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Lengua Española Básica II

Nombre: Yadira Zolangi Felix


Sección: 621

Unidad VI. Ejercicios:


Lee con atención este cuento de Abelardo Castillo que se titula: “El hacha pequeña de los indios”
Después, ella hizo un alocado paso de baile y una reverencia y agregó que por eso ésta era una
noche especial, mientras él, incrédulo, la miraba con los ojos llenos de perplejidad (o de algo
parecido a la perplejidad, que también se parecía un poco a la locura), pero la muchacha sólo
reparó en su asombro porque él había sonreído de inmediato y cuando ella le preguntó qué era lo
que había estado a punto de decirle, el hombre alcanzó a murmurar nada amor mío, nada, y se
rió, y siguió riéndose como si aquello ya no tuviese importancia puesto que estaba loco de
alegría, como si realmente se hubiera vuelto loco de alegría. Por eso, cuando ella fue hacia el
dormitorio y agregó no tardes, el hombre dijo que no. Voy en seguida, dijo. Pero se quedó
mirando el hacha que colgaba junto al aparador de cedro, nueva todavía, sin usar, porque esas
cosas son en realidad adornos o poco menos que se regalan en los casamientos pero que nadie
utiliza y quedan colgadas ahí, como ésta, en el mismo sitio desde hace un año, haciéndole
recordar cada vez que la miraba (de un lado el filo; del otro, una especie de maza, con puntas,
para macerar carne) viejas historias de indios cuando él era Ojo de Halcón y mataba al traidor o
al lobo empuñando un hacha parecida a ésta. Sólo que aquélla era de palo y ésa estaba ahí, de
metal brillante, frente al hombre que ahora, al levantarse y cruzar la habitación, evocó la primera
noche que cruzó esta habitación igual que ahora, el día que se casaron pese al gesto ambiguo de
los amigos, pese a las palabras del médico, la noche un poco casual en que se encontraron
casados y mirándose con sorpresa, riéndose de sus propias caras, después de aquel noviazgo o
juego junto al mar en el que hasta hubo una gitana y fuegos artificiales y un viejo napolitano que
cantaba romanzas, fin de semana o sueño que él recordaba desde el fondo de un país de agua
como una sola y larga madruga¬da verde, como estar desnudo y algo ebrio sobre una arena
lunar, de tan limpia, como un gusto a ola o a piel mojada pero sobre todo como un jirón de
música de acordeón y la voz del viejito napolitano en alguna cantina junto a los malecones,
vértigo que se consumó en dos días porque la muchacha era hermosa –linda como una estam¬pa
de la Virgen, dijo mamá al verla, te hará feliz, y también lo había dicho la gitana, que sin
embargo bajó los ojos y no aceptó el dinero, y de pronto estaban riéndose y casados, pese al
gesto cortado de algún amigo al saludarla, pese a que ella quería tener un hijo y a la gitana que
decía la buenaventura entre los fuegos artificiales, pese al espermograma y al dictamen médico y
a que cada vez que la veía mirar a un chico, cada vez que la veía acariciarles la cabeza y jugar
atolondradamente con ellos como una pequeña hermana mayor de ojos alocados y manos como
pájaros, pensaba estoy haciendo una porquería y sentía vergüenza, y asco, un asco parecido al
que lo mareaba ahora, en el momento de descolgar el hacha pe¬queña, mientras la sopesaba lo
mismo que sopesó durante un año entero la idea de contárselo todo, de contarle que al casarse
con ella él le había matado de algún modo y para siempre un muchachito rubio, un chiquilín
tropezante que jamás podría andar cayéndose, levantándose, dejando sus juguetes por la casa:
hasta que al fin esta misma tarde él decidió contárselo todo porque supo secretamente que ella, la
muchacha de ojos alocados y manos como pájaros, la perra, entendería. Y llegó a la casa
pensando en el tono con que pro¬nunciaría sus primeras palabras esa noche (tengo que decirte
algo), el tono intrascendente o ingenuo que tienen siempre las grandes revelaciones. Por eso el
hombre estaba cruzando ahora la habitación y empuñaba el hacha pequeña de los indios que le
recordaba historias de matar al cacique o al lobo, o a la grandísima perra que esta noche, antes de
que él hablara, dijo que tenía algo que decirle: algo que ella había dicho con el tono
intrascendente e ingenuo de las grandes revelaciones. “Vamos a tener un hijo”, había dicho.
Simplemente. Después, hizo un paso de baile y una reverencia. (Castillo, 1997 P. 239-240)

En los siguientes recuadros delimita el inicio, desarrollo, clímax y final del cuento
Inicio: Después, ella hizo un alocado paso de baile y una reverencia y agregó que por
eso ésta era una noche especial, mientras él, incrédulo, la miraba con los ojos llenos de
perplejidad (o de algo parecido a la perplejidad, que también se parecía un poco a la
locura), pero la muchacha sólo reparó en su asombro porque él había sonreído de
inmediato y cuando ella le preguntó qué era lo que había estado a punto de decirle, el
hombre alcanzó a murmurar nada amor mío, nada, y se río, y siguió riéndose como si
aquello ya no tuviese importancia puesto que estaba loco de alegría, como si realmente
se hubiera vuelto loco de alegría.

Desarrollo: Sólo que aquélla era de palo y ésa estaba ahí, de metal brillante, frente al
hombre que ahora, al levantarse y cruzar la habitación, evocó la primera noche que cruzó
esta habitación igual que ahora, el día que se casaron pese al gesto ambiguo de los
amigos, pese a las palabras del médico, la noche un poco casual en que se encontraron
casados y mirándose con sorpresa, riéndose de sus propias caras, después de aquel
noviazgo o juego junto al mar en el que hasta hubo una gitana y fuegos artificiales y un
viejo napolitano que cantaba romanzas, fin de semana o sueño que él recordaba desde el
fondo de un país de agua como una sola y larga madrugada verde, como estar desnudo y
algo ebrio sobre una arena lunar, de tan limpia, como un gusto a ola o a piel mojada pero
sobre todo como un jirón de música de acordeón y la voz del viejito napolitano en alguna
cantina junto a los malecones, vértigo que se consumó en dos días porque la muchacha
era hermosa –linda como una estampa de la Virgen, dijo mamá al verla, te hará feliz, y
también lo había dicho la gitana, que sin embargo bajó los ojos y no aceptó el dinero, y
de pronto estaban riéndose y casados, pese al gesto cortado de algún amigo al saludarla,
pese a que ella quería tener un hijo y a la gitana que decía la buenaventura entre los
fuegos artificiales, pese al espermograma y al dictamen médico y a que cada vez que la
veía mirar a un chico, cada vez que la veía acariciarles la cabeza y jugar
atolondradamente con ellos como una pequeña hermana mayor de ojos alocados y manos
como pájaros, pensaba estoy haciendo una porquería y sentía vergüenza, y asco, un asco
parecido al que lo mareaba ahora, en el momento de descolgar el hacha pequeña,
mientras la sopesaba lo mismo que sopesó durante un año entero la idea de contárselo
todo, de contarle que al casarse con ella él le había matado de algún modo y para siempre
un muchachito rubio, un chiquilín tropezarte que jamás podría andar cayéndose,
levantándose, dejando sus juguetes por la casa: hasta que al fin esta misma tarde él
decidió contárselo todo porque supo secretamente que ella, la muchacha de ojos alocados
y manos como pájaros, la perra, entendería.

Clímax: Por eso, cuando ella fue hacia el dormitorio y agregó no tardes, el hombre dijo
que no. Voy en seguida, dijo. Pero se quedó mirando el hacha que colgaba junto al
aparador de cedro, nueva todavía, sin usar, porque esas cosas son en realidad adornos o
poco menos que se regalan en los casamientos pero que nadie utiliza y quedan colgadas
ahí, como ésta, en el mismo sitio desde hace un año, haciéndole recordar cada vez que
la miraba (de un lado el filo; del otro, una especie de maza, con puntas, para macerar
carne) viejas historias de indios cuando él era Ojo de Halcón y mataba al traidor o al
lobo empuñando un hacha parecida a ésta.

Cierre: Y llegó a la casa pensando en el tono con que pronunciaría sus primeras
palabras esa noche (tengo que decirte algo), el tono intrascendente o ingenuo que tienen
siempre las grandes revelaciones. Por eso el hombre estaba cruzando ahora la
habitación y empuñaba el hacha pequeña de los indios que le recordaba historias de
matar al cacique o al lobo, o a la grandísima perra que esta noche, antes de que él
hablara, dijo que tenía algo que decirle: algo que ella había dicho con el tono
intrascendente e ingenuo de las grandes revelaciones. “Vamos a tener un hijo”, había
dicho. Simplemente. Después, hizo un paso de baile y una reverencia.

¿Qué puedes decir del final, es abierto o cerrado? Justifica tu selección.


Es abierto es un texto abierto porque el juego de palabras y expresiones hace que se interprete
en el texto de maneras diferentes.

Escribe una historia de no más de 400 palabras donde pueda visualizarse cada una de las partes
del cuento (Inicio, desarrollo, clímax y cierre)

NO ME OLVIDES

Mi historia se trata de un grupo de niños que son amigos desde muy pequeños y ellos todos los días iban
a un fuerte que habían construidos, todos se llevan muy bien. En el grupo están; Andrés que es un niño
muy callado, Camila es muy extrovertida, marcos es el más inteligente y esta lisa que es la más alegre de
todos. Un día como todos ellos fueron al fuerte estaban jugando entre las ramas del árbol y
hablando en esos momentos lisa se alejó de los chicos y se puso a jugar un una mariposa ella
iba corriendo detrás de ella y en un momento sin ella darse cuenta cayó por un risco, rato después sus
amigos se fijaron que ella no estaba y salieron a buscarla la llamaban con mucha fuerza entre los
árboles, decidieron buscarla más abajo cuando de pronto marcos ve algo tirado todos fueron y se
dieron cuenta de que lisa estaba muerta.

Todo después de ahí cambio el grupo de amigos después de ese incidente se separaron y cada quien
tomo caminos diferentes. Andres se convirtió en un adolecente aplicado en la escuela, Camila comenzó
a tomar clases de piano, marcos ayudaba a su padre después de la escuela con su negocio. Todos
tenían vidas diferentes pero todos seguían viviendo en el mismo pueblo. Un día marcos estaba
regresando de las clases venia cruzando un puente cuando de la nada escucha una vos que le
estaba hablando al principio no vio quien era y miro para todos los lados, siguió en su camino a casa y
de pronto otra vez comenzó a escuchar la mismo voz que antes pero esta vez logro ver quien
era. Era una chica joven como de su misma edad tenía una linda sonrisa parecía que ella lo conocía,
pero él no sabía quién era ella.

Ese dia ella lo siguió hasta la casa y al dia siguiente también. Ese dia se percató de que solo podía
ver el a esa chica las demás personas no notaban su presencia las personas lo veían hablando solo.
Luego el comenzó a hablar mas con ella y ella le conto que si no se acordaba quien era el le dijo que no
sabía y ella le conto que es lisa su amiga de cuando eran niños, el no lo podía creer porque sabía que lisa
ya había muerto cuando eran pequeños pero ella le conto cosas que si confirmaron que era ella.
Después de ese dia siguieron hablando mas y recordando los buenos momentos que tuvieron cuando
eran niños.

Un día lisa le pregunto por sus otros compañeros y marcos le dijo que se habían separado después de
la muerte de ella. Marcos ese dia tuvo una idea de volver a juntarlos para ver si ellos también podían ver
a lisa. Marcos llego a casa donde vivían todos sus compañeros primero paso a casa de Camila y
confirmo que no podía ver a lisa porque lisa siempre estaba al lado de él. Luego de juntarlos a todos le
conto todo lo que la había pasado esas semanas y de que podía ver a lisa todos pensaron que estaba
loco y que quedo traumado por lo de aquella ves, los días pasaron y el grupo de amigos se volvieron a
juntar mas seguido. Un dia decidieron ir al fuerte de cuando estaban pequeños, siguieron yendo mas
seguido y todos hablaban como antes lisa también estaba con ellos aunque solo marcos podía verla.

Un día estaban hablando en el fuerte que habían construido y Andrés comenzó a decir de la vez que lisa
murió que fue todo por culpa suya ya que le decía cosas feas algunas veces, al igual Camila comenzó a
culparse que todo paso ese día por su culpa por que Camila estaba enamorada de Carlos y Carlos
cuando estaban pequeños era quien compartía más con lisa y ella pensaba que él le gustaba lisa. En esos
momentos todos comenzaron a pelear y discutir lisa se fue del lado de marcos al ver que todos
peleaban, marcos al poco tiempo después noto de que lisa no estaba a su lado y fue a buscarla todos al
ver que marcos salió fueron detrás de él y como cuando eran pequeños marcos comenzó a llamar
a lisa sus compañeros escucharon que él la estaba llamando y todos comenzaron a llamar a lisa
también.

Después de un rato buscando a lisa marcos la vio agachada debajo de un árbol llorando todos se
reunieron y aunque marcos solo podía ver a lisa en esos momentos lisa comenzó hablar y
recordar los lindos momentos en esos instantes Camila y Andrés comenzaron a ver a lisa, todos
comenzaron a llorar y sentirse mal por las cosas que habían pasado lisa seguía recordando todos
los buenos momentos que tuvieron y de la nada lisa comenzó a desaparecer. Ya ella había logrado su
propósito que era poder despedirse de sus mejores amigos de la infancia y volver a unirlos, después de
eso ella por fin descanso en paz y dejo este mundo al fin. Después de esa noche todos se unieron
mas y como cuando estaban pequeños se reunían en el fuerte que habían hecho y esta ves
recordaban a su querida y gran amiga lisa.

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