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Mateo 10: 26-33

Inicialmente definamos la palabra Temor: Secularmente la palabra es relacionada con el


miedo, por tanto, está orientado a aspectos negativos, pero el temor al que se refiere la
biblia es todo lo contrario. Es por ello, que hay unas diferencias que debemos tener claras.
Primeramente, debemos entender que no es miedo a Dios.
Desde el aspecto negativo (o incorrecto), muestra a una persona que carece de fe, por
tanto, lo invade el miedo en todo tiempo, nos hace evadir nuestras responsabilidades y
deberes cristianos, no haciéndonos parte del reino. Por otro lado, está el temor correcto
que respeta profundamente a Dios y sus promesas, y mantiene una actitud correcta de
confianza en Dios. No es un miedo que paraliza o te espanta, es temor basado en la
confianza. Nada sucede en este mundo sin que Dios lo permita, él cuida de nosotros y está
en control absoluto de todo.
¿A qué le temes tú?
Quizás existan muchos miedos que invaden al ser humano, como a la oscuridad,
enfermedad, soledad, muestre. Y es que el hombre ha tenido diferentes temores y éstos
son los causantes hoy en día de enfermedades depresivas, estrés, trastornos mentas, etc.
El temor está presente en las diferentes facetas de la vida: en la casa, el trabajo, la familia,
la seguridad y la vida personal, etc.
Versículos 26 y 27:
 La primera razón para no temer es saber que la verdad jamás podrá ser callada, pese a los
intentos de los enemigos. Desde el surgimiento de la iglesia, sus enemigos trataron de
silenciar el mensaje del evangelio. Este mensaje es ofensivo para el diablo, por lo que
siempre levantara oposición para que no se predique, lo hizo en Jerusalén para despertar
el odio de los ancianos de los judíos: “Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los
sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, resentidos de que
enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos… Y
llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de
Jesús” (Hechos 4:1-2, 18). Sin embargo, los discípulos no temieron a sus amenazas, sino
confiaron en Dios a quien tenían que obedecer antes que al hombre: “Mas Pedro y Juan
respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que
a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”, (Hechos 4:19-20). Y
desde entonces esta verdad se ha seguido proclamando, pese los intentos del diablo que
querer acallarla y destruir al cristianismo. Su palabra se ha predicado aun en los tiempos
de mayor persecución. Jesús tenía razón cuando les dijo a sus discípulos que no temieran
compartir este mensaje de verdad, ya que al final nada quedaría oculto que no se
proclamare, la verdad jamás será acallada y Dios hará que la luz prevalezca en medio de
las tinieblas: Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser
manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la
luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. Aunque el hombre se esfuerce por
ocultar la verdad, esta saldrá a la luz, por tanto, no debe temer declararla: “Así que, no
juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo
oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno
recibirá su alabanza de Dios”, (1 Corintios 4:5).
Versículo 28:
Dios nos dice que no debemos temer al maligno, porque no puede destruir nuestra alma y
nuestro espíritu. Nuestro ser está compuesto de tres partes: cuerpo, alma y espíritu y
solamente el cuerpo tiene la posibilidad de destruirse por algún medio, por el hecho de
haber sido formado con elementos naturales. El alma está compuesta por el corazón (no
el que palpita) sino la mente y emociones. El alma y el espíritu no pertenecen al mundo
material y por tanto no está sujetos a las leyes de la naturaleza.
 Si bien es cierto, los hombres pueden provocarles grandes males e incluso hasta quitarles
la vida, el alma nadie puede tocárselas. En Lucas se dice de esta forma: “Mas os digo,
amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer” ,
(Lucas 12:4). Si Dios se los permite lo más que pueden hacer es quitarles la vida, pero
ninguno de ellos, ni el mismo diablo puede destruir sus almas en el infierno. 
Más bien, debemos temer a Dios, el autor y consumador de la vida. La palabra nos dice el
principio de la sabiduría es el temor a Jehová y esa es la única sabiduría que nos puede dar
vida eterna. El temor a Dios implica que debemos conocerle y obedecerle a través de su
palabra, por tanto, conocer y obedecer nos lleva a dar buen testimonio de Jesucristo en
donde quiera que estemos y cada cosa que hagamos.
No debemos temer a:
1. Al hombre: 1 samuel 15:24, proverbios 29:25
2. Calamidades terrenales: Lucas 21:25-28
3. Castigos futuros: Hebreos 10: 26-27
4. Al temor: Job 15:24
Solo un temor permanece y ese el temor santo al Señor mismo.
Versículo 29-31:
Estos nos muestran que nuestra vida, está en las manos de Dios. Una razón más para no
temer a los enemigos. Nuestra vida está en completo control de Dios, y nada nos pasará
sin que sea su voluntad.
En los tiempos de Jesús solían cazarse pajarillos los cuales eran una comida muy apetecida
en el medio oriente, especialmente las codornices. Ahora bien, el precio de dos codornices
era de un cuarto. Prácticamente no valían mucho, pero con todo eso el Padre celestial
tiene cuidado de ellas y ninguna cae en tierra sin que sea su voluntad. Así, la vida está en
sus manos a tal punto que hasta sus cabellos están contados, y ninguno de ellos morirá si
no es la voluntad de Dios, por ello les dice: no temáis; más valéis vosotros que muchos
pajarillos. Si Dios tiene esa capacidad de ser minucioso en esos detalles, ¿no crees que es
consciente de lo que ocurre en tu vida?
En muchas ocasiones no entendemos ni comprendemos esa voluntad de Dios en nuestras
vidas, pero Dios en su soberanía nos da el mayor ejemplo de fe y esperanza cuando
confiamos en totalmente en él, sabiendo que su voluntad siempre es buena, agradable y
perfecta.
(Testimonio de mi papá)
Versículo 32-33:
Jesús les promete a sus mensajeros que su fidelidad tendrá recompensa aquel día.
Muchos serian tentados a negar el nombre de Cristo, y ha blasfemar su nombre, tal y
como lo hizo Pablo en sus días antes de su conversión, como perseguidor de la iglesia del
Señor: “Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y
enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras”,
(Hechos 26:11), también durante el periodo de los emperadores romanos, muchos
cristianos murieron por no negar a Jesús y declarar al César como su Señor. Muchos
tendrían que morir, pero todos sabrían que su sacrificio no sería en vano, aquel día Jesús
no se avergonzaría de ellos y los confesaría delante de su Padre, mas no a aquellos que lo
negaron delante de los hombres.
Dentro de todo esto, podemos mirar qué provoca el temor divino es nuestras vidas:
1. Regalo de Dios: Isaías 11: 1-3 y Filipenses 2: 12-13 … el amor de Dios siempre
acompaña la conversión verdadera y es el resultado de someterse a él y recibir su
espíritu.
2. Humildad: Isaías 66:2 … quien teme se somete a él sin importar el costo
3. Obediencia: Salmos 119: 63 y 2 corintios 5:9-11 … Desarrolla el deseo de
obedecerlo para evitar decepcionarlo, y también de darnos cuenta que rendiremos
cuentas ante él.
4. Valentía espiritual: Salmos 27: 1-3 … cuando uno teme a Dios más que a los
hombres, es más fácil llenarse de valor para enfrentarse a ellos y defender sus
principios.
5. Evitar el pecado: Proverbios 8:13 … Rechazo al pecado y seguir el camino de
justicia de Dios.
A su vez produce fuerza, ya que es un don de Dios que nos vuelve cristianos convencidos,
entusiastas, que no se someten al Señor por miedo, sino porque están conmovidos y
conquistados por su amor.
Para un no creyente, el temor de Dios es temer el juicio de Dios y la muerte eterna, la es la
separación eterna de Dios. Lucas 12:5 y Hebreos 10:31
Para un creyente el temor de Dios es algo diferente, el temor es reverenciar a Dios,
hebreos 12: 28-29. Esta reverencia y admiración es exactamente lo que significa el temor
de Dios para los cristianos, este es el factor que nos motiva a rendirnos al creador del
universo.
Nos hace personas completas, en este caso cristianos de verdad. Como hombres y
mujeres de Dios debemos caminar en el temor de Dios, ya que nos va a permitir tener una
mayor identidad, de quienes somos y para dónde vamos, como hijos de nuestro Dios y por
tanto caminar en la verdad, para darle un servicio a nuestro Dios, con sinceridad de
corazón.

¿Qué pasa cuando camino fielmente a Dios y temo a Él?


Todo lo que obtengo, todo lo que puedo recibir de parte de él, esas respuestas, esa gloria
que desciende a nuestras vidas.
Cuando ocurre todo lo contrario, no recibimos o percibimos nada de parte de Dios. No se
trata de suponer por qué no obtengo esto o aquello, sino de fijarnos en si claramente
camino en temor, me mantengo fielmente en ser ese siervo de Dios que busca
firmemente estar y vivir para Dios.

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