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LA RAZÓN Y SUS ADVERSARIOS

¿Cuáles son esos adversarios de la razón? Serán todos los que no respeten el orden natural de las cosas.

Tenemos una naturaleza herida pero no una deleta natura (cfr. Lucero). Se ha perdido con la caída el orden
interno de ha destituído, la unidad alma – espíritu – cuerpo se ha desarmonizado.

La consecuencia inmediata radica en verificar que tanto las potencialidades superiores e inferiores que se
hallaban correctamente dirigidas a su objeto propio, ahora están así.

Ya no se dirigen por si solas hacia la virtud.

El hombre ha perdido su unidad, su elongatio. Su alma se ha curvado.

Cuatro Heridas en la Naturaleza

1. Amathía: herida producida en la inteligencia racional.

• Cerrazón del intelecto


• Indocilidad frente a la verdad.
La indocilidad es la IGNORANCIA MÁS PERNICIOSA. Implica no querer ver que es lo bueno,
pudiendo verlo: “zapata” siempre tengo razón.

• Falta de confianza hacia la realidad y hacia la verdad óptica. Se piensa que hay
que defender la verdad, cuando la verdad se defiende sola. No se comprende
que solo dejándome guiar por la verdad, sólo por ella el hombre será
verdaderamente libre.
• Con la amita se achican los horizontes. Y se hace muy difícil ver el orden moral que se
nutre del natural para no ser cruel.
• La moral desde la amathia, será IMPERAL y DOMINANTE.

El criterio MORAL es la docilidad. La docilitas es una parte esencial de la PRUDENCIA.


Docilitas (apertura) ≠ amathía (cerrazón)
Docilitas (apertura) = sapere
“Una vida interior. Un núcleo de personas con un espíritu abierto
hacia la verdad y espiritualidad. Esta última como la facultad de
tener fe y confianza, de darse, nutrirse de estas ideas
saboreándolas” John Lilly

Platón en el dialogo de las Leyes parágrafos 688c y 689 a e indica como la ignorancia
manifiesta una discordancia u oposición del alma a la razón es decir, una insensatez.

• La amathía implica muchas veces mucha razón y poco intelecto (luz, sapere).
La amathía nos lleva a vivir sin luz intelectual. A ir en contra de lo que
significa realmente VIVIR SEGÚN LA RAZÓN.
2. Malitia: herida producida en la voluntad libre.

• Saber que es lo bueno y hacer lo malo. Conozco el bien y elijo revelarme


ante ese bien.
• Elijo la rebelión del bien por la rebelión misma, es decir sit pro ratione
voluntas, sea por razón de la voluntad.
• Implica VIVIR SEGÚN NOSOTROS y NO SEGÚN LA RAZÓN.

La amathía y la malitia son dos heridas que trabajan juntas aunque se distinguen en sus actos
propios:

La AMATHÍA ~ no QUERER VER qué es lo BUENO: IGNORANCIA PERNICIOSA: CERRAZON.


La MALITIA ~ CONOCER lo BUENO y REVELARME contra él: HACER lo OPUESTO.

3. Infirmitas: herida del apetito irascible.


4. Concupiscencia: herida del apetito concupiscible.

Éstas dos heridas afectan A LAS POTENCIAS SENSIBLES dirigidas al BIEN ÁRDUO Y
AL PLACER respectivamente.

La herida consiste en sacar de su cauce a la potencia. La potencia sensible pierde su enlongatio y así
no guardan proporcionalidad a sus propios objetos.

La agresividad del apetito irascible y la sensualidad del apetito concupiscible cuando se exaltan de
manera desmesurada se tornan debilidad. Tomados de manera ordenada son muy buenas ya que son
propias de la naturaleza humana. Pero desordenados OMNUBILAN LA VISION DE LA REALIDAD.

En la concupiscencia un BIEN SENSIBLE se presenta AQUÍ y AHORA como un BIEN ABSOLUTO.


La herida se produce cuando tomamos por absoluto un bien que de por sí no lo es.

Todo camino que no nutre, si es recorrido por un hombre a la larga lo hace un ser débil.
Todo camino que no nutre es un camino que PREGONA el SENTIMENTALISMO, el
SENSUALISMO, el RIGORISMO.
“El impúdico se priva del bien en cuanto su concupiscencia es privada del orden de la
razón y en cuanto a esto no es; el ser privado del orden de la razón no pone algún ser,
sino el no ser; y es también en cuanto a esto no desea las cosas existentes sino las cosas
desordenadas, las cuales en cuanto son desordenadas no son existentes. Pero, sin
embargo, el impúdico participa del bien según cierta oscura resonancia y defectuosa
unición y amistad la cual participa con el bien (In divinis nominibus, 507)”.
Resumiendo:

La infirmitas en vez de ayudar a vivir el bien, lo debilita; la concupiscencia pone al placer como
fin.
En vez de ir logrando su propia expresión y elegir el bien mayor, se vuelve desmesurado y
toma a todo el hombre: concupiscencia de los ojos.

1 Juan 2,15-17

Hay varias clases de concupiscencias o malos deseos, como nos dice San Juan:

1) concupiscencia de la carne (placeres) y 2) concupiscencia de los ojos (posesiones) . Estas dos


concupiscencias dan lugar a 3) la "soberbia de esta vida" (excelencias). La soberbia de esta vida es
la voluntad torcida de los que viven solamente para esta vida.

Hay un deseo bueno, que llamamos natural. Es el deseo de los bienes que tocan a la conservación
o sustentación de la naturaleza del hombre.

Lo que uno es:


o las cualidades personales físicas, como la belleza, la silueta o el vestido;
o las espirituales, el saber, la educación y la cultura, los títulos académicos, un
oficio...
o el buen temperamento y character

Lo que uno tiene:


- el dinero y todo lo que puede adquirirse con él
- la casa, el auto.

Al desorden del deseo de estos bienes se le llama concupiscencia de los ojos: deseo
desordenado de ver y de ser visto y de los bienes que hacen aparentar y aparecer. Diríamos
que son los bienes que nos muestra y nos hace desear desordenadamente la propaganda.

La "concupiscencia de los ojos". se llama así porque: es el apetito de los ojos de la


imaginación, con la que se ven estos bienes.

Son bienes cuyo deseo se excita después de verlos o imaginarlos y no a partir de una
necesidad de la naturaleza, como son los otros. Son bienes de orden social y de la convivencia
y del "querer tener y/o ser vistos". A esta concupiscencia de los ojos corresponden los
pecados capitales de vanidad, avaricia, envidia.

El criterio MORAL consistirá en la PROPORCIONALIDAD del APETITO respecto a su


OBJETO: bien arduo y placer

Recuerden que la concupiscibilidad cuando se vive rectamente es buena es conducente a


bienes más elevados: da a los seres racionales la tendencia al bien y a los irracionales el
instinto de supervivencia. Pero cuando se desordena, es compulsiva, desenfrenada y
egoísta.

Las posibles salidas hacia el orden:


• la sensibilidad tiene que tener un carácter instrumental
• la sensibilidad debe conducir hacia lo más profundo del espíritu
• la realidad corporal es interior, es mediación, es conducencia
• sólo así el espíritu leerá en lo material su valor y dará el lugar justo a cada realidad.

Las virtudes cardinales trabajan para curar las heridas:


• La Prudencia viendo aquí y ahora lo que es bueno y poniéndolo en práctica
restaura la amathia.
• La Justicia teniendo la voluntad de dar a cada uno lo que le es propio restaura la
malitia.
• La Fortaleza resistiendo y atacando todo lo que te separa del mejor bien restaura
la infirmitas.
• La Templanza ordenando la falta de control restaura la concupiscencia.

La naturaleza no es la pura espontaneidad, sino el orden de tal espontaneidad, esto


implica la armonía entre la corporeidad y el espíritu.

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