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“El último Mesías” [The Last


Messiah]. El desconocido pesimismo
de Peter Wessel Zapffe
Carlos Javier González Serrano / 8 noviembre, 2016
“El último Mesías” [The Last Messiah]. Fuente
original: Philosophy Now. Texto completo en
español en el que se presenta el pesimismo del autor
noruego Peter Wessel Zapffe (1899-1990)
Traducido del inglés por Carlos Javier González
Serrano
(Las anotaciones entre corchetes pertenecen al
traductor y pretenden clarificar el tan poético como
complejo y metafórico texto de Zapffe,
publicado originalmente en noruego en 1933)
I
Una noche en tiempos remotos [long bygone times],
el hombre despertó [awoke] y se contempló a
sí mismo.
Vio que estaba desnudo bajo el cosmos, sin hogar
[homeless] en su propio cuerpo. Todas las cosas se
disolvían ante su escrutador pensamiento, y maravilla
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tras maravilla, horror tras horror se desplegaban en


su mente.
Entonces la mujer también despertó y dijo que era hora
de partir y salir de caza [go and slay]. Él buscó su arco
y su flecha, lazo nupcial entre el espíritu y la mano, y
salió fuera bajo las estrellas. Pero a medida que las
bestias acudían desde sus hontanares, donde él tenía
por costumbre esperarlas, ya no sintió en su sangre el
voraz instinto [the tiger’s bound] de asediarlas, sino un
gran salmo [que hablaba] sobre la hermandad del
sufrimiento de todo lo vivo [brotherhood of
suffering everything alive].
Aquel día no volvió con presas, y cuando lo
encontraron a la luna siguiente, yacía muerto en el
hontanar.
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II
¿Qué pudo suceder? Una brecha en la más
íntima unidad de la vida, una paradoja biológica, una
abominación, una absurdidad, una exageración de
desastrosas dimensiones. La vida había sobrepasado su
objetivo [overshot its target], destruyéndose a sí
misma [blowing itself apart]. Una especie había sido
armada muy pesadamente -en espíritu todopoderosa,
pero a la vez amenazante para su propio bienestar-. Su
arma [weapon] era como una espada sin empuñadura
ni revestimiento, una hoja de doble filo que todo lo
hiende; pero aquel que ha de blandirla debe agarrar la
hoja y dirigir uno de los filos hacia sí mismo.
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A pesar de sus nuevos ojos, el hombre seguía


anclado a la materia, su alma giraba todavía en ella y
subordinada a sus ciegas leyes [blind laws] -aunque
sí podía mirar a la materia como a un extraño,
compararse con el resto de fenómenos, viendo a su
través y distinguiendo sus procesos vitales-. Llega a la
naturaleza como un huésped no invitado, extendiendo
en vano sus brazos para rogar por la conciliación con
su creador [maker]: aunque la naturaleza ya no le
consuela, llevó a cabo un milagro con el hombre, pero
después  se desentendió de él [later did not know him].
Ha perdido su derecho a residir en el universo, ha
comido del Árbol del Conocimiento y ha sido
expulsado del Paraíso. Es poderoso en el mundo
presente [the near world], pero maldice este su poder
[mighty], pues fue comprado a cambio de la armonía
de su alma, su inocencia, su paz interior en el abrazo
de la vida.
Y ahí está con sus visiones, traicionado por el
universo, maravillado y asustado [in wonder and fear].
La bestia también conoció el miedo, a través de la
tormenta y la garra del león. Pero el hombre se volvió
temeroso de la vida misma -más aún, de su propio ser-.
La vida consistía para la bestia en sentir la escena del
poder, en el calor y en los juegos, en la lucha y el
hambre, aunque al fin hubiera de inclinarse ante la ley
del mundo. En la bestia, el sufrimiento está confinado
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en sí mismo [self-confined, autocontenido], en el
hombre horada agujeros que le conducen a un miedo
hacia el mundo y a una desesperanza vital. Incluso
cuando el niño emerge al río de la vida, los rugidos de
la cascada de la muerte se encumbran sobre el valle,
cada vez más cerca, y hacen sollozar a su alegría. El
hombre contempla la tierra, que respira como un gran
pulmón: cada vez que exhala, la deleitosa vida
circula por todos sus poros y se extiende hacia el sol,
pero cuando inhala, un gemido de ruptura transita a
través de la multitud, y los cadáveres azotan el suelo
como fragmentos de granizo. Él podía ver no sólo su
día [su presente], [sino también] los cementerios que
se retuercen ante su mirada, los lamentos de milenios
hundidos que se precipitan desde horrendas figuras en
descomposición, sueños de madres que regresan a la
tierra [earth-turned dreams of mothers, es decir,
sueños grandilocuentes que acaban rotos]. La cortina
del futuro se descorre a sí misma revelando una 
pesadilla de eterna repetición, un insensato desperdicio
de materia orgánica. El sufrimiento de millones de
humanos penetra en él a través de la puerta de la
compasión [the gateway of compassion], y es que todo
cuanto sucede origina una carcajada que se burla del
ruego por la justicia, el más profundo principio del
orden. Se ve surgir del vientre de su madre, dirige su
mano al aire y ésta aparece con cinco ramas: “¿De
dónde proviene este cinco diabólico, y qué relación
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tiene con mi alma?”. Ha dejado de comprenderse a sí


mismo [He is no longer obvious to himself], toca su
cuerpo totalmente horrorizado: éste eres tú y hasta
aquí llegas, no más lejos. Lleva en su interior un
alimento, [que] ayer [el alimento] era una bestia
errante: “ahora la absorbo y la convierto en parte de
mí, más ¿dónde comienzo y dónde termino?”. Todas
las cosas permanecen encadenadas entre sí por causas
y efectos, y todo cuanto él quiere comprender
[grasp] acaba disuelto ante su escrutador pensamiento.
Pero pronto intuye igualmente esta mecánica en la
lejana y querida totalidad [whole], en la sonrisa de su
amada: [en ésta] hay también otras sonrisas, [no es
más que] una bota estropeada con los dedos de los pies
[una ilusión desbaratada]. A veces, los rasgos de las
cosas son sólo sus rasgos [los del hombre, himself].
Nada existe sin él, toda línea apunta en su regreso
hacia él, el mundo es sin más un eco fantasmal de su
voz [a ghostly echo of his voice] -salta y grita de
manera estridente y quiere vomitarse a sí mismo sobre
la tierra junto con su impuro alimento, siente cómo
aparece la locura [the looming of madness] y
desea encontrar la muerte antes de perder
esta capacidad [la propia locura].
Pero cuando se sitúa frente a la muerte inminente,
comprende a la vez su naturaleza y el sentido cósmico
[cosmic import] de lo que está por venir. Su creativa
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imaginación construye nuevas y temerosas


perspectivas más allá de la cortina de la muerte, y
comprende que incluso allí no existe santuario alguno.
Ahora puede entender la [auténtica] hechura de sus
esquemas biológico-cósmicos: él es el desamparado
cautivo del universo [the universe’s helpless captive],
que se mantiene en pie para caer en impensables
circunstancias [into nameless possibilities].
A partir de este momento, se encuentra en un estado de
irredento pánico [relentless panic].
Esta sensación de pánico cósmico [feeling of cosmic
panic] es central en toda mente humana. La raza
parece de hecho destinada a perecer en la medida
en que toda conservación real y toda continuación de
la vida es descartada, tan pronto como los esfuerzos y
la energía del individuo se dirigen a resistir, o a
atender, la tan catastrófica tensión interna de la vida.
La tragedia de una especie que se convierte
en inadecuada para la vida a causa de un
superdesarrollo [overevolving] de una capacidad no se
ciñe a la humanidad. Así, por ejemplo, se cree
que cierta clase de ciervos sucumbió en época
paleontológica al adquirir cuernos demasiado pesados.
Las mutaciones [evolutivas] han de ser consideradas
ciegas [blind], que trabajan y se imponen sin ningún
tipo de conexión con su ambiente.
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En estados depresivos [depressive states], la mente ha


de ser considerada como la imagen de
aquella cornamenta que, aun en todo su fantástico
esplendor, clava en el suelo a quien la porta.

III
¿Por qué entonces la humanidad no se extinguió hace
mucho tiempo, durante las grandes epidemias de
locura [madness]? ¿Por qué sucumbe tan sólo un muy
reducido número de individuos al no poder resistir la
tensión de la vida [strain of living] -[a causa de que] el
conocimiento les aporta más de lo que pueden
sobrellevar?
La historia de la cultura, así como la observación de
nosotros mismos y de los otros, permite [dar] la
siguiente respuesta: la mayor parte de la gente aprende
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a salvarse limitando artificialmente el contenido de


su conciencia.
Si, en el momento adecuado, el ciervo gigante [giant
deer] hubiera roto las lanzas exteriores de su
cornamenta, pudiera haber sobrevivido
[resistido] por más tiempo. Y esto incluso con fiebre y
un dolor constante en contra de su idea constitutiva [lo
que le hace ser lo que es], del meollo de su
particularidad, pues la mano de la creación le
concedió ser el portador de cuernos [horn bearer] de
los animales salvajes. [Pero] Lo que hubiera
ganado mediante su persistencia, se hubiera perdido en
importancia, en grandeza vital; en otras palabras,
[hubiera supuesto] una persistencia sin esperanza, un
camino no hasta [up to] su [completa] afirmación, sino
un avance en la perenne recreación de sus ruinas
[hubiera pervertido su esencia], [se hubiera convertido
en] una raza autodestructiva contra la sagrada voluntad
de la sangre [sacred will of blood].
La identidad del propósito [inicial] y del acabamiento
[identity of purpose and perishment] supone, tanto
para el ciervo gigante como para la humanidad, la
trágica paradoja de la vida. En su
enconanda Bejahung [afirmación de su vida], el último
Cervis Giganticus portó el escudo de su linaje hasta
el final. [Pero] El ser humano se salva a sí mismo y
persevera. Lleva a cabo, para emplear una
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expresión coloquial, una represión más o menos


consciente de su abrumador excedente de consciencia.
Tal proceso es virtualmente constante [virtually
constant] durante nuestra vigilia y nuestra horas más
activas, y es un requisito de adaptación social y de
todo aquello que comúnmente se entiende por vida
sana y normal.
También la psiquiatría trabaja asumiendo que lo
“sano” y viable va de la mano de lo más eminente [the
highest] en términos personales. [Por el contrario] La
depresión, el “temor a la vida”, la negativa a
alimentarse, etc., son [hechos] interpretados como
señales de un estado patológico que hay que tratar. A
veces, sin embargo, tales fenómenos son signos de un
más hondo e inmediato sentir la vida [immediate sense
of life], los amargos frutos de una genialidad de
pensamiento o de sentimiento [que están] en la base de
tendencias antibiológicas [antibiological tendencies].
No es que el alma esté enferma, sino que [existe una]
merma en su protección, o bien es rechazada [aquella
tendencia presuntamente patológica] porque se
experimenta -correctamente- como una traición al más
alto potencial del ego [a betrayal of ego’s highest
potential].
El todo de la vida [whole of living] que hoy
tenemos ante nosotros está enredado, desde lo más
patente hasta lo más aparente, en mecanismos
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represivos [repressional mechanisms] sociales e


individuales; éstos pueden ser rastreados hasta en las
formas más nimias de la vida cotidiana. Aunque
adquieren una vasta y multifacética variedad de
formas, parece legítimo identificar al menos cuatro
clases principales [de represión], que se dan en
cualquier combinación posible: aislamiento, anclaje,
distracción y sublimación [isolation, anchoring,
distraction and sublimation].
Por aislamiento entiendo una total y arbitraria
expulsión [dismissal] de todo pensamiento o
sentimiento preocupante o destructivo. (Engström:
“No se debe pensar, pues sólo confunde”.) Una
perfecta y casi embrutecedora variante la
encontramos entre ciertos médicos, quienes para
autoprotegerse no ven sino el aspecto técnico de su
profesión. Puede también degenerar en el más
puro gamberrismo [hooliganism], como [sucede] en
matones de tres al cuarto y estudiantes de medicina,
entre quienes cualquier sensibilidad hacia al lado
trágico de la vida es suprimida por medios violentos
(jugar al fútbol con cabezas de cadáveres, etc.).
En la vida cotidiana, el aislamiento se manifiesta en un
código generalizado de mutuo silencio: sobre todo
en los niños, para que no se asusten [scared]
demasiado a causa de la vida que apenas comienzan,
conservando sus ilusiones hasta que puedan permitirse
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perderlas. A cambio, los niños no han de incomodar a


los adultos con inoportunos comentarios sobre el sexo,
el baño [toilet] o la muerte. Entre los adultos contamos
con las reglas del “tacto”, un mecanismo que se
muestra a las claras cuando expulsan [is removed,
borran, literalmente], con ayuda de la policía, a un
hombre que gime en la calle.
El mecanismo de anclaje también resulta útil desde
temprana edad; los padres, el hogar o la calle se
convierten en asuntos habituales en el niño y le
otorgan una sensación de seguridad. Tal esfera de
experiencias es la primera y quizás la más feliz
protección contra un cosmos al que no
sondeamos nunca del todo, un hecho que, sin duda,
explica el tan debatido “apego infantil” [infantile
bonding]; la cuestión de si [este asunto] alberga una
vertiente sexual carece aquí de importancia. Cuando el
niño descubre más tarde que tales bases de
seguridad son tan “arbitrarias” y “efímeras” como
cualquier otra, sufre una crisis de confusión y ansiedad
y, rápidamente, busca algún otro anclaje [looks around
for another anchoring]. “En otoño, iré al instituto”. Si
esta sustitución falla, la crisis puede tomar un rumbo
fatal, o bien puede darse lo que denomino espasmo de
anclaje [anchoring spasm]: uno se aferra a valores ya
muertos, ocultando tanto como sea posible -a uno
mismo y a los demás- el hecho de que se es inservible
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[unworkable], de la propia esterilidad espiritualmente


[spiritually insolvent]. El resultado es una
constante inseguridad, un “complejo de inferioridad”
[feelings of inferiority], sobrecompensación [over-
compensation] o desasosiego. Cuando tal estado llega
a cierto punto, es susceptible de un
tratamiento psicoanalítico, cuyo trabajo consistiría en
completar la transición hacia nuevos anclajes.
El anclaje puede caracterizarse como una
fijación [fixation, un aferrarse] a puntos internos, o por
la construcción de muros en derredor: [en ello
consiste] la más pura lucha de la conciencia [liquid
fray of consciousness]. Aunque es típicamente
inconsciente, también puede ser totalmente consciente
(uno “escoge un propósito”). Los anclajes útiles en
sociedad son vistos con simpatía; quien “se sacrifica
enteramente” por su anclaje (su empresa, su causa) es
idolatrado. Pues ha establecido una
poderosa base contra la disolución de la vida, y otros,
convencidos, se beneficiarán de su fuerza. De una
manera muy tosca, y como acción voluntaria, aparece
también entre playboys “decadentes” (“debemos
casarnos a tiempo, así las ataduras vendrán por sí
mismas”). De esta forma, se establece una necesidad
para con la vida y se expone a un mal
evidente desde el propio punto de vista, pero que
calma los nervios, un recipiente fortificado [una
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corteza o coraza] contra el temor ante la vida, cuya


crudeza va siempre en aumento. Ibsen presenta en El
pato silvestre dos causas de emergencia [o
florecimiento] (“mentiras vivientes” [living lies]); no
existe diferencia entre su anclaje [se refiere al de los
personajes de Ibsen, Ekdal y Molvik] y el de los
pilares de la sociedad excepto la de la improductividad
práctico-económica.
Toda cultura es un gran sistema esférico [cerrado] de
anclajes, construido sobre un firmamento fundacional,
sobre ideas culturales de fondo. La persona de a pie se
aferra a estos firmamentos colectivos; su personalidad
ya está construida [prefabricada, prehecha] para ella, la
persona de carácter culmina así su construcción,
apoyándose más o menos en tales firmamentos
centrales y colectivos heredados (Dios, la iglesia, el
Estado, la moralidad, el destino, la ley de la vida, la
gente, el futuro). Cuanto más fácil resulte el acceso a
un elemento de estímulo hacia estos firmamentos, más
arriesgado será tocarlo [por cuanto puede ser
fácilmente convencido]. En este punto, por lo
general, se establece una protección directa [de tales
creencias heredadas] mediante códigos penales y
amenazas de enjuiciamiento (inquisición, censura,
perspectiva conservadora hacia la vida).
La capacidad portadora [de convicción, carrying
capacity] de cada segmento [o estamento social]
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depende de que, o bien aún no se haya reconocido su


naturaleza irreal [ficticia, fictitious nature], o bien de
que, al fin, se reconozca su necesidad. De este
hecho surge la educación religiosa en los colegios, que
incluso es apoyada por los ateos en tanto que no
conocen otra forma [they know no other way] para
conducir a los niños hacia comportamientos sociales
responsables.

Cuando la gente cae en la cuenta [realise] de la


falsedad o redundancia de tales segmentos
[estamentos], se esforzará [enconará, afanará, strive]
por sustituirlos por otros nuevos (“la efímera duración
de las Verdades” [the limited duration of Truths]) -de
donde surgen todos y cada uno de los
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combates espirituales y culturales que, junto con la


contienda económica, componen el contenido
dinámico de la historia universal [dynamic content of
world history].
El afán por [poseer] bienes materiales (poder [power])
no se explica sin más por los placeres inmediatos [que
proporciona] la riqueza, pues nadie puede sentarse en
más de una silla a la vez ni seguir comiendo cuando ha
quedado saciado [hastiado]. Más bien, el valor
de una fortuna consiste en la pluralidad de
oportunidades para [atarse al] anclaje, así como en las
distracciones que ofrece a su dueño.
Tanto en el caso de los anclajes colectivos [sociales]
como en el de los individuales, sucede que, cuando un
segmento [estamento] se quiebra [breaks],
acontece una crisis que resulta tanto más grave cuanto
más cercano esté a uno de aquellos firmamentos
fundacionales [main firmaments]. En el seno de los
círculos más íntimos, cobijados por murallas
exteriores, estas crisis ocurren de manera cotidiana y
apenas sin dolor ([en forma de] “desacuerdos”
[disappointments]); observamos incluso jueguecillos
[a este respecto] con los valores de anclaje (bromitas,
jerga, alcohol). Aunque, durante tales jueguecillos, se
puede trazar accidentalmente un [túnel de]
contacto que lleve de lo eufórico a lo macabro [from
euphoric to macabre]. [Entonces] El horror de ser
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[dread of being] nos mira fijamente a los ojos, y


mediante una iluminación mortal percibimos cómo
cada alma cuelga de hilos tejidos por ella misma, y que
un infierno acecha en lo más hondo [a hell is lurking
underneath].
Aquellos firmamentos fundamentales son raramente
reemplazados sin [que se den] grandes
hecatombes sociales [great social spasms] y sin riesgo
de una total disolución (reforma, revolución). Cuando
irrumpen tales sucesos, los individuos quedan
paulatinamente abandonados a sus propios recursos de
anclaje y el número de fracasos [failures] tiende a
aumentar. El resultado de ello son depresiones,
excesos y suicidios ([por ejemplo,] oficiales alemanes
tras el fin de la guerra, estudiantes chinos después de
la revolución).
Otra imperfección del sistema la encontramos en el
hecho de que en los distintos frentes de peligro son
necesarios, por lo general, muy diferentes
firmamentos. En tanto que cada uno es construido a
través de una superestructura lógica, se
siguen conflictos entre formas inconmensurables
[incompatibles] de sentir y de pensar. Es entonces
cuando la desesperación accede a través de las grietas
[despair can enter through the rifts]. En estos casos,
alguien puede obsesionarse, con un deleite destructivo
[destructive joy], y despreciar [arrojando lejos de sí,
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dislodging] el completo y artificial aparato del


conjunto de su vida para comenzar, presa de un  horror
arrebatador [rapturous horror], a hacer
desaparecer [limpiar, blanquear, make a clean sweep
of it] su propia vida. El horror emana de la pérdida
de todos sus valores protectores [sheltering values],
del éxtasis [arrebato, rapture] de su ahora despiadada
[sin ley, implacable, ruthless] identificación y de la
unión con el más profundo secreto de
nuestra naturaleza [our nature’s deepest secret], del
desquiciamiento biológico [biological unsoundness, de
la salida de los goznes naturales], de la continua
disposición para la condenación [perdición, doom].
Amamos los anclajes porque nos dan la salvación,
pero a la vez los
despreciamos porque cercenan nuestro sentido de la
libertad [our sense of freedom]. Cuando nos sentimos
lo suficientemente fuertes, nos causa placer ir de la
mano a sepultar [bury] algún caduco valor [puesto] de
moda. Los objetos materiales adquieren entonces un
significado simbólico (enfoque [aproximación]
Radical a la vida).
Cuando un ser humano ha eliminado los anclajes de
los que es consciente, sólo restan aquellos que le son
inconscientes [the unconscious ones], y así se
proclamará a sí misma [como]  personalidad liberada
[liberated personality].
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Una forma de protección muy usual es la distracción,


[es decir,] cuando se limita la atención hasta
niveles mínimos y se la colma continuamente con
fascinadoras impresiones [enthralling it with
impressions]. Esto se da incluso en la niñez: sin
distracciones, el niño resultaría insufrible incluso para
sí mismo. “Mamá, ¿qué hago ahora?”. Una niña
inglesa que visitaba a sus tías noruegas
irrumpió en una habitación diciendo: “¿Y ahora qué?”.
Las niñeras respondieron acertadamente: “¡Mira, un
perrito! ¡Mira cómo pintan el palacio!”.
Este fenómeno resulta tan familiar que no requiere
más explicaciones. La distracción es, por ejemplo, la
táctica vital de la “alta sociedad” [high society’s].
Puede comparase con una máquina voladora
-construida con material pesado, pero que incorpora un
principio que, al ser aplicado, la mantiene suspendida-.
Debe permanecer siempre en movimiento [always be
in motion], pues el aire la sostiene de manera tan sólo
fugaz. [Aunque] El piloto [de esta nave] puede
adormecerse y acomodarse gracias al hábito [adquirido
de dirigir la propia nave], pero el desenlace puede ser
fatal tan pronto el motor flaquee.
La táctica es a veces plenamente consciente. La
desesperación [despair] amenaza siempre desde
cerca y puede arremeter a borbotones [break through
in gushes], en [o a través de] sollozos repentinos
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[sudden sobbing]. Cuando todas las posibilidades de


distracción han sido consumidas, surge el esplín
[spleen, la desesperación o desamparo], que puede
transitar desde una leve indiferencia hasta una fatal
depresión. Las mujeres, menos propensas por lo
general al ejercicio intelectual, y por ello más seguras
sobre su existencia que los hombres, emplean por
norma la distracción.
Negar la mayor parte de las opciones de distracción
[distractive options] supone un considerable mal de
encarcelamiento [enclaustramiento, imprisonment]. Y
como las opciones para liberarse [salvarse,
deliverance] de otros modos resultan escasas, el
encarcelado tiende a permanecer muy próximo a la
desesperación [the close vicinity of despair]. Los actos
que lleva a cabo para evitar el desenlace final [la
muerte] encuentran su justificación en el
mismísimo principio de supervivencia [the principle of
vitality itself]. En ese momento experimenta su alma
en comunión con el universo [his soul within the
universe] y no tiene otra motivación que la
máxima duración de tal condición.
Son raros los ejemplos claros de pánico existencial
[life-panic], ya que los mecanismos de protección son
refinados y automáticos y en cierta
manera inquebrantables [incesantes,
omnímodos, unremitting]. Aunque también sus
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fenómenos más próximos portan la marca de la muerte


[bears the mark of death]; la vida se muestra aquí
apenas soportable [a base de] grandes esfuerzos. La
muerte siempre se presenta como una vía de escape,
[si bien] se desconocen las posibilidades del más allá
[;] puesto que la manera de experimentar la muerte
depende en parte de sentimientos y perspectivas,
podría ser una solución muy aceptable. Si alguien
en status mortis [en su lecho de muerte] pudiera
defender una pose [una actitud propia, pose] (un
poema, un gesto, “morir de pie” [die standing up]), es
decir, [si pudiera defender] un anclaje final o una
última distracción (muerte de Aases [personaje de
Ibsen]), entonces su destino no sería en absoluto el
peor. La prensa, amparando una vez más al
mecanismo del ocultamiento [concealment
mechanism], nunca cesará de encontrar razones para
no causar alarma -“se cree que la actual caída en el
precio del trigo…”.
Cuando la vida de un ser humano cae en la depresión
[takes his life in depression], hablamos de una muerte
natural por causas espirituales [natural death of
spiritual causes]. La moderna barbarie de “salvar” [de
la muerte] al suicida se funda en una espeluznante
incomprensión [hairraising misapprehension] sobre la
naturaleza de la existencia.
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Tan sólo una pequeña parte de la humanidad puede


conformarse con simples “cambios”, sean éstos en el
trabajo, la vida social o el entretenimiento. La persona
culta [cultured person] pide conexiones, líneas, un
ascenso progresivo en los cambios [de su vida]. A la
larga, nada finito satisface, nos encontramos siempre
en camino [a medias, ever proceeding],
acumulando conocimiento, haciendo carrera. Este
fenómeno se conoce como “anhelo” [yearning] o
“tendencia trascendental” [transcendental tendency].
Siempre que se alcanza una meta, el anhelo se agita
[moves on]; [y] por lo tanto, su objetivo no es la meta
misma, sino el más íntimo logro de ella [i.e. la plena o
total satisfacción] -la pendiente [gradient], y no la
altura absoluta, representa nuestra vida-. El ascenso de
soldado a cabo puede resultar más valiosa que la de
coronel a general. Cualquier atisbo de “optimismo
progresivo” es eliminado por esta fundamental ley
psicológica.
El anhelo humano no está marcado sin más por un
“esfuerzo hacia” [striving toward], sino también por
un “escapar de” [escape from]. Si empleamos la
palabra [anhelo] en un sentido religioso, sólo encaja la
[segunda] descripción. Pero sobre este asunto
aún nadie ha aclarado qué anhela [what he is longing
for], aunque sí aquello de lo que anhela alejarse
[longing away from], esto es, el mundo como valle de
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lágrimas, su insoportable condición [own inendurable


condition]. Si tener conciencia de ello supone el
estrato más profundo del alma, como ya dijimos antes,
entonces también se entenderá por qué el anhelo
religioso es acogido y se experimenta como [el más]
fundamental. Por contraste, la ilusión de que [tal
anhelo] se refiere a un designio divino, que alberga la
promesa de su propio cumplimiento, es puesta ahora
de manifiesto [a consecuencia de lo dicho] como una
luz verdaderamente melancólica [truly melancholy].
El cuarto remedio contra el pánico [vital], la
sublimación, es una cuestión más de transformación
que de represión. A través de talentos estilísticos o
artísticos [stylistic or artistic gifts], el
consustancial dolor de la vida puede a
veces convertirse en una valiosa experiencia.
Tales impulsos positivos atacan el mal y lo enfrentan a
sus propios límites, mostrándolo en sus aspectos
pictóricos, dramáticos, heroicos, líricos o
incluso cómicos.
A menos que el [más temible, el peor,
worst] aguijón del sufrimiento esté embotado por otros
medios, o [que esté] negado el control por parte de la
mente, la utilización [de la
sublimación] resulta improbable. (Ejemplo [Image]: el
alpinista no puede disfrutar de la vista del abismo en
tanto permanezca ahogado por el vértigo; sólo
24

cuando tal sentimiento ha sido más o menos


superado, puede disfrutar -anclado [anchored].) Para
escribir una tragedia uno debe liberarse hasta cierto
punto de -la traición [que encierra]- el propio
sentimiento de la tragedia, y observarla como un
espectador externo [from an outer], es decir, desde un
punto de vista estético. Aquí encontramos, a propósito,
una oportunidad para [practicar] la más salvaje y
repetitiva [mareante] danza [wildest round-dancing] a
través de niveles de ironía cada vez superiores, hasta
llegar al más embarazoso círculo vicioso [most
embarrassing circulus vitiosus]. En este punto
cada uno puede perseguir a su propio ego a través de
numerosos medios, disfrutando de la capacidad de las
numerosas capas de la conciencia que mutuamente
se aclaran.
El presente ensayo es un ejemplo típico de
sublimación. El autor no sufre, está llenando páginas
para ser publicadas en un periódico.
El “martirio” [martyrdom] de las solteronas [lonely
ladies] también muestra un tipo de sublimación –así
ganan en importancia-.
A pesar de todo, la sublimación parece ser el menos
empleado de los medios protectores aquí mencionados.
25

IV
¿Resultará posible para las “naturalezas primitivas”
renunciar a estos calambres y cabriolas [imposibles
equilibrios, cramps and cavorts] y vivir en armonía
consigo mismas en la serena beatitud del trabajo y el
amor [serene bliss of labour and love]?
Mientras puedan ser considerados como humanos,
sostengo que la respuesta debe ser negativa. La más
convincente argumentación que puede realizarse sobre
las denominadas gentes naturales [peoples of nature]
es que están algo más cerca del maravilloso
ideal biológico [wonderful biological ideal] que
nosotros, gente artificial [con un matiz de perversión o
26

desviación, pero también de iluminación, unnatural


people]. E incluso cuando hasta ahora hemos sido
capaces de salvar a la mayoría en cada tormenta,
hemos sido asistidos por facetas de nuestra naturaleza
que [permanecen] escasa o moderadamente
desarrollados. Este positivo fundamento ([aunque]
como simple protección no puede crear vida, [sino tan]
sólo obstaculizar su titubeo [faltering]) ha de buscarse
en el despliegue naturalmente adaptado [naturally
adapted deployment] de la energía del cuerpo, así
como en las partes biológicamente útiles del alma
[biologically helpful parts of the soul] [ver nota 1 al
final], tan sujetas a las dificultades [hardships] como
aquellas debidas precisamente a limitaciones
sensoriales, a la fragilidad corporal y a la necesidad de
trabajar para [obtener, para mantenerse en] la vida y el
amor.
Es precisamente en esta efímera tierra de la
dicha [finite land of bliss] cuya avanzadilla [la
constituyen] una civilización progresista, la tecnología
y la estandarización [donde a la vez éstas] adquieren
una influencia degradante. Mientras una parte cada vez
mayor de las facultades cognitivas se retira del juego
contra su entorno [against the environment], se da un
creciente desempleo espiritual [spiritual
unemployment]. El valor de un progreso técnico para
el conjunto de la vida debe ser juzgado por su
27

contribución para facilitar la ocupación humana en


menesteres espirituales [spiritual occupation]. Aunque
los límites son borrosos, tal vez [el surgimiento de] las
primeras herramientas cortantes podría tenerse en
cuenta como un caso de invención acompañada de
progreso [a positive invention].
Hay inventos de la técnica que tan sólo enriquecen la
vida del propio inventor. Tales casos representan un
brutal y despiadado [gross and ruthless] robo a la
reserva común de las experiencias humanas, y
deberían suscitar el más severo castigo si se hacen
públicos a pesar del veto de la censura. Uno de
estos crímenes, entre muchos otros, consiste en
usar máquinas voladoras [flying machines] para
explorar tierras ignotas. De un solo y vandálico golpe
[pegote, glob], así son destruidas ricas oportunidades
de experiencias que podrían beneficiar a muchos, si
cada uno, a través del esfuerzo, obtuviera lo que le
corresponde [his fair share] [ver nota 2 al final].
El periodo actual de fiebre crónica de la vida está
particularmente contaminado por esta circunstancia.
La ausencia de actividad espiritual de base
natural (biológica) se manifiesta, por ejemplo, en el
persistente afán por la distracción (espectáculos,
deportes, radio; “el ritmo de los tiempos”). Las
condiciones para el anclaje no resultan tan favorables
–el juicio crítico cortocircuita todo sistema colectivo y
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heredado de anclaje, y la ansiedad, el asco, la


confusión y la desesperación se cuelan por las grietas
[through the rifts] (“cadáveres en el armario” [hace
referencia a quien esconde oscuros secretos en algún
lugar oculto]). El comunismo y el psicoanálisis,
aunque no puedan compararse en otros sentidos (ya
que el comunismo encierra también un
aspecto espiritual), intentan modificar por igual
mediante nuevos medios la vieja vía de
escape, aplicando, respectivamente, la violencia y la
astucia para hacer a humanos biológicamente más
aptos a través de la oclusión de su excedente crítico de
cognición [critical surplus of cognition]. La idea, en
cualquiera de los casos, es extrañamente lógica.
Aunque tampoco puede aportar una solución final. Si
bien una degeneración deliberada [conducente] a un
nadir más viable podría en verdad salvar a la especie
a corto plazo, por su propia naturaleza no podrá
encontrar paz en semejante renuncia, o de hecho
no encontrar la paz en absoluto.
V
Si proseguimos con estas consideraciones hasta su
amargo final, no existirá duda de la conclusión.
Mientras la humanidad se mantenga de forma aturdida
en el fatal espejismo de estar  biológicamente
predestinada al triunfo, nada en lo
fundamental cambiará. A medida que la población se
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incremente y la atmósfera espiritual se espese, las


técnicas de protección deberán asumir un carácter cada
vez más brutal.
Y los humanos persistirán en su sueño de salvación y
en la afirmación de un nuevo Mesías. Cuando
numerosos salvadores hayan sido clavados en árboles
y lapidados en las plazas de las ciudades, entonces
habrá de llegar el último Mesías [the last Messiah
shall come].
Entonces aparecerá un hombre que, por primera vez,
se atreverá a desnudar su alma y someterla al más
extremo pensamiento del linaje [humano], la idea
misma de la condenación [the very idea of doom]. Un
hombre que ha escrutado la vida y sus dominios
cósmicos; y cuyo dolor es el dolor universal de toda la
Tierra [Earth’s collective pain]. Con qué
iracundos alaridos rogará la muchedumbre de todas las
naciones su muerte por un millar de veces, cuando
como un trapo su voz envuelva el globo y el extraño
mensaje haya resonado por primera y última vez:
“-La vida de los mundos es un río rugiente, pero la de
la Tierra es un remanso y estanque.
-El signo de la condenación está escrito en vuestros
rostros -¿Por cuánto tiempo seguiréis golpeándoos
contra el hiriente filo [against the pin-pricks]?
-Pero hay una conquista y una corona, una redención y
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una solución.
-Conoceos a vosotros mismos [know yourselves], sed
infértiles y dejad que la tierra reste silenciosa tras
vosotros.”
Y cuando hubo hablado, se abalanzaron sobre él,
dirigidos por los pacifistas y las comadronas, y lo
enterrarán en las uñas de sus dedos.
Él es el último Mesías. Como hijo del padre,
proviene del arquero junto al hontanar.
[Nota 1 del autor: Distinción para ganar en claridad.]

[Nota 2 del autor: Conviene señalar que no se trata de fantásticas


[por irrealizables] propuestas de reforma, sino de una visión
psicológica del principio.]

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