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El único surco de la tierra.

-por Álvaro Chávez.

Alza tu voz sobre la voz sin nombre


de todos los demás, y haz que se vea
Junto al poeta, el hombre.

Nicolás Guillén.

Al leer el poema, resalta inmediatamente el paisaje que describe, “la cochinada gris
de los suburbios”1, un paisaje desolado. Neruda, desde sus comienzos (considerando que
este poema lo escribió a la edad de 16 años), da cuenta de la realidad en la que vive, de la
realidad de su pueblo. Él mismo, se presenta como el ser más humilde de la creación: “Yo
era un manchón de musgo entre unas ruinas”2, y, luego de conocer el mundo, reafirma su
posición: “Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la
tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa
y lluviosa”3. En el año 1971, cuando recibe el premio Nobel de Literatura, el comité
reconoce este mismo valor en Neruda: “En uno de sus poemas nos dice: “Y entonces dejé
de ser niño, porque comprendí que a mi pueblo no le permitieron la vida y le negaron
sepultura” […] Él se refiere a su tierra, violada y oprimida desde los días de los
conquistadores […] Esto es lo que él ha buscado sin cesar, tornándose en el poeta de la
humanidad violentada”4.

Por eso la voz de Neruda es una luz, dentro de la oscuridad. Porque a pesar de que
“mientras afuera el viento lleva un poco de barro a cada rosa”5, él toma ese barro, esa
“cochinada gris de los suburbios”1, y desde ellas y su alma, levanta la voz para denunciar lo
evidente. Y con una intención igualmente evidente, pues él cree en la labor de mensajero
que tiene el poeta, el escritor, el artista. Él se reconoce y se pone a la altura de su

1
Neruda, Pablo. Crepusculario (Santiago, Ed. Nascimento: 1975) 40.
2
Ibídem.
3
Varios (Neruda, Pablo). NERUDA: Diez años después (Santiago, Ed. Pluma y pincel: 1983) 30.
4
Varios (Real Academia Sueca). Op. cit. 19.
5
Neruda, Pablo. Op. cit. 41.
posición, intenta ser esa luz. “Ser digno de su pueblo. Tal vez ése – más que el Nacional o
el Nobel – sea el verdadero premio de Neruda”6.

¿Y cuál es el fin de todo esto? Neruda mismo lo dice, en su discurso de aceptación


del Nobel: “Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los
desesperados, escribió esta profecía: “Al amanecer, armados de una ardiente paciencia,
entraremos a las espléndidas ciudades”. […] En conclusión, debo decir a los hombres de
buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas […] Sólo con una ardiente paciencia
conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
Así la poesía no habrá cantado en vano.”3

“Elluard solía contar, emocionado, cómo el hombre común de Grecia, a diferencia


de los demás, al preguntársele qué es un poeta responde: “Uno que canta” y no “Uno
que escribe versos”. En ello tienen mucho que verla tradición del pueblo griego y la
calidad de sus poetas. Algo de esto ha iniciado en América la poesía de Neruda: el canto,
ya no sólo verso, empieza a convertirse en una necesidad de nuestros pueblos.
“Es que “El camino no va hacia dentro de los seres, como una red de sueños. El
camino de la poesía sale hacia afuera, por calles y fábricas, está en todas las campanas
que anuncian el mundo que nace porque con fuerza, con esperanza, con ternura y con
dureza lo haremos nacer. ¿Nosotros los poetas? Sí, nosotros los pueblos””.7

6
Varios (Pérez, Floridor). Op. cit. 12.
7
Varios (Adoum, Jorge Enrique). Op. Cit. 44.

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