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Dejo un articulo de doctrina juridica para quienes estudien derecho (o carreras afines) muy
completo sobre: Instrumentos públicos, privados y particulares (Historia, concepto,
requsitos, valor probatorio, contenido, jurisprudencia; etc.).
Instrumentos públicos
Hace ya muchos siglos, cuando los hombres se fueron organizando por primera vez en
comunidades, debió de haber sido un arduo problema probar los hechos que daban
nacimiento a las relaciones jurídicas entre sus integrantes.
Los principios religiosos fueron sin duda alguna la valla de contención para las
extralimitaciones de unos y otros, por el temor a Dios y al castigo que pudiera sobrevenirles
por violar lo pactado.
Según un estudio realizado por URSICINO ÁLVAREZ SUÁREZ acerca del nacimiento de
la contratación por escrito, la utilización de la escritura es un fenómeno que aparece desde
civilizaciones remotas. Sin embargo ello puede servir de base para apreciar la existencia de
una recepción externa del principio de la escritura, pero no es suficiente para afirmar una
recepción jurídica interna referida al valor y la fundación del documento.
Para LÓPEZ PALOP la historia conocida del instrumento salta desde Roma a la aparición
de los Códigos Alfonsinos, el Fuero Real y las Siete Partidas, y sobre los redactores de los
primeros influyó notablemente la Escuela de Bologna con ROLANDINO PASSAGGERI
en el siglo XIII, siglo de oro del notariado mundial.
ROLANDINO PASSAGGERI es el primer notario latino que con sus fórmulas y escritos
’traspasó los límites de espacio y tiempo, las fronteras de su patria y de la historia’ -al decir
de CARLOS EMÉRITO GONZÁLEZ-, influyendo en forma trascendental en el notariado
de los países latinos.
El Fuero Juzgo es el primer ordenamiento que exige la forma escrita en nuestro derecho
histórico (Libro V, Título 2).
Nos dice LLAMBÍAS que son instrumentos públicos los ’instrumentos otorgados con las
formalidades que la ley establece, en presencia de un oficial público a quien la ley confiere
la facultad de autorizarlos’.
Según BOFFI BOGGERO instrumento público es ’el que autoriza un oficial público, o
quien, sin serlo propiamente, se halle autorizado en derecho para actuar como tal’.
LÓPEZ OLACIREGUI señala: ’lo característico del instrumento público es ser una cosa
dotada de una fuerza jurídica especial: merece fe pública’.
AGUIAR pretende dar una definición que comprenda todos los supuestos posibles, y en tal
sentido dice: ’Instrumento público es el documento que hace fe por sí mismo respecto de un
acto jurídico emanado, autorizado o pasado ante un funcionario público o una persona
particular que, por imperio de la ley, en casos especialmente previstos, desempeña una
función pública, dentro del territorio que la misma ley le ha fijado para el ejercicio de sus
funciones y con relación a las personas en cuyos asuntos no le hubiese prohibido
intervenir’.
La doctrina señala que para que un instrumento público sea plenamente válido debe reunir
los siguientes requisitos:
a) El oficial público debe ser capaz, es decir, tener potestad para autorizar el instrumento;
b) El oficial público debe ser competente en razón de la materia y en razón del lugar;
En cuanto al carácter de la enumeración del art. 979 de nuestro Código Civil la doctrina y la
jurisprudencia presentan dos criterios opuestos. Para SALVAT y alguna jurisprudencia
antigua la enumeración es limitativa, es decir, no hay otros instrumentos públicos que los
indicados en los diez incisos del artículo. En cambio, para LLAMBÍAS, LLERENA,
SPOTA y BORDA, la enumeración es meramente ejemplificativa porque cualquier
documento que responda a la noción de instrumento público debe ser reputado tal, aunque
no esté expresamente mencionado en la enumeración de los indicios.
1. 3. Valor probatorio
Nuestro Código Civil establece que el instrumento público hace plena fe (arts. 993, 994,
995, etc.). Esto implica comprender la eficacia probatoria del instrumento público en el
máximo grado de la división clásica de la prueba: la plena prueba, o sea, la que por sí sola
basta para decir.
LAROMBIERE y CARNELUTTI enseñan la importancia que en materia documental
reviste el autor del documento, de manera tal que la fe que tiene el mismo es la que merece
su autor. Afirma este último jurista: ’ mientras la técnica no ofrezca medios de
representación que excluyan el peligro de la falsedad, se puede uno fiar del documento en
tanto y en cuanto se puede fiar de quien lo ha hecho’.
Acerca del valor probatorio del instrumento público, la opinión de la doctrina mayoritaria
puede sintetizarse en el siguiente cuadro:
Contenido:
I. Hechos ocurridos en presencia del oficial público o realizados por éste (en el contexto de
la audiencia): Las partes y los testigos están en la misma situación. Para desvirtuar su firme
fuerza probatoria deben recurrir a la redargución de falsedad.
II. Cláusulas dispositivas: tiene el valor de prueba completa, tanto para las partes como para
los terceros, quienes tienen que demostrar la inautenticidad del acto. Las partes sólo pueden
atacarlo por contradocumento; los terceros, por cualquier medio de prueba.
III. Cláusulas enunciativas directas: tienen igual valor que respecto de las cláusulas
dispositivas.
IV. Cláusulas enunciativas indirectas: No tienen valor de prueba completa. Sólo valen
como principio de prueba por escrito.
También creemos importante distinguir, previo a todo ulterior análisis, entre instrumento
público e instrumento auténtico.
A nuestro juicio este último razonamiento es el correcto. Según el art. 1026 del cód. civil el
instrumento privado reconocido judicialmente tiene el mismo valor que el instrumento
público entre los que lo han suscripto y sus sucesores: y, sin embargo a pesar de ser
auténtico, esta autenticidad no le confiere el carácter de instrumento público.
En síntesis: todo instrumento público es auténtico, pues se conoce con certeza su autor: el
oficial público. Pero no todo instrumento auténtico es público: también son auténticos el
instrumento privado con firma reconocida o tenida por reconocida, el instrumento privado
con firma certificada, y el instrumento privado con firma confirmada como verdadera por
pericia caligráfica.
2
Instrumentos privados
Dice LLAMBÍAS que son instrumentos privados los ’documentos firmados por las partes
sin intervención de oficial público alguno’. Su característica finca en esta redacción del
instrumento efectuado entre particulares y sin la presencia de otras personas fuera de los
propios interesados. Como expresa el art. 1012 del cód. civil, es un ’acto bajo forma
privada’.
El art. 974 de nuestro cód. civil expresa este principio en los siguientes términos: ’Cuando
por este Código, por las leyes especiales, no se designe forma para algún acto jurídico, los
interesados pueden usar de las formas que juzgaren convenientes’. Y el art. 1020 lo
reafirma con referencia a los instrumentos privados, diciendo: ’Para los actos bajo firma
privada no hay forma legal especial. Las partes pueden formarlos en el idioma y con las
solemnidades que juzguen más convenientes’.
b) El doble ejemplar, que se exige para los instrumentos privados que documentan
contratos bilaterales.
Según el art. 1012 del cód. civil, ’la firma de las partes es condición esencial para la
existencia de todo acto bajo forma privada’.
Nos dice LLAMBÍAS que la firma ’es el trazo peculiar mediante el cual el sujeto consigna
habitualmente su nombre y apellido, o sólo su apellido, a fin de hacer constar las
manifestaciones de su voluntad’.
VÉLEZ SARSFIELD sostiene que la firma ’es el nombre escrito de un particular, según el
modo habitual seguido por la persona en diversos actos sometidos a esta formalidad’.
El doble ejemplar
El Código de Napoleón adapta el principio del doble ejemplar, pero con un alcance distinto
del establecido por un fallo del Parlamento de París de 1736, pues la omisión del mismo no
ocasiona la nulidad del acto instrumentado sino del instrumento único. La generalidad de
los códigos extranjeros no lo exigen.
Este principio es mantenido en el Anteproyecto Bibiloni (art. 476, 1ª redacción; art. 421, 2ª
redacción), el Proyecto de 1936 (art. 265), y el Anteproyecto de 1954 (art. 273), con el fin
de dar seguridad y corrección de los negocios.
La exigencia del doble ejemplar es de orden público. Las partes no pueden renunciar a ella
y sólo pueden suplirla en la forma establecida en la propia ley (arts. 1024 y 1025, cód.
civil).
Al igual que el Código Napoleón, nuestro Código Civil no consagra la nulidad del acto
bilateral documentado en ejemplar único, si bien exige que se demuestre por otras pruebas
que el acto fue concluido de una manera definitiva.
Según el art. 1013 del cód. civil, no es necesario que cada ejemplar contenga la firma de
todos los contratantes: basta que esté suscripto por la contraparte.
A nuestro parecer, la exigencia del doble ejemplar en los instrumentos privados que
contienen obligaciones bilaterales responde a dos fundamentos:
1) Servir de prueba del negocio jurídico concluido para todas las partes, evitando así que la
parte a la que se le entregó el único ejemplar monopolice el medio jurídico apto para
acreditar sus derechos, en detrimento de los derechos de las otras partes.
1) Desde el día en que la persona que lo firmó, se puso por muerte o por la pérdida de los
dos brazos, en la imposibilidad de escribir y por lo tanto de antedatarlo.
2) Desde el día en que hizo constar su contenido en algún acto auténtico, como por ejemplo
en un inventario solemne, en un embargo, en un proceso o en un documento autorizado por
funcionario público.
3) Desde el día de su presentación en juicio, con tal que sea reconocido o atestiguado o
comprobado en la forma que más arriba se ha dicho.
4) Desde el día de su propia fecha si estuviese firmado por el deudor y tres testigos, pues en
este caso tiene la misma fuerza que el público, según la ley 31, título 13, partida 5.
Nuestro Código Civil, en el art. 1034 establece: ’los instrumentos privados, aún después de
reconocidos no prueban contra terceros o contra los sucesores por título singular, la verdad
de la fecha expresada en ellos’.
El art. 1035 enumera cuatro modos de hacer adquirir fecha cierta de los instrumentos
privados, y establece cuál es la fecha que les corresponde en cada caso: ’aunque se halle
reconocido un instrumento privado, su fecha cierta en relación a los sucesores singulares de
las partes o terceros será:
4) La del fallecimiento de la parte que lo firmó o del que lo escribió o del que lo firmó
como testigo’.
Ambos artículos de nuestro Código tienen como fuente inmediata las disposiciones del
Código Civil Francés y del Código Italiano de 1865. ’La fecha cierta es la designación del
día, mes y año que determina la existencia legal del acto o hecho jurídico sin que pueda ser
cuestionado por terceros. En los instrumentos públicos se considera fecha cierta a la
expresada en ellos, en virtud de la prevención de la autenticidad que la ley confiere a su
contenido. En cambio los instrumentos privados sólo tendrán fecha cierta cuando la
adquieran por alguno de los medios comúnmente adquiridos en la legislación’.
No analizaremos los cuatro incisos del art. 1035, sino que apuntaremos a lo específico del
tema. Coinciden autores y jurisprudencia en que el pronóstico del legislador contenido en el
dispositivo legal mencionado ha sido el de garantir a terceros contra el peligro de las
antidataciones de los instrumentos privados, asegurando en tal forma el tráfico jurídico.
Pero las diferencias de interpretación aparecen cuando se consideran los recaudos que la ley
dispone en procura de ese objetivo. Para algunos autores el art. 1035 es de carácter taxativo,
y sólo puede darse fecha cierta a un instrumento privado en la forma ahí determinada. Para
otros, en una corriente más moderna el documento privado reconocido por su firmante
puede en cuanto a la fecha cierta, ser probada por otros medios idóneos, serios y
fehacientes.
Sostiene SALVAT que ’la enumeración debe considerarse de carácter limitativa: por una
parte los casos enumerados en el art. 1035 demuestran que el Legislador, para dar fecha
cierta a los instrumentos privados, sólo ha tomado en cuenta hechos que no dejan lugar a
dudas, hechos que por sí solos impliquen la seguridad absoluta de que el documento no ha
podido ser firmado con posterioridad a la fecha de producido; tal es el carácter común de
los hechos tenidos en cuenta en cada uno de los cuatro incisos del art. 1035’. Y agrega: ’La
fecha cierta no puede resultar de ninguna clase de prueba y con mayor razón de la prueba
de testigos o de presunciones. Sería completamente inútil y no podría ser invocada contra el
tercero a quien se opone el documento, tanto la prueba de la sinceridad de la fecha que éste
lleva, como la de la fecha en que se realizó el contrato que él ‘constata’’. MACHADO y
DE GASPERI opinan en el mismo sentido.
Por otro lado, BORDA estima que el carácter taxativo parece insostenible: ’ante todo, la ley
no dice que la enumeración del art. 1035 tenga carácter taxativo, y no hay ningún asidero
legal que permita sostener un punto de vista tan exagerado o injusto. Lo que la ley ha
querido es evitar que la fecha de los instrumentos privados puedan fraguarse; los jueces
deben, por consiguiente, ser muy rigurosos en la aparición de la prueba de la fecha,
especialmente no podrá admitirse la de testigos. Pero si las constancias del expediente son
suficientes para acreditar en forma cierta inequívoca, que el documento ha estado firmado
antes de una fecha dada, ésta debe tenerse como cierta’. Opinan en igual sentido
LLERENA, SPOTA, SEGOVIA, PELOSI y otros prestigiosos autores.
La jurisprudencia moderna también se inclina por esta última solución, citando como
ejemplos los siguientes fallos:
1) ’Los supuestos enunciados en el art. 1035 no son limitativos. Adquieren fecha cierta los
documentos privados autenticados por escribano público en la Provincia de Buenos Aires,
si el acto se instrumentó en el Libro de Requerimientos llevado con arreglo a la resolución
del Colegio de Escribanos de fecha 6 de abril de 1965’ (autos: ’Suánez, Manuel c.
Paniagua, Bildo J.’. LL, 6-7-73, fallo 69.152, t. 151).
2) ’Si la razón de ser de la necesidad de probar la fecha cierta del documento privado frente
a terceros, estriba en la exigencia axiológica de mantener incólume la seguridad jurídica,
evitando el perjuicio de los terceros por la vía del fraude en las fechas, obvio es que no se
atenta contra esta ratio si se admite, juntamente con los supuestos del art. 1035 del cód.
civil, la admisión de otros igualmente inequívocos y concluyentes’ (Suprema Corte de
Justicia de la Provincia de Buenos Aires. [ED, 44-543]).
3) ’Las disposiciones del art. 1035 del cód. civil respecto a la fecha cierta de los
instrumentos privados, no desplaza otras formas de comprobación, por no tratarse de una
norma general e inflexible’ (Superior Tribunal de Justicia de Misiones, autos ’Elicardo,
Rafael c. J. Ceidon Theodore y otra’. Revista del Notariado nº 704, pag. 704).
LLAMBÍAS afirma que ’para aceptar a otros hechos comprobatorios de la fecha cierta no
hay necesidad de acudir a la idea de las presunciones hominis, que en esta materia no es
adecuada... sino de atribuir fecha cierta a los documentos en base a la certeza moral
resultante de ciertos hechos debidamente comprobados’.
1) La fecha cierta ’ha sido regulada por la ley teniendo consideración el interés jurídico de
las personas que no han participado en la formación de tales instrumentos (es decir, los
privados). Pero, además y muy especialmente, de aquellos sujetos a los que el documento
les puede perjudicar si les fuere oponible contratarse de sucesores particulares de quienes lo
otorgaron...’.
2) El ’instrumento privado adquiere fecha cierta como consecuencia de actos jurídicos que
tienen que configurarse conforme a un elevado índice de seguridad; o también de hechos
jurídicos que excluyen toda posibilidad de desconfianza en cuanto a su propia existencia y
virtualidad’.
3) ’Esos hechos o esos ‘actos jurídicos’, por sí solos, deben considerarse suficientes para
que se tenga la certeza de que el documento privado no ha podido ser firmado después que
alguno de tales hechos ‘o actos’ se ha producido’.
Volviendo al art. 1035 obsérvese que todos sus incisos se refieren a hechos posteriores a la
firma del instrumento privado. Lo que el ordenamiento jurídico ha querido es poner un
límite temporal más allá del cual no puede haber tenido lugar la firma del instrumento, ante
la imposibilidad de determinar con certeza la fecha real en que aquel fue suscripto.
Entre las dos posiciones extremas acerca del carácter de la enumeración del art. 1035, la
que la considera taxativa y la que la estima meramente ejemplificativa, aparece una tercera
solución, sostenida principalmente por LLAMBÍAS y la jurisprudencia de nuestros días.
Esta postura sostiene que los hechos consignados en el art. 1035 no admiten prueba en
contra, pues son presunciones iure et iure, pero que hay otros que sirven como presunciones
iuris tantum, como el acaecimiento de algún hecho personal de los firmantes que induzca a
la absoluta certeza de la imposibilidad posterior de la firma.
Entendemos que es esta última la opinión que más se ajusta al texto y al espíritu del
artículo, que tiene como finalidad la determinación de la fecha de suscripción del
instrumento con la mayor certeza posible en resguardo de los derechos e intereses de los
terceros. Dejar en manos de las partes de un negocio la libre elección de la fecha a partir de
la cual tienen nacimiento sus derechos y sus obligaciones hace al principio de la autonomía
de la voluntad; pero siempre que esta autonomía no lesione derechos de terceros es que
merece protección, pues de lo contrario éstos quedarían a merced de los engaños y ardides
de los sujetos negociales, quienes en procura de satisfacer sus intereses no vacilarían en
antidatar sus documentos.
2. 3. Valor probatorio
a) Instrumento en sí mismo: no prueba per se, es decir, carece por sí mismo de autenticidad,
ya que no puede saberse de antemano si pertenece a la persona a quien se le atribuye. Su
autenticidad se determina por la verificación de que la firma consignada en él corresponde a
la persona que aparece como firmante.
Lo expresado anteriormente acerca del valor probatorio de los instrumentos privados, rige
solamente en forma absoluta respecto de las partes y de sus sucesores universales, pues
respecto de los terceros y de los sucesores singulares el instrumento particular sólo es
oponible a partir del momento en que adquiere fecha cierta.
Instrumentos particulares
3. 1. Concepto
Nuestro Código Civil, ya desde su redacción originaria, menciona a los instrumentos
particulares en varios artículos.
En el art. 978 los confunde con los instrumentos privados, ya que dispone: ’La expresión
por escrito puede tener lugar o por instrumento público o por instrumentos particulares...’.
Por otro lado, sólo dedica normas específicas a los instrumentos públicos (Título III, Secc.
Segunda, Libro Segundo) y a los instrumentos privados (Título V, Secc. Segunda, Libro
Segundo), sin regular en forma expresa ni siquiera los elementos esenciales que constituyen
al instrumento particular, y consecuentemente tampoco sus efectos jurídicos.
Consideramos que este artículo establece una clasificación tripartita de los instrumentos:
los ya tradicionales instrumentos privados (a los que denomina particulares firmados) y los
instrumentos particulares propiamente dichos (a los que llama particulares no firmados).
DEVIS ECHANDIA los denomina ’instrumentos privados sin firma’, dando como ejemplo
las fotografías, los asientos de corredores de comercio, los libros de contabilidad, los tickets
de pasaje para transporte aéreo o terrestre, los tickets para entrar a espectáculos, los discos,
las películas, etcétera.
Compartimos esta última postura, pues tiene en cuenta la distinción general entre
documentos e instrumentos a la que adherimos.
La mayoría de los instrumentos particulares no puede funcionar como forma del acto
jurídico, porque no exteriorizan la voluntad de su autor, sino que reproducen una voluntad
ya declarada por otro medio, modo o manera. Así, por ejemplo, las películas y fotografías
sirven para mostrar el estado de hecho existente en el momento en que se obtuvo el registro
de un determinado sector de la realidad. Las cintas magnetofónicas registran las voces y
sonidos emitidos en un momento determinado; tales voces pueden ser la forma de una
voluntad declarada, y en tal caso la cinta que las registra sólo puede ’representar’ esa
voluntad como un hecho histórico, pero nunca puede ser medio original de presentación
externa.
El instrumento que tiene carácter de forma en que se exterioriza la voluntad, puede servir
también como prueba de esa declaración, pero el instrumento probatorio no puede suplir la
forma si ésta no ha llegado a materializarse. Es decir que forma y prueba no son
excluyentes; pero si bien es cierto que la primera puede derivar en la segunda, la inversa no
es posible.
Recordemos en este punto la Teoría general del documento, elaborada por la doctrina.
Según ella los requisitos esenciales en la estructura de todo instrumento son: corporalidad,
autoría y contenido.
Por otra parte, la grafía es, en la mayoría de los casos, la escritura mediante el empleo de
símbolos o signos de cualquier idioma, pero también puede serlo cualquier otra expresión
escrita, como dibujos técnicos (planos y mapas) o no técnicos (croquis), estampados en tela,
grabados en madera o metal, impresión fotográfica o magnetofónica sobre películas o
cintas.
a) actos en los que la ley no impone forma determinada: procede el empleo del instrumento
particular como forma de los mismos, pues se trata de uno de los supuestos de
exteriorización de la voluntad previstos por el art. 917 del cód. civil, y rige el principio de
la libertad de formas;
b) actos en los que la ley impone la forma escrita: ésta no puede ser suplida por los
instrumentos particulares, debiendo materializarse por instrumentos públicos o privados.
1. Por otra parte, el instrumento particular siempre funciona como medio de prueba de la
realización de un acto jurídico, o al menos como principio de prueba por escrito si cumple
con lo requerido por el art. 1192 del cód. civil: ’...Se considerará principio de prueba por
escrito, cualquier documento público o privado que emane del adversario, de su causante o
de parte interesada en el asunto, o que tendría interés si viviera, y que haga verosímil el
hecho litigioso’.
2. Particulares: privados.
Jurisprudencia
1. Para la validez del instrumento público como tal, es necesaria la concurrencia de los
siguientes requisitos: a) ser extendido por un oficial público (arg. art. 979, cód. civil); b)
competencia del oficial público (rationemateriae y rationeloci (arts. 980 y 981); c)
capacidad del oficial público (arts. 982, 983 y 985); d) que se hayan observado las formas
que la ley establece. Cualquier otro que no sea alguno de los contenidos en la enumeración
ejemplificativa del art. 979 deberá reunir los recaudos mencionados. (Cám. Civil, sala C,
LL, 35-1161; ídem sala B, [ED, 41-674] y LL, 148-671).
2. Es instrumento público todo acto pasado ante un funcionario público que actúa en la
esfera de su competencia, la conformidad con las leyes que reglamentan su ejercicio, aun
cuando no sean de los expresamente determinados por el art. 979 del cód. civil (CNCiv.,
sala F, RED, 5-518).
3. La enumeración del art. 979 del cód. civil no es taxativa. Otras leyes -aunque no
nacionales- pueden ampliar su número (C., Santa Fe, sala II, LL XXVII-988; Cám. Federal,
sala Crim., LL, 142-358).
4. Las copias carbónicas autenticadas por los escribanos son unos de los instrumentos
públicos previstos por el inc. 2º del art. 979 del cód. civil (CNCiv., sala F, [ED, 39-353]).
7. La regla del art. 980 del cód. civil (validez del acto como instrumento público) rige aun
tratándose de los actos extraprotocolares en que intervienen los escribanos (CNCiv., sala C,
[ED, 30-390]).
9. El instrumento público hace plena fe, mientras no se arguya de falsedad por acción civil
o penal, de la existencia material de los hechos que el oficial público hubiese enunciado
como cumplidos por él mismo o pasados en su presencia. Los hechos indicados, como el
del lugar donde fue otorgado el acto según el escribano, comprometen directamente la fe
del funcionario y tienen una fuerza de convicción ’casi irrefragable’ (CNCiv., sala F, LL,
136-282; ídem sala F, LL, 143-539).
10. La fuerza de convicción casi irrefragable que deriva de la fe del funcionario, sólo es
posible desvirtuarla mediante la querella de falsedad. Por acción civil o criminal (CNCiv.,
sala F, LL, 146-174).
11. El art. 993 del cód. civil se refiere a la falsedad material de los hechos ocurridos en
presencia del oficial público, pero no a la falsedad de sinceridad del instrumento (SCBA,
Rep. LL XXX-1956, sum. 20).
12. Toda escritura pública merece plena fe mientras no sea argüida de falsedad
(SCMendoza, sala I, LL, 129-661).
13. Si consta en la escritura de compraventa que el adquirente pagó el precio en ese acto,
por tratarse de un hecho cumplido en presencia del notario interviniente, el instrumento
público hace plena fe hasta ser argüido de falso por acción civil o criminal (CNCiv., sala D,
LL, 156-3).
15. ’Los actos que gozan de plena fe mientras no se arguya falsedad por acción civil o penal
son los pasados ante el oficial público. Las cláusulas meramente enunciativas, en cambio,
no tienen valor de plena prueba, sino que deben ser consideradas como principio de prueba
por escrito’ (SCBA, 8-3-88, autos ’Álvarez, José Ramón y otros c. Prov. de Bs. As.
s/expropiación’, acuerdo 38.142).
16. Carecen de la eficacia probatoria establecida por el art. 994 del cód. civil las
circunstancias referidas en un instrumento público que no han ocurrido en presencia del
funcionario autorizante (SCBA, 5-8-86, autos ’Oviedo de Acevedo, Emma Antonia c.
Consorcio de Copropietarios en propiedad horizontal ley 13.512, finca Avda. Libertador
Gral. San Martín Nº 3736. La Lucila. Daños y perjuicios’. L-36.002).
17. ’Aun admitiendo que la certificación por escribano público otorgue fuerza de
instrumento público al documento privado en la que ha sido asentida, su eficacia se limita
al alcance de lo certificado, no extendiéndose a otras circunstancias, a menos que se hagan
constar como ocurridas en presencia del escribano, art. 979, inc. 2º, CC’ (SCBA, 27-10-87,
autos ’Salto, Nora Zulema c. Amorosi, Jorge Antonio s/incidente de rendición de cuentas y
liquidación de sociedad conyugal’, Acuerdo 37.392).
18. ’El art. 993 del cód. civil otorga plena fe a las circunstancias pasadas ante el oficial
público y sólo pueden desvirtuarse mediante la redargución de falsedad’ (SCBA, 28-11-89,
autos ’Banco de la Nación Argentina c. López, Antonio y otra s/ejecución’, Acuerdo
39.634).
19. ’Lo que en un instrumento público hace plena fe hasta la redargución de falsedad es la
existencia material de los hechos que el oficial público hubiese anunciado como cumplidos
por él mismo o que han sucedido en su presencia, pero no las manifestaciones que alguno
de los intervinientes en el acto efectuó en el mismo (SCBA, 21-9-84, autos ’Riocomini,
Ítalo Manuel c. Piñero, Emilio Tomás s/reivindicación’, acuerdo 33.560).
20. Los documentos certificados por escribano público adquieren fuerza de convicción
como instrumentos públicos, fundamentalmente en cuanto a la existencia material de los
hechos que el oficial público pudo haber comprobado por sí (SCBA, 14-8-79, autos
’Glardino, Carlos Salvador c. Pentomat S.A.I.C. s/rescisión de contrato’, Acuerdo 27.854).
21. ’Tienen carácter de instrumento público no sólo aquellos realizados y firmados por las
partes ante los funcionarios públicos, sino también los actos levantados por funcionarios
legalmente competentes para hacerlo’ (SCBA, 30-12-88, autos ’Tello de Meneses, Oscar
Tomás. Robo y homicidio’, P. 35.993).
Bibliografía
BORDA, GUILLERMO A., Tratado de Derecho Civil Argentino. Parte General, Bs. As.,
Perrot, 1970, t. II.
GONZÁLEZ, CARLOS EMÉRITO, Teoría General del instrumento público, Ediar, Bs.
As., 1953.
LAROMBIERE, Obligaciones.
LÓPEZ DE ZAVALÍA, FERNANDO, Teoría General de los Contratos, Zavalía, Bs. As.,
1971.
LLAMBÍAS, JORGE J., Tratado de Derecho Civil. Parte General, Bs. As., Abeledo-Perrot,
1967-1980, t. II.
MOSSET ITURRASPE, JORGE, Teoría General del Contrato, Rosario, Orbir, 1976.
MUSTAPICH, JOSÉ MARÍA, Tratado teórico y práctico de Derecho Notarial, t. II, Cap. I.
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Instrumentos
Públicos y Privados
CAPITULO I
En el mismo orden de ideas, Llambías sostiene que la forma que con más
frecuencia se utiliza para la celebración de actos jurídicos es la escrita o
instrumental, a la que se puede recurrir mediante dos clases de instrumentos,
los públicos y los privados. Instrumento público es aquel que se otorga con las
formalidades que la ley establece, en presencia de un oficial público a quién la
ley confiere la facultad de autorizarlo. Para que el instrumento público tenga
existencia como tal, bastará la intervención de un oficial público, pero para
obtener eficacia, deberá reunir determinados requisitos legales, conocidos en
doctrina como requisitos de validez, ellos son: capacidad del oficial público,
competencia del oficial público y formalidades legales.
Es decir, que el Código Civil, es, en primer término, el ordenamiento que señala
el concepto del mismo y la eficacia del instrumento privado, cuando no
aspectos innegablemente procesales, como el contenido en el art. 1.031. Los
principios sobresalientes son:
CAPITULO II
Todo acto jurídico requiere de manera inexorable, para ser tal, la forma
esencial. No ocurre lo mismo con la forma legal. Ella implica el cumplimiento
de determinadas solemnidades, específicamente indicadas por la ley para
algunos actos, que la misma ley determina, y cuya omisión trae aparejada su
invalidez.
En este orden de ideas, el art. 980 del mismo ordenamiento, por su parte,
establece que para la validez del acto, como instrumento público, es necesario
que el oficial público obre en los límites de sus atribuciones, respecto a la
naturaleza del acto, y que éste se extienda dentro del territorio que se le ha
asignado para el ejercicio de sus funciones. Los instrumentos públicos
extendidos de acuerdo a lo que establece este código gozan de entera fe y
producen idénticos efectos en todo el territorio de la República Argentina,
cualquiera sea la jurisdicción donde se hubieren otorgado. Se trata aquí sobre
uno de los requisitos de validez de los instrumentos públicos: la competencia
del oficial público. Este debe ser competente en dos sentidos: en cuanto a la
materia (ratione materia), o sea con respecto a la naturaleza del acto que
otorga; y en cuanto al territorio (rationeloci) o lugar físico donde debe
desempeñar sus funciones
Redargución de Falsedad.
El art. 993 del Cód. Civil, establece que el instrumento público hace plena fé
hasta que sea argüido de falso, por acción civil o criminal, de la existencia
material de los hechos, que el oficial público hubiese anunciado como
cumplidos por él mismo, o que han pasado en su presencia. Para analizar este
tema, debe distinguirse entre el instrumento considerado en sí mismo y su
contenido; como asimismo el diferente valor probatorio de los instrumentos
públicos en relación a las partes y a los terceros.
Dice la ley, que aquellos actos en los cuales el oficial ha tenido una
intervención directa, como ser el consignar en el instrumento que las firmas
son auténticas, que se han cumplido con las formalidades legales, que el acto
se celebró en tal lugar o en tal fecha, gozan de plena fe, y podrán solo ser
desvirtuados por querella de falsedad, ya sea en sede civil o penal; lo mismo
sucede con aquellos actos que han pasado en presencia del oficial
interviniente.
Con relación a la norma analizada, al determinar que “hace plena fe”, significa
que el documento hace prueba, o simplemente que es auténtico al conferirle al
ley certeza respecto a la paternidad de su autor. Además por sí solo prueba
respecto al lugar y fecha en él consignados.
Por su parte, y terminado de definir el andamiaje legal sobre este tema, el art.
393 del Código Proc. Civ. y Com. Pcia. Bs. As., señala que la redargución de
falsedad de un instrumento público tramitará por incidente que deberá
promoverse dentro del plazo de diez días de efectuada la impugnación, bajo
apercibimiento de tener a quien la formulare por desistido. En este caso el juez
suspenderá el pronunciamiento definitivo para resolver el incidente
conjuntamente con la sentencia.
CAPITULO III
Sin embargo hay dos requisitos formales que son comunes a varias especies
de instrumentos públicos: la firma de las partes y la presencia de testigos.
Especies. Clasificación.
González (“Teoría general del instrumento público”, pág. 79), citado por
Etchegaray , distingue los documentos principales, que son las escrituras
públicas, tanto la matriz como la copia o testimonio, y los secundarios,
constituidos por inventarios, actas de notoriedad, referencia de títulos,
testamentos cerrados, sorteos, asambleas, protestas, certificaciones de
autenticidad de firmas e impresiones digitales, de existencia de personas, de
vigencia de documentos y contratos, y las notas de cargos judiciales y
administrativos y de transmisión y gravamen en los títulos. Los secundarios
podrán ir en el protocolo o fuera de él.
A la vista del enunciado del art. 979, anteriormente analizado, del Código Civil,
Martínez Segovia (citado por Etchegaray), concluye que nuestro código acepta
dos clases de documentos notariales: a) las escrituras o documentos
extendidos en el protocolo, y b) todos los otros instrumentos que extiendan los
escribanos en la forma que las leyes locales hubieran determinado.
Escritura Pública.
Al igual que todos los demás instrumentos públicos, las escrituras públicas por
ser una especie de los mismos, deben cumplir con los requisitos de validez
comunes a dicho género de documentos: la capacidad del escribano
interviniente; la competencia del mismo; y la observancia de las formalidades
legales.
Contenido.
Nuñez Lagos (citado por Gattari) distingue en la escritura dos planos: el del
“negotium”, que pertenece al derecho sustantivo, y el del “instrumentum”, que
integra el derecho notarial, como rama del derecho formal. En este segundo,
advierte dos dimensiones: el acto documentador, que centra en la audiencia, y
la dimensión papel, el resultado, la escritura propiamente dicha.
El art. 994 del CC, conforme dispone los instrumentos públicos hacen plena fe,
no sólo entre las partes, sino contra terceros, en cuanto al hecho de haberse
ejecutado el acto, de las convenciones, disposiciones, pagos, reconocimientos,
etc., contenidos en ellos, hace referencia a las cláusulas dispositivas del
instrumento, es decir aquellas que se refieren al objeto del acto que se
instrumenta; con respecto a ellas dice la ley, que hacen plena fe, lo que se
debe interpretar en el sentido de que tienen valor de prueba completa.
Con relación a lo establecido por el art. 995 del CC., en tanto dispone que los
instrumentos públicos hacen plena fe de las enunciaciones de hechos o actos
jurídicos directamente relativos al acto jurídico que forma el objeto principal,
no sólo entre las partes sino también respecto de terceros, así como las
cláusulas dispositivas se refieren al contenido principal del acto, al objeto
principal del mismo; las cláusulas enunciativas son aquellas que se refieren a
manifestaciones accesorias, que siendo suprimidas no se modifica el objeto del
acto.
Legitimación.
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