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Inteligencia Emocional

Inteligencia Emocional…
• No significa ser siempre agradable o cordial: en ciertos
momentos habrá que ser duros, directos y asertivos.
• No significa soltar libremente todos nuestros
sentimientos: se trata de expresarlos apropiada, efectiva y
oportunamente.
• No significa que estaremos siempre alegres y felices:
enfrentaremos en nuestra vida situaciones adversas,
dolorosas y difíciles con tristeza, frustración o temor pero
con el coraje y determinación para recuperarnos y salir
adelante.
• No está determinada en nuestra carga genética: se la
puede desarrollar.
La primera definición de inteligencia emocional fue formulada
hace ya más de dos décadas, por Salovey y Mayer (1990):
"Capacidad para supervisar los sentimientos y las
emociones de uno mismo y de los demás, de discriminar
entre ellos y de usar esta información para la orientación de la
acción y el pensamiento propios".

Durante la década de los noventa, hubo otros autores que


también se esforzaron por conceptualizar la inteligencia
emocional. Tendiendo en cuenta la abundancia de
definiciones, la más utilizada y aceptada por la comunidad
científica es la de Mayer y Salovey (1997). Dichos autores
continúan apoyándola: "La inteligencia emocional hace
referencia a los procesos implicados en el reconocimiento, uso,
comprensión y manejo de los estados emocionales de uno
mismo y de otros para resolver problemas y regular la
conducta. Se refiere a la capacidad del individuo para razonar
sobre las emociones y procesar la información emocional para
aumentar el razonamiento".
El concepto ha llegado a prácticamente todos
los rincones de nuestro planeta, en forma de
tiras cómicas, programas educativos,
juguetes que dicen contribuir a su desarrollo o
anuncios clasificados de personas que
afirman buscarla en sus parejas.

La UNESCO puso en marcha una iniciativa


mundial en 2002, y remitió a los ministros de
educación de 140 países una declaración con
los 10 principios básicos imprescindibles para El mundo laboral no ha sido ajeno a esta tendencia y ha
poner en marcha programas de aprendizaje encontrado en la inteligencia emocional una
social y emocional. herramienta inestimable para comprender la
productividad laboral de las personas, el éxito de los
centros de trabajo, los requerimientos del liderazgo y
hasta la prevención de los desastres corporativos.

No en vano, la Harvard Business Review ha llegado a


calificar a la inteligencia emocional como un concepto
revolucionario, una noción arrolladora y una de las ideas
más influyentes de la década en el mundo empresarial.
En esencia, toda emoción constituye un impulso que nos
moviliza a la acción.

La propia raíz etimológica de la palabra da cuenta de ello, pues


el latín movere significa moverse y el prefijo e denota un
objetivo. La emoción, entonces, desde el plano semántico,
significa “movimiento hacia”, y basta con observar a los
animales o a los niños pequeños para encontrar la forma en
que las emociones los dirigen hacia una acción determinada,
que puede ser huir, chillar o recogerse sobre sí mismos.

Cada uno de nosotros viene equipado con unos programas de


reacción automática o una serie de predisposiciones biológicas
a la acción. Sin embargo, nuestras experiencias vitales y el
medio en el cual nos haya tocado vivir irán moldeando con los
años ese equipaje genético para definir nuestras respuestas y
manifestaciones ante los estímulos emocionales que
encontramos.
Diversos estudios han observado las vidas de los
chicos que tenían más altas calificaciones y
comparado sus niveles de satisfacción frente a
ciertos indicadores (la felicidad, el prestigio o el éxito
laboral) con respecto a los promedios.

Todos ellos han puesto de relieve que el coeficiente


intelectual apenas si representa un 20% de los
factores determinantes del éxito.

El 80% restante depende de otro tipo de variables, Así, la capacidad de motivarse a sí


tales como la clase social, la suerte y, en gran mismo, de perseverar en un empeño a
medida, la inteligencia emocional. pesar de las frustraciones, de controlar
los impulsos, diferir las gratificaciones,
regular los propios estados de ánimo,
controlar la angustia y empatizar y
confiar en los demás, parecen ser
factores mucho más determinantes para
la consecución de una vida plena que las
medidas del desempeño cognitivo.
Tal como sucede con las matemáticas o la lectura, la vida
emocional constituye un ámbito que se puede dominar con
mayor o menor pericia.

A menudo se nos presentan en el mundo sujetos que evocan la


caricatura estereotípica del intelectual con una asombrosa
capacidad de razonamiento, pero completamente inepto en el
plano personal.

Quienes, en cambio, gobiernan adecuadamente sus


sentimientos, y saben interpretar y relacionarse efectivamente
con los sentimientos de los demás, gozan de una mejor
situación en todos los dominios de la vida, desde el noviazgo y
las relaciones íntimas hasta la comprensión de las reglas
tácitas que determinan el éxito en el ámbito profesional.
Si bien es cierto que en toda persona coexisten los dos tipos de
inteligencia (cognitiva y emocional), es evidente que la
inteligencia emocional aporta, con mucha diferencia, la clase
de cualidades que más nos ayudan a convertirnos en
auténticos seres humanos.

Uno de los críticos más contundentes con el modelo


tradicional de concebir la inteligencia es Howard Gardner. Este
mantiene que la inteligencia no es una sola, sino un amplio
abanico de habilidades diferenciadas entre las que identifica
siete, sin pretender con ello hacer una enumeración
exhaustiva.

Gardner destaca dos tipos de inteligencia


personal: la interpersonal, que permite
comprender a los demás, y la intrapersonal,
que permite configurar una imagen fiel y
verdadera de uno mismo.
Las habilidades emocionales no sólo nos hacen más
humanos, sino que en muchas ocasiones constituyen
una condición base para el despliegue de otras
habilidades que suelen asociarse al intelecto, como la
toma de decisiones racionales.

El propio Gardner ha dicho que en la vida cotidiana no


existe nada más importante que la inteligencia
intrapersonal, ya que a falta de ella, no acertaremos
en la elección de la pareja, en la elección del puesto de
trabajo, etcétera.

En suma, muchas de las habilidades vitales que


nos permiten llevar una vida equilibrada, como
la capacidad para tomar decisiones, nos exigen
permanecer en contacto con nuestras propias
emociones.
Daniel Goleman afirma que la diferencia entre un empleado
estrella y un empleado problema, radica en ese conjunto de
habilidades que ha llamado “inteligencia emocional”.

Entre ellas menciona a


 Autocontrol
 Entusiasmo
 Empatía
 Perseverancia
 Capacidad para motivarse a uno mismo.

Si bien una parte de estas habilidades pueden venir


configuradas en nuestro equipaje genético, y otras tantas se
moldean durante los primeros años de vida, la evidencia
respaldada por abundantes investigaciones demuestra que
las habilidades emocionales son susceptibles de a prenderse
y perfeccionarse a lo largo de la vida, si para ello se
utilizan los métodos adecuados.
1.- Autoconciencia:

Ser consiente de si mismo,


conocerse, con sus virtudes y
defectos. 2. Autocontrol

Una mayor certidumbre con No controlar emociones, sino crear pensamientos


respecto a nuestras emociones es que modifiquen esas emociones.
una buena guía para las elecciones
vitales, la falta de esta habilidad nos Las personas que saben serenarse y liberarse de la
deja a merced de nuestras ansiedad, irritación y melancolías excesivas, se
emociones. recuperan con mayor rapidez de los reveses de la
vida, a diferencia de aquellas que poseen un menor
control, y que por ende, caen más constantemente
en estados de inseguridad.

Cuando deseamos orientar nuestro esfuerzo en la


SOLUCIÓN de un problema que se nos presenta,
necesitamos tomar el mando de nuestras
emociones.
3.- Motivación:

Tenaz, perseverante, no desanimarse cuando algo sale


mal. Tolerar frustraciones.

Dirigir las emociones para conseguir un objetivo permite


mantener los esfuerzos, actuar en forma más creativa y
desarrollar, por consiguiente, una mayor productividad y
eficacia.
4.- Empatía:

Significa entender lo que otras personas sienten,


ponerse en el lugar de la otra persona, saber escuchar a
los demás y entender lo que nos dicen más allá de las
palabras.

La capacidad para reconocer las emociones de los


demás, saber qué quieren y qué necesitan, es la
habilidad fundamental para establecer relaciones
sociales y vínculos personales.
5.- Habilidad social:

Asertividad, relacionarse de forma sana,


defendiendo los derechos, siempre respetando a los
demás.

Esto significa saber actuar de acuerdo con las


emociones de los demás y de producir sentimientos
en los demás: determinar la capacidad de liderazgo,
de popularidad, de eficiencia en las relaciones
interpersonales.
¿Cómo utilizar la inteligencia emocional?

1.- Utiliza las emociones a tu favor, aunque están estén


relacionadas con el dolor o la tristeza.
La mayoría de las personas pasan su vida intentando
huir de las emociones. Se refugian en distintas
relaciones o en un deseo de parecer socialmente
superiores. Las personas emocionalmente fuertes
tienen esa fortaleza porque se permiten a sí mismas
sentir lo que necesitan

2.- Concéntrate en la soluciones y no en los problemas.


Si ves obstáculos en el camino, interprétalos como una
señal para buscar un camino distinto, al contrario que
mucha gente, que se paraliza y se queda atascada
porque piensa que esas trabas suponen el fin del
camino.
tiene.
3. No busques anular sus sentimientos por medio de la lógica.
Aunque no entiendan o no estén de acuerdo con sus sentimientos, los
aceptan. Asumen que los sentimientos no son racionales, así que no se
sirven de la lógica para acabar con ellos porque saben que no
funciona.

4.- Para cambiar tu vida, también tienes que cambiarte a ti mismo.


Acepta la responsabilidad de todo lo que les pasa. Considera que cada
experiencia va acompañada de un feedback. No culpes a otros para
restarte responsabilidad.

5.- Irradia más paz que poder.


Las personas emocionalmente fuertes no se caracterizan por poseer
los rasgos básicos del poder, la agresividad o el dominio. Saben que el
poder de verdad reside en estar en su lugar de control. La paz interior
es la fuerza más resistente, inquebrantable e indestructible. La gente
tiene la necesidad de irradiar poder cuando cree que no lo tiene

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