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DEMUNA

DE NUEVO CHIMBOTE

¿CÓMO EVITAR EL ACOSO ESCOLAR


DESDE EL HOGAR?

Ps. ERIKA ELIZABETH LY CHAVEZ


Hablamos de bullying, acoso o maltrato entre iguales
cuando “un/a chico/a, o un grupo, pega, intimida,
acosa, insulta, humilla, excluye, incordia, ignora, pone
en ridículo, desprestigia, rechaza, abusa sexualmente,
amenaza, se burla, aísla, chantajea, etc. a otro/a
chico/a, de forma repetida y durante un tiempo
prolongado, y lo hace con intención de hacer daño
poniendo además a la víctima en una marcada
situación de indefensión”.
Conducta agresiva intencional
El chico o chica que maltrata a sus compañeros busca hacer
daño deliberadamente y sabe que lo que hace no está bien,
por este motivo lo oculta y/o lo niega repetidamente cuando
es descubierto.

A la larga, disfruta con el sometimiento y con el sufrimiento


de la víctima y estos hechos le resultan placenteros.

No se trata de bromas puntuales (esconderle la mochila,


mandarle un anónimo), ni de una agresión esporádica que
no tiene intención de dañar. El agresor o agresora actúa con
deseo e intención de dominar y de ejercer poder sobre
otro/a.
Habitual, persistente y sistemática

La conducta de intimidación, se repite y permanece en el tiempo

Se establece un vínculo pernicioso. Esta peculiar “relación“, y la


expectativa de la repetición de los actos intimidatorios tiene
consecuencias nefastas para la víctima.

Generalmente la agresión intimidatoria comienza con actos aislados como


burlas, insultos o poner un mote y, progresivamente, se produce una
escalada en el grado y diversidad de conductas hasta llegar a formas muy
complejas y dañinas.
Desequilibrio de fuerzas entre los/as participantes

En el maltrato entre iguales se produce una relación


desequilibrada, asimétrica y desigual tanto en el poder, ya que
el intimidador tiene más poder físico o psicológico, como en la
capacidad de respuesta, debido a que la víctima está indefensa
y no puede hacer nada por evitarlo, ya que no tiene la fuerza
física o psíquica necesaria.

La conducta de intimidación implica una relación de dominio-


sumisión, de fuerte débil, llevada a sus extremos y basada en
un esquema de relaciones interpersonales empapadas de
abuso, violencia y prepotencia de uno/s sobre otro/s.
Desde la primera infancia, la familia
puede proporcionar la oportunidad
de prevenir conductas violentas así
como prevenir el acoso y abuso ó
por el contrario, promocionar la
reproducción y el uso frecuente de
la violencia para conseguir lo que se
quiere.
1.La familia como fuente de apoyo
emocional incondicional.
Se trata de aceptar y amar a nuestros hijos por
lo que son, no por lo que hacen, de respetarles
y apoyarles, sin importar su apariencia física o
sus errores.

Existen otros elementos clave como enseñarles


a regular y controlar sus emociones y
conductas.
2. Los vínculos basados en la confianza y
seguridad.
Esta capacidad comienza a desarrollarse a
partir de las relaciones que el niño establece
con los adultos más significativos con los que
va aprendiendo lo que puede esperarse de los
demás y de sí mismo; modelos que
desempeñan un decisivo papel en la regulación
de su conducta y en su forma de responder a
las dificultades y a las frustraciones.
3. El reparto de tareas equilibrado en
casa.
Se ha comprobado que las familias donde
ambos padres se involucran tanto en la
educación de sus hijos como en el reparto
de las tareas, los niños adquieren
modelos menos sexistas y una identidad
de género más igualitaria. Igual de
importante es involucrar a los niños en las
tareas domésticas, desde pequeños.
4. Respondamos a las demandas de atención
del niño.
Entre más pequeños son los niños, requieren
más de nuestra atención y de cubrir sus
necesidades y el responder a dichas demandas
con sensibilidad y coherencia, les ayuda a
desarrollar un modelo empático, seguro,
basado en la confianza en sí mismo y en los
demás.
5. Transmitamos mensajes positivos.
Las palabras tienen un gran poder para
comunicar amor.
Cuando un niño recibe palabras de cariño,
de elogio, de afirmación y/o de aliento, le
estamos ayudando a que pueda
interiorizar estas afirmaciones y que
aprenda a autorregular y a controlar, su
propia conducta y asume que merece ser
tratado con respeto.
6. Criticamos la conducta específica, no al
niño.
Es necesario enseñar a los niños a respetar
ciertos límites a fin de que logren regular su
conducta.
Les podemos ayudar a comprender porqué no
debe emitir ciertas conductas, qué
consecuencias tiene y dando opción para
reparar el daño causado.
Esto haciendo énfasis en la conducta concreta
y sin poner en juego el propio cariño de los
padres.
Ejemplo: “Haz hecho daño a tu hermana ¿Qué
puedes hacer para arreglarlo? En lugar de:
“Que bruto eres”
7. Creamos un espacio de tiempo de
calidad entre padres e hijos.
Tener una rutina diaria donde compartir
tiempo exclusivo para los niños y donde
ellos puedan expresarse , hablar de lo que
les preocupa, relajarse y favorecer un
contexto habitual de atención
compartida.
Puede ser un momento para jugar, leer un
cuento, hacer un masaje ó sólo hablar.
8. Motivándoles.
Ayudarles a desarrollar la motivación por ser eficaz, por
superarse y habilidades para lograrlo.
Las deficiencias en esta tarea incrementan el riesgo de
violencia, al aumentar la necesidad de conseguir atención
y protagonismo de manera negativa.
9. Anticipando y ofreciendo alternativas.
Existen situaciones que podemos prever que
desencadenarán en nuestros hijos conductas
agresivas o rabietas.

Por ello, podemos estar preparados y ofrecer


otras soluciones o conductas más adaptativas.

Por ejemplo, cuando la mamá está dedicada al


hermano menor, una buena alternativa sería
dar protagonismo al hermano mayor para que
se sienta importante y eficaz en dichas
situaciones
10. Cuidando los mensajes que los niños
reciben de forma indirecta.
Los amigos, el colegio, pero también los
medios de comunicación como la televisión, el
internet, los cuentos e incluso los juguetes,
influyen en el significado que aprenden a dar al
mundo que les rodea.

Por ello, los padres debemos estar alerta a


estos mensajes y desarrollar en ellos una
actitud reflexiva acerca de lo que ven y
escuchan.
11. Promovamos la asertividad.
Poder hablar de nuestros sentimientos y
opiniones de manera adecuada, sin ser
agresivos, ni herir a los demás, es tener una
conducta asertiva.

Para poder resolver un conflicto es necesario


poder expresar nuestros sentimientos.

La asertividad es una estrategia de


comunicación respetuosa y madura, que no
agrede ni somete a las personas.

Su aprendizaje y ejercicio evita conductas


agresivas en nuestros niños y genera
autoestima .
Observe la actitud de su hijo para detectar
señales de acoso:
 No siempre los niños son propensos a decir
que los están intimidando.
 Ropa desgarrada,
 temor a ir a la escuela,
 disminución del apetito,
 pesadillas,
 llanto o depresión
 y ansiedad general.
 Si descubre que su hijo es objeto de acoso,
no recurra a frases como “no le hagas caso”
ni “aguanta sin quejarte”.
 Hágale saber a su hijo o hija que está
dispuesto a ayudarle y que no intente
contraatacar al acosador.
Enséñele a su hijo a hacerle frente al acoso:
 Practique en casa para que su hijo aprenda a ignorar al
acosador y/o crear estrategias enérgicas a fin de manejar la
situación.
 Ayude a su hijo en la identificación de maestros y amigos que
pudieran ayudarlo en caso de ser víctima de intimidación.
 Establezca los límites con respecto a la tecnología:
Manténganse informados, tanto usted como sus hijos, acerca
del acoso cibernético, e incúlqueles a sus hijos que no deben
responder mensajes amenazadores, ni tampoco reenviarlos.
 Hágase “amigo” de su hijo o hija en Facebook y active los
filtros adecuados en su computadora.
 Si decide darle a su hijo un teléfono celular, analice con
cuidado antes de permitirle que use la opción de cámara.
 Además, comuníquele que va a supervisar sus mensajes de
texto.
 Los padres deben reportar el caso de intimidación en la
escuela, y darle seguimiento por medio de una carta con copia
al Superintendente Escolar si su pesquisa inicial no recibe
respuesta.
Padres de niños acosados y acosadores
Una casa “libre de acosadores”:
Los niños imitan las formas de comportamiento que
adoptan sus padres. Estar expuesto a un comportamiento
agresivo o a un entorno demasiado estricto en casa hace
que el niño tenga más propensión al acoso escolar. Los
padres/tutores deben dar ejemplos positivos en su forma
de relacionarse con otras personas y con sus hijos.
Detectar problemas de autoestima: A menudo, los niños
con problemas de autoestima acosan a otros para sentirse
bien consigo mismos. Incluso los niños que gozan de cierta
popularidad y aceptación pueden tener tendencias crueles.
Igualmente en los acosados.

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