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El documento describe el gran mercado de Tlatelolco en la antigua ciudad de Tenochtitlán. Más de 50,000 comerciantes se reunían diariamente para vender una gran variedad de productos, incluyendo artesanías, plantas, alimentos, ropa y más. El mercado estaba bien organizado con puestos específicos para cada tipo de mercancía. Jueces vigilaban el orden y la gente viajaba grandes distancias para participar en el bullicioso intercambio comercial. El mercado servía como un importante centro social y econó
El documento describe el gran mercado de Tlatelolco en la antigua ciudad de Tenochtitlán. Más de 50,000 comerciantes se reunían diariamente para vender una gran variedad de productos, incluyendo artesanías, plantas, alimentos, ropa y más. El mercado estaba bien organizado con puestos específicos para cada tipo de mercancía. Jueces vigilaban el orden y la gente viajaba grandes distancias para participar en el bullicioso intercambio comercial. El mercado servía como un importante centro social y econó
El documento describe el gran mercado de Tlatelolco en la antigua ciudad de Tenochtitlán. Más de 50,000 comerciantes se reunían diariamente para vender una gran variedad de productos, incluyendo artesanías, plantas, alimentos, ropa y más. El mercado estaba bien organizado con puestos específicos para cada tipo de mercancía. Jueces vigilaban el orden y la gente viajaba grandes distancias para participar en el bullicioso intercambio comercial. El mercado servía como un importante centro social y econó
GRUPO: 002 Bara, bara! Que va llevar gerita Chquele sin compromiso No ms sin mallugar, gritan de lado a lado los comerciantes mexicas. No sorprende, porque diario se renen los mejores marchantes del imperio aqu en Tlatelolco para ofrecer sus artesanas, plantas, alimentos, adornos, ropas. Se mantiene un desorden ordenado; hay mantas en el suelo por doquier, perros colgando de un alambre, esclavos por aqu y por all. Pero cada mercanca, cual tianguis de calidad, tiene su pasillo. Las plazas tienen un mercado tras otro, lo peculiar en este mercado es que hay ms de cincuenta mil hijos de Huitzilopochtli. Compran y vender sus mejores productos e incluso ponen precio a su trabajo, con suerte algn pilli requiere de sus servicios. Parece una autentica fiesta, los aztecas han venido a chacharear. Desde la masa de la poblacin, los maceguales o gente comn, hasta los pochtecas, comerciantes. Cada esquina es vigilada por jueces sentados en grandes toldos, se parece a la tira que evita que se pierda el orden y la calma. La gente viaja muchos kilmetros a la redonda, no importa tener que viajar cinco das seguidos. La venta y compra no es estamental, no distingue razas, ni clase social. El valor simplemente recae en la calidad del producto. Hay mujeres sentadas en petates: venden pjaros y aves vivas como guajolotes, loros, lechuzas, patos, codornices. Junto a ellas, los herbolarios hoy conocidos como brujos, venden hierbas medicinales utilizadas para dolores de muelas, chorrillos agudos, males de vista, pies adoloridos. Le siguen, los indios provenientes de Veracruz traen: pieles de jaguar y de puma, de nutria de mar, piel de murcilago. Para el pueblo azteca lo ms precioso es el jade, pues es escaso y necesario para adornar las tumbas de nuestros muertos. Piedras como el jade, no se intercambian como si fuesen espejitos. Tampoco el cacao, pues sirve para llenar miles de vasos de chocolate. Esta bebida es el delirio del gey tlatoani, sus tardes de domingo no son lo mismo sin su chocolatito. La mera mata est en el comercio de los trapos. Era como adquirir las mejores marcas de ropa. Desde antes del imperio, las mujeres hacen las ropas con fibras de maguey, sus orillas GALEAZZI RAMREZ MANUEL HISTORIA Y PROCESOS DE LA COMUNICACIN I GRUPO: 002 puntiagudas son utilizadas como agujas para confeccionar tnicas y taparrabos. Adems el valor del maguey est en que si se deja fermentar, se forma octli mezcal con alto grado de alcohol. Las garnachas y chacharas son el alma del mercado. Se encuentran diversos objetos hechos de papel, oro, plata, plumas de ganso, tejidos de plumas y artesanas tallados de piedras verdes. Para papear se intercambian grandes cantidades de tomate, chile, frijol, maz, nopal. Cuando la venta se reduce y los mercaderes se retiran llega la hora de echar una cascarita! La gente se rene a observar a los guerreros que jugaban Tlachtli, parecido al baloncesto pero con aros de piedra. El juego se alza frente al templo, rectangular en forma de I. En el centro del largo pato, situadas en un muro de unos cinco metros de altura, estaban las cestas de piedra. La porra se sita en lo alto del pato. A veces el tlatoani nos visita y observa el juego sentado el extremo decorado de serpientes de pierda. Al recorrer el tiangis de Tlatelolco cobran importancia las palabras del profesor de Historia: El objeto terico de la historia es explicar el movimiento anterior de la sociedad En este caso se puede encontrar el ancestro de los grandes tiangis actuales, como el de Santa Martha. Incluso detallar el orden en el comercio del mercado mexica puede ayudar a entender el orden de los marchantes ambulantes del centro histrico. Esos que levantan sus puestos y corren a persecucin policiaca. No los culpen, est en nuestras races! Fuentes: Galeazzi Alvarado Jorge, Mircoles de tianguis en la Gran Tenochtitlan, en Gaceta CCH oriente, Quinta poca, No. 437, 11/05/2004, Museo Nacional de Antropologa, Sala mexica, Av. Paseo de la Reforma y calzada Gandhi s/n, Col. Chapultepec Polanco, Delegacin Miguel Hidalgo, Mxico. W. Von Hagen, Victor, Los aztecas, ed. Joaqun Mortiz, Mxico, 1972 Varios autores, Historia General de Mxico, Tomo 1, Colegio de Mxico y Harla,, 1987