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160204-Periferias Asamblea Febrero (Nelson)
160204-Periferias Asamblea Febrero (Nelson)
* Es el sueño de “una Iglesia madre y pastora”, que no teme hacerse cargo del
pecado del mundo, de su lejanía, que no teme su hostilidad sino que la lleva
con coraje, sin miedo a ensuciarse las manos. Es la imagen de la “Iglesia
samaritana” que, ya presente en el Documento de Aparecida de la V
Conferencia episcopal latinoamericana de 2007, encuentra su confirmación
en la figura del “hospital de campaña tras una batalla”, de la que habla el
Papa en su entrevista de La Civiltà Cattolica:
Las periferias existenciales necesitan testigos, “pastores y no
funcionarios clérigos de despacho”. Por ello, “los ministros de
la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las
personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava,
limpia y consuela a su prójimo. Esto es Evangelio puro. Dios es
más grande que el pecado.
Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es
decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las
actitudes. Los ministros del Evangelio deben ser personas
capaces de caldear el corazón de las personas, de caminar con
ellas en la noche, de saber dialogar e incluso descender a su
noche y su oscuridad sin perderse”.
¿Quiénes son estos pobres del continente? ¡Las periferias existenciales! ¿Dónde es
eso? De nuevo Aparecida responde con una larga enumeración: Comunidades
indígenas y afroamericanas, mujeres excluidas en razón de su sexo, raza o
situación socioeconómica, jóvenes que reciben educación de baja calidad y que no
tienen oportunidades, pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos
sin tierra y personas con empleos informales (DA 65).
* También niños sometidos a la prostitución infantil, niños víctimas del
aborto, familias que viven en miseria y pasan hambre, tóxico
dependientes, personas con capacidades diferentes, portadores y víctimas
de la malaria, la tuberculosis y VIH – SIDA, secuestrados, víctimas de la
violencia, del terrorismo, de conflictos armados, ancianos excluidos,
indigentes y presos que viven en situaciones inhumanas (DA 65, 402).
*El Papa impulsa a la Iglesia a salir al encuentro del otro, a ir hacia las periferias
existenciales. “Una Iglesia cerrada es una Iglesia enferma. La Iglesia debe salir de
sí misma. ¿Adónde? Hacia las periferias existenciales, cualesquiera que sean, pero
salir”.
*Cabe preguntarnos: ¿es esto una novedad? ¿Qué quiere decirnos con estos
términos? ¿Hacia dónde vamos? Se puede decir, que la simplicidad y, al mismo
tiempo, la puntualidad con la que el Papa expresa cada una de sus ideas
constituyen un plan de acción pastoral, nadie queda excluido, mucho menos, es
este excluyente.
* Esto significa que nos moviliza a acercarnos a aquellos que necesitan de Jesús, quienes
no lo conocen o quienes conociéndolo atraviesan diversos momentos de dificultad, es
decir, nos induce a no quedar encerrados predicándonos a quienes ya estamos dentro
de las estructuras parroquiales, con nuestras luces y sombras, pero adentro al fin.
* Significa también tener presente el envío misionero de Jesús a sus discípulos: “Vayan y
anuncien la Buena Nueva a todas las naciones”, no solo a aquellas en las que resultaría
más sencillo por haber en ellas un sentir religioso ya latente, sino también a aquellos
pueblos más hostiles, más alejados.
* El actuar concreto del papa Francisco, nos ayuda a comprender a qué se refiere con
“periferias existenciales”, en Semana Santa (2013), lavó los pies a menores que viven
en un instituto de minoridad, visitó enfermos, se acercó a los habitantes humildes de
una favela en Río de Janeiro, besa a los niños a su paso desde el papamóvil; si bien
esto no es propio tan solo de él, se ha encontrado con jóvenes en proceso de
recuperación de adicciones; es decir, va más allá de los muros del templo, sin por ello
descuidar el sentido sacramental y de oración de las comunidades cristianas. Por el
contrario, se ha referido, en varias oportunidades, a la importancia esencial de la vida
sacramental y de oración de la Iglesia.
* Pero ha dado un paso más, aquel en que el papa emérito Benedicto XVI
siempre nos insistía, el de ser testigos y testimonio en nuestra vida diaria
de nuestra fe. Ir a las periferias es no dejarnos de ocupar de aquellos por
quienes la Iglesia siempre ha dedicado especial atención, dato no menor es
que es la institución que más centros hospitalarios, orfanatos, comedores,
escuelas, tiene en el mundo, incluso, en regiones problemáticas como
África.
* Por lo tanto, hay que reiniciar el éxodo; y no hacia la ‘tierra prometida’, sino hacia la
tierra marginada. Vivir en clave de éxodo constante, sin instalarse. Para poder decir con
el profeta: “El pueblo que caminaba en tinieblas, ha visto una gran luz; a los que
habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos” (Is. 9,2).
* Ahora bien, lo que dice el Papa Francisco no es una novedad. Porque desde que Jesús
mandó a los apóstoles a predicar el Evangelio y hacer discípulos en todas las naciones, es
evidente que la Iglesia está llamada a salir de sí misma y recorrer el mundo entero.
* La Iglesia es Madre que cuida los hijos que Dios le ha encomendado pero no puede
conformarse con atender a sus fieles. Ha de salir al encuentro de los que viven fuera
de sus atrios. ¿Nos imaginamos lo que habría ocurrido si esa primera Iglesia en
Jerusalén se hubiera quedado “en casa"?
* Por otra parte, la Iglesia que sale fuera de sí misma para llevar a Cristo, se suele
encontrar con el propio Cristo en esas periferias. En el evangelio de Mateo el Señor
nos dice “tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber;
peregriné, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me
visitasteis; preso, y vinisteis a verme” (Mt 25,35-36). La Iglesia que no se queda en
casa, acaba siendo tanto evangelizadora como evangelizada.
* Podemos decir que tenemos a Cristo con nosotros, pero, hay “mucho Cristo” ahí fuera
esperando que vayamos a encontrarnos con él.
* Salir a las periferias no significa descuidar lo que tenemos en casa. El Papa
Francisco ha insistido mucho en la necesidad de llevar una vida sacramental
adecuada. Es más, difícilmente podremos hacer bien la labor apostólica fuera si no
aprendemos a vivir la fe dentro.
* La labor apostólica de la Iglesia puede tener elementos parecidos al del
asistencialismo propio de las ONGs, pero va mucho más allá. Nosotros no solo llevamos
el pan nuestro de cada día, que alimenta el cuerpo, sino el ‘pan que descendió del
cielo’, que no es otro que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos dan la vida eterna.
*Los pobres necesitan el Evangelio tanto o más que la solución a su pobreza.
Como dice la Carta de Santiago, “la fe sin obras está muerta” (2, 14), pero como
también dice la Carta a los Hebreos “sin fe es imposible agradar a Dios, que es
galardonador de los que le buscan” (Heb 11,6).
*Dada la ‘secularización’ de la sociedad en la que vivimos, el mero hecho de salir…
como pide el Papa, ya sirve para encontrarnos en esas ‘periferias
existenciales’. La parroquia no puede convertirse en una mera posada a la que
acudir para alimentarse o descansar, o en el hospital al que vamos cuando
necesitamos sanar el alma. La parroquia ha de ser una comunidad viva, que
ilumine todo lo que la rodea, que sale a pescar en las aguas que la rodean. Los
peces no saltan del agua a la barca. Hay que tender las redes.
*Alguna/o dirá: “es que no sabemos cómo se hace porque llevamos muchas
décadas, o incluso toda la vida, sin hacerlo”. Pues bien, los apóstoles no tenían
un manual sobre como evangelizar y sin embargo, evangelizaron. Tuvieron
éxito por la sencilla razón de que contaban con la asistencia del Espíritu Santo.
Hoy contamos también con su asistencia, así que no tenemos excusa. El “no
sabemos” ha de cambiarse por el “si podemos”.
*Además, veinte siglos de historia nos preceden con claros ejemplos de hombres y
mujeres que han entregado sus vidas a la tarea de evangelizar de palabra y de
obra. Hay que seguir sus pasos.+++++
PERIFERIAS A NIVEL SOCIAL: LA REALIDAD
FAMILIAR.
* En las últimas intervenciones del Papa Francisco, muestra un corazón abierto a las
múltiples heridas de las familias y lanza una fuerte llamada a los sacerdotes, a los
creyentes y a los responsables de la vida pública para que la familia esté en el centro
de su atención, de la acogida misericordiosa pero también de las actuaciones políticas
concretas.
* Por eso, como dice el Papa Francisco, “salir hacia los demás para llegar a las
periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido”
(EG 46). “La predicación del Evangelio no se puede dejar a la casualidad ni a la
improvisación. Exige el compromiso común para un proyecto pastoral que
remita a lo más importante y que esté bien centrado en lo esencial, es decir, en
Jesucristo” (Francisco, 2013).
Es salir con “nuevas expresiones” a
predicar el Evangelio
* Salir a evangelizar de esa manera, supone “evangelizar con nuevas
expresiones”, como señaló San Juan Pablo II al proponer la Nueva Evangelización.
“Nuevas expresiones”, que no se refiere solo al lenguaje verbal (que la gente
entienda lo que decimos), sino a los gestos, a las actitudes, al talante
evangelizador.
* Es poder decir como San Pablo: “Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los
débiles. He tratado de adaptarme lo más posible a todos, para salvar como sea a
algunos. Y todo lo hago por el Evangelio, del cual espero participar” (1Cor 9, 22-
23).
* Salir a evangelizar con “nuevas expresiones” tiene que ver con nuestra capacidad
de imitar las actitudes de Jesús, que declaró que no necesitan médico los sanos,
sino los enfermos y que Él no había venido a llamar a los justos, sino a los pecadores
(cf. Mc 2,17). La salida misionera debe poner de manifiesto la actitud de Dios que
se parece al pastor que sale a buscar la oveja que se le perdió, pues “en el cielo
hay más alegría por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que
no necesitan convertirse” (Lc 15,7).
* La salida misionera es “salir a predicar el Evangelio”. A eso envió Jesús a los
apóstoles y a eso salieron ellos. Por eso, estamos llamados a salir al encuentro de
los otros para presentarles la persona de Jesús y proponerles el mensaje del
Evangelio. De hecho, salir a predicar el Evangelio es la vocación propia de la Iglesia,
su identidad más profunda.
Es salir a predicar con el testimonio.
* El beato Pablo VI decía que el Evangelio se debe predicar en primer
lugar mediante el testimonio, pues este, “constituye ya de por sí una
proclamación silenciosa, pero también muy clara y eficaz, de la Buena
Nueva. Hay en ello un gesto inicial de evangelización” (EN 21). Y en otro
lugar dice: “Para la Iglesia el primer medio de evangelización consiste
en un testimonio de vida auténticamente cristiana, entregada a Dios en
una comunión que nada debe interrumpir y a la vez consagrada
igualmente al prójimo con un celo sin límites” (EN 41).
* La Evangelii Gaudium rebosa por todos lados del llamamiento del Papa a que demos
este testimonio del amor y el servicio gratuito a los demás:
* Estamos invitados a “salir de casa”, a tener los ojos y el corazón abierto a los
demás. […] Nuestra fe nos hace salir de casa e ir al encuentro de los otros para
compartir gozos y alegrías, esperanzas y frustraciones. Nuestra fe, nos saca de casa
para visitar al enfermo, al preso, al que llora y al que sabe también reír con el que
ríe, alegrarse con las alegrías de los vecinos.
* Como María, queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus
templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza.
* Como María, queremos ser una Iglesia que sepa acompañar todas las situaciones
«embarazosas» de nuestra gente, comprometidos con la vida, la cultura, la
sociedad, no borrándonos sino caminando con nuestros hermanos, todos juntos”
(Francisco, 2015).
* Es salir por todas partes a ofrecer la vida
de Jesucristo
* Cuando los discípulos de Jesús eran perseguidos, su testimonio de fidelidad y
perseverancia en la fe se convertía en anuncio elocuente de Jesús. Incluso,
cuando en medio de la persecución se trasladaban a otros lugares para salvar
la vida, eso se convirtió en ocasión para el anuncio del Evangelio y la
implantación de la Iglesia en diversas regiones: “Se desató una gran
persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los
apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. […] Los que se
habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la
Palabra” (Hch 8,1.4).
* ¿A quiénes se dirige el anuncio del Evangelio? Ciertamente, como mandó Jesús,
a todas las gentes: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a
toda la creación” (Mc 16, 15). No podemos olvidar estas palabras de Jesucristo
y que, para nosotros sus actuales discípulos resuenan como si fuera la primera
vez: ¡A todo el mundo! ¡A toda criatura! ¡Hasta los confines de la tierra!
* Ahora, podemos considerar esta reflexión del beato Pablo VI para comprender
y hacer operativo el alcance de la misión que estamos llamados a realizar aquí
y ahora:
* Aunque el primer anuncio va dirigido de modo específico a quienes nunca han
escuchado la Buena Nueva de Jesús o a las nuevas generaciones, se está volviendo cada
vez más necesario, a causa de las situaciones de descristianización frecuentes en
nuestros días, para gran número de personas que recibieron el bautismo, pero viven al
margen de toda vida cristiana; para las gentes sencillas que tienen una cierta fe, pero
conocen poco los fundamentos de la misma; para los intelectuales que sienten
necesidad de conocer a Jesucristo bajo una luz distinta de la enseñanza que recibieron
en su infancia, y para otros muchos. (EN 52)
* Que importante es esa primera afirmación: “El primer anuncio va dirigido de modo
específico a quienes nunca han escuchado la Buena Nueva de Jesús o a las nuevas
generaciones”. Hasta ahora, dábamos por supuesto que las nuevas generaciones
recibían el anuncio del Evangelio de otros creyentes (sus padres, el entorno parroquial,
la educación escolar…)
*Hay que destacar también, que todo este trabajo emana de las
claves que nos ofrece el papa Francisco en Evangelii Gaudium y en
respuesta eclesial, esperanzada y misericordiosa, a la situación de
nuestro pueblo, de nuestras comunidades.
*Habrá que unir, por un lado, las iniciativas que para toda la Iglesia
establece el Papa como son el Año de la Misericordia y las
prioridades sobre la pastoral familiar surgidas de las recientes
Asambleas del Sínodo de los Obispos; y, por otro, lo que los propios
acontecimientos sociales y eclesiales nos vayan demandando.
* Hay que basarse especialmente en torno a las funciones o mediaciones eclesiales al
servicio del reino de Dios, que son:
* La koinonía o comunión y corresponsabilidad
* El kerigma o anuncio de la Palabra
* La liturgia o celebración del Misterio cristiano
* La diaconía o servicio de la caridad.
* Hay que ser conscientes y estar convencidos que para evangelizar es preciso “renovar
nuestro encuentro personal con Jesucristo” EG 3.
* La Iglesia, anunciadora y fermento del reino de Dios.
* CONSIDERACIÓN:
* Estos deben ser nuestros propósitos y ésta es ahora nuestra esperanza y
alegría. Debemos prepararnos para animar y guiar a nuestras comunidades
en este camino de renovación espiritual y de evangelización, y queremos
responder así a las llamadas de Dios y a la invitación del papa Francisco.
* Para realizar este compromiso necesitamos abrir nuestros corazones a la
presencia y a la acción del Espíritu Santo. Para mantener vivo el espíritu
misionero es preciso confiar en la acción del Señor resucitado y en la
asistencia permanente de su Espíritu.
* La Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra, es la
misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos en la
vida cristiana y en el ejercicio de la misión (EG 286). Ella es la
mujer creyente que, con su fe firme y amorosa, sostiene la fe
de los Apóstoles y hace posible, como en el primer
Pentecostés, el entusiasmo por el Evangelio.
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