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La propaganda es pues una “necesidad” una
estrategia política imprescindible para
“ganarse” a las personas, persuadir en ellas
y que estas pasen a formar parte del grupo
totalitario (Delgado, 2012, p. 13.
La propaganda totalitaria se sustenta en el
carácter científico de sus afirmaciones, se
dice que se deja la obsesión por lo científico
solo cuando se llega al poder, aunque
también es una estrategia de poder claro.
También actúa como un puente que une la
mentira con lo real que creando mentiras
para hacer valido al experimento totalizador
(Delgado, 2012, p. 13).
Por otro lado, el terror es el recurso
empleado al interior de las fronteras que las
separa del exterior, en resumen “constituye
la verdadera esencia de la forma de gobierno
de los totalitarismos” (Arendt, 2007: 428, Ejemplo de un póster que utilizaban los nazis para
como se citó en Delgado, 2012, p. 13). persuadir a la sociedad.
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Este sujeto de acción política
representado en la figura del poder
ejecutivo, puede a su vez tomar varias
formas (dependiendo del tipo de
régimen político autoritario que impere)
(Collier, 1979; Linz, 2000, como se citó
en Delgado, 2012, p. 14).
En el autoritarismo existe un cuerpo
autoritario (sea el Partido o la élite
militar) que “no se encuentra ya
perfectamente organizado ni monopoliza
el acceso al poder” y a la posibilidad de
un pluralismo que aunque no es
democrático, “obliga a distinguir entre
ciertas posiciones” y a un
“descafeinamiento de la ideología oficial
que ahora se presenta cargada de
ambigüedades” (Taibo, 2005: 105, como
se citó en Delgado, 2012, p. 14).
En los Estados autoritarios es el poder Para los autoritarismos el poder y liderazgo recae en el poder
ejecutivo
ejecutivo el encargado de direccionar la
acción política (Delgado, 2012, p. 17).
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Democracias
En las democracias como formas de gobierno y en las democracias modernas cuya esencia
proviene de la tradición política liberal el “conjunto de ciudadanos miembros [son]
considerados iguales en lo tocante a la posibilidad de adoptar las decisiones de gobierno”
(Dahl, 2000: 104, como se citó en Delgado, 2012, p. 15-16).
Es posible distinguir dos amplias tendencias desde las cuales la democracia es concebida,
ya sea como protección o como desarrollo:
• La democracia como protección alude a la idea de brindar una suerte de defensa a la
comunidad política frente “al uso despótico del poder político” (Delgado, 2012, p. 16).
• La democracia como desarrollo, “además de ser algo instrumental”, lleva a que los
individuos como ciudadanos sean más partícipes o activos en los procesos políticos,
lleva consigo el ideal de un mejor mundo, de una sociedad “más libre e igual”, en la que
los sujetos tengan la plena certeza y posibilidad de desarrollar libremente su
personalidad a través de una participación política que trascienda la mera votación
(García, 2006, como se citó en Delgado, 2012, p. 16).
Dahl señala que el tipo de democracia
“ideal” que contrasta con la forma “real”,
plantea una serie de condiciones o
requisitos mínimos alusivos a conseguir la
igualdad de todos los miembros de la
comunidad política. Dentro de estos
requisitos se encuentran:
La participación efectiva, la igualdad del
voto, la igualdad respecto a las
oportunidades para conocer sobre las
diferentes políticas alternativas y sus
correspondientes consecuencias, el control
de la agenda y la inclusión de la totalidad de
los adultos en calidad de ciudadanos (Dahl,
2000 como se citó en Delgado, 2012, p. 16).
Si tales condiciones son cumplidas, la
democracia es capaz de generar
La participación de la ciudadanía en los procesos prosperidad, igualdad política, desarrollo
electorales hace posible la democracia.
humano, medios para alcanzar la paz,
protección de los derechos esenciales,
https://madreshoy.com/wp-content/uploads/2020/09/democracia.png abolición de la tiranía y autonomía moral,
entre otras “consecuencias deseables”
(Dahl, 2000, como se citó en Delgado, 2012,
p. 16).
Democracia real necesita de instituciones y de
condiciones que la materialicen, por ejemplo,
existencia de cargos públicos electos, elecciones
periódicas libres e imparciales, libertad de
expresión, autonomía de asociación y una
ciudadanía inclusiva (Dahl, 2000, como se citó en
Delgado, 2012, p. 16).
Con los Estados democráticos, se consolida la
figura del ciudadano como el sujeto de la acción
política, como individuo que puede participar en
el proceso político de toma de decisiones, sin
olvidar que dicha participación se encuentra
avalada por la existencia de derechos civiles
formales. Asimismo, también se le asignan
obligaciones y ello se relaciona con el Estado de
una forma particular (Delgado, 2012, p. 16).
El ciudadano entonces como sujeto privilegiado
de la acción política en los Estados
democráticos, es un individuo que se constituye Las campañas electorales ayudan a la
en miembro de la comunidad política. El ciudadanía a escuchar las propuestas de los
reconocimiento de sus derechos y deberes como candidatos y tomar una mejor decisión al
ciudadanos democráticos implica que estos san elegir por quien emitir su voto.
reconocidos por el Estado (Bobes, 2000 como se
citó en Delgado, 2012, p. 16-17).
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A diferencia de los Estados totalitarios y autoritarios, los Estados democráticos
reconocen en el ciudadano aquel individuo que comienza a ocupar el espacio público
(Marshall, 1965 como se citó en Delgado, 2012, p. 17).
En las democracias, el ciudadano como agente y con el uso de la razón práctica,
cuenta con la capacidad de elegir entre diferentes opciones (O´Donell, 2004 como se
citó en Delgado, 2012, p. 17) y de ser parte de los procesos políticos que involucran al
cuerpo social.
La posibilidad de ser parte y, por lo tanto, actor/sujeto de la acción política de los
individuos en calidad de ciudadanos en las democracias, permite sostener la idea de
que estas constituyen el sistema de gobierno más adecuado para evitar los abusos del
poder y para brindar los medios para generar justicia (Dahl, 2000 como se citó en
Delgado, 2012, p 17).
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Referencias
Delgado, M. (2012). Los sujetos de la acción política en los totalitarismos, los
autorirtarismos y las democracias: de la política del terror a la política de la
deliberación. RAI revista Análisis Internacional, 9-18.