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Bioquímica

Integración del metabolismo


Integración del metabolismo
Las vías metabólicas centrales son comunes para la mayoría de los organismos. A lo largo
de la vida de un organismo, existe un equilibrio preciso entre los procesos anabólicos (de
síntesis) y los catabólicos (de degradación).

A lo largo del resto de su vida (excepto durante las enfermedades, la juventud y el


embarazo), los tejidos del animal se encuentran en un estado metabólico estable. En un
estado estable,. la velocidad de los procesos anabólicos es casi igual a la de los catabólicos.
METABOLISMO EN EL CUERPO DE LOS MAMÍFEROS:
DIVISIÓN DEL TRABAJO

Ya se describieron todas las vías metabólicas mayores que mantienen la vida en los organismos multicelulares.
Sin embargo, para lograr la comprensión significativa del metabolismo se requiere un enfoque más integrado.
Cada órgano del cuerpo de un mamífero tiene varios cometidos que contribuyen con el funcionamiento del
individuo
Tubo digestivo
La función más evidente de los órganos del tubo
digestivo (fi g. 1.1) es la digestión
de los nutrientes, como los carbohidratos, los
lípidos y las proteínas, y proporcionar
moléculas lo suficientemente pequeñas para que
puedan absorberse (azúcares, ácidos
grasos, glicerol y aminoácidos) por los
enterocitos del intestino delgado. Después,
como ya se describió, los enterocitos transportan
estas moléculas (y agua, minerales,
vitaminas y otras sustancias) a la sangre y a la
linfa, que las llevan por todo el cuerpo.
Hígado
El hígado realiza una diversidad asombrosa de actividades metabólicas. Recibe sangre
que contiene los nutrientes de la dieta provenientes del tubo digestivo. También utiliza
lactato y alanina para sintetizar glucosa, que exporta, y glucógeno, que almacena. La
glucosa de la sangre se destina de manera preferente a los tejidos que dependen de ella
(p. ej., cerebro, eritrocitos y médula suprarrenal). Además de sus funciones clave en el
metabolismo de carbohidratos, lípidos y aminoácidos, el hígado vigila y regula la
composición química de la sangre y sintetiza varias proteínas plasmáticas. Este órgano
distribuye varias clases de nutrientes a otras partes del cuerpo. Debido a su flexibilidad
metabólica, el hígado reduce las fluctuaciones de la disponibilidad de los nutrientes que
producen las drásticas variaciones dietéticas
y la alimentación y el ayuno intermitentes.
Músculos
Los músculos esqueléticos, que se especializan en la realización de trabajo mecánico
intermitente, suelen constituir alrededor de la mitad de la masa corporal. Por lo tanto,
consumen una gran proporción de la energía que se genera. Las fuentes de energía que
aportan ATP para la contracción muscular son las moléculas de glucosa que provienen de
su propia reserva de glucógeno y del torrente sanguíneo, los ácidos grasos del tejido
adiposo y los cuerpos cetónicos del hígado. Durante el ayuno y la inanición prolongada,
parte de las proteínas de los músculos esqueléticos se degradan para proporcionar
aminoácidos (p. ej., alanina) al hígado para la gluconeogénesis.
A diferencia de los músculos
esqueléticos, el músculo cardiaco debe
contraerse con continuidad para
mantener el flujo sanguíneo por todo el
cuerpo. Para mantener su operación
incesante, el músculo cardiaco utiliza
glucosa y ácidos grasos. Por lo tanto,
no es sorprendente que dicho músculo
esté lleno de mitocondrias. Puede
utilizar también otras fuentes de
energía, como los cuerpos cetónicos, el
piruvato y el lactato.
Tejido adiposo

La función del tejido adiposo es en principio el almacenamiento de energía en forma de


triacilgliceroles. Una persona típica almacena energía suficiente en el tejido adiposo para seguir viva
de algunas semanas a varios meses. Dependiendo de las condiciones fisiológicas, los adipocitos
almacenan la grasa procedente de los alimentos y del metabolismo del hígado o degradan la grasa
almacenada para aportar ácidos grasos y glicerol a la circulación.
Los adipocitos y los macrófagos del tejido adiposo secretan una variedad de hormonas
peptídicas, llamadas adipocinas. Entre éstas se incluyen leptina y la adiponectina. La
leptina es una proteína inductora de saciedad, cuya secreción al torrente sanguíneo es
directamente proporcional a la masa del tejido adiposo, el cual es su principal productor. La
adiponectina fomenta la secreción de insulina estimulada por glucosa y las respuestas
celulares a dicha hormona (p. ej., la promoción de la oxidación de ácidos grasos en los
músculos esqueléticos y la supresión de la producción de glucosa por parte del hígado
Cerebro
El cerebro dirige en última instancia la mayoría de los procesos
metabólicos corporales. La información sensitiva procedente de numerosas
fuentes se integra en varias áreas del cerebro. Estas áreas dirigen las
actividades de las neuronas motoras que inervan los músculos y las
glándulas. El hipotálamo y la hipófisis controlan bien de forma directa o
indirecta la mayor parte de la actividad hormonal del cuerpo. El
hipotálamo es crucial en el equilibrio energético, puesto que integra
señales hormonales y neurales y concentraciones de nutrientes para
promover o suprimir el comportamiento alimentario. Como el corazón, el
cerebro no proporciona energía a otros órganos o tejidos. En condiciones
normales, el cerebro utiliza glucosa como único combustible.
.
Es notable que el encéfalo adulto, con alrededor del 2% de la masa corporal, en general
consume un 20% de los recursos energéticos del cuerpo. Debido a que almacena poco
glucógeno, el cerebro es muy dependiente de un aporte continuo de glucosa en la sangre.
Durante la inanición prolongada, el cerebro puede adaptarse y utilizar cuerpos cetónicos
como fuente de energía
Riñones
Los riñones tienen varias funciones importantes que contribuyen de forma significativa al
mantenimiento de un ambiente interno estable. Éstas son: (1) filtración del plasma
sanguíneo, que resulta en la eliminación de productos hidrosolubles de desecho (p. ej., urea
y determinados compuestos externos); (2) reabsorción de electrólitos, azúcares y
aminoácidos del filtrado; (3) regulación del pH sanguíneo; (4) regulación del contenido de
agua del cuerpo.
Considerando las funciones de los riñones, no es sorprendente que la mayoría de la energía
que se genera en estos órganos se consuma en los procesos de transporte. La energía la
proporcionan en gran medida los ácidos grasos y la glucosa.
Los riñones utilizan la glutamina y el glutamato (a través de la glutaminasa y de la
glutamato deshidrogenasa, respectivamente) para generar amoniaco, que se utiliza en la
regulación del pH. (Recuerde que el NH3 se combina de forma reversible con el H+ para
formar NH4+.) Los riñones son capaces de utilizar los esqueletos carbonados de la
glutamina y del glutamato como fuente de energía.
Bibliografía
• McKee T. McKee J. R (2014) Bioquímica las bases moleculares
de la vida (5ta. ed.) McGraw Hill
• Murray R. K., Bender D. A., Botham K. M., Kennelly P. J.,
Rodwell V. W., Weil P. A. (2013) Harper Bioquímica ilustrada
(29ª. ed.) McGraw Hill

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