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Bistotto Taiel
Gómez Viviana
Martínez Rodrigo
Infancia - Ocupación - Ocio - Tiempo libre
Infancia
En el transcurso de la infancia se produce una sucesión de referentes en el
proceso de socialización y desarrollo del niño: la familia, la escuela, y los
iguales.
Una de las principales funciones familiares es facilitar la interacción del niño con
el medio para fomentar el desarrollo de las habilidades de este, dándole oportunidades
para la exploración y consolidación de nuevos conocimientos.
Sensoriomotor (0 – 2 años)
Preoperacional (2 – 7 años)
La terapia ocupacional tiene en cuenta múltiples factores para trabajar con el ocio,
exploración del tiempo libre, que determinará nuestro ocio, destrezas y habilidades
personales, oportunidades, actividades de tiempo libre apropiadas.
El Ocio
El ocio está principalmente motivado por la diversión y satisfacción personal, pero
hay que tener en cuenta que los intereses cambian dependiendo de la edad de la
persona, el sexo, el estado civil, la situación social, la educación, el trabajo, etc. Por eso
es muy importante saber identificar los intereses: El tipo y número de intereses que la
persona tiene y puede desarrollar están limitados (o condicionados) por los recursos
disponibles, facilidades, conocimiento de oportunidades y el tiempo y opinión de
quienes nos rodean.
Ocio y Juego
A través de las actividades de ocio y el juego se pueden mejorar y desarrollar
muchas destrezas físicas, cognitivas, sociales, entre otras. Todas las llamadas áreas
ocupacionales están relacionadas entre sí, por lo que sí conseguimos realizar
actividades de ocio gratificantes y satisfactorias estaremos mejorando probablemente
en el resto de nuestras actividades y mejorando nuestra calidad de vida y sensación de
bienestar tanto físico como psíquico, emocional y social.
De infancias, niños y niñas
La contextualización vigente de la niñez es que la misma no es idéntica ni
universal sino una construcción sociocultural emergente de su contexto. La niñez es
una etapa cualitativamente diferente de la adultez, es una construcción sociocultural.
Se establece el principio del “superior interés de la niñez” como primordial.
La idea de infancia en el siglo XVIII en la cultura occidental alcanzó su madurez a
finales del siglo XX con un convenio a escala planetaria, la Convención de los
derechos de la niñez de 1989, en torno de la cual se produjo un singular crecimiento
de los estudios sobre infancia y sobre niños y niñas.
En el 1900 Ellen Key publicó en Estocolmo un libro en dos volúmenes, Barnets
Arhundrade, traducido en 1906 al italiano y al castellano, bajo el título “El siglo de los
niños”, y en 1909 al inglés. En el mismo recogía y ampliaba diversos artículos
publicados entre 1876 y 1900, en los que proponía convertir al siglo que se iniciaba en
el de los niños y niñas, a través de la educación en el ámbito de la familia y la escuela.
En 1910 Korczak escribió por primera vez sobre los derechos del niño.
En 1905 se realizó en París un congreso sobre problemas de la alimentación de
la niñez y en 1907 uno en Bruselas sobre la protección a la primera infancia. Dos años
después, 1909, se hizo el primero de los siete congresos sobre infancia realizados
hasta 1970 en Washington, “The White House Conferences on Children and Youth”,
trataba acerca del deterioro que producía en los niños y niñas la institucionalización,
enfatizando, por ello, la importancia de la familia y la vida de hogar. Se creó un
programa de Cuidado de acogimiento, con inspección por parte del estado. Se creó la
oficina Federal del Menor. en 1912.
En 1911 se realizó en París el Primer congreso Internacional de Protección de
Menores y en Bruselas en 1911 el Primer Congreso de Protección a la Infancia (basadas en
la teoría psicoanalítica de Freud).
En América Latian en 1910 en Buenos Aires se aprobó una propuesta para realizar un
Congreso Americano del niño, y en 1916, se realizó el Primer Congreso Panamericano del
niño, hasta el 2009, cambiándose el nombre a Congreso Panamericano del Niño, la Niña y
adolescentes a partir del noventa.
A finales de la segunda década del siglo XX ( entre 1920 y 1930), y la Segunda Guerra
Mundial, se tomó una idea de la infancia en términos de vulnerabilidad y la necesidad de
protección de los niños. Quedaron muchos de ellos huérfanos, muchos de ellos refugiados,
rechazados o nacidos en lugares de conflicto.
En 1919 se fundó el grupo Save de Children que en 1923 redactó una Declaración de
los Derechos del Niño, aprobada por la Liga de las Naciones y más tarde ampliada y aprobada
como Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de la Niñez de 1989.
En 1950 y 1960 algunos países establecieron programas de adopción destinados
a combatir la pobreza y la exclusión tomando a la población de niños de las guerras
Vietnam y Corea que habían quedado en estado de vulnerabilidad y para paliar esta
situación se daban niños en adopción. En Estados Unidos, Canadá y Australia, los hijos
de familias aborígenes fueron sustraídas en nombre del “nuevo estado de bienestar”.
Asimismo, entre el final de la II Guerra Mundial y la década del ochenta en
Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, y España se produjo
lo que se llamó Baby Scoop Era (la era de los bebés secuestrados) integrados por hijos
e hijas de recién nacidos de mujeres nacidos solas entregados en forma arbitraria en
adopciones, vulnerando los derechos del niño y de las madres.
Lo mismo sucede en América Latina como por ejemplo en Argentina con los hijos
de personas desaparecidas dados en adopción en el proceso militar.
En 1989 con la Declaración de los derechos del niño, se logra el
reconocimiento jurídico internacional de los primeros dieciocho años de vida de
las personas como una etapa diferencial con características, necesidades y
demandas específicas, pero también con derechos específicos. Uno de los grandes
logros de la Convención es forzar a quienes legislan y definen e implementan políticas
públicas a pensar en el “superior interés de la niñez”, considerando a la familia como
grupo fundamental de la sociedad y medio natural para el crecimiento y bienestar de
todos sus miembros, teniendo en cuenta la diversidad cultural de los niños.
Identificar encuentros y rupturas entre la mirada disciplinar de la terapia ocupacional y
la propuesta por Diana Marre.
.
El ejercicio de este derecho se encuentra propiciado y condicionado por los espacios
temporales e institucionales que organizan y regulan los procesos de socialización de las
diferentes infancias. A continuación, se analizará un informe sobre el derecho al juego y la
formación no formal en el campo del deporte, las artes y la cultura en las infancias urbanas de
la Argentina.
LA ESCUELA.
Una de las iniciativas que surgen en el marco de CAI son los llamados “corredores escolares”,
que tienen por objetivo garantizar la seguridad de los niños/as en la vía pública en su traslado
autónomo a la escuela. Los chicos/as que suelen realizar este trayecto caminando y de modo
autónomo ponen en juego de modo adicional un conjunto de habilidades sociales y de aptitudes
físicas valiosas para su desarrollo.
En la Argentina urbana, 42% de los niños/as entre 5 y 12 años y 52% de los
adolescentes entre 13 y 17 años, juega al aire libre menos de 3 veces por semana. Esto suele
ser más frecuente entre las mujeres que entre los varones. También es más habitual salir
menos al espacio público para jugar entre los chicos/as en el Gran Buenos Aires que, en el
interior urbano, entre los chicos/as en el espacio socio-residencial formal que en el informal, y
en el estrato medio alto que en el medio bajo.
Los varones parecen frecuentar más amigos en el espacio barrial, mientras que
las mujeres, en el espacio escolar.
CONCLUSIÓN FINAL:
Jugar es un derecho, fundamentalmente, porque la vida infantil no puede concebirse sin
juego. Es la principal actividad de la infancia y responde a la necesidad de niños y niñas de
mirar, tocar, curiosear, experimentar, inventar, imaginar, aprender, expresar, comunicar, crear,
soñar... El juego permite al niño relacionarse con otros, facilita el desarrollo de ciertas
habilidades, colabora con el proceso de socialización, favorece el desarrollo integral en la
niñez, entre muchas otras ventajas...
Pero pese a ser un derecho existen claras diferencias en el ejercicio y en el acceso a las
oportunidades para lograr el desarrollo de las capacidades fundamentales de la infancia. La
desigualdad social marca la brecha siendo los más vulnerables económicamente, los más
afectados. La falta de oportunidades es una violación de los derechos por lo tanto debería
replantearse y el estado como garante debería buscar alternativas que favorezcan la equidad
e igualdad en el ejercicio de este derecho.