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Derecho - Instrumentos públicos, privados


y particulares
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Dejo un articulo de doctrina juridica para quienes estudien derecho (o carreras afines) muy
completo sobre: Instrumentos públicos, privados y particulares (Historia, concepto,
requsitos, valor probatorio, contenido, jurisprudencia; etc.).

Instrumentos públicos, privados y particulares -

Por Carrica, Pablo Alejandro

Instrumentos públicos

1.1. Síntesis histórica

Hace ya muchos siglos, cuando los hombres se fueron organizando por primera vez en
comunidades, debió de haber sido un arduo problema probar los hechos que daban
nacimiento a las relaciones jurídicas entre sus integrantes.

Los principios religiosos fueron sin duda alguna la valla de contención para las
extralimitaciones de unos y otros, por el temor a Dios y al castigo que pudiera sobrevenirles
por violar lo pactado.

Los instrumentos primitivos constituyen la primera exteriorización de que aquellos


individuos, saliendo del ámbito del temor a la divinidad, comenzaron a regular sus
relaciones en la sociedad.

Según un estudio realizado por URSICINO ÁLVAREZ SUÁREZ acerca del nacimiento de
la contratación por escrito, la utilización de la escritura es un fenómeno que aparece desde
civilizaciones remotas. Sin embargo ello puede servir de base para apreciar la existencia de
una recepción externa del principio de la escritura, pero no es suficiente para afirmar una
recepción jurídica interna referida al valor y la fundación del documento.

Para LÓPEZ PALOP la historia conocida del instrumento salta desde Roma a la aparición
de los Códigos Alfonsinos, el Fuero Real y las Siete Partidas, y sobre los redactores de los
primeros influyó notablemente la Escuela de Bologna con ROLANDINO PASSAGGERI
en el siglo XIII, siglo de oro del notariado mundial.

HONORIO GARCÍA toma dos fuentes para el conocimiento de los instrumentos el


liberiuditiorium y las ’fórmulas visigóticas’, y de ellas obtiene algunas conclusiones acerca
del contenido interno como la credibilidad apoyada en los testigos, por no existir
aparentemente funcionario autorizante.

ROLANDINO PASSAGGERI es el primer notario latino que con sus fórmulas y escritos
’traspasó los límites de espacio y tiempo, las fronteras de su patria y de la historia’ -al decir
de CARLOS EMÉRITO GONZÁLEZ-, influyendo en forma trascendental en el notariado
de los países latinos.

Gracias a ROLANDINO se conoce el instrumento del siglo XII. En su libro


Summaartisnotariae, llamado también formulario trata contratos en general, ventas,
permutas, cesiones, arrendamientos, etcétera, y da en ellos las fórmulas que comenzarían a
repetir los notarios durante siglos. En su otra obra hace la exégesis de la Summa, y la
denomina ’Aurora’ porque ’disipa las sombras de la ignorancia nocturna en el arte notarial
y los esplendores de su luz meridiana abren amplios horizontes doctrinales’.

El Fuero Juzgo es el primer ordenamiento que exige la forma escrita en nuestro derecho
histórico (Libro V, Título 2).

El Ordenamiento de Alcalá sienta el principio espiritualista, afirmando: ’Es valedera la


obligación en cualquier manera que parezca que alguno se quiso obligar a otro’ (Título
XVI).
Sintetizando la historia del instrumento CARLOS EMÉRITO GONZÁLEZ expresa: ’La
historia del instrumento es breve. Poco estudiada y mezclada con otras materias del
derecho, sus hitos a pesar de todo son claros. Primero, la palabra bastó; el instrumento, cosa
material (trozo de madera, ladrillo, etc. que simbolizaba el inmueble o la cosa) representó la
voluntad de las partes rudimentariamente expresada, y a medida que la ciencia jurídica
avanzaba, fue viniendo el papel y la escritura. En el siglo XII ya lo estudiaron seriamente
en Bolonia y en nuestras vetustas y gloriosas reliquias que son las Partidas, despunta con
caracteres propios, bien nuestros, el instrumento público, factor firmísimo de seguridad en
el negocio jurídico’.

1.2. Concepto. Requisitos

Nos dice LLAMBÍAS que son instrumentos públicos los ’instrumentos otorgados con las
formalidades que la ley establece, en presencia de un oficial público a quien la ley confiere
la facultad de autorizarlos’.

Este concepto, tan arraigado en la doctrina tradicional, es para BORDA básicamente


erróneo, ya que el art. 979 de nuestro cód. civil enumera varios instrumentos en cuya
formación no interviene un oficial público. Para este autor lo que le confiere a un
instrumento la calidad de público es su autenticidad, es decir, la aptitud de probar per se la
verdad de su otorgamiento. Y esta autenticidad deriva generalmente de la intervención de
un oficial público, pero otras veces basta con el cumplimiento de ciertas formalidades
exigidas por la ley.

Según BOFFI BOGGERO instrumento público es ’el que autoriza un oficial público, o
quien, sin serlo propiamente, se halle autorizado en derecho para actuar como tal’.

LÓPEZ OLACIREGUI señala: ’lo característico del instrumento público es ser una cosa
dotada de una fuerza jurídica especial: merece fe pública’.

AGUIAR pretende dar una definición que comprenda todos los supuestos posibles, y en tal
sentido dice: ’Instrumento público es el documento que hace fe por sí mismo respecto de un
acto jurídico emanado, autorizado o pasado ante un funcionario público o una persona
particular que, por imperio de la ley, en casos especialmente previstos, desempeña una
función pública, dentro del territorio que la misma ley le ha fijado para el ejercicio de sus
funciones y con relación a las personas en cuyos asuntos no le hubiese prohibido
intervenir’.

DEVIS ECHANDIA distingue entre documentos públicos e instrumentos públicos.


Documentos públicos son aquellos documentos, escritos o no, que previenen de
funcionarios públicos en el desempeño del cargo, de naturaleza representativa pero no
declarativa, tales como planos, dibujos, fotografías, películas, cintas magnetofónicas,
discos, que tengan ese origen y pertenezcan a una oficina o entidad pública. Instrumento
público es una especie de documento público consistente en un escrito proveniente de un
funcionario público en ejercicio de su cargo o autorizado por éste.

La doctrina señala que para que un instrumento público sea plenamente válido debe reunir
los siguientes requisitos:

a) El oficial público debe ser capaz, es decir, tener potestad para autorizar el instrumento;

b) El oficial público debe ser competente en razón de la materia y en razón del lugar;

c) El instrumento debe otorgarse con las formalidades prescriptas por la ley.

En cuanto al carácter de la enumeración del art. 979 de nuestro Código Civil la doctrina y la
jurisprudencia presentan dos criterios opuestos. Para SALVAT y alguna jurisprudencia
antigua la enumeración es limitativa, es decir, no hay otros instrumentos públicos que los
indicados en los diez incisos del artículo. En cambio, para LLAMBÍAS, LLERENA,
SPOTA y BORDA, la enumeración es meramente ejemplificativa porque cualquier
documento que responda a la noción de instrumento público debe ser reputado tal, aunque
no esté expresamente mencionado en la enumeración de los indicios.

RAFAEL BIELSA distingue instrumentos públicos de documentos administrativos,


entendiendo por estos últimos a todos aquellos documentos que surgidos de la dinámica
jurídica administrativa tienen consistencia jurídica externa, es decir, virtualidad
administrativa, o sea que exteriorizan o expresan la voluntad administrativa respecto de los
administrados sean éstos determinados o indeterminados. Da como ejemplo los siguientes:
la ley y el contrato celebrado en ejecución de la ley; los certificados; actas administrativas;
cédulas de identidad; las comunicaciones y notificaciones de actos administrativos.

1. 3. Valor probatorio

Nuestro Código Civil establece que el instrumento público hace plena fe (arts. 993, 994,
995, etc.). Esto implica comprender la eficacia probatoria del instrumento público en el
máximo grado de la división clásica de la prueba: la plena prueba, o sea, la que por sí sola
basta para decir.
LAROMBIERE y CARNELUTTI enseñan la importancia que en materia documental
reviste el autor del documento, de manera tal que la fe que tiene el mismo es la que merece
su autor. Afirma este último jurista: ’ mientras la técnica no ofrezca medios de
representación que excluyan el peligro de la falsedad, se puede uno fiar del documento en
tanto y en cuanto se puede fiar de quien lo ha hecho’.

Al respecto MUSTAPICH afirma que como el autor del instrumento jurídico es un


funcionario público que obra en el ejercicio de sus funciones públicas, imprime a sus actos
la fe que el Estado ha depositado en él. Consecuentemente, faltando este carácter en el
autor el ordenamiento jurídico no acuerda a esos documentos la eficacia de la autenticidad
que tienen aquéllos.

Es precisamente en virtud de la autoridad de su autor que el instrumento público tiene


carácter de indubitabilidad hasta la redargución de falsedad, por acción civil o penal y por
vía principal o de incidente, de la existencia material de los hechos que el oficial público
enuncia como cumplidos por él mismo o que han pasado en su presencia, según el texto del
art. 993 del cód. civil.

Acerca del valor probatorio del instrumento público, la opinión de la doctrina mayoritaria
puede sintetizarse en el siguiente cuadro:

A. Instrumento en sí mismo: Goza de la presunción de autenticidad que merece la actuación


del oficial público interviniente, abonada por su firma y sellos. Prueba por sí mismo. Esta
dimensión está representada por el papel, los sellos, rúbricas, etcétera.

Contenido:

I. Hechos ocurridos en presencia del oficial público o realizados por éste (en el contexto de
la audiencia): Las partes y los testigos están en la misma situación. Para desvirtuar su firme
fuerza probatoria deben recurrir a la redargución de falsedad.

II. Cláusulas dispositivas: tiene el valor de prueba completa, tanto para las partes como para
los terceros, quienes tienen que demostrar la inautenticidad del acto. Las partes sólo pueden
atacarlo por contradocumento; los terceros, por cualquier medio de prueba.

III. Cláusulas enunciativas directas: tienen igual valor que respecto de las cláusulas
dispositivas.

IV. Cláusulas enunciativas indirectas: No tienen valor de prueba completa. Sólo valen
como principio de prueba por escrito.

1.4. Instrumentos auténticos e instrumentos públicos

También creemos importante distinguir, previo a todo ulterior análisis, entre instrumento
público e instrumento auténtico.

Recordemos aquí las opiniones ya señaladas de LLAMBÍAS, BORDA y BOFFI


BOGGERO sobre el particular. Para el primero, lo que hace que un instrumento sea público
es la presencia de un oficial público a quien la ley confiere la facultad de autorizarlos. Para
el segundo, lo que le confiere a un instrumento la calidad de público es su autenticidad, la
que deriva generalmente de la intervención de un oficial público, pero otras veces basta con
el cumplimiento de ciertas formalidades exigidas por la ley. BOFFI BOGGERO rebate este
argumento, y afirma que un instrumento es auténtico porque es instrumento público, y no
instrumento público porque es instrumento auténtico.

A nuestro juicio este último razonamiento es el correcto. Según el art. 1026 del cód. civil el
instrumento privado reconocido judicialmente tiene el mismo valor que el instrumento
público entre los que lo han suscripto y sus sucesores: y, sin embargo a pesar de ser
auténtico, esta autenticidad no le confiere el carácter de instrumento público.

Frente al documento anónimo, el documento ’nominal’ contiene la indicación de su autor.


Si el autor indicado en el documento y su autor real coinciden, el documento es auténtico;
si son personas distintas, el documento es apócrifo, falso. Documento auténtico es, en este
sentido, aquel que efectivamente procede de quien en el documento está indicado como su
autor.

La autenticidad puede entenderse en un doble sentido: objetivo y subjetivo. En sentido


objetivo, es la verdad, la coincidencia real entre el hecho y su reflejo documental. En
sentido subjetivo, es la capacidad de un documento de hacer fe por sí sólo de su real
procedencia del autor que indica, frente a todos, mientras que por sentencia firme, en
proceso civil o penal, no se declare la falsedad de la autoría indicada.

En síntesis: todo instrumento público es auténtico, pues se conoce con certeza su autor: el
oficial público. Pero no todo instrumento auténtico es público: también son auténticos el
instrumento privado con firma reconocida o tenida por reconocida, el instrumento privado
con firma certificada, y el instrumento privado con firma confirmada como verdadera por
pericia caligráfica.

2
Instrumentos privados

2.1. Concepto. Requisitos

Dice LLAMBÍAS que son instrumentos privados los ’documentos firmados por las partes
sin intervención de oficial público alguno’. Su característica finca en esta redacción del
instrumento efectuado entre particulares y sin la presencia de otras personas fuera de los
propios interesados. Como expresa el art. 1012 del cód. civil, es un ’acto bajo forma
privada’.

El principio rector de estos instrumentos es el de la libertad de forma, principio que


encuentra aquí su máxima expresión, ya que las partes no sólo pueden elegir expresar su
voluntad por escrito o verbalmente, o por otros signos inequívocos con referencia a
determinados fines (conf. art. 917, cód. civil), sino que una vez elegida la forma
instrumental pueden redactar los instrumentos privados de la manera que consideren más
conveniente a sus intereses.

El art. 974 de nuestro cód. civil expresa este principio en los siguientes términos: ’Cuando
por este Código, por las leyes especiales, no se designe forma para algún acto jurídico, los
interesados pueden usar de las formas que juzgaren convenientes’. Y el art. 1020 lo
reafirma con referencia a los instrumentos privados, diciendo: ’Para los actos bajo firma
privada no hay forma legal especial. Las partes pueden formarlos en el idioma y con las
solemnidades que juzguen más convenientes’.

No obstante el Código exige dos requisitos:

a) La firma, que constituye una exigencia indispensable en toda clase de instrumentos


privados;

b) El doble ejemplar, que se exige para los instrumentos privados que documentan
contratos bilaterales.

Analicemos brevemente a continuación estos dos requisitos:


La firma

Según el art. 1012 del cód. civil, ’la firma de las partes es condición esencial para la
existencia de todo acto bajo forma privada’.

Nos dice LLAMBÍAS que la firma ’es el trazo peculiar mediante el cual el sujeto consigna
habitualmente su nombre y apellido, o sólo su apellido, a fin de hacer constar las
manifestaciones de su voluntad’.

VÉLEZ SARSFIELD sostiene que la firma ’es el nombre escrito de un particular, según el
modo habitual seguido por la persona en diversos actos sometidos a esta formalidad’.

Es de notar que ambas definiciones hacen hincapié en la habitualidad de la firma,


receptando la corriente doctrinaria tradicional. Sin embargo, tanto la doctrina como la
generalidad de la jurisprudencia moderna sostiene que la exigencia de la habitualidad no
hace a la esencia de las firmas, sino a la comprobación de su autenticidad a través del cotejo
con otras registradas en asientos indubitables.

La importancia de la firma responde a que ella supone la asunción de paternidad de una


declaración de voluntad por parte del sujeto que suscribe el instrumento. Y esto se da de tal
modo que, aunque se haya redactado íntegramente el instrumento, el mismo no puede ser
imputado a quien aparece como parte del negocio contenido en él si no está estampada su
firma.

Podemos concluir entonces que en los instrumentos privados la firma es condición


necesaria de la forma, pues ésta es escrita. No hay instrumento privado sin firma, pues la
firma es requisito de existencia.

El doble ejemplar

El segundo requisito consiste en la exigencia de extender tantos ejemplares del documento


como partes haya en el acto con un interés distinto. Pero este requisito, a diferencia de lo
que ocurre con la firma, no es general sino relativo sólo a cierta clase de instrumentos: los
que se refieren a contratos bilaterales (art. 1021, cód. civil).

El Código de Napoleón adapta el principio del doble ejemplar, pero con un alcance distinto
del establecido por un fallo del Parlamento de París de 1736, pues la omisión del mismo no
ocasiona la nulidad del acto instrumentado sino del instrumento único. La generalidad de
los códigos extranjeros no lo exigen.
Este principio es mantenido en el Anteproyecto Bibiloni (art. 476, 1ª redacción; art. 421, 2ª
redacción), el Proyecto de 1936 (art. 265), y el Anteproyecto de 1954 (art. 273), con el fin
de dar seguridad y corrección de los negocios.

En lo referente al fundamento de esta exigencia, se han sostenido en doctrina dos opiniones


diferentes:

a) Para LAURENT, VEAUDRY-LACANTINERIE, PLANIOL y otros, la pluralidad de


ejemplares es necesaria para dar seguridad a las partes, y para mantener la igualdad de las
mismas respecto de la prueba de la celebración del acto jurídico.

b) Para MERLIN, MARCADE, ZACHARIE, AUBRY y RAU y otros, la pluralidad de


ejemplares demuestra que el acto ha sido concluido de manera definitiva; en cambio, el
otorgamiento de un solo ejemplar hace pensar que sólo se trata de una propuesta de un
proyecto de acto aún no concluido.

La exigencia del doble ejemplar es de orden público. Las partes no pueden renunciar a ella
y sólo pueden suplirla en la forma establecida en la propia ley (arts. 1024 y 1025, cód.
civil).

Al igual que el Código Napoleón, nuestro Código Civil no consagra la nulidad del acto
bilateral documentado en ejemplar único, si bien exige que se demuestre por otras pruebas
que el acto fue concluido de una manera definitiva.

Según el art. 1013 del cód. civil, no es necesario que cada ejemplar contenga la firma de
todos los contratantes: basta que esté suscripto por la contraparte.

A nuestro parecer, la exigencia del doble ejemplar en los instrumentos privados que
contienen obligaciones bilaterales responde a dos fundamentos:

1) Servir de prueba del negocio jurídico concluido para todas las partes, evitando así que la
parte a la que se le entregó el único ejemplar monopolice el medio jurídico apto para
acreditar sus derechos, en detrimento de los derechos de las otras partes.

2) Garantizar la inalterabilidad de las obligaciones a su cargo para la parte a quien ésta


corresponda, ya que en caso de que el otro ejemplar sea modificado en su perjuicio, tiene en
sus manos su propio ejemplar sin modificación alguna; y como toda modificación en un
ejemplar debe ser también practicada en el otro, e incluso salvada antes de las respectivas
firmas, será inútil adulterar el instrumento. Lo mismo cabe decir respecto de la extensión de
los derechos de cada parte.

2.2. La fecha cierta

El instituto de la fecha cierta es de origen antiguo. Sus primeros antecedentes se encuentran


en el derecho Romano y en la antigua legislación Española. Nuestro Codificador ha tomado
como antecedente el Derecho Francés, que a su vez a seguido el antiguo derecho. Los
orígenes de la fecha cierta en el derecho Francés se encuentran en dos fallos del Parlamento
de Rouen (año 1629) y otros del Parlamento de París (año 1729).

En el derecho Español, un instrumento privado adquiría fecha cierta y antigüedad contra


terceros:

1) Desde el día en que la persona que lo firmó, se puso por muerte o por la pérdida de los
dos brazos, en la imposibilidad de escribir y por lo tanto de antedatarlo.

2) Desde el día en que hizo constar su contenido en algún acto auténtico, como por ejemplo
en un inventario solemne, en un embargo, en un proceso o en un documento autorizado por
funcionario público.

3) Desde el día de su presentación en juicio, con tal que sea reconocido o atestiguado o
comprobado en la forma que más arriba se ha dicho.

4) Desde el día de su propia fecha si estuviese firmado por el deudor y tres testigos, pues en
este caso tiene la misma fuerza que el público, según la ley 31, título 13, partida 5.

5) Desde el día igualmente de su propia fecha, si estuviese extendido en el papel sellado


que le correspondiere por la calidad y cantidad de su contenido, según lo dispuesto para las
escrituras públicas, porque entonces cesa el peligro de las antidatas como dice la ley 5,
título 24, libro 10, de la novísima recopilación.

Nuestro Código Civil, en el art. 1034 establece: ’los instrumentos privados, aún después de
reconocidos no prueban contra terceros o contra los sucesores por título singular, la verdad
de la fecha expresada en ellos’.

El art. 1035 enumera cuatro modos de hacer adquirir fecha cierta de los instrumentos
privados, y establece cuál es la fecha que les corresponde en cada caso: ’aunque se halle
reconocido un instrumento privado, su fecha cierta en relación a los sucesores singulares de
las partes o terceros será:

1) La de su extensión en juicio o en cualquier repartición pública, para cualquier fin, si allí


quedare archivado.

2) La de su reconocimiento ante un escribano y dos testigos que los firmaren.

3) La de su transcripción en cualquier registro.

4) La del fallecimiento de la parte que lo firmó o del que lo escribió o del que lo firmó
como testigo’.

Ambos artículos de nuestro Código tienen como fuente inmediata las disposiciones del
Código Civil Francés y del Código Italiano de 1865. ’La fecha cierta es la designación del
día, mes y año que determina la existencia legal del acto o hecho jurídico sin que pueda ser
cuestionado por terceros. En los instrumentos públicos se considera fecha cierta a la
expresada en ellos, en virtud de la prevención de la autenticidad que la ley confiere a su
contenido. En cambio los instrumentos privados sólo tendrán fecha cierta cuando la
adquieran por alguno de los medios comúnmente adquiridos en la legislación’.

No analizaremos los cuatro incisos del art. 1035, sino que apuntaremos a lo específico del
tema. Coinciden autores y jurisprudencia en que el pronóstico del legislador contenido en el
dispositivo legal mencionado ha sido el de garantir a terceros contra el peligro de las
antidataciones de los instrumentos privados, asegurando en tal forma el tráfico jurídico.

Pero las diferencias de interpretación aparecen cuando se consideran los recaudos que la ley
dispone en procura de ese objetivo. Para algunos autores el art. 1035 es de carácter taxativo,
y sólo puede darse fecha cierta a un instrumento privado en la forma ahí determinada. Para
otros, en una corriente más moderna el documento privado reconocido por su firmante
puede en cuanto a la fecha cierta, ser probada por otros medios idóneos, serios y
fehacientes.

Sostiene SALVAT que ’la enumeración debe considerarse de carácter limitativa: por una
parte los casos enumerados en el art. 1035 demuestran que el Legislador, para dar fecha
cierta a los instrumentos privados, sólo ha tomado en cuenta hechos que no dejan lugar a
dudas, hechos que por sí solos impliquen la seguridad absoluta de que el documento no ha
podido ser firmado con posterioridad a la fecha de producido; tal es el carácter común de
los hechos tenidos en cuenta en cada uno de los cuatro incisos del art. 1035’. Y agrega: ’La
fecha cierta no puede resultar de ninguna clase de prueba y con mayor razón de la prueba
de testigos o de presunciones. Sería completamente inútil y no podría ser invocada contra el
tercero a quien se opone el documento, tanto la prueba de la sinceridad de la fecha que éste
lleva, como la de la fecha en que se realizó el contrato que él ‘constata’’. MACHADO y
DE GASPERI opinan en el mismo sentido.

Por otro lado, BORDA estima que el carácter taxativo parece insostenible: ’ante todo, la ley
no dice que la enumeración del art. 1035 tenga carácter taxativo, y no hay ningún asidero
legal que permita sostener un punto de vista tan exagerado o injusto. Lo que la ley ha
querido es evitar que la fecha de los instrumentos privados puedan fraguarse; los jueces
deben, por consiguiente, ser muy rigurosos en la aparición de la prueba de la fecha,
especialmente no podrá admitirse la de testigos. Pero si las constancias del expediente son
suficientes para acreditar en forma cierta inequívoca, que el documento ha estado firmado
antes de una fecha dada, ésta debe tenerse como cierta’. Opinan en igual sentido
LLERENA, SPOTA, SEGOVIA, PELOSI y otros prestigiosos autores.

La jurisprudencia moderna también se inclina por esta última solución, citando como
ejemplos los siguientes fallos:

1) ’Los supuestos enunciados en el art. 1035 no son limitativos. Adquieren fecha cierta los
documentos privados autenticados por escribano público en la Provincia de Buenos Aires,
si el acto se instrumentó en el Libro de Requerimientos llevado con arreglo a la resolución
del Colegio de Escribanos de fecha 6 de abril de 1965’ (autos: ’Suánez, Manuel c.
Paniagua, Bildo J.’. LL, 6-7-73, fallo 69.152, t. 151).

2) ’Si la razón de ser de la necesidad de probar la fecha cierta del documento privado frente
a terceros, estriba en la exigencia axiológica de mantener incólume la seguridad jurídica,
evitando el perjuicio de los terceros por la vía del fraude en las fechas, obvio es que no se
atenta contra esta ratio si se admite, juntamente con los supuestos del art. 1035 del cód.
civil, la admisión de otros igualmente inequívocos y concluyentes’ (Suprema Corte de
Justicia de la Provincia de Buenos Aires. [ED, 44-543]).

3) ’Las disposiciones del art. 1035 del cód. civil respecto a la fecha cierta de los
instrumentos privados, no desplaza otras formas de comprobación, por no tratarse de una
norma general e inflexible’ (Superior Tribunal de Justicia de Misiones, autos ’Elicardo,
Rafael c. J. Ceidon Theodore y otra’. Revista del Notariado nº 704, pag. 704).

PELOSI sostiene: ’para admitir la ampliación de los supuestos de fecha cierta


contemplados en el art. 1035 del cód. civil, es necesario que concurran una serie de
elementos de convicción que permitan establecer con toda certeza la fecha del documento
privado. En consecuencia, no puede determinarse a priori cuáles son las hipótesis en que
también debe admitirse la existencia de fecha cierta. Su declaración debe quedar reservada
a los señores jueces, quienes que en cada caso concreto juzgarán el valor de los datos
aportados para demostrarlo’.

LLAMBÍAS afirma que ’para aceptar a otros hechos comprobatorios de la fecha cierta no
hay necesidad de acudir a la idea de las presunciones hominis, que en esta materia no es
adecuada... sino de atribuir fecha cierta a los documentos en base a la certeza moral
resultante de ciertos hechos debidamente comprobados’.

1) La fecha cierta ’ha sido regulada por la ley teniendo consideración el interés jurídico de
las personas que no han participado en la formación de tales instrumentos (es decir, los
privados). Pero, además y muy especialmente, de aquellos sujetos a los que el documento
les puede perjudicar si les fuere oponible contratarse de sucesores particulares de quienes lo
otorgaron...’.

2) El ’instrumento privado adquiere fecha cierta como consecuencia de actos jurídicos que
tienen que configurarse conforme a un elevado índice de seguridad; o también de hechos
jurídicos que excluyen toda posibilidad de desconfianza en cuanto a su propia existencia y
virtualidad’.

3) ’Esos hechos o esos ‘actos jurídicos’, por sí solos, deben considerarse suficientes para
que se tenga la certeza de que el documento privado no ha podido ser firmado después que
alguno de tales hechos ‘o actos’ se ha producido’.

Volviendo al art. 1035 obsérvese que todos sus incisos se refieren a hechos posteriores a la
firma del instrumento privado. Lo que el ordenamiento jurídico ha querido es poner un
límite temporal más allá del cual no puede haber tenido lugar la firma del instrumento, ante
la imposibilidad de determinar con certeza la fecha real en que aquel fue suscripto.

Entre las dos posiciones extremas acerca del carácter de la enumeración del art. 1035, la
que la considera taxativa y la que la estima meramente ejemplificativa, aparece una tercera
solución, sostenida principalmente por LLAMBÍAS y la jurisprudencia de nuestros días.
Esta postura sostiene que los hechos consignados en el art. 1035 no admiten prueba en
contra, pues son presunciones iure et iure, pero que hay otros que sirven como presunciones
iuris tantum, como el acaecimiento de algún hecho personal de los firmantes que induzca a
la absoluta certeza de la imposibilidad posterior de la firma.

Entendemos que es esta última la opinión que más se ajusta al texto y al espíritu del
artículo, que tiene como finalidad la determinación de la fecha de suscripción del
instrumento con la mayor certeza posible en resguardo de los derechos e intereses de los
terceros. Dejar en manos de las partes de un negocio la libre elección de la fecha a partir de
la cual tienen nacimiento sus derechos y sus obligaciones hace al principio de la autonomía
de la voluntad; pero siempre que esta autonomía no lesione derechos de terceros es que
merece protección, pues de lo contrario éstos quedarían a merced de los engaños y ardides
de los sujetos negociales, quienes en procura de satisfacer sus intereses no vacilarían en
antidatar sus documentos.

2. 3. Valor probatorio

I. Sintetizaremos a continuación, del mismo modo en que lo hicimos respecto de los


instrumentos públicos, la opinión de la doctrina y la jurisprudencia mayoritarias sobre la
eficacia probatoria de los instrumentos privados.

a) Instrumento en sí mismo: no prueba per se, es decir, carece por sí mismo de autenticidad,
ya que no puede saberse de antemano si pertenece a la persona a quien se le atribuye. Su
autenticidad se determina por la verificación de que la firma consignada en él corresponde a
la persona que aparece como firmante.

b) Contenido (una vez establecida su autenticidad su valor probatorio es análogo al del


instrumento público).

I. Verdad material de la relación de los hechos consignados en el instrumento: el


instrumento hace plena fe hasta la redargución de falsedad; es decir que para desvirtuar la
eficacia probatoria respecto de la realización de los hechos aseverados bajo la firma de las
partes, será necesario demostrar su falsedad. Si la falsedad es aducida por una de las partes,
no puede resultar sino de la prueba de la adulteración del documento.

II. Sinceridad de los hechos consignados en el instrumento: vale hasta la prueba en


contrario, la que es posible rendir por cualquier medio.

Lo expresado anteriormente acerca del valor probatorio de los instrumentos privados, rige
solamente en forma absoluta respecto de las partes y de sus sucesores universales, pues
respecto de los terceros y de los sucesores singulares el instrumento particular sólo es
oponible a partir del momento en que adquiere fecha cierta.

Instrumentos particulares

3. 1. Concepto
Nuestro Código Civil, ya desde su redacción originaria, menciona a los instrumentos
particulares en varios artículos.

En el art. 978 los confunde con los instrumentos privados, ya que dispone: ’La expresión
por escrito puede tener lugar o por instrumento público o por instrumentos particulares...’.
Por otro lado, sólo dedica normas específicas a los instrumentos públicos (Título III, Secc.
Segunda, Libro Segundo) y a los instrumentos privados (Título V, Secc. Segunda, Libro
Segundo), sin regular en forma expresa ni siquiera los elementos esenciales que constituyen
al instrumento particular, y consecuentemente tampoco sus efectos jurídicos.

Estos instrumentos aparecen nuevamente en el Código de VÉLEZ SARSFIELD al tratar el


tema de la prueba de los contratos, más específicamente en el art. 1190, que establece: ’Los
contratos se prueban por el modo que dispongan los códigos de procedimientos de las
provincias federales... por instrumentos públicos, por instrumentos particulares firmados o
no firmados...’.

Consideramos que este artículo establece una clasificación tripartita de los instrumentos:
los ya tradicionales instrumentos privados (a los que denomina particulares firmados) y los
instrumentos particulares propiamente dichos (a los que llama particulares no firmados).

DEVIS ECHANDIA los denomina ’instrumentos privados sin firma’, dando como ejemplo
las fotografías, los asientos de corredores de comercio, los libros de contabilidad, los tickets
de pasaje para transporte aéreo o terrestre, los tickets para entrar a espectáculos, los discos,
las películas, etcétera.

Algunos autores distinguen dentro de los instrumentos particulares, dos especies:

a) instrumentos particulares en sentido amplio (documentos particulares): son ’toda


exteriorización de voluntad a través de un medio material en el que se concreta, graba o fija
el querer o el pensar mediante un lenguaje simbólico, de modo tal que el resultado
objetivado de dicha exteriorización se convierte en representativo de la voluntad así
plasmada’.

b) instrumentos particulares en sentido estricto: son aquellos instrumentos escritos pero no


firmados.

Otros autores distinguen, según se trate de documentos escritos o no escritos, en:


a) instrumento particular: todo escrito no firmado;

b) documento particular: ’toda exteriorización o manifestación de la voluntad sobre soporte


no papel, por la que se reproduce un pensamiento o idea’.

Compartimos esta última postura, pues tiene en cuenta la distinción general entre
documentos e instrumentos a la que adherimos.

3.2. Su función como forma y prueba

Creo de fundamental importancia desentrañar la función de esta clase de instrumentos,


partiendo del siguiente interrogante: ¿Los instrumentos particulares, pueden revestir el
carácter de ’forma’ de los actos jurídicos, o sólo prueban la existencia de los mismos?

La mayoría de los instrumentos particulares no puede funcionar como forma del acto
jurídico, porque no exteriorizan la voluntad de su autor, sino que reproducen una voluntad
ya declarada por otro medio, modo o manera. Así, por ejemplo, las películas y fotografías
sirven para mostrar el estado de hecho existente en el momento en que se obtuvo el registro
de un determinado sector de la realidad. Las cintas magnetofónicas registran las voces y
sonidos emitidos en un momento determinado; tales voces pueden ser la forma de una
voluntad declarada, y en tal caso la cinta que las registra sólo puede ’representar’ esa
voluntad como un hecho histórico, pero nunca puede ser medio original de presentación
externa.

El instrumento que tiene carácter de forma en que se exterioriza la voluntad, puede servir
también como prueba de esa declaración, pero el instrumento probatorio no puede suplir la
forma si ésta no ha llegado a materializarse. Es decir que forma y prueba no son
excluyentes; pero si bien es cierto que la primera puede derivar en la segunda, la inversa no
es posible.

Recordemos en este punto la Teoría general del documento, elaborada por la doctrina.
Según ella los requisitos esenciales en la estructura de todo instrumento son: corporalidad,
autoría y contenido.

La corporalidad se compone de una cosa, en sentido de objeto material, y la grafía como


elemento que se adhiere a la cosa para que cumpla una función de docencia. A su vez, la
función de docencia se logra mediante el concurso de dos aptitudes: la expresividad del
pensamiento del autor, y la receptividad y recognoscibilidad del contenido por parte del
destinatario.
La ’cosa’, como objeto material, por lo general es un papel, pero no cabe la menor duda de
que también puede consistir en otros objetos, tales como la madera, el metal, las telas, las
películas fotográficas, etcétera, en tanto cumpla función de docencia.

Por otra parte, la grafía es, en la mayoría de los casos, la escritura mediante el empleo de
símbolos o signos de cualquier idioma, pero también puede serlo cualquier otra expresión
escrita, como dibujos técnicos (planos y mapas) o no técnicos (croquis), estampados en tela,
grabados en madera o metal, impresión fotográfica o magnetofónica sobre películas o
cintas.

Es dable destacar que en algunos instrumentos particulares, o mejor dicho en los


documentos particulares, aparecen técnicas de grafía diferentes a la tradicional escritura, y
se presentan consecuentemente deficiencias en la función de docencia que todo documento
persigue. Por ejemplo, en una grabación los sonidos y palabras aparecen con mayor
perfección en su expresión, pero en ella no puede determinarse de manera evidente y con
certeza suficiente la recognoscibilidad de su autor. Se podrá decir que tales deficiencias
pueden subsanarse a través de un documento escrito, pero entonces el verdadero documento
es dicho escrito, y las reproducciones se reducen a elementos complementarios del
verdadero instrumento.

Algunos autores, entre ellos LAFAILLE, pretenden desalojar a los instrumentos


particulares del lugar que tienen en el Código Civil. Otros se limitan a indicar los casos en
que la ley o la costumbre en materia comercial otorgan valor a determinados instrumentos
privados no firmados, tales como libros de comercio, facturas y remitos para la
compraventa mercantil. Y otros más sostienen que aunque no tengan el efecto formal
constitutivo de la obligación, por carecer del requisito de la firma, pueden ser admitidos
como principio de prueba por escrito.

Considero de radical importancia distinguir, respecto del valor de los instrumentos


particulares como forma y como prueba, entre las siguientes circunstancias existentes en la
legislación vigente:

a) actos en los que la ley no impone forma determinada: procede el empleo del instrumento
particular como forma de los mismos, pues se trata de uno de los supuestos de
exteriorización de la voluntad previstos por el art. 917 del cód. civil, y rige el principio de
la libertad de formas;

b) actos en los que la ley impone la forma escrita: ésta no puede ser suplida por los
instrumentos particulares, debiendo materializarse por instrumentos públicos o privados.
1. Por otra parte, el instrumento particular siempre funciona como medio de prueba de la
realización de un acto jurídico, o al menos como principio de prueba por escrito si cumple
con lo requerido por el art. 1192 del cód. civil: ’...Se considerará principio de prueba por
escrito, cualquier documento público o privado que emane del adversario, de su causante o
de parte interesada en el asunto, o que tendría interés si viviera, y que haga verosímil el
hecho litigioso’.

Como síntesis de lo expuesto acerca de los instrumentos y documentos, y sus especies


públicos, privados y particulares, proponemos la siguiente clasificación:

Documentos en sentido amplio:

• Documentos en sentido estricto: cintas, películas, fotografías, etcétera (Documentos no


escritos)

1. Públicos: pertenecientes a, o elaborados por funcionarios públicos.

2. Particulares: privados.

• Instrumentos: (Documentos escritos).

1. Públicos: escritos con fe pública.

2. Privados: escritos y firmados.

3. Particulares: escritos no firmados.

Jurisprudencia

1. Para la validez del instrumento público como tal, es necesaria la concurrencia de los
siguientes requisitos: a) ser extendido por un oficial público (arg. art. 979, cód. civil); b)
competencia del oficial público (rationemateriae y rationeloci (arts. 980 y 981); c)
capacidad del oficial público (arts. 982, 983 y 985); d) que se hayan observado las formas
que la ley establece. Cualquier otro que no sea alguno de los contenidos en la enumeración
ejemplificativa del art. 979 deberá reunir los recaudos mencionados. (Cám. Civil, sala C,
LL, 35-1161; ídem sala B, [ED, 41-674] y LL, 148-671).

2. Es instrumento público todo acto pasado ante un funcionario público que actúa en la
esfera de su competencia, la conformidad con las leyes que reglamentan su ejercicio, aun
cuando no sean de los expresamente determinados por el art. 979 del cód. civil (CNCiv.,
sala F, RED, 5-518).

3. La enumeración del art. 979 del cód. civil no es taxativa. Otras leyes -aunque no
nacionales- pueden ampliar su número (C., Santa Fe, sala II, LL XXVII-988; Cám. Federal,
sala Crim., LL, 142-358).

4. Las copias carbónicas autenticadas por los escribanos son unos de los instrumentos
públicos previstos por el inc. 2º del art. 979 del cód. civil (CNCiv., sala F, [ED, 39-353]).

5. La certificación notarial de firmas reviste el carácter de instrumento público conforme a


lo prescripto en el art. 979, inc. 2º del cód. civil, pero ello no lleva por fuerza a admitir que
la certificación convierta en instrumento público al privado al cual accede (CNCiv., sala C,
[ED, 50-428]; ídem Cám. Civ. Azul, sala I, LL, 133-1017).

6. La plena fe acordada al instrumento público depende de que se lo reconozca como tal, lo


que no ocurre cuando -no obstante que las precisiones del art. 979 del cód. civil así lo
califiquen- ese carácter aparece desvirtuado por la inobservancia de los requisitos que
acuerdan validez al acto instrumentado, art. 980 (CNCiv., sala I, [ED, 63-170]).

7. La regla del art. 980 del cód. civil (validez del acto como instrumento público) rige aun
tratándose de los actos extraprotocolares en que intervienen los escribanos (CNCiv., sala C,
[ED, 30-390]).

8. La incorporación de un documento privado a un registro notarial no lo convierte en


instrumento público, cuando la protocolización no ha sido ordenada judicialmente (CNCiv.,
sala A, LL, 129-1050).

9. El instrumento público hace plena fe, mientras no se arguya de falsedad por acción civil
o penal, de la existencia material de los hechos que el oficial público hubiese enunciado
como cumplidos por él mismo o pasados en su presencia. Los hechos indicados, como el
del lugar donde fue otorgado el acto según el escribano, comprometen directamente la fe
del funcionario y tienen una fuerza de convicción ’casi irrefragable’ (CNCiv., sala F, LL,
136-282; ídem sala F, LL, 143-539).
10. La fuerza de convicción casi irrefragable que deriva de la fe del funcionario, sólo es
posible desvirtuarla mediante la querella de falsedad. Por acción civil o criminal (CNCiv.,
sala F, LL, 146-174).

11. El art. 993 del cód. civil se refiere a la falsedad material de los hechos ocurridos en
presencia del oficial público, pero no a la falsedad de sinceridad del instrumento (SCBA,
Rep. LL XXX-1956, sum. 20).

12. Toda escritura pública merece plena fe mientras no sea argüida de falsedad
(SCMendoza, sala I, LL, 129-661).

13. Si consta en la escritura de compraventa que el adquirente pagó el precio en ese acto,
por tratarse de un hecho cumplido en presencia del notario interviniente, el instrumento
público hace plena fe hasta ser argüido de falso por acción civil o criminal (CNCiv., sala D,
LL, 156-3).

14. No es necesario argüir de falso el instrumento público para desvirtuar manifestaciones


que hacen las partes, que pueden no ser ciertas y que no son del conocimiento del oficial
público, aun existiendo coincidencia de voluntades en el acto, sus efectos pueden enervarse
judicialmente, si afectan la moral y las buenas costumbres (CJ Salta, sala II, LL, 115-659).

15. ’Los actos que gozan de plena fe mientras no se arguya falsedad por acción civil o penal
son los pasados ante el oficial público. Las cláusulas meramente enunciativas, en cambio,
no tienen valor de plena prueba, sino que deben ser consideradas como principio de prueba
por escrito’ (SCBA, 8-3-88, autos ’Álvarez, José Ramón y otros c. Prov. de Bs. As.
s/expropiación’, acuerdo 38.142).

16. Carecen de la eficacia probatoria establecida por el art. 994 del cód. civil las
circunstancias referidas en un instrumento público que no han ocurrido en presencia del
funcionario autorizante (SCBA, 5-8-86, autos ’Oviedo de Acevedo, Emma Antonia c.
Consorcio de Copropietarios en propiedad horizontal ley 13.512, finca Avda. Libertador
Gral. San Martín Nº 3736. La Lucila. Daños y perjuicios’. L-36.002).

17. ’Aun admitiendo que la certificación por escribano público otorgue fuerza de
instrumento público al documento privado en la que ha sido asentida, su eficacia se limita
al alcance de lo certificado, no extendiéndose a otras circunstancias, a menos que se hagan
constar como ocurridas en presencia del escribano, art. 979, inc. 2º, CC’ (SCBA, 27-10-87,
autos ’Salto, Nora Zulema c. Amorosi, Jorge Antonio s/incidente de rendición de cuentas y
liquidación de sociedad conyugal’, Acuerdo 37.392).
18. ’El art. 993 del cód. civil otorga plena fe a las circunstancias pasadas ante el oficial
público y sólo pueden desvirtuarse mediante la redargución de falsedad’ (SCBA, 28-11-89,
autos ’Banco de la Nación Argentina c. López, Antonio y otra s/ejecución’, Acuerdo
39.634).

19. ’Lo que en un instrumento público hace plena fe hasta la redargución de falsedad es la
existencia material de los hechos que el oficial público hubiese anunciado como cumplidos
por él mismo o que han sucedido en su presencia, pero no las manifestaciones que alguno
de los intervinientes en el acto efectuó en el mismo (SCBA, 21-9-84, autos ’Riocomini,
Ítalo Manuel c. Piñero, Emilio Tomás s/reivindicación’, acuerdo 33.560).

20. Los documentos certificados por escribano público adquieren fuerza de convicción
como instrumentos públicos, fundamentalmente en cuanto a la existencia material de los
hechos que el oficial público pudo haber comprobado por sí (SCBA, 14-8-79, autos
’Glardino, Carlos Salvador c. Pentomat S.A.I.C. s/rescisión de contrato’, Acuerdo 27.854).

21. ’Tienen carácter de instrumento público no sólo aquellos realizados y firmados por las
partes ante los funcionarios públicos, sino también los actos levantados por funcionarios
legalmente competentes para hacerlo’ (SCBA, 30-12-88, autos ’Tello de Meneses, Oscar
Tomás. Robo y homicidio’, P. 35.993).

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BOFFI BOGGERO, LUIS, Voz ’Instrumento público’. En Enciclopedia Jurídica Omeba, T.


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BORDA, GUILLERMO A., Tratado de Derecho Civil Argentino. Parte General, Bs. As.,
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CARBALLAL, ADA E. y otros, Fecha cierta. Carácter de la enumeración legal, Revista


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CARNELUTTI, FRANCISCO, Sistema de Derecho Procesal Civil, Padua, 1936.

CARRICA, PABLO ALEJANDRO y otras, Instrumentos públicos, privados y particulares,


en Revista Notarial nº 897, año 1988, pág. 491.

CERINI DE OLCESE, MARISA, Los instrumentos privados no firmados, Ponencia


presentada a la XXVII Jornada Notarial Bonaerense, Bahía Blanca, 1988.

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Ponencia presentada a la XXVII Jornada Notarial Bonaerense, Bahía Blanca, 1988.

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DE GASPERI, LUIS, Tratado de las Obligaciones. t. 7.

DEVIS ECHANDIA, H., Teoría general de la prueba judicial, t. 2.

FERNÁNDEZ, R. Y GÓMEZ LEO, O., Tratado teórico práctico de Derecho Comercial, t.


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GARCÍA, HONORIO, Estudios sustanciales de los contratos. La forma como requisito


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LÓPEZ DE ZAVALÍA, FERNANDO, Teoría General de los Contratos, Zavalía, Bs. As.,
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LÓPEZ OLACIREGUI, JOSÉ MARÍA, Actualización al Tratado de Derecho Civil


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LÓPEZ PALOP, EDUARDO, Libro homenaje al Profesor F. C. de Diego, Real Academia


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LLAMBÍAS, JORGE J., Tratado de Derecho Civil. Parte General, Bs. As., Abeledo-Perrot,
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LLERENA, B., Concordancias, t. IV.

MOSSET ITURRASPE, JORGE, Teoría General del Contrato, Rosario, Orbir, 1976.
MUSTAPICH, JOSÉ MARÍA, Tratado teórico y práctico de Derecho Notarial, t. II, Cap. I.

RODRÍGUEZ ADRADOS, ANTONIO, Naturaleza jurídica del documento auténtico


notarial, La Plata, UNA, 1969.

SALVAT, R., Tratado de Derecho Civil. Parte General, nº 1886.

SPOTA, ALBERTO, Derecho Civil, t. 3.

Fuente: Publicado en ED, 204-594


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Tags: derecho - civil - doctrina - instrumento publico - instrumento privado


• Categoría:Apuntes y Monografías
• Creado: 22.09.2008 a las 1:04 hs.
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4 Comentarios

cartonlleno dijo Más de 2 años:


• +0
+0 / -0
Muy bueno, te agradezco. Lo sacaste de La Ley? +10

eldoctor dijo Más de 2 años:


• +0
+0 / -0
excelente material, +10

hombremedio dijo Más de 2 años:


• +0
+0 / -0
No me acuerdo de donde lo saque, pero al ultimo dice la fuente que es ED; que es la
abreviatura usada para señalar que se publico en \"El Derecho\" tomo 204, pagina 594. Esa
el la forma de abreviar por ejemplo La Ley se pone LL, Jurisprudencia Argentina se pone
JA y asi.

cartonlleno dijo Más de 2 años:


• +0
+0 / -0
hombremedio dijo:
No me acuerdo de donde lo saque, pero al ultimo dice la fuente que es ED; que es la
abreviatura usada para señalar que se publico en \"El Derecho\" tomo 204, pagina 594. Esa
el la forma de abreviar por ejemplo La Ley se pone LL, Jurisprudencia Argentina se pone
JA y asi.

Mirá vos, no me había dado cuenta. Gracias, saludos.


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kkkkkkkkkkkkk

Autor: Marcelo Dalhoff (sakya666@yahoo.com.ar)

Instrumentos
Públicos y Privados

CAPITULO I

Los instrumentos públicos. Caracterización. Encuadre legal. Pautas


diferenciadoras.

El Código Civil se ha detenido extensamente en la regulación de los mismos.


Así, el art. 979 formula una extensa enumeración que, si bien es limitada, no
reviste el carácter de taxativa.

Dentro del enfoque jurídico general de la voz genérica instrumento, importa


destacar su clasificación esencial y caracterizar sus especies.

En tal sentido, los instrumentos se dividen, principalmente, en privados y


públicos, siendo los primeros los escritos por particulares sin intervención de
notario o escribano ni de ningún otro funcionario que se encuentre legalmente
autorizado para autenticar en forma fehaciente algún hecho, disposición o
convenio, y los segundos , a la inversa, los que están autorizados por notario o
escribano o por alguno de los funcionarios antes citados.

En el mismo orden de ideas, Llambías sostiene que la forma que con más
frecuencia se utiliza para la celebración de actos jurídicos es la escrita o
instrumental, a la que se puede recurrir mediante dos clases de instrumentos,
los públicos y los privados. Instrumento público es aquel que se otorga con las
formalidades que la ley establece, en presencia de un oficial público a quién la
ley confiere la facultad de autorizarlo. Para que el instrumento público tenga
existencia como tal, bastará la intervención de un oficial público, pero para
obtener eficacia, deberá reunir determinados requisitos legales, conocidos en
doctrina como requisitos de validez, ellos son: capacidad del oficial público,
competencia del oficial público y formalidades legales.

Así, se tendrán por públicos, tomando como punto de referencia la legislación


habitual: las escrituras públicas hechas por escribanos públicos en sus libros de
protocolo, o por otros funcionarios con las mismas atribuciones, y las copias de
esos libros sacadas en la forma que prescribe la ley; cualquier otro instrumento
que extendieren los escribanos o funcionarios públicos en la forma
determinadas por las leyes; los asientos en los libros de los corredores, en los
casos y forma establecidos en el Código de Comercio; las actas judiciales
hechas en los expedientes por los respectivos escribanos y firmadas por las
partes, de acuerdo con lo preceptuado en las leyes procesales, así como las
copias de esas actas sacadas por orden del juez ante quien pasaron; las letras
aceptadas por el gobierno o sus delegados; los billetes o cualquier título de
crédito emitido por el tesoro público y las cuentas sacadas de los libros
fiscales, autorizadas por el encargado de llevarlas; los asientos de los
matrimonios en los libros parroquiales o en los registros municipales y las
copias sacadas de esos libros o registros.

Conviene advertir que la relación consignada es meramente orientadora, la


enumeración no es taxativa. En cualquier supuesto, lo que caracteriza al
instrumento público es que hace plena fe no solo entre las partes, sino también
frente a terceros, a menos que sea tachado de falso civil o criminalmente.
Claro es que esa plena fe está referida a la realidad de la existencia material
de los hechos que el oficial público hubiere anunciado como cumplidos por él
mismo o pasados en su presencia.

ARTICULO 979.- Son instrumentos públicos respecto de los actos


jurídicos:
1. Las escrituras públicas hechas por escribanos públicos en sus libros de
protocolo, o por otros funcionarios con las mismas atribuciones, y las copias de
esos libros sacadas en la forma que prescribe la ley;
2. Cualquier otro instrumento que extendieren los escribanos o funcionarios
públicos en la forma que las leyes hubieren determinado;
3. Los asientos en los libros de los corredores, en los casos y en la forma que
determine el Código de Comercio;
4. Las actas judiciales, hechas en los expedientes por los respectivos
escribanos, y firmadas por las partes, en los casos y en las formas que
determinen las leyes de procedimientos; y las copias que de esas actas se
sacasen por orden del juez ante quien pasaron;
5. Las letras aceptadas por el gobierno o sus delegados, los billetes o cualquier
título de crédito emitido por el Tesoro público, las cuentas sacadas de los libros
fiscales, autorizadas por el encargado de llevarlas;
6. Las letras de particulares, dadas en pago de derechos de aduana con
expresión o con la anotación correspondiente de que pertenecen al Tesoro
público;
7. Las inscripciones de la deuda pública, tanto nacionales como provinciales;
8. Las acciones de las compañías autorizadas especialmente, emitidas en
conformidad a sus estatutos;
9. Los billetes, libretas, y toda cédula emitida por los bancos, autorizados para
tales emisiones;
10. Los asientos de los matrimonios en los libros parroquiales, o en los
registros municipales, y las copias sacadas de esos libros o registros.

Nuestro codificador no ha definido en el cuerpo legal al instrumento público,


simplemente se ha limitado a enunciar diferentes clases de ellos. Del análisis
del artículo, fluye el elemento común a todas las categorías enumeradas; esto
es la intervención de un oficial público.

La trascendencia del instrumento público en el proceso, frente al privado, es


notoria a través de su autenticidad , característica distintiva que es natural (en
este orden de ideas, Gattari sostiene que: “...toda escritura comporta
necesariamente, en sí misma, el valor prueba...” ), ante la existencia de un
triple orden de presupuestos:

a) La persona del documentador (escribano o funcionario público);


b) Su forma, en tanto deben ser extendidos como las leyes lo determinen
c) La competencia del sujeto, conforme le es otorgada por el ordenamiento
legal para el desempeño de sus funciones.

La autenticidad surge del mismo instrumento, no así en los privados, que


necesariamente requieren la justificación de tal cualidad (al igual que la fecha
cierta), por otros medios ajenos al documento mismo.

Los instrumentos privados carecen en principio de autenticidad, al no existir


certeza acerca de la persona del autor. Cuando en juicio no es reconocido o
admitido el origen del instrumento, es necesario probarlo.

Se realizará, en estas circunstancias, un verdadero juicio incidental sobre la


autenticidad del documento, para justificar que la persona señalada como
autor lo es verdaderamente, pues la mera prueba de la firma confiere validez,
reconociendo al cuerpo del instrumento (art. 1.028 Cód. Civil)

Es decir, que el Código Civil, es, en primer término, el ordenamiento que señala
el concepto del mismo y la eficacia del instrumento privado, cuando no
aspectos innegablemente procesales, como el contenido en el art. 1.031. Los
principios sobresalientes son:

1) La firma de las partes como condición esencial para la existencia de todo


acto bajo forma privada, no pudiendo ser reemplazada por signos, ni por las
iniciales de los nombres o apellidos (art. 1.012)
2) Pueden ser firmados en cualquier día, aunque sea feriado (art. 1.015)
3) No se exige forma especial. Las partes pueden redactarlos en el idioma y
con las solemnidades que juzguen más convenientes (art. 1.020)
4) Los actos que contengan convenciones perfectamente bilaterales deben ser
redactados en tantos originales, como partes hayan con un interés distinto (art.
1.021 y siguientes)
5) La prueba que resulte del reconocimiento de los instrumentos privados es
indivisible (art. 1.029)
6) La firma puede ser dada en blanco antes de la redacción del escrito (art.
1.016)
7) Todo aquel contra quien se presente en juicio un instrumento privado
firmado por él, está obligado a declarar si la firma es o no suya (art. 1.031)

CAPITULO II

Instrumentos públicos y privados. Autenticidad. Forma y Prueba. Caracteres


procesales. Redargución de Falsedad.

Control sobre la autenticidad del instrumento público o privado. Corresponde a


ambas partes por igual, pero la situación varía según la naturaleza del
documento.
1) Si es público y se ha acompañado copia del mismo al proceso, la parte a
quien se opone ante la evidencia o sospecha de la falsedad de la misma, podrá
peticionar la formación del respectivo incidente de confrontación, cuyo objeto
será el de comprobar si el testimonio concuerda o no con la escritura matriz.
De existir diferencia se estará, naturalmente, a lo que exprese ésta última (art.
1.009 Cód. Civil).

2) Si el documento es privado, puede distinguirse que corresponda:

a) A los mismos otorgantes del instrumento. En virtud de lo establecido por el


art. 1.031 del Cód. Civil, todo aquel contra quien se presente en juicio un
instrumento privado firmado por él, está obligado a declarar si la firma es o no
suya. Esta declaración cuando es positiva, se denomina reconocimiento. En
cuanto a su naturaleza importa una verdadera y propia confesión judicial.
Además, este tipo de confesión posee las características y efectos señalados
en el art. 1.028 respecto del instrumento, y su indivisibilidad (art. 1.029)
b) A los efectos de la comprobación de la autenticidad del instrumento, se
prescinde de la persona del autor en tres oportunidades: a) ante el
desconocimiento de la firma por el supuesto otorgante; b) por ausencia e
imposibilidad de notificar la citación a reconocer el documento, y c) por
fallecimiento del mismo, y consiguiente ausencia de sucesores que pudieran
reconocerlo.

Algunas consideraciones sobre la forma de los instrumentos.

El art. 973 de nuestro Código Civil, en cuanto señala que la forma es el


conjunto de las prescripciones de la ley, respecto de las solemnidades que
deben observarse al tiempo de la formación del acto jurídico; tales son: la
escritura del acto, la presencia de testigos, que el acto sea hecho por escribano
público, o por un oficial público, o con el concurso del juez del lugar,
conceptualiza lo que en doctrina se conoce como forma en sentido legal, esto
es: los requisitos solemnes exigidos por la ley con referencia a ciertos actos.

Para dar un concepto de forma en su sentido más amplio, la llamada forma


esencial, debemos remitirnos al art. 913 del Cód. Civil; allí, para el legislador, la
forma entendida como una exteriorización de la voluntad del sujeto, es
requisito esencial para que un acto tenga el carácter de voluntario, y por ende
igual requisito será exigido para la existencia del acto jurídico.

Todo acto jurídico requiere de manera inexorable, para ser tal, la forma
esencial. No ocurre lo mismo con la forma legal. Ella implica el cumplimiento
de determinadas solemnidades, específicamente indicadas por la ley para
algunos actos, que la misma ley determina, y cuya omisión trae aparejada su
invalidez.

En lo que al instrumento público atañe, tanto el art. 976, como el 977 y


concordantes del Código Civil, indican que para determinados actos será
necesaria la celebración mediante instrumento público, en caso de no
cumplirse con tal requisito el acto será nulo. Incluso, puede ser que la
exigencia de la ley con referencia a determinados actos sea más estricta, no
siendo suficiente la celebración por medio de cualquier instrumento público
sino que se requerirá una especie determinada de instrumento público. Así el
art. 1.184 indica que actos jurídicos deberán celebrarse por escritura pública.

En este orden de ideas, el art. 980 del mismo ordenamiento, por su parte,
establece que para la validez del acto, como instrumento público, es necesario
que el oficial público obre en los límites de sus atribuciones, respecto a la
naturaleza del acto, y que éste se extienda dentro del territorio que se le ha
asignado para el ejercicio de sus funciones. Los instrumentos públicos
extendidos de acuerdo a lo que establece este código gozan de entera fe y
producen idénticos efectos en todo el territorio de la República Argentina,
cualquiera sea la jurisdicción donde se hubieren otorgado. Se trata aquí sobre
uno de los requisitos de validez de los instrumentos públicos: la competencia
del oficial público. Este debe ser competente en dos sentidos: en cuanto a la
materia (ratione materia), o sea con respecto a la naturaleza del acto que
otorga; y en cuanto al territorio (rationeloci) o lugar físico donde debe
desempeñar sus funciones

Así, por ejemplo no será competente en razón de la materia el encargado del


Registro Civil para documentar la celebración de actos jurídicos –a excepción
del matrimonio- ni será competente el escribano público para celebrar
matrimonios.

Todo oficial público tiene asignado un determinado ámbito territorial donde


está facultado para desempeñar sus funciones. Solo los actos que otorgue
dentro de los límites territoriales de su jurisdicción serán válidos.

Por su parte el art. 130, apartado primero de la Ley 9.020/78, regula


expresamente la competencia territorial, en tanto que : “...Los notarios
ejercerán sus funciones dentro de los límites territoriales que correspondan al
Registro de su actuación...”

Redargución de Falsedad.

El art. 993 del Cód. Civil, establece que el instrumento público hace plena fé
hasta que sea argüido de falso, por acción civil o criminal, de la existencia
material de los hechos, que el oficial público hubiese anunciado como
cumplidos por él mismo, o que han pasado en su presencia. Para analizar este
tema, debe distinguirse entre el instrumento considerado en sí mismo y su
contenido; como asimismo el diferente valor probatorio de los instrumentos
públicos en relación a las partes y a los terceros.

A su vez al analizar el contenido del instrumento, será necesario distinguir


entre los hechos pasados ante el oficial público, las cláusulas dispositivas, y las
meramente enunciativas.

Dejamos de lado el estudio del instrumento público considerado en sí mismo,


que goza de la presunción de autenticidad, la cual es dispuesta por la ley con
el propósito de otorgar garantía de seguridad a los documentos en que
interviene un oficial público, utilizando su firma y sello, y que solo podrá
quedar desvirtuada por la prueba de falsedad, para ocuparnos del supuesto a
que se refiere el artículo en examen.

Dice la ley, que aquellos actos en los cuales el oficial ha tenido una
intervención directa, como ser el consignar en el instrumento que las firmas
son auténticas, que se han cumplido con las formalidades legales, que el acto
se celebró en tal lugar o en tal fecha, gozan de plena fe, y podrán solo ser
desvirtuados por querella de falsedad, ya sea en sede civil o penal; lo mismo
sucede con aquellos actos que han pasado en presencia del oficial
interviniente.

La autenticidad que tienen estos hechos, es con referencia a la verdad material


de los mismos, pero no así con respecto a la realidad de esa verdad material,
pudiendo probarse la insinceridad de su contenido, acudiendo a cualquier
medio de prueba.

La querella de falsedad, cuando se intenta por la vía penal, tiene como


consecuencia directa la sanción al delincuente –el falsificador- y como
consecuencia indirecta la invalidez del instrumento. Con referencia a la acción
civil, la misma puede intentarse por vía directa o principal, es decir iniciando
un proceso con el objeto de obtener una sentencia que declare la falsedad del
instrumento; o por vía incidental, es decir en un proceso en trámite,
planteando la falsedad del instrumento como defensa.

Con relación a la norma analizada, al determinar que “hace plena fe”, significa
que el documento hace prueba, o simplemente que es auténtico al conferirle al
ley certeza respecto a la paternidad de su autor. Además por sí solo prueba
respecto al lugar y fecha en él consignados.
Por su parte, y terminado de definir el andamiaje legal sobre este tema, el art.
393 del Código Proc. Civ. y Com. Pcia. Bs. As., señala que la redargución de
falsedad de un instrumento público tramitará por incidente que deberá
promoverse dentro del plazo de diez días de efectuada la impugnación, bajo
apercibimiento de tener a quien la formulare por desistido. En este caso el juez
suspenderá el pronunciamiento definitivo para resolver el incidente
conjuntamente con la sentencia.

Con relación a su procedencia, la redargución es exclusiva para atacar la


falsedad de los instrumentos públicos, los que no pueden ser suprimidos o
corregidos en cuanto a sus efectos probatorios por otros medios simples de
prueba. Requiere tramitación conforme las normas sobre incidentes y
promoción dentro del plazo establecido, toda vez que transcurrido éste se
pierde la facultad de entablarlo.

CAPITULO III

Instrumentos Públicos. Escritura Pública. Contenidos.


Especies. Documentos Notariales. Técnica y legitimación.

No es posible referirse a una forma común a todos los instrumentos públicos.


Dada la variedad que existe entre los mismos, son diferentes las formas
legales prescritas para cada una de las diversas clases de instrumentos
públicos.

El único requisito de forma común a todos los instrumentos públicos, es la


intervención del oficial público.

Sin embargo hay dos requisitos formales que son comunes a varias especies
de instrumentos públicos: la firma de las partes y la presencia de testigos.

La inobservancia de los requisitos de forma en los instrumentos públicos, trae


aparejadas las mismas consecuencias que el incumplimiento de cualquiera de
los otros requisitos de validez; según los casos será la nulidad o la anulabilidad
del instrumento.

Cuando el instrumento público queda destituido de su carácter de tal, por no


haberse cumplido con alguno, algunos, o ninguno de sus requisitos de validez,
puede tener eficacia como instrumento privado, siempre y cuando esté firmado
por las partes. (ref. art. 987 CC).

Especies. Clasificación.
González (“Teoría general del instrumento público”, pág. 79), citado por
Etchegaray , distingue los documentos principales, que son las escrituras
públicas, tanto la matriz como la copia o testimonio, y los secundarios,
constituidos por inventarios, actas de notoriedad, referencia de títulos,
testamentos cerrados, sorteos, asambleas, protestas, certificaciones de
autenticidad de firmas e impresiones digitales, de existencia de personas, de
vigencia de documentos y contratos, y las notas de cargos judiciales y
administrativos y de transmisión y gravamen en los títulos. Los secundarios
podrán ir en el protocolo o fuera de él.

A la vista del enunciado del art. 979, anteriormente analizado, del Código Civil,
Martínez Segovia (citado por Etchegaray), concluye que nuestro código acepta
dos clases de documentos notariales: a) las escrituras o documentos
extendidos en el protocolo, y b) todos los otros instrumentos que extiendan los
escribanos en la forma que las leyes locales hubieran determinado.

El valor como instrumento público es el mismo para ambos tipos de


documentos, y es el que le acuerdan los arts. 993 a 995 del Código Civil.

Escritura Pública.

Conforme lo determina nuestro Código Civil, en su art. 997,las escrituras


públicas solo pueden ser hechas por escribanos públicos, o por otros
funcionarios autorizados para ejercer las mismas funciones; por su parte el art.
155 de la Ley 9.028, en su apartado primero señala que las escrituras públicas
se sujetarán a las normas del Código Civil, por tanto es aplicable todos los
lineamientos generales que venimos analizando hasta aquí, sin perjuicio del
cumplimiento de los requisitos y condiciones específicas que la propia ley
notarial citada determina a lo largo de su articulado (art. 155 y concordantes)

La escritura pública es una especie de instrumento público; el elemento que la


especifica con referencia a los demás instrumentos públicos, no está dado por
su contenido, sino por el funcionario interviniente , que generalmente es el
escribano de registro; o sea que escrituras públicas son aquellas escrituras que
otorgan los escribanos de registro o sus sustitutos legales. Estos sustitutos
legales intervienen en casos de excepción, a falta de escribano de registro.
(tales los supuestos del art. 1223 y art. 3655 CC, entre otros, a falta de
escribano interviene el juez del lugar).

Al igual que todos los demás instrumentos públicos, las escrituras públicas por
ser una especie de los mismos, deben cumplir con los requisitos de validez
comunes a dicho género de documentos: la capacidad del escribano
interviniente; la competencia del mismo; y la observancia de las formalidades
legales.

Contenido.

La escritura contiene una declaración de voluntad; metafóricamente hablando,


es un negocio jurídico que cabalga entre los hechos y el derecho . El notario
acomoda la voluntad y actividad de las partes al fondo del negocio. Es
compleja, hay presencia de partes, hay actividad, hay entrega de cosas, hay
declaración de voluntad, hay consentimiento después de la lectura; el notario
tiene el deber legal de redactar de acuerdo a la ley de fondo, a la de forma, a
la voluntad de las partes, a las disposiciones registrales, al derecho tributario,
al derecho notarial; este documento se viste con el consentimiento u
otorgamiento que es la función final de las partes y queda exteriorizado con la
firma, que hace vivir simultáneamente documento y contrato. El negocio que
contiene la escritura, con el consentimiento dado por las partes a la lectura
hecha por el escribano, queda asumido en paternidad por éstas, aunque se
trate de un negocio que reconozca antecedentes fuera de la escritura.

Nuñez Lagos (citado por Gattari) distingue en la escritura dos planos: el del
“negotium”, que pertenece al derecho sustantivo, y el del “instrumentum”, que
integra el derecho notarial, como rama del derecho formal. En este segundo,
advierte dos dimensiones: el acto documentador, que centra en la audiencia, y
la dimensión papel, el resultado, la escritura propiamente dicha.

Ambos planos no caminan indiferentes. “Negotium” e “instrumentum” se


hallan correlacionados, pues el documento sin acto jurídico es inconcebible.
También es muy cierta la recíproca: es imposible el acto jurídico sin forma
alguna que la exteriorice. La arista con la que, mentalmente, separamos los
campos ético y jurídico es precisamente esa exteriorización o no.

El derecho formal se encuentra efectivamente al servicio del derecho


sustantivo, con un sentido netamente técnico. Le sirve de instrumento
necesario para que sea posible la ubicación de los hechos humanos en el
campo del derecho, permitiendo la existencia de consecuencias jurídicas. Así,
pues, señala Gattari, la escritura como medio formal tiene ese primer valor
relevante, común con todas las formas: valor instrumental.

El art. 994 del CC, conforme dispone los instrumentos públicos hacen plena fe,
no sólo entre las partes, sino contra terceros, en cuanto al hecho de haberse
ejecutado el acto, de las convenciones, disposiciones, pagos, reconocimientos,
etc., contenidos en ellos, hace referencia a las cláusulas dispositivas del
instrumento, es decir aquellas que se refieren al objeto del acto que se
instrumenta; con respecto a ellas dice la ley, que hacen plena fe, lo que se
debe interpretar en el sentido de que tienen valor de prueba completa.

Con relación a lo establecido por el art. 995 del CC., en tanto dispone que los
instrumentos públicos hacen plena fe de las enunciaciones de hechos o actos
jurídicos directamente relativos al acto jurídico que forma el objeto principal,
no sólo entre las partes sino también respecto de terceros, así como las
cláusulas dispositivas se refieren al contenido principal del acto, al objeto
principal del mismo; las cláusulas enunciativas son aquellas que se refieren a
manifestaciones accesorias, que siendo suprimidas no se modifica el objeto del
acto.

Legitimación.

Conforme señala Gattari, las tres operaciones de ejercicio de fondo que


desarrolla el notario en las escrituras, en cuanto éstas constituyen un negocio
jurídico, integran la llamada técnica notarial. Ellas son: calificación, legalización
y legitimación.

En la primera, continúa diciendo, el notario establece la determinación del acto


o negocio jurídico sobre el caso concreto que se le presenta; en la siguiente,
adapta el negocio o acto al derecho que lo rige; por último en la legitimación,
demuestra la relación jurídica entre el negocio o acto con una situación previa,
que posibilita la justificación básica de los que las partes declaran.

Legitimación es aquella operación de ejercicio por cuyo medio el notario acepta


a una persona como sujeto instrumental, la individualiza, verifica su aparente
capacidad y habitualidad, justifica la titularidad de su derecho o situación
relativa para el negocio jurídico que pretende y su libertad de disposición; en
su carácter de agente de percepción depura la situación impositiva, bastantea
las facultades del representante y autoriza el otorgamiento de las partes.

El otorgamiento corresponde a las partes; por medio de él, realizan un doble


acto: aceptan lo que le notario les hace decir en el texto de la escritura como
contenido de fondo; simultáneamente conforman el modo en que está
redactada la expresión de sus voluntades.

El otorgamiento consta fundamentalmente de dos pasos: a) la lectura; por ella,


las partes se enteran de los que el notario ha redactado interpretando sus
voluntades; puede ser corregida o ampliada con cláusulas aditivas; b) la firma,
que cierra el ciclo del otorgamiento.

La autorización del acto documentado compete al oficial público. Desde ese


momento se convierte en instrumento notarial, con todos los efectos que lo
distinguen de todo otro documento. El notario autoriza por medio de su firma.
Así como la firma de las partes implica el otorgamiento, la firma del notario
exterioriza la autorización. La autorización es el acto mediante el cual el
notario, por suscripción autenticante, asume la paternidad del instrumento
para constituir fehacientemente hechos, dichos y al propio instrumento.

Hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

El valor legal y probatorio de los documentos en diferentes


soportes
La diversidad de soportes para los documentos con que contamos hoy, nos
obliga a conocer las regulaciones generales que se establecen en nuestro
ordenamiento jurídico para que los documentos tengan valor legal y
probatorio. El presente estudio persigue recopilar las regulaciones más
importantes al respecto y crear conciencia en los lectores, de la necesidad
de recurrir a la legislación para determinar el valor legal de los documentos
en diferentes soportes.
1. Definición de documento
Es importante para los efectos de este trabajo la definición que tengamos
de lo que es un documento.
Existen muchas definiciones algunas de ellas parten de su etimología o su
origen temático, e inclusive se trata la palabra en su evolución con el
tiempo1. Mencionaré tres definiciones:
La primera, la encontramos en el Diccionario Jurídico de Cabanellas2 el cual
define al documento como instrumento, escritura, escrito con que se
aprueba, confirma o justifica alguna cosa o al menos que se aduce con tal
propósito.
Tanto en España, como en el diccionario llamado “Hacia una terminología
archivística”, encontramos que documento lo definen como toda expresión
en lenguaje natural, convencional y
1 Mendoza Navarro, Aida Luz. La prueba documental y los archivos. Revista del Archivo
General de la Nación. Ministerio de Justicia Perú.
2 Cabanellas, Guillermo. Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual. Argentina.
Editorial Eliasta S.R.L
1
cualquier otra expresión drástica, sonora o en imagen recogidas en
cualquier tipo de soporte material, incluso los soportes informáticos. 3
La tercera definición la tomamos de la archivística colombiana4, en donde
definen documento como información registrada cualquiera sea su forma o
el medio utilizado.
Podemos concluir que las tres definiciones son amplias e incluso, tienden a
recoger todo lo que podría denominarse como documento, y van más allá
del concepto de documento como tradicionalmente lo conocemos.
Considero que son definiciones que podemos utilizarlas incluso para
documentos en soportes que a la fecha ni siquiera tenemos idea de que
existirán.
La primera definición se refiere al documento como un objeto y para un fin
determinado. La segunda y tercera se refieren al contenido y al soporte.
Estas dos últimas son definiciones más modernas.
En nuestra legislación no encontramos una definición expresa sobre lo que
es documento, sin embargo, el Código Procesal Civil, cuerpo de normas que
viene a regular los diferentes tipos de procesos en materia Civil, nos
encamina a una posible definición ya que establece algunos elementos para
definir qué es , así como algunas clases y tipos documentales.
El artículo 368 del código indicado, aunque se titula “Distintas clases de
documentos”, en su parte final nos dice que el documento es en general
todo objeto mueble, que tenga carácter representativo, o declarativo. Al
referirse a objeto mueble, lo está haciendo a la materialidad, es
3 Grupo Iberoamericano de tratamiento de archivos administrativos. Hacia un
diccionario de terminología archivística. GITAA. Santafé de Bogotá. D.C. Archivo
General de la Nación. 1997. 133p.
4 Ibidem
2
decir, que debe ocupar un lugar en el espacio. El legislador quiso hacer una
petición conceptual al calificarlo como objeto mueble, ya que ser un objeto
es un bien que tiene valoración jurídica y lo está diferenciando de las
simples cosas; por otro lado al ser un objeto mueble permite la
transferencia de un lugar a otro, presentarlo como prueba en los procesos,
principalmente, pues es válido recordar que uno de los fines de los
documentos es precisamente el probar la realización o no, de determinados
actos.
También nos indica el citado cuerpo normativo que además de ser objeto
mueble debe de tener otro requisito: tener carácter representativo
(representa alguna cosa, apto para esclarece un hecho), o declarativo (deja
constancia de una declaración de voluntad que produce efectos jurídicos),
este requisito en consecuencia alude al contenido, es decir, debe decir o
representar algo.
Por otra parte la Ley 7202, Ley del Sistema Nacional de Archivos no nos
define qué es documento, lo cual viene a ser un gran vacío, toda vez que en
los archivos esta es la principal herramienta. Considero en este sentido
importante tomar en cuenta esta situación para una futura reforma a la ley
e incorporar una definición.
Esta ley, al tratar sobre los documentos de valor científico cultural, en su
artículo 3, estipula, al igual que el Código Procesal Civil, que son objetos
muebles, sin embargo la Ley del Sistema únicamente se refiere a la
materialidad del documento, y de seguido señala las características que se
tomarán en cuenta para valorar si son de valor científico cultural,
enunciando una serie de clases y tipos de documentos.
3
Con base en lo indicado anteriormente, podemos afirmar, que lo que
conocemos como documento tradicional, según el soporte (papel, video,
película), es consecuente con las acepciones que lo identifican como un
objeto mueble, que tiene un carácter representativo o declarativo. Ahora
bien ¿el documento electrónico responde a esas características?
Partiendo de la naturaleza del documento electrónico es innegable, ya sea
en su forma denominada texto claro, (legible y entendible) o en su forma
escrita. Con posibilidad de ser leído y entendido a través de un
procedimiento normalizado, que el documento electrónico es
representativo, es declarativo. Ahora bien, la utilización de una máquina,
para poder saber qué representa o qué dice, no altera esa condición propia
de documento, simplemente necesitamos un elemento más, para que
declare o represente algo en un momento determinado.
Por otra parte, en cuanto a la naturaleza corporal para considerarlo objeto
mueble podemos decir que el soporte material del documento electrónico
puede ser un disco informático o cualquier otra forma tecnológica posible
de almacenamiento de información. El contenido de los documentos
electrónicos puede ser revelado a través de un procedimiento informático
normalizado y que en todo caso puede transformarse en un documento
escrito formato papel, sin embargo cuando esto sucede, ya nos deja de
prestar interés el documento electrónico al pasar a ser un documento en
soporte tradicional. En consecuencia el documento electrónico cumple con
las características de un documento: objeto mueble y es representativo o
declarativo.
2. Valor legal de un documento:
Para que un documento tenga validez jurídica, no es suficiente con que sea
un objeto mueble y nos comunique algo, es decir, para que produzca los
efectos jurídicos para los que fue creado debe de
4
cumplir con los requisitos de forma y fondo que se establecen en el
ordenamiento jurídico para cada tipo documental.
Los documentos pueden tener entre otros, efectos administrativos,
registrales, ejecutivos y probatorios. Estos últimos son los que trataremos
en el presente trabajo.
Hemos mencionado que los documentos para que tengan valor legal deben
de cumplir con las formalidades de fondo y forma que establece nuestra
legislación procesal civil, la cual de acuerdo con su autor señala tres clases:
los documentos públicos, los instrumentos públicos y los documentos
privados.
Los dos primeros (el documento público y el instrumento público) serán
creados o van a nacer a través de personas a las cuales el Estado les ha
dado fe pública, que es un imperativo jurídico que nos obliga a tener un
hecho o acontecimiento por cierto, es decir, lo que diga el documento
público o un instrumento público es cierto hasta tanto no se compruebe lo
contrario, en sede judicial.
Los documentos públicos son los creados por funcionarios públicos.
Aquellos de conformidad con el artículo 361 del Código Procesal Civil deben
de cumplir con los siguientes requisitos: -ser extendido por funcionario
público (ver el artículo 111 de la Ley General de la Administración Pública
donde se define quién es un funcionario público); -cumplir con las formas
requeridas por ley, (respetar los requisitos de forma que la legislación
establece para cada tipo documental). En consecuencia, no queda a la libre,
la forma que debe cumplir cada tipo documental, es la ley quien la dicta.
Finalmente el tercer requisito, es que se haga dentro de los límites de su
competencia, se refiriere a la producción de documentos en el tanto y en el
cuanto se esté cumpliendo con la misión de la institución, del
departamento, del lugar en la cual se esté trabajando, no ir más allá.
5
La competencia de cada funcionario debe de estar determinada claramente
para el cumplimiento de este requisito.
Los documentos en soporte tradicional cumplen con las tres características
mencionadas anteriormente.
Consideramos que para que los documentos públicos otorgados en un
soporte diferente al tradicional tengan valor legal, se necesita de una ley
especial que así lo establezca. La Ley General de la Administración Pública
enumera, entre otros los siguientes requisitos que deben cumplir los
documentos. Deben ser escritos, deben de indicar el órgano agente, quien
lo está otorgando, indicar el derecho aplicable, la fecha y la firma
mencionando el cargo del suscriptor. Es precisamente este último requisito
el que nos detiene para darle valor legal a los documentos electrónicos,
dado que en nuestro país la firma digital aun no está regulada legalmente.
No obstante, repito si existiera una ley especial que le de valor legal a los
documentos electrónicos en algunas instituciones públicas, estos tendrán
dicho valor, reitero: por ley especial.
Hasta aquí nos hemos referido a los documentos públicos con valor legal,
continuaremos ahora con los instrumentos públicos.
¿Qué es un instrumento público, de conformidad con el Código Procesal
Civil de Costa Rica?, es el otorgado ante Notario Público o al que la ley le de
expresamente este valor.
El artículo 70 del Código Notarial nos indica que el instrumento público es el
expedido o autorizado por el notario público o funcionario consular en el
ejercicio de sus funciones notariales, dentro de los límites de su
competencia y con las formalidades de ley, es decir, tienen los mismos
requisitos
6
que para los documentos públicos, con la variante del emisor del
documento. El instrumento público debe de cumplir con una serie de
formalidades y solemnidades que se establecen en la legislación notarial.
El documento privado es el documento que se hace en la esfera privada: la
carta y el contrato, por ejemplo. En esta esfera rige el principio de la
autonomía de la voluntad, se puede hacer todo lo que se quiera mientras
no se violente la ley, por lo que en lo que respecta a documentos privados
siempre que sean reconocidos por las personas que los firman tendrán
validez legal, independientemente del soporte en que se otorguen.
3. El valor probatorio del documento
Podemos afirmar que uno de los efectos más importante de los documentos
es su valor probatorio y que mejor que ejemplarizar esta finalidad con la
frase que es tan popular entre los costarricenses: “papelitos hablan”.
Fuerza probatoria será entonces referida al grado de certeza que inspira el
documento como pieza jurídica.
Con su poder probatorio se cumple con uno de los fines por los cuales
nacen los documentos. Afirmamos entonces que uno de los efectos
importantes de los documentos es el de ser usado en procesos
administrativos y judiciales para comprobar la realización o no realización
de determinados hechos.
En los documentos públicos (documentos públicos e instrumentos públicos),
la eficacia de la fuerza probatoria es mayor que en los documentos
privados, precisamente por las seguridades y formalidades que presta su
otorgamiento, y por la fe pública que tiene el sujeto que lo otorga.
7
Partiendo entonces de esta premisa, hay que advertir que el documento e
instrumento público, goza de autenticidad, es decir tiene fuerza probatoria,
justifica y hace patente por sí mismo su contenido, sin que para ello sea
indispensable, como si lo es para los documentos privados el
reconocimiento previo por algunos de los suscriptores o a quien le afecte.
Es la fuerza probatoria un elemento más que diferencia a un documento
público y de uno privado. Para que un documento privado sea plena prueba
en un proceso judicial, es necesario que a quien lo afecta lo reconozca,
mientras que el documento público por sí mismo ya hace plena prueba. En
el ordenamiento jurídico costarricense encontraremos varias regulaciones
sobre la prueba documental en los procesos judiciales, documentos que
estarán custodiados en los archivo de gestión o centrales, razón por la cual
un archivo bien organizado coadyuva positivamente en la realización de los
procesos administrativos y judiciales.5
Para que el documento sea plena prueba, debe de cumplir con tres
características: -ser inalterable, -tener durabilidad y -prestar certeza,
términos por todos conocidos.
Los documentos en soporte tradicional cumplen con estas características y
en caso de duda existen peritos que a través de estudios llegan a
determinar si son o no los originales, si han sido alterados. Si le aplicamos
estas tres características a los documentos electrónicos, encontramos que
la autenticidad y su certeza, pueden ser fácilmente declaradas dudosos,
especialmente en nuestro país, donde la firma digital aún no tiene validez
legal para todo tipo de documento, como se advirtió en líneas anteriores.
Por otra parte somos testigos del envío masivo de correspondencia por
correo electrónico sin conocer al emisor, quien se protege en el anonimato
que le facilita la tecnología. Asimismo, la falta de organización institucional
en el manejo de la información electrónica impide la imputación directa de
su mal uso.
5 Ver Código Procesal Civil artículos 318,370 y 377; Código Procesal Penal artículo 182;
Ley General de la Administración Pública 293 a 295; Ley Reguladora de la Jurisdicción
Contenciosa Administrativa artículo 48.
8
En consecuencia, podemos decir que los documentos electrónicos no hacen
plena prueba de la información que contienen, con lo cual no estamos
negando que puedan presentarse en los procesos, sin embargo los
responsables de definir un determinado proceso no se basan únicamente
en ellos para dictar la resolución, podría ser una de tantas pruebas, pero no
es contundente como si lo son es el documento público, el instrumento
público, que hasta la fecha en nuestro país, salvo algunas excepciones
establecidas por ley y que mencionaremos más adelante, deben otorgarse
en soporte tradicional, los cuales son ciertos hasta que un tribunal declare
lo contrario.
Finalmente y ya que nos referimos al soporte de los documentos,
mencionaremos dos definiciones. La primera es del diccionario de la Real
Academia Española, y reza así: el soporte es un apoyo, el sostén material
en que la superficie se registra información como el papel, la cinta de video,
y el disco compacto6 y en España lo definen como material físico en el que
se registra información7.
Con base en las definiciones indicadas y en el análisis de los artículos 3 de
la Ley del Sistema Nacional de Archivos y el artículo 318 del Código
Procesal Civil se concluye que nuestro país el legislador no tiene clara la
diferencia existente entre el soporte del documento y la clase documental8.
6 Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. Madrid. 1992 p. 1351
7 Grupo Iberoamericano de tratamiento de archivos administrativos. Hacia un
diccionario de terminología archivística. GITAA. Santafé de Bogotá. D.C. Archivo
General de la Nación. 1997. 133p.
8 Artículo 3: Todos los documentos con valor científico cultural son bienes muebles y
forman parte del patrimonio científico cultural de Costa Rica. La determinación del
valor científico-cultural del documento corresponderá a la Comisión Nacional de
Selección y Eliminación de Documentos. Se consideran de valor científico-cultural
aquellos documentos textuales, manuscritos o impresos, gráficos, audiovisuales y
legibles por máquina que, por su contenido, sirvan como testimonio y reflejen el
desarrollo de la realidad costarricense, tales como: actas, acuerdos, cartas, decretos,
informes, leyes, resoluciones, mapas, planos, carteles, fotografías, filmes, grabaciones,
cintas magnéticas, "disquetes", y los demás que se señalen en el reglamento de esta
ley.
Artículo 318.- Medios de prueba Son medios de prueba los siguientes:1) Declaración
de las partes. 2) Declaración de testigos. 3) Documentos e informes. 4) Dictámenes de
peritos 5) Reconocimiento judicial 6) Medios científicos7) Presunciones e indicios.
9
Hemos señalado que en nuestro ordenamiento jurídico encontramos leyes
que le dan validez a los documentos otorgados en un soporte diferente al
tradicional. A continuación mencionaré algunos ejemplos.
La Ley de Microfilmación, número 4268 del 6 de diciembre de 1968 le da
valor legal al documento microfilmado.
La Ley de notificaciones, citaciones y otras comunicaciones judiciales
número 7637 y su Reglamento número 27, da validez legal a la notificación
realizada por diferentes medios y soportes, exigiendo que cumpla con tres
requisitos para que tengan la validez y eficacia de un documentos original,
y que son: la autenticidad, integridad y debido cumplimiento de las leyes
procesales pertinentes.
La Ley de Reorganización del Poder Judicial en el artículo 9, que adiciona
con el artículo 6 bis la Ley Orgánica del Poder Judicial, establece que
tendrán la validez y eficacia de un documento físico original los archivos de
documentos, mensajes, imágenes, bancos de datos y toda aplicación
almacenada o traducida por medios electrónicos, automáticos, magnéticos,
ópticos, telemáticos o producidos por nuevas tecnologías destinados a la
tramitación judicial, ya sea que contengan actos o resoluciones judiciales
siempre que cumplan con los procedimientos establecidos para garantizar
su autenticidad, integridad y seguridad. Nuevamente el legislador utiliza
estos tres requisitos para dar valor legal a los documentos otorgados en
soporte no tradicional.
10
La Ley de la Administración Financiera de la República y Presupuestos
Públicos, y su Reglamento también permite el manejo de los presupuestos
a través de medios informáticos, ver en este sentido los artículos 5, 52 y
124 del Reglamento9.
El Reglamento de la Contratación Administrativa permite el uso de medios
electrónicos para la realización de licitaciones, en este sentido podemos
mencionar los artículos 43, 45, 50, 59 y 100 10
La Ley de Protección al Ciudadano del Exceso de Requisitos y Trámites
Administrativos establece que estos trámites y los requisitos los podemos
tener en los sitios Web de cada una de las instituciones.
En el Registro Nacional, encontramos en su Ley de creación y diferentes
reglamentos que se permite la microfilmación de documentos, la
digitalización, el uso del procesamiento electrónico de datos y le da validez
a todas sus bases de datos, en este sentido podemos mencionar los
artículos 11, 12,46, 66 y 69 del Reglamento del Registro Público, así como
los artículos 35, 84 y 147 del Reglamento de Organización del Registro
Público de la Propiedad11.
9 Decreto Ejecutivo No. 30058-H-MP-PLAN de 19 de diciembre del 2002Publicado en La
Gaceta No. 68 de 9 de abril del 2002
10 Decreto Ejecutivo No. 25038-H de 6 de marzo de 1996. Publicado en La Gaceta No.
62 de 28 de marzo de 1996
11 Reglamento de Organización del Registro Público de la Propiedad. Mueble Decreto
Ejecutivo No. 26883-J de 20 de abril de 1998.Publicado en La Gaceta No. 91 de 13 de
mayo de 1998Reglamento del Registro Público. Decreto Ejecutivo No. 26771- J de 18
de febrero de 1998Publicado en La Gaceta No. 54 de 18 de marzo de 1998
11
Debo reiterar que los ejemplos mencionados son eso, simplemente
ejemplos y no una lista exhaustiva, encontrarán otras leyes especiales en
las cuales se le da valor legal al documento creado a través del uso de la
tecnología. 12
12 Memoria XV Congreso Archivistito Nacional, El Archivo en el nuevo milenio. 2003.
San José , C. R. Dirección General del Archivo Nacional. Imprenta Nacional , p.65.
12
Bibliografía:
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Argentina. Editorial Eliasta S.R.L
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diccionario de terminología archivística. GITAA. Santafé de Bogotá. D.C.
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noviembre de 1996
Ley de Reorganización del Poder Judicial Ley Nº 7728 del 15 de diciembre
de 1997.Publicado en Alcance Nº 61-A a la Gaceta Nº 249 de 26 de
diciembre de 1997
Ley del Sistema Nacional de Archivos. Ley Nº 7202 de 24 de octubre de
1990. Publicada en La Gaceta Nº 225 de 27 de noviembre de 1990
Ley General de la Administración Pública Ley Nº 6227 de 2 de mayo de
1978. Publicada en La Gaceta Nº 102 de 30 de mayo de 1978
Ley Protección al Ciudadano del Exceso de Requisitos y Trámites
Administrativos. Ley Nº 8220 de 4 de marzo del 2002. Publicada en La
Gaceta No. 49 de 11 de marzo del 2002
Ley Reguladora de la Jurisdicción Contenciosa Administrativa y sus
reformas. Ley Nº 3667 de 12 de marzo de 1966. Publicada en La Gaceta Nº
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13
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Reformas de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Ley Nº 7728 del 15 de
diciembre de 1997.Publicado en Alcance Nº 61-A a la Gaceta Nº 249 de 26
de diciembre de 1997
Reglamento de Organización del Registro Público de la Propiedad. Mueble
Decreto Ejecutivo Nº 26883-J de 20 de abril de 1998.Publicado en La Gaceta
Nº 91 de 13 de mayo de 1998
Reglamento del Registro Público. Decreto Ejecutivo Nº 26771- J de 18 de
febrero de 1998Publicado en La Gaceta Nº 54 de 18 de marzo de 1998
Reglamento para el uso del fax como medio de notificación en los
despachos judiciales. Aprobado por la Corte Plena en sesión Nº 27-96,
celebrada el 11 de noviembre de 1996, artículo XII. Publicado en el Boletín
Judicial Nº 238 de 11 de diciembre de 1996.
Reglamento para el uso del fax como medio de notificación en los
despachos judiciales. Aprobado por la Corte Plena en sesión Nº 27-96,
celebrada el 11 de noviembre de 1996, artículo XII. Publicado en el Boletín
Judicial Nº 238 de 11 de diciembre de 1996

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Instrumento público: es el documento notarial autorizado a instancia de


parte en el que consta un hecho jurídico o una relación de derecho.- Art. 29
Fines: la prueba preconstruida de dar forma y dar eficacia al negocio
jurídico.-
Caracteres: fecha cierta, garantía credibilidad firmeza e inapelabilidad,
ejecutoriedad, seguridad.
Clases:
Principales: son los que van dentro del protocolo por. Ej. Las escrituras
públicas. Actas de protocolización, actas de legalización.-
Secundarias: son las que van fuera del protocolo. Por Ej. Las actas
notariales, autenticas etc.-
Elementos personales de los instrumentos públicos:
Sujeto: es la persona que ve afectado su patrimonio en virtud del
otorgamiento de una escritura.
Parte: es la persona que representa un mismo derecho.
Otorgante: es quien da el consentimiento quien directa y personalmente
realiza el acto jurídico.-
Compareciente: es cualquier persona quien comparece e interviene en el
instrumento público.
Requeriente: es quien pide al notario que actué quien solicita sus servicios
Auxiliares del notario: son los testigos y algunos casos i8nterpretes.
Escritura Pública: es la autorizada por notario en el protocolo a su cargo a
requerimiento de parte en la que se hace constar negocios jurídicos y
declaraciones de voluntad obligándose sus otorgantes en los términos
pactados,
Clasificación:
Principales: son aquellas que se perfeccionan en un mismo acto e
independiente de cualquier otra escritura para tener validez.-
Complementarias: conocidas también accesorias estas viene a
complementar escritura anterior, aclaración, ampliación, aceptación,
rectificación, modificación.
Canceladas: no nacen a la vida jurídica pero sin embargo ocupan un lugar y
un número en el protocolo notarial.
Estructura del instrumento publico:
Según Fernández del castillo. Proemio, antecedentes, clausulado,
representación, generales, certificaciones, y autorización,
Según Jiménez ardua. La comparecencia, la exposición o antecedentes, la
estipulación el otorgamiento, la autorización.
Guatemala: Introducción cuerpo y conclusión.

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Existen documentos públicos y privados, los cuales se hacen referencia tanto a la


posibilidad de acceder a ellos como a su validez como prueba.
Por regla general, todo documento público puede ser consultado por cualquier persona, a
excepción de aquellos documentos que por expresa disposición legal son reservados.
En cambio, el documento privado, por su propia naturaleza no puede estar disponible al
público, sino en los casos en que una autoridad así lo decida.
¿Pero qué es un documento público?
El código de procedimiento civil, en su artículo 251 define el documento público de la
siguiente forma:
(…)
Documento público es el otorgado por funcionario público en ejercicio de su cargo o con su
intervención. Cuando consiste en un escrito autorizado o suscrito por el respectivo
funcionario, es instrumento público; cuando es otorgado por un notario o quien haga sus
veces y ha sido incorporado en el respectivo protocolo, se denomina escritura pública.
(…)
Es claro entonces que cualquier documento que sea elaborado por un funcionario público, o
que en su elaboración haya intervenido un funcionario público, se considera como un
documento público.
¿Qué es un documento privado?
El documento privado, como lo define el mismo artículo 251 del código civil, es aquel
documento que no cumple los requisitos del documento público, es decir, es un documento
que no ha sido elaborado por un funcionario público, ni ha habido intervención de éste para
su elaboración.
Los documentos privados son aquellos que elaboran los particulares en ejercicio de sus
actividades.
No obstante, un documento privado puede adquirir la connotación de documento público
cuando ese documento es presentado ante notario público.
Autenticidad de los documentos
Respecto a la autenticidad de los documentos, dice el artículo 252 del código de
procedimiento civil:
Documento auténtico. Es auténtico un documento cuando existe certeza sobre la persona
que lo ha elaborado, manuscrito o firmado. El documento público se presume auténtico,
mientras no se compruebe lo contrario mediante tacha de falsedad.
El documento privado es auténtico en los siguientes casos:
1. Si ha sido reconocido ante el juez o notario, o si judicialmente se ordenó tenerlo por
reconocido.
2. Si fue inscrito en un registro público a petición de quien lo firmó.
3. Si habiéndose aportado a un proceso y afirmado estar suscrito, o haber sido manuscrito
por la parte contra quien se opone, ésta no lo tachó de falso oportunamente, o los sucesores
del causante a quien se atribuye dejaren de hacer la manifestación contemplada en el inciso
segundo del artículo 289.
Esta norma se aplicará también a las reproducciones mecánicas de la voz o de la imagen de
la parte contra quien se aducen, afirmándose que corresponde a ella.
4. Si fue reconocido implícitamente de conformidad con el artículo 276.
5. Si se declaró auténtico en providencia judicial dictada en proceso anterior, con audiencia
de la parte contra quien se opone en el nuevo proceso, o en la diligencia de reconocimiento
de que trata el artículo 274.
Se presumen auténticos los libros de comercio debidamente registrados y llevados en legal
forma, el contenido y las firmas de pólizas de seguros y recibos de pago de sus primas,
certificados, recibos, bonos y títulos de inversión en establecimientos de crédito y contratos
de prenda con éstos, cartas de crédito, contratos de cuentas corrientes bancarias, extractos
del movimiento de éstas y de cuentas con aquellos establecimientos, recibos de
consignación y comprobantes de créditos, de débitos y de entrega de chequeras, emitidos
por los mismos establecimientos, y los títulos de acciones en sociedades comerciales y
bonos emitidos por estas, títulos valores, certificados y títulos de almacenes generales de
depósito, y demás documentos privados a los cuales la ley otorgue tal presunción.
En todos los procesos, los documentos privados presentados por las partes para ser
incorporados a un expediente judicial con fines probatorios, se reputarán auténticos, sin
necesidad de presentación personal ni autenticación. Todo ello sin perjuicio de lo dispuesto
en relación con los documentos emanados de terceros.
Se presumen auténticos todos los documentos que reúnan los requisitos establecidos en el
artículo 488, cuando de ellos se pretenda derivar título ejecutivo.
Los memoriales presentados para que formen parte del expediente se presumirán auténticos
salvo aquellos que impliquen o comporten disposición del derecho en litigio y los poderes
otorgados a apoderados judiciales que, en todo caso, requerirán de presentación personal o
autenticación.
La autenticidad de los documentos públicos y privados es un aspecto de suprema
importancia, puesto que el merito probatorio de cualquier documento está en función de su
autenticidad, algo muy necesario en procesos laborales o tributarios, situaciones muy
comunes en cualquier empresa.
Aquí vemos que el documento privado por su propia naturaleza no es autentico [contrario al
documento público], y para que el documento privado sea considerado autentico y por
consiguiente goce de algún valor probatorio, debe ser autentico, y para ello deberá observar
los aspectos contemplados por el artículo 252 del código de procedimiento civil.

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