberano poderoso, un sabio


desconocido –llámase si mismo2.En tu cuerpo habita, es tu cuerpo. Hay más razón en tu cuerpo que en tu
mejor sabiduría”.

Este posicionamiento de alguna manera avala y apoya mi manera de entender el cuerpo, y sobre
todo mi manera de tenerle presente y manejarlo en el trabajo que llevo a cabo. Cuando hablo de la
sabiduría del cuerpo, me refiero a este sabio desconocido que todos llevamos dentro.

Siguiendo con la famosa dualidad, A. Le Bretón (2002) nos dice que la versión moderna del
dualismo cuerpo / mente-alma opone el hombre a su propio cuerpo, y no tanto el alma o la mente al
cuerpo. De ahí que el cuerpo sea tanto, en determinadas versiones, la encarnación irreductible del yo
cuanto una construcción personal, un objeto transitorio y siempre manipulable, susceptible de
variadísimas transformaciones, una fábrica siempre provisional de identidad y autoprotección. Es por eso
que cuerpo y ser se han escindido, de modo que la historia del ser es, al mismo tiempo, la historia de un
monumental olvido: la del cuerpo. Este olvido se ha intentado paliar con la búsqueda del saber sobre el
cuerpo. Nos hemos preocupado más por un saber del cuerpo que por una experiencia del mismo. Cuanto
más se habla del cuerpo, más aumenta la sensación de que menos expresa el cuerpo por si mismo. El
gran error parte del hecho de creernos exteriores a las cosas, creernos objetos entre objetos. Y claro
está, se nos ha enseñado que lo correcto, lo más racional y lo más científico, es aprender a ver lo que
está oculto, y también se nos ha enseñado que lo que está oculto es un problema y los problemas
siempre tienen solución. Con toda esta falacia ya tenemos montada una gran estructura de sabiduría que
lo que hace es alejarnos de nuestra corporeidad, alejándonos de lo más obvio, de lo que tenemos
delante, de nuestro cuerpo.

Esta influencia científica ya fue denunciada por Foucault (1992), que nos habló de cómo la
medicina ha jugado a veces como denominador común en el proceso de bio-poder ejercido sobre el
cuerpo desde el siglo XVII. Se nos quitó la principal herramienta para conocer nuestro cuerpo. La esencia
pasó al interior, espacio al que evidentemente los hombres de la calle no tenemos acceso, por lo que se
nos cortó la posibilidad de hablar con nuestro cuerpo, de dejar que nuestro cuerpo se manifestara,
pasando este aspecto al campo clínico y científico.

En este sentido, siendo la condición humana eminentemente corporal y temporal, la verdadera


medida de nosotros mismos parece comenzar el día en que constatamos ambas evidencias. Y es desde
ahí que podemos tener presente que dependemos de una manera íntima del cuerpo, tanto para actuar,
como para percibir y para escuchar. Si nos alejamos del cuerpo, nos desresponsabilizamos de nosotros
mismos, y perdemos nuestra capacidad de respuesta ante el mundo y ante la vida.

En “El lenguaje del cuerpo. Políticas y poéticas del cuerpo en educación”3 se hace un estudio
sobre las diferentes maneras de concebir el cuerpo a lo largo de la historia destacando tres formas o
episodios en la evolución de nuestra cultura occidental.

1) La primacía del alma: el olvido del cuerpo. Como ya hemos visto anteriormente para
la doctrina platónica el alma debe de huir de su encarnadura material en el cuerpo para que su
viaje en este mundo culmine con éxito. Para dicho éxito, por tanto, se ha de poder trascender el
cuerpo. Descartes por su parte abre también la brecha cuerpo alma, diferenciando la “res
cogitans” de la “res extensa”. El cuerpo se transforma en una máquina.

2) La primacía de la forma: el cuerpo vivido. Merleau-Ponty nos habla de sujeto-cuerpo,


donde cuerpo es la forma ejemplar del acontecimiento de la existencia en un mundo de
apariencias y visibilidad (Sucasas 2002). En esta segunda forma, mientras el cuerpo viviente se
convierte en un exterior sin interior, en una aparición sin subjetividad, en pura presencia, la

2
Selbst en alemán o el self de los gestaltistas seguidores de Laura Perls
3
Ver nota 1

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GESTALT Y CUERPO. Apuntes realizados por LUÍS CARBAJAL

subjetividad se convierte en interioridad sin exterioridad. El cuerpo presenta pues una unidad
distinta de la del objeto científico. Hay una intencionalidad y un poder de significación personal,
la presencia de un yo. El cuerpo deviene expresión y palabra. Se convierte en lenguaje. El ser
humano no sólo tiene un cuerpo sino que es un cuerpo.

3) La primacía de la figura: los cuerpos enmudecidos. Esta fase queda patente en los
campos de concentración, como paradigmas modernos del espacio de dolor y de la
transformación del cuerpo en toda su densidad humana, en mera figura informe. Podemos
referirnos también, en los escenarios de nuestras modernas sociedades de masas, a cuerpos-
figuras, fabricados según cánones de belleza y de salud dominantes. Lo que vemos son masa
de cuerpos, figuras pero no formas.

Como vemos no es nada fácil definir el cuerpo, por eso su análisis y estudio siempre ha sido tan
controvertido. Lo que si es bastante común es encontrar autores que siguen manifestando la ocultación
del cuerpo en nuestra cultura. Vilela (1998) nos dice que el cuerpo humano excede el cuerpo físico
objetivo, pues el cuerpo manifiesta un exceso de vivir encarnado, lo que exige pensarlo no desde el
exterior, sino desde dentro. Nos dice que no podemos ser ni tener este cuerpo físico, a no ser que se crea
que el sujeto de ese cuerpo sea un alma desencarnada que existe factualmente en el cuerpo. Para este
autor, como nacemos siendo cuerpo, nuestra existencia (pura exposición en el mundo), es en los
diferentes espacios y tiempos un cuerpo vivido. Pero nuestros cuerpos, hoy, están más o menos
escondidos, parece que no circulan sino en su disfraz, no en su desnudez.

La mente por tanto se enseñorea efectivamente de los cuerpos en que emerge al extremo de
hacernos olvidar sus orígenes y la compenetración que con estos mantiene. Y con esta supremacía
hemos conseguido el efecto de hablar del cuerpo sin dejarlo expresarse por si mismo.

De todos modos no nos olvidemos también que el hombre está dividido de su propio cuerpo
tanto por las disciplinas de la negación y de la pasividad, como por las disciplinas de la afirmación y de la
actividad. En esta línea, el culto al cuerpo del mundo contemporáneo es tan enfermizo como el horror al
cuerpo de otros tiempos. Nuestra obsesión por la fabricación y la exhibición del cuerpo produce también
sujetos sin cuerpo y cuerpos sin sujeto.

Con este panorama ya vemos lo difícil que resulta acceder al cuerpo de forma más o menos
neutral. Cacigal (1976) nos dice que la primera realidad antropológica del hombre viene dada por el
hecho de que es y tiene cuerpo, es decir, que el hombre está biológicamente determinado a ser un
cuerpo, pero que sin embargo puede disponer del mismo a partir de las construcciones personales y
sociales que la conciencia reflexiva permite elaborar sobre la propia experiencia corporal. Por tanto el
cuerpo humano es una auto producción y de aquí se puede afirmar el carácter educativo y educable del
cuerpo y del movimiento humano, en el sentido de que las prácticas corporales y la reflexión sobre las
mismas son partes inequívocas de la construcción de la identidad personal y social.

¿Qué hacer pues con el cuerpo, con su manejo y con su definición? Ante todas estas teorías,
definiciones, y posicionamientos, yo personalmente me decanto por un acercamiento humilde pero a la
vez concreto, dejándonos notar que somos un cuerpo, algo que está en construcción y que nos identifica
y nos avala como personas. Este acercamiento consiste en la potenciación tanto de la toma de
conciencia de uno mismo, como del tacto y del contacto con el otro como fuente de información y de
formación. Me inclino por recuperar toda nuestra capacidad corporal, todos nuestros sentidos en el más
amplio sentido de la palabra, y toda nuestra capacidad de disfrute y de aprendizaje, sin dejar que nos
quiten nuestra capacidad de escucha corporal y nuestra capacidad expresiva, por lo que abogo por
expresarnos corporalmente como vía de mejora de nuestra imagen corporal y consecuentemente, como
herramienta para una mayor coherencia con nosotros mismos y con nuestro ser.

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GESTALT Y CUERPO. Apuntes realizados por LUÍS CARBAJAL

DISCOGRAFÍA BÁSICA
Centro bajo

• "From Jamaica. Calypso" Harry Belafonte". Music of the world. CD 12505


• "The best of The Andrews Sisters". Blue Moon BMCD 3005
• “Gypsy project” Bireli Lagrene FDM 36626-2
• “Danse” Guem LDX 2741098
• “Safri Duo”
• “The best of” Paolo Conte
• “Monsoon wedding” (B.S.) Mychael danna 74321 89824-2

Caderas

• "Buena vista social club" (B.S.) Varios. World Circuit


• "La extraordinaria paradoja del sonido Quijano" Café Quijano 8573 82284 2
• "Mucho Azúcar Grandes éxitos". Azúcar Moreno. Sony Music
• "Los Manolos. Grandes éxitos 2". Horus CD-08.205
• “¡Volare! Lo mejor de Gipsy Kings”. Gipsy Kings. Columbia.494816 2
• “Vengue”. Ojos de brujo.
• “Mi tierra” Gloria Stefan
• "Las flores de la vida" Compay Segundo 857385502 2
• "Music from the coffee Lands" Putumayo World Music PUTU135-2
• "Go back to Bahia" Varios East West 398422123 2
• “Cada cabeza é um mundo”. Timbalada.
• “Brasileirinho” Maria Bethânia
• “One World” Lusafrica
• Rita Lee
• “Vô Imbolá” Zeca Baleiro
• “Missangas”. Joao Afonso. Mercury 534 717-2

Centro medio

• “Las 101 canciones más flamencas” (Crónicas marcianas) 092741310-2


• “Simentera” (barro e voz) 79606-2
• "Nour El Ain". Amr Diab. Produced by Alam El Phan. (cassette T. C 184)
• “Let me Raï” Cheb Mami.
• “Fire Dance” Brian Keane & Omar Faruk Tekbilek 13032-2

Corazón

• “Alegría” (B.S.) Cirque du soleil. BMG


• “Mystère” (B.S.) Cirque du soleil. BMG
• "The big Lebowski" (B.S.) 536 903-2
• “Cleopatra” Paco Ortega
• “Mercedes Sosa, 30 años”. Mercedes Sosa
• "Senden uzak" E G E . Tmv. 95106-2
• “Ölürüm sana”. Tarkan.
• “Her dem yeni”. Yirmi seçilmis sarki (Yeni türkü)

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Centros altos

• “Maren” Kepa Junkera EMI 7243 5 35490 0 8


• “Renaissance” Sowto string quartet 74321 46271 2
• "Lo mejor de Gwendal" 7243 8551662
• "Lambarena. Bach to Africa" Sony Classical SK 64542

Coreografias

• “Sur o no sur” Kevin Johansen + the nada


• “Hang on little tomato” Pink Martini
• “Sympathique” Pink Martini
• “Greece a musical odyssey” Putumayo
• “Santiago” The Chieftains
• "Saltimbanco" (B.S.) Cirque du soleil. BMG
• "Tarzán" (B.S.) Phil Collins 0102472 DNY
• “The Lion King” (B.S.) Elton John. Walt Disney. Edel 0126902DNY
• "Fame" (B.S.). 800 034-2
• "The Full Monty" (B.S.). RcaVictor.09026 68904 2
• “Life of Brian” (B.S.) Monty Python
• “Amelie” (B.S.) Jean-Pierre Jeunet CDVIR 155
• “Signes” René Aubry

Varios:

• "Mozart in Egypt". Virgin Classics. 7243 5 45311 2 5


• “Puede hacerse” Angelo Branduardi
• “Varios” Angelo Branduardi
• “Baile de salon” Horus S.A. 08 007
• “Identities” IDIR
• “Varios” IDIR

Lentas:

• “Antología”. Madredeus.
• “Classic Williams. Romance of the guitar”. Jhon Williams. Sony
• “The best of Twerry Oldfield. 1985-95”. Terry Oldfield. New World Music
• “Her Dem Yeni”. Yeni Türkü. BMG
• "Voices"Vangelis. East West. 0630 12786 2
• “Grandes exitos” Sally Oldfield
• “Varios” Sheila Chandra
• “Come away with me” Norah Jones

Lentas películas:

• "The Straight story" (B.S.) Ángelo Badalamenti BMG 01934 11513 2


• "Ulysses ' Gaze" (B.S.) Eleni Karaindrou y Kim Kashkashian 449 153-2
• “Cinema Paradiso” (B.S.) Ennio Morricone
• “Jean de Florette”. (B.S.) Jean-Claude Petit
• “Manon of the spring” (B.S.) Jean-Claude petit.
• “Carrington” (B.S.) Michael Nyman.
• “Hable con ella” (B.S.)
• “El dilema” (B.S.) Lisa Gerrard-Pieter bourke

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• “Yo-yo Ma play Ennio Morricone”


• “La lista de Schindler”

Clásicas:

• “Mahler intimo” Orquesta sinfónica de RTVE.


• “Symphony Nº 3”. Górecki. Naxos8.550822
• “Ave Maria” Varios autores. Deutche grammophon (Musikfest)
• “Concierto para violin op.61” Beethoven
• “Concierto para piano en sol mayor” Ravel
• “Sonatas 1-6 para chelo” Bach
• “The best of Barber”

BIBLIOGRAFÍA
BRENAN, B.A.: “Manos que curan”.
Editorial Martínez Roca. Barcelona 1990.

CARBAJAL, L. “Hablar con el cuerpo”


Editorial Comanegra. Barcelona 2008

CAROLINE MISS: “Anatomía del espíritu”.

GINGER S. Y A.: “ La Gestalt una terapia de contacto”.


Editorial Manual Moderno. México DF.

GRINBERG, Avi: " Reflexología. Diagnóstico y curación por el pie".


Editorial Martínez Roca.

GRINBERG, Avi: " Reflexología holística".


Editorial Bellaterra.

KEPNER, James: “El proceso corporal”.


Editorial Manual Moderno.

LOWEN A.: “El lenguaje del cuerpo”


Editorial Herder. 1988

LOWEN A. Y L.: “Ejercicios de bioenergética”.


Editorial Sirio.

MASUNAGA, S.: " Ejercicios de imaginería Zen".


EDAF/ Nueva era.

PEÑARRUBIA, F.:“Terapia Gestalt. La vía del vacío fértil”.


Alianza Editorial. Madrid 1998.

REICH, W.:“Análisis del carácter”


(1ª impresión) Paidós. Barcelona 1980

ZINKER, J.:“El proceso creativo en la terapia gestáltica”.


Editorial Paidós. Buenos Aires, 1979.

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