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Inteligencia emocional: Otra manera de ver el mundo

Stefania De La Hoz Lesmes

Carolina Noriega

En décadas pasadas el éxito de las personas solía únicamente relacionarse con su


coeficiente intelectual. De este modo, eran muy populares las pruebas
estandarizadas que medían su conocimiento y capacidad de razonamiento. Sin
embargo, a mediados de los años ochenta se introdujo el término de inteligencia
emocional.
Teniendo en cuenta lo anterior podemos notar que las personas saben y
experimentan sentimientos de diferentes índoles, sin embargo, en algunas
oportunidades no son conscientes del por qué se producen, de igual manera, no
saben cómo procesarlos o manejarlos adecuadamente.

Para comprender de qué se trata esta clase de sabiduría se necesita tener en claro
el valor de saber mantener el control de nuestras propias emociones, debido a que
de esto es dependiente el tomar las elecciones idóneas y solucionar inconvenientes
de una forma positiva.

Por otro lado, no solo permite conocer y reconocer la forma en que percibimos las
situaciones y cómo éstas nos afectan, sino que al tener un mejor control de las
emociones podremos regularlas y canalizarlas. Esto tendrá un efecto positivo en la
motivación que experimentamos y nos ayudará a comprender cómo se sienten los
demás. Aquí se revela una de las grandes ventajas de desarrollar la inteligencia
emocional, me refiero al hecho de cultivar mejores relaciones interpersonales.

Partiendo del concepto anterior, no cabe duda que la inteligencia emocional tiene
innumerables aplicaciones en la sociedad, estando presente en los procesos de
aprendizaje, el entorno laboral, y siendo uno de los pilares para el éxito de
cualquiera en lo que se proponga.
Para Daniel Goleman “La Inteligencia Emocional es una forma de interactuar con el
mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como
el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la
perseverancia, la empatía y la agilidad mental. Ellas configuran rasgos de carácter,
que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación.”

Esto quiere decir que es la capacidad que tiene el individuo de reconocer la emoción
y gestionarla adecuadamente y no dejarnos llevar por los impulsos del momento.

La inteligencia emocional no es una sola. Esta puede dividirse en cinco: empatía,


habilidades sociales, autoconocimiento, motivación, autorregulación.

Cada emoción tiende a tener una respuesta, por ejemplo: la empatía es uno de los
elementos de la inteligencia emocional, siendo indispensable para reconocer cómo
se sienten las demás personas. Como toda interacción es dependiente de la
interpretación de señales ajenas al lenguaje, que frecuentemente son emitidas de
manera inconsciente, se necesita desarrollarla para implantar lazos más reales en
la sociedad.

La mayor parte de las emociones busca colaborar en situaciones que les resulten
incómodas, con el objeto de registrar su actitud y capacidad para encarar
inconvenientes. Esta clase de pruebas muestra el valor de la inteligencia emocional
para poder tener salud mental y física, contribuyendo a sus logros profesionales,
sociales y personales.

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