Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Daniel H. Cabrera
Instituto de Filosofía
Universidad Veracruzana, México.
1
Para un desarrollo extenso de estas ideas y del argumento central del presente artículo ver
Cabrera, Daniel H. Lo tecnológico y lo imaginario. Las nuevas tecnologías como creencias y
esperanzas colectivas, Biblos, Buenos Aires, 2006 (fundamentalmente en los capítulos 5 y 6).
1
Los aparatos tecnológicos no son nada sin las promesas que los
acompañan. La tecnología, a diferencia de la política y la religión, sí cumple con lo
que promete.
Las nuevas tecnologías se adaptan al usuario haciendo fácil y asequible los
productos tecnológicos: las formas y colores utilizados en los diseños, las
interfaces gráficas, la posibilidad de “personalización”, etc., todo está preparado
para que la simplicidad de uso se encuentre con la efectividad de los resultados.
Las nuevas tecnologías tienen un doble rostro que se realiza en la
experiencia del usuario, permiten el ejercicio de la libertad humana y dan poder a
quien las utiliza: prometen y cumplen. Conforme a antiguas y nuevas promesas es
posible hablar por teléfono desde cualquier lugar, sin utilizar manos, enviando
fotos, filmar, enviar música... se puede conectar la computadora e intercambiar
información sobre cualquier tema en cualquier parte del mundo, puede
conversarse mirando la cara del interlocutor, etc. etc.; “las posibilidades son
infinitas” y sobre todo, reales, experimentadas, comprobables.
Si un aparato hace lo que prometió (enviar un mensaje a otro continente sin
costos, por ejemplo), el usuario “quiere más”, quiere ver realizada otra promesa
(por ejemplo, ver la cara del hijo en otro país) y… la promesa se cumple. ¡Las
tecnologías cumplen lo que prometen! Ellas realizan lo que el usuario quiere, y el
usuario quiere lo que pueden solucionar las tecnologías. La única condición es
que a cada aparato que se tiene hay que comprarle sus múltiples complementos o
el modelo más avanzado. De esta manera un aparato, por pequeño que sea, es la
puerta de acceso al sistema tecnológico completo (a otros aparatos, otros
servicios, otros usos, etc.). Así el usuario accede a un conjunto de habilidades
manuales, visuales, auditivas, a una modalidad del lenguaje y vocabulario, a
nuevos modos de trabajar, pensar e imaginar y a nuevas relaciones sociales, con
la naturaleza, con el tiempo y el espacio. ¡Nada más que ello!
Entre la facilidad de sus usos y la efectividad de sus resultados se juega la
definición de las nuevas tecnologías caracterizada por la “evidencia” de sus
resultados y la “invisibilidad incomprensibles” de sus procesos. Nada más fácil que
enviar un sms o un email, nada más difícil de comprender que los principios
científicos y los procesos tecnológicos que se ponen en juego. El resultado ya lo
conocemos, lo expresa de una manera inequívoca el usuario temeroso o
desconfiado cuando se comunica presionando la tecla enter o send y afirma
¡parece magia!
Efectivamente es magia. La magia consiste en que a partir de la experiencia
individual del cumplimiento de la promesa de un aparato el usuario comienza a
creer en el sistema técnico como totalidad (tecnológica, económica, social,
cultural, etc.). La eficacia invisible de los aparatos lleva a la creencia en el sistema
social que lo sostiene. La magia de, por ejemplo, la experiencia de internet
fundamenta la creencia en el sistema social total. Aunque no se entienda nada, las
2
promesas de las tecnologías se cumplen, por lo tanto hay que creer en el sujeto
(gramatical y real) que las anuncia. Es decir, en las marcas comerciales y en sus
gurús. La fuerza de la promesa radica en la credibilidad de las marcas y sus gurús.
El sistema tecnológico se sostiene por la creencia y la confianza en el propio
sistema. La función de la promesa es generar confianza y credibilidad.
3
responder instantáneamente. El imperativo de conexión tecnológica parece obligar
a estar enchufados permanentemente a la red social. De allí el imperativo de
“estar en contacto” donde se sobreentiende la relación humana como conexión.
No se habla de comunicarse, ni de informarse, sino de estar “conectado” y “en
contacto”. Movilidad y conectividad son los valores supremos de esta fase de la
existencia social que puede llamarse: la sociedad de la libertad conectada. No hay
afuera, todos estamos en el ilimitado adentro de lo tecnológico.
***
No hay reflexión sobre las nuevas tecnologías que no trate acerca de la
“actitud adecuada” frente a ellas. Como consecuencia el debate se orienta a cómo
utilizarlas. Antes de usarlas, durante y después de su uso la pregunta debería ser
siempre la misma: ¿qué mundo y qué sociedad se está generando? ¿Es esa la
sociedad y el mundo que queremos como sujetos y como comunidad? Las
tecnologías conducen a un horizonte que se presenta como necesario y obligatorio
al cual la empresa, la educación, la política y la sociedad deben adecuarse. ¿Es
esa la neutralidad prometida?