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Los Atributos de

Dios
Maestro Joel Rivera
Nació el 19 de diciembre en Edimburgo (Escocia), hijo de padres judíos. Sus primeros años los pasó en
una escuela hebrea en la sinagoga de su ciudad junto a los rabinos que le enseñaron el Antiguo
Testamento y las tradiciones judías. A los 14 años aprendió el idioma francés sin ayuda de profesor,
consultando libros de la biblioteca. Durante la 1ª Guerra Mundial sirvió como intérprete a los
americanos en Francia. A la edad de 17 años emigró a Nueva York (EE.UU.) junto a su familia y de allí
pasaron a San Francisco. En esta ciudad se convirtió al Evangelio, después de asistir varios meses a los
cultos pentecostales de la “Misión Buenas Nuevas”, a la que fue atraído por una canción. Allí
experimentó también el bautismo pentecostal del Espíritu Santo.

Estudió en el Central Bible Institute (Springfield, Missouri) de las Asambleas de Dios. Recibió su
graduación en 1925 y fue invitado a unirse a la facultad de profesores del mismo. Lo que hizo durante
14 años.

Se casó con Irene Graves, hija de uno de los pioneros del movimiento pentecostal: F.A. Graves (1856-
1927). Tuvieron tres hijos.

Durante años editó diversas publicaciones, tradujo varios libros y fue autor de revistas para la Escuela
Dominical, tanto para profesores como para alumnos de clase adulta. Durante la 2ª Guerra Mundial
fundó un periódico de nombre Reveille, destinado a la evangelización de los soldados, el cual fue
instrumento para llevar a muchos a Cristo.

En 1937 escribió Knowing the Doctrines of the Bible, una de las primeras obras de teología sistemática
escrita desde la perspectiva pentecostal. Ningún volumen de teología sistemática ha desafiado la
influencia de Pearlman en el campo misionero pentecostal. Es el manual teológico clásico, sin rival, en
la obra misionera para la enseñanza y preparación de obreros pentecostales nacionales. En lenguaje
sencillo y con planteamientos competentes ofrece una teología seria y respetuosa de todos los puntos
doctrinales que bosqueja, buscando siempre una síntesis en puntos tan complejos como el calvinismo y
el arminianismo. Tiene un buen acopio de material pero, desgraciadamente, nunca se cita la procedencia
de las obras empleadas.
Introducción

Puesto que Dios es un ser infinito, es imposible para criatura alguna conocerlo exactamente tal cual es. No obstante, se ha dignado
amorosamente revelarse en un idioma que podemos entender, y esa revelación está contenida en las Escrituras. Por ejemplo, Dios dice
de sí mismo: “Yo soy santo.” Por lo tanto podemos decir que Dios es santo. La santidad es entonces un atributo de Dios, porque la
santidad es una cualidad que le podemos atribuir o asignar a Dios. De manera entonces que podemos regular nuestros pensamientos e
ideas con respecto a Dios con la ayuda de la revelación que Dios ha dado de sí mismo.
¿Qué diferencia hay entre los nombres de Dios y los atributos de Dios? Los nombres de Dios expresan su ser todo, mientras que sus
atributos indican varias facetas o aspectos de su carácter.
Hay muchas cosas que se pueden decir de un ser tan elevado, excelso, como Dios, y nuestra tarea quedara facilitada si clasificamos sus
atributos. El comprender a Dios con amplitud, en sentido absoluto, equivaldría a tratar de encerrar el Océano Atlántico en una taza.
Pero El se ha revelado lo suficiente como para satisfacer nuestra capacidad mental. La clasificación siguiente quizá sea útil:
1. Atributos no relacionados, es decir, lo que Dios es en sí mismo, aparte de la creación. Responden a la siguiente pregunta: ¿Qué
cualidades caracterizaron a Dios antes de existir lo creado?
2. Atributos activos, o lo que Dios es con relación al universo.
3. Los atributos morales, o lo que Dios es con relación a sus seres morales.

Myer Pearlman, Teología Bíblica y Sistemática (Miami, FL: Editorial Vida, 1992), 41–42.
Atributos no relacionados con la naturaleza interior de Dios

-Espiritualidad

Dios es un Espíritu con personalidad (Juan 4:24). Piensa, siente, habla y por lo tanto puede mantener comunicación directa con sus criaturas
hechas a su imagen. Como Espíritu, Dios no está sujeto a las limitaciones que por tener cuerpo sufren los seres humanos. No posee
miembros corporales o pasiones, no está compuesto de elementos materiales, y no está sujeto a las condiciones de la existencia natural. De
ahí que no pueda ser visto con ojos naturales o comprendido por los sentidos naturales.
Esto no implica que Dios viva una existencia indefinida, oscura, insubstancial, pues el Señor Jesús se refiere “a su parecer” (Juan 5:37;
compare con Filipenses 2:6). Dios es una Persona verdadera, pero de naturaleza tan infinita que no puede ser comprendido a la perfección
por la mentalidad del hombre, ni descrito en forma adecuada por el lenguaje humano.
“A Dios nadie le vio jamás,” declara Juan (Juan 1:18; compare Exodo 33:20); sin embargo, en Exodo 24:9, 10 leemos que Moisés y ciertos
ancianos “vieron al Dios de Israel”. No hay contradicción alguna. Juan quiere decir que nadie ha visto jamás a Dios tal cual es. Pero sabemos
que el espíritu puede manifestarse en forma corporal (Mateo 3:16); por lo tanto Dios puede manifestarse a sí mismo en una forma que
puede ser entendido o comprendido por el hombre. Dios describe también su personalidad infinita en un idioma entendido por la mente
finita; de ahí que la Biblia hable de Dios diciendo que tiene manos, brazos, ojos y oídos; que ve, siente, oye, se arrepiente y así
sucesivamente.
Pero Dios es inescrutable. “¿Descubirás tú los secretos de Dios?” (Job 11:7). Nuestra respuesta debe ser la siguiente: “No tenemos nada con
qué sacarla, y el pozo es hondo” (Juan 4:11).

Myer Pearlman, Teología Bíblica y Sistemática (Miami, FL: Editorial Vida, 1992), 42.

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