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En la Edad Media en Europa, el control de los monasterios sobre los libros, provocó una
demanda nula, por lo que no había necesidad de generar catálogos. Durante el siglo VIII al XIII,
se generaban listas de inventario por estante, que fueron el antecedente de los catálogos de
los siguientes siglos. En el Renacimiento, la Orden de San Martín, generó el primer catálogo,
considerado así ya que no fue creado como inventario, además que contaba con tres
secciones: 1) por número de ubicación, 2) por contenido y 3) por contenido analítico ordenado
alfabéticamente por autor, título o ambos. Para el siglo XV, se introdujo el uso de referencias y
hacia el final del siglo, la imprenta representó un gran reto ya que ahora existían múltiples
copias de un mismo artículo; en este periodo, nace el rol de bibliotecario.
El siglo XIX fue el periodo con más auge en las normas de catalogación, a través de las
aportaciones de Anthony Panizzi en Europa, considerando el título como dato primario.
Posteriormente, en América propusieron normas Charles C. Jewett, organizando
alfabéticamente por autor y considerando cuatro partes: título, encabezado, referencias
cruzadas y estructura de la obra; y Charles Cutter, que introdujo la catalogación por materia y
formalizó el uso de “unidades literarias” que consiste en catalogar los artículos por bloques de
acuerdo al contenido. Hacia el Siglo XX, ambas corrientes (británica y americana) trabajaron
juntas en la primera Norma de Catalogación, que fue adoptada en las bibliotecas de ambos
países, seguidas por diversas normas elaboradas en conjunto como: AACR, ISBD y AACR2
Este tema me hace reflexionar sobre el gran valor que se deposita en la información,
dado que desde culturas antiguas, buscaron innovar las técnicas y los materiales para mantener
registros de su historia.
Es importante tener en cuenta los grandes retos de las normas de catalogación y de sus
gestores, que son: el cambio acelerado de los formatos de información y la evolución y
diversificación de las necesidades de los usuarios. Por lo anterior, es muy valioso conocer el
desarrollo de estas normas, puntualizando sus aciertos y tropiezos, para asegurarnos de
proponer e innovar con una visión amplia y acertada.