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Parece evidente que los profesionales del Derecho y la gente en general identifica el Derecho con
el conjunto de normas válidas y vigentes en un determinado contexto histórico.
En nuestra Constitución se habla de distintas clases de leyes: leyes orgánicas, leyes ordinarias,
decretos-leyes, decretos legislativos, etc.
Son varias las expresiones y conceptos jurídicos derivados del término «norma» normado,
normatividad, normativo; son utilizadas también en el mundo del Derecho.
Durante el siglo XIX, en pleno auge del positivismo jurídico, la doctrina pretende suplantar el término
«ley» del mundo del Derecho y poner en su lugar el término «norma».
1) Razones científicas.
Se dice que el término «ley» hace referencia principalmente a relaciones de necesidad, estableciendo o
describiendo un nexo de causalidad entre los fenómenos que pretende describir, y que en este sentido
será mucho más apropiado utilizar este término en las ciencias naturales: leyes físicas, leyes de la
astronomía, etc.
Por el contrario, el término «norma» no expresa una relación de causalidad o de necesidad,
sino de imputación entre antecedente y consecuente, que implica o presupone una
estructura de libertad que es en la que se desenvuelve el Derecho.
En la norma, por ejemplo, que dice «el inquilino debe pagar el alquiler», entre el inquilino
y el pago del alquiler no hay una relación de causa-efecto, sino que el Derecho imputa a la
persona libre y responsable que alquila un piso la obligación de pagar el alquiler.
2) Razones ideológicas.
Sin perjuicio de las razones científicas antes apuntadas, también es cierto que en el positivismo
del siglo XIX latía una intención ideológica muy clara.
En el movimiento iusnaturalista eran muy normales expresiones tales como «ley divina», «ley
natural», «ley humano-positiva», etc., que denotaban una determinada concepción ideológica
con la que el positivismo jurídico no estaba de acuerdo y deseaba hacer olvidar.
Por eso se pretende imponer en el mundo del Derecho el término «norma» que, sin más
calificativos, se refiere siempre a norma jurídico-positiva.
Sin embargo, esta distinción entre «norma» y «ley» parece que no ha cuajado entre
los profesionales del mundo del Derecho (legislador y jueces principalmente), ni
tampoco en el lenguaje vulgar.
Siguiendo la línea de pensamiento de Enrique Vescovi , en donde define a la Norma Jurídica, desde el
sentido estricto como una regla de conducta obligatoria, dirigida a los hombres que son libres de cumplir
con ello o no y en este último caso son objeto de sanción, teniendo como características a los siguientes:
Bilateralidad: Quiere decir que el deber se impone en función de los derechos de los demás individuos, es
decir, que a la vez que establece obligaciones para unos, concede facultades para otros, por ejemplo cuando
la norma le dice al deudor que debe pagar, le está acordando al acreedor la facultad de cobrar y es la esencia
del derecho siempre cunado se refiera a dos sujetos, pone en relación a dos partes: determina la conducta
de uno en función de la actividad ajena.
Generalidad: Decir que la norma jurídica es general significa expresar que la conducta que la ordena se
impone a un numero indeterminado de personas, es decir, que cuando dicta un comportamiento lo hace en
forma abstracta; por lo que para que la norma sea general no es necesario que se refiera a todos los casos,
basta simplemente que se alcance a todos los individuos que se encuentren en la situación prevista por ella,
en forma abstracta, impersonal.
Imperatividad: La norma jurídica es un mando, un imperativo, en el derecho no tiene
cabida los consejos sino las ordenes, porque lo que se busca es que se realice un acto
o no se realice otro y no lograr una conducta mejor por medio de la persuasión.
Estos elementos son: supuesto de hecho, cópula de «deber ser» y consecuencia jurídica.
La Estructura lógico-formal de una norma completa será: dado H (supuesto de hecho) - debe ser
(cópula) - P (prestación).
Mediante la cópula de deber ser se relacionan de forma imputativa dos extremos: el supuesto de hecho y
la prestación.
Este es el esquema lógico-formal de todas aquellas normas que imponen deberes u obligaciones,
es decir, aquellas normas que indican a los destinatarios lo que deben o no deben hacer.
Normalmente, este tipo de normas se vienen diferenciando de aquellas otras
que imponen una sanción en el caso de incumplimiento de la prestación y cuyo
esquema lógico-formal será: dado no P debe ser S (sanción).
Podría pensarse que las normas permisivas o facultativas, que por otra parte son tan
abundantes en nuestro ordenamiento jurídico, no encajan dentro del esquema: dado H
debe ser P.
Sin embargo son dos formas de expresión que utiliza la técnica legislativa para expresar una
misma idea: la norma que dice que dado el hecho del arrendamiento el inquilino deberá
pagar el alquiler, implica la otra norma que diría que dado el hecho del arrendamiento el
arrendador está facultado a cobrarse el alquiler.
Supuesto de hecho (H).
En los juicios normativos no se utiliza la cópula ser, propia de los juicios puramente
descriptivo-enunciativos, en los cuales entre sujeto y predicado existe una relación de
identidad o de causalidad. Las normas no se utilizan para transmitir verdades teóricas, ni
tratan de explicar o describir una realidad objetiva e independiente del sujeto que las
enuncia, porque las normas no tienen significado representativo, y precisamente por ello no
tiene sentido predicar de ellas verdad-falsedad. Las normas, en cuanto juicios directivos,
tienen una carga intencional, que es la de dirigir el comportamiento humano.
La cópula deber ser, más que describir y enunciar, pretende imputar a un supuesto de
hecho una determinada consecuencia jurídica, o, mejor, imputar al sujeto, que libre y
responsablemente ha entrado a formar parte de esa categoría (que el supuesto de hecho
hipotéticamente contempla), unos efectos jurídicos. La relación de imputación expresada
por la cópula deber ser es completamente distinta del nexo de causalidad expresado en los
juicios de ser.
El mundo del Derecho utiliza esta cópula de deber ser y no la de ser no por puro capricho,
sino por razones derivadas de las peculiaridades propias de la realidad del Derecho. Se
trata de indicar que algo que todavía no es, y que puede ser de varias maneras, debe ser -
por razones de imperatividad valorativa o volitiva- de una determinada manera.
Consecuencia jurídica.
Está prohibido contratar a una persona por más tiempo que la jornada máxima de trabajo.
Todas las personas tienen derecho a practicar sus religiones.