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Llova torrencialmente,
y en la Estancia del Mojn,
como adorando el fogn
estaba toda la gente.
Dijo un viejo de repente:
Les voy a contar un cuento.
Ahora que el agua y el viento
traen a la memoria ma
cosas que naides saba
y que yo dir al momento.
No se asusten si mi cuento
les recuerda en este da
algo que ya no poda
ocultar mi sentimiento;
vuelquen todos un momento
la memoria en el pasao,
que all vern retrataos
con tuitos sus pormenores
una tragedia de amores
que el silencio ha sepultao
Alcncenmn un amargo
pa' que suavice mi pecho,
que voy a dentrar derecho
al asunto, porque es largo.
Har juerza, sin embargo,
pa' llegar hasta el final
y si apriende cada cual
con espritu sereno,
vern cmo un hombre bueno
lleg a hacerse criminal.
Setenta aos, quin dira!
que vivo aqu en estos pagos,
sin conocer ms halagos
que la gran tristeza ma.
Setenta aos no es un da,
pueden tenerlo por cierto,
pues si mis dichas han muerto,
ahora tengo la virtud
de ser pa' esta juventud
lo mesmo que un libro abierto.
A la una de la maana
del otro da justamente,
lleg el hombre de repente,
convertido en fiera humana:
de un golpe ech la ventana
contra el suelo, en mil pedazos
y avanzando a grandes pasos,
ciego de rabia y dolor,
vi que su nico amor
descansaba en otros brazos
En la estancia se saba
que la ingrata lo engaaba,
pero a l naides le contaba
la desgracia en que viva.
Por eso la polica
no hizo caso, mayormente,
pues dijeron "la inocente
se fue con su gaviln".
En cambio los dos estn
descansando eternamente