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La Europa del primer tercio del

siglo XIX.
El mapa de 1815.
Fuente:

CNICE, Proyecto
Kairós.
El imperio austriaco se
anexionó el reino de
Lombardía-Venecia, colocó al
frente de los reinos de
Parma, Módena y Toscana a
príncipes austriacos,
recuperó las provincias ilirias
y ganó una fuerte influencia
en la Confederación
Germánica.

Fuente:

CNICE, Proyecto
Kairós.
Rusia, expandió sus territorios
hacia el oeste, asegurándose
algunas posesiones de Finlandia
(repartiéndose así, este territorio
con Suecia) y de Besarabia. La
corona del nuevo reino de Polonia
se unió personalmente al zar.

Fuente:

CNICE, Proyecto
Kairós.
Prusia aumentó su
territorio con parte de
Sajonia, Pomerania y
algunas zonas de Renania.

Fuente:

CNICE, Proyecto
Kairós.
Gran Bretaña se aseguró el
dominio de los mares:
Gibraltar, Malta, Islas
Jónicas, Helgoland y otros
enclaves en África, Asia y
América.
Se formaron los Países
Bajos, constituidos por
Holanda, Bélgica y
Luxemburgo.
Suecia incorporó
Noruega y parte
de la actual
Finlandia.
Dinamarca se anexionó
con los ducados de
Holstein y Lauenburgo.
En esta fecha se
estableció en Alemania
la Confederación
Germánica, compuesta
por 41 estados
diferentes.
Pertenecientes todos a
un único órgano
común, Dieta, carecía
de poder de decisión y
su sede estaba en la
cuidad de Fráncfort. La
influencia real se la
disputaron durante
décadas Prusia y
Austria.
Los poderes dominantes, que salieron beneficiados del Congreso de Viena
fueron Austria, Prusia, Rusia y una Gran Bretaña que se aseguró el dominio
de los mares.

Ministro de asuntos
exteriores, El zar, Alejandro I de
Castlereagh Rusia
Canciller austríaco,
Metternich
El Congreso de Viena fue el último intento por parte de las fuertes
Monarquías Absolutas europeas de mantener su legitimidad
monárquica ante el imparable ideario del Liberalismo que a lo largo del
siglo XIX y en forma de Revolución se irá estableciendo en la mayoría
de los países europeos.

Las principales potencias


que participaron en el
Congreso de Viena
pasaron a formar parte de
la Santa Alianza.
Pero este reparto
de territorios no
contemplaron los
sentimientos y
principios liberales
y nacionalistas
que habían
prendido con
fuerza en algunas
regiones durante
el período
napoleónico.

Pese a los intentos de restablecer la paz en los fundamentos del viejo orden
absolutista, la Europa que sale del Congreso de Viena, la Europa de la Santa
Alianza, comienza a cuartearse a mediados de la década de los veinte, y se
desmoronará definitivamente en las oleadas revolucionarias de 1830 y 1848.

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