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Catalogación

proceso de creación de metadatos que


representan los recursos de información

En la biblioteconomía y ciencia de la
información, la catalogación es el proceso
de creación de metadatos que
representan los recursos de información,
tales como libros, grabaciones de sonido,
imágenes en movimiento, etc. La
catalogación proporciona información
como los nombres de los autores, los
títulos y las materias que describen las
fuentes, normalmente a través de la
creación de registros bibliográficos. Los
registros sirven como sustitutos de los
recursos de información almacenados.
Desde la década de 1970, estos
metadatos se encuentran en forma legible
por máquina y se indexan por las
herramientas de recuperación de
información, tales como bases de datos
bibliográficas o motores de búsqueda.
Aunque habitualmente la catalogación da
como resultado la producción de
catálogos de biblioteca, también produce
otros tipos de herramientas de
identificación de documentos y
colecciones.
El control bibliográfico constituye la base
filosófica de la catalogación, definiendo
las reglas para la descripción de recursos
de información, de manera que los
usuarios puedan buscar y seleccionar el
recurso más apropiado. El catalogador es
el individuo responsable de los procesos
de descripción, el análisis documental, la
clasificación y el control de autoridades
del material bibliotecario. Los
catalogadores son la base de todo el
servicio de la biblioteca, ya que son
quienes organizan la información de
manera que sea fácilmente accesible.[1] ​
Funciones del control
bibliográfico

Ronald Hagler identificó seis funciones del


control bibliográfico:[2] ​

Identificar la existencia de todo tipo de


recursos de información a medida que
se ponen a disposición.[3] ​La existencia
e identidad de un recurso de
información debe ser conocida lo antes
posible.
Identificar las obras contenidas dentro
de estos recursos de información o
parte de ellos.[3] ​Según el nivel de
granularidad requerida, múltiples
trabajos pueden estar contenidos en un
solo campo, o una obra puede abarcar
diversos campos. Por ejemplo: ¿Una
sola foto se considera como un recurso
de información? ¿Y una colección de
fotografías se considera como un
recurso de información?
Reunir sistemáticamente estos recursos
de información en colecciones de
bibliotecas, archivos, museos, ficheros
de Internet. y otros depósitos.[3] ​De
hecho, la adquisición de estos
elementos en forma de colecciones
puede resultar de utilidad para el
usuario.
Producir listas de estos recursos de
información preparados de acuerdo a
las normas estándar de citación.[4]
Como ejemplo de este tipo de ayudas
en la recuperación se encuentran el
catálogo de biblioteca, los índices o los
instrumentos de descripción
archivística.
Asignar un nombre, título, tema y otros
accesos útiles a estos recursos de
información.[4] ​Existen muchas
maneras de encontrar un artículo, así
que deben existir múltiples puntos de
acceso. Deben haber suficientes
metadatos en el registro sustituto para
que los usuarios puedan localizar con
éxito el recurso de información que
están buscando. Estos puntos de
acceso deben ser coherentes, lo cual
puede lograrse mediante el control de
autoridades.
Proporcionar los medios para localizar
cada recurso de información o una
copia del mismo.[5] ​En las bibliotecas, el
catálogo en línea de acceso público
(OPAC) puede dar la información de la
ubicación al usuario e indicar si el
artículo se encuentra disponible.
Historia del control
bibliográfico

Mientras que la organización de la


información ha estado presente desde la
Antigüedad, el control bibliográfico tal
como lo conocemos es una invención más
reciente. Las civilizaciones antiguas
grabaron listas de libros sobre tablillas, y
las bibliotecas de la Edad Media realizaron
registros de sus pertenencias. Con la
invención de la imprenta de tipos móviles
en el siglo xv, podían producirse
rápidamente varias copias de un mismo
libro. Johannes Trithemius, un bibliotecario
alemán, fue el primero en crear una
bibliografía en orden cronológico con un
índice alfabético de autor. Conrad Gesner
siguió sus pasos en el siglo siguiente,
cuando publicó una bibliografía de autores
e índice de materias. Gesner añadió a su
bibliografía una lista alfabética de los
autores con nombres invertidos, lo cual
fue una nueva práctica. También incluyó
referencias a variantes ortográficas de los
nombres de autores, siendo pionero del
control de autoridades. Andrew Maunsell
revolucionó aún más el control
bibliográfico, sugiriendo que los libros
deben poder localizarse mediante el
apellido del autor, el tema del libro, y el
traductor. En el siglo xviii, Sir Thomas
Bodley estaba interesado en un catálogo
ordenado alfabéticamente por el apellido
del autor, así como las entradas de
materias. En 1697, Frederic Rostgaard
aplicó la subdivisión de materias por
cronología y magnitud (mientras que los
títulos anteriores fueron dispuestos solo
por magnitud), además de establecer un
índice de materias y autores basado en
los apellidos y el orden de las palabras en
los títulos.[6]

Después de la Revolución Francesa, el


gobierno de Francia fue el primero en
imponer un código nacional con
instrucciones para la catalogación de
colecciones de bibliotecas.[7] ​En el British
Museum Library, Anthony Panizzi creó sus
"Ninety-One Cataloging Rules" (1841), que
fundamentalmente sirvió como base de
las reglas de catalogación de los siglos
XIX y XX. Charles C. Jewett difundió estas
reglas en el Instituto Smithsoniano.

Tipos de catalogación

Catalogación descriptiva

La catalogación descriptiva es un
concepto bien establecido en la tradición
de catalogación bibliotecaria, en la cual se
distingue entre la catalogación descriptiva
y la catalogación temática. En la
documentación tradicional, se ha utilizado
tanto la representación descriptiva como
temática. La catalogación descriptiva se
ha definido como la parte de la
catalogación que se encarga de describir
los detalles físicos de un libro, como su
forma, la elección de las entradas y la
transcripción del título.[8] ​

Catalogación temática

La catalogación temática puede tomar la


forma de clasificación o indexación. La
clasificación consiste en la asignación de
una clase a un documento dado, de
acuerdo con una clasificación sistemática
(por ejemplo, la Dewey Decimal
Classification o la the Library of Congress
Subject Headings). La indexación es la
asignación de etiquetas que caractericen a
los documentos representados en un
registro.

La clasificación generalmente utiliza un


vocabulario controlado, mientras que la
indexación puede utilizar un vocabulario
controlado, términos libres o ambos.
Historia del catálogo
bibliotecario

Las bibliotecas han hecho uso de los


catálogos, de alguna forma, desde la
antigüedad. Existen testimonios del uso
de catálogos desde el 2300 a. C.
aproximadamente en Sumeria.[9] ​La
Biblioteca de Alejandría tuvo un catálogo
parcial que consistía en un listado de la
literatura griega realizado por
Calímaco.[10] ​La Biblioteca del Imperio
Chino de la Dinastía Han del siglo iii d. C.
tuvo un catálogo de cerca de 30.000
documentos.[11] ​Los primeros catálogos
en el mundo islámico, alrededor del
siglo xi, eran listas de libros donados a las
bibliotecas por las sociedad. Estas listas
fueron ordenadas por los donantes, y no
por la información bibliográfica, pero
constituyeron el inventario de la
biblioteca.[11]

Muchas bibliotecas antiguas y medievales


en Europa se asociaron con las
instituciones y órdenes religiosas,
incluyendo la Biblioteca Vaticana en
Roma. El primer catálogo de la Biblioteca
Vaticana es de finales del siglo xiii. Estos
catálogos generalmente utilizaban una
presentación de los temas de los
libros.[11] ​Mientras que la Biblioteca de la
Sorbona en París había acumulado más
de mil libros, y en 1290 su catálogo fue
pionero en el uso del alfabeto como
herramienta de organización.[10] ​

Fue el crecimiento de las bibliotecas tras


la invención de la imprenta de tipos
móviles y la amplia disponibilidad del
papel lo que llevó a la necesidad de un
catálogo que organice los materiales
bibliotecarios, para que puedan ser
localizados a través del catálogo en lugar
de "caminando alrededor". Hacia el
siglo xvii las bibliotecas se concibieron
como colecciones de conocimiento
universal. Dos autores de este siglo, el
francés Gabriel Naudé y el escocés John
Dury, desarrollaron teorías de la
organización sistemática de las
bibliotecas. El desarrollo de los principios
y reglas que deberían guiar al bibliotecario
en la creación de catálogos.[11] ​

Reglas de catalogación

Las reglas de catalogación han sido


definidas para permitir la catalogación
consistente de diversos materiales
bibliotecarios por distintas personas de un
equipo de catalogación y en cualquier
momento.
Reglas de catalogación anglo-
americanas

Las bibliotecas de habla inglesa han


compartido las normas de catalogación
desde principios de 1800. La primera
norma de este tipo se atribuye a Anthony
Panizzi, considerado como el guardián de
los manuales impresos de la Biblioteca del
Museo Británico. Sus 91 reglas,
publicadas en 1841, formaron la base de
las normas de catalogación durante más
de 150 años.[12]

Los trabajos posteriores en el siglo xix


fueron realizados por Charles de Coffin
Jewett, director de la biblioteca
Smithsonian, que en ese momento estaba
dispuesta a convertirse en la biblioteca
nacional de los Estados Unidos. Jewett
utilizó placas estereotipadas para producir
el catálogo de la biblioteca en forma de
libro, y propuso la puesta en común de la
catalogación entre las bibliotecas. Sus
normas se publicaron en 1853.[12] ​

Jewett fue seguido por Charles Ammi


Cutter, un bibliotecario estadounidense
cuyas "Reglas para un catálogo
diccionario" se publicaron en 1876. Cutter
definió el concepto de "facilidad de uso"
para los usuarios de la biblioteca.[12] ​
En el siglo xx, la catalogación bibliotecaria
se vio obligada a hacer frente a los nuevos
formatos de los materiales, incluidas las
grabaciones sonoras, películas y
fotografías. Seymour Lubetzky, como
empleado de la Biblioteca del Congreso y
posteriormente profesor de la UCLA, fue el
encargado de realizar extensos estudios
de las reglas de catalogación actuales
desde 1946 hasta 1969.[12]

Las reglas de catalogación americanas y


anglosajonas publicadas en el siglo xx
fueron:[12] ​
Anglo-American rules: Catalog Rules:
Author and Title Entries. 1908.
American Library Association rules:
A.L.A. Cataloguing Rules for Author and
Title Entries. 1949.
Library of Congress rules: Rules for
Descriptive Cataloging in the Library of
Congress. 1949.
AACR: Anglo-American Cataloguing
Rules. 1967.
AACR2: Anglo-American Cataloguing
Rules (2nd ed.). 1978.
AACR2-R: Anglo-American Cataloguing
Rules (2nd revised ed.). 1988.
En el siglo xxi surgió un nuevo concepto de
la catalogación bibliotecaria, en gran parte
pasada en el incremento del número de
formatos digitales, pero también por una
nueva conciencia de la naturaleza de la
"Obra" en el contexto bibliográfico, a
menudo atribuida a los principios
desarrollados por Lubetzky.[13] ​Este
concepto fue apoyado por el trabajo de la
Federación Internacional de Asociaciones
de Bibliotecarios y Bibliotecas sobre los
Requisitos Funcionales para Registros
Bibliográficos (FRBR), que hace hincapié
en el papel de la obra en el contexto de la
literatura.[14] ​Mediante los FRBR se creó
una perspectiva por niveles para la entidad
bibliográfica desde la obra al artículo. Esta
perspectiva fue incorporada en las reglas
de catalogación posteriores a AACR2-R,
conocida como Resource Description and
Access (RDA).[15] ​

Inglaterra

La Biblioteca Bodleiana de la Universidad


de Oxford desarrolló su código de
catalogación en 1674. El código hizo
hincapié en la autoría, y los libros de un
mismo autor fueron listados
conjuntamente en el catálogo.
Alemania y Prusia

El estado de Prusia estableció unas


normas estándar para todas sus
bibliotecas en 1899. Las reglas se basaron
en las de la Biblioteca de la Universidad de
Breslavia por Karl Dziatz. Estos fueron
adoptadas por toda Alemania, Prusia y
Austria. Tras la adopción de los Principios
de París en 1961, Alemania desarrolló el
Regeln für die alphabetische
Katalogisierung: RAK en 1977.[16]
Reglas de catalogación

Las reglas de catalogación definen que


cada información de un elemento
bibliográfico se incluye en una entrada, y
cómo esta información se presenta al
usuario. También permite ordenar las
entradas en la impresión del catálogo.

Actualmente, la mayoría de reglas de


catalogación son similares, o están
basadas en la Descripción Bibliográfica
Internacional Normalizada (ISBD), un
conjunto de normas producidas por la
Federación Internacional de Asociaciones
de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA) para
describir una amplia gama de material
bibliotecario. Estas reglas organizan la
descripción bibliográfica de un libro en las
siguientes ocho áreas: título y mención de
responsabilidad (autor o editor), edición,
detalles específicos del material (por
ejemplo, la escala de un mapa),
publicación y distribución, descripción
física (por ejemplo, número de páginas),
serie, notas y número estándar (ISBN). Las
reglas de catalogación más utilizada en el
mundo de habla inglesa son las Reglas de
Catalogación anglo-americanas, 2.ª
edición (AACR2). Las AACR2 establecen
normas solamente para la catalogación
descriptiva, sin hacer referencia a la
catalogación temática. Las RCAA2 han
sido traducidas a muchos idiomas para su
uso en todo el mundo. En los países
alemanes se utiliza la Regeln für die
alphabetische Katalogisierung (RAK),
también basada en ISBD.

En las bases de datos temáticas como


Chemical Abstracts, MEDLINE y PsycINFO,
el Formato Común de Comunicación (CCF)
sirve como un estándar de referencia.
Diferentes normas prevalecen en archivos
y museos, como el CIDOC-CRM. Resource
Description and Access (RDA) es un
reciente intento de desarrollar una norma
que atraviese los dominios de las
instituciones del patrimonio cultural.

Formatos digitales

La mayoría de las bibliotecas utilizan


actualmente los estándares MARC,
desarrollados por primera vez durante la
década de 1960, para codificar y
transportar datos bibliográficos.[17] [18]
​ ​
Estos estándares han sufrido críticas en
los últimos años por ser viejos, únicos en
la comunidad bibliotecaria, y difícil al
trabajar computacionalmente.[19] ​La
Biblioteca del Congreso está
desarrollando actualmente BIBFRAME, un
nuevo esquema RDF para expresar los
datos bibliográficos.[18] ​BIBFRAME se
encuentra todavía en fase de prueba, pero
varias bibliotecas ya están probando la
catalogación con este nuevo formato.[20] ​

Las colecciones bibliotecarias digitales a


menudo usan los formatos digitales más
simples para almacenar sus metadatos.
Los esquemas basados en XML, en
particular Dublin Core y MODS, son
frecuentes en los datos bibliográficos de
estas colecciones.
Transliteración

Los libros que están escritos en lengua


extranjera son, en algunos casos,
transliterados a la lengua del catálogo. En
los Estados Unidos y otros países, los
catalogadores suelen utilizar las tablas de
romanización ALA-LC para este trabajo. Si
no se hiciera así, habría que desarrollar
diferentes catálogos para cada una de las
lenguas.

Cuestiones éticas

Ferris afirma que los catalogadores, al


usar su criterio y punto de vista
especializado, mantienen la integridad del
catálogo y proporcionan un "valor añadido"
para el proceso del control bibliográfico,
como una facilidad para la comunidad de
usuarios de la biblioteca.[21] ​Este valor
añadido también tiene el poder de dañar,
dando lugar a la denegación de acceso a
la información.[22] ​Los errores y los
sesgos en la catalogación de los registros
puede "estigmatizar a grupos de personas
con etiquetas inexactas o degradantes, y
dar la impresión de que algunos puntos de
vista son más habituales que otros".[23] ​

La responsabilidad social en la
catalogación es el "acceso justo y
equitativo a la información pertinente,
adecuada, precisa y sin censura de una
manera oportuna y libre de prejuicios".[24] ​
Con el fin de actuar de forma ética y de
una manera socialmente responsable, los
catalogadores deben tener en cuenta la
forma en que sus juicios se benefician.
Deben tener cuidado de no hacer mal uso
o falsificar información a través de una
catalogación inexacta o de nivel mínimo y
no censurar a propósito o
inadvertidamente información.[25] ​

Bair establece que es obligación de los


catalogadores profesionales para
suministrar, los registros de sustitutos de
alta calidad exactos a fondo para bases
de datos y que los catalogadores también
tienen la obligación ética de "contribuir al
acceso justo y equitativo a la
información".[26] ​Bair recomienda que
catalogadores participen activamente en
el desarrollo, la reforma y la aplicación
justa de las reglas de catalogación,
normas y clasificaciones, así como el
almacenamiento de información y
sistemas de recuperación".[26] ​Según lo
indicado por Knowlton, los puntos de
acceso deben basarse en qué sería lo más
probable que busque un tipo particular de
usuario de la biblioteca,
independientemente de la noción de
control bibliográfico universal.[23] ​

No existe un código formal de ética para


los catalogadores, por lo que a menudo
los catalogadores siguen las políticas
bibliotecarias o departamentales para
resolver conflictos en la catalogación.
Mientras que la Asociación Americana de
Bibliotecas creó un Código de Ética (http://
www.ala.org/advocacy/proethics/codeofe
thics/codeethics) , Ferris señala que ha
sido criticado por ser demasiado genérico
para abarcar las habilidades especiales
que establecen los catalogadores, aparte
de otros bibliotecarios y profesionales de
la información.[21] ​Según lo indicado por
Tavani, un código de ética para los
catalogadores puede inspirar, orientar y
educar (como se cita en Bair, 2005, p. 22).
Bair sugiere que un código efectivo de
ética para catalogadores debe tener
aspiraciones y discutir la conducta y
acciones específicas con el fin de servir
como una guía en situaciones reales. Bair
ha cerrado ya el comienzo de un código
formal de ética en catalogación en
"Toward a Code of Ethics for
Cataloging".[22]
Crítica

Sanford Berman, exjefe de catalogación


de la Biblioteca del Condado de Hennepin
en Minnetonka, Minnesota, ha sido un
importante crítico de los Encabezamientos
de Materia de la Biblioteca del Congreso.
Su publicación Prejudices and Antipathies:
A Tract on the LC Subject Heads
Concerning People (P&A) de 1971
desencadenó un movimiento para corregir
los encabezamientos de materia
sesgados. En P&A, Berman enumeró 225
encabezamientos con propuestas de
modificación, adición o supresión y
referencias cruzadas para "reflejar con
más precisión el lenguaje utilizado en el
tratamiento de estos temas, rectificar los
errores de sesgo y guiar mejor a los
bibliotecarios y usuarios".[23] ​Berman es
bien conocido por exigir cambios de los
encabezamientos contra el racismo,
sexismo, homofobia y secreto
gubernamental, entre otras áreas.

En "Three Decades Since Prejudices and


Antipathies: A Study of Changes in the
Library of Congress Subject Headings",
Knowlton analizó la forma en que la lista
de Encabezamientos de Materia de la
Biblioteca del Congreso (LCSH) ha
cambiado compilando una tabla de
cambios descritos en P&A, seguido de la
situación actual de los encabezamientos
en cuestión. Knowlton afirmó que su
intención con esta tabla es "mostrar cómo
muchos de los cambios propuestos por
Berman se han aplicado y qué áreas de
sesgo son todavía frecuentes en la LSCH".
En el debate de los resultados de
Knowlton, se reveló que de las 225
propuestas de Berman, sólo 88 se han
llevado a cabo o se han acercado a sus
sugerencias (lo que representa el 39%), y
otras 54 propuestas (el 24%) se han
modificado parcialmente.[23] ​
Aspectos de la catalogación

El acceso principal se refiere en general


al primer autor cuyo nombre aparece en
el documento. El resto de autores se
añaden como accesos secundarios. En
el caso de que no se nombre ningún
autor, será considerado como acceso
principal el título de la obra.
El control de autoridades es un proceso
que emplea un término único y
específico para una persona, lugar o
título para mantener la consistencia
entre los puntos de acceso dentro del
catálogo. Un control de autoridades
eficaz evita que el usuario se vea
obligado a buscar múltiples variantes de
títulos, autores o términos.
La catalogación cooperativa consiste en
la colaboración entre las bibliotecas
para crear registros bibliográficos y de
autoridades, estableciendo prácticas de
catalogación y utilizando sistemas que
faciliten el uso de los registros
compartidos.[27] ​

Referencias

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Acquisitions - Library of Congress.
Library of Congress. 2013-07-19.

Datos: Q3535655

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