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S. Zweig
Las tres picas figuras de Hlderlin, Kleist y Nietzsche tienen extraas afinidades en los
destinos de su existencia. Los tres, arrancados de su propio ser por una fuerza poderossima
y en cierto modo ultramundana, son arrojados a un calamitoso torbellino de pasin. Los
tres terminan prematuramente su vida, con el espritu destrozado y un mortal
envenenamiento en los sentidos. Los tres terminan en la locura o en el suicidio. Los tres
parece que viven bajo el mismo signo del Horscopo. Los tres pasan por el mundo cual
rpido y luminoso meteoro, ajenos a su poca, incomprendidos por su generacin, para
sumergirse despus en la misteriosa noche de su misin. Ignoran adnde van; salen del
Infinito para hundirse de nuevo en el Infinito y, al pasar, rozan apenas el mundo material.
Domina en ellos un poder superior a su propia voluntad, un poder no humano en el que se
sienten aprisionados. Su voluntad no rige (llenos de angustia, lo reconocen ellos mismos en
momentos de clarividencia). Son esclavos. Son posesos (en todo el sentido de la palabra)
del poder del demonio.
Demonio, demonaco. Estas palabras han sufrido ya tantas
interpretaciones desde su primitivo sentido misticorreligioso en la
antigedad, que se hace necesario revestirlas de una interpretacin
personal. Llamar demonaca a esa inquietud innata, y esencial a
todo hombre, que lo separa de s mismo y lo arrastra hacia lo infinito,
haca lo elemental. Es como s la Naturaleza hubiese dejado una
pequea porcin de aquel caos primitivo dentro de cada alma y esa