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¿Bibliotecología? ¿Biblioteconomía?

(Aportes preliminares para el estudio de


la bibliotecología y ciencia de la información)

El término bibliotecología fue propuesto por el argentino Ernesto G. Gietz para


designar a la “ciencia de la biblioteca” o “ciencia bibliotecaria” en su conferencia
dada en 1939. Fundamentó su propuesta diciendo “Basándose en la práctica
propiamente dicha, vale decir en la biblioteconomía, construye su tesis y teorías la
Ciencia de la Biblioteca. Esta última expresión que designa lo más general en este
campo, lo que comprende y abraza todas las ramas de este enorme conjunto,
reclama un término más adecuado y sintético.”; nació así el término, constituido
etimológicamente por tres vocablos griegos: biblion (libro); theke (caja o armario), y
logos (palabra o verbo).

La palabra fue rápidamente aceptada en nuestro medio y recogida en nuestra


literatura, utilizándose también para denominar a las nuevas instituciones
vinculadas al quehacer bibliotecario (como el Instituto Bibliotecológico, de una UBA,
o el Curso de Bibliotecología General, dictado en el Museo Social Argentino). Así,
la biblioteconomía quedaba supeditada a la bibliotecología, pues, la primera sería
“el conjunto de conocimiento teóricos y técnicos relativos a la organización y
administración de una biblioteca…” (Buonocore).
Sin embargo, muchos especialistas (y en especial españoles) se resistieron a esta
postura y sostuvieron la independencia de Biblioteconomía respecto de la
Bibliotecología y el carácter científico de la primera que consideraron establecido
cuando el alemán Martin Scherettinger presentó y definió la
Bibliothekswissenschaft, Ciencia de la Biblioteca, en 1808.

Hoy en día esta polémica en torno al carácter autónomo o subordinado de una sobre
otra se da por superado y se puede decir que se los usan como sinónimos y ambos
designan a la Ciencia de la Biblioteca. En los países europeos se prefiere
Biblioteconomía y en la mayoría de los latinoamericanos, excepto en Brasil, se usa
Bibliotecología.
En Estados Unidos la disciplina se conoce como Library Science (este concepto se
asocia con la ciencia que se ocupa de la biblioteca como un todo y de su
funcionamiento), y en el Reino Unido como Librarianship (se vincula a la aplicación
profesional de un conocimiento o técnica).
Cabe destacar que la palabra Biblioteconomía es una adaptación a la lengua
española del término Bibliothéconomie que Gabriel Naudé utilizó por primera vez en
1633 y que se habría impuesto dos siglos después cuando apareció la obra de L. A.
Constantin titulada Bibliothéconomie: instructions sur l’arrangement, la conservation
et l’administration des bibliothèques en 1839.

Parte de la falta de consenso sobre las definiciones o la terminología específica que


la dote de identidad se debe a que a través de los años se ha producido un intenso
debate en torno a la concepción de la Biblioteconomía como una disciplina científica
o como un oficio. No obstante, al día de hoy la mayoría de los especialistas
considera que pertenece a las Ciencias Sociales y que por su interdisciplinariedad
se relaciona con la Teoría de la Comunicación, la Informática, la Epistemología
Social…

Otro punto a tener en cuenta al respecto radica en que las definiciones aportadas a
lo largo de la historia para conceptualizar la disciplina se ciñeron al libro y a la
biblioteca, pero la irrupción de las TICs puso en jaque la estructura conceptual y el
contexto de aplicación de la Bibliotecología. Ahora bien, ¿cuál es su objeto de
estudio?, un grupo de expertos considera que gira en torno a la información, pero
¿qué tipo de información?; adoptamos aquí la misma definición que se adopta en
Aportes Preliminares, el concepto dado por Susana Romanos de Tiratel: “…la
información es información si de un modo u otro es recuperada en el momento en
que se la necesita”, y, “es un conjunto de símbolos con la capacidad de significar;
está registrada en diferentes soportes y tiene el potencial de recuperarse”.

Evolución histórica de la bibliotecología (Teoría de la biblioteconomía –


Capítulo 2)

Bibliotecología pre-científica:

 En la sociedad patriarcal, de “modo de producción asiático” y, después, en la


sociedad feudal europea (donde el señor es un patriarca sacralizado pos sus
hazañas bélicas y ya no por la fecundidad ni cultivo de la tierra, tarea que recae
en los siervos), la cultura (y su único vehículo: el libro) están confinados a una
minoría letrada que, de una forma u otra, compone una casta: los escribas
hebreos y egipcios, los libertos romanos, los cleros medievales.
 Siempre se trata de una casta marginal que se erige como depositaria de los
libros y que, por consiguiente, ejerce sobre éstos una tutela predominantemente
custodial, sobre todo al darse la circunstancia de que los libros existen en un
único ejemplar escrupulosamente copiado a no.
 Es natural, en este contexto, que las funciones del bibliotecario respondan sólo
a las funciones de guarda, para las que únicamente se requieren memoria,
habilidad y, finalmente (por efecto y exigencia de los saberes del trato con los
libros), erudición: de ahí que el bibliotecario sea una suerte de museo ambulante,
pero que su profesión no pase de considerarse un oficio.
 El adiestramiento de los bibliotecarios se reduce a normas y consejos para la
conservación de los libros.
 Consecuencia de esto, sumado a que las reglas de las órdenes monásticas
incluyen la lectura entre los deberes y prácticas piadosas de los mojes
(causando todavía una mayor exaltación del libro), aparece la bibliofilia, el amor
al libro en cuanto objeto artístico y rareza.
 Tiene importantes carencias: no tiene bases teóricas ni teoréticas, ni principios,
ni leyes, ni capacidad para adelantar hipótesis efectivas de investigación.
Necesitaba ser orientada hacia la investigación e, incluso, hacia la constitución
de un marco teórico en el que pueda situarse congruentemente una ciencia de
la biblioteca-
 Este tipo de biblioteconomía perdurará hasta el siglo XIX, salvo atisbos geniales
y anticipadores, pero cabe destacar primordialmente:
o A finales del siglo XV, la invención de la imprenta significó el fin de una era
cultural y libraria, y el comienzo de otra. En el área bibliotecológica son tres
hechos concadenados que trastornan sus convicciones y hábitos:
1) La producción de ejemplares múltiples de un mismo libro, en cantidades
industriales.
2) La radical transformación del mercado del libro, que adquiere pleno
sentido mercantil y extensión universal.
3) La creación de grandes bibliotecas, con colecciones copiosas y ricas que
nunca podrían haber imaginado los bibliotecarios antiguos y medievales.
Las consecuencias en las esferas intelectuales y artísticas también son
incontables, por ejemplo:
 Se generaliza la cultura, desbordando los marcos monásticos y
universitarios.
 Nace la crítica como actitud y actividad intelectual y generadora de
vastos movimientos culturales, sociales y religiosos.
En este contexto las viejas prácticas bibliotecarias no alcanzan a cubrir las
nuevas necesidades que se despiertan, pues se rebasan e invalidan los
arcaicos procedimientos de conservación y ordenación.

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