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NUESTRO SEÑOR”
“AL LLEGAR LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS, ENVIÓ DIOS A SU HIJO. GAL (4,4)”
Hace más de dos mil años Dios envió a Jesucristo al mundo, siendo la segunda persona
y el único miembro de la Santísima Trinidad que se hizo hombre, vivió entre nosotros
como Hijo de Dios, nos enseñó su palabra, sufrió el castigo en la cruz para purificar
nuestros pecados, murió, resucitó y desde la vida eterna nos perdonó, y ahora es nuestro
salvador. Por tanto, no es posible negar la existencia histórica de Jesús. Nació, vivió y
murió en un tiempo histórico. A parte de las razones históricas, también hay otras
razones que se detallan a continuación.
“Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres Jesucristo, el Hijo del Dios viviente’’
Juan 6:69
➔ Hay un doble aspecto en el misterio Pascual: por su muerte nos libera del pecado,
por su Resurrección nos abre el acceso a una nueva vida, nos devuelve a la gracia
de Dios.
➔ Cristo, "el primogénito de entre los muertos" (Col 1, 18), es el principio de nuestra
propia resurrección, ya desde ahora por la justificación de nuestra alma (cf. Rm 6,
4), más tarde por la vivificación de nuestro cuerpo (cf. Rm 8, 11)
➔ Jesucristo, cabeza de la Iglesia, nos precede en el Reino glorioso del Padre para
que nosotros, miembros de su cuerpo, vivamos en la esperanza de estar un día
con él eternamente, habiendo entrado una vez por todas en el santuario del cielo,
intercede sin cesar por nosotros como el mediador que nos asegura
permanentemente la efusión del Espíritu Santo.
➔ La ascensión de Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de Jesús
en el dominio celeste de Dios de donde ha de volver (cf. Hch 1, 11), aunque
mientras tanto lo esconde a los ojos de los hombres (cf. Col 3, 3)
“Se preguntarán por el secreto de vuestra vida y descubrirán que la roca que
sostiene todo el edificio y sobre la que se asienta toda vuestra existencia es la
persona misma de Cristo, vuestro amigo, hermano y Señor.” Benedicto XVI