mundo y quienes no pueden hacerlo, y nos obliga a mostrarnos menos solidarios frente a la apertura de la economía.
No sólo nos vemos obligados a compartir más la
producción mundial, sino también las desigualdades.
No se puede pretender todo y lo contrario de todo.
Cada tipo de globalización puede asociarse esquemáticamente a una categoría de desigualdades;
La globalización financiera hace crecer las desigualdades estructurales,
porque conduce lógicamente a otra división entre ganancia y salario en los países industrializados.
En efecto, contribuye a incrementar de manera considerable la movilidad
de los capitales. Si los movimientos de capitales son libres, es normal, necesario e inevitable que éstos acudan allí donde la mano de obra, en un nivel de calificación comparable, es más barata. Esta liberación de los movimientos de capitales, que implica potencialmente la globalización financiera, se hace efectiva desde el momento en que se abren al comercio internacional países que antaño se mantenían apartados de éste.
Para un capitalista occidental, la rentabilidad de las
inversiones en los países emergentes es a veces el triple o el cuádruple de la qué obtendría en su propio país. 2.1 La dinámica de las desigualdades
El verdadero problema es que el excedente provocado por
la globalización sólo se consigue a costa de un crecimiento considerable, tal vez insostenible, de las desigualdades, ya que la distribución de los ingresos sufre una importante deformación en detrimento de los provenientes del trabajo.
Las desigualdades estructurales se profundizan.
Esa deformación de desigualdad es transitoria porque China conducirá a una elevación de los salarios de ese país, tanto más fuerte por el hecho de que el desarrollo será rápido, cosa que, en último término, restablecerá la competitividad del trabajo francés.
Ese crecimiento resulta de un doble movimiento: una
baja del crecimiento en los países de origen del capital (Francia) ampliamente compensada por la fuerte expansión de los países que lo importan (China). La globalización de los mercados de bienes en el conjunto del planeta, y ya no únicamente dentro de las naciones ricas, define la tercera globalización.
En donde el intercambio internacional incita a los países a
especializarse en las producciones que utilizan de manera intensiva los factores productivos de los que están relativamente bien dotados. A la inversa, esos mismos países importarán los bienes cuya producción exige la utilización de factores de que disponen en menor abundancia. 2.2 Calificación y empleo
La tercera globalización actúa sobre las categorías de los
trabajadores: entre quienes tienen las calificaciones exigidas para utilizar las ventajas tecnológicas del norte y los demás.
Siendo así que de los países ricos, la exportación de productos
de alto valor agregado incremente la demanda de trabajo calificado; la importación esos mismos países de mercaderías con escaso valor agregado reduce la demanda de trabajo no calificado. De esa demanda de trabajadores calificados resultan las transferencias de población entre sectores, que se traducen en una importante desocupación de adaptación.
Algunas calificaciones del trabajo quedan casi
definitivamente desvalorizadas, lo que crea un sentimiento de inadecuación que incrementa la angustia individual y colectiva, difunde una sensación de inutilidad, pérdida de referencias y perspectivas en todos aquellos que adquieren la convicción de que su destreza y su experiencia ya no valen nada y que deben volver a aprenderlo todo. 2.3 El papel del progreso técnico
El crecimiento de las desigualdades entre trabajo
calificado y trabajo no calificado sería la consecuencia de la no neutralidad del progreso técnico. Éste exigiría una mano de obra cada vez más competente, y al mismo tiempo tendría por efecto incrementar la productividad de los trabajadores más calificados.
Por lo tanto una desindustrialización se interpreta
entonces como la consecuencia de una externalización o tercerización de los servicios que antes se proporcionaban dentro mismo de la industria. En los análisis que invocan la responsabilidad de la globalización, la explicación del aumento del desempleo entre los trabajadores no calificados se funda en la idea de la especialización relativa de los países.
La consecuencia debería ser el crecimiento de los
sectores que en el mundo desarrollado utilizan de manera preferencial el trabajo calificado. Lo que se observa no es eso: en los naciones desarrolladas, la proporción de trabajadores calificados aumenta en todos los sectores, pese al crecimiento relativo de los salarios de esos mismos trabajadores. 2.4 La competencia de los bajos salarios
La competencia de los países con bajos salarios
siempre ha pesado en la evolución salarial de las naciones occidentales. Ese peso de competencia se integra en todos los modelos económicos bajo la forma de una tendencia de largo plazo a la baja de la competitividad de los países industriales.
Sin embargo, los países con bajos niveles salariales no
son la razón por la cual existe el problema de la desocupación. El proteccionismo de mercado no es la solución para el desempleo ya que por más que se consumieran productos hechos en un país el sector de su propia industria ya no vendería al extranjero y en consecuencia cerrarían. Ni la globalización ni el progreso técnico son obstáculos al crecimiento económico. Incluso puede sostenerse que permiten incrementar su tasa. El verdadero problema es que ponen en marcha una dinámica profundamente desigualitaria al término de la cual las diferencias en las condiciones iniciales de los individuos parecen como cristalizadas: quienes se benefician son aquellos cuyo pasado permitió una acumulación del capital o saber; los otros corren el riesgo de quedar al costado del camino.
Introducción al derecho internacional privado: Tomo III: Conflictos de jurisdicciones, arbitraje internacional y sujetos de las relaciones privadas internacionales
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