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FICHA CRÍTICA:

EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO


de VICTOR FRANKL

Ricard Cuberes Vilalta

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ÍNDICE:

1. El autor afirma que “Es posible el arte de vivir con un sufrimiento


omnipresente” ¿Qué quiere decir? ¿En qué se basa? ¿Cuál es tu
opinión?......................................................................................................Página 2

2. ¿Se podría deducir de la lectura de estas páginas que “Se puede explicar la
voluntad de vivir como autotrascendencia (arte de vivir) y como
autodistanciamiento (apatía, humor…)”? ¿Por qué? ¿Alguna aplicación o
ejemplo en la vida diaria?.......................................................................... Página 4

3. Voluntad de sentido como móvil del actuar humano. Comenta la frase: “la
salvación del hombre sólo es posible en el amor y a través del amor”… Página 6

4. Necesidad de la pregunta sobre el sentido de la vida…………………………. Página 8

5. Comentario de los siguientes párrafos:…………………………………………….. Página 9


a. “El autor afirma que el interés principal del hombre, es el de encontrar
un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a
sufrir a condición de que este sufrimiento tenga un sentido.”
b. “¡Atrévete a sufrir! El "homo patiens" transforma el sufrimiento en
acción; sabe que al tender hacia el sufrimiento ya lo trasciende.”

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1. El autor afirma que “Es posible el arte de vivir con un
sufrimiento omnipresente” ¿Qué quiere decir? ¿En qué se
basa? ¿Cuál es tu opinión?

A mi modo de ver, cuando el autor realiza esta afirmación, está dejando entrever
la importancia que tiene la voluntad del hombre a la hora de tomar las riendas
de su destino, incluso en las situaciones más adversas cuando, a priori,
únicamente debería preocuparse por sobrevivir. Cuando uno padece
sufrimiento mental y corporal incluso cuando descansa, llega a un momento
que, o bien decide que la vida ya no tiene sentido, que simplemente ya no
soporta más la situación, y opta por el suicidio, o simplemente trasciende al
dolor físico y psíquico y aprende a vivir con lo que es en ese instante,
recordando lo que ha sido y sin olvidar lo puede ser en un futuro.

Para la gran mayoría de nosotros es difícil imaginar una situación de


sufrimiento omnipresente. Vivimos en el primer mundo, en una época sin
guerras que nos afecten directamente, ni desgracias naturales que nos impidan
realizar nuestra vida diaria sin demasiados problemas. Para poder entender ese
estado de dolor permanente sólo se me ocurre visualizar a un ser querido o a mí
mismo, padeciendo una enfermedad degenerativa que afecte a todo el cuerpo
(dolor físico permanente y creciente) y a la mente (sufrimiento psíquico al
sentirte impedido, incomprendido, aislado, apartado, sólo y condenado a morir
en poco tiempo).
Seguramente todos hemos tenido la oportunidad de ver estas reacciones en
algún enfermo de nuestro alrededor, incluso sin ser un enfermo terminal. El que
se hunde, culpa a todo el mundo de su desgracia y cae en la senda de la
autodestrucción, o el que vence la desgracia y la consigue sobrellevar
dignamente, haciendo acopio de unas fuerzas y de un coraje que seguramente ni
él mismo sabía que poseía.
Salvando las distancias, creo que eso es el arte de vivir con el sufrimiento
omnipresente.
De hecho, la logoterapia otorga al sufrimiento la cualidad de ser una de las tres
maneras de encontrar sentido a la vida. En el momento que se encuentra un
sentido a ese sufrimiento, esa aceptación del sufrimiento inevitable, hace que

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este deje de ser sufrimiento y que, por tanto, se pueda vivir con él por
omnipresente que sea.

2. ¿Se podría deducir de la lectura de estas páginas que “Se puede


explicar la voluntad de vivir como autotrascendencia (arte de vivir) y
como autodistanciamiento (apatía, humor…)”? ¿Por qué? ¿Alguna
aplicación o ejemplo en la vida diaria?

Siguiendo con el símil del enfermo terminal, podríamos decir que el


autodistanciamiento y la autotrascendencia que señala Frankl, podrían ser dos
de las herramientas que permiten al enfermo sobrellevar su situación. La apatía
emocional le permite encontrar sentido a su sufrimiento, dejando de
autocompadecerse, olvidando sus sentimientos de soledad y de aislamiento y
saliendo de esa espiral de autodestrucción.

Mediante la autotrascendencia, el enfermo cambia su foco de actuación,


poniendo el “yo” en un segundo plano y centrándose en los demás. Se empieza a
preocupar por los sentimientos de los que le rodean, y se plantea cómo dar
sentido a lo que le queda de vida, es decir, cómo dar sentido a su enfermedad,
pero no sólo para él, sino también para sus seres queridos que también la
sufren. Empieza a visualizar cómo será la vida de los que sufren con él cuando
su enfermedad empeore, o cuando ya haya fallecido y entonces, decide cambiar
su actitud egoísta e intentar vivir con sentido cada minuto del resto de su vida.
Frankl vee en la autotrascendencia una solución para encontrar sentido a la
vida. En su caso, señala la importancia que tuvo pensar en su esposa para
sobrevivir a las atrocidades del campo de concentración. Recordar la vida
pasada junto a ella e imaginar su futuro cuando fueran liberados, le permitía
encontrar sentido a su sufrimiento. La vida pasada, porque era de las pocas
cosas que no le podían quitar, su ser más profundo, y en parte su esencia; y la
vida futura, por ser su esperanza. Es lo que él llama el sentido del amor.

Por otro lado, Frankl comenta que el convivir con tanta muerte y sufrimiento
provoca que, al cabo de poco tiempo se construya un caparazón afectivo que

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actúa como escudo protector. Evidentemente, los golpes y las vejaciones se
sienten, pero ese estado de apatía emocional permite que el que padece todo ese
sufrimiento llegue a convivir con él hasta el extremo de no afectarle en su día a
día. A mi entender, la frase “borré de mi conciencia toda mi vida anterior”
refleja ese estado de “existencia desnuda” previo a la apatía emocional y le
prepara emocionalmente para ese estado.

La utilización del autodistanciamiento también puede entenderse como un


mecanismo de defensa ante el sufrimiento. Esa vía de salida puede tener un
componente reflejo, considerando que difícilmente alguna persona actuaría de
esa forma, a no ser que se encontrase en una situación extrema. Pese a ese
componente reflejo, esa actitud obedece a esa voluntad de vivir de todos los que
sobrevivieron al holocausto y que les permitió soportar todo ese sufrimiento.
Esa apatía es como una morfina que provoca una inocuidad emocional y que
permite seguir viviendo.
De igual forma, el sentido del humor puede tener esa misma utilidad, y puede
contribuir a lograr el objetivo de “evadirse” de la realidad que no deseamos.
Muchos enfermos utilizan el humor como herramienta de autodistanciamiento
de una realidad que no quieren que les afecte o que no desean afrontar. Frankl
comentaba que durante su estancia en Auschwitz inventaba una historia de
humor cada día, consciente de que la cosa más pequeña podía generar grandes
alegrías.

De manera parecida, en muchos de nuestros actos diarios utilizamos el


autodistanciamiento y la autotrascendencia como parte de nuestra firme
voluntad de vivir, de seguir adelante con nuestra vida pese a todos los
obstáculos y dificultades que encontramos.

Así, por ejemplo, ante una actitud injusta de nuestro jefe o de un compañero de
trabajo, muchas veces optamos por el autodistanciamiento en forma de humor
sarcástico, o incluso de apatía emocional que no refleje nuestro sentir y que nos
permita seguir con nuestra labor diaria. Esa voluntad de seguir viviendo
continua al llegar a nuestro hogar, cuando nos olvidamos de todos nuestros
problemas y pensamos en los que nos rodean, esbozamos nuestra mejor sonrisa

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y disfrutamos de la infinidad de buenos momentos que nos aportan esos
instantes.

También le sucede lo mismo al maestro que debe sobrellevar sus problemas


personales y pensar en sus alumnos, escogiendo vivir el momento según su
voluntad y no por la inercia de la vida. En este caso, el maestro encuentra
sentido a su vida, realizando una acción, enseñar.

3. Voluntad de sentido como móvil del actuar humano. Comenta


la frase: “la salvación del hombre sólo es posible en el amor y a
través del amor”.

La voluntad de sentido es el afán de encontrar un sentido concreto a la


existencia personal, es decir, el deseo o aspiración de una vida con sentido. El
hombre necesita descubrir ese sentido de su vida porque tiene que encontrar la
explicación de la realidad y el porqué de todos sus actos. Si después de
preguntarnos por ese sentido de la vida no encontráramos ninguna respuesta o
no supiésemos qué contestar, nos hallaríamos en un vacío existencial que nos
pondría delante de una existencia sin sentido, más parecida a una vida animal
basada en instintos que en una vida humana, que necesita de ese conocimiento
para tener sentido.

De acuerdo con los principios de la logoterapia, uno de los modos para


descubrir ese sentido de la vida es acogiendo las donaciones de la existencia
como por ejemplo, el sentir gracias al amor, el cercano calor de otro ser
humano.

Frankl describe la fase de adaptación al campo como un periodo de


autodistanciamiento ante el sufrimiento físico y mental. Una de las salidas ante
esta situación era una huida hacia el interior, es decir, un desarrollo de la vida
espiritual que permitía trascender al sufrimiento omnipresente al que estaban
sometidos todos los presos. Para Frankl, el pensar en su esposa y en todo lo
bello que vivió con ella supuso encontrar esa voluntad de sentido, ese sentido

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concreto a su existencia, esa razón que le permitía seguir cuerdo y encontrar un
poco de paz en ese escenario de horror permanente.

Releer el capítulo “Cuando se ha perdido todo”, me ha hecho reflexionar sobre la


técnica de la visualización como solución a un estado de ansiedad provocado por
un problema al que no encontramos solución. A mi entender, esa realización
imaginaria de un escenario perfecto en el que nuestro problema ya no existe o
desaparece, se parece al estado de embriaguez nostálgica que Frankl describe y
en el que podía ver con todo detalle a su amada, desde su mirada hasta incluso
escuchar sus palabras de aliento y de apoyo. Ese estado de abstracción que le
permitía no notar el dolor y olvidar incluso dónde estaba, era la mejor manera
de autorrealizarse, era amor en estado puro que le permitía saborear pequeños
instantes de felicidad. En el caso de Frankl, esa situación ideal era su amada, y
ni siquiera el plantearse si seguía viva o no, podía estropearle ese estado mental
en el que estaba. El amor trasciende a la persona física del ser amado y
encuentra su verdadero sentido en el ser espiritual, es decir, lo que le daba paz
era la contemplación de su imagen, el sentimiento de estar con ella.

Analizando este sentimiento tan poderoso, encuentro que la frase del enunciado
“la salvación del hombre sólo es posible en el amor y a través del amor”, cobra
su verdadero sentido y realmente hace que vea al amor, junto al sufrimiento,
como las más poderosas herramientas de autotrascendencia que poseemos.

También me ha parecido muy interesante la afirmación de Frankl que dice que


“nadie es conocedor de la esencia del ser humano si no lo ama”, y que esa
contemplación nos permite ver lo que todavía es potencialidad, es decir, lo que
aún está por desvelarse y por mostrarse”. Por un lado, el hecho de que si no
amamos no podemos descubrir lo que hace que las personas sean lo que son,
implica que sólo podremos trascender en el amor y a través del amor, o sea
amando con todo nuestro espíritu, contemplando a los demás en todo su ser, lo
que nos permitirá ver no sólo su esencia, sino también todo lo que pueden llegar
a ser.

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4. Necesidad de la pregunta sobre el sentido de la vida.

Según Frankl, la experiencia vivida en Auschwitz demuestra que todo hombre


mantiene su capacidad de elección pese a todos los condicionantes de tensión
psíquica y de indigencia física. Incluso en estas situaciones extremas, el hombre
puede conservar un espacio de independencia mental que le permite obrar con
libertad espiritual. De hecho Frankl defiende que al hombre se le puede
arrebatar casi todo hasta dejarlo con su existencia desnuda, pero que aún con
eso, nunca se le puede quitar la última de sus libertades, la actitud personal que
debe adoptar frente a su destino, es decir, decidir quién quieres ser, espiritual y
mentalmente en cada momento de tu vida.

Es precisamente esta libertad interior la que justifica la necesidad de la


pregunta sobre el sentido de la vida, la que hace que nuestra existencia tenga
sentido.
En el campo de concentración donde las situaciones extremas condicionaban la
vida de todos los hombres y todas sus decisiones, esta libertad interior todavía
cobraba más importancia. El convertirse en una persona decente o en una
indecente era consecuencia de las decisiones diarias que cada preso tomaba con
arreglo a su libertad interior.

Al contemplar toda la muerte y sufrimiento que tenía a su alrededor, Frankl se


planteaba si todo eso tenía algún sentido, y se respondía afirmando que
necesariamente debería tenerlo, ya que sino, también carecería de sentido
sobrevivir porque una vida ligada al puro azar, en el que la voluntad del hombre,
su libertad interior no tiene ninguna utilidad, no merecía la pena de ser vivida.
En mi opinión, esta afirmación de Frankl que era válida y hasta cierto punto
imprescindible en el campo de concentración, también tiene completa validez
en la actualidad, ya que, siempre somos víctimas de nuestras decisiones, de esa
libertad interior que nos guía, que nos marca el rumbo de nuestro destino. Si
pensáramos que todo lo que nos sucede es fruto del azar, o de la mala suerte,
estaríamos aceptando que no tenemos ningún tipo de control sobre lo que
hacemos y sobre lo que sucede a nuestro alrededor, y llegado a ese punto,
nuestra vida, también carecería de sentido.

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Esta afirmación se refuerza con los resultados de un estudio que Frankl realizó
con pacientes suyos y que reflejaba que en su gran mayoría consideraban como
muy importante en sus vidas el “encontrar un sentido y una finalidad para sus
vidas”. Frankl consideraba que la búsqueda por parte del hombre del sentido de
la vida es una fuerza primaria y que no es consecuencia a una respuesta a sus
instintos, es decir, que la preocupación por el sentido y la finalidad de nuestra
vida es algo básico para nuestra existencia y que en nuestra libertad de decisión
está la clave para diferenciarnos de los animales, que guían su conducta por
decisiones instintivas.

5. Comentario de los siguientes párrafos:


El autor afirma que el interés principal del hombre, es el de encontrar un
sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a
condición de que este sufrimiento tenga un sentido.

¡Atrévete a sufrir! El "homo patiens" transforma el sufrimiento en acción; sabe


que al tender hacia el sufrimiento ya lo trasciende.

Descubrir el sentido personal de la vida implica llegar a conocer qué sentido


tiene la vida para cada uno de nosotros y cómo debemos actuar en cada una de
las situaciones que vamos viviendo.

Esta actitud vital tiene especial importancia cuando nos enfrentamos a


situaciones como el mal o el dolor ya que, a priori, son situaciones no deseadas
por nadie, es decir, que nadie las escogería si tuviese otra opción. Ahora bien,
llegada la situación en el que el sufrimiento o el mal son inevitables, esa actitud
vital puede permitir que veamos que tienen un sentido y que aceptemos ese
sufrimiento o ese mal y que los vivamos con dignidad. Es evidente que nadie en
su sano juicio va a escoger sufrir por sufrir, sufrir sin sentido. Ahora bien, en el
momento que descubrimos que ese sufrimiento tiene una razón de ser, un
sentido, podemos hacer uso de nuestra voluntad y decidir trascender a ese

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sufrimiento. Podemos escoger vivirlo y sentirlo, porque para nosotros ya tiene
sentido.

Frankl afirma que “no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la
vida espere algo de nosotros”. Esta afirmación es una llamada a la
responsabilidad de cada uno, una invitación a encontrar una respuesta correcta
a las cosas que la vida nos va planteando cada día, una reflexión para que
encontremos nuestro sentido de la vida, es decir, que no nos limitemos a vivir
sin sentido, que no pasemos por la vida de puntillas. Vivir significa responder
con valor a lo que nos sucede, incluso si lo que nos acontece es sufrimiento, y
llegado ese caso, cargar con nuestra cruz, ya que ese es nuestro cometido, y el
vivirlo con dignidad nos hace ser seres únicos e irrepetibles. Lo que hacemos en
esa situación, nuestra actitud frente a ese sufrimiento, marcará lo que somos y
construirá poco a poco nuestro destino.

Frankl habla del sufrimiento como prestación, o sea, el conseguir algo por
medio del sufrimiento. Comenta que desde el momento en que el hombre es
consciente de esta utilidad del sufrimiento, ya no huye de él sino que lo asume
como un reto y ve en él una oportunidad de enriquecimiento interior.

En la actualidad, esta actitud frente al dolor la podemos ver reflejada en


infinidad de situaciones, como por ejemplo en Cuba, donde muchas personas
mantienen una lucha por sus creencias y sus ideologías, mediante huelgas de
hambre, que les pueden llevar hasta incluso la muerte en arras de la
consecución de un bien superior. Aceptan el sufrimiento porque descubren que
tiene un doble sentido: personal al no renunciar a sus creencias más íntimas y
público, al provocar una reacción de rechazo de gran parte de la sociedad contra
la opresión y represión de su pueblo.

En su esencia, esta actitud del disidente cubano, no difiere mucho a la del preso
de Auschwitz. Frankl les recordaba que en los momentos de sufrimiento
extremo, siempre tendrían a alguien junto a ellos (un vivo , un muerto o un
Dios) y que, el sacrificio que estaban realizando aceptando el sufrimiento que
les venía impuesto, que para mucha gente podía ser incluso absurdo, no lo era

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en absoluto, pues escondía un profundo sentido, un sentido significativo único y
especial para cada uno de ellos.

Esta voluntad de encontrar un sentido a la vida es la única manera de encontrar


una finalidad que justifique nuestra existencia. Todos necesitamos una razón
para vivir, un “algo” que nos empuje a luchar y que llegado el caso justifique
incluso nuestra muerte. Todas aquellas personas que no encuentran esas
razones para vivir, deambulan por la vida, y en muchos casos, acaban sufriendo
una frustración existencial que la logoterapia define como neurosis noógena.

Si que es verdad que a menudo tendemos a preguntarnos sobre el sentido de la


vida de una forma abstracta, incluso espiritual pero, según Frankl, deberíamos
perseguir nuestra misión individual, nuestro cometido a cumplir en cada
momento de nuestro vida ya que, únicamente nosotros podremos vivir ese
instante y además, esa oportunidad de realizarnos, también es única e
irrepetible. Precisamente, es esa capacidad de responder responsablemente a
las oportunidades que nos brinda la vida, lo que confiere al hombre su esencia.
Tenemos que buscar el sentido de nuestra vida en el mundo, no dentro de
nosotros. Cuánto más nos olvidamos de nosotros, más humanos nos volvemos y
más perfeccionamos nuestras capacidades.

En este sentido, el sufrimiento es una de las herramientas de las que


disponemos para trascender y encontrar el sentido de nuestra vida e,
inexorablemente, en un momento u otro de nuestra existencia, vamos a tener la
oportunidad de vivirlo.

Llegado este punto considero importante recalcar la afirmación de Frankl que


subraya que el sufrimiento no es en absoluto necesario para darle sentido a la
vida. Es únicamente el sufrimiento inevitable, el absolutamente necesario, el
que confiere ese sentido. Así pues, el disidente cubano encuentra sentido a su
vida aceptando el sufrimiento porque piensa que no tiene otra solución posible,
que la huelga de hambre es la única salida posible. En caso contrario sería un
caso de masoquismo y su acción carecería de sentido significativo.

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Este sentido de autotrascendencia mediante el sufrimiento puede resumirse en
las distintas preguntas que se hacían muchos presos de Auschwitz y las que se
hacía Frankl. Muchos presos sólo pensaban en sobrevivir como sentido al
sufrimiento que padecían en el campo, mientras que Frankl abogaba al
sufrimiento como sentido, ya que sin él, sobrevivir perdía su sentido.

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