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Teología Pentecostal

La teología carismaticatica
de Lucas y la Narrativa
como base teológica
Maestro Joel Rivera
Roger Stronstad
Teologo Pentecostal
•Roger J. Stronstad es un erudito y teólogo canadiense de la Biblia pentecostal. [1] Es
profesor asociado de Biblia y Teología en Summit Pacific College (anteriormente Western
Pentecostal Bible College) en Abbotsford, Columbia Británica. También ha publicado seis
libros.

Obras

• En La teología carismática de San Lucas (1984), aboga por una interpretación


pentecostal de Lucas-Hechos. Él sostiene que Lucas creía que el don del Espíritu era
vocacional, en lugar de soteriológico o ético, es decir, el Espíritu Santo fue dado para
empoderarlos para ser testigos, en lugar de traerles la salvación. Este libro ha sido
traducido al francés (La théologie charismatique de St Luc).

• En Spirit, Scripture and Theology (1995), Stronstad examina la hermenéutica


pentecostal (métodos de interpretación bíblica), examinando los puntos de vista de
Gordon D. Fee, Howard M. Ervin y William H. Menzies. De nuevo vuelve a Lucas-
Hechos para formular su propio enfoque hermenéutico.

• En La profecía de todos los creyentes (1999), se basa en su interpretación de Lucas-


Hechos, centrándose en el Espíritu Santo como el dador de dones proféticos a la
Iglesia.

• También es coeditor (con French L. Arrington y Timothy Jenney) del Comentario


La teología carismática
de Lucas: Síntesis y
desafío
En comparación con la variada literatura neotestamentaria, Lucas-
Hechos es único. Queda sólo como el único libro de dos
volúmenes del Nuevo Testamento. Más importante, es la única
heilsgeschichte–historia de salvación–del Nuevo Testamento.
Como hemos observado, sin embargo, Lucas es más que el
historiador de la época del Nuevo Testamento; también es teólogo
por derecho propio. En su perspectiva histórico-teológica, los dos
temas complementarios de “la salvación” y “la actividad
carismática del Espíritu Santo” dominan Lucas-Hechos. Así,
además de clasificar Lucas-Hechos como heilsgeschichte, también
se le puede clasificar como pneumageschichte: 101 la historia
tanto del Cristo carismático como de la comunidad carismática de
discípulos en misión.
La teología carismática de Lucas-
Hechos como heredera de la teología
carismática del Antiguo Testamento

Es a la luz de ese trasfondo del liderazgo


carismático en Israel, de la esperanza profética de
la venida del ungido del Señor, y de una comunidad
que reciba tanto el don carismático del Espíritu
como la morada del Espíritu, que se ha de
interpretar el don del Espíritu Santo en Lucas-
Hechos.
El Espíritu y la era mesiánica:
Cumplimiento en Lucas-
Hechos

La actividad del Espíritu es un tema central en las dos narrativas de


inauguración de Lucas-Hechos. En el Evangelio, la difundida actividad del
Espíritu en la narrativa de apertura tiene su clímax en el descenso del Espíritu
Santo sobre Jesús en su bautismo en Juan (Lucas 3:21,22). De un modo
parecido, en Hechos la narrativa de inauguración se enfoca en el don del
Espíritu a los discípulos el día de Pentecostés (Hechos 2:4). Ambas narrativas
subrayan que el don del Espíritu Santo cumple la profecía. Para su homilía en
la sinagoga después de su bautismo, Jesús interpreta su experiencia bautismal
en términos de un oráculo del profeta Isaías, declarando: “Hoy se ha cumplido
esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4:21). De un modo parecido, Pedro
afirma que la experiencia de los discípulos el día de Pentecostés cumple un
oráculo de Joel. Anuncia: “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel” (Hechos
2:16). De todos los evangelistas, sólo Lucas menciona esa conciencia en Jesús
y los discípulos de que han recibido el Espíritu Santo en cumplimiento de
profecía. La relación de Lucas de esa apelación a los profetas demuestra que en
la experiencia de la Iglesia primitiva y la teología de Lucas los postreros días
ya han comenzado en los ministerios sucesivos de Jesús y los discípulos
Jesús y El Espíritu

Además, al apelar a los profetas, Jesús y los discípulos


expresan su convicción de que el don del Espíritu es
una experiencia carismática o vocacional. Es decir, el
Espíritu Santo está sobre Jesús ungiéndolo para
predicar el evangelio y después sobre los discípulos
llevándolos a profetizar. Es notable que al identificar
el don del Espíritu el día de Pentecostés con la
profecía de Joel, en vez de citar una de la numerosas
referencias proféticas a la morada y la renovación
interior del Espíritu, Pedro cita el único texto profético
que habla explícitamente de un derramamiento
carismático del Espíritu sobre la comunidad del pueblo
de Dios.
Terminología Septuagintal en Lucas-
Hechos
En comparación con Juan y Pablo, Lucas tiene una terminología distintiva para la actividad del
Espíritu Santo. LucasHechos carece de la terminología tan característica de Juan como “el Espíritu
de verdad” y “el Consolador” (paracleto). También carece de la terminología típica de Pablo, tal
como “el fruto del Espíritu”, “los dones del Espíritu” y “el sello del Espíritu”. No sólo está ausente
en los escritos de Lucas la terminología característica de Juan y Pablo, sino que la terminología
frecuente en Lucas no aparece o es rara en la literatura de Juan y Pablo. Reflejando una herencia
diferente de Juan y Pablo, Lucas a menudo describe la actividad del Espíritu Santo en terminología
septuagintal. Esa influencia de la Septuaginta sobre la terminología de Lucas para la actividad del
Espíritu Santo se muestra en el Capítulo 2. Los datos que hemos esbozado nos llevan a dos
conclusiones. En primer lugar, aunque Lucas no se limita a la terminología septuagintal, claramente
tiene una deuda con la Biblia griega para la terminología más distintiva con la cual describe la
actividad del Espíritu Santo. Sin embargo, aunque Lucas está en deuda con la Septuaginta para
mucha de su terminología, no es unimitador servil. Más bien, describe de manera creativa la
actividad del Espíritu Santo en la época del Nuevo Testamento en términos de su herencia bíblica y
teológica. En segundo lugar, esa terminología septuagintal en Lucas-Hechos describe la misma
clase de experiencia para Lucas que describía para los traductores de la Septuaginta. Se trata de la
actividad carismática del Espíritu 118 entre la compañía del pueblo de Dios. Por consiguiente, esa
terminología no describe lo que los intérpretes contemporáneos llaman iniciación o incorporación.
Motivos Carismáticos
El motivo de la transferencia del Espíritu, tan característica de la época del Antiguo Testamento, también es prominente en Lucas-
Hechos, particularmente en la transferencia del Espíritu Santo de Jesús a los discípulos. Aunque el evangelio comienza con un
torrente de la actividad del Espíritu Santo desde el bautismo de Jesús hasta su ascensión, el Espíritu se concentra sólo en Jesús. Según
informa Lucas, Él está lleno del Espíritu Santo, es dirigido por el Espíritu y ministra en el poder del Espíritu (Lucas 4:1,14). El relato
de Lucas recuerda las descripciones programáticas del don del Espíritu a Moisés y Elías, y pone de manifiesto lo que es implícito en
la afirmación de mesiazgo de Jesús: Él es el único portador del Espíritu. Después de llegar a ser el ungido del Señor, o el único
portador del Espíritu en su bautismo, Jesús se convierte en el dador del Espíritu a los discípulos el día de Pentecostés. Esa
transferencia del Espíritu del Señor resucitado y exaltado a sus discípulos es sorprendentemente similar a la transferencia del Espíritu
de Moisés a los ancianos. En los dos casos hay una transferencia del Espíritu de un individuo a un grupo. Además, en ambos casos la
transferencia del Espíritu resulta en un torrente de profecía. Esa transferencia del Espíritu a los discípulos el día de Pentecostés
cumple en potencia el deseo de Moisés de que todo el pueblo de Dios sean profetas, pues con el don del Espíritu a los discípulos ha
surgido la era de la función profética de todos los creyentes. Ya que el día de Pentecostés representa la transferencia del Espíritu de
Jesús a los discípulos, debe de tener un significado para ellos similar al que tuvo el don bautismal del Espíritu para Jesús. Aunque
Lucas emplea terminología diferente en cada narrativa, en cuanto a su función, el don del Espíritu a los discípulos es quivalente a la
unción de Jesús por el Espíritu, inaugurando y capacitando sus ministerios respectivos. Por consiguiente, como fue en la epóca del
Antiguo Testamento y para el ministerio de Jesús, el don del Espíritu a los discípulos el día de Pentecostés es principalmente
vocacional tanto en propósito como en resultado
Transferencia del
Espíritu
La transferencia del Espíritu Santo también tiene lugar después del día de
Pentecostés. En Samaria, Simón vio que se daba el Espíritu mediante (δια) la
imposición de las manos de los apóstoles (Hechos 8:18). En Damasco, Ananía
impuso las manos a Saulo para que éste volviera a ver y fuera lleno del
Espíritu Santo (Hechos 9:17). En Éfeso, cuando Pablo puso las manos sobre
los discípulos, el Espíritu Santo vino sobre ellos y hablaron en lenguas y
profetizaron (Hechos 19:6). El don del Espíritu a la casa de Cornelio, que es
independiente de la imposición de manos, recuerda la transferencia del
Espíritu de Moisés a los líderes. No sólo es el motivo de transferencia del
Antiguo Testamento característica del don del Espíritu Santo en Lucas-
Hechos, sino que el motivo complementario de la señal también es
prominente en Lucas-Hechos. Lucas, sin embargo, no emplea la terminología
septuagintal de la señal. No obstante, el motivo de la señal es evidente en los
fenómenos visuales y audibles que acompañan el don del Espíritu Santo. Por
ejemplo, Mateo, Marcos y Juan simplemente informan que el Espíritu
descendió "como paloma" 120 (Mateo 3:16; Marcos 1:10; Juan 1:32),
mientras que Lucas informa que el Espíritu descendió "en forma corporal,
como paloma" (Lucas 3:22). Al agregar ese detalle, Lucas subraya que el
descenso del Espíritu sobre Jesús no es visionario; es una manifestación
externa, física y objetiva del Espíritu. Concomitante con el descenso del
Espíritu y la voz del cielo, entonces, son las señales visibles y audibles que
confirman la unción o mesiazgo de Jesús.
Lucas
De la misma manera que se confirma la unción de Jesús mediante señales visibles y
audibles, también se confirma la transferencia del Espíritu Santo a los discípulos el día
de Pentecostés mediante señales visibles y audibles. Lucas escribe: Y de repente vino
del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa
donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego,
asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen
(Hechos 2:2-4). La señal visible son las lenguas de fuego y las señales audibles son los
sonidos del viento y de los discípulos que hablan en otras lenguas. Como observa
Pedro en su discurso de Pentecostés, la transferencia del Espíritu es una experiencia
que la multitud podía tanto ver como oír (Hechos 2:33). El motivo de la señal también
es característico del relato de Lucas del don del Espíritu Santo a los samaritanos, a la
casa de Cornelio y a los efesios. Después que los samaritanos habían recibido el
Espíritu Santo, "vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se
daba el Espíritu Santo" (Hechos 8:18). 121 Después de oír la casa de Cornelio hablar
en lenguas, "los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron
atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo"
(Hechos 10:45). Pedro informa después que Dios "les dio testimonio (εµαρτυρησεν),
dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros" (Hechos 15:8). De un modo
parecido, el Espíritu Santo vino sobre los discípulos en Éfeso, "y hablaban en lenguas,
y profetizaban" (Hechos 19:6). El énfasis repetido de Lucas en "ver" y "oír" demuestra
el predominio del motivo de la señal para su teología del Espíritu Santo. En su
terminología, los fenómenos visibles o audibles "dan testimonio" del don del Espíritu.
Aunque el don vocacional del Espíritu Santo en Lucas-Hechos es
consecuente con la época del Antiguo Testamento, diferencias significativas
distinguen la actividad del Espíritu en la era mesiánica de su actividad en
tiempos anteriores. En la época del Antiguo Testamento, y aun en la era del
evangelio, la actividad del Espíritu se limita a líderes escogidos. Desde
Pentecostés en adelante, sin embargo, el don vocacional del Espíritu es
potencialmente universal. Las narrativas de Lucas de Samaria, Cornelio y
Éfeso ilustran el carácter universal del don vocacional del Espíritu. Además,
el Mesías sustituye a la nación como el objeto de la actividad vocacional del
Espíritu. Por ejemplo, Juan es lleno del Espíritu, pero sólo para dotarlo para
su papel de precusor del Mesías venidero. En su bautismo, Jesús se convierte
en el único portador del Espíritu, y el día de Pentecostés llega a ser el dador
del Espíritu. El Espíritu Santo 122 se identifica tan intimamente con la
persona y el ministerio de Jesús que es “el Espíritu de Jesús” (Hechos 16:7,
NVI). Con la modificación de que la actividad vocacional del Espíritu es
ahora universal en potencia y que su nuevo fin es la misión en marcha del
Mesías, el don del Espíritu es consecuente con el modo en que Dios siempre
ha derramdo su Espíritu sobre sus siervos. Además, a diferencia de la época
del Antiguo Testamento, cuando no había personalización del Espíritu de
Dios, en Lucas-Hechos el Espíritu Santo es plenamente personal. Por
ejemplo, se le puede mentir al Espíritu (Hechos 5:3ss.) y el Espíritu puede
hablar (Hechos 10:19)

La teología carismática de Lucas-Hechos como única en comparación con


la teología carismática del Antiguo Testamento
La dimensión carismática
del don del Espíritu en
Lucas-Hechos
Lucas debe a Jesús su entendimiento del propósito vocacional del don del
Espíritu Santo. En palabras programáticas para la subsiguiente misión de los
discípulos, Jesús les informa: “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). En ese dicho dominical
Lucas da sus lectores la clave para interpretar el propósito del don del
Espíritu, no sólo a los discípulos el día de Pentecostés sino también en todo
Lucas-Hechos. Si el relato de Lucas refleja precisamente la enseñanza de
Jesús en cuanto al propósito del don del Espíritu Santo, el resultado de recibir
el Espíritu será consecuente con el propósito. Donde Lucas documenta el
resultado hemos observado que así es, no sólo para el don del Espíritu a través
de Hechos sino también para la actividad del Espíritu en el evangelio. Ya sea
que se le da el Espíritu a Juan como niño no nacido, a Jesús en el Jordán, a los
discípulos el día de Pentecostés, o a Saulo en Damasco, el modelo es
constante: el don del Espíritu siempre resulta en misión. Ya que Lucas
describe el don del Espíritu a los samaritanos, a la casa de Cornelio y a los
efesios en términos parecidos, el resultado vocacional es implícito aquí
también. Aunque podamos buscar en vano en los escritos de Lucas directivas
para la llamada experiencia cristiana normativa, sí encontramos un modelo
invariable para el don del Espíritu en la historia que se desarrolla de la
inauguración y extensión del evangelio: el don del Espíritu siempre precede a
la misión o la vocación y las lleva a cabo.
Específicamente, el don carismático es
profético.
En términos específicos, el don carismático del Espíritu Santo en Lucas-
Hechos es a menudo profético. Lucas emplea el término profeta(s) para
Juan el Bautista, Ana (profetisa), Jesús, Agabo y compañeros, ciertos
discípulos en Antioquía, Judas y Silas y las cuatro hijas de Felipe
(profetisas). Aunque Lucas no los llama así, sin duda se debe considerar a
muchos otros como profetas. Entre ellos están todos los que son llenos del
Espíritu, el término técnico de Lucas para describir inspiración profética.
También incluye personas como Pedro (Hechos 10:19) y Pablo (Hechos
16:9) que experimentan visiones y sueños, el modo auténtico de revelación
profética (Números 12:6; Joel 2:28ss.). Esos profetas toman parte en
diversas actividades a través de Lucas-Hechos: exhortación (Lucas 3:18),
realización de milagros (Lucas 7:14–16; Hechos 2:43;3:1ss.;5:15;6:8;8:13;
etcétera), predicción (Hechos 11:28;21:10ss.), juicio (Hechos 8:20; 13:9) y
adoración (Lucas 1:68; Hechos 2:47; y otros). El gran número de profetas
nombrados y la frecuencia relativa de profecía en Lucas-Hechos es
consecuente con la universalidad de la actividad profética del Espíritu en la
era mesiánica.
Consagración y capacitación:
Ungido/bautizado y lleno del Espíritu

Como hemos visto, Lucas describe el don del Espíritu con


diversos términos, por ejemplo: lleno, ungido, investido,
bautizado y capacitado por el Espíritu. Aunque esos y otros
términos describen el don carismático del Espíritu, hay que
hacer una doble distinción. Los términos “ungido” y
“bautizado” describen la obra consagrante del Espíritu Santo al
inaugurar el ministerio público de uno. Los términos “lleno”,
“investido” y “capacitado” describen la dotación por el Espíritu
para ese ministerio. Aquí, entonces, está la distinción entre el
carácter “de una vez por todas” y repetitivo del don del Espíritu.
La consagración por el Espíritu es “de una vez por todas”,
mientras que, según se presenta la necesidad, la dotación por el
Espíritu es repetitiva,
El Carácter
Experimental del Don
Carismático.
Hasta el punto que Lucas lo menciona de manera explícita, el don carismático del
Espíritu Santo en Lucas-Hechos es siempre un fenómeno experimental. Así es para
Elisabet, Zacarías, Jesús, los discípulos el día de Pentecostés, la casa de Cornelio y
los discípulos en Éfeso. En todo Lucas-Hechos, entonces, el don del Espíritu para
vocación nunca es un asunto de fe-percepción, sino que siempre es una experiencia-
realidad. El intento perjudicial de romper el vínculo entre recibir el Espíritu por fe y
recibir el Espíritu por experiencia, con la presunción de que la fe es superior a la
experiencia e independiente de ella, no se puede armonizar con el relato de Lucas del
don del Espíritu. Despreciar la dimensión experimental del don del Espíritu es, en la
terminología de Pablo, apagar al Espíritu (1 Tesalonicenses 5:19). Surge de la
investigación una nueva descripción del don del Espíritu Santo en Lucas-Hechos:
Lucas relata el don del Espíritu con servicio y testimonio, es decir, con vocación. En
otras palabras, en la teología del Espiritu Santo de Lucas, la actividad del Espíritu es
siempre carismática tanto en propósito como en resultado. La teología carismática de
Lucas se caracteriza por una herencia del Antiguo Testamento, una dimensión
experimental, actividad profética frecuente y una falta de limitaciones temporales.
Sólo los que resisten la evidencia pueden continuar interpretando el don del Espíritu
Santo en Lucas-Hechos como una experiencia de iniciación-conversión.
Debido a sus prejuicios personales y teológicos, algunos intérpretes rechazarán esta
exposición de la teología del Espíritu Santo en Lucas; no obstante, aceptarán que Lucas sí
tiene una teología carismática. Esa concesión se hace aceptable mediante una serie de
maniobras que hacen posible que el intérprete evite las implicaciones de la teología
carismática de Lucas para la experiencia cristiana contemporánea. Por ejemplo, los
intérpretes pudieran poner un límite dispensacional a la actividad carismática del Espíritu,
limitándola a la época del 126 Nuevo Testamento. Además, los intérpretes a veces califican
esa actividad carismática como anormal e insisten con urgencia en que los cristianos deben
estar contentos con el crecimiento normal hacia la madurez cristiana. Por último, en tanto
que aceptan la legitimidad de la teología carismática de Lucas, los intérpretes pudieran
relegarla a un segundo plano. Aunque a menudo van disfrazadas de erudición profunda y
piedad sincera, esas tácticas silencian o mutilan la teología carismática de Lucas. Lucas
quedaría sorprendido al aprender de intérpretes contemporáneos que, al contrario de su
teología carismática, subsiguientes generaciones de cristianos son plenametne capaces de
ministrar aparte de la capacitación carismática del Espíritu, que el cristianismo carismático
es anormal, y que el cristianismo carismático es secundario. Interpretar la teología
carismática de Lucas como dispensacional, anormal y secundaria; sin embargo, revela más
acerca de las actitudes de los intérpretes contemporáneos y las tradiciones teológicas y
eclesiásticas que defienden que acerca de la actividad del Espíritu Santo en Lucas-Hechos.
Con toda seguridad la teología del Espíritu Santo de Lucas exige una respuesta más digna
que ésa.

El Desafio de la teología Carismática de


Lucas
El testimonio del Evangelio según San Lucas es que mediante la capacitación
del Espíritu Santo Jesús fue carismático. De un modo parecido, el testimonio
de Hechos de los Apóstoles es que los discípulos fueron una comunidad
carismática. Así, en la teología de Lucas la iglesia es carismática. Eso sigue
siendo cierto no importa si la iglesia está siempre consciente de su carácter
carismático, y no importa si funciona al nivel de su potencial carismático.
Tradicionalmente la iglesia ha sospechado de la experiencia carismática.
Aunque en apariencia afirmen el carácter carismático de la iglesia, en
realidad algunas tradiciones cristianas “menosprecian las profecías” y
“apagan al Espíritu”. Por contraste, en este siglo los pentecostales y
carismáticos han promovido la manifestación de la actividad carismática del
Espíritu Santo. Sin embargo, a menudo han encontrado oposición amarga al
respecto. La iglesia contemporánea está actualmente en un punto muerto en
lo concerniente a la doctrina del Espíritu Santo. Hay poco diálogo
constructivo entre cristianos con puntos de vista opuestos. Más bien, para
descrédito de todas las partes, la sospecha, la hostilidad y la intolerancia
caracterizan la relación entre los que tienen puntos de vista opuestos sobre la
validez de la experiencia carismática para hoy. Debido al carácter carismático
de la Iglesia, es indispensable que todas las tradiciones de la Iglesia estudien
de nuevo su doctrina y experiencia del Espíritu a la luz de la teología
carismática de Lucas. Por ejemplo, los anticarismáticos deben reconocer que
Lucas enseña principalmente una teología carismática, y que esa es una
experiencia válida para la iglesia contemporánea. Por otra parte, los
pentecostales y carismáticos deben recordar que el don del Espíritu no es sólo
una bendición espiritual; es una responsabilidad. Su significado se extiende
más allá de la sala de oración y el culto de adoración a un mundo que necesita
oír una voz profética juntamente con la demostración del poder del Espíritu.
La literatura revela tres dimensiones principales de la actividad del Espíritu Santo:
1) Salvación
2) Santificación
3) Servicio.
Esas dimensiones son interdependientes y complementarias. Sin 128 embargo, en el desarrollo de la teología protestante, la tradición
reformada ha subrayado la actividad del Espíritu en iniciación conversión, la tradición wesleyana posteriormente ha recalcado la actividad
del Espíritu en santidad o santificación, y la tradición pentecostal por fin ha hecho hincapié en la actividad carismática del Espíritu en
adoración y servicio. Es la triste lección de la historia de la Iglesia y de la experiencia contemporánea que la actividad carismática del
Espíritu Santo no puede florecer en un clima que es hostil o indiferente a esa dimensión de la actividad del Espíritu. Así, la teología
carismática de Lucas desafía las tradiciones reformadas y wesleyana a añadir la actividad carismática del Espíritu a sus experiencias del
Espíritu de iniciación-conversión y santidad.

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