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Rigoberto Paredes
Nació en Honduras, 1948. Poeta y ensayista. Perteneció a los grupos literarios: Tauanka de
Tegucigalpa y Punto Rojo de Colombia. Es premio It-zamná de Literatura, otorgado en
1983 por la escuela Nacional de Bellas Artes. Finalista en los Certámenes internacionales
de poesía de Casa de Las Américas, EDUCA y Plural.
Ha sido fundador de los proyectos editoriales: Editorial Guaymuras, Editores Unidos y
Ediciones Librería Paraíso, así como de las revistas Alcaraván e Imaginaria. Obras
publicadas: En el Lugar de los hechos (1974); Las cosas por su nombre (1978); Materia
prima (1985); Fuego lento (1989); La estación perdida (2001).
Es coautor, junto con Roberto Armijo, de la antología Poesía contemporánea de
Centroamérica, publicada en Barcelona en 1983.
Ejemplo de su poesía:
Memorias de un solo
¿En qué ajeno paraíso abandonaron
mi humeante corazón, quemado vivo, las mujeres que amé?
¿Bajo que cielorraso se desnudan
y muestran victoriosas el reino que perdí?
Yo, en cambio, nada guardo: ni dicha ni rencor.
Una a una me dieron la gloria merecida
y derrotado fui con sus mejores armas.
El amor es la única batalla
que se libra en igualdad de condiciones.
yo no pude escudarme, devolver las palabras
con la misma osadía, sin cuidar mis entrañas,
y los más leves golpes
me alcanzaron de lleno, a la altura del pecho.
Dado ahora a morir en cama extraña
(orgulloso de mí, en paz conmigo),
cierta gloria atesoro, ciertos nombres,
como el viejo guerrero que alivia sus heridas.
José Luis Quesada
(Olanchito, Yoro, 1948) Poeta y cuentista hondureño, al que se considera representativo de
las nuevas generaciones líricas de su país.
El cuarto
Me gusta este cuarto porque nada contiene
diferente de mí.
Podría ser mejor, pero así lo hice;
durante años lo forjé como un rostro
para mirarme en él.
Amor, no perfección, encontraréis aquí.
Las cosas que lo habitan
poseen la confianza de la naturaleza.
No son muchas o pocas, existen solamente.
Austeridad y paz me ganaron también,
quizás para que no me distraiga
del resplandor de mis sentidos:
los sentidos en selva de objetos
se fruncen y se nublan.
El uso es la humanidad de las cosas.
Por el uso se vuelven una segunda piel.
Lo que se colecciona por vanidad
o se junta en exceso
vida no tiene, yace muerto,
como perla en el puño del avaro.
La mañana del cuarto debe ser clara,
con los objetos necesarios,
a modo de que no se interpongan
entre el sol y nosotros.
La sequedad
Ya perdí la palabra.
En silencio, oigo su trepidar
lejano.
Vaciado por manos
de significación,
ya no sé dónde está el horizonte.
Nostalgia
¿Ardió ya mi última estrella
Con mis remos destruidos
me hundo en el exilio.
Busco el puerto
de niños
que tenía.
En mi horizonte
sólo hay despedidas
y un lamento que no me pertenece.
En la yerba,
con mi hoja de laurel
harapiento, veo
a la primavera cada vez
más lejos,
¡tan lejos!
Su última flor
me llama
desde
el mar.