Está en la página 1de 7

Tercer Factor: UN NUEVO TIPO DE VIDA

De acuerdo con las indicaciones que proceden de los documentos


primitivos, hay un tercer factor que forma parte del cuadro inicial de
elementos esenciales y básicos del fenómeno cristiano tal como aparece
en el escenario de la historia. Hay una palabra con la que se designaba el
tipo de vida a la que se despertaba esa comunidad animada por el Espíritu.
Pues, efectivamente, no es el fenómeno comunitario como tal el que
distingue al hecho cristiano, sino el fenómeno comunitario asumido y
vivido de un modo determinado. La palabra que indica este modo
determinado es el término griego koinonía, que corresponde en latín a
communio. Este término define en el Nuevo Testamento la estructura de
relaciones que caracteriza al grupo, especifica un modo de ser y un modo
de obrar, el modo de vivir propio de la colectividad cristiana, su manera de
relacionarse con Dios y con los hombres.
A) UN IDEAL ETICO

El texto hace referencia a un ideal ético que se manifiesta en la vida de los primeros
cristianos. Estos cristianos compartían sus recursos materiales y espirituales como una
expresión de su fe y convicciones religiosas. La tendencia a poner en común sus bienes y a
concebir en común la vida era una manifestación de su compromiso con un ideal ético de
solidaridad y generosidad.
El autor destaca que esta tendencia a compartir la vida no era forzada ni impuesta, sino que
surgía de la libertad de cada individuo y de su relación con Dios. El ejemplo de la colecta en
favor de la comunidad de Jerusalén muestra cómo los primeros cristianos se motivaban
mutuamente para mantener esta actitud generosa.
Además, se menciona la importancia de la hospitalidad como una expresión suprema de la
disposición a compartir, ya que implica poner en común toda la vida de una persona. La
hospitalidad se considera un acto de amor y servicio hacia los demás.
En resumen, el texto resalta la importancia de vivir un ideal ético de compartir y solidaridad,
motivado por la fe y la libertad individual, como se observaba en las primeras comunidades
cristianas. Este ideal se manifiesta en la generosidad, la hospitalidad y la disposición a
ayudar a los demás.
B) Una connotación institucional
El texto se refiere a la connotación institucional que adquiere la palabra "communio" o "koinonía" en el
contexto de las primeras comunidades cristianas. Además de representar una expresión ética de compartir
y solidaridad entre los cristianos, esta palabra adquiere un significado institucional que denota la
estructura social y organizativa de la Iglesia.
El autor menciona que "communio" no solo expresa la relación ética entre los cristianos, sino que también
se refiere a los factores que configuran a los cristianos como un grupo social con su propia estructura. Se
destaca un pasaje de la carta a los Gálatas en el que se menciona un gesto de comunión entre los líderes
de la Iglesia, lo que representa un acto formal de reconocimiento y participación común en la misión
cristiana.
La palabra "koinonía" o "communio" se utiliza para referirse a la Iglesia en su conjunto, como sinónimo
de "ecclesia" y para indicar la unidad del pueblo de Dios como una institución y estructura social nueva.
A medida que las comunidades cristianas crecían, estos términos también se usaban para destacar la
existencia de una unidad social orgánica en la Iglesia.
El texto señala que la tendencia a compartir con libertad se apoya en formas y estructuras estables que
proporcionan un marco para la práctica continua de la solidaridad. Así, se utilizan sinónimos como "paz"
y "ágape" para representar la unidad y el amor en las comunidades cristianas, lo que a su vez denota la
realidad de la Iglesia como una institución concreta que promueve la fraternidad y el servicio a los
necesitados.
En resumen, el texto subraya cómo la palabra "communio" adquiere tanto un significado ético de
solidaridad como una connotación institucional que representa la estructura social de la Iglesia primitiva.
c) Una expresión ritual

El tercer factor que caracteriza a la realidad eclesial como "communio" o "koinonía" es la


expresión ritual, especialmente a través de la Eucaristía. Desde los primeros tiempos, el rito
eucarístico era el signo central de la vida de la comunidad cristiana y representaba la unidad de
la Iglesia como un grupo social con una ritualidad propia. La Eucaristía era vista como la
acción de gracias y la expresión máxima de la unidad de la Iglesia.
La celebración de la Eucaristía se consideraba de gran importancia, y su valor se entendía en
términos de misterio, donde lo insondable se hacía experimentable y accesible para los
creyentes. Cristo mismo, como Dios hecho hombre, representaba este misterio accesible para
la humanidad.
La relevancia de la Eucaristía en la Iglesia primitiva se refleja en la práctica de las "cartas de
comunión", donde los cristianos viajeros recibían cartas de recomendación de sus obispos para
ser acogidos en otras comunidades cristianas y participar en la Eucaristía como signo de
unidad.
En resumen, la Eucaristía era la expresión ritual más significativa de la "communio" cristiana
y simbolizaba la unidad de la Iglesia desde los primeros tiempos.
d) Un factor jerárquico

El cuarto factor que caracteriza la "communio" o "koinonía" en la Iglesia es el factor


jerárquico. A pesar de que todos los miembros de la comunidad comparten la misma función
de reflejar la función de Jesucristo en la humanidad, se reconoce la presencia de funciones
específicas dentro de la comunidad cristiana.
En los primeros tiempos, los apóstoles desempeñaban un papel central y gozaban de una gran
autoridad moral. Entre ellos, Pedro ocupaba un lugar destacado y, según la enseñanza de
Jesús, fue designado como la "piedra" sobre la cual se edificaría la Iglesia. Esto estableció la
base para la jerarquía en la Iglesia, con los apóstoles como líderes.
Con el tiempo, se desarrollaron funciones específicas dentro de la comunidad, y surgieron los
obispos como líderes locales encargados de mantener la autoridad y la unidad en sus
respectivas comunidades. Las "cartas de paz" o "cartas de comunión" eran documentos que
reconocían la autoridad del obispo y permitían a los viajeros ser admitidos en otras
comunidades cristianas.
Además, el obispo de Roma tenía una posición especial y se consideraba como un punto de
referencia importante para todas las comunidades cristianas. Los paganos también reconocían
que un verdadero cristiano era aquel que estaba en comunión con Roma.
En resumen, el factor jerárquico fue un elemento importante en la "communio" de la Iglesia
primitiva, con los apóstoles y los obispos desempeñando funciones específicas para mantener
la unidad y la autoridad en la comunidad.
E) Un ardor por comunicar, un ideal misionero
El quinto factor que caracteriza la "communio" o "koinonía" en la Iglesia primitiva es un ardor por
comunicar y un ideal misionero. La comunidad cristiana primitiva se sentía fuertemente llamada a
comunicar el mensaje de Cristo a aquellos que aún no lo conocían, y esta dimensión misionera era esencial
en su existencia.
Desde sus inicios, la comunidad cristiana estaba dispuesta a compartir la noticia excepcional de un Dios
que se había hecho hombre y no dejaba solos a quienes le confesaban. Este fervor misionero llevó a la
rápida expansión del cristianismo por todo el Imperio romano en pocos años.
La fe de los primeros cristianos se medía por el testimonio que ofrecían a los demás y por su amor a Cristo
y a los seres humanos. El impulso comunicativo no estaba condicionado por motivaciones ideológicas o
sociales, sino que era una expresión de la caridad.
La comunicación del anuncio de Cristo a los demás era un deber determinante para la autenticidad de la
vida cristiana. El amor implica la comunicación, y la falta de amor conduce a la incapacidad de
relacionarse con los demás.
A pesar de las objeciones contemporáneas contra la actitud misionera, esta forma parte de la experiencia
del amor y no necesariamente constituye una violencia hacia quienes reciben el mensaje. La comunicación
respetuosa y apasionada de alguien que ha experimentado un gran encuentro o descubrimiento puede ser
una ayuda para quienes buscan respuestas.
En resumen, el ardor por comunicar y el ideal misionero eran fundamentales en la vida de la Iglesia
primitiva, y la comunidad cristiana estaba dispuesta a compartir su fe y el mensaje de Cristo con el mundo,
guiada por el amor y la caridad.
f) La moralidad como dinámica dentro de un camino
El sexto factor que caracteriza la "communio" o "koinonía" en la Iglesia primitiva es la moralidad como
una dinámica dentro de un camino de perfección. A pesar de que san Pablo reconoce la imperfección en
sí mismo y en la comunidad cristiana, el término "santo" se usaba frecuentemente para referirse a los
miembros de estas comunidades.
En el contexto de las comunidades cristianas primitivas, "santo" no significaba perfección absoluta, sino
que denotaba a alguien que pertenecía a la Alianza de Dios y que se esforzaba por vivir de acuerdo con la
voluntad de Dios. La moralidad cristiana se entendía como una tensión dinámica que emanaba de la
pertenencia a Cristo y de la imitación de su humanidad verdadera.
A pesar de las faltas y debilidades presentes en las comunidades primitivas, se reconocía que la
misericordia de Dios acogía y corregía a aquellos que estaban dispuestos a seguir el camino de la fe. San
Pablo y otros apóstoles a menudo reprendían a las comunidades por sus faltas, pero al mismo tiempo
ofrecían perdón y aliento para seguir adelante.
La Iglesia primitiva no se consideraba un lugar de personas perfectas, pero creía en la capacidad de
Cristo para transformar a quienes estaban dispuestos a seguir el camino de la fe y la gracia. La certeza
residía en la posibilidad de la conversión y el crecimiento en la santidad, a pesar de las limitaciones
humanas.
En resumen, la moralidad en la Iglesia primitiva se entendía como una dinámica en constante progreso
hacia la perfección, donde la imperfección y el pecado eran reconocidos pero también se creía en la
capacidad de la gracia divina para transformar y santificar a los creyentes.

También podría gustarte