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Desde los cuarenta días acompañó a mamá a llevar a sus hermanas, Ana de 15
años y Lorena de 12 años, a sus escuelas, así que escuchaba pláticas de escuela y si
tenía hambre, Mamá solamente se estacionaba y lo alimentaba en cualquier parte.
Comía muy bien, así que era un bebé sano y fuerte. Recibió estimulación temprana desde
los cuarenta días. Mamá ponía música clásica, sobre todo a Mozart, desde el embarazo,
cuando dormía, y antes de iniciar un ciclo de aprendizaje. Aprendió a gatear hasta los
ocho meses, primero, a los siete meses, se paró sobre sus dos pies y caminó agarrado de
los muebles. Después de gatear, caminó solo a los 11 meses. Es un niño muy sensible y
muy perceptivo. No es conveniente intentar engañarlo, él se da cuenta enseguida.
Desde donde estuviera, los brazos, su cuna, carriola, etc. siempre observaba
atentamente lo que sucedía a su alrededor y decidía lo que quería ver.
Empezó a hablar a los seis meses, sin embargo casi no lo hacía. Aprendió a
señalar lo que quería. Sonreía mucho y exploraba todo. Era un bebé muy curioso y activo.
Mamá le empezó a enseñar los colores, las figuras, los números y las letras, primero en
castellano, luego en inglés y francés, él los identificaba y los tomaba con sus manitas, sin
decir nada, solamente miraba a Mamá con sus hermosos ojos y sonreía. Lorena adoraba
a Ángel y siempre han estado muy unidos, ella es quien más lo consiente. Su amor es
grande. Ana ha sentido celos de Ángel, sin embargo han aprendido a amarse y tolerarse.
A los dos años sabía formar su nombre completo con letras de imanes. Lo mismo
hacían sus hermanas. Tal vez el plus es nuestro apellido “Schaufelberger” y lo escribían
correctamente.
Ángel entró a la Escuela “Peques Monet”. Hablaba muy poco, sin embargo sabía
perfectamente letras, colores, números, figuras, etc. En la escuela les enseñaban inglés y
francés y Ángel ayudaba a sus maestras a enseñarles a sus amigos. Ya que en la escuela
no había nadie que entendiera su “idioma bebé de señas y sonidos” empezó a hablar muy
rápido.
El proceso de control de esfínteres fue muy fácil para la popó, pero para la pipí no
tanto, sin embargo, Ángel cuando hacía berrinche, decía “Yo, me voy a hacer pipí” y en
ese momento se hacía pipí… no importaba si dos minutos antes Mamá lo había llevado al
baño y él no hubiera hecho nada o, hubiera hecho pipí. Siempre había una reserva para el
berrinche… (¡O sea que si controlaba!).
A esta edad, 2 años, Ángel tomaba los libros de las enciclopedias que Mamá tenía,
siempre al alcance de sus hijos, los hojeaba y preguntaba señalando las imágenes: “¿Qué
es esto? Yo no sé” Mamá le explicaba y él la miraba muy atento. Cuando volvía a tomar el
mismo libro señalaba las imágenes que ya sabía y decía lo que Mamá le había enseñado,
después preguntaba por las siguientes. Hacía una especie de repaso de lo que había
aprendido antes de integrar nuevos conocimientos. Se fijaba en las fotos y en las
palabras.
Un mes antes de los tres años mamá lo cambió de escuela al Atelier Índigo. A
Mamá le gustó por la parte emocional que maneja el Atelier a través de Violeta y MariaTé.
Ahí comenzó el trabajo personal de Ángel y su camino a la consciencia.
A los tres años Ángel ya sabía leer con bastante fluidez y comenzó a escribir en
el teclado de la computadora.
A los cinco años realizó un año escolar de inglés, como PreFirst. Como siempre,
era el más pequeño del salón y el más adelantado. También terminó los libros de Primer
año. Lo que más le gustaba eran las matemáticas.
A los seis años Ángel entró a Primero. Su nivel intelectual era muy avanzado, daba
respuestas con contenidos muy adelantados y sus compañeros se aburrían, así que
Violeta y MariaTé consideraron cambiarlo a tercer año. Mamá le planteó la propuesta a
Ángel para que hiciera la prueba una semana en tercero y si no se sentía cómodo, se
regresaría con sus compañeros o sería asistente de Violeta y MariaTé. Primero él
contestó “No, no quiero, prefiero quedarme con mis amigos en Primero” Al cabo de dos
semana manifestó que quería hacer la prueba en Tercero, no sin antes confirmar que si
no se sentía cómodo, podría regresar a Primero.
Los primeros días uno de los niños de Tercero, dos años mayor, le dijo “Ángel, yo
no sé qué estás haciendo en Tercero si ni siquiera te puedes defender” Ángel, muy
seguro de si mismo y sin levantarse de su silla, le dijo “Y yo no sé qué haces tú aquí si ni
siquiera sabes leer”. (¡Eso era verdad!). El niño se quedó callado y junto con él todos los
demás. Ángel se ganó rápidamente el respeto de sus compañeros por su inteligencia y
sensibilidad. Desde entonces, ese niño que lo confrontó, es uno de sus mejores amigos.
A los siete años, cursando cuarto año, le solicitó a MariaTé horas de clases para
enseñarles a sus compañeros Egiptología antigua y se le autorizó una hora a la semana.
También a los siete años entró a clases de robótica, por iniciativa de él. Ángel
asiste con mucho entusiasmo a estas clases. Allí aprende a armar y programar robots de
diferentes grados de dificultad. Esto lo lleva a que le guste la electricidad, la física y las
matemáticas. Actualmente ya terminó el sexto módulo.
Cuando Ángel cumplió ocho años, llegó a la Fundación TeleGenio A.C., en donde
ha recibido clases de varias materias. La que más le ha gustado ha sido la Física y es de
la que recibió más tiempo de clases.