Está en la página 1de 44

Jesús de Nazaret

y los Salmos
Dr. Fernando Mazariegos
Jesús y la oración
● La importancia que Jesús le dio a la oración se pone
claramente de manifiesto en todos los Evangelios.
● El Señor, de acuerdo con esos importantes
recuentos, oraba de día y de noche, solo y
acompañado, en la calle y en el Templo, en forma
breve y de manera extendida, y en el gozo y la
tribulación.
● En efecto, el estudio ponderado y sobrio de los
Evangelios concluye que Jesús era un hombre de
oración y que también incentivaba ese estilo de vida
en sus discípulos.
La oración modelo
● Por ejemplo, al comenzar su ministerio, cuando los
discípulos se percataron de esa particular forma de
enfrentar la vida, le pidieron que les enseñara a orar,
y en vez de ofrecer un curso teórico de las maneras,
las prioridades, los temas y las preocupaciones que
se atienden en las conversaciones con Dios, les
presentó un modelo que ha servido de base para el
desarrollo espiritual y moral de miles y miles de
creyentes a través de la historia: «El Padre nuestro».
El Padre nuestro
● Esa particular oración pone de manifiesto la claridad
mental y la salud que tenía Jesús, y, además, revela
varias de las prioridades y preocupaciones básicas
en la vida.
● Se refirió a Dios con intimidad, le llamó «Padre
nuestro»; reveló la importancia del Reino en sus
discursos y mensajes; destacó el tema de la
santidad y la voluntad divina en su vida y también en
la naturaleza y el cosmos; y finalmente puntualizó el
poder divino para ayudarnos a vencer las
tentaciones y al Tentador.
Doxología
● Y culminó esa oración modelo de la forma
que finaliza cada «libro» de los Salmos, con
una doxología.
● Jesús de Nazaret siguió el estilo espiritual,
literario y temático del Salterio, al terminar el
«Padre nuestro» con la afirmación: «Porque
tuyo es el reino el poder y la gloria por todos
los siglos. Amén».
● Véase ese mismo estilo en los Salmos 41.13;
72.18-19; 89.52; 106.48; 150.
Oraciones en crisis
● Es muy importante señalar, respecto a la vida
piadosa y de oración de Jesús, que el Salterio
ocupó un lugar protagónico. Especialmente el
Salmo 22, que sirve de marca para revelar las
angustias y los sentimientos de abandono y
preocupación que se desprenden de la
crucifixión.
● ¡No se amilanó el Señor ante la muerte! Usó
los Salmos para recobrar sus fuerzas y
enfrentar la adversidad extraordinaria.
Una nueva lectura del Salmo
● El antiguo Salmo 22, que presenta la oración de una
persona en profundo dolor por sentirse abandonado
por el Señor (Sal 22.1-21), es también un cántico de
triunfo y esperanza.
● El salmista no solo articula su angustia sino que
confía en la justicia divina y manifiesta sus gratitudes
por la liberación que recibe de parte de Dios (Sal
22.31).
● ¡Jesús utilizó esta oración para expresar sus
sentimientos más hondos y complejos!
La oración profunda
● Esa vida de oración de Jesús revela un estado de
ánimo sosegado, una forma de vivir sobria, una
manera sabia de enfrentar las dificultades y una
actitud prudente ante las adversidades.
● ¡Esa forma de vida produce gente de paz, personas
seguras de sí mismas, hombres y mujeres de bien!
● La oración le permitió a Jesús desarrollar y disfrutar
una gran salud mental y espiritual que le ayudó llevar
a efecto un ministerio transformador con autoridad,
sabiduría y efectividad.
Los temas y las preocupaciones
● Y para ayudarnos a comprender las dimensiones
y repercusiones de esa particular actitud de
oración de Jesús, debemos hacer una lectura
cuidadosa y sobria de los Evangelios.
● Analizaremos algunos textos para descubrir lo
que se desprende de las oraciones del Señor.
● P.ej., sus temas, preocupaciones, prioridades,
necesidades, desafíos, valores, pensamientos,
mentalidad, afectos, sentimientos,
temperamento, estilo y comportamiento.
Claridad de ideas
● Para comenzar es importante indicar que una
característica fundamental e inmediata que
descubrimos de las oraciones de Jesús en el
Nuevo Testamento es que tenía claridad
mental e intelectual, sentido de dirección
emocional y vocacional, perspectiva
adecuada de la vida y de la muerte.
● Y esa claridad espiritual le permitía orar y
comunicar sus enseñanzas e ideas con
seguridad y pulcritud.
Fórmulas dubitativas
● En efecto, las oraciones y los discursos del
Señor carecen de las formulas dubitativas y
ambiguas, que son tan comunes en el diario
vivir de las comunicaciones humanas: P.ej.,
quizá, a mi parecer, pienso yo, creo.
● Lo que Jesús manifiesta es seguridad,
certidumbre, firmeza y sentido de dirección.
● Sus plegarias y mensajes no revelan dudas ni
desorientación, sino convicción, sabiduría,
coherencia, seguridad, firmeza y claridad.
¡Felicidad verdadera!
● Esa claridad mental se pone de manifiesto,
p.ej., al presentar el Sermón del monte (Mt
5.1-16).
● La gente es feliz cuando llora y es humilde,
cuando tiene hambre y sed de justicia,
cuando es misericordiosa, cuando tiene el
corazón limpio y procura la paz, y cuando es
perseguida e insultada injustamente.
● El fundamento de la felicidad no es el tener
cosas sino tener valores.
Bienaventuranza y dicha
● En este sermón, que incluye la oración
modelo, el Señor siguió la tradición y la
teología del Salterio (Sal 1), que declara que
la gente bienaventurada, dichosa, feliz y
alegre es la que medita en la Ley del Señor, y
su delicia está en sus enseñanzas.
● Las riquezas que se adquieren y se pueden
perder, no pueden ser el fundamento estable
de la felicidad, ¡pues de la misma forma que
llegan pueden marcharse!
¿Qué significa ser feliz?
● El mensaje de Jesús en ese sermón se
relaciona con lo que hace verdaderamente
feliz a la humanidad.
● Y para articular esa importante enseñanza,
presenta una serie de paradojas en forma
poética: No son infelices las personas que
padecen persecución por causas nobles y
buenas, ¡son bienaventuradas!, pues tienen
espina dorsal, tienen principios éticos, tienen
valores morales, tienen dignidad.
Voluntad fuerte
● Junto a su claridad mental estaba su voluntad
férrea, y su capacidad decisional firme. A su
gran sentido de dirección ética, le acompaña
una voluntad sin concesiones, capaz de
tomar decisiones sabias en el camino y
mantener el sentido de dirección hasta llegar
a su objetivo.
● Tenía una misión clara en la vida y no permite
que nada le desvíe de esa vocación
fundamental: ¡Hacer la voluntad de Dios!
Afirmó su rostro
● Ese claro sentido de dirección se pone de relieve
cuando, muy cerca ya de la semana final, decide ir a
la ciudad santa. El texto bíblico es firme y claro
cuando dice, en torno a su actitud: «con
determinación, afirmó su rostro para ir a Jerusalén»
(Lc 9.51).
● No iba a Jerusalén desorientado, no llegaba al
Templo sin sentido de dirección, no se aproximaba a
la ciudad de David de forma pusilánime, no se dedica
a orar sin esperanza.
● Llegó a la santa ciudad con el rostro firme y la frente
en alto, con entereza, valor, dignidad y seguridad.
Jesús marchaba delante
● Esas imágenes de seguridad y valor llegan a
un punto excepcional en un episodio insólito,
antes de llegar a Jerusalén por última vez.
● Analicemos el texto: «E iban por el camino
subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de
ellos; y estaban perplejos, y los que le
seguían tenían miedo. Tomando aparte de
nuevo a los doce, comenzó a decirles lo que
le iba a suceder» (Mc 10.32).
Jesús estaba en control
● El pasaje es revelador. Ya se acercaba la
hora final, y los discípulos y seguidores
presentían lo que podía suceder. ¡Algunos
estaban desorientados! Y otros,
¡abiertamente con miedo!
● El contexto era de confusión, sentimientos
mezclados, temores, incertidumbre, angustia.
● Pero el texto bíblico indica claramente que
Jesús iba al frente, delante de ellos, guiaba el
camino, orientaba al grupo.
Tenía control y seguridad
● El mensaje es claro: En medio de las
confusiones de la vida, Jesús está al frente,
como símbolo de orientación y seguridad,
como signo de esperanza y valor, como
prototipo de quien enfrenta la adversidad de
pie, con autoridad, con certidumbre, con
sentido de triunfo, con esperanza de mañana,
con ansias de porvenir, con estrella en los
ojos, con dignidad y virtud.
● ¡Llegó a Jerusalén con vigor, valor y visión!
Características de bondad
● Sin embargo, esa firme voluntad de acción y esa
particular seguridad en sí mismo no fueron
impedimentos para que el Señor manifestara
bondad, misericordia y amor.
● Aunque tenía una actitud emancipada y autónoma,
no fue indiferente al clamor humano, pues respondió
con sensibilidad y cariño al cautiverio personal y
colectivo, a la opresión social, religiosa y política, a la
desesperanza humana más intensa, hostil e ingrata.
El Señor era misericordioso
● Los evangelistas ponen de manifiesto esa
característica del Señor con una palabra griega que
transmite la idea «de sentir compasión» desde «lo
más profundo de las entrañas».
● Es el estado de ánimo que invade al Señor cuando
escucha el lamento de dos invidentes en la ciudad
de Jericó: «Señor, Hijo de David, ten misericordia de
nosotros», y Jesús «fue movido a compasión», les
tocó los ojos y recobraron la vista, y, además, le
siguieron (Mt 20.34).
● ¡La compasión sana, libera, transforma y redime!
La misericordia sanadora
● El fundamento de las sanidades y el perdón
de los pecados es el mismo: El amor de Dios.
El Dios bíblico sana porque manifiesta su
amor extraordinario en medio de la gente en
necesidad.
● Cuando las personas actúan por amor, la
gente lo nota y lo agradece; y cuando viven
fundamentados en el odio y el resentimiento,
también la gente se percata y los rechaza.
La misericordia y el perdón
● La compasión, el amor y la misericordia
tienen el poder del perdón, la liberación y la
sanidad.
● La gente que ama, también perdona, apoya al
necesitado, ayuda al desamparado, libera al
que está cautivo, y está presente en el
momento de la necesidad imperiosa de las
personas afligidas.
● En efecto, el amor y la misericordia son los
fundamentos de la liberación humana.
La misericordia y el dolor
● Esa actitud de amor que se manifiesta de
forma concreta en actos de bondad,
misericordia y compasión se hace realidad
ante un triste cortejo fúnebre.
● El Señor se percató del dolor indecible de una
madre ante el féretro de su único hijo, y al
verla, «tuvo compasión de ella, y le dijo no
llores», y se acercó al sarcófago y le dijo al
joven difunto: «¡Levántate!» (Lc 7.13).
La compasión libera
● La compasión hizo que Jesús llamara al joven
a la vida, y por la misericordia divina lo
devolvió a su mamá, que estaba
desconsolada. La compasión es el poder que
nos mueve hacia la gente en necesitad para,
fundamentados en la misericordia, levantarlos
en el nombre del Señor.
● ¡La compasión divina y la misericordia de
Dios no dejan a las personas en el cautiverio,
las levantan!
¡Levántate!
● Levántate era una expresión de autoridad y
valor, un llamado al combate y la vida, una orden
sobre la muerte y sus representantes, que eran
el llanto, la angustia, el luto, la desesperanza, el
dolor y la incertidumbre.
● Levántate era una forma de expresar convicción
y autoridad. Moisés, ante las amenazas de los
ejércitos egipcios, clamó al Señor y le dijo:
«levántate Señor», y Dios no estaba cansado, ni
sentado, ni acostado.
● La palabra bíblica «levántate» revela convicción
de triunfo y seguridad.
¡Levántate!
● Con la palabra «levántate» el profeta
Isaías llamaba al pueblo a resplandecer (Is
60.1); y con la misma expresión de
autoridad, Jesús hacía que los paralíticos
recobraban las fuerzas y las energías
necesarias para caminar, enfrentar la vida
con valor, valerse por ellos mismos, y
conquistar el futuro con dignidad. Para el
profeta, ¡levantarse era resplandecer!
¡Levántate!
● Con esa expresión el Señor intervino en la
sanidad del paralítico que le llevaron
(¡rompieron el techo para ponerlo ante el
Señor!) mientras predicaba en Capernaúm
(Mr 2.1-12); con esa misma palabra Jesús
resucitó a la hija de Jairo (Mt 9.25); y cuando
Pedro y Juan se enfrentaron al cojo en la
puerta hermosa del Templo, le dijeron
«levántate y anda» (Hc 3.1-10).
La misericordia en acción
● En efecto, cuando analizamos las características
básicas de la personalidad y las oraciones de Jesús
se descubre que no podemos dejar a un lado esa
expresión de amor, que se conoce en los Evangelios,
como «misericordia» y «compasión».
● Esas peculiaridades se revelan no solo en momentos
de crisis y desafío social sino que se ponen
claramente de manifiesto hacia los sectores más
vulnerables y marginados de la sociedad judía y
palestina de su época.
● Esos no son temas para la discusión teórica: ¡Son
manifestaciones concretas del amor!
El buen pastor
● Quizá una de las mejores imágenes para
describir la vida, el ministerio y la vida de oración
de Jesús es la del buen pastor.
● La parábola encierra una serie de valores que
revelan algunas dinámicas internas que pueden
completar nuestro estudio.
● Posiblemente la frase «el buen pastor su vida da
por las ovejas» revela el corazón mismo de
nuestra búsqueda.
● Estos mensajes de Jesús se relacionan con el
Salmo 23, que sirvió de base para su reflexión.
El buen pastor
● La imagen es la de un pastor alerta, en
oración, que no deja su rebaño, que se
preocupa por su bienestar, que le vela en
el anonimato de la noche, que le protege
de los peligros del camino, que le
acompaña en el valle de sobra y muerte,
que le lleva a pastos verdes y a
manantiales de aguas puras y cristalinas,
y que le cuida en el momento de crisis.
El buen pastor
● Esa descripción idílica y paradisíaca del pastor pone
en evidencia que tiene salud mental y espiritual. Esa
es la característica fundamental e indispensable del
Señor: ¡Gozaba de buena salud física, emocional e
integral!
● Por esa razón amaba y perdonaba, ayudaba al
desvalido y reprochaba a los Herodes de su tiempo,
actuaba con misericordia hacia la gente marginada, y
atendía con seguridad y firmeza a los dignatarios y
representantes de las autoridades religiosas y
políticas de su época.
El buen pastor
● La gran afirmación de la oración del Señor es que el
buen pastor se arriesga por sus ovejas. Es decir,
Jesús no le teme al peligro, no se amilana ante las
dificultades, no se desorienta ante los desafíos, no
se inmuta ante los retos, ni se deprime ante las
adversidades.
● La salud espiritual e integral del Señor le permite
hablar con cariño a la gente desposeída y
marginada, y también desafiar con firmeza a las
autoridades de su tiempo.
● Y, sobre todo, distinguía las diversas formas que
debía atender a cada cual. ¡Eso es salud!
El buen pastor
● El buen pastor busca la oveja extraviada y se
preocupa por la perniquebrada. En efecto, la salud
mental y espiritual del Señor le impele a reconocer
que en el Reino nadie sobra.
● Si alguna oveja, por confusión momentánea o por
resentimientos del camino, deja el redil, es deber del
buen pastor preocuparse por ella para descubrir su
dolor, identificar su amargura, evaluar su
desorientación, y allegarse a ella para orientarla,
vendarla, ungirla, sanarla y protegerla de los lobos y
los diversos peligros de la vida.
El buen pastor
● Inclusive, el buen pastor es capaz de entregarla a
otro pastor bueno, pero no la deja perniquebrada
a merced del lobo. No la deja desorientada, no la
deja cautiva, no la deja desesperada, no la deja a
la deriva, no la deja a su propio destino.
● El buen pastor invierte sus noches en vela, pues
las amenazas contra las ovejas son bien reales.
● En la actualidad, los lobos se manifiestan en las
injusticias, en las adicciones, en las opresiones,
en las disfunciones familiares, en los prejuicios
contra algún sector vulnerable de la sociedad y
en las guerras.
La psicología de Jesús
● La verdad es que el descubrimiento mayor que
hace la persona estudiosa de los Evangelios es
reconocer que la oración en Jesús produce salud
mental y espiritual. Y esas oraciones del Señor
se pueden relacionar con el Salterio.
● ¡La lectura de los Salmos contribuyen
positivamente a la salud de los creyentes!
● Ese tipo de salud integral le permitió llevar a
efecto un ministerio transformador, pues no
fundamentó sus palabras y sus acciones en
dolores pasados ni en resentimientos ocultos.
Perspectivas teológicas
● El mensaje de paz y reconciliación que
presentaba Jesús de Nazaret revela que su
vida misma se basaba en la compasión, el
amor y la misericordia.
● Sanaba porque tenía salud; liberaba a los
cautivos porque vivía en libertad; hablaba del
Reino porque tenía esperanza; y respondía al
clamor de la gente porque sabía lo que era la
soledad y el abandono, y reconocía y
apreciaba el acompañamiento divino.
La gran enseñanza
● El objetivo de Jesús no era entretener a las
personas ni mucho menos halagar la
musicalidad del oído de la gente. ¡No se
dedicaba al entretenimiento religioso!
● Su propósito en la vida fue redimir, transformar,
liberar, restaurar, sanar y salvar; y su meta
ministerial fue responder a los clamores más
hondos y sentidos del alma humana con la
voluntad de Dios.
La gran enseñanza
● Su finalidad profesional fue traducir la
voluntad divina en categorías humanas que
pudieran entenderse, disfrutarse, asimilarse y
aplicarse. No estaba interesado el Señor en
discursos elocuentes ni palabras rebuscadas
sino en el mensaje que hace gente nueva,
que modifica la conducta, que reorienta las
prioridades, y que revive a los muertos.
● ¡Vivió para servir, y murió para salvar!
Su oración básica
● ¡Por esa razón básica Jesús oraba!
● Fundamentado en sus plegarias llevaba a efecto
su ministerio; basado en sus clamores predicaba
la llegada inminente del Reino de los Cielos;
guiado por sus diálogos con su Padre, descubría
el sentido de dirección vocacional que le llevó a
la cruz y a la resurrección; y orientado por sus
conversaciones con Dios, afirmó con seguridad y
humildad la oración que ha estado en boca de
los creyentes a través de la historia de la iglesia:
Su oración básica

«Padre nuestro que estás en los cielos,


santificado sea tu nombre …, porque tuyo es
el reino, el poder y la gloria, por todos los
siglos. Amén».
Para la reflexión posterior
● La lectura atenta de cómo las iglesias y los
creyentes han utilizado el Salterio revela que
se pueden relacionar algunos salmos
específicos con varios temas teológicos de
importancia en la cristología del Nuevo
Testamento. Esas oraciones antiguas fueron
leídas por ls gente de fe en Cristo con unos
nuevos ojos y dándoles una significación
novel.
Salmos y cristología
● Pasión: Sal 22.2 (Mc 15.34); 31.6 (Lc 23.46);
35.19 y 69.5 (Jn 15.25); 41.10 (Mc 14.18);
42.6.12 (Mc 14.34; Jn 12.27); 69 22 (Jn
19.28); 118.22 (Mc 12.10).
● Glorificación mesiánica: Sal 8.3 (Mt 21.16);
110.1 (Mc 12.35-37; 14.62); 118.22-23 (Mc
12.10-11); 118.26 (Mt 23.39).
● Adopación de los fieles: Sal 82.6 (Jn 10.34).
Salmos y cristología
● El juicio sobre Jerusalén: Sal 137.9 (Lc
19.44).
● La parusía: Sal 65.8 (Lc 21.25).
● El juicio final: Sal 6.9 (Mt 7.23).

También podría gustarte