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San Gregorio de Nisa, ve en Abraham la imagen del hombre que sin plantear cuestiones
camina en las profundidades misteriosas de Dios.
Son los hombres los que plantean problemas y exigen pruebas, pero las pruebas ofenden a
la verdad y el Señor las rechaza. (2° Mandamiento: No tomarás el Nombre de Dios en
vano)
Revelación: velo quitado, con la encarnación se vela más todavía el rostro de Dios, porque
Jesús mismo es el rostro de Dios Padre.
Si Dios no es evidente en sí, el silencio de Dios es su mayor cualidad, por eso una prueba
que te apremia vulnera la conciencia humana.
Dios limita su poder total, renuncia a su omnisciencia, prescinde de todos los signos y se
encierra en el silencio de su amor sufriente.
Manikós Éros
Hablo por medio de los profetas, hablo durante toda su vida terrena (Jesús)
Pentecostés: es el final del diálogo de Dios, solo va a hablar por medio de las inspiraciones
del Espíritu Santo
Nicolás Cabasilas: Manikós Éros: AMOR LOCO… Es en este locura dónde Dios le
declara su amor incondicional al hombre y su INCOMPRENSIBLE respeto a la libertad
huma.
La mano de Cristo crucificado, tapa nuestros ojos, aunque se la percibe y los ojos ven a
través de ella.
Por eso la fe es la respuesta a esta actitud KENÓTICA: (abajamiento Fil 2,7) de Dios
Dios invita, no prueba
Dios en su infinita libertad crea al hombre, pero lo crea libre, sabiendo Dios de ante mano
que el hombre en su libertad puede no elegirlo a Dios.
Por eso cuando uno inca las manos al cielo, desde su libertad, Dios tiene la obligación de
asistirte, porque desde tu libertad lo estas eligiendo a Dios.
Es loco, pero así lo dispuso en su bendita arriesgada de crear al hombre, Dios acepta ser
rechazado, desconocido, desechado, evacuado de su propia creación.
En cualquier pensamiento sobre Dios, es Dios, quien se piensa en el espíritu humano, este
es el verdadero sentido del argumento ontológico
Por eso la fe no se inventa, su origen no es arbitrario, es un don, y como don es ofrecido a
todos, para que Dios pueda acceder y pueda hacer su morada en el alma humana.
Por eso el Espíritu Santo es don hipostático, porque la petición de que venga tu Reino
(Padre Nuestro) nunca puede ser rechazada, sino sería una contradicción del mismo
Espíritu.