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creativa
La narración
Diseñar un plan o no…
Por una parte, están los escritores que elaboran un esquema, un plan de la trama de su
cuento o novela antes de comenzar a escribir. Estos autores registran algunos, muchos o
todos los objetivos, obstáculos, avances, giros, interacciones entre personajes, etc., en un
esquema, lista, mapa o diagrama, según su gusto o costumbre, y una vez terminado lo
utilizan de guía para comenzar a escribir frase por frase la narración.
Por otra, están los escritores que escriben sin planear previamente. Dan inicio a su historia
desde la primera oración, a partir de una situación interesante, y desarrollan la narración y
la trama simultáneamente.
Planear la trama versus no planearla:
Veamos las opiniones contrastantes sobre este tema de dos autores reconocidos en el
campo de la literatura de entretenimiento:
Según Jeffery Deaver
Pero cada uno también critica con fuerza el sistema opuesto. Sin embargo, para cada
argumento sería posible encontrar contraargumentos.
Por ejemplo
La vida es espontánea, carece de plan –Leemos libros en parte por eso, para hallar historias
más ordenadas que las de la vida real.
Improvisando se enredará la trama –Si se tiene claro cómo se desarrollará una situación no
existe ese riesgo, además la creatividad solucionará los problemas.
Por esta razón se ha notado, como lo dice Jeffery Deaver cuando afirma que él es una
persona a la que no le gusta dejar nada al azar, que a lo mejor la preferencia por uno u otro
método de trabajo depende del carácter de la persona. Si el escritor es ordenado y metódico
para otras cosas, a lo mejor preferirá planear la historia. Si no es tan metódico, quizás
optará por escribirla directamente. Hay un paralelo de este dilema que se menciona mucho:
por una parte, hay quienes planean un viaje (el primer día haremos esto, esto y esto), pues
les parece que de otro modo no aprovecharían todo; y, por otra parte, hay quienes no lo
planean, porque consideran que en caso contrario se restringirían demasiado, no
disfrutarían o perderían oportunidades inesperadas.
Carácter o gusto personal, lo mejor es que cada uno utilice el método que mejor le sirva,
con el que mejor se sienta. Y para encontrarlo lo mejor es probar. Si se comienza un escrito
y se ve que la historia se enreda sin remedio, una opción es detenerse y elaborar un plan
para clarificar su desarrollo. Si uno tiene una idea que considera que va a fluir con
facilidad, entonces puede comenzar a escribirla sin mayor dilación. Posteriormente uno irá
mejorando su forma de trabajo y le resultará más fácil escribir un relato.
La creación del personaje
Ray Bradbury
Yo diría que creo mis personajes para que vivan su propia vida. En realidad, no soy yo
quien los creo a ellos sino que son ellos quienes me crean a mí. Lo que tengo claro cuando
escribo, es que quiero que los personajes vivan al límite de sus pasiones y de sus
emociones. Quiero que amen, o que odien, que hagan lo que tengan que hacer, pero que lo
hagan apasionadamente. Es eso, esa pasión, lo que la gente recuerda para siempre en un
personaje. Pero no tengo un plan preconcebido: quiero vivir las historias mientras las
escribo. Le doy un ejemplo sobre cómo es mi relación con los personajes. Es algo que me
pasó: el personaje principal de Fahrenheit -obligado a quemar libros- vino un día a mí y me
dijo que no quería quemar más libros, que ya estaba harto. Yo no tenía opciones, así que le
contesté: “Bueno, como quieras, deja de quemar libros y listo”.
De modo que él no quemó más libros y así terminó escribiéndose esa novela.
Rosa Montero
El personaje no debe preexistir a la novela. Son los actos los que lo moldean, las opciones
que toma. Lo ideal es que el personaje entre levemente en nuestra existencia y que nos
anuncie que espera un cambio, acaso de tal magnitud, que nos lleve con él hacia una
metamorfosis. También es posible que el héroe se mantenga en sus posiciones y sea
deteriorado por la realidad cambiante.
Un personaje es una encrucijada de opciones. Los grandes personajes de la literatura están
consumidos por la sensación de que habitan en un misterio que deben revelar con sus
acciones. Lo que los define es el riesgo. Desde allí irán al fracaso, o a la gloria.
Philiph K. Dick
El nudo central de los relatos es una crisis, una situación límite en la que el
autor involucra a sus personajes, hasta tal extremo que no parece existir
solución. Y luego, por lo general, les proporciona una salida. Sin embargo,
los acontecimientos de una novela están tan enraizados en la personalidad
del protagonista que, para sacarlo de sus apuros, debería volver atrás y
reescribir su personaje.
Cuando un escritor acomete una novela, ésta empieza poco a poco a
encarcelarlo, a restarle libertad; sus propios personajes se rebelan y hacen
lo que les apetece... no lo que a él le gustaría que hicieran. En ello reside la
solidez de una novela, por una parte, y su debilidad, por otra.
Cómo dar vida a los personajes
Taller de creación literaria CCPUCP
Enrique Planas
Prólogo
Imaginemos la obra maestra de Leonardo da Vinci de la Última Cena, sin Jesús y sus
discípulos. O El nacimiento de Venus de Botticelli sin Venus. El artista español José
Manuel Ballester ha hecho una particular versión de estas obras maestras actualizándolas
al eliminar sus icónicos personajes y dejando en su lugar escenas extrañas y
particularmente familiares.
Eliminar sus protagonistas nos da una perspectiva totalmente nueva a cada cuadro, y nos
fortalece en la certeza de su importancia como centro del drama.
Estas pinturas fundamentales en la historia de la pintura se caracterizan por la presencia
dominante de figuras, aisladas o en grupo. El resto de la imagen, a menudo realizado por
colaboradores, consiste en paisajes, naturalezas muertas, etc.: escenas anecdóticas que, en
ocasiones, reforzaban el "mensaje" que las acciones que los personajes representaban,
simbolizaban, o visualizaban, de manera fácilmente comprensible por iletrados, y, en otras,
distraían de la acción principal.
De pronto, las figuras desaparecen y las pinturas quedan relegadas, en apariencia, a pinturas de
género: bodegones, paisajes, caprichos arquitectónicos.
Y, sin embargo, el horror y el temor ya forman parte del paisaje y de la escena. Se diría que las
figuras son casi redundantes. Lo que expresan resuena en el paisaje circundante que amplifica el
horror, a menos que éste solo pudiera manifestarse tan obscenamente en este entorno. La
naturaleza misma padece el terror. Nótese entonces la coherencia entre personaje y su entorno.
Un vínculo emocional
Los personajes son como la cola que une las piezas de su novela y el cordón umbilical que
mantiene la atención del lector. Los personajes explican los conceptos por medio de sus
actos; mediante sus actos plantean la trama; los personajes (más que las tramas) son
quienes aportan el vínculo emocional (la identificación) entre su lector y el tema y son,
por consiguiente, los principales motivadores de la tensión. Por lo tanto, la creación y la
presentación eficaz de los personajes son los aspectos más importantes de su destreza
como escritor.
El punto de partida es la idea de una historia, y de inmediato será evidente que para que
esa historia funcione necesitará contar con un determinado tipo de personaje central;
entonces, a medida que el personaje evolucione, algún aspecto del mismo sugerirá que el
argumento debe tomar una nueva dirección.
A medida que se escribe los personajes parecen ir tomando vida propia; aunque se tenga
una idea aproximada (o quizá concreta) de lo que van a hacer y decir, los personajes no
siempre obedecen, de hecho no deberían hacerlo.
Los objetivos de un personaje deben ser el hilo conductor del argumento. El argumento no
consta simplemente de una cadena de acontecimientos; el argumento lo constituye el modo
en que un acontecimiento concreto está inexorablemente relacionado con otro
acontecimiento, y los vínculos que los unen son, por encima de todo, las motivaciones de
los personajes implicados en ellos.
Fabulación de los personajes
El personaje que todos conocemos mejor es uno mismo. Y, por extensión, se suele decir
que los personajes de la novela de un autor no son más que las representaciones de las
diversas facetas de la personalidad del escritor. Y algo de verdad hay en ello.
Pero la mayoría de los autores hacen, instintivamente, que sea el sentido común el que
transforme lo que conocen de primera mano a través de filtro de la experiencia del mundo
real: parientes, compañeros de trabajo, personas cn las que nos cruzamos en la calle o a las
que vemos en el Metropolitano. Igualmente en el noticiero, en biografías, en los libros de
historia o en las novelas de los otros. El proceso puede ser subconsciente o consciente, y
consiste en tomar algo de aquí y allá hasta lograr un tono coherente.
La trama fluye del personaje
Debes poner el mayor cuidado en la elección y perfil de tus personajes, porque tal elección
condiciona muchas cosas. Las vueltas y revueltas que pueda dar la trama dependerán, en
gran medida, de los conflictos entre los personajes y de sus contrapuestos objetivos.
Personaje y conflicto
Los conflictos son claves para una buena historia. Para crear conflictos es crucial que sus
artífices sean personajes creíbles, tanto ellos como sus motivos deben ser coherentes y
consecuentes. Si dos personajes tienen un enfrentamiento por intereses dispares, ambos
deben tener justificado el porqué de ese objetivo. Si el propósito pesa muy poco en
comparación al conflicto, éste pierde verosimilitud.
Por poner un ejemplo: Jorge es un ladrón de bancos que durante un atraco asesinó al
hermano de Pedro. Éste último, al ver que la policía no actuaba debidamente, decide
tomarse la justicia por su mano y jura matar a Jorge para vengar a su hermano. Jorge, por
su parte, quiere matar a Pedro, pues fue el policía infiltrado que saboteó su plan mientras
atracaba el banco y por su culpa perdió a toda su banda en el tiroteo. Atendiendo a este
conflicto, a todos nos resulta lógico que tanto Pedro como Jorge se quieran matar
mutuamente. El motivo de ambos pesa lo suficiente como para comprometerse con la ley
hasta el punto de llevar a cabo un asesinato por venganza.
Planteemos ahora un ejemplo distinto: Joe estaba sacando dinero del banco, cuando una banda de
atracadores entraron y asaltaron la caja fuerte. En el transcurso del atraco, a uno de los atracadores le
gustó el reloj de Joe y se lo quitó sin más. Cuando los atracadores huyeron, Joe juró por su vida que
mataría a aquel ladrón que le había robado el reloj.
O Joe está loco, o ese reloj es una máquina del tiempo. Si no es así, el lector arqueará una ceja ante el
firme e ilógico propósito de Joe de asesinar a un hombre simplemente porque le robó el reloj. Por muy
traumática o humillante que fuese la experiencia, una persona cuerda no se juega una cadena perpetua
en prisión por recuperar su reloj. Por mucho valor sentimental que tuviese el reloj, o por muy caro que
fuese, la vida de una persona siempre va a ser mucho más valiosa que eso.
Para mantener una coherencia en la historia, debemos interpretar a nuestros personajes con
un comportamiento entendible por el lector, de manera que pueda empatizar con estos. Si
actúan de un modo incoherente y sus actos no están impulsados por un motivo de peso
similar, el lector no podrá identificar el drama de la escena porque no conectará ni con la
situación ni con los personajes.
Construyamos nuestro
personaje
Cuando la historia empieza con su protagonista
La ficha del personaje
Crear un personaje que funcione, capaz de protagonizar una historia potente, no es fácil. Es
un proceso que mucho llevamos a cabo sobre la marcha, otros tan sólo lo ejecutamos en
nuestra cabeza y, otros, no sabemos por dónde empezar.
Existen muchos recursos y consejos que nos pueden ayudar a desarrollarlos a un nivel
conceptual. Empezaremos por lo concreto, explicándo qué es una ficha de personaje y para
qué sirve.
Una ficha de personaje es un documento con apartados pautados que nos ayudará a definir
todos aquellos aspectos que forman un personaje y a construirlo en su conjunto. Es una
herramienta común en todas las vertientes de la narrativa: tanto para crear novelas, como series
de televisión, como guiones de cine, videojuegos... Existen mil manuales sobre esta disciplina
que nos ofrecen mil modelos diferentes sobre cómo elaborarlas. De hecho, se parte de una
propuesta de puntos a desarrollar para, si el personaje lo necesita, añadir o reducirlos en
función de su importancia dentro de la novela. No dedicaremos el mismo esfuerzo y nivel de
detalle con un protagonista que con un secundario. ¿O sí? Eso depende de nosotros y de la
complejidad de nuestra obra.
Para elaborar este perfil, hemos escogido los elementos que hemos considerado más interesantes
de las diferentes fichas que la autora argentina Silvia Adela Kohan propone en su libro “Dar vida
al personaje”. Insistamos en que existen muchos modelos y que a cada uno de nosotros nos
puede ir mejor uno u otro según los puntos en los que hacen hincapié. Así que nunca está de más
investigar otros ejemplos.
Partes de una ficha
Nombre:
Edad y lugar de nacimiento:
Relación con la infancia: ¿cómo fue su infancia? ¿Cómo ha influenciado en su vida? ¿Qué
relación tenia con familiares, amigos, padres…?
Relación con la adolescencia: ¿Qué relación tuvo con el despertar de su sexualidad? ¿Y
con su cuerpo? ¿Vivió el paso a la vida adulta de una manera saludable? ¿Optó por una
actitud rebelde? ¿Represora?
Relación con su família: ¿Se lleva bien? ¿Se siente aceptado/a?
Relación con los espacios: ¿Qué relación tiene con el lugar en el que vive actualmente?
¿Cuál es su lugar soñado? ¿Ha encontrado su espacio en la vida? ¿Su lugar de
nacimiento afecta a su vida?
Relación con su cuerpo: ¿Se siente atractivo/a? ¿Tiene complejos corporales? ¿Se cuida
y es deportista? ¿No le interesa para nada su físico? ¿Cómo viste? ¿Usa la vestimenta
para lucir, aparentar? ¿Ni piensa en esas cosas…? ¿Fuma? ¿Se droga?
Relación con su profesión: ¿Escogió su profesión? ¿Se la brindó las circunstancias? ¿Es
feliz trabajando en lo que trabaja?
Relación con lo material: Para él o ella: ¿es importante el dinero? ¿Gana suficiente? ¿Es
capaz de hacer cualquier cosa por dinero u odia a la gente materialista? ¿Es superficial?
¿Tiende a acumular cosa (ropa, objetos, etc…) o vive con lo mínimo?
Relación con la moral: ¿Es correcto? ¿Tiene claros los limites de la moral?
Relación con el lenguaje: ¿Cómo se expresa? ¿Su lenguaje lo relaciona directamente con su
origen o clase social? ¿Habla rápido o lento? ¿Usa un lenguaje culto o llano? ¿Es un gran
comunicador/a o nadie lo entiende? ¿Se expresa con subordinadas, frases cortas, conceptos
concretos…?
Relación con la sociedad: ¿Le preocupa la política y la sociedad? ¿Qué tipo de
pensamientos tiene en relación a los temas tabú?
Relación con el ocio: ¿Qué hobbies tiene? ¿Le gusta llenar su tiempo libre? ¿Le gustan
los hobbies en grupo? ¿Solitarios? Si lee, ¿lee mucho? ¿Qué autores? Si ve series…
¿Qué series ve? ¿Le gusta el cine, los deportes o coleccionar sellos? ¿Por qué?
Relación con los sueños/objetivos/deseos: ¿Quién quiere ser? ¿A qué aspira? ¿Tiene
objetivos? ¿Los cumple? ¿Está perdido/a? ¿Qué sueños quiere cumplir? ¿Es optimista
con ellos? ¿Es un visionario/a o un iluminado/a? ¿Vive cumpliéndolos o suspirando
por ellos?)
Temas para pensar al crear tu personaje
Los personajes que tienen todo lo que necesitan y logran todo lo que quieren son aburridos.
¿Dónde está el conflicto? ¿Dónde la lucha por superarse a sí mismos o las circunstancias y alcanzar
sus objetivos?
Al crear un personaje, asegúrate de poner piedras en su camino, de hacerle sufrir un poco. De lo
contrario el lector se va aburrir a las pocas páginas.
Evita nuestra tendencia tan natural de huir del conflicto. A nadie le gusta pelear y por lo general
rehuimos los retos. No nos gusta salir de nuestra zona de confort.
Pero eso no vale para escribir una novela. Porque en una novela el conflicto es el motor de la
acción. Así que tienes que hacer que el personaje afronte retos, acepte discusiones, busque
enfrentamientos.
Puede titubear y desear no tener que hacerlo, eso lo humanizará. Pero al final tendrás que hacer que
tome el toro por los cuernos cuantas veces haga falta.
Dale objetivos
Tu personaje necesita objetivos, una meta que alcanzar, algo que lograr.
Incluso si no los nombras específicamente. Incluso si solo al final el
personaje descubre que eso, y no otra cosa, era lo que había querido
durante toda su vida, los objetivos deben estar ahí. Latentes.
No juzgues
Escribir buenas descripciones de personajes es una de los aspectos más complicados para un
escritor, especialmente en lo que se refiere a los protagonistas. Si has hecho un buen trabajo
previo, sabrás mucho sobre ellos. Pero ¿cómo hacer que lo sepa también el lector?
Veamos cinco maneras de describir a nuestros personajes con sutileza, de manera que
logremos que el lector los vea con claridad, sin necesidad de escribir pesadas y minuciosas
descripciones de personajes.
La ropa
Mejor que especificar en una larga relación cómo es el carácter de nuestros personajes, enseñémoselo
al lector mediante sus actitudes, gestos, palabras y acciones a lo largo de la narración.
Ejemplo: en vez de “Ana era una mujer nerviosa”, démosle al lector señales de ello a lo largo de la
narración: “Mientras esperaba el autobús, Ana se mordía las uñas”.
Más adelante: “A Ana le costaba conciliar el sueño, en cuanto se tumbaba en la cama empezaba a
darle mil vueltas a los acontecimientos del día y programar lo que debía hacer al día siguiente”.
Después: “Ana había empezado a fumar de muy joven y, en situaciones de estrés, encendía un
cigarrillo tras otro sin pausa”.
No somos perfectos
Las personas reales no somos perfectas. Eructamos, tenemos panza, nos salen pelos en
las orejas. Son imperfecciones cotidianas con las que lidiamos día a día. Forman parte
de nuestra condición de seres humanos. ¿Por qué entonces las escondemos al escribir?
Con los personajes perfectos sucede lo mismo que con los que logran todo lo que
quieren sin esfuerzo y todo les sale bien: cansan. Es imposible que el lector se
identifique con ellos porque las personas de carne y hueso tenemos defectos.
Así que al crear un personaje asegúrate de darle debilidades, miedos, manías,
inseguridades.De esta manera el lector sí podrá reconocerse en ellos.
Menos es más
No hay una receta que puedas seguir para crear grandes personajes. Pero si te fijas
en los mejores chefs, por ejemplo, verás que trabajan con pocos pero bien elegidos
ingredientes.
La complejidad de un personaje no viene dada por una biografía farragosa, sumada
a un trauma del pasado y su deseo de ser luchador de sumo.
Al crear un personaje, identifica bien su meta y su conflicto, céntrate en ellos y
trabaja a partir de ahí. Es una regla vital de escritura.
Déjalo correr solo
Para el escritor argentino, todo cuento es un relato que encierra un relato secreto.
En “Vendo zapatos de bebé, sin usar” la omisión deliberada, la teoría del témpano, la tesis
de los dos relatos simultáneos son llevados a un extremo. Todo está, en este caso, “fuera”
del texto. O “fuera de campo”, como dicen los directores de cine cuando la acción no es
registrada por la cámara.
El de Hemigway, como la mayoría de los microrrelatos, obliga a que el lector
abandone cualquier postura pasiva. Lo pone a trabajar o, al menos, lo invita a
hacerlo. Si el espacio para las respuestas no está en el cuento, sólo puede estar en
otro lugar: en la cabeza de un lector “activo”.
Esto nos lleva a una de las paradojas más interesantes del cuento con dato
escondido: se presenta con frecuencia como de “fácil” lectura por su a menudo
engañosa claridad o concisión, pero exige mucho más que de lo que deja entrever a
primera vista. Exceden la mera anécdota y dicen más, o mucho más, de lo que
insinúan en una primera aproximación.
La acción dramática
Anécdota base y argumento
La habilidad del cuentista inicia al escoger el hecho o la anécdota base que pueda
ser tema para un cuento. La anécdota en sí misma no sirve. Un hombre sale de su
casa y se dirige al trabajo es, por ejemplo, una anécdota o un hecho base que no
presenta muchas posibilidades. Si este hombre en ese breve y habitual trecho de
su vida cotidiana perdiera la memoria, la anécdota base se convierte en un
concepto: la identidad.
La anécdota base se convierte entonces en Argumento y su desarrollo permite que
tome forma el concepto y la idea inicial.
La trama
La acción dramática es el propósito , de uno o más personajes por
lograr algo. A este logro están orientados todos sus actos, a este logro se opone uno o más
propósitos ajenos y alrededor de este propósito giran los de todos los demás personajes de
la obra
La acción dramática tiene ocho atributos indispensables:
Atributo #1
porque todas las demás voluntades de todos los personajes se supeditan a ella. Es la acción
que manda, porque causa los principales eventos y hace que la obra sea lo que es.
Atributo #2
Produce un conflicto
Uno o más personajes a sabiendas ponen en marcha, impulsan y llevan sobre sus hombros
ese propósito de lograr algo que es la acción dramática.
En la vida real, casi todo lo que hacemos obedece a una voluntad inconsciente. Creemos
que estamos decidiendo, pero la verdad es que hace tiempo que decidimos
inconscientemente.
Aunque no necesariamente…
Existen ejemplos de obras, por ejemplo en Chéjov, donde la voluntad de los personajes principales
no es del todo consciente y los personajes se engañan a sí mismos pensando que tienen ciertos
propósitos sin darse cuenta de que sus propósitos son otros. Aquí la atención del lector se dirige a
un conjunto de atractivos no argumentales: el de la curiosidad por presenciar historias íntimas de
personajes interesantes, la fascinación por ver cómo se comportan cotidianamente personas que se
parecen mucho a nosotros mismos, y las revelaciones intelectuales de los personajes.
Atributo #6
La acción dramática sitúa en forma jerárquica los distintos propósitos de los personajes
dentro de la ficción.
Atributo #7
Esto es así porque permite determinar como todas las voluntades actúan en favor o en contra de
una sola voluntad rectora, que es la acción dramática. Ninguna voluntad es neutral a esta. Si lo
es, sobra.
Atributo #8