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Unidad 4

• Líneas Rectoras del Nuevo Sistema


Procesal Penal.
• Problemas Generales Comunes: Ministerio
Público, Poder Judicial, Policía Nacional,
Defensa.
1. LÍNEAS RECTORAS DEL NUEVO SISTEMA PROCESAL PENAL:
El nuevo modelo procesal así como sus instituciones se edifican sobre la base del modelo
acusatorio, cuyas grandes líneas rectoras son:

1.1. Determinación de los roles: separación de funciones de investigación y de


juzgamiento, así como de la defensa. La distribución de este trabajo en el sistema de
justicia penal era impostergable, no solo por el fundamento constitucional, sino
porque era la única forma de hacerlo operativo en la práctica, para que así, se obtenga
un resultado eficaz, en cumplimiento del Principio de Imparcialidad, ya que si el fiscal
es el titular del ejercicio de la acción penal publica y quien tiene además la carga de la
prueba, quién mejor que él para plantear la estrategia de investigación y desarrollarla
conjuntamente con la Policía, formulando sus hipótesis y conclusiones al
conocimiento de una noticia criminal.
Es interesante, respecto a que la existencia de la Investigación Preliminar a cargo del
Ministerio Público, sólo es posible en el marco de un sistema penal inspirado en el
Principio Acusatorio, ya que surge como consecuencia necesaria de la adopción de
aquella forma de enjuiciamiento; cuando se separa definitivamente la función
requirente-investigadora-acusadora de la persona del Juez, y se la encomienda al
Ministerio Público (órgano natural para ejercer la pretensión represiva), resulta claro
que la tarea preliminar al eventual ejercicio de la acción penal debe quedar en manos
del mismo órgano requirente que no es otro que el propio Ministerio Público.

El Defensor y el Imputado, ejercen


El Fiscal investiga y acusa, El Juez decide, todos los derechos de defensa.
No decide. No puede investigar.
1.2. Rol fundamental del Ministerio Público. En su nuevo rol la figura del fiscal se
fortalece, asumiendo una acción protagónica como director de la investigación, que
liderará trabajando en equipo con sus fiscales adjuntos y la policía, diseñando las
estrategias que se aplicarán para la formación del caso y, cuando así corresponda,
someterlo a la autoridad jurisdiccional. Esta nueva actitud conlleva a que en el proceso
ya no se repitan las diligencias.

Si bien el Nuevo Código Procesal Penal otorga a


todos los operadores jurídicos una serie de
funciones, consideramos que al Fiscal le facilita la
posibilidad de efectuar una racionalización en el
tratamiento de los casos que ingresan a su despacho,
siempre, por cierto, aplicando con arreglo a la ley y
respetando los derechos que le son inherentes a los
sujetos procesales.
1.3. El Juez asume unas funciones, entre otros, de control de garantías de los derechos
fundamentales de los sujetos procesales. Efectivamente, el Nuevo Código Procesal
Penal le encomienda el control de la investigación realizada por el fiscal, en tanto se
cumplan con los plazos y el tratamiento digno y adecuado a las normas de los sujetos
procesales.

De modo que la víctima o imputado que cree que se han vulnerado sus derechos
procesales en la investigación, cuya dirección le compete al fiscal, puede acudir al juez
para que proceda de acuerdo a ley.

Es interesante mencionar que el ejercicio de las funciones del juez no debe limitarse a
convalidar formalmente las solicitudes del Ministerio Público, sino que debe asumir un
papel activo en defensa de los derechos del imputado y de las demás partes. El control
judicial de la investigación llevada a cabo por el fiscal, debe ser efectivo para que
realmente cumpla con la función de garantía que tiene encomendada y para que el
nuevo sistema procesal sea operativo.
1.4. El proceso penal común se divide en tres fases: Investigación Preparatoria, Etapa
Intermedia y Juzgamiento. La primera fase la conduce el Ministerio Público; la
segunda, el juez de la investigación preparatoria; y la tercera, el juez penal (juez
unipersonal o un tribunal colegiado). Este modelo de proceso penal, llamado común, es
el proceso tipo que contempla en Código Procesal Penal.
1.5. El fiscal solicita las medidas coercitivas. A diferencia del anterior sistema procesal, en
el sistema acusatorio que imprime este nuevo Código Procesal Penal, se faculta al
Ministerio Publico a requerir las medidas coercitivas, sean estas personales o reales.
De este modo, cuando el fiscal considere que es necesario, en una investigación imponer una
medida coercitiva, así lo hará saber al juez. Entonces, esta facultad debe ser manejada con
mucha cautela y cuidado por el fiscal, porque de lo que solicite se van a afectar derechos y
bienes jurídicos importantes para la persona contra quien se requiera, y para ello debe actuar
con razonabilidad y proporcionalidad.
1.6. El juzgamiento se desarrolla conforme a los principios de contradicción e igualdad
de armas. Esta fase la conduce el juez y permite que el fiscal sustente su acusación, lo
que posibilita que la defensa pueda contradecir dicho argumento en un plano de
igualdad procesal, equilibrando la balanza, donde el juzgador demuestra su absoluto
respeto y cumplimiento al Principio de Imparcialidad.

Aparte de la Oralidad e Inmediación, el


Principio de Contradicción, inherente al
derecho de defensa, es otro principio esencial
en la práctica de la prueba, al permitir a la
defensa contradecir lo sostenido por el fiscal.
El profesor Florencio Mixán Mass ha señalado que el contradictorio en audiencia se
concreta -entre otras modalidades- poniendo en conocimiento de los demás sujetos
procesales el pedido o medio de prueba presentado por alguno de ellos; por ejemplo, la
oportuna y eficaz práctica del Principio del Contradictorio entre el acusador y el
acusado hace necesario que este tenga un defensor versado en las ciencias penales para
que lo oriente adecuadamente durante la audiencia y pueda contraponer argumentos
técnicos-jurídicos a los que esgrima el acusador.

Finalmente, según la concepción moderna, la igualdad


de armas exige que las partes puedan presentar el caso
bajo condiciones que no impliquen ninguna posición
desventajosa respecto de la contraparte. Ello depende
tanto de la apariencia exterior como de la elevada
sensibilidad respecto de una equitativa administración de
justicia.
1.7. La garantía de la Oralidad es la esencia misma del juzgamiento. Esta garantía de la
oralidad permite que los juicios se realicen con inmediación y publicidad. La oralidad
es un instrumento, un mecanismo previsto para garantizar ciertos principios básicos
del juicio penal. La oralidad representa fundamentalmente un medio de comunicación:
la utilización de la palabra hablada, no escrita, como medio de comunicación entre las
partes y el juez, y como medio de expresión de los diferentes órganos de prueba.

Todas las decisiones que adopten los órganos


jurisdiccionales del nuevo modelo serán tomadas a
través de lo que escuchen, se enteren e informen de lo
que alegue cada parte, y este será público e inmediato.
De ahí que la litigación oral debe ser construida y
aprehendida por quienes deben sustentar sus
pretensiones en audiencia.
1.8. La libertad del imputado es la regla durante todo el proceso, privarlo de su libertad
es su excepción. En el marco de un auténtico Estado de derecho, la privación de la
libertad ambulatoria anterior a la sentencia condenatoria solo puede revestir carácter
excepcional. Junto al derecho a la presunción de inocencia, y como lógica
consecuencia de este, aparece que la prisión preventiva debe regirse por el principio de
excepcionalidad. A la vez, la excepcionalidad emerge de la combinación entre el
derecho a la libertad y la prohibición de aplicar una pena que elimine totalmente dicho
derecho.

Esta propuesta del nuevo modelo procesal, de considerar como regla general la libertad
del imputado, ha generado una serie de críticas, sobre todo de parte del sector policial
y de algún sector de la ciudadanía, con la excusa de la seguridad ciudadana. Creemos
que luego de un tiempo se tiene que realizar un balance respecto a este tema y evaluar
las ventajas y desventajas que ello trae, y de ser el caso se deben de hacer algunos
ajustes al respecto.
1.9. Diligencias irrepetibles. Con el nuevo modelo no se permite la repetición de diligencias
que ya han sido realizadas con anterioridad, y excepcionalmente es permitido cuando las
razones así lo justifican, cuando surja algún dato posterior y tenga que aclararse ese dato o
porque se tenga que subsanar un grave defecto en su actuación. En el sistema anterior
había toda una repetición de diligencias, desde manifestación policial, indagación fiscal e
instructiva (la cual se toma al imputado). Incluso se repetía su declaración en el juicio oral,
si se trataba de un proceso penal ordinario. Esto dificultaba la labor judicial, toda vez que
pasaban muchos meses y el imputado o el agraviado olvidaban algunos detalles de lo que
había ocurrido.

1.10. Se establece la reserva y el secreto en la investigación. Entendemos como reserva de la


investigación cuando esto implica el mantenimiento en la esfera particular de los sujetos
procesales del contenido de la investigación, con exclusión de los demás que no son
considerados como sujetos procesales; mientras que el secreto de la investigación significa
el desconocimiento de una diligencia o documento de la investigación de los sujetos
procesales por un tiempo prudencial.
1.11. Nueva organización y funciones de los jueces y fiscales. Este nuevo modelo
implementado por el Código Procesal Penal ha modificado sustancialmente la
estructura, organización y funciones del sistema de justicia penal. Así, como se verá
más adelante, la Fiscalía de la Nación ha incorporado la Fiscalía Corporativa, con la
figura del fiscal coordinador. Ocurre lo mismo en el Poder Judicial con los jueces de la
investigación preparatoria, unipersonal y órgano colegiado.
2. PROBLEMAS GENERALES COMUNES:

Siguiendo los estudios de la reforma procesal penal en Latinoamérica, vamos a encontrar


temas de coincidencia que en toda implementación suelen ocurrir. De modo que los
problemas más frecuentes tienen que ver con el cambio de mentalidad y la lógica que
impregna este nuevo proceso penal que aterriza en un modelo de corte acusatorio con
rasgos adversativos.

Para entender en toda su magnitud cuál o cuáles son las causas que originan los obstáculos o
escollos en la aplicación práctica de este nuevo sistema, el sujeto procesal tiene que vivirlo
y sentirlo para que con razón y autoridad pueda proponer las pautas o criterios de solución.
Quién mejor que él y no otro. Si bien la crítica constructiva ayuda, y mucho, esta debe servir
para conjugarlo con la experiencia, pues al final saldrá un producto de consenso que
contribuya en la eficacia de la norma procesal penal.
Los problemas de carácter general que se pueden advertir con ocasión de la implementación
del Nuevo Código Procesal Penal en los integrantes del sistema de justicia penal son los
siguientes:

2.1. Ministerio Público:

Los fiscales deben entender y aprehender este nuevo sistema procesal penal que involucra,
en primer lugar, un cambio de mentalidad (de la inquisitiva a la acusatoria), y en segundo
lugar, un cambio de actitud (corporativización). Bien señala el jurista Pablo Sánchez
Velarde, que se debe tomar conciencia de que la reforma de la justicia, sobre todo la penal,
además de requerir un cambio de mentalidad, necesita ser asumida como un problema
cultural.
El sentido de la corporativización implica que los fiscales deben asumir su rol en dicho
sentido, esto es, compartir el trabajo, las preocupaciones, inquietudes y las
responsabilidades, en suma, un trabajo en equipo, dejando de lado el equivocado concepto
de que uno es «dueño» de su despacho y jefe único de las personas a su cargo. El fiscal no es
conocedor único e insustituible de los casos que se le asignan. Esta corporativización tiene
sentido también si se llega a una estandarización de las decisiones fiscales, esto es unificar
criterios.

Para ello es necesaria la reunión plenaria periódica


donde se debatan y analicen temas y casos. Luego de
ello, las reuniones con los jueces, policía y abogados
defensores, en procura de una mejor operatividad del
Código Procesal Penal. Esto significa acostumbrarse a
trabajar en equipo.
El nuevo Código Procesal Penal confiere al Ministerio Público un perfil propio diferenciado del
sistema inquisitivo y convirtiéndolo en el motor del nuevo sistema, al tener la conducción de la
investigación, realizar la persecución del delito, ejercer la titularidad de la acción penal pública,
representar a la sociedad en los juicios orales, la responsabilidad de promover la solución de
conflictos (salida alternativa), reparación efectiva a las víctimas y la asistencia a los testigos,
dirigir nuevos sistemas de gestión, tener capacidad de controlar y monitorear el flujo de casos de
todo el sistema.

Como sabemos, la organización de las fiscalías que


asumen el reto del Código Procesal Penal son las
fiscalías provinciales corporativas bajo la tutela de un
Fiscal Provincial Coordinador cuya gestión debe
propender la eficacia y eficiencia de los despachos
fiscales. En dichos despachos están los de decisión
temprana y los de investigación.
Finalmente, en los fiscales debe haber un cambio de actitud frente a los otros operadores de
justicia penal, sobre todo, con la Policía, ya que de la relación que establezca entre ambos va
a depender el éxito o fracaso de una investigación.

En conclusión, el fiscal que


conozca de las técnicas de
investigación, negociación y de
litigación oral no tendrá ningún
problema en aplicar con total
suficiencia el nuevo modelo
procesal penal acusatorio.
2.2. Poder Judicial:

Superar algunos rasgos de la tradición inquisitiva e insertarse en este nuevo molde procesal,
asumiendo su rol de fallo y de control de las garantías procesales fundamentales.

El juez debe entender que ya no es más el “amo y señor" de la investigación y que existe un
organismo autónomo e independiente como el Ministerio Público, que ha sido creado y
encargado para la investigación.

Bien anota el autor Pablo Talavera Elguera, que una de las


características de la asunción de un modelo acusatorio o
adversativo es el abandono del juez como órgano de
investigación, que concentraba en su persona las funciones
de averiguación y las de decisión sobre medidas restrictivas
o limitativas de derechos.
2.3. Policía Nacional:
Falta de apoyo presupuestario, logístico, personal humano y tecnológico. Esta situación incide en
el personal policial.

Asimismo, la Policía debe interiorizar el nuevo modelo procesal penal, pues el éxito o el fracaso
de una investigación dependen de la relación o binomio policía-fiscal, y ambos deben estar
compenetrados con este sistema de justicia penal.

El complejo escenario ofrecido hasta el momento por el modelo inquisitivo varía


sustancialmente con la vigencia del Nuevo Código Procesal Penal, puesto que se confiere, por un
lado, el monopolio del ejercicio de la acción penal al Ministerio Público, y por otro lado, se le
permite al fiscal asumir, en términos fácticos, la dirección funcional de la investigación en la
denominada etapa preparatoria

De esta manera, se establece claramente que la policía constituye un auxiliar importante para la
labor del Ministerio Público en la definición y ejecución de estrategias de la investigación del
delito.
Pero uno de los pretextos de los detractores del nuevo sistema procesal, es que el
responsable del incremento de la inseguridad ciudadana viene a ser la implementación del
Código Procesal Penal del 2004, “con sus exageradas garantías para el procesado”; pero
proceso penal es sin duda el instrumento último de la política pública de seguridad, aunque
naturalmente no es el único medio con que el Estado se dota para garantizar la seguridad, ni
siquiera puede considerarse el más importante; se trata de una pieza más que se debe diseñar
junto con toda una batería de medidas de política criminal de muy diversa índole, tanto
preventiva como represiva, que han de adoptar los poderes públicos.

Esta postura incide en la labor policial en forma injustificada, toda vez que, aparentemente,
los derechos del imputado no permitirían concretizar en forma idónea una investigación.
2.4. Defensa:

La defensa pública como la particular o privada, vienen cumpliendo un rol preponderante en


el trámite de los casos, al permitir que se materialice que los procesos penales concluyan
anticipadamente por las salidas tempranas, denominados “procesos especiales”.

No obstante, creemos que muchos


abogados deben cambiar de mentalidad
e insertarse en este modelo acusatorio,
porque depende de la asesoría que
brinden a sus patrocinados y la
orientación legal para terminar
rápidamente un caso determinado, con
el mejor resultado legal posible.
El abogado no debe ver al policía o al fiscal como "enemigos", tampoco el policía o el fiscal
deben pensar que el abogado viene a entorpecer la investigación; por el contrario, todos los
operadores de justicia penal van a cumplir con su rol y de no hacerlo así, se advierta dicho
incumplimiento del rol establecido y se tomen las medidas del caso.

Las exigencias de la defensa son bienvenidas y ello permitirá que el fiscal y la policía sean
más acuciosos en sus casos.

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